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miércoles, 30 de noviembre de 2016

343.-PAPEL DE BECEITE (Teruel), siglos XVIII y XIX; Sueño de Polífilo.-a



Papel.



Del cat. paper, este del lat. papȳrus 'papiro', y este del gr. πάπυρος pápyros.

1. m. Hoja delgada hecha con pasta de fibras vegetales obtenidas de trapos, madera, paja, etc., molidas, blanqueadas y desleídas en agua, que se hace secar y endurecer por procedimientos especiales.

Historia

La historia del papel está intrínsecamente relacionada con la historia de la cultura y de la ciencia. El desencadenante que dio pie a la historia del papel es sencillo y, al mismo tiempo, importantísimo.

El hombre tenía una necesidad urgente: comunicar a sus semejantes determinada información por escrito. La información debía quedar fijada en un material ligero y resistente, que fuese fácil de transportar. La invención del papel nos permitió sustituir el papiro y el pergamino por un material más sencillo de hacer y, gracias el perfeccionamiento de las técnicas de producción, más económico.
Puede que la llegada de los medios digitales haya eclipsado la labor fundamental del papel en la divulgación del saber, pero no debemos olvidar que, hasta hace algunas décadas, la transmisión de cualquier noción pasaba a través de una hoja de papel.
Resulta interesante, en este sentido, la primera definición de papel proporcionada por la «Enciclopedia dei ragazzi» (Enciclopedia de los jóvenes) de Treccani: 
«Un material indispensable para difundir ideas en la vida cotidiana. A lo largo de los siglos, el papel ha contribuido enormemente al progreso, a la participación de los ciudadanos en la vida democrática y al aumento del nivel medio de cultura y educación».
La historia del papel ha acompañado la evolución de la humanidad a lo largo de los siglos: desde la trasmisión de nuevos conocimientos científicos y filosóficos hasta la difusión de la educación y la conquista de una conciencia política e histórica que dio lugar al nacimiento de los Estados modernos.

Historia del papel: los orígenes en China.

Las fuentes históricas atribuyen la invención del papel a Ts’ai Lun, un dignatario de la corte imperial china que en el año 105 d. C. empezó a producir hojas de papel utilizando retales de tela usada, corteza de árbol y redes de pesca. Los chinos custodiaron celosamente el secreto de su producción durante muchos siglos, hasta que, en el siglo VI d. C., su invención llegó a Japón gracias al monje budista Dam Jing. Los japoneses aprendieron enseguida las técnicas de fabricación del papel y empezaron a usar una pasta derivada de la corteza de morera para producir este valioso material.
El mundo árabe descubrió los secretos de la fabricación del papel en el año 751 d. C., cuando el gobernador general del califato de Bagdad capturó en Samarcanda a dos papeleros chinos y, con su ayuda, comenzó una fábrica papelera en la ciudad uzbeka. Desde ahí, gracias también a la alta disponibilidad de cáñamo y lino —dos materias primas de óptima calidad ideales para realizar este material—, la producción se difundió a otras ciudades de Asia, en particular a Bagdad y Damasco.

El proceso de elaboración del papel que seguían los artesanos árabes incluía el deshilachado y la maceración de las hilachas en agua hasta obtener una masa homogénea, en la que se sumergía después un tamiz que recogía las fibras maceradas, filtrando el agua. Las hojas obtenidas se prensaban y secaban y, por último, se cubrían con una película de almidón de arroz para hacerlas más reactivas a la tinta. En ese mismo período, también Egipto y África septentrional comenzaron a producir las primeras hojas de papel, utilizando las mismas técnicas de producción que el mundo árabe.

La llegada del papel a Europa

El papel llegó a Europa a partir del siglo XI, con las invasiones árabes en Sicilia y en España. Sin embargo, enseguida se consideró un material de peor calidad que el pergamino, hasta el punto de que, en un decreto de 1221, Federico II prohibió su uso para documentos públicos. En efecto, el uso del almidón de arroz atraía el apetito de los insectos y hacía que las hojas de papel durasen menos.
La historia del papel le debe muchísimo a los papeleros italianos de Fabriano, un pequeño pueblo de la región de Las Marcas, que en el siglo XII empezó a fabricar papel utilizando lino y cáñamo. A través del estudio de nuevos equipos y técnicas de producción, estos papeleros introdujeron importantes innovaciones:

  • Mecanizaron la moledura de las hilachas mediante el uso de martillos hidráulicos, reduciendo así los tiempos de producción de la masa;
  • Introdujeron el encolado de las hojas con gelatina animal, un aditivo desagradable para los insectos;
  • Crearon varios tipos y formatos de papel;
  • Inventaron el afiligranado de las hojas.


La introducción de la filigrana permitió marcar el papel con decoraciones hechas con hilos metálicos visibles como transparencias, útiles para introducir marcas de fábrica, firmas, escudos eclesiásticos y símbolos de distinto tipo y significado.

A partir del siglo XIV, la producción de papel empezó a difundirse también a otros países europeos y, a finales del siglo XV, con la invención de la impresión con tipos móviles, experimentó un crecimiento notable. El descubrimiento de América y la posterior colonización europea llevó la producción de papel también al Nuevo Mundo. Una anécdota histórica curiosa registrada en el libro de Mark Kurlansky «Paper: Paging Through History» habla de cuando las colonias norteamericanas boicotearon todos los productos ingleses, excepto el precioso material producido en las fábricas de papel londinenses.

El papel como medio de comunicación de masas.

La producción industrial de papel comenzó en el siglo XIX con el desarrollo de periódicos de gran tirada y las primeras novelas superventas, que requerían grandes cantidades de celulosa a precios económicos. Ya en 1797, Louis Nicolas Robert creó la primera máquina continua, capaz de producir una hoja con una longitud de 60 cm. Cuando las hilachas usadas para elaborar papel comenzaron a escasear, se intentó sustituirlas por otros materiales, como la pasta obtenida de la madera. Con el desarrollo de nuevas técnicas para la elaboración de fibras vegetales obtenidas de los árboles, el precio del papel se redujo drásticamente y, en pocos años, este material se convirtió en un producto de gran consumo. Solo en Inglaterra, la producción de papel pasó de 96 000 toneladas en 1861 a 648 000 toneladas en 1900.

Una vez más, la historia del papel se entrelaza con la de la humanidad: con la difusión del papel económico, los libros y los periódicos se convierten en objetos al alcance de todos, favoreciendo la alfabetización de las clases medias. Habrá que esperar hasta finales del siglo para que el papel se destine también a otros usos, como la producción de papel higiénico, embalajes y, posteriormente, juguetes y elementos de decoración.


PAPEL DE BECEITE (Teruel), siglos XVIII y XIX

 

Filigrana de papel de Beceite con el que Benito Monfort imprimió “Historia General de España” del P. Juan de Mariana, 1785


La fuerza de las aguas del rio Matarraña alimentó los molinos papeleros situados a lo largo de su cauce durante los siglos XVIII y XIX.
La calidad y pureza de su agua, utilizada tanto en el lavado de los pliegos como en la fermentado del papel contribuyó a la fabricación de un buen papel, considerado de una calidad superior a la media, que se caracterizó por su consistencia y opacidad, esta última característica conseguida mediante fórmulas secretas y guardadas por sus fabricantes.
Su decadencia comenzó a principios del siglo XIX, debido principalmente a la escasez de trapos y precariedad de las comunicaciones. Más adelante la fabricación del papel continuo, que llega a España a mediados del siglo XIX, provocará el abandono paulatino de estos molinos, que no podían competir con este tipo de fabricación.
La comarca del Matarraña, junto Valencia, Cataluña y País vasco fueron centros papeleros de gran importancia desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XIX. En la mayoría de los casos se aprovecha el curso de los ríos para obtener la fuerza motriz.


Fuente: Revista de la Asociación para la Conservación y Estudio de los Molinos (ACEM). nº 6 – 2000

La monarquía española en el siglo  XVIII impulsó la fabricación y la mejora de las técnicas de fabricación del papel, muestra de ello fueron las distintas Ordenanzas [1] y Reales Cédulas, algunas de las cuales prohibían la salida de materias primas y el pago de arancel al papel importado.

As de oros de 1889. Fuente: "Historias de Vitoria-Gasteiz "(blog).


Se fabricó papel de barba, de estraza, papel de hilo, papel acuarela,  pero destaca particularmente, la cartulina de naipes por su consistencia e intransparencia, razón por la que fue  utilizado por Heraclio Fournier de Vitoria, a quién se vendió su patente en 1868. A partir de ese momento modificó el sistema de producción para hacerlo más económico.
Hasta prácticamente la desaparición de los molinos papeleros del Matarraña se fabricó el papel de forma artesanal,  con inclusión de algunas mejoras como la pila holandesa,  que comienza a utilizarse a finales del siglo XVIII o la máquina redonda o picardo a principios del XX, pero no pudo competir con la fabricación del papel continuo, que abarató y facilitó el trabajo pero con el que se perdió el carácter distintivo del papel de esta zona.

Grabado de Francisco de Goya perteneciente a la colección de Tauromaquia, realizado en papel de la fábrica Morató (Beceite)


Entre nueve y doce fueron las fábricas de papel instaladas en la zona del Matarraña, algunas conocidas por los nombres de los dueños, a otras se les atribuyó el nombre de algún acontecimiento histórico o nombre popular y otras conocidas por su ubicación. Enumero a continuación algunas de ellas:

Cremada
Pont Nou
Solfa
Taragaña
Batán
Morató
Martí
Solfa

Filigranas: 

Algunas filigranas de fabricas papeleras de Beceite (Teruel). Fuente: Comarca del Matarraña: Molinos papeleros de Beceite (blog)



[1] NUEVO ÁBALOS, José Luis: Elenco de legislación papelera española de los siglos XVII y XVIII

Bibliografía:

LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos: Las fábricas de papel de Beceite. En: Artigrama, núm. 14, 1999, 109-133 – I.S.S.N.: 0213-1498.
GABARDA SANTACRUZ, Anna: El papel: veintidós siglos de historia y ¿ni uno más?. Universitat Jaume I, 2014


Beceite (Beseit​ en catalán) es un municipio y localidad española de la provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón. Perteneciente a la comarca de Matarraña, tiene una población de 551 habitantes (INE 2017) y una extensión de 96,72 km².
La población de Beceite era de 1.898 h. a mediados del siglo  xix (1857), que representa sólo una ganancia relativa al censo de 1787 (1.239 h). En 1877 alcanzó 2.069 y al final del siglo, en 1900, tenía 2.158. A lo largo del siglo XX la población fue disminuyendo debido sobre todo a la emigración. En 1930 tenía 1.660, y en 1960 bajó a 1.178 h. y en 1965 tenía 1.122. En 1970 había bajado a 1.003 h., en 1975 a 810 y en 1981 a 723.

Economía

La historia de la localidad va íntimamente ligada a la industria del papel, ya desaparecida, pero que constituyó una de las de mayor importancia de Aragón, contando con hasta seis fábricas de papel funcionando simultáneamente. De estas fábricas salía para todo el país papel de barba, de estraza, naipes de primera calidad además de cartón. Precisamente Beceite contó con una de las primeras fábricas de naipes en el siglo xix que comenzó a abastecer a Heraclio Fournier.
Sin embargo las últimas fábricas papeleras cesaron su actividad a principios de los años 1970 con lo que la población agravó la despoblación a la que se veía sometida desde los años 1950. Además de industria papelera la localidad contaba con varias serrerías y pequeñas minas de carbón.
Actualmente los pilares de la economía son la ganadería porcina y ovina principalmente, complementada por la agricultura especialmente del extraordinario olivar de empeltre y el almendro; el turismo y la hostelería se conforman como el sector más dinámico, incipiente y de mayor proyección futura. Beceite es una de las localidades más turísticas de toda la provincia de Teruel y de todo Aragón. Tan solo en el verano de 2015 se contablizaron más de 702 000 vehículos en las zonas de ocio y baño de los ríos Matarraña y Ulldemó.
 La localidad cuenta con servicios básicos como panaderías, carnicería, pescadería, colegio público, consultorio médico, farmacia, entidades bancarias, varios bares, hoteles, casas rurales y empresas de turismo activo. Sin embargo la despoblación imposibilita un relevo generacional y una mayor iniciativa privada.



Hypnerotomachia Poliphili  o el Sueño de Polífilo.


Hypnerotomachia Poliphili  o el Sueño de Polífilo (discurso del) en castellano, es una obra de Francesco Colonna (1467).

Anllela camila hormazabla moya



La edición original apareció en Venecia en 1499, en la imprenta de Aldo Manucio, con importantes xilografías, obra del llamado Maestro del Sueño de Polífilo. Constituye una verdadera obra maestra del arte del libro, y obtuvo un gran éxito en el siglo XVI y en el siglo XVII, siendo traducido rápidamente a diversas lenguas. Con ilustraciones refinadas de grabados en madera en un estilo temprano del renacimiento, Hypnerotomachia Poliphili presenta una misteriosa alegoría en la que Poliphilo persigue el amor de Polia a través de un paisaje de ensueño, y al parecer, es al final reconciliado con ella por la Fuente de Venus.

Historia

El libro fue impreso por Aldus Manutius en Venecia en diciembre de 1499. El libro es de autor desconocido, pero un acróstico formado por la primera carta elaboradamente decorada en cada capítulo del original italiano dice: POLIAM FRATER FRANCISCVS COLVMNA PERAMAVIT "El hermano Francisco Colonna ha amado mucho Polia". A pesar de esto, los eruditos también han atribuido el libro a León Battista Alberti, y más temprano, a Lorenzo de Medici. La última contribución a este respecto fue la atribución a Aldus Manutius, y un diferente Francesco Colonna, este último, un rico gobernador romano. El autor de las ilustraciones es aún más incierto.

El tema se encuentra dentro de la tradición del género del romance dentro de las convenciones del amor cortesano, que todavía proporcionaba temas atractivos para los aristócratas del Quattrocento. La Hypnerotomachia también se basa en una tradición humanista de escritos arcanos como una demostración del pensamiento clásico.

El texto del libro está escrito en un latín italiano extraño, lleno de palabras basadas en raíces latinas y griegas sin explicación. El libro, sin embargo, también incluye palabras de la lengua italiana, así como ilustraciones incluyendo palabras árabes y hebreas; Colonna también inventó nuevos idiomas cuando los que tenía disponibles eran inexactos. También contiene algunos usos de los jeroglíficos egipcios, pero no son auténticos, la mayoría de los cuales se extraen de un texto medieval llamado Hieroglyphica de origen dudoso. 
Su historia, que se establece en 1467, consiste en preciosas y elaboradas descripciones de escenas que implican al personaje principal del título, Poliphilo ( "Amigo de Muchas Cosas", del griego Polloi "Muchos" + Philos "Amigo"), mientras vagaba por una especie de país de ensueño bucólico-clásico en busca de su amor Polia ( "Muchas Cosas"). El estilo del autor es elaboradamente descriptivo y despreocupado en su uso de superlativos. El texto hace frecuentes referencias a la geografía clásica y a la mitología, principalmente a modo de comparación.

El libro ha sido buscado desde hace mucho tiempo como una de las incunables más hermosas jamás impresas.​ La tipografía es famosa por su calidad y claridad, en una tipografía romana cortada por Francesco Griffo, una versión revisada de un tipo que Aldus había utilizado por primera vez en 1496 para el De Aetna de Pietro Bembo. El tipo fue revivido por la Corporación Monotype en 1923 como Poliphilus.2​ Otro renacimiento de la versión anterior del tipo de Griffo, fue terminado bajo dirección de Stanley Morison en 1929 como Bembo. Se cree que el tipo es uno de los primeros ejemplos de la tipografía en cursiva, y único en Aldine Press en incunabula.

El libro está ilustrado con 168 exquisitas xilografías que muestran el paisaje, la configuración arquitectónica y algunos de los personajes que Poliphilo encuentra en sus sueños. Representan escenas de las aventuras de Poliphilo, o las características arquitectónicas sobre las cuales el texto rapsodiza, en una línea a la vez cruda y adornada del estilo del arte que se integra perfectamente con el tipo. Estas imágenes también son interesantes porque arrojan luz sobre lo que la gente en el Renacimiento imaginaba sobre las supuestas cualidades estéticas de las antigüedades griegas y romanas. 
En los Estados Unidos, un libro sobre la vida y las obras de Aldus Manutius de Helen Barolini se estableció en páginas que reproducen todas las ilustraciones y muchas de las páginas completas de la obra original, reconstruyendo el diseño original.

El psicólogo Carl Jung admiraba el libro, creyendo que las imágenes de los sueños presagiaban su teoría de los arquetipos. El estilo de las ilustraciones de xilografía tuvo una gran influencia en ilustradores ingleses de fines del siglo XIX, como Aubrey Beardsley, Walter Crane y Robert Anning Bell.

Hypnerotomachia Poliphili fue parcialmente traducido al inglés en una edición de Londres de 1592 por "R.D.", que se cree que es Robert Dallington, que le dio el título por el que es más conocido en inglés, "La Lucha del Amor en un Sueño" (The Strife of Love in a Dream).​ La primera versión completa en inglés fue publicada en 1999, quinientos años después del original, traducida por el musicólogo Joscelyn Godwin.​ Sin embargo, la traducción utiliza lenguaje estándar y moderno, en lugar de seguir el patrón original de acuñar y pedir prestado palabras.

Desde el 500 aniversario en 1999, también se han publicado varias traducciones modernas: en el italiano moderno como parte de la edición grande (vol. 1: fac-símile, volumen 2: traducción, ensayos introductorios y más de 700 páginas de comentarios) editado por Marco Ariani y Mino Gabriele; en español por Pilar Pedraza Martínez;​ en holandés con un volumen de comentario de Ike Cialona; en alemán, el comentario insertado en el texto, por Thomas Reiser.

Una traducción completa al ruso por el historiador de arte Boris Sokolov está en curso, de los cuales "Cythera Island" parte fue publicado en 2005 y está disponible en línea. El libro se planea como una reconstrucción exacta de la disposición original, con tipos cirílicos y la tipografía elaborada por Sergei Egorov.

Diez de los monumentos descritos en la Hypnerotomachia fueron reconstruidos por computación gráfica y fueron publicados por primera vez por Esteban A. Cruz en 2006, y en 2012. En 2007, estableció un proyecto completo de diseño y estudio: Formas Imaginisque Poliphili, un proyecto de investigación independiente en curso con el objetivo de reconstruir el contenido de la Hypnerotomachia Poliphili a través de un enfoque multidisciplinario y con la ayuda de la tecnología de reconstrucción virtual y métodos tradicionales.

Contenido y resumen.

Se trata de «uno de los libros más curiosos y enigmáticos salidos de las prensas», «oculta una rara hermosura y un apasionado anhelo de perfección, sabiduría y belleza absolutas, bajo el signo del Amor», «desde el mismo siglo XVI se ha visto rodeado de un aura de esoterismo enfermizo», «está, todavía hoy, envuelto en misterios». 
«En realidad, es un injerto de poema alegórico de estirpe medieval y enciclopedia humanística de vocación totalizadora, ya que contiene una ingente amalgama de conocimientos arqueológicos, epigráficos, arquitectónicos, litúrgicos, gemológicos y hasta culinarios».

El libro comienza con Poliphilo, que ha pasado una noche inquieta porque su amada, Polia, lo rechazó. Poliphilo es transportado a un bosque salvaje, donde se pierde, encuentra dragones, lobos y doncellas y una gran variedad de arquitectura fantástica, escapa y se duerme una vez más.

Entonces despierta en un segundo sueño, soñado dentro del primero. En el sueño, algunas ninfas lo llevan a conocer a su reina, y allí se le pide que declare su amor por Polia, cosa que hace. Luego es dirigido por dos ninfas a tres puertas. Elige la tercera, y allí descubre a su amada. Ellos son llevados por algunas ninfas más a un templo para casarse. 
En el camino se encuentran cinco procesiones triunfales celebrando la unión de los amantes. Luego son llevados a la isla de Cythera por barco, con Cupido como contramaestre; allí ven otra procesión triunfal celebrando su unión. La narración se interrumpe, y una segunda voz toma el relevo, con Polia describiendo su erotomanía hacia Polifilo desde su propio punto de vista.

Poliphilo reanuda su narración después de un quinto del libro. Polia rechaza a Poliphilo, pero Cupido se le aparece en una visión y la obliga a regresar y besar a Poliphilo, que ha caído en un desmayo mortal a sus pies, de vuelta a la vida. Venus bendice su amor, y los amantes se unen por fin. Como Poliphilo está a punto de tomar a Polia en sus brazos, Polia desaparece en el aire y Poliphilo se despierta.

Nota

Francesco Colonna (Venecia, Italia; 1433–ibídem, 1527) fue un sacerdote y fraile dominico italiano al que se le acreditó la autoría del libro Sueño de Polífilo (Hypnerotomachia Poliphili), aunque la obra también está atribuida a otros autores.

Esto ocurrió por descubrirse un acróstico esteganografeado en el libro. Si se toma la primera letra de los treinta y ocho capítulos, se puede obtener la frase «Poliam frater Franciscus Columna peramavit» («El hermano Francesco Colonna ama apasionadamente a Polia»).

Vivió en Venecia y predicó en la Basílica de San Marcos. Además de Sueño de Polífilo se sabe que seguramente escribió en idioma italiano un poema épico llamado Sueño de Delfilo (Delfili Somnium), que estuvo inédito durante su vida y no fue publicado sino hasta 1959.​ Colonna pasó parte de su vida en el monasterio de San Juan y San Pablo en Venecia. Parece que el monasterio no era de la observancia más estricta, pues a Colonna se le dio permiso para vivir afuera de sus paredes.



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La Hypnerotomachia Poliphili, o Sueño de Polífilo, se una de las obras más enigmáticas y emblemáticas de la historia del libro. Ha sido definida por Clair como “obra maestra del arte de la imprenta en la que la belleza del tipo y de las ilustraciones está realzada por el excelente trabajo de presnado”. 
No aparece el nombre del autor, que se deduce de la frase que se forma con las primeras letras de cada uno de los capítulos:
 “Poliam frater Franciscus Columna peramavit” (“el hermano Francisco Colonna adoró a Polia”). 
Hay varias hipótesis acerca de Colonna, la más extendida le identifica con un dominico de Treviso, y otra con un noble romano. 
En todo caso parece tratarse de un clérigo instruido y con formación aristotélica y humanística. Con un total de treinta y ocho capítulos, la obra consta de dos partes, una primera en que Polífilo narra, en sueños, su amor con Polia, y una segunda, con abundantes elementos autobiográficos, en que es la amada la que cuenta su historia. Se trata de una visión medieval, un poema alegórico de carácter enciclopédico, con gran cantidad de conocimientos arquitectónicos, arqueológicos, científicos y de todo tipo. 
Escrita en italiano, con abundantes textos en latín y algunos menos en griego, su lenguaje es extravagante y oscuro, repleto de cultismos, palabras técnicas y extrañas que dificultan su comprensión. Colonna se inspira en Ovidio, en la Divina Comedia y en la Amorosa visione de Boccaccio, aparte de en Vitruvio, Alberti, Apuleyo y Macrobio, entre otros. Está impresa en el taller de Aldo Manuzio, célebre impresor-editor instalado en Venecia desde 1488. Empezó a editar, a partir de 1495, clásicos griegos y latinos, y formó su colección de bolsillo, obras en octavo de gran difusión por sus precios y por su rigor filológico. Para ello recurrió a una nueva tipografía, al cursiva, también denominada itálica o grifa. Falleció en 1515, pero su taller continuó en manos de sus herederos hasta finales de siglo. 
La Hypnerotomachia no encaja en su linea de edición de clásicos, y es única por estar impresa en italiano, ser ilustrada y haber sido elaborada por encargo. De hecho, su nombre aparece, discretamente, al final de las erratas, en la última página del libro, pese a que se convirtió en obra maestra de la producción aldina. Financió la obra Leonardo Grassi, quien la dedicó al duque de Urbino por su comportamiento con un hermano que había estado bajo su mando. En sus comienzos, contiene poesías de los humanistas Giovanni Battista Scita y Andrea Marone dedicadas a Grassi, así como la ficticia dedicatoria de Polífilo a Polia. El libro está impreso con tipos romanos de Francesco Griffo en un alarde de composición. Los largos comienzos de los capítulos están compuestos con mayúsculas y cuentan con elegantes capitulares. 
Los ciento setenta y un grabados que caracterizan la edición son de diversos tamaños y composición, algunos ocupan toda la página, otros se insertan en el texto. Se desconoce su autor, si bien se atribuye a varios artistas, tal vez de un mismo taller. La edición culmina con las erratas, que ocupan una página completa, bajo la cual aparece la fecha, diciembre de 1499, el nombre del impresor. Por sus peculiares características su éxito llegó medio siglo después, con una segunda edición veneciana de 1545 y una amplia tradición editorial francesa adaptada a sus gustos (1546, 1553, 1561, 1600). 
En España influyó en la iconografía del claustro de la Universidad de Salamanca. De su importancia da muestra el gran número de ejemplares que se localizan en todo el mundo, que sobrepasan los doscientos sesenta (once en España), convirtiéndose por tanto en uno de los más conservados. Incluso son varias las bibliotecas que llegan a poseer cuatro ejemplares: la Biblioteca Nacional de España, La de París, La Vaticana y la de la Yale University.

 Los cuatro ejemplares de la BNE proceden de la Biblioteca Real, El ejemplar INC/1324 tiene una anotación en el verso de la portada, con letra del siglo XVI, sobre el autor, además de una encuadernación del siglo XVIII en pasta con los cantos dorados y los cortes jaspeados. Como curiosidad, el ejemplar INC/1357, que además procede del duque de Uceda, presenta la “censura” con fuego del falo de Príapo en el grabado de la plana m6.

 


La Basílica de San Juan y San Pablo.

 





 (en italiano, Santi Giovanni e Paolo, y en dialecto veneciano, San Zanipolo) es una de las iglesias más grandes de Venecia (Véneto, Italia) y tiene el estatus de basílica menor.
Es un enorme edificio de ladrillo construido en estilo gótico italiano. Se trata de la principal iglesia de los dominicos en Venecia, y como tal fue construida para predicar ante grandes congregaciones. Está dedicada a Juan y Pablo, no los apóstoles bíblicos de tal nombre, sino dos oscuros mártires de la primera iglesia cristiana en Roma, cuyos nombres se documentaron en el siglo iii pero cuya leyenda es de fecha posterior.
En 1246, el dogo Jacopo Tiepolo donó algo de tierra pantanosa a los dominicos después de soñar con un grupo de palomas blancas sobrevolándolo. La primera iglesia fue demolida en 1333, cuando se comenzó la iglesia actual. No se acabó hasta 1430.
El vasto interior contiene muchos monumentos funerarios y pinturas, así como la Virgen de la Paz, una estatua bizantina situada en una capilla propia en la nave meridional, y un pie de santa Catalina de Siena, la principal reliquia de la iglesia.

Convento 

Fue construido junto con la iglesia anexa y ya estaba terminado en 1293 . Fue reconstruida por Baldassare Longhena entre 1660 y 1675. Hoy alberga el Hospital Civil de Venecia. Está construido alrededor de dos claustros y un patio. Al este está el dormitorio de los frailes, atravesado por un larguísimo corredor al que se abren las celdas. 
La escalera Longhena se caracteriza por magníficas incrustaciones de mármol; la biblioteca aún conserva el hermoso techo de madera de Giacomo Piazzetta ( 1682 ), con pinturas de Federico Cervelli. 
Frailes ilustres de este convento fueron el historiador y teólogo Girolamo da Forlì, que en Venecia obtuvo su licencia en teología en 1391, y Francesco Colonna, autor de la Hypnerotomachia Poliphili .

Convento actual

Actualmente el convento de los dominicos está ubicado en lo que solía ser la Scuola di Sant'Orsola. La comunidad dominicana de Venecia tiene como misión, además del cuidado pastoral de la parroquia, la promoción de encuentros culturales, la predicación del mensaje cristiano a través del arte y la catequesis.

 


Itsukushima Shrine.



Papel jaspeado.



El papel jaspeado, también conocido como papel marmoleado o papel de aguasa​ se elabora mediante una técnica gráfica que consiste en colorear una hoja de papel poniéndola en contacto con pigmentos que se encuentran flotando en agua.
Se ha utilizado tradicionalmente para decorar las hojas de guarda en encuadernación. Es menos usual su uso para decorar tapas y cortes.

Historia

Las primeras descripciones de su existencia provienen de viajeros europeos que visitaron Turquía, Persia y Oriente próximo a mediados del siglo xv y principios del xvi.Se conocía la técnica en Alemania ya en 1600.

Técnica

Para realizar papel jaspeado se introduce el papel en una cubeta que contiene agua y pigmentos no solubles. La disposición de las gotas del pigmento y los movimientos que se realicen en el agua determinarán el estilo del papel jaspeado. Se coloca el papel blanco sobre la superficie del líquido para que se tinte y se retira sin que se corran los colores sobre el papel.Cada trabajo tiene un diseño diferente que le da un carácter único.



El ebru.



El ebru, arte turco de fabricación de papel jaspeado, fue inscrito en 2014 en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
El ebru es una técnica de pintura antigua que te transporta con sus dibujos a orillas del imperio otomano. Una disciplina que consiste en usar tintes sobre una superficie líquida que hace las veces de lienzo. Se crea el diseño sobre el agua, para después, una vez terminado el motivo, añadir un papel especial que absorba la tinta que flota en el receptáculo.
Usando pinturas y materiales que aumentan la viscosidad, se obtienen bellos patrones, un dibujo de trazo ondulado en una acuarela única. Se trata en definitiva de pintar sobre el agua con pinceles. Un lago poético. Un arte de origen ignoto -pudo haber sido inventado en Turkmenistán, vieja encrucijada de caminos y culturas- que ha cruzado las estepas y los siglos, de la India a Persia, del desierto de Dasht-e Lut a Estambul. 
En Europa a esta técnica se la conoce por «papel turco», ya que está considerada como una de las artes más antiguas de esa región, y desde el siglo XV los pintores del imperio Otomano fueron sus máximos exponentes.

 



El ocaso de la Europa rural.





Aunque la «España vaciada» se ha convertido en una temática de moda, no existe al margen de un contexto mayor. En líneas generales, las zonas rurales europeas están perdiendo población.


RAQUEL C. PICO 17/11/2023 «Quizás habría sido mejor mudarse directamente. Pero como una mula, oye, pienso quedarme aquí». Quien habla es Jan Hagström, habitante cincuentón del pequeño pueblo sueco de medio centenar de habitantes que es el protagonista colectivo de 'Osebol. Voces de un pueblo sueco', de Marit Kapla (Capitán Swing). Sus palabras son también un punto de introducción para comprender que el problema de la despoblación no toca solo a España. Si existe la España vaciada, también lo hace la Europa vaciada. En general, cuando se habla con especialistas en geografía o demografía los conceptos de España vacía o vaciada suelen ser recibidos de una forma más bien crítica. Creen que simplifican qué ocurre y sus causas, como también que no tienen en cuenta la historia de los territorios. Quizás, por eso, hablar de Europa vaciada podría llevar a caer en los mismos errores. «La despoblación es un problema generalizado del mundo rural europeo»

Aun así, no se puede pensar que toda la Europa rural es igual. Si ya el rural español es muy diverso —y los patrones tradicionales de población de Galicia o Asturias poco tienen que ver con los de Teruel o Soria—, el europeo no lo es menos. Por ejemplo, apunta Recaño, el campo alemán se estructura entorno a ciudades medias y si viajamos por Francia o Italia nos costará encontrar esas zonas vacías que se ven tan fácilmente cuando se circula por el centro de la Península. La despoblación también afecta de forma distinta. Un estudio del Banco de España de 2021 alertaba ya de que el 42% de los municipios españoles estaba en peligro de deshabitarse, pero eso solo pasaba con el 1, el 7 y el 4%, respectivamente, de los de esos países. Pero esas cifras son solo una parte de la historia. A principios de 2020, antes de que la pandemia cambiase el panorama informativo, los medios recogían como la cuestión de la «España vaciada» llegaba a Europa y como desde la Comisión Europea se hablaba de esto como uno de los grandes retos comunitarios, uno que también afectaba a otros países como Bulgaria, Rumanía, Portugal, Croacia, Grecia e incluso Italia y parte de Alemania. Un año antes, las estadísticas ya advertían de que, en líneas generales, países como Lituania o Bulgaria estaban perdiendo población, aunque por razones que iban mucho más allá del rural. Según datos de Eurostat, el 45% del territorio de la UE son áreas rurales, pero solo el 21% de la población comunitaria vive en ellas. Son las zonas que también pierden más población (aunque Eurostat calcula que, en general, la UE perderá el 6% de sus habitantes para 2100) y donde la población envejecida está creciendo más. También, aunque su declive es menor, están retrocediendo en población las llamadas zonas intermedias, esas que están entre lo rural y lo urbano. «Las ciudades medias ya están en despoblación», apunta Recaño, hablando de España. Por ciudades medias, el experto se refiere a aquellas que están justo por debajo de la capital de provincia, urbes como Astorga o Calatayud que dan servicios al rural. «Si las dejamos caer, se desmorona todo el edificio», señala el experto. «La Unión Europea ya tiene esto como un tema importante», explica. Es un tema sobre el que se habla y al que se destinan fondos de inversión y cohesión social. También es uno que hay que visualizar en un marco más amplio, el del envejecimiento general de la población europea y la baja fecundidad, que no son tampoco temáticas nuevas. El experto apunta que ya se estudiaban en los años 90. El porqué de la situación. 
Hay distintos tipos de despoblamiento y diferentes razones detrás que ayudan a entenderlo. En el caso español, no es un problema o una realidad —según se aplique el foco— nuevo. Recaño puntualiza: «La España rural era muy poco poblada». Es decir, la densidad de población de muchas de esas áreas siempre fue muy baja. Pero, incluso si se habla de pérdida de población, el proceso empezó antes. Como explica Recaño, la España de los pueblos lleva despoblándose en algunos casos más de 100 años. Lo mismo ocurre en esas otras zonas de Europa que están viendo una situación paralela. «Si lees las novelas de Selma Lagerlöf, publicadas a partir de 1891, escribe sobre un país en el que las pequeñas granjas están siendo abandonadas y un creciente número de personas están yéndose a las ciudades», apunta Marit Kapla. Las voces que Kapla ha recogido en su pueblo sueco hablan del cierre de colegios, de la pérdida de pequeños negocios o de los motores económicos de la zona y de la falta de servicios, que han sido piezas que se han ido sumando progresivamente. En los tiempos de Lagerlöf y en los actuales, las aldeas suecas pierden habitantes al hilo de los vaivenes de la economía. «Estas son las consecuencias del dominio global del capitalismo y la necesidad del sistema capitalista de producir a gran escala», explica Kapla. «Esto ha beneficiado a muchos, pero también ha causado grandes problemas, tanto climáticos como cuando se refiere a compartir de forma justa los recursos globales. Estos problemas se están convirtiendo en urgentes en nuestro tiempo», suma. «La economía no explica la despoblación» Cuando Recaño habla de la globalización, apunta cómo el mundo rural se ha quedado como un protagonista secundario o terciario de este nuevo mundo. Esto también tiene consecuencias. De hecho, recuerda, todo el movimiento de los chalecos amarillos en Francia surge en conectado a la pérdida de protagonismo de la Francia rural. Aun así, la palabra clave que el geógrafo usa para explicar qué ocurre es «aislamiento». «La economía no explica la despoblación», señala, ejemplificándolo con Andalucía, donde la despoblación es menor porque se ha mantenido la red de ciudades medias que funcionan como motores de esas zonas. A la hora de captar población o a la de entender por qué se van sus habitantes más jóvenes, no se puede perder de vista lo que algunas de esas personas dicen: sus «aquí no pasa nada» están contando muchas cosas. Incluso, es algo que se debe tener presente en los programas que intentan captar población. «Si no hay más niños, ¿con quién juegan?», reflexiona Recaño sobre las iniciativas que llevan a familias al campo. Las personas son seres sociales. Necesitan a otras personas. La brecha de la población.
Sea como sea, la pérdida de población en el rural y la concentración urbana —el 68% de la población mundial vivirá en ciudades en 2050, según la ONU— está creando una brecha en el territorio. ¿Qué ocurre con los habitantes de esa Europa rural? ¿Se puede dar marcha atrás al problema? En general, demógrafos, geógrafos e historiadores suelen insistir en que la gente se marcha buscando una vida mejor, pero también en que nadie debería estar obligado a quedarse en un lugar si no quiere estar ahí. Suelen ser los políticos y las administraciones públicas quienes hablan de soluciones. También son los segundos quienes tienen a apelar a cuestiones emocionales conectadas con el territorio, mientras los primeros se quedan más con los datos y los análisis. Recaño señala que cuando se habla de esas zonas despobladas a veces se olvida de que hay espacios en los que la cuestión es bastante irreversible —una población envejecida no va a impulsar los nacimientos, por ejemplo— y que también ha cambiado la relación con el territorio. Incluso, recuerda que hay zonas que fueron pobladas por razones que entonces tenían su sentido, como el pastoreo, o que nunca tuvieron en realidad tantos habitantes. Y analizar la situación implica hacerlo teniendo presentes todos los datos, aunque también viendo el mundo rural de forma completa, con sus buenas cosas pero también con sus elementos menos positivos. El experto invita a no olvidar cuestiones como la brecha de género rural o el «mercado matrimonial», esa, en resumen, dificultad para encontrar pareja cuando hay pocos habitantes y se conocen de toda la vida, todavía mayor para la población LGTBI. «El campo y las ciudades están inevitablemente interconectadas» Pero, por otro lado, en un contexto de emergencia climática, el mundo rural se ha convertido en una pieza fundamental para la regeneración del planeta.  
¿Estamos olvidando su importancia y cometiendo así un error? 
«Sí, como sociedad, creo que lo estamos olvidando», señala Kapla. «Y sí, es un error».  
La escritora cree que debería asegurarse que se pueda vivir «una vida satisfactoria» en el campo.  
«El campo y las ciudades están inevitablemente interconectadas», recuerda. 
Es de ellas de donde salen los recursos que las ciudades suecas, ejemplifica, necesitan. No abandonar esas zonas es, por eso, una cuestión de justicia.  
«Tanto en solidaridad con la gente que vive allí como para el interés futuro posible de todos», indica. La experta en carreras y portavoz de CVapp, Amanda Augustine, apunta, hablando de los retos de buscar trabajo en la España y la Europa rurales, que en algunos países ya han logrado «aplicar políticas de desarrollo rural de éxito», como las Highlands escocesas o las denominaciones de origen protegidas de Francia o Italia. El turismo rural sostenible en Grecia o Italia o las cooperativas agrarias de Países Bajos o Dinamarca han ayudado a captar a esos trabajadores jóvenes.

Joaquín Recaño

Profesor titular de Geografía Humana de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador senior del Centre d'Estudis Demogràfics (CED)



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