Manuscrito.
Escrito en latín, el Libro de Horas de la Reina Dona Leonor presenta un magnífico ejemplar de Gothica Textura Quadrata , que se desarrolla a partir de la Gothica Prescissa , y es así llamada debido a las pequeñas serifas cuadradas en los pies de las mínimas. Afortunadamente, a diferencia de muchos manuscritos medievales, el Libro de Horas de la Reina doña Leonor todavía presenta su unión original caracterizada por la piel de castaño con motivos mudéjar secos y grabados.
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Las Ricas Horas de Vrelant. También conocida como Las Ricas Horas de Vrelant, el Libro de Horas de la Reina Doña Leonor de Portugal es la obra maestra de la miniatura Grisaille (técnica grisalla). Este libro pertenece al tercer cuarto del siglo XV, ca. 1470, procedente del taller de Wilhem Vrelant, de Bregues, que estuvo activo entre 1454 y 1482. Es el llamado Libro de Horas de la Reina Doña Leonor, esposa de Juan II de Portugal. Considerado como uno de los grandes tesoros de la Biblioteca Nacional de Portugal. Se caracteriza por la extrema delicadeza del trazado de las ornamentaciones marginales, que nunca se repiten, en las que los motivos vegetales estilizados, animales, figuras humanas y fantásticas, se entrelazan en gran profusión por las ilustraciones y por los colores dominantes de esta obra: el gris, el negro y el oro, grisaille, exceptuando el azul fuerte del cielo en algunas escenas. Es por ello que resulta un hermoso Libro de Horas poco común y extremadamente curioso en su colorido, un ejemplar único que no debe faltar en su colección y en su Biblioteca. Las escenas son las normales en los libros de horas: la Visitación, el Anuncio a los pastores, la presentación del Niño en el templo, la matanza de los inocentes, el Juicio Final y el oficio de los difuntos; pero muy diferentes al uso por su característico estilo grisalla. El tratamiento de las figuras es perfecto como los encuadramientos paisajísticos o arquitectónicos. Otro aspecto que merece ser destacado es la singularidad, la abundancia y el carácter narrativo de las figuras marginales. Recorren sus márgenes, repletos de pequeñas figuras que interactúan entre ellas: arqueros, hombres con espada, lanza e incluso campesinos desarmados. Contiene también figuras y relatos bíblicos, plañideras y escenas alusivas a la vida de la corte, donde la música tiene una significativa presencia. El códice está escrito en latín, con letra gótica meridional. Su encuadernación refleja la de la época, en madera revestida de piel castaña, hierros grabados en seco y vestigios de dos cierres.
En los manuscritos y libros ilustrados de la Edad Media, las miniaturas (del latín miniare, “colorear con minia”) o iluminaciones (del latín tardío illuminatio) eran pinturas o dibujos de figuras, incluidas o no en escenas o composiciones, las cuales, en su caso, representaban diversos temas propios de su etapa histórica, como los temas de carácter sacro, similares a los que llenaban los vitrales de las catedrales e iglesias en el arte románico y en el primer arte gótico. Al final del periodo gótico, ya en el umbral del Renacimiento o Edad Moderna, los manuscritos ilustrados se llenan de temas civiles, profanos y galantes, y alcanzan su mayor apogeo con un nivel de calidad excelente y una amplia difusión internacional, principalmente a través de las cortes de la nobleza europea. A partir del siglo XVI, el auge de la imprenta parece restar protagonismo a este tipo de costosas creaciones. El último gran maestro iluminador fue Giulio Clovio, a mediados del siglo XVI. En los márgenes de las páginas de los manuscritos era frecuente que se incluyeran distintos motivos ornamentales. Los más conocidos son los dibujos que realzan las letras capitales o los que separan las columnas de texto mediante motivos que representan arquitecturas fingidas, arabescos y tallos y hojas que se enroscan por los márgenes de las páginas. El término miniatura deriva de minium, un óxido de plomo de color rojo que se utilizaba como componente de la tinta fundamental que se comenzó a emplear para la iluminación de los códices manuscritos en letras capitales, márgenes y posteriormente, con la evolución de la ilustración medieval, en representaciones de gran colorido y complejas composiciones.
Willem Vrelant (fallecido c. 1481/1482) fue un iluminador de libros holandés . Se registra por primera vez en 1449, cuando un iluminador de Vreeland llamado Willem Backer obtuvo la ciudadanía de Utrecht. Es posible que haya vivido en Utrecht durante años, ya que en 1450 terminó allí las Horas de William de Montfort . Desde 1454 hasta 1481 está registrado como miembro del gremio de corredores de apuestas de Brujas . Su amplio y productivo taller produjo (entre otros) un libro de horas que se encuentra ahora en Baltimore (1455-1460), las Horas de Isabel de Castilla (hacia 1460), las Crónicas de Hainaut (1468) y miniaturas individuales en las Horas. de María de Borgoña (hacia 1480). |
Títulos alternativos: Libro de Horas de la Reina Leonor - Horas Ricas de Vrelant - Riches Heures de Vrelant. Características: Manuscrito sobre pergamino - 18,4 × 13,5 cm - 330 pp. Origen: 1470 - Bélgica Tema: Libros de devoción privada Estilo: Renacimiento del norte Idioma: latín Artistas / Escuelas: Willem Vrelant Guión : Gothica Textura Quadrata |
Leonor de Viseu
Reina consorte de Portugal Leonor era hija del infante Fernando, duque de Viseu y condestable del Reino (hijo de Eduardo I) y de Beatriz de Aveiro, nieta de Juan I. Sus hermanos fueron Juan y Diego I de Viseu, quienes sucedieron a su padre en el ducado y murieron sin descendencia; Isabel de Viseu, duquesa de Braganza; y Manuel, quién llegaría a ser el rey de Portugal. Era también prima hermana de Maximiliano I de Habsburgo a través de su tía paterna, y de Isabel I de Castilla a través de su tía materna. El 22 de enero de 1470, se casó con Juan II, su primo tanto por línea paterna como materna. Después de la muerte del rey, en 1495, la reina viuda continuó siendo conocida como «reina Leonor» (o la «Reina Vieja») hasta su muerte, siendo bastante respetada en la corte. Las reinas de Portugal contaron, desde hacía mucho tiempo, con los rendimientos de los bienes adquiridos, en su gran mayoría como dote. Leonor, además de las villas de reinas precedentes, recibió de su marido las ciudades de Silves y Faro, las villas de Aldeia Galega y Aldeia Gavinha, y la de Caldas, que fundó. Tuvo dos hijos con el rey Juan II, uno muerto al nacer y el otro Alfonso de Portugal (1475-1491), heredero del trono, muerto en un accidente de caballo. Reina viuda El rey Juan II tuvo con Ana Furtado de Mendonça, señora de la corte y dama de la infanta Juana la Beltraneja, un hijo bastardo, el duque de Aveiro y de Coímbra, Jorge de Lencastre. El rey intentó por todos los medios legitimar a ese hijo, lo que fue impedido por su esposa que habrá obligado al rey a adoptar como hijo y a designar como heredero del trono portugués a su hermano Manuel —el varón legítimo más próximo del rey—, que subiría al trono en 1495 después de la muerte de Juan II, como Manuel I de Portugal. Después de la coronación de su hermano, la reina se retiró al palacio de Enxabregas, dónde estableció su corte y continuó su trabajo de caridad. En este tiempo, fue la heredera forzosa al trono de Portugal, a pesar de negarse a ser jurada princesa por las cortes dada su falta de descendencia, pasando dicho honor a su sobrino Jaime I de Braganza, quien fue desplazado en la sucesión por el hijo de Manuel I, Miguel de la Paz; tras la muerte de este, y hasta el nacimiento del infante Juan, volvió a ser la heredera de su hermano, otra vez sin ser reconocida oficialmente. Falleció en el palacio de Enxabregas. Quiso ser sepultada en el Convento de la Madre de Dios, en campo raso, en un lugar de paso, para que todos la pisasen, gesto de humildad que conmovió a la nación. |
El titulo oficial: Biblia sacra hebraice, chaldaice, græce et latine, Philippi II Regis Catholici pietate et studio ad Sacrosanctæ Ecclesiæ usum, "La Santa Biblia, en hebreo, caldeo, griega y latina, de Felipe II del Rey Católico por piedad y devoción para el uso de la Santísima Iglesia" El destino de la primera edición. Se imprimieron 1200 Biblias de la Poliglota, con un costo de 300 florines cada uno. Se imprimieron 13 Biblias en vitela especialmente para la biblioteca real ; 129 libros con ocho volúmenes fueron entregados al rey como obsequios representativos. Se imprimieron 960 biblias en papel francés de Troyes ; 200 biblias - sobre papel fino de Lyon, formato francés. folio (50 × 65 cm); 30 biblias - en papel de folio imperial (50 × 33,8 cm); 10 biblias - folio imperial de papel fino italiano. Una copia separada del folio imperial con grabados y mapas artísticamente coloreados, encuadernados en cuero carmesí oscuro, fue entregado personalmente por Plantin a Arias Montano, como lo demuestra la dedicatoria. En total, según T. Dunkelgrün, se han conservado 458 ejemplares de la Políglota, incluidas 210 series completas, de las que al menos cinco están sobre pergamino (de las copias reales en España quedan 3 series completas). En el Musée Plantin-Moretus se exhiben tres biblias completos de Poliglota . Ediciones posteriores: Los textos de la Biblia Real se reprodujeron sin cambios en ediciones multilingües posteriores: la Políglota de Heidelberg de Buenaventura Bertram (1586-1599) y la Políglota de París (1628-1645) . Hay razones para creer que el texto de la Políglota también se usó en la preparación de la edición Sixto-Clementina de la Vulgata. En cualquier caso, a Michel de Montaigne, que visitó la Biblioteca del Vaticano en 1581, se le mostró una Políglota con una dedicatoria al Papa Gregorio del Rey Felipe. Los Misioneros: los jesuitas presentaron un conjunto (incompleto, en 7 volúmenes) de la Biblia Real en 1580 al padishah indio Akbar y utilizó material científico para debatir entre hindúes y musulmanes, como atestigua Antonio Monserrate. Aparentemente, el estilo de los grabados de Poliglota influyó hasta cierto punto en el arte de la corte de los grandes mogoles. La Políglota de Amberes fue uno de los obsequios presentados por Matteo Ricci al emperador chino en agosto de 1604, y el hecho de que fuera rescatada de un naufragio el día de la Asunción de María fue aprovechada por los jesuitas para sermón. Tomos. Obra en ocho tomos, los cuatro primeros constituyen el Antiguo Testamento, el quinto el Nuevo Testamento y, los tres últimos tomos son el "Apparatus " o los libros complementarios de la edición. Volumen I: Biblia Sacra Hebraice, Chaldaice, Graece et Latine: Sacrorum Bibliorum tomus primus. Este volumen contiene el Pentateuco . En este volumen y en los otros tres que contienen el Antiguo Testamento se presentan a doble página las diferentes versiones, la versión en lengua hebrea, la Vulgata, la traducción latina de la Septuaginta griega, y la Septuaginta misma, formando cuatro columnas, dos para cada página; y en la parte inferior, al pie de la página izquierda, la perífrasis caldea del Targum de Onkelos y otros, ya la derecha, la traducción de este al latín. Volumen II; Biblia Sacra Hebraice, Chaldaice, Graece et Latine: Sacrorum Bibliorum tomus secundus. Este volumen contiene los libros históricos Esdras , Nehemías y Ester . Volumen III: Biblia Sacra Hebraice, Chaldaice, Graece et Latine: Sacrorum Bibliorum tomus tertius. En este volumen hay libros de historia reciente, el Libro deuterocanónico de Tobías , Sabiduría y Eclesiástico , y libros sapienciales . En este volumen hay disparidad en las versiones utilizadas, y la segunda parte de Ezra está solo en latín; Tobías , Judit , Sabiduría y Eclesiástico, en la Septuaginta, su traducción latina y la Vulgata; Nehemías y la primera parte de Esdras en hebreo, la Septuaginta, su traducción al latín y la Vulgata; y el resto sigue el patrón general. Volumen IV: Biblia Sacra Hebraice, Chaldaice, Graece et Latine: Sacrorum Bibliorum tomus quartus. En este volumen se encuentran los libros proféticos , con el Libro deuterocanónico de Baruch y el primer y segundo libro de los Macabeos . Todos los libros siguen el esquema general excepto Macabeos y Baruc, donde utiliza únicamente la Septuaginta, su traducción al latín y la Vulgata; el Libro de Daniel , donde faltan la perífrasis caldea y su traducción. Volumen V: Tes kaines Diathekes hapanta = Nouum Iesu Christi D.N. Testamentum: Sacrorum Bibliorum tomus quintus. Este volumen contiene el Nuevo Testamento. El texto bíblico también se presenta a doble página a cuatro columnas, en este caso, en siríaco con su carácter, su traducción latina de Guy Lefèvre de La Boderie , la Vulgata y el texto griego, y al pie de página, el siríaco. versión en caracteres hebreos, dentro de la primera , segunda y tercera carta de San Juan , la Carta de Judá y el Apocalipsis, donde solo se utilizan el texto griego y la Vulgata. Volumen VI:Este volumen integra y amplía de los cinco anteriores, y consta de dos libros: contiene el texto griego del Nuevo Testamento interlineado con una traducción literal al latín de Arias Montano en interlineado y la Vulgata; y en segundo lugar, el Antiguo Testamento hebreo con la traducción literal interlineada de Sante Pagnini revisada por Arias Montano y otros colaboradores.
Volumen VII: Este volumen incluye una serie de gramáticas y diccionarios de lenguas bíblicas, y consta de siete libros:
Volume VIII: El último tomo, escrito casi exclusivamente por Arias Montano, consta de varios tratados exegéticos y se refiere a las instituciones de la Biblia de Israel.
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Frans van Ravelingen, que latinizó su nombre como Franciscus Raphelengius (Lannoy, 27 de febrero de 1539-Leiden, 20 de julio de 1597), fue un humanista, erudito, impresor y editor flamenco activo en Amberes y más tarde en Leiden, en cuya universidad impartió en sus últimos años clases de hebreo. Nacido en Lannoy, localidad del Condado de Flandes actualmente francesa, estudió en Gante y Núremberg antes de ingresar en el Collège de France en París, especializándose en lenguas clásicas y hebreo. En su juventud enseñó griego y latín en la Universidad de Cambridge. De vuelta a Flandes, en Amberes entró en contacto con Cristóbal Plantino que le dio trabajo como corrector de pruebas de su imprenta y casó con su hija Marguerite. El matrimonio, celebrado el 23 de junio de 1565, tendría seis hijos. Trabajando para Plantino tomó parte en los preparativos de la Biblia regia o Biblia políglota de Amberes (1568-1572) como corrector y redactor de uno de los libros del tomo VIII sobre la lengua caldea. Asentado en Amberes y convertido en uno de los puntales de la Oficina Plantiniana junto a Jan Moretus —casado con Martina, la segunda hija de Plantino—, entró en 1575 en la guilda de San Lucas, gremio de los oficios artísticos, como impresor. Al año siguiente, con ayuda de su suegro, instaló una librería próxima a la catedral –gestionada por Marguerite– y Plantino, como prototipógrafo regio, le firmó una certificación en la que lo definía como erudito políglota, lo que le serviría para obtener la ciudadanía de Amberes el 10 de febrero de 1576. Tras la marcha de Plantino de Amberes para instalar una imprenta en Leiden (1583-1585), Raphelengius se hará cargo de la dirección de la imprenta amberina en difíciles momentos. Más tarde, al volver Plantino a Amberes, le cedió la imprenta de Leiden mediante contrato firmado el 26 de noviembre de 1585 y el 3 de marzo del año siguiente Raphelengius le sucedió también como impresor de la universidad. Para entonces Raphelengius ya se había manifestado abiertamente calvinista y publicado libros contra de la Monarquía Hispánica. Su vinculación con la universidad de Leiden se hizo más estrecha cuando el 20 de junio de 1586 fue nombrado lector de hebreo y más tarde, en febrero de 1587, profesor de lenguas. Durante sus años al frente de la imprenta publicó 118 obras de gran calidad, haciendo uso en muchas de ellas de caracteres tipográficos orientales (árabes, etíopes y hebreos). En la ilustración de las obras contó como grabador con Jodocus Hondius. Entre los libros por él editados cabe mencionar De Beghinselen der Weeghconst de Simon Stevin, Expeditio in Indias Occidentales annus MDXXXV, de Francis Drake; las Decem tragoediæ de Séneca, editadas por el propio Raphelengius junto con Justus Lipsius, y de este también las Epistolarum centuriae duae; o la Institutio linguae syrae, de Kaspar Waser y Andreas Masius. Sebastian Münster —escrito también en alemán como Sebastian Muenster— (Nieder-Ingelheim, 20 de enero de 1488-Basilea, 26 de mayo de 1552), fue un prolífico cosmógrafo y hebraísta alemán. |
Idiomas bíblicas.
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Las lenguas bíblicas o lenguas orientales que conciernen a la Biblia son: el arameo, el hebreo y el griego helenístico. Todo el Antiguo Testamento (AT) está escrito en hebreo, menos algunas pequeñas secciones que están en arameo (Libro de Jeremías 10:11, Libro de Daniel 2,4-7, 28; Esdras 4,8-6,18; 7, 12-26) y algunos libros de la versión griega de los LXX (Libro de Tobías, Libro de Judit, Sabiduría, Sirácida, Libro de Baruc, Libros de los Macabeos) pero no presentes en el Tanaj; estos últimos libros, llamados "deuterocanónicos" y recogidos en el canon católico, están excluidos del canon hebreo y de la Biblia protestante. El Nuevo Testamento (NT) está escrito en griego llamado koiné (común), la lengua hablada. |
Hebreo Bíblico.
El idioma hebreo es una lengua semítica de la familia afroasiática hablada principalmente, escrita y leída en Israel y por las comunidades de la diáspora judía. Desde la Antigüedad, el hebreo es la lengua escrita, litúrgica y de oración empleada por el judaísmo, donde funciona como lengua sacra; consecuentemente allí se la denomina לשון הקודש (lashón ha-Kódesh, ‘lengua de lo sagrado’). Según la tradición judía, el hebreo habría sido la lengua escogida por Dios para transmitir su mensaje a la humanidad, por eso sus hipocorísticos A pesar de no haber sido hablada permanentemente a lo largo de sus más de tres milenios de existencia, el hebreo se mantiene como un importante elemento común y de cohesión en lo que concierne a las diferentes comunidades judías alrededor del mundo. Dado que el hebreo antiguo fue usado durante un lapso de casi catorce siglos en ese período la lengua sufrió cambios por lo que el hebreo más antiguo difiere en ciertos aspectos del hebreo más tardío, una periodificación aproximada del antiguo hebreo es la siguiente:
El hebreo dejó de hablarse alrededor del siglo iv, aunque siguió utilizándose en la literatura y, sobre todo, en la liturgia y con propósitos académicos. En Palestina fue sustituido como lengua hablada principalmente por el arameo. En cuanto a la diáspora judía, sus lenguas comunes han sido históricamente sobre todo dos: el yídish entre los judíos llamados asquenazíes (centro y este de Europa) y el ladino o judeoespañol entre los llamados sefardíes, procedentes de la península ibérica. El judaísmo tiene el hebreo como la lengua de oración y litúrgica. Su tradición incluso indica que Dios transmitió su mensaje al ser humano en este mismo idioma. Con respecto al alfabeto hebreo, es correcto afirmar que pertenece al conjunto fenicio, del mismo modo que el siriaco y el árabe. Su desarrollo tuvo lugar en el siglo III a.C., y desde aquel entonces no ha atravesado muchos cambios. A grandes rasgos, podemos decir que se compone de veintidós letras, la cantidad más pequeña de todos los alfabetos utilizados en el Mediterráneo. Así como el siriaco y el árabe, la escritura en hebreo se realiza hacia la izquierda. En la lengua hebrea podemos distinguir dos sistemas gráficos: la cursiva y el cuadrado. La primera se usa en la escritura a mano, aunque también aparece en diversos anuncios, letreros y carteles en la vía pública o en revistas. El segundo tiene formas más angulares, y de ahí deriva su nombre. Si bien ambas se originaron de la misma raíz, no alcanza estudiar la cuadrada para entender la cursiva. En la actualidad, la pronunciación del hebreo se parece bastante a la fonética del yídish, una variante del alemán que las comunidades asquenazíes usan desde el siglo XV en el oriente de Europa. Por esta razón, las letras de su alfabeto tienen sonidos más aproximados a los del alemán que a los fonemas hebreos que les dieron origen; esto no es así en el caso de los judíos de cultura árabe, los llamados mizrajíes. Curiosamente, aunque la Academia Hebrea mantenga la pronunciación oriental como la más correcta, es la menos usada hoy en día. Evolución histórica El hebreo cambió con el paso del tiempo. La lengua del libro de las Crónicas, por ejemplo, es diferente del de Reyes. El arameo se convirtió en la lengua dominante en la región Siro-Palestina e influyó al hebreo y, finalmente, lo desplazó en algunas áreas. Nehemías 13.24 se queja de que algunos niños de matrimonios mixtos ya no podrían hablar la lengua de Judá sino que hablaban "la lengua de Ashdod". Es posible que esto se refiera no a un vestigio de la lengua filistea (aunque esto es algo que no debe ser descartado) sino al arameo. La lengua del Eclesiastés difiere marcadamente de la de los textos del preexilio, y las peculiaridades lingüísticas del Cantar de los Cantares son con frecuencia atribuidas a una fecha tardía. Alguna gente, sin embargo, podría todavía escribir en el estilo primitivo, como se puede ver en el juicio de Jesús ben Sirá, escrito alrededor del 180 a. C. y en el parcial escrito de Qumrán. Con todo, tales ensayos de composición en hebreo clásico fueron intentos de arcaización. El prólogo a la traducción griega de Sirach también contiene el uso primitivo del término hebreo para la lengua del antiguo Israel. La escritura rabínica de los primeros siglos de la era común usa una forma del hebreo que es usualmente conocida como hebreo misnaico (de la colección de tratados legales conocida como Misná, de ca. 200). Fue entonces generalmente creído que esta lengua nunca había sido usada por la gente común sino que fue una lengua erudita creada bajo la influencia del arameo. Ahora es generalmente reconocido que los rabís no confeccionaron una lengua erudita sino que usaron una forma del hebreo que se desarrolló en los últimos siglos a. C. Esta conclusión emerge desde un estudio de la naturaleza de la lengua y de las referencias en los textos rabínicos hasta su uso por la gente ordinaria, y este uso vernáculo sin duda deja entrever su presencia en el trasfondo de los rollos Copper de Qumrán y en algunas cartas de la Segunda Revuelta Judía (132-135). Aunque el hebreo se usó en Judá en el primer siglo como vernáculo, también se hablaron el arameo y el griego, y hay evidencias de que el arameo fue dominante al norte de Galilea. Jesús vino de Galilea y, probablemente, habló arameo. Algunas de sus palabras citadas en los Evangelios están en arameo, aunque algunas (tales como "*abba" y "ephphatta") puedan ser tanto hebreo como arameo. No es improbable que también hablase hebreo, especialmente en sus visitas a Judea. Algunos estudios (ver enlaces externos) indican que lo más probable es que Jesús hablara hebreo con "acento de Galilea". Varios versículos en el Nuevo Testamento parecen, a primera vista, referirse a la lengua hebrea, y la palabra griega traducida como Hebreo (hebraisti) se refiere a esa lengua en Apocalipsis 9,11; 10,16. Pero también se usan del arameo palabras tales como Gabbatha en Golgotha en Juan 19,13-17 y ello, probablemente, denota una lengua semítica (distinta del griego) hablada por los judíos, incluyendo tanto al hebreo como al arameo, más que referirse al hebreo en distinción del arameo. Igualmente, la expresión aramea Akeldema se dice en Hechos 1.19 en "su lengua", o sea, la lengua de la gente de Jerusalén. Algún tiempo después de la Segunda Revuelta Judía, el hebreo murió como lengua vernácula en Palestina, probablemente a finales del siglo ii o iii. Sin embargo, siguió siendo usada por los judíos como una lengua religiosa, erudita y literaria, y también es hablado en ciertas circunstancias. Fue revivida como vernácula solo a finales del siglo xix, y hoy es la lengua viva del Estado de Israel. |
Griego helenístico.
La lengua koiné (en griego ἡ κοινὴ γλῶσσα hē koinḕ glṓssa, 'lengua común', o, más frecuentemente, ἡ κοινὴ διάλεκτος hē koinē diálektos, 'habla común')1 fue una variedad de la lengua griega utilizada en el mundo helenístico, es decir, en el periodo subsiguiente a las conquistas de Alejandro Magno. A esta lengua también se le ha llamado a veces griego helenístico. Historia Esta lengua conforma una unión territorial importante, ya que podía ser utilizada en lugares tan dispares que abarcan desde Roma hasta Egipto, e incluso algunos enclaves en India, conviviendo con lenguas autóctonas como el arameo en Siria, el copto en Egipto o con el latín, esta última la lengua de los militares y funcionarios en Occidente. En la koiné, el ático constituye el elemento base, con ciertas influencias de otros elementos como el jónico en la forma y construcción de la frase. Se distinguen distintos tipos, entre ellos la koiné egipcia, conocida gracias a los papiros de la Biblia de los Setenta y la koiné literaria, en escritores como Polibio. También es la lengua del Nuevo Testamento, con una importante aportación de préstamos léxicos de las lenguas semíticas, el arameo y el hebreo, básicamente. El griego del Nuevo Testamento El griego del Nuevo Testamento es esencialmente griego koiné, no obstante suele ser considerado como variedad independiente por la importante influencia que tienen el arameo y el hebreo, las lenguas maternas de sus escritores[cita requerida], en la sintaxis y en léxico; así como por la incorporación de neologismos cristianos. Para entender adecuadamente esta influencia hay que tener en cuenta que la lengua vehicular de la parte oriental del imperio Romano era el griego y por tanto ésta fue la elegida por los judíos cristianos para su predicación tanto a los paganos como a los judíos de la diáspora en Grecia, Egipto y otros territorios orientales del Imperio. Otra gran influencia en la redacción del Nuevo Testamento es la Biblia de los Setenta, la traducción griega del Antiguo Testamento del siglo III a. C., tanto por su importancia en el griego empleado como por su presencia a través de citas. Características del griego koiné del Nuevo Testamento son el predominio de la coordinación sobre la subordinación; era una escritura corrida, sin separación entre vocablos, no se hacía diferencia entre letras mayúsculas ni minúsculas ni se usaban signos de puntuación. Otras características eran la repetición de partículas como καί, δέ, ίδού dando al estilo sencillez, soltura y en ocasiones monotonía y empleo de locuciones, modismos y figuras de dicción al modo semítico. En el léxico se introducen nuevas palabras como: αββα (padre), πάσχα (pascua) y algunas palabras griegas adoptan un nuevo significado: δόξα (gloria), δύναμις (milagro),5 αμαρτία (pecado). |
El arameo es una lengua semita, relacionada con el árabe y bastante similar a éste, pero más arcaica. Se formó hace unos 3.000 años y fue el idioma de comercio y literatura de todo Oriente Próximo a inicios de la era cristiana. Como tal era el idioma hablado – supuestamente – por Jesucristo y sus apóstoles. Gran parte del talmud judío está escrito en arameo. Hoy, el arameo tiene alrededor de medio millón de hablantes. Es la lengua materna de una importante parte de los cristianos de Iraq y se habla también entre cristianos del noreste de Siria y el sureste de Turquía. Su uso está difundido tanto entre los fieles de la Iglesia Caldea como entre los de la Iglesia Asiria y en menor medida entre los mandeos, aunque en esta comunidad tiene sobre todo uso litúrgico y ha sido reemplazado en gran parte por el árabe en el uso cotidiano. En las comunidades mandeas del suroeste de Irán aun se emplea de forma frecuente. Otra variante del arameo se habla en tres pequeñas comunidades en Siria occidental — la más conocida es la aldea de Maalula al noroeste de Damasco, las otras dos, vecinas, son Sarja y Yubaa’din— donde lo utilizan tanto cristianos como musulmanes. Finalmente, en dos pueblos del norte de Israel hay intentos de revivir el idioma entre los cristianos que sólo lo conocen como lengua litúrgica; no está claro si se usa directamente el arameo clásico de la Iglesia Maronita o una variante moderna. Probablemente, el arameo superara el medio millón de hablantes en Iraq en los años ochenta, cifra que debido a la emigración se redujo, especialmente a partir de la invasión estadounidense de 2003. Desde 1991, las comunidades caldeas y asirias en la región autónoma del Kurdistán iraquí han creado colegios e institutos en los que toda la enseñanza, tanto primaria como secundaria, se realiza en arameo; existen numerosos libros, revistas, publicaciones científicas y culturales en arameo, así que televisiones que emiten en este idioma. La mayor parte de las iniciativas culturales arameas se basa en el barrio cristiano Ankawa de Erbil. Alfabeto. El arameo se escribe con el alfabeto siriaco; quienes no dominan este alfabeto a veces recurren al alfabeto árabe para transcribir el arameo fonéticamente. Esta práctica se conoce como ‘garshuni’ (aunque esta palabra se refería antiguamente —hace un milenio— a textos árabes escritos con caracteres siriacos). El arameo del talmud está escrito con caracteres hebreos. Variantes El idioma arameo tiene dos variantes principales. En los pueblos alrededor de Damasco se habla el arameo occidental, mientras que todos los dialectos del noreste de Siria e Iraq forman parte del arameo oriental. Incluso se observan variaciones de pronunciación entre los fieles de la Iglesia Caldea y los de la Iglesia Asiria en Iraq. La variante empleada por los mandeos se conoce también como ‘neomandeo’. El habla arameo del sur de Turquía, alrededor de Tur Abdin en la provincia de Mardin, y el noreste de Siria, alrededor de la ciudad de Qamishli, también se conoce como turoyo o surayt. A veces se clasifica como «arameo central», pero dentro del bloque oriental. El arameo es la lengua litúrgica de varias Iglesias orientales y la Iglesia Asiria, además de ser el idioma del libro santo de los mandeos. Como tal existe una enorme literatura teológica en arameo, concretamente en una variante clásica, conocida como siriaco. El arameo de los libros sagrados judíos, como el talmud, corresponde a una versión más arcaica de la misma lengua. El arameo bíblico Unos pocos capítulos de los libros de Esdras (capítulos 4:8 a 6:18; 7:12-26) y Daniel (capítulos 2:4 a 7:28), un versículo de Jeremías (capítulo 10:11) y una palabra en el Génesis (capítulo 31:47)* no fueron escritos en hebreo antiguo sino en arameo. El arameo se parece al hebreo más o menos en la misma forma como el castellano se parece al portugués. Con todo, las diferencias entre el arameo y el hebreo no son dialectales, y se consideran como dos idiomas separados. ———————— * “Y lo llamó Labán, Jegar Sahaduta; y lo llamó Jacob, Galaad.” (Génesis 31:47). Ambos nombres, uno arameo y el otro hebreo, tienen prácticamente el mismo significado, “montón del testimonio”. El que las más remotas inscripciones aramaicas no bíblicas conocidas no se remonten al tiempo de Jacob, sino a un período posterior, no prueba que no existiera el arameo en el siglo XVII AC. La más antigua evidencia fuera de la Biblia de la existencia de un idioma tal consiste en ciertas palabras arameas encontradas en las tablillas cuneiformes alfabéticas de la antigua Ugarit de Siria, que datan del siglo XV AC. En consecuencia, nuestra Biblia contiene las más antiguas palabras arameas auténticas que se conozcan. Cada uno de los dos hombres le dio a ese recordativo un nombre en su propio idioma, con idéntico significado. Puesto que la región más tarde llegó a ser posesión de Israel, se le aplicó el nombre hebreo Galaad. Esto incluye no sólo las inmediaciones del monte Galaad mismo sino toda la región montañosa al este del Jordán entre los ríos Yarmuk y Jaboc. El siríaco. (ܣܘܪܝܝܐ suryāyā), también llamado asirio o caldeo, es un conjunto de dialectos del arameo, un idioma semítico hablado en Oriente Medio; el cual, alguna vez, durante su apogeo, se habló en la mayor parte del Creciente Fértil. El arameo ha existido al menos desde el siglo xii a. C. y ha evolucionado con el correr de todos estos siglos; mientras que el siriaco hizo su aparición durante el período helenístico y no tuvo una escritura propia, sino alrededor del siglo i d. C., en que se creó la escritura siríaca, la cual proviene del alfabeto arameo. El siríaco clásico llegó a ser la principal lengua literaria del Medio Oriente desde el siglo iv d. C. hasta el viii d. C., así como un vehículo de transmisión cultural y religiosa del cristianismo ortodoxo sirio, difundiéndose a través de Asia hasta lugares tan lejanos como las costas malabares de la India y el oriente de China. E, incluso, también llegó a servir a árabes y persas (aunque en menor medida para estos últimos) como medio de comunicación y diseminación cultural. Al tiempo que el idioma clásico de Edesa se preservaba en una vasta colección literaria. Siendo principalmente un medio de expresión del cristianismo, el siriaco tuvo una fundamental influencia cultural y literaria en el desarrollo de la lengua árabe, la cual lo reemplazaría hacia el fin del siglo viii. En la actualidad, el siriaco sigue siendo el idioma litúrgico para los cristianos sirios. De un modo general, el término siríaco se utiliza para referirse a todo el arameo clásico de la antigüedad tardía; pero, más específicamente, se refiere a la lengua clásica de Edesa, que se convirtió en el idioma litúrgico de la Iglesia Siria Oriental. Difusión El siriaco fue originalmente un dialecto arameo del norte de Mesopotamia; el cual, en su forma actual, se ha desarrollado bajo la influencia del cristianismo. Antes de que el árabe se convirtiera en la lengua dominante, el siriaco era un idioma importante entre las comunidades cristianas del Oriente Medio, Asia Central y Kerala (India). A comienzos del siglo xxi, los dialectos siriacos son hablados por aproximadamente 400.000 personas muy dispersas geográficamente; sin embargo, se encuentran localizadas principalmente en el sureste de Turquía y en el norte de Irak, así como en pequeñas comunidades de Líbano, Siria, Irán, Armenia, Georgia y Azerbaiyán, donde se hablan frecuentemente con una marcada influencia de las lenguas locales dominantes. El siglo xx vio la aparición de ideologías nacionalistas, en ocasiones intolerantes, que perjudicaron enormemente a las comunidades de habla aramea. De hecho, debido a problemas políticos y religiosos inherentes al Medio Oriente, el uso de la lengua siríaca, ya de por sí reducido, ha retrocedido fuertemente. La emigración masiva que ha afectado a los cristianos orientales ha causado que se encuentren, desde hace algunas décadas, comunidades de habla siriaca en América del Norte y Sur, así como en Europa. Evolución La evolución del siriaco puede agruparse en tres fases distintas: Siriaco antiguo — El idioma del Reino de Osroena. Siriaco medio — «Literario», se subdivide en: Siriaco medio occidental — Lengua literaria y eclesiástica de los cristianos sirios y maronitas. Siriaco medio oriental — Lengua literaria y eclesiástica de los cristianos caldeos y asirios. Siriaco moderno — Grupo de dialectos arameos que persisten hasta nuestros días con reminiscencias de la lengua clásica. Orígenes El siriaco comenzó como un dialecto sin escritura del antiguo arameo en el Septentrión mesopotámico. La primera evidencia que tenemos de tales dialectos es su influencia en el arameo imperial escrito a partir del siglo v a. C. Tras la conquista de Siria y Mesopotamia por Alejandro Magno, el siríaco y otros dialectos arameos empezaron a escribirse en reacción al helenismo; aun cuando, después de la introducción del griego, el arameo se mantuvo como lengua de intercambio. La ortografía siriaca se adoptó de la del arameo arsácida. En 132 a. C., el Reino de Osroena se fundó en la ciudad de Edesa y se adoptó el siríaco, el dialecto arameo local, como lengua oficial del reino. Todavía los sirios consideran Edesa como la cuna de su lengua. Como idioma oficial, al siríaco se le dotó de una relativa uniformidad en su forma, estilo y gramática, de la cual carecían otros antiguos dialectos arameos orientales, siendo la norma de Edesa la prevaleciente. Y, con la aparición del cristianismo, substituyó al arameo imperial a principios de nuestra era como versión estandarizada del arameo, difundiéndose por el antiguo Medio Oriente. Se conocen aproximadamente 80 inscripciones que corresponden al siríaco antiguo y datan del i al iii d. C. El ejemplo más temprano de lo que ya puede considerarse siríaco, más que arameo imperial, se encuentra en una inscripción del año 6 d. C. y el pergamino más antiguo que se haya encontrado en siríaco se trata de la escritura de una venta realizada en año 243 d. C. Ninguno de estos dos escritos es de temática religiosa cristiana. El siríaco literario En el siglo iii, las iglesias de Edesa comenzaron a usar el siríaco como lengua litúrgica. Hay evidencia de que su adopción, en su condición de lengua vulgar, fue con un propósito misionero. Circunstancialmente, por aquel tiempo, un magno esfuerzo literario se llevaba a cabo en la producción de una traducción autorizada al siríaco de la Biblia (la Peshitta). Aun así, fue a partir del siglo siguiente que floreció una rica literatura siriaca; siendo su edad de oro, pues se afirmó como la más extraordinaria de entre las letras arameas. Efrén el Sirio, prolífero autor cristiano y doctor de la Iglesia, fue una de las figuras más representativas de esta época, ya que produjo la más valiosa colección de poesía y teología siríaca. En aquel tiempo, la literatura siriaca se compuso de una gran cantidad de obras versadas en Poesía, Prosa, Teología, Liturgia, Himnodia, Historia, Filosofía, Ciencia, Medicina e Historia Natural. Además, se tradujeron numerosos textos griegos al siríaco por autores como Sergio de Reshaina. Por su parte, la generalización del uso de la Peshitta favoreció la expansión del siríaco paralelamente al cristianismo, de modo que las ediciones críticas o traducciones modernas siríacas no son más que una sombra de lo que fueron en el pasado. La Biblia siríaca o Peshitta Una de las más antiguas versiones conocidas del Nuevo Testamento está escrita en siríaco y es parte de la Biblia conocida como siríaca (Peshittô o Peshitta en siríaco), actualmente en uso en ciertas iglesias orientales. Fue traducida a partir de la versión griega escrita en koiné, la más antigua que se haya conocido. Sin embargo, existe una controversia en relación al idioma original del Nuevo Testamento, ya que algunos especialistas piensan que la versión griega proviene de la traducción de textos siríaco-arameos anteriores a ella; mientras que la mayoría sostiene que la primera versión escrita del Nuevo Testamento fue directamente redactada en griego, recordando que, incluso en la versión griega, aparecen frases arameas esparcidas en el texto, particularmente aquellas pronunciadas por Jesús que fueron conservadas en la versión original por razones religiosas. También es cierto que Jesús predicó en la lengua popular de los judíos, que era el arameo de Judea. Junto con el hebreo, el griego y el latín, el siríaco y el arameo son las lenguas más emblemáticas de la Cristiandad. |
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