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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

domingo, 12 de agosto de 2012

106.-El collar de la paloma.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti;  Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán;

El collar de la paloma o Tawq al-hamāma es una obra en prosa del siglo XI escrita en lengua árabe por Ibn Hazm. Se trata de un libro de reflexiones sobre la verdadera esencia del amor intentando descubrir lo que tiene de común e inmutable a través de los siglos y las civilizaciones de influencia neoplatónica, que fue llamado "amor udrí", incluyendo detalles autobiográficos y documentales. Constituye también un diwan, o antología poética de tema amoroso, pues está empedrado de composiciones elegantes y refinadas. Se exponen en ella diversos aspectos de la experiencia amorosa, por lo que constituye un testimonio de primera mano de la vivencia del amor en al-Ándalus durante el gobierno de la dinastía omeya. Fue escrito en Játiva hacia 1023.



Título

En la obra no hay ninguna mención de ninguna paloma. El título refleja la costumbre en las letras árabes del momento de crear títulos bonitos, ornatos, más bien decorados de la obra que descripciones de ella. Otro ejemplo andaluz, traducido al español por el mismo traductor que El collar (Emilio García Gómez), es El libro de las banderas de los campeones, en el cual no hay ni campeones ni banderas; es una antología poética. Se trata de superlativos: la paloma es bonita, pero su collar es lo que le embellece, así que belleza es máxima. Lo mismo con las banderas: las banderas de los campeones serían las mejores banderas, las más hermosas.

EL COLLAR DE LA PALOMA (Frumento)

SOBRE LAS SEÑALES DEL AMOR

Tiene el amor señales que persigue el hombre avisado y que puede llegar a descubrir un observador inteligente. 

Es la primera de todas, la insistencia de la mirada, porque es el ojo puerta abierta del alma, que deja ver sus interioridades, revela su intimidad y delata sus secretos. Así, verás que cuando mira el amante, no pestañea y que muda su mirada adonde el amado se muda, re retira adonde él se retira, y se inclina adonde él se inclina, como hace el camaleón con el sol…….. Otra señal es la sorpresa y ansiedad que se pintan en el rostro del amante cuando impensadamente ve a quien ama o éste aparece de súbito, así como el azoramiento que se apodera de él cuando ve a alguien que se parece a su amado, o cuando oye nombrar a éste de repente. Sobre esto he dicho en un poema: 
Cuando mis ojos ve a alguien vestido de rojo, 
mi corazón se rompe y desgarra de pena. 
¡Es que ella con su mirada hiere y desangra a los hombres
y pienso que el vestido está empapado y empurpurado con esa sangre! 
Otras señales e indicios de amor, patentes para el que tenga ojos en la cara, son: la animación excesiva y desmesurada; el estar muy juntos donde hay mucho espacio; el forcejear por cualquier cosa que haya cogido uno de los dos; el hacerse frecuentes guiños furtivos; la tendencia a apretarse el uno contra el otro; el cogerse intencionadamente la mano mientras hablan; el acariciarse los miembros visibles, donde sea hacedero, y el beber lo que quedó en el vaso del amado, escogiendo el lugar mismo donde posó sus labios…

Otras señales de amor son: la afición a la soledad; la preferencia por el retiro, y la extenuación del cuerpo, cuando no hay en él fiebre ni dolor que le impida ir de un lado para otro ni moverse. El modo de andar es un indicio que no miente y una prueba que no falla de la languidez latente en el alma. 

El insomnio es otro de los accidentes de los amantes. Los poetas han sido profusos en describirlo; suelen decir que son los “apacentadores de estrellas”, y se lamentan de lo larga que es la noche. Acerca de este asunto yo he dicho, hablando de la guarda del secreto de amor y de cómo trasparece por ciertas señales: 


Las nubes han tomado lecciones de mis ojos
y todo lo anegan en lluvia pertinaz, 
que esta noche, por tu culpa, llora conmigo
y viene a distraerme en mi insomnio
. Si las tinieblas no hubieren de acabar
hasta que se cerraran mis párpados en el sueño, 
no habría manera de llegar a ver el día, 
y el desvelo aumentaría por instantes. 
Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes
a la mirada de los ojos humanos, 
son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía, 
y que tampoco es visible más que en hipótesis……. 
El llanto es otra señal de amor; pero en esto no todas las personas son iguales. Hay quien tiene prontas las lágrimas y caudalosas las pupilas: sus ojos le responden y su llanto se le presenta en cuanto quiere. Hay; en cambio, quien tiene los ojos secos y faltos de lágrimas. 

Pero, con arreglo a la opinión general de las gentes de que el llanto es prueba de amor, tengo también una qasida que compuse antes de llegar a la pubertad y que comienza así: 
Indicio del pesar son el fuego que abrasa el corazón
y las lágrimas que se derraman y corren por las mejillas, 
aunque el amante cele el secreto de su pecho, 
las lágrimas de sus ojos lo publican y lo declaran. 
Cuando los párpados dejan fluir sus fuentes, 
es que en el corazón hay un doloroso tormento de amor…... 
Una vez, en Almería, estaba yo de visita sentado en corro, en la tienda de Ismail ib Yunus, el médico judío, que era ducho en el arte fisiognómica y muy perito en ella, cuando Muxahid Ibn Al Husayn Al Qaysi le dijo, señalando a un hombre, llamado Hatim Abu Al Baqa’, que pasaba frente a nosotros:
 “¿Qué dices de ese?” 
Ismail lo miró un momento y luego dijo:
 “Que es un enamorado” “Acertaste, dijo Muxahid; pero ¿cómo lo sabes?” “No más, contestó, que por la excesiva abstracción que lleva pintada en el semblante, para no hablar de sus otros ademanes. He deducido que se trata de un enamorado, sin que haya lugar a dudas.”.

Pero, ¿cómo ha llegado «el collar» hasta nuestros días?

 No se conocen referencias directas a la repercusión de la propia obra en un Al Ándalus cuyos territorios pugnaban también por convertirse en el referente cultural, y en los que Ibn Hazm fue recibido con agrado o castigado y expulsado, según la inclinación del gobernante de turno. Pero sí abundan las citas de cronistas posteriores a esta risala, por lo que puede intuirse que no pocas copias pasaron por manos de sabios y estudiosos durante los siglos posteriores y más allá de las fronteras de Al Ándalus.
En 1645, el orientalista Levinus Warner, fue enviado como cónsul neerlandés al Estambul otomano. Amante de la literatura árabe y aprovechando la permisividad de las autoridades locales, dedicó sus veinte años de estancia en Turquía a recopilar toda suerte de manuscritos de bibliotecas, colecciones particulares y pergamineros, hasta superar el millar. Tras su muerte, acaecida en 1665, la vasta colección sería donada a la Universidad de Leiden según su última voluntad. Entre los innumerables legajos, había un pequeño manuscrito fechado en 1338, y titulado Tawq al-hamama wa-zill al-gamama (El collar de la paloma y la sombra de la nube).
Conviene aclarar que apenas se conservan manuscritos redactados en vida de sus autores, y mucho menos de su puño y letra. La mayoría de las obras andalusíes conocidas en nuestros días resultaron del esfuerzo de esmerados y anónimos copistas que, a través de los siglos, permitieron que su contenido no sólo se difundiera, sino que también sobreviviera al deterioro, a las guerras, al saqueo, al fuego o incluso al olvido.
 Pero esta continua replicación cuenta con una desventaja, y es que muchos de los copistas «editaron» (inconsciente o intencionadamente) los textos originales, omitiendo partes e insertando erratas. Así, sabemos por las fuentes documentales, que El collar de la paloma y la sombra de la nube, tal como fue concebida por Ibn Hazm, contaba con trescientas páginas, frente a las ciento cuarenta del manuscrito de la Universidad de Leiden. Por si hubiera lugar a dudas, el propio copista del siglo XIV aclara en una de las anotaciones que él mismo ha resumido el texto que habría tomado de referencia.
Aún habrían de transcurrir casi dos siglos para que un joven estudiante de doctorado llamado Reinhart Pieter Anne Dozy se topara en los fondos de su universidad —Leiden— con la obra de Ibn Hazm, de la que acabaría realizando la primera traducción. Dozy se convertiría en uno de los arabistas más célebres de y en el primer gran referente en el estudio de la historia de Al Ándalus.
La belleza única y el nítido recuerdo que evocan las páginas de El collar de la paloma hace que este sea un libro «vivo» en el sentido más amplio de la palabra. Y es casi cosa de los genios que, mil años después, podamos seguir disfrutándolo pues, como asegura el propio Ibn Hazm en su prólogo, milagro es que un ánimo como el mío haya siquiera podido acordarse de algo, conservar alguna huella y evocar el pasado, después de lo ocurrido y de lo que me cayó encima.

  

Ibn Ḥazm: Abū Muḥammad ‘Alī b. Aḥmad b. Sa‘īd. Abenhazam de Córdoba. Córdoba, 994 – Montija (Huelva), 1064. Filósofo, historiador de la teología y del derecho, escritor.

Hijo de un alto funcionario de la Corte omeya cordobesa, fue visir del breve reinado del califa ‘Abd al-Ramḥān V al-Mustazḥir. Pero tras la caída del califato y las consiguientes luchas por el poder, dado que fue un convencido y tenaz defensor de los omeyas y de la institución califal, fue encarcelado y luego expulsado de Córdoba, huyendo a Almería y a Játiva, donde escribió en 1022 El Collar de la Paloma. Al final, cansado de las luchas políticas y de su polémica defensa del ẓāhirismo (una de las cinco escuelas jurídicas del islam), se retiró a su casa en Montija, Huelva, donde murió.
Fue un hombre de saber enciclopédico y su fuente principal en filosofía es el neoplatonismo y la lógica aristotélica. Conocía muy bien las ciencias, la teología y el derecho de su tiempo y el alto nivel que lograron en al-Andalus.
Sin llegar a la concordancia entre filosofía y religión de otros autores, defiende el valor de la ciencia y la razón como preparación para la fe, puesto que por medio de la filosofía se puede llegar a demostrar la existencia de un solo Dios, que es Creador y que es Perfecto. El resto de las verdades respecto a Dios nos las da la revelación.

Por este motivo, pone un especial cuidado en hacer una clara clasificación de las ciencias, enfocadas de modo práctico para el hombre religioso. Omite por ello la economía, por encontrarla contraria al espíritu del islam, la política por incluirla en la teología y la moral porque es una parte de la medicina del alma. De este modo, las ciencias se dividen en: Saberes particulares de cada pueblo: Teología (Sagrada Escritura, Derecho, Ciencia de las Tradiciones, Teología), Historia, Filología (Gramática, Lexicografía); Saberes generales de todos los hombres: Matemáticas (Aritmética, Geometría, Agrimensura), Medicina (del alma o ética y del cuerpo), Astronomía, Filosofía, la cual, a su vez, se divide en Física (Mineralogía, Botánica, Zoología) y Racional (Natural-Física, Divina-Metafísica); Ciencias mixtas: Poética (Crítica literaria, Preceptiva), Retórica, Interpretación de sueños.

La magna obra titulada Kitāb al-fiṣal wa-l-nihāl (Libro de las soluciones divinas [acerca de las religiones, sectas y escuelas]), traducida por Asín Palacios en cinco volúmenes en 1927-1932 con el título de Abenhazam de Córdoba y su Historia Crítica de las ideas religiosas, es, sin duda, el primer tratado de historia comparada de las religiones escrito en idioma alguno. En ella demuestra sus amplios conocimientos de todas las religiones, que analiza y compara, expone las distintas actitudes religiosas que puede tener el hombre, desde el escéptico y el ateo hasta el teólogo más estricto, pasando por el simple creyente. Por supuesto, da especial importancia a las religiones del libro (judaísmo, cristianismo), que han recibido una especial revelación de Dios que culmina en el islam.

Mención especial merece su obra Ţawq al-ḥamāma (El collar de la paloma). Ibn Ḥazm se adhiere a la corriente literaria y estética de los Banū ‘Uḏra o “Hijos de la Virginidad”, de Bagdad a la cual se unieron diversos literatos aristócratas de Córdoba capitaneados primero por Ibn Šuhayd y luego por el propio Ibn Ḥazm. Se trataba de una forma de concebir la belleza, el amor, la literatura de una manera sumamente exquisita, en la que mezclaban Platón, neoplatonismo y estoicismo. Ibn Ḥazm parte de la base, siguiendo a Platón interpretado por Ibn Dawūd, en su Kitāb al-zahra (Libro de la flor), de que las almas están predispuestas antes del nacimiento a unirse como si fueran medias esferas. Luego, al encontrarse en este mundo y partiendo del principio de que el alma es bella y busca la belleza, al percibir la belleza interior de esas medias esferas a través de la belleza corporal, surge el amor. Un amor que si es verdadero es eterno. El amor que se queda en la belleza puramente física es el amor carnal, que no tiene para él ningún valor. El libro es de una exquisitez ejemplar y puede ponerse al lado de los libros sobre el fenómeno amoroso más importantes de la literatura y compararse al dolce stil nuovo italiano. Hay que subrayar, asimismo, la influencia que tuvo en diversos autores como el arcipreste de Hita y su Libro del buen amor, así como en la Gaya Ciencia de Guillermo IX de Aquitania y en el mundo de los trovadores.
Otra obra a destacar de Ibn Ḥazm es Kitāb al-ajlāq wa-l-siyar (Libro de los caracteres y la conducta). En él expone las normas de conducta y del buen hacer moral, muy impregnado de estoicismo y de moral platónica e islámica, y vuelve al tema del amor, haciendo matizaciones de una gran sutileza psicológica.

Un tema abordado por Ibn Ḥazm es el del origen del lenguaje. Según él, hay cuatro teorías que lo explican. Una, que fue creado por Dios, según se dice en el Corán, tomándolo también del Génesis, II, 19-20. Segunda, por convención humana, lo cual tiene la dificultad de que no se explica cuándo se produjo la convención y cómo sería la situación de los hombres antes de inventar el lenguaje, ya que sin éste no es posible la existencia y coexistencia humanas. Tercera, por instinto natural, teoría que se contradice por la multiplicidad de las lenguas. Cuarta, por las condiciones geográficas, algo imposible pues lugares similares darían lenguas similares, lo cual no es verdad. En consecuencia, Ibn Ḥazm suscribe la primera teoría, la de que Dios enseñó la primera lengua hablada. Lo que no se sabe es cuál sería esta lengua. Dios enseñó la primera lengua a Adán y luego se fue diferenciando con el tiempo y según las gentes. 
No hay una lengua superior a otra ni más sagrada que otra, pues Dios se ha ido revelando en la Biblia, Evangelio y Corán en distintas lenguas. Lo único que dice Ibn Ḥazm es que el árabe, el siríaco y el hebreo proceden de un tronco común, del cual se separaron por diferenciación progresiva. Esta tesis la apoya en sus observaciones sobre el árabe andalusí, pues éste era distinto en el Valle de los Pedroches y en Córdoba, los cuales, a su vez, son distintos del norteafricano y del árabe oriental.
El historiador al-Marrākušī, (siglos XII-XIII), ciento cincuenta años después, en su Historia de los almohades, le llama “el más célebre de todos los sabios de al-Andalus”. Y de hecho, su influencia fue profunda tanto en el mundo musulmán (por ejemplo en al-Gazzālī) como en el cristiano.

Obras de ~: Kitāb al-fiṣal wa-l-nihāl (Libro de las soluciones divinas [acerca de las religiones, sectas y escuelas]), El Cairo, al-maktaba al-adabīya, 1899-1900, 5 ts. (trad. esp. de M. Asín Palacios, Abenhazam de Córdoba y su Historia crítica de las ideas religiosas, Madrid, Real Academia de la Historia, 1931, 5 vols.); Ţawq al-ḥamāma (El collar de la paloma), ed. de D. K. Petrof, Leiden, Brill, 1914, (trad. esp. de E. García Gómez, Madrid, Alianza, 1952); Kitāb al-ajlāq wa-l-siyar (Libro de los caracteres y la conducta), ed. de ‘I. ‘Abbās, Rasā’il Ibn Ḥazm al-Andalusī, vol. I, Beirut, 1980, págs. 333-415 (trad. esp. de M. Asín Palacios, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1916); Kitāb al-ihkām li-uṣūl al-aḥkām (Libro de los principios de los fundamentos jurídicos), ed. de ‘I. ‘Abbās, Beirut, Dār al-Afāq al-Ŷadīda, 1980, 8 vols.; Risāla fī faḍl al-Andalus (Tratado sobre la excelencia de al-Andalus [con mención de sus sabios]), en ‘I. ‘Abbās (ed.), Rasā’il Ibn Ḥazm al-Andalusī, vol. II, op. cit., págs. 171-188 [trad. fr. de Ch. Pellat, “Ibn Ḥazm, bibliographe et apologiste de l’Espagne musulmane”, en Al-Andalus, Madrid, 19 (1954), págs. 53-102]; Faṣl fī ma‘rufāt al-nafs bi gayrihā wa ŷahalhā bi-dātihā (Artículo acerca del conocimiento que tiene el alma de las cosas diferentes de ella y de la ignorancia que tiene de sí misma), en ‘I. ‘Abbās (ed.), Rasā’il Ibn Ḥazm al-Andalusī, vol. I, op. cit. págs. 443-446 [trad. esp. de J. Lomba, en Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid, XXIX (1997), págs. 139-161]; Risāla al-tawqī ‘alà sāri‘ al-naŷāḥ bi bi-ijtiṣār al-ṭarīq (Tratado sobre la puesta al corriente sobre la senda de la salvación abreviando el camino), en ‘I. ‘Abbās (ed.), Rasā’il Ibn Ḥazm al-Andalusī, vol. III, op. cit., págs. 131-140; Risāla fī alam al-mawt wa-ibṭāli-hi (Tratado sobre el dolor de la muerte e invalidación de esta idea), en ‘I. ‘Abbās (ed.), Rasā’il Ibn Ḥazm al-Andalusī, vol. IV, op. cit., págs. 359-360; Kitāb fī marātib al-‘ulūm (Libro sobre la clasificación de las ciencias), ed. de A. Šahwān, Dayr al-Zūr, 1999; [reseña de sus 142 obras conocidas], en Enciclopedia de la cultura andalusí, t. III, Almería, Fundación Ibn Tufayl, 2004, págs. 403-442.

Bibl.: M. Asín Palacios, “La théologie dogmatique d’Abenhazam de Cordoue”, en Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques (París), 19 (1930), págs. 51-62; Ch. Pellat, “Ibn Ḥazm bibliographe et apologiste”, en Al‑Andulus, 19 (1954), págs. 53‑102; R. Arnaldez, Grammaire et théologie chez Ibn Ḥazm de Cordoue, Paris, Vrin, 1956; M. Cruz Hernández, “La justificación de la monarquía según Ibn Ḥazm de Córdoba”, en Boletín del Seminario de Derecho Político (Salamanca), 1959; M. Cruz Hernández, “El neoplatonismo de Ibn Ḥazm de Córdoba”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (MEAH) (Granada), 10 (1962), págs. 121-128; J. Lomba, “La beauté objective chez Ibn Ḥazm”, en Cahiers de civilisation Médiévale (Poitiers), 7 (1964), págs. 1-18 y 161-178; S. Gómez Nogales, “Teoría y clasificación de las ciencias según Ibn Ḥazm”, en Miscelánea de estudios árabes y hebraicos, Granada, págs. 14-15 (1965-1966), págs. 49-73; J. Lomba, “Ibn Ḥazm o el misterio de la belleza”, y D. Urvoy, “La perception imaginative chez Ibn Ḥazm”, en MEAH, 38 (1989-1990), págs. 117-139 y 359-366, respect.; J. M. Puerta Vilchez, Historia del pensamiento estético árabe, Madrid, Akal, 1997, págs. 474-548; R. Ramón Guerrero, “La lógica en Córdoba. El libro Al-Taqrīb li-ḥadd al-manṭiq de Ibn Ḥazm”, en Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos (Madrid), 29 (1997), págs. 163-180; J. Lomba, “Belleza y amor en el pensamiento de Ibn Ḥazm”, en Filosofía medieval árabe en España, Madrid, Fundación Fernando Rielo, 2000, págs. 43-68; J. M. Puerta Vilchez y R. Ramón Guerrero, “Ibn Ḥazm, Abū Muḥammad”, en Enciclopedia de la cultura andalusí, t. III, op. cit., págs. 392-443; C. Adang, M. Fierro y S. Schmidtke (eds.), Ibn Ḥazm of Cordoba: the life and works of a controversial thinker, Leiden, Brill, 2013.




Itsukushima Shrine.


  

IL Blasone in Sicilia.




























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