Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Paula Flores Vargas; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán;
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2. Figuras retóricas. 1) Anormalidades. a) Relación sonido-sentido. Figuras de dicción, llamadas también en la Preceptiva tradicional licencias poéticas, que consisten en la utilización consciente de mecanismos o tendencias implícitas en la cadena fónica: Sinalefa: Cómputo en una sola sílaba de la vocal en que termina una palabra y la vocal con que empieza la siguiente. Es regla general en el sistema de rítmica castellano («antes que lo que fue en tu una_ sola sílaba de dos vocales abiertas y que, por consiguiente, normalmente no forman diptongo («Muele pan, molino muele. / Trenza, veleta poe-sí-a», D. Alonso); Diéresis: Cómputo como dos sílabas de dos vocales que forman un diptongo («con un manso ruido», fray Luis de León); Hiato: No cumplimiento de la regla de la sinalefa; Aféresis: Supresión de una sílaba a principio de palabra («Como el cueducto quiebres de una fuente», Tirso de Molina); Síncopa: Supresión de una sílaba interna («Pastores los que fuerdes», S. Juan de la Cruz); Apócope: Supresión de la sílaba final («Siquier la muerte me lleva», Romancero); Prótesis: Aumento de una sílaba inicial («Así para poder ser amatado», Garcilaso de la Vega); Epéntesis: Aumento de una sílaba interna («Padre, la benedición», Cañizares); Paragoge: Aumento de una sílaba final («la mano le da a besare», Romancero). Aliteración: Repetición de un mismo fonema («en el silencio sólo se escuchaba, / un susurro de abejas que sonaba», Garcilaso). A veces también repetición de un mismo grafema, aunque no sonido. De todas formas, la virtualidad expresiva de los solos rasgos gráficos es normalmente mucho menor. Retruécano: contraposición de dos frases que contienen las mismas palabras con otro orden y régimen («Cuando decir tu pena a Silvia intento, / ¿cómo creará que sientes lo que dices, / oyendo cuán bien dices lo que sientes?», B. de Argensola). Calambur: enfrentamiento de dos palabras distintas por su significado, aunque perceptiblemente iguales por su significante («A este Lopico, / lo pico», Góngora). Paronomasia: enfrentamiento de palabras de parecido significante («Sospecho, prima querida, / que de mi contento y vida / Serafina será fin», Tirso de Molina). |
Óscar León - Blog de la Abogacía Práctica. ¿Qué cualidades debe disponer un abogado que domine la oratoria? Óscar León 1 marzo 2024 Como afirma CONCHA CALONJE, los abogados, como artífices de la argumentación, nos diferenciamos profesionalmente cuando analizamos, dictaminamos y presentamos los casos de nuestros clientes ante el Juez valorando los hechos y defendiéndolos ante las valoraciones del contrario y razonando con referencia al precedente o conforme a la norma aplicable. En este proceso contradictorio, en el que el objetivo es persuadir y convencer al Juez de que adopte una decisión conforme a nuestros postulados y rechazando los del contrario, los abogados nos servimos de la comunicación para realizar una argumentación metódica y eficaz que no podrá prescindir del buen uso de las normas de la comunicación y de la estrategia comunicativa y de sus reglas. Efectivamente, estas normas y reglas se antojan necesarias puesto que en un foro en el que prevalezca el principio de oralidad, no solo bastará al abogado conocer a fondo la materia jurídica y su aplicación a los hechos controvertidos, sino que tendrá que exponer en las audiencias sus conclusiones hablando de una forma especial, de cierta manera, en un contexto de debate con otro orador en el que la discusión profunda sobre la materia va a ser resuelta por una tercera persona o personas con conocimientos cualificados sobre la materia, personas que deberán ser persuadidas y convencidas a través de una forma de expresión bien definida. En definitiva, el abogado debe esforzarse por conocer las reglas de la oratoria y de su estrategia, procurando con ello formarse de manera continua y permanente, lo que sin duda alguna llevará a que el abogado no solo será más eficaz en la defensa de sus clientes, sino que contribuirá con la obtención de una Justicia más recta y acertada. Partiendo de estas premisas, es objeto de este post destacar las competencias y habilidades oratorias deben concurrir en un buen abogado litigante: - Elocuente: Desde una perspectiva general, la oratoria, a través de sus normas y reglas, será para el abogado un auxiliar poderoso para que el Tribunal acepte sus ideas y resuelva la controversia, y ello a través de una eficacia comunicativa que le permitirá transmitir su mensaje con éxito. - Argumentativo: Igualmente, continuando en la perspectiva general, a través de la oratoria, el abogado logrará disminuir o reducir el valor de los argumentos contrarios. - Pensamiento estratégico: El abogado, a la hora de preparar sus argumentos y la defensa frente a la refutación de los mismos, desarrollará el pensamiento estratégico, el cual le será muy útil en su ejercicio profesional, incluso cuando no intervenga ante los tribunales. - Agilidad mental: Al estar continuamente alerta y preparado para rebatir argumentos, impugnaciones o cualquier otra cuestión, la oratoria favorecerá su agilidad mental e intelectual, la cual se mostrará no solo en sala, sino durante la preparación del juicio. La atención centrada es por tanto consustancial al orador. - Gran comunicador: La oratoria permite al abogado ser un gran comunicador, y ello a través una exposición más clara, directa y natural que facilita y potencia la comunicación necesaria entre el abogado y el Juez. Pero esta facilidad de comunicación no se limita al ámbito forense, sino que lo excede y se desarrolla en otros ámbitos profesionales y personales. - Capacidad de improvisación: La seguridad que proporciona el dominio de las reglas oratorias, consustancial al dominio de la materia tratada, fomenta la capacidad de improvisación y los reflejos del abogado, lo que le ayudará a reaccionar en situaciones imprevistas que suelen producirse en los actos judiciales con ingenio. - Seguridad: El dominio de las técnicas oratorias proporciona la seguridad al abogado que le ayudará a superar el miedo y el temor escénico habitual antes y durante sus intervenciones en sala y poder así actuar con el aplomo propio de alguien preparado para convencer a través del uso de la palabra. - Organizado: La oratoria hace al abogado más organizado, pues aquella requiere de orden, estructura y mucha disciplina a la hora de preparar nuestras intervenciones (informe oral, interrogatorios, etc...) y, cómo no, durante las mismas. - Conocimiento de otras disciplinas: La oratoria nos permitirá acceder a conocimientos vastos y profundos de otras disciplinas, ya que los abogados tratamos con asuntos que no se limitan al conocimiento de la ciencia jurídica, sino que ésta debe aplicarse a situaciones de la vida real que afectan a todos los órdenes de la existencia humana (psicología, técnicas de comunicación, neurociencia, lenguaje verbal, no verbal, gramática, cultura general, etc...). - Autoestima: Y como no, una buena preparación oratoria favorecerá la seguridad y confianza del abogado en sí mismo, incrementando con ello su autoestima profesional, muy positiva para disfrutar de los éxitos y afrontar los fracasos. Lo mejor de todo, es que estas competencias pueden adquirirse, eso sí, con un esfuerzo y trabajo constante. |
Asonancia u homoioteleuton: idéntica terminación fonemática de frases o miembros de frases contiguos («después de tantas veces acusado, tantas veces desterrado, tantas veces revocado por el pueblo romano», L. Mejía). b) Sintaxis. Elipsis: omisión en el texto de algún contenido que existe en la construcción lógica. En la mayoría de los casos, una visión moderna de la Gramática no la incluiría como figura por responder a casos normalizados de sustitución por el contexto («Tengo dos hijos: uno de cuatro años y otro de tres» -años-). Braquilogía: empleo de una expresión corta, equivalente a otra más amplia o complicada («me creo honrado»). Zeugma: elipsis de algún término que se repite en dos enunciados. A veces, de estar expreso, necesitaría también un cambio gramatical («Su tono era grave y sus gestos -eran- grandilocuentes»). Dilogía: uso de una palabra en dos sentidos diversos dentro de un mismo enunciado (-la muerte- «llegue rogada, pues mi bien previene, / mi vida acabe y mi vivir ordene», Quevedo. Ordenar es aquí tanto «poner en orden» como «mandar»). Reticencia: expresa más significación de la que expresamente se transmite, mediante la suspensión de la secuencia («Fisgona, ruda, necia, altiva, puerca, / falsa, golosa y... basta, musa mía, / ¿cómo apurar tan larga letanía?», Quevedo). Interrupción: la suspensión de la secuencia lógica expresa la perturbación producida por la emoción (« ¡Ay noche, ya no noche! ... tristes días», Moratín). Hipérbaton: cambio en el orden lógico de los elementos funcionales de una oración. Se habla de tmesis cuando se refiere a la separación de una unidad compuesta, mediante la intercalación de otros elementos de la oración, y de anástrofe cuando se trata de palabras inmediatas («Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra» -anástrofe-, «médulas que han gloriosamente ardido -tmesis- de la carrera de la edad cansados» -hipérbaton-, Quevedo). c) Semántica. Epíteto: adjetivo calificativo que, como adjunto al nombre, le añade una cualidad o la subraya sin modificar su extensión ni su comprensión («Tú sólo a Oromedonte / trajiste al hierro agudo de la muerte», Herrera). Equívoco: enfrentamiento de dos significados distintos de un mismo significante («Con dos tragos del que suelo / llamar yo néctar divino, / y a quien otros llaman vino, / porque nos vino del cielo», Baltasar del Alcázar). Sinonimia o metábole: utilización de palabras sinónimas en un mismo contexto («Acude, corre, vuela», fray Luis de León). Paradiástole o separación: sinonimia que se hace notar («Fue constante sin tenacidad, humilde sin bajeza, valiente sin temeridad», Capmany). Oxímoron: enfrentamiento de dos palabras de significado contrario («La música callada, la soledad sonora», fray Luis de León). Sinécdoque: en el plano lingüístico de la contigüidad, traslación de sentido de una palabra que designa el todo por la parte o viceversa («Al fin el pino llegó a puerto»). Metonimia: trastueque de significación, en el plano de la contigüidad, con relación causa efecto («un pincel delicado»). Metáfora : traslación del sentido de una palabra realizada en el plano lingüístico de la sustitución («Nadar sabe mi llama la agua fría», Quevedo). El uso de una metáfora puede generalizarse hasta perder el carácter traslaticio originario (p. ej., pluma estilográfica). A la metáfora, la sinécdoque y la metonimia se les da tradicionalmente el nombre de tropos. Alegoría: mediante una comparación tácita, presenta completo un doble sentido, literal e intelectual («Este mundo es el camino, / para otro que es morada, / sin pesar. / Mas cumple tener buen tino / para andar esta jornada / sin errar», J. Manrique). Personificación o prosopopeya: atribución de cualidades de seres inanimados a seres animados (« ¡Párate y óyeme, oh sol!, yo te saludo», Espronceda). Alusión: referencia tácita a una realidad que se supone muy conocida («Vio D. Quijote no lejos del camino una venta, que fue como si viera una estrella que a los portales, si no a los alcázares, de su redención le encaminaba», Cervantes). Metalepsis: referencia a una noción que expresa otra en relación de antecedente o consecuente con ella («Que no mire tu hermosura, quien ha de mirar tu honra», Calderón). Paradoja, antilogía o endíadis: reunión de términos sólo literalmente contradictorios («¿Y deja en sus riquezas pobre al dueño?», fray Luis de León). Perífrasis: expresa una idea mediante un rodeo («La aurora con sus dedos de rosa abre las puertas del oriente», Homero). d) Relación signo-referente. Preterición: se finge pasar por alto lo que se está diciendo («No quiero llegar a otras menudencias, conviene a saber, de la falta de camisas y no sobra de zapatos», Cervantes). Permisión: ofrece al interlocutor la realización de algo que obviamente no se desea («Segad esa garganta, / siempre sediante de la sangre vuestra», Ercilla). Ironía: expresión en tono de burla de lo contrario de lo que se quiere comunicar («No busques lo moral ni lo decente / Para tus dramas, ni tras ellos sudes; / Que allí todo se pasa y se consiente», Moratín). El sarcasmo es una ironía insultante. Asteísmo: alabanza delicada en forma de vituperio («la gente estaba incomodada de ver que un joven y novel capitán hubiese tenido tan poco respeto a unos generales antiguos y llenos de canas, tomándoles tantos cañones y haciéndoles huir vergonzosamente», Voiture). Hipérbole: exageración en la designación del referente («De sus divinos ojos, / por lágrimas estrellas», Garcilaso). Litote: atenuación del enunciado, mediante su expresión en fórmula indirecta, normalmente negativa («no pocas veces» igual a muchas veces). Asociación: utilización del plural para un discurso en primera persona de singular. Comunicación: se finge consultar el parecer de los oyentes («Decidme, la hermosura, / la gentil figura y tez / de la cara, / la color y la blancura, cuando viene la vejez / ¿qué se para?», Jorge Manrique). Concesión: concede previamente algo en contra del propio argumento para reforzarlo («Yo os quiero confesar D. Juan primero / que aquel blanco y carmín de doña Elvira, / no tiene de ella más, si bien se mira, / que el haberla costado su dinero; / pero también que me confieses quiero / que es tanta la verdad de su mentira, / que en vano a competir con ella aspira / belleza igual de rostro verdadero» (L. L. de Argensola). Interrogación: utilización del funcionalismo interrogativo del lenguaje para dar mayor énfasis a una afirmación («¿Qué se hizo el rey D. Juan? / los infantes de Aragón / ¿qué se hicieron?», J. Manrique). 2) Valor figurativo. a) Relación sonido-sentido. Anáfora: reiteración de una o varias palabras al comienzo de diversas frases de un periodo («Ya de tu Creación, tal vez alhaja... / Ya, tal vez, la combate y la trabaja... / Ya, tal vez, la reduce a geometría...», M. Hernández). Epífora o conversión: se trata de la misma figura, cuando se produce al final de diversas frases («Parece que los gitanos nacieron en el mundo para ladrones; nacieron de padres ladrones...», Cervantes). Complexión: reiteración de una o varias palabras al principio y al final de cada frase («Si honestidad deseais, ¿qué cosa más honesta que la virtud...? Si honra, ¿a quién se debe la honra y acatamiento sino a la virtud?», fray Luis de Granada). Reduplicación: repetición de una o varias palabras al comienzo de una frase («Vuelta, vuelta, mi señora, / que una cosa se le olvida», romance). Anadiplosis o conduplicación: repetición de la última palabra de un grupo sintáctico o de un verso, al comienzo del siguiente («Oye no temas, y a mi ninfa dile, / dile que muero», Villegas). Concatenación: anadiplosis de un grupo de palabras («Vea que el que tiene mucho tiraniza al que tiene poco; que el que tiene poco sirve, aunque no quieras, al que tiene mucho», fray Antonio de Guevara). Epanadiplosis: consiste en comenzar y acabar una frase o miembro de ella, con la misma palabra («El austro proceloso airado suena, / crece su furia y la tormenta crece», Arguijo). Derivación: reunión de palabras derivadas de un mismo radical («Pues mientras vive el vencido, / venciendo está el vencedor», Alarcón). Poliptoton: reiteración de distintas formas flexivas de un mismo término («Oh niñas, niño amor, niños antojos», Lope de Vega). Similicadencia: terminación de diferentes cláusulas en palabras que están en la misma forma de flexión («Te estrujen, te aporreen, te magullen», fray Diego González). b) Sintaxis. Asíndeton, disoución o disolución: construcción en la que se prescinde de posibles nexos relacionantes («Muertes, asolamientos, fieros males, / entre tus brazos cierras...», fray Luis de León). Polisíndeton: multiplicación de nexos («Y los dejó, y cayó en despeñadero / el carro y el caballo y caballero», Herrera). Sujeción: refiere y subordina a una proposición generalmente interrogativa otra que es una respuesta, explicación o consecuencia («¿Qué es la vida? Un frenesí», Calderón). Dialogismo: referencia textual de discursos propios o ajenos, o sea, el estilo directo («... que diga: `Yo, señores, soy el gigante Caraculiambro'», Cervantes). Exclamación: intensificación del discurso que traduce tonalmente una pasión (« ¡Oh bien caduco, vano y presuroso! », Garcilaso). Apóstrofe: individualización entre los posibles interlocutores del coloquio («Párate y óyeme, oh sol, yo te saludo», Espronceda). c) Semántica. Expolición: acumulación de frases de carácter sinonímico («Parece que al tiempo que esperabas mayor reposo, te ha sucedido mayor trabajo y es que cuando pensamos tener ya hecha la paz con la fortuna, entonces nos pone una nueva demanda», Guevara). Comparación: realce de una idea, mediante el establecimiento de relaciones de semejanza o desemejanza con otra («Si fuese en nuestro poder / tornar la cara hermosa / corporal / como podemos hacer / el alma tan gloriosa / angelical, / ¡qué diligencia tan viva / tuviéramos toda hora, / y tan presta / en componer la captiva, / dejándonos la señora / descompuesta», J. Manrique). Antítesis: pone en relación frases de significado contrapuesto («Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando tú cantas, yo me desmayo de ayuno cuando estás perezoso», Cervantes). Anticipación, ocupación o prolepsis: se refutan de antemano las objeciones que se pudieran hacer («Dirás que muchas barcas, / con el favor de popa, / saliendo desdichadas, / volvieron venturosas. / No mires los ejemplos / de las que van y tornan; / que a muchas ha perdido / la dicha de las otras», Lope de Vega). Corrección: sustitución, por otra, de una palabra, cuya significación, sin embargo, se torna así más exacta («Traidores... más ¿qué digo? Castellanos...», García de la Huerta). Gradación o clímax: serie significativa ordenada progresivamente («Acude, corre, vuela, / traspasa la alta sierra, ocupa el llano, / no perdones la espuela, / no des paz a la mano, / menea fulminando el hierro insano», fray Luis de León). Sustentación: después de mantener el interés, se cierra el discurso con una salida de tono («Esto oyó un valentón, y dijo: es cierto / cuanto dice voacé, seor soldado, / y quien dijere lo contrario miente. / Y luego incontinente, / caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese... y no hubo nada», Cervantes). d) Relación signo-referente. Descripción: Presentación lingüística que busca lograr una sensación plástica del objeto aludido («Helo, helo por do viene / el infante vengador, / caballero a la jineta / en caballo corredor, / su manto revuelto al brazo, / demudada la color, / y en la su mano derecha / un venablo cortador», romance). Enumeración: Presentación de manera rápida de una serie de ideas referidas ál mismo objeto («El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu», Cervantes). Sentencia: Reflexión profunda presentada de un modo enérgico («Que estoy soñando y quiero / obrar bien, pues no se pierde / el obrar bien aun en sueños», Calderón). Epijonema: Reflexión o exclamación que cierra una descripción o narración («Cuando tan pobre me vi, / los favores merecía / de Hipólita y Laura; hoy día, / rico, me dejan las dos. / ¡Qué juntas andan, ay Dios, / el pesar y la alegría! », Calderón). FUENTES BIBLIOGRÁFICA.: ARISTÓTELES, Retórica, ed. bilingüe A. TOVAR, Madrid 1953; M. T. CICERÓN, De Oratore, ed. E. COURBANEL, París 1922; M. F. QUINTILIANO, Institutionis oratoriae. Libri duodecim, ed. no completa I. RODRÍGUEZ y P. SANDIES, Madrid 1942. Siete claves para hablar bien en público. 1. Gestionar el tiempo. ¿Cuánto tiempo vamos a estar hablando? Esto es lo primero que debemos saber antes de planificar nuestro discurso. Se recomienda terminar antes de la hora pactada, nunca sobrepasarse. Hay que tener claro que lo importante no es contar todo sino contar lo más interesante. 2. Analizar tu auditorio en dos sentidos Lo primero: no es lo mismo hablar ante universitarios que ante empresarios. Conocer el perfil de los asistentes a la ponencia varía el enfoque de la alocución y nos ayuda a estar preparados ante posibles preguntas. Segundo: conocer el lugar. ¿Hace frío hace, hace calor?, ¿tengo micrófono de mano o hablaré a viva voz?, ¿las sillas de los asistentes son cómodas o incómodas, ¿hay Wifi o no? 3. Hablar con entusiasmo. El 80% del éxito de una buena charla es nuestra actitud. Sonreír, subir y bajar el tono, mostrar énfasis, mover las manos... El público recordará lo que el orador les hizo sentir. La memoria está enfocada a las sensaciones. 4. ¿Qué tengo que llevar? El material tiene que ser un complemento. Es bueno poner vídeos y fotos. Las imágenes, al igual que las historias propias y las anécdotas, siempre se recuerdan mejor. Nota importante: todos los estudios afirman que a los 15 o 20 minutos el público desconecta. Ahí, por tanto, sería bueno introducir el material audiovisual. 5. Mensaje directo, al grano. Arrancar con el “bueno pues” se considera casi un atentado en la oratoria. A la hora de plantear un discurso, con independencia de la duración, hay tres conceptos: anticipo la idea de mi mensaje, la desarrollo y la recapitulo. El público tiene que entender que hay un beneficio en escucharte. 6. ¿Moverse o no moverse? Es muy importante el movimiento. No hay que estar sentado pero tampoco bailando. Con naturalidad, con dinamismo, sin pasarse y sin extremos. No hay un estilo especifico ni un comunicador ideal. En función del tema, modelo, o público todo cambia. 7. Preparar y practicar, preparar y practicar. A comunicar se aprende comunicando. Y así se gana naturalidad, convicción, credibilidad y confianza. ¿Cómo Controlar la Voz al Hablar en Público? Lo primero que debes de conocer es que la voz tiene cuatro características principales: el ritmo, el volumen, el tono, y la articulación. Para convencer a tu público es necesario dominar estas 4 características y así aprovechar el máximo potencial comunicativo de la voz. El Ritmo: Este bien puede ser moderado, calmado y pasivo, o acelerado y lleno de energía, todo dependerá de tu propósito en la presentación. Si tu objetivo es persuadirlos y convencerlos tendrás que darle una carga de energía y de entusiasmo a tu voz, así ellos también entrarán en la misma “sintonía” contigo. Recuerda: tu puedes transferir tu estado de ánimo a las otras personas y un fuerte canal para ello es la voz. Ahora bien, como bien lo hemos expuesto en otras ocasiones en las presentaciones el entusiasmo también debe ser prácticado. Toma un texto y analiza con que grado de fuerza o de entusiasmo lees tales palabras, hazlo de diferentes formas y observa las diferencias. El Volumen: Este es el factor que mayormente lo entendemos muy bien, es el nivel de sonido con que hablamos y a su vez estas ondas son esparcidas en el aire, por ello el volumen esta muy relacionado con el tamaño del espacio donde nos corresponda presentar nuestro proyecto o defensa. El volumen de tu voz también depende de tu estado de ánimo, si te encuentras nervioso o eres algo tímido/a tu volumen tenderá a disminuir, todo lo contrario si estas enojado o con algún estado ánimico muy alto. Practica pronunciando alguna vocal continuamente mientras subes y bajas el volumen, pero sin variar el tono. El volumen por lo general es la característica más fácil de controlar. El Tono: Este varia entre dos extremos o dos polos opuestos, son lo Agudo y lo Grave, los hombres comunmente tienen una tendencia a una voz grave y las mujeres a una voz aguda, sin embargo ninguno es mejor que el otro, lo importante es el dominio del tono según el momento en que lo necesites, en ciertas ocasiones se requiere de un tono grave y en otro tiempo queda mejor un tono agudo. Para controlar el tono de la voz es hacer ejercicios tal y como lo hacen los cantantes, se llaman “Escalas Musicales“. Comienza emitiendo un tono grave hasta que progresivamente llegues a emitir tonos más agudos. La Articulación: Por último pero no menos importantes tenemos el punto de la articulación, se resume a la correcta pronunciación de las palabras, una forma de mejorar tu pronunciación y darle más agilidad a tu lengua es el uso de los famosos “trabalenguas” IMAGINANDO LO INMAGINABLE GEMA IMAGINABA UNA IMAGEN DE SU IMAGINACION —- • —- NIÑA ÑOÑA AÑOÑADA AÑOÑADO NIÑO ÑOÑO —- • —- SORULLO QUIERE LO SUYO LO TUYO ES TUYO DICE SORULLO SUELTA LO QUE NO ES TUYO SORULLO QUIERE LO SUYO Trata de que todas las palabras se entiendan bien y luego comienza a aumentar la velocidad También puedes comenzar con diferentes sílabas difíciles como: gra y con las otras vocales, gre, gri gro gru. Tla, tle, tli, tlo, tlu. No puedo terminar este artículo sin mencionar lo importante de la respiración cuando se habla del control de la voz. Una buena respiración desde el abdomen te dará el aire suficiente para que tu voz se logre dispersar a un volumen, tono y ritmo adecuado. Una buena respiración siempre inicia en el abdomen y luego en el pecho. Practica realizando respiraciones profundas mientras pones una mano en tu abdomen y otra en tu pecho, siente como primero se llena de aire la parte abdominal y después el pecho. Nuestro objetivo es que salgas de la casilla de la monotonía y que tu mensaje sea bien recibido por quienes te escuchan, y ahora si podrán escucharte! |
BOURSE, SAINT GÉRY, DE BROUCKÈRE. LA PEQUEÑA PARÍS... Y EL ECO DE LOS ORÍGENES. Hace 150 años Bruselas quiso ser mayor... y se convirtió en la pequeña París. Bélgica acababa de nacer como país y estas calles eran el lugar de cita de cualquier europeo que se preciase de estar a la última. Bruselas había entrado en "la liga" de las grandes ciudades europeas. Y ese "partido" se iba a jugar aquí, en el barrio que tiene como centro las plazas de Bourse y De Brouckère, justo en el lugar que muchos siglos antes había sido el origen de la ciudad. Muchas cosas iban a cambiar para siempre... pero el latido de los orígenes, por alguna extraña razón, iba a durar hasta hoy.. Si vienes desde la Grand Place hay un edificio que va a tirar de ti y te va a llevar hasta el corazón de esta historia. Es la Bolsa, un auténtico templo de los nuevos tiempos. Llegas a él por su fachada posterior, así que rodéalo por la derecha para llegar a su imponente fachada principal. Eso sí, antes de terminar el recorrido, presta atención. Justo enfrente de este costado derecho por el que vas, te vas a encontrar una pequeña joya: el café más emblemático de Bruselas: Le Cirio. Es el típico café europeo, que lleva funcionando desde 1886... y aún sigue en plena forma. Acabamos de empezar... pero tal vez no sea mal lugar para una primera parada... Verás que justo a su lado están las ruinas de la ciudad medieval que tuvo que desaparecer para propiciar el nacimiento de la nueva era. Allí están, como si se resistieran a desaparecer... Están en el subsuelo pero se ven desde la calle a través de grandes cristaleras. Ya en la fachada principal de la Bolsa comprobarás que el edificio es realmente interesante... aunque hoy en día desproporcionado para los fines para los que fue concebido. Por eso suele albergar grandes exposiciones temporales, e incluso hay quien ha pedido que se convierta en una braserie-museo de la cerveza belga. No es mala idea... un edificio a la altura de esta gran aportación cultural belga... y en un lugar que realmente no desentonaría... El centro del centro. La fachada de la Bolsa es el centro de este pequeño universo. Hoy es un lugar muy animado. Es el lugar ideal para convocar una manifestación o para celebrar los triunfos deportivos. También es el centro de una animada zona, con ambiente hasta altas horas de la madrugada, sobre todo entre jueves y sábado.
La avenida que tiene delante es muy parisina... Y es que en esos mismos años la vecina ciudad de París estaba viviendo también su gran proceso de transformación y era el auténtico referente en el que inspirarse. Fíjate bien en la avenida. La mayor parte de los visitantes lo ignoran, pero esta avenida es la otra gran cicatriz de la ciudad. Es algo más antigua que la que tuviste ocasión de ver junto a la catedral y por eso ha tenido más tiempo para madurar... e incluso para sufrir alguna que otra pequeña crisis de decadencia. Fíjate en lo rectilínea que es. Todo lo contrario del panorama de calles apretadas y tortuosas que había aquí justo antes de que naciera. Se construyó en el siglo XIX para dar a Bruselas una gran avenida de prestigio y para agilizar el tráfico de carruajes. Y para ello, como el el caso anterior, se arrasó con toda la edificación antigua en aras del progreso y de la higiene. Al igual que la otra "cicatriz", ésta guarda también su pequeño (o gran) secreto. Y es que justo por aquí pasaba el río de Bruselas, el Senne, que serpenteaba a duras penas por el tortuoso centro de la ciudad. Los nuevos tiempos aconsejaron tirar por lo sano y, al mismo tiempo que se derribaba el barrio, se construyeron unas canalizaciones para que el río circulara oculto a la vista... y al olfato. Por debajo el río y por arriba una espectacular avenida, con sus casas parisinas, sus cafés, sus comercios, sus hoteles, sus cines y sus casinos. Higiene y glamour de un solo golpe. Pero al final la solución funcionó sólo a medias. Los túneles no daban abasto cuando había una crecida, y no hubo más remedio que sacar definitivamente el río de la ciudad y realizar una obra aún mayor a las afueras... por donde hoy sigue fluyendo. Eso sí, los ingeniosos bruselenses encontraron la forma de aprovechar esos túneles ahora secos y los habilitaron para que por ellos circularan los tranvías. Así pues, si tomas el "metro" en la estación de Bourse, en realidad no estarás tomando el metro sino unas líneas de tranvía normales que hacen su recorrido por el centro aprovechando las antiguas canalizaciones del río. Viaje a los orígenes Sube a las escalinatas de la Bolsa. Desde tu observatorio verás que justo enfrente salen tres calles, más o menos en abanico. La de la izquierda lleva a la cercana plaza de Saint Géry, que en su día fue una isla en el rio donde nació la ciudad; la que sale justo enfrente de la Bolsa es el santuario de los diseñadores de moda flamencos; y finalmente, la calle de la derecha te lleva hasta la plaza Sainte Catherine, donde se encontraban los muelles del puerto medieval de Bruselas. Vamos hacia allá. Toca, pues, abrir un paréntesis y hacer un pequeño viaje a "los orígenes". No queda mucha arquitectura de aquel momento, pero por alguna extraña razón, había algo que resultó mucho más fuerte que el tiempo y que el progreso: el "latido". Y ése sigue allí... para quienes sean capaces de sentirlo. El latido de Saint Géry Toma la primera de las tres calles y, tras avanzar por un terreno "minado" de restaurantes, llega al lugar en el que nació Bruselas, en una pequeña isla del río Senne. El edificio de ladrillos rojos que hay en el centro de la plaza ocupa el lugar de aquella primitiva isla y, de alguna manera, la sigue recordando, rodeado de pequeñas calles por sus cuatro costados. Es un antiguo mercado, hoy convertido en un café y centro de exposiciones y actividades culturales. Estás en el corazón del barrio de Saint Géry. No te dejes engañar, no es un cruce de calles cualquiera... Aquí sigue vivo ese "latido", como si la ciudad tuviese la necesidad de reinventarse cada día. Un latido que se manifiesta en lo más insospechado: en sus terrazas en los días de sol, en la "marcha" de la noche, vitalista y al mismo tiempo discreta... ¿o es que acaso alguien había oído hablar de "marcha" en Bruselas?... No dejes de pasarte por esta plaza de noche, sobre todo, en la segunda mitad de la semana. Pero el latido también surge en el espíritu creador. Por eso tal vez el santuario de los diseñadores de moda flamencos no podía estar en otro lado... Un aire moderno y un punto alternativo en un barrio aparentemente convencional pero que está repleto de guiños. Si subes unos metros hasta la Rue des Chartreux, justo en la esquina, tendrás ocasión de comprobarlo. Podrás ver la tercera escultura "meona" de la ciudad: el Zanneke Pis, un perro vagabundo de bronce, colocado en el lugar aparentemente más absurdo... si no fuera porque estás en Saint Géry... Alguien debería explicar algún día esa extraña obsesión por las "aguas menores" de los bruselenses. Si te interesa la moda y el diseño, en esta calle te encontrarás ya con algunas tiendas, aunque el grueso están en la Avenue D'Ansaert, a la que llegas justo ahora. Los aires del mar Una vez que hayas recorrido un poco de la avenida Dansaert, tuerce por la Rue du Vieux Marché aux Grains, porque la historia va a dar un giro. Poco a poco te has ido acercando al antiguo puerto de Bruselas y, también por alguna extraña razón, el ambiente empieza a oler a mar... Tal vez sean los comercios, el imprescindible caldo de pescado, de pie, en la calle, en Mer du Nord , los restaurantes de marisco, las pescaderías, esa plaza con su iglesia, ese extraño aire de pueblecito italiano... Es como si allí, al fondo, a la izquierda de la iglesia, pudieras adivinar los muelles del viejo puerto... Y no es para menos, porque allí mismo estuvieron... durante siglos... Allí, a la vuelta de la esquina, junto a la Plaza Sainte Catherine, se encontraban los muelles del puerto medieval de Bruselas. Unos muelles que si te fijas, todavía hoy puedes adivinar en ese espacio amplio. Prueba a adivinar el canal en el agua ese pequeño estanque y luego imagina los tinglados del puerto, el incesante ir y venir... Y ya está. Casi puedes oír los ecos... e incluso olerlos... Porque la plaza conserva una buena colección de restaurantes especializados en pescado y marisco... que realmente merecen la pena... Tal vez sea un buen momento para sentir el latido mucho más de cerca... y mucho más en el interior... En diciembre esta plaza es el corazón de uno de los mejores Mercados de Navidad de Europa, con sus cientos de casetas de madera, su pista de hielo, su noria gigante, su vino caliente, su chocolate... sus churros... Sí, sus churros... y gente... mucha gente...
Tómate tu tiempo antes de salir de este pequeño universo. A veces cuesta trabajo pensar que estás a apenas unos metros del ruidoso centro de la ciudad. Cuando abandones la plaza, hazlo por la parte izquierda de la iglesia. Verás uno de los escasos restos de la primitiva muralla de Bruselas, hoy literalmente empotrada en un edificio contemporáneo. La muralla se alzaba aquí, junto a los muelles, donde terminaba la ciudad. Fue derribada... hace 800 años. Después toma la dirección menos atractiva de todas las posibles: ese edificio de vidrio y metal que ves asomar. No temas, que no vas a visitarlo; simplemente es la mejor referencia para llegar a tu siguiente destino: la Place De Brouckère. Acabas de cerrar el paréntesis que te ha llevado a los orígenes "marineros" de Bruselas, y llegas de nuevo a la Pequeña París. De Brouckere es, junto con Bourse (la plaza de la Bolsa), el corazón de este barrio. Una plaza, nuevamente, de inconfundible aire parisino. Si avanzas unos metros por la misma acera del histórico hotel Metropol, poco después del Casino de aires americanos del que es vecino, llegarás al "Passage du Nord", una pequeña galería comercial del siglo XIX, hermana pequeña de las Galeries Saint Hubert. La galería te deja en la Rue Neuve, la clásica calle peatonal comercial propia de cualquier ciudad europea (en tus manos queda la decisión de recorrerla: comercios, gofres, hamburguesas, un gran almacén, una iglesia y al final de la calle un gran centro comercial, el City 2). Y cuando termines el paseo (o si prefieres obviarlo), un breve camino en dirección a la Grand Place te va a llevar al Teatre Royal de la Monnaie (el teatro de la Ópera en Bruselas) y al laberinto de calles que ya debes empezar a conocer...
Cuando llegues a la Grand Place será la última vez. Ya estás preparado para disfrutar del último -y sorprendente- de los recorridos por la parte más antigua de la ciudad. Un recorrido por el Camino de Santiago (sí... vas a recorrer los dos primeros kilómetros del auténtico Camino de Santiago que partía de Bruselas... ¿habías imaginado alguna vez poder hacerlo aquí?). Y el Camino te va a descubrir otro de los secretos de la ciudad, el popular barrio de Les Marolles, probablemente uno de los barrios con más personalidad de Bruselas Un barrio al que por encima de todo hay que conocer con el corazón, donde quedará para siempre... |
Sal de la Grand Place por la Rue au Beurre. La calle te lleva directamente hasta la fachada posterior de La Bolsa. Rodea el edificio por tu derecha. A mitad del camino encontrarás el Café Le Cirio. Termina de rodear La Bolsa y sube a sus escalinatas. Luego atraviesa la avenida y entra por la Rue Jules Van Praet hasta la Place Saint Géry. Después continúa avanzando (dejando el antiguo mercado a tu izquierda). En el primer cruce, atraviesa la avenida Van Artevelde y entra por la Rue Saint Christophe. En el primer cruce (Rue des Chartreux) verás el Zanneke Pis. Toma a la derecha por esta misma Rue des Chartreux hasta la Avenue Dansaert. Gira a la izquierda y sube por esta avenida hasta la primera plaza que te encuentras. Ve a la derecha. Al fondo acabarás viendo la iglesia de Sainte Cathérine. Rodea la iglesia por tu izquierda (verás la plaza de los antiguos muelles) y luego continua rodeándola hasta los restos de la antigua muralla. Desde aquí la mejor referencia es el edificio con la fachada acristalada de tonos oscuros (no es lo más bonito pero es lo más fácil). Te llevará hasta la Place De Brouckère. Una vez allí dirígete hacia el edificio con el luminoso de Coca Cola y toma por la calle que sale por la derecha. Justo al inicio de la calle verás las galerías "Passage du Nord". Entra por ellas. Te dejarán en la Rue Neuve, comercial y peatonal. Hacia la izquierda, comercios, grandes almacenes, gofres, hamburguesas, bocadillos y un centro comercial. Hacia la derecha, el teatro nacional de La Monnaie y, continuando, las calles que te llevan de nuevo a la Grand Place.
Ha llegado el momento de comenzar a abandonar la Bruselas antigua. Y lo vas a hacer de la manera que seguro menos esperabas: recorriendo los dos primeros kilómetros del Camino de Santiago. Sí... el auténtico Camino de Santiago con sus 1.000 años de historia y -desde aquí-sus más de 2.000 kilómetros. Estás en la Via Bravantica, y te lleva desde la Grand Place hasta la puerta de la muralla donde los peregrinos se reunían y salían da la ciudad. Éste no va a ser un recorrido propiamente histórico, porque el Camino de Santiago es algo eminentemente vivo. Vas a hacer exactamente la misma ruta que se viene haciendo desde hace más de 1.000 años, aunque no vas a ver lo que vieron aquellos peregrinos medievales (bueno, tal vez algo sí...). A cambio, vas a ver lo que existe hoy en esta ruta milenaria: pura vida. Camino de Santiago Bruselas La ruta tiene tres partes: un primer recorrido llano por las calles de la Ciudad Baja, una pequeña subida hacia la Ciudad Alta y un segundo recorrido llano por el sorprendente barrio de Les Marolles hasta la antigua Puerta de Hal donde en la Edad Media acababa la ciudad. Estás en la llamada "Via Bravantica" que viene desde Holanda y, después de Bruselas, continúa por París hasta llegar, mucho después, a Roncesvalles. En Bruselas parte junto al Ayuntamiento, Rue du Marché au Charbon, en el lugar marcado con una concha de peregrino en el suelo, junto a la Casa del Zorro. Tócala con la mano... y echa a andar. Has iniciado el Camino... ... Aunque lo que muchos peregrinos ignoran es que antes de llegar a la esquina tienes la primera "parada": una pequeña puerta que da acceso a al Museo del Cacao y el Chocolate... Una oferta tentadora... aunque tal vez sea mejor recordar el sitio...y venir en otro momento... Cuando continúes, fíjate en el siguiente cruce. Verás que las calles, además de su nombre "oficial" en una placa azul, tienen otro en una placa blanca que rinde homenaje a los personajes del cómic. Observa que este cruce es Lucky Luke con Dupont et Dupond (en español, Hernández y Fernández, los dos personajes gemelos de las historias de Tintín). Si alguien en Bruselas te propone quedar en Lucky Luke con Hernández y Fernández ya sabrás que es posible que no te esté tomando el pelo... Esta primera parte del Camino sigue el accidentado trazado de la Rue du Marché au Charbon, un variopinto universo con numerosos comercios de compra venta (libros, discos, colecciones, ropa). También tiene un pequeño tramo con bares de ambiente gay. Te darás cuenta de que algunas paredes tienen grandes dibujos de cómic, una forma de mostrar con orgullo que estás en la cuna de personajes como Tintin y Milou, Lucky Luke y los Hermanos Dalton, Blake y Mortimer, los Pitufos y el malvado Gargamel... Es un barrio con sabor.
Y así, entre Historias e historias, la calle te lleva hasta la Iglesia de Notre Dame du Bon Secours donde acaba esta primera etapa (fácil, ¿no?...). La reconocerás por la concha del peregrino que luce a la izquierda de su puerta. Durante la Edad Media aquí había una capilla junto al Hospital de Santiago, que atendía a los peregrinos en ruta hacia Compostela. Luego, las cosas fueron cambiando, la pequeña capilla acabó por derribarse y se sustituyó por esta otra iglesia, que sin embargo, y como ves, no perdió su vocación compostelana... Hacia la Ciudad Alta A la salida de la Iglesia vas a cambiar radicalmente de dirección y vas a empezar el ascenso hacia la Ciudad Alta, aunque esta vez por un camino distinto al que utilizaste cuando fuiste a la Place Royale. Apenas llevas unos metros de subida cuando te vas a encontrar con uno de los "mitos" de Bruselas que, aunque en sí mismo no tiene ninguna relación con el Camino de Santiago, curiosamente se encuentra en el mismo. Sí, ha llegado el momento de ver el Manneken Pis.
No te cortes. Di lo que dicen todos los visitantes que llegan hasta aquí: "¡pero qué pequeño es!". Sí, realmente es más pequeño de lo que imaginabas, pero hay que reconocer que gracia no le falta... Nunca ha estado claro por qué está aquí. Hay historias para todos los gustos, pero lo más probable es que esté aquí simplemente porque sí. Una pequeña fuente que da vida a lo que, en otro caso, sería una triste esquina. La escultura ha sido robada en alguna que otra ocasión y tiene un vestuario de varios centenares de trajes que se exhiben en el Museo de la Ciudad en la Grande Place. Se le suele vestir de vez en cuando (un letrero junto a su verja te dice cuándo). Así que probablemente tengas ocasión de verlo vestido... Eso sí, vestido y todo sigue "funcionando"... A su alrededor no dejes de observar los espectaculares gofres de Bruselas y, justo enfrente, el café restaurante Poechenelle, con sus marionetas colgando del techo. Si te desvías un momento unos pocos metros por la calle de la izquierda (al fondo verás que está la Grand Place) verás la "pared" que rinde homenaje a Tintin (justo a la izquierda, decorando el lugar en el que la calle se ensancha un par de metros). Están, él, el capitán Haddock y su perro Milou bajando las escaleras en una escena de El Caso Tornasol. De "cicatrices" y otros restos. Volviendo a tu ruta, ahora toca subir la cuesta, la más empinada de todo el recorrido (...tampoco es para tanto...). Esta calle, poco a poco (porque tampoco hay por qué correr) te va a ir sacando de la parte más antigua de la ciudad. Justo al final de la cuesta llegas a una avenida. Es la "cicatriz" que pasa por delante de la catedral. ¿Recuerdas? Si la siguieses hacia la izquierda, llegarías a la catedral. Ahora vas a ir en sentido inverso, justo hasta su final. Habrás visto que hay unas ruinas, curiosamente empotradas entre edificios contemporáneos, justo al lado de esa bolera con cierto sabor "sesentero". Son restos de la primera muralla de la ciudad, hermanos de los que viste junto a los muelles del puerto medieval, aunque ahora en el extremo opuesto de la ciudad. Justo aquí acababa Bruselas al principio de la Edad Media. Pero ya en el siglo XIII esta muralla se quedó pequeña y hubo que construir otra más adelante, que es hacia la que nos dirigimos. Entrada al universo popular de Les Marolles. Ahora mira hacia la derecha (y mira también la foto). ¿Ves la iglesia? (es Nôtre Dame de la Chapelle). Pues bien, la vas a rodear por detrás, por la izquierda, vas a pasar por delante de su puerta principal y vas a acabar en la pequeña explanada que ves a la derecha de la iglesia (sí, ya sé que es más fácil seguir todo recto, pero hay que respetar las reglas del Camino...). Estás a punto de entrar en el barrio más popular, mestizo, libertario y con más personalidad de Bruselas: Les Marolles. Un barrio en el que lo importante no son los edificios, sino el ambiente que se respira. Así pues, baja el ritmo de la marcha y déjate empapar por él. Aquí hay que mirar de otro modo. Y como puerta de entrada, nada mejor que el rincón "urban" de la ciudad. Unas pequeñas pistas de skate con verdadero sabor. Con sus graffitis, su alambrada metálica, sus vistas a las vías del tren, la silueta del rascacielos de Midi... No falta casi nada... Sube hasta la alambrada metálica. Verás cómo las seis vías de tren que vienen desde la estación de Midi (junto al rascacielos) desaparecen bajo tus pies y entran en la ciudad de forma limpia. Y verás cómo el universo tormentoso y desordenado que tienes delante se convierte en la limpia cicatriz que has estado recorriendo y que tienes a tu espalda.... y que ahora tal vez entiendas un poco mejor. La Rue Haute. El Camino de Santiago enfila la recta final para salir de la ciudad. Su última calle en Bruselas, la Rue Haute. Antes de llegar a ella, justo enfrente de la fachada de la iglesia de Nôtre Dame de la Chapelle te vas a encontrar una de mis tiendas favoritas de Bruselas. Tienda de Viejo Bruselas Una auténtica cueva del tesoro. Un compra-venta de artículos antiguos (y viejos) que te anuncia lo que vas a encontrar en el barrio. Así como el vecino barrio del Sablon es el reino de los anticuarios, Les Marolles es el reino de los "viejiarios". Todo tipo de objeto viejo que puedas imaginar, desde carteles oxidados de publicidad a sillones de barbero o buzones (de los de la calle), pasando, por supuesto, por máquinas de escribir, teléfonos... Todo deliciosamente amontonado. Hay varias tiendas de este estilo en el barrio. No dejes de entrar en este universo realmente fascinante. Hay quienes lamentan -no sin un poco de razón- que en los últimos años el barrio está empezando a perder su personalidad. Lo llaman "sablonización", como si el vecino Sablón estuviese invadiendo el territorio. Y lo que está ocurriendo es que esta lucha entre lo -digamos- chic y lo -digamos- alternativo está dando lugar a un nuevo territorio (¿el chic-alternativo?) en donde uno ya no sabe qué es de cada uno... ni falta que hace... Esto lo vas a ver muy claro en el comienzo de la Rue Haute. Recréate en los comercios (muchos de ellos de decoración) donde se está librando la batalla. Recuérdalos bien porque en el otro extremo del barrio vas a ver la contrarréplica. A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que aquí tienes que dejar los prejuicios a un lado y aprender a mirar con otros ojos. No te vaya a ocurrir como a estos visitantes que, por querer hacer la foto de la iglesia de Nôtre Dame de la Chapelle, no se den cuenta de lo que el barrio les puede ofrecer simplemente con darse la vuelta... No vas a tardar en llegar a la plaza donde está el ascensor de vidrio y metal que te lleva hasta la zona moderna de la ciudad, a los pies mismo del imponente Palacio de Justicia. Éste será, al final del capítulo siguiente, el lugar al que volverás para ser "abducido" por ese ascensor hacia la Bruselas "contemporánea". Ahora, simplemente, contempla el incesante ir y venir de este espacio de "fusión" entre los dos mundos. Estás a unos pasos del corazón del barrio, la Place du Jeu de Bal, pero ahora no vas a entrar en ella (el Camino no lo hace). La vas a conocer a la vuelta, en el capítulo siguiente. Ahora bien, echa un vistazo al reloj. En la plaza se instala todas las mañanas (pero más el fin de semana) el "mercado de las pulgas" más antiguo de la ciudad. Si va siendo la una, mejor haz un paréntesis y acércate ahora, no vaya a ser que luego sea demasiado tarde... Retomando la marcha, vas a pasar justo por delante de uno de los pocos edificios "históricos" del barrio, la casa donde vivió y trabajó uno de los más grandes artistas de la pintura flamenca: Pieter Bruegel "el viejo". A pesar de todas las vicisitudes que ha vivido el barrio, la casa todavía se conserva desde la Edad Media. Justo antes de llegar a ella, en la acera de enfrente una concha de peregrino incrustada en el suelo te indica que vas por el buen camino. Los últimos metros del recorrido tal vez tengan menos sabor desde el punto de vista arquitectónico. El afán por sanear diluyó de alguna manera la personalidad el barrio. Pero es aquí donde, a falta de monumentos, empiezas a descubrir mejor a sus habitantes... Por las aceras, en los "cafés", en las tiendas... Porque Les Marolles es -y ha sido siempre- un barrio de fusión de razas y culturas... El barrio está lleno de detalles a veces íntimos, como unas pequeñas placas doradas que tal vez veas de vez en cuando medio perdidas en el suelo, entre el pavimento. No pases de largo. Cuando llegues al número 315, mira bien el suelo. Verás una de ellas, junto a la humilde puerta. Unos pocos centímetros cuadrados bastan para relatar la cruda historia de la joven de 27 años que vivía al otro lado de esta puerta: "Aquí vivía Jenta Niechcicki-Goldman, nacida en 1915 en Polonia, arrestada el 1-8-1942, detenida en Malinas, deportada el 11-8-1942 a Auschwitz, asesinada el 13-8-1942". Hay homenajes tan sumamente simples que son sobrecogedores... Bien, ya has casi terminado. Unos pocos metros más adelante, puedes ver la espectacular Porte de Hal emerger al final de la calle. Es la única de las puertas de la muralla "nueva" de Bruselas que todavía se conserva. La Rue Haute te lleva directo hasta ella. Por aquí salían de la ciudad los peregrinos que iban a Compostela. Encontrarás la última concha del peregrino en el suelo antes de llegar a ella. Esta muralla "nueva" fue construida en el siglo XIII y, como te contaba al comienzo de esta historia, formaba el "Pentágono" que rodeaba la ciudad. Desapareció a finales del XVIII y principios del XIX pero su espíritu curiosamente continúa hoy vivo ya que su trazado lo ocupan las avenidas que siguen rodeando el centro de la ciudad. Por eso esta puerta está en medio de la avenida... Aquí estas a punto de finalizar tu "etapa" del Camino de Santiago. Entra en el parque por el pequeño camino que ves a la derecha de la puerta. Dirígete hacia el obelisco de granito que hay unos metros más adelante. Es un pedazo de Galicia. Fue traído desde allí y conmemora el lugar donde se reunían los peregrinos antes de iniciar la marcha. Una placa en el suelo te da cuenta de ello. Enfrente del obelisco -y enfrente de ti-, hoy la ciudad, pero hace mil años, el bosque... y un camino de casi 2.000 kilómetros y varios meses de penalidades hasta la Plaza del Obradoiro. Mira hacia adelante... Acabas de recorrer una parte del Camino. Ahora que has comenzado, tal vez algún día te animes a hacer al menos la etapa final... Y ese día, sin duda alguna, recordarás esta piedra... y esta puerta... y esta maravillosa ciudad... Un paseo con 1.000 años de historia El recorrido que vas a hacer por el Camino de Santiago comienza en la Grand Place, justo en la calle que hay a la derecha del Ayuntamiento (Rue du Marché au Charbon). Junto a la Casa del Zorro verás una concha de peregrino en el suelo. Continúa por esta misma calle hasta la iglesia du Bon Sécours. Verás que la calle va serpenteando e incluso atraviesa una calle aún mayor... pero vigila los letreros porque sigue siendo la misma calle. A la salida de la iglesia toma por la Rue des Grands Carmes, que te va a llevar hacia la Ciudad Alta, primero con una cuesta muy ligera y luego, a partir del Manneken Pis, con una un poco más pronunciada. Sigue la cuesta hasta que llegues al Boulevard de l'Empéreur. Enfrente, junto a la bolera, tienes los restos de la antigua muralla.
Gira hacia la derecha por el Boulevard hasta la iglesia de Nôtre Dame de la Chapelle. Tienes que ir a la explanada que tiene delante, pero lo vas a hacer "por el camino largo", es decir, rodeando la iglesia por detrás y pasando luego por delante de su fachada principal hasta llegar a las pistas de skate (es el trazado del Camino...).
Luego, ligera marcha atrás para tomar la Rue Haute, ahora sí, hasta el final. Cuando llegues a la Porte de Hal, entra al parque que tiene a su derecha y dirígete hacia el obelisco. |
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