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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

jueves, 19 de enero de 2017

393.-La Biblioteca de Cataluña; literatura catalana.-a

Biblioteca de Catalunya.


El año 2000, el ayuntamiento de la ciudad cedió los edificios del antiguo Hospital de la Santa Cruz de Barcelona, un conjunto del siglo XV, como sede de la biblioteca. Actualmente, la Biblioteca ocupa una superficie total de 8820 m², y tiene un fondo aproximado de tres millones de ejemplares. Su sede principal es la del antiguo Hospital, pero tiene otro edificio en la ciudad de Barcelona (con algunos servicios técnicos y almacenes) y un almacén en Hospitalet de Llobregat.



El Hospital de la Santa Cruz

​ (en catalán Hospital de la Santa Creu) es un edificio gótico del siglo XV, situado en la ciudad de Barcelona, entre las calles del Hospital y del Carmen.
Se creó con la finalidad de reunir en un único edificio los seis hospitales que existían en la ciudad: el hospital Desvilar (1308) y el hospital de Marcús (siglo XII), que estaban regidos por el consejo de la ciudad; el hospital Colón (siglo XII-XII) y el hospital Vilar, regidos por el obispado; el hospital de Santa Eulalia (siglo XII) y el hospital de Santa Margarita, que dependían del capítulo catedralicio de Barcelona.

La primera piedra se colocó en 1402 en presencia del rey Martín I de Aragón, y se prolongaron hasta el siglo XVIII, por lo que el hospital combina elementos de estilo gótico, renacentista y barroco. El recinto se divide en tres sectores claramente diferenciados: el septentrional alberga la Casa de Convalecencia y el Colegio de Cirugía, edificios construidos en los siglos XVII y XVIII respectivamente; el sector central se compone de tres crujías en forma de “U”, con el gran patio claustral en medio; y en la esquina meridional se alzan un conjunto de dependencias añadidas a lo largo de los siglos, así como la iglesia de la institución. Ésta se instaló en el edificio que había acogido el antiguo Hospital de Colom, y a pesar de las importantes modificaciones realizadas en los siglos XV, XVII y XVIII, todavía es posible apreciar su estructura original, consistente en una gran nave rectangular cubierta con una bóveda de cañón. 

En el proyecto inicial del Hospital de la Santa Cruz, atribuido al maestro Arnau Bagués, el edificio debía componerse de cuatro naves de dos pisos y formar un rectángulo, pero finalmente sólo se construyeron tres naves, de modo que el claustro quedó abierto por uno de sus lados. Su construcción, iniciada en 1406, fue encargada al maestro Guillem Abiell. Las crujías se abren al patio mediante una sucesión de arcadas góticas, mientras que las galerías interiores aparecen cubiertas con crucería. De todos modos, modificaciones posteriores han alterado la imagen original de esta estructura arquitectónica.
 Así, el último tramo del ala de poniente quedó incorporado al edificio de la farmacia, levantado en el Seiscientos, mientras que la nave septentrional fue totalmente reconstruida a mediados del siglo XX debido a su avanzado estado de ruina.

El gran patio que hoy conocemos, que quedó configurado en el Renacimiento, debía garantizar el éxito funcional del hospital. Ante todo, estableciendo una separación nítida entre las dependencias hospitalarias y la iglesia, que como ya se ha dicho quedó instalada en la esquina meridional del recinto, pero también permitiendo una ordenación racional de los restantes locales del edificio. 
Frente a la situación característica de la época anterior, en la que no existía separación alguna de los internados, desde fines de la Edad Media estos comenzaron a segregarse en función de criterios como el sexo, la edad o el tipo de enfermedad, con lo cual fue necesario practicar subdivisiones internas. Las largas naves longitudinales permitían crear esos espacios de forma relativamente sencilla mediante tabiques de madera u otros materiales, mientras que el claustro facilitaba el acceso a las distintas dependencias. 

En el Hospital de la Santa Cruz ya se advierte una tímida diferenciación del espacio; así, por ejemplo, la nave de poniente albergaba, en el primer piso, el departamento de los niños expósito, y en el segundo, la enfermería de las mujeres.

En 1414 finalizaron la mayoría de estas obras que se reiniciaron un siglo más tarde, con la utilización de una técnica de construcción más depurada. Durante el siglo XVI, en una de las diversas modificaciones que se iban realizando, se derribó una de las alas y se construyó otro patio porticado unido al primero, donde aún se conserva la gran escalera monumental que da acceso a la sala de lecturas de la Biblioteca de Cataluña.

El conjunto de los edificios incluye una pequeña iglesia gótica cerca de la calle Hospital y una casa del siglo XV, antiguo archivo del hospital.
En 1703, Antonio Viladomat, uno de los pintores barrocos catalanes más preeminentes, pintó la capilla de Sant Pau.
A finales del siglo XIX, el hospital había quedado desbordado por el crecimiento de la ciudad y los nuevos avances en medicina e higiene, por lo que se decidió trasladarlo a una nueva sede: el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, que se construyó de 1902 a 1930.

En 1926, el viejo edificio fue adquirido por el Ayuntamiento de Barcelona, que inició su reconstrucción. Actualmente (2006), el conjunto incluye la sede de la Biblioteca de Cataluña (desde 1939), el Instituto de Estudios Catalanes (desde 1931), la Escuela Massana (desde 1935) y dos bibliotecas públicas de la Diputación de Barcelona. 
El 3 de junio de 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico de Interés Nacional.

 

Biblioteca.



(catalán: Biblioteca de Catalunya) es la biblioteca autonómica de Cataluña, (España).​ Fue creada en 1907 como "Biblioteca del Instituto de Estudios Catalanes" y abierta al público en 1914, en tiempos de la Mancomunidad de Cataluña, con sede en el palacio de la Generalidad de Cataluña. Su primer director fue Jordi Rubió.
El año 2000, el ayuntamiento de la ciudad cedió los edificios del antiguo Hospital de la Santa Cruz de Barcelona, un conjunto del siglo XV, como sede de la biblioteca. Actualmente, la Biblioteca ocupa una superficie total de 8820 m², y tiene un fondo aproximado de tres millones de ejemplares. 
Su sede principal es la del antiguo Hospital, pero tiene otro edificio en la ciudad de Barcelona (con algunos servicios técnicos y almacenes) y un almacén en Hospitalet de Llobregat.

Historia

El año 1914, la Mancomunidad de Cataluña otorga a la biblioteca el carácter de servicio cultural público. El año 1917 se crean las secciones de Reserva Impresa y Colecciones Especiales, y de Música, que favorecen la incorporación y la catalogación de importantes piezas y colecciones patrimoniales. En 1923 se constituye la sección de Estampas, Grabados y Mapas, que reúne el material gráfico. En 1931, el Ayuntamiento de Barcelona aprueba la cesión del antiguo Hospital de la Santa Cruz de Barcelona como sede de la Biblioteca.
Acabada la Guerra Civil, en 1940, la institución, ahora bautizada por el régimen franquista como Biblioteca Central, se traslada a la sede cedida por el ayuntamiento en 1931, donde aún se encuentra. En 1981 la Biblioteca de Cataluña se convierte en la Biblioteca Nacional de Cataluña, según la Ley de Bibliotecas aprobada por el parlamento catalán, y asume la recepción, conservación y difusión del Depósito Legal de Cataluña
La Biblioteca reformó en 1998 las naves góticas de su sede y amplió sus espacios, gracias a la construcción del nuevo edificio de servicios. Recientemente (2000), ha iniciado la digitalización de sus fondos y ha liderado el proyecto PADICAT desde 2005.

Comentarios de biblioteca  de Cataluña.

Las salas de lectura de la Biblioteca de Catalunya (BC) están menos concurridas que hace unos años y sus salas de reserva están semivacías. Se podría pensar que es una consecuencia de la tan anunciada crisis del libro y sin embargo la actividad real es más intensa que nunca. Los fondos de la BC no dejan de crecer y el acceso virtual a los fondos, digitalizados en un número cada vez mayor, permite hablar de unos 1,1 millones de usuarios reales.

A partir del año 2000 se inició la digitalización de los fondos y desde entonces se han puesto a disposición gratuita de las redes sociales más de cien mil documentos. En el año 2005 se abrieron los portales ARCA ('Arxiu de Revistes Catalanes Antigues') y desde entonces se han digitalizado 1,4 millones de páginas. Y el proceso continua pese a que la crisis lo ha ralentizado. También se han digitalizado las 800.000 fichas que se conservan en la sala de lectura, en los 2.414 cedularios del antiguo alfabeto de autores y obras anónimas, de las cuales el 55% eran manuscritas. Las últimas, ya mecanografiadas, son de 1990.

La BC, de la calle del Carme de Barcelona, está de cumpleaños porque se cumplen cien años de su apertura al público. En ese siglo ha pasado de los 47.000 volúmenes de 1914 a los cerca de 3,7 millones de documentos de la actualidad (32% libros, 22% material gráfico, 12% publicaciones, 11% manuscritos, 11% archivo, 7% música impresa, 4,5% sonoros y audiovisuales).

 Sólo los libros que se encuentran en la sede de Barcelona ocuparían 50 kilómetros lineales de estanterías, de modo que si se pusiesen uno al lado del otro llegarían desde Barcelona hasta Vilanova i la Geltrú. Si se suman los que están en el depósito de l'Hospitalet de Llobregat y los del de Lleida, se superan los 61,5 km. En fotos, hay unas 250.000.

La biblioteca, además de las donaciones y compras, incorpora permanentemente obras por ser el Depósito Legal de todo lo que se publica en Catalunya, tanto si se refiere a libros como a postales, partituras, mapas, etc. Y con una diferencia respecto a otras bibliotecas, que han llegado incluso a vender sus fondos. "Aquí no hay nada obsoleto, no se tira nada", como afirma con rotundidad la directora actual, Eugènia Serra, una mujer que ha realizado toda su carrera en esta institución donde empezó como subalterna en 1983.

La creación de la Biblioteca de Catalunya, en 1907, por parte de la Diputació de Barcelona presidida por Enric Prat de la Riba, responde a una demanda explícita formulada ya un año antes por Eugeni d'Ors. Pero en realidad es una petición que viene del siglo XIX, ya que la única biblioteca pública destacable era la Provincial Universitaria, y en el capítulo privado solo se destacaba la del Ateneu de Barcelona. Prat de la Riba funda el Institut d'Estudis Catalans y da su apoyo a la propuesta que le formulan Antoni Rubió y Josep Pijoan, presidente y secretario, para crear además una biblioteca, que se ubicará en el Palau de la Generalitat.

La compra del Cançoner Gil (cancionero provenzal del siglo XIV) por parte de doce mecenas, y posteriormente las adquisiciones de las bibliotecas de Marià Aguiló y Jacint Verdaguer y las donaciones de Isidre Bonsoms (colección cervantina), Joaquim Miret (miles de pergaminos) y Felip Pedrell (fondo musical) empiezan a forjar la futura biblioteca, que se abrirá al público en 1914.

En 1931 el Ayuntamiento de Barcelona aprueba la cesión del Hospital de la Santa Creu como sede de la biblioteca. Empiezan las obras y un traslado, que no se materializará hasta 1940. Las nuevas instalaciones se abrieron el 20 de febrero de ese año con el nombre de Biblioteca Central. No será hasta 1981 cuando se convierta en la Biblioteca nacional de Catalunya y en 1993 se estructura en cuatro unidades: bibliográfica, gráfica, hemeroteca y fonoteca. En 1998 se construye el edificio adjunto de servicios.

Aunque muchos libros y documentos ya están digitalizados, cuando viene algún estudioso que lo necesita siempre se le puede facilitar el original. El único documento no consultable son las Homilies d'Organyà, del siglo XIII, considerado el texto literario más antiguo en lengua catalana. El texto más antiguo en catalán, de carácter jurídico, son los Greuges d'en Guitart Isarn, de 1094. Y el documento más antiguo de los conservados es el acta de consagración de la iglesia del castillo de Tona (Osona), de 889.

Sorprende la gran variedad de documentos. Desde el archivo de Radio Barcelona hasta cartas personales. Como una carta de agradecimiento de Elizabeth Taylor, de 1969, al Dr. Trueta, en la que le recomienda:
 "No te creas todo lo que digan los periódicos". 

En el mismo fondo hay una carta de Grace Kelly. Otro ámbito que crece es el de los documentos sonoros y audiovisuales. El más antiguo: un disco grabado en 1897 en Washington que recoge imitaciones de sonidos de animales.

A lo largo del último meses se han incorporado dos fondos relevantes: el de Esther Tusquets y el de la editorial Gustau Gili (250.000 documentos). De ahí que el problema del espacio persista. 
"Cuando la Escola Massana vaya a la Gardunya, podremos ampliarnos, pero no hay fechas aún". explica Eugènia Serra.


emblema


El Instituto de Estudios Catalanes.

Sede del Instituto de Estudios Catalanes




​ (en catalán, Institut d'Estudis Catalans o IEC) es una institución cultural española fundada por iniciativa de Enric Prat de la Riba según los acuerdos de la Diputación de Barcelona del 18 de junio de 1907 y del 14 de febrero de 1911, de la cual Enric Prat de la Riba era presidente. Lo constituye una corporación académica, científica y cultural que tiene por objeto la investigación de todos los elementos de la cultura catalana.

Funciones

Sus funciones están reconocidas por el Real Decreto 3118/1976, del 26 de noviembre, 2​ y la Resolución de la Generalidad de Cataluña del 17 de mayo de 2001, por la cual se publican sus estatutos, que recogen la letra y el espíritu de los acuerdos fundacionales. En 1922 fue admitido en la Unión Académica Internacional.
La corporación tiene su sede principal en la ciudad de Barcelona y ha establecido delegaciones en todo su ámbito geográfico de actuación (artículo 6 de los estatutos). Dicho ámbito de actuación abarca todos los lugares de lengua y cultura catalanas (artículo 1 del Real Decreto 3118/1976).

Organización 

Los órganos de gobierno del IEC constan del equipo de gobierno, del consejo permanente y del pleno.

Equipo de gobierno 

El equipo de gobierno es el órgano ejecutivo y administrativo. A fecha del 6 de junio de 2021 , tiene la siguiente composición:

Presidencia; Vicepresidencia primera; Vicepresidencia segunda; Secretaría general.

Consejo permanente 

El consejo permanente actúa por delegación del pleno y ejerce el gobierno de la institución. Está formado por el equipo de gobierno y las presidencias de las secciones. A fecha del 6 de junio de 2021 , tiene la siguiente composición:

Presidencia
Vicepresidencia primera 
Vicepresidencia segunda
Secretaría general 
Presidencia de la Sección Histórico -arqueológica 
Presidencia de la Sección de Ciencias Biológicas 
Presidencia de la Sección de Ciencias y de Tecnología
Presidencia de la Sección Filológica
Presidencia de la Sección de Filosofía y de Ciencias Sociales 

Pleno 
El pleno es el máximo órgano de gobierno. Está constituido por los miembros numerarios y eméritos, y por los presidentes de las sociedades filiales. A fecha del 6 de junio de 2021 , consta de un total de 351 personas.

Delegaciones de la presidencia 
Las delegaciones de la presidencia son cargos territoriales con funciones de representación de la presidencia. A fecha del 6 de junio de 2021 , son las siguientes:

Delegación en Alicante.
Delegación en Alguer.
Delegación en Castellón.
Delegación en Ciudad de Mallorca.
Delegación en Lleida.
Delegación en Perpiñán.
Delegación en Valencia.

Secciones:

Está compuesto por cinco secciones:
    
    Sección Histórico -arqueológica 
    Sección de Ciencias Biológicas
    Sección de Ciencias y de Tecnología
    Sección Filológica
    Sección de Filosofía y de Ciencias Sociales.

Historia 

Primera etapa 

En 1906 , en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Catalana que organizaba Antoni Maria Alcover , se promovió la creación de una entidad para organizar la cultura en los Países Catalanes , como respuesta a la desatención de la cultura que había por la Estado español y siguiendo el ejemplo europeo como Francia que había creado la École des Hautes Études o Italia con las Deputazioni di storia patria .
El 18 de junio de 1907 el presidente de la Diputación de Barcelona Enric Prat de la Riba fundó el IEC sin hacer propaganda que pudiera generar polémicas. Se eligió como primer presidente de la entidad Antoni Rubió i Lluch , figura de consenso, catedrático de la Universidad de Barcelona que había consolidado los Estudis Universitaris Catalans y que era discípulo de Manuel Milà i Fontanals . Los otros miembros seleccionados fueron: 

Josep Pijoan , en el cargo de secretario. Era el más joven de todos ellos, un historiador del arte y arquitecto, vocal de la Junta de Museos y secretario del Primer Congreso Internacional de la Lengua Catalana .
Josep Puig i Cadafalch , el arquitecto y político que contaba con su trayectoria como historiador del arte y profesor de los Estudis Universitaris Catalans .
Jaume Massó i Torrents , historiador y creador de L'Avenç y también profesor de los Estudios Universitarios Catalanes.
Joaquim Miret i Sans , historiador
Guillem M. de Brocà , jurista e historiador del derecho, decano del Colegio de Abogados de Barcelona entre 1911 y 1915, y miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.
Miquel dels Sants Oliver , historiador y experto en bibliografía extranjera, era el secretario de la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona.
Pere Coromines , economista, escritor y político.
Como secretarios redactores se situaron dos alumnos de los Estudios Universitarios Catalanes: Jordi Rubió y Balaguer , hijo del presidente y Ramon d'Alòs y de Dou , sustituido en 1909 por Francesc Martorell i Trabal . Estos tres miembros con voz sin voto, eran unos jóvenes que junto a Ramon d'Abadal , Ferran Valls y Taberner y otros, tomarían el relevo del núcleo fundacional. 
El primer núcleo del Instituto se instaló el 28 de julio de 1908 en el segundo piso del actual Palacio de la Generalitat , en ese momento Palacio de la Diputación, en las dependencias que había ocupado hasta hace poco la Audiencia Provincial. 
Se dedicó fundamentalmente a los estudios históricos ya la catalogación y preservación del arte románico del Pirineo.
La ​​primera organización de la entidad consistió en cuatro secciones: la de historia , la de arqueología , la de literatura y la de derecho. Ya desde el principio, se intentó dar a la institución un carácter marcadamente patriótico, sin ir pero en detrimento de la objetividad y del rigor científico.
En este período se publican los Anuarios de la institución y obras independientes como Las pinturas murales catalanas de Josep Pijoan , La arquitectura románica en Cataluña de Puig i Cadafalch , Las monedas catalanas de Joaquim Botet y Sisó y Documentos para la historia de la cultura catalana medio-eval de Antoni Rubió i Lluch.
Una de las primeras tareas que se llevaron a cabo fue la creación de una Biblioteca de Cataluña que finalizó en 1914 . El objetivo de ésta era construir una extensa fuente bibliográfica que sirviera de apoyo para todos los investigadores que estuvieran interesados.

Primera ampliación 

En 1911 se empezó a hacer evidente que había una gran cantidad de cuestiones que el Instituto debía atender y de las que a menudo no podía hacerse cargo por no estar dentro de su ámbito de actividades. Lo más importante de todos es la de impulsar la lengua catalana y fomentar su uso en todo el territorio, de ahí la necesidad de crear una sección filológica, que con el apoyo institucional de Prat de la Riba llevó a cabo el proceso de depuración y normativización de la lengua.
 El restablecimiento y la organización de la cultura catalana que le eran asignados no podía llevarlos a cabo con la constitución y el marco iniciales. Así, el 9 de febrero de 1911, el Instituto salió del período constitutivo y entró en el cumplimiento directo de su misión de cultura, en el que se encontró con “un sinfín de cuestiones y problemas que pedían impulsión y estudio y a los que no podía atender porque no entraban dentro del campo de actividad que, de forma taxativa, le señaló el dictamen-acuerdo de fundación”.

Nace la necesidad de crear una Sección Filológica, que, entre otros cometidos, tendrá la de “la organización de la colaboración en todas las tierras de lengua catalana, desde Perpiñán a Elche y desde Fraga de Aragón a Alguer de Cerdeña”. Tendrá, asimismo, la misión de “estimular o fomentar la restauración, esto es, el fortalecimiento, la expansión de la lengua catalana”, es decir, la normalización de su uso.

Otra gran preocupación de la comunicación de Prat de la Riba es el estudio “de las ciencias matemáticas, físicas, biológicas, predilectos de la civilización contemporánea, y cuyo florecer gozoso es mirado en cada país como indispensable, no tan sólo a la consecución de su mayoría intelectual, sino a su propio progreso material y prosperidad económica”
El punto de partida es precario: "entre nosotros, en este orden de cosas, todo, absolutamente todo, está por hacer". Por eso propone la creación de una nueva sección, la de Ciencias, que “reuniendo hombres y obras especialmente dados al cultivo de las ciencias matemáticas, físicas y naturales, será el primer paso, y el más decisivo seguramente, en esta empresa trascendental que debe conducirnos a nuestro pleno vivir científico universal”. 

Una vez reorganizada la entidad esta constará de tres secciones: la sección histórico-arqueológica, dirigida por Antoni Rubió i Lluch , la filológica, dirigida por Antoni Maria Alcover , en la que se sumaron Pompeu Fabra proveniente de Bilbao donde ocupaba la cátedra de química, y el poeta Joan Maragall , fallecido poco después. La sección de ciencias, dirigida por el médico Miquel Àngel Fargas , contaba como miembros con Josep Maria Bofill y Pichot, Pere Coromines , Eugeni d'Ors como secretario, August Pi y Sunyer , Esteve Terradas y Ramon Turró. 
Con esta reforma la institución pasaba de ocho a veintiún miembros con una gran proyección social. Su presidencia pasó a ser rotativa por turnos cuatrimestrales entre los presidentes de las secciones con una secretaría general permanente ocupada por Eugeni d'Ors hasta su destitución en 1920,  momento en que fue sustituido por Ramon d'Alòs -Moner y de Dou.

El modelo seguido fue el del Instituto de Francia, compuesto por cinco grandes academias. Pero se evitó cuidadosamente el término  academia , que, a juicio de Prat, tenía más objetivos de glorificación que de estudio: fueron escogidos los de instituto  o  sección , es decir,  comisión de trabajo ,  centro de investigación científica . Después de un período de vacilación, se impuso el término  sección frente a la relativa incongruencia de un Instituto constituido por institutos. En definitiva, Prat de la Riba proponía “de completar el Institut d'Estudis Catalans con la Sección de Ciencia y la Sección Filológica”. 
Por un dictamen acuerdo de ampliación emitido por la Diputación de Barcelona el 14 de febrero de 1911, el Instituto está constituido por tres secciones: la Sección Histórico-Arqueológica, la Sección de Ciencias y la Sección Filológica. Entonces empezó un período extremadamente fecundo del Instituto y de la cultura científica catalana. 

El período de la dictadura de Primo de Rivera comportó un trasiego para el Instituto: las subvenciones oficiales que le habían permitido desarrollar sus actividades científicas le fueron retiradas. La Diputación de la dictadura se hizo cargo de sus numerosos servicios y de la Biblioteca. Sin embargo, y gracias a subvenciones privadas, entre las que sobresalen las de Rafael Patxot y de Francesc Cambó , mantuvo un cierto ritmo de publicaciones, y el período, de corta duración, no comportó sino una sacudida pasajera. 

Traslado a la Casa de Convalecencia 

En 1930 la Diputación le devolvió subvenciones y servicios y le confirió “completa autonomía, conservando su noble protectorado económico”, como decía Puig i Cadafalch en el discurso de aceptación de los nuevos locales, cedidos por el Ayuntamiento, “contribuyendo la Diputación a pagar los gastos que ocasione la restauración de los edificios y las instalaciones y traslado”. 

El día 30 de marzo de 1931, bajo la presidencia del alcalde Barcelona , ​​el conde de Güell , acompañado de J. Maluquer i Viladot , presidente de la Diputación, y J. Puig i Cadafalch, presidente del Institut, se celebró “la entrega al Institut d'Estudis Catalans, por el alcalde de la ciudad en nombre del Ayuntamiento, de ambos edificios históricos —la Casa de Convalecencia y el Hospital de la Santa Cruz, en la calle del Carme— para la instalación de todos los servicios del Instituto en aquella casa y de la Biblioteca en los grandes locales del Hospital”.

« Por estas salas que el Ayuntamiento nos da y que la Diputación restaurará y adaptará, se ve pasear a los físicos, los matemáticos, los grandes pensadores del porvenir, que formarán, con los estudiosos de las otras disciplinas, los escogidos de la gran democracia catalana »
- Josep Puig i Cadafalch, Discurso de inauguración de la Casa de Convalecencia
Era el reconocimiento público y explícito en boca del presidente de la Diputación: ”El Instituto soñado era modesto en sus comienzos de 1907 [,,,] y se ha vuelto hoy una obra cultural de renombre universal que ha llevado a todo el mundo el aire y la ciencia de la Patria”. Y, en efecto, la Diputación de Barcelona, ​​primero, y la Generalidad de Cataluña, después, dieron pleno apoyo a la institución y la convirtieron en perno de la política científica del país.

Supervivencia durante el Franquismo 

Ocupada Barcelona por las tropas de Franco , el Instituto fue dado por desaparecido, la Diputación franquista se amparó de sus locales y suprimió el Patronato de la Biblioteca (que fue llamada  Central , como en la época de Primo de Rivera ). A consecuencia de la represión, sus locales fueron dejados en un abandono total (con todos los materiales de trabajo que había dentro), si no cedidos a otros organismos. El nuevo régimen no veía con buenos ojos a una institución que basaba su actuación al mismo tiempo en el rigor científico, en la catalanidad y en la apertura internacional.

Sin embargo, poco a poco los miembros del Instituto que no habían tenido que exiliarse se fueron reuniendo en casas particulares, ya partir de 1942 reanudaron las reuniones regulares clandestinamente.  
Ese mismo año eran nombrados nuevos miembros para sustituir a los difuntos o como adjuntos de los exiliados. Bajo la presidencia de hombres como Josep Puig i Cadafalch, Eduard Fontserè , Carles Riba , y al nuevo secretario general, Ramon Aramon y Serra , que en 1942 ocupó el puesto de Ramon de Alós-Moner (muerte en 1939 ), el Instituto actuó como punto de referencia en la lucha de la resistencia cultural catalana.

Con la ayuda de algunos mecenas que a menudo escondieron su nombre y, a partir de 1962, gracias a la ayuda de Òmnium Cultural , que le dio cobijo en el Palau Dalmases y lo subvencionó, el Instituto continuó su actividad —a un ritmo reducido— y mantuvo las relaciones internacionales. En 1947, a pesar de la prohibición de editar libros de ciencia en catalán, reanudó las publicaciones sin pasarlas por la censura, con el riesgo y las dificultades de todo tipo —no sólo económicas— que ello comportaba.
 La Sección Histórico-Arqueológica, entre la reanudación de los años cuarenta y octubre de 1982, cuando regresó a su sede, publicó una treintena de volúmenes —veinticuatro de  Memorias— ; la Sección Filológica, dieciséis volúmenes de la revista  Estudios Románicos, con un total de cinco miles de páginas; la Sección de Ciencias, sesenta volúmenes de los  Archivos ; la novela Sección de Filosofía y Ciencias Sociales, cinco de  Trabajos .
 Si añadimos algunas publicaciones generales y las de las sociedades filiales —sobre todo de Biología, de Historia Natural, de Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas y de Estudios Históricos—, el número de volúmenes publicados en este tiempo de adversidad es de casi dos cientos. Son buena parte de la materia científica publicada en catalán durante este período de más de treinta años de persecución.

Segunda ampliación 

Pese a la represión, la corporación prosiguió su continuo crecimiento cuando aquélla se debilitó. En 1968 se constató que las materias que eran tema de estudio de la Sección de Ciencias eran demasiado heterogéneas y el funcionamiento de la Sección resultaba perjudicado. Entonces, a partir de ésta, fue creada la nueva Sección de Filosofía y Ciencias Sociales -con la que el Instituto tuvo cuatro-, que ha desarrollado actividades importantes, entre ellas la investigación sobre lengua y comunicación. 
Igualmente, nuevas sociedades filiales fueron creadas en el marco del Instituto durante este período difícil, que ensancharon gradualmente la incidencia en nuestra sociedad científica: la Sociedad Catalana de Estudios Históricos (1946), con secciones de Historia, de Lengua y Literatura y de Arte y Arqueología; la Sociedad Catalana de Estudios Jurídicos (1950), con secciones de Derecho, Economía y Sociología; la Sociedad Catalana de Estudios Litúrgicos (1969), y la Sociedad Catalana de Musicología (1974).
En 1968 se produjo una segunda ampliación a partir de la secesión de la Sección de Filosofía y Ciencias Sociales de la sección de Ciencias, ya que hacía tiempo que se consideraba que esta sección trataba temas demasiado heterogéneos. 

Recuperación democrática 

Una vez finalizada la dictadura y con el restablecimiento de la Generalidad de Cataluña , la institución volvió a tomar fuerza. En 1976 España volvió a reconocer oficialmente el Instituto ya partir de 1980 la Generalidad de Cataluña asumió su presupuesto. Se impulsó una reforma consistente en la redacción de unos nuevos estatutos y la incorporación de nuevos miembros de todo los Países Catalanes . 
El 12 de julio de 1977 se firmó un convenio con el Ayuntamiento de Barcelona que rehacía el de 1931 y devolvía al Instituto la Casa de Convalecencia, su antigua sede, donde, restaurada por la Diputación, se instaló nuevamente desde octubre de 1982. Al mismo tiempo, la Diputación barcelonesa le fue concediendo anualmente una subvención importante.
 También las demás diputaciones del Principado y algunos ayuntamientos, sobre todo el de Barcelona, ​​le dieron apoyo económico. Los ministerios de Cultura y de Educación y Ciencia del Gobierno del Estado hicieron, asimismo, aportaciones para obras de infraestructuras. 
Cabe mencionar, aún, las aportaciones de personas o entidades privadas, como Òmnium Cultural y la Fundació Noguera, que eran aplicadas a actividades concretas. Más allá de las partidas directas, la Generalitat también financia indirectamente el IEC mediante subvenciones para cursillos y libros concedidas por la CIRIT. 
 Durante este período se promovió la revitalización de las antiguas sociedades filiales y la creación de nuevas: los Amigos del Arte Románico (1977), la Sociedad Catalana de Estudios Numismáticos y la Sociedad Catalana de Estudios Clásicos (ambas en 1979) y la Sociedad Catalana de Ordenación del Territorio (1980).

Nuevos estatutos

Durante el período de reinstauración democrática fue abordado el nombramiento de un buen número de agregados, especialistas en materias diferentes no cubiertas por los antiguos miembros y procedentes de todo el ámbito. Los agregados cumplían así una múltiple misión: de competencia científica, de rejuvenecimiento y de representación territorial, dentro de la tónica de exigencia científica, de catalanidad y de apertura que ha guiado al Instituto desde sus primeros años y le ha valido el reconocimiento nacional e internacional. 
Esta exigencia y espíritu de apertura propiciaron en 1988 la reforma de los Estatutos de la Corporación. Después de un largo proceso de debate, el Pleno aprobó los nuevos Estatutos el 25 de abril de 1988 y la Generalitat de Catalunya los inscribió en el Registro de Estos estatutos incorporaban la viabilidad para crear nuevas secciones; el incremento del número de miembros numerarios de cada sección, que pasó de siete a veintiuno, y la creación de la figura de miembro emérito, que permite a los miembros de más de setenta años conservar todos los derechos de los numerarios, a la vez que facilita la incorporación en las secciones de nuevas generaciones de investigadores.
Basándose en estos Estatutos, la antigua Sección de Ciencias se dividió en dos: la de Ciencias y Tecnología y la de Ciencias Biológicas, y cada una de las actuales cinco secciones nombró ya a nuevos miembros numerarios para cubrir aquellas disciplinas en las que el Instituto, por razones históricas o por haberse desarrollado recientemente, no disponía de especialistas. 
Junto con los Estatutos, la Corporación aprobó el 27 de mayo de 1988 un nuevo Reglamento de régimen interno. El proceso de reestructuración culminó el 27 de noviembre de 1989 con la elección, de acuerdo con la normativa, del Consejo Permanente, formado por el presidente, el vicepresidente, el tesorero, el secretario general y los presidentes de las secciones.

Actualidad 

El papel del Institut d'Estudis Catalans dentro de la comunidad científica y la sociedad en general se ha consolidado en los últimos años y ha tomado un nuevo impulso con la incorporación de nuevos miembros numerarios. Acoge buena parte de la élite científica del ámbito lingüístico catalán, dándole un buen nivel de influencia en la sociedad catalana. 
Una buena muestra fue la publicación, en 1995, del  Diccionario de la lengua catalana , que es la revisión, ampliación y actualización del Diccionario General de la Lengua Catalana de Pompeu Fabra publicado en 1932. También destacan la publicación de los nueve volúmenes del Atlas lingüístico del dominio catalán , así como del complemento, Pequeño atlas lingüístico, y del Diccionario del catalán contemporáneo o base de datos de palabras recogidas en todo tipo de textos publicados en los últimos ciento cincuenta años. 
La gran obra lexicográfica de los años veinte continúa, con herramientas y metodologías modernas, con la elaboración del Corpus textual de la lengua catalana, que reúne más de cincuenta millones de ocurrencias, debidamente lematizadas, que permite la concepción y elaboración de nuevos diccionarios y está al alcance de los investigadores para cualquier tipo de investigación sobre la lengua. En 2008 anunció que, mediante un convenio con Google , volcarían una gran parte de su archivo en la red, unas dos mil publicaciones digitalizadas. Algunos ejemplos son las Cartas Portolanas o textos con la arquitectura dePuig y Cadafalch . 

El Centro de Investigación Matemática es otro ejemplo del impulso alcanzado por el Instituto durante los últimos años y, a su vez, recoge la tradición iniciada por Esteve Terrades , que permitió la presencia en Cataluña de investigadores de la categoría de Albert Einstein o Hermann Weil. 
El Centro acoge cada año a una cuarentena de investigadores extranjeros en el campo de la matemática. La existencia de este Centro ha dado un gran impulso a la investigación matemática de Cataluña y es un buen referente de la labor de promoción de la investigación que tiene encomendada el Instituto. 
Otros proyectos actuales mantienen la tradición instaurada por las primeras actividades del Instituto a principios del siglo xx, como la participación activa del Instituto en el Parque Arqueológico de Guissona o en la zona arqueológica de la villa de los Almendros en Tossa – imagen actualizada de aquel Servicio de Excavaciones Arqueológicas—, o la creación de una base de datos de arte románico catalán, que reanuda la línea de Puig i Cadafalch. 
Con sus secciones y sociedades filiales, el Institut promueve y desarrolla la investigación en los diferentes ámbitos de la ciencia y de la tecnología, pero principalmente en todos los elementos de la cultura catalana. La institución es, ante todo, un centro de catalanística, con la realización de proyectos de largo alcance, como son la elaboración de corpus documentales o de grandes ediciones críticas.
El Instituto ha firmado convenios de colaboración con todas las universidades de los Països Catalans y con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Como miembro de la Unión Académica Internacional, participa en proyectos de ámbito internacional impulsados ​​por esta Corporación. 
La actividad científica y académica del Instituto queda reflejada en las series de monografías o revistas periódicas que editan las secciones y las sociedades filiales. 


La sección filológica del IEC cumple la función de academia de la lengua catalana. Es actualmente el encargado de la revisión del Diccionario catalán valenciano balear y sus competencias normativizadoras son reconocidas en Cataluña, las Islas Baleares y Andorra. En el Rosellón, a pesar del carácter no oficial de la lengua, el Consejo General del departamento de Pirineos Orientales también reconoce su autoridad normativa.
 En la Franja de Aragón se utilizan sus normativas de facto al carecer de oficialidad el catalán. 
En la Comunidad Valenciana se rigen por las normas de la Academia Valenciana de la Lengua, que son de hecho las mismas que las del IEC (véase Normas de Castellón). En esta Comunidad el IEC no cuenta con sede propia, pero desarrolla sus actividades en el Octubre Centro de Cultura Contemporánea, actual sede de Acció Cultural del País Valencià y otras entidades pancatalanistas.​

Estos posicionamientos, así como los cursos, publicaciones y actos que realiza el IEC, han sido calificados por el historiador y escritor José Luis Corral de "nacionalismo pancatalanista monolítico y excluyente".​

Historia

La Sección Filológica del IEC se fundó en 1911 , con Antoni Maria Alcover como primer presidente, y hace la función de academia de la lengua catalana. Esta función comporta el estudio científico de la lengua, el establecimiento de la normativa lingüística y el seguimiento del proceso de aplicación de esta normativa en el ámbito que le es propio: las tierras de lengua y cultura catalanas.

 Para llevar a cabo estas tareas, la Sección Filológica se estructura internamente en seis comisiones: Comisión de Lexicografía, Comisión de Onomástica, Comisión de Gramática, Comisión del Catalán Estándar, Comisión de Transcripción y Transliteración de nombres propios y Comisión de Publicaciones.

 Asimismo, de la Sección Filológica dependen las Oficinas Lexicográficas, la Oficina de Onomástica, la Oficina de Gramática y la Oficina de Asesoramiento Lingüístico.

Alcover y Pompeu Fabra trabajó conjuntamente para editar una serie de Normas ortográficas que serán suscritas en el año 1913 por todos sus miembros (salvo Guimerà u otras figuras destacables) y que se convierten en la base del catalán escrito moderno tal y como empleamos hoy en día.

En este mismo sentido, en 1917 se publicó también el Diccionario Ortográfico del Instituto, que ha quedado irremediablemente ligado al director del proyecto, Pompeu Fabra. Se trata de una obra muy completa y que se reeditó con frecuencia hasta el año 1937. 
Esta obra y otros son la base para la publicación en 1932 del Diccionario General de la Lengua Catalana obra del propio Fabra, y que ha sido adoptado como normativo.

El ámbito de actuación oficialmente reconocido se extiende en las tierras de lengua y cultura catalanas. Las competencias normativa se aceptan de lleno en Cataluña, Cataluña Norte , las Islas Baleares y Andorra . 
En la Comunidad Valenciana se rigen por la Academia Valenciana de la Lengua mientras que en la Franja de Ponent se utilizan las normativas de facto a pesar de no tener competencias por falta de oficialidad del catalán. De sus obras, cabe destacar el Diccionario de la lengua Catalana del IEC (publicado en 1995 ) y el Diccionario catalán-valenciano-balear. 

Incluye diversas sociedades filiales: Sociedad Catalana de Estudios Clásicos, Sociedad Catalana de Lengua y Literatura, Sociedad Catalana de Sociolingüística , Sociedad Catalana de Terminología .

 

La Escuela Massana.


(en catalán Escola Massana) es un centro educativo público de arte y diseño  situado en El Raval, el céntrico barrio de la ciudad de Barcelona. Es el centro de formación en Artes más antiguo de la ciudad, fundado en 1929.

Historia

Fue fundada el 14 de enero de 1929 como institución cultural y tiene como objetivo la enseñanza del arte y el diseño, gracias al legado del pastelero y filántropo barcelonés Agustí Massana i Pujol.​ Tuvo su sede original en el antiguo edificio del Hospital de la Santa Cruz, y actualmente en el nuevo edificio en Plaza de la Garduña, junto al Mercado de la Boquería.
El gobierno municipal llevó a cabo la construcción del nuevo edificio de la actual sede de la Escuela Massana, formando parte del proyecto urbanístico de remodelación de la plaza de la Garduña, en el barrio del Raval. La arquitecta Carme Pinós es autora del proyecto del nuevo edificio de la escuela,​ cuya construcción se inició en 2015 ​ y fue inaugurado para el curso 2017-2018.
La escuela ofrece tres niveles de enseñanza: bachillerato artístico, formación superior (ciclos formativos de grado superior, y graduado universitario en artes y diseño), formación continua (cursos de formación no reglada, tanto de iniciación como de especialización, reconocidos por el Departamento de Educación de la Generalidad de Cataluña y cursos de especialización de la Universidad Autónoma de Barcelona (créditos de libre elección de la UAB).
A lo largo de sus más de 90 años de historia, la Escuela Massana ha ido incorporando el aprendizaje de técnicas y oficios (1929) y de las artes visuales (1941) hasta los años 60, en que se iniciaron los estudios de diseño coincidiendo con la implantación de un nuevo plan de estudios que regulaba el reconocimiento oficial de nuevas profesiones como el diseño, en sus diferentes especialidades: Plástica, Publicitaria, Diseño Industrial y Decoración.
Desde el curso 1997-98 la escuela se ha ido configurando como un centro de enseñanza pública de artes y diseño donde se desarrollan estudios en artes aplicadas, artes visuales y diseño en cuatro ámbitos pedagógicos diferentes que abarcan todos los niveles educativos y las necesidades de aprendizaje a lo largo de la vida. desde las enseñanzas iniciales, bachillerato artístico hasta la formación específica en los niveles superiores, tanto universitarios, Graduado en Artes y Diseño como no universitarios, ciclos formativos de grado Superior de Artes Plásticas y Diseño, pasando por la formación continua y cursos de especialización (Formación Continua, Massana Permanent).
Desde sus inicios el centro ha apostado por la experimentación y el desarrollo de las cualidades personales de los alumnos, tomando como metodología el desarrollo del proyecto como proceso de comunicación y transmisión de conocimiento. Más allá del aprendizaje de un oficio o de una disciplina, el centro ha querido incidir en la formación artística y el desarrollo personal de su alumnado.

 

El Archivo Nacional de Cataluña (ANC)


(en catalán: Arxiu Nacional de Catalunya) es una institución cultural pública de Cataluña, España. Tiene el objetivo de reunir, conservar y difundir el patrimonio documental de Cataluña. Se encuentra adscrito al Departamento de Cultura, dentro la Dirección General de Archivos, Bibliotecas, Museos y Patrimonio, dependiente de la Generalidad de Cataluña.

Creado el año 1980, es la institución archivística de referencia de Cataluña, y tiene su sede permanente en San Cugat del Vallés (provincia de Barcelona). Colaboran con el ANC empresas y entidades públicas con programas de recuperación y conservación de fondos documentales, así como Universidades e instituciones del ámbito de la investigación, tanto en proyectos de formación como de investigación. Por su parte, el ANC también apoya a varias instituciones y entidades ciudadanas en la realización de sus actividades culturales, vinculadas al patrimonio documental y al conocimiento de la historia catalana: Amigos de la Unesco, Instituto Catalán de Educación y Escuela Superior de Archivística y Gestión de Documentos, etc.

Historia

El Archivo Nacional de Cataluña fue creado por decreto del gobierno de la Generalidad de Cataluña el 28 de noviembre de 1980 para dar respuesta a dos necesidades fundamentales y urgentes: en primer lugar, ocuparse de la gestión y comunicación de la documentación generada por la actividad administrativa y política de la propia Generalidad de Cataluña; y en segundo lugar, salvaguardar un patrimonio documental que, en manos de particulares, no siempre disponía de las condiciones materiales para su conservación adecuada ni de la posibilidad que los investigadores accedieran con facilidad.
En sus inicios el ANC tuvo la sede en un edificio provisional del Ensanche de Barcelona. El 23 de abril de 1995 se inauguró la sede definitiva, en San Cugat del Vallés, en un solar cedido por el ayuntamiento de esta ciudad. El arquitecto Josep Benedito i Rovira proyectó la nueva sede.
El edificio ocupa 12 625 m² y consta de cuatro bloques conectados por un patio interior y dotados de los medios idóneos para la preservación de los diferentes tipos de apoyos documentales. Las dos primeras plantas están destinadas a servicios, las cuatro superiores a depósitos —con capacidad para 66 km de estanterías—, y en el sótano se encuentra el almacén; además, hay dos cuerpos anejos dónde se encuentran el área de difusión cultural y el área de recepción y primeros tratamientos.
Son destacables las actuaciones que ha llevado a cabo para preservar el patrimonio documental catalán al extranjero: así, se han inventariado y digitalizado los fondos de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña de La Habana y de la Asociación Catalana de Socorros Mutuos 'Montepío de Montserrat' de Buenos Aires. El departamento de cultura de la Generalidad de Cataluña ha firmado un convenio con la asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE) para colaborar en la recuperación de la documentación relativa a Cataluña e ingresarla en el Archivo Nacional de Cataluña, obtener copias de los fondos relativos a Cataluña conservados en archivos españoles y de los documentos depositados en archivos públicos extranjeros, y vincular al ANC la delegación de la AGE en Cataluña asignándole una sede en sus instalaciones. El ANC conserva, entre otros, los documentos de la Generalidad que anteriormente se almacenaban al Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca.
La actividad de difusión la realiza mediante la página web institucional y la edición del "ANC. Arxiu Nacional de Catalunya", boletín cuatrimestral impreso, que informa de los trabajos técnicos y de las actividades dirigidas al público, como por ejemplo exposiciones, cursos o conferencias. El Servicio Didáctico publica dos colecciones:
 “Fem parlar les fonts” y “Les claus de la història”.
Áreas

Archivo general de la Administración: ingresa, recupera y gestiona la documentación generada por la acción política y administrativa de los departamentos, organismos y empresas de la Generalidad. El área de Fondo de la administración realiza los trabajos relacionados con la conservación de los testigos documentales que, especialmente a lo largo del siglo XX, ha producido la administración pública en Cataluña.
Archivo histórico: recupera toda aquella otra documentación que, de acuerdo con la legislación, tiene una especial relevancia para el conocimiento de la historia nacional catalana. El área de los fondos históricos desarrolla el ingreso de aquellos fondos de propiedad privada que le son dados o depositados por sus propietarios o poseedores.
Área de los fondos de Imágenes, gráficos y audiovisuales: da tratamiento específico en función del apoyo a los documentos y archivos de imagen y sonido. Vela también por la recuperación de los fondos de estas características y por su ingreso en el Archivo Nacional.
Área de Reprografía y Nuevas Tecnologías: realiza los programas de reproducción de los fondos en función de las necesidades internas y externas del centro. Esta área tiene también como función hacer el seguimiento de las innovaciones tecnológicas en el campo de la información y el tratamiento documental y elaborar programas para su implementación en el Archivo Nacional.
Laboratorio de Restauración: se encarga de llevar a término los trabajos de conservación y de consolidación de los documentos y destina una parte de sus esfuerzos a programas de colaboración con instituciones públicas y privadas.
Biblioteca del Archivo Nacional de Cataluña: integrada por la biblioteca auxiliar y los fondos de reserva, está al servicio de los usuarios del archivo y en particular de los investigadores.

Fondos:

Por su naturaleza de archivo general de la administración y de archivo histórico, el Archivo Nacional de Cataluña ingresa y custodia fondos de orígenes muchos diversos, con respecto a su procedencia, titularidad y régimen jurídico, apoyo y formato.

Actualmente el centro conserva más de 500 fondos y colecciones que ocupan 30.000 metros lineales. En relación a los archivos de imagen y sonido, el centro reúne también más de un millón y medio de imágenes, destacando los casi doscientos mil negativos de vidrio y los cuatrocientos mil positivos, un millón de planos y mapas y más de 25.000 carteles.

Fondos de la Generalidad de Cataluña: se encuentran diferenciados en tres etapas cronológicas: la primera corresponde a la documentación generada por la Generalidad durante la II República (1931-1939); la segunda incluye la documentación producida al exilio durante la dictadura franquista, de 1939 a 1977; la tercera corresponde a la etapa actual, que se inicia el año 1977 con el restablecimiento de la Generalidad.
Fondo de la Administración local: documentación vinculada a la institución que se considera el precedente contemporáneo de la Generalidad de Cataluña. Por un lado la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925) y, por otro lado, el fondo de la Comisión Liquidadora de la Mancomunidad creada durante la dictadura de Primo de Rivera con tal de gestionar la liquidación de las cuentas de la extinguida Mancomunidad (1925-1932).
Fondo de la Administración periférica del Estado: está constituido mayoritariamente por los fondos de las delegaciones ministeriales al ámbito provincial de Barcelona. Se trata de documentación generada en Cataluña durante los años del franquismo y transferida a la Generalidad con los traspasos de competencias.
Fondos de la Administración Real y Señorial: conserva más de 3.000 pleitos de la serie procesos civiles procedentes de la Real Audiencia de Cataluña, desde finales del siglo XVI hasta el XIX.
Fondos judiciales: documentación de diferentes órganos judiciales radicados en Cataluña a lo largo del siglo XX.
Fondos registrales: 2.507 libros-registro de los Corredores Reales de Cambio de Barcelona (1780 - 1956), denominados también corredores de comercio.
Fondos de instituciones: reúne los fondos de organismos creados para una función muy específica, de servicio o interés público, vinculados en mayor o menor grado a la Generalidad de Cataluña, ya sea durante la etapa republicana o en la actualidad, pero con carácter y atribuciones claramente diferenciados. Las materias a que hacen referencia estos entes son de varios ámbitos.
Fondos de asociaciones y fundaciones: incluyen los archivos de asociaciones y entidades, de organizaciones sindicales, y de partidos y asociaciones políticas que han tenido una importancia capital en la historia contemporánea de Cataluña.
Fondos de empresas: integrado por unas 100 empresas de diferentes sectores, a partir del siglo XVIII, entre los cuales sobresalgo el textil, el metalúrgico, el comercial, el químico y el editorial. Dentro de este apartado destacan grandes empresas nacionales y multinacionales, como La España Industrial, Manufacturas Sedó, Tecla Sala, La Maquinista Terrestre y Marítima, Macosa, Siemens, Castañer, la Compañía General de Tabacos de Filipinas, Cros y Carburos Metálicos.
Fondos patrimoniales: destacan por su importancia los nobiliarios: el linaje Sentmenat, marqueses de Castelldosrius; los Güell-López, condes de Güell y marqueses de Comillas; el linaje Moixó, marqueses de Sant Mori, el linaje Oriola-Cortada, condes del Valle de Marlés, los Blanes-Centelles, condes del castillo de Centellas, el linaje Despujol, marqueses de Palmerola, la Baronía del Albi, la baronía de Ribellas, que incluyen documentación a partir del siglo XII y el linaje de Cruïlles de Peratallada, marqueses de Castillo de Torrent y Barones de Cruïlles. El conjunto de estos fondos reúnen una colección de pergaminos que llega a las 7000 unidades.
Fondos personales: conjunto de archivos y fondos de personalidades representativas de la sociedad catalana de los siglos XIX y XX de ámbitos muy diversos. Se encuentran políticos (Francesc Macià, Prat de la Riba, Ventura Gassol, Jaume Aiguader, José María de Porcioles, Ramón Trias Fargas y Santiago de Cruïlles de Peratallada Bosch, entre otros); pensadores y pedagogos (Eugeni d’Ors y Alexandre Galí); intelectuales (Carles Orilla, Octavi Saltor, Maurici Serrahima y Ferran Soldevila) y artistas (Josep Mainar, Joaquim Renart). También la obra fotográfica de varios fotógrafos profesionales y aficionados desde principios de siglo.
Colecciones: provenientes de recuperaciones, donaciones y compras, reúne colecciones de bandos y edictos (siglos XVIII-XX).

 


Itsukushima Shrine.


La literatura en catalán​. 

La literatura en catalán​ o en valenciano​ está constituida por el conjunto de producciones literarias escritas en catalán / valenciano.​
Las Homilías de Organyà están consideradas el primer texto extenso manuscrito en este idioma y la novela caballeresca Tirante el Blanco, escrita por Joanot Martorell, su obra cumbre. Esta última fue escrita durante el Siglo de Oro literario de esta lengua: el Siglo de Oro de las letras valencianas.
Entre sus máximos exponentes destacan los autores de las Cuatro grandes crónicas; el escritor medieval mallorquín Ramon Llull; los escritores del Siglo de Oro valenciano: Ausiàs March, Jaume Roig, sor Isabel de Villena o, el ya mencionado, Joanot Martorell, entre otros; los autores de la Renaixença i la Renaixença valenciana; y los contemporáneos: Mercè Rodoreda, Joan Sales, Vicent Andrés Estellés, Llorenç Villalonga, Josep Pla, Carles Riba, Carmelina Sánchez-Cutillas, Salvador Espriu, Enric Valor o Joan Fuster, entre muchos otros.
Actualmente, con el reconocimiento de las lenguas cooficiales de España tras el fin de la dictadura franquista, la literatura en catalán / valenciano se ha generalizado y se han establecido nuevas editoriales, premios y publicaciones literarias, apareciendo reconocidos escritores como: Joan Francesc Mira, Jaume Cabré, Baltasar Porcel, Isabel-Clara Simó, Carme Riera o Quim Monzó.

Lírica medieval: los trovadores

Aunque ya se encuentran a lo largo del siglo xi algunos documentos de carácter feudal en los que se utiliza la lengua romance catalana, en su totalidad o mezclada con un latín deficiente, como los Greuges de Guitard Isarn, senyor de Caboet, el primer testimonio de uso literario de la lengua son las Homilías de Organyà de finales del siglo xi o principios del XII, que consisten en fragmentos de un sermonario destinado a la predicación del Evangelio. La literatura en catalán vio sus primeras grandes obras antes en prosa que en verso.
​ Esto se debió a que los poetas cultos, hasta el siglo xv, preferían utilizar el provenzal literario en vez de la variedad autóctona, como en el caso de Alfonso II, llamado "el Trovador", Cerverí de Girona o Guillem de Berguedan y otros de obra menos conocida, como Guillem de Cabestany, Guerau de Cabrera, Thomás Périz de Fozes, Ponç de la Guàrdia, Gilabert de Próixita, Guillem de Masdovelles ,Hermenegil de Berga o Raimon Vidal de Bezaudun. 
Todos estos, y muchos más, aparecen cuidadosamente compilados, traducidos, estudiados y anotados en los tres volúmenes antológicos que les dedicó el gran erudito y medievalista Martín de Riquer (Los trovadores, Barcelona: Planeta, 1975; reimpresos posteriormente varias veces en Barcelona: Editorial Ariel).

Cabe destacar, sin embargo, que existían pocas diferencias entre la lengua catalana y las diversas variedades occitanas (provenzal, lenguadociano, lemosín, gascón...), muchas menos en la Edad Media, ya que durante esa época y en siglos posteriores se consideraban la misma lengua. Sin embargo, en el caso de los poetas catalanes, la variedad de provenzal o occitano utilizado era una koiné literaria, o lengua común procedente de la unificación o mezcla de diversas variedades dialectales, de tipo áulico, cultivada también en las antiguas cortes y feudos-estado de Occitania y parte del norte de Italia.
Las primeras manifestaciones en poesía culta en Europa en una lengua moderna fueron escritas por los trovadores, quienes seguían unas normas estrictas y codificadas para elaborar su poesía, utilizando los códigos de la literatura trovadoresca como el amor cortés. Los trovadores y poetas catalanes participaron de esta cultura trovadoresca. 
La gran proximidad política, lingüística y cultural entre los condados catalanes y los antiguos feudos de Occitania (Aquitania, Tolosa, Provenza...) hizo posible compartir una variedad literaria común trovadoresca, de tipo cortesano, que se mantuvo en la Corona de Aragón hasta el siglo xv para escribir poesía hasta la aparición del valenciano Ausiàs March, el primer poeta que abandona la influencia de la koiné literaria occitana y los principales elementos de este tipo de poesía.
 Por este motivo, en la historia de la literatura catalana medieval se incluye toda la nómina de trovadores conocidos, ya sean propiamente catalanes u occitanos. La poesía en la variedad catalana estrictamente territorial era utilizada por los juglares en sus espectáculos ante públicos populares, sin que se conserve, a la actualidad, ningún ejemplo.​ 
En el siglo xii aparecen también las primeras traducciones de textos jurídicos, como la de Liber iudiciorum (Llibre dels Judicis o Llibre Jutge).

Crónicas históricas

Llibre dels fets.

La lengua valenciana fue utilizada también en la narración de las gestas y crónicas de los soberanos, en particular las llamadas Cuatro grandes crónicas: el Llibre dels feits de Jaume I, la Crònica de Bernat Desclot, la Crònica de Ramón Muntaner y la Crònica de Pere el Ceremoniós.
Aunque la primera versión de la Gesta comitum barchinonensium fue escrita en latín a finales del siglo xii, la siguiente edición revisada de la obra, conocida como "versión intermedia", fue escrita en catalán alrededor de 1268 o 1269 y publicada en Barcelona.
Existe consenso filológico en que la primera versión del Llibre dels feits de Jaime I fue escrita en catalán y en su mayor parte poco antes de la muerte del rey, es decir, en una fecha anterior a 1276. El Llibre del rei en Pere d'Aragó e dels seus antecessors passats, más conocido como Crónica de Bernat Desclot, escrito alrededor de 1290, narra diversos hechos notables de los reinados de Jaime I, Pedro el Grande, Alfonso el Liberal y Jaime II. La Crónica de Ramon Muntaner fue escrita por este autor entre 1325 y 1332 y destaca por su vívida descripción de las expediciones de los almogávares.
 Finalmente, la Crónica de Pedro el Ceremonioso fue escrita por orden de este rey para glorificar sus acciones y las de su padre Alfonso el Benigno.

Esplendor medieval

El mallorquín Ramon Llull (siglo xiii), figura capital de la literatura catalana, es considerado el padre de la prosa en catalán, también escribió poesía de tipo cortesano en koiné occitana, aunque su obra fue destruida por el propio autor al considerarla banal y superficial. Entre sus obras cabe destacar su novela Blanquerna, un libro místico: Llibre d'amic e amat, el Libro del gentil y los tres sabios, el Libro del Orden de Caballería, poesías como el Cant de Ramon ("Canto de Raimundo") o Lo desconhort ("El desconsuelo") o su autobiografía, Vida coetània, Les cents noms de Déu ('Los cien nombres de Dios', 1289), el Libro de los mil proverbios y Félix o Libro de las maravillas (que incluye el Libro de las bestias), entre muchas obras de carácter ante todo científico, filosófico o teológico.

Destacan autores influidos ya en cierto modo por el humanismo, como Pere March, Jaume Gassull, Bernat Fenollar, Bernat Hug de Rocabertí o el poeta misógino Pere Torroella (algunos de ellos pertenecientes a la generación del Siglo de Oro de la literatura valenciana) entre muchos otros. Paralelamente destacaron autores religiosos como Francesc Eiximenis, sin duda uno de los autores en valenciano más leídos en su época; san Vicente Ferrer y el pícaro fraile franciscano converso al islam Anselm Turmeda, que escribió igualmente en árabe.

En el mismo filo entre los siglos XIV y XV surgen poetas que escribieron en la koiné literaria occitana o en un catalán occitanizado, a menudo siguiendo las pautas trovadorescas, fueron Jordi de Sant Jordi y Andreu Febrer, traductor este último de la Divina comedia de Dante Alighieri al catalán.
 El notario y prehumanista Bernat Metge escribió en 1381 el Llibre de Fortuna e Prudència («Libro de Fortuna y Prudencia»), poema alegórico en el que se debate la cuestión de la Providencia divina al más puro estilo de la tradición medieval, fundándose en el precedente inevitable del De consolatione philosophiae del romano Boecio. También realizó la traducción del relato de Valter y Griselda, última de las novelle del Decamerón de Boccaccio, pero no la hizo a partir del original italiano, sino de la traducción en latín de Petrarca (el Griseldis). 
La importancia de la traducción de Metge se debe, además de a su elegante prosa, a la carta introductoria que acompaña al relato, pues supone la primera muestra de admiración por Petrarca que se conoce en España. Su obra maestra fue Lo Somni («El sueño»), redactado en 1399, donde se le aparece Juan I en el Purgatorio. Lo escribió en la cárcel, tras caer en desgracia y ser encarcelado por la nueva reina María de Luna junto al resto de colaboradores del difunto monarca. 
El valenciano Ausiàs March, "hombre de asaz elevado espíritu" según la Carta e proemio al Condestable don Pedro de Portugal del Marqués de Santillana, es considerado el poeta del apogeo de la literatura valenciana del (siglo xv); abandona ya los tópicos y elementos propios de los trovadores y crea su propio sistema de imágenes y conceptos amorosos, en un estilo austero y grave de feroz introspección que nada debe a las florituras italianas. Sus obras principales se reparten en tres grupos, los Cantos de amor, los Cantos de muerte y el Canto espiritual.

En el siglo xv se escribe también Curial e Güelfa, un extraño y original híbrido de libro de caballerías y novela sentimental muy verosímil, escrito probablemente entre 1435 y 1462 por un autor anónimo que conocía muy bien la literatura antigua y moderna. De esta época es también el llamado siglo de oro valenciano, con una producción muy destacada de escritores en poesía y prosa que culmina con Tirante el Blanco de Joanot Martorell (publicada en 1490).

L'Espill o Llibre de les dones es una novela en verso de carácter misógino.

​ Fue escrita por el valenciano Jaume Roig entre 1455 y 1462 y se compone de más de dieciséis mil versos tetrasílabos. El Espill consta de un prefacio y de cuatro libros que, a su vez, se dividen en cuatro partes. En el prefacio, el narrador hace una declaración de principios, éticos y estilísticos. 
En el libro primero, "De su juventud", conocemos al protagonista, que habla siempre en primera persona y explica cómo fue su infancia. Huérfano de padre y expulsado de su casa por su madre, se ve obligado a ganarse la vida en Valencia. Poco después emprende un viaje aventurero, primero por Cataluña y luego por Francia. Lucha en la guerra de los Cien Años con las tropas francesas y en París, cuando ya es rico gracias a los botines obtenidos, interviene en la vida caballeresca.
 El segundo libro, "De cuando estuvo casado", narra los sucesivos fracasos matrimoniales del protagonista, primero con una doncella que al final resultó que no lo era, después con una viuda, en tercer lugar con una novicia y, finalmente, explica el frustrado intento de casarse con una beguina.
 En el tercer libro, "De la lección de Salomón", el protagonista, desesperado por no poder encontrar una esposa adecuada, pretende casarse con una pariente suya. Entonces se le aparece en sueños Salomón, el sabio bíblico por antonomasia, que le suelta una larga invectiva contra las mujeres que corrobora con ejemplos bíblicos las malas experiencias relatadas en los dos libros anteriores.
 Y el cuarto libro se titula "De enviudar". Cierran la escuela valenciana Joan Roís de Corella (1433/43-1497), que luce un humanismo erudito, y sor Isabel de Villena (1430-1490), pluma tierna e intimista, que contrarresta la misoginia de L'Espill en su Vita Christi.
Históricamente se ha aceptado que tras una época de esplendor que culmina con Tirant lo Blanc, el catalán como lengua literaria entra en una larga fase de decadencia desde el siglo xvi a 1833. Pero actualmente, estudios recientes están revalorizando las obras de los autores renacentistas (Cristòfor Despuig, Joan Timoneda, Pere Serafí), barrocos (Francesc Vicenç Garcia, Francesc Fontanella, Josep Romaguera) y neoclásicos (Juan Ramis, Francesc Mulet), de modo que se va hacia una revisión del concepto Decadència.
Como hitos de este período para la lengua valenciana, se pueden contar la primera impresión de una traducción de la Biblia en lengua no latina, la Biblia Valenciana, impresa por encargo de Bonifacio Ferrer en 1478, o la redacción de una Teología en 1440 por el valenciano Francesc Pertusa, la cual es la única obra escrita sobre esta ciencia en una lengua diferente del latín de la Edad Media.

Decadencia

Durante el siglo xv, tuvo lugar el Compromiso de Caspe (1412) donde se eligió como rey a Fernando de Antequera (1410-1416), lo que introdujo en Cataluña la dinastía de los Trastámara. La lengua de la corte pasó a ser la castellana. El año 1479 se produjo la unión dinástica de Aragón y Castilla que, aunque jurídicamente no cambió nada, sí que tuvo consecuencias negativas para el uso del catalán:

Pérdida de fuerza de las clases dirigentes autóctonas y sumisión política de la Corona que puso en peligro el catalán como lengua de cultura.
Además, Castilla pasó a ser durante los siglos XVI y XVII una potencia mundial.
Fueron los siglos de oro de la literatura castellana y por tanto, la mayoría de los escritores catalanes escribieron en castellano, configurándose así la idea de que el catalán no era una lengua apta para la literatura ni, en general, para la cultura, circunstancias que provocaron una decadencia grave de la literatura catalana culta.

Renacimiento

La literatura en catalán, sin romper con la tradición medieval, recuperó algunos de los cánones estéticos y de los modelos formales del clasicismo. Pero la tradición por el estudio de las lenguas clásicas, característica del humanismo, no impidió el desarrollo de la literatura en lenguas vulgares. 
Mientras la minoría aristocrática vacilaba entre el uso del español y el catalán, la mayoría popular continuó rehaciendo y ampliando en la lengua propia la tradición que se había elaborado en el transcurso de los siglos.

Prosa

La prosa más valiosa del periodo son Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa (1557) de Cristòfor Despuig, tanto por el uso del diálogo, una forma literaria clásica, como el espíritu crítico de su autor, en una prosa noble con algunos ecos erasmistas. Dentro también de la narrativa histórica, hay que señalar las crónicas de Pere Miquel Carbonell, Pere Antoni Beuter y la novela alegórica representada por L'espill de la vida religiosa, obra anónima publicada en 1515, atribuida por algunos a Miquel Comalada, con influencias lulianas y reformistas que estaban alcanzando una verdadera proyección europea.
En el campo de la literatura de entretenimiento, aparecen las novelle y las facecias como las de Jordi Centelles y Joan Timoneda. Durante esta época funcionaba en Valencia un teatro de intención realista y satírica que da muestras tan espléndidas como La vesita de Joan Ferrandis d'Herèdia.

Poesía

El mejor poeta en catalán del momento fue Pere Serafí, quien alternó el idealismo amoroso de inspiración petrarquista o ausiasmarquista con la glosa de refranes y canciones populares. Otros poetas, como Andreu Martí Pineda y Valeri Fuster, insistieron con una cierta originalidad en los modelos costumbristas valencianos de finales del siglo xv. Los poemas de Joan Pujol, ya en la segunda mitad del siglo xvi, y los actos sacramentales de Joan Timoneda reflejan el cambio de la contrarreforma que tenía que culminar con el barroco. Con la contrarreforma desaparece el espíritu de crítica y de búsqueda para propugnar una visión más rígida y ascética de la vida.

Barroco

Las primeras manifestaciones propiamente barrocas (autores anteriores como Joan Timoneda o Joan Pujol pueden considerarse como unos síntomas literarios iniciales de la contrarreforma) no se produjeron hasta los inicios del siglo xvii y se prolongaron durante todo el siglo xviii ya con elementos de estética rococó.
En este periodo se recibieron claras influencias del gran barroco castellano, con autores como Garcilaso de la Vega, Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca, Baltasar Gracián, etc., que actuaban sin mucha relación entre unos y otros.
Una figura crucial del barroco en catalán fue el poeta y comediógrafo Francesc Vicent Garcia i Torres, quien fue el único que consiguió formar una escuela que le imitó en aquellos aspectos más secundarios y que se prolongó hasta bien entrada en siglo xix. Francesc Fontanella y Josep Romaguera aportarían también destacadas contribuciones durante el barroco.
El momento culminante de esta corriente puede situarse durante la Guerra de los Segadores, cuando aparecieron intentos ya conscientes de renovar y revitalizar la cultura en catalán y que fracasó con la derrota de las tropas catalanas. Hay que destacar la obra poética y dramática de Francesc Fontanella. Otras figuras del barroco en catalán fueron Pere Jacint Morlà y Josep Blanch, también de mediados del siglo xvii. Josep Romaguera, entre los siglos XVII y XVIII, mantenía con relativa eficacia estos propósitos. Agustí Eura Joan de Boixadors, Guillem Roca i Segui y Francesc Tagell, de la primera mitad del siglo xviii, insistieron con desigual fortuna.

Ilustración

Desde finales del siglo xviii, la filosofía crítica y la erudición lingüística e histórica de la Ilustración habían renovado todo el concepto de cultura. Nace una nueva mentalidad que consideraba que la obra había de ser útil o no ser. Es una época de inicios de actividades científicas y de un desprecio razonado de la lírica gratuita. La máxima consideración la obtenían los textos de moral o pedagogía.
En Cataluña estuvo representada por un grupo brillante, siguiendo la iniciación metodológica del valenciano Jacint Segura retomada por el impulso del obispo Ascensi Sales. Hay que destacar también la novela del alicantino Pedro Montengón, Eusebio, escrita en castellano. También hay que destacar un grupo formado por diversos traductores y escritores como Francesc Mulet, Antoni Febrer así como Juan Ramis y sus piezas de teatro neoclásico, entre las cuales destaca Lucrècia.
Puede afirmarse que la literatura en catalán en este periodo fue prácticamente inexistente por lo que se refiere a la literatura culta, ya que la mayoría de los ilustrados prefirieron en su expresión lenguas más internacionales, como el propio gran erudito Gregorio Mayáns y Siscar. Únicamente han perdurado el conjunto de los géneros populares como portavoces más cualificados de la época. El terreno era el teatro jocoso y satírico (entremeses) con textos, la mayoría inéditos, redactados por no profesionales; y también epistolarios, narraciones privadas y dietarios que reflejan la mentalidad de la época, de que son muestra los cincuenta y dos volúmenes del Calaix de sastre del Barón de Maldà, situado en el lado opuesto a la ilustración al preludiar la literatura costumbrista que tanto éxito alcanzará en el romanticismo.
La poesía popular, espontánea y multiforme, confirió a la literatura del siglo XVIII unos títulos con una categoría superior a los alcanzados por los intentos cultos. Esta literatura popular sólo compartía con la ilustración la época y el hecho de desarrollarse bajos los signos de "naturaleza" y "libertad". Pero sobre todo estaba asociada con la lengua del pueblo.
A principios del siglo xix, y gracias al conde d'Aiamans y al autor anónimo de Lo Temple de la Glòria, ya se incorporan algunos elementos románticos.

Romanticismo

El primer romanticismo, planteado en temas inequívocamente catalanes, fue escrito básicamente en lengua castellana. Hacia finales de este periodo, sin embargo, ya se empezó a tomar consciencia de la contradicción que existía entre el contenido y el público al que se dirigía y la lengua en que se realizaba. Así, por ejemplo, Pere Mata escribió un largo poema en catalán El Vapor (1836) y Joaquim Rubió i Ors empezó a publicar sus poemas en el Diario de Barcelona (1839).
En esta época se forma una intelectualidad burguesa de inspiración liberal, joven y combativa y, en muchos casos, revolucionaria. La evolución de los hechos, con escritores exiliados o recluidos en la clandestinidad, no permitió su eclosión. Algunos, como Manuel Milá y Fontanals y su gripo, renegaron de los inicios liberales. Otros, como Antoni Ribot i Fontserè o Pere Mata, emigraron a Madrid.
Entre 1844 y 1870, el romanticismo conservador, más o menos teñido de elementos populares o clásicos, monopolizó las letras en catalán. Algunos, como Víctor Balaguer, insistieron en una literatura que fuera también un instrumento de progreso.

Literatura contemporánea

Renaixença

La Renaixença es el nombre dado al gran movimiento restaurador de la lengua, literatura y de la cultura catalana que se inició en el Principado en la primera mitad del siglo xix. Coincidió más o menos con la segunda parte del estallido del Romanticismo en Europa. Aunque cada tendencia siguió un camino propio, se produjo una integración por lo que respecta al uso de la lengua y a los ideales políticos.
Suele situarse en el periodo comprendido entre la aparición en 1833, en el periódico El Vapor, de La Pàtria de Bonaventura Carles Aribau y de la presentación en los juegos florales de 1877 de L'Atlantida de Jacinto Verdaguer.

En 1835 se restauró la Universidad de Barcelona y en 1839 fue publicado el primer libro de poesía en catalán, Llàgrimes de viudesa, de Miquel Anton Martí. En las revistas y periódicos de Barcelona, iban apareciendo composiciones catalanas, aunque la primera revista escrita íntegramente en catalán, Lo verdader catalá, no apareció hasta 1843.
En sus inicios, la consciencia de la Renaixença fue potenciada por la recuperación de la propia historia, por el poder creciente de la burguesía liberal (especialmente la de Barcelona), por ser decididamente liberal y romántica, por utilizar con una relativa normalidad la propia lengua y, además, con una producción literaria seria y perseverante.. Entre sus miembros más destacados hay que señalar a Marian Aguiló, Joan Cortada, Manuel Milá y Fontanals, Pau Piferrer y Joaquín Rubió i Ors.
En la segunda mitad del siglo xix, el enderezamiento es cada vez más claro, ayudado por algunas instituciones como la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona, la Universidad de Barcelona o algunos sectores de la iglesia (que representan Jaume Collell i Bancells y Josep Torras i Bages).
Por lo que se refiere a la lengua, se promovieron los instrumentos culturales más urgentes y básicos como gramáticas y diccionarios. Se crearon unos mitos políticos propios (Jaime I y Felipe V) y literarios (los trovadores) y su proyección se extendió más allá de la erudición y la lírica en un intento de catalanizar otros campos como la filosofía, la ciencia, el arte o el derecho.
En 1859 se fundaron los Juegos Florales que significaron una gran proyección popular. Esta fundación era estéticamente e ideológicamente conservadora, pero social e idiomáticamente ayudó a difundir la cultura dentro de los medios populares y, especialmente, rurales. Contaron con el prestigio de un reconocimiento público notable y, si bien empezaron en Barcelona, fueron reproducidos en muchos otros sitios y tomaron el carácter de órgano supremo de la Renaixença. Ayudó a hacer surgir un número considerable de autores, a menudo procedentes de la pequeña burguesía urbana y dedicados casi exclusivamente a la poesía, entre los que destacan Antoni de Bofarull y Víctor Balaguer.
Fruto de un carácter más bien conservador, el movimiento, por otra parte, casi no afectó a la literatura popular que se había ido generando en catalán casi sin interrupción en todo el periodo de la decadència. Más bien fue visto con recelo por parte de sus autores (Abdó Terrades, Anselmo Clavé o Frederic Soler).
En 1862 se instauró el primer premio dedicado a la narrativa dentro de los Juegos Florales, resultando ganadora la novela L'orfeneta de Menargues de Antoni de Bofarull. El teatro no formó parte de los Juegos hasta 1865 con el estreno del primer drama en catalán del siglo Tal faràs, tal trobaràs de Vidal i Valenciano. La poesía culta, en cambio, fue editada en catalán desde 1839, pero su proceso se coronó con el poema épico L'Atlàntida de Jacinto Verdaguer, publicado en 1878. Autores destacados de este siglo fueron: el poeta y dramaturgo Àngel Guimerà, los poetas Teodor Llorente o Manuel Pons i Gallarza o el novelista Narcís Oller.

Comienzos del siglo xx

A finales del siglo xix destaca el modernismo, con autores como Joan Maragall, Joaquim Ruyra o Víctor Català. Destacó después el llamado Noucentisme o Novecentismo catalán, y en particular la llamada Escuela Mallorquina. Miquel Costa i Llobera y Joan Alcover, que también bebieron de la poesía novecentista, serían sus autores más destacados. La novela, que todavía arrastraba los déficits de la falta de tradición, recibió el impulso de autores como Raimon Casellas, Prudenci Bertrana, Joaquim Ruyra y Caterina Albert, más conocida por su seudónimo Víctor Català. Ella construyó una narrativa que fusionaba el simbolismo y costumbrismo, con protagonistas que luchaban por transformar una realidad adversa. Una de sus obras más importantes fue Solitud ["Soledad"], una de las novelas más representativas del Modernismo y entre las más importantes de la narrativa del siglo xx español. 

Santiago Rusiñol, pintor impresionista, tuvo también un gran papel como escritor introduciendo ideas modernistas en todos los ámbitos, especialmente en el teatro (L’auca del senyor Esteve ("Las aleluyas del señor Esteve"). Sus novelas fueron también muy celebradas por su sano humor, no exento de crítica social.

Literatura catalana durante el franquismo

Durante el siglo xx se consolida el catalán como lengua literaria, a pesar de las condiciones adversas durante las dictaduras de Primo de Rivera y Franco.

La abolición del Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1938 significó el inicio de un largo proceso de españolización que intentó poner fin a toda manifestación explícita de la cultura catalana. De esta manera, ante la imposibilidad de manifestarse en la propia lengua, los intelectuales catalanes optaron por claudicar ideológicamente y lingüísticamente, continuaron de forma clandestina o bien terminaron exiliándose.
 Los intelectuales que decidieron claudicar ideológicamente y lingüísticamente tuvieron que decantarse por una literatura de expresión española, con manifestaciones derivadas de la ideología dominante, o bien intentando adaptar ideas propias de la cultura catalana de antes de la guerra (este es el caso de Juan Ramón Masoliver, vanguardista durante los años 20, que creó la colección "Poesía en la Mano ").
Sin embargo, quedaron en Cataluña otros intelectuales que se negaron a romper definitivamente con la lengua y la cultura autóctonas. Fue el caso de aquellos que optaron por el exilio interior, es decir, para actuar en la clandestinidad. Se organizaron tertulias literarias , reuniones culturales , lecturas poéticas, cursos de cultura catalana, etc, con el objetivo de llegar a la juventud y formar así nuevos escritores capaces de evitar la ruptura con la cultura y la lengua catalanas. Todos estos actos eran celebrados, sin embargo, en círculos privados y ante un público reducido y selecto. También comenzaron a publicarse una serie de revistas de vital importancia, algunas de las cuales fueron "Poesía" (1944-1945) , Ariel (revista) (1946-1951) y "Dau al Set" (1.948-1.955) . 

La primera, creada por Palau i Fabre, era de carácter vanguardista, porque además de un compromiso con la lengua tenía también un claro compromiso poético. La segunda, " Ariel ", fue ideada por Palau i Fabre, José Romeu y Parras, Miquel Tarradell, Joan Triadú y Frederic-Pau Verrié. Su antecedente más claro era "Poesía", y aunque no tenía un programa ideológico totalmente unificado, sobrevivió gracias a la voluntad común de recuperar determinados valores del pasado. Se negaron a lamentarse por el genocidio cultural y de ahí surgió el deseo de no detenerse en el resentimiento y traducirlo en acción. Querían demostrar que no había habido ruptura con el pasado, y lo hicieron recuperando estrategias pedagógicas de la tradición novecentista encaradas al futuro. 

Es en esta revista donde podemos vislumbrar claramente las dos tendencias del momento: por un lado , la tendencia que defendía el clasicismo como base de nuestra cultura y como modelo a seguir; por otro, la tendencia más vanguardista que defendía el arte moderno (Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, etc.). No obstante, tanto " Poesía" como " Ariel " supieron innovar sin dejar nunca de lado la tradición anterior. No obstante, tanto " Poesía" como " Ariel " supieron innovar sin dejar nunca de lado la tradición anterior. Por último, la revista "Dau al Set" contó con la colaboración de artistas como Modest Cuixart, Joan Ponç, Antoni Tàpies, Joan-Josep Tharrats, Arnau Puig y Joan Brossa que tenían como objetivo común conectar con la tradición vanguardista anterior a 1936, especialmente con el surrealismo.
La mayoría de los intelectuales catalanes que marcharon al exilio establecieron en Francia, excepto aquellos que pudieron evitar la invasión alemana marchando en América, México y Venezuela. Aunque tener que renunciar a la propia lengua, estos catalanes pudieron insertarse en una infraestructura cultural que les permitió trabajar como profesionales en diferentes campos (periodismo, mundo editorial , artes gráficas ) .

 Y si algo tenían en común estos exiliados con los intelectuales que se habían quedado en Cataluña trabajando en la clandestinidad, era la voluntad de dar continuidad a la lengua y la tradición literaria catalanas. De este modo, ya pesar de las penurias que tuvieron que sufrir los que marcharon al exilio, enseguida surgieron iniciativas para llevar a cabo esta continuidad. 

En 1939 ya se empezaron a editar libros y revistas en catalán, como por ejemplo la revista "Cataluña", editada con el objetivo de continuar la obra de los escritores catalanes. "Resurgimiento" y " Hermandad " son algunas de las otras revistas que también publicaron en el exilio los intelectuales catalanes. Con la misma voluntad de continuidad lingüística y cultural hay que destacar también el mantenimiento de los Juegos Florales de la Lengua Catalana entre 1941 y 1945.

En conclusión podemos decir que, a partir del año 1939, los intelectuales catalanes que se muestran reacios al nuevo orden político ponen en marcha, ya sea desde el exilio o desde la clandestinidad, diferentes iniciativas con una única voluntad común: la continuidad cultural y lingüística.
Autores como Josep Carner, el gran poeta Joan Salvat-Papasseit, Carles Riba, Josep Vicenç Foix, Salvador Espriu (cuyo poemario La pell de brau, "La piel de toro", reivindica la unión de los pueblos hispánicos en un mutuo respeto a sus culturas y tradiciones), Pere Quart, Josep Maria de Sagarra, los grandes prosistas Josep Pla (cuyas obras completas sobrepasan los cuarenta volúmenes), Llorenç Villalonga (autor de la famosa novela Bearn o La sala de las muñecas y Mercè Rodoreda, célebre por su novela La plaza del diamante, sobre la juventud y guerra civil de una joven muchacha barcelonesa en preguerra, guerra y posguerra civil, Maria Barbal, Pere Calders, Gabriel Ferrater, Manuel de Pedrolo, Vicent Andrés Estellés, el audaz poeta experimental Joan Brossa, Jesús Moncada, Quim Monzó, Miquel Martí i Pol o Miquel de Palol han sido reconocidos por todo el mundo, con ediciones y traducciones en diversos idiomas.

 A principios del siglo xxi, la producción de libros en catalán es importante, tanto en calidad como en cantidad, con autores como Julià de Jòdar, Jaume Cabré o Feliu Formosa entre otros.

1 comentario:

  1. una gran biblioteca nacional de Cataluña, recuerdo de pasado, de edad media y moderna, el arte, ect

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