Es una de las religiones hoy existentes que nació en la India en el s. vi a. C.
Mientras que la religión de los Vedas o del brahmanismo se desarrollaban con unos conceptos basados en un orden universal (la Ley, el dharma), en el sacrificio ritual y en una jerarquización del mundo con los brahmanes a la cabeza; por el mismo tiempo, en los medios indoarios del norte de la India, se desarrollaba una intensa actividad religiosa e intelectual.
En el brahmanismo tienen capital importancia los grupos aislados y a veces secretos y herméticos de filósofos que, con una total libertad de pensamiento, buscaban la verdad a través de una lógica sistemática, a veces con una dialéctica y una sofística agudas; estos pensadores de la India recuerdan a sus colegas griegos de la misma época por su afán de conocimiento y el amor a las especulaciones abstractas.
Frente a las afirmaciones estereotipadas de los sacerdotes y teólogos védicos, estos buscadores de la verdad estudiaban los orígenes del cosmos y del hombre, el problema capital de la muerte y de los estados postmortem. Frente a los brahmanes que defendían la ortodoxia de los textos sagrados y de sus enseñanzas, el valor de los ritos y de las tradiciones sagradas conservadas en las grandes familias brahmánicas, los ascetas, «los que hacen esfuerzos», los shramanas, que vivían de limosnas fuera de las ciudades y de las aldeas, reunidos en grupos afines, tenían ideas extrañas, teorías filosóficas nuevas y revolucionarias; unos eran ateos, otros explicaban sistemas y técnicas de salvación, pero todos vivían una vida fuera de la sociedad clásica brahmánica.
En el brahmanismo tienen capital importancia los grupos aislados y a veces secretos y herméticos de filósofos que, con una total libertad de pensamiento, buscaban la verdad a través de una lógica sistemática, a veces con una dialéctica y una sofística agudas; estos pensadores de la India recuerdan a sus colegas griegos de la misma época por su afán de conocimiento y el amor a las especulaciones abstractas.
Frente a las afirmaciones estereotipadas de los sacerdotes y teólogos védicos, estos buscadores de la verdad estudiaban los orígenes del cosmos y del hombre, el problema capital de la muerte y de los estados postmortem. Frente a los brahmanes que defendían la ortodoxia de los textos sagrados y de sus enseñanzas, el valor de los ritos y de las tradiciones sagradas conservadas en las grandes familias brahmánicas, los ascetas, «los que hacen esfuerzos», los shramanas, que vivían de limosnas fuera de las ciudades y de las aldeas, reunidos en grupos afines, tenían ideas extrañas, teorías filosóficas nuevas y revolucionarias; unos eran ateos, otros explicaban sistemas y técnicas de salvación, pero todos vivían una vida fuera de la sociedad clásica brahmánica.
Fue en este medio en el que nacieron en el s. vi a. C. el jainismo y el budismo. El ambiente espiritual de entonces era inquieto, lleno de contradicciones internas; esta diversidad de pensamiento explica la heterogeneidad del budismo. desde el principio, fuente futura, sin embargo, de su riqueza filosófica y de la profundidad de sus pensadores.
Por parte de los indólogos europeos hubo reacciones contrarias: en el siglo pasado se dudó de la realidad misma de la persona de B., como de la de otros fundadores de religiones, y hubo una escuela de interpretación simbólica, con H. H. Wilson, E. Senart, H. Kern, P. Levy. Ahora, la opinión general, basada en las fuentes arqueológicas y filológicas, admite la existencia verdadera del fundador del Budismo.
2. Vida de Suda.
Si dejamos lo que manifiestamente pertenece a la leyenda, queda la vida siguiente:
También aquí la leyenda hace intervenir temblores de tierra, dioses y flores que caen del cielo. El acontecimiento tuvo lugar a poca distancia de la ciudad sagrada de Gayá, 90 Km. al S de Patna, donde un monumento conserva una higuera sagrada, Pipal (Ficus religiosa), retoño del árbol bajo el cual B. tuvo su iluminación.
Sus cenizas fueron repartidas en ocho partes, que los reyes y jefes de la región conservaron.
Se conoce mal la historia de la comunidad durante los dos primeros siglos, y vamos a resumirla rápidamente; dos acontecimientos, dos grandes asambleas o concilios, han dejado un recuerdo profundo a pesar de las deformaciones históricas que les rodean.
Hay una tradición unánime sobre una primera asamblea durante la estación de las lluvias que siguió a la muerte de B.; es decir, en el 483 a. C., alrededor de Rájagriha; fue el jefe de la comunidad, Mahákáshyapa, quien reunió a los 500 ancianos, los Arhants, para precisar y unificar la doctrina y la disciplina. Hay una gran diversidad de opinión sobre la autenticidad de esta primera asamblea. Durante el primer siglo, el b. se extendió hasta el Decán.
Una segunda asamblea o reunión tuvo lugar en Vaishali alrededor del 375 a. C. porque algunos bhikshus o bonzos tenían la costumbre de aceptar dinero de los adeptos y devotos, y se fijaron varios puntos de la disciplina budista.
La tensión debía ser muy fuerte porque algunos años después se produjo la primera escisión en la comunidad. Un monje de Pátaliputra proclamó cinco puntos distintos en la doctrina budista, y el rey de Magadha reunió otra asamblea en aquella ciudad en la que hubo que levantar acta de la profunda división del Samgha o comunidad budista. Aparecieron entonces la secta de los ancianos, los Sthaviras, y la de los nuevos, los Mahásámghika. Las sectas se multiplicaron; los Sthaviras se dividieron en Sarvástivádin y en Vibhajyavad1n; de los Sarvástivádin nacieron los Sautrántika, y de los Vibhajyavádin surgieron los Theravádin y los Mahishasaka, los primeros en Ceilán y en el S de la India, y los segundos en el N.
La tensión debía ser muy fuerte porque algunos años después se produjo la primera escisión en la comunidad. Un monje de Pátaliputra proclamó cinco puntos distintos en la doctrina budista, y el rey de Magadha reunió otra asamblea en aquella ciudad en la que hubo que levantar acta de la profunda división del Samgha o comunidad budista. Aparecieron entonces la secta de los ancianos, los Sthaviras, y la de los nuevos, los Mahásámghika. Las sectas se multiplicaron; los Sthaviras se dividieron en Sarvástivádin y en Vibhajyavad1n; de los Sarvástivádin nacieron los Sautrántika, y de los Vibhajyavádin surgieron los Theravádin y los Mahishasaka, los primeros en Ceilán y en el S de la India, y los segundos en el N.
Los Mahásámghika, más liberales, se desarrollaron rápidamente con una nueva tendencia que se llamó el Maháyána, oponiéndose así a las otras escuelas que denominaron el Hinayána. El Maháyána se dividió poco a poco en diversas escuelas según sus puntos de vista filosóficos: los Mádhyamikas, fundados en el 150 d. C. por Nágárjuna con el nombre de Escuela del Vacío; la secta Yogácára, fundada en el 400 d. C. por Asanga, basada sobre las técnicas del yoga.
Más tarde, el tantrismo influyó mucho sobre el b. maháyána, forma que se encuentra en el Tibet, China, Japón y Nepal. Parece que 1500 años después de la muerte de B. se detuvo la energía creadora de esta religión y no surgieron grandes escuelas nuevas, lo que no quiere decir que la actividad creadora del b. no siga viva en los países donde está establecido.
Los textos budistas.
Los textos budistas han sido estudiados en las voces dedicadas al páli , a la literatura sánscrita y a la India. Resumiremos en pocas lineas este punto: la doctrina de Budismo está contenida en el conjunto de textos llamados Sútras, en páli Suttas; el canon o colección pali está completo y se compone de tres grandes partes: textos de disciplina, textos de discursos sobre la doctrina y textos de metafísica.
Se encuentran en sánscrito algunos textos budistas que concuerdan casi siempre con la colección en páli; las escuelas del Maháyána tienen sus escritos en sánscrito. Muchos de ellos fueron traducidos al chino o al tibetano y gracias a eso podemos conocer su contenido, ya que, a menudo, el original sánscrito ha desaparecido.
Se encuentran en sánscrito algunos textos budistas que concuerdan casi siempre con la colección en páli; las escuelas del Maháyána tienen sus escritos en sánscrito. Muchos de ellos fueron traducidos al chino o al tibetano y gracias a eso podemos conocer su contenido, ya que, a menudo, el original sánscrito ha desaparecido.
budista se llama la Ley, dharma; a primera vista, aparece como un conjunto heterogéneo y a veces contradictorio. Es inmenso el número de especulaciones metafísicas, de interpretaciones de escuelas, de comentarios divergentes, de puntos de vista. El fondo común, que podríamos llamar primitivo, representa el estado de la doctrina al finalizar el periodo de unidad, cerca de la mitad del s. iv a. C., cuando ya algunas generaciones de discípulos habían enriquecido las enseñanzas de Budismo con sus comentarios personales.
Se puede decir sin vacilar, que la piedra fundamental del Budismo consiste en las cuatro Nobles Verdades expuestas en el primer sermón de Benarés y que son:
1) todo lo que existe está sujeto al dolor: nacimiento, enfermedad, vejez, muerte;
2) el origen del dolor reside en el deseo, en la sed, trishná, en la concupiscencia, en el ansia de vivir;
3) la supresión del dolor proviene de la supresión de esta sed, y,
4) el camino que conduce a esta supresión del dolor es la vía, marga, de ocho senderos, que se llaman: opinión pura o correcta, representación mental pura, lenguaje puro, acción pura, medios de existencia puros, aplicación pura, memoria o atención pura y meditación pura.
El Budismo es esencialmente una doctrina de salvación espiritual que se basa en la creencia en la metempsícosis, cuyo motor principal es el deseo de vivir. Este concepto del mundo como fuente del dolor tampoco es original; las especulaciones de las Upanishads conducían a las mismas conclusiones.
Al lado de las cuatro Nobles Verdades existe también la gran exposición de la cadena de las 12 causas o de la generación condicionada, pratYtyasamutpáda, verdadero símbolo de la fe budista.
Su formulación dice así: la ignorancia, avidya, es la causa de la existencia de las tendencias subconscientes, samskaras; éstas condicionan la conciencia, vijñana, que condiciona a su vez el nombre y la forma, namarupa, que forman el conjunto de la personalidad. El nombre y la forma condicionan los seis dominios sensoriales, sadáyatana, desde el momento en que se considera a lo mental como un sentido; estos sentidos aseguran el contacto, sparsha, entre el objeto y el órgano del conocimiento; este contacto es la condición de existencia de la sensación, vedana, de la cual nace la sed, trishna, el deseo sexual que condiciona la unión de los sexos, el apego, upádána; de esta unión procede la existencia, bhava, y de ésta, el nacimiento, játi, la vejez, jara, y la muerte, marana, con su pena y su dolor. En esta serie de 12 causas, el origen ya no es el dolor, sino la ignorancia.
Esta cadena budista se representa a menudo en los monasterios del Tibet y en China bajo la forma de una rueda dividida en 12 sectorés que rodean los seis mundos (dioses, titanes, hombres, animales, demonios y almas en pena).
Esta fórmula excluye la noción de un Dios todopoderoso y de un alma; se habla solamente de fenómenos, y la sucesión de los que condicionan la existencia se desarrolla en el fuero interno de los individuos. Para el Budismo., el ser, como tal, no existe; sólo hay estados sucesivos, flujo incesante de fenómenos; afirma la momentaneidad de todo; un mismo individuo deja de ser el mismo en dos momentos diferentes de su existencia.
Está compuesto de la unión de cinco grupos de cosas temporales, los skandhas, que son: la materia o forma, rúpa; las sensaciones, vedana; las percepciones, samjña; el conjunto psíquico del subconsciente, samskára, y la conciencia, vijñána. El individuo es así un conjunto de conjuntos y representa una serie, dhárá, porque hay entre dos estados sucesivos diferencia y solidaridad.
El modo de sustitución de estos conjuntos es enteramente mecánico; no hay transformación, sino eliminación y asociación. El Budismo niega, pues, la realidad de los géneros, niega el ser, afirma solamente el devenir.
Estos skandhas siguen una ley en sus movimientos, la ley del karman, de la causa y su resultado. Cada agrupación sucesiva recoge el fruto de los estados anteriores y prepara el estado ulterior. Para que un acto produzca su fruto es necesario que sea bueno o malo y que haya un acto de voluntad, cetaná, que determine el sentido de la retribución de este acto. Esta teoría del acto, del karman, hizo que el b. elaborase una moral, una ética, para clasificar los factores de transmigración y los obstáculos de la metempsícosis.
Pero si el Budismo niega el alma humana que es, según él, un conjunto de fenómenos diversamente entrelazados, si no hay un yo único, siempre semejante a sí mismo, si los budistas no admiten la existencia del átman o alma individual, base de toda filosofía ortodoxa hindú, ¿cómo concordar esta doctrina con la creencia en la sanción moral de nuestros actos?
Pero si el Budismo niega el alma humana que es, según él, un conjunto de fenómenos diversamente entrelazados, si no hay un yo único, siempre semejante a sí mismo, si los budistas no admiten la existencia del átman o alma individual, base de toda filosofía ortodoxa hindú, ¿cómo concordar esta doctrina con la creencia en la sanción moral de nuestros actos?
La doctrina budista afirma que el proceso del llegar a ser, en su flujo continuo, liga el pasado al porvenir; la potencia del karman obra, y los actos dan su fruto; la continuidad no es más que la relación de causa y efecto entre los estados consecutivos de una serie sin fin; esta continuidad puede llamarse alma. El b. admite un yo fenomenológico, pudgala, pero relativo, pasajero, como una llama que pasa siendo la misma y diferente a la vez.
El ser es un proceso, gobernado por la ley de causalidad que, en cada momento, se destruye y se crea de nuevo. Cuando el individuo, por su ascetismo, sus meditaciones, su práctica del yoga, extingue en él el deseo de la vida, entra en el nirvana.
El ser es un proceso, gobernado por la ley de causalidad que, en cada momento, se destruye y se crea de nuevo. Cuando el individuo, por su ascetismo, sus meditaciones, su práctica del yoga, extingue en él el deseo de la vida, entra en el nirvana.
La palabra nirvana es muy difícil de entender, porque no corresponde a ningún concepto occidental; la traducción por la nada es incorrecta, pues entonces el monje budista que dedica su vida a lograr el nirvana sería un insensato; sería mejor traducir esta palabra por estado místico, con el sentido negativo a la manera de los gnósticos y escritores alejandrinos. También la meditación budista es algo muy peculiar, a veces una técnica de yoga, otras una especie de esfuerzo para no pensar en nada, una preparación al nirvana, y en resumen algo que nada tiene que ver con una verdadera oración, y algo también en general distinto de lo que en la literatura cristiana se entiende por meditación.
Esta doctrina que acabamos de ver según sus textos más antiguos, evolucionó mucho con la multiplicación de las escuelas; éstas pueden dividirse en dos grupos principales: el Hinayána y el Maháyána, es decir, el Pequeño Vehículo y el Gran Vehículo. La diferencia principal que existe entre los dos consiste en el fin que persiguen y el ideal de perfección que establecen.
El ideal humano, el santo, para el Hinayána es el arhat, el santo liberado, perfecto, buda individual, que entra en el nirvana gracias a las prácticas de meditación que son, en el b., la fuente esencial de su razón de ser; el b. es, en efecto, esencialmente una escuela de sabiduría que elabora nuevos métodos de salvación. Como se ha escrito, B. fue un yogui y sus enseñanzas fueron las de las técnicas de yoga
El Maháyána introdujo conceptos nuevos muy importantes; hubo una fuerte influencia del hinduismo y la especulación metafísica tuvo precedencia sobre los textos antiguos. Los problemas del nirvana, del alma, de los skandhas, de la materia, del ser y del noser no podían quedarse sin contestación. Además, la noción de la salvación individual se transformó, las técnicas de meditación se multiplicaron. No se rechazaron los textos anteriores, sino que el Maháyána afirmó haber penetrado más profundamente en la doctrina de Budismo.
Se distingue del Hinayána en tres puntos:
1) La sustitución de la noción del arhat por la del Bodhisattva, el futuro Budismo, cuyo camino espiritual requiere ciertas técnicas de yoga con diversos grados, pero la particularidad es su compasión, karuna, tan fuerte que, en el umbral del nirvana, en lugar de entrar en él como arhat, se queda fuera para ayudar y socorrer a las criaturas encadenadas a la rueda del mundo. Alrededor de este concepto grandioso se hizo toda una metafísica; los Bodhisattvas tienen aspecto de salvadores, y gracias a esta noción el Budismo ha podido prosperar en el Extremo Oriente y llegar a ser una religión popular.
2) El Maháyána creó una nueva ontología de la doctrina del vacío, de la noexistencia en sí de los elementos que constituyen las cosas y el individuo humano.
3) En el Maháyána, Budismo se transformó en un dios eterno, multiforme, todopoderoso, y se asimiló en algunas escuelas al Brahmán brahmánico. Se desarrolló la devoción, la bhakti, hacia los seres sobrenaturales, los Bodhisattva y los Budismo, en una gnosis complicada en la cual no faltaron la magia, las técnicas tántricas y el culto popular.
Se creó el concepto del Ádhibuddha o Budismo universal, concepto hinduista integrado en el Budismo y que lo transformó por completo. Por otra parte, hacia el s. iv d. C., y al contacto con el hinduismo, apareció un Budismo tántrico, vajrayána, que se desarrolló rápidamente en el N de la India, en Bengala y Asam, y fue enseñado en la gran universidad budista de Nalandá, una de las más importantes de Asia en aquel tiempo.
Las especulaciones sobre el Ádhibuddha con las técnicas tántricas hicieron desviar por completo al Budismo. de su doctrina primitiva y prepararon su desaparición de la India.
El Vajrayána convirtió a los Budismo en una especie de seres sobrenaturales que creaban el cosmos por medio de sus poderes mágicos; todas las cosas eran su creación mental, una fantasmagoría ilusoria emanada de los Tathágatas, nombre de estos Budismo , emanaciones del Budismo primordial. Los hindúes no vieron entonces diferencias entre esta gnosis complicada y ciertas especulaciones del hinduismo, y volvieron, por tanto, al marco de las castas y de la ortodoxia brahmánica.
Las invasiones musulmanas a partir del siglo xiii acabaron con los monasterios y los centros budistas, y el Budismo desapareció entonces de la India, donde había nacido. Ahora mismo, el número de budistas en la India es reducido: tres millones y medio según las últimas estadísticas (1966).
7. Situación actual del budismo.
El Hinayána desapareció lentamente de la India, como acabamos de ver; la antigua escuela de los Sarvástivádin tuvo monasterios en Asia Central y en Sumatra, pero, hacia el a. 800 fueron reemplazados por la escuela Maháyána del Vgjrayána. Los Theravádin del Hinayána siguen existiendo en Ceilán, Birmania y Siam, donde tienen todavía mucha fuerza religiosa; en estos países, las escuelas Maháyána fueron absorbidas por los Theravádin del Hinayána, con la lengua páli como escritura sagrada.
El Maháyána tuvo mucho éxito en el Extremo Oriente, en China y Japón; penetró en China por el Asia Central hacia el a. 50 d. C. Fue siempre sospechoso para los confucionistas, y, sobre todo en sus principios, el b. chino tuvo que disfrazarse de taoísmo. Tuvo un gran éxito bajo la dinastía Liang en el s. vi y durante casi todos los T'ang (618-907). Alrededor del s. xi predominaron en China dos escuelas budistas: la secta Ch'an, a basé de meditación, y el amidismo, forma sencilla de la devoción a Buda.
En el Japón se establecieron la mayoría de las escuelas budistas de la India y de China, y algunas de ellas siguen actualmente llenas de vigor. Japón es ahora el centro de estudios budistas más importante del mundo, y sus especialistas, sus publicaciones y las actividades religiosas de los bonzos son muy importantes. Publicaron la gran enciclopedia budista Bukkyó Daijiten (1917), con textos pális y sánscritos.
Lamaísmo.
Queda por estudiar un Budismo muy especial que prosperó en el Tibet y que se llamó lamaísmo; fueron monjes de Bengala quienes llevaron el Budismo al Tibet en el s. VIII. La religión indígena tibetana era el Bón, una especie de chamanismo y magia; el b. no pudo reemplazarle por completo y recibió por el contrario muchas influencias del Bón, a las cuales se añadieron las prácticas tántricas del Budismo. del norte de la India.
Hubo dos grandes divisiones: las sectas rojas, en las cuales predominan las enseñanzas tántricas mágicas introducidas por el príncipe hindú Padma Sambhava hacia el a. 750, y cuyos discípulos se llaman en tibetano los Rnyinmapa, los antiguos, y la Iglesia amarilla, introducida por la reforma de Tsongkhapa (1355-1417), que cambió profundamente el Budismo en el Tibet y depuró muchas prácticas.
En occidente.
Hubo dos grandes divisiones: las sectas rojas, en las cuales predominan las enseñanzas tántricas mágicas introducidas por el príncipe hindú Padma Sambhava hacia el a. 750, y cuyos discípulos se llaman en tibetano los Rnyinmapa, los antiguos, y la Iglesia amarilla, introducida por la reforma de Tsongkhapa (1355-1417), que cambió profundamente el Budismo en el Tibet y depuró muchas prácticas.
En occidente.
El Budismo interesó siempre a los europeos; muy pronto hubo especialistas , pero también las doctrinas budistas han atraído a algunos pensadores. La teosofía moderna que fundaron Bravatsky y Olcott en 1875 se basa, en parte, sobre algunas enseñanzas, muy arregladas, del Budismo. Los países budistas mandaron a veces a algunos monjes que establecieron en París, Londres y Berlín pequeños centros de propaganda, sin lograr atraer el interés de un gran número de intelectuales.
Eso puede provenir de la profunda diferencia existente entre el pensamiento budista y la mentalidad europea; el Budismo rehúsa el razonamiento intelectual en sus meditaciones. La negación de la individualidad, del yo, contradice el afán de vivir y el concepto occidental de la lucha por la vida. La profunda tendencia del Budismo hacia el pragmatismo, la búsqueda de la paradoja y de la contradicción para agotar la inteligencia discursiva y hacer surgir la intuición metafísica, desorientan al occidental.
Eso puede provenir de la profunda diferencia existente entre el pensamiento budista y la mentalidad europea; el Budismo rehúsa el razonamiento intelectual en sus meditaciones. La negación de la individualidad, del yo, contradice el afán de vivir y el concepto occidental de la lucha por la vida. La profunda tendencia del Budismo hacia el pragmatismo, la búsqueda de la paradoja y de la contradicción para agotar la inteligencia discursiva y hacer surgir la intuición metafísica, desorientan al occidental.
La doctrina de la extinción del Sí contradice profundamente la formación cristiana y filosófica del europeo, enraizada en la visión positiva y esencialmente integradora que proporciona el conocimiento de la Encarnación. La actitud negativa de los filósofos budistas en relación con el mundo, el destino del hombre, la existencia misma, llenos de dolor según el Budismo, se oponen al gozo de vivir y de vencer, al concepto activista de la vida moderna y al sentido positivo y esperanzado de la ascética y moral cristianas; el Budismo busca la felicidad fuera de este mundo, mientras que Occidente cree en la posibilidad de un mundo mejor que él puede arreglar y preparar.
El Budismo acepta y reconoce la angustia esencial del ser humano, punto de partida de sus meditaciones, y en este sentido es existencialista, pero esta postura no cabe dentro de las afirmaciones positivas y optimistas del pensamiento occidental. En fin, la doctrina de la metempsícosis y del karman , base firme y fundamental de toda la estructura del Budismo, está rechazada casi completamente por la filosofía occidental y la verdad católica.
una religión o filosofía importante
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