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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

martes, 22 de septiembre de 2015

275.-Santo Tomas de Aquino (II).-a


Santo Tomas



Santo Tomás y el pensamiento moderno.



En el Syllabus de 1864 Pío IX condenó una afirmación que decía que los métodos y principios de los antiguos doctores escolásticos no se adaptaban a las necesidades de nuestro tiempo y al progreso científico (Denzinger-Bannwart, n. 1713). 
En la encíclica "Aeterni Patris", León XIII señala los beneficios que se derivan de "una reforma práctica de la filosofía, restaurando las reconocidas enseñanzas de Santo Tomás de Aquino".

El Papa exhorta a los obispos a "restaurar la sabiduría áurea de Tomás y difundirla por todas partes en defensa y para mayor belleza de la Fe Católica, para el bien de la sociedad y para el avance de todas las ciencias.
 En las páginas de la Encíclica que preceden inmediatamente a esas palabras, explica por qué la enseñanza de Santo Tomás llevarían a tal deseable resultado: Santo Tomás es el gran maestro para explicar y defender la Fe, porque suya es "la sólida doctrina de los Padres y Escolásticos, que con tanta claridad y vigor demuestran los firmes fundamentos de la Fe, su origen Divino, su certera Verdad, los argumentos que la sostienen, los beneficios que ha dispensado a la humanidad, y su perfecto acuerdo con la razón de tal manera que satisface completamente las mentes abiertas a la persuasión, aunque estén indispuestas para ello".


 La carrera de Santo Tomás en sí misma hubiera justificado a León XIII cuando aseguró a los hombres del siglo XIX que la Iglesia Católica no se oponía al recto uso de la razón. También se destacan los aspectos sociológicos de Santo Tomás: 

"Las enseñanzas de Santo Tomás sobre el verdadero significado de la Libertad, que ahora se está convirtiendo en libertinaje, sobre el origen Divino de toda autoridad, sobre las Leyes y su fuerza, sobre el justo y paternal gobierno de los príncipes, sobre la obediencia a las máximas autoridades, sobre la mutua caridad fraterna -- en fin, sobre todos estos y otros temas, poseen una gran e invencible fuerza para conquistar y vencer aquellos principios del "nuevo orden" que hacen peligrar el pacífico orden de cosas y la seguridad pública" (ibid.).


Loa males que afectan la sociedad moderna han sido señalados por el Papa en la epístola "Inescrutabili" del 21 de abril de 1878, y en la que versa sobre el Socialismo, Comunismo y Nihilismo. ("Las Grandes Encíclicas de León XIII", pp. 9 sqq.; 22 sqq.) De qué manera los principios del Doctor Angélico proveerán un remedio para estos males, se explica aquí de manera general, y de manera más particular en las epístolas sobre la constitución Cristiana de los estados, la libertad humana, los principales deberes de los cristianos como ciudadanos, y cobre las condiciones de las clases trabajadoras. (ibid., pp. 107, 135, 180, 208).

Es en relación a las ciencias, que algunos dudan de la actualidad de los escritos del Santo; se refieren a las ciencias físicas y experimentales, ya que en la metafísica, los escolásticos son reconocidos maestros. León XIII llama la atención a las siguientes verdades:

 (a) Los Escolásticos nunca se opusieron a la investigación. 
Sosteniendo como principio antropológico "que la inteligencia humana es llevada al conocimiento de las cosas sin cuerpo y materia sólo mediante las cosas sensibles, entendieron bien que nada era más útil a un filósofo que la indagación diligente en los misterios de la naturaleza, y la constancia en el estudio de los fenómenos físicos" (ibid. p. 55).

Este principio se llevaba a la práctica: Santo Tomás, San Alberto Magno, Roger Bacon, y otros, "prestaron gran atención al conocimiento de la naturaleza" (ibid., p. 56). 

 (b) La investigación sola no basta a la verdadera ciencia. 

"Cuando se establecen los hechos, es necesario aplicarnos al estudio de los objetos corpóreos, para indagar las leyes que les gobiernan y los principios de los que surgen su orden y unidad diversa" (p. 55) Pretenderán los científicos de hoy en día razonar o sintetizar mejor que Santo Tomás? 
León XIII recomienda el método y los principios del Santo: "Si algo es tratado con demasiada sutileza por los doctores escolásticos; si hay algo que no concuerda con los descubrimientos modernos, o en una palabra, es de alguna manera indemostrable, no se nos ocurriría proponerlo como ejemplo para nuestro tiempo" (p.56)

 De la misma manera que Santo Tomás en su día asistió a un movimiento hacia Aristóteles y la filosofía, incontrolable, pero susceptible de ser dirigido para servir a la causa de la verdad, León XIII, viendo en el mundo de su época, un espíritu de estudio e investigación que podía producir tanto bien como mal, no quiso ahogarlo, sino que se propuso presentar un moderador y maestro que pudiera guiarlo por los caminos de la Verdad.

Y ningún otro podía haberse escogido, más que Tomás de Aquino, el maestro de la mente clara, del análisis, de la síntesis, de la comprensión. Su paciencia extraordinaria y equidad al tratar con los filósofos equivocados, su aprobación de todo lo verdadero en sus escritos y su delicadeza en condenar sus falsedades, su claridad de visión al señalar la ruta hacia el conocimiento en todas sus ramas, su aptitud y precisión al expresar la Verdad -- estas cualidades le distinguen como un gran maestro no solo del siglo XIII, sino de todos los tiempos. Si alguien le considera demasiado sutil, es porque no saben lo claro, conciso y sencillo de sus definiciones y divisiones. Sus dos "Summae" son obras maestras de la pedagogía, y le otorgan el título de "el más grande de los maestros humanos". Incluso tuvo que lidiar con errores muy similares a los que hoy en día se encubren con los apelativos de filosofía o ciencia. El Racionalismo de Abelardo y otros, engendraron los luminosos y eternos principios sobre la verdadera relación entre fe y razón.

El ontologismo fue sólidamente refutado por Santo Tomás casi seis siglos antes de Malebranche, Gioberti y Ubaghs (véase Summa Theologica I, Q lxxxiv, a, 5). La verdadera doctrina sobre los primeros principios y universalidades, dados por él y por otros escolásticos, es la mejor refutación a la crítica de Kant de las ideas metafísicas (véase por ejemplo, "Post. Analyt.", I, lect. Xix, "De ente et essentia", c, iv; Summa Theologica, I Q xvii, a. 3, corp. y ad 2um; Q lxxix, a. 3; Q lxxxiv, a. 5, a. 6, corp. y ad 1um, Q lxxxv, a. 2, ad 2um, a. 3, ad 1um, ad 4um. Véase en el índice a la "Summa", "Veritas", "Principium", "Universale").
El Panteísmo psicológico moderno no difiere substancialmente de la teoría de "una sola alma para todos los hombres" de Averroes (véase "De unit. Intell." Y Summa Theologica, I, Q lxxvi, a, 2; Q lxxix, a. 5). El error Modernista que distingue al Cristo de la Fe del Cristo de la Historia, tuvo su precursor en el principio Averroísta de que una cosa puede ser cierta en la filosofía y falso en la religión.

En la encíclica "Providentissimus Deus" (18 de noviembre de 1893) León XIII extrae de las obras de Santo Tomás los principios y sabias reglas de deben gobernar la crítica científica de la Sagrada Escritura. De la misma fuente, los escritores modernos han sacado principios muy útiles para la solución de problemas relacionados con el Espiritismo y el Hipnotismo.
 ¿Debemos concluir, entonces, que la obra de Santo Tomás, tal y como él la dejó, ofrece suficiente instrucción para los científicos, filósofos y teólogos de nuestros días?
De ninguna manera. Vetera novis augere et perficere -"Reforzar y completar lo Viejo con la ayuda de lo Nuevo" es el lema de la restauración propuesta por León XIII. Si Santo Tomás viviese hoy, adoptaría sin dudarlo todos los datos y hechos desvelados por las recientes investigaciones científicas e históricas, pero sopesando con esmero toda la evidencia ofrecida a favor de tales hechos.

En nuestros días, una teología positiva es más necesaria que en el siglo XIII. León XIII defiende su validez en su Encíclica y su afirmación se confirma y renueva en la Epístola sobre el Modernismo de Pío X. Pero ambos pontífices declaran que la teología positiva no debe ser entronizada relegando un segundo plano la teología Escolástica.
En la Encíclica "Pascendi", al ofrecer remedios contra al Modernismo, Pío X, siguiendo a su ilustre predecesor, pone en primer lugar "la filosofía Escolástica, especialmente como fue enseñada por Tomás de Aquino". Santo Tomás sigue siendo "El Ángel de las Escuelas".




D'Aquino (famiglia)

Inquartato: nel 1º e 4º d'oro a tre bande di rosso; nel 2º e 3º troncato d'argento e di rosso al leone rampante dell'uno nell'altro.


La familia italiana de Aquino, fue una de las casas nobles más importantes del reino de Sicilia y luego del reino de Nápoles. 
Fue una de las Siete Grandes Casas del Reino de Nápoles. (Sept sérénissimes grandes maisons du royaume de Naples.)

Historia 
D'oro a tre bande di rosso.


En origen lombardo y se establecieron en el norte de Campania desde el siglo IX, fue particularmente fuerte en la Edad Media, cuando tomó las medidas (es decir la frontera) entre el Reino de Sicilia y Nápoles y los estados del Papa . Su miembro más ilustre es Santo Tomás de Aquino , filósofo teológico, santo y doctor de la Iglesia, considerado el pensador medieval más influyente de Occidente. Su tío, Tomás de Aquino, conde de Acerra , es conocido como un fiel lugarteniente de Federico II de Hohenstaufen , vigilante de Apulia y la tierra del Trabajo , capitán general de Sicilia. (justicier d'Apulie et de la terre de Labour, capitaine général de Sicile.)

La rama principal de la familia murió a finales del siglo  xv con Antonella D'Aquino y sus títulos pasó a la familia de Avalos, ya conocido como el D'Avalos d'Aquino.

Otra rama importante sobrevivió hasta el final del siglo xviii, los barones y príncipes de Castiglione, que ganó muchos títulos y cargos bajo los Austrias y los Borbones en Nápoles. Una rama menor de la patricia Tropea , barones Messinara e Pluteo, que sobrevivió, hasta mediados del  siglo XX en Calabria. 

Otra rama menor de haber echado raíces en Calabria, los patricios de Cosenza y señores de Venere, murió en el  siglo XIX .

Por último, otra familia de Aquino, nacido en Taranto, en Apulia , se convirtió en una de las más poderosas y ricas familias de la aristocracia napolitana del  siglo xvii  a través de la compra y reventa de trigo, pero no está no relacionado con la familia Aquino de Santo Tomás. Esto es en realidad una familia ennoblecida la siglo xvi  y decidió utilizar las mismas armas que la familia de Aquino. Sus miembros se convirtieron en príncipes de Caramanico y ocuparon importantes posiciones políticas en el siglo xviii  a la corte napolitana.

Entre los muchos títulos obtenidos por la familia Aquino en los reinos de Sicilia y Nápoles se encuentran los de Príncipe de Castiglione, Príncipe de San Mango , Príncipe de Feroleto, Príncipe de Pietralcina, Príncipe del Sacro Imperio , Duque de Gaeta , Duque de Nicastro, Duque de Bisceglie , Duque de Casola, Marqués de Pescara , Conde de Aquino, Conde de Acerra , Conde de Loreto, Conde de Monteodorisio , Conde de Belcastro , Conde de Corato , Conde de Martorano. 

Los d'Aquinos fueron grandes de  España .

También hay otras familias con el nombre de d'Aquino, procedentes de Italia, que son de origen común, que como muchas familias italianas que abandonaron su país han tomado el nombre de su ciudad de origen. Sin embargo, el origen geográfico de estas familias sigue siendo incierto.




La rama principal de la familia murió a finales del siglo  xv con Antonella D'Aquino y sus títulos pasó a la familia de Avalos , ya conocido como el D'Avalos d'Aquino.



Dávalos (D'Ávalos) es un linaje español que tiene diversas acepciones, ya que se corresponde con Ávalos (Avalos), Ábalos (Abalos), de Ávalos, Avalo, D'Ávalos (D'Avalos) y/o Abalón (Abalon), tratándose siempre del mismo linaje, como aclara el licenciado Francisco Cascales (1564-1642) en su obra “Discursos Históricos…” tercera edición publicada en 1.874:

“unos autores les llaman Ávalos, y otros Dávalos, cosa es bien menuda, y en que no se debe reparar para entender que no son diferentes linajes; pues cada día sucede aumentarse o disminuirse de una letra o de una sílaba los apellidos, siendo siempre los mismos.”
Escudo del marquesado del Vasto

Blasonado Dávalos de Aquino.


El marquesado del Vasto (en italiano: marchesato del Vasto) o del Guasto en dialecto abruzo, es un título nobiliario hispano-napolitano creado el 1 de febrero de 1521 por el rey Carlos I a favor de Iñigo de Ávalos y Aquino, Gran Camarlengo del Reino de Nápoles,​ hijo de Íñigo de Ávalos, I conde de Monteodorisio, y de Antonia de Aquino.

El II marqués recibió la Grandeza de España el 25 de noviembre de 1535, dignidad que fue confirmada el 16 de febrero de 1762 por el rey Fernando VI al XII marqués, Diego de Ávalos Aquino Aragón y Caracciolo.

Su denominación hace referencia a la localidad de Vasto, en los Abruzos, Italia.



Alfonso de Ávalos Aquino Aragón y Doria Pamphili (1796-1861), XIII marqués del Vasto, príncipe del S.R.I., IX príncipe de Montesarchio y VIII de Troya, XIX marqués de Pescara. Grande de España de Primera Clase; cavaliere della Gran Croce dell'Ordine di San Gregorio Magno, dell'Ordine di San Gennaro, dell'Ordine di San Giuseppe; commendatore dell'Ordine di Cristo.



Filosofía.

  

Ontología


Tomás, como máximo exponente de la figura de Aristóteles, tiene en el ser el punto de partida de su esquema del pensamiento. Umberto Eco expresa que "Tomás no aristoteliza el cristianismo, sino que cristianiza a Aristóteles".
 El Aquinate comienza su ciencia en el ente, que se define como lo que está siendo. Ahí introduce su innovadora distinción entre esencia y existencia. Ya que podemos actualizar interiormente la esencia de un objeto (su figura, sus límites), independientemente de que exista, de que tenga realidad propia, contenido propio, hay que concluir que ambos son principios diferentes. Tomás asocia la esencia, por ser limitación, con la potencia aristotélica, y la existencia, por ser perfección, como acto; en esta independencia de la existencia respecto a la esencia radica la cuestión de la contingencia de los objetos y de toda metafísica en general. Al hilo de ello, Tomás se refiere a Dios, que es plenamente subsistente no-contingente luego su existencia se encuentra en su esencia, se define como el ser propio y absoluto, el Ser, como se verá más adelante.

La siguiente innovación radica en las propiedades inherentes del ser, o trascendentales, que son tres:

Unidad: Un ente, por Principio de no contradicción, es una realidad simple, es decir, incontradictoria. Esto enlaza con lo que dijo Aristóteles:

El Ser y el Uno son la misma cosa
Aristóteles Metafísica. Alianza Editorial, 2011, p.112

Verdad: Se dice aquí que todo ente es inteligible, que cualquier ente cabe de ser pensado. La verdad sería pues la propiedad de cognoscibilidad del ente, cosa afirmada por Agustín de Hipona y reforzada por Tomás en su famosa definición:

Conformidad del entendimiento con su principio, las cosas
Tomás de Aquino. Suma Teológica Tomo I. BAC, 1947, pg. 639

Bondad: Ya que el mal, por ser mera corrupción, no existe como tal, como ente, no hay ente que sea "malo", así pues, todo ente es bueno, apetecible por la voluntad.

La ontología de Tomás no es, pues, una metafísica de las esencias y de las categorías como venía siendo tiempo atrás sino de algo aún más profundo: del ser mismo 25​ lo cual conlleva un punto de vista más real, optimista y exacto.

Conocimiento.

La teoría del conocimiento de Tomás de Aquino es un rescate de la defendida por Aristóteles. Para ambos el entendimiento toma la forma genérica y substancial de los objetos del exterior (percibida a través de los individuos, plenamente reconocidos por la intencionalidad del esciente) y la abstrae, dando lugar a la especie o universal en acto. En ello radica la diferencia cognoscitiva entre hombre y animal, ya que el universal es un elemento indispensable para toda ciencia, que solo puede alcanzar el hombre.

La novedad de Tomás en este tema reside en su respuesta al problema de los universales. Dicho problema, mencionado primeramente por Porfirio en su Isagoge, analiza el modo de ser del universal. Ya que esta cuestión es de capital importancia antropológica (Está visto arriba), directa o indirectamente las grandes figuras intelectuales de la Edad Media como Agustín de Hipona, Escoto Eriúgena, Anselmo de Canterbury, Pedro Abelardo o Sigerio de Brabante tomaron postura en la polémica. Tomás adoptó la posición llamada realismo moderado y dio la siguiente solución, destacando tres estados reales del universal:​

Ante rem (Anteriores a la cosa): En la mente de Dios, por ser Creador del mismo, como arquetipo de los entes de la realidad material.
In re (En la cosa): Como estructura que conforma la especie de un objeto singular. Está mezclado con la materia, por lo que, como tal, en el aspecto sensitivo es potencial e imperceptible.
Post Rem (Posteriores a la cosa): Como conceptos lógicos, abstraídos de los entes reales materiales y, necesariamente por lo dicho arriba, inmateriales.
Tomás de Aquino creía "para conocer una verdad, de cualquier orden que sea, el hombre necesita de un auxilio divino mediante el cual el entendimiento sea impulsado a su propio acto". Sin embargo, creía que los seres humanos tienen la capacidad natural de conocer muchas cosas sin una revelación divina especial, aunque tal revelación ocurre de vez en cuando, "sobre todo de las que se refieren a la fe". Pero esta es la luz que Dios le da al hombre según la naturaleza del hombre: 
"cada forma comunicada por Dios a las criaturas tiene eficacia respecto de un acto determinado, del que es capaz por su propia naturaleza; pero su acción no puede ir más allá a no ser en virtud de una forma sobreañadida, como el agua no puede comunicar calor si no ha sido previamente calentada por el fuego. Así, pues, el entendimiento humano tiene una forma determinada, que es su misma luz intelectual, de por sí suficiente para conocer algunas cosas inteligibles, aquellas que alcanzamos a través de lo sensible".
Por lo tanto, comprendemos la esencia, quididad, naturaleza o forma de un objeto espiritualmente por un órgano como el ojo, la cual forma una especie inteligible en la memoria al quitar las propiedades que le son accidentales, creándose una "palabra interior" o "concepto" de dicho objeto.

Ética y moral.

Tomás de Aquino tuvo uno de los sistemas éticos mejor desarrollados, tratando temas como la axiología, las pasiones, teoría de la virtud, ética normativa, ética aplicada, derecho y gracia.​ Para Tomás, la ley es «una prescripción de la razón, en orden al bien común (bonum commune), promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad».32​ Distingue cuatro tipos de leyes:

  1. la ley divina, que son todos los mandamientos divinos y solo se puede conocer por medio de la revelación;
  2. La ley eterna, que es «la razón de la divina sabiduría en cuanto dirige todos los actos y movimientos»;
  3. la ley humana, que consiste en todas las reglas aprobadas por los sistemas legales​ instituidas para que «se modere la audacia humana, quede protegida la inocencia en medio de los malvados y se refrene en éstos»;
  4. y por último la ley natural, que es «la participación de la ley eterna en la criatura racional»,​ un conjunto de principios morales básicos enraizados en la naturaleza que se pueden conocer mediante la razón.

La moral de Aquino está basada en este último principio que tomó del pensamiento estoico.​ Seguidor de la ética de las virtudes, Tomás escribió en su Summa theologiae:

La virtud designa una perfección de la potencia. Ahora bien, la perfección de cada cosa se entiende principalmente en orden a su propio fin. Siendo, pues, el fin de la potencia su propio acto, la potencia será perfecta en cuanto que se determine a su propio acto.
Suma teológica, Parte I-II, Cuestión 55, Artículo 1

Tomás enfatizó que "se dice que la sindéresis es ley de nuestro entendimiento, porque es un hábito que contiene los preceptos de la ley natural que son principios primeros del obrar humano".Según Tomás:

"[...] todos los seres se sienten naturalmente inclinados a realizar las operaciones que les corresponden en consonancia con su forma; por ejemplo, el fuego se inclina por naturaleza a calentar. Y como la forma propia del hombre es el alma racional, todo hombre se siente naturalmente inclinado a obrar de acuerdo con la razón. Y esto es obrar virtuosamente. Por consiguiente, así considerados, todos los actos de las virtudes caen bajo la ley natural, puesto que a cada uno la propia razón le impulsa por naturaleza a obrar virtuosamente. Si, en cambio, consideramos los actos virtuosos en sí mismos o según su especie, no todos ellos son de ley natural. Porque hay muchas acciones virtuosas que no responden de manera inmediata a una inclinación natural, sino que son el resultado del proceso racional por el que los hombres buscan lo más útil para vivir bien"
Suma teológica, Parte I-II, Cuestión 55, Artículo 3

Tomás fundamentó la justicia legal en la ley eterna y, a la justicia particular que Aristóteles llamaba "justicia correctiva".​ Al igual que Aristóteles, para Aquino cada ser actúa por un fin y el ser humano tiene un fin último. El fin último del hombre es el bien de su especie, su plenitud-perfección, alcanzar la felicidad, la cual es imperfecta. Para obtenerla debe responderse a su naturaleza, a su forma humana, y que el ser humano entiende a Dios, Sumo Bien, por el dictamen de su intelecto es como llega al bien (del cual da Dios razón) de las cosas. Ya que todo ente tiene una forma, con sus límites y medidas, según esas leyes de naturaleza, el hombre alcanza su bien, su virtud. A ello se le llamaría ley natural, que son verdades necesarias que refleja Dios. Luego todos los seres humanos desean la unión contemplativa con Dios y solo la felicidad humana en el cielo es perfecta.

Tomás de Aquino recoge las virtudes aristotélicas cuya realización está en el justo medio. Esto se ve corroborado, profundizado y trascendido por la revelación cristiana. Según ésta, el compendio de la ética es el amor al prójimo, que es querer el bien de todo hombre. Las virtudes cardinales de Santo Tomás son la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza;​ y las virtudes teológicas la luz divina, la esperanza y la caridad.Tomás también recoge unos bienes humanos (bona humana)​ básicos, los cuales incluye la preservación de la vida, la procreación, la vida social, el conocimiento y la conducta racional. Esta lista ha sido expandida por filósofos posteriores como Germain Grisez y John Finnis.

Al igual que John Stuart Mill, Tomás señaló que el bien conduce a acciones que son placenteras, característica necesaria para la felicidad. También diferenció entre el placer intelectual, que es bueno per se; y corporal, que es natural y algunos pueden ser malos pero no per se.​ Por ejemplo, el placer sexual es natural y bueno dentro del matrimonio. Incluso un pecado venial que no sea inconsistente con la razón no es necesariamente malo:

Mas de esto no se sigue malicia moral, como tampoco el sueño en el que está ligado el uso de la razón es moralmente malo si se ha entregado uno a él conforme a la razón, porque también es propio de la misma razón el que a veces se interrumpa su uso. Decimos, sin embargo, que esta ligadura de la razón por el deleite en el acto conyugal, aunque no implique malicia moral, porque no es pecado mortal ni venial, proviene, no obstante, de cierta malicia moral, esto es, del pecado de nuestro primer padre, pues esto no se daba en el estado de inocencia, como consta de lo que ya se ha dicho.
Suma teológica, Parte I-II, Cuestión 34, Artículo 1

No obstante, Tomás considera algunos pecados como naturalmente malos y nunca lícitos, como la mentira. Tomás distingue tres tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa. Las mentiras útiles y humorísticas son pecados veniales, mientras que la mentira maliciosa es pecado mortal.​ Siguiendo a Aristóteles​ y San Agustín, el Aquinate declara que:

Pero no se debe usar de un medio desordenado e ilícito para impedir el daño y faltas de los demás; lo mismo que no es lícito robar para dar limosna (a no ser en caso de necesidad, en que todo es común). [...] Se puede, no obstante, ocultar prudentemente la verdad con cierto disimulo [...]
Suma teológica, Parte II-II, Cuestión 110, Artículo 3

La ética de Aquino fue criticada por Juan Duns Escoto. Él mantuvo que muchas de las llamadas verdades morales inmutables que señala Aquino son contingentes y dependen de la voluntad de Dios, luego la razón y la revelación no coinciden tanto como Tomás creía.48​ Guillermo de Ockham también rechazó la ley natural de Aquino como base ética sosteniendo que depende enteramente del mandato divino.​ Immanuel Kant criticó la concepción del bien como base ética de Aquino al no poder formular leyes y juicios morales universales, afirmando así el deber como base moral (deontología) y que la ley moral viene dada desde dentro del propio individuo.

Libre albedrío

Tomás de Aquino veía a los humanos como preprogramados (en virtud de ser humanos) para buscar ciertas metas, pero capaces de elegir entre rutas para lograr estas metas (nuestro telos aristotélico). Su punto de vista se ha asociado tanto con el compatibilismo como con el libertarismo.
Al enfrentar las elecciones, argumentó que los humanos están gobernados por el intelecto, la voluntad y las pasiones. 
La voluntad es "el motor primario de todos los poderes del alma [...] y también es la causa eficiente del movimiento en el cuerpo".
 El libre albedrío entra de la siguiente manera: el libre albedrío es un "poder apetitivo", es decir, no un poder cognitivo del intelecto (el término "apetito" de la definición de Aquino "incluye todas las formas de inclinación interna").​ Afirma que el juicio "concluye y termina el consejo. Ahora bien, el consejo se termina, primero, por el juicio de la razón; en segundo lugar, por la aceptación del apetito [es decir, el libre albedrío]"

Objetivo de la vida humana.

Tomás, siguiendo a Aristóteles, explica que el bien universal (summo bono) no se encuentra en las riquezas ni el poder, pero discrepando con él y de Averroes, afirmó que tampoco puede identificarse con el estudio ni el conocimiento filosófico de Dios. Tomás identificó la meta de la existencia humana como la unión y la comunión eterna con Dios. Este fin es imposible de alcanzar naturalmente.​ Solo se logra a través de la visión beatífica, en la que una persona experimenta una felicidad perfecta e interminable al ver la esencia de Dios. La visión ocurre después de la muerte como un regalo de Dios para aquellos que en vida experimentaron la salvación y la redención a través de Cristo.

La meta de la unión con Dios tiene implicaciones para la vida del individuo en la tierra. Tomás afirmó que la voluntad de un individuo debe estar ordenada hacia las cosas correctas, como la caridad, la paz y la santidad. Él vio esta orientación como también el camino a la felicidad. De hecho, Tomás ordenó su tratamiento de la vida moral en torno a la idea de felicidad. La relación entre voluntad y fin es de carácter antecedente "porque la rectitud de la voluntad consiste en estar debidamente ordenada al fin último [es decir, la visión beatífica]". Aquellos que verdaderamente buscan comprender y ver a Dios necesariamente amarán lo que Dios ama. Tal amor requiere moralidad y da frutos en las elecciones humanas cotidianas.

Política.

La visión política del Aquinate, expresada en su obra De regimine principum, es una extensión de su filosofía moral en cuanto a la responsabilidad y autoridad en una comunidad.​ Tomás trata de explicar la ley humana, que varía dependiendo de las circunstancias con base en la ley natural. A diferencia de algunos filósofos políticos, Tomás sostiene que la autoridad humana es la consecuencia lógica del fin natural del ser humano como animal racional y social.
​ "Como la vida humana digna es la que se conforma por la virtud, el fin de la sociedad civil es la vida virtuosa".​ En consecuencia, la ley positiva, si es contraria a la ley natural, es injusta pues atenta contra el bien del hombre. De este modo, la ley natural expresa la libertad del hombre y exige una ordenación racional de su conducta. Esto explica que, para Tomás de Aquino, la peor forma de gobierno es la tiranía. La distinción entre un buen hombre y un buen ciudadano sirvió para el desarrollo de la esfera de la autonomía individual en la que el Estado no podía interferir de la teoría libertaria, pero Tomás no es todavía un pensador moderno, pues el gobernante no posee el poder absoluto, sino que está subordinado a la Iglesia.

Tomás distinguió dos tipos de sometimiento: Uno servil, por el que el señor usa de sus súbditos para su propio provecho (introducido después del pecado); y otro, económico o civil, por el que el señor emplea a sus súbditos para la utilidad y bienestar de los mismos. Este último habría existido también antes de darse el pecado, ya que no habría organización en la sociedad humana si unos no fueran gobernados por otros más sabios.​ Aquino piensa que un gobierno justo es aquel que se rige por el bien común, siendo la mejor forma de gobierno para las sociedades corrompidas, faltas de virtud y de sabiduría una monarquía mixta entre la aristocracia y la democracia para evitar que un rey se convierta en un tiranía,descrito tanto en la Biblia como en la Política de Aristóteles.​ Para el Doctor Angélico, la república es la mejor forma de gobierno entre personas sabias y virtuosas, pues permite ascender según el mérito.

Además de lo cual es de considerar que el sitio de la tierra dispone las cosas de ella conforme al aspecto de las estrellas (como arriba se ha dicho) por lo cual vemos algunas Provincias dispuestas a la servidumbre, y otras para la virtud; y así Julio César y Amonio, que escriben los hechos de los Franceses y Alemanes, les atribuyen las mismas costumbres y obras en que hoy perseveran. Los ciudadanos Romanos algún tiempo vivieron debajo del gobierno de los Reyes, desde Rómulo hasta Tarquino el soberbio, que fueron doscientos sesenta y cuatro años, como lo dicen las historias, y también los Atenienses después de la muerte del Rey Codro se gobernaron por Magistrados; porque están debajo del mismo clima de los Romanos, los cuales, considerando que su Reino por las causas dichas era más a propósito para el gobierno político, lo gobernaron con él hasta el tiempo de Julio César debajo de la potestad de los Cónsules, Dictadores y Tribunos, por tiempo de cuatrocientos y cuarenta y cuatro años, en los cuales con este modo de gobierno, como arriba dijimos, tuvo grandes aumentos la República. Y con esto habremos mostrado en qué razón el gobierno político se debe preferir al Real, y el Real al despótico.
Opúsculo sobre el gobierno de los príncipes, Libro II, Capítulo IX


Tomás también contribuyó al pensamiento económico como un aspecto de la ética y la justicia. Se ocupó del concepto de precio justo, normalmente su precio de mercado o un precio regulado suficiente para cubrir los costes de producción del vendedor. Argumentó que era inmoral que los vendedores subieran sus precios simplemente porque los compradores necesitaban un producto con urgencia.

Servidumbre y matrimonio

Esta sección es un extracto de Historia de la esclavitud § tomas.

Tomás de Aquino siguió el pensamiento aristotélica de una escala natural de entes que le daba autoridad a algunos hombres sobre otros. Tanto Aristóteles como Tomás aprueban la utilidad una servidumbre natural en base de la inteligencia de los hombres, siendo incluso lícito que un amo golpeara a su siervo, aunque sería mejor que fuera misericordioso con él.

Por tanto, todos los seres humanos que se diferencian de los demás tanto como el alma del cuerpo, y como los hombres de los animales irracionales, son, por la eminencia de la razón en ellos y la deficiencia de los demás, por naturaleza dueños de los demás. Al respecto, Salomón también dice en Proverbios 11:29: "El necio servirá al sabio". (Comentario 1.3.10).

Pero la servidumbre pertenecen al derecho de gentes (Ius gentium). Tomás tenía más consideración hacia los esclavos que Aristóteles al afirmar que estos también tenían algunos derechos.

El hijo, en cuanto hijo, es algo del padre; e igualmente, el siervo, en cuanto siervo, es algo del señor. Sin embargo, ambos, en la medida en que son considerados como unos hombres, son algo subsistente por sí mismo, diferente de los demás. Y por eso, en cuanto los dos son hombres, de alguna manera existe la justicia para éstos, y de ahí que se den también ciertas leyes sobre las cosas que son propias del padre para el hijo o del señor para el siervo. Pero, en cuanto uno y otro son algo del otro, según esto, falta aquí la perfecta razón de derecho o de lo justo.

Aun así, Tomás hace afirmaciones negativas sobre la esclavitud:

Nada es tan repugnante a la naturaleza humana como la esclavitud; y, por lo tanto, no hay mayor sacrificio (excepto el de la vida), que un hombre puede hacer por otro, que entregarse a la servidumbre por el bien de ese otro.

Respecto al matrimonio, Tomás está de acuerdo con la visión aristotélica de la mujer al decir que en este tipo de servidumbre la esposa goza más estatus que los siervos. En la Summa Theologiae escribe:

La esposa, en cambio, a pesar de ser algo del marido, [...] se distingue más del esposo que el hijo del padre o el siervo del señor, puesto que es tomada para cierta vida social del matrimonio. [...] Ahora bien: ya que en el varón y la mujer existe una relación inmediata a la sociedad doméstica, según se señala en I Pol., de ahí que entre ellos no se dé tampoco lo justo político en sentido absoluto, sino más bien un derecho doméstico.​

Guerra justa.

Esta sección es un extracto de Guerra justa § Tomás de Aquino.

Tomás de Aquino, basándose en San Agustín, escribe al referirse a la guerra justa: "Para que la guerra sea justa, se requieren tres condiciones.

Primera parte de la obra: la autoridad del príncipe bajo cuyo mandato se hace la guerra. No incumbe a la persona particular declarar la guerra, porque puede hacer valer su derecho ante tribunal superior; además, la persona particular tampoco tiene competencia para convocar a la colectividad, cosa necesaria para hacer la guerra. Ahora bien, dado que el cuidado de la república ha sido encomendado a los príncipes, a ellos compete defender el bien público de la ciudad, del reino o de la provincia sometidos a su autoridad. Pues bien, del mismo modo que la defienden lícitamente con la espada material contra los perturbadores internos, castigando a los malhechores, a tenor de las palabras del Apóstol:
 «No en vano lleva la espada, pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra mal» (Rm 13,4), le incumbe también defender el bien público con la espada de la guerra contra los enemigos externos. Por eso se recomienda a los príncipes:

 «Librad al pobre y sacad al desvalido de las manos del pecador» (Ps 81,41), y San Agustín, por su parte, en el libro Contra Faust. enseña:
 «El orden natural, acomodado a la paz de los mortales, postula que la autoridad y la deliberación de aceptar la guerra pertenezca al príncipe»

Segunda: Se requiere causa justa. Es decir, que quienes son atacados lo merezcan por alguna causa. Por eso escribe también San Agustín en el libro Quaest:

 «Suelen llamarse guerras justas las que vengan las injurias; por ejemplo, si ha habido lugar para castigar al pueblo o a la ciudad que descuida castigar el atropello cometido por los suyos o restituir lo que ha sido injustamente robado»

Tercera: Se requiere, finalmente, que sea recta la intención de los contendientes; es decir, una intención encaminada a promover el bien o a evitar el mal. Por eso escribe igualmente San Agustín en el libro De verbis Dom.: 
"Entre los verdaderos adoradores de Dios, las mismas guerras son pacíficas, pues se promueven no por codicia o crueldad, sino por deseo de paz, para frenar a los malos y favorecer a los buenos". 
Puede, sin embargo, acontecer que, siendo legítima la autoridad de quien declara la guerra y justa también la causa, resulte, no obstante, ilícita por la mala intención. San Agustín escribe en el libro Contra Faust.:
 «En efecto, el deseo de dañar, la crueldad de vengarse, el ánimo inaplacado e implacable, la ferocidad en la lucha, la pasión de dominar y otras cosas semejantes, son, en justicia, vituperables en las guerras»

Teología.

Fe y razón.

El pensamiento de Tomás de Aquino parte de la superioridad de las verdades de la teología respecto a las racionales, por la sublimidad de su fuente y de su objeto de estudio: Dios. Aunque señala que la razón es muy limitada para conocer a Dios, ello no impide demostrar que la filosofía sea un modo de alcanzar conocimientos verdaderos. En primer lugar porque no contradice a la teología, así lo dice:

Lo naturalmente innato en la razón es tan verdadero que no hay posibilidad de pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado por Dios. Luego como solamente lo falso es contrario a lo verdadero, como claramente prueban sus mismas definiciones, no hay posibilidad de que los principios racionales sean contrarios a la verdad de la fe
Tomás de Aquino (2007, p. 53)

En segundo lugar, porque es la herramienta natural del hombre para conocer el mundo y el Aquinate, como se ha visto, considera imposible pensar en la falsedad de la razón por lo connatural que no es. No obstante, Tomás señala que de llegarse a una contradicción real y no aparente entre una conclusión de fe y otra racional, la errónea es la de razón puesto que Dios es infalible. Un ejemplo de contradicción aparente se encuentra en la cuestión de la Trinidad. Tomás, por razón, señala que "Dios es simple", y, por fe, que es "trino", pero para ser trino (que no triple) hace falta ser uno, es decir simple, por lo que fe y razón no se contradicen, sino que la gracia de la fe supone (acepta) y eleva (perfecciona) la naturaleza, racional en este caso.

Hay dos tipos de ciencias.

Unas, como la aritmética, la geometría y similares, que deducen sus conclusiones a partir de principios evidentes por la luz del entendimiento natural.
Otras, por su parte, deducen sus conclusiones a partir de principios evidentes, por la luz de una ciencia superior. Así, la perspectiva, que parte de los principios que le proporciona la geometría; o la música, que parte de los que le proporciona la aritmética.
En este último sentido se dice que la doctrina sagrada es ciencia, puesto que saca sus conclusiones a partir de los principios evidentes por la luz de una ciencia superior, esto es, la ciencia de Dios y de los Santos.
Suma teológica, Parte I, Cuestión 1, Artículo 1

Santo Tomás de Aquino distinguía dos tipos de verdad: la verdad natural accesible a la razón, y la verdad revelada por la Revelación divina. Entre las dos se hayan «preámbulos de la fe» (Praeambula fidei), verdades que antes se conocen por la razón que por Dios.

Existencia de Dios.

En su obra Suma teológica, Tomás sostiene que la existencia de Dios es demostrable y responde a objeciones hacia su existencia como el problema del mal. El Aquinate sostiene que Dios permitiría que hubiera algún tipo de mal si se sacara un bien, liego "Dios, al causar en las cosas el bien de la armonía del universo, como consecuencia y de forma accidental".​ Tomás conecta existe el sufrimiento y el mal de naturaleza con la libertad, ya que tales males fueron consecuencia de tal pecado original.

Si el mal existe, Dios existe. Pues no existiría el mal una vez quitado el orden del bien, del cual el mal es privación. Pero este orden no existiría, si no existiera Dios
Summa contra Gentiles - Parte III - Cuestión 71

A pesar del gran optimismo de Tomás respecto a la cognoscibilidad de Dios, este no estaba dispuesto aceptar cualquier vía para demostrar la existencia de Dios. Su realismo aristotélico provocó numerosos enfrentamientos con los agustinistas, y, entre otras cuestiones, con el muy discutido argumento ontológico de San Anselmo. Tomás, muy por delante de las futuras críticas de Hume y Kant, da dos razones para negar la conclusión del argumento. Una radica en la evidencia de la idea de Dios:

Que Dios existe, es ciertamente evidente en sí, porque es su mismo ser, pero con respecto a nosotros, Dios no es evidente. Que el todo sea mayor que las partes es, en sí, absolutamente evidente. Pero no lo es para el que no concibe el todo. Y así sucede con nuestro entendimiento
Tomás de Aquino (2007, p. 60)

Otra radica en la existencia de la idea de Dios:

Y de que concibamos intelectualmente el significado del término "Dios" no se sigue que Dios sea existente sino concebido en el entendimiento. Y en consecuencia, el ser más perfecto que se pueda pensar no es necesario que se dé fuera del entendimiento
Tomás de Aquino (2007, p. 60)

Aquí Tomás distingue "pensar algo como existente" y "pensar algo ya existente", señalando que la existencia que pide Anselmo es necesidad, es un deber-ser meramente intelectual, no existencial. No obstantes, Tomás también argumentó que Dios es a lo que se denomina como el fundamento de lo que es, luego la proposición "Dios existe" es necesariamente verdadera, porque en ella el sujeto y el predicado son lo mismo.

Pues si las cosas, entre sí diversas, coinciden en algo, es necesario que haya alguna causa de tal coincidencia, ya que las cosas diversas no coinciden entre sí por sí mismas. Por eso, cuando entre cosas diversas se encuentra algo común, es necesario que este algo tenga alguna causa. [...] Por lo tanto, es necesario que haya un principio del ser por el que tengan ser las cosas, incluso las más diversas, tanto si son invisibles y espirituales como si son visibles y corporales.
Suma teológica, Parte I, Cuestión 65, Artículo 1

Cinco Vías

La demostración de la existencia de Dios, ofrecida en una formulación sintética a través de las así llamadas "Cinco Vías" (Quinque viae) es un punto breve en la magna obra de Tomás. No obstante, su exposición es tan completa y sistemática que ha hecho sombra a Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona o Anselmo de Canterbury y se ha convertido en el modelo de la filosofía clásica respecto a este punto.​ Las Vías tomistas son una demostración de la existencia de Dios a posteriori. Las tres primeras Vías se consideran como "argumento cosmológicos" y la última como un "argumento teleológico".

La Primera Vía se deduce del movimiento de los objetos. Tomás explica mediante la distinción de acto y potencia, que un mismo ente no puede mover y ser movido al momento, luego todo aquello que se mueve lo hace en virtud de otro. Se inicia, pues, una serie de motores, y esta serie no puede llevarse al infinito, porque no habría un primer motor, ni segundo (es decir, no habría comunicación de movimiento) por lo tanto debe haber un Primer Motor Inmóvil que se identifica con Dios, principio de todo.
La Segunda Vía se deduce de la causa eficiente (pues todo objeto sensible está limitado por la forma, de ahí que no sea eterno y sí causado). Se inicia, por lo tanto, una serie de causas análoga a los motores que termina en una Causa Incausada, identificada con Dios, creador de todo.
La Tercera Vía se deduce a partir de lo posible. Encontramos que las cosas pueden existir o no, que pueden pensarse como no existentes y por lo tanto son contingentes. Es imposible que las cosas sometidas a la posibilidad de no existir lleven existiendo eternamente pues en algún momento habrían de no existir. Por lo tanto debe haber un Ser Necesario que se identifica con Dios, donde esencia y existencia son una realidad.
La Cuarta Vía se deduce de la jerarquía de valores de las cosas. Encontramos que las cosas son más o menos bondadosas, nobles o veraces. Y este "más o menos" se dice en cuanto que se aproxima a lo máximo y (ya que los grados inferiores tienen su causa en algo genéricamente más perfecto) lo máximo ha de ser causa de todo lo que pertenece a tal género. La causa de la bondad y la veracidad se identifica con Dios, el Ser máximamente bueno.
La Quinta Vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Tomás recuerda cómo los cuerpos naturales, siempre o a menudo, obran intencionadamente con el fin de lo mejor (teleología), muchos incluso sin conocimiento. Llegó a decir, fiel a Aristóteles, que cada ente, como causado, debe tener un orden dado, tanto por razón de su forma (esencia) como de su existencia y, remontándonos en la serie de causas finales, esto solo es posible si hay un Ser supremamente inteligente, que es Dios.
Estas Vías concluyen con "a esto, entonces, es lo que llamamos Dios", sin embargo, las vías no demuestran la existencia del Dios cristiano por si solas, pero Tomás cree que es posible inferir sus atributos divinos tras reflexionar sobre la naturaleza de dichas conclusiones. Además, los argumentos en la Summa Theologica no están completos, ya que algunas premisas están suprimidas.​ La presentación más completa del argumento del motor inmóvil de Aquino se encuentra en la Summa contra Gentiles.
 Asimismo, la tesis filosófica de la imposibilidad de un cadena infinita de eventos pasados no fue aceptada por Santo Tomás, quien sostuvo "que el mundo no ha existido siempre lo sabemos sólo por la fe y no puede ser demostrado con rigor" al igual que la Santísima Trinidad.​ Tomás defendió frente a Juan Peckham la posibilidad de que el mundo fuera causado y eterno al mismo tiempo, es decir, con término de ser pero no de movimiento físico, demostrando su cercanía con el pensamiento clásico griego:

Ninguna causa que produce su efecto en forma instantánea, precede necesariamente a su efecto en duración. Pero Dios es una causa que produce a su efecto no por un cambio, sino instantáneamente. Por tanto, no es necesario que preceda en duración a su efecto. [...] Además. Si existe alguna causa, que dada en algún instante no pueda darse su efecto procedente de ella, en el mismo instante, esto no es sino porque a esa causa le falta algún complemento. Porque la causa completa y su efecto son simultáneos. Pero a Dios nunca le falta ningún complemento. Por tanto su efecto siempre puede darse, dado Dios, y así, no es necesario que preceda en duración a su efecto. [...] Así por tanto es claro que no hay ninguna repugnancia para la razón en el hecho de decir que algo es hecho por Dios y que siempre ha existido.
«Sobre la eternidad del mundo».

Esencia de Dios.

Para Tomás, la existencia de Dios es isomórfica con su esencia y, como se ha visto, dejó claro que (debido a su inmensidad) no podemos contemplar a Dios como tal y señaló que la mejor forma de conocer a Dios sería mediante su Revelación directa: la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia.
​ Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente filosófico, se habría de conocer a Dios no mediante dichas fuentes sino del modo en que está ordenada la razón natural: tomando las cosas sensibles (los efectos) y abstraerse a sus principios (la causa) o fines. Una vez realizado ese proceso se establece qué tienen en común y qué no, es decir, las dos Vías del Conocimiento de Dios:

Vía negativa

El Aquinate afirma en su Summa contra gentiles que en Dios no hay composición, violencia, corporeidad o potencia alguna, no porque le falten dichos rasgos y parezca, así, incompleto, sino porque está por encima de todo límite o posibilidad.
De esta manera, eliminando predicados "negativos" obtenemos una imagen más exacta de Dios. Esto lo llevó a proponer cinco declaraciones sobre las cualidades divinas:

  1. Dios es simple, sin composición de partes, como cuerpo y alma, o materia y forma.
  2. Dios es perfecto, no le falta nada. Es decir, Dios se distingue de los demás seres por la plena actualidad de Dios. Tomás definió a Dios como el 'Ipse Actus Essendi subsistens', acto subsistente del ser.
  3. Dios es infinito. Es decir, Dios no es finito en la forma en que los seres creados están física, intelectual y emocionalmente limitados. Este infinito debe distinguirse del infinito de tamaño y el infinito de número.
  4. Dios es inmutable, incapaz de cambiar en los niveles de la esencia y el carácter de Dios. 
  5. Dios es uno, sin diversificación dentro del yo de Dios. La unidad de Dios es tal que la esencia de Dios es lo mismo que la existencia de Dios.
Vía afirmativa

Se trata de predicar las cualidades de todos aquellos atributos de bondad, veracidad y otros valores "positivos" pues Dios es causa en todo cuanto hay de bueno en la tierra, y por lo tanto, como está dicho en la Cuarta Vía, él es la pura Bondad, Verdad etc...
Este modo de relacionar sujetos entre sí por su parecido, fruto de la proporcionalidad de ciertos predicados es lo que Tomás llama analogía. Aunque es una herramienta definida y empleada como tal por primera vez por Aristóteles, no era sino un aspecto de la sofística sin analizar internamente, de lo cual se ocuparía Tomás. Este distinguió dos clases de analogías:

De proporcionalidad

Se da en un conjunto de objetos, con distinta naturaleza por la distinta entidad de estos. Es de forma "horizontal" y según el atributo, puede ser propia o metafórica.

De atribución

Se da desde un "primer analogado" activo o un "analogado" pasivo, por lo que es de forma "vertical".

La novedad de Tomás radica no solo en tal distinción sino en emplear este nexo lógico en un campo existencial y sumándole el concepto de "eminencia" (Dios posee el atributo de modo supremo por lo que está absolutamente identificado con tal). La metafísica de Aquino es también platónica, usando el concepto platónico de participación.​ Santo Tomás, que cita a San Agustín a propósito de las Ideas Divinas, enseña que hay en el Espíritu divino una pluralidad de Ideas (Suma Teológ., 1, 15, 2), rechazando la opinión de Platón de que las Ideas están «fuera» de la Mente divina como causas ejemplares (Suma Teol., 1, 15, 1 ad 1). Explica que no quiere decir que haya en Dios una pluralidad de especies accidentales, sino que Dios, conociendo como conoce perfectamente su Esencia, sabe que es imitable (o participable) por una pluralidad de creaturas.

Naturaleza de la Trinidad.

Tomás argumentó que Dios, aunque está perfectamente unido, también está perfectamente descrito por Tres Personas Interrelacionadas. Estas tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) están constituidas por sus relaciones dentro de la esencia de Dios. Tomás escribió que el término "Trinidad" no significa las relaciones en sí mismas de las Personas, sino más bien el número de personas relacionadas entre sí; y por lo tanto, la palabra en sí misma no expresa respeto por el otro. El Padre genera al Hijo (o al Verbo) por la relación de la autoconciencia. Esta generación eterna produce entonces un Espíritu eterno que disfruta de la naturaleza divina como el Amor de Dios, el Amor del Padre por la Palabra.
Esta Trinidad existe independientemente del mundo. Trasciende el mundo creado, pero la Trinidad también decidió dar gracia a los seres humanos. Esto se lleva a cabo mediante la Encarnación del Verbo en la persona de Jesucristo y mediante la morada del Espíritu Santo en aquellos que han experimentado la salvación de Dios; según Aidan Nichols.

Naturaleza de Jesucristo.

En la Summa Theologica,Tomás comienza su discusión sobre Jesucristo contando la historia bíblica de Adán y Eva y describiendo los efectos negativos del pecado original. El propósito de la Encarnación de Cristo fue restaurar la naturaleza humana eliminando la contaminación del pecado, lo cual los humanos no pueden hacer por sí mismos. 
"La Sabiduría divina juzgó conveniente que Dios se hiciera hombre, para que así una misma persona pudiera restaurar al hombre y ofrecer satisfacción".​ 
Tomás argumentó a favor del punto de vista de la satisfacción de la expiación; es decir, que Jesucristo murió "para satisfacer por todo el género humano, que fue sentenciado a muerte a causa del pecado".

Tomás argumentó en contra de varios teólogos históricos y contemporáneos específicos que tenían puntos de vista diferentes sobre Cristo. En respuesta a Fotino, Tomás afirmó que Jesús era verdaderamente divino y no simplemente un ser humano. Contra Nestorio, quien sugirió que el Hijo de Dios estaba simplemente unido al hombre Cristo, Tomás argumentó que la plenitud de Dios era una parte integral de la existencia de Cristo. Sin embargo, en contra de las opiniones de Apolinar de Laodicea, Tomás sostuvo que Cristo también tenía un alma verdaderamente humana (racional). Esto produjo una dualidad de naturalezas en Cristo. Tomás argumentó contra Eutiquio que esta dualidad persistió después de la Encarnación. Tomás afirmó que estas dos naturalezas existían simultáneamente pero distinguiblemente en un cuerpo humano real, a diferencia de las enseñanzas de Mani y Valentín el Gnóstico.

Con respecto a la afirmación de Pablo de que Cristo, "aunque tenía forma de Dios... se despojó a sí mismo" (Filipenses 2:6-7) al hacerse humano, Tomás ofreció una articulación de la kénosis divina que ha influenciado a muchos católicos posteriores Cristología. Siguiendo el Concilio de Nicea, Agustín de Hipona , así como las afirmaciones de la Escritura, Tomás sostuvo la doctrina de la inmutabilidad divina.
 Por lo tanto, al hacerse humano, no podría haber cambio en la persona divina de Cristo. Para Tomás, "el misterio de la Encarnación no se completó por el hecho de que Dios fuera cambiado en algo del estado en que había estado desde la eternidad, sino por haberse unido a la criatura de una manera nueva, o más bien por haberla unido a ella".
Él mismo." Del mismo modo, Tomás explicó que Cristo "se vació a sí mismo, no despojándose de su naturaleza divina, sino asumiendo una naturaleza humana". Para Tomás, «la naturaleza divina es suficientemente plena, porque en ella está toda la perfección del bien. Pero la naturaleza humana y el alma no son plenas, sino capaces de plenitud, porque fueron hechas como una pizarra sin escribir. Por tanto, la naturaleza humana está vacía".​ Así, cuando Pablo indica que Cristo "se despojó a sí mismo", esto debe entenderse a la luz de su asunción de una naturaleza humana.

En resumen, "Cristo tuvo un cuerpo real de la misma naturaleza que el nuestro, una verdadera alma racional y, junto con estos, una Deidad perfecta". Así, hay tanto unidad (en su única hipóstasis) como composición (en sus dos naturalezas, humana y divina) en Cristo.

Respondo que, La Persona o hipóstasis de Cristo puede ser vista de dos maneras. Primero como es en sí mismo, y así es del todo simple, incluso como la Naturaleza de la Palabra. En segundo lugar, en el aspecto de persona o hipóstasis a que pertenece subsistir en una naturaleza; y así la Persona de Cristo subsiste en dos naturalezas. Por lo tanto, aunque hay un ser subsistente en Él, sin embargo, hay diferentes aspectos de la subsistencia, y por eso se dice que Él es una persona compuesta, en tanto que un ser subsiste en dos.

Haciéndose eco de Atanasio de Alejandría, dijo que "El Hijo unigénito de Dios... asumió nuestra naturaleza, para que él, hecho hombre, pudiera hacer dioses a los hombres".

Creación.

Como católico, Tomás creía que Dios es el "creador del cielo y la tierra, de todo lo que es visible e invisible". En la Creación, Dios es causa eficiente pero no hay causa material.110​ En este sentido, Tomás afirma en De Potentia que Platón y Aristóteles no llegaron con claridad a la noción de creación. Contrario al dicho latino “de la nada nada sale” (ex nihilo nihil fit), Dios trascendente es creador de espíritus y la materia prima del mundo "de la nada" (ex nihilo), o es decir, "no a partir de algo" (non ex aliquo).110​111​112​ Tomás afirma que Dios cuya esencia es su ser (esse) mismo, los demás seres están compuesto de esencia y esse, siendo el esse una participación del ser que subsiste por sí mismo: esse subsistens.

Dios es enteramente acto, sea respecto a sí mismo, puesto quees acto puro sin mezcla alguna de potencia, sea respecto a las cosas que están en acto, ya que en él está el origen de todos los entes; por eso, pormedio de su acción produce todo ente subsistente, sin presupuesto alguno, por cuanto él es el principio de todo el ser, y es todo en sí mismo. 
Al igual que Aristóteles, Tomás postuló que la vida podría formarse a partir de materia no viva o vida vegetal, una teoría de la abiogénesis en curso conocida como generación espontánea:

Siendo la generación de una cosa la corrupción de otra, no era incompatible con la formación primera de las cosas que de la corrupción de las menos perfectas se engendrara la más perfecta. Por lo tanto, los animales generados de la corrupción de las cosas inanimadas, o de las plantas, pueden haber sido generados entonces.
Además, Tomás consideró la teoría de Empédocles de que varias especies mutadas surgieron en los albores de la Creación. Tomás razonó que estas especies se generaron a través de mutaciones en el esperma animal, y argumentó que no fueron involuntarias por naturaleza; más bien, tales especies simplemente no estaban destinadas a una existencia perpetua. Esa discusión se encuentra en su comentario sobre la Física de Aristóteles:
Lo mismo es cierto de aquellas sustancias que Empédocles dijo que se produjeron al principio del mundo, como la 'descendencia del buey', es decir, mitad buey y mitad hombre. Porque si tales cosas no pudieron llegar a algún fin y estado final de la naturaleza para que se conservaran en la existencia, no fue porque la naturaleza no pretendiera esto [un estado final], sino porque no podían ser conservadas. Porque no fueron engendrados según la naturaleza, sino por la corrupción de algún principio natural, como ahora también sucede que algunos hijos monstruosos son engendrados por la corrupción de la simiente.

Alma y cuerpo.

Santo Tomás aceptó la doctrina hilemórfica aristotélica. Definió la materia prima como pura potencialidad y la forma substancial como el acto primero de un cuerpo físico que determina la esencia al cuerpo. Tomás de Aquino defiende la unicidad de la forma sustancial, donde no hay más que una forma sustancial la cual informa directamente la materia. En el hombre, la única forma sustancial (alma racional) es quien confiere al hombre, tanto su corporeidad (al informar la materia prima) como sus operaciones de tipo vegetativo, sensitivo e intelectual. Tomás afirmó que los ángeles no están compuestos de materia y forma, sino que son puramente inmateriales.

La enseñanza filosófica del Aquino sobre la entidad y relación del alma y cuerpo viene recogida, en gran medida, en la respuesta que da al averroísmo y a su Teoría de la unidad del intelecto o entendimiento:

Fruto de la exégesis neoplatónica de Alejandro de Afrodisias de los textos aristotélicos, así como del extremismo teocentrista arábigo, el filósofo árabe Averroes, evolucionando la opinión del verdadero precursor, Avicena, defendió que el intelecto agente, el actualizador del universal, era Alá, y que tal universal el género humano lo asimilaba y hacía ciencia con él en el intelecto posible (que era único para todos) por lo que ninguna alma tenía, como individuo, nada incorpóreo; así pues, ninguna era inmortal. Averroes indicaba que la relación entre entendimiento y alma humana se daba mediante la fantasía, entendida como facultad de conocimiento sensitivo, propia del animal. A esto dicho filósofo añadía, como nos ha dejado constancia Tomás, que ésta era la opinión de Aristóteles, pues él decía que el entendimiento era impasible, inmixto y separado.

Para entender la singular energía de Tomás en respuesta a esta opinión habría que caer en la cuenta de dos aspectos de la misma.

Traicionaban y confundían el legado de Aristóteles, provocando que el Aquinate fuera objeto de innecesarias críticas (de Buenaventura de Fidanza por ejemplo)
Negaba, a través de elementos verdaderos, toda relación posible del hombre con Dios, lo que daría pie a la Teoría de la doble verdad donde se despreciaba la fe y confundía la persona de Jesucristo, haciéndola pasar por un sujeto doble, divino y humano, como lo hace hoy el modernismo teológico y la teología de la liberación.
Vistos estos puntos se puede entender la energía del Aquinate en responder a Sigerio, pero no lo hace desde el sentimiento y la sofística sino, como se verá, desde el sentido común y la sencillez:

El individuo es hombre porque entiende mediante su entendimiento posible. Si este hombre tiene una fantasía distinta de aquél pero no otro entendimiento posible sino uno idéntico, seguíriase que son dos animales y un único hombre, que es evidentemente imposible, luego no hay un único entendimiento posible
Tomás de Aquino (2007, p. 528)
Los fantasmas o imágenes, que son entendidos en potencia, son diversos, lo que da la especie ha de ser uno pues la especie es una y a lo uno corresponde luego el hombre no recibe la especie por los fantasmas
Tomás de Aquino (2007, p. 529)
Si el entendimiento posible es algo del alma humana y se multiplica en atención a los individuos, como ya se demostró, por proporción igual será el entendimiento agente, y no uno para todos
Tomás de Aquino (2007, p. 554)
Del mismo modo, criticaría que la opinión de Aristóteles no era tal pues él afirmó por escrito que el entendimiento es potencia genérica del alma mediante el cual opina y entiende por lo tanto el que esté separado e inmixto se toma respecto a otras potencias del individuo.

A partir del asentimiento de Tomás al intelectualismo del alma, afirmará, por ser recipiente del universal, que ésta es inmaterial e incorruptible. Respecto al cuerpo, Tomás criticó a Platón de rechazarlo y de afirmar la unión de ambos como accidental, por lo que defendió la unidad sustancial de ambos y su identidad como un solo sujeto.

Para el Aquinate, el dolor es un pasión del alma, siendo la tristeza un dolor interno objeto de un el mal propio. Los remedios que da Tomás para la tristeza son actividades delectables del cuerpo (como el baño, el sueño o el llanto) o espirituales (como a contemplación de la verdad) y también la búsqueda de compañía y compasión entre los amigos.

Naturaleza del pecado.

Siguiendo a San Agustín de Hipona, Tomás define el pecado como «un dicho, hecho o deseo contra la ley eterna». Es importante señalar la naturaleza análoga del derecho en la filosofía jurídica de Tomás. La ley natural es una instancia o instanciación de la ley eterna. Debido a que la ley natural es lo que los seres humanos determinan según su propia naturaleza (como seres racionales), desobedecer la razón es desobedecer la ley natural y la ley eterna. Así, la ley eterna es lógicamente anterior a la recepción de la "ley natural" (la determinada por la razón) o la "ley divina" (la que se encuentra en el Antiguo y el Nuevo Testamento). En otras palabras, la voluntad de Dios se extiende tanto a la razón como a la revelación. El pecado es abrogar la propia razón, por un lado, o la revelación, por el otro, y es sinónimo de "mal" (privación del bien o privatio boni).
​ Tomás, como todos los escolásticos, generalmente argumentó que los hallazgos de la razón y los datos de la revelación no pueden entrar en conflicto, por lo que ambos son una guía de la voluntad de Dios para los seres humanos.

Tomás también es conocido por negar el actual dogma de la inmaculada concepción del pecado original de María. "La santificación de la Virgen María antes de su animación", dice el Aquinate, "no es admisible" porque:

Si el alma de la Santísima Virgen no hubiera estado nunca manchada con la corrupción del pecado original, eso rebajaría la dignidad de Cristo, que emana de ser el Salvador universal de todos. Y por eso, después de Cristo, que no necesitó de salvación, por ser el Salvador universal, la pureza de la Santísima Virgen fue la máxima. [...] En cambio, la Virgen María sí contrajo el pecado original, aunque fue purificada del mismo antes de nacer del seno materno.[...] Mas cuando, admitidos, reinciden, es una muestra de su inconstancia en la fe; por eso, si vuelven, son recibidos a penitencia, pero no hasta el extremo de evitar la sentencia de muerte.
Suma teológica, Parte III, Cuestión 27, Artículo 2

Sobre las herejías.

Tomás consideró la herejía como resultado de la falta de fe. "Los demás artículos de la fe en los que no yerra el hereje no los acepta del mismo modo que el fiel [...] El hereje los retiene por propia voluntad y por propio juicio".​ El Aquinate pertenecía a la Orden Dominicana, que comenzó como una orden dedicada a la conversión de los cátaros (un movimiento religioso calificado como herejía por la Iglesia católica) y otras facciones heterodoxas, al principio por medios pacíficos; más tarde los cátaros fueron combatidos mediante la cruzada albigense. En la Summa theologiae, escribió:

En los herejes hay que considerar dos aspectos: uno, por parte de ellos; otro, por parte de la Iglesia. Por parte de ellos hay en realidad pecado por el que merecieron no solamente la separación de la Iglesia por la excomunión, sino también la exclusión del mundo con la muerte. En realidad, es mucho más grave corromper la fe, vida del alma, que falsificar moneda con que se sustenta la vida temporal. Por eso, si quienes falsifican moneda, u otro tipo de malhechores, justamente son entregados, sin más, a la muerte por los príncipes seculares, con mayor razón los herejes convictos de herejía podrían no solamente ser excomulgados, sino también entregados con toda justicia a la pena de muerte.
Suma teológica, Parte II, Cuestión 11, Artículo 3

Si alguno, después de abjurar del error, fuera sorprendido reincidiendo en la herejía que abjuró, la sugerencia de Tomás exige específicamente que los herejes sean entregados al juicio secular.

La Iglesia, por institución del Señor, extiende a todos su caridad; no sólo a los amigos, sino también a los enemigos y perseguidores, a tenor de las palabras de San Mateo: Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian (Mt 5,44). Pues bien, a la caridad incumbe no solamente querer, sino también procurar el bien del prójimo. Pero hay un doble bien. Está, primero, el bien espiritual, que es la salvación del alma, y al cual se encamina principalmente la caridad. Ese bien debe quererlo cualquiera, a los otros por caridad. Por eso, desde este punto de vista, admite la Iglesia a penitencia a los herejes que vuelvan, aunque sean relapsos, pues de este modo los incorpora al camino de la salvación. [...] Mas cuando, admitidos, reinciden, es una muestra de su inconstancia en la fe; por eso, si vuelven, son recibidos a penitencia, pero no hasta el extremo de evitar la sentencia de muerte.
Suma teológica, Parte II, Cuestión 11, Artículo 4

Respecto a los infieles (del latín infidelis, que literalmente significa "sin fe") como los musulmanes, Tomás desconfiaba de ellos. Escribió respecto al Islam en Summa Contra Gentiles:

El punto es claro en el caso de Mahoma. Sedujo al pueblo con promesas de placeres carnales a los que nos incita la concupiscencia de la carne. [...] Por el contrario, Mahoma dijo que fue enviado en el poder de sus armas, que son señales que no les faltan ni a los ladrones ni a los tiranos. [...] Ni los pronunciamientos divinos de parte de los profetas anteriores le ofrecen ningún testimonio. Al contrario, pervierte casi todos los testimonios del Antiguo y del Nuevo Testamento al convertirlos en invenciones propias, como puede comprobar cualquiera que examine su ley. [...] Por lo tanto, es claro que aquellos que ponen alguna fe en sus palabras creen tontamente.
Summa Contra Gentiles, Libro 1, Capítulo 6.

En cuanto a los judíos, Tomás argumenta a favor de la tolerancia de sus personas y sus ritos religiosos.

  



Vida después de la muerte y resurrección.

Una comprensión de la psicología de Tomás es esencial para comprender sus creencias sobre el más allá y la resurrección. Tomás, siguiendo la doctrina de la iglesia, acepta que el alma continúa existiendo después de la muerte del cuerpo. Debido a que acepta que el alma es la forma del cuerpo, entonces también debe creer que el ser humano, como todas las cosas materiales, es un compuesto forma-materia. La forma sustancial (el alma humana) configura la materia prima (el cuerpo físico) y es la forma por la cual un material compuesto pertenece a esa especie; en el caso de los seres humanos, esa especie es un animal racional.129​ Entonces, un ser humano es un compuesto de materia-forma que está organizado para ser un animal racional. La materia no puede existir sin estar configurada por la forma, pero la forma puede existir sin la materia, lo que permite la separación del alma del cuerpo. Tomás dice que el alma participa en los mundos material y espiritual, y por lo tanto tiene algunas características de la materia y otras características inmateriales (como el acceso a los universales). El alma humana es diferente de otras cosas materiales y espirituales; es creado por Dios, pero también llega a existir sólo en el cuerpo material.

Los seres humanos son materiales, pero la persona humana puede sobrevivir a la muerte del cuerpo mediante la existencia continua del alma, que persiste. El alma humana se encuentra a caballo entre los mundos espiritual y material, y es tanto una forma subsistente configurada como un configurador de la materia en la de un ser humano vivo y corporal.130​ Por ser espiritual, el alma humana no depende de la materia y puede existir por separado. Debido a que el ser humano es un compuesto de alma y materia, el cuerpo tiene una parte en lo que es ser humano. La naturaleza humana perfeccionada consiste en la naturaleza dual humana, encarnada e intelectora.

La resurrección parece requerir dualismo, que Tomás rechaza. Sin embargo, Tomás cree que el alma persiste después de la muerte y la corrupción del cuerpo, y es capaz de existir, separada del cuerpo entre el momento de la muerte y la resurrección. Tomás cree en un tipo diferente de dualismo, guiado por las escrituras cristianas. Tomás sabe que los seres humanos son esencialmente físicos, pero la fisicalidad tiene un espíritu capaz de regresar a Dios en la otra vida.​ Para Tomás, las recompensas y el castigo de la otra vida no son solo espiritual. Debido a esto, la resurrección es una parte importante de su filosofía sobre el alma. El humano está realizado y completo en el cuerpo, por lo que el más allá debe tener lugar con almas enmatizadas en cuerpos resucitados. Además de la recompensa espiritual, los seres humanos pueden esperar disfrutar de bendiciones materiales y físicas. Debido a que el alma de Tomás requiere un cuerpo para sus acciones, durante la otra vida, el alma también será castigada o recompensada en la existencia corporal.

Tomás expresa claramente su postura sobre la resurrección y la usa para respaldar su filosofía de la justicia; es decir, la promesa de la resurrección compensa a los cristianos que sufrieron en este mundo mediante una unión celestial con lo divino. Él dice: 

"Si no hay resurrección de los muertos, se sigue que no hay nada bueno para los seres humanos más que en esta vida".​ 

La resurrección proporciona el ímpetu para que las personas en la tierra renuncien a los placeres de esta vida. Tomás cree que el humano que se preparó para la otra vida, tanto moral como intelectualmente, será recompensado más grandemente; sin embargo, toda recompensa es por la gracia de Dios. Tomás insiste en que la bienaventuranza se otorgará según el mérito y hará que la persona sea más capaz de concebir lo divino. En consecuencia, Tomás cree que el castigo también está directamente relacionado con la preparación y la actividad terrenales y vivientes. La descripción del alma de Tomás se centra en la epistemología y la metafísica, y por eso cree que ofrece una descripción clara de la naturaleza inmaterial del alma. Tomás guarda de manera conservadora la doctrina cristiana y, por lo tanto, mantiene la recompensa y el castigo físico y espiritual después de la muerte. Al aceptar la esencialidad tanto del cuerpo como del alma, permite un cielo y un infierno descritos en las escrituras y el dogma de la iglesia.

Santo Tomás afirma que el castigo del purgatorio "no es principalmente para atormentar, sino para limpiar; por tanto, debe ser infligido únicamente por el fuego, que sobre todo tiene poder purificador", pero en el infierno los castigos de los condenados "no están dirigido a su limpieza" "así deben ser atormentados de muchas maneras y de muchas fuentes". Para aquellos que no van al infierno pueden "disfrutar de su bienaventuranza y la gracia de Dios más abundantemente" y tienen la recompensa adicional de permitirles ver el castigo de los condenados en el infierno.

Nada debe negar a los bienaventurados que pertenezca a la perfección de su bienaventuranza. Ahora todo se conoce más por ser comparado con su contrario, porque cuando los contrarios se colocan uno al lado del otro se hacen más notorios. Por tanto, para que la felicidad de los santos sea más placentera para ellos y para que puedan dar más copiosas gracias a Dios por ello, se les permite ver perfectamente los sufrimientos de los condenados.


Influencias y repercusiones.

Tomás, aun siendo teólogo, destacó por haber leído y estudiado exhaustivamente a todos los intelectuales referenciales del momento, filosóficos incluidos, de ahí que pudiera alcanzar una síntesis tan extensa y consistente. Los materiales para su pensamiento son de muy diverso origen:

En primer lugar de Platón. A él se le debe cierta doctrina de la participación (aún no plenamente metafísica), para explicar la relación entre Dios y las criaturas, así como la cuestión de los grados de perfección. Tomás también conocía a los estoicos como antecedentes de la idea tomista de ley natural.

De Aristóteles coge sus teorías principales, aunque con la perspectiva cristiana del ser, como se ha visto antes. Los conceptos de forma y materia, acto y potencia, substancia y accidentes y Dios como fundamento último de los movimientos de la realidad (primera y quinta Vía). Asume toda su teoría del conocimiento y las bases de su antropología: la concepción formal del alma, su división tripartita, etc. En ética y política recoge el concepto y la clasificación aristotélica de la virtud y completa sus aportaciones sobre la ley natural (base del derecho natural, que, aún defendido por John Locke e Inmanuel Kant, es metafísico), y completa estos esquemas con la referencia a la ley eterna y las virtudes teologales (ajenas a la misma cultura griega). Por otra parte, la lógica la acepta íntegramente desde su juventud.

Del pensamiento musulmán y judío, además de acoger sus comentarios a Aristóteles destaca por su atención a Avicena en su distinción (aún inexacta, debido a su esencialismo) entre esencia y existencia, y en la formulación de la Tercera Vía. Por otro lado, de Maimónides recoge la defensa de la creación de la nada y su modo de entender las relaciones entre la fe y la razón. En cuanto a lo cristiano, es fundamental recordar su adhesión inquebrantable a la Biblia, los Decretos de los Concilios y los Papas (destaca Gregorio Magno por sus tratados morales y pastorales). Entre los Padres de la Iglesia destaca, eminentemente, Agustín de Hipona en la relación de los atributos de Dios, la idea de la creación o la tesis de la inmaterialidad del alma, la cuestión de la Trinidad entre muchas otras (afinadas por su aristotelismo)

De otros neoplatónicos como Pseudo Dionisio Areopagita asume los aspectos neoplatónicos de sus obras, como el concepto de participación y las grados de perfecciones, en clave teológica. De Boecio, sus aportes a los dogmas trinitarios y cristológicos. Alberto Magno, en último lugar, le introduce en el conocimiento de Aristóteles y le inició en la cuestión de los trascendentales.

Respecto a su influencia posterior, Tomás jugó un papel capital, nunca antes visto en la Iglesia católica, como referencia y modelo de pensamiento, tanto en la Inquisición como en el Concilio de Trento. Su pensamiento será criticado por teólogos escolásticos posteriores, como Juan Duns Scoto135​ y Guillermo de Ockham.136​

En el siglo XV sus seguidores son muy diversos: el canciller Juan Gerson, el inquisidor Tomás de Torquemada y Girolamo Savonarola. En el siglo XVI defienden su doctrina y figura el papa Pío V (que lo nombró Doctor de la Iglesia) y un buen número de distinguidos españoles como el fundador de la Compañía de Jesús Ignacio de Loyola (cuya lectura él decreta en el Cap. 14, punto 4° de las Constituciones​), el Doctor místico Juan de la Cruz (que emplea constantemente sus principios para explicar los mecanismos espirituales), el cardenal Tomás Cayetano, Francisco de Vitoria y Domingo de Soto. Más tarde, asentando la reforma contra el protestantismo en el siglo XVII, destacan el obispo Francisco de Sales, Juan de Santo Tomás, Francisco Suárez y Domingo Báñez.

En el siglo XVIII, a pesar de la poderosa aparición del racionalismo y, a raíz de él, el empirismo (entre ilustrados) y ontologismo (entre católicos como Nicolas de Malebranche) cabe mencionar las aportaciones del cardenal Juan Tomás de Boxadors y los obispos Alfonso María de Ligorio y Jacques Bossuet. La descripción de la ley natural de Tomás de Aquino se convirtió en la enseñanza moral católica y fue ampliamente adoptada por los éticos no católicos anteriores al siglo XIX.​ Durante la Ilustración, el tomismo fue visto en términos despectivos como tradicionalismo.

Ante las nuevas corrientes intelectuales como el idealismo romántico, nihilismo vitalista, filosofía de la conciencia (Henri Bergson) y Fenomenología, así como una rama fideísta ultra-católica (Louis Eugène Marie Bautain, Louis de Bonald y el joven Félicité Robert de Lamennais), la Iglesia católica recomendó directamente a Tomás para un estudio veraz, acorde a la fe católica. Según William Inge, Tomás «está más cerca de Plotino que del verdadero Aristóteles».
 Ya en el siglo XX, el filósofo Bertrand Russell criticó su filosofía por tener poco del verdadero espíritu filosófico:
 «No se dispone a seguir, como el Sócrates platónico, adonde quiera que su argumento le pueda llevar. [...] Antes de empezar a filosofar ya conoce la verdad; está declarada en la fe católica. [...] No puedo, consiguientemente, admitir que merezca ser colocado en el mismo plano de los mejores filósofos de Grecia o de los tiempos modernos».

​ Anthony Kenny criticó a Russell de hacer lo mismo, ya que en el libro Principia Mathematica toma cientos de páginas para demostrar que dos y dos son cuatro, algo que ya creía toda su vida.141​ Umberto Eco escribió que «Tomás fue grande, se dice que fue un revolucionario» en el sentido que «construyó un edificio tan sólido que ningún otro revolucionario ha logrado después hacerlo vacilar desde dentro»

Tomás es recomendado por los papas León XIII (es famoso por su encíclica Aeterni Patris) y Pío X (destacó su motu propio Doctoris Angelici) con el apoyo de los cardenales Désiré Félicien-François-Joseph Mercier, Tomás Zigliara y Zeferino González, al tiempo que surgen los grandes inspiradores del neotomismo: Pierre Mandonnet y Ambroise Gardeil. Y, al fin, en el siglo xx se trata de los papas Pío XI (Studiorum ducem), Juan Pablo II (formado en el Angelicum) el canciller Etienne Gilson, Josef Pieper, Reginald Garrigou-Lagrange, Jacques Maritain, Antonin-Dalmace Sertillanges y Sebastiaan Tromp. Alasdair MacIntyre afirma que la síntesis de Tomás de Aquino del pensamiento de San Agustín con el de Aristóteles es más profundo que otras teorías modernas.
En la Iglesia en general, es la referencia de los Concilios Trento y Vaticano I (en la constitución Dei Filius), a la vez que se coloca como paradigma de estudios en general en el Vaticano II (se vuelve a nombrar como autoridad a seguir en cuestiones especulativas y metafísicas​) y en el Código de Derecho Canónico (can. 589 y 1366). De hecho, hoy, numerosos escritos de los Papas vuelven constantemente a él.



Biblioteca personal.

Tengo un volumen del Tratado de la ley, en mi colección.


Itsukushima Shrine.

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