Permíteme que te extirpe la intolerancia que nos tocó vivir en el mundo y en nuestro país este año. No extirpo ni el legítimo deseo de cambio social y político, ni tampoco la desobediencia pacífica a veces necesaria (la de Thoreau, Gandhi, Mandela), el anhelo profundo de un nuevo comienzo que late en el alma de mi país, pero sí quiero sacarte la espina de la intolerancia, el veneno que termina muchas veces por alienar a los líderes y a los multitudes, y que degrada esa 'jerga del tambor' que el joven poeta Rimbaud escuchaba sonar en la Comuna de París y la transforma en jerga del patíbulo, la funa, la hoguera.
No sacaremos nada con crear una nueva Constitución si no fundamos una nueva ciudad, que recoja la historia, los mitos, que reúna los fragmentos para que seas un crisol vivo y no un laberinto donde extraviarse. Donde sus habitantes no sean extranjeros expulsados de su centro a periferias secuestradas por el bandidaje nihilista.
¿Quién mató el Squadritto? ¿Sólo esta pandemia global? Algunos les endosarán toda la culpa a los chinos. Pero hay que decirlo con todas sus letras, aunque las furias nos funen: también el "estallido social" mató a nuestros lugares sagrados. Las multitudes manifestantes que traían por un lado el Eros de un nuevo despertar jubiloso y lleno de esperanza fueron muchas veces escoltadas por batallones tanáticos que martirizaron un barrio axial de la ciudad –un axis mundis– sin piedad ni medida. Era Tanatos, la contracara del Eros manifestante.
En "Carta a un amigo liberal", comentó en abril:
En Chile, estamos rodeados de "iluminados" de izquierda y derecha. Según Harari –el autor de Homo Deus–, cada vez que uno se encuentre con alguien que dice tener la verdad a mano, hay que huir lejos de él. El problema es ¿huir hacia dónde?, porque parecemos rodeados por los rígidos y dogmáticos.
El cerco se va corriendo. Vieja práctica de chantaje emocional más antigua que el hilo negro. ¿Te acuerdas del "renegado" Karl Kautsky? ¡Cómo lo insultó Lenin! Los leninistas y estalinistas rusos, antes de aniquilar físicamente el enemigo, primero lo encerraban en un adjetivo denostador.Jadue se ha ido convirtiendo de a poco en una suerte de comisario de una izquierda radical ensoberbecida por los buenos resultados de esta elección, una izquierda empoderada, donde no cabe la duda y solo abundan las convicciones.
La grabación de las instrucciones que Pinochet daba previo al bombardeo de La Moneda, nos hace escuchar nítida la voz del resentimiento que entonces estalló y tomó las armas. Y ese resentimiento salía desde el fondo de nuestro pozo. Muchos de los derrotados de ayer vuelven a cobrar venganza ahora, y hay voces y griteríos en los que vuelve a escucharse la vibración del resentimiento (esta vez de signo opuesto). Ellos vienen a "devolver los venablos contra el Dios vencedor", como decía Nerval. Por eso sería un error descomunal y catastrófico que, con esta Constitución, se hiciera lo mismo pero al revés, esta vez queriendo arrasar, borrar del mapa todo indicio de "neoliberalismo", refundando el país hasta en sus más profundos cimientos [...]. Esta Constitución no debe ser pensada para borrar el pasado, sino para señalar una hoja de ruta para el futuro. No puede surgir del sentimiento de venganza, sino de un genuino espíritu de creación. O nacerá muerta.
Es de esperar que superada la asfixia y control que tienden a imponer los leninistas de izquierda o derecha, en la Convención comience a respirar el Chile del futuro, menos parecido a una utopía que a una república equilibrada, sin desmesuras de ningún tipo [...] El mundo que se viene (con cambio climático, pandemias, desorden geopolítico global, etc) es tan complejo que los países no pueden perder tiempo en rencillas decimonónicas de una época que ya terminó. Necesitamos cambiar nuestras cajas de herramientas y trabajar en las nuevas preguntas y liberarnos de la lealtad a respuestas -a estas alturas- muertas.
Éramos "Los inútiles": todos los jueves –desde hace años– nos juntábamos religiosamente, un día de la semana, a hablar de temas completamente inútiles: una novela de un autor tan olvidado como Huysmans, una frase de Heráclito (leída y traducida desde el original griego por nuestro amigo Horacio), el análisis de una décima de algún payador legendario. Comíamos muy bien, como sibaritas, fieles al espíritu de otro grupo también de amigos, que en décadas pasadas fundaron el original grupo "los inútiles" (casi todos ellos han muerto) del que nosotros tomamos la posta y copiamos el nombre.[...] A nosotros nos tocó el "estallido social", que junto con ser un acontecimiento callejero , también fue un "estallido anímico". Lo vimos en nuestro grupo: algunos de radicalizaron hacia un extremo u otro, y nos dimos cuenta que –en medio de una conversación sobre un terceto de un soneto de Luis de Góngora– subíamos la voz, cuando la "actualidad" inevitablemente veía a infiltrarse en nuestra mesa. Fue entonces cuando tomamos la decisión de buscar una salida a esa tensión que podía a la larga poner en peligro nuestra entrañable cofradía. Fui yo el de la idea de –como un juego terapéutico– fundar un partido, imaginario por supuesto. (Aunque hoy día los partidos y candidatos imaginarios están de moda). En nuestra mesa había optimistas radicales sobre la deriva del país posestallido (los llamé los "refundacionales jubilosos") y pesimistas irredimibles (los llamé "apocalípticos"). Propuse: creemos el Partido Optimista Moderado (POM), en que podamos caber todos. Todos ustedes se rieron, pero aplaudieron la iniciativa. Si habíamos creado un grupo llamado "los inútiles", ¿por qué no podíamos crear un Partido Optimista Moderado?
"Miren, ahí va el amarillo, el vendido a los fachos (sic)", le gritaron en aquella ocasión mientras caminaba con sus hijos en una ciudad costera. Más de un año necesitó el intelectual para responder la pregunta que sus hijos le hicieron: "Papá, ¿qué significa ser amarillo?":
Hoy puedo decirlo en voz alta, con orgullo, sin complejos y con menos miedo que esa vez que nos interpelaron en plena calle. Ser amarillo es tener hondas convicciones democráticas, creer en el Estado de Derecho, en el diálogo, en los acuerdos, en las reformas graduales y bien hechas, en el respeto genuino a la diversidad de pensar.
[...] Por eso, hoy grito alto y fuerte: "¡Amarillos del mundo, uníos!" Los cobardes que ayer callaron, ahora sacan la voz; los oportunistas que avalaron la violencia o fueron ambiguos ante ella, se le declaran contrarios. Recibamos con los brazos abiertos a los miles de amarillos que están apareciendo por todas partes. Mira, ahí hay uno que me funó en las redes sociales, y ahora es amarillo. ¡Bienvenido! Y ese otro que le dio piso teórico a la violencia, también se puso amarillo. ¡Bienvenido! Y mira, hasta ese político comunista está haciendo ahora declaraciones amarillas: ¡Bienvenido, rabanito, de vuelta a casa, te recibimos con los brazos abiertos
Pasó la hora de empatizar con el aluvión de demandas, anhelos, sueños que este proceso ha despertado, todos muy legítimos pero que, si no son procesados y ordenados, pueden transformarse en un temporal de expectativas. Es la hora de la política, de la razón, de dejar de ser desbordados por las emociones primarias, de elaborar esas emociones (no negarlas), de darles un cauce constructivo, de dejar de ser niños o adolescentes con "pataleta", rabia o pena, y comportarnos como adultos en esta hora histórica.
Nos parece que ya pasó la hora de la "catarsis" de la primera etapa de la Convención y en la que los distintos representantes de identidades y minorías varias necesitaban decir "existimos" y "necesitamos ser vistos y reconocidos". Esa etapa se cumplió a cabalidad y nadie puede decir que aquellos que antes estuvieron "invisibilizados" por mucho tiempo por la élite no lograron un espacio de representación y exposición que era necesario para empujar la necesaria diversificación y mejorar las falencias de representación que nuestra democracia un poco gastada ya estaba mostrando.Pero hoy estamos en otra etapa: ahora cada grupo, colectivo, minoría, etc. deberán sentarse frente a frente a conversar de verdad, a escuchar al otro en cuanto "legítimamente otro" (como decía Maturana), salir del narcisismo identitario y empezar a negociar, acordar, construir (o reconstruir) un pacto social que nos permita avanzar como sociedad y no quedar pegados en rencores, ajustes de cuentas y revanchismos del pasado.
El Rechazo del Plebiscito de Salida si el texto presentado es un engendro o un imbunche –entonces– será antes que nada amarillo. Es de esperar, por supuesto, que no lleguemos a ese fatídico escenario.Para que eso no ocurra –porque no queremos que ocurra– es porque declaramos la Alerta Amarilla en todo el país.
Chalecos amarillos |
A mis compañeros, amigos y colegas:
"¡Gracias, Cristián, por despertar a la mayoría silenciosa de Chile! ¡Gracias por tu tiempo, por las molestias, por los miedos, por aguantar los insultos gratuitos (y los pagados también)!".Columna de John Müller: Carta a Cristián WarnkenPOR JOHN MÜLLERMARTES 2 DE MAYO DE 2023
uno de los grandes escritores de la actualidad
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