Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán;
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Titulo-Autor-Ciudad-Editor-Año.
Sala Medina.
José Toribio Medina: andanzas de un bibliógrafo.
VÍCTOR CID CARMONA ·
05/08/2020
José Toribio Medina Zavala nació en Santiago de Chile en 1852, completó su formación inicial en el Instituto Nacional (1863) de dicha ciudad, donde posteriormente estudió leyes y se recibió de abogado en 1873. Adolfo Ibañez, Ministro de Relaciones Exteriores lo nombró secretario de la legación chilena en Perú (1875).[1] Desde aquella ciudad relata a su padre:
“Me he visto obligado a no poder continuar en esta ciudad mis estudios de las ciencias naturales y de la antropología, por lo cual, para matar el tiempo, me he dedicado a recorrer los archivos y las bibliotecas para ver manera de encontrar algo útil para Chile, y también porque creo que en ellos puedo hallar antecedentes que sirvan a mis puntos de vista sobre los primeros habitantes del país”.[2]
De lo anterior, se deduce que desde temprana edad Medina se inclinó por la compilación de datos en bibliotecas y archivos, primero sobre su país y, con el tiempo, como se verá, con una visión hispanoamericana, que, al fin, le valió reconocimiento como uno de los más destacados bibliógrafos latinoamericanos.
Los viajes emprendidos por Medina a lo largo de su vida le permitieron compilar una vasta colección de notas sobre los más variados temas de su interés, además de facilitarle la adquisición de libros y documentos con los que integraría una de las más sobresalientes bibliotecas americanas.
Al año siguiente, 1876, durante un viaje que lo llevó por varias ciudades europeas en 1876, desde Londres le escribe a su padre, al describir un paseo por la ciudad le refiere:
“De vuelta pasé al Museo Británico, dónde está la Biblioteca con sus 800,000 volúmenes y su salón de lectura admirablemente dispuesto, al cual, en el tiempo que lo he visitado, le he cobrado verdadero afecto por la comodidad con que uno se halla allí donde tiene de todo, por la exquisita amabilidad y atención de los empleados y, más que todo, por las inmensas riquezas bibliográficas que encierra. He pasado en él ochenta horas y pico y sin duda que las contaré entre mis más queridas, más puras, más provechosas y de recuerdos más duraderos. Con esto ya sabrá Ud. Por qué conozco todavía poco de Londres”.[3]
En otra carta, enviada desde Sevilla en septiembre de aquel año, le menciona a su padre: “El gran atractivo de Sevilla que me detendría medio año si fuera posible, es el Archivo de Indias, destinado a los documentos sobre la América: allí está Chile representado y en el estudio de su historia me encuentro actualmente”.[4]
Además de visitar archivos y bibliotecas en Europa y América, Medina frecuentó librerías con el propósito de acopiar la mayor cantidad de material que le permitiera desarrollar sus investigaciones y enriquecer su Biblioteca.
En 1902 emprende otro largo viaje por varias ciudades de América con el propósito de recabar más información relativa al desarrollo de la imprenta en antiguas ciudades en que hubiera florecido durante la época colonial.
Su primer destino fue Lima, donde residió tres meses a fin de compilar documentación sobre la imprenta en Lima, en dicha ciudad se reencontró con el escritor Ricardo Palma, a quien había tratado años antes, cuando Medina desempeñó el cargo de Secretario de la Legación chilena en aquel país. De regreso a Chile, imprimió en su casa los 4 volúmenes que se refieren a La imprenta en Lima entre 1904 y 1907.
Pasó después a Guatemala, donde se relacionó con el diplomático Antonio Batres Jáuregui y el historiador Agustín Gómez Carrillo, entre otros. Se instaló en la Corte Suprema de aquel país para documentar la información recabada en los acervos de las más selectas bibliotecas guatemaltecas y ordenar las obras incluidas en La imprenta en Guatemala (1660-1821) que imprimió en su casa en 1910.
Se embarcó después a México y arribó a Salina Cruz, Oaxaca en abril de 1903, visitó las bibliotecas y archivos más significativos de Oaxaca y se trasladó posteriormente a la ciudad de México, donde fue recibido por el Presidente Porfirio Diaz, quien le ofreció apoyo económico para publicar sus trabajos sobre nuestro país, además de las mayores facilidades para que pudiera realizar sus investigaciones.
Dedicatoria de José Toribio Medina a Porfirio Díaz.[5] |
Medina estableció relaciones con los más destacados bibliógrafos mexicanos, con algunos de los cuales había intercambiado correspondencia previamente. Pudo visitar la biblioteca de Vicente de Paula Andrade, autor del Ensayo bibliográfico mexicano del siglo XVII, publicado en 1899, y la del Dr. Nicolás León, que había comenzado a publicar su Bibliografía mexicana del siglo XVIII. Sobre la Bibliografía mexicana del siglo XVI de Joaquín García Icazbalceta, editada en 1886, Medina relata que no pensaba incluir los impresos de aquella época, aunque, dice: “sucedió, sin embargo, que, poco a poco, fuimos encontrando títulos que se habían escapado a la investigación bibliográfica de aquel autor, y creímos entonces que era necesario completar esa obra y la nuestra”.[6] A la vista de los resultados, se comprueba que procedió de la misma manera respecto de los impresos mexicanos de los siglos XVII y XVIII, independientemente de lo compilado por los otros bibliógrafos.
Además de su estancia en la ciudad de México, visitó, acompañado de su esposa, bibliotecas en Puebla, Guadalajara, Guanajuato, Veracruz y Querétaro, con el propósito de reunir la mayor información posible, a fin de completar sus repertorios bibliográficos.
De regreso a Chile, en 1904, Medina publicó varios de los volúmenes relacionados con la imprenta en ciudades de América. Imprimió en su casa, los 250 ejemplares de cada uno de los 8 volúmenes destinados a la imprenta en la ciudad de México, entre 1907 y 1912, en total, describe 12,412 títulos, acompañados de notas y referencias. Cabe mencionar que la obra ha sido ampliada y rectificada posteriormente, pero, sin duda, constituye el mayor esfuerzo realizado para registrar de manera sistemática los impresos mexicanos.
El interés de Medina en los impresos mexicanos fue excepcional, baste decir que, aproximadamente 8,000 libros y folletos de su Biblioteca provenían de México.
Independientemente de las bibliografías ya mencionadas, J. T. Medina compiló la Biblioteca Hispano-Americana, en 7 volúmenes, publicados entre 1898 y 1907 y la Biblioteca Hispano-Chilena, impresa entre 1897 y 1899, en 3 volúmenes. Además de una amplísima colección de obras en las que registró la producción salida de las imprentas establecidas en las principales ciudades de la América española, como las dedicadas a Puebla o Veracruz, por mencionar algunas.
El prolífico autor chileno también escribió textos biográficos, cartográficos, etnográficos, geográficos, históricos, lexicográficos, numismáticos, además de compilaciones documentales, documentos sobre lenguas aborígenes americanas y recopilaciones literarias, en conjunto, su basta producción supera los 300 títulos.[7] En nuestra biblioteca se pueden consultar algunas de las bibliografías y otras publicaciones mencionadas.
Recuerda Guillermo Feliu Cruz, conservador de la Biblioteca Americana, por expreso deseo de su maestro, José Toribio Medina, que éste le dijo alguna vez: “No debes dejar pasar una mañana sin hacer un apunte, una tarde sin escribir una página, una noche sin leer una línea”[8], tal recomendación podría explicar su propio sistema de trabajo, a todas luces, incansable.
Por documento enviado por Medina al Director de la Biblioteca Nacional de Chile en noviembre de 1925, sabemos sobre su decisión de donar a dicha institución su Biblioteca, compuesta por 22,000 volúmenes y cerca de 500 tomos manuscritos relacionados con la historia americana. Solicita recursos económicos para imprimir el catálogo correspondiente y menciona, además, que él mismo redactará el reglamento para su conservación y uso. Propone también, que Guillermo Feliú Cruz sea nombrado su conservador, lo que ocurrió, posteriormente.
El reglamento correspondiente, se aprobó por decreto del 15 de julio de 1926, en él, además de indicaciones procedimentales y sobre el derecho de Medina a ingresar a ella en cualquier momento, se estipulaba que la Sala Medina:
Abriría todos los días hábiles, que podrían acceder a ella los mayores de 17 años y que por ninguna razón podrían sacarse de ella libros o documentos. Como última recomendación se dice: “El donante confía en la ilustración y honradez de las personas que en ella trabajen y espera, por ello, que sabrán dar a los libros el trato que les dispensarían si fueran propios”.
Reglamento de la Sala Medina
La Sala Medina resguarda el legado bibliográfico y documental que integra la Biblioteca Americana.[9] En su Memoria Chilena, la Biblioteca Nacional de Chile ofrece acceso a variada información sobre J. T. Medina, incluye entre otros, datos biográficos, cronológicos, fotografías y acceso al texto completo de algunas de sus publicaciones.
La biblioteca que sirvió a José Toribio Medina para producir varias de sus obras bibliográficas, resulta uno de los destinos obligados para los estudiosos e investigadores que, desde hace tiempo, hacen viajes, emulando a Medina, para consultar, como él, libros y documentos salidos de las imprentas americanas de las antiguas colonias españolas.
[1] Amunátegui Solar, Domingo. José Toribio Medina. Santiago: Prensas de la Universidad de Chile, 1932, pp. 8-11
[2] Feliu Cruz, Guillermo. Medina y la historiografía americana: un ensayo sobre la aplicación del método. Santiago de Chile: imprenta Universitaria, 1933, p. 23.
[3] Medina, José Toribio. “Viajes por Europa en 1876 y 1877. Correspondencia de don José Toribio Medina”, Atenea. José Toribio Medina. Homenaje en el centenario de su nacimiento, número extraordinario, 1952, p. 11.
[4] Medina, José Toribio. “Viajes por Europa en 1876 y 1877”, p. 23.
[5] Aparece la dedicatoria en un ejemplar del Ensayo acerca de una Mapoteca chilena, que se conservado en la Biblioteca Nacional de México. Se incluye en: Una experiencia bibliográfica: José Toribio Medina y su imprenta en la Puebla colonial, artículo de Rafael Sagredo Baeza y Guillermo González Donoso.
[6] Medina, José Toribio. La imprenta en México, vol. 1, p. xii.
[7] Carl H. Schaible publicó la Bibliografía de José Toribio Medina. (Santiago de Chile: Sociedad de Bibliófilos Chilenos, 1952).
[8] Feliu Cruz, Guillermo. Medina y la historiografía americana: un ensayo sobre la aplicación del método. Santiago de Chile: imprenta Universitaria, 1933, p. 23.
[9] Sobre ella se puede consultar J. T. Medina y su biblioteca americana en el siglo XXI : prácticas de un erudito, publicado por Rafael Sagredo Baeza. (Santiago de Chile: Ediciones Biblioteca Nacional de Chile, 2018).
Por su contribución a la numismática hispanoamericana, aparece citado en la publicación La Casa de Moneda de Santiago de Chile 1743-1943. |
una gran biblioteca de la republica.
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