Bibliotecas y mi colección de libros

Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

jueves, 15 de octubre de 2015

278.-Biblioteca de Arturo Pérez-Reverte.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Hernandez Jara;Francia Marisol Candia Troncoso; Maria Francisca Palacio Hermosilla;

  



Entramos en el «sancta sanctorum» del escritor, que documenta sus obras con libros antiguos, viajes y lecturas hasta lograr una inmersión en la época

El oficio de escritor es todo un tema literario. Pero no basta con un retrato de soledades y palabras, palabras, palabras, para hacer girar el mundo escrito en una resma de papel. Ese modelo no se aplica, desde luego, al caso de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), el reportero de guerra que después de dar tumbos por medio mundo apretó la tecla precisa en la abotonadura de «El húsar», título de su primera novela de 1986, que conectó con el público y le impulsó a vivir de la literatura.

Treinta y un años después (tantos como libros publicados), su historia va de pasiones, lealtades, mucha personalidad, y un inacabable afán de divertirse y divertir a los lectores. Pérez-Reverte mantiene el gusto periodístico por documentarlo todo. Eso explica, en parte, el éxito que acompaña a este académico, que publica «Eva» (Alfaguara), la segunda entrega de las aventuras del espía Lorenzo Falcó.
El escritor ojea una colección de ABC de Sevilla de los años treinta

Para entrar en la «cocina» de uno de los escritores más afamados e influyentes de las letras hispánicas, en el lugar secreto en el que construye y documenta meticulosamente sus novelas, hay que atravesar su enorme biblioteca de «un cazador de libros» -así se considera- y hasta pasar por delante de un maniquí vestido de húsar, en perfecto estado de revista, que le recuerda el día en que este relato comenzó.

En una pequeña vitrina brillan los objetos de Falcó. El tiempo parece detenerse...Llegamos a su escritorio, junto a un discreto lucernario, en el centro de la biblioteca, entre murallas de libros primorosamente ordenados. Y también objetos, recuerdos de amistad (ya es célebre el catalejo de un ballenero que le regaló Javier Marías) y de una vida alrededor de la literatura. En una pequeña vitrina brillan los objetos de Falcó: la pitillera de carey, las cafiaspirinas, los cigarros Players, la letal cuchilla Gillette, la pluma Sheaffer, el encendedor Parker Beacon... El tiempo parece detenerse. Da la impresión de que volverá a por ellos de un momento a otro por una puerta disimulada, como si la biblioteca fuera una terminal más del célebre Ministerio del Tiempo, esa serie que debería hacer un homenaje semanal al autor de Alatriste.
Anaquel de novelas clásicas de espías en la biblioteca de Pérez-Reverte

Nada de Bond, James Bond

Falcó no ha aprendido nada de Bond, James Bond, ni tampoco de George Smiley. A Arturo Pérez Reverte, por supuesto, le gustan las novelas de Flemming y Le Carré, pero para Lorenzo Falcó necesitaba otros maestros. Cita a varios: Eric Amber, Somerset Maugham, Jean Bommart o R. E. Childers. Y también la novela folletín de los años veinte y treinta y las películas de Hitchcock de esa época. ¿Por qué? «Las creaciones de Flemming y Le Carré son de un mundo posterior donde manda la tecnología y cualquiera puede ser espía. El mundo de los espías modernos es un universo de tecnología, por encima del hombre. Como ahora con el dron. En la época de Falcó el hombre era lo fundamental. Era el que se arriesgaba, en aquellos tiempos de factor humano. Arriesgaba, penetraba en lugares adecuados, obtenía información y la transmitía. Eran actores, asesinos, jugadores de ajedrez, con sangre fría; que necesitaban habilidades sociales muy concretas. Ahora cualquiera puede ser espía».

La mesa de Pérez-Reverte es funcional, ni demasiado cómoda ni inhóspita. Se trata de un parapeto bastante despejado en el que pasa muchas horas, donde ya «cocina» estos días la tercera entrega de Falcó. De hecho nos muestra la carpeta en la que guarda los primeros capítulos en borrador y luego la deja junto al ordenador donde hay algunos papeles, claro, sobre los que pisa con bastante convicción una pistola Browning FN 1910 (inutilizada), el hierro que es el menos peligroso de los talentos de su espía. ¿Interesante?

Lo interesante, literariamente hablando, asoma en la pared de enfrente, en una estantería en la que decenas y decenas de libros cambian de guardia como soldados a medida que son llamados a estas filas en las que se apoya en hechos reales todo lo que narra. Con nombres, marcas o palabras exactas, con recuerdos propios y memorias prestadas que pueblan sus obras. Y así empieza a relatar:

Así empieza la tercera

«Aquí están los libros que uso ahora, para la tercera novela de Falcó. Como empieza en el casino de Biarritz, me lo he empollado a fondo. Tengo libros sobre el casino, fotografías de época del País Vasco... Lo hago siempre así, me documento, tomo notas, voy a sitios -afirma-. Si digo que Falcó está en el hall y la luz entra por la derecha es que era sí. Puede que solo lo sepamos cuatro, o solo yo, pero es la base de la credibilidad». Recorre los lomos de los libros que utiliza en estos momentos. «También me estoy empollando a Malraux, porque en la nueva novela aparecerá un personaje basado en él. No es Malraux porque necesito cosas que nunca hizo, pero en el fondo lo es. Me empapo y tomo notas. Lo que no interesa, lo tiro».

Guías y anuarios permiten moverse con datos reales de la época


Esta estantería es el motor de una máquina del tiempo. Rotando sus libros se pone en marcha el engranaje que nos lleva directamente a los años treinta, a la época de Falcó. También es una sala de trofeos, porque el autor nos confiesa:
 «Yo soy un cazador de libros desde que era pequeño, así que me muevo muy bien en el mundo de los libros antiguos. Porque un mapa actual no me vale. Necesito uno del 1937 o anterior, como mucho de 1930, antes de que pusieran los nombres del generalísimo a las calles». 
Pocas actividades le hacen disfrutar más que ir en busca de libros raros...
 «Tengo que buscar libros, los adecuados, algunos menos evidentes de lo que pueda parecer», advierte.

Es fácil imaginar cuando era el turno de Alatriste y se llenaba de libros de esgrima, novelas de capa y espada...Contemplando estos anaqueles de trabajo es fácil imaginar cuando era el turno de Alatriste y se llenaban de libros de germanías, literatura del Siglo de Oro, uniformes, esgrima, espadas, grabados y libros de la Historia de España y novelas de capa y espada. 

«Al principio fue bastante difícil, pero al quinto o sexto Alatriste ya lo tenía dominado. Lo difícil fue el primero. También lo fue documentar "El tango de la guardia vieja". Y lo mismo "Falcó", aunque es más fácil cada vez, porque ya lo conozco más, después de dos libros. Ya no tengo que leer sobre marcas de cigarrillos, de coches, sobre corbatas, porque todo eso ya me lo sé...»


La historia es la madre de todo

«La Historia forma el 75 por 100 de mi biblioteca -asevera-. La Historia es la madre de todo», remacha cuando le interrogamos sobre este viaje que no ha hecho más que empezar. Un viaje por los libros en busca de la exactitud. Saca un volumen insólito, en buen estado: la Guía Michelín de España (1936-1938), que costaba 15 pesetas en plena guerra. ¿Quién la usaría? «Ahí están los hoteles, los precios, si tienen teléfono, agua corriente, lo que se come en tal restaurante, cuánto valía el arroz con pimientos en el restaurante de la Tía Felisa...», bromea. Y sigue dejando ejemplares sobre nuestras manos: El anuario de 1934 de Madrid, con direcciones de comercios, oficios, las Páginas Amarillas de la época. Y el «Manual de la telefonista», para saber bién cómo intervenir las comunicaciones de las viejas centralitas entre marañas de clavijas.
Revistas consultadas por el autor de «Falcó»


Si Falcó come y paga, el plato y el precio se ajustan al mes en que sucede la acción. La ropa, la botica, los cigarrillos... son los que eran. Aparecen ahora dos tomos enormes, con los números encuadernados de Blanco y Negro de los años treinta y otro con el ABC de la «zona nacional», el que se editaba en Sevilla. «Los heredé de una tía mía -nos dice- y son valiosísimos. Me llevan a ese momento, a las noticias del día, a la publicidad de fijapelo, coches, whisky, tabaco, sombreros...» Sigue un libro de motores de coche en la Guerra Civil. El manual de uso de la pistola Browning FN1910...

¿Pero cómo empezó? ¿Sabía que Falcó viviría más de una novela? «Cuando tenía la estructura hecha y empecé a escribir, todo se fue complicando y me di cuenta de que me lo estaba pasando muy bien -subraya tanto el muy que la cabeza afirma-. Llevaba ya meses leyendo revistas, moviéndome por anticuarios, comprando objetos, y era tal el placer que me dije: quiero que esto dure, un año es muy poco».

«Llevaba meses leyendo, con anticuarios, comprando objetos y era tal el placer que me dije: quiero que dure»No se lo pensó mucho más. Nos cuenta cómo decidió partir la historia y desarrollarla en dos o tres entregas. 

«Y eso es lo que hice, un plan de tres novelas para empezar. Escribí la primera y al terminarla todo eso se confirmó, me lo seguía pasando bien y tuvo muy buena acogida, tanto en España como en América. Ahora "Falcó" acaba de salir en Portugal». Y en España «Eva» llega este martes a las librerías. ¿Continuará? «Después de la tercera ya veré lo que hago, si sigo o si me paro».


Falsificar el cuadro

En «Falcó» la misión era rescatar a José Antonio Primo de Rivera de la cárcel de Alicante. En «Eva» hay un barco cargado con parte del «oro de Moscú». Los hechos forman un friso histórico sobre el que la trama avanza. ¿Cómo de difícil resulta el desafío de colarse en la historia real y abrir caminos ficticios? «Esto lo aprendí directamente de Alejandro Dumas. Se trata de tomar la historia, utilizar el marco y falsificar el cuadro», confiesa con media sonrisa traviesa.

 «Que a simple vista veas "La rendición de Breda", pero luego te acercas y hay un juego de detalles, ves un personaje algo cambiado y es Alatriste». El escritor admite que hay que tener algo muy claro y es que «esto tiene límites. Cuanto más has leído más sabes dónde están. Falsificar la Historia, aparte de que es divertido, funciona muy bien».

La guía y el mapa de Tánger de los años treinta con el que Pérez-Reverte fue a la ciudad marroquí

Sin duda es divertido, no hay más que ver a Pérez-Reverte contando las anédotas, pero hay que conocer algunas reglas... 

«Tú no puedes poner una mujer asaltando una muralla sarracena en las Cruzadas -traza una línea ascendente con las manos-. El límite es la credibilidad. Pero cuanto más has leído más sabes y dentro de esos límites puedes mover a tus personajes, falsificando la historia».

Otro ejemplo: si quieres falsificar un billete de mil pesetas «tienes que conocer perfectamente el billete original o no lo harás bien. Así que lo haces perfecto y entonces añades que la imagen de Isabel La Católica te guiñe el ojo. ¿Es un billete bueno? Fíjate bien, acércate... ¡coño, qué bueno, si me guiña el ojo Isabel la Católica!» Ese es el tipo de cosas que traslada a sus páginas, gracias a la inmersión en ese periodo que le otorgan las lecturas, meses o años de lecturas. 

«Es muy divertido, es lúdico, y si un libro divierte además de al lector al propio autor cuando lo está haciendo, es fantástico».

«Si quieres falsificar un billete de mil lo tienes que conocer perfectamente o no lo harás bien»¿Y no comete errores? «Por supuesto, siempre hay un error» -se remueve en el sillón, tal vez porque el recuerdo le incomoda-. «Siempre hay un tío que sabe más que tú de algo. Un ejemplo concreto, que me ha pasado: me escribe un señor, mire usted, el tren en 1938 no pasaba por Almuñécar, sino por otra localidad cercana. Es un experto en trenes. Pues tiene usted razón. Yo me basaba en una guía de ferrocarriles -gopea con un dedo la palma de la mano como si fuera la tapa de uno de sus libros-. Aquella ruta estaba programada y figuraba en la guía, pero por lo visto no se hizo. ¡El tren pasó por otro sitio, ahí no había apeadero! -exclama-. Como lo cuento, me ha pasado».

Así llegamos al episodio del oro de Moscú que aparece en la segunda entrega, «Eva», parte del tesoro de la República que llega por error en un barco al puerto de Tánger: «Pudo haber ocurrido perfectamente. Porque todo en él, el tipo de barco, el capitán, la tripulación, las labores diplomáticas en torno a él, todo eso ocurrió y está documentado».
Arturo Pérez Reverte ante los anaqueles de su biblioteca con libros sobre la Guerra Civil


¡Y tanto! Entre los libros que siguen saliendo de la pared al invocarlos en la conversación figura uno de «Paquebotes trasatlánticos» de la época. Y otro «muy bueno» con la historia completa del sombrero Panamá, que es el que Falcó usa en Tánger. Y un volumen sobre burdeles de los años treinta titulado «Chicas malas» lleno de sugerentes fotos. Y libros de moda, sastres ingleses, y viejos ejemplares de las revistas «Marie Claire» y «Estampa» con sabor de belleza clásica.
Años treinta, sí. Espía franquista, también. Lo difícil, lo que era un desafío, era la complicidad con el lector. Y gracias a todos estos detalles se logra. Porque no es un libro sobre la Guerra Civil. Esto hay que aclararlo: 
«Es una novela que tiene esa confrontación de fondo. Jamás pretendí explicarla ni lo voy a pretender. La uso como fondo, y el que quiera saber que lea. No voy a explicar qué era la Falange, ni quiénes los requetés, mi interés es otro. El que quiera que lea y el que no allá él».
«Si hablas de tomar algo caliente en la época te refieres a un chocolate con churros, no al café del Starbucks»
Para terminar la documentación dos cosas son necesarias. La primera es leer libros de autores de la época o sobre la época, que puede que no aporten ni un solo dato, que no asomen siquiera por una línea de la narración, pero conforman una mirada creíble y ayudan a evitar los anacronismos. La lista es interminable en un lector tan conspicuo. 
«Si hablas de tomar algo caliente en esa época lo normal es que pienses en un chocolate con churros y no en un café de Starbucks. Esto parece una tontería pero no lo es -Pérez-Reverte enarca las cejas y pulsa una tecla en el aire repetidamente-. Sin darnos mucha cuenta se nos cuela al escribir esa mirada de hoy. Pero si vives inmerso en la época y además lees las novelas de Julio Camba, de Fernández Flórez, de Jardiel Poncela, eso te crea la familiaridad con las costumbres»
Pérez-Reverte revisa el manuscrito de «Eva»

Si falta esa «inmersión en la época», que es un trabajo sutil y lleno de posibilidades, se nota.

 «Todos vemos en alguna serie española de época que da la impresión de que todos están disfrazados y nadie se comporta de verdad de una forma creíble, a diferencia de las series inglesas que sí lo hacen o lo hacen más. Ellos estudian, ven, leen, lo tienen entrenado… Aquí, habitualmente te ponen un ropaje y ¡hala!, ya eres un personaje del siglo XVII, o del año treinta», se lamenta.

«Nuestro privilegio de lectores es que podemos amueblar el mundo con nuestra memoria cultural»Pero inmediatamente rebusca en su memoria de lector: 
«La gente se quitaba el sombrero delante de una señora de una determinada manera, se descubría para entrar en los sitios, hay unas reglas de comportamiento que condicionaban mucho todo. Y todo eso se ignora hoy. A mí también me pasa. Por eso yo me sumerjo, ojeo revistas de moda de la época, revistas de caballos, periódicos, y cuando pasan seis meses por muy tonto que sea termino adquiriendo no los hábitos, porque sería muy falso, pero sí la capacidad de moverme, sentarme, usar el sombrero como lo haría Falcó. Llego a describir a la gente que está frente a él como él la vería. Por eso es tan importante la documentación, no tanto para coger un dato, sino para tener la actitud narrativa frente a eso».
La segunda cuestión necesaria es un turismo un tanto especial. Ir a las ciudades del pasado. ¿Cómo? Para «Eva» viajó durante semanas por Lisboa, Sevilla y Tánger, con guías y mapas de la época y una mochila con libros:
 «Es mi ventaja. Un lector empedernido irá a París y será capaz de photoshopear -digamos- la ciudad, borrar los coches y quedarse con Hemingway en La Closerie des Lilas, con Voltaire en el café Procope, o ver a Chateaubriand paseando por la calle Rivoli. Es nuestro privilegio de lectores, podemos amueblar el mundo con nuestra memoria lectora borrando lo que hay actualmente». 
Y suma también su experiencia en países de Oriente Próximo, en los cafés del Beirut antes de la guerra, o de un Damasco casi otomano, con gordos de fez rojo y narguile. De modo que esa dimensión que no está ya presente sino a través de la cultura termina de encender el relato.

Complicidad del lector

Llegado el momento de escribir, de plasmar todo eso con las palabras justas, Pérez-Reverte no duda: 
«Necesito la complicidad del lector. Hoy no puedes escribir como Balzac o como Walter Scott, no puedo describir todo, porque el lector se aburre».
 Recurre a lo que todos hemos visto en cine, televisión, muchos hemos leído. «Tengo que hacer que suene ¡tiiin! en la cabeza del lector»

 ¿Un ejemplo?

«Si hablo de espías en el norte de África, la mera palabra Tánger ya me está ahorrando a mí medio libro de descripciones. Automáticamente el lector entra en el juego. Sabe, por Casablanca, cómo era el bar. Solo tengo que buscar los elementos que desencadenan el proceso. Digo: “Entró en el bar. Miró hacia arriba. Vio girando el ventilador en el techo”. 

¡Ya está! El lector se imagina el humo, el calor, al gordo abanicándose… Te ahorras 10 páginas de descripción. Eso se aprende con oficio. Reducir eso a tres líneas es lo ideal, es lo que intento. Ya me diréis si lo he logrado».

«Cada escena tiene dos o tres folios, cada novela su recorrido. Esta es de espías, no puedo andarme con complejidades. Todo debe ser escueto, seco, limpio, dialogado, muy picado»
Habla del método, el plan que traza y del que raramente sale. Es permeable pero fiel al esquema. 
«Cada escena tiene dos o tres folios. Cada novela tiene su recorrido y su dimensión. Hablamos aquí de novelas canónicas, de espías, de suspense, de acción, de aventuras. Aquí no puedo andarme con complejidades. Tiene que ser todo muy escueto, muy seco, muy limpio, muy dialogado, muy cortante, muy picado. Eso no es fácil, es incluso más difícil. Una descripción de dos líneas es más difícil que una descripción de dos páginas».

Un reportaje de Chaves Nogales en «Estampa»

En su memoria está todo lo que le ha hecho escritor. Maneras y sonidos desde su infancia:

 «El modo en que mi padre se quitaba el sombrero, mi abuelo miraba el reloj de bolsillo, la oscuridad alrededor del quinqué cuando se apagaba la luz eléctrica después de cenar porque era cara, el sonido de las presillas de las ligas que usaba mi madre...».

«La violencia que narro la he vivido. ¿Cómo grita un hombre cuando le pegan?»
Y no podemos desdeñar el valor que tiene la memoria del reportero de guerra: 

«La violencia que narro la he vivido -explica-. ¿Cómo grita un hombre cuando le pegan? ¿Cómo suda un hombre que ha sido torturado? ¿Qué temperatura tiene la piel de un hombre que ha sufrido tortura? -se pregunta, bajando imperceptiblemente la voz-. Ese tipo de cosas las conozco de primera mano, pero hay otro tipo de cosas más curiosas, y menos dramáticas, pero muy interesantes. Por ejemplo, al haber vivido en países en guerra o en países raros -encoge levemente la nariz-, tengo percepciones de vivir sin luz eléctrica, iluminarte con luz débil, moverte bajo la luz de la luna». Piensa que el hombre actual en nuestra sociedad no tiene ya esa experiencia del sigilo, pero en el tiempo de Falcó la gente sí vivía así y es una sensación que encontramos desde el feo encuentro del capítulo primero de «Eva».

Mujeres

Y están sus mujeres, que son fuertes, iguales a Falcó, como la Eva Neretva de la novela. No es un anacronismo. «Si hubiera puesto una flapper de Fitzgerald no se creería. Pero una tía de padre ruso... En el área comunista había, desde pijas como Constancia de la Mora hasta la Pasionaria. Ahora no te juegas nada en Occidente. Entonces se jugaban la vida, a veces fueron ejecutadas por sus propios compañeros en las limpias comunistas. Hubo muchos personajes femeninos de acción bastante notables en los años treinta. La guerra mundial exterminó a no pocas de ellas», constata con voz fría.

«Y también las hubo falangistas -insiste en el tema-, te recuerdo que en el golpe de Mola y de Franco la que lleva el mensaje es una mujer. En la película "Dragon Rapide" sale. En "Rojo y Negro", el filme de Arévalo, que es una película maldita para el régimen franquista en la que se cuenta la resistencia falangista en Madrid, con Conchita Montenegro e Ismael Merlo, también se aprecia. Había mujeres en todos lados, tampoco eso lo he tenido que forzar nada la historia», concluye.

Imagen de la librería en la que Pérez-Reverte pone los libros que está manejando para escribir-

La biblioteca que no se ve detrás de «Eva»

Entre los libros que nos muestra mientras hablamos junto a su escritorio, los que ahora mismo tiene a mano para documentar la tercera parte de las aventuras de Falcó, destacan «El caso Orlov», memorias del jefe de los servicios soviéticos de información durante la Guerra Civil, y las del almirante Canaris. Memorias de otros tipos de la época, espías. «Memorias de un espía Checo», «Historia de la Gestapo», «Historia mundial de los servicios secretos», de Rémi Kauffer; «Tangos, jazz bands y cupletistas», de Julio Camba; «Sorge: el espía del siglo», de Hans Hellmut Kirst; «Berlín 1936», de Oliver Hilnes; «Vida y muerte de un espía», de Otto Katz; «La Guerra Civil española a través de las crónicas de los corresponsales soviéticos», de Enrique Piquero Cuadros; «Crónicas de viajes» y «Playas, ciudades y montañas», de Julio Camba; libros de espías ingleses, de Joan Pujol, libros sobre fascismo, de Chaves Nogales y otros cronistas de la época. «Viajes de entreguerras», de John Dos Passos; «Estoril, los años dorados», de Ricardo Mateos Sáinz de Medrano; «Homenaje a Cataluña», de George Orwell; «El viaje», de Paul Morand; «Héroes de los dos bandos», de Fernando Berlín; «Los grandes cementerios bajo la luna», de G. Bernanos; «Hotel Florida», de Amanda Vaill; «Orwell y España», de Fernando Galván; «El mundo entre dos guerras», de Raymond Cartier; varios libros sobre la Salamanca de la época del fascismo...
Y también libros y catálogos de monedas y billetes, y de sellos. Guías de ferrocarriles y las guías Michelín de España y Francia de la época, más los mapas y guías de los años treinta de Lisboa, Sevilla y Tánger. Las revistas «Blanco y Negro» de los años 30 y «Marie Claire», «Estampa», etc. Revistas de moda masculina y femenina. 
El ABC de Sevilla de los años treinta. «Paquebotes trasatlánticos» de la época, libros de aviación y líneas aéreas. «Manual de la telefonista», y también «Los grandes de la copla», de Manuel Román, porque la canción española era muy importante entonces. O«Chicas malas», un volumen sobre los burdeles de entreguerras. «La ropa de un caballero inglés»; «Historia del sombrero Panamá», que es el que usa Falcó en Tánger.


  

Arturo Pérez-Reverte, escritor español: “Yo no necesito Inteligencia Artificial para trabajar”

Pablo Retamal N.
3 OCT 2023

El periodista y escritor español publica en nuestro país El problema final, una novela en que pretende volver a las novelas clásicas y tradicionales de detectives. "No una novela de emociones ni de sensaciones, una novela de inteligencia, de reflexión", asegura. Además, en charla con Culto opina sobre la Inteligencia Artificial.

La visita a una librería le disparó una idea al periodista y escritor español Arturo Pérez-Reverte (72). 
“Toda la mesa de novedades estaba llena de novela negra, llena. Había montones. Como se ha puesto de moda y ahora todo el mundo hace novela negra, hasta los presentadores de televisión o los youtubers”, comenta al teléfono con Culto, en su particular y siempre lenguaraz estilo.
Es que Pérez-Reverte es un hombre que va siempre a contrapelo. “Ahí dije diablos, esto es una saturación. Qué lejos estamos de aquella novela antigua, la novela enigma, la novela problema. Elegante, canónica, en la cual no era tanta sangre, vísceras, asesinos en serie, sino el problema elegante, intelectual, a resolver casi de manera matemática”.

Así nació El problema final, su nueva novela que ya se encuentra disponible por Alfaguara. En la turística isla griega de Corfú, ocurre un asesinato en un hotel que aloja a pocas personas. Una turista inglesa aparece muerta en la playa. Los pasajeros sugieren que Hopalong Basil se haga cargo de investigar cómo sucedió el crimen. ¿El problema? El hombre no es policía, sino actor, pero la gente le confía el caso porque él encarnó en un filme a Sherlock Holmes, el célebre detective de gorro y pipa creado por Arthur Conan Doyle.

Pero realizar un homenaje a un estilo literario -sobre todo uno tan tradicional- no es tarea fácil, según comenta Pérez-Reverte. 
“Una novela de este tipo es muy complicada, porque son novelas en que todo tiene que encajar muy bien. Primero, fue volver otra vez a la novela enigma antigua. Releer otra vez Agatha Christie, Sherlock Holmes, a todos los grandes de la novela policial antes que la novela negra la desplazara y la hiciera olvidar. Me puse a estudiar, a leer, a tomar notas, a buscar trucos, mecanismos narrativos”.
“Yo no soy escritor de novelas policiales, no tengo talento para la narrativa criminal, lo que hice fue saquear gozosamente y sin ningún escrúpulo, todas aquellas herramientas narrativas que me interesaban de la novela policial, porque quiero dejar claro que hay una diferencia entre novela policial y novela negra. La novela negra es la moderna, y la policial es la de enigma, elegante, matemática, intelectual. Yo quería ese tipo de novela”.

Usted escribió una saga de novela negra, Falcó, ¿le sirvió esa experiencia para esta ocasión?

Falcó es más novela negra y de espías que novela problema. La novela problema responde a una enigma que no se resuelve con puñetazos y con persecución o disparos, sino que se resuelve de una manera intelectual. Falcó es otro tipo de relato, muy diferente a este.

¿Qué fue lo más complicado en la novela?

El juego. La novela me la planteo como un juego, es decir, la he escrito utilizando las maneras, los métodos de la literatura policial clásica canónica para un lector moderno. El lector que ha leído y que ha visto televisión y que sabe mucho más que el lector de principios del siglo XX o del XIX. Entonces, la cuestión es un juego cómplice. Yo no busco un duelo entre el asesino y el detective, sino que entre el lector y el autor. O sea, que el lector se dé cuenta de la estrategia perversa a la que está siendo sometido, de que le hago trampas, que juego con su recuerdo, con sus películas, con su lecturas. Que piense: este cabrón de Pérez-Reverte me está tomando el pelo, ¿no? Y quiera ver hasta dónde llega esta especie de juego cómplice y divertido es lo que me he planteado en esta novela. Creo que funciona, me ha costado mucho, evidentemente, porque todo tenía que ajustar bien, no podía tener ningún cabo suelto. Esta novela me ha dado mucho trabajo técnico, pero un gran placer personal.

Ambienta esta novela en los 60, en una isla griega. ¿Por qué?

Pues por varias razones, primero porque asociamos la novela policial antigua clásica, y por Sherlock Holmes, a las nieblas del Londres brumoso y ese tipo de cosas que yo quería justamente cambiar. Mi idea era presentar el escenario luminoso de sol mediterráneo. Por otra parte, me interesaba una isla porque quería jugar con el problema del lugar cerrado del crimen imposible, y sobre todo porque me apetecía, para mí una novela es estar durante un año año y medio trabajando en algo que me gusta, viviendo en un mundo que me gusta, y prefería vivir ese año y medio con gente elegante en una isla que en una bruma londinense.

Entonces a usted le debe gustar el mar, porque hace poco sacó una novela, El italiano, sobre un buzo táctico de la Segunda guerra mundial...

Yo soy marino, tengo el título de Capitán de Yates y cuando estoy escribiendo navego mucho. Tengo un velero y paso en él buena parte de mi tiempo libre. Yo nací en el Mediterráneo, junto al mar y forma parte de mi vida. He escrito varias novelas que tienen que ver con el mar y mi vida transcurre en buena parte en el mar. Yo soy un marino lector, que accidentalmente escribe novelas.

¿De alguna forma esta novela es un homenaje a Sherlock Holmes y a Conan Doyle?

Hombre, más que homenaje es una recreación, porque para el homenaje no hace falta estar ahí, sería muy pretencioso por mi parte homenajear, pero sí, recrear. Es decir, devolverle al lector actual -que estaba un poco un poco confuso entre tanta novela negra, tanto crimen con huesos, tanto hackers, tanto ciberataque, tanto teléfono móvil y tanta tecnología y asesinato de serie- el escalofrío intelectual, el problema que obliga a pensar. No una novela de emociones ni de sensaciones, una novela de inteligencia, de reflexión. Como la razón permite resolver un problema, donde es menos importante quién mató que cómo lo hizo. Yo le propongo un problema y el lector lo juega conmigo.

En otro aspecto, ¿Qué piensa de la Inteligencia artificial y su uso en la Literatura?

Como escritor profesional no me interesa, yo no necesito Inteligencia Artificial para trabajar. A mí en lo personal no me interesa. Ahora bien, como experimento social, es muy divertido, es muy interesante, ¿no? Pero también es muy peligroso, porque al final terminará manipulando y mintiendo. Hay un problema, el ser humano utiliza los inventos que serían útiles para la humanidad, siempre en perjuicio de la humanidad. Eso ha sido una constante histórica, no es de ahora. Entonces me temo que como ha ocurrido con tantas otras cosas, como la informática o la televisión, también el ser humano utilice ese magnífico descubrimiento para fines no siempre correctos o no siempre santos. Eso me preocupa, porque al final acabará destruyéndose la credibilidad y la fiabilidad y eso es muy grave. Pero bueno, yo tengo 72 años, tengo la vida resuelta, tengo mis novelas, mis lectores me conocen, yo no me siento afectado. Lo veo con interés y con preocupación, con diversión también y con curiosidad. Ahora, para los jóvenes escritores para quienes empiezan ahora, plantea desafíos muy serios, muy graves y muy peligrosos también.


Coleccionar felicidad.-Bibliotecas.


  

  

Francia Carolina Vera Valdes
Acabo de conseguir otro sable de caballería. Se trata de una herramienta soberbia y peligrosa, de combate. Da miedo verla. Como hago siempre, he pasado muchos días redactando su ficha, estudiando sus cuños y marcas, reconstruyendo su historia. Y la de este sable es, como siempre, fascinante: hoja inglesa del modelo 1796, llegada a España como parte de la ayuda militar británica en la guerra contra Napoleón, montada en 1815 en Toledo con empuñadura fabricada en Éibar, viajada a América para actuar allí en las guerras de independencia, posiblemente llevada a Texas –El Álamo– por las tropas de Santa Anna, para acabar en manos de un anticuario norteamericano y, al fin, en las mías. Y a las que llegue después. Porque un sable no es sólo un objeto antiguo, o de colección. Nada que se coleccione lo es. Y no hablo de huevos de Fabergé o cuadros carísimos, sino de cosas a menudo sencillas. Incluso humildes. Un sable, una pistola, un sello, una vitola de habano, una chapa de refresco, una moneda, una colección de cajas de cerillas, insectos, folletos de cine, fósiles, uniformes, estilográficas o ceniceros antiguos, de lo que sea, además de ser motivos de placer personal son puertas para aprender. Para mirar atrás en la historia, en la ciencia, en la vida propia o ajena. En la memoria.







Si hablo de felicidad de cazador, de instinto predatorio, de ese hormigueo que recorre la punta de los dedos ante la pieza codiciada, todo coleccionista auténtico sabrá a qué me refiero: a esa pulsión casi infantil, o sin casi, de posesión, de querer hacerte a toda costa con el objeto anhelado. De conseguirlo al fin y ponerlo junto a otros similares para saborear la contemplación, el orgullo íntimo, la felicidad que sólo quien ama algo de forma tan especial puede experimentar.
Francia Carolina Vera Valdes
Mientras escribo esto, caigo en la cuenta de que el de coleccionista es un instinto más frecuente en hombres que en mujeres. Sin que esto, naturalmente, las excluya a ellas. Quizá tenga que ver con el lado lúdico, infantil, que los varones solemos conservar por más tiempo; mientras que ellas, con su abrumador instinto práctico, con su realismo lúcido, dedican aficiones y energías a aspectos más funcionales. Quizá una excepción notable a eso, entre mujeres, sean los libros. Si consideramos, con todo rigor, coleccionismo la pasión de lectores compulsivos obsesionados por acumular libros leídos o –lo más frecuente– por leer, sin duda hay más mujeres coleccionistas de libros que hombres. Lo que, con lectura de por medio, no deja de tener su lógica. Ellas leen más, creo, porque miran la vida cara a cara. Porque necesitan interpretar mejor. Su naturaleza les exige descifrar códigos que los hombres, en nuestra simpleza congénita, ignoramos o nos son indiferentes.
En cualquier caso, los coleccionistas son seres afortunados. Poseen una gracia friki casi divina. En algunos casos la afición se atenúa con el paso del tiempo; pero en otros, los vocacionales, lo que hace es intensificarse. Pasa igual con quienes, coleccionistas o no, tienen aficiones que los apasionan; los que construyen maquetas de barcos –yo hice eso durante muchos años–, los que aman la música, el cine, alistarse en recreaciones históricas o en una legión de la Guerra de las Galaxias; los que construyen torres Eiffel con mondadientes, adiestran palomas o crían hormigas para estudiar cómo viven. Lo que sea. Todos ellos conocen una clase de goce particular negado a otra clase de gente. Su afán de coleccionistas, sus intensas aficiones, su fascinante pasión, los elevan por encima de muchas cosas, a veces incluso más allá de la mediocridad y la grisura de sus –o nuestras, de ustedes y mía– propias vidas. Les permiten refugiarse en el ámbito maravilloso de un mundo singular, controlable, de reglas y límites definidos, donde son posibles la felicidad y el respeto hacia sí mismos. La propia estima. Los hacen, o nos hacen, seres especiales en algo, al fin.
Y así es como sucede un hermoso milagro. Cuando alguien consigue evadirse de las trampas que la vida nos tiende cada día, y dispone de tiempo para, en vez de atornillarse frente al televisor o el dispositivo electrónico, mirar sellos con una lupa, pintar soldaditos de plomo, pasar revista a una colección de dedales de coser, de tebeos antiguos, de ex libris conseguidos en librerías de viejo… Cuando ocurre algo de eso, el territorio hostil que nos rodea se difumina por un rato, o adquiere contornos soportables. Y el ser humano vuelve, en ese momento de íntima felicidad, a lo que nunca debe dejar de ser: la materia maravillosa donde germinan los sueños.

1 de octubre de 2017
Arturo Pérez-Reverte


  

La Real Academia Española (RAE)​ es una institución cultural española con sede en Madrid, España. Esta y otras veintitrés academias de la Lengua correspondientes a cada uno de los países donde se habla el español conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).



Las siguientes tablas recogen todos los miembros de número de la Real Academia Española desde su fundación en 1713 de acuerdo a su adscripción en las correspondientes plazas. 
Las plazas de académico de número se denominan «sillas», que tradicionalmente se han distribuido de acuerdo a letras del alfabeto latino de uso para el castellano, tanto mayúsculas como minúsculas (excepción hecha de las plazas de las secciones especiales o regionales).

Silla T

1714-1720: Jaime de Solís
1721-1734: Pedro Manuel de Azevedo
1734-1747: Lope Hurtado de Mendoza
1747-1784: Ignacio de Ceballos
1784-1790: José Miguel de Flores
1790-1808: Pedro Téllez Girón, duque de Osuna
1808-1845: Demetrio Ortiz
1847: Félix Torres Amat
1848: Jaime Balmes i Urpià. No tomó posesión
1848-1864: José Joaquín de Mora
1871-1873: Antonio de los Ríos y Rosas
1873-1903: Gaspar Núñez de Arce
1904-1919: Eduardo de Hinojosa y Naveros
1920-1932: Manuel de Sandoval y Cutolí
1936: Miguel de Unamuno y Jugo. No tomó posesión
1940: Isidro Gomá y Tomás, arzobispo de Toledo. No tomó posesión
1942-1970: Manuel Gómez-Moreno Martínez
1972-1974: Carlos Clavería Lizana
1975-2001: Manuel Alvar López. Director de la RAE (1988-1991)
2003-act.: Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez


  

Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez
Académico de número








Cartagena (Murcia), 25 de noviembre de 1951

Elegido el 23 de enero de 2003. Tomó posesión el 12 de junio de 2003 con el discurso titulado El habla de un bravo del siglo xvii. Le respondió, en nombre de la corporación, Gregorio Salvador.

Fue vocal de la Junta de Gobierno (2008-2012).

El escritor Arturo Pérez-Reverte, licenciado en Periodismo, es doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Cartagena. Ha sido distinguido con la Medalla de la Academia de Marina Francesa y con la Gran Cruz del Mérito Naval de España; es caballero de la Orden de las Letras y las Artes de Francia, y de la Orden Nacional del Mérito del Gobierno francés. Es miembro correspondiente de la Academia Argentina del Lunfardo.

Ejerció el periodismo durante veintiún años (1973-1994), como enviado especial y reportero de guerra para el diario Pueblo y Televisión Española, entre otros medios. Desde 1994 se dedica por completo a la escritura de novelas y artículos. Su obra ha sido traducida a cuarenta y tres idiomas y algunos de sus títulos de más éxito, como la serie dedicada al capitán Alatriste —de la que se ha publicado en abril de 2016 una edición especial que reúne las siete novelas: Todo Alatriste—, han sido adaptados al cine y a la televisión. Hasta la fecha cuenta con siete películas y dos series de televisión realizadas sobre sus trabajos de ficción.

Ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Goya al mejor guion adaptado por El maestro de esgrima (1992), el Premio Ondas (1993) por el programa de radio La ley de la calle (RNE), el Premio Jean Monnet de literatura europea por La piel del tambor (1997) y el Premio González Ruano (2004) por el artículo Una ventana a la guerra. También ha recibido numerosos reconocimientos internacionales, como el Grand Prix de Literatura Policiaca de Francia por El club Dumas (1993), el Premio Von Rezzori, el Premio Mediterranée, el Premio Salgari y el Premio de la Academia Sueca de Novela Detectivesca a la mejor traducción extranjera por La tabla de Flandes (1994).

En agosto de 2014 fue distinguido con el Castillete de Oro del Festival Internacional de Cante de las Minas de la Unión (Murcia) y en julio de 2015 con uno de los Premios Internacionales de El Mundo, en la categoría dedicada a los columnistas.

Arturo Pérez-Reverte publicó en 2012 la novela El tango de la guardia vieja y en 2013 El francotirador paciente. Esta última se presentó, al año siguiente, en la Feria del Libro de Buenos Aires. El escritor mantiene una activa presencia en las redes sociales, especialmente desde su cuenta de Twitter. 

En febrero de 2014 participó en la presentación, celebrada en la Casa Museo Lope de Vega, de la ruta Letras y espadas, un recorrido literario por el Madrid del Siglo de Oro basado en el guion escrito por Pérez-Reverte.

La RAE publicó, en noviembre de 2014, una edición popular del Quijote, adaptada para su uso escolar por Arturo Pérez-Reverte. Ese mismo mes llegó también a las librerías Perros e hijos de perra, selección de artículos publicados entre 1993 y 2014.

Su novela Hombres buenos, ambientada en la época fundacional de la RAE, apareció el 12 de marzo de 2015.

En abril de 2015 se inauguró, en el Museo Naval de Madrid, la exposición «Hombres de la mar, barcos de leyenda», de la que fue comisario. En septiembre de 2015, la Federación del Gremio de Editores de España (FGEE) lo distinguió con el premio LIBER 2015 al autor hispanoamericano más destacado.

El 5 de noviembre de 2015 publicó La guerra civil contada a los jóvenes. 

En abril de 2016 presentó la web de libros y escritores Zenda, «un territorio de libros y amigos», de la que es cofundador. El 2 de mayo de 2016 fue distinguido con la Medalla de Plata de la Comunidad de Madrid.

El 3 de octubre de 2016 la Universidad de Murcia anunció la creación de la Cátedra Arturo Pérez-Reverte, fruto de un convenio entre la institución y la Fundación Cajamurcia. La cátedra «será un espacio dedicado íntegramente a la investigación, formación y divulgación en el campo de la Literatura Española e Hispanoamericana y sobre la obra de Arturo Pérez-Reverte, en el que participarán tanto profesores y alumnos universitarios, como profesionales del sector».

Su novela Falcó se publicó el 19 de octubre de 2016. Ese mismo mes fue distinguido con el Premio Averroes de Oro Ciudad de Córdoba 2016 a las Bellas Artes. Recibió el galardón el 21 de enero de 2017.

El 27 de noviembre de 2016 participó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), en donde presentó Falcó. 

La Agencia EFE le otorgó el Premio Don Quijote de Periodismo el 24 de enero de 2017, galardón que recibió, de manos del rey Felipe VI, el 27 de marzo de este mismo año. En julio se anunció la concesión a Arturo Pérez-Reverte del Premio Literario Jacques Audiberti 2017, que recibió el 10 de noviembre de 2017.

El 17 de octubre de 2017 apareció su novela Eva, «una nueva aventura de Lorenzo Falcó». La tercera entrega de la serie, Sabotaje, se publicó en octubre de 2018. 

Arturo Pérez-Reverte fue distinguido con el Premio Internacional Barcino de novela histórica el 18 de octubre de 2017. Recibió el galardón el 6 de noviembre en Barcelona.

En abril de 2018 publicó su novela policial Los perros duros no bailan y en marzo de 2019 Una historia de España, recopilación de sus artículos sobre la historia de España aparecidos en la columna «Patente de corso» del XL Semanal.

Su bibliografía aumentó en septiembre de 2019 con Sidi, novela centrada en la figura del Cid que el académico presentó a finales de ese mismo mes en el salón de actos de la Real Academia.

En abril de 2020 vio la luz La cueva del cíclope, un libro que reúne sus «tuiteos sobre literatura en el bar de Lola».

Su artículo La Posada de Dickens, publicado en la revista XL Semanal, le hizo ganador en mayo de 2020 del premio de periodismo Mariano de Cavia, otorgado por ABC.

En octubre de 2020 publicó la obra Línea de fuego, la primera incursión directa del autor en la Guerra Civil. Sus últimas novelas publicadas son El italiano (2021), Revolución (2022) y El problema final (2023).

Estas son algunas de las apariciones más destacadas del académico Arturo Pérez-Reverte en los medios:

Artículos de Arturo Pérez-Reverte.

Entrevista a Arturo Pérez-Reverte: «No hay nada más triste que un escritor que está muerto y no lo sabe» (El Mundo, 15 de septiembre de 2023).

Arturo Pérez-Reverte presenta Revolución («No es un día cualquiera», RNE, 9 de octubre de 2022).

Arturo Pérez-Reverte se sumerge con una historia de amor en la gran aventura de los buceadores de combate de Italia de la Segunda Guerra Mundial. El País, septiembre de 2021.

Pérez-Reverte se pone en la ‘Línea de fuego’. El Cultural, 6 de octubre de 2020.

Arturo Pérez-Reverte en la Línea de fuego. Zenda, 6 de octubre de 2020.

Arturo Pérez-Reverte recibe el premio Mariano de Cavia por su artículo 'La posada de Dickens'. XL Semanal, 14 de julio de 2020.

Pérez-Reverte publica el libro «La cueva del cíclope» con sus tuiteos sobre literatura. Zenda, 2 de abril de 2020.

Arturo Pérez-Reverte: «Me iría de España si tuviera 30 años, pero a la edad que tengo quiero ver cómo acaba esto». La Sexta, 6 de octubre de 2019.

Entrevista. Más de uno, Onda Cero, 24 de septiembre de 2019.

Entrevista. La Nación, 1 de mayo de 2019.

Arturo Pérez-Reverte novela la historia del Cid Campeador. ABC, 26 de junio de 2019.

Entrevista. Clarín, 2 de noviembre de 2018. 

«Pérez-Reverte: "Picasso no pintó el Guernica por patriotismo, sino por muchísimo dinero"». El País, 3 de octubre de 2018. 

«Pérez-Reverte "lleva" su espía a París: cuando Falcó intentó sabotear a Picasso». El Mundo, 3 de octubre de 2018. 

«Pérez-Reverte: "Todos los héroes son hoy día republicanos, demócratas y feministas"». ABC, 3 de octubre de 2018. 

Entrevista. Clarín, 7 de septiembre de 2018. 

«Pérez-Reverte devuelve a Tánger su esplendor aventurero». El País, 17 de octubre de 2017. 

«Pérez-Reverte continúa la saga del espía Falcó con Eva». Europa Press, 17 de octubre de 2017.

«Arturo Pérez-Reverte y el mundo de Falcó». El País Semanal, 9 de octubre de 2017. 

«Somos los últimos pistoleros». Entrevista a los escritores y académicos Javier Marías, Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte en XL Semanal, 21 de mayo de 2017.

«El rostro de la derrota visita al pintor de batallas de Pérez-Reverte». El País, 23 de marzo de 2017. 

«Pérez-Reverte se ve reflejado en la versión teatral de El pintor de batallas». El País, 14 de marzo de 2017.

«Un amigo peligroso». XL Semanal, 31 de octubre de 2016.

«"Falcó", Pérez-Reverte en su mejor momento». ABC, 26 de octubre de 2016.

«Una visión desencantada de la Guerra Civil». El Mundo, 26 de octubre de 2016.

«Poco a poco me van arrinconando en la respetabilidad». La Opinión de Murcia, 4 de octubre de 2016.

«Pérez-Reverte entra en el mundo de la intriga con Falcó». El Norte de Castilla, 9 de septiembre de 2016. 

«Yo entré en la Academia por Alatriste». ABC, 15 de abril de 2016.

«Bienvenidos a Zenda», 1 de abril de 2016

«Pérez-Reverte y Sabina, a la lumbre de un tequila». El Mundo, 14 de febrero de 2016.

«La del Chapo y Kate no es una historia de amor sino de fascinación». El País, 14 de enero de 2016. 

«Los jóvenes deben acercarse de forma limpia a la memoria de la guerra civil». ABC, 7 de noviembre de 2015.

«La Guerra Civil desde fuera de las trincheras». El País, 5 de noviembre de 2015.

«La prensa libre es el único miedo de los poderosos». El Mundo, 23 de septiembre de 2015.

«El periodismo agredido». El Mundo, 22 de septiembre de 2015.

«Un estepario sin cobertura para los idiotas». El Mundo, 14 de julio de 2015.

«Arturo Pérez-Reverte, galardonado en los Premios de El Mundo». El Mundo, 13 de julio de 2015.

«En la jaula del jaguar». Babelia, El País, 14 de marzo de 2015.

«La pesadilla de las series españolas es la falta de medios». El País, 9 de enero de 2015.

«Sobre miedo, periodismo y libertad». El País, 22 de mayo de 2014.

«El peor enemigo de un escritor es la vanidad». La Nación, 25 de abril de 2014.

«Si es legal, no es grafiti». XL Semanal, 24 de noviembre de 2013.

«Pérez-Reverte y la airada banda del aerosol». El País Semanal, 17 de noviembre de 2013.

«La percha de Mingote». Artículo de Arturo Pérez-Reverte en XL Semanal, 7 de mayo de 2012.

Entrevista [vídeo]. Página 2, RTVE, noviembre de 2012.

Entrevista en Jot Down, junio de 2012.

Arturo Pérez-Reverte en diálogo con Sergio Vila-Sanjuán [vídeo]. Fundación Juan March, febrero de 2012.

«Las patrias de Alatriste». El País, octubre de 2011.

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«La Mancha de don Quijote y Sancho, una ruta necesaria». Texto leído por Arturo Pérez-Reverte, en el pleno extraordinario celebrado en Argamasilla de Alba (Ciudad Real) el 26 de marzo de 2015.

Prólogo de la edición popular y escolar del Quijote, Arturo Pérez-Reverte.

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Toma de posesión [vídeo]: El habla de un bravo en el siglo xvii, 12 de junio de 2003.

La elección de Arturo Pérez-Reverte en El País y ABC, 24 de enero de 2003.

El ingreso académico de Arturo Pérez-Reverte en El País, El Mundo y ABC, 13 de junio de 2003.

«El perchero de la Academia». El Semanal, 15 de diciembre de 2003.

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