Etim- Del chino Shunto, camino de los dioses. El sintoismo, es la religión nacional del Japón, (神道 shintō), a veces llamado shintoísmo, es el nombre de la religión original, nativa de Japón.
Con el nombre de sintonismo se designa en castellano a la religión étnica particular y tradicional del Japón. La palabra procede del chino Shin-tao o Shintó, en japonés Kami-nagarano-michi, «el Camino de los Kami» o «el Camino divino».
Esta forma religiosa no tiene fundador, ni dogmas, ni código moral precisos; su comprensión para el occidental es difícil, porque es al mismo tiempo menos que una religión, aunque contenga elementos religiosos, y más que una religión, mejor dicho, algo distinto de una religión; en suma, una mezcla de elementos religiosos y otros varios de diversa índole. Desde millares de años el sintonismo ha venido siendo fuente y reflejo de la inspiración espiritual del Japón y del comportamiento de los japoneses; ha tenido un papel importante no solamente en lo que se refiere a las actividades religiosas, sino también en cuanto a la organización social y a la postura frente a los problemas de la vida, ya sean de tipo privado o público.
Es más una actitud sagrada que una religión, y las diversidades de pensamiento dentro del sintonismo y las indefinidas variaciones del ritual confirman este carácter.
El término Shinto se refiere también a las actividades desarrolladas por los japoneses para venerar a todas las deidades del cielo y la tierra; su origen se remonta a los comienzos del Japón. Es considerada la religión originaria de Japón, un culto popular que puede describirse como una forma sofisticada de animismo naturalista con veneración a los antepasados, profundamente identificada con la cultura japonesa.
En un principio, esta religión étnica, indígena no tenía nombre; tras la introducción del budismo en Japón (durante el siglo VI), desde Corea. Una de las denominaciones que recibió fue Butsudo, que significa "la Vía del Buda". A fin de poder diferenciar el budismo de la religión nativa, ésta pronto llegó a ser conocida por el nombre de shinto.
Este nombre, Shin-to, procede de una antigua palabra china que significa El camino de los Dioses. Los japoneses escogieron utilizar un nombre chino para su religión porque en ese tiempo (hace más de un milenio), el chino era la única lengua que tenía escritura en Japón, ya que no se había desarrollado aún la escritura de su propio idioma. La frase que significa Shinto en japonés es Kami no michi.
La primera vez que aparece la palabra shintó para designar la religión original de los japoneses es en el Nihongi o Nihonshoki (anales japoneses terminados en el 720 d. C.), en la crónica que hace del emperador Yó-mei (519-687); en su origen no se le designaba con un nombre especial.
Cuando se introdujeron y comenzaron a difundirse en el Japón el confucianismo y sobre todo el budismo (llamado buppó, «ley de Buda», o butsudó, «camino de Buda»), se llamó shinió a la religiosidad tradicional, para diferenciarla de aquéllas.
Literalmente significa «camino (tó) de los dioses (shin) », y, como buppó y butsudó, es palabra chino-japonesa tomada probablemente de la literatura china arcaica.
La primera vez que aparece la palabra shintó para designar la religión original de los japoneses es en el Nihongi o Nihonshoki (anales japoneses terminados en el 720 d. C.), en la crónica que hace del emperador Yó-mei (519-687); en su origen no se le designaba con un nombre especial.
Cuando se introdujeron y comenzaron a difundirse en el Japón el confucianismo y sobre todo el budismo (llamado buppó, «ley de Buda», o butsudó, «camino de Buda»), se llamó shinió a la religiosidad tradicional, para diferenciarla de aquéllas.
Literalmente significa «camino (tó) de los dioses (shin) », y, como buppó y butsudó, es palabra chino-japonesa tomada probablemente de la literatura china arcaica.
Introducción.
Es más una actitud sagrada que una religión, y las diversidades de pensamiento dentro del sintonismo y las indefinidas variaciones del ritual confirman este carácter.
Incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros representan objetos naturales mayores y procesos, por ejemplo, Amaterasu, la diosa del Sol.
El origen.
Las religiones originarias de varios países asiáticos conservan patrones similares, como en China, Japón y Corea con respecto a los elementos de culto a los antepasados. Esto se debe a que sus conceptos parten de que el alma o esencia también permanece ligada al cuerpo después de la muerte o puede permanecer cerca de él, y tal vez pueda volver como demonio o fantasma para hacer daño a los humanos si no se le presentan ofrendas y una cierta veneración.
Estos conceptos se ligan íntimamente con el tipo de vida originada a través del trabajo agricultor del pueblo ya que Japón fue explotado por colonos vinculados que vivieron en dependencia de las fuerzas de la naturaleza y ciclos de las estaciones, sobre los cuales se consideraba que se podía influir de modo beneficioso dominándolos mediante la magia y el rito.
Los humanos, deseosos de alcanzar la posesión de la fuerza mágica causante de rendimientos productivos con la naturaleza, idearon una serie de prácticas que se realizan por medio de chamanes y posteriormente mediante los emperadores.
Las creencia.
El shintoísmo afirma la existencia de divinidades o seres espirituales (kami) que pueden encontrarse en la naturaleza o en niveles superiores de existencia. Este término, que constituye el concepto central del culto, llegó a aplicarse a cualquier fuerza sobrenatural o dios, como los dioses de la naturaleza, hombres sobresalientes, antepasados deificados o hasta "deidades que representan ciertos ideales o simbolizan un poder abstracto" (The Encyclopedia of Religion).
Aunque el término Yaoyorozu-nokami significa literalmente "ocho millones de dioses", se utiliza para referirse a "muchos dioses", pues la cantidad de deidades de la religión sintoísta aumenta constantemente. Los japoneses, como hijos de los espírtitus o kami, tienen ante todo una naturaleza divina. Por consiguiente, de lo que se trata es de vivir en armonía con los kami (jp: (神)), y así uno podrá disfrutar de su protección y aprobación. Es importante también señalar la existencia de fantasmas japoneses y otros seres mitológicos en su panteón, denominados Tenghu o Tengu.
Existen pocos textos sagrados como el (Kojiki - Nihongi)
El Sintoísmo no posee una deidad única ni predominante, ni reglas establecidas para la oración, aunque sí cuenta con narraciones míticas que explican el origen del mundo y de la humanidad, templos y festivales religiosos a los que acuden millares de personas en fechas señaladas. Aunque el sintoísmo no se basa en dogmas o en una teología compleja, a los japoneses les ha dado un código de valores prácticos, ha moldeado sus comportamientos y determinado su forma de pensar. Existen templos donde se puede adorar a las diferentes deidades cuando se siente la necesidad de hacerlo.
El sintoísmo fue utilizado como ideología legitimizante durante la fase militar de la historia japonesa reciente, es decir como base de la divinidad y superioridad del pueblo japonés; y fue considerado la religión del Estado hasta 1945.
No hay en el sintoismo un libro sagrado propiamente dicho; existe una literatura importante sobre las enseñanzas del sintoismo., cuyo conjunto se llama Shinten, pero no tienen consideración de algo sagrado en el sentido de revelado o de sobrenatural.
Entre esos textos se puede citar el Kojíki (La narración de las cosas antiguas) fechado en el 712 d. C.; describe la historia de la tierra hasta el a. 628 según las tradiciones japonesas; existen dos traducciones inglesas realizadas por Basil Hall Chamberlain y por Shunji Inoue.
Otro texto venerado es el Nihongi (Crónicas o anales del Japón), fechado en el a. 720 d. C., escrito en chino y dos veces más voluminoso que el Kojiki; existe una traducción inglesa de W. George Aston. Hay otros textos de leyes, de comentarios, de- leyendas, de historias, de literatura, de oráculos y de enseñanzas.
Se pueden citar como muy interesantes los Norito, que son las palabras mágicas, las salmodias sagradas y oraciones a los dioses del sintoismo; estas fórmulas rituales son todavía en gran parte secretas y parecen muy antiguas; ciertos autores las fechan en el siglo I a. C.; están contenidas en una sección del Engishiki, compilación de las reglas del siglo X d. C.
En su conjunto, el sintoismo es la expresión, decantada a través de siglos, de una religiosidad natural, con las lógicas evoluciones y añadiduras en su formulación, ritos, etc. En lo esencial, el s. es un ejemplo de las llamadas «religiones primitivas», propias de los pueblos culturales de la más remota antigüedad y de los pueblos primitivos hoy existentes, con la peculiaridad de que ha permanecido, incluso con carácter oficial y legal, en un pueblo moderno como el japonés; y ello es una muestra del valor tanto del sintoismo como del pueblo japonés. En la historia y ciencia de las religiones, por «religión primitiva» se entiende una religión que contiene o conserva con más o menos pureza los elementos permanentes de la religiosidad natural humana, no deformada o poco deformada por elementos mitológicos, mágicos u otras aberraciones morales o rituales.
En lo esencial del sintoismo se encuentra una cierta tendencia monoteísta, al menos en su origen, como parece desprenderse de la consideración del Dios supremo Ame-no-minaka-nushi, y también en tiempos modernos, en los que han ido perdiendo importancia dioses animales y de la naturaleza y haciéndose más claro el monoteísmo, con cierta influencia cristiana, todavía pequeña; hay un cierto conocimiento de la creación, y de la inmortalidad del alma, con un culto o veneración por los antepasados; el culto divino esencialmente consta de oraciones, ofrendas y purificaciones por los pecados; la moral se basa en gran medida en llevar una vida conforme con la voluntad divina; etc. Todo ello, como es lógico, muy ligado con la vida familiar y social. Poco a poco aparecieron también deformaciones politeístas, mitologías, algunas prácticas mágicas, adivinatorias y supersticiosas, etc., con arraigo variable.
Los Kami:
Los dioses, seres y poderes superiores. Para comprender el sintoismo es esencial el estudio del concepto del Kami, o shinmei, que está en su base. Kami tiene un significado polivalente: se traduce por dioses, pero tiene también el significado de algo superior, de potencia sobrehumana, de una entidad sagrada.
El Kami es invisible en nuestra conciencia normal, pero ejerce su influencia sobre nuestro universo y se le debe ofrecer culto. Reside en objetos naturales o en otros hechos por la mano del hombre: montaña, árbol, animal, roca, relámpago, espada, espejo; ese objeto es como soporte material del Kami, potencia invisible, oculta, sagrada que reside en él.
El número de los Kami es infinito; todo lo que tiene un carácter extraño, eminente, peligroso o mágico es Kami: los emperadores; los hombres potentes, ilustres, los genios humanos excepcionales, los grandes guerreros, todos llegan a ser Kami después de su muerte.
En el sintoismo hay una división clásica entre los Kami celestes, Ama-tsu-kami, y los Kami terrestres, Kuni-tsu-kami; las interpretaciones actuales afirman que los Kami terrestres conservan la tierra en su estado actual y la protegen contra las influencias hostiles, y los Kami celestes traen a la tierra las influencias divinas. Por otra parte, en el culto, el concepto de Kami es a veces impreciso; el mismo Kami tiene nombres distintos y, al contrario, un solo nombre puede designar a varios Kami adorados colectivamente; un Kami puede ser uno o varios, de acuerdo con los templos. Se han intentado varias clasificaciones de los Kami del s.; una les divide en cuatro clases: los Kami de la tierra, los dioses, los hombres ilustres y los Kami del universo.
Existen Kami malvados, inferiores, demoniacos, los ashiki-Kami, espíritus de apariencia terrorífica, con cuerpo semi-humano y grandes poderes; se les llama Oni. Según algunos escritores japoneses, los Kami simbolizan e individualizan las fuerzas vitales que animan el universo; son, a la vez, las fuentes de la vida humana y las de la vida de toda la naturaleza, de todo el cosmos.
En este polivalente uso de la palabra kami quizá haya, en parte, imprecisión o falta de vocabulario. Según el Kokiji, la jerarquía de los Kami, dioses y seres superiores, es la siguiente, de acuerdo con el orden de creación del universo: en primer lugar está el Kami dueño del centro del cielo, Ame-no-minaka-nushino-kami; después, la dualidad primordial de la creación que recuerda al yin y al yang del taoísmo chino, los Kami que representan los aspectos masculino y femenino del cosmos. Viene después la pareja de los Kami creadores de la tierra y de todo lo que contiene, así como de los otros Kami: el dios Izanagi-no-mikoto y la diosa Izanamino-mikoto.
Entre sus numerosos hijos podemos citar a los Kami del viento, del mar, de las montañas y del fuego, cuyo nacimiento provocó la muerte de su madre, Izanami. De su cadáver nació el Kami del agua. Izanagi intentó reunirse con su mujer en los infiernos, pero no lo logró, y, estando impuro por este viaje, tuvo que purificarse legalmente.
De las lustraciones nacieron muchos Kami, entre los cuales hay dos muy especializados que tienen un papel importante en el culto del sintoismo.: Amaterasu-ó-mikami, la diosa del sol que ocupa ahora el primer puesto en el panteón del sintoismo., y su hermano Susano-wo-no-mikoto; la lucha entre ellos va a ocupar gran parte de la mitología del sintoísmo.
El Dios supremo, Ame-no-minaka-nushi, sin embargo, no tiene padre, madre, mujer o hijos, no está antropomorfizado, no tiene mitología, ni tiene culto ritual organizado. Susano-wo fue encargado por su padre de gobernar la tierra, mientras que su hermana dirigía el cielo; Susanowo buscó a su hermana, de quien estaba enamorado, con tanto empeño, que Amaterasu tuvo que esconderse en una caverna, de donde los otros Kami tuvieron muchas dificultades para sacarla.
Vuelto a la tierra, Susano-wo tuvo muchos hijos, muchos Kami, algunos de los cuales tienen numerosos santuarios: p. ej., Kami de la agricultura, de la alimentación. Por fin, y después de la pacificación de la tierra, los Kami celestes pudieron bajar y tomar posesión de ella. A su cabeza estuvo el príncipe Ninigi, nieto de Amaterasu, la diosa del sol; entre las dos esposas del príncipe se contaba Kono-hana-saku-ya-hime, que llegó a ser la diosa del monte Fujiyama, la montaña más sagrada del Japón.
Uno de sus hijos se casó con una hija del Kami del mar; la hermana de esa hija, Tama-yorihime, tuvo un hijo, Jimmu-tennó, que fue el primer emperador terrestre del Japón. Empieza entonces la larga lista de los Kami «históricos», emperadores, hombres ilustres, de grandes virtudes y devoción a la patria; son también Kami las familias importantes y las personas de valor extraordinario que merecen este homenaje popular. Los grandes soldados muertos por la defensa del Japón son Kami; el templo sinto (o mejor dicho, shintó) de Yasukuni-jinja de Tokio recuerda la memoria de todos los japoneses muertos durante las guerras. Los Kami no son ni omnipotentes ni omniscientes; cada uno dispone de ciertos poderes, shintoku, una cierta especialización en los poderes sobrehumanos.
Los libros sagrados.
Entre esos textos se puede citar el Kojíki (La narración de las cosas antiguas) fechado en el 712 d. C.; describe la historia de la tierra hasta el a. 628 según las tradiciones japonesas; existen dos traducciones inglesas realizadas por Basil Hall Chamberlain y por Shunji Inoue.
Otro texto venerado es el Nihongi (Crónicas o anales del Japón), fechado en el a. 720 d. C., escrito en chino y dos veces más voluminoso que el Kojiki; existe una traducción inglesa de W. George Aston. Hay otros textos de leyes, de comentarios, de- leyendas, de historias, de literatura, de oráculos y de enseñanzas.
Se pueden citar como muy interesantes los Norito, que son las palabras mágicas, las salmodias sagradas y oraciones a los dioses del sintoismo; estas fórmulas rituales son todavía en gran parte secretas y parecen muy antiguas; ciertos autores las fechan en el siglo I a. C.; están contenidas en una sección del Engishiki, compilación de las reglas del siglo X d. C.
En su conjunto, el sintoismo es la expresión, decantada a través de siglos, de una religiosidad natural, con las lógicas evoluciones y añadiduras en su formulación, ritos, etc. En lo esencial, el s. es un ejemplo de las llamadas «religiones primitivas», propias de los pueblos culturales de la más remota antigüedad y de los pueblos primitivos hoy existentes, con la peculiaridad de que ha permanecido, incluso con carácter oficial y legal, en un pueblo moderno como el japonés; y ello es una muestra del valor tanto del sintoismo como del pueblo japonés. En la historia y ciencia de las religiones, por «religión primitiva» se entiende una religión que contiene o conserva con más o menos pureza los elementos permanentes de la religiosidad natural humana, no deformada o poco deformada por elementos mitológicos, mágicos u otras aberraciones morales o rituales.
En lo esencial del sintoismo se encuentra una cierta tendencia monoteísta, al menos en su origen, como parece desprenderse de la consideración del Dios supremo Ame-no-minaka-nushi, y también en tiempos modernos, en los que han ido perdiendo importancia dioses animales y de la naturaleza y haciéndose más claro el monoteísmo, con cierta influencia cristiana, todavía pequeña; hay un cierto conocimiento de la creación, y de la inmortalidad del alma, con un culto o veneración por los antepasados; el culto divino esencialmente consta de oraciones, ofrendas y purificaciones por los pecados; la moral se basa en gran medida en llevar una vida conforme con la voluntad divina; etc. Todo ello, como es lógico, muy ligado con la vida familiar y social. Poco a poco aparecieron también deformaciones politeístas, mitologías, algunas prácticas mágicas, adivinatorias y supersticiosas, etc., con arraigo variable.
Los Kami:
Los dioses, seres y poderes superiores. Para comprender el sintoismo es esencial el estudio del concepto del Kami, o shinmei, que está en su base. Kami tiene un significado polivalente: se traduce por dioses, pero tiene también el significado de algo superior, de potencia sobrehumana, de una entidad sagrada.
El Kami es invisible en nuestra conciencia normal, pero ejerce su influencia sobre nuestro universo y se le debe ofrecer culto. Reside en objetos naturales o en otros hechos por la mano del hombre: montaña, árbol, animal, roca, relámpago, espada, espejo; ese objeto es como soporte material del Kami, potencia invisible, oculta, sagrada que reside en él.
El número de los Kami es infinito; todo lo que tiene un carácter extraño, eminente, peligroso o mágico es Kami: los emperadores; los hombres potentes, ilustres, los genios humanos excepcionales, los grandes guerreros, todos llegan a ser Kami después de su muerte.
En el sintoismo hay una división clásica entre los Kami celestes, Ama-tsu-kami, y los Kami terrestres, Kuni-tsu-kami; las interpretaciones actuales afirman que los Kami terrestres conservan la tierra en su estado actual y la protegen contra las influencias hostiles, y los Kami celestes traen a la tierra las influencias divinas. Por otra parte, en el culto, el concepto de Kami es a veces impreciso; el mismo Kami tiene nombres distintos y, al contrario, un solo nombre puede designar a varios Kami adorados colectivamente; un Kami puede ser uno o varios, de acuerdo con los templos. Se han intentado varias clasificaciones de los Kami del s.; una les divide en cuatro clases: los Kami de la tierra, los dioses, los hombres ilustres y los Kami del universo.
Existen Kami malvados, inferiores, demoniacos, los ashiki-Kami, espíritus de apariencia terrorífica, con cuerpo semi-humano y grandes poderes; se les llama Oni. Según algunos escritores japoneses, los Kami simbolizan e individualizan las fuerzas vitales que animan el universo; son, a la vez, las fuentes de la vida humana y las de la vida de toda la naturaleza, de todo el cosmos.
En este polivalente uso de la palabra kami quizá haya, en parte, imprecisión o falta de vocabulario. Según el Kokiji, la jerarquía de los Kami, dioses y seres superiores, es la siguiente, de acuerdo con el orden de creación del universo: en primer lugar está el Kami dueño del centro del cielo, Ame-no-minaka-nushino-kami; después, la dualidad primordial de la creación que recuerda al yin y al yang del taoísmo chino, los Kami que representan los aspectos masculino y femenino del cosmos. Viene después la pareja de los Kami creadores de la tierra y de todo lo que contiene, así como de los otros Kami: el dios Izanagi-no-mikoto y la diosa Izanamino-mikoto.
Entre sus numerosos hijos podemos citar a los Kami del viento, del mar, de las montañas y del fuego, cuyo nacimiento provocó la muerte de su madre, Izanami. De su cadáver nació el Kami del agua. Izanagi intentó reunirse con su mujer en los infiernos, pero no lo logró, y, estando impuro por este viaje, tuvo que purificarse legalmente.
De las lustraciones nacieron muchos Kami, entre los cuales hay dos muy especializados que tienen un papel importante en el culto del sintoismo.: Amaterasu-ó-mikami, la diosa del sol que ocupa ahora el primer puesto en el panteón del sintoismo., y su hermano Susano-wo-no-mikoto; la lucha entre ellos va a ocupar gran parte de la mitología del sintoísmo.
El Dios supremo, Ame-no-minaka-nushi, sin embargo, no tiene padre, madre, mujer o hijos, no está antropomorfizado, no tiene mitología, ni tiene culto ritual organizado. Susano-wo fue encargado por su padre de gobernar la tierra, mientras que su hermana dirigía el cielo; Susanowo buscó a su hermana, de quien estaba enamorado, con tanto empeño, que Amaterasu tuvo que esconderse en una caverna, de donde los otros Kami tuvieron muchas dificultades para sacarla.
Vuelto a la tierra, Susano-wo tuvo muchos hijos, muchos Kami, algunos de los cuales tienen numerosos santuarios: p. ej., Kami de la agricultura, de la alimentación. Por fin, y después de la pacificación de la tierra, los Kami celestes pudieron bajar y tomar posesión de ella. A su cabeza estuvo el príncipe Ninigi, nieto de Amaterasu, la diosa del sol; entre las dos esposas del príncipe se contaba Kono-hana-saku-ya-hime, que llegó a ser la diosa del monte Fujiyama, la montaña más sagrada del Japón.
Uno de sus hijos se casó con una hija del Kami del mar; la hermana de esa hija, Tama-yorihime, tuvo un hijo, Jimmu-tennó, que fue el primer emperador terrestre del Japón. Empieza entonces la larga lista de los Kami «históricos», emperadores, hombres ilustres, de grandes virtudes y devoción a la patria; son también Kami las familias importantes y las personas de valor extraordinario que merecen este homenaje popular. Los grandes soldados muertos por la defensa del Japón son Kami; el templo sinto (o mejor dicho, shintó) de Yasukuni-jinja de Tokio recuerda la memoria de todos los japoneses muertos durante las guerras. Los Kami no son ni omnipotentes ni omniscientes; cada uno dispone de ciertos poderes, shintoku, una cierta especialización en los poderes sobrehumanos.
a). Antropología.
La naturaleza del hombre es a la vez divina y humana; el hombre es un hito, un lugar donde reside el espíritu; vive gracias a la protección y a la bendición de los dioses, los Kami. En él hay algo que sobrevive a la muerte del cuerpo y que es eterno; es el lama o mitama, la parte esencial del hombre; en las guerras, en las relaciones humanas, el lama tiene un papel tan importante como el cuerpo; ello se manifiesta en el aspecto extraño y misterioso que a veces tienen algunos elementos de las luchas japoneses: el judo y el sumó. Todas las entidades animales, vegetales y minerales tienen su propio tama; por eso, un árbol o una roca pueden considerarse como Kami y venerarse en consecuencia.
Dentro del lama del hombre hay cuatro funciones: aramitama, poder destructor de lo que es malo, y elemento constructor, divino, que representa una tendencia de fuerza, de lucha; nigi-mitama que es, al contrario, apacible, dulce, la paz armoniosa, la esencia de las cosas; salo-mitama es lo que le hace a uno feliz, lo que da el amor puro, lo que confiere las bendiciones; kushi-mitama es lo mágico en el hombre, su poder de descubrimiento, de transformación. Estas partes o funciones del lama llegan a ser, a veces, Kami, porque tienen un poder especial.
b). Escatología.
¿Qué pasa después de la muerte del hombre en el sintoísmo?
Para el s. no hay fin del mundo, sino una evolución progresiva y sin fin. No hay en él una palabra para la muerte; en lugar de morirse, el hombre se retira (mi-makaru) o va al cielo al final de su vida. El lugar de residencia de los Kami es Takama-no-hara, la alta llanura del Cielo; es el mundo invisible (kakuri-yo), es el mundo de la paz. Yomi es el lugar al que se va después de la muerte. Cuando llega ésta, la parte inferior, anímica, del alma humana (kuni-mitama) vuelve a la tierra de donde viene; la otra (wake-mitama) va al reino de los muertos, donde se transforma en Kami. Todos los antepasados son Kami y hay que venerarles como tal. En ciertos medios místicos japoneses del sintoismo, se cree que allí el alma se purifica, desarrolla sus posibilidades y trabaja para la mejoría del mundo.
c). Moral.
J. Herbert afirma que una característica muy particular del sintoismo es que no ofrece ningún código moral reconocido, argumento que se ha esgrimido para afirmar que el s. no tiene carácter de religión, pero no son exactas ni la una ni la otra apreciación.
Es cierto que cuando el budismo penetró en el Japón, llevó su código ético, muy minucioso, y se impuso así fácilmente en el país. Pero, como es lógico, no falta la moral en el sintoismo, aunque esté menos minuciosamente codificada que en el budismo. Según el sintoismo , los hombres son los descendientes de los Kami, de los dioses; tienen que conformarse naturalmente con el modo de vivir legado por estos divinos antepasados. Tienen el conocimiento innato, intuitivo, de lo que deben hacer y de aquello de lo que deben abstenerse; los autores del sintoismo citados por J. Herbert escriben que los juicios sobre el bien y el mal varían según los hombres y, en el sintoismo, se insiste más sobre una actitud dinámica de la vida que lleva a la gente a comportarse moralmente bien.
Además, son numerosas y rigurosas las prescripciones rituales del culto y de las actitudes obligatorias que tiene todo japonés, y forman, dehecho, un código sagrado-ético-social valedero; la vía (michi) de los dioses es recta y justa y el japonés no debe apartarse de ella.
Hay también virtudes fundamentales en el sintoismo, que son la pureza interior del corazón, estado natural del hombre; la sinceridad (makoto), que es una toma de conciencia de lo divino, una actitud de vivir tan limpia como la superficie de un espejo sagrado, símbolo material muy utilizado en los templos, donde sirve de soporte para los Kami; la paz interior (wa)"; el gozo del corazón (seimei) ; la gratitud para con los Kami, la familia, la sociedad, la patria (kansha) ; la sumisión a la patria divina (kenshin) ; la piedad filial (kókó) para con el emperador y los antepasados."
Lo esencial de la enseñanza del sintoismo, según la tradición, consiste en las tres virtudes de la honestidad, la benevolencia y la pureza; estas tres palabras se encontraban grabadas en las armas de los samurai.
Existe además en el sintoismo un agudo sentido de pureza ritual que se conserva todavía; las principales causas de manchas rituales (¡mi) son el alumbramiento, la menstruación y la muerte; eso explica por qué en el s. la mujer está excluida de algunas ceremonias. Los Kami se irritan cuando se infringe la moral o la pureza ritual, y pueden entonces castigar a los hombres. Éstos tienen que purificarse interiormente por ejercicios de meditación, oraciones (misogi) y corporalmente por baños de agua fría, utilización de la sal (shio), baños de mar y ejercicios de respiración rítmica que practican ciertas sectas místicas japonesas con influencias budistas.
El norito de la gran ceremonia purificatoria ofrece un resumen de las ideas morales de los japoneses de la antigüedad, y también una lista de pecados (entre ellos: muchos contra la agricultura, p. ej., romper los diques o rellenar las zanjas de inundación de los campos de arroz; tratar cruelmente a animales domésticos, el incesto, la bestialidad, etc.).
La ceremonia consiste en lustraciones, sacrificios y purificaciones; se hace dos veces al año y el Mikato, en virtud de la autoridad que le confiere la diosa solar, declara al final de la ceremonia, que la corte y el pueblo ha quedado purificado de su impurezas y que sus pecados.
Las fiestas de los templos sintoístas.
El sintoismo es una religión alegre y optimista, y sus fiestas populares llevan el sello de aquella jovialidad sencilla e infantil que es un rasgo innato del carácter japones. Cada templo tiene su fiesta anual: el acto más solemne es la procesión a lo largo de las calles, llevando la litera del dios protector. Una de las más grandes fiestas del año en Tokio es la dios Okuminishi. Este kami, que es adornado en Izumo, era en tiempo del shogun Tokogawa el dios protector de Yedo; tenia su templo contiguo al castillo imperial, y su procesión solemne.
Los shogunes han desaparecidos; Yedo ha sido cambiada a Tokio, y el templo ha sido declarado templo sintoísta del Estado; pero Okuminishi tiene aún su procesión. Un representante del emperador asiste a la fiesta para ofrecer al dios de la tierra el homenaje de la casa reinante.
El culto a los muertos en el sintoismo.
En este punto el Sinto tiene ritos particulares que en nada se parece a los demás pueblos, sin que esto quiera decir no se practiquen también otros análogos a los de otras civilizaciones. El centro del culto de los difuntos, en el santuario de la familia , es el Mitamaya (casa augusta de las almas); es un cofrecillo de madera blanca, previsto de una doble abertura; en el interior hay la tableta de los antepasados, llamada Tamashiro (marcas de las almas), sobre la cual se inscribe el nombre del difunto precedido de la palabra mikoto, que significa "personaje ilustre", con su edad y la fecha de la muerte.
Al morir un miembro de la familia, se celebra la llamada liturgia del alma, cuya primera parte tiene lugar frente al ataúd, el cual es una caja de madera blanca ordinariamente de kinoki o de pinsapo, y ella depositan el cadáver junto con varios objetos de uso, especialmente espejo, abanico, y sable. Luego se pone delante de él una pequeña copa de ofrenda muy sencillas: agua, sal y gramos de arroz con su cascara.
Hecho esto se fija el día para la ceremonia del mitama-utsushi o conducción del alma al tamashiro.
A ella se invita a los sacerdotes sintoistas. El que preside hace, ante todo, una breve oración ante el féretro, luego delante de la "casa de almas", cuyas dos puertas han sido abiertas previamente para invitar al espíritu del difunto a entrar en su morada.
Por efecto de esta oración el alma comunica misteriosamente a la tableta de los antepasados una parte de su presencia. la "casa de las almas" viene a ser para la familia el altar de los antepasados cada casa tiene el suyo, y delante del mismo se presentan diariamente las ofrendas, creyendo que el espíritu del difunto ha pasado a ser kami y, por lo mismo, tiene derecho a los homenajes que se rinden a un ser divino. La "casa de las almas" es un templo en miniatura; Mitama o espíritu del difunto se une allí en la tableta de los antepasados, del mismo modo que el Mitama o el espíritu del kami, se une al shintai en el templo sintoísta.
Esta unidad del culto de los muertos y del de los kamis tiene su expresión típica en el santuario del palacio imperial de Tokio, el kashikodokoro; es una gran sala decorada con maderas de kinoki, blanca como la leche, sencilla, sin ornatos de ninguna clase, una Miya autentica. En el fondo hay cofrecillos o mitamayas, augustas moradas de los espíritus; El del centro es mayor y esta dedicado a la diosa solar, la abuela imperial, su espíritu reside allí en el espejo. De los otros dos cofres, uno esta dedicado a los demás dioses del panteón Kami y el otro a los antepasados del emperador, cuyos nombres, desde Jimmu Temno, se inscriben en las tabletas. Estos tres mitanayas son objetos de un culto único y divino. Allí va la corte en las grandes fiestas nacionales a rendir su homenaje a los dioses y los espíritus.
La serie de estas fiestas se inauguran siempre con la gran liturgia imperial del día primero del año. Desde el momento en que la corte se ha reunido en sala, resulta la música y se habren las dos puertas de los cofrecitos.
Hácese delante de ellos acatamientos con ramas de sakaki adornadas con gohei (tirillas de papel recordado de zigzag). Luego se recita una oración solemne en la antigua lengua litúrgica del Norito, dirigida al conjunto de los dioses y los espíritus, cuya presencia llena las cajitas. Pero las grandes fiestas, es el mikato en persona el que recita las paces, revestidos de ordenamientos antiguos; en otras ocasiones menos solemne, delega este cargo en cualquier dignatario de la corte.
A las paces siguen las ofrendas de arroz y de vino de arroz, pescado y frutas, y para terminar, según la antigua costumbre, una pieza de seda.
De este modo en el corazón mismo del Imperio, este santuario sigue siendo el interprete autentico del sintoismo, primitivo y atestigua brillantemente que el Japón moderno, al elevarse hasta el mas alto grado de civilización material, guarda fielmente las tradiciones que sus primitivos conquistadores llevaron allá, desde su lejana patria malasia o mongólica.
El sintoismo ha penetrado la vida japonesa y ha impregnado su estética, sus modales, su visión de la vida, su comportamiento pasado y presente.
Las manifestaciones artísticas forman parte de toda ceremonia del sintoismo: arreglo de las flores, representaciones teatrales, cantos y poesías. La influencia del sintoismo sobre el budismo en el Japón ha sido profunda y duradera.
La creencia en la multitud de almas, de fuerzas divinas, Kami, que pueblan el universo, ha dado al japonés un sentido muy agudo de la comunión de todos los seres que se refleja en su estética. Desde el siglo v d. C., el taoísmo, el confucianismo y sobre todo el budismo han dejado huellas en el sintoismo, pero sin que llegaran a fundirse con él.
Lo esencial de la enseñanza del sintoismo, según la tradición, consiste en las tres virtudes de la honestidad, la benevolencia y la pureza; estas tres palabras se encontraban grabadas en las armas de los samurai.
Existe además en el sintoismo un agudo sentido de pureza ritual que se conserva todavía; las principales causas de manchas rituales (¡mi) son el alumbramiento, la menstruación y la muerte; eso explica por qué en el s. la mujer está excluida de algunas ceremonias. Los Kami se irritan cuando se infringe la moral o la pureza ritual, y pueden entonces castigar a los hombres. Éstos tienen que purificarse interiormente por ejercicios de meditación, oraciones (misogi) y corporalmente por baños de agua fría, utilización de la sal (shio), baños de mar y ejercicios de respiración rítmica que practican ciertas sectas místicas japonesas con influencias budistas.
El norito de la gran ceremonia purificatoria ofrece un resumen de las ideas morales de los japoneses de la antigüedad, y también una lista de pecados (entre ellos: muchos contra la agricultura, p. ej., romper los diques o rellenar las zanjas de inundación de los campos de arroz; tratar cruelmente a animales domésticos, el incesto, la bestialidad, etc.).
El culto de los templos sintoistas.
El sacerdote supremo de la nación ha sido, ya desde la más remota antigüedad, el mikato mismo, como descendiente de la diosa solar; pero ya muy pronto se hizo reemplazar por un alto funcionario, que trasmite el cargo a sus descendientes. el circulo de antigüedad familiar sacerdotales privilegiados (los Nakotomi y los Imbi) se fue ensanchando hasta construir una clase en la que el sacerdote era hereditario.
El nombre antiguo de estos sacerdotes era kannusi (Poseedores de dios). los kannusi son, ante todo, llamados para presidir determinados ritos que forman más bien parte de la vida de familia. Llámaseles para la colación de la primera piedra o para la consagración de una casa nueva; Practican el exorcismo, que consiste en lanzar el espíritu de la zorra; preguntan a la divinidad por medio de las suertes, etc. A estas ceremonias se añaden las funciones que ejecuta el sacerdote sintoísta en el interior de templo y que se puede reducir a dos grupos: el primero comprende las paces públicas, los sacrificios, las purificaciones, y el segundo, los ritos de las grandes fiestas del año.
De todas las funciones de los kannusi la más importante es la celebración litúrgica del sacrificio.
Estos sacrificios se celebran hoy en los templos del Sinto nacional, emplazando por el santuario de Ise. En este ultimo templo se ofrecen cada día a la diosa solar, dos veces en a mañana y dos por la tarde, 4 copas de agua, otros tanto de sal, 16 copas de arroz y luego frutas, pescado, pájaros y legumbres.
El sacerdote supremo de la nación ha sido, ya desde la más remota antigüedad, el mikato mismo, como descendiente de la diosa solar; pero ya muy pronto se hizo reemplazar por un alto funcionario, que trasmite el cargo a sus descendientes. el circulo de antigüedad familiar sacerdotales privilegiados (los Nakotomi y los Imbi) se fue ensanchando hasta construir una clase en la que el sacerdote era hereditario.
El nombre antiguo de estos sacerdotes era kannusi (Poseedores de dios). los kannusi son, ante todo, llamados para presidir determinados ritos que forman más bien parte de la vida de familia. Llámaseles para la colación de la primera piedra o para la consagración de una casa nueva; Practican el exorcismo, que consiste en lanzar el espíritu de la zorra; preguntan a la divinidad por medio de las suertes, etc. A estas ceremonias se añaden las funciones que ejecuta el sacerdote sintoísta en el interior de templo y que se puede reducir a dos grupos: el primero comprende las paces públicas, los sacrificios, las purificaciones, y el segundo, los ritos de las grandes fiestas del año.
De todas las funciones de los kannusi la más importante es la celebración litúrgica del sacrificio.
Estos sacrificios se celebran hoy en los templos del Sinto nacional, emplazando por el santuario de Ise. En este ultimo templo se ofrecen cada día a la diosa solar, dos veces en a mañana y dos por la tarde, 4 copas de agua, otros tanto de sal, 16 copas de arroz y luego frutas, pescado, pájaros y legumbres.
Al sacrificio se añaden luego purificaciones; el oharai es la gran purificación y va acompañada de ofrendas, siendo una ceremonia expiatoria de todo el pueblo, "por el crimen de haber impedido el cultivo de arroz, de haber cometido algún homicidio, profanado algún cadáver" etc.
La ceremonia consiste en lustraciones, sacrificios y purificaciones; se hace dos veces al año y el Mikato, en virtud de la autoridad que le confiere la diosa solar, declara al final de la ceremonia, que la corte y el pueblo ha quedado purificado de su impurezas y que sus pecados.
Las fiestas de los templos sintoístas.
El sintoismo es una religión alegre y optimista, y sus fiestas populares llevan el sello de aquella jovialidad sencilla e infantil que es un rasgo innato del carácter japones. Cada templo tiene su fiesta anual: el acto más solemne es la procesión a lo largo de las calles, llevando la litera del dios protector. Una de las más grandes fiestas del año en Tokio es la dios Okuminishi. Este kami, que es adornado en Izumo, era en tiempo del shogun Tokogawa el dios protector de Yedo; tenia su templo contiguo al castillo imperial, y su procesión solemne.
Los shogunes han desaparecidos; Yedo ha sido cambiada a Tokio, y el templo ha sido declarado templo sintoísta del Estado; pero Okuminishi tiene aún su procesión. Un representante del emperador asiste a la fiesta para ofrecer al dios de la tierra el homenaje de la casa reinante.
El culto a los muertos en el sintoismo.
En este punto el Sinto tiene ritos particulares que en nada se parece a los demás pueblos, sin que esto quiera decir no se practiquen también otros análogos a los de otras civilizaciones. El centro del culto de los difuntos, en el santuario de la familia , es el Mitamaya (casa augusta de las almas); es un cofrecillo de madera blanca, previsto de una doble abertura; en el interior hay la tableta de los antepasados, llamada Tamashiro (marcas de las almas), sobre la cual se inscribe el nombre del difunto precedido de la palabra mikoto, que significa "personaje ilustre", con su edad y la fecha de la muerte.
Al morir un miembro de la familia, se celebra la llamada liturgia del alma, cuya primera parte tiene lugar frente al ataúd, el cual es una caja de madera blanca ordinariamente de kinoki o de pinsapo, y ella depositan el cadáver junto con varios objetos de uso, especialmente espejo, abanico, y sable. Luego se pone delante de él una pequeña copa de ofrenda muy sencillas: agua, sal y gramos de arroz con su cascara.
Hecho esto se fija el día para la ceremonia del mitama-utsushi o conducción del alma al tamashiro.
A ella se invita a los sacerdotes sintoistas. El que preside hace, ante todo, una breve oración ante el féretro, luego delante de la "casa de almas", cuyas dos puertas han sido abiertas previamente para invitar al espíritu del difunto a entrar en su morada.
Por efecto de esta oración el alma comunica misteriosamente a la tableta de los antepasados una parte de su presencia. la "casa de las almas" viene a ser para la familia el altar de los antepasados cada casa tiene el suyo, y delante del mismo se presentan diariamente las ofrendas, creyendo que el espíritu del difunto ha pasado a ser kami y, por lo mismo, tiene derecho a los homenajes que se rinden a un ser divino. La "casa de las almas" es un templo en miniatura; Mitama o espíritu del difunto se une allí en la tableta de los antepasados, del mismo modo que el Mitama o el espíritu del kami, se une al shintai en el templo sintoísta.
Esta unidad del culto de los muertos y del de los kamis tiene su expresión típica en el santuario del palacio imperial de Tokio, el kashikodokoro; es una gran sala decorada con maderas de kinoki, blanca como la leche, sencilla, sin ornatos de ninguna clase, una Miya autentica. En el fondo hay cofrecillos o mitamayas, augustas moradas de los espíritus; El del centro es mayor y esta dedicado a la diosa solar, la abuela imperial, su espíritu reside allí en el espejo. De los otros dos cofres, uno esta dedicado a los demás dioses del panteón Kami y el otro a los antepasados del emperador, cuyos nombres, desde Jimmu Temno, se inscriben en las tabletas. Estos tres mitanayas son objetos de un culto único y divino. Allí va la corte en las grandes fiestas nacionales a rendir su homenaje a los dioses y los espíritus.
La serie de estas fiestas se inauguran siempre con la gran liturgia imperial del día primero del año. Desde el momento en que la corte se ha reunido en sala, resulta la música y se habren las dos puertas de los cofrecitos.
Hácese delante de ellos acatamientos con ramas de sakaki adornadas con gohei (tirillas de papel recordado de zigzag). Luego se recita una oración solemne en la antigua lengua litúrgica del Norito, dirigida al conjunto de los dioses y los espíritus, cuya presencia llena las cajitas. Pero las grandes fiestas, es el mikato en persona el que recita las paces, revestidos de ordenamientos antiguos; en otras ocasiones menos solemne, delega este cargo en cualquier dignatario de la corte.
A las paces siguen las ofrendas de arroz y de vino de arroz, pescado y frutas, y para terminar, según la antigua costumbre, una pieza de seda.
De este modo en el corazón mismo del Imperio, este santuario sigue siendo el interprete autentico del sintoismo, primitivo y atestigua brillantemente que el Japón moderno, al elevarse hasta el mas alto grado de civilización material, guarda fielmente las tradiciones que sus primitivos conquistadores llevaron allá, desde su lejana patria malasia o mongólica.
El shintó moderno.
En el Japón, el sintoismo se presenta bajo cuatro aspectos: el Jinja-shintó es el sintoismo de todos los japoneses, el de los templos y del culto que acabamos de describir; el Kóshitu-shintó es el sintoismo celebrado en la casa del emperador; el Kyóha-shintó es el sintoismo de movimientos religiosos creados por ciertos individuos después de una experiencia personal, social o mística; a veces, en estas sectas sintoístas hay huellas de confucianismo v de budismo; y, por fin, el Minkan-shintó o sintoismo del pueblo, que no tiene organización y estructura dogmática, admitido por el Jinja-shintó, pero no muy grato al shintó oficial.El sintoismo ha penetrado la vida japonesa y ha impregnado su estética, sus modales, su visión de la vida, su comportamiento pasado y presente.
Las manifestaciones artísticas forman parte de toda ceremonia del sintoismo: arreglo de las flores, representaciones teatrales, cantos y poesías. La influencia del sintoismo sobre el budismo en el Japón ha sido profunda y duradera.
Naturaleza actual.
El sintonismo representa la actitud religiosa profunda del pueblo; con ella ha nacido la cultura japonesa primitiva y con ella ha seguido hasta ahora; eso explica los aspectos primitivos, en el sentido de religiosidad natural, de sus creencias y de su ritual junto a valores estéticos y éticas elevadas.La creencia en la multitud de almas, de fuerzas divinas, Kami, que pueblan el universo, ha dado al japonés un sentido muy agudo de la comunión de todos los seres que se refleja en su estética. Desde el siglo v d. C., el taoísmo, el confucianismo y sobre todo el budismo han dejado huellas en el sintoismo, pero sin que llegaran a fundirse con él.
«Pero lo que sí hemos de reconocer -escribe un autor japonés- es que gracias a la influencia ejercida por las ideas chinas e indias, las sintoístas experimentaron un desarrollo cultural bastante elevado. Los antiguos ideales morales japoneses fueron adquiriendo una nobleza cada vez mayor, la noción sintoísta de Dios se racionalizó cada vez más, ganó en profundidad metafísica y se hizo más estable. Algunos dioses que antiguamente habían sido objeto de intensa veneración (p. ej., dioses animales y otros de la naturaleza) perdieron paulatinamente su influencia.
La concepción politeísmo de la deidad fue haciéndose progresivamente más vaga, y, en cambio, la idea monoteísta de Dios, más evidente y más clara. Cada vez más claramente fue imponiéndose la idea de que la omnipotencia, la omnisciencia, la verdad y la bondad eran propiedades esenciales de la divinidad.
El henoteísmo es un síntoma de la natural tendencia monoteísta de las ideas religiosas. Desde la introducción del cristianismo en el siglo XVI, la influencia que en este punto ha ejercido sobre el shintó ha sido muy grande (mejor que «sobre el shintó» sería decir «sobre el pueblo japonés»). La concepción cristiana de Dios es la meta última de la evolución del shintó y de todas las religiones de la tierra» (F. K. Numazawa, o. c. en bibl., 376-377).
El doble carácter de sintoismo.
En la religión del Sinto se descubre un doble elemento, a saber: el culto de la naturaleza y el culto del os espíritus. Históricamente el sintoismo se presenta como una acumulación de cultos diversos; a la adoración de los dioses se une culto a los emperadores; paralelamente el culto de la Naturaleza se desarrolla el de los antepasados, el cual a su vez toma una forma partícula en el culto de los héroes y los de los grandes hombres del Japón.Sentadas estas ideas generales, el doble carácter de la religión de los kami se pone de relieve con estudio detallado del mito, del planteón y el culto de los Kamis.
En la religión del Sinto se descubre un doble elemento, a saber: el culto de la naturaleza y el culto del os espíritus. Históricamente el sintoismo se presenta como una acumulación de cultos diversos; a la adoración de los dioses se une culto a los emperadores; paralelamente el culto de la Naturaleza se desarrolla el de los antepasados, el cual a su vez toma una forma partícula en el culto de los héroes y los de los grandes hombres del Japón.Sentadas estas ideas generales, el doble carácter de la religión de los kami se pone de relieve con estudio detallado del mito, del planteón y el culto de los Kamis.
El Mito.
una religión interesante, nativa de Japón
ResponderEliminarToda Religión tiene un origen. El Shintoismo se pierde en los orígenes de los tiempos, en los albores de la creación de Japón, el país del sol naciente. Es la religión de la Naturaleza, de los Kami, de antiguas deidades naturales de Japón, de montañas, de reinos sutiles y de reinos celestiales. La mitología japonesa es amplia y rica. Mitología llamada así por nosotros, pues ellos tienen sus sacerdotes y templos. Mitología les parece a ellos el cristianismo y los santos y el papá de Roma.
ResponderEliminarAñadir que Sintoísmo es una religión viva, que practica un elevado número de la población japonesa, que son un país con un alto grado de educación, de cultura, de avances tecnológicos, de longevidad, y de mayor riqueza per cápita del mundo.
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