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miércoles, 9 de agosto de 2017

466.- Cristián Warnken y los Chalecos Amarillos. a


Cristián Warnken

El movimiento Amarillos por Chile "surgió de mucha gente preocupada por las primeras señales de la Convención que iban por un rumbo delirante, desmesurado. Yo por ahora cumpliré la labor de vocero, pero soy solo uno más de un grupo de chilenos, en su mayoría de centro y centroizquierda, que no quiere que se tire el país por la borda, sino hacer cambios: pero bien hechos. Esto no es un partido político, es un movimiento abierto, ciudadano, de gente muy diversa y sin agenda oculta".

Cristián Warnken explica de ese modo a PAUTA el origen del colectivo que él encabeza. En su manifiesto, divulgado el juev es 17 de febrero en exclusiva por este medio, los suscriptores de la iniciativa dicen: "Nosotros los amarillos sentimos la pasión por lo posible que consiste en hacer las cosas bien hechas, conseguir los cambios necesarios sin destruir lo bueno, apostar por un futuro mejor sin pensar que se parte de cero".

Desde ese momento, el colectivo tomó fuerza. La primera lista de suscriptores, publicada en exclusiva por PAUTA ese jueves, contaba con 79 personalidades: desde premios nacionales (Sol Serrano, Iván Jaksic, José Rodríguez Elizondo) y escritores (Mauricio Electorat, Carlos Franz) hasta economistas y políticos ligados sobre todo con la ex-Concertación.

Conocido el contenido del manifiesto, entre esa noche y el día siguiente (cuando el resto de los medios divulgó la misma noticia), más de 30 nuevas figuras de similar perfil suscribieron la iniciativa. Entre los nuevos firmantes aparecen la presidenta del Senado, Ximena Rincón, mientras que en la categoría de adherentes figuran exministros de Vamos por Chile como Patricia Matte y Jaime Mañalich, comentaron los organizadores del grupo a PAUTA. También abrieron una petición en Change.org, que el viernes en la mañana tenía 600 y el sábado hasta las 20 horas sumaba más de 5.000 solicitudes de adhesión.

Las primeras epístolas

Los cuestionamientos del conductor de Desde el Jardín, de Radio PAUTA, contra la violencia partieron poco después del Estallido Social. La primera de sus columnas escritas para este medio, conocidas como Cartas de Cristián Warnken, la tituló "Carta abierta al año 2020". Publicada el 31 de diciembre de ese año, decía:

Permíteme que te extirpe la intolerancia que nos tocó vivir en el mundo y en nuestro país este año. No extirpo ni el legítimo deseo de cambio social y político, ni tampoco la desobediencia pacífica a veces necesaria (la de Thoreau, Gandhi, Mandela), el anhelo profundo de un nuevo comienzo que late en el alma de mi país, pero sí quiero sacarte la espina de la intolerancia, el veneno que termina muchas veces por alienar a los líderes y a los multitudes, y que degrada esa 'jerga del tambor' que el joven poeta Rimbaud escuchaba sonar en la Comuna de París y la transforma en jerga del patíbulo, la funa, la hoguera.


Hubo otras columnas epistolares en que el intelectual ahondó en sus reflexiones.

No sacaremos nada con crear una nueva Constitución si no fundamos una nueva ciudad, que recoja la historia, los mitos, que reúna los fragmentos para que seas un crisol vivo y no un laberinto donde extraviarse. Donde sus habitantes no sean extranjeros expulsados de su centro a periferias secuestradas por el bandidaje nihilista.

"¿Quién mató el Squadritto?", se preguntó en otra epístola en PAUTA. Se refería al cierre del emblemático restaurante en el Barrio Lastarria:

¿Quién mató el Squadritto? ¿Sólo esta pandemia global? Algunos les endosarán toda la culpa a los chinos. Pero hay que decirlo con todas sus letras, aunque las furias nos funen: también el "estallido social" mató a nuestros lugares sagrados. Las multitudes manifestantes que traían por un lado el Eros de un nuevo despertar jubiloso y lleno de esperanza fueron muchas veces escoltadas por batallones tanáticos que martirizaron un barrio axial de la ciudad –un axis mundis– sin piedad ni medida. Era Tanatos, la contracara del Eros manifestante.

En "Carta a un amigo liberal", comentó en abril:

 En Chile, estamos rodeados de "iluminados" de izquierda y derecha. Según Harari –el autor de Homo Deus–, cada vez que uno se encuentre con alguien que dice tener la verdad a mano, hay que huir lejos de él. El problema es ¿huir hacia dónde?, porque parecemos rodeados por los rígidos y dogmáticos.

Con los meses se agregaron otros textos, como cartas a "la clase política chilena", a "Humberto Maturana" y a "un elector chileno". En "Carta a un amigo socialista", Warnken lamentaba el episodio que terminó con el PS excluido de las primarias entre el Frente Amplio y el Partido Comunista en que se enfrentaron Gabriel Boric y Daniel Jadue.

El cerco se va corriendo. Vieja práctica de chantaje emocional más antigua que el hilo negro. ¿Te acuerdas del "renegado" Karl Kautsky? ¡Cómo lo insultó Lenin! Los leninistas y estalinistas rusos, antes de aniquilar físicamente el enemigo, primero lo encerraban en un adjetivo denostador. 

Jadue se ha ido convirtiendo de a poco en una suerte de comisario de una izquierda radical ensoberbecida por los buenos resultados de esta elección, una izquierda empoderada, donde no cabe la duda y solo abundan las convicciones.


Las misivas políticas más recientes

En julio comenzó el trabajo de la Convención Constitucional. Cristián Warnken declaró apostar por la "esperanza" al respecto, pero que no fuera ni "ilusoria ni cándida". En su columna "Carta a los convencionales constituyentes", les dijo que el Golpe de Estado de 1973 "dio paso a una revolución, una revolución que quería borrar el pasado para empezar todo de nuevo. Pero las transformaciones traumáticas que no se reconcilian con el pasado y no recogen de este lo positivo que haya que incorporar, terminan en algún momento fallando o desmoronándose". Luego advertía:

La grabación de las instrucciones que Pinochet daba previo al bombardeo de La Moneda, nos hace escuchar nítida la voz del resentimiento que entonces estalló y tomó las armas. Y ese resentimiento salía desde el fondo de nuestro pozo. Muchos de los derrotados de ayer vuelven a cobrar venganza ahora, y hay voces y griteríos en los que vuelve a escucharse la vibración del resentimiento (esta vez de signo opuesto). Ellos vienen a "devolver los venablos contra el Dios vencedor", como decía Nerval. Por eso sería un error descomunal y catastrófico que, con esta Constitución, se hiciera lo mismo pero al revés, esta vez queriendo arrasar, borrar del mapa todo indicio de "neoliberalismo", refundando el país hasta en sus más profundos cimientos [...]. Esta Constitución no debe ser pensada para borrar el pasado, sino para señalar una hoja de ruta para el futuro. No puede surgir del sentimiento de venganza, sino de un genuino espíritu de creación. O nacerá muerta.


Un mes después, en "Carta a un amigo constituyente", criticaba a los partidos "leninistas" (UDI y PC), y en general observaba con apertura la llegada de nuevas ideas. Proponía abrir las sesiones con obras de poetas mapuches y chilenos. Y si bien mantenía su precaución sobre algún "delirio derridadiano", decía:

Es de esperar que superada la asfixia y control que tienden a imponer los leninistas de izquierda o derecha, en la Convención comience a respirar el Chile del futuro, menos parecido a una utopía que a una república equilibrada, sin desmesuras de ningún tipo [...] El mundo que se viene (con cambio climático, pandemias, desorden geopolítico global, etc) es tan complejo que los países no pueden perder tiempo en rencillas decimonónicas de una época que ya terminó. Necesitamos cambiar nuestras cajas de herramientas y trabajar en las nuevas preguntas y liberarnos de la lealtad a respuestas -a estas alturas- muertas.

A sus cuestionamientos a políticas de la identidad ("Carta a mi querido Negro") y a las amenazas contra la chilenidad ("Carta a un chileno desconocido") se unieron a sus llamados a los postulantes a La Moneda ("Carta a los candidatos a la Presidencia de la República"), a los electores ("Carta a un votante misterioso" y "Carta a un chileno o chilena indecisos") y a dos parlamentarios de centroizquierda que mantuvieron sus principios pese a las críticas ("Carta a Carolina Goic y Pepe Auth"), entre otros.

Hubo, en septiembre de 2021, una columna de tono sarcástico, casi una sátira, basada en un divertimento protagonizado por Warnken y algunos amigos. Se llamaban "Los inútiles". Esa "cofradía", sin embargo, se resquebrajó tras los acontecimientos del Estallido Social. De ese modo, para recuperar la unidad, el propio Warnken lanzó una propuesta: crear un partido.

Éramos "Los inútiles": todos los jueves –desde hace años– nos juntábamos religiosamente, un día de la semana, a hablar de temas completamente inútiles: una novela de un autor tan olvidado como Huysmans, una frase de Heráclito (leída y traducida desde el original griego por nuestro amigo Horacio), el análisis de una décima de algún payador legendario. Comíamos muy bien, como sibaritas, fieles al espíritu de otro grupo también de amigos, que en décadas pasadas fundaron el original grupo "los inútiles" (casi todos ellos han muerto) del que nosotros tomamos la posta y copiamos el nombre.

[...] A nosotros nos tocó el "estallido social", que junto con ser un acontecimiento callejero , también fue un "estallido anímico". Lo vimos en nuestro grupo: algunos de radicalizaron hacia un extremo u otro, y nos dimos cuenta que –en medio de una conversación sobre un terceto de un soneto de Luis de Góngora– subíamos la voz, cuando la "actualidad" inevitablemente veía a infiltrarse en nuestra mesa. Fue entonces cuando tomamos la decisión de buscar una salida a esa tensión que podía a la larga poner en peligro nuestra entrañable cofradía. Fui yo el de la idea de –como un juego terapéutico– fundar un partido, imaginario por supuesto. (Aunque hoy día los partidos y candidatos imaginarios están de moda). En nuestra mesa había optimistas radicales sobre la deriva del país posestallido (los llamé los "refundacionales jubilosos") y pesimistas irredimibles (los llamé "apocalípticos"). Propuse: creemos el Partido Optimista Moderado (POM), en que podamos caber todos. Todos ustedes se rieron, pero aplaudieron la iniciativa. Si habíamos creado un grupo llamado "los inútiles", ¿por qué no podíamos crear un Partido Optimista Moderado?

Las dos cartas amarillas

Las elecciones de primera vuelta presidencial impulsaron a Warnken a otra dirección. Gabriel Boric y José Antonio Kast representaban los polos de la oferta programática, motivo por el cual Warnken observó cómo ambos, pero especialmente la coalición de izquierda, comenzó a prometer cambios graduales.

Así nació la primera de sus cartas amarillas.

En "Carta amarilla a mis hijos", un texto publicado el 27 de noviembre del 2021, donde el poeta reveló por primera vez en público un incidente que sufrió en una calle cuando, mientras estaba con su familia, unos jóvenes lo insultaron por sus opiniones.

"Miren, ahí va el amarillo, el vendido a los fachos (sic)", le gritaron en aquella ocasión mientras caminaba con sus hijos en una ciudad costera. Más de un año necesitó el intelectual para responder la pregunta que sus hijos le hicieron: "Papá, ¿qué significa ser amarillo?":

Hoy puedo decirlo en voz alta, con orgullo, sin complejos y con menos miedo que esa vez que nos interpelaron en plena calle. Ser amarillo es tener hondas convicciones democráticas, creer en el Estado de Derecho, en el diálogo, en los acuerdos, en las reformas graduales y bien hechas, en el respeto genuino a la diversidad de pensar.

[...] Por eso, hoy grito alto y fuerte: "¡Amarillos del mundo, uníos!" Los cobardes que ayer callaron, ahora sacan la voz; los oportunistas que avalaron la violencia o fueron ambiguos ante ella, se le declaran contrarios. Recibamos con los brazos abiertos a los miles de amarillos que están apareciendo por todas partes. Mira, ahí hay uno que me funó en las redes sociales, y ahora es amarillo. ¡Bienvenido! Y ese otro que le dio piso teórico a la violencia, también se puso amarillo. ¡Bienvenido!  Y mira, hasta ese político comunista está haciendo ahora declaraciones amarillas: ¡Bienvenido, rabanito, de vuelta a casa, te recibimos con los brazos abiertos


Antes, el exdirector de The Clinic y actual constituyente, Patricio Fernández, también se había definido como "amarillo". Lo publicó en un editorial de julio de 2018, cuando en Chile no había ni Estallido Social ni Convención Constitucional.

La carta de Cristián Warnken a sus hijos recibió numerosas respuestas en público y en privado. Se viralizó en redes sociales, pero sobre en los más diversos grupos de WhatsApp. Y él mismo diría después que fue gracias a los "amarillos" que los candidatos presidenciales moderaron sus propuestas para conquistar nuevos votos en la segunda vuelta presidencial, que a la postre ganó Boric.

Sin embargo, en enero las propuestas y los debates que surgían desde la Convención Constitucional adquirían cada vez formas más definitivas. Y fue entonces cuando el primer atisbo del futuro movimientos Amarillos por Chile tomó cuerpo.

La columna sabatina en PAUTA fue un llamado claro. 

Era "Carta a todas las bases amarillas del país", Warnken señalaba que era prudente y necesario decretar un "estado de alerta amarilla".

"Alerta democrática y republicana. Alerta en su grado máximo", señala.

Pasó la hora de empatizar con el aluvión de demandas, anhelos, sueños que este proceso ha despertado, todos muy legítimos pero que, si no son procesados y ordenados, pueden transformarse en un temporal de expectativas. Es la hora de la política, de la razón, de dejar de ser desbordados por las emociones primarias, de elaborar esas emociones (no negarlas), de darles un cauce constructivo, de dejar de ser niños o adolescentes con "pataleta", rabia o pena, y comportarnos como adultos en esta hora histórica.

Todo esto quedó enmarcado en el proceso constituyente que vive el país y a raíz del cual el poeta y profesor de castellano llama a calmar las aguas para ver el panorama.

Nos parece que ya pasó la hora de la "catarsis" de la primera etapa de la Convención y en la que los distintos representantes de identidades y minorías varias necesitaban decir "existimos" y "necesitamos ser vistos y reconocidos". Esa etapa se cumplió a cabalidad y nadie puede decir que aquellos que antes estuvieron "invisibilizados" por mucho tiempo por la élite no lograron un espacio de representación y exposición que era necesario para empujar la necesaria diversificación y mejorar las falencias de representación que nuestra democracia un poco gastada ya estaba mostrando.

Pero hoy estamos en otra etapa: ahora cada grupo, colectivo, minoría, etc. deberán sentarse frente a frente a conversar de verdad, a escuchar al otro en cuanto "legítimamente otro" (como decía Maturana), salir del narcisismo identitario y empezar a negociar, acordar, construir (o reconstruir) un pacto social que nos permita avanzar como sociedad y no quedar pegados en rencores, ajustes de cuentas y revanchismos del pasado.

 

Cerca del cierre, Warnken expone un punto sensible, sobre todo entre quienes votaron Apruebo en el Plebiscito de Entrada en 2020:

El Rechazo del Plebiscito de Salida si el texto presentado es un engendro o un imbunche –entonces– será antes que nada amarillo. Es de esperar, por supuesto, que no lleguemos a ese fatídico escenario.

Para que eso no ocurra –porque no queremos que ocurra– es porque declaramos la Alerta Amarilla en todo el país.

El movimiento

Tras las reacciones que generó el lanzamiento de su "colectivo", como también lo ha llamado, Cristián Warnken apuntó directamente al propósito de su propuesta.

"Dijimos: 'pasemos a la acción, tratemos de proponer algo'. [Amarillos por Chile] es una especie de colectivo, bastante espontáneo, de gente muy libre. Yo soy muy libre [...] Esto no va a constituirse en un movimiento populista de centroizquierda", comentó el viernes en Radio PAUTA.

Aclaró: "Yo no tengo ninguna intención de crear ni un partido ni aspirar a un cargo de poder. Esto es un colectivo que para mí, por lo menos, cumplirá una función en esta etapa".

"Si esta es una Constitución amarilla, evidentemente que estaremos muy contentos y vamos a aprobarla con mucho entusiasmo", agregó, "pero creo que estamos lejos de llegar a ese color amarillo"


Chalecos amarillos 



Cristián Warnken: "Si esta es una Constitución amarilla, vamos a aprobarla con mucho entusiasmo"

El intelectual encabeza el movimiento Amarillos por Chile, que surgió como respuesta a su preocupación por el debate constituyente. En PAUTA cuenta sus razones.

POR ANDRÉS SEPÚLVEDA

VIERNES 18 DE FEBRERO DE 2022

El jueves el intelectual Cristián Warnken anunció que encabezará un nuevo movimiento ciudadano: Amarillos por Chile. La noticia, revelada en exclusiva por PAUTA, generó reacciones inmediatas: el vínculo al artículo fue compartido cientos de veces por WhatsApp y ha generado miles de interacciones en otras redes sociales.

Este viernes temprano el propio Warnken manifestó las razones de la iniciativa. 

"Uno de los peligros que tal vez más ha salido en las conversaciones que hemos tenido es la preocupación por la desmembración de Chile. Por la deconstrucción, de alguna manera, del Estado de Chile" comentó en conversación con Primera Pauta, de Radio PAUTA. 

Cristián Warnken es poeta, columnista y conductor del programa Desde el Jardín, del mismo medio. "Queremos reformas, queremos cambios, pero no queremos refundaciones ni revoluciones. Eso es un poco el corazón de los que nos une", comentó en referencia al debate que domina en la Convención Constitucional.
"Por lo menos yo no tengo ninguna intención de crear ni un partido ni aspirar a un cargo de poder. Esto es un colectivo que para mí, por lo menos, cumplirá una función en esta etapa", indicó.

"Dijimos: 'pasemos a la acción, tratemos de proponer algo'. [Amarillos por Chile] es una especie de colectivo, bastante espontáneo, de gente muy libre. Yo soy muy libre [...] Esto no va a constituirse en un movimiento populista de centroizquierda".

"Si esta es una Constitución amarilla, evidentemente que estaremos muy contentos y vamos a aprobarla con mucho entusiasmo", agregó, "pero creo que estamos lejos de llegar a ese color amarillo". 

Debe ser un nuevo comienzo

El movimiento liderado por Warnken incluye ya a unas 80 personalidades, como los intelectuales Sol Serrano, Iván Jaksic, Mauricio Electorat, Carlos Franz, Claudio Elórtegui, Luis Riveros y Mario Waissbluth. También a economistas como Andrés Velasco, Rodrigo Valdés, José De Gregorio, Alejandro Foxley y Álvaro Clarke, así como a exautoridades como Alejandro Ferreiro, Vivianne Blanlot, Mariana Aylwin, José Joaquín Brunner y Enrique Krauss. Hay empresarios como José Luis del Río, Fernando Bustamente y Óscar Guillermo Garretón. Del mundo parlamentario están Soledad Alvear, Carolina Goic, Eugenio Tuma, Hernán Vodanovic y Fulvio Rossi, entre otros.

Para Warnken, es importante no dejar todo en el pasado y empezar con la base de la experiencia. "Chile tiene una tradición constitucional interesante. Es decir, en Chile ha habido redactores de Constituciones expertos en constitución, hay un capital intelectual que no se puede desechar". 

El columnista piensa que existen temores y plantea que le "gustaría hablar de un nuevo comienzo. Me gusta decir que la Convención podría haber sido la posibilidad de un nuevo comienzo y de gestar un pacto social que reconstruya aquello que ha dividido a los chilenos". 

Amarillos por Chile: nace un nuevo movimiento y lo encabeza Cristián Warnken.

El amarillo

Exclusivo de PAUTA: más de 70 personalidades, incluidos premios nacionales, economistas y exministros de la Concertación, se organizaron como respuesta al peligro de la "refundación" de Chile "desde cero".
JUEVES 17 DE FEBRERO DE 2022


"Las grandes tragedias en nuestro continente y en el mundo entero han ocurrido cuando los amarillos hemos sido acallados o no hemos levantado con convicción suficiente nuestra voz", dice en uno de sus párrafos el documento fundacional de un nuevo movimiento ciudadano. 

No es un grupo más. 

En dos páginas, más de 75 personalidades en Chile que incluyen a premios nacionales, exministros de los gobiernos de la Concertación, rectores de universidades, académicos y parlamentarios (antiguos, actuales y futuros), entre otros, se unieron tras la figura de Cristián Warnken para levantar el colectivo Amarillos por Chile.

El manifiesto del grupo, cuyo contenido PAUTA reproduce abajo en exclusiva, argumenta que existen ánimos refundacionales expresados especialmente en la Convención Constitucional. Ante ello, plantean los suscriptores, hay que sacar "la voz" en favor del "diálogo y la conversación".

"Hoy enfrentamos el peligro de lo que alguien ha llamado 'estallido institucional', cuando se vislumbra la posibilidad de que la Convención Constitucional, en vez de ofrecerle al país una Constitución que nos incluya a todos y ayude a construir un pacto social, nos lleve a un callejón sin salida que empuje a muchos de los que votaron 'apruebo' y quieren que el proceso constitucional resulte, a quedar sin otra opción posible que la de oponer un 'No' a una Constitución que no nos represente a todos", dicen los firmantes.

"Muchas de las propuestas que han emanado de las comisiones y algunas de las que ya están alcanzando los 2/3 en el Pleno están encendiendo la señal de alerta entre quienes no queremos la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación desde cero", plantean. "El espíritu que debe primar en la Convención debe ser el del diálogo, la conversación, el escuchar de verdad al que piensa distinto".

Agregan que los amarillos son "una mayoría silenciosa del país", que quieren "reformas, no revolución, no una Constitución inarmónica o sesgada, sino una nueva Constitución equilibrada". Esa propuesta constitucional, plantean, debería alejarse de los "experimentos fallidos de otros países de América Latina". En cambio, debería conciliar "orden con libertad, cambio con estabilidad, como lo soñara y pensara uno de nuestros padres intelectuales de la patria, Andrés Bello".

Los primeros integrantes del movimiento

Entre los suscriptores de la propuesta están los premios nacionales de Historia Sol Serrano e Iván Jaksic, el premio nacional de Humanidades José Rodríguez Elizondo; el fundador de Educación 2020, Mario Waissbluth; el rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Claudio Elórtegui; el exrector de la Universidad de Chile Luis Riveros, e intelectuales como los escritores Carlos Franz y Mauricio Electorat.

Hay también una serie de figuras económicas que fueron autoridades durante los gobiernos de la Concertación, como los exministros de Hacienda Alejandro Foxley, Andrés Velasco y Rodrigo Valdés; el expresidente del Banco Central y exministro de Economía José De Gregorio; y otros exministros como Alejandro Ferreiro, Vivianne Blanlot, Ignacio Walker, Jorge Burgos, René Cortázar, Mariana Aylwin, Jaime Campos, Isidro Solís, Pedro García, José Joaquín Brunner y Enrique Krauss. 

Otros suscriptores son la directora del BancoEstado Paola Assael, así como Óscar Guillermo Garretón, Fernando Bustamente, José Luis del Río, Pablo Morales Ahumada, Pilar Peña D'Ardaillon, Ricardo Escobar, Sebastián Pavlovic y Darío Contador.

La lista suma además a personeros del Congreso. Entre ellos están la saliente senadora DC Carolina Goic, el entrante diputado ex-DC Andrés Jouannet, y exsenadores como Soledad Alvear, Eugenio Tuma, Hernán Vodanovic y Fulvio Rossi.

Warnken: "Muchos descubrieron que eran amarillos sin saberlo"

Cristián Warnken, poeta, columnista y conductor del programa Desde el Jardín, de Radio PAUTA, fue el catalizador. 

Todo comenzó el sábado 27 de noviembre, cuando en su columna epistolar en PAUTA publicó "Carta amarilla a mis hijos". 

La columna tuvo una enorme distribución en redes sociales, sobre todo vía WhatsApp, y generó una reacción que sorprendió a Warnken.

"Esa carta tuvo una repercusión para mí inesperada. Mucha gente me envió imágenes de flores amarillas, banderas amarillas, fotos de familias con poleras amarillas. Fue muy impresionante", dice Warnken a PAUTA. "Algo pasó y ahí me di cuenta de que probablemente muchos descubrieron que eran amarillos sin saberlo. Y que hay una orfandad muy grande de quienes no están en los extremos del arco político, porque sus posibles líderes abdicaron de sus convicciones. Eso ocurrió con la centroizquierda muy nítidamente".

El sábado 5 de febrero, Warnken fue más explícito en su convocatoria. En una columna titulada "Carta a todas las bases amarillas del país", dijo: "Es la hora de la política, de la razón, de dejar de ser desbordados por las emociones primarias".

Sobre ese llamado, Warnken comenta ahora que "las emociones, lo inconsciente, son muy importantes en la creación estética, la religión, etcétera. Y hay que dar un cauce a eso en el arte, la poesía. Pero en política, lo irracional desbordado puede ser muy destructivo. Y las emociones son manipuladas por líderes carismáticos y negativos. Creo que algo de esa irracionalidad ha campeado estos años en Chile y ciertos políticos han inflamado eso en vez de darle un cauce razonable, una deriva política".

El surgimiento de este movimiento ocurrió porque había "mucha gente preocupada por las primeras señales de la Convención que iban por un rumbo delirante, desmesurado. Yo por ahora cumpliré la labor de vocero, pero soy solo uno más de un grupo de chilenos, en su mayoría de centro y centroizquierda, que no quiere que se tire el país por la borda, sino hacer cambios: pero bien hechos. Esto no es un partido político, es un movimiento abierto, ciudadano, de gente muy diversa y sin agenda oculta".

Figura central en las últimas décadas de la difusión cultural y de ideas, Warnken es profesor y poeta. Y Platón -lo ha recordado varias veces el propio conductor de Radio PAUTA- "expulsó" a los poetas de su idea de república. ¿Se puede ser poeta y hacer política?

"Hay muchos poetas en distintas épocas que han participado en política: Dante, Víctor Hugo, José Martí, Neruda, Ezra Pound, Huidobro", repasa Warnken. "Hay siempre un peligro: ahí está el caso de grandes poetas del siglo XX que abrazaron ideologías totalitarias. A veces es necesario que los poetas bajen de su Olimpo cuando la libertad está en juego, por ejemplo, pero deben mantener una distancia razonable del poder y de las ideologías que incluso pueden dañar sus obras. En ese sentido, me gusta la libertad y sospecha de un Lihn y Parra ante cantos de sirena de esas ideologías, al revés de muchos que se abanderizaron y perdieron su sagrada libertad de conciencia".

Los puntos centrales del manifiesto

Los siguientes son extractos del manifiesto de Amarillos por Chile. La versión completa se puede revisar al final de este artículo, con la lista de los 75 suscriptores y su llamado a adhesiones:

La denominación "amarillo" surgió hace mucho tiempo en nuestro país como una denostación hacia quienes estaban por los cambios, pero de manera gradual y responsable, y preferían el camino de las reformas al de la revolución, el del diálogo con quienes piensan distinto a la idea de convertir al adversario político en enemigo a destruir. En medio de la euforia refundacional que quiere partir de cero, es usual que la voz de los amarillos intente ser acallada, y parezca mucho más atractiva la radicalidad y el maximalismo que la prudencia y el realismo. Pero en la voluntad de transformaciones sociales no solo existe el impulso hacia lo imposible (propio de las utopías), nosotros los amarillos sentimos la pasión por lo posible que consiste en hacer las cosas bien hechas, conseguir los cambios necesarios sin destruir lo bueno, apostar por un futuro mejor sin pensar que se parte de cero. 

Las grandes tragedias en nuestro continente y en el mundo entero han ocurrido cuando los amarillos hemos sido acallados o no hemos levantado con convicción suficiente nuestra voz (como ante la legitimación de la violencia política, por ejemplo), acomplejándonos ante quienes gritan más y construyen una versión de la realidad como un relato maniqueo, que divide el mundo entre buenos y malos y ofrecen soluciones simplistas a problemas complejos. 

Hoy enfrentamos el peligro de lo que alguien ha llamado "estallido institucional", cuando se vislumbra la posibilidad de que la Convención Constitucional, en vez de ofrecerle al país una Constitución que nos incluya a todos y ayude a construir un pacto social, nos lleve a un callejón sin salida que empuje a muchos de los que votaron "apruebo" y quieren que el proceso constitucional resulte, a quedar sin otra opción posible que la de oponer un "No" a una Constitución que no nos represente a todos.

Muchas de las propuestas que han emanado de las comisiones y algunas de las que ya están alcanzando los 2/3 en el Pleno están encendiendo la señal de alerta entre quienes no queremos la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación desde cero, sino un nuevo comienzo que recoja lo mejor que hemos construido todos juntos en estas décadas y mejore de manera eficaz e inteligente lo que haya que mejorar. 

Para ello, el espíritu que debe primar en la Convención debe ser el del diálogo, la conversación, el escuchar de verdad al que piensa distinto.

El diálogo y la conversación son una de las pasiones fundamentales de los "amarillos". Suscribimos esa bella definición del gran profesor de filosofía y ensayista Humberto Giannini, quien afirmaba: "La conversación es una de las más altas formas de la hospitalidad humana". Eso necesita Chile más que nunca: hospitalidad, civismo, respeto por el "otro como legítimamente otro" (como decía Humberto Maturana).

En ese sentido, el intento de algunas facciones radicalizadas de la Convención de ignorar, e incluso borrar, a un sector político significativo del país (la centroderecha), tal como intentaran hacerlo en la Constitución del 80 los maximalistas de entonces (de signo inverso a los de hoy), es un error político garrafal. No hay que olvidar que ese sector obtuvo una votación muy importante en la última elección legislativa y un 44% en la elección presidencial. ¿Se puede hacer una Constitución viable sin incluir ni escuchar a ese sector, como si no existiera? Proponer un texto constitucional excluyente y que no naciera del genuino diálogo y la escucha también de la minoría sería una victoria pírrica que no le aseguraría una larga vida a dicha Constitución y solo ayudaría a polarizar aún más al país. Sería repetir el mismo error que cometió ayer una parte de la derecha. 

Por estas razones, de la misma manera que pedimos a la izquierda asumir su responsabilidad democrática en abrirse a una genuina y respetuosa escucha, solicitamos a la derecha no abandonar el proceso Constituyente de manera precipitada: ambos sectores se deben a los electores que los eligieron para estar ahí en un proceso difícil, cuyo fracaso sería muy negativo para nuestra democracia.

Los "amarillos" hemos existido siempre. Somos -así lo creemos- una mayoría silenciosa del país. Nos manifestamos en la elección presidencial reciente y con nuestro voto obligamos a los extremos a moderarse. Este país es -en el fondo- más amarillo de lo que parece. Quiere reformas, no revolución, no una Constitución inarmónica o sesgada, sino una nueva Constitución equilibrada, que recoja lo mejor de nuestra propia tradición institucional (y no la copia de experimentos fallidos de otros países de América Latina), que logre conciliar orden con libertad, cambio con estabilidad, como lo soñara y pensara uno de nuestros padres intelectuales de la patria, Andrés Bello. 

Los amarillos hemos decidido levantar nuestra voz para aportar en esta encrucijada fundamental de nuestra historia política e institucional. Estamos aquí para apoyar toda iniciativa que vaya en la dirección del equilibrio, la mesura, el sentido común, el respeto irrestricto de la Democracia (sin apellidos), del Estado de Derecho, la libertad y también la promoción de los derechos sociales, reformando y mejorando tanto el mercado como el Estado. Y alzaremos la voz contundentemente ante cualquier intento de llevarnos por el camino equivocado a repetir experimentos refundacionales fracasados en todas partes del mundo. Contra cualquier tipo de iluminismo, reafirmamos nuestra confianza en la luz del diálogo y la razón, la que hizo posible que este país existiera como país y que la democracia resurgiera después de la larga noche de la intolerancia y la dictadura.

Apoyaremos el trabajo de la Convención si esta avanza en la dirección democrática señalada, pero ejerceremos el legítimo y necesario derecho a la crítica si la Convención se extravía y nos lleva a un callejón sin salida. No hacerlo sería una irresponsabilidad. Estamos preocupados, encendemos las alarmas y encenderlas no significa ser catastrofistas. Una catástrofe sería llegar a un texto impresentable al final de la discusión o no tener ningún texto que presentar. 

Esta es nuestra primera declaración, pero no será la última. Queremos que muchos chilenos que hoy se sienten huérfanos políticamente, sepan que los Amarillos estamos aquí y ahora, en este momento decisivo de nuestra historia. Invitamos a todos los espíritus libres y democráticos a sumarse a esta iniciativa sin complejos, ni miedo, ni desconfianza. Esta es la hora del coraje, no de la cobardía ni de la renuncia.



Carta a todas las bases amarillas del país
"El Rechazo del Plebiscito de Salida si el texto presentado es un engendro o un imbunche será antes que nada amarillo. Es de esperar, por supuesto, que no lleguemos a ese fatídico escenario", dice Cristián Warnken.

Queridos y queridas compatriotas que ondean la bandera amarilla sin complejos y sin miedo ante la prepotencia de los iluminados de cualquier tipo. Por medio de la presente carta, que espero llegue a todos los confines de nuestro querido país, me parece y –sin ánimo de sumarme a ninguna campaña del terror– ni querer arruinarles las vacaciones, que–dadas las últimas noticias que nos llegan de la Convención Constituyente– es prudente y necesario decretar un estado de Alerta Amarilla. Alerta democrática y republicana. Alerta en su grado máximo.

Esto puede ser comparado a la alerta que el SHOA emite cuando un tsunami o una erupción volcánica submarina ocurre en territorios cuya cercanía podría constituir un peligro para nuestras costas. ¿Son exageradas esas alertas? A algunos puede parecerles que sí, pero todos sabemos lo que puede ocurrir cuando las personas que viven en las zonas de riesgo no están alertadas y se minimizan los posibles efectos de un tsunami o terremoto cercano.

La mayoría de las veces es probable que la alarma termine finalmente en nada, pero a veces la tragedia ocurre: entre tomar las medidas precautorias y no hacerlo, aunque la primera opción pueda a muchos parecer exagerada, es mejor hacerlo pues no hacerlo podría significar perder muchas vidas…Y en el caso de una alerta democrática y republicana, muchas democracias se perdieron y muchos países sufrieron la devastación y la catástrofe porque quienes debían encender las alarmas a tiempo no lo hicieron. Y el tsunami de la intolerancia, el fanatismo y el totalitarismo terminó por pasarles por encima, llevándose también a quienes negaron el peligro e, incluso, se mofaron de las alarmas. Eso es lo que precisamente queremos y debemos evitar.

¿Y quiénes son los que deben encender primero las alarmas? Los intelectuales y  los periodistas, que nunca deben caer en la autocomplacencia y bajar sus varas de exigencia a la hora de evaluar a las autoridades y a quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones políticas. ¿Hay acaso algo más crucial y trascendente que redactar una nueva Constitución? Es ahí donde la mirada escrutadora, fiscalizadora y crítica de periodistas e intelectuales debiera estar puesta en estas horas, y ser extremadamente rigurosa y penetrante.

Es justamente en estos meses cruciales para nuestra historia institucional que quienes tienen el deber de cuidar nuestra democracia no bajen la guardia. Pasó la hora de empatizar con el aluvión de demandas, anhelos, sueños que este proceso ha despertado, todos muy legítimos pero que, si no son procesados y ordenados, pueden transformarse en un temporal de expectativas. Es la hora de la política, de la razón, de dejar de ser desbordados por las emociones primarias, de elaborar esas emociones (no negarlas), de darles un cauce constructivo, de dejar de ser niños o adolescentes con "pataleta", rabia o pena, y comportarnos como adultos en esta hora histórica. Nos parece que ya pasó la hora de la "catarsis" de la primera etapa de la Convención y en la que los distintos representantes de identidades y minorías varias necesitaban decir "existimos" y "necesitamos ser vistos y reconocidos". Esa etapa se cumplió a cabalidad y nadie puede decir que aquellos que antes estuvieron "invisibilizados" por mucho tiempo por la élite no lograron un espacio de representación y exposición que era necesario para empujar la necesaria diversificación y mejorar las falencias de representación que nuestra democracia un poco gastada ya estaba mostrando.

Pero hoy estamos en otra etapa: ahora cada grupo, colectivo, minoría, etc. deberán sentarse frente a frente a conversar de verdad, a escuchar al otro en cuanto "legítimamente otro" (como decía Maturana), salir del narcisismo identitario y empezar a negociar, acordar, construir (o reconstruir) un pacto social que nos permita avanzar como sociedad y no quedar pegados en rencores, ajustes de cuentas y revanchismos del pasado. Quien tenga la mayoría tiene una responsabilidad inmensa en momentos así, porque puede usarla para proponer una propuesta de verdad inclusiva que considere también a la minoría (eso sería una mayoría con vocación democrática, una mayoría responsable y consciente de su responsabilidad histórica) o usar esa mayoría, por el contrario, para aplastar a la minoría e imponer su verdad, silenciando al "legítimamente otro", humillándolo, en el fondo.

Todos sabemos que se es mayoría circunstancialmente: hoy le tocó a la izquierda, mañana puede tocarle a la derecha. La Alerta Amarilla se justifica, queridos compatriotas, porque en vez de avanzar hacia una escucha genuina y a la búsqueda de un mínimo común compartido, al leer las propuestas aprobadas en las comisiones para ser discutidas por el Pleno de la Convención, todo indica que se está privilegiando el poner en primer lugar una visión maximalista, refundacional y en algunos casos derechamente revolucionaria antes que una mirada de Estado, de largo plazo, inclusiva.
Se dirá que los acuerdos de las comisiones recién aprobados son solo la base para un acuerdo final que, por requerir los "2/3", obligará a dialogar y a ceder. Sí, pero es poco probable que en el Pleno los mismos que han "tirado el tejo pasado" y "corrido el cerco de lo posible" (como les gusta decir) sufran una súbita iluminación y decidan retroceder tanto en lo que han avanzado. Esto podría significar dos cosas: o que todos los delirios propuestos son solo bravatas lanzadas para negociar después, o que muchos de los convencionales en el último momento van a sufrir una "caída del caballo como san Pablo", y van a escuchar la voz profunda de la república y van a convertirse, de la noche de la mañana, en adalides del Estado de Derecho, la democracia liberal, la reforma, el civismo y la prudencia que, en esta primera "pasada" parecen haber sido arrasados. Significará que el trabajo de las comisiones habrá sido otra etapa más de la catarsis y que en el Pleno imperará, por fin, la inteligencia política. ¿Pero hasta cuándo se extenderá la catarsis colectiva? La catarsis no puede ser más importante que la redacción seria y responsable de contenidos y la búsqueda de mínimos comunes, de acuerdos: eso requiere ser trabajado desde el primer momento.

Y queda muy poco tiempo.

Hay que decirlo con todas sus letras: los amarillos hemos sufrido una ominosa y estrepitosa derrota en esta primera etapa de la Convención. La oportunidad que tuvieron quienes ostentaban una mayoría (las izquierdas) de crear un estado de ánimo unitario, respetuoso de las diferencias y de ir esbozando una Constitución dentro de un espíritu transformador y reformista (que es lo que la inmensa mayoría del país quiere), sumando incluso a una parte de la derecha a ello, me parece que ha sido perdida, por no decir farreada. Los grupos radicales se han dado todos los gustitos posibles, colocando sus propios intereses particulares por sobre los intereses del país. Por lo menos hasta ahora.

Hemos escuchado a uno de los más destacados y preparados constituyentes (quien en mi modesta opinión habría sido un gran presidente de esta Convención), Agustín Squella, clamar en el desierto advirtiendo que de lo que se trata es de transformar y reformar instituciones, no de demolerlas, que esto no es la refundación de Chile, que no estamos en 1810, sino en 2022, que tenemos historia y tradición detrás (constitucional, política y cultural). Todo un amarillo, Squella, un amarillo cabal, pero ninguneado por muchos de sus pares, soberbios, maximalistas, vociferantes que parecen escucharse solo a sí mismos en el espejo y que parecen anidar más un espíritu revanchista que uno genuinamente transformador y creador.
No se puede crear nada bueno desde el rencor y el resentimiento. Ninguna Constitución buena podrá salir de la Convención, si es que una parte no menor de sus miembros está todavía "pegado" en ese estado de ánimo que solo busca destruir al adversario o invisibilizarlo, repetir con él lo mismo que ese adversario hizo antes –en otro momento de la historia– cuando fue mayoría. El "diente por diente" solo nos llevará a una flagrante y trágica derrota: la de un país que no es capaz de reencontrarse consigo mismo, aceptando que no todos pensamos igual, que nadie tiene la verdad, y que nuestra verdadera riqueza está justamente en el equilibrio armónico de los opuestos.

Queda muy poco tiempo para dar ese salto de conciencia, sin el cual no tendremos una Constitución en las que todos nos sentamos incluidos y representados, una Constitución duradera, con bases firmes (no sostenida solo por estados de ánimo) y legitimada por todos. Es probable que ellos –los más radicales– estén tentados de pasar la aplanadora o la retroexcavadora. Pero que escuchen bien los maximalistas y jacobinos de la Convención: los amarillos no estamos disponibles para aprobar un texto que sea un refrito posmoderno y barroco de ideas copiadas de Evo Morales (como dividir a Chile en 13 naciones autónomas y paralizar toda inversión minera en territorios "indígenas"), con resabios de viejo leninismo (como la ley de control de medios) y elementos de cultura de la cancelación (como la iniciativa de justicia feminista), entre otros.

Los amarillos se sumaron con entusiasmo al Apruebo porque creyeron que esta era una oportunidad histórica para mejorar el país que heredamos (con sus luces y sombras), no para deconstruirlo y convertirlo en una suerte de república totalitaria disfrazada de democracia y progresismo. Los amarillos quisiéramos participar de la fiesta democrática del Apruebo del Plebiscito de Salida y estar en la calle con la mayor cantidad de sectores (incluida una derecha democrática, que existe) celebrando una Constitución mejor que la que dejamos atrás; eso quisiéramos, pero pensamos que queda muy poco tiempo para rectificar esta deriva extremadamente peligrosa que está tomando la Convención.
Demasiados constituyentes están jugando con fuego. De manera irresponsable y con cara de niños buenos. Y esta no es la hora del fuego sino de la luz, de la razón. Si los constituyentes no logran cumplir el objetivo por el que fueron mandatados por la gran mayoría de los chilenos, los amarillos seremos los primeros en manifestar nuestro categórico Rechazo a cualquier aventura institucional que deshonre nuestra tradición constitucional y republicana y que signifique una involución democrática. Y no dejaremos que la derecha más conservadora se apodere de ese Rechazo (cuando lo hace solo ahuyenta a quienes debiera convocar), ¡no! Los amarillos estaremos en la primera línea encabezando ese Rechazo a la regresión, en la defensa de una república democrática y un Estado de Derecho (tal como las conocemos en Occidente), como siempre debe hacerlo toda izquierda que se precie de democrática. Lo que no se puede aprobar de ninguna manera es una Constitución sincretista, pachamámica, bolivariana o qué sé yo, como muchos de los mamarrachos constitucionales que abundan en Latinoamérica. ¿Está dispuesto el pueblo chileno a tragarse un hongo alucinógeno así, a vivir una experiencia o experimento iniciático o político–chamánico? Quien paga las regresiones fruto de los delirios de las élites académicas (que son las que hoy tienen el poder) es el pueblo.

El Rechazo del Plebiscito de Salida si el texto presentado es un engendro o un imbunche –entonces– será antes que nada amarillo. Es de esperar, por supuesto, que no lleguemos a ese fatídico escenario. Para que eso no ocurra –porque no queremos que ocurra– es porque declaramos la Alerta Amarilla en todo el país. En febrero no deben salir de vacaciones el espíritu crítico, el periodismo responsable, el pensamiento político-democrático. Si todos ellos se duermen y no sacan al pizarrón a la Convención para exigir lo mejor de ella, la democracia chilena estará en serio peligro. Hay niños que, jugando inocentemente con fuego, han terminado quemando la casa de sus padres que dormían tranquilamente la siesta confiados en la bondad de sus querubines. Pirómanos no faltan en este país. Es preferible alertar, incluso exagerar, a riesgo de parecer apocalíptico, que dormirse en la autocomplacencia y el cinismo, caldos de cultivo –la historia así lo muestra– de la decadencia y abdicación de los países ante cualquier forma de totalitarismo o populismo. Que estos meses que vienen antes del Plebiscito de Salida sean amarillos, muy amarillos, como las hojas del otoño (y el invierno) que nos tocarán atravesar.

Desde el Jardín, Cristián Warnken


Patricio Fernández: del editorial "Los amarillos" a convencional constituyente.

17 DE MAYO DE 2021



El escritor y fundador de The Clinic es uno de los seis convencionales electos por el Distrito 11. Constanza Schonhaut (FA) y él son los únicos representantes de la oposición por esa zona.
Patricio Fernández Chadwick (51), de la Lista del Apruebo, será uno de los seis representantes en la Convención Constituyente que fueron electos por el Distrito 11, correspondiente a las comunas de Las Condes, Peñalolén, La Reina, Lo Barnechea y Vitacura. Obtuvo 11.868 votos, equivalente al 3,09%.

Fernández se presentó como independiente por el cupo del Partido Liberal y junto con Constanza Schonhaut, del Frente Amplio, quien obtuvo el 5,5 % de las preferencias,  son los dos únicos convencionales de ese distrito de la oposición.

En el 11, la primera mayoría fue para la exministra de Educación Marcela Cubillos (UDI), con el 22,1%. La siguen Hernán Larraín Matte (Evópoli), con 7,7%; la abogada constitucionalista Constanza Hube (UDI), con el 4,9%, y Bernardo Fontaine (RN), con 4,4%.

"Los amarillos creemos en la compasión"
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Patricio Fernández estudió literatura y filosofía en la Universidad Católica de Chile y posteriormente historia del arte renacentista en la Universidad de Florencia, Italia.

En 1998 fundó The Clinic, semanario del que fue su director. Además ha escrito dos novelas, Ferrantes y Los Nenes, y los libros de crónicas La calle me distrajo; Cuba. Viaje al fin de la Revolución, Sobre la marcha y Notas acerca del estallido social en Chile.

En 2018 escribió el editorial "Los amarillos" en The Clinic, la que fue leída como un llamado de alerta contra el populismo y la polarización: "Me cuesta mucho entender por qué para algunos el color amarillo resulta nefasto. Los incendiarios lo ven como un rojo frío, como una pasión desenergizada, una lava que se vuelve agua. Y es verdad: nosotros los amarillos apreciamos la calma. No creemos que las ideas arrolladoras sean más virtuosas que las atentas. Los amarillos creemos en la compasión, en la confusión, en las medias tintas. No somos estrictos; preferimos las mangas anchas".

Mientras que el 24 de noviembre de 2019, un mes después del estallido social, generó debate lo que escribió en su cuenta de Twitter: "Cada vez me gusta más ser amarillo". Dos años después se presentó a candidato a convencional y su campaña gráfica, cuyo eslogan fue "Vota con ganas!", tenía de fondo el color amarillo.

En 2015, además, Fernández ya había dado un paso en esta dirección constituyente al ser parte del Consejo de Observadores Constitucionales que formó la expresidenta Michelle Bachelet.

Dejó sus funciones y la propiedad The Clinic en junio de 2020, y recordó que fundó el semanario para "dejar atrás la herencia pinochetista y dar lugar a voces nuevas en un país todavía temeroso y extremadamente conservador".

Fernández plantea que la futura Constitución deberá "reconocer como responsabilidad de todos que a nadie le falte salud, educación, pensión y vivienda". En su programa señaló cinco puntos: un nuevo pacto social; un nueva democracia; que "el agua es todos y formamos parte de la naturaleza"; ciudades con integración social, vivienda digna y adecuada y que "la pluralidad como riqueza".

Nota: Estos resultados fueron informados por el Servicio Electoral con el 99,81% de los votos escrutados. Los ganadores por distrito de la elección de convencionales constituyentes podrían variar con la corrección de la cifra repartidora y el criterio de paridad de género.


Patricio Fernández: del editorial "Los amarillos" a convencional constituyente.

17 DE MAYO DE 2021



El escritor y fundador de The Clinic es uno de los seis convencionales electos por el Distrito 11. Constanza Schonhaut (FA) y él son los únicos representantes de la oposición por esa zona.
Patricio Fernández Chadwick (51), de la Lista del Apruebo, será uno de los seis representantes en la Convención Constituyente que fueron electos por el Distrito 11, correspondiente a las comunas de Las Condes, Peñalolén, La Reina, Lo Barnechea y Vitacura. Obtuvo 11.868 votos, equivalente al 3,09%.

Fernández se presentó como independiente por el cupo del Partido Liberal y junto con Constanza Schonhaut, del Frente Amplio, quien obtuvo el 5,5 % de las preferencias,  son los dos únicos convencionales de ese distrito de la oposición.

En el 11, la primera mayoría fue para la exministra de Educación Marcela Cubillos (UDI), con el 22,1%. La siguen Hernán Larraín Matte (Evópoli), con 7,7%; la abogada constitucionalista Constanza Hube (UDI), con el 4,9%, y Bernardo Fontaine (RN), con 4,4%.

"Los amarillos creemos en la compasión"
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Patricio Fernández estudió literatura y filosofía en la Universidad Católica de Chile y posteriormente historia del arte renacentista en la Universidad de Florencia, Italia.

En 1998 fundó The Clinic, semanario del que fue su director. Además ha escrito dos novelas, Ferrantes y Los Nenes, y los libros de crónicas La calle me distrajo; Cuba. Viaje al fin de la Revolución, Sobre la marcha y Notas acerca del estallido social en Chile.

En 2018 escribió el editorial "Los amarillos" en The Clinic, la que fue leída como un llamado de alerta contra el populismo y la polarización: "Me cuesta mucho entender por qué para algunos el color amarillo resulta nefasto. Los incendiarios lo ven como un rojo frío, como una pasión desenergizada, una lava que se vuelve agua. Y es verdad: nosotros los amarillos apreciamos la calma. No creemos que las ideas arrolladoras sean más virtuosas que las atentas. Los amarillos creemos en la compasión, en la confusión, en las medias tintas. No somos estrictos; preferimos las mangas anchas".

Mientras que el 24 de noviembre de 2019, un mes después del estallido social, generó debate lo que escribió en su cuenta de Twitter: "Cada vez me gusta más ser amarillo". Dos años después se presentó a candidato a convencional y su campaña gráfica, cuyo eslogan fue "Vota con ganas!", tenía de fondo el color amarillo.

En 2015, además, Fernández ya había dado un paso en esta dirección constituyente al ser parte del Consejo de Observadores Constitucionales que formó la expresidenta Michelle Bachelet.

Dejó sus funciones y la propiedad The Clinic en junio de 2020, y recordó que fundó el semanario para "dejar atrás la herencia pinochetista y dar lugar a voces nuevas en un país todavía temeroso y extremadamente conservador".

Fernández plantea que la futura Constitución deberá "reconocer como responsabilidad de todos que a nadie le falte salud, educación, pensión y vivienda". En su programa señaló cinco puntos: un nuevo pacto social; un nueva democracia; que "el agua es todos y formamos parte de la naturaleza"; ciudades con integración social, vivienda digna y adecuada y que "la pluralidad como riqueza".

Nota: Estos resultados fueron informados por el Servicio Electoral con el 99,81% de los votos escrutados. Los ganadores por distrito de la elección de convencionales constituyentes podrían variar con la corrección de la cifra repartidora y el criterio de paridad de género



Carta a Carolina Goic y Pepe Auth

"Ha llegado la hora del descenso de la centroizquierda chilena: esta debe hacer una larga travesía autocrítica y reflexiva, y preguntarse por qué destruyó su mejor capital político: su propia historia", lamenta Cristián Warnken.

 13 DE NOVIEMBRE DE 2021

Quienes creemos que la política también tiene que ver con convicciones, que la democracia es frágil y hay que cuidarla y que los elegidos para representarnos en las Cámara de Diputados y el Senado no están ahí para ser simplemente la caja de resonancias de estados de ánimo pasajeros, sino para hacer política en el sentido más genuino del término, nos sentimos muy orgullosos de la valentía y responsabilidad con que han actuado ustedes en estos días. Hemos asistido una vez más a un espectáculo, un aquelarre y reality show al mismo tiempo patético, protagonizado por diputados y senadores de la República –o lo que queda de ella.

Con un oportunismo que no tiene límites en algunos casos y con una cobardía que los degrada en otros, diputados y senadores de la así llamada "centroizquierda" han mostrado que la decadencia que venimos observando desde hace años en ese sector, todavía no llega al fondo. Por conseguir unos votos o evitar una "funa", muchos políticos de larga trayectoria no han dudado en sumarse a operaciones político-electorales de último minuto disfrazadas de acusación constitucional o de apoyo a los sectores más desvalidos (cuarto retiro). Han basureado a la democracia y a su propia historia, la historia de la centroizquierda democrática, que si algún capital político tenía era la de la responsabilidad cívica, el respeto a la opinión de los técnicos (y no la confianza en hechiceros o chamanes de la economía) y el cuidado de las formas republicanas.

¿Alguien se imagina a Patricio Aylwin, a Ricardo Lagos y a tantos otros líderes de nuestra historia democrática reciente, haciéndose parte de esta performance colectiva, de este circo? (y que me disculpen los artistas de nuestro maravilloso circo chileno, rigurosos y creativos en lo que hacen, por compararlos a estos operadores de la descomposición democrática).

Uno puede entender que jueguen con la democracia, jóvenes diputados de una nueva generación, que no la han visto nunca en peligro y que vivieron la dictadura solo de oídas. Ellos tienen una lectura maniquea de los "treinta años", treinta años que por supuesto no son impolutos e incluyen abdicaciones y contradicciones que –vistas desde hoy– pueden resultar indigeribles, pero que también incluyen logros notables, como el haber logrado hacer una transición en paz, sin violencia, en un contexto de miedo difícil de imaginar desde hoy. Esos hijos –o nietos– de la transición hoy se yerguen como jueces morales del pasado y el presente, predican desde una suerte de  superioridad moral, e idealizan un Chile anterior al 73, que tampoco era la "copia feliz del Edén": Chile tenía problemas estructurales graves, políticos y sociales. Es entendible que estos Ícaros se rebelen y quieran escribir su propia historia, pero se sobregiran más de la cuenta y –como dijera el poeta Machado– "desprecian cuanto ignoran". Tal vez les falta vivir más derrotas, les falta sufrir de verdad. A veces se comportan como los niños malcriados de décadas de prosperidad y relativa paz.

Pero que políticos con trayectoria, de una cierta edad (o más bien de una edad cierta) los sigan y se sumen a los desbordes y desmesuras de esos enfants terribles (niños terribles) de la postransición es, por decir lo menos, patético. Son padres culposos (¡cuánta culpa arrastran!) que quieren entrar en la fiesta de sus hijos adolescentes como "pares", sabiendo que esos hijos no quieren verlos en ese "carrete". Es más, lo que ellos quieren (Lacan, el sicoanalista, lo explicó bien) es "matar al padre". Los diputados y senadores miembros de la gerontocracia concertacionista son como los lolosaurios de esos memorables sketchs humorísticos de Coco Legrand de los 90. Hay varios de esa misma especie también en la Convención.
Un senador de larga y sólida trayectoria política, por ejemplo, afirmó con claridad que no iba a sumarse a un cuarto retiro que solo perjudicaba a los más desvalidos en vez de ayudarlos y luego –pocas horas después– se desdijo a sí mismo, arguyendo razones "políticas" para terminar votando a favor este desfalco del bolsillo de los más pobres. Una pirueta que casi toca los bordes de la magia. Otro que fue ministro de un gobierno de la transición, un hombre que se suponía llevaba en los genes la sensatez y conocimiento de un hombre de Estado, se sumó inexplicablemente a esta votación populista (pero no popular), probablemente aterrado de que lo linchen en las redes sociales. ¿Culpas arrastradas de esa transición impura o miedo?

Los que pensábamos representaban lo mejor de nuestro socialismo democrático terminaron siendo comparsas de dudosas y riesgosas apuestas electoralistas, encabezadas por otra senadora, postulante al cargo de Presidenta de la República, de poco espesor intelectual y político y muy pocas convicciones, una de nuestras y nuestros "autoflagelantes" que se sumaron desde el principio a la euforia refundacional de jóvenes a los que quieren malamente copiar. Ella ha terminado hasta ahora siendo la copia del original (el original jacobino y juvenil), justo lo que no hay que hacer cuando se aspira a dirigir un país y mostrar talante y visión de estadista. A último minuto, en el foro de la Enade de hace unos días, sin embargo, acaba de decir: "Somos herederos de una Concertación que ha sido lo más exitosa de lo últimos años". ¿Convicción u oportunismo de último minuto? ¿Quién es de verdad Yasna Provoste? ¿Cuál de sus dos almas emergerá en el hipotético caso de llegar a ser Presidenta de Chile: la populista y autoflagelante o la heredera orgullosa de la Concertación?
Los chilenos quieren presidentes con convicciones después de estos cuatro años de ambigüedades y falta de liderazgo presidencial creíble (¿será nostalgia del presidencialismo tan arraigado en nuestro inconsciente?) y eso está ofreciendo el candidato "republicano". ¡Republicano! La izquierda le ha regalado en bandeja conceptos tan centrales como la "república", el "orden público", la "seguridad", la "paz" a esa derecha profunda que emerge como un fantasma entre la neblina política y el olor a humo y ceniza que dejan saqueos, quemas, destrucciones. Qué huérfanos nos hemos quedado quienes jamás nos compramos el relato maniqueo y simplista de los "treinta años". Nos han acusado de "amarillos", de "fachos", nos han arrinconado y a algunos silenciado solo por disentir del fervor jacobino y refundacional, cuando en realidad el único fascismo que hemos visto en estos años ha sido el de una ultraizquierda empoderada, arrogante y sobregirada.

Era claro que había mucho que corregir y cambiar, pero en la línea de reformas graduales, sensatas y bien hechas (incluyendo una nueva Constitución razonable e inclusiva), no llevando al país a aventuras atolondradas, en la que la "inestabilidad" es colocada como valor, y el orden y la seguridad (fundamentales para cualquier intento de hacer cambios bien hechos) despreciados y entregados como argumentos al adversario. Una derecha, la más conservadora, la de Kast, que hoy ha subido como espuma ante la incredulidad y estupor de nuestros revolucionarios de salón. Es como el cuento del lobo: estas "almas bellas" (los buenistas) gritaron "viene el lobo, viene el lobo", pero no había ningún lobo. Hasta que el lobo, de verdad, llegó. Kast se ha disparado en las encuestas no porque haya hecho un gran trabajo intelectual y político, sino porque sus mejores voceros han sido los voceros de la izquierda radical, que ahora vive el efecto búmeran: una vieja ley de la física en política que la izquierda otra vez ignoró, con irresponsabilidad e infantilismo.

La gente a estas alturas está hastiada de la violencia y la inseguridad y quiere que los políticos logren acuerdos. Pero el "octubrismo" casi religioso (cuyo templo sacrificial de la verdad revelada era la mal llamada Plaza de la Dignidad, porque no puede imponerse la dignidad con saqueos y quemas) embriagó también a quienes debieron haber condenado la violencia nihilista desde un comienzo, sin complejos ni medias tintas.

El origen de la decadencia viene de antes: la centroizquierda hace tiempo abandonó el sentido común y se convirtió en una bolsa de trabajo para una "casta" política encerrada en sí misma, preocupada de sus personales reelecciones y no en poner la energía en sacar adelante proyectos y políticas públicas que la ciudadanía reclama desde hace tiempo como urgentes. Ellos, en parte, son una de las causas del malestar del octubre del 2019 y, travistiéndose de "salvadores" o voceros de ese malestar, ahora se aferran a sus cargos y hacen gestos histriónicos a la galería para ganarse la simpatía de un pueblo que hace tiempo los desprecia.

Creen que van "pasar piola", pero se equivocan.

La historia los castigará y cuando se haga un balance justo de estas décadas, ellos serán los rostros de un período que seguramente será llamado el "Período de la Gran Decadencia Parlamentaria". Y cuando se haga ese balance, los nombres de ustedes, senadora Carolina Goic y diputado Pepe Auth, esplenderán como los símbolos de la decencia. Sí, en medio de la decadencia, ser decente es resistir, pagando todos los costos que haya que pagar, ganándose el abucheo (provisorio) de la galería, soportando la presión, las amenazas incluso físicas (usted las ha vivido en estos días, senadora), todas aquellas manifestaciones del "fascismo" octubrista que hemos vivido en Chile desde hace dos años y que han logrado silenciar a los más cobardes y sin convicciones. Su silencio ominoso y cómplice les traerá réditos inmediatos tal vez (y ni siquiera eso es seguro), pero los perseguirá como un baldón del que será difícil sacudirse en el futuro.


Me parece que todo este espectáculo de piruetas, obstrucciones, monólogos interminables y payasescos, de selfies narcisistas y ridículas, marca el fin de la centroizquierda tal como la conocimos en Chile en las últimas décadas. La muerte de la centroizquierda (de la que estos oportunistas y cobardes son sus sepultureros) es una tragedia para Chile, que se encamina al callejón sin salida de la polarización y el enfrentamiento. Han triunfado los vociferantes de asamblea, ha sido derrotado el pensar reflexivo.

Ha muerto la política, ha triunfado el populismo.

Nuestra democracia agoniza, pero estos gestos de ustedes, senadora Goic y diputado Auth nos devuelven algo de esperanza. Es una esperanza todavía incipiente y débil, es cierto, pero al menos ustedes les están mostrando a las nuevas generaciones que hacer política no es lo mismo que protagonizar un espectáculo de farándula. Porque la política es también pedagogía. Y hay una orfandad de referentes que hace que los jóvenes terminen siendo atraídos más por los gritos que por las ideas, por la prepotencia más que por el diálogo, por la mentira más que por la verdad. Es la hora de los sofistas y los impostores, pero tarde o temprano, los chilenos volveremos a darnos cuenta de que con la democracia no se juega y que –como dijo el poeta Yeats– "con los sueños empiezan las responsabilidades": mientras más creemos en las transformaciones y los cambios, más responsables debemos ser, más sólidos nuestros fundamentos técnicos, pero también éticos y –permítaseme decir esto– estéticos. Sí, porque lo que hemos visto es muy feo, muy decadente. Las formas también importan. Los que destruyen las formas, también arruinan el fondo. Lo desfondan. Ha llegado la hora del descenso de la centroizquierda chilena: esta debe hacer una larga travesía autocrítica y reflexiva y preguntarse por qué destruyó su mejor capital político: su propia historia; por qué se sumó con tanto entusiasmo a la ola de los denostadores de la transición; por qué no tuvo el coraje de ser lo que era, y cayó en el peor de los pecados: la inautenticidad y la traición a sí misma. Son difíciles y arduos los años que vienen: pagaremos caros la fiesta que se dieron nuestros líderes, pero tal vez la única manera de recomenzar sea descender.

Otros líderes retomarán algún día la posta de Aylwin y Lagos, y cuando miren hacia atrás se encontrarán con ustedes, los pocos, los escasos dirigentes que pueden dar la cara al futuro sin avergonzarse, porque han sido auténticos, no han actuado ni se han disfrazado de nada. Como dice el poeta Darío en esa inscripción en una fuente de nuestro Parque Forestal vandalizado en octubre del 2019 y 2021: "Por eso ser sincero es ser potente; / de desnuda que está brilla, la estrella; /el agua dice el alma de la fuente / en la voz de cristal que fluye de ella". Y concluye: "La virtud está en ser tranquilo y fuerte; / con el fuego interior todo se abrasa; / se triunfa del rencor y de la muerte, / y hacia Belén... ¡la caravana pasa!".

Que la estrella de Belén de la convicción democrática vuelva a brillar con fuerza, renazca algún día, sobre nuestra centroizquierda muerta.

Un abrazo fraterno desde mi jardín.

Cristián Warnken

La presidenta del Senado se une a "Amarillos por Chile", el movimiento liderado por Warnken.

Desde que el colectivo se hizo público, este jueves, se han sumado 30 suscriptores, como Manuel Marfán y Patricio Walker, y al menos 600 adherentes.
18 DE FEBRERO DE 2022
Amarillos por Chile, el movimiento ciudadano encabezado por Cristián Warnken, tiene nuevos suscriptores. Al menos una treintena de personalidades ha firmado el manifiesto del colectivo, divulgado por primera vez el jueves 17 de febrero en PAUTA.

De acuerdo con los organizadores del movimiento, entre esa primera divulgación y la tarde de este viernes, suscribieron por el movimiento numerosas figuras. Según los registros, hay varias vinculadas con la Democracia Cristiana (entre militantes y exmilitantes). Entre ellas destacan la presidenta del Senado, Ximena Rincón (DC), el exsenador Patricio Walker, y los exministros concertacionistas Hugo Lavados y Jorge Rodríguez Grossi. También se sumaron el constitucionalista Jorge Correa Sutil, el académico Manfred Wilhelmy, y el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Manuel Kukuljan.

Otro de los nombres que se han agregado es el del exconsejero del Banco Central Manuel Marfán, quien de ese modo se añade a otros economistas de centroizquierda como José De Gregorio, Andrés Velasco, Rodrigo Valdés, Alejandro Foxley y Álvaro Clarke.

Si al cierre del jueves había 79 suscriptores, al cierre del viernes ya eran 114.

También hay otra categoría de integrantes, dicen los organizadores: los adherentes. Y ellos se han unido tanto a través del email que el colectivo dispuso en su manifiesto (ver documento abajo) como por medio de la plataforma Change.org. Los datos revelados por el colectivo indican que si a primera hora de la mañana del viernes había 20 solicitudes vía email para "adherir", hacia las 20:30 horas del viernes ya contaban más de 600. En Change.org, hasta el cierre de esta edición, había superado las 1.530. Los encargados depurarían los datos para ver si hay repeticiones de nombres.

Entre los adherentes más conocidos se contarían Jaime Mañalich, Patricia Matte, Pedro Pablo Errázuriz y Juan José Santa Cruz, comentaron desde la organización.


A mis compañeros, amigos y colegas: 

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio  Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Paula Flores Vargas ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo;  Soledad García Nannig; 

LA ACERA DE LOS TONTOS

Columna de John Müller: Carta a Cristián Warnken.

"¡Gracias, Cristián, por despertar a la mayoría silenciosa de Chile! ¡Gracias por tu tiempo, por las molestias, por los miedos, por aguantar los insultos gratuitos (y los pagados también)!".
Columna de John Müller: Carta a Cristián Warnken

POR JOHN MÜLLER

MARTES 2 DE MAYO DE 2023

Querido Cristián Warnken, compañero y colega:

Te escribo esta carta con la sensación de que debí redactarla hace mucho tiempo. Hemos intercambiado varios mensajes por teléfono, pero ninguna carta. Y este es un mensaje de agradecimiento, para dejar por escrito lo que pensé el 4 de septiembre: ¡Gracias, Cristián, por despertar a la mayoría silenciosa de Chile! ¡Gracias por tu tiempo, por las molestias, por los miedos, por aguantar los insultos gratuitos (y los pagados también) y las estúpidas funas que ojalá desaparezcan para siempre!

El hecho de ser colegas en Radio Pauta me brindó la posibilidad de seguirte de cerca y de tomarme la confianza de hacerte preguntas impertinentes a lo Papelucho y obtener respuestas kantianas tuyas. Por ejemplo, cuando te embarcaste en la aventura de los Amarillos, después de tu gloriosa 'Carta amarilla a mis hijos' de noviembre de 2021, me dediqué a asaetarte y ponerte sobre la mesa una frase de Mario Vargas Llosa: "La política saca lo peor de los hombres". Me dijiste que podía ser verdad lo que dijera el Nobel, pero que la situación chilena había llegado a un punto límite.


Hoy es fácil pensar que quizá no era para tanto y que siempre se puede correr la raya un poco más. Yo sé lo que ha pasado con Vargas Llosa y su frase lapidaria después de que la pronunciara, porque al primero al que se la dijo fue a mí, en una entrevista que le hice en Lima y que fue portada de Diario 16 de Madrid en 1988. Después de decirla, Vargas Llosa se metió en política hasta las trancas, se enfrentó a Fujimori y perdió. La política lo echó y eso nos dio a los demás un Premio Nobel y un liberal. Años después volví a formularle la misma cuestión y Vargas Llosa se ratificó sobre lo dicho.

Creo, en cambio, que esa frase es una desgracia. Vargas Llosa no discrimina entre la política y el poder, como sí hace la famosa frase de Lord Acton de que el poder corrompe. La frase del escritor es funcional al mensaje antipolítico de todo populismo y de hecho, al emplearla, no hizo más que activar las fuerzas que le dieron la victoria a Fujimori. El populismo peruano prefirió el original y no la copia.

Valga esta reflexión para decirte que la extraordinaria ola de populismo que se apoderó de Chile -pienso que desde 2014 y que tuvo su máxima expresión en el estallido social de 2019- no ha remitido. Tú, bajo la apariencia de luchar contra ella, la recondujiste por el buen camino, haciendo política de la mejor clase, pero no la liquidaste, porque esa es una tarea casi imposible y porque hay otros que la siguen alentando con intereses inconfesables.

Veo en tu carta a los Amarillos del 22 de abril pasado que, coincidiendo con la tarea de convertirse en partido legal, das un paso al lado. Lo hablamos una vez. Me dijiste que no te convertirías en un político profesional. Que antes lo dejarías. Me contaste toda tu vida, cómo empezaste en la Universidad desde la izquierda, cuya sensibilidad sigues reteniendo, aunque haya tanto sectario que no lo quiera reconocer. Cómo te diste cuenta de que habíamos llegado a una situación límite como país.

Cristián, tú eras el único que podía hacerlo. Tuvimos la suerte de que dieras un paso al frente y nos convocaras a tantos para dar la batalla contra un borrador medieval que desfiguraba nuestra Patria. Eras el único que podía hacerlo porque la conversación ha sido tu método de trabajo. Tu empeño siempre ha sido dar voz a los demás. Y, sobre todo, buscar la verdad. Desgraciadamente, el periodismo chileno, como todos los periodismos del mundo, es procíclico. Cuando las cosas vienen mal dadas, el periodismo las empeora. Y cuando vienen bien, nos hace creer que somos campeones del mundo y nos saca de la realidad. En ese sentido, el estallido social fue una gran cooperación público-privada entre el lumpen y los matinales.

Vuelves a tu jardín que ya estará otoñando. Tengo que contarte en otra carta que Neruda se iba a Osorno a "otoñar" después de veranear en Isla Negra. Me lo contó Delia Domínguez, la poetisa osornina que en paz descanse y yo te lo contaré a ti junto a la chimenea.

Gracias, Cristián. ¡Fuiste el hombre providencial que despertó al país en el momento oportuno! Quizá eso sea lo que molesta a tantos que ayer te criticaron y hoy cambian de chaqueta y te siguen criticando. Yo me enorgullezco de haber estado en el mismo bote salvavidas con tan buen capitán.

Continuación
Itsukushima Shrine.


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