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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

miércoles, 29 de julio de 2015

267.-La Summa contra Gentiles de Santo Tomás de Aquino; Estación del metro de Puente Cal y Canto.


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;  Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán; Francia Marisol Candia Troncoso; Maria Francisca Palacio Hermosilla; 

La Summa contra Gentiles de Santo Tomás de Aquino.

página de su obra.


  

Introducción.

La Summa contra Gentiles, también conocida como la Summa contra Gentes, es uno de los libros más conocidos de Santo Tomás de Aquino. Tradicionalmente se ha fechado hacia 1260-1264, aunque los estudiosos más recientes no están de acuerdo con esta datación. Los estudios sobre el pergamino y la tinta utilizada muestran que los primeros 53 capítulos del libro que fueron escritos en París, antes de mediados de 1259.  

Tomás terminó la obra en Italia, al menos hacia 1265. El trabajo ha ocasionado mucho debate en cuanto a su finalidad, el público al que va dirigida la obra y la relación con sus otras obras. Las obras de Santo Tomás se dividen en varias categorías: comentarios de las Escrituras, comentarios de las obras aristotélicas, opúsculos (obras menores), las cuestiones disputadas y síntesis teológicas . Los Summa Contra Gentiles se suele clasificar como síntesis teológica, junto con su comentario anterior sobre las Los Cuatro Libros de Sentencias de Pedro Lombardo y la Suma Teológica.
Los Summa contra Gentiles es a menudo descrita como manual de los primeros misioneros. Mientras que la Suma de teología fue escrita para explicar la fe cristiana a los estudiantes de teología, la obra contra Gentiles Summa es más de apología en la redacción, ya que fue escrito para explicar y defender la "verdad cristiana" en situaciones hostiles contra los infieles, con argumentos adaptados para ajustarse a la circunstancias previstas, cada artículo refuta una cierta creencia o proposición herética.
Probablemente fue escrito para ayudar a los misioneros en la explicación de la religión cristiana y como defensa contra los musulmanes y los judíos , ambos de los cuales, especialmente los primeros, tenían un fuerte tradición filosófica aristotélica en el momento. 

El conocimiento de Dios según la Suma contra los Gentiles de Santo Tomás de Aquino


Redacción (Miércoles, 19-09-2012, Gaudium Press) En la Suma Contra los Gentiles, Santo Tomás de Aquino explica que hay tres modos por los cuales el hombre puede conocer las cosas divinas. El Aquinate, como buen conocedor de la psicología humana [1], recuerda el principio de que el alma humana tiende naturalmente a Dios. Siendo así, él mostrará los tres conocimientos del hombre referentes a las cosas divinas:
 "el primero, en cómo el hombre mediante la luz natural de la razón y las criaturas sube hasta el conocimiento de Dios; el segundo, cómo la verdad divina que excede el intelecto humano, desciende hasta nosotros por la revelación, no para ser vista como por demostración, sino para ser creída como pronunciada por palabras; el tercero, cómo la mente humana es elevada a la perfecta intuición de las cosas reveladas". (2)

Como el hombre mediante la luz natural de la razón y por las criaturas sube hasta el conocimiento de Dios

Primeramente el hombre mediante la luz natural de la razón y por las criaturas obtiene el conocimiento de Dios.
 En otro trecho de la Suma contra los Gentiles, el autor hace una analogía entre Dios y el arte al afirmar que "por la meditación sobre las obras podemos admirar de algún modo y considerar la sabiduría divina: las cosas realizadas por el arte son representativas del arte, porque son realizadas a su semejanza". (3)
De modo que podemos sacar de ahí una metáfora interesante que puede ejemplificar un poco cómo el hombre conoce a Dios por la luz natural de la razón y por sus obras. Cuando vemos un bello cuadro de arte, pintado minuciosamente en sus más bellos detalles y aspectos, vemos en esa bella pintura todos los trazos producidos por el artista y entrevemos un poco cómo es la psicología del pintor. Pero jamás podremos decir que no hubo un autor que la haya hecho. Es lo que sucede con el mundo creado. Porque él refleja algo de su Autor, y por eso Santo Tomás afirma: 
"Ahora Dios, por su sabiduría, dio el ser a las cosas, razón por qué es dicho: Todo hiciste con sabiduría (Sl 103,24). De ahí podemos, por la consideración de las obras, recoger la sabiduría divina, que está como reflejada en las criaturas por cierta comunicación de su semejanza" [4]. 
Si volvemos nuevamente los ojos para nuestra metáfora, podemos sacar otra idea que es la siguiente: Si el artista produjo una magnífica obra es porque su capacidad tiene que ser tenida como superior a las cosas que él hace [5], es lo que dice el libro de la sabiduría:
 "Si se quedan admirados (los filósofos) de su potencia y de sus obras (esto es, del cielo, de las estrellas y de los elementos del mundo) comprendan que quien las hizo es más poderoso que ellas" (Sb 13,4). 
Así notamos como Dios creó de tal manera el universo dejando al hombre vestigios para que éste pudiese contemplar los inefables reflejos de su Autor. Veamos como Santo Tomás nos explica eso:

Como, entretanto, el bien perfecto del hombre consiste en conocer a Dios de algún modo, y para que una tan noble criatura no fuese considerada totalmente vana por no poder alcanzar su fin, le fue dado un camino por el cual pudiese elevarse al conocimiento de Dios, a saber: como todas las perfecciones de las cosas descienden de Dios ordenadamente, de Dios que es el vértice supremo de todas ellas, también el hombre, partiendo de las cosas inferiores y subiendo gradualmente, debe progresar en el conocimiento de Dios, pues también en los movimientos corpóreos hay camino por el cual se desciende y el camino por el cual se sube, distintos en razón del principio y del fin [6].

De modo que a través de los objetos sensibles que nos circundan, podemos subir gradualmente hasta Dios. Por eso la esencia de las cosas es lo que primeramente conocemos y por medio de ella llegamos hasta nuestro Autor y fin último. Sin embargo, Santo Tomás nos dice que hay otros dos modos en el cual el hombre conoce a las cosas divinas, pasemos para el segundo.

La verdad divina que excede el intelecto humano, desciende hasta nosotros por la revelación, no para ser vista como por demostración, sino para ser creída como pronunciada por palabras.

Conocemos a las cosas divinas, como la verdad divina que excede el intelecto humano, desciende hasta nosotros por la revelación, no para ser vista como por demostración, sino para ser creída como pronunciada por palabras [7]. Pues conocemos a Dios por intermedio de su obra, pero no lo conocemos enteramente. 
He aquí lo que dice Santo Tomás respecto a las palabras de Job "Con efecto, cuando Job dice: esto que fue dicho es una parte de sus caminos (Job 26,14), se refiere a aquel conocimiento por el cual nuestro intelecto sube al conocimiento de Dios por las vías de las criaturas. Y porque conocemos esas vías imperfectamente, con acierto Jon agrega: es una parte" [8]. 

Continúa Santo Tomás:
"Como también dice San Pablo a los Corintios: Conocemos, ahora, en parte (1Cor 13,9). Y San Pablo continúa: Y si apenas oímos una pequeña gota de sus palabras, el Apóstol se refiere al segundo conocimiento, mientras las cosas divinas nos son reveladas para ser creídas como por medio de palabras". [9] 
De manera que parece obvio que si todo el universo creado proviene de las manos de un único Ser, es imposible que éste no esté, de alguna forma en contacto con su Autor. Entretanto lo contrario se da. El Creador del cielo y de la tierra dejó no solamente una obra visible, en la cual por la simple luz natural de la razón el hombre llegase hasta él, sino que reveló también a los hombres quién Él es. Y por eso Él quiso como que una contribución de los hombres, o sea, que ellos creyesen en su revelación. La doctrina de la Iglesia Católica nos explica bien al afirmar "creemos por causa de la autoridad de Dios que revela y que no puede ni engañarse ni engañarnos" [10].

 Y el Magisterio de la Iglesia explicita:
 "Para que el obsequio de nuestra fe fuese conforme a la razón, quiso Dios que los auxilios interiores del Espíritu Santo fuesen acompañados de las pruebas exteriores de la revelación" [11]. 
En el Catecismo de la Iglesia católica, encontramos un trecho, en el cual se explica este punto teniendo como base el punto de vista tomista:
 "Sin duda, las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero, como dice Santo Tomás, la seguridad dada por la luz divina es mayor que la que es dada por la luz de la razón natural (S. Th. II-II, q. 171 a.5 obj.3)" [12].

Cómo la mente humana es elevada a la perfecta intuición de las cosas reveladas

Nos resta ahora el último punto, en que la mente humana es elevada a la perfecta intuición de las cosas reveladas [13]. Siguiendo el camino trillado por Tomás, vimos que la verdad revelada referente a las cosas divinas no es propuesta para ser vista, sino para ser creída. No obstante, por el hecho del conocimiento imperfecto provenir de aquel conocimiento perfecto, en el cual la verdad divina es vista en sí misma, mientras nos es revelada por Dios por medio de sus ángeles. Y por el hecho de no sernos revelado todo el misterio visto en la primera verdad, conocido por los ángeles y por los bienaventurados, pues de ellos pocos misterios nos son revelados, por eso agrega Job en sus palabras Pequeña (palabras, comentadas por Santo Tomás en la Suma Contra los Gentiles referentes a Job 26,14 [14]), también esas pocas cosas que nos son reveladas, nos son propuestas por semejanzas y palabras veladas [15]. De modo que es a través de las cosas reveladas que intuiremos de modo más perfecto a Dios y lo comprenderemos más a Él, pues nuestro fin último es alabar, amar y servir a Dios sobre todas las cosas, como consta en el Evangelio de San Lucas: 
"Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas y con todo tu pensamiento" (Lc 10, 27).
Conclusión

Santo Tomás demuestra que el intelecto humano no es capaz de conocer las substancias inmateriales creadas, o sea, los ángeles, las almas, etc... Ahora si el intelecto no puede adquirir ese conocimiento en la vida presente, ¿Cómo conocerá a Dios que es la suma inmaterialidad?
 El Doctor Angélico entonces explicó que para que lleguemos al conocimiento de Dios precisamos del intermedio de las criaturas, pues, conocemos primeramente la esencia de las cosas materiales y es a partir de ellas que llegamos al conocimiento del Creador. Entretanto, ese conocimiento exclusivo de las cosas que nos circundan (v.gr. el mundo sensible, el universo), no son suficientes para adquirir un conocimiento más profundo de Dios. 
Por eso él se refiere a la necesidad de que exista una Revelación en la cual el propio Dios entra en contacto con nosotros a través de la revelación, que precisa ser creída por nosotros, y por medio de ésta llegamos a la intuición de ese Ser que es nuestro Creador.

Por Michel Six


[1] Cf Conferencia de Mons. João Scognamiglio Clá Dias, en el Instituto Teológico São Tomás de Aquino. São Paulo. 18 set. 2006.
[2] AQUINO Tomás de. Suma Contra los Gentiles. Vol. II. Livro IV. Cap. I
[3] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II
[4] Idem, 1. II, c II
[5] Idem, 1. II, c II p 173
[6] Suma contra los Gentiles, Vol. II. Livro IV. Cap. I
[7] Idem, 1. II, c II
[8] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II
[9] Idem, 1. II, c II
[10] Catecismo da Igreja Católica, 2001, p 51 (n° 156)
[11] Apud. Catecismo da Igreja Católica, 2001, p 51 (n°156), Denzinger n° 3009
[12] Idem, 2001, p 52 (N° 157)
[13] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II
[14] He aquí, eso que fue dicho es uma parte de sus caminhos, y si apenas oímos una pequena gota de sus palavras, ¿quién podrá compreender los rayos de su poder? (Job 26, 14)
[15] Suma contra los Gentiles, 1. II, c II

  

Estructura 

LIBRO I – Dios: su existencia y su naturaleza.

LIBRO II – La creación y las criaturas.

LIBRO III – Dios, fin último y gobernador supremo.

LIBRO IV – Misterios divinos y postrimerías.

Por qué escribió Santo Tomás la Summa contra Gentiles?

Para ello hemos de recordar cuál era el ambiente cultural y religioso de ese siglo XIII. La obra literaria de Santo Tomás recoge las facetas y las preocupaciones de su época con una plena fidelidad a la línea dominicana. Siendo así, no puede faltar en los escritos del Santo la preocupación por los problemas surgidos en la lucha doctrinal con los infieles y los herejes, (aquí entrarían aquellos considerados "gentiles") tan dentro de los fines y de las maneras de los Frailes Predicadores.

El apostolado dominico es en la mente del santo Patriarca y en su despliegue histórico un apostolado de vanguardia , dirigido hacia todas aquellas almas que viven privadas totalmente de la luz o son víctimas de crisis de la inteligencia. Apostolado de la verdad, que emplea tácticamente con frecuencia la controversia doctrinal. De este ideal apostólico arranca tempranamente, como una exigencia del mismo, una copiosa literatura de controversia, muy rica por su contenido doctrinal, de gran importancia como documento histórico y de enorme interés por su valor humano. En este clima apostólico nació la Summa contra Gentiles de Santo Tomás de Aquino.

Motivos de la aparición de la Summa contra Gentiles:

Para algunos Santo Tomás de Aquino escribió esta obra a petición de san Raimundo de Peñafort. Dedicó a ella cinco años y su finalidad era ayudar en el diálogo y labor misionera entre los judíos y musulmanes.

De ahí la importancia que el autor otorgó a la parte filosófica por encima de la teológica. Así, por ejemplo, y a diferencia de la Suma Teológica, Santo Tomás privilegia la analogía de proporcionalidad. A partir de las criaturas se eleva hacia el conocimiento de lo divino.

En su otra suma se parte de la analogía de atribución, donde el primer analogado es Dios. Esta diferencia de procedimiento indica ya la diferencia de destinatarios. Mientras una obra está pensada para la confrontación, defendiendo el papel de la razón para mostrar la validez del cristianismo, la otra está pensada como manual para los estudiantes de teología de la Universidad.

Otros consideran que la Suma Contra los Gentiles nace de ser Tomás el primero de los teólogos medievales que distinguió entre el “doble orden de las verdades”, a saber las asequibles por la filosofía y las provenientes de la revelación.

No existe una doble verdad , pero sí dos caminos para acercarse a ella. Uno es el que va de las criaturas al Creador. Algunos acusaron a Tomás de aguar el evangelio con el uso de la filosofía, pero Tomás les respondió que el uso de la filosofía era una prolongación cultural del milagro de Caná de Galilea, capaz de convertir el agua en vino.
Incluso la carrera universitaria y pastoral de Santo Tomás pudo estar en peligro en varias ocasiones dado su empeño en tratar asuntos de orden teológico bajo la luz de la razón o de la filosofía, y sobre todo por su empeño en hacer conciliables la teología y la fé y la razón y filosofía aristotélicas. Podemos decir que durante un tiempo Santo Tomás fue el gran valedor de Aristóteles ante la iglesia.
Pero Aristóteles había sido redescubierto a la ciencia cristiana por los árabes y los judíos, con sus traducciones y comentarios de su obra. Así que quienes parecían entender y utilizar mejor las tesis del estagirita eran, precisamente, quienes pugnaban en occidente con la tradición oficial, con la iglesia cristiana. Por ello coincidir con árabes y judíos en la importancia y aplicabilidad de la filosofía de Aristóteles le costó al dominico más de un disgusto y contratiempo.

¿Para qué o para quién escribió la Summa contra Gentiles?

Al contrario que la Summa Teológica ésta tiene como objeto ser una herramienta al servicio de los hombres de fé (entiéndase sacerdotes, sobre todo) que deseen demostrar ante quienes no la poseen la prevalencia de ésta sobre la razón y la compatibilidad de ambas vías (Fé y Razón). Por ello sus libros y capítulos van argumentando al más puro estilo medieval - como disputatio- cada problema que pueda plantearse en ese enfrentamiento entre ambas vías de conocimiento. Evidentemente son las llamadas verdades de fe las que se analizan fundamentalmente, apuntando los motivos por los que no entran en contradicción con las verdades a las que se accede por la razón y por los que llegado el caso resulta más conveniente para el hombre fiarse de la fe que de la razón como estrategia.

Las propias palabras de Santo Tomás en el capítulo II del Libro I nos dejan bien claras las intenciones al redactarla:

" .....nos proponemos la intención de manifestar, en cuanto nos sea posible, la verdad que profesa la fe católica, eliminando los errores contrarios; porque, sirviéndome de las palabras de San Hilario, “yo considero como el principal deber de mi vida para con Dios esforzarme por que mi lengua y todos mis sentidos hablen de El”.

Es difícil, por otra parte, proceder en particular contra cada uno de los errores, por dos razones: en primer lugar, las afirmaciones sacrílegas de los que erraron no nos son detalladamente conocidas de modo que podamos sacar razones de sus mismas palabras para su refutación. Los doctores antiguos usaron este método para refutar los errores de les gentiles. Porque, siendo ellos gentiles o, al menos, conviviendo con ellos y conociendo con precisión su doctrina, podían tener noticia exacta de sus opiniones. En segundo lugar, porque algunos de ellos, por ejemplo, los mahometanos y paganos, no convienen con nosotros en admitir la autoridad de alguna parte de la Sagrada Escritura, por la que pudieran ser convencidos, así como contra los judíos podemos disputar por el Viejo Testamento, y contra los herejes por el Nuevo. Mas éstos no admiten ninguno de los dos. Hemos de recurrir, pues, a la razón natural, que todos se ven obligados a aceptar, aun cuando no tenga mucha fuerza en las cosas divinas."

 

Su redacción

Tradicionalmente se la ha fechado hacia 1260–1264, aunque los estudiosos más recientes no están de acuerdo con esta datación. Los estudios sobre el pergamino y la tinta utilizada muestran que los primeros cincuenta y tres capítulos del libro fueron escritos en París antes de mediados de 1259. Tomás terminó la obra en Italia, al menos hacia 1265

Ediciones modernas

La primera edición moderna de esta suma es la de Uccelli (1878), reeditada en 1918​ como parte de la edición leonina.​ Los apéndices a los primeros tres libros, basados sobre el manuscrito, han sido publicados como volúmenes 13 (1918, 3-61) y 14 (1926, 3-49) de la edición leonina. Este texto de la leonina, con correcciones por P. Marc, C. Pera y P. Carmello, ha sido reeditado por Marietti, Turín-Roma, en 1961.

Han sido publicada varias traducciones modernas de la obra: en inglés (1924, 1957),​ alemán (1937, 2001),​ español (1952),​ francés (1993, 1999)​ e italiano (1975).

Summa contra Gentiles
de Santo Tomás de Aquino

GéneroTratado
SubgéneroEscrito teológico
Tema(s)Teología, apologética, teología cristiana y filosofía 
Edición original en latín
Título originalLiber de Veritate Catholicae Fidei contra errores infidelium
Ciudad¿París?
PaísFrancia
Fecha de publicación1260-1264
FormatoManuscrito
Edición traducida al español
TítuloSuma contra los gentiles I y II
Traducido porJesús M. Pla Castellano O. P.
EditorialBiblioteca de Autores Cristianos
CiudadMadrid
PaísEspaña
Fecha de publicación1952-1953





Biblioteca Personal.

Tengo un libro en mi colección privada .- 


Itsukushima Shrine.

Barrio Centro Histórico de Santiago.

Barrio Centro Histórico de Santiago es el barrio donde se dio origen a la ciudad y, con el paso de los siglos, se ha transformado en el corazón administrativo, político, cultural y financiero de la urbe.
La ciudad  se fundó el 12 de febrero de 1541 por el conquistador Pedro de Valdivia. Su trazado en forma de damero, semejante a un tablero de ajedrez, fue diseñado por el alarife Pedro de Gamboa. De esta forma se planificó la construcción de una plaza central, llamada plaza de Armas en torno a la cual se erigieron los principales edificios administrativos y iglesias de urbe.
Actualmente, este sector destaca por concentrar la mayor cantidad del patrimonio de la ciudad; la excelente conectividad con el resto del área metropolitana; una atractiva oferta de comercio alojada en sus galerías, centros comerciales y paseos peatonales como Ahumada y Huérfanos; además de la intensa actividad que se produce en sus calles, por donde diariamente circulan más de un millón de personas que trabaja, estudia, vive o visita Santiago.

Límites: Oeste: Avenida Hermanos Amunátegui; Norte: El río mapocho; Este: Avenida San Antonio;  sur: La Alameda;  

El Barrio Central histórico se divide en dos sectores divide por la plaza de armas; el Sector Norte y el Sector Sur.

El sector norte del casco antiguo, desde la plaza de armas hacia el río Mapocho, es un sector históricamente popular, de recreo y comercial del Barrio, su centro es el Mercado Central.

El sector sur del casco antiguo, en la actualidad se está transformando en un sector administrativo, con sede de los principales servicios públicos del Estado, del gobierno regional, y entidades públicas, como Banco Central, teatro municipal ,etc. 
Las antiguas empresas, centros comerciales o instituciones financieras y bancarias que tenían sede en este sector se han traslado hacia otros barrios de la ciudad, dejando edificios históricos, que lo ha comprado principalmente el Sector Público.  

El centro geográfico de este sector sur es el Barrio Cívico de Santiago. Se le denomina de esta manera debido a que los edificios que alberga son, en su gran mayoría, dependencias y edificios de gobierno, tanto ministerios y otros organismos públicos.  Su principal hito y en torno al cual se construyó, es el Palacio de La Moneda. Fue creado durante el mandato presidencial de Arturo Alessandri.


  

Estación de metro Puente Cal y Canto de Santiago de Chile.


Antiguo símbolo con que se identificó a la estación.

Cenefa utilizada actualmente en los andenes de la Línea 3.


Puente Cal y Canto —también conocida simplemente como Cal y Canto— es una estación de combinación ferroviaria que forma parte de las líneas 2, 3, 7 y 9 de la red del Metro de Santiago de Chile.
Se ubica en el nudo vial entre las calles Cardenal Caro y Presidente Balmaceda junto al Puente Padre Hurtado, en la ribera del río Mapocho, en el límite norte de la comuna de Santiago con comuna de Recoleta.

Puente Cal y Canto.

Ubicación
Coordenadas33°25′59″S 70°39′07″O
Dirección Puente Alberto Hurtado con Av. Presidente Balmaceda
 Aillavilú con Paseo Puente
 Av. Presidente Balmaceda con Calle Bandera y Paseo Puente
 Av. Santa María con Av. Recoleta
Comuna   Santiago
 Recoleta
Datos de la estación
Nombre anteriorMapocho
Inauguración 15 de septiembre de 1987
 22 de enero de 2019
 est. 2028
 est. 2032
ServiciosBibliometro - MetroArte
N.º de andenes(4 en uso, 4 en planificación)
N.º de vías4
OperadorMetro de Santiago
Servicios detallados
Clasificación Estación Común
Posición    Subterránea
Color(Línea 3)
SimbologíaPerfil del antiguo Puente de Cal y Canto (1987-1997)
Perspectiva del Puente de Cal y Canto (desde 2019)
Líneas
«PatronatoSanta Ana» 
«HospitalesPlaza de Armas» 
Ricardo CummingBaquedano 
Fin de la líneaSanta Lucía


Entorno y características.
Vista de uno de los andenes correspondientes a la Línea 2.


Esta estación fue, desde su inauguración en 1987 hasta mediados de 2004, la terminal norte de la Línea 2, por lo que recibía todo el flujo de pasajeros provenientes del norte de la capital y además tenía conexión con Metrobus. Posteriormente, fue inaugurada la primera parte de la extensión al norte hacia comuna de Recoleta, marcando un hito la construcción del túnel bajo el río Mapocho en 2004. Todavía se puede observar, al lado de la curva en dirección a Vespucio Norte, un túnel recto que sigue por debajo de la Plaza Prat, que fue usado como cola de maniobras de los trenes cuando la estación era terminal y era parte de un proyecto de extensión de Línea 2 hasta Rodrigo de Araya en los años 80, que (junto al proyecto de Línea 3) no se realizó.
Cal y Canto, Nivel de combinación entre L2 y L3

Actualmente es una estación de alto flujo de pasajeros, ubicada en las cercanías del Mercado Central y de la Estación Mapocho. La estación posee una afluencia diaria promedio de 65. 927 pasajeros.​ Tiene en su interior una galería de arte. Además en las paredes de los andenes posee decoración que asemeja a los antiguos pilares del puente.

Línea 3
Nivel de mesanina.


Los andenes que serían destinados a la construcción de esta estación en Línea 3, según el proyecto original, y que fueron construidos conjuntamente con los de Línea 2, no serán utilizados. Metro modificó la ubicación de esta obra desplazándola hacia el poniente algunos metros, por el hecho de que esta línea transita bajo la calle Bandera y no por el eje Puente-Ahumada, como estaba establecido originalmente. Además de que los trenes utilizados (AS-2014) son de gálibo ancho y tendrán alimentación eléctrica por catenaria (arriba del tren), a diferencia de los NS-74 de la época que son más angostos con electrificación por tercer riel.
Los actuales andenes de Línea 3 se encuentran debajo de los de Línea 2. El sector de combinación se encuentra en el lado oriente de la estación. Se destaca que las estructuras originales que serían parte de la estación no fueron ocupadas. Metro ha señalado que toda la obra de esta estación comenzó completamente desde cero, dejando relegada la edificación de antaño.

  

MetroArte


Puente de Cal y Canto -diorama.


trabajos de construcción.

En el interior de la estación se encuentra presente uno de los dioramas realizados por el artista Zerreitug.
Trabajadores.

Esta obra, titulada Construcción de Puente Cal y Canto, visualiza la construcción de dicho puente durante fines del siglo xix, puente que finalmente fue demolido en 1888 para continuar con las obras de canalización del Río Mapocho.
Trabajadores.

Este diorama fue la primera obra de arte instalada en la red de Metro de Santiago, siendo presentada en 1986 y considerada de forma retroactiva como parte del programa de MetroArte posteriormente. Además, esta versión del Puente de Cal y Canto sirvió como base para diseñar el pictograma utilizado actualmente en los andenes de la Línea 3 de la estación.

Origen etimológico.
1860


Esta estación hace referencia al antiguo Puente de Cal y Canto, creado por obra de Luis de Zañartu, corregidor de Santiago, y entregado el 20 de junio de 1779, cerca de donde se encuentra actualmente la estación.
Este puente de gran envergadura que cruzaba el río Mapocho fue todo un símbolo de la ciudad hasta el año 1888 cuando fue demolido para iniciar los trabajos de canalización del río.

Luis Manuel de Zañartu e Iriarte (Oñate, País Vasco, 10 de septiembre de 1723—Santiago de Chile, 15 de abril de 1782) fue un noble vasco y célebre personaje histórico criollo de la entonces sociedad colonial de Chile, más conocido como el Corregidor Zañartu, fue comerciante de Santiago. Su fama se debió a la mano firme de sus procedimientos para evitar el pillaje y la comisión de delitos y su obra máxima, la construcción del Puente Cal y Canto.

Restos del puente de Cal y Canto


En primera instancia, el nombre de la estación fue planificada como Mapocho, debido a que se emplaza a escasos metros de la antigua estación Mapocho, terminal de la línea Santiago-Valparaíso, además se sitúa a un costado del río que le da nombre. Pero finalmente se optó por "Puente Cal y Canto", debido a que en el transcurso de la excavación (para su posterior construcción), se encontraron restos del antiguo puente antes nombrado. Estos restos de pilares aún se conservan en la estación.

placa


El pictograma utilizado hasta 1997 presentaba una ilustración plana del puente, mientras que la simbología utilizada desde 2019 presenta el mismo puente en una perspectiva lateral.

  

El vecindario.

La estación de metro Puente de Cal y Canto,  está ubicado en un vecindario pertenece al ·Casco Histórico de Santiago,  con calles que se remontan a épocas coloniales, un espacio clave de la cultura popular de la ciudad y la comuna. Los límites del vecindario no son precisos y hay distintas posturas al respecto. Se definió el vecindario como el sector ubicado entre la  Plaza de Armas y Avenida Santa María, al  lado norte del río mapocho. Hacia el lado sur del río Mapocho confluye un menjunje de edificios históricos, establecimientos de entretenimiento popular, tiendas y comercio ambulante.
El vecindario  guarda una rica tradición, como espacio de refugio de los migrantes del campo a la ciudad, portadores de nuevas costumbres y nuevas formas de habitar la urbe. Estos rasgos han dejado su legado hasta hoy y viven en sus habitantes: las dinámicas del mercado de abastos y las relaciones que se forman en torno a este, las ferias y puestos callejeros, los vendedores ambulantes, y los vecinos, quienes conviven en un colorido y vivaz caos.

El vecindario trasciende a épocas pre-coloniales, ya que formaba parte del Camino del Inca. Durante el siglo XVI, se establecieron guangualíes, poblaciones de indios y mestizos, quienes establecieron sus ranchos y talleres en el cauce del Mapocho. Fueron los primeros asentamientos en las riberas del río, espontáneos y sin regulación. Con el pasar del tiempo estos se masificaron pese a la persecución de las autoridades municipales, para quienes tales comunidades no eran dignas del lugar y las declararon ilegales.
Durante siglos XVIII y XIX, los mismos vecinos construyeron al sur del río calles situadas en las rampas de acceso y salida de los puentes de Cal y Canto, especialmente la vía de las Ramadas -hoy calle Esmeralda-, calle Puente y calle Sama -hoy General Mackenna-. Durante 1820, las autoridades municipales destruyeron la mayoría de los ranchos construidos en las riberas, trasladando de forma masiva a los pobres al sur y poniente de la ciudad.

En paralelo, en las riberas del río se constituyeron espacios de intercambio comercial. En parte, por los diversos molinos que se construyeron en sus orillas. Más importante, por la Plaza de Abastos, donde se concentraban los vendedores ambulantes y tenderos, y por la Vega del Mapocho. Estos dos espacios comerciales abastecían de alimentos a la ciudad, y en ellos convergían bodegueros, carretilleros, mercaderes y consumidores. Esto propició el desarrollo de locales comerciales en sus calles. Como la calle Puente, así llamada porque conducía al Puente Cal y Canto, que se especializaba en talabarterías (trabajo en cuero).
"En la parte del río que defendían los pretiles o tajamares, estaba la Plaza de Abastos o Mercado, que consistía en un cuadrado de edificios bajos construidos en la misma disposición sencilla que todo el resto de los edificios viejos de Santiago. Allí se vendía carne, legumbres, pescado y todos los artículos de alimentación. También se cocinaban y expendían, en medio del humo y del olor penetrante de la grasa derretida, los picarones, sopaipillas y empanadas fritas. Los puestos de mote y huesillos, de empanadas caldeas y de tortillas de rescoldo, alternaban con la venta de pajaritos vivos, jilgueros, tordos, y de frutas frescas y secas, todo en grande, pintoresca y sabrosa variedad”
Ramón Subercaseux, sobre sus recuerdos de infancia hacia 1860.
De acuerdo con el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, el sector siempre fue plebeyo. Decía que mantuvo un desarrollo autónomo del resto de la ciudad, marcado fuertemente por los riesgos del río sin canalizar y por la apropiación de lo popular como elemento que definía a los habitantes, de forma antagónica a los aristócratas. A inicios del siglo XIX, comenzaron a aumentar las viviendas y el hacinamiento, así como ramadas, almacenes, bares y prostíbulos. Surgieron también, pese a la alta tasa de analfabetismo, imprentas y talleres tipográficos donde se publicaban periódicos.
En 1872, Vicuña Mackenna propuso su proyecto de Transformación de Santiago. Uno de los principales puntos era la canalización del río con el objetivo de generar una sola ciudad, incluyendo al relegado sector del Mapocho. Mackenna creía que existían dos ciudades: la ciudad propia de la gente de bien, opulenta, ilustrada y cristiana, y la ciudad bárbara de los arrabales. Este proyecto ponía en valor el poder civilizatorio del espacio público, creando nuevas calles, estaciones ferroviarias y un nuevo paseo público donde yacían los basurales del lecho del río. Tras un incendio que afectó la Plaza de Abastos esta se clausuró, y se erigió en su lugar el Mercado Central a fin de rehabilitar el sector y de regular el comercio.
Para desembocar en esta ciudad única se requería de mejores puentes. De este modo emergió el sacrilegio: cuestionar la idoneidad del viejo y vapuleado Cal y Canto. Además de deteriorado carecía de anchura suficiente, y formaba un dique que retenía las aguas y propiciaba inundaciones.

Hacia mediados de siglo XIX la migración campo ciudad -que trajo numerosos peones y sus familias, en situación de pobreza- y una serie de epidemias impulsaron reformas sanitarias. Se definió finalmente la canalización del Mapocho, con el objetivo de transformar una zona “pestilente y sucia” en un paseo atractivo y salubre. En 1857 se aprobó la ley que autorizó la canalización, pero era muy oneroso y hubo que esperar. De las obras públicas planteadas por Vicuña Mackenna e 1872 era quizás la más cara y tampoco se abordó de inmediato. Recién en 1888, con los ingentes ingresos salitreros generados por las tierras capturadas en la Guerra del Pacífico, comenzaron las obras. El diseño se basó en el proyecto del ingeniero Valentín Martínez. Fue la lápida definitiva para el maltrecho puente Cal y Canto. El barrio abandonó sus ropajes coloniales a cambio de otros modernos: se buscaba crear un “nuevo barrio”, a la altura de los mejores barrios de París y Londres. Habría alcantarillado, se expropiarían los terrenos de las riberas donde existían viviendas populares, y se pondría punto final a los basurales.
A esto se sumó el desarrollo de vías de tranvías y el advenimiento del ferrocarril urbano, con núcleos en torno al mercado. En 1880, se añadió al mercado una línea férrea circunvalatoria, que conectaba este espacio con el resto de la ciudad. En 1890 se erigieron tres puentes metálicos a lo largo del río, de modo que el puente “de los Carros” quedó como conector entre el lado sur y norte del río, y aumentó aún más el tráfico del sector. Eran habituales los desórdenes y escándalos callejeros, ya que existían no menos de 20 hoteles parejeros o cafés chinos, asociados al comercio sexual y regentados habitualmente por asiáticos, origen del nombre. La prostitución en el sector alcanzó proporciones enormes para la época, junto a las cantinas clandestinas.
Finalmente, la inauguración de la Estación Mapocho' en 1912, propició la última explosión de bares, hoteles y boliches. Medraban también restaurantes, boîtes, cafés, salones de baile, cabarets y fuentes de soda. En las calles abundaba el comercio de sopaipillas, tortillas, huevos duros y pan amasado hasta la madrugada. Un sinnúmero de artistas, pintores, poetas y literatos reconocidos pasaron por estos lugares: Neruda, Plath, Paschín, de La Vega, Recabarren, Rojas Jiménez, Nicómedes Guzmán, de Rokha, Mundt y tantos otros, que compartieron espacios con maleantes, cuidadores de carros, copetineras y prostitutas.
Desde mediados del siglo XX no se registraron mayores cambios en el barrio, y en  gobierno  militar no hubo mayor inversión pública. El barrio se "pacificó" debido a las fuertes regulaciones de las autoridades, lo que en conjunto con los toques de queda provocó que bares y antros recreativos se extinguieran durante los ‘80 y ‘90. Sin embargo, aún prevalece el imaginario y el carácter popular, así como unos pocos bares sobrevivientes que han mantenido sus tradiciones, como la Piojera.

Calle Veintiuno de Mayo

Esta calle, continuación del Paseo Estado, se extiende desde Plaza de Armas hasta el Río Mapocho, donde desemboca junto al Mercado Central. Es peatonal entre Monjitas y Rosas, de alma decididamente comercial.
En sus orígenes coloniales fue llamada la Calle de la Pescadería, ya que los jueves los mercaderes se instalaba a vender productos del mar. Posteriormente pasó a llamarse Calle de la Caridad, debido a la construcción del Cementerio de la Caridad, donde eran enterrados los reos fallecidos.
En el siglo XIX cambió su nombre a Calle de la Nevería, debido a los múltiples vendedores de nieve establecidos en el lugar, que la traían durante el verano desde la Cordillera, arriba de Las Condes, a lomo de mula. Un producto preciado en la era pre-refrigerador, utilizado para la elaboración de helados y la conservación de alimentos.
Su actual nombre tiene homenajea el Combate Naval de Iquique, ocurrido el 21 de Mayo de 1879, durante la Guerra del Pacífico, en el que murió en forma heroica Arturo Prat.

El triángulo conformado por las calles 21 de Mayo y Diagonal Cervantes es un tradicional núcleo de lanerías y cordonerías. No solo acuden los santiaguinos, sino también habitantes de regiones por su gran variedad y precios. Se puede adquirir lanas de distintos tipos y artículos para el bordado y costura, así como círculos de tejido y talleres. 
Donde Golpea el Monito.-Esta tienda, ubicada en el Nº 707 de la calle 21 de Mayo, es una de las sombrererías más antiguas de la capital. La tienda-taller fue fundada por el asturiano José González Noriega y familia en 1915 como Fábricas Unidas Americanas de Sombreros. Conserva hasta hoy el estilo de tiendas de principio de siglo, con altas repisas, lámparas colgantes, espejos de elaborados marcos, mostradores de atención y dos vitrinas de vidrios biselados.

Plazoleta de Santo Domingo

plazuela


La pequeña plazoleta de la calle 21 de Mayo esquina Santo Domingo, guarda una historia mucho más interesante de lo que se podría conjeturar a primera vista. Fue uno de los primeros puntos precisados en el mapa del campamento semi-militar establecido en el siglo XVI, que hoy conocemos como Santiago.
En 1565 se estableció en este sitio uno de los compañeros de expedición de Pedro de Valdivia, don Juan Hurtado, quien construyó una casa en el sitio de la plazuela, frente a la cual se instaló circa 1552 el convento de los frailes dominicos. La casona fue luego traspasada a su yerno, Andrés Hernández de la Serna.
Durante la Colonia y la República, funcionó en el lugar la histórica Posada de Santo Domingo. La casona fue reconstruida múltiples veces, debido a los terremotos y a la inundación de 1783, una de las varias veces en que el Mapocho se desbordó sobre la ciudad. Es tras este último evento que se edificó el edificio tal y como aparece en las fotografías de archivo.
Durante la reconquista española (1814-1817), las fondas y casas de jolgorio cerraron de súbito, ante el miedo a la represión de las autoridades realistas. Solo la Posada de Santo Domingo se mantuvo abierta, recibiendo a los patriotas que oraban por el país en la vecina iglesia y luego entraban al establecimiento. Tras la independencia, la casa volvió a ser sede de grandes celebraciones, centro de recreación y hospedaje.

Calle Rosas


Esta calle debe su nombre a un beaterío. Alrededor de 1680 un grupos de mujeres piadosas reunidas en oración eran apodadas rosas. Su lugar de residencia era, por tanto, conocido como la Calle de las Rosas.
El beaterío dio origen a un monasterio en 1754, cuando llegaron del monasterio de Santa Rosa de Lima, monjas dominicas. A principios del siglo XX, producto de un fraude, la comunidad perdió su casa, y finalmente se establecieron en la comuna de las Las Condes. Es desde ese momento que comienza a modificarse el uso de los predios, hasta llegar al uso comercial que se conoce hoy.
Desde hace varias décadas, esta calle es conocida como el distrito de las manualidades de Santiago. Se pueden encontrar botonerías, bisutería, pintura, librerías, papelerías, encintados, telas y bordado, entre otros. Desde la calle se puede acceder a las Galerías Las Rosas (más conocida como la de los botones) y Las Flores, que cobijan una multiplicidad de pequeñas tiendas en su interior. Un paraíso para cachurear.

El Mercado Central

mercado central

El Mercado Central concentran 241 locales de casi cualquier cosa que termine en "ía": marisquerías, pescaderías, fruterías, yerberías, carnicerías, botillerías, fiambrerías, panaderías y queserías. Para dar variablidad fonética hay también farmacias, una joyería, y restaurantes. Estos últimos son reconocidos por sus recetas tradicionales criollas. Entre las especialidades destacan platos típicos basados en productos del mar, como el mariscal, la paila marina y el pescado frito. Un lugar clave del patrimonio culinario chileno (y de quienes necesitan de un lugar abierto al amanecer para pasar la resaca).
La manzana donde se encuentra emplazado fue durante la colonia una cancha de desperdicios llamada Basural de los Domínicos. De hecho, se escogió como lugar para edificar el Palacio de La Moneda hasta que descubrieron que los siglos de desechos habían vuelto del terreno un flan. Es por orden de Bernardo O’Higgins en 1817 que el terreno fue limpiado y acondicionado para trasladar al mercado original de la Plaza de Armas, debido al desorden y suciedad que los vendedores generaban en el sector. La explanada fue destruida en un incendio en 1864, lo que condujo a las autoridades a levantar un proyecto definitivo: la Plaza de Abastos de Santiago.
El nuevo proyecto consistía en dos partes: una plaza interior, diseñada por el arquitecto Manuel Aldunate, y el diseño del edificio que la contenía, por Edward Woods y Charles Henry Driver. El edificio fue proyectado en base a hierro y acero, recientemente introducidos en el país. Así, se define un núcleo central techado, con una compleja armazón metálica -forjada en el Reino Unido- y sustentada en albañilería de ladrillo y arcos de medio punto, que permitía el ingreso de luz interior y un sistema de ventilación cruzada. Definía en su centro un cuadrilátero con una fuente de agua.
En 1868 comenzaron las obras a cargo del arquitecto Fermín Vivaceta y el contratista Juan Stefani. Fue inaugurado el año 1872 por el presidente Federico Errázuriz Zañartu. Se lo consideró en el momento como uno de los edificios públicos más hermosos, por su escala, uso y aplicación tecnológica.
En 1884, la Municipalidad inició la construcción de un anillo perimetral con nuevos locales, siguiendo la línea de edificación de la manzana. En ese anillo se encuentran los locales de pescados y mariscos.
Alrededor del 1900 se instaló luz eléctrica, servicios higiénicos y lavadores para las pescaderías. Entre 1927 y 1930 se demolió el frente norte del segundo anillo, según la ley de canalización del Mapocho. En 1983, se llevó a cabo una restauración general del edificio, y fue declarado Monumento Nacional el año siguiente. En 1990 fue vendido por la Municipalidad a los locatarios, quienes organizaron una copropiedad obligada a respetar el estatus de Monumento Nacional, estatus que demanda especial cuidado con el mantenimiento, uso e intervenciones.
En 2004 el entorno del Mercado Central fue intervenido a fin de realzar su valor patrimonial y revitalizar la vida urbana del sector.

La Piojera.

La Piojera.


Este afamado local de Aillavilú 1030 se ha establecido como la tradicional chichería-restaurante de Barrio Mapocho. Sus dueños, la familia Benedetti, lo ha conservado por más de tres generaciones.Dentro de este tugurio hay tragos y comida criolla, y un look' que pareciera extractado de una ramada o chingana, con banderas y escarapelas patriotas entre pipas y barriles, así como letreros pintados a mano. En años recientes se volvió un atractivo turístico y buque insignia de la puesta en valor de la cultura guachaca, con lo que cambió el público y sus características originales de picada tipo antro.
La historia del establecimiento esta fuertemente enlazada a la de la calle Aillavilú, llamada antiguamente "Calle de Zañartu" porque en el siglo XVIII precisamente frente a la chichería se emplazaba la casa de vigilancia de las obras del Puente de Cal y Canto del corregidor Luis Manuel de Zañartu.
No hay cómo saber si este local sería el que después ocupase la piojera, pero da a entender que esta calle desde sus inicios fue dominada por los bares y cantinas, además de casas de remolienda. Oreste Plath en El Santiago que se Fue indica que los orígenes de la cantina se remontan a la Guerra del Pacífico, y que el restaurante actual nace hacia 1916, sobre un boliche que ya llevaba 60 años de vida.
La versión más aceptada sobre el nombre del local, y que es la que registra la web oficial del tugurio, remite a un berriche del presidente Arturo Alessandri Palma. En 1922, al ser llevado a ese local tras una ceremonia en la Escuela de Detectives rugió iracundo apenas entró ¡¡Y a esta piojera me trajeron!. Otra versión sugiere que en la chichería picaban piojos grandes y chicos
El trago más famoso del local es el terremoto, copete nacional extraoficial. Esta bomba gastrointestinal está conformada por vino pipeño, helado de piña, fernet o granadina. A esto se ha sumado la versión con menta o maremoto. Antes del boom del terremoto y sus variedades, se vendían vinos y chichas de San Javier, así como pipeños blancos, borgoñas, colas de mono y ponches de culén. Esta última, tradicional bebida campesina muy popular en las picadas de barrio de los mercados santiaguinos. Por muchos años los locales del barrio no poseían cocinerías propias, por lo que el callejón se llenaba de comerciantes que ofrecían tortillas, pequenes, pan amasado y huevos duros. Otra opción era comprar mariscos en el Mercado Central, y llevarlos al local para desconcharlos y comerlos con limón. Posteriormente La Piojera incorporaría una cocinería, por lo que hoy abundan en el menú preparaciones como el pernil, prietas y longanizas, huevos duros, empanadas de horno y bifes a lo pobre.
Además de Alessandri Palma, otros jefes de estado pasaron por el lugar, como Juan Antonio Ríos, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens y Eduardo Frei Ruiz-Tagle. A esa lista se suman el cantante de ópera Ramón Vinay, el pintor Arturo Pacheco Altamirano, el escritor Francisco Coloane, y diversos clubes como la Hermandad de los Patos, conjuntos musicales y agrupaciones deportivas. Estas visitas están capturadas en fotografías que decoran el muro tras la barra.
La Piojera ha logrado sobrevivir pese a los cambios de su entorno y al acoso de proyectos inmobiliarios. Tal fue el caso del intento de cierre en 2003, para demolerlo y construir un centro comercial. El piojicidio fue repelido por las organizaciones vecinales y los dueños. En ese momento el Movimiento Guachaca, en una parodia a Monumentos Históricos Nacionales tituló al sitio como Monumento de los Sentimientos de la Nación.

Ex - Hotel Bristol.

Ex - Hotel Bristol


La construcción de este edificio data de 1913, cuando fue encargado por el comerciante Humberto Quennette al arquitecto español José Forteza Ubach, reconocido por el diseño del desaparecido Palacio Undurraga, mansión neogótica proyectada a semejanza del City Hall de Múnich, demolida en 1975 y reemplazada por una mole borrosa y fome.
Este inmueble hunde sus raíces en el furor comercial y hotelero que trajo consigo la revolución ferroviaria de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Estas obras fueron a su vez resultado del proyecto Circunvalación de Santiago, impulsadas por el programa para "La transformación de Santiago" del antiguo intendente Vicuña Mackenna. El espacio se consolidó con la construcción y posterior inauguración de la Estación Mapocho en 1914.
El edificio proyectado se caracteriza tanto por su emplazamiento como por su volumetría,. Actúa como un "edificio rótula", que articula la trama geométrica del damero en su encuentro con el Río Mapocho y el Parque Forestal. Su estilo es representativo de la arquitectura chilena Neoclásica de comienzos del siglo XX. Logra integrar a la Estación Mapocho a través de su escala, el tratamiento de su fachada y el ritmo de sus vanos, estableciendo en conjunto un umbral para los inicios de la Avenida Presidente Balmaceda.
En 1934 el edificio cambió de propietario y quedó en manos del empresario León Durandin, quien lo reinauguró bajo el nombre de Hotel Bristol. Era un elegante recinto donde culminaban los viajes de pasajeros y turistas del tren que provenía desde Valparaíso. Sus reconocidos bar y restaurante chileno-italiano eran una invitación a pasar, tal como lo eran los influyentes locales comerciales del primer piso que atendían a los transeúntes a través de los vanos de su fachada.
La proximidad del edificio a la Estación Mapocho, fueron la clave del éxito, que lo convirtió en uno de los hoteles más reconocidos de la capital, receptor de una flujo constante de clientes nacionales e internacionales. Sin embargo, con el cese de funciones de la Estación Mapocho en 1987 perdió clientela en forma brusca. El comercio del primer piso migró y sus vanos se convirtieron en ventanas exteriores. Las actividades hoteleras finalizaron cuatro años más tarde, año en que el edificio fue adquirido por la Ilustre Municipalidad de Santiago y sus dependencias destinadas a la administración de divisiones municipales.
Siguieron numerosos intentos de intervención. Hubo concursos e iniciativas de restauración, entre las que destaca una colaboración de la Municipalidad con la Universidad Católica, de Chile y Diego Portales. Esta buscó recuperar el Ex Hotel Bristol reorientando sus funciones para dotarlo de vigencia a través de la adición de elementos modernos, sin alterar en demasía el edificio original. Ninguna intervención se concretó y el Ex Hotel Bristol fue declarado Monumento Nacional en 2007 por el Consejo de Monumentos Nacionales.

Estación Mapocho



Durante la segunda mitad del siglo XIX, durante la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna, Santiago vivió un complejo cambio urbanístico. Era necesario mejorar la infraestructura y equipamiento de las emergente población periférica que trajo consigo el proceso de industrialización. Se estableció un programa llamado “La transformación de Santiago” que fijó una “cintura de hierro" (o "camino de cintura") que ceñía a la capital. El trazado de la línea de ferrocarril de la Circunvalación de Santiago definió los límites de la ciudad de la época y estableció las líneas de conectividad a través de las cuales se distribuían los insumos y se desplazaba la mano de obra para la actividad productiva. Se volvió un elemento clave para el desarrollo periférico y económico de la urbe.

La inauguración del Ferrocarril Santiago-Valparaíso en 1863 en conjunto con las obras de la Circunvalación de Santiago impulsaron vigorosamente el comercio periférico. Si bien el ferrocarril llegaba solo hasta Estación Central, los bienes que transportaba eran repartidos desde esta y desde su estación anexa en el Barrio Yungay. La estación de Yungay alimentaba a su vez al antiguo Mercado de Abastos ubicado al norte de Santiago, en la ribera del Río Mapocho. En 1872 se edificó sobre ese viejo recinto el Mercado Central de Santiago, y en sus alrededores se asentó una zona libre de comercio y mercaderes. La actividad impulsó la construcción de una nueva estación, más cercana a este nodo comercial, que se concretó en 1888 bajo el nombre de Estación Mercado. Era un ramal de la Estación Yungay, localizada entre Teatinos y Avenida Presidente Balmaceda, a cuatro cuadras del mercado.
Junto a las obras de transformación de Santiago impulsadas por el incansable Mackenna tuvo lugar la canalización del Río Mapocho (1886 - 1891), desarrolladas por el ingeniero Valentín Martínez. El trabajo involucró el espacio entre el camino de cintura oriente -hoy Plaza Italia- y el puente de Ovalle-Hornillas, hoy Vivaceta. Las quintas y peladeros en los que se desarrollaban robos y otros delitos se convirtieron en un terreno apto y razonablemente seguro para la construcción de futuro equipamiento para la ciudad. Esto dio pie, entre otras cosas, al Parque Forestal, originado a partir de los jardines del Museo de Bellas Artes diseñado por Emile Jecquier e inaugurado en 1910.
En 1904, favorecido por la canalización del Mapocho y el embrionario Parque Forestal, se decidió remodelar el antiguo ramal ferroviario de la Estación Mercado trasladándose hacia unos nuevos terrenos frente a la calle Bandera. Esta nueva estación estuvo a cargo del arquitecto Emile Jecquier, quien inició la construcción en 1905 con el propósito de inaugurarla con motivo del Centenario de la Independencia en 1910. Se comisionaron estructuras metálicas diseñadas por el arquitecto a la Compagnie Centrale de Construcciones Hayne Saint Pierre en Bélgica. Fueron necesarias para el levantamiento de las bóvedas interiores del hall de distribución y las marquesinas laterales.
No se cumplió la meta del Centenario. Conjuraron la mala calidad del terreno, dificultades técnicas y atrasos en la habilitación de los servicios ferroviarios anexos. Se inauguró parcialmente en 1912, sin público y con pocas autoridades. La obra fue recibida de forma oficial en 1914 e inició funciones que se prolongaron por siete largas décadas.
En diciembre de 1976, la Estación Mapocho fue declarada Monumento Nacional. Esto facilitó hacia 1985 un proceso de restauración a cargo del arquitecto Cristian Besseler. Tras estudiar las obras de Emile Jecquier intentó devolver la gloria y distinción originales. Se rasparon las nobles maderas, cuyas vetas figuraban sumergidas bajo sucesivas capas de pintura, se recubrieron los zócalos exteriores con piedra rosada de Pelequén. El realce la volvió un remate justo y lógico del Parque Forestal.
Durante la remodelación la estación fue cerrada al público. Los servicios ferroviarios fueron desviados hacia la Estación Alameda a través del Túnel Matucana, lo que ocasionó retrasos y con ello una significativa baja del número de pasajeros. En febrero de 1986, el trágico Accidente de Queronque provocó la suspensión definitiva de los servicios a Valparaíso. Esta tragedia ocurrió a cuatro kilometros de Estación Limache, cuando en una curva el convoy AES-9, se incrustó cinco metros en el tren que venía en sentido contrario. Los pasajeros de los asientos delanteros de ambas máquinas perecieron en el acto. Hubo 58 muertos y 510 heridos, 111 de ellos graves. Fue el broche de plomo a las funciones ferroviarias en la Circunvalación de Santiago.
En 1987, la Empresa de Ferrocarriles del Estado paralizó la remodelación y la Estación Mapocho cesó definitivamente sus operaciones de 73 años. El año siguiente se vendió a la CORFO, institución que la convirtió en un espacio cultural. En 1991 se constituyó la Corporación Cultural de la Estación Mapocho. Se llamó luego a un concurso nacional para el rescate y reacondicionamiento del emblemático edificio.
La propuesta ganadora fue de autoría de un grupo de arquitectos conformado por Teodoro Fernández, Montserrat Palmer, Rodrigo Pérez de Arce y Ramon López. Se cambió de color blanco a ladrillo y se construyó la Plaza de la Cultura sobre el antiguo estacionamiento ubicado en el frontis, que conformó un nuevo espacio para las artes, para la cultura y para el Metro de Santiago. También se restauró la gran nave interior, las salas del segundo nivel y las salas subterráneas, además de las instalaciones y terminaciones del costado sur, los andenes y la escalera de la gran nave.
Hoy la Estación Mapocho es uno de los centros de eventos más importantes de Santiago. Aloja toda clase de eventos y exposiciones, desde programas arquitectónicos, literarios, deportivos, de diseño y geeks, entre otros.