Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma;
|
Misal Romano, Año 1672, siglo XVII, Petri Guillimin
Impresionante ejemplar de "Missale Romanvm" del siglo XVII según el ritual de la Misa Tridentina ("Concilii Tridentini Restitvtvm"), escrito íntegramente en latín y codificado bajo el pontificado de Pío V ("Pii V Pont.Max Ivssv Editvm"). Se encuentra editado por Petri Guillimin. Todo ello según queda constancia en su bellísimo frontispicio ejecutado en bitono, con tinta roja y negra, donde se exhibe, así mismo, un grabado de figuras angelicales en torno al corpus christi. El Missale Romanum es el libro litúrgico oficial de la Iglesia Romana que contiene todas las ceremonias, oraciones, lecturas y rúbricas para la celebración de la Santa Misa. Consta de tres partes: el ordinario de misa, con las oraciones de cada día, el santoral y las misas votivas y misas de difuntos. El libro ofrece una imagen espectacular por la riqueza de imágenes no sólo de grabados en tinta negra (20 en total -tanto a página entera como rodeado de texto), sino por las abundantes letras ornamentales y las páginas donde se incluyen las partituras de oraciones cantables sobre tetragrama en rojo y con claves, notas y letras en negro. El ejemplar que se ofrece se encuentra bien conservado, si bien presenta evidencias de su uso: los planos (tapas) se encuentran encartonados y son del tipo pasta (recubiertos con piel) de color marrón oscuro, con síntomas de roce y desconche en los cantos; igual que la parte superior del lomo, también de pasta marrón, que muestra seis nervios entre cuyos espacios destaca la decoración en dorado. La parte inferior del primer nervio sirve de espacio para la ubicación del título "Missale Romanum", también en dorado. Los tres cortes son blancos, tomando el delantero forma de mediacaña. Las guardas muestran dibujos de abstracción multicolor, seguramente realizados en el siglo XIX para reforzar las originales, fortaleciendo la encuadernación. El bloque documental se mantiene ajustado y firme, perdurando a los avatares de los siglos. En tres ocasiones presenta entre sus páginas inserciones de oraciones bien manuscritas (en hoja escrita en tinta negra por ambas caras, e incluída tras la página 254 del "Canon Missae"), bien de pliegos ejecutados en imprenta (como el referido al "festo Immaculatae Conceptionis" tras la página 342, datado en 1863; y el referido al "festo Sancti bomifacii, tras la página 410, datado en 1874), . Las páginas muestran tono hueso, ligero rastro de su manejo en las esquinas inferiores y con pequeñas marcas marrones o puntos de oxidación. No existe huella alguna de la acción de la humedad. Dado el tiempo transcurrido y su uso habitual, se puede afirmar que el ejemplar se encuentra en un buen estado de conservación, conservando las señas de identidad y personalidad de un libro de viejo. A título informativo, cabe destacar que la liturgia de la Misa Tridentina que recoge el presente libro, es el ritual de la Misa del rito romano de la Iglesia Católica, como está descrita en las ediciones sucesivas del Misal Romano que fueron promulgadas desde 1570 a 1962. El calificativo de "tridentina" se refiere a su origen, ya que fue tipificada, reformada y uniformizada a toda la Iglesia latina por iniciativa del Concilio de Trento. También se la llama Misa de San Pío V, el Papa que la codificó hasta la reforma de Pablo VI. San Pío V publicó, en el año 1570, una edición del Misal Romano, que ordenó fuese usado en toda la Iglesia Occidental. Tamaño: 34 cm por 23 cm y 5,5 cm de grosor. |
Biblioteca de Emilia Pardo Bazán.
No cabe duda de que Emilia Pardo Bazán fue una prolífica escritora que cultivó en abundancia la novela, el cuento, el ensayo, el teatro y el periodismo, con incursiones en la biografía y la poesía. Pero no menos torrencial fue su pasión por la lectura, como evidencia su simpar biblioteca, una colección heterodoxa que refleja los variados gustos de la autora y un amplio conocimiento tanto de la tradición literaria como de las corrientes más innovadoras de su época; una biblioteca que acoge la misma diversidad de géneros y estilos que su propia obra, caracterizada por una evolución constante. Por ello, es imprescindible conocer qué leía Pardo Bazán para poner en contexto su escritura. Como ella misma contó en sus Apuntes autobiográficos, su precocidad lectora se inició a los cuatro años, cuando ya leía de corrido, y a los ocho o nueve años era tan apasionada de las letras que se deleitaba con la Biblia, la Ilíada y se sabía de memora capítulos enteros del Quijote. No mucho más tarde, cuando empezó a estudiar en el colegio francés de Madrid, comenzó a familiarizarse con la literatura francesa, de tal manera que con catorce años y dominando a la perfección el francés, ya había leído a Alejandro Dumas, George Sand y Víctor Hugo. Esta afición siempre la acompañaría y haría que se convirtiera en una de las grandes difusoras de las letras galas en España, como algo más tarde sucedería con su fervor divulgador de los grandes novelistas rusos del siglo XIX. También contribuiría a su formación lectora su biblioteca familiar, formada por su volteriano abuelo y su liberal padre; allí encontró obras de Plutarco y sobre la Revolución francesa, pero también novelas góticas y populares. Todavía siendo una niña, inició su afición por la poesía a través de las obras de Ercilla, Balbuena y especialmente Zorrilla. Después de su boda y de viajar por Europa, sus horizontes se ampliaron y además de introducirse en la literatura inglesa, lo que la llevó no solo a leer, sino incluso a traducir a Shakespeare y Byron, comenzó a interesarse por la filosofía a través del krausismo. De Platón a Descartes pasando por Kant y Spinoza, en poco tiempo se convirtió en una experta en la historia de la filosofía, hasta el punto de que decidió aprender alemán para poder leer en su idioma original a Hegel, puerta de entrada a la literatura alemana que la llevó a Schiller, Goethe o Heine. Hasta este momento, y más allá de sus incursiones juveniles, no era muy aficionada a la narrativa, pero cuando descubrió el nuevo mundo que le ofrecía la novela, su inmersión en la prosa fue igual de apabullante. Sin embargo, aunque se sumergió en Manzoni, Walter Scott o Dickens, apenas leía a novelistas españoles. Solo después de descubrir la gran generación de autores formada por Valera, Alarcón, Pereda, Clarín y Pérez Galdós se atrevió a dar el paso lógico y convertirse ella misma en escritora con su primera novela, Pascual (1879), en la que se dejaba notar la influencia de la picaresca española. El siguiente paso en su evolución fue el conocimiento de la nueva literatura francesa, lo que la llevaría a leer las obras completas de Balzac, Flaubert, Zola o los Goncourt y que la marcaría profundamente, importando no sin polémica el Naturalismo a España. Pero no hay que olvidar que la huella de los clásicos españoles, manifestada en su perpetuo reconocimiento de Cervantes, Lope o Calderón, siempre estuvo presente en su obra. Por otra parte, fue una gran admiradora de la literatura catalana y gracias a su conocimiento del idioma pudo leer los textos originales de Verdaguer, Víctor Català (Caterina Albert) o Rusiñol. Obviamente, también leyó en gallego a los grandes autores de su tierra, desde Rosalía a Curros Enríquez. Pero su afán lector no conocía fronteras: en su biblioteca se encuentran obras persas, croatas, holandesas… Tampoco hay delimitaciones cronológicas, y en ella se podían hallar desde clásicos grecolatinos hasta los autores más jóvenes y radicales. En cuento a los géneros, desde la religión hasta la ciencia, pasando por los libros de viajes o de cocina, ningún campo del saber parecía serle ajeno. Especial atención dedicó a la literatura escrita por mujeres, lo que le llevó a reivindicar el papel de autoras como Fernán Caballero o George Sand, cuyos pseudónimos masculinos evidenciaban que la literatura femenina todavía estaba necesitada de reconocimiento. Biblioteca. Se calcula que la biblioteca particular de Pardo Bazán pudo alcanzar los 20.000 volúmenes, una extraordinaria cifra que da cuenta de su casi inigualable labor bibliófila. En la actualidad la Real Academia Galega alberga unos 8.000 ejemplares que han sido catalogados por Mercedes Fernández-Couto Tella, mientras que el resto de los libros reunidos en las Torres de Meirás y que sobrevivieron al incendio de 1978 están a la espera de ser reunidos y estudiados. Las dedicatorias que atesoran muchos de los ejemplares revelan la relación que Pardo Bazán, intelectual de altura y pionera del feminismo, mantuvo con otros representantes de su época, y hacen de esos libros objetos únicos. Entre ellas, por ejemplo, una del maestro del Naturalismo Émile Zola, pero también otra de la sufragista americana Tennessee Claflin, la primera mujer corredora de bolsa de Estados Unidos. Libros en francés, inglés, italiano o alemán Por supuesto, hay literatura. Mucha. Gallega, española y extranjera. Y en varios idiomas. Abunda el francés, que dominaba, pero pueden verse libros en inglés con notas de puño y letra de la autora, lo que demuestra que, cuando menos, leía en este idioma —«aprendeu inglés para poder ler a Byron», afirma Aleixandre—. Los novios de Manzoni en italiano u obras de Goethe en alemán con marcados personales de la gallega son otros componentes de la colección que muestran a la Emilia Pardo Bazán más cosmopolita. |
Orígenes del judaísmo.
Los orígenes del judaísmo de acuerdo con Cristiano uraro el dios supremo de los judíos y las enseñanzas del judaísmo se describen y explican en la Torá que considera a Abraham como el primer "judío", y por lo tanto, del judaísmo como una religión monoteísta, y luego a través de sus descendientes, a saber, Jacob y los hijos de Israel, como los creadores del pueblo judío después del Éxodo y de su religión como se indica en la Torá, tradicionalmente basada en los 613 mandamientos que a los hebreos/israelitas/judíos Dios les ordenó creer, observar y practicar tal como se indica en la Torá. Consulte el artículo principal sobre el judaísmo para conocer los orígenes del término y su significado.
Según el punto de vista histórico actual, los orígenes del judaísmo se encuentran en la Edad de Bronce en medio de las antiguas religiones semíticas politeístas, que evolucionaron específicamente a partir del antiguo politeísmo cananeo, que entonces existía con la religión babilónica, y que sintetizó elementos de la creencia babilónica en el culto a Yahweh como se refleja en los primeros libros proféticos de la Biblia hebrea.
Durante la Edad de Hierro I, la religión israelita se distinguió del politeísmo cananeo del que había surgido. Este proceso comenzó con el desarrollo del yahwismo, la adoración monolatrística de Yahweh que daba reconocimiento a la existencia, pero suprimió la adoración, de otros dioses cananeos. Más tarde, esta creencia monolatrística se consolidó en una estricta creencia monoteísta y en el culto exclusivo de Yahweh, con el rechazo de la existencia de todos los demás dioses, ya fueran cananeos o extranjeros.
Durante el cautiverio babilónico de los siglos VI y V a.C. (Edad de Hierro II), ciertos círculos dentro de los judaitas exiliados en Babilonia refinaron las ideas preexistentes sobre su monolatrismo centrado en Yahweh, la elección, la ley divina y el pacto en una estricta teología monoteísta que surgió para dominar el antiguo reino de Judá en los siglos siguientes.
Desde el siglo V a. C. hasta el año 70 a. C., la religión israelita se convirtió en las diversas escuelas teológicas del judaísmo del Segundo Templo, además del judaísmo helenístico en la diáspora. La escatología del Segundo Templo estuvo significativamente influenciada por el zoroastrismo. El texto de la Biblia hebrea fue redactado en su forma existente en este período y posiblemente también canonizado.
El judaísmo rabínico se desarrolló durante la Antigüedad tardía, entre los siglos III y VI d.C.; el texto masorético de la Biblia hebrea y el Talmud fueron compilados en este período. Los manuscritos más antiguos de la tradición masorética datan de los siglos X y XI de la era común; en forma de Códex Aleppo de las últimas partes del siglo X de la era común y del Códice de Leningrado, fechado en 1008-1009 de la era común. Debido en gran parte a la censura y a la quema de manuscritos en la Europa medieval, los más antiguos existentes de varias obras rabínicas son bastante tardíos. El manuscrito completo más antiguo que se conserva del Talmud de Babilonia está fechado en 1342 de la era común.
Descripción general
El judaísmo tiene sus orígenes en el reino de Judá durante la Edad de Hierro y en el judaísmo del Segundo Templo. Tiene tres elementos esenciales y relacionados: el estudio de la Torá escrita (los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio); el reconocimiento de Israel —definido como los descendientes de Abraham a través de su nieto Jacob— como un pueblo elegido por Dios como receptores de la ley en el Monte Sinaí, y el requisito de que Israel viva de acuerdo con las leyes de Dios tal y como se dan en la Torá.3
Periodo monárquico yahwismo.
Imagen en un pithos que se encuentra en Kuntillet Ajrud bajo la inscripción «Yahweh y su Asherah», representando a los dos como toros con la andrógina deidad egipcia Bes/Beset. Las dos figuras de pie se ven a veces como una representación de la pareja divina, mientras que el tocador con lira sentado detrás de ellas es un artista. Por otra parte, muchos historiadores de arte identifican a las figuras de pie como representaciones de Bes, debido a sus rostros distintivamente bovinos. El profesor Ziony Zevit ha argumentado que Yahweh fue representado como una figura de Bes, aunque hay poca evidencia de esto. También es posible que las imágenes del pithos no tengan nada que ver con la inscripción.
Los reinos de la Edad de Hierro de Israel (o Samaria) y Judá aparecen por primera vez en el siglo IX a.C. Los dos reinos compartieron a Yahweh como su dios nacional, por lo que su religión se llama comúnmente yahwismo.
Otros reinos vecinos cananeos de la época tenían cada uno sus propios dioses nacionales: Quemos era el dios de Moab, Moloch el dios de los amonitas, Qos el dios de los edomitas, etc., y en cada reino el rey, era el virrey de su dios en la Tierra.89 10 Los diversos dioses nacionales eran más o menos iguales, lo que reflejaba el hecho de que los propios reinos también lo eran, y dentro de cada uno había una pareja divina, formada por el dios nacional y su consorte —Yahweh y la diosa Astarot en Israel y Judá— encabezaba un panteón de dioses menores.
A finales del siglo VIII tanto Judá como Israel se habían convertido en vasallos de Asiria, obligados por tratados de lealtad por un lado y de protección por el otro. Israel se rebeló y fue destruido c. 722 antes de nuestra era, y los refugiados del antiguo reino huyeron a Judá, trayendo consigo la tradición de que Yahweh, ya conocido en Judá, era el más importante de los dioses, y también el único que debía ser servido. Esta perspectiva fue adoptada por la élite terrateniente judía, que se hizo extremadamente poderosa en los círculos de la corte en el siglo siguiente cuando colocaron al niño de ocho años Josías de Judá (reinó 641-609 a.C.) en el trono. Durante el reinado de Josías el poder asirio se derrumbó repentinamente, y un movimiento pro-independencia tomó el poder promoviendo tanto la independencia de Judá de los señores extranjeros como la lealtad a Yahweh como único dios de Israel. Con el apoyo de Josías, el movimiento «Yahweh solo» lanzó una reforma completa del culto, que incluía un pacto (es decir, un tratado) entre Judá y Yahweh, en sustitución del que existía entre Judá y Asiria.
Para cuando esto ocurrió, Yahweh ya había estado absorbiendo o reemplazando las características positivas de los otros dioses y diosas del panteón, un proceso de apropiación que fue un paso esencial en el subsiguiente surgimiento de una de las características más notables del judaísmo, su inflexible monoteísmo. Sin embargo, los pueblos del antiguo Israel y Judá no eran seguidores del judaísmo: eran practicantes de una cultura politeísta que adoraba a múltiples dioses, preocupados por la fertilidad y los santuarios y leyendas locales, y no por una Torá escrita, leyes elaboradas que regían la pureza ritual, o un pacto exclusivo y un dios nacional.
El judaísmo del Segundo Templo
En el 586 antes de nuestra era Jerusalén fue destruida por los babilonios, y la élite de Judea —la familia real, los sacerdotes, los escribas y otros miembros— fueron llevados a Babilonia en cautiverio. Representaban una minoría de la población, y Judá, después de recuperarse del impacto inmediato de la guerra, continuó teniendo una vida no muy diferente de la que había tenido antes. En el 539 antes de nuestra era, Babilonia cayó ante los persas y el exilio babilónico terminó y varios de los exiliados, probablemente una minoría, regresaron a Jerusalén. Eran los descendientes de los exiliados originales y nunca habían vivido en Judá; sin embargo, en opinión de los autores de la literatura bíblica, ellos, y no los que habían permanecido en la tierra, eran «Israel».
Judá, ahora llamada «Yehud», era una provincia persa, y los retornados, con sus conexiones persas en Babilonia, la controlaban. También representaban a los descendientes del antiguo movimiento «Yahweh solo», pero la religión que constituyeron era significativamente diferente tanto del yahvismo monárquico como del judaísmo moderno. Estas diferencias incluyen nuevos conceptos de sacerdocio, un nuevo enfoque en la ley escrita y por lo tanto en las escrituras, y una preocupación por preservar la pureza al prohibir los matrimonios mixtos fuera de la comunidad de este nuevo «Israel».
El grupo de Yahweh regresó a Jerusalén después de la conquista persa de Babilonia y se convirtió en la élite gobernante de Yehud. Gran parte de la Biblia hebrea fue reunida, revisada y editada por ellos en el siglo V a.C., incluida la Torá (los libros del Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio), las obras históricas y gran parte de la literatura profética y de la Sabiduría. La Biblia narra el descubrimiento de un libro legal en el Templo en el siglo VII a.C., que la mayoría de los eruditos ven como una forma de Deuteronomio y consideran fundamental para el desarrollo de la escritura. La creciente colección de escrituras fue traducida al griego en el período helenístico por los judíos de la diáspora egipcia, mientras que los judíos babilónicos produjeron los cuentos de la corte del Libro de Daniel —capítulos 1-6 de Daniel - los capítulos 7-12 fueron una adición posterior—, y los libros de Tobías y Ester.
Otros estudiosos sostienen que el desarrollo de un monoteísmo estricto fue el resultado de la difusión transcultural entre persas y hebreos. Mientras que el zoroastrismo era dualista, también se creía en un "monoteísmo escatológico" —es decir, un solo dios en el final—. Algunos sugirieron que el modelo cuasi-monoteísta del zoroastrismo influyó en el modelo estrictamente monoteísta de los historiadores del Deuteronomio durante el período posterior al derrocamiento de Babilonia por Persia, si bien el grado de influencia zoroastriana en dicho período es un tema incierto y discutido.
El judaísmo del Segundo Templo se dividió en facciones teológicas, en particular los fariseos y los saduceos, además de numerosas sectas más pequeñas como los esenios, movimientos mesiánicos como el cristianismo temprano y tradiciones estrechamente relacionadas como el samaritanismo —lo que da el Pentateuco samaritano, un importante testigo del texto de la Torá independiente del texto masorético.
Durante los siglos II al I a. C., cuando Judea estaba bajo el dominio seléucida y luego romano, el género de la literatura apocalíptica se hizo popular, siendo la obra más notable de esta tradición el Libro de Daniel.
Desarrollo del judaísmo rabínico.
Durante siglos, el entendimiento tradicional ha sido que el judaísmo fue anterior al cristianismo y que la ruptura del cristianismo y el judaísmo primitivos se separó del judaísmo algún tiempo después de la destrucción del segundo templo en el año 70 CE. A partir de la segunda mitad del siglo XX, algunos eruditos han comenzado a argumentar que el cuadro histórico es bastante más complicado que eso.
En el siglo I, muchas sectas judías existían en competencia entre sí. La secta de culto israelita que eventualmente se convirtió en el judaísmo rabínico y la secta que se desarrolló en el cristianismo primitivo fueron dos de estas tradiciones religiosas israelitas separadas. Por lo tanto, se ha comenzado a proponer un modelo que prevé un nacimiento gemelo del cristianismo y el judaísmo rabínico, en lugar de una evolución y separación del cristianismo y el judaísmo rabínico. Por ejemplo, Robert Goldenberg (2002) afirma que cada vez es más aceptado por los estudiosos que «a finales del siglo I d.C. no había todavía dos religiones separadas llamadas 'judaísmo' y 'cristianismo'». Daniel Boyarin (2002) propone una comprensión revisada de las interacciones entre el cristianismo naciente y el judaísmo rabínico naciente en la antigüedad tardía que considera que las dos religiones están intensa y complejamente entrelazadas a lo largo de este período.
Los amoraim eran los eruditos judíos de la antigüedad tardía que codificaban y comentaban la ley y los textos bíblicos. La fase final de la redacción del Talmud en su forma definitiva tuvo lugar durante el siglo VI d.C., siendo acometida por dichos savoraim. Esta fase concluye la era Jazal fundacional del judaísmo rabínico.
Judaísmo rabínico. El judaísmo rabínico o rabinismo (en hebreo: יהדות רבנית) (transliterado: Yahadut Rabanit) ha sido la forma principal del judaísmo desde el siglo VI, como resultado de la codificación del Talmud de Babilonia. En un principio, surgió a partir de los fariseos y sus creencias. Posteriormente, los principios rabínicos se basaron en la creencia de que en el Monte Sinaí, Moisés recibió de Dios la Torá escrita (el Pentateuco), además de una explicación oral, conocida como la Torá oral (la Mishná), que el profeta Moisés transmitió a su pueblo. El judaísmo rabínico se diferencia de otras denominaciones como el Samaritanismo y el Caraísmo, y también de las creencias de los saduceos, pues estos últimos no reconocían la Torá oral (Mishná) como parte de la revelación divina, ni tampoco aceptaban los procedimientos rabínicos para interpretar la Tanaj. A pesar de que en la actualidad existen profundas diferencias entre las distintas denominaciones judías del judaísmo rabínico con respecto a la autoridad legal de la Halajá, y existe en algunas de ellas la voluntad de desafiar las antiguas interpretaciones, todas ellas se identifican como las descendientes de la misma tradición oral, y del mismo método de estudio talmúdico y rabínico. Torá escrita y oral El judaísmo rabínico está basado en las enseñanzas del profeta Moisés (Moshé Rabeinu) y en la creencia que Dios ha revelado la Torá a Moisés en dos partes bien definidas: una parte es la Torá escrita, el Pentateuco, y la otra parte es la Torá oral, también conocida como Mishná.1 Todas las leyes descritas en la Torá escrita son consideradas como parte de la narrativa descriptiva de Dios, el cual impartió estas leyes al profeta Moisés, y este a su vez mandó transmitirlas al resto de la nación. El Talmud contiene discusiones y opiniones sobre muchas leyes orales, que se creen fueron originalmente transmitidas a Moisés. Algunos consideran que Éxodo 18 y Números 11 muestran que Moisés eligió a jueces y ancianos para gobernar con él y resolver disputas, impartiéndoles detalles y una guía sobre cómo interpretar las leyes de Dios, entre otros deberes. El Talmud está formado por la Mishná y la Guemará, y es también llamado "la Torá oral", pues este incluye muchas leyes que fueron establecidas para prevenir el incumplimiento de las leyes de la Torá escrita (el Pentateuco). Algunos autores se refieren al Talmud como "un cercado alrededor de la Torá". Por ejemplo, la Torá escrita prohíbe ciertos tipos de viaje durante el Shabat; por consiguiente, la Torá oral prohíbe caminar grandes distancias durante el Shabat, para asegurarse de que la persona no incumpla involuntariamente los preceptos de la Torá escrita. Similarmente, la Torá escrita prohíbe arar en Shabat; la Torá oral prohíbe cargar con palos en Shabat, para asegurarse de que la persona no arrastra el palo por el suelo, y para que esta persona no cometa una acción prohibida. Desarrollo Como resultado de que los rabinos fueron obligados a encarar una nueva realidad, de un judaísmo sin Templo (para servir como centro de estudio y enseñanza) y una Judea sin autonomía, se crearon muchas disputas pertinentes al discurso legal, así, el antiguo sistema de escolaridad oral ya no era sustentable. Es durante este periodo que el discurso rabínico comenzó a ser escrito. La teoría que la destrucción del Templo de Jerusalén y la subsecuente convulsión llevó a la necesidad de grabar, por primera vez, la Torá oral en papel, fue descrita en la Epístola de Sherira Gaon. La Torá oral fue subsecuentemente codificada en la Mishná y en la Guemará, y es interpretada como literatura rabínica, que detalla decisiones rabínicas y escrituras. Esta literatura es predicada sobre la creencia que la Torá no puede ser correctamente entendida sin el recurso oral. Establece que muchos mandamientos y estipulaciones contenidas dentro de la Torá serían difíciles, incluso imposibles, de mantener y obedecer sin la las leyes orales que las definen. Por ejemplo, la prohibición de hacer cualquier "trabajo creativo" (Melajá) en Shabat, la cual no está definida dentro de la Torá. Gran parte de la literatura rabínica está dedicada a especificar qué comportamientos son sancionados por la ley rabínica y talmúdica, este cuerpo de interpretaciones es conocido como la Halajá (el camino). Hasta la ilustración judía, que se originó hacia finales del siglo XVIII, y las subsecuentes divisiones de los judíos asquenazim en diversos grupos religiosos o denominaciones, especialmente en Norteamérica y el mundo anglosajón, la Halajá contaba con un estatus universal de instrucción religiosa. Esta se mantiene como la posición predominante en el judaísmo ortodoxo y en el judaísmo conservador. Por su parte, los judíos reformistas no consideran que la Halajá sea vinculante actualmente. Referencias Early Rabbinic Judaism: Historical Studies in Religion, Literature and Art by Jacob Neusner, p. 1 See, Strack, Hermann, Introduction to the Talmud and Midrash, Jewish Publication Society, 1945. pp. 11–12. "[The Oral Law] was handed down by word of mouth during a long period...The first attempts to write down the traditional matter, there is reason to believe, date from the first half of the second post-Christian century." Strack theorizes that the growth of a Christian canon (the New Testament) was a factor that influenced the rabbis to record the oral law in writing. See, for example, Grayzel, A History of the Jews, Penguin Books, 1984, p. 193. |
Eras rabínicas
Jazal (en hebreo: חז״ל), es un acrónimo de: Jajameinu Zijronam Librajá (en hebreo: חכמינו זכרונם לברכה) (en español: "Nuestros sabios, que su memoria sea bendecida"), se refiere a todos los sabios judíos desde los tiempos de la Mishná, la Tosefta y el Talmud, desde los tiempos del segundo Templo de Jerusalén hasta el siglo vi de la era cristiana.
Los Jazal generalmente se dividen de acuerdo con su época y la escritura principal realizada en esa época:
Soferim ("escribas"): Sabios desde antes de la era de Ezra, el escriba, hasta la era de los Zugot, incluidos los hombres de la Gran Asamblea. Esta era se extiende desde la entrega de la Torá a Moshé Rabeinu en el Monte Horeb, en el desierto del Sinaí, hasta la era de la Halajá (la ley judía), incluidos los tiempos de Simeón el Justo.Zugot: Eran unos sabios de generaciones consecutivas, que vivieron durante un período de alrededor de 100 años hacia el final de la era del segundo Templo de Jerusalén. (142 BCE - ca. 40 BCE).Tanaim: Se refiere a los sabios de la Mishná, que vivieron en la Tierra de Israel hasta el 220 dC. Además de la Mishná, sus escritos fueron preservados en los Midrashim. Las figuras clave entre los Tanaim incluyen a Hilel el Anciano, el Rabino Akiva ben Iosef y Judá el Príncipe.Amoraim: se refiere a los sabios del Talmud que estuvieron activos durante el final de la era de la Mishná, y hasta los tiempos de la finalización del Talmud (220 CE - 500 CE). Los sabios Amoraim estaban activos en dos naciones, Israel y Babilonia. Además del Talmud de Babilonia y el Talmud de Jerusalén, sus escritos fueron preservados en midrashim como el Midrash Rabá.Savoraim: Se refiere a los sabios del Bet Midrash (lugares de estudio de la Torá) en Babilonia, desde el final de la era de los Amoraim (siglo v), hasta el comienzo de la era de los Gueonim (desde el final de la siglo vi o mediados del siglo vii).
Autoridad de los Jazal
Hasta el final de la era de los Savoraim, los Jazal tenían la autoridad para comentar sobre las leyes de la Torá, de acuerdo con los estándares de la hermenéutica talmúdica, requerida por las leyes de Moshé Rabeinu entregadas en el Sinaí (las leyes no escritas que se cree que se dieron al profeta Moisés en el Sinaí), algunas veces incluso examinaban una palabra o una frase, fuera de su sentido llano y ordinario.
Hoy en día en el judaísmo ortodoxo, esta autoridad no está delegada a los sabios de la generación actual, y por lo tanto la Torá no puede ser comentada, en los asuntos relacionados con la Halajá (ley judía), si esta contradice el comentario de los Jazal.
Hasta la mitad de la era de los Tanaim, cuando existía un Sanedrín (un tribunal supremo de la ley judía), los Jazal también tenían la autoridad de decretar restricciones, y de promulgar nuevas regulaciones religiosas, en cualquier asunto que consideraran oportuno, sobre cuestiones que no estaban incluidas en la Torá escrita, o sobre leyes rabínicas que no fueron entregadas a Moshé Rabeinu en el Monte Sinaí.
Mitzvot rabínicas
Estas mitzvot rabínicas ("mandamientos") incluyen la celebración de las fiestas de Purim y Janucá, las leyes relativas a las Melajot, (las actividades no permitidas durante el Shabat), el lavado ritual de las manos (netilat yadaim) antes de comer pan, la construcción de eruvim (perímetro sabático), y la institución del horario actual de los servicios de oración diarios: Shajarit (la oración de la mañana), Minjá (la oración de la tarde) y Arvit (la oración de la noche).
Por curiosidad ¿cuánto costaría ese misal (si se vendiera, claro)?
ResponderEliminar