francia vera valdes |
Poesía sobre los libros. |
Oración de un bibliómano Todo el amparo, señora, de mi libro en ti le libro; pues eres libro en quien Dios enquadernó sus prodigios. Si al que es vida le ceñiste en tu virgen pergamino, ya libro eres de la vida; vida has de ser de los libros. El gran Autor con la pluma del espíritu divino, sobre tu papel intacto, sacó su palabra en limpio sin copia, por ser tú sola; sin tinta, por ser arminio; sin original obscuro, y sin borrador delito. Libro eres de cuenta, donde el más estrecho juizio siempre suma lo constante pero nunca lo caído; libro de memoria, siempre para hacerme beneficio, y en blanco, pues por ti Dios mis culpas pone en olvido: de Palma, o libro, tus hojas en tu concepción las miro. allá en tu parto azucenas y en tu soledad cuchillos. Tu exención es privilegio, tu tassa precio infinito, general tu aprobación, gloria el fin, gracia el principio, impresión estrellas, coma la luna, punto el sol mismo, rectas líneas, blanco margen, luces letras, cielo estilo y al fin concepción sin mácula es el título aplaudido de tu libro, porque es Dios, el concepto de tu libro. O libro cerrado a culpas y abierto a humanos gemidos; borre un rasgo de tus gracias las erratas de mis vicios. Este romance, anónimo y sin título, está copiado de un cartapacio bilingüe de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo. Sign. R. I.-39-29, página 105, que contiene diversas composiciones de los siglos XVII y XVIII. |
SONETO Retirado en la paz de estos desiertos, Con pocos, pero doctos libros juntos, Vivo en conversación con los difuntos, Y escucho con mis ojos a los muertos. Si no siempre entendidos, siempre abiertos, O enmiendan, o fecundan mis asuntos; Y en músicos callados contrapuntos Al sueño de la vida hablan despiertos. Las Grandes Almas, que la muerte ausenta, De injurias, de los años vengadora, Libra, oh gran don José, docta la Imprenta. En fuga irrevocable huye la hora; Pero aquélla el mejor Cálculo cuenta, Que en la lección y estudios nos mejora. Francisco de Quevedo y Villegas |
Poema al libro Discreto amigo es un libro. ¡Qué a propósito que habla Siempre en lo que quiero yo! ¡Y que a propósito calla Siempre en lo que yo no quiero, Sin que puntuoso me haga Cargo de por que le elijo, O por qué le dejo! Blanda Su condición, tanto, que Se deja buscar si agrada, Y con el mismo semblante Se deja cansar si cansa. Calderón de la Barca. |
El Autor a su libro. QuartetosNo temas, libro, el salir libre, i seguro a bolar; que es antigo el murmurar, i no ay poderse eximir No deves fundar agravio, de azer de ti menosprecio; pues sabes no agravia el necio, i que disimula el sabio. Si te juzgan de atrevido, de tu umildad por descargo; i si de ella te azen cargo, que Tomas la causa a sido. Pues si es cierto, que cualquiera mejor que yo te acabara; quien pudiera no faltara, pero faltó quien quisiera. Si de dos daños, sin duda deves seguir el menor; padezca en salir tu onor, no quede la fama muda. Ve por el mundo, i publica las grandes fiestas que a echo esta Ciudad, que en el pecho siempre es noble, i siempre es rica, Que aunque fueron ecesivas, i entonces tan celebradas: pasaran como soñadas, si en ti no quedaran vivas. Solenes i grandiosas fiestas q la noble, i leal Ciudad de Valencia a echo por la Beatificación de su Santo Pastor, i Padre D. Tomas de Villanueva. Geronymo Martinez de la Vega Valencia, por Felipe Mey, 1620 |
Alineados, de roble en los estantes, mis libros, cual legión de mesnaderos, adustos me recuerdan y severos Grandezas y saber que fueron antes. Conservo en los infolios deslumbrantes hazañas de famosos caballeros, sentencias de filósofos austeros, Frases de amor y dichos de bergantes. Y, apartando del fárrago infinito, en un rincón que a meditar convida y por su noble oscuridad bendito. he colocado mi obra más querida, que se llama “La dicha de la Vida”, y en cuyas paginas, ¡ay!, no hay nada escrito. Antonio Zozaya. |
Aforismos rimados. Ama a Dios sobre todo lo terreno, y ama como a ti mismo al libro bueno. Amigo del humilde y del afortunado, el libro es el tesoro mas rico que han legado a los presentes tiempos los hombres del pasado. En los libros los pueblos deletrean su historia, el pasado, el presente, su infortunio, su gloria. ¿Un individuo, un pueblo, en la inacción se estanca? Para moverlo, un libro es la mejor palanca. Al verme de mis libros rodeado, no envidio más riqueza, ni otro estado. No te parezca libro alguno caro, y sé, de los que adquieras, muy avaro. Ciudad que tiene Biblioteca pública, es faro del Estado o la República. Junta libros y forma librerías y se hablará de ti todos los días. ¿Algún pesar tu alma mortifica? Tu librería es la mejor botica. ¿Joyas? Mejores que en las platerías las hallarás en muchas librerías. Dijo Edmundo de Amicis que el destino de numerosos hombres dependía de haber, o no, en su casa librería. L.C. Viada y Lluch De su libro “Del amor al libro” Barcelona, Imp. Miquel Rius, 1927. |
A mi libro. (Anacreóntica)Dime: ¿Dónde caminas Tan solo y confiado, Sin protector alguno, Librillo desdichado? ¿En qué elegancia fías Tu aprecio y tu despacho? ¿Qué critico piadoso Te aseguro el aplauso? Cuando en ti contuvieses Los versos que cantaron Con sonorosas liras El Píndaro y Horacio. De Movios y de Zoilos No pudieras librarlos, Pues aun al propio Homero Se le atrevió Aristarco. Siendo esto así, no temas El verte censurado, Que no es toda censura Prueba de que eres malo; Y más en este tiempo, Que en la corte de Carlos Son muchos los que juzgan, Mas los que aciertan, raros. Nicolás Fernández de Moratín. |
Lenguaje y sexo. Diferencias lingüísticas entre hombres y mujeres. |
¿Hay diferencias entre el lenguaje de los hombres y el de las mujeres? Aunque a veces se dice que pueden llegar a hablar idiomas distintos, en general, sólo hay diferencias de estilo y las características fonéticas constituyen la única evidencia de la identidad sexual del hablante. No obstante, en algunas lenguas (japonés, lenguas tai, caribe, yana, chucoto) hay estilos de habla aprendidos que utilizan los hablantes en función de su sexo. En unos casos, son diferencias de pronunciación, gramaticales o léxicas; en otros, afectan al contexto en que se utiliza la lengua. En algunas culturas existen, incluso, lenguajes propiamente femeninos (por ejemplo, el nüshu). En la lengua española, como sistema, no hay formas gramaticales, léxicas ni modelos de pronunciación propios de uno u otro sexo; pero sí diferencias de frecuencia de utilización. Son características de estilo que se consideran manifestaciones de la posición social de cada sexo. Las principales diferencias se producen en el nivel fonético, en la utilización del léxico y en las estrategias de conversación. El conjunto de cualidades fónicas, elementos paralingüísticos, es lo primero que nos permite diferenciar el habla de los hombres y de las mujeres; pero sólo pueden apreciarse en el lenguaje oral. Las mujeres tienen un timbre de voz más agudo, su acento rítmico es más marcado y suelen emplear una mayor variación de tonos y de intensidad. Su pronunciación, aparte de más suave y armoniosa, tiende a ser conservadora de la norma y menos innovadora que la de los hombres. En el plano léxico, hay palabras que son más usadas por hombres o por mujeres. Esto suele responder a los temas de interés de cada sexo, que vienen determinados por el entorno social: los hombres suelen tener mayor riqueza léxica para referirse a temas de trabajo, dinero, política, deporte, sexo, coches... mientras que las mujeres la tienen para los de familia, sentimientos, casa, ropa y calzado, enfermedades... Otras diferencias de utilización del léxico se deben a que las mujeres suelen preferir las variantes léxicas que escuchan a quienes tienen un nivel cultural y social superior al suyo, porque tratan de buscar el reconocimiento social frente al estatus masculino. Los hombres, desde este presunto estatus, pueden permitirse y atribuirse, por prestigio encubierto, el uso de palabras vulgares, groseras, de argot o blasfemias, a la vez que se prohíben el uso de ciertos eufemismos (mecachis, jolines, ostras...) y formas infantiles o cursis que las mujeres pueden emplear en ciertos contextos (mono por ‘guapo’, cielo como apelativo cariñoso, bibi por ‘biberón’, tete por ‘chupete’...) En el uso de los adjetivos y determinantes sí parece haber notables diferencias. Las mujeres manifiestan una mayor emotividad, por lo que suelen usar adjetivos, adverbios y sufijos o prefijos con carga expresiva y preferir los de semántica positiva (bueno, malo, precioso, estupendo, horrible, fatal, maravilloso, tan, muy, bastante, demasiado, -ísimo, super-, hiper-, requete- ...) Por la misma razón, usan más adjetivos calificativos, los anteponen al sustantivo más frecuentemente que los hombres y tienden a asignarlos a las personas y al ámbito personal. A menudo, utilizan los diminutivos y aumentativos con valor expresivo (grandote, grandón, grandecito...). Los hombres califican con menos expresividad y con adjetivos más neutros: calificativos de tamaño (grande, pequeño, alto, bajo...) o que destacan aspectos negativos (malo, pobre, lento...) y numerales que indican cantidad. La apariencia de objetividad también se manifiesta en el uso de los calificativos pospuestos y de los relativos con oraciones subordinadas, aplicados más a las cosas que a las personas. Los diminutivos y aumentativos no suelen ser muy abundantes y, cuando aparecen, son menos expresivos que en el habla de las mujeres. En cuanto a las estrategias de conversación, las mujeres utilizan más fórmulas de cortesía y más formales que los hombres, hacen más preguntas y emplean más exclamaciones y vocativos cariñosos, a la vez que intercalan palabras de apoyo y risas o gestos de asentimiento; si son interrumpidas, frecuentemente retoman la conversación asumiendo las palabras del otro. Si a ello se suma que los temas se tratan a menudo desde la perspectiva personal, parece normal que prefieran las conversaciones en grupos pequeños. La conversación de los hombres puede considerarse más directa y fría, porque se centran en lo que apoya la función representativa del lenguaje y marginan, por irrelevante, lo encaminado a lo expresivo o fático: interesan los hechos, los datos y su valoración. Por esto, reducen las frases de cortesía a las mínimas exigidas por las normas sociales y utilizan más variantes informales. No dicen muchos cumplidos ni alabanzas porque tienen asumido que se reciben con recelo y pueden esconder segundas intenciones; tampoco intercalan demasiadas exclamaciones o palabras de apoyo mientras escuchan, pero interrumpen, afirman y opinan de forma tajante e incluso aconsejan y dan órdenes directas con más frecuencia que las mujeres. Para no manifestar inseguridad, tratan de evitar las preguntas al interlocutor y el reconocimiento de sus palabras; incluso la respuesta puede expresar desacuerdo o dudas sobre las opiniones del otro, y frecuentemente se llega a la critica, burla o insulto. En ambientes masculinizados, esto no sólo no crea conflictos personales graves, sino que constituye un recurso para reforzar la relación amistosa o profesional. El significado de los silencios es diferente para hombres y mujeres: mientras que para ellos puede ser una situación normal, para ellas puede suponer una situación incómoda o un síntoma de conflicto. En los últimos años, los cambios sociales están afectando a algunos de los rasgos que se han venido detallando en este artículo. Esto es más evidente en lo referido al léxico y a algunas estrategias de conversación. Por una parte, la incorporación de las mujeres a la vida laboral y la ocupación de puestos de trabajo considerados tradicionalmente masculinos y, por otra, consecuencia de lo anterior, que los hombres vayan asumiendo tareas y responsabilidades familiares y domésticas, ha hecho que los hablantes tengan que recurrir a léxico que antes se consideraba propio del otro sexo. En la vida profesional, las mujeres están asumiendo estrategias masculinas, porque son consideradas más eficientes, y restringen los rasgos que manifiestan más subjetividad y emotividad. Estos cambios sociales también se manifiestan en el respeto de las normas. Las mujeres tienden a un lenguaje más acorde con la norma, o conservador, que los hombres. Antes solía explicarse, sobre todo en las zonas rurales, por su tradicional sedentarismo y permanencia en el pueblo, mientras que los hombres salían por motivos de trabajo o del servicio militar e importaban nuevos hábitos lingüísticos. Si actualmente las mujeres siguen respetando en mayor medida la norma y prefiriendo las variantes conservadoras de prestigio, se debe a que la educación, formal e informal, mantiene la tendencia de que las mujeres deben ser más refinadas, tanto en su comportamiento y modales como en su forma de hablar. No obstante, entre algunas mujeres muy jóvenes, la reacción contra esto les lleva a imitar exageradamente los rasgos masculinos más llamativos: uso de palabras groseras, escatológicas o de argot, hablar con voz fuerte o hacer afirmaciones muy directas. |
Dos sexos, dos lenguajes. |
EN FAMILIA Hombres y mujeres difieren notablemente en cuanto a estilo de comunicación y capacidad verbal. Nuevas investigaciones establecen una base científica a los que siempre se consideraron tópicos. PIERGIORGIO M. SANDRI
11/04/2014
En un episodio de la serie Friends, Ross decide por fin besar a su vecina Rachel. El día después, ella lo comunica a sus dos amigas, más excitadas que nunca. “Queremos oírlo todo”, dice una. La otra coge el vino, desenchufa el teléfono. Inicia el interrogatorio, seguido de una amplia serie de detalles. “¿Cómo fue? ¿Estaba sujetándote? ¿Tenía las manos en tu espalda?” y así durante un buen rato. En la escena siguiente, tenemos la versión masculina del relato. Ross está de pie en la cocina con sus amigotes, comiendo una pizza con las manos. “Y luego la besé”, cuenta. “¿Con lengua?”, pregunta uno. “Sí”. “Guay”. Fin de la conversación.
Los guionistas quisieron bromear sobre un tópico que desde siempre arrastran consigo hombres y mujeres: la capacidad de lenguaje. En particular, se dice que ellas disponen de habilidades lingüísticas superiores a las de ellos. Allan y Barbara Pease, los estudiosos norteamericanos que hace más de una década publicaron un célebre libro titulado Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas, acaban de publicar otra obra El libro de las preguntas clave sobre tu relación (Amat) en el que vuelven a plantear la eterna discusión.
“La mujer puede pronunciar sin esfuerzo un media de entre 6.000 y 8.000 palabras diarias. Utiliza adicionalmente entre 2.000 y 3.000 sonidos para comunicar, además de hasta 10.000 gestos y expresiones faciales. Un total de más de 20.000 unidades de comunicación para transmitir un determinado mensaje. El hombre, en cambio, emplea sólo entre 2.000 y 4.000 palabras, entre 1.000 y 2.000 sonidos y emite como mucho 3.000 señales de lenguaje corporal. Es decir que su media diaria asciende a cerca de 7.000 unidades de comunicación. Un tercio de lo que emiten las mujeres”, explican. Los neurocientíficos desde hace tiempo ven con recelo la tesis de un cerebro femenino y otro masculino. María José Barral, profesora titular de Anatomía y Embriología Humanas de la Universidad de Zaragoza es una del grupo de académicos que más se ha opuesto a esta distinción de género. “El cerebro está sometido a una combinación de varios factores: la genética, la hormonal y los condicionantes del ambiente y de la sociedad”, explica. Y el ser humano –asegura– nace con un cerebro muy inmaduro, fácilmente moldeable según las circunstancias. En su opinión, ciertas diferentes capacidades del habla que se detectan en edades tempranas entre niñas y niños simplemente pueden darse por el hecho de que los padres tienden a relacionarse con ellas y ellos de forma diferente. Según Barral, ningún estudio entre los que se suelen citar sobre el tema puede proporcionar datos fiables que indiquen una homogeneidad entre los géneros. “Sí que se ha detectado un área del lenguaje que tiene un peso diferente entre los sexos, pero esto no significa que no podamos encontrarnos con hombre parlanchín y una mujer más bien callada. Porque, se diga lo que se diga, no existe ningún cerebro igual a otro”.
Sin embargo, a nivel empírico existen investigaciones que confirman la presencia de rasgos comunes dentro del mismo sexo –por lo menos en lo que se refiere al lenguaje–, debido precisamente a la actuación de las hormonas y los condicionamientos culturales. Por ejemplo, una prueba llevada a cabo por los psiquiatras del Maudsley Hospital de Londres comprobó, gracias a la resonancia magnética, que la corteza cerebral de las mujeres se encendía, tras recibir estímulos verbales, cuando se trataba de expresar emociones, mientras que la de los varones se activaba sólo cuando debían ejecutar una acción o tan sólo imaginarla. ¿Qué hay de cierto?
Alberto Ferrús, profesor de Investigación del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) confirma que sí hay diferencias sustanciales. “Hay que huir de explicaciones románticas y basarse en datos fundados en el origen celular y molecular”, explica. El primer hecho diferencial es genético.
Efectivamente, explica Ferrús, en las zonas relacionadas con el habla, la presencia sinápsis, unión intercelular entre neuronas, es notablemente más alto en las mujeres que en los hombres, en algunos casos hasta el doble. No son diferencias constantes y oscilan según la edad y el ciclo reproductivo. Aún así es posible extraer algunos datos: la percepción espacial y la capacidad de valorar las rotaciones en tres dimensiones, de media, favorece a los hombres, aunque la distribución es bastante repartida entre sexos. En cambio, en lo que se refiere a fluidez verbal, la media favorece a las mujeres y, en este caso, la diferencia entre sexos es más marcada. También se ha estudiado cómo reaccionaba el cerebro de hombres y mujeres cuando veían fotos de su pareja: el área del procesamiento de las emociones se activaba más en ellas que en ellos. Esto explicaría, de alguna manera, por qué las mujeres tienen una capacidad superior para la gestión de las emociones.
Louann Brizendine, neurobióloga de la Universidad de California, autora del libro El cerebro femenino (RBA), respalda esta tesis y sostiene que para el lenguaje y la escucha ellas tienen un 11% más de neuronas dedicadas a la tarea que ellos. También el hipocampo (dedicado a la memoria) y la zona cerebral dedicada a distinguir la emoción en los rostros de otras personas son mayores en el sexo femenino. “Si usted se pelea con su esposa, dentro de diez años ni siquiera se acordará de la discusión. Pero ella no la olvidará nunca. Quedará firmemente registrada en su hipocampo, que es como su disco duro. Hombres y mujeres tenemos un hardware diferente. Asimismo, el cerebro de las mujeres es superior en cuanto a número de neuronas espejo, que son claves para la empatía. Esto explicaría porque ellas son más hábiles en ponerse en la piel de las otras personas. Tal vez porque han aprendido en el curso de millones de años a interpretar las emociones del bebé que no habla y a leer los matices emocionales en la expresión no verbal del recién nacido”. “La resonancia magnética ha evidenciado que cuando la mujer se comunica cara a cara, posee entre catorce y dieciséis zonas clave en ambos hemisferios cerebrales, que se usan para decodificar palabras, cambios en el tono de voz y señales del lenguaje corporal (algunos erróneamente la han identificado como intuición femenina). En cambio, el hombre posee sólo entre cuatro y siete de estas zonas”, confirman Allan y Barbara Pease. D e hecho, es un hecho que ellas recuerdan mejor listas de palabras o frases. Hombres y mujeres están destinados…¿a no entenderse nunca?
Dependerá también de las hormonas. Una de las razones por las cuales las mujeres serían más habladoras que los hombres residiría en una proteína, la llamada FOXP2, que facilita que la comunicación sea fluida y abundante. Científicos de la Universidad de Maryland (EE.UU.) coordinados por Margatet McCarthy han determinado, tras estudiar un grupo de niños y niñas de entre tres y cinco años, que esta sustancia, conocida como la proteína del lenguaje, está presente en ellas un 30% más. Esto explicaría porque las pequeñas empiezan a hablar antes, tienen un vocabulario mucho más amplio y una variedad de frases hechas mucho mayor que los chicos de su misma edad. Con anterioridad ya se había comprobado que si se inyectaba la FOXP2 en los ratones, las crías de hembras se volvían más ruidosas que sus hermanos machos.
Sobre un hecho pocos están dispuestos a discutir: sea como sea, mujeres y hombres hablan diferente.
Deborah Tanned, autora de Women and men in conversation (Mujeres y hombres en la conversación), señala que: “Para los hombres, la conversación es la manera de negociar su estatus en el grupo y evitar que la gente empuje a su alrededor. El varón utiliza la charla para preservar su independencia. Las mujeres, en cambio, usan la conversación para negociar la cercanía y la intimidad; de hecho, hablar es la esencia de la intimidad, por lo que ser mejores amigos significa sentarse y hablar. Para los chicos, en cambio, las actividades, el hacer cosas juntos, son centrales. Simplemente sentarse y hablar no es una parte esencial de la amistad. Según Tanned, “para las mujeres, hablar de problemas constituye la esencia de la conexión. Le digo mis problemas, él me dice sus problemas, y así estamos cerca. Los hombres, sin embargo, cuando escuchan los problemas, lo interpretan como una solicitud de asesoramiento, por lo que responden con una solución”. “En el fondo, los hombres siguen siendo solucionadores de problemas y las mujeres son constructoras de nidos”, sostienen Barbara y Allan Pease, que proporcionan una explicación antropológica. “Los hombres evolucionaron como cazadores de alimentos, no como comunicadores. En cambio, las mujeres solían pasar sus días en compañía de otras mujeres y niños del grupo y por ello desarrollaron la habilidad de comunicarse con éxito para poder mantener relaciones. Resultado: cuando hoy dos hombres salen juntos a pescar, pueden pasarse horas sentados sin apenas cruzar palabra. Se lo pasan en grande disfrutando de la mutua compañía. Pero si las mujeres pasaran un tiempo juntas y sin hablar, sería indicativo de la existencia de un problema importante”.En la película Señoras y señores (1966) de Pietro Germi, ganadora en Cannes, obra maestra de la commedia all’ italiana, uno de los protagonistas se pone audífonos para no escuchar a su mujer, que habla continuamente reprochándole falta de ambición. La imagen, grotesca, hizo historia, en clave de caricatura. Pues bien: un reciente estudio de la universidad inglesa de Sheffield, dirigido por el profesor Michael Hunter ha desatado cierto revulsivo al proporcionar base científica a esta escena cinematográfica. En su opinión, el tono de la voz femenina posee sonidos más complejos que la masculina debido a la forma de sus cuerdas vocales y de su laringe. Cuando ella habla, el sonido, al ser procesado, ocupa toda el área auditiva del cerebro de ellos. Con lo que, a partir de un cierto tiempo, se produce una desconexión. De cierta manera, él se agota. “Ellos, por razones fisiológicas, no pueden atender durante mucho tiempo la conversación femenina”, sostiene. Según esta tesis, la capacidad del varón para gestionar la gama de sonidos tendría ciertas limitaciones.
¿Cuánto de estas diferencias no son otra cosa que tópicos de género? Por ejemplo se dice que las mujeres hablan en forma circular, mientras que los hombres son más directos y simples a la hora de manifestar sus pensamientos. Este punto también parece demostrado. Así lo explica la profesora de Psiquiatría Emilia Costa, de la Universidad de la Sapienza de Roma, que ha dedicado 30 años al argumento.
En la práctica ¿Qué significa? “La mujer piensa de un objeto a otro, de una situación a otra, mientras que el pensamiento masculino va directamente de un punto a otro, sigue un objetivo preciso en sus acciones, una estrategia. Así, en la era prehistórica salía de la cueva para ir a cazar. La mujer, en cambio, como se dedicaba al cultivo y al hogar, ha ido desarrollando a lo largo de la evolución un pensamiento que junta varios componentes: sabores, colores, modelos, una serie de funciones con modalidad ondulatoria”, explica la profesora Costa. Y no sólo la expresión oral es diferente, sino también el contenido de la misma. Un profesor de la Universidad de Texas, James W. Pennebaker, en el 2008 analizó 14.000 textos escritos por hombres y mujeres con la ayuda de un programa informático para investigar si había diferencia de género en la palabra escrita. Descubrió que en las redacciones de ellas, se empleaban a menudo expresiones como pienso y siento. Asimismo, comprobó que se usaban en gran cantidad verbos comunicativos como hablar o escuchar y que los temas principales se centraban en expresiones de dudas o sentimientos. Los hombres, en cambio, “se limitaban a contar hechos, se fijaban en eventos externos, cantidad y localización de objetos y procedimientos”. ¿La convivencia es imposible? Según el psicólogo John Gray, autor del superventas Los hombres vienen de Marte y las mujeres, de Venus (Grijalbo), “hombres y mujeres hablan lenguas distintas, por lo que comportamientos similares asumen para unos y otros significados opuestos. Entenderse puede llegar a convertirse hasta en un juego, en el momento en que se es consciente de las diversidades”. Consejos prácticos En su libro Las preguntas clave sobre tu relación (Amat), Barbara y Allan Pease recomiendan… Queridas mujeres… Procuren ser directas, sencillas. Utilicen frases cortas, claras. Digan exactamente lo que quieran decir. Eviten interrumpir. Si tienen un problema que precisa una solución, informen de ello. Si les castigan con no hablarles, ellos no lo percibirán como un castigo. Queridos hombres…. Antes de hablar a su mujer, escuchen No insistan siempre en proponer soluciones No tomen en sentido literal cada palabra que ellas dicen Manifiesten interés antes de pensar en su respuesta Ofrezcan detalles sobre las cosas No ofenden ni ridiculicen la expresión de los sentimientos de ellas Un reto educativo Si niños y niñas son diferentes en el habla, ¿hay que educarlos de forma diferente? La profesora Louann Brizendine cuenta que cuando tuvo un hijo quiso darle una educación no sexista que incluía intentar que jugara con muñecas. No funcionó. “Les arrancaba las piernas y las usaba como cuchillos... Lo niños necesitan luchar y ser superhéroes; en cambio recuerdo el caso de una niña cuyos padres querían que jugase con camiones; al final jugaba acunándolos en sus brazos”. En otro experimento, “se introdujeron grupos de ratas machos y hembras en un ambiente sensorial vivo y lleno de estímulos y en otro pobre a nivel sensorial”, dice el profesor Alberto Ferrús. Pues bien, se comprobó como las hembras eran más sensibles a la estimulación del entorno. “Esta última circunstancia tenía repercusiones positivas sobre su desarrollo cerebral. De la misma manera, un ambiente pobre a nivel sensorial le perjudicaba. Los machos, en cambio, apenas notaban diferencias entre las dos situaciones”, explica Ferrús. En conclusión, sí parece comprobado que las mujeres tienen una sensibilidad superior para captar lo que rodea a su alrededor. “Creo que el sistema educativo debería tener en cuenta estas variables”, concluye. Más habladoras y menos locuaces Ellas, muy habladoras Una mujer pronuncia sin esfuerzo una media de entre 6.000 y 8.000 palabras diarias y entre 2.000 y 3.000 sonidos. A esto hay que añadir hasta 10.000 gestos. En total, ellas usan 21.000 unidades de comunicación diarias. Ellos, menos locuaces Un hombre emplea cada día entre 2.000 y 4.000 palabras y entre 1.000 y 2.000 sonidos vocales. Las señales de lenguaje corporal llegan como mucho a 3.000. En total, ellos usan 9.000 unidades de comunicación diarias. |
NÜSHU, EL IDIOMA SECRETO DE LAS MUJERES. Cristina Riveiro |
Un mundo al revés liderado por los simios. |
El planeta de los simios es una novela ciencia ficción escrita por Pierre Boulle, publicada por primera vez en francés por la editorial Julliard en 1963.
Alemán: Der Planet der Affen (Roman) Inglés: Planet of the Apes (En Estados Unidos); Monkey Planet (RU) Italiano: Il pianeta delle scimmie (romanzo) Portugués:O Planeta dos Macacos. Francés: La planète des singes El protagonista de la novela es un periodista francés llamado Ulises Mérou. Junto con el profesor Antelle y el físico Arthur Levain, Mérou viaja en el espacio en busca de otros seres inteligentes. Los tres hombres llegan a un planeta dominado por los chimpancés, los gorilas y los orangutanes donde los seres humanos son todos unos salvajes desnudos e incapaces de hablar. Los simios matan a Levain y el profesor Antelle degenera rápidamente y vuelve a ser exactamente como los seres humanos primitivos del planeta en todos los aspectos. Sin embargo, Mérou logra convencer de su inteligencia a dos chimpancés, la científica Zira y su amante Cornelius. El orangután Zaius, director del instituto científico, desestima las reclamas de Zira acerca de Mérou. Zaius dice que un ser humano no tiene inteligencia porque no tiene alma. Mérou da un discurso delante del congreso científico emitido por televisión en todo el planeta. Como resultado, logra convencer a casi todos los simios de su inteligencia. Mérou se convierte en un hombre famoso y querido. Sin embargo, todo cambia cuando los simios empiezan a considerar la posibilidad de que Mérou es peligroso y representa una gran amenaza para la sociedad del planeta. El planeta de los simios examina el concepto de realidades paralelas, donde Soror y la Tierra coexisten uno al lado del otro, cada uno con sus características distintas y habitantes. Esta noción desafía las percepciones convencionales del tiempo y espacio, invitándonos a explorar las complejidades de múltiples dimensiones y el potencial de que realidades alternativas se crucen. Mientras que la Tierra que conocemos evoluciona en su trayectoria, Soror se desarrolla con su historia, sociedad y especies de seres "inteligentes", en particular los simios dominantes. La ciudad de los simios es “muy, muy antiguo en verdad. Tiene mucho más de diez mil años y por lo tanto, constituye un registro único que tiende a mostrar que la civilización simia no surgió milagrosamente del vacío” (Boulle 1964, 84). A su llegada, Mérou sólo vislumbró fugazmente la ciudad, que sirvió como capital de la región de los simios. Fue testigo de una explosión en la ciudad con simios peatones, simios automovilistas, simios comerciantes, simios empresarios, y simios uniformados encargados de mantener la ley y el orden. A pesar de esto espectáculo único, admite que la ciudad no le dejó una profunda impresión. Las casas se parecían a las nuestras, los caminos estaban bastante sucios y El tráfico parecía menos congestionado de lo que estaba acostumbrado. hogar. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la peculiar forma en que los peatones cruzó las calles. En lugar de cruces designados, utilizaron cruces elevados pasajes construidos a partir de una estructura de metal, donde se aferraban hábilmente con las cuatro manos. Además, llevaban elegantes guantes de cuero que no obstaculizó sus habilidades de agarre (Boulle 1964, 55). este reverso mundo ofrece un contraste fascinante con el nuestro, lo que nos obliga a considerar las implicaciones de tal coexistencia y cómo las decisiones tomadas en uno la realidad podría resonar en otro. Según Susan Bridget McHugh (2000, 57): “Además de enmascaramiento y lenguaje, los artefactos culturales contribuyen a la visualización de raza como especie, estableciendo vínculos más claros entre el futuro simio y el humano estadounidense.” Por ejemplo, los gorilas usan botas de montar de cuero negro y chalecos acolchados, que no sólo simbolizan su peligroso trabajo de usar y controlar animales pero también asociarlos visualmente con animales menores como los caballos negros que montan, tal como se perciben en la cultura de los simios. Mientras que la novela generalmente describe la ropa de los simios y otras tecnologías como parecidas a las de las sociedades industrializadas de mediados del siglo XX, los orangutanes se destacan destaca con un rasgo distintivo: “una larga levita negra con una estrella roja el ojal y los pantalones a rayas blancas y negras” (Boulle 1964, 39), que recuerda a la cultura comunista con el traje de simio. En este mundo inverso en el que los simios han evolucionado hasta convertirse en seres inteligentes, los humanos son retratados como primitivos y animales. Han retrocedido en inteligencia y son tratados como una especie subordinada por los simios. Además, son capturados, cazados y sometidos a diversas formas de exploración por la sociedad de simios dominante. Sin embargo, “no pueden dejar de ser considerados como animales salvajes porque no sólo se quedan mudos sino que además son incapaces de manejar cualquier medio de comunicación complejo” (Micali 2021, 30). Al visitar el planeta Soror, Mérou se sorprendió al ver 50 individuos: hombres, mujeres y niños, que fueron exhibidos para diversión de los espectadores simios. Los humanos dentro de la jaula exhibieron comportamientos histéricos y excesivos, participando con entusiasmo en diversas acciones: saltar, empujar, y saltando en un intento de entretener a sus observadores simios. Estos simios jóvenes ocasionalmente arrojaban trozos de fruta o pastel, vendidos por una simia mayor en la entrada, a aquellos humanos que realizaron las más impresionantes trucos. Subiendo por los barrotes, caminando a cuatro patas o con las manos, los humanos luchó por estas recompensas. Cuando estos últimos cayeron dentro de un grupo, sobrevino el caos, con caras arañadas y pelo arrancado, acompañado de duros gritos de frustración y enojo (Boulle 1964, 66). Esta angustiosa exposición arroja luz sobre el trato degradante y explotador de los seres humanos. en cautiverio, sometidos a los impulsos y deseos de sus simios espectadores. Esta relación desigual e inhumana entre las dos especies resalta las inquietantes implicaciones de la dinámica de poder, donde un grupo es subyugado y cosificado para el placer de otro. Otro sorprendente observado por Mérou es ver a su compañero de viaje, el líder y el cerebro de su expedición, el famoso profesor Antelle, capturado y vendido al zoológico (Boulle 1964, 67). Esto refleja la caza uso de animales por parte de humanos en el mundo real para diversos fines, como comida, ropa y entretenimiento. También destaca la larga data historia de los seres humanos que cazan animales tanto por deporte como para alimentarse, a menudo pasando por alto el impacto potencial sobre las poblaciones animales y los ecosistemas. Además, la novela llama la atención sobre la práctica histórica de capturar y exhibir animales en zoológicos y circos para diversión humana. El confinamiento de animales en ambientes no naturales puede resultar en malestar físico y psicológico, lo que plantea preocupaciones éticas sobre la Explotación de animales con fines de entretenimiento. Sin embargo, la novela no sólo presenta un mundo inverso sino también un Escala evolutiva invertida. “Los humanos retroceden y los simios progresan” (Cámaras 2016, 112). Boulle empleó el concepto de evolución como herramienta narrativa, presentando a sus simios como seres inteligentes y avanzados debido a su aceptación de este proceso evolutivo. Al revés de Boulle y mundo imaginario, la raza simia es retratada como educada, y Mérou es cuestionado sobre sus orígenes en un entorno académico (Chambers 2016, 112). Además
Utilizando un escenario mundial inverso, Boulle pretende criticar varios aspectos de la sociedad humana, centrándose en las ansiedades que rodean el poder y los riesgos asociado con la complacencia. A través de la lente de Mérou, la narrativa examina la naturaleza del poder y su inestabilidad inherente. La inversión de Dinámica de poder: una sociedad de simios muy inteligentes domina a los primitivos. habitantes humanos—sirve como una representación metafórica de los seres humanos. El destino potencial de la civilización. Al colocar a los simios en posiciones de autoridad y humanos en roles serviles, la novela explora cómo el poder puede ser arbitrario, cambiante y, a menudo, en manos de aquellos que tal vez no sean los mejores. adecuado para manejarlo. El ascenso de los simios al poder y su posterior dominio sobre los humanos ejemplificar cómo se puede obtener autoridad a través de diversos medios, incluyendo fuerza bruta, destreza intelectual y manipulación. Esta noción refleja las ansiedades del mundo real que rodean a los regímenes opresivos y el abuso de poder a lo largo de la historia. Invirtiendo los roles de humanos y simios subrayando al mismo tiempo la experimentación humana y la exploración científica en el sociedad dominada por los simios, Boulle llama nuestra atención sobre el lado más oscuro de progreso científico y avance tecnológico. |