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Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

El Sintoismo.-a


Escudo Imperial.



Definición.


Etim- Del chino Shunto, camino de los dioses. El sintoismo, es la religión nacional del Japón, (神道 shintō), a veces llamado shintoísmo, es el nombre de la religión original, nativa de Japón
Con el nombre de sintonismo se designa en castellano a la religión étnica particular y tradicional del Japón. La palabra procede del chino Shin-tao o Shintó, en japonés Kami-nagarano-michi, «el Camino de los Kami» o «el Camino divino». 


El término Shinto se refiere también a las actividades desarrolladas por los japoneses para venerar a todas las deidades del cielo y la tierra; su origen se remonta a los comienzos del Japón. Es considerada la religión originaria de Japón, un culto popular que puede describirse como una forma sofisticada de animismo naturalista con veneración a los antepasados, profundamente identificada con la cultura japonesa.
En un principio, esta religión étnica, indígena no tenía nombre; tras la introducción del budismo en Japón (durante el siglo VI), desde Corea. Una de las denominaciones que recibió fue Butsudo, que significa "la Vía del Buda". A fin de poder diferenciar el budismo de la religión nativa, ésta pronto llegó a ser conocida por el nombre de shinto. 
Este nombre, Shin-to, procede de una antigua palabra china que significa El camino de los Dioses. Los japoneses escogieron utilizar un nombre chino para su religión porque en ese tiempo (hace más de un milenio), el chino era la única lengua que tenía escritura en Japón, ya que no se había desarrollado aún la escritura de su propio idioma. La frase que significa Shinto en japonés es Kami no michi.
La primera vez que aparece la palabra shintó para designar la religión original de los japoneses es en el Nihongi o Nihonshoki (anales japoneses terminados en el 720 d. C.), en la crónica que hace del emperador Yó-mei (519-687); en su origen no se le designaba con un nombre especial.
 Cuando se introdujeron y comenzaron a difundirse en el Japón el confucianismo y sobre todo el budismo (llamado buppó, «ley de Buda», o butsudó, «camino de Buda»), se llamó shinió a la religiosidad tradicional, para diferenciarla de aquéllas.
Literalmente significa «camino (tó) de los dioses (shin) », y, como buppó y butsudó, es palabra chino-japonesa tomada probablemente de la literatura china arcaica.

Introducción.

Esta forma religiosa no tiene fundador, ni dogmas, ni código moral precisos; su comprensión para el occidental es difícil, porque es al mismo tiempo menos que una religión, aunque contenga elementos religiosos, y más que una religión, mejor dicho, algo distinto de una religión; en suma, una mezcla de elementos religiosos y otros varios de diversa índole. Desde millares de años el sintonismo ha venido siendo fuente y reflejo de la inspiración espiritual del Japón y del comportamiento de los japoneses; ha tenido un papel importante no solamente en lo que se refiere a las actividades religiosas, sino también en cuanto a la organización social y a la postura frente a los problemas de la vida, ya sean de tipo privado o público. 
Es más una actitud sagrada que una religión, y las diversidades de pensamiento dentro del sintonismo y las indefinidas variaciones del ritual confirman este carácter.
Incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros representan objetos naturales mayores y procesos, por ejemplo, Amaterasu, la diosa del Sol.

El origen.

Las religiones originarias de varios países asiáticos conservan patrones similares, como en China, Japón y Corea con respecto a los elementos de culto a los antepasados. Esto se debe a que sus conceptos parten de que el alma o esencia también permanece ligada al cuerpo después de la muerte o puede permanecer cerca de él, y tal vez pueda volver como demonio o fantasma para hacer daño a los humanos si no se le presentan ofrendas y una cierta veneración.
Estos conceptos se ligan íntimamente con el tipo de vida originada a través del trabajo agricultor del pueblo ya que Japón fue explotado por colonos vinculados que vivieron en dependencia de las fuerzas de la naturaleza y ciclos de las estaciones, sobre los cuales se consideraba que se podía influir de modo beneficioso dominándolos mediante la magia y el rito.
Los humanos, deseosos de alcanzar la posesión de la fuerza mágica causante de rendimientos productivos con la naturaleza, idearon una serie de prácticas que se realizan por medio de chamanes y posteriormente mediante los emperadores.

Las creencia.

El shintoísmo afirma la existencia de divinidades o seres espirituales (kami) que pueden encontrarse en la naturaleza o en niveles superiores de existencia. Este término, que constituye el concepto central del culto, llegó a aplicarse a cualquier fuerza sobrenatural o dios, como los dioses de la naturaleza, hombres sobresalientes, antepasados deificados o hasta "deidades que representan ciertos ideales o simbolizan un poder abstracto" (The Encyclopedia of Religion). 
Aunque el término Yaoyorozu-nokami significa literalmente "ocho millones de dioses", se utiliza para referirse a "muchos dioses", pues la cantidad de deidades de la religión sintoísta aumenta constantemente. Los japoneses, como hijos de los espírtitus o kami, tienen ante todo una naturaleza divina. Por consiguiente, de lo que se trata es de vivir en armonía con los kami (jp: (神)), y así uno podrá disfrutar de su protección y aprobación. Es importante también señalar la existencia de fantasmas japoneses y otros seres mitológicos en su panteón, denominados Tenghu o Tengu.
Existen pocos textos sagrados como el (Kojiki - Nihongi)
El Sintoísmo no posee una deidad única ni predominante, ni reglas establecidas para la oración, aunque sí cuenta con narraciones míticas que explican el origen del mundo y de la humanidad, templos y festivales religiosos a los que acuden millares de personas en fechas señaladas. Aunque el sintoísmo no se basa en dogmas o en una teología compleja, a los japoneses les ha dado un código de valores prácticos, ha moldeado sus comportamientos y determinado su forma de pensar. Existen templos donde se puede adorar a las diferentes deidades cuando se siente la necesidad de hacerlo.
El sintoísmo fue utilizado como ideología legitimizante durante la fase militar de la historia japonesa reciente, es decir como base de la divinidad y superioridad del pueblo japonés; y fue considerado la religión del Estado hasta 1945.

Los libros sagrados.

No hay en el sintoismo un libro sagrado propiamente dicho; existe una literatura importante sobre las enseñanzas del sintoismo., cuyo conjunto se llama Shinten, pero no tienen consideración de algo sagrado en el sentido de revelado o de sobrenatural.
Entre esos textos se puede citar el Kojíki (La narración de las cosas antiguas) fechado en el 712 d. C.; describe la historia de la tierra hasta el a. 628 según las tradiciones japonesas; existen dos traducciones inglesas realizadas por Basil Hall Chamberlain y por Shunji Inoue.
Otro texto venerado es el Nihongi (Crónicas o anales del Japón), fechado en el a. 720 d. C., escrito en chino y dos veces más voluminoso que el Kojiki; existe una traducción inglesa de W. George Aston. Hay otros textos de leyes, de comentarios, de- leyendas, de historias, de literatura, de oráculos y de enseñanzas.
Se pueden citar como muy interesantes los Norito, que son las palabras mágicas, las salmodias sagradas y oraciones a los dioses del sintoismo; estas fórmulas rituales son todavía en gran parte secretas y parecen muy antiguas; ciertos autores las fechan en el siglo I a. C.; están contenidas en una sección del Engishiki, compilación de las reglas del siglo X d. C.
 En su conjunto, el sintoismo es la expresión, decantada a través de siglos, de una religiosidad natural, con las lógicas evoluciones y añadiduras en su formulación, ritos, etc. En lo esencial, el s. es un ejemplo de las llamadas «religiones primitivas», propias de los pueblos culturales de la más remota antigüedad y de los pueblos primitivos hoy existentes, con la peculiaridad de que ha permanecido, incluso con carácter oficial y legal, en un pueblo moderno como el japonés; y ello es una muestra del valor tanto del sintoismo como del pueblo japonés. En la historia y ciencia de las religiones, por «religión primitiva» se entiende una religión que contiene o conserva con más o menos pureza los elementos permanentes de la religiosidad natural humana, no deformada o poco deformada por elementos mitológicos, mágicos u otras aberraciones morales o rituales.
En lo esencial del sintoismo  se encuentra una cierta tendencia monoteísta, al menos en su origen, como parece desprenderse de la consideración del Dios supremo Ame-no-minaka-nushi, y también en tiempos modernos, en los que han ido perdiendo importancia dioses animales y de la naturaleza y haciéndose más claro el monoteísmo, con cierta influencia cristiana, todavía pequeña; hay un cierto conocimiento de la creación, y de la inmortalidad del alma, con un culto o veneración por los antepasados; el culto divino esencialmente consta de oraciones, ofrendas y purificaciones por los pecados; la moral se basa en gran medida en llevar una vida conforme con la voluntad divina; etc. Todo ello, como es lógico, muy ligado con la vida familiar y social. Poco a poco aparecieron también deformaciones politeístas, mitologías, algunas prácticas mágicas, adivinatorias y supersticiosas, etc., con arraigo variable.

 Los Kami: 


Los dioses, seres y poderes superiores. Para comprender el sintoismo es esencial el estudio del concepto del Kami, o shinmei, que está en su base. Kami tiene un significado polivalente: se traduce por dioses, pero tiene también el significado de algo superior, de potencia sobrehumana, de una entidad sagrada.

El Kami es invisible en nuestra conciencia normal, pero ejerce su influencia sobre nuestro universo y se le debe ofrecer culto. Reside en objetos naturales o en otros hechos por la mano del hombre: montaña, árbol, animal, roca, relámpago, espada, espejo; ese objeto es como soporte material del Kami, potencia invisible, oculta, sagrada que reside en él.
El número de los Kami es infinito; todo lo que tiene un carácter extraño, eminente, peligroso o mágico es Kami: los emperadores; los hombres potentes, ilustres, los genios humanos excepcionales, los grandes guerreros, todos llegan a ser Kami después de su muerte.
En el sintoismo  hay una división clásica entre los Kami celestes, Ama-tsu-kami, y los Kami terrestres, Kuni-tsu-kami; las interpretaciones actuales afirman que los Kami terrestres conservan la tierra en su estado actual y la protegen contra las influencias hostiles, y los Kami celestes traen a la tierra las influencias divinas. Por otra parte, en el culto, el concepto de Kami es a veces impreciso; el mismo Kami tiene nombres distintos y, al contrario, un solo nombre puede designar a varios Kami adorados colectivamente; un Kami puede ser uno o varios, de acuerdo con los templos. Se han intentado varias clasificaciones de los Kami del s.; una les divide en cuatro clases: los Kami de la tierra, los dioses, los hombres ilustres y los Kami del universo.
Existen Kami malvados, inferiores, demoniacos, los ashiki-Kami, espíritus de apariencia terrorífica, con cuerpo semi-humano y grandes poderes; se les llama Oni. Según algunos escritores japoneses, los Kami simbolizan e individualizan las fuerzas vitales que animan el universo; son, a la vez, las fuentes de la vida humana y las de la vida de toda la naturaleza, de todo el cosmos.
En este polivalente uso de la palabra kami quizá haya, en parte, imprecisión o falta de vocabulario. Según el Kokiji, la jerarquía de los Kami, dioses y seres superiores, es la siguiente, de acuerdo con el orden de creación del universo: en primer lugar está el Kami dueño del centro del cielo, Ame-no-minaka-nushino-kami; después, la dualidad primordial de la creación que recuerda al yin y al yang del taoísmo chino, los Kami que representan los aspectos masculino y femenino del cosmos. Viene después la pareja de los Kami creadores de la tierra y de todo lo que contiene, así como de los otros Kami: el dios Izanagi-no-mikoto y la diosa Izanamino-mikoto.
Entre sus numerosos hijos podemos citar a los Kami del viento, del mar, de las montañas y del fuego, cuyo nacimiento provocó la muerte de su madre, Izanami. De su cadáver nació el Kami del agua. Izanagi intentó reunirse con su mujer en los infiernos, pero no lo logró, y, estando impuro por este viaje, tuvo que purificarse legalmente.
De las lustraciones nacieron muchos Kami, entre los cuales hay dos muy especializados que tienen un papel importante en el culto del sintoismo.: Amaterasu-ó-mikami, la diosa del sol que ocupa ahora el primer puesto en el panteón del sintoismo., y su hermano Susano-wo-no-mikoto; la lucha entre ellos va a ocupar gran parte de la mitología del sintoísmo.
El Dios supremo, Ame-no-minaka-nushi, sin embargo, no tiene padre, madre, mujer o hijos, no está antropomorfizado, no tiene mitología, ni tiene culto ritual organizado. Susano-wo fue encargado por su padre de gobernar la tierra, mientras que su hermana dirigía el cielo; Susanowo buscó a su hermana, de quien estaba enamorado, con tanto empeño, que Amaterasu tuvo que esconderse en una caverna, de donde los otros Kami tuvieron muchas dificultades para sacarla.
Vuelto a la tierra, Susano-wo tuvo muchos hijos, muchos Kami, algunos de los cuales tienen numerosos santuarios: p. ej., Kami de la agricultura, de la alimentación. Por fin, y después de la pacificación de la tierra, los Kami celestes pudieron bajar y tomar posesión de ella. A su cabeza estuvo el príncipe Ninigi, nieto de Amaterasu, la diosa del sol; entre las dos esposas del príncipe se contaba Kono-hana-saku-ya-hime, que llegó a ser la diosa del monte Fujiyama, la montaña más sagrada del Japón.
Uno de sus hijos se casó con una hija del Kami del mar; la hermana de esa hija, Tama-yorihime, tuvo un hijo, Jimmu-tennó, que fue el primer emperador terrestre del Japón. Empieza entonces la larga lista de los Kami «históricos», emperadores, hombres ilustres, de grandes virtudes y devoción a la patria; son también Kami las familias importantes y las personas de valor extraordinario que merecen este homenaje popular. Los grandes soldados muertos por la defensa del Japón son Kami; el templo sinto (o mejor dicho, shintó) de Yasukuni-jinja de Tokio recuerda la memoria de todos los japoneses muertos durante las guerras. Los Kami no son ni omnipotentes ni omniscientes; cada uno dispone de ciertos poderes, shintoku, una cierta especialización en los poderes sobrehumanos.



 La «deificación» de los emperadores. 

Esta deificación, que fue una de las características de la cultura japonesa, puede resumirse así: el emperador era una especie de Ser Supremo, o su representante, en el cosmos japonés, del cual todo emana y en quien todo queda; era lo supremo en todas las cosas temporales y espirituales del Estado.

 Descendía directamente de Amaterasu-ó-mi-kami por su nieto, el príncipe Ninigi, encargado de reinar sobre «la rica llanura de las hermosas espigas frescas de arroz», lo que justificaba su autoridad temporal y espiritual. Desde hace 2.600 años, por las venas de los emperadores del Japón corre la sangre de la diosa del sol, a través de una línea ininterrumpida y exclusiva de emperadores que recibieron las tres insignias del poder y ocuparon el trono.
 El emperador era hijo del cielo, Ten-shin; simbolizaba la divinidad en forma humana, Aki-tsu-mi-kami, y la potencia sagrada que hace claro y transparente lo que es oscuro y turbio; era Tennó, el Soberano celestial; se le consideró como un Kami viviente, venerado y amado por su pueblo.
Eso explica el ritual religioso complicado que se seguía en el acceso al trono de un nuevo emperador, con ritos de purificación, entrega de las tres insignias del poder (shinki), y comida del arroz con su antepasado (el daijó-sai). Una de las tareas imperiales se llamaba iku-kuni, taru-kuni, es decir, desarrollar el país, su vitalidad, sus riquezas materiales y espirituales.

En el año 1945, los americanos obligaron al emperador del Japón a firmar una declaración en la cual afirmaba que no era divino; es difícil decir si esta decisión política ha tenido efectos religiosos en el pueblo; de hecho no parece que haya afectado al sintoismo como tal, aunque se suprimió exteriormente todo culto al emperador. Se puede decir que esta decisión política ocasionó un choque muy fuerte en la nación, pero no cambió los conceptos arraigados en la cultura japonesa desde hacía más de 2.000 años.
 Ello quizá sea una muestra más de que en el sintoismo el culto al emperador no sea estrictamente el culto a un dios, sino más bien el reconocimiento de una autoridad social, considerada necesaria, en la que se concentran todos los poderes, como en tantos otros pueblos y religiones (fuera del cristianismo, sobre todo en las religiones primitivas y naturales, no es habitual distinguir el poder civil o temporal y el religioso o espiritual). Sobre todo a partir del siglo VII se concentró en el emperador todo el poder que, hasta entonces, había estado más repartido entre los jefes de cada sippe (conjunto de familias descendientes de un mismo antepasado).
 El culto al emperador tiene mucho de aceptación y reconocimiento de la autoridad, síntesis del culto y veneración también dados a los jefes de las sippes y a los antepasados, a lo que en ocasiones se añadió una cierta divinización de su detentador, a veces en vida, pero sobre todo a su muerte, semejante a la del culto a los héroes y a las apoteosis del antiguo mundo grecorromano.

 

 


  Doctrina y moral.

Varios emblemas Japoneses

 En la historia religiosa del tapón  se ha estudiado el desarrollo histórico del sintoismo., sobre todo en sus relaciones con el budismo. Vamos a ver ahora los conceptos religiosos, espirituales y éticos que rigen el sintoísmo.

a). Antropología.


 La naturaleza del hombre es a la vez divina y humana; el hombre es un hito, un lugar donde reside el espíritu; vive gracias a la protección y a la bendición de los dioses, los Kami. En él hay algo que sobrevive a la muerte del cuerpo y que es eterno; es el lama o mitama, la parte esencial del hombre; en las guerras, en las relaciones humanas, el lama tiene un papel tan importante como el cuerpo; ello se manifiesta en el aspecto extraño y misterioso que a veces tienen algunos elementos de las luchas japoneses: el judo y el sumó. Todas las entidades animales, vegetales y minerales tienen su propio tama; por eso, un árbol o una roca pueden considerarse como Kami y venerarse en consecuencia.

Dentro del lama del hombre hay cuatro funciones: aramitama, poder destructor de lo que es malo, y elemento constructor, divino, que representa una tendencia de fuerza, de lucha; nigi-mitama que es, al contrario, apacible, dulce, la paz armoniosa, la esencia de las cosas; salo-mitama es lo que le hace a uno feliz, lo que da el amor puro, lo que confiere las bendiciones; kushi-mitama es lo mágico en el hombre, su poder de descubrimiento, de transformación. Estas partes o funciones del lama llegan a ser, a veces, Kami, porque tienen un poder especial.

 b). Escatología.


¿Qué pasa después de la muerte del hombre en el sintoísmo?

Para el s. no hay fin del mundo, sino una evolución progresiva y sin fin. No hay en él una palabra para la muerte; en lugar de morirse, el hombre se retira (mi-makaru) o va al cielo al final de su vida. El lugar de residencia de los Kami es Takama-no-hara, la alta llanura del Cielo; es el mundo invisible (kakuri-yo), es el mundo de la paz. Yomi es el lugar al que se va después de la muerte. Cuando llega ésta, la parte inferior, anímica, del alma humana (kuni-mitama) vuelve a la tierra de donde viene; la otra (wake-mitama) va al reino de los muertos, donde se transforma en Kami. Todos los antepasados son Kami y hay que venerarles como tal. En ciertos medios místicos japoneses del sintoismo, se cree que allí el alma se purifica, desarrolla sus posibilidades y trabaja para la mejoría del mundo.

c). Moral.


J. Herbert  afirma que una característica muy particular del sintoismo es que no ofrece ningún código moral reconocido, argumento que se ha esgrimido para afirmar que el s. no tiene carácter de religión, pero no son exactas ni la una ni la otra apreciación.

 Es cierto que cuando el budismo penetró en el Japón, llevó su código ético, muy minucioso, y se impuso así fácilmente en el país. Pero, como es lógico, no falta la moral en el sintoismo, aunque esté menos minuciosamente codificada que en el budismo. Según el sintoismo , los hombres son los descendientes de los Kami, de los dioses; tienen que conformarse naturalmente con el modo de vivir legado por estos divinos antepasados. Tienen el conocimiento innato, intuitivo, de lo que deben hacer y de aquello de lo que deben abstenerse; los autores del sintoismo citados por J. Herbert escriben que los juicios sobre el bien y el mal varían según los hombres y, en el sintoismo, se insiste más sobre una actitud dinámica de la vida que lleva a la gente a comportarse moralmente bien.
Además, son numerosas y rigurosas las prescripciones rituales del culto y de las actitudes obligatorias que tiene todo japonés, y forman, dehecho, un código sagrado-ético-social valedero; la vía (michi) de los dioses es recta y justa y el japonés no debe apartarse de ella.

 Hay también virtudes fundamentales en el sintoismo, que son la pureza interior del corazón, estado natural del hombre; la sinceridad (makoto), que es una toma de conciencia de lo divino, una actitud de vivir tan limpia como la superficie de un espejo sagrado, símbolo material muy utilizado en los templos, donde sirve de soporte para los Kami; la paz interior (wa)"; el gozo del corazón (seimei) ; la gratitud para con los Kami, la familia, la sociedad, la patria (kansha) ; la sumisión a la patria divina (kenshin) ; la piedad filial (kókó) para con el emperador y los antepasados." 
Lo esencial de la enseñanza del sintoismo, según la tradición, consiste en las tres virtudes de la honestidad, la benevolencia y la pureza; estas tres palabras se encontraban grabadas en las armas de los samurai.
 Existe además en el sintoismo un agudo sentido de pureza ritual que se conserva todavía; las principales causas de manchas rituales (¡mi) son el alumbramiento, la menstruación y la muerte; eso explica por qué en el s. la mujer está excluida de algunas ceremonias. Los Kami se irritan cuando se infringe la moral o la pureza ritual, y pueden entonces castigar a los hombres. Éstos tienen que purificarse interiormente por ejercicios de meditación, oraciones (misogi) y corporalmente por baños de agua fría, utilización de la sal (shio), baños de mar y ejercicios de respiración rítmica que practican ciertas sectas místicas japonesas con influencias budistas.
 El norito de la gran ceremonia purificatoria ofrece un resumen de las ideas morales de los japoneses de la antigüedad, y también una lista de pecados (entre ellos: muchos contra la agricultura, p. ej., romper los diques o rellenar las zanjas de inundación de los campos de arroz; tratar cruelmente a animales domésticos, el incesto, la bestialidad, etc.).

Emblema de los Tokugawa


El  culto. 

 


a). Lugares.(Templos)

El culto del sintoismo se practica en templos (honsha) que pueden ser muy grandes, o pequeños como una colmena (hokora); los templos más antiguos y venerados están en sitios a los que se atribuyen acontecimientos mitológicos, o señalados por una visión o un sueño, o porque era necesario adorar allí a un Kami.

 La forma antigua del culto del sintoismo tenía lugar cerca de un árbol sagrado, y el ritual se hacía al aire libre. Se delimita el recinto sagrado por muros con puertas, con los tres pórticos característicos japoneses (los toril), pero de origen hindú, y por arroyos que se atraviesan con puentes.
Los toril pertenecen al paisaje japonés, y tenían antes un sentido mágico primitivo y un valor religioso, pues señalaban el paso a un recinto sagrado; las entradas están decoradas con linternas, así como con esculturas de animales guardianes, habitualmente dos leones de piedra (koma-inu), caballos (shin-ba), pájaros y zorros. El templo shintó está hecho de madera de ciprés japonés (hinoki) y, a menudo, sin pintar; sobre el techo hay vigas cruzadas (chigi). El templo (honsha) se compone de tres secciones, una detrás de otra, a veces juntas, a veces separadas: la sala de oración para los fieles (haiden), la sala de ofrendas para el clero (heiden), y el lugar reservado donde reside el Kami (honden). Existen otras salas en el recinto sagrado para las representaciones de danzas sacras (el kagesra-den), para la purificación de los fieles (harae-do) y de los sacerdotes (saikan).
Las tiras de papel de color (gohei) son ofrendas al Kami y significan que el dios está en su templo. Este espíritu reside en el honden, donde sólo puede entrar el jefe de los sacerdotes; sus puertas están cerradas habitualmente. El Kami reside en un objeto (mitama-shiro): espada, espejo, estatuas, cuadros, piedra, que se conserva cuidadosamente.
 Durante la II Guerra mundial y cuando los esfuerzos americanos intentaban destruir sistemáticamente los santuarios del sintoismo como símbolos de la resistencia nacional, los mitama-shiro fueron escondidos en grutas, a menudo detrás del hondea del templo, para que el culto siguiese. Cuando antiguamente el enemigo amenazaba con cogerlos, también se les quemaba y las cenizas se echaban al mar. A veces, el mitama-shiro es un objeto natural, una montaña, una cascada, una roca, un árbol.
Los sacerdotes tienen que llevar una tela blanca sobre la boca para no manchar el objeto sagrado cuando están frente a él. Desde febrero de 1946 existe la Asociación nacional de los templos shintó, el Jinja-honchó, que tiene su sede en Tokio, y una sección en cada prefectura del país.
En las estadísticas del año 1947 tenía bajo su control alrededor de 80.000 templos; trabaja en colaboración con la universidad del sintoismo, Kokugakuim. Cada templo tiene un grado (shin-kai) dentro de una jerarquía general, que corresponde también a la de los Kami y que puede modificar el emperador como jefe espiritual y supremo del sintoísmo.

Los templos sintoistas.


Entre todos ocupan un lugar principal el Ise. La historia del mundo recuerda los exordios de la civilización japonesa, época en la que los edificios sagrados no tenían aun forma arquitectónica determinada y no estaban separados del mundo profano más que por un cerco o valla. el santuario de los kamis lleva en los tiempos míticos el nombre de komigaki, madera del kami, fue en un principio el recinto donde se honraba a las fuerzas naturales divinizadas. En la prehistoria mítica, el culto de los kamis no se hallaba ligado a ningún edificio particular; el santuario sintoísta no fue otra cosa que un lugar determinado en el bosque o en la margen de un río, un lugar apacible y recogido que se rodeaba de una empalizada sagrada (kamigaki) o una valla de hinoki (himorigi) 

De este santuario natural nacieron los más antiguos edificios religiosos del Sinto, con el nombre de Yashiro. Yashiro es la choza cubierta de cañas donde vivieron los primitivos japoneses.

Los templos del Sinto nacional.

El templo de Ise abre serie de los santuarios a los que se reserva el honroso nombre de Miya (Sala augusta), dado a los santuarios del Sinto del Estado, en contraposición al Sinto de las sectas. Los mas celebres de estos  templos son, después de Ise e Izumo el de Hachiman, y el de Inari, en Tyoto; el Kasuga, en Nara; el de Temmangu, en la isla de Kui-Shiu; el de Kompina, en la isla de Shikoku, ect.   

b) Personal.

Los servidores del culto sintoismo son numerosos, con diversos grados; las cifras estadísticas varían, pues hay fluctuaciones en ese personal y en sus grados; en 1964 se daba la cifra de 21.000 «sacerdotes». Su papel es servir y adorar a los Kami para que estos dioses protejan y guíen a los hombres, al pueblo y al emperador del Japón.

No actúan como guías espirituales o como directores o consejeros de conciencia, ni predican, sino que solamente celebran los servicios divinos. Se les llama kannushi, con el sentido de un medium a través del cual habla el Kami, y que ahora es un término de cortesía; y también shinshoku, el que sirve al Kami.
 El grado más elevado es el de itsuki-no-miya, princesa consagrada al Kami, y que es una princesa virgen de la familia imperial, que sirve de medium y que reside en el templo de Isejingú. El jefe de un templo es el gúji, cuyo cargo se transmite hereditariamente; en los templos importantes, bajo su autoridad hay subjefes y sacerdotes administradores, los negi; después vienen los shuten, los jóvenes shusshi, y las jóvenes miko, hay además otros servidores y músicos.
Hay mujeres que sirven de medium para su posesión por el Kami (takusen), quien dicta su voluntad a través de su boca. Las mujeres pueden ejercer funciones de culto; todos pueden casarse. Las miko son vírgenes que llevan una vida monacal bastante severa, ayudan a los sacerdotes, ejecutan ciertas danzas sagradas y sirven de secretarias en el templo. Prestan servicio entre cinco y diez años.
 La formación de los sacerdotes se hace en la universidad sintoísta central, Kokugakuim, o en un centro regional; los futuros sacerdotes deben seguir una serie de estudios y exámenes y después de su dedicación o nombramiento conservan sus funciones toda su vida. Viven en el recinto de los templos, pero pueden renunciar y volver al mundo.

c) Los Ritos. 


El culto es individual o colectivo, y en ambos casos se compone esencialmente de oraciones, ofrendas y purificaciones. Muchos objetos utilizados tienen un simbolismo complicado y un carácter sagrado. Se pueden citar los tres tesoros imperiales, los sanslzu-no-shinki: el espejo, la espada y unas joyas. No se conocen las descripciones exactas de estos antiguos tesoros nacionales, muyescondidos y considerados como secretos.

 El culto individual (kairei) utiliza a menudo la adivinación. Además, cada etapa importante de la vida del japonés va señalada por una ceremonia shintó, con unas visitas al Kami tutelar o protector, Uji-gami o Ubu-suna; según el sintosimo, el matrimonio es hermoso e impresionante, con música, bebida ritual del sake -alcohol de arroz- y comida sagrada. El culto colectivo se hace para las fiestas, los matsuri. El matsuri se compone de una serie de ceremonias en el orden siguiente: purificación. llamada del Kami, presentación de ofrendas, danzas, cantos mágicos y oraciones de norito, adivinación, salida del Kami, comida de comunión. Las danzas ejecutadas durante los matsuri tienen un estilo especial.

El culto de los templos sintoistas.

El sacerdote supremo de la nación ha sido, ya desde la más remota antigüedad, el mikato mismo, como descendiente de la diosa solar; pero ya muy pronto se hizo reemplazar por un alto funcionario, que trasmite el cargo a sus descendientes. el circulo de antigüedad familiar sacerdotales privilegiados (los Nakotomi y los Imbi) se fue ensanchando hasta construir una clase en la que el sacerdote era hereditario. 
 El nombre antiguo de estos sacerdotes era kannusi (Poseedores de dios). los kannusi son, ante todo, llamados para presidir determinados ritos que forman más bien parte de la vida de familia. Llámaseles para la colación de la primera  piedra o para la consagración de una casa nueva; Practican el exorcismo, que consiste en lanzar el espíritu de la zorra; preguntan a la divinidad  por medio de las suertes, etc. A  estas ceremonias se añaden las funciones que ejecuta el sacerdote sintoísta en el interior de templo y que se puede reducir a dos grupos: el primero comprende las paces públicas, los sacrificios, las purificaciones, y el segundo, los ritos de las grandes fiestas del año.
De todas las funciones de los kannusi la más importante es la celebración litúrgica del sacrificio. 
Estos sacrificios se celebran hoy en los templos del Sinto nacional, emplazando por el santuario de Ise. En este ultimo templo se ofrecen cada día a la diosa solar, dos veces en a mañana y dos por la tarde, 4 copas de agua, otros tanto de sal, 16 copas de arroz y luego frutas, pescado, pájaros y legumbres. 
Al sacrificio se añaden luego purificaciones; el oharai es la gran purificación y va acompañada de ofrendas, siendo una ceremonia expiatoria de todo el pueblo, "por el crimen de haber impedido el cultivo de arroz, de haber cometido algún homicidio, profanado algún cadáver" etc. 

La ceremonia consiste en lustraciones, sacrificios y  purificaciones; se hace dos veces al año y el Mikato, en virtud de la autoridad que le confiere la diosa solar, declara al final de la ceremonia, que la corte y el pueblo ha quedado purificado de su impurezas y que sus pecados. 

Las fiestas de los templos sintoístas.


El sintoismo es una religión alegre y optimista, y sus fiestas populares llevan el sello de aquella jovialidad sencilla e infantil que es un rasgo innato del carácter japones. Cada templo tiene su fiesta anual: el acto más solemne es la procesión a lo largo de las calles, llevando la litera del dios protector. Una de las más grandes fiestas del año en Tokio es la dios Okuminishi. Este kami, que es adornado en Izumo, era en tiempo del shogun Tokogawa el dios protector de Yedo; tenia su templo contiguo al castillo imperial, y su procesión solemne.  

Los shogunes han desaparecidos; Yedo ha sido cambiada a Tokio, y el templo ha sido declarado templo sintoísta del Estado; pero Okuminishi tiene aún su procesión. Un representante del emperador asiste a la fiesta para ofrecer al dios de la tierra el homenaje de la casa reinante.

El culto a los muertos en el sintoismo.


En este punto el Sinto tiene ritos particulares que en nada se parece a los demás pueblos, sin que esto quiera decir no se practiquen también otros análogos a los de otras civilizaciones. El centro del culto de los difuntos, en el santuario de la familia , es el Mitamaya (casa augusta de las almas); es un cofrecillo de madera blanca, previsto de una doble abertura; en el interior hay la tableta de los antepasados, llamada Tamashiro (marcas de las almas), sobre la cual se inscribe el nombre del difunto precedido de la palabra mikoto, que significa "personaje ilustre", con su edad y la fecha de la muerte.

Al morir un miembro de la familia, se celebra la llamada liturgia del alma, cuya primera parte tiene lugar frente al ataúd, el cual es una caja de madera blanca ordinariamente de kinoki o de pinsapo, y ella depositan el cadáver  junto con varios objetos de uso, especialmente espejo, abanico, y sable. Luego se pone delante de él una pequeña copa de ofrenda muy sencillas: agua, sal y gramos de arroz con su cascara.   
Hecho esto se fija el día para la ceremonia del mitama-utsushi o conducción del alma al tamashiro. 
A ella se invita a los sacerdotes sintoistas. El que preside hace, ante todo, una breve oración ante el féretro, luego delante de la "casa de almas", cuyas dos puertas  han sido abiertas previamente para invitar  al espíritu del difunto a entrar en su morada.
Por efecto de esta oración el alma comunica misteriosamente a la tableta de los antepasados una parte de su presencia. la "casa de las almas" viene a ser para la familia el altar de los antepasados cada casa tiene el suyo, y delante del mismo se presentan diariamente las ofrendas, creyendo que el espíritu del difunto ha pasado a ser kami  y, por lo mismo, tiene derecho a los homenajes que se rinden a un ser divino. La "casa de las almas" es un templo en miniatura; Mitama o espíritu del difunto se une allí en la tableta de los antepasados, del mismo modo que el Mitama o el espíritu del kami, se une al shintai en el templo sintoísta.
Esta  unidad del culto de los muertos y del de los kamis tiene su expresión típica en el santuario del palacio imperial de Tokio, el kashikodokoro; es una gran sala decorada con maderas de kinoki, blanca como la leche, sencilla, sin ornatos de ninguna clase, una Miya autentica. En el fondo hay cofrecillos o mitamayas, augustas moradas de los espíritus; El del centro es mayor y esta dedicado a la diosa solar, la abuela imperial, su espíritu reside allí en el espejo. De los otros dos cofres, uno esta dedicado a los demás dioses del panteón Kami  y el otro a los antepasados del emperador, cuyos nombres, desde Jimmu Temno, se inscriben en las tabletas. Estos tres mitanayas son objetos de un culto único y divino. Allí va la corte en las grandes fiestas nacionales a rendir su homenaje a los dioses y los espíritus.
La serie de estas fiestas se inauguran siempre con la gran liturgia imperial del día primero del año. Desde el momento en que la corte se ha reunido en sala, resulta la música y se habren las dos puertas de los cofrecitos.   
Hácese delante de ellos acatamientos con ramas de sakaki adornadas con gohei (tirillas de papel recordado de zigzag). Luego se recita una oración solemne en la antigua lengua litúrgica del Norito, dirigida al conjunto de los dioses y los espíritus, cuya presencia llena las cajitas. Pero las grandes fiestas, es el mikato en persona el que recita las paces, revestidos de ordenamientos antiguos; en otras ocasiones menos solemne, delega este cargo en cualquier dignatario de la corte.
A las paces siguen las ofrendas de arroz y de vino de arroz, pescado y frutas, y para terminar, según la antigua costumbre, una pieza de seda.
De este modo en el corazón mismo del Imperio, este santuario sigue siendo el interprete autentico del sintoismo, primitivo y atestigua brillantemente que el Japón moderno, al elevarse hasta el mas alto grado de civilización material, guarda fielmente las tradiciones que sus primitivos conquistadores llevaron allá, desde su lejana patria malasia o mongólica.


 El shintó moderno. 

En el Japón, el sintoismo se presenta bajo cuatro aspectos: el Jinja-shintó es el sintoismo de todos los japoneses, el de los templos y del culto que acabamos de describir; el Kóshitu-shintó es el sintoismo celebrado en la casa del emperador; el Kyóha-shintó es el sintoismo de movimientos religiosos creados por ciertos individuos después de una experiencia personal, social o mística; a veces, en estas sectas sintoístas hay huellas de confucianismo v de budismo; y, por fin, el Minkan-shintó o sintoismo del pueblo, que no tiene organización y estructura dogmática, admitido por el Jinja-shintó, pero no muy grato al shintó oficial.
El sintoismo ha penetrado la vida japonesa y ha impregnado su estética, sus modales, su visión de la vida, su comportamiento pasado y presente.
Las manifestaciones artísticas forman parte de toda ceremonia del sintoismo: arreglo de las flores, representaciones teatrales, cantos y poesías. La influencia del sintoismo sobre el budismo en el Japón ha sido profunda y duradera.


Naturaleza actual. 

El sintonismo  representa la actitud religiosa profunda del pueblo; con ella ha nacido la cultura japonesa primitiva y con ella ha seguido hasta ahora; eso explica los aspectos primitivos, en el sentido de religiosidad natural, de sus creencias y de su ritual junto a valores estéticos y éticas elevadas.
La creencia en la multitud de almas, de fuerzas divinas, Kami, que pueblan el universo, ha dado al japonés un sentido muy agudo de la comunión de todos los seres que se refleja en su estética. Desde el siglo v d. C., el taoísmo, el confucianismo y sobre todo el budismo han dejado huellas en el sintoismo, pero sin que llegaran a fundirse con él.
 «Pero lo que sí hemos de reconocer -escribe un autor japonés- es que gracias a la influencia ejercida por las ideas chinas e indias, las sintoístas experimentaron un desarrollo cultural bastante elevado. Los antiguos ideales morales japoneses fueron adquiriendo una nobleza cada vez mayor, la noción sintoísta de Dios se racionalizó cada vez más, ganó en profundidad metafísica y se hizo más estable. Algunos dioses que antiguamente habían sido objeto de intensa veneración (p. ej., dioses animales y otros de la naturaleza) perdieron paulatinamente su influencia. 

La concepción politeísmo de la deidad fue haciéndose progresivamente más vaga, y, en cambio, la idea monoteísta de Dios, más evidente y más clara. Cada vez más claramente fue imponiéndose la idea de que la omnipotencia, la omnisciencia, la verdad y la bondad eran propiedades esenciales de la divinidad. 

 El henoteísmo es un síntoma de la natural tendencia monoteísta de las ideas religiosas. Desde la introducción del cristianismo en el siglo XVI, la influencia que en este punto ha ejercido sobre el shintó ha sido muy grande (mejor que «sobre el shintó» sería decir «sobre el pueblo japonés»). La concepción cristiana de Dios es la meta última de la evolución del shintó y de todas las religiones de la tierra» (F. K. Numazawa, o. c. en bibl., 376-377).

 


Periodos históricos.

Tres periodos o fases, a saber: El sintoismo primitivo, el del renacimiento del sintoismo y el el renovación de este.

1.-La tradición nacional religiosa de los antiguos japoneses se resume en la palabra Sinto (Camino de los dioses). 

El sinto representa en su contenido inicial una creación original del espíritu popular japones y tiene por centro del culto a los kami. En su sentido original, Kami designa "lo que esta encima", lo "mas alto" y sirve para expresar todo lo que en algún modo inspira miedo o respeto; así, pues todo ser de esencia o de dignidad superior recibe el nombre de Kami. Esta palabra, aplicada progresivamente a toda fuerza o fenómeno maravilloso, extraordinario en la Naturaleza o en la vida humana, ha venido a ser, en Japón, el termino usual para significar "dios".De estos dioses se puede decir que son legión; las antiguas tradiciones hablan de 80, 800, 1500 miríadas de kamis. Entre estos Kamis se distingue dos categorías:  los dioses de la naturaleza y los dioses de hombres.  
Los primeros son las personificaciones de las fuerzas de la naturaleza, como la luz, el fuego y el viento, y de objetos materiales, como las montañas, los ríos, los mares. En la cima se halla la diosa de Sol, Amaterasu
Los dioses de los hombres son las deificaciones de los hombres celebres, sobre todo los antepasados de las familias y los héroes de la época mítica.El más importante es Jimmu Tenno, el fundador de la dinastía imperial.
Los dioses del Sinto son figuras nobles o integras: tiene todos los sentimientos y las debilidades del hombre, y el mito que celebra sus acciones es, a menudo, de carácter repulsivo y aun obsceno. Hay un gran numero de divinidades que residen  en el cielo, la "alta llanura", otros bajan a la tierra y engendran hijos con los seres  terrestres. Hay asimismo divinidades salvajes que habitan en ciertos parajes  del Japón. Esta descripción de los Kamis, demuestra que los dioses del Sinto habían permanecido estancados en un estadio verdaderamente primitivo de desarrollo, y lo mismo hay que decir del culto sintoísta. 
Este se manifiesta en ciertos preces dirigidas al dios del Sol, del Sinto y del fuego, a la diosa del a alimentación, de la cocina, etc.
Guardaban ciertos ritos de purificación, que en realidad tendrían más a limpiar la suciedad corporal que las manchas morales. El elemento purificador era el agua. La forma del sacerdocio era de las más sencillas, cada sacerdote estaba encargado del servicio de una divinidad especial. 
Una choza de madera con techo de paja servía de santuario nacional, donde se honraba a los antepasados de la familia imperial divinizados y donde se conservaban los tres tesoros legados por aquellos a sus descendientes: el espejo, el sable y el joyel de la casa soberana. Una hija de mikato hacia el papel de sacerdotisa.

2.-El periodo del renacimiento del sintoismo puro, comienza por los años 1700 d. de J.C.., o sea unos once siglos después de la conversión del Japón al budismo, que ocurrió aproximadamente entre 552 y 621 después de Cristo. 


Por sintoismo puro hay que entender la creencia popular nacional en la forma que revestía ante de introducción  del budismo.  El iniciador de este renacimiento o tentativa de eliminar las influencias extranjeras y restituir al Sinto a ser primitivo fue un samurai por Keichiu y el más distinguido de sus discípulo, Mabuchi (1697-1769).

El padre del estudio de las antigüedades abrió a camino a una interpretación mas exacta de las obras religiosas mas importantes. Kojiki y Nihonghi, que se remontan al siglo VIII después de Cristo y son mas antiguas testimoniales de la protohistoria japonesa.
A Mabuchi sucedió Motoori (1730-1801), el más grande y mas afortunado campeón del sintoismo puro, y cuya obra, el Kojidi-ken, comentario de los mas antiguos relatos de la historia del Japón, costa de 44 volúmenes. Dotado de erudición verdaderamente pasmosa, Motoorio un terrible golpe a la influencia dominante de la filosofía china, al mismo tiempo que se entregaba con entusiasmo a la propaganda del Sinto.
La obra de Motoori la continuo su discípulo Hirata(1775-1841). El patriotismo de estos hombres reanimo el entusiasmo hacia la familia imperial, cuyo jefe, el mikato, se hallaba confinado por los shogunes en el palacio de kyoto. 
La revolución de 1868, que devolvió al mikato su poder soberano, consagro a la vez el triunfo de este movimiento de ideas, contribuyendo ademas eficazmente desterrar todo cuando tenían resabios de budismo.

3.-La tercera fase del Sinto, o sea la renovación del sintoismo puro, tuvo a su favor el concepto de toda la administración del Estado.

 Se renuncio a la violencia, empleándose la suavidad y los procedimientos amistosos. Conforme a un plan sutilmente concedido, los templos del Sinto habían de considerarse monumentos nacionales, de carácter conforme a las exigencias de los tiempos modernos, pero sin imponer el abandono de las antiguas tradiciones. Tendiese a distinguir, en el seno mismo del sintoismo entre templo de Estado y los templos de las sectas. 
Á los sacerdotes de estos santuarios , considerados  como simples conservadores de monumentos nacionales, se da el nombre de Kamishi (Sacerdotes de Sinto). A los templos de Estado se le reserva el titulo nacional Miya (Lugar augusto), mientras que los otros santuarios sintoistas llevan el nombre de Kiogwanisha (Lugar de predicación).

 

El doble carácter de sintoismo.

En la religión del Sinto se descubre un doble elemento, a saber: el culto de la naturaleza y el culto del os espíritus. Históricamente el sintoismo se presenta como una acumulación de cultos diversos; a la adoración de los dioses se une culto a los emperadores; paralelamente el culto de la Naturaleza se desarrolla el de los antepasados, el cual a su vez toma una forma partícula en el culto de los héroes y los de los grandes hombres del Japón.Sentadas estas ideas generales, el doble carácter de la religión de los kami se  pone de relieve con estudio detallado del mito, del planteón y el culto de los Kamis. 



El Mito.

 


A).-De la creación cielo y la tierra.

La Creación del Cielo y de la Tierra (天地開闢 Tenchikaibyaku) según la mitología japonesa, es la historia que describe el nacimiento legendario del mundo celestial y del mundo terrenal, el nacimiento de los primeros dioses y el nacimiento del archipiélago japonés.
 
Esta historia es descrita de primera mano al comienzo del Kojiki, primera obra escrita en Japón (712) y del Nihonshoki (720); bases literarias de la mitología japonesa y del sintoísmo. No obstante, el relato varía en algunos aspectos en ambos escritos, pero el más aceptado para los japoneses es el relato del Kojiki.
El relato es llamado por el libro como el “Momento del inicio del Cielo y de la Tierra” ( 天地初発之時 Ametsuchi no Hajime no Toki).

Al comienzo, el Universo estaba sumido en una especie de materia batida espesa e informe, sumida en el silencio. Posteriormente, se escucharon sonidos que indicaban el movimiento de las partículas. Con este movimiento, la luz y las partículas más ligeras se elevaron; pero las partículas no eran tan rápidas como la luz y no pudieron ascender más. 
Es así, que la luz quedó en la parte superior del Universo, y debajo de ella, las partículas formaron en primer lugar las nubes y luego el Cielo, que sería llamado como Takamagahara (高天原? ”Llanura de los cielos altos”). El resto de las partículas que no habían ascendido seguían formando una masa enorme, espesa y oscura, y sería llamada la Tierra.

Al formarse Takamagahara aparecieron los tres primeros dioses de la mitología japonesa:
Ame-no-mi-naka-nushi-no-kami ( 天之御中主神? ”Señor del Augusto Centro del Cielo”),
Taka-mi-musuhi-no-kami ( 高御産巣日神? ”Augustísimo engendrador” o “Divinidad de la Augusta Energía Vital”) y
Kami-musuhi-no-kami ( 神産巣日神? ”Divino engendrador” o “Divinidad de la Divina Energía Vital”).
Posteriormente, en Takamagahara surgieron dos dioses de un objeto que parecía a un brote de caña:
Umashi-ashi-kabi-hikoji-no-kami (宇摩志阿斯訶備比古遅神? ”Antiguo príncipe encantador brote de caña”) y
Ame-no-toko-tachi-no-kami ( 天之常立神? ”El que permanece eternamente en el Cielo”)

Estas cinco deidades, conocidos como Kotoamatsukami (別天神? ”Deidades Celestiales Independientes”); se formaron de manera espontánea, no tenían un sexo definido, no tuvieron una pareja (hitorigami) y luego de su surgimiento se ocultaron. Estos dioses no son vueltos a ser mencionados en el resto de la mitología.

Posteriormente, surgen otros dos dioses:
Kuni-no-toko-tachi-no-kami ( 国之常立神? ”El que permanece eternamente sobre la Tierra”) y
Toyo-kumo-no-no-kami ( 豊雲野神? ”Señor íntegro”)
También estos dioses surgieron de manera espontánea, no tenían un sexo definido y pareja y se ocultaron al nacer.
Luego, nacen cinco parejas de dioses (totalizando a diez deidades); cada pareja consiste en una deidad masculina y una deidad femenina:

U-hiji-ni ( 宇比地邇神? ”Señor del limo de la tierra”) y su joven hermana (y esposa) Su-hiji-ni ( 須比智邇神? ”Señora del limo de la tierra”),
Tsunu-guhi ( 角杙神? ”El que integra los orígenes”) y su joven hermana (y esposa) Iku-guhi ( 活杙神? ”La que integra la vida”),
Ō-to-no-ji ( 意富斗能地神? ”El antepasado de la gran región”) y su joven hermana (y esposa) Ō-to-no-be ( 大斗乃弁神? ”La antepasada de la gran región”),
Omo-daru ( 於母陀流神? ”El perfectamente hermoso”) y su joven hermana (y esposa) Aya-kashiko-ne ( 阿夜訶志古泥神? ”La venerable”) e
Izanagi ( 伊邪那岐神? ”Varón Augusto” o “Primer Hombre”) y su joven hermana (y esposa) Izanami ( 伊邪那美神? ”Mujer Augusta” o “Primer Mujer”)

Todas las deidades que abarcan desde Kuni-no-koto-tachi hasta Izanami, son llamados en conjunto como Kamiyonanayo ( 神世七代? ”Siete Generaciones Divinas”).

Al contrario de los dioses espontáneos que se ocultaron, las cinco parejas de dioses decidieron reunirse y discutir sobre el destino de la Tierra, que todavía era una masa blanda e informe. Al final, decidieron que la pareja más joven, Izanagi e Izanami, debía hacer el trabajo y le encomendaron un augusto mandato:
 “Arreglad, consolidad esta tierra en movimiento”
Al aceptar la orden recibieron una lanza celestial llamada Ama-no-Nuboko, cubierta con piedras preciosas.
Izanagi e Izanami llegaron al Puente Flotante del Cielo y dejaron caer con suavidad la lanza y la agitaron sobre la masa, resonando el agua salada. Al retirar la lanza, el agua salada que caía del extremo se acumuló y se convirtió en una isla, llamada Onogoro (Espontáneamente coagulada). Ambos descendieron del Cielo y llegaron a la isla y de manera espontánea levantaron un augusto altar llamado Yashidono, con una columna celeste llamada Ama-no-mi-Hashira (Sagrado Pilar del Cielo) y se edificó alrededor de la columna una sala de ocho brazas.
Luego, Izanagi e Izanami decidieron procrear las tierras, aprovechando que Izanagi tenía una parte del cuerpo que había crecido excesivamente e Izanami tenía una parte del cuerpo que no había crecido. Esta procreación se realizaría girando ambos en sentidos opuestos (Izanagi a la izquierda e Izanami a la derecha) alrededor de la columna de Yashidono, y encontrándose en él. Al encontrarse, Izanami fue la primera en hablar y luego Izanagi habló.
Ambos habían engendrado dos hijos: Hiruko (Niño Sanguijuela), a quien lo depositaron en un barco de juncos y lo arrastró la corriente; y Awa-shima (Isla de Espuma). Sin embargo, Izanagi e Izanami estaban preocupados por haber engendrado hijos que no eran buenos y no fueron considerados hijos legítimos, posteriormente ambos dioses suben al Cielo y acuden ante las demás divinidades para saber qué estaba ocurriendo.

Las deidades le respondieron que la razón era que “la mujer había hablado primero y por eso no han ido bien las cosas”.

 Izanagi e Izanami descienden a la Tierra y nuevamente giraron sobre la columna y al encontrarse Izanagi habló primero y luego Izanami. Al hacerlo, engendraron un hijo, la isla de Awaji. Posteriormente, engendraron del mismo modo a las demás islas del archipiélago japonés: Honshu, Shikoku, Kyushu, las islas gemelas de Oki y Sado, y por último, Iki. Hay que aclarar que las islas de Hokkaido y Okinawa eran desconocidos para los japoneses en el momento en que se redactó el mito.
El mito de la creación termina con el nacimiento de la miríada de dioses y diosas, entre ellos los del viento, las montañas y los árboles, a manos de Izanagi e Izanami.



B).-La creación del japón.

En la mitología japonesa, la creación de Japón (国産み Kuniumi?, literalmente, “nacimiento o formación del país”) es la historia tradicional y legendaria de la aparición del archipiélago japonés, relatada de primera mano en el Kojiki y en el Nihonshoki. Esta leyenda se sitúa después de la creación del Cielo y la Tierra; los dioses Izanagi e Izanami fueron los encargados de formar una serie de islas que se convertirían en lo que hoy es Japón (dentro de la mitología japonesa, estas islas conforman el mundo conocido).
 Posterior a la creación de Japón, llegaría la creación de los dioses.

El relato.


Según el Kojiki.


Luego de haberse formado el Cielo y la Tierra, éste último seguía siendo una masa informe y blanda. Los dioses que habían surgido luego de este suceso, conocidos como Kotoamatsukami, se reunieron para discutir sobre el destino de la Tierra; y decidieron delegar mediante un augusto mandato a la pareja más joven de dioses, Izanagi e Izanami, y le entregaron una lanza llamada Ame-no-nuboko (天沼矛?), cubierta con piedras preciosas. 

Posteriormente, Izanagi e Izanami se posaron en un puente flotante celestial llamado Ame-no-ukihashi (天浮橋?) y con la lanza Ame-no-nuboko comenzaron a revolver la masa caótica, y al sacar dicha lanza caían gotas de agua salada que se coagularon y dieron nacimiento a una isla, llamada Onogoro-shima (淤能碁呂島? literalmente “espontáneamente coagulada”).
Al formarse esta isla, ambos dioses bajaron del cielo, y edifican de manera espontánea un augusto altar llamado Yashidono, una augusta columna celeste llamada Ama-no-mi-hashira y alrededor de ésta, una augusta sala de ocho brazas.
Posteriormente, y citando al Kojiki, ambos sostienen una conversación:

¿De qué forma ha sido hecho tu cuerpo?

Izanagi1

Mi cuerpo está completamente formado, pero hay una parte que no ha crecido y está cerrada.

Izanami2

También mi cuerpo está totalmente formado, pero tengo una parte que ha crecido demasiado. Así, si introduzco ahí la parte de mi cuerpo que ha crecido demasiado, procrearemos las tierras. ¿Qué solución mejor que procrear?

Izanagi3

Izanami aceptó el acto e Izanagi propuso que ambos debían girar alrededor de la columna Ama-no-mi-hashira, Izanami debía ir hacia la derecha e Izanagi, a la izquierda y al encontrarse realizarían el coito. Sin embargo, luego de haberse encontrado en el pilar, Izanami fue la primera en hablar diciendo
 “¡Oh, en verdad eres un joven hermoso y amable!” y luego Izanagi: “¡Oh, qué joven más hermosa y amable!”. Izanagi reprendió a Izanami diciendo: “No es correcto que sea la mujer quien hable primero”.
A pesar de ello, ambos hicieron el acto sexual, y posteriormente de manera repentina engendraron un hijo llamado Hiruko (水蛭子? literalmente, ”Niño sanguijuela”), el cual fue puesto en un barca de juncos y la corriente lo arrastró. Luego dieron nacimiento a Ahashima ( 淡島? literalmente, “Isla de Espuma”). Tanto Hiruko como Ahashima no son considerados hijos legítimos de Izanagi e Izanami.
Izanagi e Izanami conversaron acerca del problema que están teniendo al haber engendrado hijos no buenos y deciden acudir a Takamagahara y consultar ante los dioses primordiales. Los dioses, mediante la adivinación, les responden que la razón del problema es porque la mujer ha hablado primero en el acto. Así, la pareja de dioses vuelve a Onogoro-shima y nuevamente giran sobre la augusta columna de Ama-no-mi-hashira y al encontrarse Izanagi fue el primero en exclamar, seguido por Izanami. Al terminar, realizan la augusta unión entre ambos y así comenzaron a procrear las tierras.

Nacimiento de las islas.


Árbol genealógico de las islas engendradas por Izanagi e Izanami.

Según la leyenda, la formación de Japón comienza con la procreación de ocho grandes islas por Izanagi e Izanami. Estas islas, en el orden de nacimiento, son las siguientes:
Ahaji-no-ho-no-sawake-no-shima (淡道之穂之狭別島?): actualmente, isla de Awaji;
Iyo-no-futana-no-shima (伊予之二名島?): actualmente, isla de Shikoku. Esta isla poseía un cuerpo y cuatro caras. 
Los nombres de las cuatro caras son las siguientes:
Ehime (愛比売?): provincia de Iyo;
Iyorihiko (飯依比古?): provincia de Sanuki;
Ohogetsuhime (大宣都比売?): provincia de Awa;
Takeyoriwake (建依別?): provincia de Tosa.
Oki-no-mitsugo-no-shima (隠伎之三子島?): actualmente, isla de Oki. Apodado como Ame-no-oshikorowake (天之忍許呂別?);
Tsukushi-no-shima (筑紫島?): actualmente, isla de Kyūshū. 
Esta isla poseía un cuerpo y cuatro caras. Los nombres de las cuatro caras son las siguientes:
Shirahiwake (白日別?): provincia de Tsukushi;
Toyohiwake (豊日別?): provincia de Toyo;
Takehimukahitoyojihinewake (建日向日豊久士比泥別?): provincia de Hi;
Takehiwake (建日別?): Kumaso.
Iki-no-shima (伊伎島?): actualmente, isla de Iki. Apodado como Amehitotsubashira (天比登都柱?);
Tsu-shima (津島?): actualmente, isla de Tsushima. Apodado como Ame-no-sadeyorihime (天之狭手依比売?);
Sado-no-shima (佐度島?): actualmente, isla de Sado;
Ohoyamatotoyoakitsu-shima (大倭豊秋津島?): actualmente, isla de Honshū. Apodado como Amatsumisoratoyoakitsunewake (天御虚空豊秋津根別?).
Estas ocho islas que se formaron son conocidas tradicionalmente como Ōyashimakuni (大八島国? literalmente, “país de las ocho grandes islas”) y en su conjunto es lo que es conocido actualmente como Japón (en el mito no se mencionan la isla de Hokkaidō ni las islas Ryukyu porque en el momento de la redacción de la leyenda, estas islas eran desconocidas para los japoneses).

Adicionalmente, Izanagi e Izanami engendraron posteriormente seis islas:
Kibi-no-kojima (吉備児島?): península de Kojima. Apodado como Takehikatawake (建日方別?);
Azuki-jima (小豆島?): Shōdōshima. Apodado como Ohonodehime (大野手比売?);
Oho-shima (大島?): Suō-ōshima. Apodado como Ohotamaruwake (大多麻流別?);
Hime-jima (女島?): Himeshima. Apodado como Amehitotsune (天一根?);
Chika-no-shima (知訶島?): Islas Gotō. Apodado como Ame-no-oshio (天之忍男?);
Futago-no-shima (両児島?): Archipiélago Danjo. Apodado como Amefutaya (天両屋?).

Según el Nihonshoki

El relato de este libro solamente difiere en que Izanagi e Izanami se ofrecieron de manera voluntaria para consolidar la Tierra. También en que Izanagi e Izanami son descritos en la leyenda como el “dios del yang” ( 陽神?) y la “diosa del yin” ( 陰神?); influenciados por las ideas del yin y yang.

El resto de la historia es idéntico, con excepción de que los otros dioses celestiales (Kotoamatsukami) no hacen aparición y tampoco son mencionados las seis últimas islas menores que engendraron Izanagi e Izanami.

 


El Panteón.


Respecto de panteón de los kami,  siete generaciones de seres divinos abren, a modo de vanguardia, la marcha del gran cortejo de los 800 miriadas de kamis que pueblan el panteón japones. De los dioses de las cinco primeras generaciones no se tienen más que mociones confusas y contradictorias; las tinieblas míticas se esclarecen un poco con el kami de la sexta generación, el dios del crecimiento, Musubi.
Pero la claridad verdadera empieza en la séptima generación, representada  por la pareja creadora Izanaghi e Izanami. De esta pareja sale la resplandeciente reina del día la diosa solar Amaterasu, "la gran deidad que luce en el cielo"   

En su calidad de diosa del cielo, Amarerasu se halla rodeada de una corte.

Viene luego, en segunda fila, el dios de Tierra, que con sus dos denominaciones Onamochi y Okuni nishi ("el dios del gran nombre" y el "gran maestro de la tierra") goza de gran prestigio en el pueblo del Japón.

El gran dios de la Tierra comparte su dignidad con una muchedumbre de dioses particulares cuyo origen se adjudica a una u otra de las regiones del país, y todos los honran y veneran como kuni-dama ("espíritu  de la Tierra.)

El kami que mas se presta para penetrar en la naturaleza intima del sintoismo como culto naturalista es Inari, el dios-zorra. Su culto rivaliza en popularidad con la diosa solar. Inari es originalmente el dios del arroz y la agricultura, y su culto, una de las formas más bajas de la religión sintoísta. Debajo de él y como mas infame ya no sino el falo. Al constituir parte de la pareja creadora izanaghi e Uzanami, en virtud de una interminable serie de kamis, a este repugnante ídolo.
La divinización, aplicada en un principio a las fuerzas del a Naturaleza, se continuó con la apoteosis de los difuntos, en cuya supervivencia se creía: nada había que la limitase, y cada muerto individual podría aportar al panteón de los kami un nuevo aumento.
Entre los héroes divinizados, el primer puesto pertenece al mikato Ojin tennocomo, dios de la guerra con el nombre de Hachimanjin. Son  innumerables los templos que llevan nombre de Hachiman o Yawara; el mayor de todos se halla sitiado en Tokio, en la " montaña del hombre."
La leyenda formada alrededor de estos héroes entra de lleno en el espíritu de los mitos naturalistas y en ellos se reflejan las mismas concepciones fundamentales.

Ejemplo clásico en esta materia citase la divinización de un antiguo ministro imperial, aun hoy bastante popular con el nombre de Temmangu. El nombre mortal de este dios era Sugahara Michizane. Había nacido en el año 845, de una familia que, por medio del dios de luchadores y los alfareros, hacia remontar su origen a la misma divinidad solar. Sugahara parece que fue hombre perito en las ciencias chinas, y por esto es honrado como dios del saber y de la caligrafía.
Sugahara fue ministro y las intrigas de sus enemigos consiguieron derribarle del cargo. al morir, el pueblo hizo de el un dios, pero salio una divinidad rencorosa y mato de rayo a todos sus enemigos y con terroríficas apariciones y siniestras predicciones atormentó al emperador hasta que éste determino erigirle un templo, el cual fue el primero de la serie, pues en 1820 no tenia menos de 28 templos en todo Japón. 

Por lo demás no es menester haber sido un gran hombre para ser kami después de la muerte , basta haber hecho alguna cosa sensacional.


Itsukushima Shrine.

3 comentarios:

  1. una religión interesante, nativa de Japón

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  2. Toda Religión tiene un origen. El Shintoismo se pierde en los orígenes de los tiempos, en los albores de la creación de Japón, el país del sol naciente. Es la religión de la Naturaleza, de los Kami, de antiguas deidades naturales de Japón, de montañas, de reinos sutiles y de reinos celestiales. La mitología japonesa es amplia y rica. Mitología llamada así por nosotros, pues ellos tienen sus sacerdotes y templos. Mitología les parece a ellos el cristianismo y los santos y el papá de Roma.

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  3. Añadir que Sintoísmo es una religión viva, que practica un elevado número de la población japonesa, que son un país con un alto grado de educación, de cultura, de avances tecnológicos, de longevidad, y de mayor riqueza per cápita del mundo.

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