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Savile Row es desde hace dos siglos un verdadero culto al garbo. En esta calle -tan célebre que suele referirse a ella solamente como 'the Row'- los mejores sastres de Londres visten a medida a los clientes más exigentes del Reino Unido y del mundo entero: reyes, millonarios, estrellas, aristócratas.
Oxford, Jermyn o Regent son los nombres de las calles comerciales más ‘chic’ de Londres. Pero es Savile Row donde se concentra la crema del ‘savoir faire’ de la alta sastrería británica. Pináculo de la elegancia masculina, algunas de sus tiendas más antiguas ocupan desde hace más de dos siglos la misma calle del barrio de Mayfair. En Savile Row/ Los Sastres Maestros del Traje a Medida, publicado recientemente en Inglaterra (Thames & Hudson) y prefaciado por Tom Ford, el experto James Sherwood escribe la historia definitiva de este mundo secreto y sofisticado. “Savile Row ha estado creando excepcionales trajes a medida desde hace más de 200 años y sus clientes de hoy van desde los príncipes Guillermo y Enrique hasta Mick Jagger”.
El término que se utiliza para describir esta rama exclusiva de la alta costura masculina es ‘bespoke‘, y tiene su origen en el ambiente de los sastres que marcaban la tela como ‘be spoken for’, es decir reservada para un cliente en particular. Hoy en día no es una definición banal, pues es garantía total de un trabajo ciento por ciento hecho a mano, específicamente para un cliente. Por supuesto, la personalización tiene un precio: un traje terminado puede tardar hasta doce semanas, moviliza una decena de personas, requiere por lo menos tres pruebas, 50 horas de trabajo y llegar a costar más de 6,000 dólares. Sin embargo, no hay tregua en la demanda.
Las raíces de Savile Row se remontan a 1667, cuando el primer conde de Burlington, sir Richard Boyle, ‘el Rico’, adquirió una mansión en Piccadilly al poeta sir John Denham. La calle que ahora se conoce como Savile Row (llamada así en honor a la tercera esposa del conde, Lady Dorothy Savile) fue construida donde se hallaba la huerta de Burlington House.
LOS DUROS GOLPES A SAVILE ROW
Antes de la Primera Guerra Mundial la sastrería a medida era una industria próspera, patrocinada por todas las clases sociales. Su reputación había cruzado las fronteras y los grandes del mundo no podían menos que vestirse en Savile Row, ya fuera el rey Jorge V o Napoleón III. Pero la Gran Guerra marcó el fin de aquella era de certezas. Los ídolos de una época -generalmente los nobles y aristócratas- devinieron en figuras del pasado reemplazadas en el imaginario popular por las estrellas de cine, nuevos objetos de culto. Luego, la Segunda Guerra Mundial terminó a su vez con otra generación de clientes y anunció el triunfo del prêt-à-porter. Los cambios de costumbres, la desaparición de una cierta formalidad y el número decreciente de ocasiones requiriendo una vestimenta formal, afectaron, inevitablemente, el comercio a medida. Aun así, su superioridad nunca fue objeto de disputa (Alexander McQueen, considerado uno de los mejores cortadores de la alta costura, hizo su aprendizaje en Gieves and Hawkes, en Savile Row). Todo parecía volver al orden cuando en 1952 Douglas Fairbanks Jr., una de las estrellas mejor vestidas de Hollywood, declaraba: “Los sastres a medida de Savile Row han recuperado su supremacía en el mundo”.
Aunque entre los clientes de Savile Row figura el ‘who is who’ de la celebridad británica -desde el príncipe Carlos a Jude Law-, la calle ha sufrido en los últimos años algunos golpes duros como la tendencia de las casas de moda -Armani, Dior, Hermes y otras- a lanzar sus propias líneas masculinas o la escalada en los precios de los alquileres que obligó a muchas de las firmas más pequeñas a reubicarse. De hecho, solo diecinueve sastres todavía tienen sus locales en la célebre calle, aproximadamente la mitad que hace cincuenta años. Pero a pesar de los problemas, the Row sigue siendo la Meca para aquellos hombres de todo el mundo que aspiran a la mejor tailoring del mundo y continúa atrayendo nuevos adeptos entre la nueva generación de golden boys o estrellas de cine que lejos de descartar la sastrería a medida como una reliquia de los siglos pasados, la elevan al más alto grado de ‘status symbol’. “Savile Row ya no es como antes. Era un medio muy cerrado, que intimidaba -intencionalmente- a la gente. Hoy en día, cada casa tiene su personalidad. Es como ir a un club pero sin ser snob. Cualquiera puede ser miembro si tiene suficiente dinero y gusto”, dice Sherwood.
Richard James, uno de los más recientes llegados a Savile Row, que cuenta entre sus clientes a Liam Gallagher, Hugh Grant y David Linley, el sobrino de la reina, explica así el fenómeno. “En los años 80 todo era cuestión de etiquetas. Se consideraba un gran elogio si alguien te preguntaba ‘¿es un Gaultier?’, ‘¿es un Comme des Garçons?’. Ahora lo que se aspira es a que el traje te sienta y que cuando te lo pones te digan ‘qué bien luces’. Lo que importa son la silueta, el corte y la técnica de los sastres ingleses, no el nombre del diseñador…”.
LISTA TOP
Chester Barrie, en el Nº 32, contó entre sus clientes a Cary Grant, Winston Chruchill, Steve McQueen y Sean Connery.
Davies & Son, en el Nº 38, establecido en 1803 y en Savile Row desde 1986. Contó entre sus clientes a Calvin Klein, Michael Jackson, Douglas Fairbanks Jr., Clark Gable y el presidente estadounidense Harry S. Truman.
Dege & Skinner, en el Nº 10, empresa familiar establecida en 1865 que cuenta con el sello real de la reina Isabel II, el sultán de Omán y el rey de Bahréin.
Gieves & Hawkes, en el Nº 1. La fusión de Gieves (fundada en 1785) y Hawkes (1771), originalmente especializado en uniformes militares, tiene el triple sello de proveedor de la reina Isabel, el duque de Edimburgo y el príncipe Carlos.
Hardy Amies Ltd., en el Nº 14, adquirió celebridad mundial desde que vistió a la entonces princesa Isabel en 1950, el principio de una larga asociación. También realizó los trajes de la película 2001: Odisea del Espacio. En 1990 renunció a la garantía real para que otros diseñadores más jóvenes pudieran crear para la reina.
Nutters, en el Nº 12 , fue una verdadera ‘bomba’ de modernidad en Savile Row. Se vistió allí todo un espectro social desde el duque de Bedford y lord Montagu, a Mick and Bianca Jagger, desde los trajes de Jack Nicholson, en Batman, hasta los de tres Beatles en la célebre carátula del disco Abbey Road.
Ozwald Boateng, en el Nº 12. Nacido en Ghana y ennoblecido por la reina con un OBE, se lo considera como aquel que introdujo la sastrería de Savile Row a la nueva generación. Entre sus muchos clientes: Will Smith, Jamie Foxx, Samuel L. Jackson, Russell Crowe, Keanu Reeves y Mick Jagger.
Anderson & Sheppard, en el Nº 30, fundada en 1906. Fueron quienes desarrollaron el corte conocido como ‘London Cut’, una sisa pequeña y una manga ancha, que permiten el movimiento y que la chaqueta quede en su lugar. Entre sus clientes: Fred Astaire, Gary Cooper, Marlene Dietrich, Cecil Beaton, Laurence Olivier, Noel Coward, Ralph Fiennes, Manolo Blahnik, el príncipe Carlos y Tom Ford.
un lugar muy elegante en el mundo occidental
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