Libro Manuscrito Religioso "Diurnum Pietatis Christianae Exercitium", Año 1771.
La Biblia Políglota de Amberes, o Biblia Regia.
La obra está formada por ocho volúmenes. Los cinco primeros contienen los textos bíblicos, como en el caso de la Biblia complutense, pero en cinco lenguas, puesto que se añade el siríaco.Los cuatro primeros volúmenes del Antiguo Testamento ofrecen el texto hebreo, aprovechando la Complutense pero usando como base principalmente la Biblia rabínica (1524-1525) con el texto masorético preparada por el sefardí tunecino Jacob ben Hayim y editada por Daniel Bomberg (Se siguió el texto masorético, pero organizando los capítulos y numerando los versículos según la Vulgata. Como dice Theodor Dunkelgrün (2012: 320), el resultado fue «un cuidadoso camino intermedio entre la Biblia complutense y la Biblia hebrea de Bomberg, entre la tradición cristiana y latransmisión judía. [...] La lectio era judía, el ordo cristiano». La llamada Segunda Biblia rabínica fue usada también por Casiodoro de Reina y, casi un siglo después, por los traductores la Biblia del rey Jacobo ), el texto latino de la Vulgata , la versión griega de la Septuaginta y su traducción al latín, así como el Targum (paráfrasis aramea) de todo el Antiguo Testamento junto con su traducción al latín (un material preparado por Alfonso de Zamora para la Políglota complutense, donde solo usó la parte del Pentateuco, con el latín revisado por Arias Montano).A diferencia de la Complutense, los textos se disponen en dos páginas enfrentadas y no en una sola. Las páginas están divididas en dos columnas verticales y el quinto inferior sin dividir. El latín ocupa la posición interior, de modo que se presenta en una posición de centralidad. En el Antiguo Testamento, el hebreo y el griego están en la columna exterior, con el Targum en la parte inferior en la página par y su traducción latina en la impar.El quinto volumen, con el Nuevo Testamento, contiene el texto griego, la Vulgata y la versión siríaca contenida en la Peshitta ( La Peshitta contiene una versión al siríaco (arameo tardío) de la Biblia hebrea y del Nuevo Testamento, sin el Apocalipsis y las cuatro epístolas católicas menores:1 Pedro, 2 y 3 Juan y Judas. (Se llaman epístolas católicas o generales las siete que no tienen ningún destinatario concreto, a diferencia de las paulinas, que sí lo tienen y tras las cuales van situadas en el Nuevo Testamento.)La Peshitta se convirtió a partir de principios del siglo V en el texto oficial de la Biblia entre los cristianos de habla siríaca. Al parecer, la parte del Antiguo Testamento había sido traducida un tiempo antes por judíos) junto con su traducción latina (realizada por el orientalista francés Guy Le Fèvre de la Boderie, discípulo de Guillermo Postel) y también su transliteración en caracteres hebreos. La página par contiene las dos columnas de la Peshitta en siríaco y su traducción latina, y la página impar, la Septuaginta y la traducción latina de laVulgata; abajo, en ambas, se presenta la transliteración del siríaco con caracteres hebreos.
Nota
Comentarios.
A. Biblia Políglota Complutense.
Es la primera B. Políglota propiamente dicha impresa en el. mundo. Por ello, y por haber servido de modelo a las posteriores es preciso dedicar a su estudio más espacio que a las restantes.
Compuesta tipográficamente en los talleres de Arnao Guillén de Brocar, Alcalá de Henares (Complutum) de 1514 a 1517, no fue puesta en circulación hasta 1520, fecha en que fue autorizada por Motu Proprio de León X, o hasta 1522, según opinión de M. Bataillon. Pertenece al cardenal Francisco Jiménez de Cisneros la gloria de haber sido el promotor de tan importante obra y de haber hecho posible, con su tenaz impulso y los cuantiosos medios de que para ella dispuso, la realización de la gran idea por él inicialmente concebida, al parecer, en el verano de 1502 y madurada a lo largo de los años siguientes. La concepción de la B. Políglota y su realización son inseparables de la Univ. de Alcalá, fundada también por él. Tanto una como otra constituyen el más importante esfuerzo español en el renacimiento de los estudios bíblicos de signo humanista.
«La Biblia Políglota, gloria de Alcalá en los anales del humanismo, es una de las obras más imponentes que llevó a cabo en esta época la ciencia de los filólogos auxiliada por el arte del impresor. Es, fuera de toda duda, el coronamiento de un esfuerzo colectivo de gran aliento que Cisneros estimuló y dirigió desde sus comienzos» (M. Bataillon).
Efectivamente, con toda clarividencia y espíritu moderno hubo Cisneros de comprender que para editar con toda la posible corrección los textos originales de la B. y sus versiones, era imprescindible conocer a fondo las lenguas respectivas, y de aquí su fundación en la Univ. Complutense de las cátedras de hebreo, griego y latín, y su bien demostrado interés por el desarrollo y eficacia de las mismas.La carta dirigida por el cardenal al papa León X, incluida al comienzo de la Políglota, traducida compendiadamente (por M. Revilla) del latín, dice así. «Muchas son las razones que nos han impulsado a imprimir el texto original de la Sagrada Escritura. En primer lugar, porque ninguna versión puede trasladar fielmente toda la fuerza y propiedad del original, principalmente cuando se trata de la lengua en que Dios mismo ha hablado, cuyas palabras están, por decirlo así, preñadas de sentidos y llenas de misterios que sólo pueden vislumbrarse o conocerse a través del original en que las Sagradas Escrituras fueron escritas.Añádase a esto que los manuscritos latinos de la Biblia con mucha frecuencia disienten entre sí, o hay motivos suficientes para creer que se hallan corrompidos por la ignorancia y negligencia de los copistas; por lo cual debe recurrirse, como lo advierte S. jerónimo, S. Agustín y otros autores eclesiásticos, a las fuentes de la Sagrada Escritura, para corregir (original latino: ut examinetur) los libros del Antiguo Testamento según el texto hebreo y los del Nuevo Testamento según el texto griego.Así, pues, para que los amantes de las Sagradas Letras, no contentos con las aguas de los arroyuelos, puedan apagar su sed en los mismos manantiales de donde brotan las aguas vivas que saltan hasta la vida eterna, hemos mandado imprimir el texto original de ambos Testamentos juntamente con sus principales y autorizadas versiones»
(griega de Septuaginta, Vulgata latina y Targum arameo de Onqelos al Pentateuco).
De este párrafo, tan significativo, se 'deducen con claridad el motivo y propósito de la Políglota Complutense.
En la polémica teológico filológica entre los partidarios de la Septuaginta, por un lado, y del texto hebreo, la hebraica veritas, por otro, entre los defensores a ultranza del texto de la Vulgata y los propugnadores de nuevas traducciones latinas directas y literales del texto griego del N. T., la Políglota Complutense supone una objetiva aportación de material textual que, si bien contribuye poderosamente a satisfacer el ansia del humanismo cristiano por las fuentes originales, no cae en los exagerados extremos de ciertos filólogos de la época y de tiempos posteriores de rehacer el sagrado texto por medio de una crítica siempre más o menos subjetiva. Cisneros, no simple mecenas sino director científico de la obra, fijó al equipo de filólogos que propiamente realizaron la obra, el criterio que debía regir sus trabajos: no enmendar los textos cuando estuvieran apoyados por el testimonio de manuscritos antiguos.
Este criterio establecido por Cisneros se hace palpable, p. ej., comparando el texto del N. T. de la Complutense con el del Novum Instrumentum de Erasmo (1516), y explica que Nebrija se separase de los trabajos de la Políglota por sentirse en desacuerdo con aquellas normas y propugnar una mayor libertad crítica ante la Vulgata. (Sobre la debatida cuestión del comma johanneum, v. M. Bataillon, o. c. en bibl., 41, 42, 94, 117118, 249252, 427, 506).
Colaboradores:
Los filólogos a los que el cardenal Cisneros encargó la preparación de la Políglota fueron:
Pablo Coronel, Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcalá para el texto hebreo del A. T., Targum arameo de Ongelos del Pentateuco y traducción latina de éste, además de la Gramática Hebrea y los Diccionarios publicados en el vol. VI. Diego López de Zúñiga, Hernán Núñez de Guzmán (el Pinciano, el Comendador griego) y Demetrio Ducas fueron encargados de la Septuaginta, del texto griego del N. T., del Diccionario grecolatino de éste (vol. V) y de una nueva traducción latina del A. T. griego, con la colaboración en ella de Juan de Vergara (algunos afirman que también de Pedro Ciruelo, C. D. Hortola y Cipriano de la Huerga).
A Antonio de Nebrija se le confió la edición de la Vulgata, trabajo que inició, pero no continuó como hemos dicho. También intervinieron en el N. T., pero en muy pequeña medida, el M. Gonzalo Gil, catedrático complutense de Teología, y Bartolomé de Castro, profesor de Artes en Alcalá.
El célebre Erasmo fue invitado por el cardenal Cisneros a colaborar en la empresa, pero lo rehusó, sin duda, entre otras razones, por no ser hebraísta. Estos eminentes filólogos colaboraron tan estrechamente que no siempre es fácil determinar lo que se debe concretamente a cada uno de ellos.
Procedencia de los manuscritos utilizados:
Cisneros procuró con extraordinario celo formar la amplia biblioteca de manuscritos necesaria para la elaboración científica de la Políglota. Muchos fueron adquiridos, invirtiendo en ello elevadas sumas, y formaron el importante fondo bibliográfico de la Univ. Complutense, utilizados después por Arias Montano para la Políglota de Amberes o Biblia Regia; en parte se perdieron posteriormente o no han podido ser identificados.
Otros fueron prestados por bibliotecas españolas y extranjeras. Se sabe que los manuscritos hebreos y arameos (del Targum} procedieron de Toledo, Maqueda y Tarazona; pero hay rióticias, difíciles de confirmar, según las cuales siete magníficos códices fueron comprados en Venecia, y según otros en diversas regiones; los códices griegos fueron prestados unos por León X de la Biblioteca Vaticana, otros llegaron de Venecia, Florencia y Rodas; los códices latinos existían en cantidad y calidad en España y eran producto de la escuela sevillana del siglo VIII, posteriormente trasladada a Toledo, de la que derivan los códices góticos o longobardos, como el Toletano y el Cavense.
Contenido:
El contenido de los seis volúmenes en folio de que consta la Políglota Complutense se distribuye así:
Vols. 1-4 contienen el A. T. según el texto hebreo masorético, el texto griego de los Setenta o LXX con trad. interlineal latina, la Vulgata latina y el Targum arameo de Onqelos también con trad. latina.
Los libros deuterocanónicos del A. T. aparecen en el texto griego de los LXX, con versión latina interlineal, y en el texto de la Vulgata.
Vol. V contiene el texto griego y Vulgata del N. T., seguidos de:
1) Interpretaciones de los nombres hebreos, arameos y griegos del N. T.;
2) Nociones de gramática griega;
3) Diccionario grecolatino del N. T. y de los libros del Eclesiástico y Sabiduría.
Vol. VI con tiene:
1) Diccionario hebreo y arameo del A. T.;
2) Vocabulario latino hebreo;
3) Interpretaciones de los nombres hebreos, arameos y griegos del A. T. y N. T.;
4) Relación de «...nomina ... que in utroque testamento vitio scriptorum sunt aliter scripta (in biblüs nostris modernis) quam in hebreo et greco et in aliquibus biblüs nostris antiquis»;
5) Gramática hebrea.
A lo largo de los seis volúmenes hallase además profusión de prólogos a los distintos libros bíblicos y epístolas de S. jerónimo, carta de Cisneros al Papa, prefacios para el lector, motu proprio de León X, disertaciones exegéticas, etc. Todo ello puede verse minuciosamente descrito y estudiado en M. Revilla. Bastará aquí con recoger algunas observaciones y datos más importantes sobre cada una de las partes de la Políglota.
El A. T. hebreo, preparado por Pablo Coronel, Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcalá, presenta un texto que no coincide plenamente con el textus receptus masorético. No sólo contiene variantes con respecto al texto de Ben Aller, sino que todo su sistema de vocalización y acentuación es muy peculiar. Basándose principalmente en este hecho, Paul E. Kahle mantuvo la tesis de que el A. T. hebreo de la Complutense se basó en manuscritos babilónicos (The Hebrew Text of the Complutensian Polyglot); aunque ello a priori parece lógico ya que, según se sabe, la tradición de los judíos españoles es más babilónica que palestinense, no parecen existir suficientes pruebas de tal afirmación.
Antes bien, los manuscritos de los que sabemos fueron manejados por Alfonso de Zamora, y, por tanto, casi seguro que se utilizaran en la fijación del texto complutense, son manuscritos hebreos españoles de fecha bastante tardía ya dentro de la tradición textual tiberiense aunque con ciertas variantes.
El texto hebreo de la Complutense fue utilizado en mayor o menor escala, según los casos, para establecer el texto hebreo del A. T. en la Políglota de Amberes, en la de Vatablo (Heidelberg 1586) y, a través de la de Amberes, en la de París, Londres, Hutter y otras ediciones. Tiene también la importancia de haber servido de base para la trad. inglesa de Tyndale. La edición de Buxtorff, Basilea 1611, y la Biblia Rabínica de Basilea 1618-19 siguen el texto hebreo complutense entrecruzado _con el de J. Ben kiayyim, Venecia 1524-25.
El Targum de Ongelos o versión parafrástica antigua del Pentateuco, con trad. interlineal latina también es obra de los tres susodichos conversos, sin que ,pueda precisarse con seguridad la labor que a cada uno le correspondió; pero podemos pensar que el peso principal lo llevó Alfonso de Zamora. Parece que utilizaron especialmente como base el Ms. 117Z15 de la Univ. de Madrid, probablemente del s. XIII. El texto de Onqelos complutense fue muy utilizado por las Políglotas de Amberes, Nuremberg y París, y su trad. latina por las ediciones de Amberes, París, Londres y Venecia.
El texto griego del A. T. conocido por Septuaginta o versión de los LXX, apareció en la Complutense como edición príncipe completa. Fueron utilizados muchos y muy importantes manuscritos: Bibl. Vaticana, n° 330 y 346 (108 y 248 de la Col. Holmes Parsons); Ms. de la Bibl. de S. Marcos de Venecia (n° 68 de HolmesParsons), copia del cual es el Ms. 116Z36 de la Univ. de Madrid, y otros no identificados., aunque se piensa de algunos utilizados también en la edición Aldina de 1518.
El texto septuagintal de la complutense es la fuente más importante de que se dispone para conocer LXX en su recensión de Luciano. Según la clasificación de las recensiones griegas establecida por M. L. Margolis (en su The Book of Joshua in Greek, MV, 19318), el texto septuagintal de la Complutense refleja la recensión que 61 llama palestinense, es decir, el texto de Orígenes hecho, según S. Jerónimo, por Eusebio. Por otra parte, hay que destacar que de los cuatro tipos textuales de LXX que tradicionalmente han circulado impresos, el complutense tiene gran importancia; los otros tres son el aldino (Venecia 1518-19), el sixtino (Roma 1587) y el grabino (de J. E. Grabe, Oxford 1707-1720).
El texto septuagintal complutense influyó poderosamente en las ediciones de LXX de los s. XVI y XVII, pues dejó huellas más o menos pronunciadas en las Políglotas de Amberes, Heidelberg, Hamburgo, Nuremberg, París y en las ediciones del libro de Rut de Amsterdam 1632, del Salterio de Plantino, Amberes 1584, y otras. Sus variantes pasaron a figurar en la Polígl. de Londres y en la edición de HolmesParsons (1798-1827).
La traducción latina de la Septuaginta, llevada a cabo por los complutenses es de tan gran valor que fue reimpresa o reproducida con ciertas modificaciones en Basilea 1526, Polígl. de Amberes, de París, ediciones de Basilea de 1550 y 1582, Amsterdam 1696, y Biblia de Claudio Baduell de 155657.
El N. T. griego de la Complutense, preparado por Hernán Núñez, Demetrio Ducas y D. López de Zúñiga, es la editio princeps del N. T. completo, que terminó de imprimirse el 10 en. 1514. Pero debido al retraso con que el papa León X dio su aprobación (1520), la primera edición del N. T. de Erasmo, preparada por éste de abril 1515 a febrero 1516, fue puesta en circulación antes que la complutense, aunque plagada de errores debido a la precipitación que el propio Erasmo hubo de reconocer.
El texto neotestamentario griego complutense, impreso cuatro años antes que el de Erasmo, es muy superior a éste en calidad textual y en el cuidado de su edición. De los manuscritos usados como base, pocas cosas seguras pueden afirmarse; sólo hay referencias a préstamos de manuscritos de la Vaticana y otras bibliotecas. En general puede concluirse que el N. T. griego complutense procede de manuscritos no muy antiguos, pertenecientes a la familia siriaca aunque con buenas lecciones presiriacas.
A propósito del valor de la edición complutense griega del N. T. se desarrolló en el s. XVIII una polémica sobre si dicho texto griego había sido o no deformado para acomodarlo a la Vulgata latina. Frente al apasionamiento de quienes defendían la arbitraria corrección a base de la Vulgata hay el hecho de los centenares de variantes del texto griego complutense frente al latino de Vulgata, que no existirían de haberse llevado a cabo la pretendida acomodación.
Solamente es preciso reconocer la presencia en el texto griego del famoso comma johanneum que no aparece en los antiguos manuscritos griegos, ni en las versiones antiguas, ni en los mejores manuscritos de la Vulgata, pero sí en muchos manuscritos de ésta, y que parece glosa marginal pasada al texto muy tardíamente.
Coincide en esto la Complutense con la mayor parte de las ediciones del N. T. aparecidas hasta el s. XVIII. A pesar de ello, la edición neotestamentaria griega complutense es considerada como una de las mejores de los s. XVI y XVII, e influyó en las posteriores.
En cuanto al texto complutense de la Vulgata, subrayemos que representa la primera edición crítica impresa, pues las muy numerosas ediciones antes de 1517 son de índole absolutamente nocrítica. De los códices utilizados para la Vulgata complutense sólo se han conservado tres en la Bibl. de la Univ. de Madrid: Ms. 115Z7, del s. VIII-IX; Ms. 115Z6, del s. IX x; y Ms. 115Z4 y 5 (dos vols.), s. XII-XIII.
El primero pertenece al grupo castellano de manuscritos de la Vulgata, el segundo y tercero al grupo leonés. Hubieron de ser manejados más manuscritos, pero aquéllos constituyeron la base de la edición; generalmente fueron aceptadas las variantes más de acuerdo con el texto hebreo. Es la línea crítica seguida a lo largo de toda la Políglota: aproximar las versiones todo lo más posible a los textos originales, pero apoyándose para ello en variantes atestiguadas por manuscritos, no corrigiéndolas según criterios críticos subjetivos como quería Nebrija, contra la opinión de Cisneros.
La Vulgata complutense se reimprimió en las Polígl. de Amberes, París, Heidelberg, Hutter; influyó en otras ediciones y aportó sus variantes a la importante edición de la Vulgata de Amberes 1573, decida al trabajo de los doctores de Lovaina.
B. Biblia Políglota de Ambéres.
También conocida por Biblia Regia, pues fue patrocinada por Felipe II. Su director científico fue el célebre teólogo y orientalista español Benito Arias Montano. Impresa en Amberes por el famoso tipógrafo Cristóbal Plantino en 1568-1572.
Al quedar muy pronto escasísimos ejemplares de la B. Complutense, principalmente debido al naufragio de un navío que transportaba un cargamento de ellos, concibió Arias Montano la idea de reeditarla. Pero lo que en un principio se proyectó como simple reedición se convirtió luego en una obra que, aún tomando mucho de la Complutense, según se dice más arriba, tuvo numerosos elementos y valores nuevos y propios.
El contenido de sus ocho volúmenes es el siguiente:
Vols. I-IV, A. T. proto y deuterocanónico:
1) Texto hebreo basado principalmente en el complutense pero con divergencias que lo aproximan al textus receptus, principalmente representado por la Biblia Rabínica Bombergiana de Jacob Ben Hayyim, Venecia 1524-25 (se utilizó también la de Félix Prátensis, editada igualmente por Bomberg en Venecia 1516-17);
2) Vulgata;
3) Septuaginta con trad. latina;
4) Targum arameo de casi todos los libros del A. T., con trad. latina.
Dicha traducción está tomada de la publicada en la Complutense, por lo que se refiere al Pentateuco, aunque corregida por Arias Montano; para el resto se utilizó en gran parte, también corregida por Arias Montano, la obra de los conversos de Alcalá, principalmente Alfonso de Zamora. Éstos, por mandato de Cisneros, habían establecido el texto arameo del Targunt completo del A. T. con trad. literal latina, obra conservada en manuscritos de la Univ. de Madrid, de Salamanca, Escorial, etc. (v. ALFONSO DE Zamora), que Arias Montano llevó consigo a Amberes, además de otros venecianos.
La trad. latina del Targum arameo de algunos libros aparece como obra de Arias Montano.
Vol. V, N. T.:
1) Texto griego;
2) Vulgata;
3) Versión siriaca Péstta' en caracteres siriacos y en caracteres hebreos vocalizados, con trad. latina de Guy Le Févre de la Boderie.
Los tres últimos volúmenes son los denominados por Arias Montano, Apparatus.
Su contenido es el siguiente:
Vol. VI: N. T. griego con trad. interlineal latina de la Vulgata; cuando ésta no coincide literalmente con el texto griego, va colocada al margen y sustituida en la línea por otra traducción literal de Arias Montano, impresa en tipos diferentes; sigue un estudio sobre los idiotismos de la lengua hebrea, de Arias Montano; y comenzando por el final del volumen, viene el texto de la Biblia Hebrea con trad. latina interlineal de Santes Pagnino.
Vol. VII: Diccionario y gramática griegos (según Menéndez y Pelayo obra de Arias Montano); Vocabulario siriaco, de Andreas Masius; Gramática siriaca, del mismo autor; Diccionario siroarameo,, de Guy Le Févre de la Boderie; Thesaurus Hebra¡cae Linguae, de Santes Pagnino, abreviado, con apéndice gramatical y prólogo de Raphelengius.
Vol VIII: contiene dieciocho tratados filológicos y arqueológicos, de muchos de los cuales es autor Arias Montano.
Además puede el estudioso encontrar, repartidos por los diversos volúmenes de la B. Regia, prefacios de Arias Montano, prólogos de S. jerónimo, cartas, índices, grabados simbólicos y bíblicos, etc. La Políglota de Amberes es la primera edición de la B. en la que se introdujo la numeración de los versículos del texto hebreo. Puede verse, por tanto, cuán considerablemente se extendió el plan primitivo, a lo que contribuyó el gran protector de Plantino, cardenal. Granvela, el cual hizo colacionar a su costa los manuscritos vaticanos griegos.
Las principales novedades, en comparación con la Complutense, fueron la B. latina de Santes Pagnino, corregida por Arias Montano, los tratados técnicos de contenido filológico-bíblico, la versión siriaca del N. T. y el Targum arameo de Profetas y Hagiógrafos.
Con Arias Montano colaboraron humanistas como Francisco Raphelengius (van Ravelingen), Nicolás y Guy Le Févre de la Boderie, Andreas Massius y los doctores de Lovaina Joannes Harlemius, Augustinus Hunnaeus, Cornelius Reyneri de Gouda. Prestaron también ayuda a Arias Montano, Cornelio Kiel, Teodoro Kemps, Antonio Spitaels (correctores), el cardenal Espinosa, el cardenal Granvela, el cardenal Sirleto (que aportó variantes textuales de algunos códices), Juan Regla, Pedro Serrano, Luis Estrada, Ambrosio Moro, Gabriel Zayas y Daniel Bomberg, famoso impresor de Venecia, que cedió un manuscrito siriaco del N. T.
Critica
Como la B. Complutense, la B. Regia fue atacada por los enemigos de la tendencia humanista hacia los textos originales, temerosos del menoscabo de la Vulgata, que tacharon a Arias Montano de judaizante. El más acérrimo adversario fue León de Castro, catedrático de la Universidad de Salamanca.
A pesar de los ataques, Arias Montano, que contaba con la aprobación del papa Gregorio XIII, pudo hacer triunfar la causa de la B. Regia para bien del siglo xvi y aún de épocas posteriores, ya que sus textos fueron ampliamente utilizados por las ediciones bíblicas, políglotas o no, que siguieron a ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario