Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón (Madrid, 17 de julio de 1998), más conocido como simplemente “Froilán”, es el hijo primogénito de la infanta Elena de Borbón y Grecia, duquesa de Lugo y Jaime de Marichalar y Sáenz de Tejada, Caballero Divisero Hijodalgo del Ilustre Solar de Tejada. Por vía materna es nieto de los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, y sobrino del actual rey de España Felipe VI. Por vía paterna es nieto de Amalio de Marichalar y Bruguera, VIII conde de Ripalda y Concepción Sáenz de Tejada, Dama Divisera Hijadalgo del Ilustre Solar de Tejada. |
Victoria Federica de Todos los Santos de Marichalar y Borbón (Madrid, 9 de septiembre de 2000) es la segunda hija de la infanta Elena de Borbón y Grecia (duquesa de Lugo) y Jaime de Marichalar y Sáenz de Tejada (Caballero Divisero Hijodalgo del Ilustre Solar de Tejada). Por vía materna es nieta de los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, y sobrina del actual rey de España Felipe VI. Por vía paterna es nieta de Amalio de Marichalar y Bruguera, viii conde de Ripalda y de Concepción Sáenz de Tejada, Dama Divisera Hijadalgo del Ilustre Solar de Tejada |
El condado de Ripalda es un título nobiliario español creado el 23 de marzo de 1724 por el rey Luis I a favor de Esteban Joaquín Ripalda y Marichalar. Su denominación hace referencia al apellido del receptor de la merced.
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María de la Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla (Logroño, La Rioja, 3 de enero de 1929 - Madrid, 13 de marzo de 2014) fue una noble española, condesa viuda de Ripalda y Dama Divisera Hijadalgo del Ilustre Solar de Tejada. Biografía Fue hija de Ignacio Sáenz de Tejada y Gil (Torrecilla en Cameros, La Rioja, 1889-1977) y de Matilde Fernández de Bobadilla y Echarri (Lardero, La Rioja, 1891-1937). Contrajo matrimonio con Amalio de Marichalar y Bruguera, VIII conde de Ripalda, en el pueblo natal de su padre, Torrecilla en Cameros, el 25 de julio de 1957. El matrimonio tuvo 6 hijos: Amalio Joaquín de Marichalar y Sáenz de Tejada, IX conde de Ripalda (Madrid, 13 de agosto de 1958, casado con Amalia de Corral y Rosillo. Ana de Marichalar y Sáenz de Tejada (Soria, 26 de septiembre de 1959), casada con Luis Coronel de Palma y Martínez de Agulló el 16 de septiembre de 1989. Álvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada (Pamplona, 25 de abril de 1961), casado con Ekhateryna Anikieva el 25 de septiembre de 2010 y separados en 2014. Jaime de Marichalar y Sáenz de Tejada (Pamplona, 7 de abril de 1963), casado con la infanta Elena de Borbón y Grecia (duquesa de Lugo) el 18 de marzo de 1995 y divorciados en 2009. Luis María de Marichalar y Sáenz de Tejada (13 de febrero de 1965), casado con María Belén Fonollá y Gil Ignacio de Marichalar y Sáenz de Tejada (27 de septiembre de 1967), casado con María Fernanda de Fontcuberta y de la Peña]. Fue la madrina de bautismo de su nieto, también nieto mayor de los reyes de España, Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón. Falleció el 13 de marzo de 2014 en Madrid con 85 años de edad. |
El señorío del Solar de Tejada es una institución jurídica nobiliaria que hace referencia al señorío territorial ubicado en la Sierra de Cameros, concedido en el año de 844 por Ramiro I, rey de Asturias y de León, a favor de Sancho Fernández de Tejada, señor de la Casa Cadina, maestre de campo y general en la legendaria batalla de Clavijo, en la sierra de Cameros, en La Rioja. Constituye en la actualidad uno de los últimos vestigios de los señoríos castellanos de behetría de linaje o divisa, el único de dos que permanecen desde el siglo IX. Es un señorío hermano del Solar de Valdeosera, estando su reconocimiento reflejado en sus concesiones reales. El señorío de Tejada no se vio afectado por los decretos de abolición de los señoríos por tener la consideración de señorío territorial, divisa y condominio solariego, siendo un título nobiliario español, tal y como aparece inscrito en la Guía de Grandezas y Títulos del Reino de 1958 del Ministerio de Justicia. La Antigua, Noble, Ilustre Villa y Casa Solar Infanzona de Tejada goza de cuantas gracias, mercedes, privilegios, exenciones, inmunidades, fueros y privilegios estén hoy en vigor, de las que fueron concedidas, reconocidas o confirmadas por todos los Señores Reyes de León, Castilla y España desde el rey Ramiro I, así como en particular, el derecho a usar el Escudo de Armas del Solar que se describe en la Real Cédula de Enrique IV de Castilla, dada en Valladolid en 10 de septiembre de 1460, siendo ratificada en el Real de la Vega de Granada por los Reyes Católicos en 8 de julio de 1491 y por los demás Reales Sucesores y Jefes de Estado, y confirmada por S.M. don Juan Carlos I mediante Real Orden de 18 de febrero de 1981. Resultando el único reconocimiento contemporáneo por parte de los poderes públicos españoles de la nobleza de sangre o hidalguía. Historia. Otorgado como reconocimiento en 844 por el rey Ramiro I de Asturias a Sancho Fernández de Tejada, general en la mítica Batalla de Clavijo acaecida, según la leyenda, en mayo del 844. Este premio, que se otorgó a Sancho y sus trece hijos, suponía una serie de privilegios de hidalguía para ellos y sus descendientes, entre otros el uso de un escudo heráldico y también la vigilancia del recién creado Camino de Santiago desde sus castillos de Viguera y Clavijo. Aunque durante mucho tiempo se creyó que había sido constituido según el derecho germánico, estudios posteriores acreditan ser su esencia jurídica eminentemente castellana pues sus orígenes se encuentran muy cercanos, si no son un ejemplo paradigmático, de los antiguos señoríos de behetría. Original y singular forma de la historia señorial de Castilla en que tanto los hombres como las mujeres tenían derecho a recibir en herencia la cuota que les correspondiera y en el que se solapaban propiedad y jurisdicción en varios niveles señoriales. Según la leyenda el rey Ramiro I de Asturias y León concedió un señorío en proindiviso para los descendientes, sin distinción entre varones y hembras, de los trece hijos que tuvo dicho Sancho de Tejada con su mujer Nuña Gundemara de la casa de Toral. Siete hijos se asentaron en el Solar de Tejada —entendido el término solar, como la casa más antigua de un linaje—, otros cinco volvieron con su padre a sus tierras de origen y el menor junto a doce caballeros galicianos constituyeron el hermano Solar de Valdeosera, con el que comparte historia y escudo. El territorio jurisdiccional original del Solar de Tejada, en Tierra de Camero Viejo en el término de Laguna de Cameros (Rioja), amplísimo en su origen, fue reduciéndose por distintas circunstancias hasta las 550 hectáreas con que cuenta en la actualidad y que continúa como propiedad indivisa de sus "Señores Diviseros" junto a la antigua Casa Cadina. Se trata de uno de los pocos señoríos que sobrevivieron a los avatares del siglo XIX y a la abolición de los mismos que promulgó la Constitución de Cádiz en 1812, adaptándose a las circunstancias y olvidando arcaicos derechos jurisdiccionales, pero manteniendo su identidad y arraigo en la zona, así como sus tradiciones, finca y su singular privilegio de hidalguía. Los privilegios de nobleza y uso de armas concedidos en un principio a sus señores han sido confirmados por todos los reyes de España hasta nuestros días y como tal el Solar de Tejada figura inscrito en el epígrafe de "Señoríos y otras dignidades" de la Guía Oficial de Grandezas y Títulos Nobiliarios que periódicamente publica el Ministerio de Justicia español.
Divisas. Los diviseros se inscriben en 7 divisas. Para su proceso de "asentamiento", un nuevo divisero, debe acreditar, mediante pruebas documentales fehacientes, la descendencia de diviseros previamente inscritos en el Solar y su registro genealógico, siendo este proceso supervisado y verificado por la Junta de Probanza, que emitirá un juicio y procederá o no a su inscripción en los libros de asentamientos que se conservan desde el siglo XVI hasta nuestros días. De acuerdo con la Real Cédula de Enrique IV de Castilla, se consideran válidas tanto las líneas de varón como de mujer, lo que ha propiciado la expansión de los descendientes por todo el mundo. Este archivo genealógico, ininterrumpido desde 1569 supone un tesoro histórico incomparable que atestigua la relación de una gran familia; los apuntes de asentamiento se anotan en los libros de archivo una vez verificado en los centenarios libros becerros. Archivo. El Antiguo e Ilustre Solar de Tejada dispone de un importante fondo histórico compuesto por las diferentes concesiones reales desde la concedida por los Reyes Católicos en la vega de Granada en 1491 hasta las actuales, diversa correspondencia y los Libros Becerros. Tradicionalmente esta documentación se aseguraba en un archivo en la propia Casa Cadina dentro de la finca del solar. Se mantiene la tradición de los custodios de las llaves del archivo o claveros, se trata de seis diviseros, uno por cada pueblo limítrofe, que guarda una vieja llave necesaria para la apertura del candado del archivo. Esto obliga a que para abrir el archivo deban estar presentes todos los claveros con sus respectivas llaves y que las utilicen en un orden y posición precisos. Ayuntamiento del Antiguo e Ilustre Solar de Tejada Presidido por su Alcalde, asistido por el Canciller, así como por dos diputados y un clavero (custodio de una de las llaves centenarias que deben reunirse para abrir el Archivo) por cada una de las siguientes villas: Laguna de Cameros, Cabezón de Cameros, Jalón de Cameros, Muro de Cameros, Almarza de Cameros y Pinillos de Cameros. El señorío se encuentra gobernado por la Junta de caballeros y dueñas hijosdalgo propietarios del mismo. Todos los años, el primer domingo de octubre se reúnen en la casa solar donde se tratan asuntos de interés, como el arrendamiento de los pastos, subasta de las suertes anuales de leña y otros rendimientos de índole agrícola tradicionalmente explotados en el señorío. En la Junta anual, respetando un antiguo ceremonial, se da asiento a los nuevos señores y damas hijosdalgo, tras haber demostrado su entronque con quien ya fue recibido en los seculares libros de becerro. En enero de 2015, el Boletín Oficial del Estado, publicó la declaración del Señorío del Ilustre Solar de Tejada y su Junta de Caballeros y Damas Hijosdalgo como Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial. |
Apellido de Marichalar. Marichelar, Maritxalar, Maritxelar. Apellido vasco en Lesaka, extendido a otros lugares de Navarra. Una rama pasó a Berastegi (Gipuzkoa) y otra a Soria. Linaje navarro, antiguo y noble, con solar en la villa de Lesaca, del partido de Pamplona. Sus caballeros tuvieron voto en las Cortes de Navarra, desempeñaron elevados cargos y pertenecieron a Ordenes Militares. Pasaron a Berástegui (Guipúzcoa) y a Soria. Por Real carta de sucesión de 31 de Mayo de 1859, sucedió en el título de Marqués de Montesa, creando en 1712, Román M. y San Clemente, al que sucedió su hermano Amalio M. y San Clemente, por otra Real carta de 6 de Diciembre de 1860. Ese mismo título lo heredó el 7 de Agosto de 1887, Pedro M. y Monreal, esposo de doña Paula Rodríguez y Codes. En esta misma familia de M., recayó el título de Vizconde de Eza, creado en 1711, que ostentaba desde 1900 Luis de M. y Monreal, ex Ministro de diversos departamentos y miembro de varias Academias, casado con doña Encarnación Brugrera y Molinuevo. Con sucesión. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia M., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento lobo indica la participación de esta familia en un hecho que se podría traducir como la victoria sobre el mal y como el de protector de pastores. Los esmaltes del arma de los M. pregonan los siguientes valores: el Oro es el símbolo del Sol, origen de la vida, sus características espirituales corresponden a la fé, clemencia, templanza, caridad y justicia, por otra parte dicho esmalte señala a la familia con la felicidad, el amor, la nobleza y el esplendor, es decir, es el más noble de los metales. Obligaciones del portador es hacer bien a los pobres y defender a su patria. |
Pedro Marichalar Fecha de nacimiento: hacia 1530 Lugar de Nacimiento: Lesaca (Navarra) Miguel Marichalar Zabaleta Fecha de nacimiento: estimado entre 1540 y 1582 Lugar de Nacimiento: Lesaca (Navarra) Fermín Marichalar Arano Fecha de nacimiento: 1583 Lugar de Nacimiento: Lesaka, Navarra, (España) Esteban Fermín Marichalar Eslava Fecha de nacimiento: estimado entre 1588 y 1648 Lugar de Nacimiento: Lesaka, Navarra (España) Defunción: 1684 Francisco Antonio Marichalar Avellaneda Fecha de nacimiento: estimado entre 1614 y 1674 Francisco Andrés Marichalar Isaba Fecha de nacimiento: 1679 Joaquín Hipólito Marichalar Velázquez Fecha de nacimiento: 1713 Tomás Clemente Marichalar y Martínez de Peralta Fecha de nacimiento: 1738 Lugar de Nacimiento: Peralta, Navarra, España |
Francisco Tomás Marichalar Acedo, Señor de Zayas y Bascones Fecha de nacimiento: hacia 09 de noviembre de 1768 Lugar de Nacimiento: Peralta, Navarra, España Defunción: 1821 (48-57) |
Marichalar San Clemente, Amalio. Marqués de Montesa (VIII). Alcalá de Henares (Madrid), 10.VII.1817 – Madrid, 1877. Político. Su padre fue perseguido en 1814 por sus convicciones políticas. Su hijo Luis Marichalar y Monreal, vizconde de Eza, fue ministro en varias ocasiones, alcalde de Madrid, miembro de varias academias y autor de numerosos libros; ocupaba la cartera de Guerra cuando se produjo el Desastre de Annual. Inició su formación en los escolapios de Zaragoza, en cuya Universidad se licenció en Derecho. Terminada su formación, pasó a Madrid a ejercer la abogacía, iniciándose en el bufete de un compatriota, José María Monreal, con cuya hija se casó. En 1854 publicó un proyecto de Constitución con mezcla de influencias moderadas y progresistas: ausencia de libertad de cultos y libertad absoluta de imprenta; sistema bicameral, con Senado no electivo compuesto de miembros vitalicios y renovables mediante sorteo; Monarca con iniciativa legislativa; milicia nacional, etc., y en el que no se hacía ninguna mención a los particularismos forales. Fue elegido diputado en diversas ocasiones y en representación de diversos territorios: 1860 (Priedrahita, Ávila) a cuyo escaño renunció durante la legislatura; en la misma legislatura fue nombrado por Arenas de San Pedro (Ávila); en 1863 fue elegido por el distrito de Tafalla en sustitución de Nazario Carriquirri, que había sido nombrado senador. En 1876 fue elegido senador por Navarra. En 1864 pagaba las rentas de sus propiedades en Peralta, que ascendían a 22.027 reales. En 1876 figuraba en la lista de los cincuenta mayores contribuyentes de Navarra. Tenía además diversas posesiones en Soria. Obras de ~: Proyecto de Constitución, por D. Amalio Marichalar, Licenciado en Derecho Civil y miembro del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, Madrid, Imprenta de Tejado, 1854; con C. Manrique, Historia de la legislación y Recitaciones del Derecho Civil de España, Madrid, Imprenta Nacional, 1861-1872, 9 vols.; con C. Manrique, Historia de la legislación y recitaciones del Derecho Civil de España. Fuero de Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa y Alava, Madrid, Gasset, Loma y Cía., 1868 (ed. facs. en: San Sebatián, Auñamendi, 1980); La legitimidad según el absolutismo y el libro de D. Emilio Arjona, Madrid, Imprenta T. Fortanet, 1875; con C. Manrique, Recitaciones del Derecho Civil de España. Segunda parte de la obra Historia de la legislación, Madrid, Reus, 1915-1921, 4 vols. Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0299-01; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 42 n.º 5, 48 n.º 8. VV. AA., Diccionario biográfico de los Parlamentarios de Vasconia (1808-1876), Vitoria-Gazteiz, Eusko Legebiltzarra-Parlamento Vasco, 1993, V. Herrero Mediavilla (dir.), Archivo Biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, Múnich, KG Saur, 1999, I 559, 92. |
Marichalar y Monreal, Luis de. Vizconde de Eza (VII). Madrid, 27.I.1873 – 27.XII.1945. Político, estadista, sociólogo y agrarista, diputado. Nació en Madrid en una familia noble y acomodada; por parte de su padre, Amalio Marichalar y San Clemente, marqués de Montesa, ilustre abogado, descendía de uno de los Doce Linajes nobiliarios de Soria, el de los Chancilleres, Fieles de la Tierra desde mediados del siglo XIV. Sus abuelos fueron distinguidos juristas, diputados y académicos: Amalio Marichalar y José María Monreal Brun. Cursó el bachillerato y Derecho con las máximas calificaciones y obtuvo el doctorado en 1895, llegando a dominar desde muy temprana edad el francés y el inglés. Casó con Encarnación Bruguera y Molinero, dama madrileña de elevada posición social, con la que tuvo una numerosa familia. Luis se inició en la política de la mano de Ramón Benito Aceña, cabeza del partido conservador de Soria, del que a partir de 1899 fue su secretario. Muy joven entró en la órbita de Azcárate y de Moret, y colaboró en los Círculos Católicos Obreros del padre Vicent (SJ) y apoyó, en 1889, al obispo de Madrid- Alcalá Ciriaco María Sánchez en la celebración del primer Congreso Católico Nacional. Defensor de las orientaciones sociales de la encíclica del papa León XIII De Rerum Novarum, Eza participó en la creación de la Acción Católica Española. Diputado por Soria, secretario de la Comisión de Trabajo de las Cortes, en Eza influyeron Benito Aceña, Silvela, y sus amigos Dato, Moret, Azcárate, Lema y Canalejas, y, desde aquel puesto, impulsó la puesta al día de la legislación de trabajo; desde su creación, en 1903, con Azcárate formó parte del Instituto de Reformas Sociales, fue vocal y vicepresidente durante muchos años, y hasta que finalmente Eza le sucedió como presidente. Aportación importante, en opinión de Flores de Lemus, a la economía nacional fueron los trabajos de Marichalar sobre el cálculo de la renta nacional. Eza desempeñó un papel importante en la remodelación del Instituto y en la creación de instituciones básicas, como la Inspección de Trabajo en 1906, donde apoyó al general Marvá, y como el trascendente Instituto Nacional de Previsión. En la etapa activa de Eza en el Instituto se promulgaron disposiciones importantes, como la Ley de Accidentes de Trabajo, y su posterior extensión, obra de Eza, a la agricultura, y las Leyes de Contratos de Trabajo, sobre Arbitraje y Jurados, sobre el trabajo nocturno, sobre la jornada laboral, etc.; ya Eza, como presidente del Instituto, dirigió la misión española a la primera Conferencia Internacional del Trabajo de Nueva York. Otras responsabilidades políticas de Eza fueron la de director general de Agricultura (1907), impulsando la racionalización de los cultivos y el crédito agrícola, la de alcalde de Madrid (1913-1914), destacando su política de beneficencia y seguridad en el trabajo de los estratos sociales más modestos. Fue ministro de Fomento (1917) y ministro de la Guerra (1920-1921), ambos ministerios en Gabinetes presididos por Eduardo Dato. Fue presidente de la Asociación de Agricultores de España, de la Asociación de Ganaderos del Reino, miembro de la Junta Central de Colonización, de la Asociación para el Progreso Social, presidente de la Asociación española para el Progreso de las Ciencias, de la Asociación de la lucha contra el paro... y delegado permanente de España en la Organización Internacional del Trabajo. En su breve etapa como ministro de Fomento, entre sus realizaciones están la creación del Consorcio Nacional Carbonero, que, en opinión de Velarde Fuertes, “sólo esta obra justificaría el actuar ministerial de Eza”; la racionalización del transporte ferroviario y del marítimo, la reactivación de la red de pósitos de cereales, la impulsión de la Caja de Crédito Agrícola, las Conferencias para afrontar los Seguros Sociales —de invalidez, del paro involuntario, de maternidad, de vejez...—, el apoyo resuelto a la catalogación y ordenación de los montes, la elaboración del plan estadístico general de los sectores, obras públicas, agricultura... para determinar la incidencia de la Primera Guerra Mundial sobre la producción, el apoyo al asociacionismo agrario y a la concentración parcelaria, la modernización de la enseñanza profesional agropecuaria, granjas escuelas, centros de capacitación. Como ministro de la Guerra (desde mayo de 1920 hasta agosto de 1921) sus principales realizaciones fueron la regulación de la cartografía militar, de las comisiones geográficas y del Depósito de la Guerra del cuerpo de Estado Mayor, de la aeronáutica militar, reorganizó los Cuerpos de la Guardia Civil y de Carabineros, el servicio militar de ferrocarriles... Además fomentó las nuevas técnicas en el Ejército como la estadística, la catalogación, la metrología..., becando los estudios en el extranjero en metalurgia, óptica, etc. Impulsó la lucha contra el analfabetismo de las clases de tropa del Ejército, dignificó el estatus de los sargentos, activando para ellos las academias regimentales, reorganizó la cría caballar, el cuerpo de veterinaria militar, mejoró las condiciones de vida en los cuarteles, y promovió la construcción de pabellones y casas militares, y los montepíos de previsión también para los estamentos más modestos del Ejército, incluido el personal civil de éste, así como atendió a la mejora de económica de las viudas y huérfanos, su gran preocupación. El tema de Marruecos fue, desde su toma de posesión y de su inmediato viaje allí, el centro de sus ocupaciones. Él quería aumentar allí el voluntariado, y así, por Real Decreto de 31 de agosto de 1920, y órdenes ministeriales de desarrollo, pactadas los ministros de Hacienda y Estado, Domínguez Pascual y marqués de Lema, el vizconde de Eza creó el Tercio de Extranjeros, la conocida Legión, a fin de ahorrar vidas de los soldados del reemplazo en la impopular guerra. Y fue Eza quien designó como jefe de la Legión, por consejo del general Berenguer, teniente alto comisario, al teniente coronel Millán-Astray. La acción política apoyada por Eza en el Protectorado fue muy valorada en las áreas de sanidad, comunicaciones, fomento... Bajo su ministerio, sucedió el terrible Desastre de Annual y el derrumbamiento de la Comandancia de Melilla al mando del general Fernández- Silvestre, que llevó el dolor a miles de hogares españoles que perdieron allí a sus hijos; las situaciones heredadas desde lustros anteriores, desembocaron en aquel desastre, y a Eza, que nombró al general Picasso como juez instructor de los sucesos, tras sus intervenciones en el Congreso y en el Senado, se le declaró exento de toda responsabilidad política. Desde 1919 Eza fue académico numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y también correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, de varias Sociedades Económicas de Amigos del País, director de las Semanas Sociales de España, delegado regio para los Pósitos, consejero del Instituto Nacional de Previsión, de la Asociación Española de Derecho Internacional, presidente del Patronato de Escuelas Sociales de España. Rechazó la dictadura de Primo de Rivera, que le ofreció un alto cargo, y se retiró a su actividad como escritor y conferenciante hasta su muerte en 1945, y reposa en la iglesia románica de Santo Domingo de Soria, provincia a la que dedicó sus mejores afanes. La presencia dinámica de Luis Marichalar en “su vetusta y querida Soria” fue continua a lo largo de cuatro décadas, y como “Gran Señor Social” que fue, dio su apoyo a toda actividad cultural, benéfica, deportiva, empresarial, en favor de los sorianos. Obras de ~: La cooperación agrícola. Su exención fiscal, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1904; El riesgo profesional en la agricultura, Madrid, Imprenta y Sucesora de M. Minuesa de los Ríos, 1906; La organización económica nacional, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1919; Mi responsabilidad en el desastre de Melilla como Ministro de la Guerra, Madrid, Imprenta del Colegio de María Cristina, 1923; La Ética como programa político, Madrid, Viuda e Hijos de Jaime Matas, 1925; El problema del crédito agrícola, Madrid, 1925; El solar español, Madrid, Ruiz Hermanos, 1926; La tierra y la política en Inglaterra, Madrid, Imprenta de los Sobrinos de la Sucesora de M. Minuesa de los Ríos, 1932; La agonía del comunismo, Madrid, Imprenta de los Sobrinos de la Sucesora de M. Minuesa de los Ríos, 1932; La propiedad privada y sus deberes, Madrid, 1934; Agrarismo, Madrid, C. Bermejo, 1936; Piedras miliarias, Madrid, C. Bermejo, 1943; Sociología y Legislación, Madrid, C. Bermejo, 1944. Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 113 n.º 41, 115 n.º 41, 117 n.º 41, 119 n.º 41, 121 n.º 41, 123 n.º 41, 125 n.º 41, 127 n.º 41, 129 n.º 41, 131 n.º 41, 133 n.º 41 y 135 n.º 41. A. Martínez Campos, Melilla 1921, Ciudad Real, Publicaciones de “El Pueblo Manchego”, 1922; D. Berenguer Fusté, conde de Xauen, Campañas en el Rif y Yebala, 1921- 1922, Madrid, Sucesores de R. Velasco, 1923; Conde de Romanones, Las responsabilidades del antiguo régimen (1875- 1923), Madrid, Librería Renacimiento, 1926; Marqués de Lema, De la Revolución a la Restauración, Madrid, Voluntad, 1927; P. Sangro y Ros de Olano et al., Antología de las Obras del Excmo. Sr. Vizconde de Eza, Madrid, Escuela Social, 1948; M. Fernández Almagro, Historia política de la España Contemporánea, Madrid, Pegaso, 1956; N. Alcalá-Zamora, Memorias, Barcelona, Planeta, 1977; M. Artola Gallego, Partidos y programas políticos, 1808-1936, Madrid, Aguilar, 1977; J. Busquets Bragulat, El militar de carera en España, Barcelona, Ariel, 1984; J. A. Pérez-Rioja (dir.), Historia de Soria, Soria, Centro de Estudios Sorianos-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1985; F. Cambó y Batllé, Memorias (1876-1936), Madrid, Alianza, 1987; P. Carasa (dir.), E. Berzal de la Rosa et al., Elites castellanas de la Restauración, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1997; J. Pando Despierto, Historia secreta de Annual, Madrid, Temas de Hoy, 1999; C. Seco Serrano et al., Alfonso XIII en el centenario de su reinado, Madrid, Real Academia de la Historia, 2002; A. Calama y Rosellón, “El Diputado soriano Vizconde de Eza, Don Luis Marichalar y Monreal (1873-1945), Ministro de la Guerra”, en Celtiberia (Soria, Centro de Estudios Sorianos), 97 (2003), págs. 246-363. |
Marichalar y Bruguera, Amalio de. Conde de Ripalda (VIII). Madrid, 13.V.1912 – 26.XII.1978. Militar y empresario agropecuario soriano. Nació en el seno de una familia de la nobleza, hijo de Luis de Marichalar y Monreal, diputado a Cortes por Soria, alcalde de Madrid y ministro de Alfonso XIII, y de María Encarnación Bruguera y Molinuelo, vizcondes de Eza. Con una situación socioeconómica elevada, la familia, desde unas profundas creencias cristianas, tuvo siempre una constante preocupación social por los más modestos. Amalio de Marichalar pasó su infancia y adolescencia en Madrid, y como otros miembros de su numerosa familia, estudió en el colegio madrileño de Areneros de los padres jesuitas. Cursó en la Universidad Católica belga de Lovaina, donde se graduó como ingeniero agrónomo en 1935. Participó en la Guerra Civil de 1936-1939, como oficial de Complemento de Artillería al mando de unidades tipo Sección y Batería de Campaña en diversos frentes. Finalizada la contienda, estudió en la Academia de Artillería de Segovia y tras recibir el despacho de oficial, desempeñó distintos destinos en unidades en la isla de Lanzarote, en Grañén y Monzón, en Murcia y Barcelona. Pasó voluntariamente a la reserva y fue ascendido a comandante honorífico. A partir de este momento, se dedicó a su gran pasión, la agricultura y la ganadería, como ingeniero agrónomo. Casó con Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla y tuvieron seis hijos; uno de ellos, Jaime, casó en 1995 con S. A. R. la Infanta Doña Elena, matrimonio del que nacieron dos hijos: Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Empresario con perfil innovador, incorporó las más modernas técnicas agrícolas y ganaderas implantadas ya en otros países europeos y es de destacar su tesón para aclimatar en España razas bovinas, como la Shorthorn y Angus, que transformaron el escenario ganadero provincial soriano. Asimismo, experimentó en razas autóctonas ovinas, como la ojalada soriana. También fomentó en agricultura y ganadería el espíritu cooperativista en la línea de las reformas económicas y sociales que había impulsado su padre el vizconde de Eza —que fue modelo para su vida—, a fin de facilitar la comercialización de la lana a partir de la creación de canales mayoristas desde su recogida y tratamiento, controlando su calidad en todo el proceso. En el área agrícola, impulsó la llegada de nuevas semillas cerealistas y forrajeras, sobre todo las resistentes a zonas frías e incorporó la última maquinaria del mercado, que experimentó en su finca de Garrejo (Soria). Fue precursor en la provincia de nuevos cultivos, como la remolacha azucarera, el maíz forrajero, el girasol y la fresa, animando a los agricultores a diversificar los cultivos en función de los productos que demandaban los mercados. Fue creador y primer presidente de la Asamblea Soriana de la Cruz Roja Española, que impulsó con gran dedicación y la abrió a tareas de asistencia comunitaria, aumentando la base social de apoyo con numerosos voluntarios y colaboradores. Apoyó a las clases más modestas y a empresas culturales y deportivas sorianas y puso su magnífica biblioteca y su archivo a disposición de los investigadores. Recibió entre otras condecoraciones: la Cruz de la Orden del Mérito Militar, la Cruz de Guerra, Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Medalla de Oro de la Cruz Roja. Obras de ~: Iglesia románica de Santo Domingo (antigua parroquia de Santo Tomé): arte e historia, Madrid, Clemares, 1972. Bibl.: J. A. Pérez-Rioja, Diccionario Biográfico de Soria, Salamanca, Caja Duero, 1998; A. Calama y Rosellón, “El Diputado soriano Don Luis Marichalar y Monreal (1873-1945), Ministro de Fomento”, en Celtiberia (Soria, Centro de Estudios Sorianos), n.º 100 (2006). |
De oro, un roble verde, terrasado de lo mismo, y un lobo de su color natural, andante, atravesado al tronco. Cuartelado con: Campo de plata un águila [bicéfala] de sable, orla de sangre cargada de ocho castillos de oro. Escusón: Campo de oro, tres fajas de gules y cargado de tres flores de lis de azur bien colocadas, dos en la primera pieza y una en la segunda; |
Itsukushima Shrine. |
María Josefa Amalia de Sajonia. Maria Josepha von Sachsen (Dresde, 6 de diciembre de 1803 - Aranjuez, 18 de mayo de 1829) (Nombre completo : María Josefa Amalia Beatriz Javiera Vincentia Aloysía Francisca de Paula Francisca de Chantal Ana Apolonia Johanna Nepomucena Walburga Teresa Ambrosia ) fue reina consorte de España y tercera esposa de Fernando VII. Biografía de Real Academia de Historia. María Josefa Amalia de Sajonia. Dresde (Alemania), 7.XII.1803 – Aranjuez (Madrid), 17.V.1829. Reina de España. Hija menor de Maximiliano, príncipe elector de Sajonia, y de Carolina de Borbón Parma, quedó huérfana de madre cuando sólo contaba con tres meses de edad. Desde los cinco años permaneció en un colegio de religiosas de su ciudad natal, hasta que el marqués de Cerralbo, tras la muerte de la reina Isabel de Braganza, concertó su matrimonio con Fernando VII, rey de España. Los esponsales se firmaron en Dresde el 28 de septiembre de 1819 y se ratificaron en Madrid el 20 de octubre del mismo año. Bella, culta y delicada, María Josefa despertó la pasión de su esposo, pero la falta de información y su exacerbada religiosidad la llevaron a negarse a consumar el matrimonio hasta que el papa León XII la conminó a hacerlo. Superadas las dificultades iniciales, el Rey llegó a sentir un afecto sincero por su esposa, con quien compartió los acontecimientos del Trienio Liberal y los primeros años de la Década Moderada, si bien María Josefa se mantuvo en todo momento alejada de la escena política, refugiada en las obras de caridad y en las poesías que, impregnadas de ingenua religiosidad, escribía regularmente bajo la supervisión del poeta Juan Bautista Arriaza. La manifiesta incapacidad de la Reina para quedar embarazada desplazó hasta palacio a numerosos facultativos, entre los que no faltó algún curandero, y la obligó a viajar hasta los balnearios de Sacedón (Guadalajara) y Solán de Cabras (Cuenca), cuyas aguas se creía que estimulaban la fertilidad. Todo esfuerzo resultó inútil y la Soberana murió sin descendencia, a causa de unas fiebres repentinas, cuando sólo contaba con veinticinco años de edad. Obras de ~: Odas y poemas de S. M. la Reyna Doña Josefa Amalia, Madrid, Imprenta de Martín, 1826. Bibl.: E. Bayo, Historia de la vida y reinado de Fernando VII de España, Madrid, Imprenta de M. Repullés, 1842; W. Ramírez de Villa-Urrutia, marqués de Villa-Urrutia, Las mujeres de Fernando VII, Madrid, Librería Beltrán, 1925; J. Balansó, “Las cuatro mujeres de Fernando VII”, en Historia y Vida, 106 (1977), págs. 12-18; V. de Cadenas y Vicent, Jornada de Fernando VII y de Josefa Amalia de Sajonia en los Reales Baños de Solán de Cabras en busca del deseado sucesor, Madrid, Hidalguía, 1984; P. Voltes Bou, Fernando VII. Vida y reinado, Barcelona, Juventud, 1985; E. Junceda, Ginecología y vida íntima de las Reinas de España (II), Madrid, Temas de Hoy, 1992, págs. 149- 156; M.ª P. Queralt del Hierro, La vida y la obra de Fernando VII, Barcelona, Planeta, 1997; F. González-Doria, Las reinas de España, San Fernando de Henares, Trigo Ediciones, 1997, págs. 421-431; M.ª P. Queralt del Hierro, Los espejos de Fernando VII, Barcelona, Martínez Roca, 2001; J. Balansó, Por razón de Estado, Barcelona, Plaza y Janés, 2002, págs. 145- 149; M.ª P. Queralt del Hierro, Novias reales, Barcelona, DeBolsillo, 2004, págs. 27-31. Cuando en 2019 se habló del aniversario de una boda real en Dresde, se hizo en referencia a la boda del príncipe elector Federico Augusto con la hija del emperador María Josefa en 1719, que fue declarada la "boda del siglo" sajona. Se pasó por alto el ajetreo que rodea este aniversario, que en 2019 marcó el aniversario de otra boda real en Dresde: la de la princesa sajona María Josefa con el rey español Fernando VII (1784-1833) el 28 de agosto de 1819. Las siguientes líneas pretenden para recordar esta boda olvidada, pero sobre todo a la princesa sajona María Josefa, que fue reina de España durante diez años y falleció en 1829 con tan solo 25 años. Konrad Haebler publicó en 1892 su única biografía hasta la fecha, en la que ignoraba las cosas desagradables de su vida. Sin embargo, aún conservaba cartas de María Josefa y otros documentos contemporáneos en posesión de la familia real sajona, que desde entonces se han perdido. María Josefa nació en Dresde el 6 de diciembre de 1803, la hija menor del Príncipe Maximiliano de Sajonia (1759–1838) y Carolina María Teresa, de soltera Princesa de Parma (1770–1804). Su madre murió apenas tres meses después de nacer, dejando huérfanos a María Josefa y a sus seis hermanos (incluidos los futuros reyes Federico Agosto II y Juan). No se sabe mucho sobre la infancia de María Josefa: vivió con su padre y sus hermanos en el Palacio Príncipe de Taschenberg, se alojaba a menudo en el castillo de Pillnitz y en el palacio-jardín de su padre en Ostra-Allee y creció en el antiguo y monótono bullicio de la Vida en la corte de Dresde. Al igual que sus hermanos, María Josefa recibió una educación esmerada. Además de su padre Maximiliano y la mayordoma Friederika Louisa Marquise Piatti, fue particularmente influyente la condesa Carolina von Lamberg, una dama de honor de la corte dejada por la madre de María Josefa. Según estimaciones contemporáneas, María Josefa parece haber mostrado un carácter difícil incluso en su adolescencia. Para el niño más “horrible” de los siete hermanos, salvaje, irrespetuoso, engreído y dotado de una imaginación demasiado vívida, incluso se consideró la admisión en el estricto internado salesiano de Viena. En general, María Josefa parece haber tenido una infancia feliz. Tenía una relación particularmente estrecha con Johann (1801-1873), el futuro rey, que era el más cercano a ella en edad y con quien discutía cuestiones religiosas con entusiasmo infantil. Maximiliano, descrito como un padre temeroso, piadoso y concienzudo, cuidaba con amor a sus hijos, pero también los aislaba de otras personas, especialmente de sus compañeros. La falta de contactos sociales más allá del círculo de la familia y la granja aparentemente significó que muchos de sus hijos fueran tímidos y retraídos y tuvieran que aprender a tratar con extraños cuando eran jóvenes. La vida pacífica, incluso familiar, se perdió debido a a los acontecimientos de los cortes de la era napoleónica. En 1806, la familia electoral huyó a Frankfurt ante el avance francés; En 1813 se mudó a Bayreuth, Ratisbona y Praga y pasó aproximadamente un año y medio en Praga después de la Batalla de Leipzig. Cuando Maximiliano regresó a Dresde con sus hijos en junio de 1815, María Josefa tenía once años. La llegada a Dresde representó una nueva era para los hijos de Maximiliano, no sólo por los cambios políticos (como sabemos, Sajonia había sido dividida en el Congreso de Viena y había escapado por poco de ser anexada a Prusia), sino también personalmente. tiempo para las hijas mayores, para pensar en el matrimonio, para los jóvenes en una posterior sucesión al trono; Dado que el rey Federico Agosto I (1750-1827) y su hermano Antón (1755-1836) no tenían descendientes varones, la dinastía tuvo que ser asegurada por los hijos de Maximiliano.
Entre 1817 y 1819 se casaron tres de los hijos de Maximiliano. Estos matrimonios también pueden verse como elementos de la estabilización externa de una dinastía que amenazaba con su fin en Sajonia en 1815. La tercera hija mayor de Maximiliano, María Ana (1799-1832), fue la primera en casarse (1817) con el gran duque Leopoldo II de Toscana (1797-1870). Dos años más tarde, la archiduquesa María Carolina de Austria (1801-1832) se casó con el príncipe Federico Augusto (1797-1854) en Viena. La tercera boda, algo sorprendente, fue la de la hija menor de Maximiliano, María Josefa, con el rey español Fernando VII en agosto de 1819 en Dresde. La iniciativa de este matrimonio vino del lado español. Fernando, que ya tenía 34 años y había enviudado dos veces, buscaba una nueva esposa y esperaba que ella asegurara la sucesión al trono. Seguro que los madrileños recordaban a la princesa sajona, que tuvo muchos hijos, y más tarde a la reina española, María Amalia (abuela de Fernando), que había dado a luz a 13 hijos. El 22 de marzo de 1819, el marqués español de Cerralbo se presentó en la corte de Dresde para buscar discretamente novia en nombre del rey Fernando. Entre las hijas solteras de Maximiliano, fue elegida María Josefa, que entonces tenía 15 años. La parte española se mostró especialmente interesada por la salud de la joven princesa. A preguntas casi indiscretas, recibió la respuesta de que María Josefa había sido vacunada contra la viruela en 1804, había padecido las enfermedades infantiles habituales, además del sarampión, y tenía una constitución fuerte y saludable, de la que se podía esperar que tuviera una descendencia numerosa y sana. Una vez completados los diversos preparativos, tuvo lugar la boda. La ceremonia de boda real (en ausencia de Fernando, que estuvo representado por el rey Federico Augusto I) comenzó el 28 de agosto a las 7 p.m. y terminó con la novia diciendo que sí y siendo acompañada a casa. Como Reina de España, María Josefa aceptó las felicitaciones en el castillo el 29 de agosto, luego asistió a un Tedeum en la Iglesia de la Corte y por la noche a la cantata nupcial “Albino y Tajo” en la Gran Ópera. Al día siguiente llegó el momento de que María Josefa se despidiera de Dresde y su familia. A tiros de cañonazos y repique de campanas, su procesión partió a las 10 de la mañana. Se había fijado una ruta para el viaje hasta la frontera española pasando por Chemnitz, Bayreuth, Heidelberg hasta Rastatt, y luego a través de Francia pasando por Estrasburgo, Lyon, Montpellier y Toulouse hasta Bayona. Para tranquilidad de las cortes sajona y española, el viaje transcurrió sin complicaciones. El 1 de octubre María Josefa y su séquito llegaron a Bayona y el 2 de octubre llegaron a la localidad fronteriza española de Irún. El 3 de octubre la Reina fue entregada a un comité de recepción español. María Josefa se despidió de sus compañeros, a algunos de los cuales conocía desde la más tierna infancia. La separación fue particularmente drástica porque el rey sajón Federico Augusto I no había aceptado la sugerencia de la parte española de que a la joven reina se le diera una dama de honor sajona y su propio confesor para ayudarla a acostumbrarse a España. Presumiblemente quería asegurarse que se acostumbraría y se adaptaría inmediatamente a su nuevo rol. Mientras la delegación sajona regresaba a Dresde, María Josefa continuó su camino. El 20 de octubre, 50 días después de su salida de Dresde, llegó a Madrid, donde tuvo lugar la parte española de la ceremonia nupcial. Fernando estaba visiblemente satisfecho con su joven y bella novia, y el veredicto público también se aprobó favorablemente sobre la princesa sajona. La encontraron “muy bonita, especialmente sus ojos, cejas y pestañas; muy decente y de buen comportamiento, pero extremadamente serio”. 8 Si María Josefa, por su parte, había esperado un novio física e intelectualmente atractivo, se sintió bastante decepcionada. Fernando era casi 20 años mayor que ella, gordo y de apariencia poco atractiva. Sufría graves ataques de gota, que a veces se extendían a los pies y a las manos, y a menudo le obligaban a guardar cama durante varios días. Debido a la frialdad y el resentimiento que experimentó a temprana edad en casa de sus padres, desarrolló un carácter difícil, voluble y propenso a la hipocresía y la mentira. Por otro lado, se le consideraba modesto y sociable, le encantaban los chistes y la variedad y había demostrado ser un compañero cariñoso con sus dos primeras esposas. Sólo conocemos una pista de cómo se desarrolló la relación de la pareja real. En los informes de la embajada sajona, el matrimonio se presenta desde el principio como completamente armonioso y mutuamente satisfactorio, pero esta evaluación es desconfiada porque los diplomáticos sajones apenas recibieron información personal de María Josefa y tampoco tuvieron acceso a su entorno más cercano. Es posible que María Josefa haya revelado más de su mundo emocional en las cartas que escribió a sus hermanos y a su padre, pero desafortunadamente esta correspondencia se ha perdido casi por completo. En las pocas piezas que han sobrevivido (de 1827) se refiere a Fernando con cierta distancia como “mi marido”, pero también habla de afecto mutuo, las mismas opiniones políticas y armonía espiritual. Lo difícil para María Josefa no fue sólo su nuevo papel de esposa y reina, sino sobre todo la situación en su nueva patria. Los disturbios políticos, la miseria financiera, la guerra colonial y el declive económico habían creado aquí una situación de crisis explosiva. Poco después de la llegada a Madrid de María Josefa, que desconocía por completo estos problemas, estalló un levantamiento liberal. Se había reunido una gran fuerza expedicionaria en Andalucía para aplastar el movimiento independentista en América. Los funcionarios liberales proclamaron el 1 de enero de 1820 la constitución que Fernando había abolido en 1814, señalando el restablecimiento de la monarquía constitucional. Para María Josefa el estallido de la revolución debió ser impactante. Por sus orígenes y educación, estaba cercana a los principios políticos del absolutismo moderado, que su tío, el rey Federico Augusto I, seguía en sus actividades gubernamentales. Un cambio en el sistema político mediante un levantamiento militar y popular, así como la introducción de una constitución, eran ajenos a estas máximas. Aunque los liberales españoles, a diferencia de los jacobinos franceses, no atacaron realmente a la monarquía, los años revolucionarios de 1820 a 1823 fueron turbulentos y difíciles para la joven reina. También fue estresante que no quedara embarazada y no cumpliera el gran deseo del rey de tener un heredero al trono. Dado que Fernando ya había tenido hijos, tenía sentido buscar la razón en María Josefa. Los médicos de la corte consultados explicaron la falta de embarazo a la corta edad de la reina, ya que aún se encontraba en su boda. No conté 16 años. No es un detalle sin importancia que María Josefa probablemente no había recibido ninguna información sobre las relaciones íntimas entre un hombre y una mujer y no pudo haber sido instruida sobre este delicado tema por su madre antes de la boda, como era habitual, porque ya había muerto. en 1804. Según una maliciosa descripción del escritor francés Prosper Mérimée (1803-1870), la noche de bodas fue un desastre porque María Josefa supuestamente salió horrorizada del dormitorio al ver a su marido desnudo y tuvo que ser persuadida por una de sus hermanas. suegro y una dama de honor para consumar el matrimonio. En los años siguientes, aparentemente encontró poco placer en los contactos íntimos con su marido, especialmente porque la única razón que tenía sentido para ella, la procreación de descendencia, Estaba perdiendo cada vez más peso debido a la falta de embarazo. Probablemente consideraba todo lo físicamente erótico como repulsivo y pecaminoso, lo que también explica su angustiosa reacción de rechazo ante una de las representaciones del Bolero popular en España (la noche después de su boda). Su aversión a los actos sexuales aumentó hacia el final de su matrimonio. que Fernando VII el Papa León XII. (1760-1829) pidió recordar a su esposa que cumpliera con sus deberes conyugales. Los conflictos, tensiones y decepciones que había experimentado en términos políticos y personales desde principios de 1820 culminaron en el verano de 1822 con el estallido de una grave crisis nerviosa. acompañado de vómitos y convulsiones. En Madrid, la situación había llegado a ser extremadamente grave a principios de julio de 1822 cuando, tras un levantamiento contra la constitución por parte de guardias leales al rey, el castillo fue sitiado por unidades militares y milicianas leales a la constitución. y el golpe militar fue finalmente reprimido. María Josefa temió seriamente que los constitucionalistas pusieran sus manos sobre la familia real, que estaba implicada en el golpe, pero esto no se hizo realidad.13 La crisis nerviosa, sin embargo, provocó inestabilidad psicológica. la joven reina, de 18 años, que también mostraba signos de fobias sociales y de otro tipo, como evitar las multitudes o negarse a ver las corridas de toros, muy populares en España. A finales de 1823, tras la violenta represión de la revolución liberal por las tropas de intervención francesas, comenzaron tiempos algo más tranquilos para María Josefa. Sin embargo, esto fue menos cierto para su nueva patria, ya que España tuvo que lidiar con el colapso de su imperio colonial y experimentó un período de severa represión política. Muchos liberales tuvieron que abandonar el país, muchos fueron víctimas de malos tratos y persecución, y bastantes fueron asesinados. Fernando VII tuvo la responsabilidad política de estos acontecimientos, indignos y contraproducentes desde el punto de vista de la Europa ilustrada, pero, en opinión de los ultraconservadores españoles, el rey actuó con demasiada indulgencia al negarse a reintroducir la Inquisición y nombró a algunos ministros moderadamente conservadores para su gobierno. El bando que rodeaba al rey se desmoronó y los ultrareaccionarios se reunieron alrededor del hermano de Fernando, Carlos, y exigieron que Fernando le entregara el trono. Lo que resultó especialmente fatal fue que Carlos pudo apuntar a una sucesión segura al trono, mientras que los intentos de Fernando y su esposa de engendrar hijos no condujeron al resultado deseado, a pesar de las visitas regulares a los balnearios de Sacedón y Solán de Cabras, que fueron recomendados médicamente para tal fin. En estas circunstancias, no sorprende que el estado de ánimo de María Josefa siguiera siendo melancólico incluso después del final de la revolución. Después de todo, la visita de su padre y su hermana Amalie (1794-1870) en 1824-1825 la animó. El 3 de diciembre de 1824, el príncipe Maximiliano y Amalie conocieron a María Josefa, y padre e hija se abrazaron después de cinco años de separación. Lo que los dos visitantes reales de Dresde experimentaron en España se puede ver en gran medida en las anotaciones que Amalie confió a su diario de viaje. Lo sorprendente, sin embargo, es que María Josefa y su papel en la corte casi no se mencionan. La falta de esta información es lamentable, porque el partido moderado de la corte quería aprovechar la estancia del príncipe Maximiliano para reforzar su posición en la lucha contra los ultra absolutistas y, en particular, para tener a la joven reina de su lado. Sin embargo, María Josefa no respondió a tales insinuaciones, sino que se apegó a su principio de no interferir en los asuntos gubernamentales. Cuando el príncipe Maximiliano viajó de regreso a Sajonia con Amalie a finales de abril de 1825, a María Josefa le resultó muy difícil despedirse. . Dada la gran distancia entre Madrid y Dresde y la avanzada edad de su padre, probablemente ambos sospechaban que este encuentro sería el último. El intercambio de ideas con su padre, tan importante para María Josefa, se volvió a realizar por carta. En las cartas (lamentablemente sólo se conservan 17), se dirige afectuosamente a Maximiliano como “Queridísimo papá”, se dirige a él según la costumbre de la época y le firma “Tu hijo”. Informó sobre sus temores de separación cuando Fernando tuvo que viajar a Cataluña en 1827 para sofocar los disturbios que habían estallado allí a favor del acceso de su hermano al trono. Al mismo tiempo, mencionó estados nerviosos de excitación y fobia a los incendios, que la afectaban cuando pasaba la noche en casas que no conocía. Cuando viajó a Valencia para visitar a su marido, quien luego viajó con ella a la pacificada Cataluña, sus temores se redujeron; Por otro lado, no le gustaban las numerosas reuniones con dignatarios y empresarios locales ni las visitas a lugares de interés como "correos": la joven de 23 años valoraba una vida retraída con rutinas tranquilas y predecibles. Una vez le confió en una carta a su hermana Amalie que se sentía más cómoda en casa y prefería un paseo por un lugar solitario, con gente conocida y sin etiqueta, que el teatro, el baile y otras “travesuras tontas”. En un aislamiento autoimpuesto María Josefa También trabajó en obras literarias durante mucho tiempo. Ya de niña había escrito versos y demostró considerables habilidades para ello. A partir de 1819 se escribieron en español numerosos poemas, a menudo de contenido religioso, pero no pocas veces político, lo que demuestra que era una persona muy interesada por la política. Su obra más extensa, un poema heroico de 7.000 versos sobre el rey medieval Fernando III. de Castilla, lo completó en 1826. Al mismo tiempo, María Josefa disfrutaba de la lectura y recibía libros desde Alemania. Su patrimonio incluía varias obras de Friedrich Schiller y Theodor Körner, así como una edición de los famosos poemas de Ossian. Su existencia tranquila y ordenada puede haber mantenido a María Josepha algo tranquila y satisfecha, especialmente porque había una falta de familiaridad e interacción amistosa. entre ella y su marido no faltó y finalmente atribuyó el curso de su vida a la obra incontrolable de la divina providencia. Y, sin embargo, el hecho de que no pudiera darle a su marido la descendencia que deseaba y cumplir las expectativas puestas en ella debió dejarla profundamente frustrada por dentro. Quizás porque no pudo formar una familia propia, su anhelo por su padre y sus hermanos aumentó. Apenas unas semanas antes de su muerte lamentaba la baja probabilidad de volver a verse; e incluso en sus últimos momentos se dice que no dejó de hablar de su querido hermano Johann y de su esperado viaje a España. Este deseo es ciertamente también una indicación de que María Josefa estaba en la familia real española. La familia no se sentía realmente como en casa. A partir de mediados de la década de 1820, surgieron fuertes tensiones debido a los esfuerzos encaminados a entronizar al hermano de Fernando, Carlos, con Fernando y María Josefa incluso en peligro de ser eliminados mediante una conspiración o una intriga palaciega. Posiblemente, con el tiempo, todas estas frustraciones y factores de estrés se combinaron para socavar cada vez más la salud de María Josefa. Un retrato realizado hacia 1828, que aparentemente la representa en el último año de su vida, muestra cansancio y resignación. María Josefa apenas había estado físicamente enferma desde 1819, y el trastorno depresivo que se había producido en el verano de 1822 aparentemente no tuvo consecuencias duraderas. En 1829, sin embargo, surgieron graves problemas de salud: a principios de enero le estalló un fuerte dolor de garganta, con fiebre alta, inquietud y trastornos del sueño. Hoy no sabemos qué tipo de enfermedad era, tal y como lo sabían entonces los médicos que trataron el cuello de la reina con 24 sanguijuelas y una mosca española (Lytta vesicatoria). Posteriormente su estado mejoró y a principios de febrero se la consideraba totalmente recuperada. Sin embargo, el alivio fue prematuro, porque a finales de abril la reina volvió a enfermarse. Sufría dolores de cabeza, fiebre y tos intensa, por lo que le diagnosticaron neumonía. Después de unos días la tos disminuyó, pero persistía la fiebre alta y una fuerte presión en el pecho que dificultaba la respiración. causado. La reina se desmayó varias veces y empezó a hablar incoherentemente, por lo que a partir del 8 de mayo hubo seria preocupación por ella. Se esperaba mejorar su condición volviendo a aplicarle sanguijuelas y una mosca española, además de administrarle emplastos de mostaza y quinina, pero sus fuerzas menguaban cada vez más, por lo que recibió la extremaunción el 16 y el 17 de mayo de 1829, poco antes de las dos de la madrugada , fallecido. Se desconoce qué enfermedad padecía realmente María Josefa. Los médicos notaron síntomas como tos, fiebre, dificultad para respirar y delirio, pero no pudieron diagnosticar la causa real dado el estado de la medicina en ese momento. El hecho de que la reina sucumbiera a su sufrimiento tan rápidamente que no pudiera movilizar suficientes defensas -y tal vez no quisiera- también puede deberse al hecho de que ya no veía ningún significado real en su vida. Dado que su infertilidad parecía demostrada, ¿no era su deber final abandonar el escenario y dejar paso a un sucesor más fértil? Los rumores que circulaban en la prensa contemporánea apuntaban en esta dirección, según los cuales la reina había recomendado a su marido que se volviera a casar y engendrara los anhelados hijos con otra mujer, y que si se recuperaba se retiraría definitivamente a un monasterio. Fernando quedó devastado por la grave enfermedad de su esposa y lamentó sinceramente su muerte. Con su docilidad incondicional y su negativa a interferir en los asuntos gubernamentales y en las intrigas palaciegas de su marido, habría sido una socia ideal si no hubiera sido por el problema de la sucesión al trono. Pero esto era precisamente lo que tenía gran importancia política, porque los ultra absolutistas, como ya se ha dicho, querían llevar al trono a Carlos, el hermano de Fernando, que ya había sido bendecido varias veces con hijos varones. Entonces el rey español y su familia se marcharon. Los asesores políticos sólo tuvieron un breve período de luto y volvieron a tender la mano para casarse: siete meses después de la muerte de María Josefa, Fernando se casó con su sobrina María Cristina de Nápoles-Sicilia (1806-1878), quien le regaló una primera diez meses después y una segunda. en enero de 1832 dio a luz a su segunda hija. Por tanto, se puede suponer que la falta de hijos de María Josefa no se debió a la incapacidad de su marido para concebir, sino a su propia infertilidad. Finalmente, ¿se puede utilizar esta infertilidad como metáfora de toda la vida de María Josefa? Un examen serio debe llegar a la conclusión de que no queda mucho que valga la pena mencionar de sus diez años de vida como reina de España. A diferencia de las dos primeras esposas de Fernando e incluso de sus dos cuñadas en Madrid, ella no quería desempeñar un papel político y no contribuyó a la fundación o al desarrollo de una institución cultural. Incluso su labor caritativa (apoyó a instituciones para niños, enfermos y ciegos) estaba dentro de un marco bastante manejable. En España, María Josefa es recordada como una reina tímida, excesivamente piadosa y lúgubre, aunque esta valoración finalmente negativa también influye en el hecho de que su marido Fernando desempeñó un papel bastante poco glorioso en la historia del país. Al mismo tiempo, el fracaso de María Josefa también puede verse como una especie de incompatibilidad cultural o un error de sistema en los matrimonios de alta nobleza. Su carácter estaba determinado exactamente por esa monótona piedad, devoción al deber y regularidad que tanto caracterizaron la vida cortesana en Dresde bajo el rey Federico Agosto I. Esto también incluía la abstinencia de cualquier actividad gubernamental, como lo ejemplifican su padre y su tío Anton. En una corte alemana o centroeuropea, María Josefa, con estos rasgos de carácter y principios, probablemente no habría llamado la atención; Su tragedia fue que se casó con Madrid, donde su espíritu de devoción piadosa y humilde al deber chocó con la turbulenta y volátil vida política y cortesana caracterizada por luchas de poder e intrigas y finalmente colapsó. Trató de controlar las tensiones y los miedos provocados por las circunstancias frustrantes a las que María Josefa era susceptible debido a su disposición genética y educativa, a través de una intensa religiosidad, un retiro en la poesía y una conexión incondicional con su marido. Pero su temprano final plantea dudas sobre si se trataba realmente de una solución personalmente satisfactoria y psicológicamente liberadora o si su tío y su padre no habrían hecho mejor en mayo de 1819 en responder al noviazgo de Fernando VII con un cortés rechazo y con María Josefa protegiéndola de una vida como Reina de España, para la que probablemente no estaba preparada físicamente en cuanto a carácter, emociones y, dada la falta de descendencia.
Die gescheiterte Fürstin Maria Josepha von Sachsen (1803–1829) als Königin von Spanien Jörg Ludwig |
un estirpe antigua, de la nobleza de navarra y castilla, con políticos y nobleza titulada
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