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Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

sábado, 20 de abril de 2013

142.-La poesía de Mao Tse-tung; Hueso oracular.-a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; 

Aldo Ahumada Chu Han

Mao como poeta.

Es evidente que la primera cuestión que se le  plantea al lector es la de si Mao Tse-tung es realmente un gran poeta. El hecho de tratarse del dirigente político de una de las naciones más importantes del mundo y de dirigir ideológicamente extensos sectores políticos y filosóficos de nuestro tiempo, así como el hecho de ser objeto en su país de una gran veneración, inconcebible a nuestros ojos de occidentales sofisticados, puede dejar ciertas dudas al lector que no posea los suficientes conocimientos de lengua y de poesía china para juzgar por sí mismo.
Por otro lado, una figura tan polémica no podía dejar de influenciar emocionalmente a la crítica. Como dice Yong-sang Ng, "muchos chinos que condenan los esfuerzos literarios de Mao, considerándolos juveniles, son al mismo tiempo violentos críticos de su credo político; otros, que alaban su poesía, están movidos por un sentido de lealtad cultural o por oportunismo político. El hecho de que la crítica haya mantenido un notable equilibrio creo que se debe , por encima de todo, a la circunstancia de que los análisis más lúcidos y competentes son debidos a sinólogos que han estudiado en universidades anglosajonas, donde el rigor científico se mantiene normalmente por encima de los subjetivismos políticos."


¿Pero cuál es la opinión de la crítica?

En general, que Mao Tse-tung, independientemente  de sus actividades políticas y de su posición ideológica, ocuparía un lugar relevante dentro de la literatura china contemporánea. Esta es la opinión, entre otras, de Jerome Ch´ên, que une a su formación el hecho de ser chino y profesor de una Universidad británica. Rechazar a Mao Tse-tung por consideraciones de carácter político en lugar de rechazarlo en su calidad de poeta, que lo es por derecho propio, sería tan deshonesto como negar, por motivos idénticos, pero de carácter opuesto , a Ezra Pound el lugar, tan alto como indicutible, que le corresponde dentro de las letras anglosajonas de este siglo.
No obstante, algunos críticos dicen que la poesía de Mao Tse-tung es desigual, lo cual es cierto. Lo mismo se puede decir de todos los poetas, ya que ningún escritor produce solamente grandes obras. Sin embargo, en general, Mao Tse-tung es considerado un gran poeta. En este volumen espero dar al lector los elementos necesarios para que pueda formarse su propia opinión.
Mao Tse-tung se nos muestra, ante todo, como un poeta extraordinario. Intentaré explicar lo que quiero decir con esto. En primer lugar, tal vez no estemos muy lejos de la verdad si decimos que fueron circunstancias externas las que provocaron la publicación de sus poemas. Aunque poseedor de un gran temperamento poético, Mao Tse-tung se sentía, por encima de todo, un revolucionario. Y las características especiales de su poesía, el hecho de ser escrita en formas tradicionales y lenguaje clásico, fueron tal vez la causa de sus vacilaciones, ya que estaban en desacuerdo con su política artística proclamada desde las famosas Conferencias de Yenan sobre Arte y Literatura, en 1942. 
Aunque esto, principalmente, tenía pocos paralelos en Occidente (Rómulo Gallegos, Churchill; Senghor...), la situación de un gran Jefe de Estado ( emperador, guerrero) poeta tiene mucha tradición en la historia de China: T´ai-tsu, fundador de la dinastia Sung, a la que Mao Tse-tung se refiere en el poema "Nieve"; Ts´ao Ts´ao al que se refiere en el poema "Peitaiho"; y otros" (Manuel de Seabra. Prólogo al libro Poemas de Mao Tse-tung) (cont.)

"Fue en 1945, en la revista Ta Kung Pao, de Chungking, donde apareció el primer poema de Mao Tse-tung, debido a una indiscreción de Liu Ya-tzu (*). En Agosto de 1945, Mao viaja por primera vez en avión, de Yenan a Chungking, con la finalidad de coferenciar con Chiang Kai-shek obre la posibilidad de un gobierno de coalición. Parece que el poema "Nieve" fue escrito durante este viaje (**) y ofrecido al poeta Liu Ya-tzu, al que no veía desde 1927. Intercambiar poemas es una antigua costumbre china. Esto se repetiría en 1949 y 1950 , entre Mao y Liu. Pero, en 1945, éste entregó el poema al editor de Ta Kung Pao y, según Robert Payne, "a partir de este momento, centenares de chinos, particularmente en las universidades, comenzaron a sentir un verdadero respeto por Mao como poeta".

En 1946, cuando Robert Payne estuvo en Yenan, sólo eran conocidos tres poemas de Mao Tse-tung: "Nieve", "Monte Liup´an" y "La Gran Marcha". Robert payne deseba encontrar más. Había tenido noticias de un volumen de poesía aparecido en  Yenan con el título Feng Chien Tze ( Poemas de viento y arena). Se decía que habían sido publicados muy pocos ejemplares, apenas para las personas más ínimas, y hablábase de un largo poema allí incluído titulado "Hierba", una evocación del recorrido por las praderas del norte de Szechuan, durante la Gran Marcha, y otro sobre la primera mujer del poeta, fusilada en 1930.

Poetas

Presentamos algunos poemas de Mao Zedong (1893-1976) compuestos bajo las formas de la poesía clásica china, en gran medida influido por Li Bai. Así mismo, reproducimos el manuscrito del poema Los inmortales. La traducción directa del chino es de Luis Enrique Délano. 
La mayor parte de los poemas de Mao fueron compuestos según una melodía tradicional predeterminada, es decir que, cada verso tiene el número de sílabas (caracteres) que lo adecúa a las citadas melodías. Esto implica que, aunque estas melodías se han perdido hace centurias, evocan a la poesía antigua china y podrían, teóricamente, ser cantados con esa base musical.
Ante la solicitud de sus poemas para edición, Mao Zedong responde con un breve y paradigmático párrafo que reproducimos a continuación:
«Discúlpenme el atraso con que les contesto. Adjunto los versos en forma clásica y los ocho poemas más que me han pedido. En total son dieciocho poemas que he copiado en hojas aparte para someterlos a su consideración. Nunca he querido publicar oficialmente estos versos porque son de forma clásica y temo que esta especie de poesía se difunda, pues hacen daño a la juventud. Además, estos poemas no tienen características singulares. Puesto que ustedes piensan que pueden publicarlos aprovecho esto para corregir algunos errores de que adolecen las copias que se han venido difundiendo de mano en mano… Por supuesto, cuando se trata de poesía hay que dar primero lugar a la poesía moderna. Se pueden escribir versos clásicos pero no es conveniente fomentarlo entre los jóvenes porque esta forma ata a la ideología y al pensamiento y además es difícil de aprender…»

Changsha
[Según la melodía Sin Yuan Chun[1]]


Me encuentro solo en el otoño frío,
mientras miro las aguas del río Siang, que corren hacia el norte.

Desde la isla Naranja veo a mi alrededor
millares de colinas escarlata y el rojo de los bosques.
En el intenso azul del ancho río
cien barcas luchan contra la corriente.
Las águilas golpean sus alas contra el cielo
y en las aguas los peces cruzan como celajes.
Bajo el gélido cielo, las criaturas todas rivalizan
en el disfrute de su libertad.
En esta inmensidad, profundamente absorto
pregunto a la gran tierra y al infinito cielo le pregunto:
¿Quiénes controlan la naturaleza?

Antaño estuve aquí con multitud de compañeros míos.
En esos meses densos, en esos años plenos de energía,
éramos estudiantes llenos de juventud,
gallardos, de talento floreciente.

Exaltaba nuestro ánimo
el espíritu puro del letrado.
Justos y enhiestos, audaces y sinceros,
mirando a nuestra tierra introducíamos
loa y condenación en nuestra pluma
los poderosos no eran más que ceniza.
Mas, ¿recordáis acaso cuando a mitad de la corriente misma
se quebraban las  olas
contra la proa de las raudas barcas?

Huichang
[Segú la melodía Chiang Ping Lo]


En el oriente va a nacer la aurora.
No digáis que aún no es hora de partir.
Pensad que recorrimos
tantas verdes colinas y aún no somos viejos,
y que nunca admiramos un paisaje tan bello.

Desde los muros de Huichang, los picos
erguidos en cadenas y cadenas,
corren hacia el océano del este.
Clava en el sur sus ojos el soldado:
en el verde y frondoso Guangdong, a la distancia.

Dapodi
[Según la melodía Pu Sa Man]

Rojo, naranja, azul, añil, violeta, verde y amarillo:
¿quién en el cielo danza ondulando esta cinta de colores?
El sol poniente ha vuelto, tras la lluvia,
y se tornan azules a trechos las colinas.

Hubo aquí en el pasado
un furioso combate. Los impactos
de las balas señalan los muros de la aldea.
¡Muros condecorados! Las colinas parecen hoy más bellas.

Tres poemas breves
[Según la melodía Shi Liu Zi Ling[2]]


Montañas!
Fustigo a mi caballo veloz, sin desmontar jamás.
Tan pronto parto, vuelvo la cabeza
ausentado de ver el cielo un metro más arriba.

Montañas!
como mares inquietos, palpitantes,
con olas cual tropeles de caballos
que encabritados corren al corazón de la batalla.

Montañas!
Vuestros picachos no se mellan
al horadar lo azul del firmamento.
El cielo caería si vuestra fuerza no lo sostuviera.

Nieve
[Según la melodía Sin Yuan Chun]

Panorama del norte, cien leguas bajo el mano de la nieve,
mil leguas en que la nieve danza.
A cada lado de la Gran Muralla, sólo una blanca vastedad.
En el gran río, de extremo a extremo,
el caudal está helado y perdido el oleaje.
Las montañas danzan y danzan
como serpientes de plata;
elefantes de cera, las tierras altas se deslizan
como si compitieran con los cielos
Y en los días de sol,
veréis un traje rojo sobre el blanco:
deleitosa hermosura.

Soberana belleza del paisaje,
innumerables héroes lucharon por rendirle homenaje.
¡Ay de estos héroes! Chin Shi Huang y Han Wu Di
no tenían un lustre de cultura;
Tang Tai Tsong y Sung Tai Tsu, emperadores,
carecían del suave don poético
y Gengis Khan,
favorito del cielo por un día,
sólo sabía disparar sus flechas al águila dorada.
Ahora son pasado, ahora se han ido.
A los hombres gallardos y gentiles
los hallaremos en nuestros propios días.

Respuesta al señor Liu Ya-Zi[3]
[Según la melodía Huan Si Sha]

Larga ha sido la noche y lenta el alba en llegar a esta tierra,
por cientos de años giraron los demonios en frenética danza
y los quinientos millones de hombres estaban separados.

Pero ahora ha cantado el gallo y todo brilla bajo el cielo.
La música que en mil lugares tañen, hasta nosotros llega,
y de Khotan viene la inspiración que el poeta jamás antes tuviera.

 Los inmortales
[Según la melodía Die Lian Hua]

Dedicado a Li Shu-yi

He perdido mi álamo erguido y vos perdisteis vuestro sauce.

Álamo y sauce vuelan al cielo de los cielos.
Se pregunta Wu Gang con qué podrá obsequiarlos
y les ofrece vino de la flor de la casia[4].

La solitaria diosa de la luna suelta sus amplias mangas[5]
y danza para estas nobles almas en el cielo infinito.
De súbito se sabe que en la tierra el Tigre está en derrota
y ellos rompen en lágrimas de lluvia torrencial.

Manuscrito original de Los inmortales:
[1]El nombre de esta melodía, que literalmente significa «Primavera en el Jardín Sin», proviene del jardín de la princesa de Sinshui, que vivió a finales de la dinastía Han. Cuando se dice que un poema de la forma Zi corresponde a cierta melodía, esto quiere decir simplemente que sigue un molde tradicional específico. El nombre de la melodía no tiene otro sentido en el poema.
[2] El nombre de esta melodía significa «Dieciséis jeroglíficos» y cada uno de esos tres poemas contiene en chino, dieciséis palabras. Fueron escritos en 1935 durante la Gran Marcha.
[3] Este poema lo improvisó Mao, como contestación a uno que, momentos antes, improvisara Liu Ya-Zi.
[4] Según una antigua leyenda, Wu Gang cometió muchos crímenes en su búsqueda de la inmortalidad y por consiguiente fue condenado a cortar el árbol de la casia de la luna. Cada vez que Wu Gang levanta el hecha, el árbol recupera todo lo que se le ha cortado. Así tiene que seguir para siempre.
[5] La tradición cuenta que Chang O robó el elixir de la inmortalidad y voló a la luna, donde vive como una diosa solitaria.

LAS MONTAÑAS CHINGKANG
Otoño de 1928

Al pie de la colina flameaban las banderas y estandartes
En la cumbre se oían sonar nuestros clarines y tambores.
espesas mareas las tropas enemigas nos rodeaban:
nosotros nos quedamos inmóviles igual que una montaña.

Nuestra defensa que antes formaba una muralla inexpugnable,
unió además las voluntades en una fortaleza de granito.
¡Llegó de Juangyangchie el eco del tronar de los cañones
anunciando que el enemigo huía a escape en medio de la noche


LA GRAN MARCHA 

Octubre de 1935

El Ejército Rojo no teme los rigores de una larga marcha,
mil montañas, diez mil ríos no significan nada para él
las Cinco Cordilleras le parecen parvas olas,
simples terrones que se deslizan, los colosales macizos del Wumeng.
Tibios están los acantilados nubosos que, azotan las, aguas del Arenas de Oro,
frías las cadenas de hierro tendidas sobre el río Tatu.
Cuánta alegría causan las dilatadas nieves del Minshan
y, habiéndolas cruzado los tres Ejércitos, una sonrisa estalla en cada faz.


NIEVE 
Febrero de 1936

Panorama del norte:
mil li sellados por el cielo,
diez mil li en que la nieve flota.
A cada flanco de la Gran Muralla,
blanca vastedad.
De arriba abajo, el gran río
ha perdido de pronto su tumulto.
Danzan las montañas, serpientes de plata,
elefantes de cera, avanzan las tierras altas,
intentando medir su estatura con el cielo.
En días de sol,
vestida de blanco y adornada de rojo, veréis la tierra
aún más hermosa, más cautivante.
Tierra tan rica en belleza que incontables héroes la honraron a porfía.
Lástima que a Chin Shi Juang y Jan Wu Ti
les faltara lustre literario, que Tang Tai Tsung y Sung Tai Tsu
tuvieran magro don poético.
Hijo predilecto del Cielo en su momento,
Gengís Khan
sólo entendía de cimbrar su arco contra el águila gigante.
Todo eso es pasado, es ido.
Para encontrar a los héroes de veras
hay que poner los ojos en nuestros propios días.


LLEGADA A SHAOSHAN 

Junio de 1959

Retorné a Shaoshan el 25 de junio de 1959, tras una ausencia de 32 años
¡Malditos los días que huyeron, recordados como un sueño confuso!
Mis antiguos lares de hace treinta y dos años.
La bandera roja alzó las alabardas de los siervos,
mientras la garra negra mantenía en alto el látigo tirano.
Del sacrificio nace la decisión heroica:
atreverse a crear un nuevo cielo para el sol y la luna.
Dichosa visión: olas sucesivas de arroz, de mieses,
y héroes que vuelven, por todos los senderos, en el atardecer borroso.


A PROPÓSITO DE UN POEMA DEL CAMARADA KUO MO-JO
9 de enero de 1963

En este minúsculo globo
 unas cuantas moscas se golpean contra el muro;
zumban sin pausa,
a veces con voz chillona,
a veces, gemidora.
Se jactan de gran nación las hormigas que trepan por la acacia;
pretenden sacudir un árbol los insectos,
¡qué valiente empeño!
Ahora, cuando al viento del oeste caen sobre Changan las hojas,
silban las flechas sonoras.

Tantas tareas por delante,
todas tan urgentes.
El mundo gira, el tiempo apremia.
Diez mil años es demasiado,
hay que aprehender el día, aprehender el instante.
Los Cuatro Mares hierven, se enfurecen las nubes y las aguas,
los Cinco Continentes se estremecen, rugen truenos y huracanes.
Hay que exterminar todas las plagas
ninguna fuerza es capaz de resistir.


RETORNO A LAS MONTAÑAS CHINGKANG 

Mayo de 1965

Hace tiempo que anhelo alcanzar las nubes,
y ahora vuelvo a subir las montañas Chingkang.
Desde lejos vengo a ver esta vieja querencia nuestra:
el paisaje se ha tornado nuevo.
Por doquier orioles cantan, danzan golondrinas,
al grato murmullo de los arroyuelos,
y el camino horada el firmamento.
Una vez franqueado Juangyangchie,
no hay sitio escarpado que merezca una mirada.

Vientos y truenos braman,
tremolan banderas y estandartes,
allí donde los hombres viven.
Treinta y ocho años se han deslizado
 en un simple chasquear de dedos.
Podemos tomar al brazo la Luna en el Noveno Cielo
y atrapar tortugas en lo hondo de los Cinco Mares;
regresaremos entre risas y cantos triunfales.
Nada es imposible en el mundo
si uno se atreve a escalar las alturas

Itsukushima Shrine.


Hueso oracular.
Un poeta errante, un suicidio misterioso y una batalla por un alfabeto.
Por Peter Hessler
8 de febrero de 2004

En la biblioteca de la estación de trabajo arqueológica de Anyang, el título de un libro me llamó la atención: “Bronces Shang y Zhou de nuestro país saqueados por imperialistas estadounidenses”. Había viajado a Anyang, una pequeña ciudad en la provincia de Henan, al norte de China, para estudiar las antigüedades locales. Según la historia convencional, esta región fue la capital de la dinastía Shang, que floreció durante casi seis siglos antes de ser conquistada por los Zhou, alrededor de 1045 a.C. Tradicionalmente, la caída de Shang se ha atribuido a un comportamiento disoluto: las leyendas describen al último emperador como un borracho que llenaba piscinas con vino. Pero este fue el primer indicio que vi de cualquier participación estadounidense, y lo miré más de cerca.
No figuraba el nombre del autor. El libro, publicado en 1962, contenía más de ochocientas fotografías de vasijas de bronce Shang y Zhou (el Shang es uno de los períodos más distintivos de la metalurgia china antigua). Para cada embarcación, el libro enumeraba un coleccionista imperialista. El catálogo incluía a Doris Duke (aparentemente había saqueado nueve bronces), Avery C. Brundage (treinta vasijas) y Alfred F. Pillsbury (cincuenta y ocho).
Un joven arqueólogo chino estaba trabajando en la biblioteca y le pregunté si sabía quién había escrito el libro. "Chen Mengjia", dijo el arqueólogo. “Su especialidad eran los huesos de oráculo. También fue un poeta bastante famoso.
Los huesos del oráculo están inscritos con la escritura más antigua conocida en el este de Asia. Los huesos (omóplatos de ganado y petos de tortuga) se usaban en ceremonias de adivinación en la corte real de Shang. Le pregunté al arqueólogo si Chen Mengjia todavía estaba en China.
“Está muerto”, dijo el joven. “Se suicidó durante la Revolución Cultural”.
Cerré el libro y pregunté si quedaba alguien en Anyang que hubiera conocido a Chen.
"Hable con el viejo Yang", dijo el arqueólogo. “Estaba en Beijing con Chen cuando se suicidó. Puedes encontrar al viejo Yang al otro lado del patio".
Solo había unas pocas personas trabajando a tiempo completo en la estación de Anyang, que constaba de casi una docena de edificios de hormigón rodeados de campos de maíz. Muchas de las estructuras habían sido construidas únicamente para albergar artefactos. El viento susurraba a través de los árboles de las sombrillas y, de vez en cuando, un tren gemía en la distancia mientras avanzaba hacia Beijing, a seis horas de distancia. De lo contrario, el complejo estaba en silencio. Tenía altos muros de hormigón rematados por alambre de púas.
Conocí al viejo Yang, Yang Xizhang, en una polvorienta sala de conferencias. Tenía sesenta y seis años y sus dientes habían sido extravagantemente plateados; me sobresaltaban cada vez que sonreía, como el destello de una reliquia inesperada. El viejo Yang me dijo que Chen Mengjia había catalogado los bronces en los años cuarenta. Chen vivía en los Estados Unidos en ese entonces, con su esposa, Zhao Luorui, quien era estudiante de posgrado en la Universidad de Chicago. Se había criado en una familia china de influencia occidental; su padre, un ministro anglicano, era el decano de la escuela de religión de la Universidad de Yenching, en Beijing.
“Esa es una de las razones por las que Chen tuvo problemas”, dijo el viejo Yang. 
“Su familia estaba estrechamente relacionada con cosas extranjeras. Cuando comenzó la Revolución Cultural, Chen Mengjia fue catalogado como Intelectual Capitalista. Pero fue especialmente criticado por su estilo de vida de relación hombre-mujer”.
La caja: mentes perdidas en confinamiento solitario
La frase era nueva para mí y pregunté qué significaba. El viejo Yang desvió la mirada con una sonrisa incómoda, un destello plateado. “Significa esto,” dijo finalmente. “Tienes una relación con una mujer que no es tu esposa”.
"¿Entonces Chen hizo esto?"
"No lo sé con certeza", dijo el viejo Yang. Por un momento, miró en silencio por la ventana detrás de mí. Pregunté sobre el suicidio de Chen y el viejo Yang continuó: 
“Ocurrió en 1966, justo cuando comenzó la Revolución Cultural. Cuando Chen intentó suicidarse por primera vez, la gente lo salvó. Después de eso, el Instituto de Arqueología me envió a mí y a otros arqueólogos jóvenes para observarlo. Pero no podíamos estar con él las veinticuatro horas del día”.
Para ilustrar, Old Yang señaló la ventana. Era una tarde soleada; la luz se filtraba de manera desigual a través de los árboles que estaban afuera. “Imagina que estás en la casa de Chen en Beijing, mirando hacia el patio”, dijo el viejo Yang. “Un día, Chen salió, pasó por delante de la ventana”. El viejo Yang hizo un gesto de barrido, como si siguiera el rastro de una figura imaginaria que se movía más allá del alcance de nuestra visión. 
“Después de unos minutos, nos dimos cuenta de que se había ido. Salimos corriendo, pero ya era demasiado tarde, se había ahorcado”.
El viejo Yang dijo que la esposa de Chen no estaba allí porque los Guardias Rojos la habían estado reteniendo al otro lado de la ciudad, en la Universidad de Pekín. Pregunté por qué el libro sobre los imperialistas estadounidenses no llevaba el nombre de Chen.
“En 1957, Chen había criticado algunas de las ideas de los líderes”, dijo el viejo Yang, “y por eso fue etiquetado como derechista. A los derechistas no se les permitía publicar. Pero ese libro era muy importante, así que lo publicaron sin su nombre”.
 En su oficina, el viejo Yang encontró un anuario descolorido del Instituto de Arqueología y abrió una página de fotografías, incluida una de Chen cuando era un hombre de mediana edad. Tenía hoyuelos y ojos brillantes y una mata de pelo negro azabache, y vestía una camisa tradicional de cuello alto. Tenía la sonrisa más grande de cualquiera en la página.
Meses después, en Beijing, localicé a otro erudito, de unos ochenta años, que me dijo que había mucho más en la historia. En los años cincuenta, Mao Zedong había propuesto reemplazar el sistema de escritura chino por un alfabeto, y Chen Mengjia se opuso al plan. Su primer gran error político fue una defensa de los caracteres chinos.
El hueso
En la historia de la civilización humana, el chino escrito es único: una escritura cuyos principios estructurales fundamentales no han cambiado desde los días de Shang. Al igual que los jeroglíficos egipcios, el chino escrito evolucionó de una escritura pictográfica (cada carácter representando una cosa o una idea) a una logográfica (cada carácter representando una sílaba hablada). Durante el segundo milenio a.C., las tribus semíticas del Cercano Oriente convirtieron los jeroglíficos egipcios en el primer alfabeto. Los sistemas de escritura alfabéticos son más flexibles que los logográficos, porque un alfabeto permite dividir una sola sílaba en partes aún más pequeñas. Esto facilita la aplicación del sistema de escritura a diferentes idiomas e incluso dialectos; por ejemplo, un escritor en inglés puede distinguir entre un "qué" apropiado y un "wot" cockney.
El chino es el único sistema logográfico antiguo que nunca fue abandonado o convertido a un alfabeto. Como resultado, siempre ha habido una gran brecha entre la forma en que la gente escribe y la forma en que habla. Durante la mayor parte de la historia de China, la escritura oficial utilizó el chino clásico, un idioma que existía solo en forma escrita y que se había desarrollado durante la dinastía Han (206 a. C. a 220 d. C.). Luego, a principios del siglo XX, los reformadores hicieron una campaña exitosa para que la escritura oficial siguiera la lengua vernácula del norte conocida como mandarín.
El chino hablado no es realmente un solo idioma: los lingüistas a veces comparan su diversidad con la de las principales lenguas romances. Un filólogo me dijo que los “dialectos” que se hablan en Beijing y Cantón son, de hecho, idiomas tan distintos como el inglés y el alemán. Si China usara una escritura alfabética, los textos reflejarían estas diferencias, pero bajo el sistema logográfico muchos idiomas hablados no se pueden escribir. Para que un nativo de la provincia suroriental de Zhejiang se alfabetice, por ejemplo, primero debe aprender a hablar mandarín. La mayoría de los chinos del sur escriben en lo que es esencialmente una segunda lengua.
El guión es técnicamente difícil: para una alfabetización moderada, uno necesita memorizar unos cuatro mil caracteres. Aunque los caracteres originalmente contenían pistas visuales claras para su pronunciación, muchos de estos quedaron obsoletos debido a cambios en el habla, lo que los hizo aún más difíciles de recordar. A pesar de esta complejidad, los chinos siempre se han sentido inspirados a aprenderlos. Gran parte de la cultura china gira en torno a la escritura: la caligrafía es una de las artes más valoradas y las pinturas suelen incorporar inscripciones destacadas. Durante algunos períodos, las comunidades erigieron hornos especiales para proporcionar una cremación adecuada para cualquier trozo de papel que había sido dignificado por la escritura.
 En el siglo XVII, China tenía una prensa comercial bien establecida, y la alfabetización parece haber variado más entre los grupos de clases que en muchas partes de Europa. Evelyn S. Rawski, historiadora de la Universidad de Pittsburgh, ha estimado las tasas básicas de alfabetización de los hombres chinos en los siglos XVIII y XIX entre el treinta y el cuarenta y cinco por ciento, comparables a las de los hombres en el Japón e Inglaterra preindustriales.
El sistema de escritura ha tenido otras virtudes, incluida una capacidad única para trascender el tiempo y el espacio. Independientemente de dónde venga un chino alfabetizado, puede leer cualquier cosa escrita por otro chino. Y nunca se aleja demasiado de la escritura de la antigüedad. Cuando se redescubrieron los huesos del oráculo, a fines del siglo XIX, los eruditos chinos pudieron comenzar a descifrarlos de inmediato, un marcado contraste con los jeroglíficos egipcios, que fueron ininteligibles durante siglos, hasta la excavación de la piedra de Rosetta.
Hace dos años, viajé a la Universidad de California en Berkeley para visitar a David N. Keightley, uno de los eruditos más respetados del oráculo. (Probablemente no haya más de treinta especialistas en todo el mundo). Keightley me dijo que siempre le han fascinado las conexiones entre la escritura y el culto a los antepasados ​​chinos, una práctica que ha sido una pieza central de la cultura china durante miles de años.
La corte real de Shang celebraba regularmente ceremonias de adivinación en las que pedía a los antepasados ​​que proporcionaran información o ayuda. Durante el ritual, una escápula o plastrón especialmente tratado se sometía a un calor intenso hasta que se resquebrajaba, una transformación física que se interpretaba como la voz de los muertos. grabadores los n inscribió el tema de la adivinación en el hueso.
Los huesos excavados revelan que los Shang preguntaron sobre todo, desde la guerra hasta el parto, desde el clima hasta la enfermedad. Preguntaron sobre el significado de los sueños. Negociaron con los muertos: en un hueso, una inscripción propone sacrificar tres prisioneros humanos a un antepasado, y luego, presumiblemente después de un chasquido insatisfactorio, la siguiente inscripción ofrece cinco prisioneros. A veces, los Shang sacrificaban a cientos de personas a la vez.
Keightley me mostró un calco de una adivinación de hueso de oráculo sobre un dolor de muelas real. El plastrón había sido inscrito durante el reinado de Wu Ding, un rey Shang que gobernó aproximadamente entre 1200 y 1189 a.C. El Rey, creyendo que un antepasado insatisfecho era el responsable de su mal diente, estaba tratando de descubrir la identidad del espíritu para preparar un sacrificio apropiado. En el hueso figuraban cuatro nombres: Padre Jia, Padre Geng, Padre Xin, Padre Yi. 
“Tienes al padre muerto del Rey y a tres tíos muertos”, dijo Keightley. Para cada antepasado, se habían realizado múltiples adivinaciones. "Y luego tenemos otra inscripción: 'Ofrezca un perro al padre Geng y abra una oveja'. Por eso creo que fue el padre Geng quien estaba causando la enfermedad". Keightley hizo una pausa y miró hacia arriba. “Esas son las notas”, dijo. “Tenemos que proporcionar la música nosotros mismos”.
La carta
En los años que siguieron a mi descubrimiento del libro en Anyang, busqué personas que hubieran conocido a Chen Mengjia. A veces llegaba demasiado tarde; Traté de ponerme en contacto con un amigo cercano suyo y me dijeron que estaba en su lecho de muerte. Incluso cuando tuve éxito, la historia de Chen parecía cambiar con cada narración. Un arqueólogo de Taiwán de noventa y nueve años dijo que había oído el rumor de que los comunistas habían matado a Chen. En el continente, todos dijeron que su muerte fue un suicidio: algunos mencionaron la historia de amor; otros lo negaron. Un hombre me dijo que Chen había estado involucrado con una estrella de cine. Alguien más dijo que era una actriz de la ópera de Pekín. El cuñado de Chen, Zhao Jingxun, todavía vive en Beijing y me dijo que Chen había intentado suicidarse tres veces. “Mi hermana lo salvó dos veces”, dijo Zhao. 
“La tercera vez, se había quedado dormida por el agotamiento. Ella no lo encontró hasta que estuvo muerto. Zhao, que tenía ochenta y tres años, descartó el rumor de una aventura con un gesto de la mano. “Nunca escuché sobre eso”, dijo.
Las reliquias de la vida de Chen son pocas: algunas fotografías, un puñado de cartas. El Museo de Shanghái ha dedicado una pequeña sala a su colección de muebles de la dinastía Ming, que incluye algunas hermosas piezas que tienen más de cuatrocientos años. Una silla lateral, tallada en un raro palisandro amarillo, está decorada con el carácter shou, o "longevidad". Ma Chengyuan, un curador jubilado del museo, era un amigo cercano de Chen. Ma me dijo que se habían visto por última vez en 1963, cuando Chen le dio a Ma una copia de “Los bronces Shang y Zhou de nuestro país saqueados por los imperialistas estadounidenses”. Ma dijo con una sonrisa: 
"Tienes que entender que ese título no fue elección de Chen".
El Museo de Shanghái compró los muebles a Zhao Jingxun en 2000, después de la muerte de la viuda de Chen. (Ella y Chen no tuvieron hijos). Ma, que tiene ochenta y cinco años, me dio una copia de una carta que Chen escribió en 1966, el año en que murió, ofreciéndose a donar sus muebles. La caligrafía era hermosa; una oración decía: 
"Esa silla amarilla de palisandro, podría ser de principios de la dinastía Ming y, por supuesto, debería ser donada al Museo de Shanghái".
 Le pregunté a Ma si la donación podría haberse hecho por temor a que las piezas se dañaran en un movimiento político. “En 1963, me dijo que estaba preocupado por su protección”, dijo Ma.
 “Pero nunca mencionó específicamente los problemas políticos. Solo podemos adivinar.
Busqué otros artefactos que pudieran ayudarme a armar un registro de la vida de Chen. No se ha publicado una biografía completa y no hay relatos detallados de los eventos que llevaron a su muerte. En China, la Revolución Cultural es todavía un período sombrío; está permitido escribir críticamente sobre esos años, pero existe un entendimiento tácito de que las investigaciones no deben llevarse demasiado lejos. Y, debido a los peligros políticos, pocas personas llevaban diarios o guardaban cartas.
Los primeros años de Chen son más fáciles de seguir, ya que publicó tan precozmente. Nació en 1911 en la ciudad oriental de Nanjing, donde su padre era maestro de escuela y ministro presbiteriano. Diez hermanos Chen (cinco niñas, cinco niños) vivieron hasta la edad adulta y todos se graduaron de la universidad. Chen Mengjia, el séptimo hijo, fue el más brillante. Había publicado su primer poema cuando era adolescente; a los veinte, cuando apareció su primer volumen, era famoso. Como han hecho tradicionalmente los poetas chinos, se dio a sí mismo un seudónimo: Wanderer. Se convirtió en el miembro más joven de la Crescent Moon Society, un grupo de poetas románticos que evitaban las rígidas reglas del verso chino clásico.
El estilo poético de Chen era simple y bien medido; los críticos lo compararon  a Housman y Hardy. Abandonó el cristianismo después de la niñez, pero tenía un sentimiento casi religioso hacia el pasado lejano. En uno de sus primeros poemas, el narrador contempla un grabado en piedra de mil años de antigüedad del rostro de una mujer y nota “el rastro frío y silencioso de una sonrisa”. En 1932, Chen ingresó a la escuela de posgrado en la Universidad de Yenching, donde primero estudió religión y luego escritura china antigua. El pasado se acercaba; la poesía se alejó.
 En “Song of Myself”, Chen describió el dolor de la creatividad: 
“Me aplasté el pecho y saqué una serie de canciones”. Más tarde, escribió: “Desde que tenía diecisiete años, he usado la métrica para controlarme. Todo lo que escribí se podría medir con una cuerda. . . . La cadena fue pesada para mí, y en la esclavitud aprendí a hacer bellas palabras”. Cuando tenía poco más de treinta años, esencialmente había dejado de escribir versos. Pasó la mayor parte de su tiempo estudiando las inscripciones en bronces antiguos y huesos de oráculo.
Su esposa, Zhao Luorui, fue otro prodigio. A los veinticinco años, publicó la primera traducción al chino de “La tierra baldía”. Cuando los japoneses invadieron Nanjing, en 1937, Chen y Zhao, junto con muchos otros académicos chinos, se trasladaron a la provincia suroccidental de Yunnan. En 1944, recibieron una beca conjunta de humanidades de la Fundación Rockefeller, que pagó su viaje a los Estados Unidos. En la Universidad de Chicago, Zhao escribió una disertación sobre Henry James, mientras Chen buscaba bronces chinos. The Wanderer se ganó su nombre visitando museos y colecciones privadas en Detroit, Cleveland, St. Louis, Nueva York, Boston, San Francisco, Honolulu, Toronto, París, Londres y Oxford, entre otras ciudades. Después de visitar Estocolmo, en 1947, Chen escribió una carta a la Fundación Rockefeller: 
“Fui recibido por el Príncipe Heredero en su castillo para ver su propia colección y tuve el honor de hablar y discutir con él durante dos horas”.
Muchos bronces antiguos habían sido extraídos de China, especialmente durante las caóticas primeras décadas del siglo XX, y pocos habían sido estudiados detenidamente. Chen planeó escribir un libro definitivo sobre el tema, completo con fotografías y análisis de tipología. En 1947, regresó a China y envió a Harvard un borrador de un enorme manuscrito. La edición se realizaría por correo. Pero los comunistas llegaron al poder en 1949 y la Guerra de Corea comenzó en 1950; Terminó la comunicación entre China y Estados Unidos.
Elinor Pearlstein, curadora del Instituto de Arte de Chicago, ha rastreado en los últimos años las cartas de Chen de su tiempo en los Estados Unidos. Pearlstein me proporcionó información sobre los viajes de Chen, pero dijo que el borrador del libro de Harvard había desaparecido. Aparentemente, el manuscrito fue entregado a un estudiante graduado de Harvard para que lo editara, pero el estudiante se suicidó en 1967. El libro nunca se publicó en los Estados Unidos. (El volumen chino que había visto, con el título antiestadounidense, era una versión reducida y mal editada).
En 1956, Chen publicó un libro innovador sobre los huesos del oráculo, "Un estudio completo de las inscripciones de adivinación de los Yermos de Yin". Incluyó capítulos sobre gramática Shang, astronomía, sacrificios, guerra, geografía y otros temas básicos. Todos los eruditos del chino antiguo que conocí dijeron que es una obra maestra.
Pero la personalidad de Chen a menudo estaba en desacuerdo con la política de la China comunista. “Chen tenía la sensibilidad de un poeta”, me dijo Wang Shimin, un arqueólogo amigo de Chen.
“Él siempre decía lo que pensaba. Era xinzhi koukuai, tenía un corazón recto y una boca ágil”.
Alfabeto de Mao.
Durante las décadas posteriores a la Guerra del Opio (1839-42), mientras China estaba ocupada por potencias extranjeras, su cultura literaria no logró prepararla para la transformación de la modernidad. En la Europa del siglo XIX, la arqueología estaba dominada por la creciente clase media, cuya fe en el cambio y el progreso material se reflejaba en las descripciones de las épocas antiguas, desde la piedra al bronce y luego al hierro. Pero el interés chino por la antigüedad giraba en torno a la palabra escrita, y las historias tradicionales hacían hincapié en la continuidad más que en el cambio. Los chinos se quedaron atrapados en ser chinos.
Todo lo que era continuo —el confucianismo, el sistema imperial, los personajes— parecía obsoleto. De repente, los chinos parecieron darse cuenta de que estaban escribiendo de manera diferente a cualquier otra civilización en la tierra. En los año diecinueve, Qian Xuantong, un destacado filólogo, propuso que China cambiara, tanto en el idioma hablado como en el escrito, al esperanto. Muchos de los principales académicos del siglo XX defendieron el abandono de los personajes, creyendo que eran un impedimento tanto para la alfabetización como para la democracia. Lu Xun, que vivió entre 1881 y 1936 y fue quizás el autor moderno más grande de China, abogó por un cambio al alfabeto latino, que permitiría a las personas escribir en sus lenguas maternas. Escribió (en caracteres, como lo hizo hasta su muerte): “Si vamos a seguir viviendo, los caracteres chinos no pueden. . . . Los personajes son un precioso legado transmitido por nuestros ancestros. 
 lo sé. Pero podemos sacrificar nuestra herencia o a nosotros mismos: ¿cuál será?”
En 1936, cuando los comunistas ganaban poder, Mao Zedong le dijo a un periodista estadounidense que la alfabetización era inevitable. Cuando Mao finalmente tomó el control de China, en 1949, muchos esperaban que el gobierno reemplazara los caracteres con letras latinas, como lo había hecho Vietnam a principios de siglo. Pero en el verano de 1950, Mao tomó una decisión sorpresiva y pidió a los lingüistas que desarrollaran un alfabeto “nacional en forma”, un nuevo sistema de escritura, cuyas letras serían distintivamente chinas.
John DeFrancis, lingüista de la Universidad de Hawái en Manoa, ha estudiado este período y me dijo que la inspiración para la orden de Mao siempre ha sido un misterio. DeFrancis me recomendó que hablara con Zhou Youguang, un lingüista de noventa y siete años que había trabajado en el comité de reforma de la escritura. DeFrancis, que tiene noventa y dos años, no se había reunido con Zhou desde los años ochenta. 
Dijo que sabía por qué Mao tomó esa decisión, pero que no tenía la libertad de hablar al respecto”, me dijo DeFrancis. 
Pensó que tal vez la edad avanzada de Zhou lo haría más dispuesto a hablar abiertamente.
Zhou, junto con otros dos defensores sobrevivientes de la reforma de la escritura china, vivían en la primera entrada del dormitorio de la Comisión Estatal de Idiomas, en Beijing. Una tarde, comencé en la planta baja, con Yin Binyong, un amable hombre de setenta y dos años que tenía las cejas pobladas de un dios taoísta. Yin me dijo que, después de la solicitud de Mao de un alfabeto en forma nacional, el comité consideró más de dos mil sistemas de escritura propuestos. Algunos se derivaron completamente del chino; otros usaban alfabetos latinos o cirílicos; algunos fragmentos combinados de caracteres chinos con letras extranjeras. Había alfabetos chinos en árabe. Yin recordó un sistema que empleaba números para transmitir sonidos chinos. En 1955, el comité redujo el campo a seis finalistas alfabéticos: latín, cirílico y cuatro sistemas "chinos" completamente nuevos.
La historia continuó en el cuarto piso del dormitorio, donde visité a Wang Jun, de ochenta años, quien me habló sobre la simplificación de personajes. En 1956, Mao y otros líderes concluyeron que los alfabetos chinos aún no se podían utilizar. Sancionaron el esquema latino, conocido como Pinyin, para su uso en la educación temprana y otros propósitos especiales, pero no como un guión de reemplazo. Y decidieron simplificar una serie de caracteres chinos. Esto se describió como una “etapa de reforma inicial”: Mao, al parecer, quería más tiempo para considerar las opciones.
Pero escribir la reforma pronto se enredó en la política. En abril de 1957, el Partido Comunista lanzó la campaña de las Cien Flores, durante la cual se invitó a los intelectuales a expresar sus opiniones, por críticas que fueran. La respuesta fue abrumadora; miles de chinos comentaron públicamente sobre todo tipo de temas. Hasta entonces, Chen Mengjia no había estado activo en el movimiento de reforma de la escritura, pero ahora intervino como un vigoroso oponente de la alfabetización y la simplificación de caracteres. Sus palabras estaban en todas partes en la prensa popular esa primavera. En un artículo para el Guangming Daily, escribió:
 “Debe haber razones objetivas por las que seguimos usando estos caracteres después de más de tres mil años”. 
En un discurso publicado, declaró: 
“En el pasado, los demonios extranjeros decían que el idioma chino era malo. Ahora los estudiosos más abiertos de los países capitalistas ya no lo dicen. . . . Predigo que seguiremos usando estos personajes durante varios años, y deberíamos tratarlos como si estuvieran vivos. Son nuestra herencia cultural”.
Luego, después de solo cinco semanas, Mao terminó abruptamente la campaña de las Cien Flores. A finales de año, más de trescientos mil intelectuales habían sido etiquetados como derechistas. En la prensa, aparecieron titulares enojados: "criticar a chen mengjia"; "refutar la teoría absurda del elemento derechista chen mengjia". Un artículo proclamaba:
 “El elemento derechista Chen Mengjia, una brizna de hierba que es venenosa. . . Nunca se debe permitir que arraigue profundamente”. Otro lo describió como un “demonio de la vaca” con un “plan maligno”: “¿Por qué los contrarrevolucionarios de todas las épocas odian los personajes simplificados? ¿De verdad quieren volver a la antigüedad?
Y de Chen: silencio. Fue enviado a la provincia de Henan, cuna de la cultura Shang, para ser reformado a través del trabajo manual. Durante los siguientes cinco años, no se le permitió publicar nada bajo su propio nombre.
Estaba oscuro cuando llegué al tercer piso del dormitorio de la Comisión Estatal de Idiomas. Allí conocí a Zhou Youguang, un hombre frágil y encorvado que vestía pantuflas y pantalones de chándal. Tuve que acercarme y gritar mientras él ponía una mano alrededor de su audífono. Pero su mente era aguda y todavía recordaba algo de inglés; en los años cuarenta había sido banquero en Nueva York. “Solía ​​leer su revista en el Bankers’ Club”, dijo riéndose.
Le grité: “¡Ha cambiado desde entonces!”.
Como muchos jóvenes chinos patriotas que habían estado viviendo en el extranjero, Zhou regresó a China después de la  fundación de la República Popular. Sintiendo que no había mucho futuro en la banca comunista, Zhou cambió a la lingüística, un pasatiempo de mucho tiempo, y se convirtió en el principal arquitecto de Pinyin.
Le pregunté a Zhou qué había pasado con los cuatro alfabetos chinos y me dijo que aparentemente todos los registros habían sido destruidos. 
“Fue fácil perder cosas así durante la Revolución Cultural”, dijo.
La Revolución Cultural, que duró de 1966 a 1976, representa el clímax de la desilusión de China con sus tradiciones. Pero, irónicamente, la agitación ayudó a proteger a los personajes. Cuando finalmente terminó el caos, los chinos ya no tenían apetito por un cambio cultural radical, y tanto el público como el gobierno rechazaron nuevos intentos de reforma escrita. Hoy en día, casi nadie aboga por la alfabetización, y Zhou predice que China no abandonará sus caracteres durante al menos otro siglo, si es que lo hace alguna vez. Incluso la simplificación no llegó muy lejos. Redujo el número de pinceladas que componen algunos de los caracteres más utilizados, pero los principios del sistema de escritura siguen siendo los mismos. Esencialmente, es el equivalente a convertir una palabra en inglés como "through" a "thru". Zhou y otros creen que la simplificación no ha tenido un efecto significativo en la mejora de las tasas de alfabetización. Taiwán, Hong Kong y muchas comunidades chinas en el extranjero no usan los caracteres simplificados y los tradicionalistas los desprecian.
En retrospectiva, el mandato de Mao de 1950 condenó la reforma de la escritura; sin la búsqueda de un alfabeto en forma nacional, China probablemente habría adoptado una escritura latina antes de la Revolución Cultural. Cuando le pregunté por Mao, Zhou dijo que el punto de inflexión fue la primera visita de estado del presidente a la Unión Soviética, en 1949. “Mao le pidió consejo a Stalin sobre cómo redactar la reforma”, dijo Zhou. 
“Stalin le dijo: ‘Eres un gran país y deberías tener tu propia forma de escribir en chino’. No deberías usar simplemente el alfabeto latino’. Es por eso que Mao quería un alfabeto en forma nacional”.
La valiente defensa de la tradición de Chen Mengjia había sido innecesaria. En cierto sentido, Joseph Stalin ya había guardado los caracteres chinos. Grité el nombre de Chen y Zhou sonrió. “Me gustaba mucho”, dijo Zhou. “Pero, para ser franco, su oposición no tuvo impacto en nada de esto”.
El carácter  mal impreso.
Solo uno de los hermanos de Chen Mengjia sigue vivo: Chen Mengxiong, un hidrogeólogo jubilado de ochenta y cinco años. (En esa generación de la familia Chen, todos los nombres masculinos incluían el carácter meng, o “sueño”). En una mañana invernal de diciembre, visité a Mengxiong en su departamento en Beijing; su esposa, una mujer de pelo blanco y sonrisa tensa, nos trajo tazas de té.
Mengxiong parecía reacio a hablar, dijo que no se sentía bien. Miramos su única fotografía sobreviviente del clan Chen, y me dijo que su hermano, después de ser etiquetado como derechista, pasó dos o tres años haciendo trabajo agrícola en Henan. 
“Siempre había sido extrovertido, pero cuando regresaba no hablaba mucho”, dijo Mengxiong.
 También mencionó que se molestó cuando Zhao Jingxun, el cuñado de Mengjia, aceptó dinero del Museo de Shanghái para los muebles antiguos. "Mengjia quería que fuera donado, no vendido", dijo enojado el anciano. "Nunca hablé con Zhao después de eso".
Llevé una copia de la carta de Mengjia de 1966 al curador del museo y se la entregué a Mengxiong. Lo leyó en silencio. “Nunca había visto esto antes”, dijo. "¿Dónde lo obtuviste?"
Los chinos tienden a hablar tortuosamente cuando se enfrentan a un recuerdo doloroso, y sus historias se aflojan como una cuerda que cae en un montón. Pero cuando deciden hablar, su franqueza puede ser abrumadora.
 “Ese agosto, los Guardias Rojos comenzaron su campaña contra las cosas viejas”, dijo Mengxiong. “Estaba luchando contra mí. Mi hijo mayor tenía unos nueve años y le dije que se acercara a escondidas a la casa de Mengjia y le advirtiera. Mengjia tenía tantos cuadros, libros y cosas viejas; Le dije que los tirara o los escondiera. Mi hijo volvió y dijo que todo estaba bien.
“Pero esa noche fue la primera vez que Mengjia intentó suicidarse. Tomó pastillas para dormir, pero no murió. Lo llevaron al hospital. Al día siguiente, fui a su casa y había carteles de Big Character en la puerta, criticando a Mengjia. Entré, y ya estaban los Guardias Rojos. 'Bien', dijeron. Caíste directamente en la red.
“La esposa de Mengjia también estaba allí, y los guardias nos sentaron a ella y a mí en sillas en el patio. Nos raparon la mitad del cabello, eso se llamaba la Cabeza Yin-Yang. Luego se quitaron los cinturones de cuero y empezaron a golpearnos. Primero usaron el cuero, luego la hebilla. Llevaba una camisa blanca y se puso completamente roja de sangre. Una vez que me soltaron, llamé por teléfono a mi unidad de trabajo y enviaron gente para llevarme a casa. En el camino de regreso, vi a mi esposa, no la misma esposa que conociste, pero mi esposa en ese momento. Le dije que se diera prisa en llegar a casa.
“Mengjia estuvo en el hospital por un tiempo, pero lo expulsaron por sus antecedentes. Después de aproximadamente una semana, se suicidó. Tenían una criada interna, y creo que ella lo encontró. No pude ir a su casa porque me estaban peleando. No hubo ningún funeral”.
Mengxiong hizo una pausa. Pensé que la historia había terminado, pero luego el anciano volvió a hablar: 
“Mi esposa tuvo problemas ese año. Tenía una mala formación social: su padre era un famoso calígrafo que había estado en la administración del Kuomintang. Estaba tan asustada por las campañas antiderechistas de los años cincuenta que enfermó mentalmente. En 1966, poco después de la muerte de Mengjia, su unidad de trabajo le pidió que copiara canciones revolucionarias en papel carbón. Ella escribió la letra 'Diez mil años para el presidente Mao, diez mil, diez mil'. Era lo mismo una y otra vez. Pero se equivocó en una palabra. Escribió wu en lugar de wan”.
Mengxiong hizo una pausa para escribir dos caracteres en mi cuaderno: wan sui: diez mil años. Luego escribió el error de su esposa: wu sui, sin años. 
“Ella fue detenida de inmediato”, dijo. “Durante unos cinco años, estuvo detenida en la provincia de Hebei. Durante parte de ese tiempo, estuvo encerrada en una pocilga. Después de su regreso, a principios de los años setenta, nunca volvió a ser la misma. Murió en 1982”.

El mundo escrito.
En el curso de mi investigación, entrevisté a un solo joven. Encontré una cita de Chen Mengjia en un sitio web sobre escritura china; el sitio fue editado por un húngaro de treinta y cinco años llamado Imre Galambos, que es curador en la Biblioteca Británica de Londres. Galambos escribió su Ph.D. disertación, en Berkeley, sobre el desarrollo del carácter chino.
Tradicionalmente, los estudiosos han pensado que los caracteres se estandarizaron durante el reinado de Qin Shihuang, quien unificó por primera vez el imperio chino, en 221 a.C. Pero documentos excavados recientemente sugieren que el impacto de Qin puede haber sido exagerado. Galambos me dijo que la unificación literaria más importante en realidad parece haber ocurrido más tarde, cuando los Han llegaron al poder y produjeron el primer diccionario chino y la primera historia oficial. Con el fin de validar su propio linaje cultural, los intelectuales Han vincularon las llamadas dinastías anteriores (Xia, Shang, Zhou y Qin) en una sola narrativa. De hecho, estos eran casi con certeza grupos étnicos distintos, con sus propias culturas, sus propios idiomas hablados y sus propios métodos de control político. Pero, después de los Shang, todos compartieron un solo sistema de escritura, y los historiadores Han usaron este guión para crear una historia coherente a partir de los detalles caóticos de la historia, la memoria y la imaginación. Mark Edward Lewis, un historiador de Stanford, ha descrito el antiguo y continuo imperio chino como basado en “un reino imaginario creado dentro de los textos”.
Galambos hace frecuentes visitas a Beijing, y en una ocasión en que lo conocí amplió este tema. 
“Hay ciertas culturas, como la bizantina y la china, en las que los documentos escritos crean un mundo que es más significativo que el mundo real”, me dijo.
“Creo que el mundo literario es el vínculo en el tiempo que permite esto que llamamos ‘historia china’. No es la cantidad de personas ni nada por el estilo; es el enorme mundo escrito que produjeron. Es tan grande que se los come a ellos y a todos los que los rodean”.
Le pregunté a Galambos qué lo había inspirado a estudiar chino. Me respondió que cuando era joven, en la Hungría comunista, el servicio militar obligatorio se acortaba en seis meses si ingresabas a la universidad. Con esto en mente, Galambos aplicó, pero no cumplió con todos los plazos excepto uno: una beca para estudiar en China. Eso fue hace quince años. 
“Fui absorbido por toda esta china”, dijo.
Una noche, nos reunimos para tomar una copa junto a Houhai, un lago en el centro de Beijing. Era una hermosa tarde de otoño; las luces brillaban rojas y amarillas sobre el agua. Galambos habló sobre la importancia de escribir en China y luego me señaló. “Es por eso que los chinos se preocupan por ti, el corresponsal”, dijo.
“Para Occidente, cualquier cosa que crees es China. Si escribes sobre nosotros sentados aquí en Houhai, la gente pensará: Wow, China es un lugar realmente genial. Así es como se forma el lugar en sus mentes. Pero podría tener muy poco que ver con la realidad”.

El poema
La esposa de Chen Mengjia le sobrevivió treinta y dos años. Después de la Revolución Cultural, las críticas, las palizas, el rapado de la cabeza, Zhao Luorui desarrolló esquizofrenia, pero se recuperó lo suficiente como para enseñar y escribir de nuevo. En los años ochenta, tradujo la primera edición china completa de “Hojas de hierba”. En 1990, volvió a dar clases en su alma mater, la Universidad de Chicago; al año siguiente, recibió el Premio al Logro Distinguido de la universidad. Murió en 1998.
No hace mucho, conocí a uno de los compañeros de clase de Zhao en Chicago, Wu Ningkun; tenía ochenta y tres. En 1951, por invitación de Zhao, Wu abandonó su doctorado. disertación sobre T. S. Eliot para poder regresar a China y enseñar. Wu fue encarcelado en 1958,  ter ser etiquetado como un derechista. Durante más de dos décadas vivió en la cárcel o exiliado en el campo. Regresó a los Estados Unidos en 1990 y finalmente se instaló en Reston, Virginia, con su esposa, Li Yikai. En 1993, publicó, en inglés, una memoria sobre la China comunista titulada “A Single Tear”.
Cuando visité el departamento de Wu, recordó que, después de su encarcelamiento, no volvió a ver a Zhao hasta 1980. “Ni siquiera mencionamos el nombre de Mengjia”, dijo Wu en voz baja.
“Habría sido una de las cosas más difíciles de decir para mí, si hubiera dicho que lo sentía. Sabía lo fútiles y sin sentido que eran esas palabras. Ella no lloró. Tenía una voluntad muy fuerte”.
Wu me dijo que durante sus años en prisión a menudo había ganado fuerza al recordar versos. “Solía ​​pensar en Du Fu, Shakespeare, Dylan Thomas”, dijo. 
“¿Conoces el que escribió Dylan Thomas cuando su padre se estaba muriendo? Esa línea: 'torciendo en bastidores'. De 'And Death Shall Have No Dominion'. Sabes, escuché a Dylan Thomas recitar sus poemas en Chicago. Fue muy conmovedor”.
Le pregunté a Wu si había hablado con Thomas.
“No, solo estaba en la audiencia”, dijo Wu. Y estaba más de medio borracho. Estaba sufriendo, supongo que la vida era una carga para él.
En la biblioteca de la Universidad de Pekín, un amigo me ayudó a encontrar una versión china de dos volúmenes de “Hojas de hierba”. La página de título destacaba el nombre del traductor: Zhao Luorui.
El libro había sido publicado en 1991, y tres años más tarde, Kenneth M. Price, un erudito estadounidense de Whitman, visitó Zhao en Beijing. Su conversación fue publicada en el Walt Whitman Quarterly. En la entrevista, Price le preguntó a Zhao cómo había traducido la primera estrofa de "Out of the Cradle Endless Rocking", en la que se construye una oración larga de veintidós líneas antes de que aparezcan el sujeto y el verbo, una estructura que sería incómoda en chino. . Zhao respondió:
 “No hay forma de mantener las oraciones juntas como una sola oración porque debo decir que, aunque quiero ser fiel, también quiero que mi chino sea fluido”.
Releí el original de Whitman y luego cogí el volumen en chino. Usando un diccionario para los caracteres difíciles, hice todo lo posible para traer las últimas tres líneas de Zhao al inglés:

*** Yo, el cantor de canciones dolorosas y alegres que une esta vida y la otra, Recibiendo todas las pistas, haciendo uso de todas ellas, pero a toda velocidad saltando sobre todo, Canto una reminiscencia.
Publicado en la edición impresa del número del 16 de febrero de 2004.