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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

jueves, 13 de septiembre de 2012

113.-Las Historias de Polibio.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán; 

Las Historias de Polibio.

  




Las Historias (en latín, Historiae) son un conjunto de libros escritos por el historiador griego Polibio (203-120 a. C.) compuesto por un total de cuarenta volúmenes. Solo han llegado hasta hoy día enteros los primeros cinco. Del resto de la obra se conservan solo fragmentos (excepto el cuadragésimo libro que es el índice). La mayor parte de los textos se conservaron en las bibliotecas de Bizancio. Los textos de Polibio no llegaron a Europa hasta el siglo XV. Posee la característica de ser uno de los primeros historiadores (junto con Tucídides) en excluir la acción divina entre las causas materiales y sus consecuencias.

Contenido de la obra

El contenido de la obra se centra en la historia de la época. Se puede decir que Polibio empieza la narración en el año 264 a. C. y la termina el año 146 a. C. No obstante, se puede decir que abarca un intervalo de tiempo de cerca de cincuenta y tres años. Este periodo de 220 a. C. hasta 167 a. C. es en el que Roma subyuga a Cartago empezando a ser una potencia marítima en el mar Mediterráneo. Los libros I hasta el V son una introducción que describe el ambiente existente en las zonas de influencia de Roma, haciendo descripción de cada paísː Egipto, Grecia, Hispania, y trata extensivamente la primera guerra púnica y la segunda guerra púnica. En el libro VI empieza con un tema diferente y describe la constitución de los romanos, mostrando el poder de los cónsules, el Senado y el pueblo.
Llega a la conclusión de que la constitución romana es exitosa debido a que es una mezcla de reglas y normas propias de los romanos y de otros países helenísticos. El resto del libro es una narración acerca de las incursiones de los romanos contra Cartago durante los cincuenta y tres años que abarca la descripción del libro, narra historias de lucha entre Aníbal y Escipión el Africano. En el libro XII discute los méritos de Timeo, mencionando su peculiar estilo de narrar la historia. De esta forma Polibio es notable en la descripción del crecimiento del poder de Roma durante este periodo tan crítico.

  

Obra.

Se conserva la mayor parte de su obra, escrita con un método riguroso que se basa en una estricta documentación y en su presencia en el lugar de los hechos que describe. Su extensa Historia general contaba con 40 volúmenes. Otras obras citables son Tratado de táctica, "Encomio a Filopemen" y La guerra de Numancia, pero de las cuales nada nos ha quedado salvo testimonios directos del propio Polibio y otros autores de la antigüedad. Además, con Tucídides, fue uno de los primeros historiadores en excluir la acción divina entre las causas materiales y sus consecuencias.

Compuso sistemáticamente su obra para que sea siempre acorde en su relación con la historia general del mundo mediterráneo. Dice Polibio que "...de la recíproca comparación y confrontación de los hechos se forma un juicio muy diverso del que se concibió viéndolos separados [...] cuánta ventaja hay del saber al simple oír, otro tanto supera la historia universal a las relaciones particulares." (Historias, III, 7). Su obra es, a la vez, pragmática, en su continua demostración de los principios de la causa y el efecto. Las causas se dividen en (V, III):

  • Causa (kriseis, dialépseis, epínoiai y syllogismois)
  • Inicio (epiboaí, práxeis)
  • Pretexto.
La actuación de la tykhe (Fortuna) es un tema un tanto controvertido, el escritor la invoca en repetidos pasajes, hay una tensión dialéctica entre tykhe y eunoia. Para el autor los elementos que definen los hechos son, en primer lugar: la politeia; en segundo: los grandes personajes; y, por último, la Fortuna. El siguiente fragmento es de lo más elocuente al respecto; “… las gentes que no pueden discernir con precisión las ocasiones, los motivos y las actitudes de cada uno, bien por su natural cortedad, bien por inexperiencia o pereza, achacan a los dioses o a la suerte la justificación de lo que se realiza con la inteligencia que nace de la reflexión y la previsión.” (X, 5, 8).

La característica principal de su pensamiento fue el cuidado y la veracidad que otorgaba a sus conclusiones. Tenía un instinto natural en encontrar la verdad:
 “La verdad, decía Polibio, es expuesta por la naturaleza a los hombres como algo supremo en divinidad y poder, tarde o temprano, la verdad prevalecería sobre cualquier oposición”.

Nietzsche describe el pensamiento de Polibio, que teniendo en su mente al hombre de acción, dice que el estudio de la historia política constituye la más adecuada preparación para el gobierno del Estado y es la mejor maestra que, al recordarnos los infortunios de otros, nos amonesta a soportar con firmeza los cambios de la fortuna. Polibio expresa, con claridad meridiana, el objetivo de su historia – y no es casual que en la actualidad siga vigente-: 
“(…) dilucidar la estructura general y total de los hechos ocurridos, cuándo y dónde se originaron, y cómo alcanzaron su culminación.” ( I, 4, 3)

  

Contenido de Historias.


Historias constaba de cuarenta libros, de los cuales se conservan completos los cinco primeros. El historiador tiene como objetivo narrar los 52 años que necesitó Roma para hacerse con la hegemonía mundial (220-168), pero retrocede hasta la primera guerra púnica (264) para hacernos conocer los antecedentes y sigue hasta el 146 para darnos a conocer las consecuencias. En estos libros Polibio plantea diferentes teorías, como la de la anaciclosis.


I-II: Introducción

III: Primera guerra púnica hasta la batalla de Cannas.

IV-V: Guerra de los Aliados

VI: Constitución romana

VII- XV: Conquistas de Italia, Sicilia, España, Galia, guerra de Aníbal, rebelión de Egipto.

XII: Método, polémica con Timeo.

XVI-XXX: Segunda guerra macedónica, guerra de Antíoco, tercera guerra macedónica, triunfo de Paulo Emilio (batalla de Pidna).

XXIV: Geografía

XXXVIII- XXXIX: Destrucción de Cartago y Corinto.

XL: Sumario



  

Historia universal.

Polibio es el gran inventor de la historia universal. Josep Alsina nos explica que lo impulsan las concepciones ecuménicas del estoicismo para escribir una visión “nóptica”, aunque él mismo reconoce en Éforo a su precursor. Para poder llevar a cabo tan magna empresa, teje su urdimbre con la symploké, el entrelazamiento y correlación de los acontecimientos.

Historia pragmática.

Polibio hace una historia universal, que pretende abarcar todos los pueblos del Mediterráneo, uniendo los acontecimientos. Dirá que eso es fruto de una realidad, que es Roma, que ha unificado todas las zonas. Es por fin un universo.
El tema central de Polibio es la conquista de Roma. Polibio nos va a contar muchos detalles de los episodios militares, pero también buscará las causas estructurales, cosa que resulta ser la primera vez que se hace. El elemento conductor para todas estas historias es la guerra.

Cree que hay tres tipos de historia:

  • La historia de familia, que se basa en el estudio de las genealogías, esta es una historia que no le interesa.
  • Historia sobre la fundación de colonias y del poder, que tampoco le interesa a Polibio.
  • La Historia pragmática, que es la que realmente le interesa, porque es una historia útil, ya que tiene un uso para el estudioso, al hablar de las guerras y de asuntos políticos. En Polibio se confirma la idea de que el historiador ha de ser un exiliado. Es la tradición del historiador como traidor, que se pasa al bando de los vencedores. Lo que hace pragmática a esta historia es la búsqueda de causas. Polibio, en este caso de la conquista, encuentra causas militares, a partir de las batallas, analiza que el ejército romano es superior, porque la legión tiene ventajas estructurales sobre otro tipo de formaciones, porque es más elástica y está mejor preparada. El otro tipo de causa que menciona es la que deriva de la estructura socio–política de un Estado, siendo la mejor la de Roma por ser más plástica y resistente que las demás. También hace una clasificación de la historia pragmática según las fuentes (XXII 25e):
  • Documental
  • Geográfica
  • Política

Polibio basándose en Aristóteles afirma que hay seis formas de gobierno, y todas ellas sufren una degradación. En un principio, hay tres tipos de estructuras:

  • Monarquía: gobierno de uno solo.
  • Aristocracia: gobierno de varios.
  • Democracia: gobierno de muchos.

Todas ellas pueden degenerar:

  • Monarquía: Tiranía
  • Aristocracia: Oligarquía
  • Democracia: Oclocracia

Polibio sostenía que todas las potencias que habían sido poderosas, habían caído por la degradación. Pero Roma conservaba su poder porque combinaba de forma equilibrada las tres formas, siendo:

  • Realeza: Consulado
  • Aristocracia: Senado
  • Democracia: Comicios

Por esta razón, Roma siempre se podía imponer a los demás Estados, siendo el único que les podía hacer frente Cartago, ya que ellos también alcanzaron un equilibrio, aunque no era tan perfecto como el de Roma. Lo más importante es que Polibio es el primero que plantea este tipo de causa. La suerte de Polibio ha sido diversa a través de los siglos.

  

Estilo

Polibio escribe en griego, con morfología ática, léxico y sintaxis koiné, agrupamiento de sinónimos, paráfrasis, adjetivos e infinitivos sustantivados, formaciones en –sis y –ma, verbos compuestos, frases hechas, construcciones participiales, expresiones típicas de la cancillería helenística. El ornato no está especialmente cuidado; sin embargo, hay ejemplos de la lengua poética: hipérbaton, comparaciones, metáforas, citas de Homero y Eurípides. Evita el hiato, no da gran importancia al ritmo de la frase. Aunque él mismo declara que no busca la narración dramática, la usa en algunos pasajes, como la revuelta de Alejandría (XV, 25-33) o la “tempestad de males” de Filipo V (XXIII, 10 ss).

Influencia.

Polibio era un escritor mediocre para los griegos, poco atractivo de leer, ya que la historia era, ante todo, literatura y Polibio era un mal narrador, pues no prestaba atención a la forma; otra de las causas de que no gustase entre los griegos es que en su libro relata cómo estos habían sido derrotados por los romanos. En el Renacimiento cobrará gran prestigio por ser esta una época en la que los eruditos están muy preocupados por el origen de las formas de gobierno. Entre quienes lo siguen se destaca Nicolás Maquiavelo, que toma su categorización de los regímenes políticos y su explicación del éxito de la república romana. 
Su influencia se extendería también hasta el siglo xviii, cuando Montesquieu se basa en este autor para sus ideas de la división del poder, de la misma manera en que también se basará parcialmente en sus ideas la Constitución de los Estados Unidos. En el siglo xix volverá a perder importancia, con los románticos. No obstante, en el siglo xx y con la historia estructural, volverá a ser considerado como un autor importante. Como es común en los autores grecorromanos, solo se conservan aproximadamente la mitad de los veinticuatro libros que escribió.


  

Biografía.

Polibio (Megalópolis, Grecia. n.200 a. C. - 118 a. C.) fue un historiador griego. Es considerado uno de los historiadores más importantes, debido a que es el primero que escribe una historia universal. Su propósito central fue explicar cómo pudo imponerse la hegemonía romana en la cuenca del Mediterráneo, mostrando cómo se encadenan los sucesos políticos y militares acontecidos en todos los rincones de este ámbito geográfico. Además de esto, Polibio es el historiador antiguo que más ha escrito sobre la historia, sobre la forma de hacer Historia. Será retomado en la modernidad para forjar algunos de los puntos básicos que formaran la disciplina de la Teoría de la Historia.
Sus apreciaciones políticas son consideradas aún hoy en día, siendo material de estudio en diversas disciplinas, como la Ciencia Política o las Relaciones Internacionales.


Como miembro de la clase gobernante, Polibio tuvo la oportunidad de conocer de primera mano los asuntos políticos y militares de su época. Su carrera política estuvo dedicada durante largo tiempo a conservar la independencia de la Liga Aquea. Se inició como embajador, junto con Licortas (su padre) y Arato el Joven en la malograda embajada a Ptolomeo V Epífanes. Luego fue elegido hiparca de la liga para el período 169/168 a. C. Como principal representante de la política de neutralidad en la guerra entre Roma y Perseo de Macedonia, atrajo sobre sí las sospechas de los romanos, siendo uno de los 1.000 nobles aqueos transportados en el 166 a. C. a Roma como rehenes, lugar donde permaneció retenido durante diecisiete años.
Gracias a su elevado nivel cultural, Polibio fue admitido en las más distinguidas casas de Roma, particularmente en la de Lucio Emilio Paulo Macedonico, vencedor de la Tercera Guerra Macedónica (171-168 a. C.), quien le encargó la educación de sus hijos: Fabio y Escipión. Mediante la intercesión de Escipión en el 150 a. C., Polibio obtuvo el permiso para regresar a su hogar, pero en lugar de ello, pasó los siguientes años en compañía de su amigo en África, donde pudo estar presente en la Tercera Guerra Púnica y en la captura de Cartago, hecho que describió en su narración histórica.
Su estancia en la península ibérica, durante las guerras celtíberas, le sirvió para estudiar la geografía, los pueblos y las costumbres de Hispania. Tras la destrucción de Corinto (146 a. C.), y gracias a su popularidad en Roma, se le encomendó establecer las bases de la futura provincia de Acaya, utilizando como base las decisiones de la comisión de decemviros. Polibio volvió a Grecia y utilizó sus conexiones con los romanos para impulsar allí una mejora de las condiciones de vida, contribuyendo a consolidar el gobierno de las oligarquías en acuerdo con Roma. Polibio encaró la difícil tarea de organizar la nueva forma de gobierno de las ciudades griegas, ganando en esta labor el mayor de los reconocimientos.
Tras finalizar este trabajo, regresó a Roma. Los años siguientes significaron un gran impulso a su obra escrita, imbuido como estuvo en su trabajo histórico, y emprendiendo ocasionalmente largos viajes por los países mediterráneos para obtener conocimientos de primera mano sobre lugares históricos. Al parecer, solía también entrevistar a los veteranos de las guerras de Roma para aclarar detalles de los hechos que describía, y consiguió acceso a los archivos para este mismo propósito.
Tras la muerte de su amigo Escipión, regresó de nuevo a Grecia, donde murió a la edad de ochenta y dos años al caer de su caballo tal como señala el Pseudo Luciano.

  

El saber local en las Historias de Polibio: entre fuentes de conocimiento y cosmopolitismo.

Álvaro M. Moreno Leoni.1



La obra de Polibio ha atraído a numerosos especialistas durante la última década. Este nuevo giro polibiano ha permitido comprender mucho mejor la práctica historiográfica de un historiador cuya obra ha sido considerada a menudo como un escrito de gran actualidad. En su texto se han buscado desde los antecedentes de una moderna apreciación del imperialismo hasta se ha querido reconocer el testimonio de la emergencia de una primera globalización. En los últimos años, el interés por este último fenómeno ha impulsado una lectura de la universalidad de las Historias como la manifestación de la conectividad mediterránea.

En ese sentido, se ha llegado a considerar a Polibio como un temprano precursor de la sociología global2. Aunque su historiografía universal ha sido objeto de reflexión, no se ha problematizado, sin embargo, sobre la inherente presencia en ella de marcas de saberes locales3. En la actualidad, lo global y lo local se entienden como puntos de vista relativos, inexistente el uno sin el otro, lo que ha tenido sus consecuencias para la comprensión de la historiografía antigua. La idea del desarrollo lineal del género, que subyace al proyecto de F. Jacoby, desde una historia local surgida como respuesta a la gran historia griega de Heródoto y antecesora, a su vez, de la historia universal, ya no se sostiene. El género historiográfico no progresó por eliminación, ni dio lugar a formas rígidas, sino que fue dinámico y fluido, ampliando las opciones que los practicantes del mismo tenían para innovar dentro de una tradición4. En ese sentido, una misma obra histórica podía tener un tema político-militar, pero una focalización variada. Ahora bien, el proemio del libro 9 parece sugerir una percepción genérica más rígida, puesto que Polibio afirma allí escribir solamente historia política y militar presente. Asimismo, reconoce que la mayoría de los historiadores, en cambio, mezclan diversos tipos de historia (genealógico, relativo a colonias, mitos, fundación de ciudades y vínculos de parentesco, y político), lo que les permite apelar a públicos más diversos (9.1.3-4). Los dos primeros tipos tenían una focalización eminentemente local, por lo que Polibio podría haberse autorrepresentado por oposición a este tipo de indagaciones locales5.

¿Es eso así? Los saberes locales aparecen en diversos lugares de la obra. Historias asombrosas como las de Faetón y el río Po, o la de la estatua de Ártemis Astia de Iasos, que no se moja cuando llueve, o bien, la del templo de Zeus Liceo en Arcadia en el que las sombras no se proyectan, son mencionadas pese a su puerilidad (δοκεῖ γάρ µοι [...] παιδικῆς εὐηθείας) (2.16.13-15; 16.12.1-11). Pero no es su actitud habitual. A menudo, la información local tiene credibilidad, y es utilizada sin mayor cuestionamiento, tal como ocurre, por ejemplo, con la costumbre actual de los tarentinos (ἔτι καὶ νῦν θάπτεσθαι παρ᾽ αὐτοῖς) de sepultar dentro de las murallas, que, se cuenta (φασὶ), proviene de un oráculo antiguo (8.28.6-8). La distancia le permite construir su autoridad como historiador universal, pero la actitud es más compleja. El objetivo aquí es abordarla.

En primer lugar, llamar la atención sobre algunos pasajes que refieren a este tipo de saberes, etiquetados como propios de un pueblo, o provenientes de informantes identificados como locales. Me interesa reconocer cuál es el valor que se les atribuye. En segundo lugar, intentar relacionar dos de estos pasajes con la aspiración del historiador a un conocimiento global, con énfasis en su autorrepresentación como mediador cultural. Desde una perspectiva translocal o cosmopolita, los mediadores buscan dar sentido a la información recolectada a escala local para un público más amplio y diverso, al que pueden llegar gracias a una capacidad especial de trascender fronteras culturales. 
Por ello, también se buscará explicar cómo la operación de yuxtaposición, según un procedimiento definido por B. B. Sebastiani como inferencia analógica6, permite a Polibio poner en diálogo, oponer e integrar informaciones, que vienen de saberes locales diversos, con fenómenos supralocales. Al hacerlo, no eludiré el vínculo con el poder romano, que es el marco de posibilidad para trascender fronteras culturales en un contexto de expansión imperial.

Polibio, entre lo global y lo local.
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Nacido en Megalópolis (c. 200-118 a.C.), Polibio perteneció a una poderosa familia de la élite federal aquea, lo que le permitió ser elegido hiparca en 170/169 a.C. durante la Tercera Guerra Macedónica. La conjunción de rivalidades políticas y las sospechas de los vencedores ocasionaron al término del conflicto su detención en Roma, en donde residiría durante diecisiete años. Allí, vinculado a L. Emilio Paulo y, en particular, a su hijo natural P. Cornelio Escipión Emiliano, comenzó a escribir su historia para explicar cómo y por qué los romanos habían alcanzado la supremacía. La narración de tal suceso, que resultaba a la vez sorprendente y razonable (1.1.2: παράδοξον θεώρηµα)7, requería de un historiador con competencias específicas y de un nuevo tipo de historia universal (1.3.3-4):
“en los tiempos anteriores a estos hechos, los acontecimientos del mundo resultaban desligados, porque cada suceso era diferente tanto por la iniciativa como por el resultado, así como por el lugar. Pero a partir de este momento la historia se volvió un todo orgánico (οἷον εἰ σωµατοειδῆ συµβαίνει γίνεσθαι τὴν ἱστορίαν) y los acontecimientos de Italia y Libia se entretejen (συµπλέκεσθαί) con los que suceden en Asia y Grecia y la tendencia de todos ellos es converger a un único fin (τέλος)”.

Y agrega (1.4.1; cf. 3.32; 8.2):

“así como la fortuna ha dirigido casi todos los acontecimientos del mundo habitado hacia una sola parte y los ha obligado a inclinar la cabeza ante un único y mismo objetivo, del mismo modo la tarea del historiador es exponer a sus lectores bajo una visión sinóptica (ὑπὸ µίαν σύνοψιν ἀγαγεῖν) las operaciones por las cuales la fortuna ha alcanzado su propósito general”.
Así, se anuncia la συµπλοκή (“entretejimiento”) de los hechos mediterráneos tras la Paz de Naupacto8. También se adelanta la pretensión de narrar los hechos, de mostrarlos como si los lectores pudieran verlos, mediante una σύνοψις, una “visión capaz de abarcar de una sola vez la forma interna de un conjunto orgánico de hechos”9. La historia, pero también su narración, se muestran como una totalidad vinculada a un orden preexistente, inscripto en ellas: la historia universal está allí y solo espera ser descubierta y revelada10. Esta percepción del cambio a escala mediterránea es lo que ha interesado a los estudiosos de la globalización. En ese sentido, en un reciente libro varios autores han discutido la interpretación polibiana como una posible muestra de toma de conciencia de la interconectividad mediterránea11.

Esta interconectividad habría dado paso a un creciente grado de integración y sentido de comunidad, observable en la cultura material y en las actitudes, con un correlato en el discurso de Polibio. J. Crawley Quinn ha planteado que su narrativa moldeó una unidad textual del Mediterráneo a la luz del fenómeno del imperio romano. Griegos y romanos fueron construidos como una comunidad histórica, una “comunidad panmediterránea” de personajes y lectores afectados por múltiples “experiencias compartidas”. Así traduce polémicamente Crawley Quinn el τὰς κοινὰς τῆς οἰκουµένης πράξεις de 39.8.6, pero sugiere la coexistencia de esta comunidad imaginada con “alternativas al mensaje hegemónico”12. Sin ser un panegirista del imperio romano, Polibio habría imaginado una totalidad posibilitada por el mismo.

Esta idea es importante, puesto que enlaza con el problema del relativo grado de identificación con Roma. No carece de importancia, entonces, que el famoso ἥ καθ’ ἧµας θάλαττα no traduzca al mare nostrum, ni constituya una adopción de la mentalidad de los vencedores, sino que pertenezca a una asentada tradición geográfica griega13. La unidad mediterránea, que se piensa como totalidad corporal (σωµατοειδῆ), puede ir más allá de la experiencia histórica imperial, aunque esta sea su detonante. ¿De qué forma, entonces, la cultura y el saber griego contribuyeron a moldear este discurso universal? 
Un problema es el poder vincular la comprensión de la realidad global, universal o sinóptica, con el entrelazamiento de experiencias locales, o particulares. No casualmente se insiste en la doble realidad del καὶ καθόλου καὶ κατὰ µέρος (3.5.9; 5.31.7; 39.8.3), cuya interconexión da sentido a eventos que, aislados e inconexos, pueden ser ininteligibles14. Ello impide que las historias locales, pese a recelos sobre su objetividad, sean abandonadas como fuente. Por el contrario, las mismas se valoran positivamente toda vez que esta información puede ser (re)enmarcada por el saber cosmopolita dentro de un contexto global que de sentido a la historia.

Sin embargo, existe una dificultad. A diferencia de la noción de universalidad, o globalidad, la localidad nunca es explícitamente definida. En verdad, se percibe una mayor preocupación en oponer lo universal a lo particular, καὶ καθόλου καὶ κατὰ µέρος, que permite contraponer su historia universal a las monografías. Pero los griegos disponían de un término casi técnico para lo local y, en especial, para las historias locales: ἐπιχώριος15. Como ha señalado S. Goldhill, ἐπιχώριος (local) “va al corazón de la construcción de la identidad como un acto de afiliación; un acto de afiliación que, en virtud de la oposición de lo local a algún otro sistema (global, panhelénico, el imperio), indica autoconciencia de las diferentes estructuras de poder en una sociedad compleja”16. 
Pausanias es el ejemplo más conspicuo, puesto que utiliza ἐπιχώριος 64 veces. Frente a esta cifra, lo local en Polibio puede resultar decepcionante, dado que aparece solo 4 veces (4.20.8-9; 34.2.10, 3.9, 14.2), y 1 vez ἐπιχωριάζω (ser local, ser típico) (6.46.3). Esta evidencia es no solo escasa, sino insegura porque las tres apariciones del libro 34 provienen de Estrabón. De los otros dos pasajes, uno refiere a los “héroes y dioses locales” de Arcadia, de manera formular, y el restante a la “avaricia y codicia” cretenses.

Sin embargo, el carácter local de la información se expresa también de otras maneras. Una es mediante la discusión de historiadores a los que podemos considerar locales (Filino, Fabio Pictor, Zenón y Antístenes). De manera más discreta, también las menciones al pasar de marcadores típicos de tradiciones locales – escritas y orales – como los “se dice”, “se cuenta” o las referencias a costumbres o prácticas en ciudades o entre pueblos realizadas “todavía hoy” (ἔτι καὶ νῦν). Más frecuentemente, aparece el término ἐγχώριος, usualmente en plural, para remitir a puntos de vista de nativos. 
En oportunidades el sustantivo refiere a un colectivo considerados depositarios de un saber local (2.16.12; 3.6.2; 4.78.4; 6.11.11; 9.25.3; 10.28.3). Así, los nativos aparecen como las fuentes de información específica sobre nombres de ríos, origen de una estatua o naturaleza de una constitución, o como quienes opinan sobre el carácter de Aníbal o comentan la existencia de canales de agua subterráneos. No puede descartarse la mediación de alguna fuente escrita, pues, de otro modo, no podría entenderse cómo habría podido conocer testimonios como los de los nativos al este de las Puertas Caspias sobre los qanats aqueménidas17. Sin embargo, en algunos casos se acentúa el contacto directo con fuentes locales, mediado por la entrevista, que da mayor crédito a su interpretación histórica.

La digresión sobre el carácter de Aníbal reviste un interés particular (9.22-26). Escribe allí que: “Unos le han creído excesivamente cruel, otros no menos avaro” (9.22.8), pero sostiene, en cambio, que su comportamiento no es el resultado de su naturaleza, sino de “las sugerencias de los amigos” (διὰ τὰς τῶν φίλων παραθέσεις) y de “la variedad de las circunstancias” (διὰ τὰς τῶν πραγµάτων ποικιλίας). Tras elaborar su propio argumento, indica el origen de aquellas interpretaciones: “Entre los cartagineses era corriente la afirmación de que era avaro, y entre los romanos, la de que era cruel” (9.26.11). Por lo tanto, emergen dos puntos de vista nativos cuestionados en favor de una explicación alternativa menos localizada. Tito Livio, en efecto, escribía que Aníbal estaba imbuido de una inhumana crudelitas, perfidia plus quam Punica (Liv. 21.4.9)18, lo que coincide exactamente con la opinión atribuida a los romanos. Más interesante aún es la afirmación explícita de haber tenido contacto con un saber local cartaginés (9.25.2-4):

“Esta historia la escuché de los cartagineses; porque los nativos conocen mejor no sólo la dirección de los vientos, como dice el refrán, sino también, y aún más, los caracteres de los nativos (ἐγχώριοι [...] κάλλιστα γινώσκουσιν). Además, la escuché con mayor detalle [...], quien aduce pruebas de la avaricia general que dominaba a todos los cartagineses, pero principalmente a Aníbal y a Magón el Samnita...”.
El encuentro con estos cartagineses pudo haberse dado en Grecia o en Italia, pero, como en 3.48.12, no es posible identificarlos. En el caso de Masinisa, por el contrario, quizá ocurriera cuando Escipión Emiliano, que servía en Hispania con L. Licinio Lúculo, cruzó al África en 151 a.C. (cf. 24.16.12; 34.16.1-2). De todas formas, no importa aquí la historicidad de la recolección de esta información “nativa”, sino su inserción en un discurso histórico con ambición universal y sus consecuencias para la construcción de la autoridad. En ese sentido, S. Goldhill ha planteado una serie de problemas sobre el discurso de lo “local” en la literatura griega19. Me detendré solo en el primero, que parte de “quién habla” y supone dos dimensiones: 1° el posicionamiento del narrador, que implica reconocer la focalización, y si la “localidad” es definida desde adentro o afuera; 2° la representación del autor en términos de una determinada posición social.

Polibio claramente adopta una postura descentrada con respecto a los “nativos” romanos y cartagineses. Actúa, pues, como Odiseo, quien “de muchos hombres vio las ciudades y conoció la mente” (Hom., Od., 1.3: πολλῶν δ’ἀνθρώπων ἴδεν ἄστεα καὶ νόον ἔγνω). Su postura, pese a que los nativos “conocen mejor” (κάλλιστα γινώσκουσιν), revela una evaluación desde afuera que juzga como incompletas las explicaciones locales de la φύσις de Aníbal. Su discurso se diferencia, entonces, del elaborado por los nativos. En el nivel del posicionamiento social, se para, por lo tanto, como un observador externo que pone en tensión los saberes locales. Al mismo tiempo, reivindica para sí un vínculo y un conocimiento especial de los mismos. En el caso de los romanos, está claro por el libro 6, mientras que en el de los cartagineses necesita afirmar específicamente que ha escuchado la versión de boca de “nativos”, testimonio reforzado por la autoridad de un personaje eminente como el rey númida Masinisa.

Polibio adopta también allí la postura de los intelectuales cosmopolitas, o translocales, quienes, según T. Whitmarsh, “no flotan sobre la localidad; más bien, se trasladan entre diferentes locales, mediando entre lo local y lo global”20. Y la forma básica es utilizar evidencia externa para analizar a la luz de la misma el discurso de los locales. Así, para probar su propia tesis, recurre a ejemplos extraídos solo de la historia griega. 
En 9.23.2-8 menciona a Agatocles, Cleomenes III, Atenas y Esparta y a Filipo V, ejemplos de Grecia continental, Sicilia y Macedonia entre los siglos v y iii a.C. Este procedimiento le permite, por un lado, insertar los saberes locales romano y cartaginés en una globalidad relacionada con la historia griega y, por el otro, permite cuestionar la capacidad de dichos saberes para hacer inteligibles hechos más allá de sus fronteras. En palabras de C. Geertz, Polibio se abocaría a “la tarea artesanal de observar principios generales en hechos locales” porque puede atravesar, y mostrarse atravesando, fronteras culturales21.

Así, una yuxtaposición con el conocimiento histórico griego, como recurso propio, permite operar con las perspectivas cartaginesa, romana y griega y reducirlas a un único punto de vista aparentemente global, cosmopolita y útil para su público, con el que comparte marco político-cultural. Por lo tanto, en dicha operación se diluye la ilusión de un cosmopolitismo que, por un lado, no puede existir al margen de una perspectiva cultural situada desde la que se juzga y, por el otro, no puede desconocer la realidad política de la expansión romana en la que el juicio encuentra sus condiciones de posibilidad22. Desde un punto de vista político-cultural, la importancia de la influencia de los amigos en la toma de decisiones por los reyes es una preocupación plenamente helenística. En efecto, la propia indagación de Polibio sobre el poder en las monarquías helenísticas, así como la influencia cortesana en la estabilidad interna de los reinos, la vuelve clave23
La discusión sobre la influencia de Arato y Demetrio sobre Filipo V es suficientemente claro al respecto (5.12.5-8; cf. 10.26.7-10). Por lo tanto, la idea de reflexionar sobre el carácter y la toma de decisiones de Aníbal mediante el recurso a la influencia de los φίλοι y las circunstancias revelan el sesgo intelectual y la orientación cultural subyacentes a la operación de yuxtaposición. Por lo demás, aunque Polibio aparenta imparcialidad, es difícil desconocer la naturaleza del viaje que permitió el testimonio de Masinisa, como así también otras informaciones locales de África, como los colmillos de elefante utilizados en la construcción, según Gulusa (auctore Gulusa regulo) (34.16.1 = Plin., Nat., 8.47). 
Otros dos fragmentos relacionan estas informaciones directamente al vínculo con Escipión Emiliano (34.16.2; 15.7 = Plin., Nat., 8.47; 5.9). Por lo tanto, las condiciones de contacto no fueron libres, sino que el traslado entre diferentes locales estuvo mediado por una relación con el poder imperial romano, que es importante también en el segundo pasaje que analizaremos.

La fundación de Locros Epicefirios.

La fundación de ciudades no es un aspecto que interese a Polibio particularmente. En un abordaje de los acontecimientos del pasado reciente, con un ojo puesto en la formación política y moral de los lectores, había poco lugar para estos relatos del pasado remoto que contribuían a fortalecer las identidades locales y los vínculos entre comunidades. En el libro 10, en el contexto de su encomio a Filopemén, se ridiculiza incluso a aquellos historiadores que lo hacen, pero que se muestran negligentes, en cambio, en la exposición de la educación y el espíritu de emulación de los personajes intervinientes, que era lo que más contribuía a la corrección de los lectores (10.21.2-4).

Con todo, en el libro 12 una de las polémicas historiográficas contra Timeo de Tauromenio está relacionada con una fundación: Locros Epicefirios. Polibio había escogido como inicio de su historia el punto temporal en el que aquel autor había concluido la suya 1.5.1; 39.8.4 = FGH, 566 T 6a; T 6b)24. Esto es una muestra de la autoridad de Timeo, que el aqueo necesitaba minar, sobre todo, ante los romanos. En ese sentido, emprendió una verdadera ἀντιγραφή25 para exponer el éthos ideal de historiador por oposición26. Aunque lamentablemente el estado de este libro es fragmentario, reconstruido gracias a excerpta bizantinos27, queda claro que se buscaba demostrar que Timeo había cometido errores ἀπειρία (ignorancia) y κατὰ προαίρεσιν (deliberadamente) (12.12.4-6; 7.6).

En 12.5-16 se inserta la discusión sobre la κτίσις de Locros Epicefirios. Se reconoce allí la autoridad de Timeo sobre κτίσεις, aunque para ponerla en duda28. El propósito es claro: demostrar que “la historia de fundación que redactó Aristóteteles era más veraz (ἀληθινωτέραν)” (12.5.4). Aristóteles había indagado el tema en sus Constituciones, que debieron abordar también las fundaciones (Plu., Mor., 1093c)29. En líneas generales, el estagirita sostenía que Locros era una fundación de esclavos de la Locros griega, que habían convivido con mujeres libres durante la ausencia de sus maridos por la Guerra Mesenia. A esta tesis, Timeo oponía varios argumentos30. Me interesa notar, sin embargo, que Polibio destacaba la coincidencia entre la versión aristotélica y la local (12.5.5):

“Sé, en efecto, que aquellos hombres [i.e. los locrios epicefirios) están de acuerdo (ὁµολογοῦσιν) en que la tradición sobre la fundación transmitida a ellos por los padres es la que ha narrado Aristóteles, no Timeo. Y de esto aportaban las siguientes pruebas...”.
A continuación, presenta una recolección de datos de la tradición local, con énfasis en el carácter ininterrumpido de las costumbres. Así, los miembros de “las Cien Casas” descienden de unas vírgenes que debían ser despachadas a Troya y, en cambio, habían partido a la fundación de Locros Epicefirios: “todavía hoy” (ἒτι νῦν) gozan del estatus de nobleza (12.5.8). Sobre la fialéfora, “se ha transmitido esta historia” (12.5.9: τις ἱστορία παραδέδοτο), o, con respecto a los tratados, que “sobre estas cosas decían (περὶ ὧν ἔλεγον διότι) [i.e. los locrios]” (12.6.2), y cerraba con un “así se cuenta, en efecto, entre los locrios” (12.6.6: ταῦτα µὲν οὖν λέγεται παρὰ Λοκροῖς). Este saber local, que establece un sentido de continuidad, estaría en sintonía, además, con una preocupación extendida entre los siglos iv-iii a.C. por el pasado como un modo de comprender mejor el lugar de la propia polis y la construcción del sentido de comunidad31. 
Es posible que esta discusión se retrotrajera, pues, a los propios Aristóteles y Timeo, así como también a sus fuentes locales. Pero Polibio afirma explícitamente, en cambio, que su conocimiento se basa en informantes directos, interrogados durante sus visitas a una ciudad a la que había ayudado a obtener de los romanos una dispensa en el envío de contingentes durante la campaña dálmata del 156/155 a.C. (12.5.1-3)32. Se mencionan allí dos procedimientos historiográficos. Primero, la ἀνάκρισις (investigación personal), que supone una indagación ocular y entrevista (12.5.1-6.6). Segundo, un εἰκὸς λόγος (discurso verosímil), que implica optar por la información más razonable entre distintas versiones (12.6a-11.5)33. R. Vattuone llama la atención sobre la debilidad intrínseca del argumento polibiano basado en la verosimilitud (12.6b.1: εἰκός ἐστι), al menos, comparado con el meticuloso trabajo de epigrafista y cronógrafo de Timeo (12.10.4)34. 
Sin embargo, Polibio impugna esta fama de epigrafista, apelando justamente al testimonio de los locales: “No hubo pactos con los locros de Grecia y jamás se dijo entre estos que hubieran existido” (οὔτ’ ἐλέγοντο παρ’ αὐτοῖς)” y “todos sabían de la tradición (πάντες εἶχον ἐν παραδόσει) (12.6.1; cf. 12.9.3). Existe un tercer procedimiento implícito: la παραθέσις, que puede entenderse como “yuxtaposición” de información proveniente de diferentes documentos (12.25e.1)35. Este procedimiento menos confiable para la historia política que la experiencia y la visita de los lugares, pero central cuando media gran distancia temporal o espacial. En el libro 1 se afirma (1.4.11):

“De hecho, solamente por el entretejimiento y la yuxtaposición (συµπλοκῆς καὶ παραθέσεως) de todos los elementos entre sí, mediante la observación de su semejanza y sus diferencias (ἔτι δ᾽ ὁµοιότητος καὶ διαφορᾶς), puede alguien alcanzar y lograr tanto la utilidad como el placer de la historia”.
Solo el historiador universal y sus lectores pueden alcanzar tal yuxtaposición36. Prefiero la traducción “yuxtaposición”, pues, en otro lugar, se aclara que solo “a partir de una yuxtaposición” (ἐκ παραθέσεως) de los acontecimientos es posible “contemplar” y “comparar” (συνθεωρουµένων καὶ συγκρινοµένων), lo que revela una diferencia con la σύγκρισις (3.32.5)37.
 En 12.6b.5-10, se propone entonces una yuxtaposición con hechos análogos contemporáneos para alcanzar una explicación “más verosímil” (µάλιστα [...] εἰκός)” de la experiencia locria. Así, la fundación anómala de Tarento tras la Guerra Mesenia provee tanto una semejanza como una diferencia. En cualquier caso, la fundación locria deja de ser un hecho único e incomparable. La mención de la supuesta poliandría espartana debilita además la hipótesis de Timeo sobre el alejamiento de los guerreros locrios de sus hogares. 
En última instancia, esta información, que proviene de Éforo38, habilita una nueva yuxtaposición con un episodio de la historia griega para obtener una prueba verosímil: si la fundación de Tarento fue anómala, también la locria pudo serlo. Es un argumento débil, pero coherente con el planteo metodológico previo, que, ante acontecimientos muy alejados en el tiempo, solo podemos yuxtaponer información extraída de otros autores.

22De ese modo, aunque estemos ante una polémica sobre una historia de fundación, su inserción en un entramado de acontecimientos translocales construye un sentido completamente nuevo para un hecho sobre el que circulaban dos interpretaciones a nivel panhelénico39. Además, Timeo, que había residido cincuenta años en Atenas, se jactaba de una investigación diligente, que lo había conducido incluso a visitar Locros en Grecia40. Allí, no solo había consultado los pactos entre metrópolis y colonia, cuya existencia Polibio negaba, sino comentado la tesis de Aristóteles, cuyo descaro había sorprendido (θαυµάζειν) (12.9.4). Afirmaba asimismo haber interrogado en Atenas a Equécrates, embajador de Dionisio, que le había informado sobre Locros Epicefirios (12.10.7-9). Por lo tanto, aducía evidencias recogidas en Grecia sobre la historia local de la colonia italiota.
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Ante la afirmación de Timeo de haber visitado Locros en Grecia y haber examinado sus inscripciones e interrogado a sus ciudadanos, Polibio se limita a invalidar este argumento con un “no queda claro a qué locrios de Grecia Timeo visitó [...] en Grecia hay dos linajes locrios, ¿a cuál de los dos acudió Timeo?” (12.10.1-3). Así, una realidad evidente para un lector griego, que hay unos locrios ozolios y otros epicnemidios, actúa como dato externo para invalidar la evidencia aportada por Timeo. No es paradójico que esta información la provea el propio Polibio porque, lejos de minar su acusación a Timeo de actitud libresca, la refuerza41. El punto clave es que tenemos lo que el aqueo dice, el cover text del autor perdido, y Polibio frecuentemente recurre a las propias palabras del autor criticado, aquí a la consulta de epígrafes, para convertirlas en faltas descalificantes, tal como ha mostrado D. Lenfant para Zenón42. Y no demos olvidar que el libro 12 estaba estructurado como una refutación, que buscaba impugnar el carácter de historiador de Timeo (ἀνιστορητός; 12.3.2; 4c.2; 4d.2).
 El objetivo no es proponer una perspectiva historiográfica propia, aunque Polibio reelaboraba una rica tradición del siglo iv a.C., sino atacar a un predecesor importante que gozaba de prestigio en Roma y de autoridad en la historia occidental43. En efecto, el siciliota no había escrito solo sobre los griegos. Según Dionisio de Halicarnaso (D.H. 1.67.4), Timeo afirmaba haber obtenido información “de los locales” (παρὰ τῶν ἐπιχωρίων) acerca de los Penates de Lavinio. Pero Polibio, por su parte, se mostraba crítico con sus interpretaciones del Caballo de Octubre, que eran el resultado de la ἀπειρία y la ὀψιµαθία Timeo (12.4b-4c.1).

F. Walbank traduce este término como “irrelevancia pedante”44, P. Pédech y M. Balasch Recort prefieren “impertinencia”, mientras que M. Mari, por su parte, “pedantería”. Sin embargo, falta precisión. En los Caracteres de Teofrasto el ὀψιµαθής es “el que ha aprendido tarde” (Char., 27.2), debido a su bajo estatus social. No ha recibido una educación adecuada durante su juventud y busca alcanzarla torpemente en la madurez. Plutarco lo usa en dos oportunidades: una contra Timeo y, la otra, contra Filipo II y su limitada habilidad con el arpa (Plu., Mor., 334c; 65b)45. Por lo tanto, Timeo es criticado por su falta de cultura, que lo incapacita para interpretar un ritual local. Esto parece contrastar con la baja consideración de Polibio por la cultura libresca, pero es solo aparente, pues, como miembro de la aristocracia, apreciaba el valor distintivo de una buena educación. Λαοδογµατικός (de opinión popular) es un término raro del libro 34, preservado por Estrabón (Pol. 34.5.14; 1.6; 12.2 = Str. 2.4.2; 7.5.9; 10.3.5)46
Aunque no se acusa a Timeo de esto, sino a Teopompo y Eratóstenes, es parte de una valoración general de la educación, en conjunción con la experiencia personal, como una garantía para la correcta interpretación. En tal sentido, Timeo es acusado de carecer de filosofía (ἀφιλόσοφος) y de ser un escritor sin educación (ἀνάγωγος συγγραφεύς) (12.25.6). ¿Cuáles son los tres campos de la historia pragmática? A saber: recopilación bibliográfica y yuxtaposición de la información, observación de las ciudades y los lugares y, por último, abordaje de los asuntos políticos (12.25e.1). De allí, queda claro que, aunque Timeo se jacta de su colosal investigación bibliográfica, no ha sido capaz de yuxtaponer la información recabada debido a su falta de cultura, agravada por no viajar para contactar a los mejores informantes. Gracias a la mediación diplomática que había efectuado entre Roma y Locros Epicefirios, Polibio pretendía, en cambio, haber podido alcanzar esto47.

En el libro 3 se elogia la apertura del mundo gracias a Alejandro y Roma (3.59.3-8; 4.40.2). El cosmopolitismo antiguo usualmente se despliega dentro de estructuras imperiales concretas por medio de las cuales opera48. Polibio no sería una excepción. Los testimonios locales fueron recolectados gracias al vínculo con el poder romano, pues, por un lado, conoció a Masinisa en compañía de Escipión Emiliano, mientras que, por el otro, su capacidad de juzgar los relatos de Aristóteles y Timeo dependió de su relación con Locros Epicefirios, sustentada, a su vez, en su capacidad de mediación ante el Senado. La posibilidad de circular y relacionarse con actores locales, mediada en última instancia por el poder romano contribuía, por lo tanto, a dotarlo de la autoridad especial de un intelectual cosmopolita que, al atravesar fronteras, podía mejor que nadie yuxtaponer informaciones localmente distribuidas a escala mediterránea. 
A su vez, le permitía aspirar competitivamente a componer un relato con pretensiones universales, o globales, dentro de una nueva entidad imperial que constituía tanto su marco de referencia como su condición de posibilidad. La mofa contra Timoleón, el héroe de Timeo, sin nada relevante “en relación con la grandeza de la tierra” (12.23.6: πρὸς τὸ µέγεθος τῆς οἰκουµένης), refuerza la crítica al punto de vista limitado de Timeo como historiador, que no podía equipararse a quienes habían tratado “sobre toda la tierra (ὑπὲρ τῆς οἰκουµένης) y sobre la historia universal (12.23.7: τῶν καθόλου πράξεων)”. Desde el proemio, el dominio romano se compara ventajosamente al imperio de Alejandro en extensión y duración (1.2.8). Ambos fenómenos imperiales habían conectado más eficientemente al mundo habitado, pero el dominio de los romanos había ido más allá, lo que permitía a Polibio ampliar la escala de sus viajes y contactos con localidades mediterráneas.

El saber local es importante, incluso, en una historia universal. Polibio lo destaca varias veces cuando manifiesta que los locales son los únicos capacitados para explicar ciertos fenómenos o costumbres (10.28.2-4: sobre los qanats). No siempre es así. A veces, los locales desconocen el sentido de hechos importantes de su pasado y, en casos extremos, se muestran irracionales y pueriles (3.26.2; 16.12.3-11). Hay un marcado sesgo elitista, que rechaza el saber local del vulgo o de los mercaderes. Aunque el saber local es importante para la indagación histórica, una perspectiva nativa no es suficiente para interpretar adecuadamente. En ese sentido, más que discutir las fuentes de información, parece más importante comprender quién es el que está hablando y desde qué perspectiva.

Polibio se autopercibía como un intelectual cosmopolita capaz de dar sentido a lo local a través de la yuxtaposición con un conocimiento translocal y una capacidad diferenciada de circulación y relación con actores locales mediada por su inserción en redes de poder romano. Como Odiseo, “recorrió la tierra toda y el mar”, tal como reza la inscripción leída por Pausanias en Megalópolis tres siglos después, y “fue aliado de los romanos” (Paus. 8.30.8: σύµµαχος γένοιτο Ῥωµαίων). Conocimiento y poder van de la mano. La cita de la Odisea, 1.3 inserta al final del libro 12, cuando Polibio se presenta como historiador modélico es central. Viaje, indagación y conocimiento son aspectos centrales de esta épica homérica49. Se ha argumentado por una asociación de la propia persona con Odiseo, en especial por su rol mediador50. Esta mediación es también cultural, porque como un actor que atraviesa fronteras, viaja y tiene contactos a lo largo del Mediterráneo, adquiere experiencia (κύµατα πείρων), pero también sufre grandes dolores (πολλὰ [...] πάθεν ἄλγεα)51. puede presentarse como el más competente para dar unidad y sentido a un conocimiento espacial y culturalmente fragmentado.

El saber local proporciona, por lo tanto, información importante, solo una vez yuxtapuesta y reenmarcada en una perspectiva no local. Con todo, como precursor de la sociología global, es decir, como un intelectual con una orientación analítica distanciada de la polis y capaz de abordar la totalidad del mundo habitado, Polibio muestra francas debilidades. En particular, porque su visión cosmopolita flota sobre las fronteras, pero no las elimina, puesto que juzga desde un etnocentrismo griego, que le permite indagar, yuxtaponer e interpretar el calidoscopio de hechos locales. Además, su cosmopolitismo solo existe y opera dentro del marco político de la expansión imperial romana52. El mismo le brinda las condiciones de posibilidad para su desplazamiento y da cuerpo al fenómeno universal con sus conquistas. Aunque Roma ejerza su dominio sobre un vasto territorio, cercano a la totalidad del mundo “civilizado”, Polibio carece del bagaje conceptual, y si lo hubiera tenido habría sido ininteligible para sus lectores griegos, para decir la nueva realidad política. Por ello, pensó a Roma como una polis con un dominio directo y articulado de manera semejante al de los reinos helenísticos53.
 En esas condiciones, la historia local seguía siendo central, aún dentro de un marco universal de totalidad, porque las Historias no implicaban un advenimiento de una reflexión post-polis, sino de una relación interpolíada más extensa, más intensa y más compleja que antes54.

NOTAS

1 Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo del proyecto de investigación PICT 2016 N°1396 (ANPCyT). Una primera versión se presentó en la II Jornada de Historiografia Helenística en la USP. Agradezco la invitación a Breno Battistin Sebastiani y a Fernando Rodrigues Júnior, así como sus valiosos comentarios y los del público.

2 Moore 1966, 476; Inglis & Robertson 2004.

3 En otros autores: Schepens 2001, 10 n. 18; Ambaglio 1998b.

4 Jacoby 1909. Fluidez: Marincola 1999.

5 Thomas 2019, 43-45, 13, 35, 39, 74.

6 Sebastiani 2016, 33-34.

7 Maier 2018. Se utilizó la edición de Büttner-Wobst (1893-1905).

8 Walbank 1975. El antecedente de Éforo (Pol. 5.33.2 = FGH, 70 T 7; Diod. 4.1.2-3).

9 Zangara 2007, 13-14.

10 Zangara 2007, 18-19.

11 Isayev 2015, 136, quien duda de un momento global tan tardío, pero considera al Estado romano capaz de forjar una conciencia global expresada por Polibio. Cf. Versluys 2015, 164; Pieterse 2015, 231.

12 Crawley Quinn 2013.

13 Dubuisson 1985, 172-173. Cf. Thphr., HP, 1.4.2; 4.6.1; Plat., Phdr. 113a8; Arstt., Mete., 356a; Rood 2004a, 57.

14 Tully 2014, 171-178.

15 Ambaglio 2001.

16 Goldhill 2010, 46.

17 La fuente de la expedición de Antíoco se desconoce (10.27.1-31.15). Se ha argumentado por Zenón de Rodas, pero podría ser un participante de la campaña: Walbank 1967a, 232, 236; 1957, 570.

18 Diod. 26.14.1-2; App., Hann., 28, 31, 59, 60; Cic., Off., 1.38; Amic., 28; Walbank 1967a, 151.

19 Goldhill 2010, 46-47.

20 Whitmarsh 2010b, 13.

21 Geertz 1994, 195.

22 Sobre el etnocentrismo del cosmopolitismo Latour 2004.

23 Troiani 1979, 10-18.

24 Timeo en Roma: Hanell 1958.

25 Chávez Reino 2005, 32 n. 28. Durante los siglos iii-ii a.C. la crítica a Timeo se volvió popular, como demuestran los casos de Istro, Demetrio y Polemón; Pédech 1961, XIII.

26 Sacks 1981, 74-75; Isnardi 1953, 107.

27 Pédech 1961, XXXVIII.

28 Polibio estimaba más a Éforo en esta cuestión (Str. 10.3.5). Aunque su modo de indagación y el de Timeo no difirieran; Str. 10.3.2-5; Chávez Reino 2005, 53. Pero Polibio reconocía en este una capacidad superior de interpretar (ἐξηγεῖσθαι) (Str. 10.3.2; cf. 9.3.11).

29 La constitución locria; Clem. Al., Strom., 1.26.66. De 158 constituciones, solo sobrevive la ateniense y fragmentos de 147.

30 Walbank 1967a, 331.

31 Thomas 2014, 240-241.

32 Quizá también en Hispania (154 a.C.); Walbank 2005, 7 n. 33.

33 Walbank 1962, 6-7; 2005, 11.

34 Vattuone 2005, 115; 1991, 49 sq. Tanto Timeo como Aristóteles siguieron tal principio (κατὰ τὸν εἰκότα λόγον) (Pol. 12.7.4). Cf. 12.9.2, donde se admite que Timeo niega haberse basado solo en la verosimilitud (οὐκέτι κατὰ τὸν αὐτὸν εἰκότα λόγον).

35 Turco 2011, 232-233.

36 Sacks 1981, 113-114.

37 Cf. 16.29.5; 12.9.1 (yuxtaposición de informaciones de Aristóteles y Timeo); Pédech 1964, 431. Nuestra traducción concuerda con Glockmann & Helms 1998, s.u. παράθεσις.

38 Str. 6.27.9; Walbank 1967a, 339-340; Parmeggiani 2011, 268-272. Éforo mencionaba la fundación de Locros Epicefirios; FGH, 70 F 138a (= Str. 6.1.7).

39 El interés de Timeo en los paralelos entre listas (12.11.1-2 = FGH, 566 T 10), apunta a un objetivo de cronología panhelénica, según Feeney 2007, 18. Cf. Baron 2013, 24-28.

40 Ath. 6 264c (= Pol. 12.6.7) permite suponer que Timeo viajó a Locros oriental; Walbank 2005, 8 n. 34.

41 Baron 2013, 77-85.

42 Lenfant 2005, 198-200,

43 Baron 2013, 30, 44-45, 59; Vattuone 2014, 19-27.

44 Thphr., Char., 27; Ath. 1.4c.

45 Plutarco podría derivar de Cecilio Calacte, igual que Longino; van der Stockt 2005, 289-293.

46 τὸ παρὰ τὴν κοινὴν ἔννοιαν (contrario a la creencia común, o popular); Pol. 10.27.8; 15.36.4.

47 La ἀορασία de Timeo: 12.25g.1-4. No es tan claro que no haya viajado, sino tal vez que no pudo comprender lo visto. Cf. Pédech 1961, 134. Las críticas sobre errores geográficos y descripción en Libia, Córcega e Italia: 12.3-4c. En particular, se plantea deficiente su ἀνάκρισις (12.4c.3).

48 Lavan et al. 2016b, 7-12. Ya con Piteas; Bianchetti 2005, 267-269.

49 Olson 1995, 1-23.

50 Thornton 1998; Sebastiani 2015, 145-169.

51 Introducción de los versos iliádicos 1.4 y 8.183, con énfasis en Odiseo como modelo de experiencia y dolor, acordes con la construcción de la persona como historiador; Marincola 2007b, 20, 23-25.

52 Historia universal limitada a las conquistas romanas; Sacks 1981, 100.

53 Ando 1999, 7, 13-14; Moreno Leoni 2017, 227-248.

54 Cf. Inglis & Robertson 2004, 174-185, esp. 176.

AUTOR
Álvaro M. Moreno Leoni


Biblioteca Personal.

Tengo un libro en mi colección privada .- 


Itsukushima Shrine.

CENTENARIO DE MUERTE DE LENIN.


  

Sin homenajes por el centenario de la muerte de Lenin a pesar de la aceptación de casi la mitad de los rusos.

Estatua de lenin


20/01/2024


Moscú (Rusia), 20 ene (EFE).-  El Kremlin ha silenciado, al igual que ocurriera con la Revolución Bolchevique, el centenario de la muerte de Vladímir Lenin, cuya figura se ha convertido en un estorbo para las actuales autoridades, empeñadas en revisar la desintegración de la Unión Soviética. 
Casi la mitad de los rusos (47 %) tienen una opinión positiva sobre el fundador de la URSS, menos que en el caso de su sucesor, Iósif Stalin, que está siendo rehabilitado por la historiografía oficial, según la encuesta publicada el viernes por el Centro de Estudios de la Opinión Pública (Vtsiom). 
En cuanto a su labor, un 36 % cree que fue beneficiosa; un 19 % la ve como perniciosa para el desarrollo del país y un 30 % considera que hizo cosas buenas y malas a partes iguales. 


  

AGENCIAS
Rusia conmemora en silencio el centenario de la muerte de Lenin, reducido ahora a nostalgia comunista.

Actualizado: 20 Ene, 2024 

Rusia conmemorará este domingo el centenario de la muerte de Vladimir Lenin en línea con los recordatorios de los últimos años al líder comunista: en silencio y desde el distanciamiento marcado por el actual dirigente del país, Vladimir Putin, quien señalara en su día la doctrina de la "revolución global" defendida por el líder bolchevique como "la bomba atómica" que acabaría destruyendo "el edificio ruso".

 Vladimir Lenin murió el 21 de enero de 1924 a la edad de 53 años en su residencia de Gorki en la región de Moscú, sin instrucciones escritas sobre el método y el lugar de su entierro. A los pocos días de su fallecimiento, y vista la voluntad popular, los dirigentes soviéticos comenzaron los planes para embalsamar el cadáver de Lenin a largo plazo. 
El mausoleo es, desde 1990, patrimonio mundial de la UNESCO y lo visitan aproximadamente 450.000 personas cada año, según estimó en 2017 el comandante del Kremlin, Sergey Khlebnikov. No obstante, a pesar de esta relevancia popular, en la arena de la historia Putin ha reducido a Lenin a un mero ejercicio de debate sobre el lugar de reposo definitivo de sus restos mortales.
 En 2019, el presidente ruso se pronunció sin mucho interés sobre el tema.

"Me parece que debería quedarse donde está, más que nada porque todavía hay bastante gente que vincula sus vidas y sus destinos a ciertos eventos del pasado", manifestó antes de pasar página al tema. 

"Mejor no darle muchas vueltas. ¿Para qué? Lo que tenemos que hacer es mirar hacia el futuro y desarrollarnos no dinamismo", añadió en comentarios recogidos por la agencia TASS. De momento no hay previstos más eventos conmemorativos que el recordatorio organizado por el Partido Comunista de Rusia para este próximo domingo en el mausoleo de Lenin a las 11.30 (hora local), donde diputados y líderes del partido depositarán coronas de flores ante la momia del líder bolchevique. 
Será una celebración que contará con el beneplácito implícito de Putin, quien ha decidido no enfadar a los nostálgicos y a los simpatizantes de un partido que a día de hoy es la segunda fuerza en la Duma de Rusia, si bien a una enorme distancia de la Rusia Unida de Putin.

 En 2016, el periodista Mijail Zigar explicó a 'The Guardian' esta postura ambivalente. 
"Realmente no existe una postura oficial del Kremlin a este respecto dado que no pueden identificarse con Lenin porque era un revolucionario, como tampoco existe una narrativa oficial sobre lo que ocurrió en 1917. Es demasiado difícil, y es demasiado complejo, pero entienden que es importante de cara a la formación de la conciencia nacional rusa, tal y como la entendemos hoy". 

Así las cosas, "Putin quiere evitar cualquier decisión que acabe desatando unas fuerzas que no pueda controlar", explicó en 2017, durante el centenario de la Revolución de Octubre, a la emisora internacional estadounidense Radio Free Europe la experta Anna Arutunian, autora del libro 'La Mística de Putin'. "En momentos tan emocionales como estos una mala decisión podría repercutir en un incremento del respaldo al Partido Comunista", añadió. 

No obstante, Putin rara vez ha desaprovechado la oportunidad de manifestar su radical oposición al concepto de estructura nacional abanderado por Lenin, quien apostó por la concesión del mismo rango jurídico a todas las repúblicas soviéticas.

 "Tenía muchas ideas sobre la autonomía de las regiones y es verdad que gobernar de acuerdo a tus ideas es correcto, pero siempre cuando esa idea arroje los resultados adecuados, y esa idea es la que acabó desembocando en la caída de la Unión Soviética", hizo saber el presidente en 2016. "Las fronteras se definieron de manera absolutamente arbitraria y no siempre justificada", argumentó, antes de poner específicamente el caso de Ucrania como ejemplo

. "La región del Donbás fue transferida a Ucrania bajo el pretexto de incrementar allí el porcentaje de proletariado para reforzar el apoyo social: eso fue un auténtico sinsentido", añadió. Con todo, Putin también declaró en ese momento que no albergaba ningún tipo de rechazo al dispuesto Partido Comunista de la Unión Soviética. 
"Mi carné anda por alguna parte. No es que fuera un comunista por ideología, pero tampoco lo fui por obligación", remachó.


  

El Kremlin silencia el centenario de la muerte de Lenin

20 de Enero de 2024 
 Periodista Digital: Cooperativa.cl 

El presidente Vladímir Putin no ha hecho alusiones al aniversario, pero sí criticó las decisiones del “líder del proletariado” al fundar la URSS.
Casi la mitad de los rusos tienen una opinión positiva del fundador de la Unión Soviética.
Pese a que no hay una conmemoración oficial, se espera que los comunistas lleguen hasta la plaza roja para rendir tributo.


El Kremlin ha silenciado, al igual que ocurriera con la Revolución Bolchevique, el centenario de la muerte de Vladímir Lenin, cuya figura se ha convertido en un estorbo para las actuales autoridades, empeñadas en revisar la desintegración de la Unión Soviética.
Casi la mitad de los rusos (47%) tienen una opinión positiva sobre el fundador de la URSS, menos que en el caso de su sucesor, Iósif Stalin, que está siendo rehabilitado por la historiografía oficial, según la encuesta publicada el viernes por el Centro de Estudios de la Opinión Pública (Vtsiom).
En cuanto a su labor, un 36% cree que fue beneficiosa; un 19% la ve como perniciosa para el desarrollo del país y un 30% considera que hizo cosas buenas y malas a partes iguales.
El Kremlin, muy reacio a conmemorar cualquier aniversario vinculado con la Revolución de 1917, ha ignorado absolutamente la efeméride.
Ni actos públicos ni conferencias ni exhibiciones. La única exposición que conmemora el aniversario se celebra en la biblioteca del Centro de Historia Socio-política, en el norte de Moscú. Fotos y libros para refrescar la memoria de las nuevas generaciones.

"La mayoría de jóvenes no saben muy bien quién es Lenin", señaló a EFE una de las bibliotecarias.

A pesar de no contar con apoyo oficial, los comunistas sí celebran el aniversario. Acudirán el domingo en masa a la plaza Roja para rendir tributo al "líder del proletariado" y depositar flores en el mausoleo, algo que hacen cada 21 de enero.
Se espera una gran asistencia de nostálgicos del antiguo régimen con banderas, estandartes, pancartas con la hoz y el martillo, que también podrían congregarse en torno a la estatua de Karl Marx para regocijarse en la melancolía del pasado soviético.

Putin fustiga a Lenin

El presidente ruso, Vladímir Putin, tampoco ha hecho alusión alguna al centenario en los últimos días, pero sí criticó las decisiones de Lenin, al que fustigó por los graves errores cometidos al fundar la URSS.
Recordó que los dirigentes del este prorruso de Ucrania manifestaron entonces su deseo de formar parte de la República Socialista Soviética de Rusia, pero Lenin optó por integrar esos territorios en Ucrania, origen del conflicto actual.
"La gente que vive en esos territorios, por supuesto, nunca se vieron de otra forma que como parte de Rusia. Es algo evidente", subrayó en un acto con dirigentes municipales rusos.

Pocas colas en el mausoleo

Aunque la entrada es gratuita, en vísperas del centenario no se veían grandes colas para acceder al mausoleo de mármol que guarda como oro en paño la momia del líder comunista.
Nada más poner un pie en el interior del mausoleo, un vigilante le pide al visitante que se quite el gorro, guarde silencio y no haga fotos.
La visita consiste en descender una escalera, mirar deprisa y corriendo el sarcófago donde se encuentra el cuerpo embalsamado de Lenin y, sin detenerse, abandonar el lugar.
Nadie le mete prisa a los visitantes, en cambio, en la Necrópolis del Kremlin, donde están enterrados los principales dirigentes soviéticos, con la excepción de Nikita Jruschov, que fue destituido, y Mijaíl Gorbachov, que firmó la defunción de la URSS en 1991.
En la tumba de Stalin, que acompañó durante varios años a Lenin en el mausoleo, yacían varias flores. En el busto del dictador aún se ve cómo le rompieron la nariz y se la repusieron en cuanto se calmaron los ánimos antisoviéticos.
En una demostración de que el Kremlin no quiere sustos, las autoridades cerraron la feria navideña que hace las delicias de los moscovitas en el empedrado de la plaza Roja.
El centro de la plaza fue acordonada por la policía, que instaló varios furgones en las calles adyacentes en prevención de tener que practicar detenciones. Al fin y al cabo, Rusia es un país en guerra, cuya retaguardia es objeto de continuos ataques y sabotajes ucranianos. 


  

Los rusos olvidan a Lenin y Putin cuestiona su legado, un siglo después de su muerte.
21 de enero de 2024

Cien años después de su muerte, Lenin, el padre de la Revolución bolchevique, sigue expuesto, embalsamado, en la plaza Roja. Pero su legado en la sociedad rusa se ha ido desvaneciendo, sobre todo después de que el presidente Vladimir Putin le reprochara haber "inventado" Ucrania.
Las autoridades no anunciaron ningún evento específico para este domingo, centenario de su fallecimiento, y sólo está prevista una ceremonia del Partido Comunista en su mausoleo, situado cerca del Kremlin.

- Atracción turística -

Tras la muerte de Vladimir Ilich Uliánov el 21 de enero de 1924, a los 53 años, las autoridades soviéticas, por orden de Stalin, deciden embalsamar el cuerpo y construir su mausoleo.
El edificio de piedras rojas y negras fue finalizado en octubre 1930. En 1953, los restos de Stalin fueron trasladados junto a los de Lenin, pero en 1961 se retiraron durante le proceso de desestalinización.
En la época soviética, grandes multitudes se congregaban ante los restos de Lenin. Pero hoy en día sólo algunos nostálgicos siguen honrando al líder revolucionario.
El cuerpo embalsamado se ha convertido sobre todo en una atracción turística. Una vez cada 18 meses, se cierra el mausoleo para que los científicos puedan reparar el deterioro en los restos momificados.
Según la agencia de noticias estatal TASS, sólo queda un 23% del cuerpo de Lenin en el sarcófago en cristal blindado, mantenido a una temperatura de 16 °C.

- Putin, Lenin y Ucrania -

Tres días antes del inicio de la ofensiva contra Ucrania el 24 de febrero de 2022, Putin negó en un discurso la realidad de la nación ucraniana y acusó a Lenin de haber inventado Ucrania al fundar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Según el mandatario ruso, el Estado ucraniano se encuentra en tierras rusas; y Lenin, al crear las repúblicas soviéticas con un poco de autonomía, permitió la emergencia de nacionalismos y la posterior implosión de la URSS.
"Por culpa de la política bolchevique surgió la Ucrania soviética. Estaría perfectamente justificado llamarla la Ucrania de Lenin. Es su inventor, su arquitecto", afirmó.
La figura de Lenin no ha sido, no obstante, totalmente suprimida. Su retrato sigue presente en el centro de muchas ciudades rusas, aunque la mayoría de sus estatuas fueron destruidas tras la caída de la URSS.
En Moscú, un monumento de Lenin de 22 metros de altura domina la plaza de Kaluga.

- El Kremlin "necesita a Stalin" -

Stalin es dirigente soviético al que más se refiere Putin. Y no precisamente para denunciar la atroz represión de su régimen sino para elogiar al hombre de Estado y líder de guerra que venció a la Alemania de Hitler.
Desde el inicio de la operación en Ucrania, Putin sitúa su campaña en el legado de la Segunda Guerra Mundial y compara a las autoridades ucranianas con los nazis.
A ojos del Kremlin, Stalin sigue siendo un modelo victorioso y Lenin un perdedor.

"El poder actual necesita a Stalin porque es a la vez un héroe y un villano", dijo a la AFP Alexéi Levinson, sociólogo del instituto de sondeo independiente Levada.
"Ganó la guerra, así que se borran todas sus atrocidades", agrega.

"Lenin es el líder de la revolución mundial, que nunca se produjo. Lenin es el líder del proletariado mundial:, que no existe. Lenin es el creador del Estado socialista, que ya no existe y nadie quiere que se vuelva a levantar", zanja el experto.

  

Qué queda del legado de Lenin 100 años después de su muerte?

Si es cierto que las momias atesoran un magnetismo que trasciende la fascinación que generan sus figuras, la que se exhibe en la plaza Roja de Moscú habrá que incluirla entre las más poderosas, y reconocerla también titular de alguna que otra paradoja histórica.
Pocos personajes han logrado ejercer un influjo mayor en su tiempo que el que imprimió en el siglo XX Vladímir Ilích Uliánov, Lenin, de cuya muerte se cumplen cien años este domingo. Lideró una revolución que tumbó un imperio secular -el de los zares- y se mantuvo en pie durante siete largas décadas; inspiró infinidad de movimientos revolucionarios en todo el planeta -varios de los cuales siguen hoy en el poder-; y su discurso marcó la vida política de la práctica totalidad de los países.
Sin embargo, en las sociedades capitalistas cuyo colapso auguró, que hoy adolecen de muchos de los problemas sociales que él mismo pronosticó, la evocación de su figura genera las reacciones propias de un personaje de otra época con nula capacidad para influir en los asuntos de la actualidad. Quienes le combatieron ya no le temen, y quienes reivindican su legado reconocen que no soplan vientos a favor de restaurar el leninismo..

Cinco países son pocos comparados con toda comunidad internacional en su conjunto -formada por 197 estados-, pero si se suma la población de China, Vietnam, Laos, Cuba y Corea del Norte -las únicas naciones oficialmente declaradas comunistas a día de hoy: 1.600 millones de habitantes en total-, el resultado es que uno de cada cinco habitantes de la Tierra vive bajo un régimen inspirado en la obra de Lenin. No son pocos para un personaje que apenas tiene quien le reivindique en su país, donde solo es usado como reclamo turístico para lucir en pines, gorras y camisetas o para recibir visitas organizadas al mausoleo que alberga sus restos. 

En ese saldo no computan los apoyos que ostentan hoy los partidos declarados abiertamente marxistas-leninistas en los países occidentales, situados en los márgenes demoscópicos y sin opciones serias de tocar poder, ni el prestigio, si quiera sea a modo de referencia ideológica, que el discurso comunista conserva en las formaciones de izquierdas en todo el mundo.

“Lenin fue el político más influyente del siglo XX. Del fascismo a la sociedad del bienestar occidental o los procesos descolonizadores, nada de lo que pasó en esas décadas se puede explicar sin el influjo que ejerció la revolución que él instauró. Pero hoy su transcendencia es, sobre todo, simbólica por el logro histórico que alcanzó. Fue el primer líder capaz de subvertir el orden establecido y hacer que los proletarios, los esclavos de la historia, se hicieran con el poder. En 5.000 años de civilización, nadie antes había hecho algo así”, analiza el economista Santiago Armesilla, titular de un canal de Youtube donde, aparte de hablar de historia, política y economía, imparte cursos de marxismo a sus 221.000 seguidores. 
“Lenin demostró que la revolución era posible, y ese hallazgo, que nadie puede poner en duda, conserva intacta su vigencia a día de hoy”, resume el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en marxismo José Luis Martín Ramos. Si la revolución soviética fue su gran creación, el hundimiento de la URSS fue interpretado como una capitulación de su propuesta política, pero el historiador rechaza la lectura que se cundió tras aquel acontecimiento histórico.

“Ni el mensaje de la revolución francesa se devaluó por el desenlace que tuvo ese movimiento, ni el de Lenin ha decaído por la desaparición de la URSS”, advierte Martín Ramos, y añade: 
“El mensaje de Lenin es que el capitalismo es insostenible y no tiene sentido aspirar a reformarlo ni esperar a que colapse por sí solo, hay que pasar a la acción y romper con él. Cómo se traduce esto políticamente es lo que no está claro, porque ni siquiera él llegó a aclararlo. Falleció antes de poder explicar cómo los regímenes comunistas debían resolver la cuestión de la democracia”.

Cambiar de sistema

El centenario de la muerte del padre de la Unión Soviética ha coincidido en el tiempo con el Foro de Davos, que estos días reúne en la estación invernal suiza a los principales líderes políticos y empresariales del mundo para analizar la situación económica del planeta. El panorama sombrío que se dibuja en las sesiones, marcado por la desigualdad y el malestar creciente que manifiestan cada vez más sectores de la sociedad, es visto por los herederos de Lenin como una ratificación de sus tesis.
“107 años después de la revolución bolchevique, el problema y la solución continúan siendo los mismos: la explotación de la clase trabajadora. La riqueza que generan los trabajadores se la apropian otros, y esto no se arregla subiendo unos euros el SMI. Hay que cambiar el sistema de raíz”, entiende Ástor García, secretario general del Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE). 
Lenin fue el político más influyente del siglo XX, pero hoy su transcendencia es simbólica. Fue el primer líder capaz de subvertir el orden establecido y hacer que los proletarios, los esclavos de la historia, se hicieran con el poder

Santiago Armesilla, economista, politólogo y 'youtuber' marxista

Esta formación es la única que concurrió a nivel nacional en las últimas elecciones generales en España, las de julio de 2023, luciendo la palabra comunista y el símbolo de la hoz y el martillo en las papeletas. Se presentó en 33 circunscripciones y obtuvo 18.218 votos, pero su líder no se siente predicando en el desierto.
  “No nos preocupan las elecciones, sino el trabajo que hacemos fuera del período electoral. Y ahí, cuando vamos a los barrios y a los sindicatos a hablarles a los trabajadores, nuestro mensaje sí es apoyado”, destaca el político comunista.
¿Es posible plantear la revolución en 2024? 

La sola mención de esta palabra despierta en amplios sectores de la población una urticaria que no escapa a quienes estarían dispuestos a promoverla mañana mismo.

 “El discurso de Lenin hoy asusta por la leyenda negra que sembró el anticomunismo. El precariado de hoy es el proletariado de hace cien años, pero en el corto plazo no hay atajos a la revolución. Mientras haya capitalismo seguirá habiendo comunistas, pero la caída de la URSS obliga al marxismo a hacer una larga travesía del desierto”, argumenta Santiago Armesilla. 
Pero si algo enseñan los años que han seguido a 1989 es que el final de la historia no está escrito.
 “La izquierda revolucionaria vive un momento bajo en Occidente, pero en otras regiones del planeta sí muestra vigor, y nadie sabe qué puede pasar en el futuro”, advierte Martín Ramos.
¿El comunismo, como la momia de Lenin, aguarda congelado la llegada de una oportunidad histórica para reverdecer?

 “No vivimos tiempos proclives para la lucha, pero esto es coyuntural. Los problemas de siempre siguen ahí. Solo hace falta que los trabajadores tomemos conciencia de nuestra fuerza, que es más de la que muchos creen, y que pasemos a la acción”, avisa Ástor García. 

  

Lenin, en el centenario de su muerte.
21 enero, 2024

Vladimir Ilich Ulianov -conocido mundialmente como Lenin- falleció el 21 de enero de 1924, hace exactamente un siglo. Había nacido en 1870: su muerte relativamente temprana se llevó al líder de la primera revolución comunista exitosa en la historia.
Lenin tuvo una doble capacidad bastante nítida y exitosa en ambos planos. Por una parte, fue un revolucionario auténtico, un articulador de proyectos políticos, un hombre capaz de llevar adelante la destrucción de un sistema y la construcción de uno nuevo.
 Por otra parte, fue un hombre de ideas, un intelectual -siempre orientado a la política práctica- que leía, pensaba, escribía y discutía con aliados y adversarios. En su libro ¿Qué hacer? (1902), quedaban bastante claras estas dos dimensiones, pues se trata de una reflexión profunda sobre un partido revolucionarios, pero con formulaciones específicas sobre la organización de dicho partido, con revolucionarios profesionales, pocos, pero comprometidos, con objetivos claros y medios adecuados, doctrina firme, trabajo permanente en la legalidad o en la clandestinidad.
En el plano teórico, Lenin era un marxista de cepa, que consideraba al marxismo omnipotente por ser verdadero, y que era capaz de levantarse a sí mismo como el gran intérprete de la doctrina del Manifiesto Comunista (1848) y otras tantas obras decisivas de esa corriente. Por eso Lenin, cuando fuera necesario, desacreditaría con virulencia a quienes consideraba oportunistas, renegados y traidores: entre ellos, como sostuvo en El Estado y la Revolución (1917-1918) a los que eran favorables a la “conciliación” y los que pensaban que la revolución podía realizarse por una vía “no violenta”. 
También instaló otros conceptos en el debate público, y que serían utilizados con insistencia por sus seguidores en todo el mundo, fue que el imperialismo era una fase superior del capitalismo y que el ultraizquierdismo era una enfermedad infantil del comunismo, como señaló en dos libros al respecto.

Sin embargo, Lenin fue ante todo un revolucionario, un hombre de acción, un político consagrado a la conquista del poder. Ese fue el sentido de la organización de una facción dentro del Partido Socialdemócrata Ruso: fueron los bolcheviques, la autodenominada mayoría, que se distinguía de los mencheviques (la minoría). No era sólo un tema de números: la diferencia fundamental era de carácter ideológico y también organizativo. 
Los bolcheviques serían el partido de la revolución y a ello dedicarían su inteligencia y energías en las primeras dos décadas del siglo XX. Para ello crearon prensa, penetraron los sindicatos y mantuvieron un grupo bastante cohesionado de dirigentes -muchos de ellos realmente brillantes- que percibían que en algún momento llegaría el cambio. El propio Lenin había advertido que primero caerían los Romanov, luego vendría un gobierno liberal parlamentario y finalmente emergería una revolución comunista. Eso fue precisamente lo que ocurrió en 1917.

No es el momento de detenerse en las circunstancias que llevaron al éxito de la Revolución Bolchevique, sobre lo cual se han derramado ríos de tinta, tema sobre el cual vale la pena leer. No obstante, es un hecho que Lenin logró liderar el primer triunfo comunista a nivel mundial. Adicionalmente, fue capaz de darle una dimensión más amplia a la victoria, cuando organizó la Internacional Comunista en 1919, al que adhirieron numerosas agrupaciones en diversos continentes. 
Más importante todavía, organizó el primer Estado comunista -o primera dictadura del proletariado- en el mundo. Por cierto, esta creación no estaba exenta de complejidades, problemas y crueldades. Como han destacado numerosos estudios, fue Lenin quien creó el Estado de partido único, suprimió los atisbos de democracia que hubo en 1917, dio vida al Gulag y a la policía secreta, persiguió a los opositores, realizó las expropiaciones: en definitiva, instaló el Estado totalitario que se extendería hasta la última década del siglo XX y que alcanzaría con Stalin su momento culminante.
La muerte de Lenin tuvo muchas implicancias y, sin duda, adquirió una dimensión internacional. El Testamento Político del líder bolchevique -de 24 de diciembre de 1922- es complejo y descalificatorio con sus posibles sucesores. De Stalin afirmó que “ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y no estoy seguro que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia” (el eufemismo está claro). En un suplemento a esa carta agregó: 
“Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General”, por lo que sugería que pasaran a Stalin a otro puesto. ¿Por qué no lo hizo él?, podríamos preguntarnos. Sobre Trotski señaló que “no se distingue únicamente por su gran capacidad. Personalmente, quizá sea el hombre más capaz del actual CC, pero está demasiado ensoberbecido y demasiado atraído por el aspecto puramente administrativo de los asuntos”. 
Finalmente advertía que estas eran cualidades que “pueden llevar sin quererlo a la escisión, y si nuestro Partido no toma medidas para impedirlo, la escisión puede venir sin que nadie lo espere”.

La muerte de Lenin desató el reclamo por su herencia política, lo que teóricamente -pero también desde una perspectiva práctica- pasaría a denominarse el leninismo. Stalin, determinado como pocos, reclamó de inmediato el concepto y la tradición leninista, además fue quien ocupó el poder y persiguió cualquier forma de faccionalismo, especialmente a Trotski y a sus seguidores (e incluso a quienes no lo fueran, pero que igualmente eran acusados de trotskismo). Desde entonces en adelante, la concepción política de la izquierda adoptó en muchos lugares del planeta la definición de marxismo-leninismo, al cual fueron adhiriendo personas, movimientos y partidos en diversos lugares.
Chile no estuvo ajeno a ese escenario internacional, a ese culto a Lenin, a quien cantaron los poemas de Pablo Neruda y cuya doctrina siguió no solo el Partido Comunista de Chile, sino que otras agrupaciones en la década de 1960: el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido Socialista, entre otros. Por eso Lenin ocupaba muchas veces las páginas iniciales de la revista Principios (del Comité Central del PC), el centenario de su nacimiento tuvo una celebración larga y publicitada en 1970 y de tiempo en tiempo vuelve a renacer su figura, su obra e imagen política.
Este 2024 habrá Jornadas Leninistas en diversos lugares del mundo, mezcla de comprensión histórica y de homenaje político. Me parece que la clave debe estar por otro lado: en el intento de entendimiento del dramático siglo XX, del cual Lenin representó en un principio una “ilusión”, pero terminó en una de las experiencias más trágicas y costosas desde el punto de vista humano.

ALEJANDRO SAN FRANCISCO
Académico de la Universidad San Sebastián y la Universidad Católica de Chile. Director de Formación del Instituto Res Pública Más de Alejandro San Francisco


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