Música en las cortes del Antiguo Régimen: Enrique VIII, compositor.
Enrique VIII gozó de una esmerada educación y tuvo un gusto artístico exquisito. Así, más allá de ejercer el mecenazgo sobre músicos como Willliam Cornysh, fue un buen tañedor de laúd y de diversos instrumentos de tecla, reunió una importante colección de instrumentos y compuso al menos 33 obras musicales, en muchos casos de tema amoroso. Estas composiciones, junto con otras de autores como Robert Fayrfax, se conservan en el Henry VIII’s book. Enrique VIII fue un verdadero príncipe renacentista. Fue educado en los clásicos, y habló y escribió en varios idiomas con fluidez, incluido el latín. Estudió filosofía y religión, y con frecuencia tuvo debates acalorados con los pensadores de la época. En su juventud fue un auténtico atleta y era experto en las artes de la guerra. Escribió prosa y poesía. Pero su verdadera pasión siempre fue la música. Biografía. Enrique VIII es uno de los personajes históricos más conocido, incluso para un público poco conocedor de los entresijos de la historia. Su peculiar vida, en especial su agitada vida amorosa, con seis matrimonios a sus espaldas, ha sido ampliamente difundida en la literatura, en el cine y en la televisión. Pero probablemente un aspecto menos conocido de este colorido personaje, fue su habilidad como músico y compositor. Nacido en 1491, Enrique recibió una excelente educación por parte de los tutores más destacados de la época. Sagudino, el embajador de Venecia, le describe así: “Habla francés, inglés y latín, y un poco de italiano, toca bien el laúd y el clavicordio, canta leyendo de libro, tensa el arco con más fuerza que cualquier hombre de Inglaterra y justa de maravilla”. Pronto desarrolló un amor, que sería de por vida, por escuchar, interpretar y componer música. Era muy respetado como músico y era un cantante muy competente. Consiguió reunir en torno a él a muchos de los mejores músicos y compositores, que se sintieron atraídos por este centro de cultura musical, algunos provenientes de otras partes de Europa. En el apogeo de esta comunidad musical, Enrique tenía casi cien músicos y compositores a su entera disposición. Estaban muy organizados, turnándose para proporcionarle al Rey una banda sonora casi constante en su día a día. Todo este despliegue entretendría su apetito aparentemente insaciable por la música. Compositor. Lo más fascinante era su capacidad compositiva. Escribió muchas piezas musicales, aunque lamentablemente parte de ellas se han perdido, incluyendo muchas de sus misas y canciones. Un testimonio de su capacidad como compositor es la popularidad con que disfrutaron algunas de sus piezas, que se extendió desde su corte, a través del reino hasta llegar al continente. Y no solo en vida. Algunas de sus canciones han pasado de generación en generación y aún hoy son conocidas e interpretadas frecuentemente. Una extraordinaria colección de su música se conserva hoy en la British Library de Londres; El llamado “Cancionero de Enrique VIII”. Este libro contiene más de 100 composiciones, 33 de las cuales fueron escritas por el propio Rey. Este manuscrito nos brinda una visión sorprendente del compositor en su progresión como tal, y nos lleva desde sus primeros trabajos de juventud, a sus composiciones extremadamente maduras y complejas de adulto. En esta colección se encuentra el mayor “éxito” de Enrique, una canción escrita en 1509 poco después de su coronación, titulada “Pastime with Good Company”. Tan popular fue esta melodía tan pegadiza, que se popularizó fuera de la corte y se difundió rápidamente, convirtiéndose en un éxito nacional. La gente lo cantaba en las calles y en las tabernas y en poco tiempo viajó al resto de Europa. También soportó el paso del tiempo, transmitiéndose oralmente a las generaciones posteriores. La canción también ha sido objeto de numerosas versiones contemporáneas en los últimos tiempos. Renombrada como “Past Times with Good Company”, se incluyó en el segundo álbum del grupo Blackmore´s Night. Esta banda fue creada a finales de los años noventa por el guitarrista Ritchie Blackmore, miembro que fue de Deep Purple y Rainbow. Dicho grupo practica un folk rock de inspiración renacentista y medieval. La canción también fue interpretada por la banda Jethro Tull, fruto sin duda del enorme interés que siempre demostró su líder Ian Anderson en el folk inglés. Esta canción aparece en la remasterización realizada en 2004 del álbum de 1979 “Stormwatch”. En este caso, la canción se conoce como “King Henry’s Madrigal”. |
Texto original en inglés medio. Passetyme with gude companye, I love, and shall until I dye. Gruch who wyll, but none deny, So God be pleeyd, thus lyfe wyll I. For my pastaunce: Hunt, syng, and daunce, My hert ys sett! All gudely sport, Fore my comfort, Who shall me lett? Youth wyll have nedes dalyaunce, Of gude or yll some pastaunce, Companye me thynketh them best, All thouts and fansyes to dygest. For ydleness, Ys chef mastres Of vyces all: Than who can say, But myrth and play Ys best of all? Companye with honeste, Ys vertu, vyce to flee. Companye ys gude or yll, But ev'ry man hath hys frewylle. The best ensyue, The worst eschew, My mynd shall be: Vertue to use, Vyce to refuse, Thus shall use me! Texto del ingles moderno. Pastime with good company I love, and shall until I die. Grudge who likes, but none deny, So God be pleased, thus live will I. For my pastance, hunt, sing, and dance, my heart is set All goodly sport, for my comfort, who shall me let? Youth must have some dalliance, of good or ill some pastance. Company methinks then best, all thoughts and fancies to digest. For idleness, is chief mistress of vices all. Then who can say but mirth and play is best of all? Company with honesty, is virtue, vices to flee. Company is good and ill, but every man has his free will. The best ensue, the worst eschew, my mind shall be virtue to use, vice to refuse, thus shall I use me. Español Pasar el tiempo en buena compañía lo quiero y lo haré hasta que muera. Que me envidie quien quiera, pero nadie niegue. Si a Dios le place, así viviré yo. Para mi diversión canto, cazo y bailo. Mi corazón está dispuesto. Todas placenteras diversiones para mi bienestar, ¿quién lo impedirá? La juventud debe ir unida a pasatiempos buenos y malos. En compañía parece mejor para superar malos pensamientos y fantasías. Pues la ociosidad es la madre de todos los vicios. Entonces, ¿quién puede decir que la alegría y el juego no son lo mejor de todo? Una honesta compañía es virtud que el vicio aleja. La compañía es buena y mala pero todo hombre tiene libre albedrío. Sigue el bien, evita el mal. Mi mente me dicta: Practicar la virtud, rechazar el vicio. A eso me aplicaré. |
La educación musical de Enrique VIII se debió en parte a que, siendo el hijo menor de Enrique VII, estaba destinado a la Iglesia. Su interés y habilidad en el arte musical quedan ampliamente demostrados por los numerosos testimonios de sus contemporáneos. El cronista de la época Edward Hall narra que el joven rey, durante su primera gira por el sur de Inglaterra en el verano de 1510, “pasaba el tiempo cantando y bailando, en armas, en deportes y justas caballerescas, y tocando flautas dulces y traveseras y espinetas”. Desde su ascenso al trono en 1509 (Arturo, su hermano mayor, había muerto en 1502), la música ocuparía un lugar prominente en la vida de la corte, en los encuentros con jefes de Estado, y en las procesiones, las comidas, los torneos, las mascaradas, las danzas y los efectos escénicos. Así, desde sus primeros actos públicos, como el banquete de su coronación, hubo un escenario en el que se encontraban niños cantores e instrumentistas, y se dice que en julio de 1517 escuchó durante cuatro horas seguidas la ejecución al órgano de Dionisio Memo, organista de San Marcos de Venecia, y en mayo del mismo año hizo escuchar a la corte a un joven que tocaba el laúd mejor que cualquiera. Durante la Edad Media, los ministriles de las cámaras reales eran generalmente iletrados, lo que también sucedió en un principio en la corte de Enrique, pero pronto el rey reclutó una nueva generación de músicos cultos: la familia flamenca van Wilder –Matthew, Philip y Peter–, que llegó a Inglaterra hacia 1515. Philip van Wilder fue elevado al rango de gentilhombre de la Cámara del Rey y pronto se convirtió en confidente del monarca. A lo largo de su vida, Enrique hizo crecer el conjunto musical real por lo que el número de instrumentos aumentó considerablemente, aunque estaban dispersos por todos sus palacios. Por los inventarios de 1542 y 1547, es claro que cuidaba con esmero su colección. En los listados aparecen varios instrumentos de teclado (órganos, regales, virginales, clavicordios), instrumentos de cuerdas rasgueadas (laúdes, cítaras, arpas), instrumentos de arco (violas, violines, fiddles), de aliento (dulciones, cromornos, cornetos, gaitas, racketts y cornamusas) e instrumentos suaves (flautas de pico y flautas traveseras). |
El Manuscrito Enrique VIII nunca estuvo en poder del monarca, su compilación debió ser obra de alguien cercano a él. Contiene 34 canciones compuestas por Enrique, además de obras de compositores como los ya mencionados Cornysh y Fayrfax, a los que se agregaron Robert Cowper (1465-1539), Thomas Farthing (†1520), John Lloyd (1475-1523) y músicos extranjeros como Heinrich Isaac (1450-1517), Jacobus Barbireau (1455-1491) y Loyset Compère (1445-1518). Se ha sugerido que sir Henry Guildford, maestro de caballería y administrador de la casa real, fue el dueño original. Probablemente en 1520 se realizó una copia de la colección como testimonio del variado y animado quehacer musical en la corte de Enrique. Algunas piezas pueden estar relacionadas con eventos de la época, como el nacimiento, en 1511, de Enrique, duque de Cornualles, hijo del rey Enrique VIII y de su primera esposa Catalina de Aragón, o la invasión a Francia en 1513; otras provienen de la tradición de la chansonborgoñona, cánones enigmáticos, canciones inglesas para varias voces y piezas instrumentales sumamente elaboradas. Las canciones reflejan los intereses caballerescos del monarca, así como el equilibrio que mantenía entre los pasatiempos juveniles y el buen gobierno. Los entretenimientos eran frecuentes y suntuosos. Un relato de las celebraciones del 1º de mayo de 1515 en Greenwich describe la vida musical de la siguiente manera: “En el bosque había enramadas en forma de arcos, árboles en los que se colocaban deliberadamente aves canoras que cantaban con mucha dulzura. En una de esas enramadas se colocaban carros triunfales que contenían a los cantantes y músicos que tocaban el órgano, el laúd y las flautas durante el servicio del banquete”. Los músicos y cantantes también tocaban durante el viaje de dos millas de regreso a Londres. Probablemente, algunas de las canciones de Enrique fueron escritas para tales entretenimientos, y muchas de sus piezas instrumentales fueron arregladas para interpretarse como acompañamiento en escenificaciones teatrales. Dichas obras se encuentran entre la música inglesa más antigua para varias partes de instrumentos solos, lo que da pauta para reconocer el estatus elevado de los músicos. El conjunto de tres violas, por entonces en boga, se introdujo en la corte para alternar con grupos de flautas de pico y cuerdas rasgueadas. La agilidad vocal y amplitud de registro de algunas piezas hace pensar que en la capilla actuaron cantantes profesionales. La canción Though Sum Saith that Yough Rulyth Me posee el texto más personalizado de todos, con las invocaciones de Enrique a una juventud honesta y al amor dentro del matrimonio. Esta singular pieza tiene la firma del rey: “Así habla el octavo Enrique”. |
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