Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Paula Flores Vargas; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán;
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Bandera de la unión de Noruega y Suecia. |
Unión entre Suecia y Noruega. Reinos Unidos de Suecia y Noruega. Förenade Konungarikena Sverige och Norge. (Sueco.) De forente Kongerikene Norge og Sverige. (Noruego.) |
GRAN SANTIAGO DE CHILE. |
Santiago. |
Santiago, también conocida como Santiago de Chile, es la capital y ciudad principal de Chile y de la Región Metropolitana de Santiago, de la que además es el centro geográfico y cuya población se concentra en su gran mayoría en la ciudad. Situada a orillas del río Mapocho, Santiago fue fundada por el español Pedro de Valdivia, bajo el nombre de Santiago de la Nueva Extremadura en honor al Apóstol Santiago, convirtiéndose así en la capital de la Gobernación de la Nueva Extremadura, en el siglo xvi.
Actualmente es el centro económico y administrativo del país, además de ser la aglomeración urbana más grande del país.
Demografía de Santiago.
De acuerdo con los datos recogidos en el censo de 2017 realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la población que conformaba el área metropolitana de Santiago alcanzaba los 6.257.516 habitantes, equivalente al 35,6 % del total nacional y al 87,98 % del total regional.
En 1.907 había 383.587 habitantes
En 1.940 había 1.010.102
En 1.960 había 2.009.118
En 1.982 había 3.899.619
En 1.992 había 4.729.118
En 2.002 había 5.428.590
Historia
El Gran Santiago, como aglomeración urbana, nace a comienzo de la década del 20, del siglo pasado, con la expansión urbana, en las nuevas comunas rurales alrededor de la ciudad y la comuna ya urbanizado de Santiago de Chile.
Explosión demográfica.
En 1920, Arturo Alessandri Palma asume como Presidente de la República principalmente gracias al voto del proletariado obrero, marginado históricamente de los procesos políticos ocurridos tanto en el país como en la ciudad. A fines de ese año, el censo estimaba una población en Santiago de 507.296 habitantes, lo que equivalía al 13,6% de la población total del país.
Esta cifra, además, representaba un aumento de un 52,47% con respecto al censo de 1907, es decir, un crecimiento anual del 3,3%, casi tres veces más que la cifra a nivel nacional. Gran parte de este crecimiento se debía a la llegada de campesinos desde el sur a trabajar en las fábricas o en los ferrocarriles en construcción.
Sin embargo, este crecimiento se experimentó en la periferia y no en el casco urbano propiamente tal. Diversas razones explican este fenómeno, dentro de las que se encuentra el aumento de las contribuciones en la ciudad, el loteo de los antiguos fundos rurales por las comunas recién formadas a bajo costo y la expansión de los tranvías eléctricos hacia la zona oriente y sur de la ciudad.
Los habitantes del centro de Santiago, principalmente personas de clase media y alta, comenzaron a emigrar hacia el sector de Providencia y Ñuñoa, al oriente de Santiago, alejadas de la ya contaminada urbe y cercana al mundo rural, lo que les permitía abastecerse de productos agrícolas a menor precio.
Muchos inmigrantes europeos, que en la época formaban parte importante de la clase profesional presente en el país, decidieron instalarse en las zonas de la avenida Pedro de Valdivia para estar más cerca de la naturaleza, por lo que comenzaron a abrir diversos clubes deportivos.
Las nuevas propiedades disponibles debido a la partida de sus moradores comenzaron a potenciar y a consolidar al centro de la ciudad como un barrio netamente comercial, en torno al eje de las calles Ahumada, entre la Plaza de Armas y la Alameda, donde surgieron varios centros comerciales denominados "portales".
Durante esta misma época, el centro fundacional se consolidó como el centro administrativo del país. Si bien durante años se había discutido la formación de un centro cívico para la capital, la burocracia del régimen parlamentario impidió el desarrollo de un proyecto arquitectónico definitivo. Sólo con el inicio del Presidencialismo, gracias a Alessandri, el proyecto del Barrio Cívico de Santiago en los alrededores del Palacio de La Moneda comenzaría a tomar forma. Los edificios para diversos ministerios y otros servicios públicos fueron construidos siguiendo la corriente modernista, durante los años 1920, pero el proyecto completo sólo se concretaría entre 1936 y 1946, con la creación del Paseo Bulnes, conectando La Moneda con el nuevo Parque Almagro.
El nuevo Barrio Cívico daría el puntapié definitivo para el comienzo de la construcción de edificios de mediana altura en la ciudad. La modernidad se expandió en la ciudad, con la aparición de los primeros cines, la expansión de la red telefónica y la inauguración del Aeropuerto Los Cerrillos en 1928, entre otros adelantos.
El sector sur de la ciudad comenzó a desarrollarse en los terrenos del llamado Llano de Subercaseaux a lo largo de la Gran Avenida, que conectaba al centro de Santiago con la villa de San Bernardo. El sector de San Miguel comenzó a convertirse en una ciudad dormitorio para los habitantes de la clase media que se alejaba del centro. Aunque tenía un clima más favorable que Ñuñoa, los barrios marginales ubicados junto al Zanjón de la Aguada, donde además se encontraban la Penitenciaría y el Matadero Municipal, actuaron como una barrera que impidió el ingreso de familias más acomodadas al sector. Tanto en San Miguel, como en los barrios de clase media de Providencia y Ñuñoa, las nuevas viviendas correspondían a los bungalows, siguiendo las tendencias de construcción británica con casas de características similares, mientras el surgimiento de diversas organizaciones sindicales permitió la aparición de villas para sus asociados.
La sensación de una era de crecimiento económico, reflejada en los avances tecnológicos y el desarrollo tanto de las clases acomodadas como de la clase media, contrastaba profundamente con las clases sociales más bajas. Joaquín Edwards Bello, a través de obras como El inútil y La chica del Crillón, criticaba fuertemente la disparidad entre la riqueza y la pobreza existentes en Santiago. Aunque durante las primeras dos décadas del siglo, la llegada de inmigrantes campesinos había generado un importante aumento de los barrios pobres en la capital, sería a partir de 1929 que se generaría una explosión demográfica sin precedentes. La Gran Depresión a nivel mundial generó el desplome de la industria salitrera del norte, dejando a 60.000 desempleados, los que sumados a la caída de las exportaciones agrícolas, totalizaron cerca de 300.000 cesantes a nivel nacional.
Las grandes ciudades parecían ser las únicas oportunidades de sobrevivir y Santiago, con su bullente industria, fue el destino preferido de los migrantes. Muchos llegaron sin nada a la ciudad y miles debieron sobrevivir en las calles ante la imposibilidad de arrendar alguna habitación. Las enfermedades comenzaron a expandirse y la tuberculosis cobró la vida de cientos de indigentes; 25,3 de cada 10 000 habitantes de la ciudad morían, siendo la tasa de mortalidad más alta a nivel mundial de esta enfermedad.28 A esto se sumó el desempleo y la baja en los sueldos de los habitantes anteriores de Santiago y el aumento en el costo de la vida en la capital.
La recuperación de la economía se debería al nuevo auge industrial fomentado por la CORFO y la expansión del aparato estatal a partir de fines de los años 1930 y comienzos de los años 1940. En esta época, la aristocracia pierde gran parte del poder que había ostentado durante siglos y es la clase media, compuesta por comerciantes, burócratas y profesionales, la que adquiere el protagonismo de la política nacional. En este contexto, es que la ciudad de Santiago comienza a desarrollarse hacia las masas, mientras las clases acomodadas tienden a refugiarse en los barrios altos de la capital. Los antiguos paseos de la clase adinerada, como el Parque Cousiño y la Alameda de las Delicias, comienzan a perder protagonismo, mientras se abren recintos para el esparcimiento popular, como el Estadio Nacional de Chile en 1938.
Producto de todos estos cambios a la ciudad, la población de Santiago creció a un ritmo acelerado nunca antes visto. En el censo de 1940, la ciudad acumulaba a 952.075 habitantes, en 1952 esta cifra llegó a los 1.350.409 habitantes y el censo de 1960 reflejó la 1.907.378 habitantes.
Principalmente, este crecimiento se reflejó en la urbanización de los sectores rurales de las comunas aledañas al centro, donde se establecieron las familias de clase media y clase baja con viviendas estables. Esto se refleja en el aumento del tamaño ocupado por el área urbana: en 1930 tenía una extensión de 6500 hectáreas, que en 1960 llegaron a las 20.900 y en 1980 llegó a las 38.296.
Aunque la mayoría de las comunas seguían creciendo, pasado mediados de siglo el crecimiento fue explosivo en las comunas más periféricas: Barrancas, al poniente de la Quinta Normal, Conchalí al norte de Recoleta, La Cisterna y La Granja al sur de San Miguel. En el caso de la gente de clases más acomodadas, comenzaron a acercarse al sector precordillerano, hacia los sectores de Las Condes y La Reina.
El centro, por el contrario, perdió habitantes dejando más espacio para el desarrollo del comercio, la banca y las actividades gubernamentales.
Sin embargo, el crecimiento de la ciudad durante el medio siglo anterior había sido completamente desmedido y sin ningún tipo de regulación. Recién en los años 1960 comenzó a existir conciencia de la idea del Gran Santiago y su regulación para el desarrollo conjunto de los habitantes de la capital. En 1958 fue lanzado el Plan intercomunal de Santiago, el cual sería aprobado el jueves 10 de noviembre de 1960 por el Decreto Supremo N.º 2.387.
Este plan incorporaba por primera vez el concepto del Gran Santiago, aceptando la realidad de que la ciudad era más que la comuna central y estableciendo que la amplia autonomía que tenían las comunas periféricas perjudicaba "la natural coordinación que debía existir en una metrópoli que constituye una sola unidad", lo cual había generado una ciudad dentro de la que había espacios que no eran ni claramente rurales ni urbanos. Para ese entonces, las comunas de Santiago, Quinta Normal y San Miguel eran las únicas que tenían urbanizada la totalidad de su superficie, mientras las restantes aún contenían territorios rurales que daban paso a la urbanización de forma irregular.
El plan contenía básicamente tres puntos. El primero correspondía a una regulación del uso urbano, con el fin de mantener espacios naturales y rurales en torno a la capital, fijando una superficie de 21.600 hectáreas para la zona urbana y de 17.000 hectáreas para la suburbana, lo que permitiría una población de hasta 3.260.000 habitantes. El segundo consistía en una reestructuración de las obras viales para mejorar el transporte interno de la capital: se terminó la construcción del Camino de Cintura y se construyó la Avenida Circunvalación Américo Vespucio alrededor de la ciudad.
Además, fue habilitada la Carretera Panamericana o Avenida Norte-Sur, cruzando transversalmente la ciudad en dicho sentido, y se ensancharon las principales avenidas de la ciudad, como la Alameda que para ese entonces ya era la principal ruta de circulación de los automóviles en la capital. Finalmente, el tercer punto estipulaba el traslado de las industrias dispersas a lo largo de todo Santiago en zonas especiales conocidas como "cordones industriales", localizadas principalmente en los ejes del camino a Melipilla por el poniente, Avenida Vicuña Mackenna en el oriente y la Panamericana Norte.
La celebración de la Copa Mundial de Fútbol de 1962 vino a dar un nuevo empuje a las obras de mejoramiento de la ciudad. Gracias a las gestiones del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, se pudieron realizar muchos de los cambios propuestos, dentro de los que destacó la formación del Parque Metropolitano de Santiago en 1966 debido a las remodelaciones en el cerro San Cristóbal, mientras parte de las poblaciones callampas de la ciudad eran erradicadas para dar paso a parques, como en el sector del Zanjón de la Aguada.
El MINVU y sus organismos dependientes gestionaron la construcción de nuevas viviendas, construyendo torres habitacionales destacando la Remodelación San Borja, un conjunto de 20 edificios de altura en el centro de la capital que comenzaron a ser construidos en 1969. En sus cercanías, el gobierno de Salvador Allende ordenó la construcción de un gran edificio para recibir la UNCTAD III en 1972, y que sería posteriormente denominado como Edificio Diego Portales y luego Centro Cultural Gabriela Mistral.
En tanto, en 1967 sería inaugurado el nuevo Aeropuerto Internacional. Luego de años de discusión, en 1969 se daría inicio a la construcción del Metro de Santiago, cuya primera etapa correría bajo la Alameda, entre San Pablo y La Moneda. La construcción del ferrocarril subterráneo sería uno de los hechos más importantes en el desarrollo del transporte urbano, siendo inaugurado en 1975.
A partir de ese momento, el Metro seguiría creciendo y ya a fines de 1978 contaría con dos líneas perpendiculares a lo largo de gran parte de la ciudad. Las telecomunicaciones tendrían además un importante desarrollo, reflejado con la construcción de la Torre Entel, que desde su finalización en 1974 sería uno de los símbolos de la capital al ser la estructura más alta por más de dos décadas.
Tras el golpe de Estado de 1973 y el establecimiento del régimen militar, la planificación urbana de la ciudad no tendría grandes cambios; sin embargo, al entrar a la década de los años 1980, el gobierno adoptó un modelo económico neoliberal. Bajo este sistema, el Estado comenzó rápidamente a abandonar su rol organizador en beneficio del mercado. En esta situación se promulga una modificación en 1979 al plan regulador, que liberalizó el mercado inmobiliario al ampliar el radio urbano a más de 62.000 hectáreas con el fin de hacer descender los valores de la tierra; en la misma época se desarrolla la campaña publicitaria Dale en tu corazón un lugar a Santiago (1980) que buscaba generar conciencia cívica y elevar la moral de los habitantes.
Sin embargo, la crisis económica del año 1982 haría que los valores se mantuvieran o se encarecieran en las zonas urbanas; esto originaría un mayor crecimiento hacia la periferia, principalmente el sector de La Florida, que en el censo de 1992 se convertiría, con más de 300.000 habitantes, en la comuna más habitada de todo el país, y que dejaría a la ciudad con 40.619 hectáreas de extensión hacia comienzos de los años 1990.
En tanto, un terremoto azotaría la ciudad el domingo 3 de marzo de 1985 que, aunque causó escasas víctimas, dejó numerosos damnificados y destruyó numerosas edificaciones de antigüedad.
Durante esos mismos años, la ciudad enfrentó también diversos desbordes del río Mapocho, en 1982 y 1986, y decenas de hogares fueron arrasados luego de un aluvión en el sector de la Quebrada de Macul en el invierno de 1993.
La metrópolis en los inicios del siglo xxi.
Tras el fin de la dictadura militar y el inicio de los gobiernos de la Concertación, la ciudad de Santiago ya sobrepasaba los cuatro millones de habitantes, que habitaban preferentemente en la zona sur: La Florida era seguida en número de habitantes por Puente Alto y Maipú. Durante gran parte de la década de los años 1990 y como producto del crecimiento económico que vivía el país durante esa época, el desarrollo inmobiliario en estas comunas se debió en gran medida a la construcción de conjuntos habitacionales para familias de clase media. Estos conjuntos habitacionales también comenzaron a ser construidos en otras comunas de la periferia, como Quilicura hacia el norte y Peñalolén por el oriente.
El sector nororiente de Santiago vivió otro desarrollo importante. A medida que pasaba el tiempo, la gente de mayores recursos comenzó a avanzar progresivamente hacia la precordillera, aumentando de manera importante la población en Las Condes y dando origen a nuevas comunas como Vitacura y Lo Barnechea. Aunque en décadas anteriores, el eje de Avenida Providencia se había consolidado como un sector comercial de gran importancia, es a partir de fines de los años 80 en que el sector oriente de la ciudad se convierte en un polo de atracción para la construcción de innovadores edificios de oficinas de gran altura.
Las grandes empresas del país comenzaron rápidamente a cambiar sus instalaciones desde el centro tradicional hacia el pujante y moderno centro empresarial que comenzó a ser conocido como Sanhattan. A esto se sumó la instalación de los primeros centros comerciales de magnitud que, con el paso de los años, se expandieron al resto de la ciudad, convirtiéndose en un centro de atracción y entretención para la población.
El progresivo desarrollo del llamado "Barrio Alto" influyó aún más en la crisis que vivía el centro de Santiago, por lo que comenzaron a desarrollarse importantes medidas para revitalizarlo. Las principales calles comerciales se convirtieron en paseos peatonales, como el Paseo Ahumada, y se instituyeron beneficios tributarios para la construcción de edificios residenciales, atrayendo nuevamente a un número importante de habitantes, principalmente adultos jóvenes. Por otro lado, aunque la cantidad de gente bajo la línea de la pobreza bajó, esta no desapareció de la ciudad y generó una fuerte dicotomía entre la pujante urbe globalizada y los barrios marginales dispersos a lo largo de la capital. Ejemplo de ello es la comuna de Huechuraba, en la zona norte de Santiago, en cuyo territorio se encuentran barrios de familias de escasos recursos, un sector de modernas oficinas, y condominios exclusivos en barrios residenciales de clase alta.
A pesar de la marcada división entre estratos sociales presente en la ciudad, a partir de los años 1990 comenzaron a surgir diversos problemas generados por el desordenado crecimiento de la ciudad. Uno de ellos fue la contaminación atmosférica, que alcanzó niveles críticos y perjudiciales para la salud humana, produciendo una capa de smog sobre la ciudad acentuada principalmente en los meses de invierno. Ante ello, se instauraron diversas medidas para regular tanto la contaminación producida por fuentes industriales como por fuentes móviles, introduciendo la restricción vehicular a partir de 1990.
Por otro lado, no existía un sistema de transporte eficiente que pudiera sostener a la ciudad que cada vez era más extensa. Por ello, el Metro de Santiago fue constantemente ampliado, extendiendo las líneas ya existentes y creando tres nuevas entre 1997 y 2006 en el sector suroriente de la ciudad. Hacia 2009, una nueva línea hacia Maipú y una extensión hacia Las Condes dejará al ferrocarril metropolitano con una extensión cercana a los 105 kilómetros.
Aunque a comienzos de los años 1990 se realizó una reestructuración al sistema de buses, esta no logró corregir los problemas existentes, por lo que a comienzos de los años 2000 se diseñó un plan maestro de transportes conocido como Transantiago, el cual enfrentaría una serie de problemas desde su puesta en marcha, el sábado 10 de febrero de 2007.
A medida que entra en el siglo xxi, la ciudad persiste en su acelerado desarrollo. Diversas autopistas urbanas han sido construidas, mientras el Barrio Cívico fue renovado con la creación de la Plaza de la Ciudadanía y se comienza la construcción de la Ciudad Parque Bicentenario con el fin de conmemorar el bicentenario de la República. Además, el desarrollo de edificios de altura en la zona oriente ha continuado, el cual culmina con la apertura de los rascacielos Titanium La Portada y Gran Torre Santiago en el complejo inmobiliario Costanera Center. Sin embargo, el efecto del terremoto del 27 de febrero de 2010 que azotó a Santiago, podría generar un impacto en el crecimiento en altura, pues aunque los principales daños ocurrieron en edificios antiguos, algunos de corta data también quedaron inutilizables.
En el año 2018 y 2019 se inauguran las líneas 3 y 6 del Metro de Santiago respectivamente, agregando 38 km a la red. Se espera que para la próxima década se inauguren 3 nuevas líneas y varias extensiones.
En el contexto del estallido social de 2019 se realizaron violentas manifestaciones que incluyeron incendios y destrozos afectando severamente al Metro de Santiago, así como también infraestructura del mobiliario urbano público y privado además del comercio.
Otro fenómeno importante a comienzo del siglo XXI es la emigración extranjera, por primera vez en la historia del país, hay una emigración grande y importante de latinoamericanos a la área metropolitana de Santiago, ocupando las comunas centrales de la urbe. También han llegado una importante población asiática, principalmente de China.
Otra innovación importante es del trasporte urbano, como son los proyectos de la construcción de las lineas 7°, 8°, y 9° del metro de Santiago, que va favorecer trasporte interno de ciudad; y los trenes de cercanía de Melipilla a Batuco, que va conectar la conurbación santiaguina con sus comunas satélites.
Anexo.
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