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miércoles, 14 de diciembre de 2016

360.-Gaeltacht; Viajes de Juan de Mandeville (o 'Viajes').-a




Gaeltacht.


  


(plural Gaeltachtaí) es una palabra irlandesa que identifica una región de habla mayoritariamente gaélica. En Irlanda, the Gaeltacht, o an Ghaeltacht se refiere a ciertas zonas de la república que cuentan con un particular régimen jurídico en materia de política lingüística por ser las únicas áreas del país donde el gaélico irlandés, en la práctica, es la lengua de uso mayoritario entre la población, en detrimento del inglés (la otra lengua oficial del estado). Estas regiones fueron reconocidas durante los primeros años del Estado Libre Irlandés, después del Renacimiento gaélico, como parte de la política del gobierno de restaurar la lengua irlandesa.
Las regiones, muy pequeñas comparadas con la superficie total de la isla, fueron delimitadas oficialmente en los años 1950 no habiendo sufrido variaciones desde entonces, aunque sí se haya venido constatando un significativo descenso del número de personas que utilizan en mayor medida el gaélico, de modo que resulta cuanto menos dudoso que, actualmente, los hablantes de gaélico sean mayoría en muchas áreas oficialmente Gaeltacht.
La población actual de las áreas Gaeltacht es de aproximadamente 85.000 personas, con mayores concentraciones de hablantes en los condados occidentales de Donegal, Mayo, Galway, Kerry y Cork. Hay también dos pequeñas concentraciones en los condados de Meath, al este, y Waterford, al sur. La peculiar situación del Gaeltacht de Meath se debe a que el gobierno proporcionó una casa y 22 acres para cada una de 41 familias de Connemara y Mayo en los años 1930, a cambio de sus tierras originales. No fue reconocida oficialmente como área Gaeltacht hasta 1967.

El Department of Community, Rural & Gaeltacht Affairs, bajo el mandato del Minister for Community, Rural & Gaeltacht Affairs se encarga de la política irlandesa en todo lo que concierne al Gaeltacht y supervisa el trabajo del Údarás na Gaeltachta (la institución que regula la lengua gaélica) y otras instituciones.
Raidió na Gaeltachta es la emisora de radio de la RTÉ para la Gaeltacht y los hablantes de irlandés en general. TG4 es la cadena de televisión irlandesa centrada en la promoción del gaélico, que tiene su sede en la Gaeltacht del Condado de Galway.
En marzo de 2005, el Ministro de Asuntos de la Gaeltacht Éamon Ó Cuív anunció que las señales de tráfico de las zonas Gaeltacht estarían exclusivamente en gaélico.
Irlanda ha negociado con otros Estados miembros de la Unión Europea y ha conseguido que el irlandés sea una lengua oficial de la Unión. Esta oficialidad entró en vigor el 1 de enero de 2007, pero con una derogación.


Tras las huellas del gaélico irlandés: un viaje a Donegal, el condado más Gaeltacht de Irlanda.

El irlandés, la primera lengua oficial de Irlanda, es el protagonista de las regiones Gaeltacht; así lucha Glencolmcille (un pequeño pueblecito en Donegal) por mantenerlo más vivo que nunca.



Los acantilados de Slieve League, en Donegal


9 de junio de 2023 

Aterrizas en Dublín, entras en el aeropuerto, te recibe un cartel que dice ‘Welcome / Fáilte’ y te preguntas “¿Fáilte? ¿Pero y eso qué es?”. Desde el momento en el que pones los pies en Irlanda es imposible que el irlandés, o el gaélico irlandés, no te llame la atención. El inglés y el gaélico irlandés son las lenguas oficiales de la República de Irlanda, y aunque el primero sea el que habla todo el mundo vayas donde vayas, el segundo sigue estando muy vivo y son muchos los que se esfuerzan por conservarlo.

Viajar no es solo visitar sitios nuevos, probar sabores desconocidos y hacer fotos aquí y allá, sino empaparse de la cultura que te envuelve, de la historia de la tierra que pisas y de la gente que ha dado forma a todo lo que te rodea. Y eso, en Irlanda, lo tienes al alcance de la mano con solo acercarte a conocer un poco más sobre su lengua gaélica, conocida localmente como ‘gaelige’. Gran responsable de la más pura esencia irlandesa.

En desuso, pero resurgiendo

Lo decimos en serio. Es imposible pasar por alto la presencia de la lengua irlandesa cuando viajas por Irlanda porque todas las señales, así como los nombres de los pueblos y las ciudades, están escritas en los dos idiomas, y a veces resulta divertido ver cómo ha evolucionado la palabra inglesa actual de una anterior gaélica. El irlandés era la lengua principal de la isla antes de que se produjera la conquista inglesa de Irlanda durante la Edad Media, y lo siguió siendo hasta el siglo XIX, pero hoy hay quien incluso la considera en peligro de extinción. Y eso que como lengua celta que es, emparentada con el bretón y el galés, puede presumir de ser una de las lenguas escritas más antiguas y con mayor historia del mundo. 

Ruta arqueológica por Glencolmcille, en Donegal. Oideas Gael



Hoy en día se estima que el gaélico irlandés lo hablan unas 70.000 personas como lengua principal, una cifra que siempre hay que mirar teniendo en cuenta que la población del país ronda los cinco millones de habitantes. Pero eso sí, al menos unos dos millones lo utilizan como lengua secundaria, pues desde los años 70 el gaélico irlandés es una asignatura obligatoria en los colegios públicos. “Se puede decir que un 10% de los niños de 4 a 12 años reciben el 100% de su educación en irlandés, mientras que ese porcentaje baja al 8% entre los jóvenes de entre 12 y 18 años”, comenta Rónán, de la escuela de irlandés Oideas Gael de Glencolmcille, en el condado de Donegal. Y como primera lengua oficial del país, pone ejemplos muy claros: “puedes utilizarlo para cualquier trámite administrativo, o incluso para sacarte el carnet de conducir, si quieres”. Y algo muy esclarecedor es que aquí el primer ministro del país es el Taoiseach, que en irlandés es algo así como ‘jefe’ o ‘líder’.

La cifra de hablantes de irlandés ha ido disminuyendo poco a poco año tras año, pero ahora empiezan a verse los resultados de las medidas tomadas en el plan de educación durante las últimas décadas. El Foras na Gaeilge es de hecho, desde 1999, el organismo público responsable de la promoción del irlandés en la isla de Irlanda, por lo que hay quien mira por su supervivencia. Y aunque el irlandés sigue vivo, la realidad es que para encontrarlo en su pleno esplendor hay que buscarlo en zonas apartadas y rurales, conocidas como regiones Gaeltacht, ubicadas especialmente en la costa oeste. Los condados de Donegal, Kerry y Galway, incluyendo Connemara, son algunas de las regiones Gaeltacht de mayor importancia.

El faro de Fanad Head, en Donegal. Tourism Ireland / Ciarán May



El condado de Donegal, la belleza salvaje.

Quizá Donegal se sale de las rutas más típicas por Irlanda, pero llegar hasta la escarpada costa norte del país puede merecer mucho la pena, tanto si vamos siguiendo las huellas del gaélico como si no. Aquí se encuentra el punto más septentrional de la isla, en Malin Head, y no es difícil sentirse en el extremo del mundo, aislados de todo. Sus paisajes, dibujados por montañas, fiordos y lagos, y solo algunas pequeñas poblaciones, y varios cientos de ovejas, son capaces de romper el omnipresente verde que todo lo cubre.
El faro de Fanad Head es quizá una de sus imágenes más representativas, creando una imagen de auténtica postal sobre los acantilados del norte, pero además se puede visitar y es posible disfrutar de unas espectaculares vistas desde su linterna. Merece la pena perderse por las pequeñas carreteras que recorren el condado, sin prisas, pero siempre teniendo en cuenta que de ningún modo nos podemos perder la península de Slieve League. 

La playa de Silver Strand, en Donegal. Fáilte Ireland / Peter Maguire



Los acantilados de Slieve League, con casi tres veces la altura de los famosos acantilados de Moher, te invitan a dar un paseo entre las nubes y contemplar el Atlántico a 600 metros del agua. Y no te preocupes, un mirador y un sendero perfectamente acondicionado, y salvaguardado de la caída, te permitirá disfrutarlos con seguridad. Pero si quieres más, y quieres aprovechar que estás en uno de los espacios más salvajes de Irlanda, quizá te animes a hacer algo de senderismo recorriendo el Pilgrim's Path, un recorrido accesible de 5,5 km que te permite recorrer los acantilados. 

Nuestro objetivo en esta ruta por el condado de Donegal es llegar hasta Glencolmcille, un lugar auténticamente Gaeltacht, pero no lo haremos sin antes parar en la playa de Silver Strand, o An Tra Bhan en irlandés. Es una de las playas más espectaculares de toda la región y ninguna foto que veas le hace realmente justicia. Con su forma de herradura, rodeada de acantilados y con un acceso con 170 escalones, es un excelente lugar para desconectar de todo sentados en su arena.

Glencolmcille Folk Village, en Donegal. Fáilte Ireland / Martin Fleming

En el oeste del condado de Donegal encontramos la mayor zona Gaeltacht de Irlanda, y por eso hemos llegado hasta aquí, para conocer la pequeña localidad de Glencolmcille y sumergirnos en la cultura más puramente irlandesa. La mejor manera de comenzar nuestra experiencia con el gaélico es visitando el Glencolmcille Folk Village, un museo etnográfico también conocido como Father McDyer's Folk Village Museum, que permite conocer cómo era la vida cotidiana durante los siglos pasados. Father McDyer's fue un sacerdote que llegó a Glencolmcille en 1951 y, al ver que su comunidad estaba agonizando, sin empleos, ni electricidad ni suministro público de agua, se puso manos a la obra hasta devolverle la vida a una de las zonas más remotas del país. Él mismo fundó el museo en 1967 como parte de su gran legado y hoy hace un merecido homenaje a su figura.

El Glencolmcille Folk Village es un proyecto llevado por la comunidad local compuesto por un grupo de cabañas tradicionales, llamadas clachan, que nos hacen viajar en el tiempo. Cada cabaña es una réplica exacta de una vivienda utilizada por la población local. Una nos lleva al siglo XVIII, otra al XIX y otra al XX, y todas están equipadas con muebles, enseres y utensilios correspondientes a cada época. Junto a ellas también encontramos la reconstrucción de una escuela, la vivienda de un pescador e incluso una pequeña tienda de comestibles con su propio pub. 

Una de las cabañas de Glencolmcille Folk Village, en Donegal. Roberto Ruiz



A lo largo de la visita veremos cómo vivían los antepasados de los actuales habitantes del pueblo, dónde dormían y cómo cocinaban, cómo se calentaban y cómo trabajaban. Y un buen número de fotografías nos dejan ver imágenes reales de cómo era todo esto antaño. “¡Esa es mi madre!”, exclama Margaret Rose, manager del museo, señalando una foto. “Lo más importante del museo es que guarda algo de todos nosotros, siempre hay alguna conexión con nuestro pasado. Y es gracioso, porque muchas de las piezas que se recogen hoy en el museo seguían en uso cuando se abrió en 1967, y a día de hoy seguimos recibiendo más y más material. Este atril de profesor que ves aquí en la escuela fue donado la semana pasada”, explica Margaret. “Pero lo mejor, además, es que este museo hoy hace de punto de encuentro para la comunidad y aquí se comparten historias, música, danza y tradiciones”, afianzando aún más sus firmes raíces gaélicas. 

A unos escasos 400 metros del Glencolmcille Folk Village se encuentra Oideas Gael, una escuela que enseña gaélico irlandés. Y aunque no es la única del país, sí se diferencia por impartir clases todo el año y estar dedicada exclusivamente a adultos. Por ella, solo el año pasado, pasaron alumnos de 22 nacionalidades distintas, y cada cual elige el tiempo que quiere dedicar al estudio de la lengua, de unos días a incluso meses. Y no se centra únicamente en el idioma, sino que ofrece también clases de música con diferentes instrumentos típicamente irlandeses, como la flauta, el violín o el arpa, y organiza un sinfín de actividades en torno a su cultura, donde no falta la danza, la pintura, el tejido de tapices y otras tradiciones gaélicas. De manera que entre unas cosas y otras, el centro cuenta a lo largo del año con unos 60 profesores diferentes, y sumando los alumnos presenciales y los que realizan sus estudios de manera online, son casi 3.000 los que recurren a la escuela cada año para iniciarse o perfeccionar su gaélico irlandés. 

Estudiantes de irlandés de Oideas Gael, en Glencolmcille. Oideas Gael



Glencolmcille, que proviene de Gleann Cholm Cille, y que significa ‘El valle de St. Columba’, está ubicado en un lugar privilegiado. “Y no solo por su entorno natural, sino también por su valor arqueológico”, explica Rónán. Aquí contamos con importantes restos neolíticos, como los dólmenes de Malinmore y las grandes tumbas de Clochán Mór y Farranmacbride, que nos remontan al año 3.000 a.C, y también con un importante legado medieval dedicado al santo Colmcille, en irlandés o Columba, en latín, que según la leyenda llegó al valle a finales del siglo VI y fundó aquí una iglesia, con el proceso de cristianización que supuso. De entonces, principalmente del siglo VIII, perduran importantes losas de piedra con cruces talladas, entre las que existe toda una ruta de peregrinación. 

“En verano también ofrecemos cursos específicos dedicados a nuestro patrimonio arqueológico”, comenta Rónán, “y es una excelente oportunidad para que todos los interesados en la historia de Irlanda puedan conocer nuestro pasado a través de nuestro gaélico irlandés actual”.




Viajes de Juan de Mandeville (o 'Viajes')


  


Full-page portrait of Sir John Mandeville, created 1459


Juan de Mandeville (Jehan de Mandeville) es el personaje ficticio de una obra titulada Libro de las maravillas del mundo o Viajes de Juan de Mandeville (o 'Viajes'). En el libro, Mandeville es un caballero inglés que durante treinta y cuatro años se dedica a viajar por el mundo y a relatar cuanto vio. Se describen lugares como Egipto y diferentes partes de Asia y China. Su título evoca el famoso Libro de las maravillas de Marco Polo.
Se desconoce quién fue el autor de la obra, por lo que a pesar de su carácter totalmente ficticio, cuando el libro fue publicado muchos creyeron que de verdad existía Mandeville, y el libro era considerado una verdadera referencia geográfica.

Su viaje

Juan de Mandeville partió hacia Egipto el día de San Miguel de 1322. Afirma, a su regreso, que fue un mercenario al servicio del sultán, entonces en lucha con los beduinos. De Egipto fue a Palestina, siguió la ruta de la seda y visitó la India, el interior de Asia y China. Dijo haber servido durante quince años en el ejército del gran jan.
Después de una ausencia de 34 años, regresó en 1356, años posteriores a la peste negra del siglo XIV, que implicó una sangría demográfica en Europa durante los años 1347-1350.

El relato de su viaje


A su regreso, decidió, con la ayuda de un médico de Lieja, poner en papel las historias que había pasado. Su relato se convirtió en una de las obras más célebres de la Edad Media, y probablemente más que las de sus contemporáneos Cristina de Pizán o Juan sin Miedo, duque de Borgoña.
Describe el mundo conocido en su época y de forma notable el extremo oriental de Asia, que era entonces poco conocido por los occidentales: solo los franciscanos y los dominicos, así como Marco Polo, se atrevieron a aventurarse en regiones tan lejanas. El relato de los primeros misioneros (Guillermo de Rubrouck) o de exploradores como Marco Polo estaban poco difundidos en Occidente en aquella época.
Juan de Mandeville describe sus itinerarios, inserta historias y leyendas fabulosas en un relato de variadas referencias bíblicas y consideraciones religiosas.

La obra es así una compilación y una síntesis de un conjunto de viajes, incluyendo:

Los viajes del autor por Egipto (fruto de observaciones personales, que después de un estudio profundo del texto, una parte significativa de los críticos está de acuerdo en afirmar que proceden de un viajero sobre el terreno), India, el interior de Asia y China.
Los viajes anteriores efectuados por misioneros franciscanos y dominicos. Habría descrito por tanto las tierras no vistas, e introducido las deformaciones habituales de los geógrafos de la Edad Media, la compilación de obras de viajeros dominicos o franciscanos tales como Guillermo de Boldensele, Guillermo de Trípoli o incluso Odoric de Pordenone.
Referencias a los grandes clásicos de la literatura antigua como Flavio Josefo, Plinio el Joven o Solinus.
Referencias al Speculum Historiale de Vincent de Beauvais, una verdadera enciclopedia de la época, con enorme difusión.

Se reprodujo en más de 250 ejemplares, en diez idiomas, lo cual es bastante considerable para la época, y contribuyó a divulgar en Occidente que la Tierra es esférica.

Un estudio crítico de la obra realizado por Christiane Deluz, señala que hay tres versiones:

  1. Una versión en anglo-normando (25 manuscritos).
  2. Una versión continental.
  3. La versión "de Ogier", con interpolación de textos que introducen en escena a Ogier el Danés.
  4. La versión anglo-normanda sería, según Deluz, la más antigua. Estas tres versiones fueron traducidas a diversas lenguas vernáculas.

Identidad
En su prefacio, el compilador se llama un caballero, y afirma que nació y se crio en Inglaterra, en la ciudad de St. Albans. Aunque el libro es real, se cree ampliamente que Juan de Mandeville no lo era. Las teorías más aceptadas apuntan a un francés llamado Jehan a la Barbe (aunque hay otras posibilidades, discutidas a continuación).
El trabajo académico más reciente sugiere que Los viajes de Juan de Mandeville era "la obra de Jan de Langhe, un autor flamenco que escribió en latín bajo el nombre de Johannes Longus y en francés como Jean le Long". Jan de Langhe nació en Ypres a principios de los años 1300 y hacia 1334 se había convertido en un monje benedictino en la Abadía de San Bertin en Saint-Omer, que estaba a unos 20 kilómetros de Calais. Después de estudiar derecho en la Universidad de París, Langhe regresó a la abadía y fue elegido abad en 1365. Fue un prolífico escritor y ávido coleccionista de viajes, hasta su muerte en 1383.

Corroboración contemporánea

Al menos parte de la historia personal de Mandeville es mera invención. No se conoce ninguna confirmación contemporánea de la existencia de tal Jehan de Mandeville. Algunos manuscritos franceses, no contemporáneos, dan una carta latina de su presentación a Eduardo III, pero tan vaga que podría haber sido escrita por cualquier escritor sobre cualquier tema. De hecho, está fuera de toda duda razonable que los viajes fueron en parte compilados por un médico de Lieja, conocido como Johains a le Barbe, Jehan a la Barbe o Jehan de Bourgogne.
La evidencia de esto está en un extracto modernizado citado por el heraldo Liège, Louis Abry (1643-1720), del cuarto libro perdido del Myreur des Hystors de Johans des Preis, denominado d'Oultremouse. En este "Jean de Bourgogne, dit a la Barbe", se dice que se ha revelado en su lecho de muerte a Jean d'Outremeuse, a quien hizo su ejecutor, y haberse descrito en su testamento como "messire Jean de Mandeville, chevalier, Comte de Montfort en Angleterre y señor de l'isle de Campdi y del castillo de Pérouse (Lord Jean de Mandeville, caballero, conde de Montfort en Inglaterra y señor de la isla de Campdi y el castillo de Pérouse).
Se agrega que, habiendo tenido la desgracia de matar a un conde sin nombre en su propio país, se comprometió a viajar por las tres partes del mundo, llegó a Lieja en 1343, fue un gran naturalista, filósofo profundo y astrólogo, y tuvo un notable conocimiento de la física. La identificación se confirma por el hecho de que en la ahora destruida iglesia de los Guillemins había una lápida de Mandeville, con una inscripción en latín que decía que era llamado "ad Barbam", era profesor de medicina y murió en Lieja el 17 de noviembre de 1372; dicha inscripción se cita ya en 1462.
Incluso antes de su muerte, el médico de Lieja parece haber confesado una participación en la circulación y adiciones a la obra. En la versión abreviada latina común de la misma, al final de capítulo VII, el autor dice que al detenerse en la corte del sultán en El Cairo conoció a un venerable y experto médico de "nuestras" partes, pero que rara vez conversaban porque sus deberes eran de otro tipo, pero que mucho después en Lieja él compuso este tratado en la exhortación y con la ayuda (Jiortatu et adiutorio) del mismo venerable hombre, como narrará al final de el mismo.
Y en el último capítulo dice que en 1355, al regresar a su casa, llegó a Lieja y se quedó con la vejez y la gota artrítica en la calle Bassesavenyr, es decir, Basse-Sauvenière, donde consultó a los médicos. Aquel que era más venerable que los demás por su edad y cabellos blancos, era evidentemente experto en su arte, y comúnmente se llamaba Magister Iohannes ad Barbam. Que un comentario casual de este último causó la renovación de su antiguo amigo de El Cairo, y que Ad Barbam, después de demostrar su habilidad médica en Mandeville, urgió urgentemente a escribir sus viajes:

 "Y así por fin, con su consejo y ayuda, monitu et adiutorio, se compuso este tratado, del cual yo ciertamente había propuesto escribir nada hasta que por lo menos había llegado a mis propias partes en Inglaterra". 
Sigue hablando de sí mismo como ahora alojado en Lieja, "que está a sólo dos días de distancia del mar de Inglaterra"; y se afirma en el colofón (y en los manuscritos) que el libro fue publicado por primera vez en francés por Mandeville, su autor, en 1355, en Lieja, y poco después en la misma ciudad traducido a "dicho" forma latina. Por otra parte, un manuscrito del texto francés existente en Liège hacia 1860 contenía una declaración similar y añadía que el autor se alojaba en un albergue llamado "al hoste Henkin Levo": este manuscrito dio el nombre del médico como "Johains de Bourgogne dit ale barbe", que sin duda transmite su forma local.

Mención contemporánea

No hay ninguna mención inglesa contemporánea de ningún caballero inglés llamado Jehan de Mandeville, ni tampoco se dice que las armas habían estado en la tumba de Lieja como cualquier brazo conocido de Mandeville. Pero el doctor George F. Warner ha sugerido que Bourgogne puede ser un cierto Johan de Bourgoyne, que fue indultado por el parlamento el 20 de agosto de 1321 por haber participado en el ataque contra los Despenser (Hugh el menor y Hugh el mayor), pero cuyo perdón fue revocado en mayo de 1322, el año en que "Mandeville" profesa haber salido de Inglaterra. Entre las personas igualmente indultadas por recomendación del mismo noble estaba un Johan Mangevilayn, cuyo nombre aparece relacionado con el de "Mandeville", que es una forma posterior de "Magneville".
El nombre Mangevilain ocurre en Yorkshire tan pronto como 16 Hen. I. (Pipe Roll Society, xv, 40), pero es muy raro, y (faltando evidencia de cualquier lugar llamado Mangeville) parece ser solo una variante de ortografía de Magnevillain. El significado puede ser simplemente "de Magneville"; pero la familia de un obispo de Nevers del siglo XIV fue llamada "Mandevilain" y "Mandevilain", donde Mandevilain parece un lugar-nombre derivado, significando el distrito de Magneville o de Mandeville. El nombre "de Mandeville" podría ser sugerido a Bourgogne por el de su compañero culpable Mangevilayn, e incluso es posible que los dos huyeran de Inglaterra juntos, estuvieran en Egipto juntos, se reunieran nuevamente en Lieja y compartieran el trabajo de la recopilación de los viajes.
Si después de la aparición de los viajes de Bourgogne o "Mangevilayn" visitó Inglaterra es muy dudoso. La abadía de St. Albans tenía un anillo de zafiro, y Canterbury un orbe de cristal, que dijo haber sido dado por Mandeville; pero éstos podrían haber sido enviados desde Lieja, y parecerá más tarde que el médico de Lieja poseía y escribía sobre piedras preciosas. St. Albans también tenía una leyenda, registrada en Speculum Britanniae de John Norden (1596), sobre una tumba de mármol arruinada de Mandeville (representada con las piernas cruzadas y en armadura, con la espada y el escudo) que una vez permaneció en la abadía; esto puede ser cierto de "Mangevilayn" o puede ser apócrifo. También hay una inscripción cerca de la entrada de la abadía de St. Albans, que dice lo siguiente:

Siste gradum properans, requiescit Mandevil urna, Hic humili; Norunt et monumental mori

He aquí, en esta Posada de viajeros se encuentra uno rico en nada más que en memoria; Su nombre era Sir John Mandeville; Contentos, habiendo visto mucho, con un pequeño continente, hacia el cual viajó desde su nacimiento, y finalmente empeñó su cuerpo por la tierra que por estatuto se debe en hipoteca, hasta que un Redentor vaya a ponerlo en libertad.

Analizando la obra

El libro puede contener hechos y conocimientos adquiridos por los viajes reales y la residencia en Oriente, al menos en la sección que trata de la Tierra Santa y los modos de llegar allí, de Egipto y en general del Levante. El prólogo apunta casi exclusivamente a la Tierra Santa como tema de la obra. La mención de las regiones más distantes solo se produce hacia el final de este prólogo, y (de una manera) como una reflexión posterior. Sin embargo, esto es proporcional al énfasis de Mandeville en "curiositas" -ambarear- en lugar de "scientia" (conocimiento) cristiano.

Odoric de Pordenone

La mayor parte de estos viajes más lejanos, que se extienden desde Trebizond hasta Hormuz, en India, el archipiélago malayo y China, y de vuelta a Asia occidental, han sido apropiados de la narración de fray Odoric (1330). Estos pasajes están casi siempre llenos con detalles interpolados, generalmente de un tipo extravagante. Sin embargo, en varios casos el escritor no ha comprendido los pasajes que adopta Odoric y propone dar como propias sus experiencias. Por lo tanto, cuando Odoric ha dado un relato muy curioso y veraz de la costumbre china de emplear cormoranes domesticados para capturar peces, los cormoranes son convertidos por Mandeville en "bestias llamadas loyres (layre, B), que se les enseña a entrar en el agua" (la palabra loyre se utiliza aparentemente aquí para la "nutria", lutra, para el cual el término Provençal es luria o loiria).
En una fecha temprana se reconoció la coincidencia de las historias de Mandeville con las de Odoric, de tal manera que un manuscrito de Odoric que está o estaba en la biblioteca del capítulo en Mainz comienza con las palabras:
 "Incipit Itinerarius fidelis fratris Odorici socii Militis Mendavil per Indio", un día después, Sir Thomas Herbert llama a Odoric "compañero de viaje de nuestro Sir John"; y Samuel Purchas, de manera muy injusta, mientras llamaba a Mandeville, comparándolo con Marco Polo, "el segundo mayor viajero asiático del mundo", insinúa que la historia de Odoric fue robada de Mandeville. Mandeville mismo es bastante astuto, al menos en un pasaje, para anticipar la crítica al sugerir la probabilidad de que haya viajado con Odoric.

Marco Polo

Ningún paso en Mandeville se puede trazar plausiblemente a Marco Polo, con una excepción. Es donde dice que en Hormuz la gente durante el gran calor se encuentra en el agua - una circunstancia mencionada por Polo, aunque no por Odoric. Se debería suponer que lo más probable era que este hecho hubiera sido interpolado en la copia de Odoric usada por Mandeville, pues si la hubiera tomado prestada directamente de Marco Polo, podría haber tomado prestado más.
Mucho de las costumbres de los tártaros se deriva de la obra del franciscano Giovanni da Pian del Carpine, que fue embajador del Papa en el territorio de los tártaros en 1245-1247; pero el Dr. Warner considera que la fuente inmediata para Mandeville era el Speculum historiale de Vincent de Beauvais. Aunque los pasajes en cuestión se encuentran todos en Carpine más o menos exactamente, la expresión se condensa y el orden cambia. Por ejemplo, se debe comparar Mandeville, p. 250, sobre las tareas realizadas por las mujeres tártaras, con Carpine, p. 643; Mandeville. pag. 250, sobre los hábitos tártaros de comer, con Carpine, pp. 639-640; Mandeville, p. 231, sobre los títulos de los sellos del Gran Khan, con Carpine, p. 715, etcétera.

El relato del Preste Juan es tomado de la famosa Epístola de ese potentado imaginario, que fue ampliamente difundido en el siglo XIII. También se presentan aquí y allá varias historias fabulosas de monstruos como cíclopes, sciapodes, hipopólos, monoscelidos, antropofágicos y hombres cuyas cabezas crecían bajo sus hombros, del fénix y del cocodrilo llorón, como Plinio ha recogido, derivado sin duda de él, de Solino, los bestiarios, o el espéculo natural de Vincent de Beauvais. Y entremezclados, especialmente en los capítulos sobre el Levante, están las historias y leyendas que fueron vendidas a cada peregrino, como la leyenda de Seth y los granos del paraíso de los que creció la madera de la cruz, la del tiroteo del viejo Caín por Lamech, el del castillo del gorrión (que aparece en el cuento de Melusina), los del origen de las plantas de bálsamo en Masariya, del dragón de Cos, del río Sambation, entre otras.

Pero todos estos pasajes también se han verificado como sustancialmente presentes en la obra de Jean-Baptiste-Joseph Barrois (colección Barrois), en su manuscrito Nouv. Acq. Franco 1515, en la Biblioteca Nacional de Francia, mencionada a continuación (desde 1371), y en el número xxxix de la colección del Grenville (Museo Británico), que data probablemente de la primera parte del siglo XV.

Representación de alguna experiencia genuina.

Incluso en las partes del libro que se podría suponer que representan alguna experiencia genuina, hay claras huellas de que se ha hecho uso de otra obra, más o menos, podría decirse que casi como un marco para llenar. Este es el caso, por ejemplo, del itinerario del caballero alemán Wilhelm von Boldensele, escrito en 1336 por deseo del cardenal Hélie de Talleyrand-Périgord. Una comparación superficial de esta obra con la de Mandeville no deja duda de que este último ha seguido su hilo, aunque divagando por todas partes, y eliminando con demasiada frecuencia el sentido singular del viajero alemán. Se puede indicar como ejemplo el relato de Boidensele sobre Chipre, Tiro y la costa de Palestina, el viaje de Gaza a Egipto, pasajes sobre Babilonia, sobre La Meca, el relato general de Egipto, las pirámides, algunas de las maravillas de El Cairo (como el mercado de esclavos, las estufas de incubación de pollos y las manzanas del paraíso, es decir, los plátanos), el Mar Rojo, el convento del Sinaí, el relato de la iglesia del Santo Sepulcro, entre otros.

Como ejemplo, al hablar de las pirámides, Boldensele escribió que "la gente del país los llama graneros del faraón, pero esto no puede ser cierto, porque no hay lugar para meter el trigo". Mandeville entonces lo invierte completamente en favor de la opinión medieval recibida: 
"Algunos dicen que son tumbas de los grandes señores de la antigüedad, pero eso no es cierto, porque la palabra común en todo el país cerca y lejos es que son los graneros de José. [Porque] si fueran tumbas, no estarían vacías por dentro."
Hay, de hecho, solo un pequeño residuo del libro al que se puede atribuir el carácter genuino, que contiene las experiencias del autor. Sin embargo, como se ha indicado, las historias prestadas se suelen reclamar como tales experiencias. Además de los ya mencionados, alega haber sido testigo de la curiosa exhibición del jardín de las almas transmigradas (descrito por Odoric) en Cansay, es decir, Hangchow. Él y sus compañeros con sus ayudantes habían permanecido quince meses en servicio con el emperador de Catay en sus guerras contra el rey de Manzi, en el sur de China, habiendo dejado de ser un reino separado unos setenta años antes del tiempo referido. Pero la más notable de estas falsas afirmaciones se produce en su adopción de Odoric de la historia del Valle Periloso. Esta es, en su forma original, aparentemente fundada en experiencias reales de Odoric visto a través de una neblina de excitación y superstición. Mandeville, mientras hincha las maravillas del cuento con una variedad de toques extravagantes, parece salvaguardarse del posible descubrimiento del lector de que fue robado por la interpolación:

 "Y algunos de nuestros compañeros accedieron a entrar, y otros no. Con nosotros dos hombres dignos, hermanos menores, que eran de Lombardía, que dijeron que si entrara alguno entrarían con nosotros, y cuando lo hubieran dicho, sobre la graciosa confianza de Dios y de ellos, se cantó, e hizo a cada hombre para ser shriven y houselled, y entonces entramos catorce personas, pero en nuestra salida nosotros éramos solamente nueve".

Al referirse a este pasaje, es justo reconocer que la descripción (aunque la sugerencia de la mayor parte existe en Odoric) muestra una buena cantidad de poder imaginativo; y hay mucho en el relato del paso de Christian por el Valle de la Sombra de la Muerte, en la famosa alegoría de John Bunyan, que indica una posibilidad de que Bunyan pudo haber leído y recordado este episodio en Mandeville o en Odoric de Hakluyt.
Tampoco se deduce que toda la obra sea prestada o ficticia. Incluso el gran viajero moro Ibn Battuta, preciso y veraz en lo principal, parece -en una parte al menos de su narrativa- inventar experiencias; y en obras como las de Jan van Hees y Arnold von Harff, hay ejemplos de peregrinos a Tierra Santa cuyas narraciones comienzan aparentemente en sobria verdad y pasan poco a poco a floreos de ficción y extravagancia. Así, en Mandeville también se encuentran detalles que aún no se han rastreado a otros escritores, y que por lo tanto pueden ser asignados provisionalmente a la propia experiencia del escritor o al conocimiento adquirido por la relación coloquial en el Oriente.
Ya sea que Mandeville viajara o no, no necesariamente estaría haciendo la historia intencionalmente falsa. Todas las narrativas de viaje de esta época utilizan las mismas fuentes, tomadas unas de otras o de las tradiciones anteriores de los griegos. Esta tradición era parte integral de tales narraciones para hacerlas creíbles (o al menos aceptables) para los lectores. Cristóbal Colón debía hacer uso de algunos de los mismos monstruos en "India" que Mandeville utilizó con la intención de ganar el apoyo del rey.

Influencia.

Posiblemente las reflexiones de Juan de Mandeville en cuanto a las posibilidades de una "circunnavegación" del mundo hayan influido en el joven Cristóbal Colón. El libro de los Viajes de Juan de Mandeville fue uno de los libros que Menocchio, un molinero friulado quemado en la hoguera por la Inquisición de Venecia, admitió haber leído, y culpó al libro de haberlo trastornado, así como de haber sembrado en él ideas "disparatadas y peligrosas". Menocchio afirmó a los inquisidores que el libro le hizo darse cuenta de que en el mundo existían demasiadas maneras de pensar, por lo que no se podía saber cual era la cierta, sino que todos abogarían por la propia.



Itsukushima Shrine.

domingo, 18 de noviembre de 2012

125.-Los viajes de Marco Polo.-a


La casualidad sin la que Marco Polo no habría sido famoso.
Jonny Wilkes
23 octubre 2021
Un mosaico de Marco Polo con el libro que lo hizo
famoso, en el Palazzo Tursi en Génova, Italia.


"Señores emperadores, reyes, duques y marqueses, condes, hijosdalgos y burgueses y gentes que deseen conocer las diferentes generaciones humanas y las diversidades de las regiones del mundo, tomen este libro y manden que se los lean".
Desde la primera línea del prólogo, Marco Polo tenía grandes ambiciones para los lectores de su gran obra. Sí, esas palabras reflejaban cierta pompa y grandeza intencionalmente inflada, pero tenía motivos para apuntar alto.
Su libro trazó el viaje que hizo como comerciante desde Venecia a China y su retorno, que abarcó 24 años y decenas de miles de kilómetros, más su tiempo al servicio del líder de los mongoles, y describió lugares, culturas, costumbres y pueblos que, para los europeos, eran nuevos y tan exóticos que parecían increíbles. No fue el primer europeo en viajar a tierras tan lejanas. Ni siquiera fue el primero de su familia. Sin embargo, se aseguró de que el suyo fuera el nombre escuchado a lo largo y ancho y, en consecuencia, recordado a lo largo de la historia, escribiendo sus experiencias, recuerdos y relatos.

La oportunidad de plasmarlo todo en papel surgió por pura casualidad.

Marco Polo regresó de sus viajes a finales del siglo XIII, cuando la ciudad-estado de Venecia estaba en guerra con Génova. Los genoveses lo capturaron, pero tuvo suerte: compartiendo su celda de prisión estaba el conocido escritor de romances Rustichello da Pisa, quien quedó cautivado por las historias que Marco contaba para pasar el tiempo. Juntos, con el viajero dictando sus aventuras y el escritor agregando el estilo de prosa embellecido que usó para las leyendas del Rey Arturo, escribieron "Le Divisement du Monde", o "La descripción del mundo". Más conocido como "Los viajes de Marco Polo", el libro causó sensación cuando se publicó y fue reproducido en numerosos idiomas en todo el continente.
El ejemplar de "El libro de las maravillas del mundo" o
 "Los viajes de Marco Polo" traducido al latín y anotado
 por Cristóbal Colón.


Sus vívidas descripciones de Asia ampliaron los horizontes de los europeos y desafiaron sus puntos de vista sobre pueblos distantes, llamados incivilizados. De hecho, las revelaciones eran tan fantásticas que muchos pensaron que todo era una obra de ficción. Quizás no sorprende que tanto el libro y el hombre hayan sido objeto de debate y escrutinio desde entonces. Y no ayuda que falte una gran cantidad de información sobre su vida.

¿Quién fue Marco Polo?

Generalmente se sostiene que nació en 1254 en Venecia, aunque hasta eso es controvertido. El joven Marco probablemente recibió una educación diseñada para prepararlo para la vida como comerciante: aprender a leer y escribir, matemáticas y contabilidad. La Venecia del siglo XIII era el centro comercial de Europa, una puerta de entrada a Medio Oriente y Asia, y quienes tenían las llaves eran los comerciantes.
Las Cruzadas habían avanzado hacia el este, mientras que el colosal imperio mongol había irrumpido en el oeste, poniendo dos mundos en contacto por primera vez, pero sólo los exploradores, misioneros y comerciantes más valientes se atrevían a cruzar la frontera.

Entre ellos, la familia Polo.

Los Polo olvidados

Niccolo y Maffeo Polo frente al emperador Kublai Kan.


Si no fuera por su padre Niccolo y su tío Maffeo, Marco Polo no habría hecho su épico viaje a China, ni habría escrito el libro que cambió para siempre la visión europea del mundo. Los hermanos eran comerciantes exitosos, que hicieron una fortuna en joyas, sedas y especias antes de que Marco naciera.
Comenzaron en Constantinopla (ahora Estambul), pero gracias a su astuta comprensión de la política sacaron sus negocios de la ciudad antes de que los líderes cruzados fueran derrocados en 1261.
Continuaron hacia el este hasta la corte de Berke Kan, el gobernante de la Horda Dorada, los territorios occidentales de los mongoles, y luego a China. Es posible que hayan sido los primeros europeos honrados como invitados en la corte de Kublai Kan.
Marco Polo no viajó sólo. (Retrato de Marco Polo por Annibale Strata).


Aunque los mongoles eran considerados bárbaros e incivilizados en Europa, el imperio era relativamente pacífico en ese momento y Kublai Kan mostró un alto grado de tolerancia hacia otras razas y religiones. Le pidió a los hermanos Polo que le entregaran un mensaje al Papa y regresaran con 100 sacerdotes cristianos (o eruditos capaces de explicarle el cristianismo) y aceite del Santo Sepulcro en Jerusalén.
Ese fue el motivo de su segunda expedición, en la que los acompañó Marco, el hijo adolescente que Niccolo sólo conoció a su regreso en 1269, cuando se enteró además de que su esposa había muerto. Niccolo y Maffeo esperaron la conclusión de las elecciones papales en curso para poder entregarle la carta de Kublai Kan al nuevo Papa. Pasaron dos años sin resultado, por lo que, en 1271, decidieron emprender su segundo viaje, llevándose a Marco con ellos.

Marco Polo partiendo de Venecia con su padre y su tío en 1271.
"Viajes de Marco Polo", manuscrito del siglo XV.


Por pura coincidencia, lograron entregar su carta. En Acre conocieron a Teobaldo Visconti, el archidiácono de Lèige, que estaba en cruzada con el futuro Eduardo I de Inglaterra. Unos días después, Visconti fue nombrado nuevo Papa, convirtiéndose en Gregorio X.

Arduo periplo

El viaje fue peligroso, por lo que los Polo mantuvieron a salvo sus valiosas joyas cosiéndolas dentro de sus abrigos. Tuvieron que detenerse en Jerusalén para cumplir con el otro pedido de Kublai Kan, la muestra del aceite que ardía en la lámpara del Santo Sepulcro, lo que significaba caminar por desiertos áridos.
Luego, cuando sus esperanzas de encontrar un barco en condiciones de navegar a India se desvanecieron, tuvieron que viajar en caravanas a través de la implacable y lenta ruta terrestre.
"Dicen que este desierto es tan largo que se necesitaría un año para recorrerlo de un extremo a otro", dijo Marco del Desierto de Gobi. "Consiste enteramente en montañas, arenas y valles. No hay nada para comer".
La Ruta de la Seda fue una arteria comercial vital, recorrida por primera vez en el siglo II a. C. Ilustración del Atlas catalán del siglo XIV. Lentamente se abrieron paso hacia y a través de la tierra de los mongoles utilizando la Ruta de la Seda, y tuvieron que detenerse en Afganistán cuando Marco se enfermó, posiblemente de malaria.

En la corte de Kublai Kan

Les tomó más de tres años llegar a la corte de Kublai Khan en su palacio de verano de Shangdu (o Xanadú). Su lujo y tamaño dejaron una impresión imborrable en Marco: "Kublai Khan tiene un vasto palacio construido con mármol y otras piedras ornamentales".
"Sus pasillos y habitaciones están cubiertos con imágenes doradas de pájaros y animales, árboles y flores y muchas otras cosas, tan hábil e ingeniosamente trabajadas que es un placer y una maravilla verlas".
En cuanto al propio Kublai Kan, Marco lo describiría diciendo: 
"Su cuerpo está bellamente desarrollado y todas sus extremidades están admirablemente formadas. Su rostro es blanco y rojo como una rosa, los ojos son negros y hermosos, la nariz bien formada y bien asentada".


Nieto de Gengis Kan, en 1260 conquistó toda China, y formó la dinastía Yuan. Marco estaba fascinado con él. El joven Marco también impresionó al emperador, y pronto fue empleado por el Estado. Era una práctica común que los gobernantes mongoles nombraran extranjeros, prefiriendo confiar en su visión y conocimiento de forasteros en lugar de en la inestable lealtad de sus súbditos chinos.
Por sus habilidades para aprender idiomas rápidamente (supuestamente dominaba cuatro) y como narrador, Marco pronto recibió trabajo como emisario y posiblemente como recaudador de impuestos. Durante años, viajó por los dominios de Kublai Kan, desde toda China hasta Myanmar e India, reuniendo información que le relataba con la corte, observando pueblos y sociedades que ningún europeo había visto antes. En todo momento, Marco llevaba una 'paiza', una tableta utilizada por los funcionarios como forma de pasaporte en el Imperio mongol para asegurarse de que no se les hiciera daño y que siempre se les dieran alimentos y servicios.
Kublai Khan entregándole a los Polos su pasaporte.
 La "paiza" garantizaba su seguridad mientras trabajaban para él.



Por la información que Marco proporcionó fue un miembro respetado y honrado de la corte.

Contando la historia

La fascinación de Marco por las diferentes culturas y prácticas, sin el juicio moral que a menudo se ve en los primeros exploradores de la Europa cristiana, fue igualada sólo por su asombro ante el nivel del avance de las civilizaciones.
En "Los viajes", brinda detalles extraordinarios sobre la arquitectura, la infraestructura como el saneamiento y la calefacción, y el tamaño de los lugares que vio. Visitó ciudades con una población diez veces mayor que la de Venecia.
Pero, tras unos 16 años, los tres Polo quisieron regresar a casa, quizás temiendo lo que les sucedería con un sucesor menos acogedor que el anciano Kublai Kan. Si bien el emperador inicialmente rechazó su solicitud, cambió de opinión en 1292 siempre que escoltaran a la princesa mongol Kokechin a Persia para casarse.
Los Polo dejaron China definitivamente con una flota de 14 barcos. Las tormentas y las enfermedades diezmaron a las tripulaciones, al punto de que Marco afirmó que sólo sobrevivieron 18 de los 600 a bordo, y cuando llegaron a Jorasán (el actual Irán), el prometido de Kokechin había muerto, así que se casó con su hijo.
La fortuna de los Polo no mejoró. Sin la protección de Kublai Kan, los funcionarios les quitaron gran parte de su riqueza, aunque lograron llevarse las joyas en sus abrigos. Cuando finalmente llegaron a casa en 1295, apenas podían hablar su idioma nativo y no lucían como venecianos; tanto, escribió Marco, que sus propios parientes no los reconocieron. Ese libro no se hizo realidad hasta el encuentro casual de Marco con el escritor Rustichello varios años después.

Inverosímil

Con Venecia en guerra, el experimentado viajero armó y comandó una galera, antes de ser capturado por los genoveses en 1298 y pasar un año tras las rejas.
Durante su cautiverio, trabajó con Rustichello en lo que se convirtió en un éxito de ventas, toda una hazaña antes de la impresión, transcrito a mano a la mayoría de los idiomas europeos.
Y aunque la demanda significó que el texto original se perdió en medio de las enmiendas y abreviaturas de cada nueva transcripción, el nombre de Marco Polo se volvió internacionalmente reconocido.
Muchos lectores simplemente no podían creer que lo que relataba fuera cierto, asumiendo que era una fábula. Tanto el hombre como el libro se ganaron el apodo de "Il Milione" (El millón) en referencia burlona al uso de números enormes y aparentemente inverosímiles en el texto.

Cierto o no, el libro de Marco Polo inspiró a muchos e influyó en el mapa de Fra Mauro, uno de los principales desarrollos mundiales de la cartografía medieval.



Lo que más le impactó a los europeos no eran los elementos fantásticos basados ​​en milagros o leyendas, sino las descripciones de "sociedades bárbaras" más avanzadas que la suya. Marco describió, en detalle, los servicios de mensajería de alta velocidad, el papel moneda y la construcción de ciudades y canales colosales. Creerle era dudar de la superioridad de la civilización europea.

¿La verdad y toda la verdad?
Hay razones para cuestionar la veracidad del relato de Marco Polo. No aparece en ningún documento chino de la época, aunque puede que le hayan dado otro nombre, y se han desmentido varias de sus afirmaciones. Él mismo admitió que no vio todo lo que relató y que contó historias de "hombres dignos de confianza".
Dicho esto, durante mucho tiempo ha sido aceptado ampliamente que Marco Polo viajó a China y vivió en la corte de Kublai Kan. Ningún viajero anterior cubrió tanto terreno como él, y mucho menos hizo un registro completo de lo que vio.
Su libro pasó de ser una sensación literaria a un tomo inspirador para futuros exploradores. Y, con el declive del Imperio mongol que volvió a separar el este del oeste, su viaje a China se volvió aún más especial. Representaba tanto algo perdido como algo ganado.
Marco Polo pasó el resto de su vida tranquilamente tras casarse y tener tres hijas, y nunca vaciló en que su obra maestra se basaba en la verdad.
Mientras yacía en su lecho de muerte en enero de 1324, a la edad aproximada de 70 años, los reunidos le imploraron que confesara que su obra era ficción. Su respuesta: 
"No escribí ni la mitad de lo que vi, porque sabía que no me creerían".




Los viajes de Marco Polo, conocido también como El libro de las maravillas o El libro del millón, es el título con el que suele traducirse al español el libro de viajes del mercader veneciano Marco Polo, conocido en italiano como Il Milione (El millón). El libro relata los viajes de Marco Polo a China, a la que él llama Catay (norte de China) y Mangi (sur de China). Polo supuestamente dictó su obra a un amanuense, Rustichello de Pisa,quien fue su auténtico autor, basándose en relatos de comerciantes italianos y en su fantasía mientras estuvo preso en Génova en 1298 y 1299 ;Marco Polo solo es el personaje novelesco protagonista. El libro se redactó originalmente en francés antiguo o en una variante conocida como francoitaliano, y el título del manuscrito más antiguo conservado es Le divisament dou monde.
La obra se divide en cuatro libros. El primero describe las tierras de Oriente Medio y Asia Central que Marco Polo atravesó en su viaje hacia China. El libro segundo habla de China y la corte de Kublai Kan. En el tercero se describen varias regiones costeras de Oriente: Japón, India, Sri Lanka y el sudeste de Asia, así como la costa oriental de África. El cuarto libro trata de las guerras que mantuvieron poco antes entre sí los mongoles, y describe también algunas regiones bastante más al norte, como Rusia.
El libro alcanzó un éxito nada frecuente en la época anterior a la invención de la imprenta. Se tradujo a varias lenguas europeas ya en vida de su autor, pero los manuscritos originales se han perdido.
Puede decirse, sin duda, que es un documento importante, cuya lectura nos introduce de facto a la mentalidad predominante en el occidente cristiano medieval. El libro está más allá de la simple anécdota, una multiplicidad de significados lo rodea.


El manuscrito original de la obra no se conserva, aunque la mayoría de los estudiosos coinciden en que estaría escrito en francés antiguo o en una variante utilizada en la época en Italia como lengua literaria conocida como francoitaliano. El texto se ha reconstruido a partir de unos ciento cincuenta manuscritos medievales y renacentistas que se suelen dividir en dos familias. El primer grupo (A) provendría del manuscrito F, considerado el más antiguo y probablemente cercano al original redactado por Rustichello en Génova, mientras que el segundo (B) podría proceder de una reescritura del original realizada después del regreso de Marco Polo a Venecia.

El manuscrito F es un códice del siglo xiv escrito en francoitaliano conservado en la Biblioteca Nacional de Francia (fr. 1116). A partir de otros textos en francoitaliano cercanos a él se redactó una traducción al francés septentrional (FG) de la que proceden los tres manuscritos conocidos como B3, B4 y B5; traducciones al toscano (TA) que se conservan en cinco manuscritos; y al veneciano (VA), de las que se conservan seis versiones. A partir de VA escribió el fraile dominico Francesco Pipino una traducción al latín (P) entre 1310 y 1317; se realizó otra traducción al toscano (TB), representada hoy por seis ejemplares, y una al alemán. 
La obra de Pipino, de la que se conservan unos setenta manuscritos, fue a su vez el punto de partida para las versiones en checo, gaélico irlandés y una nueva traducción veneciana. Cristóbal Colón poseía un ejemplar, anotado en parte muy probablemente por él mismo, del Liber consuetudinibus et condicionibus orientalium regionum, una edición publicada en Amberes entre 1485 y 1490 de la traducción latina de Pipino. El libro se conserva en la Biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla.
En la categoría B el manuscrito más importante es el Z, una versión latina de cerca de 1470 conservada en la Biblioteca Capitular de Toledo. A esta tradición también pertenece la traducción italiana de 1559 de Giovanni Battista Ramusio. Estos manuscritos contienen abundante información no presente en el resto y algunos eruditos la consideran también procedente de un original autógrafo, mientras otros creen que se trata de una revisión más tardía del propio Marco Polo, de circulación más restringida por contener pasajes más peligrosos para la Inquisición, o bien escrita en vista de las reacciones de los lectores del texto original de Rustichello.

Título

En vista de que ni la tradición manuscrita más antigua ni las primeras traducciones son unánimes en asignarle un título a la obra, esta ha sido editada y es hoy conocida bajo diferentes denominaciones. El título Los viajes de Marco Polo es de aparición tardía, ya que proviene de la edición del siglo xvi de Giambattista Ramusio, que escogió el título I viaggi di Marco Polo dado que la obra en la que incluyó su traducción, Navigazioni e viaggi, era básicamente un compendio de relatos de navegación y viajes.
Algunos manuscritos recogen el título Il milione que, al hacer referencia a millones o grandes cantidades de dinero, sería adecuado a las ediciones más centradas en interpretar el libro como un manual para mercaderes: en un manuscrito florentino de 1431 se afirma que en el Rialto los venecianos habían dispuesto un ejemplar encadenado para que todos pudieran consultarlo. La familia Polo poseía además un palacio en el barrio de san Juan Crisóstomo denominado Il Milione y, pese a que se afirma que es una corrupción de «Vilione», el nombre de la anterior familia propietaria, el hecho es que los descendientes de Marco, el tío de Marco Polo, adoptaron el apellido «Milion» y a él mismo se le llegó a aplicar como apodo.
El título de la versión francoitaliana original (F) es Le divisament du monde (La descripción del mundo), que alterna en las primeras versiones francesas con Livre des merveilles du monde (Libro de las maravillas del mundo), en la tradición medieval del gusto por las leyendas fabulosas, los «libros de maravillas». También podría ser cercano al título original alguna variante del de la traducción latina realizada en vida de Polo por Francesco Pipino: De condicionibus et consuetudinibus orientalium regionum (Sobre las condiciones y costumbres de las regiones orientales).

Un libro sobre mercaderes.

En principio el libro es una especie de estudio de mercado, en donde se nos señalan distancias, precauciones, consejos sobre productos y mercaderías, así como las previsiones que el comerciante debe tomar antes de adentrarse en determinada ciudad. Como toda exploración es imperfecta, antes bien es una guía rudimentaria para aquellos aventureros que decidieran establecer algún tipo de intercambio con el oriente.

Michel Mollat en este sentido dice:
(...) el libro de Marco Polo ha sido comparado con todos esos manuales de mercaderes que, en el curso del siglo XIV, puso en gran boga la Pratica della mercatura, de Pegoloti. De hecho, más de la mitad de la Descripción du monde [como le llama Mollat] indica las distancias entre las ciudades en jornadas y en millas, proporciona consejos prácticos para el viaje, enumera los objetos del comercio, anota los pesos y medidas, las formas de pago, en metálico y en papel moneda.
Michel Mollat

Cabe aquí recordar a dos precursores del viajero que realizaron su viaje hacia oriente con una misión análoga: por un lado tenemos al discípulo de San Francisco de Asís, Jean de Plancarpín (o Giovani di Pian Carpino), que recibió del papa Inocencio IV la orden de ir hacia los dominios tártaros con el objeto de «examinarlos con todo cuidado»; así como a otro fraile es común: alcanzar al gran kan, sucesor de Gengis Kan, en su residencia ambulante, dondequiera que se encuentre, para entregarle los mensajes del papa en el primer caso, y del rey de Francia en el segundo.
Plancarpín partirá de Kiev en el invierno de 1246, el 3 de febrero para ser más precisos. Rubruck lo hará de Constantinopla el 7 de mayo de 1253, durante la primavera. El padre y el tío de Marco Polo (Nicolo y Mafeo) salen de Venecia hacia Constantinopla en el año de 1260, y de hecho su viaje se cruza con el del segundo religioso en cierto momento, aunque no existen datos sobre si estos se llegaron a encontrar.
Los hermanos Polo asumen una misión similar (aunque en sentido inverso) a la de los monjes en su segundo viaje, en el que los acompañará el joven Marco. Durante el viaje obtienen la encomienda por parte del Gran Khan, de contactar al señor de los tártaros con el papa, señor de la cristiandad con miras a establecer una posible alianza en contra del área musulmana. Tiene en definitiva aires de cruzada. Y es aquí en donde Marco Polo asumirá un papel fundamental, ya que al ganarse la confianza del emperador mongol, y al ser nombrado embajador por éste, no dejará escapar oportunidad para señalar las convergencias entre ambas civilizaciones.

La crónica de un diplomático

Por lo anterior el libro de Marco Polo no puede dejar de verse como la crónica de un diplomático, es decir, como una descripción de las singularidades de los múltiples territorios y pueblos, bajo dominio mongol. Marco Polo, según su compañero de celda y redactor del libro —maese Rustichello de Pisa—, se ganó el agrado del Gran Kan, gracias a sus habilidades narrativas, que desarrolló mientras estuvo como funcionario al servicio de la corte:

Había Marco oído que cuando el Gran Khan enviaba embajadores por las diversas partes del mundo, y estos no sabían, a su vuelta, hablarle más que de la misión que para cumplir la cual habían sido designados, él los trataba de necios e ignorantes. Le agradaba más que le hablasen de las costumbres y particularidades de las cortes extranjeras que de lo referente al pretexto que escogía para enseñarles. (...) Y [Marco Polo] lo hizo con tal sagacidad y soltura que el Gran Khan quedó maravillado.
Marco Polo.
Podemos imaginar, tal y como lo hizo Italo Calvino en su libro Las ciudades invisibles, la estrecha relación que sostienen el soberano conquistador y su embajador, quien con «maestría y soltura» entretenía a un emperador que se mostraba incapaz de conocer por sí mismo la inmensidad de sus dominios. Podemos suponer de igual manera, que con esa misma maestría y soltura, le fue transmitida en un segundo momento al compañero de celda de Marco Polo, Rustichello, la crónica de viajes y leyendas vistas y oídas por el veneciano.

Un documento etnográfico

Así, es también en tanto que narración de «particularidades y costumbres», una especie de reportaje de carácter etnográfico en el que se observan claramente los prejuicios y la mentalidad del occidente medieval, en donde estos se superponen a las múltiples realidades, siendo a la luz de los conceptos cristianos y grecolatinos, que se someten y explican mundos distintos y distantes.
Es en este sentido o del mismo Gran Khan, «o perversidad» (los musulmanes), estaban a su parecer, situados en un más allá, en un afuera.
Con todo, Marco Polo está lejos de ser un dogmático, lo que podemos corroborar leyendo su comparación entre «Sergamoni Bochán» (Buda) con Jesucristo, así como el elogio que hace de los abramayanes hindús, debido a su vida «saludable» y de abstinencia, lo que a su parecer les acercaba a la santidad. Dichas posturas vistas desde una posición cristiana ortodoxa, podrían haber sido consideradas como una franca herejía.

Marco Polo salió de Venecia hacia los quince años, mantuvo relaciones durante veinte con los diversos mundos de «idólatras», con quienes en determinado momento había convivido más tiempo que con sus semejantes en imaginario, lo que lo predispuso a escudriñar de vez en vez las similitudes que estos mundos tenían con su herencia cristiano-medieval. «Salvajes bestiales y perversos», así como «sarracenos crueles y traicioneros», eran los modelos que más se alejaban de su ideal moral.

El libro de las maravillas

Finalmente podemos calificar el texto como un libro de maravillas, milagros y hechos mágicos en donde se manifiestan las tres formas de lo sobrenatural en el occidente medieval, según Jacques Le Goff:

La maravilla propiamente dicha (mirabilis) de orígenes pre-cristianos.
Lo magicus: asociado (a pesar de que durante el medievo se habla de magia negra y blanca) al demonio. Es lo sobrenatural satánico.
Lo miracolosus, el milacorum. Que sería lo sobrenatural cristiano, en donde lo inexplicable se “normaliza” debido a la influencia del propio Dios.


En tanto que narración de lo maravilloso, el libro de Marco Polo es un espacio en donde, y desde donde se observan la vida y costumbres de seres que no están sometidos a los rigores de una ética cristiana. Es un espacio aparte, en el que el pecado (frecuentemente el de la lujuria) no es considerado como tal. Es como una proyección de los temores, pero también de los deseos, de ciertas libertades negadas al occidente cristiano-medieval, antes que una descripción de los rasgos principales de las distintas culturas de oriente.

Asimismo, es una descripción de algunos «oasis cristianos», en medio de un espacio hostil, lleno de sarracenos, «desiertos diabólicos y bestias». Basta ver algunos milagros que se relatan en él, como el de los cristianos que con sus oraciones mueven una montaña ante los ojos estupefactos del Califa de Bagdad para salvarse de la muerte, así como la referencia continua al reino cristiano del Preste Juan, acosado siempre por infieles.
Es en fin, un anecdotario de magias, hechizos, encantamientos y sortilegios, que lidian con lo diabólico, y que vendrían a ser algo así como la contraparte a los milagros realizados ante los mencionados “oasis cristianos”, con ayuda del demonio y por tanto asociados a lo idolátrico, perverso y cruel.
Así se tiene que lo maravilloso, de origen precristiano, puede verse como una forma de resistencia cultural a la ideología oficial del cristianismo; lo milagroso, como una “normalización” de lo sobrenatural, puesto que se realiza mediante la intervención divina que banaliza la maravilla; y lo mágico, como lo que se debe excluir y combatir, ya que está profundamente ligado a lo demoniaco, lo tenebroso, y peligroso. Todo esto moviéndose en el libro, no con fronteras rígidas, sino como fenómenos mentales que se entrecruzan y mantienen lazos muy permeables entre sí.



Marco Polo 
Escudo de armas de Marco Polo. De oro, una banda de azur entre cuatro pollos de sable armados, picados, barbelados y crestados de gules.


(Venecia, c. 15 de septiembre de 1254-ibídem, 8/9 de enero de 1324) fue un mercader y viajero veneciano, célebre por los relatos que se le atribuyen de viaje al Asia Oriental, manuscritos por Rustichello da Pisa con el título original de Il Milione, y conocido en español como Los viajes de Marco Polo, relato que dio a conocer en la Europa medieval las tierras y civilizaciones del Asia central y China.
Existen discrepancias entre los historiadores sobre el hecho de que Marco Polo haya realizado efectivamente los viajes que se le atribuyen, en particular aquellos que lo ubican en Mongolia y China, de los que proviene su celebridad.
Según los relatos Marco Polo nació y aprendió a comerciar en Venecia mientras su padre Niccolò y su tío Maffeo, viajaban por Asia donde habrían conocido al Kublai Kan. En 1269 ambos regresaron a Venecia y vieron por primera vez a Marco, llevándolo con ellos –según los relatos– en un nuevo viaje comercial a Asia, en el que habrían visitado Armenia, Persia y Afganistán, recorriendo toda la Ruta de la Seda, hasta llegar a Mongolia y China. Las narraciones afirman que Marco Polo permaneció más de 20 años al servicio del Kublai Kan, emperador de Mongolia y China, llegando a ser gobernador durante tres años de la ciudad china de Yangzhou y volviendo a Venecia en 1295.
En 1295 Venecia estaba en guerra con su rival, la República de Génova. En el transcurso del conflicto Marco fue capturado y encarcelado por los genoveses. Fue en esa situación que en 1298, durante su período en la cárcel, conoció al escritor Rustichello de Pisa, a quien relató sus fabulosos viajes, que fueron el tema del libro conocido en principio como Le divisament du monde, Livre des merveilles du monde, o Il Milione. 
Fue liberado en 1299, Marco Polo se convirtió en un rico mercader y miembro del Gran Consejo de la República de Venecia. Murió en 1324 y lo enterraron en la iglesia de San Lorenzo de su ciudad. El relato de sus viajes, inspiró, entre otros, a Cristóbal Colón que poseía un ejemplar del libro cuidadosamente anotado.



Un paiza o paizi o gerege (en mongol medio, Гэрэгэ, en mongol, Пайз, en persa, پایزه‎: pāiza, Pinyin: [牌子]: páizi) fue una tableta portada por funcionarios y enviados mongoles como símbolo de su autoridad y como salvoconducto en territorio mongol. Permitía a nobles y funcionarios reclamar bienes y servicios de los habitantes del imperio y particularmente del yam, el sistema de postas imperial.

Historia

Los paizas fueron popularizados por los mongoles pero probablemente fueron una evolución de los sistemas chinos previos. Se usaron sistemas similares en el norte de China bajo la dinastía Liao y los reinos subsiguientes como la dinastía Jin y el reino tangut de Xi-Xia. El sistema Jin tuvo siete rangos diferentes.
Aunque en principio sólo alguien en posesión de un paiza debía recibir monturas y víveres de la red postal mongola, otros tipos de autorizaciones militares permitías usar la red yam incluso sin un paiza. Los funcionarios y nobles del Mongol el imperio emitieron paizas no oficiales, generando quejas de la población civil y llevando a Ögedei Khan (r. 1229–1241) a prohibir dicha práctica.
Para atraer mercaderes y especialistas extranjeros, los grandes kanes les otorgaron paizas eximiéndoles de impuestos y dejándoles para utilizar las postas. Aun así, Möngke Khan (r. 1251–1259) limitó los abusos que ya eran notorios y organizó una red de supervisores imperiales. Asimismo les prohibió utilizar las postas imperiales o yam.
Marco Polo, que  visitó la dinastía Yuan durante el reinado de Kublai Kan (r. 1260–1294), dejó una descripción del paiza en sus obras.
El ilkan Ghazan (r. 1295–1304) reformó el sistema, creando una variedad de sellos y conjuntos jerárquicos que debían ser archivados en la corte y caducar a los 30 años.​ Otorgó nuevos paizas en dos rangos, válidos sólo al nombre inscrito para que no pudieran ser transferidos y que debían ser devueltos al acabar el mandato del funcionario.

La Ruta de la Seda 

La Ruta de la Seda es el nombre con que es conocida desde el siglo XIX, una extensa red de rutas comerciales terrestres y marítimas, abiertas por China desde al menos el siglo I a. C., que interconectaban la mayor parte del continente asiático, con terminales en las islas del Sudeste Asiático, el Mediterráneo europeo y la costa oriental africana. Sus diversas rutas comenzaban en la ciudad de Chang'an (actualmente Xi'an), por entonces capital de China, pasando entre otras por Karakórum (Mongolia), el Paso de Khunjerab (China/Pakistán), Susa (Persia), el Valle de Fergana (Tayikistán), Samarcanda (Uzbekistán), Taxila (Pakistán), Antioquía en Turquía, Alejandría (Egipto), Kazán (Rusia) y Constantinopla (actualmente Estambul, Turquía), Grecia, Roma y los territorios islámicos en la península ibérica en el siglo x, así como a Somalia y Etiopía en el África oriental.
A partir del siglo XV y especialmente a partir del «descubrimiento» de la existencia de América y sus civilizaciones, y su posterior conquista por las monarquías europeas, se abrieron nuevas rutas a través de los océanos Atlántico y Pacífico, y se introdujeron nuevas mercaderías -en especial la plata americana- en el sistema comercial mundial, que se ensamblaron a la Ruta de la Seda, modificando parcialmente sus recorridos. El auge del Imperio Británico y del comercio de opio, la colonización europea de África y Asia, y la decadencia de China a partir de las Guerras del Opio, llevaron a una pérdida de importancia de la ruta y el comercio intraasiático, hasta comienzos del siglo XXI, cuando el resurgimiento económico del Asia Oriental y especialmente China, dio lugar a la emergencia de la llamada Nueva Ruta de la Seda.
Durante un tiempo se pensó que el término "Ruta de la Seda" fue creado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en el tomo 1 de su obra China. Ergebnisse eigener Reisen und darauf gegründeter Studien (China. Resultados de mis viajes y estudios basados ​​en ellos), publicado en 1877, pero un estudio reciente descubrió que el término se podía encontrar en textos anteriores. Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba por ella, la seda, cuya elaboración era un secreto que solo los chinos conocían. Muchos productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos (diamantes de Golconda, rubíes de Birmania, jade de China, perlas del golfo Pérsico), telas de lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, porcelana, vidrio, materiales manufacturados, coral, etc.
En junio de 2014, la Unesco eligió un tramo de la Ruta de la Seda como Patrimonio de la Humanidad con la denominación Rutas de la Seda: red viaria de la ruta del corredor Chang’an-Tian-shan. Se trata de un tramo de 5000 kilómetros de la gran red viaria de las Rutas de la Seda que va desde la zona central de China hasta la región de Zhetysu, situada en el Asia Central, incluyendo nuevos sitios en China, Kazajistán y Kirguistán.

Historia

Antecedentes
El experto en prehistoria André Leroi-Gourhan considera esta ruta como un espacio de intercambios activo desde el Paleolítico, heredera de la Ruta de jade, que ya existía varios miles de años antes, aunque recién aparece mencionada en las crónicas chinas hacia el siglo II a. C.4​ La Ruta de la Seda se originaría a partir del interés del emperador chino Wu (gob. 141-87 a. C.) de la dinastía Han, por establecer contacto con otras civilizaciones, ubicadas al oeste, más allá de las tribus bárbaras.
La existencia de China, ligada estrechamente a la producción de seda, era vagamente conocida por los antiguos griegos desde el siglo IV a. C., cuando comenzaron a referirse a «Serica» ( /ˈsɛrɪkə/, en griego antiguo, Σηρικά),6​ palabra griega, transliterada probablemente en forma directa del término chino 繅絲 (sāo sī, enrollar seda), o de su pronunciación manchuriana (sirghe) o mongola (sirkek), para referirse al país de la seda, o al pueblo de la seda (Seres).7​8​ Aún en el siglo II, griegos y romanos aún confundían Sinae y Sérice.9​ De la terminología griega derivaría la palabra en latín sericum para denominar a la seda, de la que derivarán luego las denominaciones en los idiomas europeos, mientras que en chino se denomina 絲 (sī ), y en hindi रेशम (resham).

Caballos y camellos
El comercio entre China y los pueblos occidentales del Asia, requería atravesar enormes desiertos y territorios escasos de agua. Por entonces, las estepas del Asia Central estaban pobladas de grandes manadas de caballos, asnos y camellos salvajes, que migraban entre oasis y oasis, dejando a su paso trazados los caminos que mostraban los lugares donde había agua, y que los seres humanos utilizaban como guía desde los tiempos paleolíticos. La domesticación de caballos y camellos, así como un periodo de clima húmedo, hace unos 3.000 años, permitió abrir las primeras rutas parciales que servirían de base a la Ruta de la Seda. Por esa razón en China se la conoce como la «Ruta de los Caballos».

Contactos chinos y centroasiáticos
Desde el segundo milenio a. C. la nefrita (uno de los dos tipos de jade) estaba siendo negociada desde las minas de la región de Yarkanda y Jotán hasta China. Estas minas no estaban muy lejos de las minas de lapislázuli y espinela (Balas Ruby) de Badajshán y, aunque separadas por las formidables montañas del Pamir, al parecer había rutas a través de ellas en uso desde tiempos muy remotos.
Las momias del Tarim encontradas en la cuenca del Tarim —localizadas a unos 200 km al este de Yingpan, en la Ruta de la Seda—, que datan de 1600 a. C. en la época del antiguo reino de Loulan, sugieren la existencia de contactos muy antiguos entre el Oriente y el Occidente. Estos restos momificados podrían haber sido de personas que hablaban lenguas indoeuropeas, lenguas que se siguieron usando en la cuenca del Tarim, en la moderna región de Xinjiang, hasta su sustitución por las influencias túrquicas del norteño Imperio xiongnu, y por influencias del oriente de China de la dinastía Han, que hablaban lenguas sino-tibetanas.
Tras los contactos de la China metropolitana con los nómadas de los territorios fronterizos occidentales en el siglo VIII a. C., el oro se introdujo desde el Asia central, y los talladores de jade de Hotan Kashteshi comenzaron a hacer diseños imitando el estilo de los pueblos de las estepas, adoptando el arte animal escita (representaciones de animales en combate). Este estilo se refleja particularmente en las placas rectangulares de oro y de bronce para los cinturones, con versiones en jade y esteatita.
La expansión de las culturas escitas —que se extendieron desde la llanura húngara y los montes Cárpatos hasta el corredor chino de Gansu y que conectaban Irán y el Oriente Medio con el norte de la India y el Punyab— jugó sin duda un papel importante en el desarrollo de la Ruta de la seda. Los escitas acompañaron al asirio Asarhaddón cuando invadió Egipto, y sus distintivas puntas de flecha triangulares se han encontrado en sitios tan al sur como Asuán. Estos pueblos nómadas dependían de las poblaciones asentadas vecinas para una serie de importantes tecnologías, y además de asaltar algunos asentamientos vulnerables para abastecerse, también alentaron el desarrollo de un comercio de larga distancia que contaba con una fuente de ingresos por el pago de unas tarifas previamente concertadas. Los mercaderes escitas sogdianos desempeñaron un importante papel en períodos posteriores en el desarrollo de la Ruta de la Seda.

India, China, Indochina: rutas marítimas
Las rutas comerciales que fueron conectando Asia occidental y oriental, fueron creciendo y consolidándose, en la medida que se consolidaban los imperios, se utilizaban más y variados recursos naturales y se desarrollaba la navegación en los océanos Índico y Pacífico. Entre los años 1000 y 500 AC, los reinos chinos de Wu y Yue construyeron grandes flotas que incorporaron al comercio amplias zonas del sur de China y la India, así como la península Indochina.
Hacia el siglo VI a.C., cuando formó el Imperio Persa, el comercio chino-indio estaba ampliamente consolidado. Para entonces, las «caravanas de Tianzhu», nombre con que se conocía el Asia meridional, llegaban hasta el puerto de Lanzhou, en el río Amarillo, transportando productos de vidrio, que Egipto -desde el límite oriental del Mediterráneo africano- y la Mesopotamia, fabricaban desde hacía siglos. Los chinos enviaban jengibre, espejos de bronce y seda, que poco a poco se convertiría en la mercancía descollante.

Camino Real Persa

En la época de Heródoto (ca. 475 a. C.), el Camino Real Persa recorría 2857 km desde la ciudad de Susa, entre los ríos Karkheh y Dez (a unos 250 km al este del Tigris) hasta el puerto de Esmirna en Turquía) en el mar Egeo. La pista era mantenida y protegida por el Imperio aqueménida (ca. 500-330 a. C.) y tenía estaciones postales y puestos de descanso a intervalos regulares. Al tener caballos de refresco y jinetes disponibles en cada uno de ellos, los correos reales podían llevar mensajes recorriendo todo el camino en nueve días, un trayecto que a los viajeros normales les llevaba cerca de tres meses. Este Camino Real vertebraba el Imperio, conectando con muchas otras rutas, algunas de ellas, como las rutas a la India y al Asia central, también protegidas por los aqueménidas, que fomentaban el contacto regular entre la India, Mesopotamia y el Mediterráneo. Hay menciones en el bíblico Libro de Esther de los despachos que se enviaban desde Susa a las lejanas provincias de la India y del reino de Kush durante el reinado de Jerjes el Grande (485-465 a. C.).

Época helenística

El primer paso importante en la apertura de la Ruta de la Seda entre Oriente y Occidente llegó con la expansión del imperio de Alejandro Magno en el Asia central. En agosto de 329 a. C. Alejandro fundó la ciudad de Alejandría Escate o «Alexandria más lejana» en la desembocadura del valle de Fergana en el actual Tayikistán. La ciudad se convirtió más tarde en un punto de parada importante en la Ruta de la Seda septentrional.
Los griegos se mantuvieron en el Asia central durante los siguientes tres siglos, primero a través de la administración del Imperio seléucida y luego con el establecimiento del reino grecobactriano en la región de Bactria. Continuaron expandiéndose hacia el este, sobre todo durante el reinado de Eutidemo I (230-200 a. C.), que extendió su control más allá de Alejandría Escate hasta llegar a la Sogdiana. Hay indicios de que pudo haber conducido expediciones hasta Kashgar, en el Turkestán chino, dando lugar a los primeros contactos conocidos entre China y Occidente alrededor del año 200 a. C.. El historiador griego Estrabón escribió:
  «extendieron su imperio incluso hasta los Seres (China) y los Phryni».
La Ruta de la Seda se originó durante el siglo I a. C., siguiendo a los esfuerzos de los yuezhi y xiongnu en la cuenca del Tarim para consolidar un camino hacia el mundo occidental y la India, tanto a través de asentamientos directos en el área de la cuenca como de relaciones diplomáticas con los países de los dayuan, partos y bactrianos más al oeste. Las rutas de la Seda fueron una «compleja red de rutas comerciales» que dio a la gente la oportunidad de intercambiar bienes y cultura.
Con el Mediterráneo conectado con el valle de Fergana, el siguiente paso era abrir una ruta a través de la cuenca del Tarim y el corredor de Gansu hasta alcanzar la propia China. Este esfuerzo se realizó desde el lado chino, alrededor de 130 a. C., con el envío de embajadas de la dinastía Han hasta Asia central. El emperador Wu mandó en el año 138 a. C. una embajada con el objetivo estratégico de conseguir formalizar una alianza militar con los yuezhi para frenar el poder y agresividad de los xiongnu —una confederación de tribus nómadas que amenazaba constantemente la seguridad de China, a pesar de la Gran Muralla, haciendo incursiones para saquear las riquezas de sus vecinos, principalmente campesinos—. Zhang Qian partió al mando de 98 hombres, siendo apresado muy pronto, un periodo que le permitió aprender mucho sobre los pueblos y las rutas en la región. Trece años después, y tras haber permanecido cautivo más de diez años, logró regresar a la corte imperial con solo un miembro de la partida. 
Aunque no había logrado establecer ni una sola de las alianzas militares de su misión, Zhang sí informó a la corte de la existencia de treinta y seis reinos en las fronteras occidentales de China, algunos verdaderas potencias comerciales como Nag-Si (Persia), Tiaozhi (Caldea) y Li-Qian (el Imperio romano). Zhang también contó de los magníficos caballos de las llanuras del valle de Fergana que tenían los Dayuan (luego llamados los «caballos celestiales»), mucho más fuertes y veloces que los caballos chinos, con los que la caballería del Imperio Han podría enfrentarse a los xiongnu en mejores condiciones.

Exploración china del Asia central

Los chinos enviaron por ello numerosas misiones diplomáticas y comerciales, alrededor de diez cada año, que llegaron hasta sitios tan lejanos como la Siria seléucida:

Así fueron enviadas más embajadas a Anxi [Partia], Yancai [que más tarde se unió a los alanos], Lijian [Siria bajo los Seléucidas], Tiaozhi [Caldea] y Tianzhu [noroeste de la India]... Por lo general, eran enviadas bastante más de diez de tales misiones en el curso de un año, y por lo menos, cinco o seis.

                                                                                     Hou Hanshu, Libro de Han Posterior

Esas misiones con los reinos del valle de Fergana no podían garantizar la seguridad ni afianzar el comercio, por lo que China preparó una invasión a gran escala, aunque solo en la segunda embestida en el año 102 a. C. logró conquistar todas las tierras entre sus propias fronteras y los reinos de Fergana. Después de la derrota de los xiongnu, los ejércitos chinos se establecieron en Asia central y los chinos consiguieron no solo asegurarse la importación de los famosos caballos de las estepas, sino establecer sus propios productos en los mercados de esos reinos.16​ Cuando Wu envió una delegación al rey Mitrídates II en el 110 a. C., eso dio inicio a un comercio que acabaría siendo la parte central de la importante vía de comercio internacional que llegará a ser la Ruta de la Seda. Cincuenta años más tarde, cuando Marco Licinio Craso cruzó el Éufrates para conquistar Partia en el año 53 a. C., se asombró al ver un brillante, suave y maravilloso nuevo tejido. Unas décadas más tarde, las más acaudaladas familias de Roma estaban maravilladas de vestirse con el más preciado tejido: la seda. El historiador romano Floro también describe la visita de numerosos enviados, incluyendo a los Seres, al primer emperador romano César Augusto, que reinó entre el 27 a. C. y el 14 d. C.:

Incluso el resto de las naciones del mundo que no estaban sujetas a la dominación imperial fueron sensibles a su grandeza, y miraban con reverencia al pueblo romano, el gran conquistador de las naciones. Así, incluso los escitas y los sármatas enviaron emisarios para buscar la amistad de Roma. No, los Seres vinieron del mismo modo, y los indios que habitaban bajo el sol vertical, trayendo regalos de piedras preciosas y de perlas y elefantes, pero pensando en todo momento a menos que la inmensidad del viaje que habían emprendido, y que dijeron que habían tardado cuatro años. En verdad que los necesitaron, pero al mirar su tez se veía que eran gentes de otro mundo que el nuestro.
Algunos eruditos sostienen que el emperador chino Wu se interesó primero en el desarrollo de las relaciones comerciales con las sofisticadas civilizaciones urbanas de Fergana, Bactria y del Imperio parto:
 «El Hijo del Cielo al oír todo esto razonó así: Fergana (Dayuan) y las posesiones de Bactria (Ta-Hsia) y el Imperio parto (Anxi) son países grandes, llenos de raras cosas, con una población que vive en moradas fijas y entregada a ocupaciones casi idénticas a las de los chinos, pero con ejércitos débiles, y que dan gran valor a los ricos productos de China» 
(Hou Hanshu, Libro de Han Posterior). 
Otros​ creen en cambio que el emperador Wu estaba interesado principalmente en la lucha contra los xiongnu y que el comercio principal comenzó sólo después de que los chinos hubiesen pacificado el corredor de Hexi.

Imperio romano

Poco después de la conquista romana de Egipto en el año 30 a. C., se multiplicaron a una escala sin precedentes las comunicaciones regulares y comerciales romanas hacia el Asia y el oriente africano. El comercio grecorromano con la India que había comenzado con Eudoxo de Cícico en 130 a. C., seguía aumentando, y según Estrabón (II.5.12), en la época de César Augusto, hasta 120 barcos zarpaban cada año desde Myos Hormos, en el Egipto romano, hacia la India.18​ Las mujeres romanas de la aristocracia patricia, se convirtieron en grandes aficionadas a los tejidos de seda, tras conocerlos antes del comienzo de nuestra era a través de los partos, quienes se dedicaban a su comercio.
La partida de Maës Titianus se convirtió en los viajeros que penetraron más lejos hacia el este por la Ruta de la Seda desde el mundo mediterráneo, probablemente con el objetivo de regularizar los contactos y reducir el papel de los intermediarios, durante uno de los momentos de calma entre las intermitentes guerras de Roma y Partia, que repetidamente obstruía el movimiento a lo largo de la Ruta de la Seda. El comercio intercontinental y las comunicaciones se hicieron regulares, organizadas y protegidas por las "grandes potencias". Pronto siguió un intenso comercio con el Imperio romano, confirmado por la afición romana por la seda china (suministrada a través de los partos), a pesar de que los romanos pensaban que la seda se obtenía de los árboles. Esta creencia fue confirmada por Séneca el Joven en su Fedra y por Virgilio en sus Geórgicas. Cabe destacar que Plinio el Viejo lo sabía mejor: hablando de la bombyx o polilla de la seda, escribió en sus Historias naturales «Tejen telas, como las arañas, que se convierten en un lujoso material para la ropa de las mujeres, llamada seda».

El Senado romano emitió, en vano, varias leyes para prohibir el uso de la seda, por razones económicas y morales: la importación de seda china causó un enorme flujo de salida de oro, y los vestidos de seda se consideraban decadentes e inmorales:
Veo ropas de seda, si los materiales que no ocultan el cuerpo, ni siquiera la propia decencia, se puede llamar ropa ... rebaños miserables de sirvientas trabajan para que la mujer adúltera pueda ser visible a través de su fino vestido, para que su marido no tiene más conocido que cualquier extraño o extranjero con el cuerpo de su esposa.

La unificación de Asia central y del norte de la India dentro del Imperio kushán en los siglos primero a tercero reforzó el papel de los poderosos comerciantes de Bactria y Taxila. Fomentaron la interacción multicultural como lo indican los tesoros de sus hordas del siglo II, con productos del mundo grecorromano, China y la India, por ejemplo, en el sitio arqueológico de Begram.

El Imperio romano y su demanda de productos asiáticos, se derrumbó en Occidente en el siglo V y Europa ingresó en una era de feudalismo bajo la égida del cristianismo católico, durante la cual el comercio se redujo a su mínima expresión.

las antiguas rutas terrestres y marítimas.

La Ruta de la Seda representa un temprano fenómeno de integración política y cultural debido al comercio interregional. En su apogeo, sostuvo una cultura internacional que enlazaba a grupos tan diversos como los magiares, armenios y chinos. La ruta experimentó períodos principales de popularidad y actividad en diferentes épocas y en diferentes puntos a lo largo de su longitud: en el oeste, su apogeo fue la época del Imperio bizantino; en la sección del Nilo-Oxus, desde el período del Imperio sasánida al del Ilkanato; y en la zona sinítica desde el período de los Tres Reinos hasta el de la dinastía Yuan. El comercio entre Oriente y Occidente se desarrolló también por mar, entre los puertos de Alejandría, en Egipto, y de Guangzhou, en China, siendo fomentado a lo largo de todo el océano Índico.
Bajo su fuerte dinámica de integración, por un lado, y de los impactos de cambio que transmitía, por otro, las sociedades tribales que previamente vivían en aislamiento a lo largo de la Ruta de la Seda o de pastores que procedían de un desarrollo cultural bárbaro, se sintieron atraídos por las riquezas y las oportunidades de las civilizaciones conectadas por la ruta, entrando en las rutas como merodeadores o mercenarios. Muchas tribus bárbaras se convirtieron en cualificados guerreros capaces de conquistar ciudades ricas y tierras fértiles, y forjar fuertes imperios militares.
A.V. Dybo señaló que «según los historiadores, el principal motor de la Gran Ruta de la Seda no solo eran los sogdianos, sino los portadores de una cultura mezcla sogdiana-túrquica que a menudo provenían de familias mixtas».
Los sogdianos dominaron el comercio entre Oriente y Occidente a partir del siglo IV hasta el siglo VIII, siendo Suyab y Talas sus principales centros en el norte. Fueron los principales comerciantes de caravanas del Asia central. Sus intereses comerciales estaban protegidos por el resurgente poder militar de los göktürks, cuyo imperio ha sido descrito como «una empresa conjunta del clan Ashina y los sogdianos».
 Su comercio, con algunas interrupciones, continuó en el siglo IX en el marco del Imperio uigur, que hasta el 840 se extendió por el norte de Asia central y obtuvo de China enormes entregas de seda a cambio de caballos. En esta época las fuentes chinas mencionan que las caravanas de sogdianos viajaban hasta la Alta Mongolia. Jugaron un papel igualmente importante religioso y cultural. Parte de los datos sobre Asia oriental que fueron proporcionados por los geógrafos musulmanes del siglo X, en realidad, se remontan a datos sogdianos del periodo 750-840 y por lo tanto muestran la supervivencia de los vínculos entre el Este y el Oeste. Sin embargo, después de la caída del Imperio uigur, el comercio sogdiano pasó por una crisis. Lo que principalmente surgió desde el Asia central musulmana fue el comercio de los samánidas, que reanudaron el camino del noroeste que llevaba a los jázaros y a los Urales, y el del noreste, que conducía hacia las cercanas tribus túrquicas.

La Ruta de la Seda dio origen a agrupaciones de estados militares originarios del norte de China, abriendo el Asia central y China a religiones como el nestorianismo, maniqueísmo, budismo, y más tarde islamismo, y creando la influyente Federación de Jazaria, que al final de su gloria trajo el mayor imperio continental que existió nunca: el Imperio mongol, con sus centros políticos encadenados a lo largo de la Ruta de la Seda (Pekín, en el norte de China; Karakorum, en el centro de Mongolia; Samarcanda, en Transoxiana; Tabriz, en el norte de Irán; Sarai y Astracán, en el curso del Bajo Volga; Solkhat, en Crimea; Kazán, en Rusia central; y Erzurum, en el este de Anatolia), realizando la unificación política de zonas anteriormente libres y conectadas de forma intermitente por bienes materiales y culturales.
En Asia central, el islam se expandió a partir del siglo VII, haciendo un alto en su progresión hacia el occidente chino tras la batalla de Talas en el año 751. Los túrquicos islámicos siguieron la expansión a partir del siglo X, lo que terminó por perturbar el comercio en esa parte del mundo, y acarreando la casi desaparición del budismo en la región. Durante gran parte de la Edad Media, el Califato islámico (centrado en el Cercano Oriente) tuvo a menudo el monopolio sobre gran parte del comercio realizado a través del Viejo Mundo. (Véase: Época musulmana de los descubrimiento (en inglés).)
En esta época aparece la primera referencia escrita sobre la seda que se conoce en la Península ibérica realizada por Isidoro de Sevilla (556-636), durante la Hispania visigoda, aunque por entonces su presencia allí era excepcional. Es a partir del Califato de Córdoba (929-1031) que se puede hablar de la consolidación de manufacturas autóctonas de seda en la península ibérica.​

La desconexión del feudalismo europeo
La caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V, seguida del establecimiento en Europa de un régimen feudal, centrado en el autoabastecimiento y la cristianización de las tribus «bárbaras» bajo la égida de la Iglesia Católica Apostólica Romana, desconectó al mundo europeo de las rutas comerciales asiáticas.
Pese al dominio de Europa por los bárbaros, el Imperio romano de Oriente (Imperio Bizantino) lograría mantener en la península itálica, el puerto de Venecia, fundado en los años previos a la caída de Roma, que sobreviviría como puerto de pescadores hasta mediados del siglo VIII, cuando pasó a ser un puerto de comercio de esclavos europeos que eran vendidos a los árabes del norte de África.​ Poco a poco Venecia se convertiría en la terminal europea de la Ruta de la Seda.

Época mongola

El imperio mongol y su esfera de influencia (incluyendo estados vasallos como Goryeo) en su apogeo. La zona gris es el posterior Imperio timúrida.

La expansión mongola por todo el continente asiático, desde alrededor de 1207 hasta 1360, contribuyó a la estabilidad política y a restablecer la Ruta de la Seda (a través del Karakorum). También puso fin al monopolio del Califato islámico sobre el comercio mundial. Debido a que los mongoles pasaron a dominar las rutas comerciales, ello permitió que más comercio entrase y saliese de la región. Las mercancías que a ellos no les parecían valiosas si eran vistas a menudo como muy valiosas en el Oeste: como resultado, los mongoles recibieron a cambio gran cantidad de bienes de lujo occidentales, aunque nunca abandonaron su estilo de vida nómada. Poco después de la muerte de Genghis Khan, la Ruta de la Seda quedó en manos de los hijos de Genghis Khan.
El diplomático mongol Rabban Bar Sauma visitó las cortes europeas en 1287-1288 y presentó un detallado informe por escrito de regreso entre los mongoles. Por la misma época, el explorador veneciano Marco Polo se convirtió en uno de los primeros europeos que recorrieron la ruta hasta China, y sus relatos, documentados en Los viajes de Marco Polo, abrieron los ojos occidentales a algunas de las costumbres del Lejano Oriente. No fue el primero en traer de vuelta esas historias, pero fue sin duda el más leído. Había sido precedido por numerosos misioneros cristianos en Oriente, como Guillermo de Rubruck, Benedicto de Polonia, Giovanni da Pian del Carpine y André de Longjumeau. Otros enviados más tardíos fueron Odorico de Pordenone, Giovanni de Marignolli, Juan de Montecorvino, Niccolò Da Conti, o Ibn Battuta, un viajero marroquí musulmán que pasó por el actual Oriente Medio y que recorrió toda la Ruta de la Seda, desde Tabriz, entre 1325-1354.
El siglo XIII vio también los intentos de una alianza franco-mongola, con intercambio de embajadores y (fallidos) intentos de colaboración militar en Tierra Santa durante las últimas cruzadas, aunque al final los mongoles en el Ilkhanato, después de haber destruido las dinastías de los abásidas y los ayubíes, con el tiempo se convirtieron ellos mismos al islam, y firmaron en 1323 el Tratado de Alepo con el superviviente poder musulmán, el sultanato mameluco de Egipto.
Algunos estudios de investigación indican que la peste Negra, que devastó Europa a finales de la década de 1340, podría haber alcanzado Europa desde el Asia central (o China) a lo largo de las rutas comerciales del Imperio mongol.​

El bloqueo europeo
La fragmentación del Imperio mongol aflojó la unidad política, cultural y económica de la Ruta de la Seda. Los señores turcos marchando ocuparon tierras alrededor de la parte occidental de la Ruta de la Seda, que pertenecían al decadente Imperio bizantino. Después del Imperio mongol, los grandes poderes políticos a lo largo de la Ruta de la Seda quedaron económica y culturalmente separados. Acompañando a la cristalización de varios estados regionales sucedió una disminución del poder nómada, en parte debido a la devastación de la peste Negra y en parte debido a la invasión de civilizaciones sedentarias equipadas con pólvora.
La pólvora y la temprana modernidad en Europa condujeron a la integración de los estados territoriales y a un creciente mercantilismo. Mientras tanto, en la Ruta de la Seda, la pólvora y la modernidad temprana tuvieron el efecto contrario: el nivel de integración del Imperio mongol no se pudo mantener, y se redujo el comercio (aunque en parte debido a un aumento de los intercambios marítimos europeos).
Europa quedó desconectada de la Ruta de la Seda alrededor de 1453, con la supremacía otomana de Constantinopla. El islam y el cristianismo estaban en guerra desde hacía siglos. Un siglo más tarde, Venecia hizo un pacto con los otomanos que la habilitó a reingresar al circuito comercial asiático, recobrando por un tiempo parte de su peso económico en la intermediación.

Nuevas rutas marítimas europeas y americanas
El bloqueo del acceso europeo a la Ruta de la Seda, fue uno de los principales factores que estimularon la búsqueda de nuevas rutas hasta el próspero Imperio chino por parte de potencias europeas, sobre todo por vía marítima. Se esperaban grandes beneficios de la relación comercial directa con Asia. Este fue el principal factor que impulsó las exploraciones portuguesas del océano Índico, incluyendo el mar de China, dando lugar a la llegada del primer barco mercante europeo a las costas de China en 1513, bajo el mando de Jorge Álvares y Rafael Perestrello, seguido por la misión diplomática y comercial de 1517 encomendada a Fernão Pires de Andrade y Tomé Pires por Manuel I de Portugal, la cual inauguró formalmente las relaciones entre el Imperio portugués y la dinastía Ming durante el reinado del emperador Zhengde. La entrega de Macao (Macao) a Portugal en 1557 por el emperador de China (como recompensa por los servicios prestados contra los piratas que infestaban el mar de China Meridional) dio lugar al primer puesto comercial y marítimo europeo permanente entre Europa y China. Otras potencias europeas seguirían su ejemplo en los próximos siglos provocando la eventual desaparición de la Ruta de la Seda terrestre.

El viaje de descubrimiento de Cristóbal Colón de 1492 tenía como objeto buscar una ruta comercial alternativa a China, desde España, a través del Atlántico.33​ Hasta unos años después del descubrimiento de América, se pensó que la expedición de Colón había llegado al continente asiático. No fue hasta el descubrimiento del océano Pacífico por el español Vasco Núñez de Balboa (tras cruzar el istmo de Panamá) en 1513, que cartógrafos y navegantes supieron que América era un "Nuevo Mundo", situado entre Europa y Asia. La búsqueda de una ruta marítima a China se retomó unos años más tarde, con la expedición de Magallanes y Elcano de 1519 a 1522, la primera en cruzar el Pacífico y la primera en dar la vuelta al mundo. Con el descubrimiento del 'tornaviaje', o ruta de regreso de Filipinas a México a través del Pacífico, a cargo de Andrés de Urdaneta en 1565, se estableció la ruta del Galeón de Manila, la primera en cruzar regularmente el Pacífico en ambas direcciones, concretamente entre la Capitanía General de Filipinas y la Nueva España. Esta ruta a su vez enlazaba por tierra (a través de México) con la ruta de las Flotas de Indias que unían América y España a través del Atlántico, creándose así una gran ruta combinada de alcance mundial, entre Asia y España, que duró desde 1565 hasta principios del siglo XIX. Esta gran ruta española es también uno de los primeros ejemplos de mundialización o globalización.
En 1594, Willem Barents dejó Ámsterdam con dos barcos para buscar el pasaje del Noreste al norte de Siberia, en el extremo este de Asia. Llegó a la costa occidental de Nueva Zembla y la siguió hacia el norte, siendo finalmente obligado a dar marcha atrás cuando confrontó su extremo norte. A finales del siglo XVII, los rusos restablecieron una ruta comercial terrestre entre Europa y China bajo el nombre de la Gran carretera siberiana.

Mientras los portugueses (y, posteriormente, otros europeos) estaban entrando en China desde su costa meridional, por ruta marina, se planteó la cuestión de si resultaba ser el mismo país que Catay, al que Marco había llegado por vía terrestre. Hacia 1600, los jesuitas destinados en China, dirigidos por Matteo Ricci, estaban seguros de que así era, pero otros no estaban todavía convencidos. Para comprobar la situación sobre el terreno, Bento de Góis, un antiguo soldado y explorador portugués que se había unido a los jesuitas como hermano lego en Goa (India), viajó en 1603-1605 desde la India a través de Afganistán siguiendo una de las rutas terrestres tradicionales de la Ruta de la Seda, a través de Badakhshan, los Pamires, Yarkand o Yarkant, Kucha y Turpan hasta la frontera china de los Ming en Suzhou.
Leibniz, haciéndose eco de la percepción que prevalecía en Europa hasta la Revolución Industrial, escribió en el siglo XVII que: 

«Todo lo exquisito y admirable viene de las Indias Orientales... Gentes instruidas remarcan que en el mundo entero no hay comercio comparable al de China».

En el siglo XVIII, Adam Smith declaró que China había sido uno de los países más prósperos del mundo, pero que había permanecido estancada durante mucho tiempo y que sus salarios siempre fueron bajos y las clases bajas eran particularmente pobres:

China ha sido durante mucho tiempo uno de los países más ricos, es decir, uno de los más fértiles, mejor cultivados, con más industria y de los más poblados del mundo. Parece, sin embargo, que ha permanecido estancado durante mucho tiempo. Marco Polo, que lo visitó hace más de quinientos años, describe su agricultura, su industria y su población casi en los mismos términos que los viajeros de hoy en día. Tal vez adquirió, incluso mucho tiempo antes, todo el conjunto de riquezas que la naturaleza de sus leyes e instituciones permite conseguir.

Recorrido
Xi'an es —del lado chino— el extremo oriental de la Ruta de la Seda. El recorrido se ha considerado oficialmente "abierto" por el general chino Zhang Qian en el siglo II a. C. Los emperadores Han asediados por los bárbaros nómadas (los xiongnu) decidieron abrir al comercio y al mundo exterior la seda, entonces monopolio del Estado: realmente necesitaban aliados y caballos. En el apogeo de la dinastía Tang (618-907), la ciudad capital de Chang'an (Xi'an) albergaba dos millones de personas, diez veces más que las grandes ciudades de Constantinopla o Córdoba, y mil veces más que Aquisgrán en los tiempos de Carlomagno.39​
Los convoyes de caravanas partían de las ciudades de Xi'an, Lanzhou o Xining y emprendían camino hacia el corredor de Gansu. A continuación, contorneaban el desierto de Taklamakán, uno de los más áridos del mundo, ya fuese por el norte o por el sur. Estos dos itinerarios posibles tenían cada uno diferentes variantes y estaban salpicados por villas y ciudades y caravasares, cuyo número e importancia variaron con el tiempo. Todas las pistas progresaban a lo largo de una cadena de oasis-fortalezas situados en la periferia del desierto y al pie de las altas montañas de los Tian Shan y Kunlun:

bien por la ruta del norte: los sitios de Turpan, Urumqi, Karachahr, Koutcha, Aksu, Kashgar;
bien por la ruta del sur: los sitios de Dunhuang, Miran, Cherchen, Niya, Khotan, Yarkand.
A partir de Kashgar y Yarkand, las pistas se reunían para ir hacia Persia y la India a través de las altas montañas del Asia central (Pamires, Hindú Kush y Karakorum), para seguir después por la Sogdiana (Samarcanda, Bujará, Merv), Bactria (Balkh) y Cachemira (Srinagar). En realidad, muy pocas personas tuvieron la oportunidad de recorrer toda la ruta, entre otros Marco Polo, su padre y su tío.

Las mercancías procedentes de Oriente o de Occidente se intercambian en los oasis, convertidos en importantes puestos comerciales frecuentados no solo por comerciantes, sino también por peregrinos, soldados y espías. En su apogeo, la Ruta de la Seda conectaba —del lado oeste— el Imperio bizantino y —del lado este— una vasta región que se extendía desde los territorios de los Tres Reinos hasta los de la dinastía Yuan en la zona china.

Una enorme red de cultura
A pesar de que el barón von Richthofen bautizara, en 1870, a esta red comercial importantísima como (en alemán) Seidenstrasse, o Ruta de la Seda, es importante aclarar que la seda no era el único bien que se comerciaba a lo largo y ancho de la misma. China importaba, principalmente, oro, plata, piedras preciosas, marfil, cristal, perfumes, tintes y otros textiles provenientes de Europa y de los reinos por donde transitaba la ruta y de otros aledaños que tenían sus propias rutas comerciales que engarzaban, en algún punto, con la misma Ruta de la Seda. El Imperio del Centro (China) exportaba mayormente seda, pieles, cerámica, porcelana, especias, jade, bronce, laca y hierro.
No era común que los comerciantes atravesaran la Ruta de la Seda en todo su largo y ancho. Los mercaderes intentaban buscar el mejor precio a través de los mercados de su propio territorio o aventurándose en las fronteras de otros países, donde vendían sus mercancías, y los compradores, a su vez, extendían los bienes por su propio reino, o llevándolos a las fronteras de los más próximos en busca de mejores beneficios. Este canje, obedeciendo a leyes de mercado, hacía llegar las mercancías y bienes desde Chang'an (actual Xi'an) hasta Antioquía, en Siria, y de allí hasta Constantinopla, donde esperaban los navíos venecianos que llevarían esta inmensa cantidad de bienes y riqueza, no solo proveniente de China, sino también de todos los países asiáticos y medio-orientales.
El eje Roma-Chang'an marcaba el principio y el final de una gran cadena de intercambios, cuyos eslabones enlazaban a territorios que hoy corresponden a Turquía con Siria, a Irak con Persia, al Cáucaso con las fronteras de la India y China; y cuyos centros comerciales, en los que se realizaban las últimas y las primeras transacciones, dependiendo si se avanzaba hacia Changan o hacia el Caspio, eran las ciudades próximas al valle de Fergana (Bujará, Khiva y Samarcanda) o las situadas en el inhóspito desierto de Taklamakán, cuyos oasis eran bien conocidos por los conductores de las caravanas; especialmente los de las ciudades de Tashkurgán, Kashgar, Yarkand y Jotán en las que, por imperativos del clima, estaban obligadas a detenerse durante un período de tiempo siempre incierto hasta alcanzar el límite oeste de la verdadera China de entonces: la Puerta de Loulan.

Comerciantes en la ruta.

Kashgar (la actual Kashi, en China), punto de encuentro de las caravanas procedentes de la India, Afganistán, Tayikistán y Kirguisistán, era el otro extremo de la Ruta de la Seda en el territorio chino y, por tanto, el primer encuentro directo para las mercancías, las ideas y las religiones entre China, Occidente y el sur de Asia. La ciudad de Yarkand, visitada por Marco Polo en dos ocasiones (en 1271 y en 1275), sigue siendo uno de los enclaves comerciales más importantes de la región autónoma de Xinjiang y uno de los centros musulmanes de mayor importancia en la antigua China.
Por la Ruta de la Seda no circulaban solamente mercaderes con bienes de todos los reinos, sino también asaltadores, ladrones y pilluelos, por lo que los caminos no eran totalmente seguros. Así, lo peor que les podía pasar, era que por aquellos desfiladeros y glaciares se despeñara un camello, perdieran al animal y a su preciada carga, y además su estiércol, que utilizaban como combustible. Y aún era peor si el camello perdido transportaba comestibles. Casi en el 80 % de la Ruta no hay árboles; solo hielo, nieve y glaciares. Algunas caravanas no llegaron nunca a su destino. Unas eran asaltadas por bandas feroces de asesinos, que para hacerse con las mercancías no dudaban en matar, y otras veces, morían los caravaneros víctimas de accidentes o enfermedades. En cada localidad que paraban para descansar, debían proveerse de comida para un mes, por lo menos. No es de extrañar, que Plinio el Viejo dijese que la seda china era muy cara (“gastos inmensos”).
La Ruta de la Seda también fue una vía por la que el budismo se extendió por toda Asia. Misioneros budistas de la India llevaron las enseñanzas de Buda desde la India a Taxila, de Taxila al Tíbet, del Tíbet a Dunhuang, donde penetró en China. Los conocimientos más avanzados de la época, propios de las Universidades Budistas de Nalanda, Vikramasila, Odantapuri, Vilabhi y Ratnagiri, entre otras, circularon asimismo de un país a otro junto con los peregrinos, monjes, maestros y discípulos que viajaban en busca de conocimientos o a llevar sabiduría a los monasterios del Tíbet, de Dunghuang o al complejo de monasterios en las Grutas de Mogao, en China. Igualmente, monjes de todos los países iban de peregrinaje a la India en misiones para encontrar manuscritos y textos budistas originales para traducirlos a las lenguas vernáculas de sus propias regiones y traer conocimientos nuevos en los campos de la filosofía budista, la medicina o la astronomía.
Paralelamente a los monjes budistas, también recorrieron esta ruta hacia el siglo V los monjes y misioneros cristianos nestorianos, quienes fundaron varias misiones en el trayecto logrando un especial éxito entre los mongoles Khitan, e incluso una misión en la capital occidental de la China, la ya citada Xi'an (estela de Singanfu), y los misioneros maniqueos que convirtieron a los turcos uigures de Turfán.
Más tarde, con el apogeo del Islam bajo la Dinastía Omeya (661-750), que quería controlar las más importantes líneas comerciales a China, tomó la mitad occidental de la Ruta de la Seda, y esta se vio interrumpida, ahogando el comercio de otras naciones con precios elevados y altas tasas. Este fue el principio del fin.
El aspecto más importante del entramado comercial de esta ruta es el papel de intermediarios que ejercían los comerciantes islámicos. Éstos, conscientes de los beneficios económicos que dejaba este trasiego comercial, no permitieron la entrada de comerciantes europeos o asiáticos en la ruta, convirtiéndose en los elementos que hacían funcionar el sistema. Las caravanas procedentes de Siria y Mesopotamia cruzaban todo el continente asiático para adquirir -a bajo precio- los productos que después venderían -a precios desorbitados- a los comerciantes o intermediarios europeos. Para ello, las caravanas hacían uso de una red de albergues urbanos llamados caravasares para pernoctar, protegerse y proveerse.
Para el mundo islámico, la Ruta supuso una excelente fuente de ingresos que se convirtió en la base de su economía. Para Europa, una sangría económica irrenunciable (los productos eran insustituibles). Como respuesta a este hecho, Europa se lanzó a buscar nuevas rutas marítimas, originando la era de los descubrimientos.

Decadencia

Una nueva situación política en China (protagonizada por las dinastías Tang, Song y Yuan desde el siglo VII hasta mediados del siglo XIV) y una nueva realidad económica y cultural en Occidente hicieron posible el restablecimiento de nuevas relaciones entre las civilizaciones existentes que, junto a las mercancías, empezaron a intercambiarse también las ideas, los conocimientos artísticos, los idiomas y las religiones. Desde entonces, las Rutas de la Seda dejaron de ser caminos exclusivos de los comerciantes y de los militares, y empezaron a ser transitados cada vez con más frecuencia por intelectuales y por monjes de las principales religiones del mundo, que supieron también, como si fueran ávidos comerciantes del espíritu, intercambiarse entre ellos las enseñanzas de Buda, Confucio, Jesucristo y Mahoma.
Las civilizaciones y pueblos aumentaban así los intercambios económicos y culturales. La intensidad del comercio aumentaba incesantemente desde el siglo viii, pero también crecían en igual o mayor proporción los asaltos, los saqueos, las confiscaciones y los asesinatos masivos.
Hacia el siglo XV, con el auge de la navegación y las nuevas rutas marítimas comerciales, así como el apogeo de los Imperios árabe, mongol y turco (selyúcidas y otomanos, ambos por igual en períodos distintos de tiempo) fue languideciendo lentamente la importancia de la Ruta de la Seda como principal arteria comercial aforeuroasiática, y algunas de las más florecientes e imponentes ciudades a lo largo de su recorrido fueron perdiendo importancia e influencia.
Al igual que la idea de los bienes religiosos o culturales, por la Ruta de la Seda se podía pasar la enfermedad y la infección. Los viajeros ayudaron a agentes patógenos se propagaran en poblaciones que no hayan heredado o adquirido inmunidad a ciertas enfermedades. Por lo que una epidemia podría tener consecuencias dramáticas. El caso más famoso es el de un brote de peste en el siglo XIV, la plaga estalló en China hacia el año 1330, esta usaba como vectores a los roedores y de los roedores a las pulgas y de las mismas a los seres humanos, siendo altamente contagiosa y (ante los conocimientos médicos de esa época) altamente letal. Durante mucho tiempo, la plaga apareció sólo en la provincia sureña china de Yunnan. 
A principios del siglo XIV las tropas mongolas dispersaron las pulgas infectadas, a continuación la peste se propagó rápidamente y los barcos comerciales (principalmente venecianos) complementarios a la Ruta de la Seda que partían de Kaffe (asediada por los mongoles) en la península de Crimea transportaron en el año 1348 la peste a la Europa mediterránea y luego llegó al centro de Europa. Esta propagación rápida de la peste negra fue ayudada en particular por el comercio de pieles, que portaban pulgas.


Biblioteca Personal.

Tengo un libro en mi colección privada .- 


Itsukushima Shrine.