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sábado, 15 de junio de 2013

148.-El materialismo y el marxismo.-a

Materialismo.

  

Carlos Marx
anllela camila hormazabal moya

(Etim. De material.) m. Doctrina de algunos filósofos antiguos y modernos, que consiste en admitir como única substancia la materia, negando, en su consecuencia, la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana, así como la causa primera y las leves metafísicas.

Filosofía.

 Es el sistema que admite la existencia sólo de lo material. Para su inteligencia y la aplicación del calificativo de materialista a diferentes autores, conviene distinguir en la idea dominante del materialismo dos elementos, uno negativo y afirmativo el otro. El negativo es el predominante, y consiste en rechazar todo lo suprasensible e inmaterial. El afirmativo consiste en la tesis que se establezca de la naturaleza de cuanto exista, después de puesta la limitación de que no es espiritual. En esto último habrá gran diversidad entre los filósofos de la escuela materialista, pues entran en él las cuestiones referentes a la constitución de la materia, cuestiones que tampoco resuelven con unanimidad los filósofos no materialistas. Y aun muchos de éstos dan en tales problemas la misma resolución que los materialistas. Por esto, el punto de vista para la determinación de si un filósofo es o no materialista, no es la explicación que dé acerca de la naturaleza de la materia, sino la negación acerca la existencia de un algo superior a esto que vulgarmente se designa como materia, sea cual fuere la resolución que se dé acerca de los constitutivos de la última.
Sólo así se puede precisar algo acerca de las filosofías que merecen el dictado de materialistas. Entre los antiguos la más celebrada como tal es la de Demócrito y Leucipo, fundadores del sistema atomístico. Pero el materialismo suyo consiste, no en que sean atomistas, sino en que, habiendo dado como explicación de la materia la existencia de átomos, vacío y movimiento, cuando pasan a la explicación del alma humana, no ven en sus últimos constitutivos sino unos átomos que son, en el fondo, de la misma naturaleza que los de los cuerpos. Lo peculiar de estos átomos es que son ígneos, y especialmente movibles, pero los mismos átomos pueden subsistir sin estar constituyendo el alma. Además, están éstos dotados de conocimiento, pero esto no añade nada a lo dicho, supuesto su sistema acerca del conocimiento, ya que éste viene reducido a puro movimiento de la misma naturaleza que lo que vulgarmente se entiende con esta palabra. Y aun parece, que, según estos filósofos, cualquier clase de átomos ha de ser capaz de producir el conocimiento, con tal que por su forma los átomos puedan producir movimientos suficientemente veloces.
 Para más fácil explicación de esta especial velocidad de los movimientos de los átomos que constituyen el alma humana, establecen que éstos son de forma esférica, y sutilísimos, de manera que son como incorpóreos, lo que afirman empero generalmente del fuego. Existe, pues, en Demócrito y Leucipo el materialismo en toda su propiedad; es decir, en cuanto no sólo niega el espíritu, sino que en su lugar afirma una materia de que da una explicación bajando hasta sus últimos elementos. Lo mismo hicieron, repitiendo mucho de lo dicho por Demócrito, pero concretando y transformando la teoría acerca de la íntima constitución de la materia, Epicuro y Lucrecio; y el sistema de estos autores es lo que se llama por antonomasia el materialismo; por lo que Lange en su famosa historia del mismo sistema, comienza por explicar la doctrina de Demócrito como la del primer materialista.
Con tanta más razón que el materialismo que aplica Demócrito al alma humana, no lo corrige en modo alguno tratando de la divinidad, antes bien, en cuanto admite seres superiores que llama dioses, no los admite sino suponiéndolos materiales, y el Dios, único o en el sentido propio de la palabra no lo admite, quedando todo reducido en su filosofía a átomos y movimiento material. Los estoicos, aunque usaron mucho el nombre de espíritu para indicar el alma humana o la divinidad de hecho fueron continuadores de Demócrito; porque tomaban la palabra en un sentido etimológico suponiendo al alma y a la divinidad estrictamente corpóreas.
Del materialismo parcial de otros autores antiguos, no se puede precisar nada, así sobre si admitía Anaxágoras la espiritualidad del entendimiento humano o era en esto materialista, que acerca de Dios no hay duda que reconocía la espiritualidad, existen entre los críticos modernos tres opiniones: la primera admite que fue en esto materialista: la segunda que era también aquí espiritualista, y la tercera que quiso ser espiritualista pero no supo, habiendo de hecho dado una explicación materialista. Y es probable que esto último sucede a muchos de los más antiguos filósofos de la Grecia, pues por algo se dice que Anaxágoras fue el primer espiritualista de aquella filosofía. Por lo demás, entre los epicúreos y los estoicos, se conservó siempre aquella dificultad primitiva de levantarse a una concepción sintética del universo en que no se afirmase sólo materia, y así sostuvieron el estricto materialismo.
La escuela de Sócrates, Platón y Aristóteles, con la gran reputación de estos filósofos, ha hecho que la filosofía griega no pueda llamarse materialista, antes figure en la historia con la aureola de un espiritualismo que la doctrina católica no tuvo inconveniente en adoptar en gran parte, sea lo que fuere de la cuestión hoy aun dudosa, y que ya san Gregorio Nazianceno fallaba en contra de Aristóteles, de si éste hizo o no material el entendimiento humano. Mucho más difícil aún es de precisar lo que hay acerca del materialismo en la filosofía de la India. Pero más que filosófico el materialismo se ha de llamar allí vulgar, a la manera que entre los que por sus creencias [951] profesan el espiritualismo, no es raro que se siga en la práctica el materialismo, en cuanto se vive como si no hubiese otro ideal que el del gusto de los sentidos. Así se ha profesado en el Asia, reduciéndose toda la felicidad a que aspira el humano linaje a la mera delectación sensual [V. Deussen, Allgemeine Geschichte der Philosophie, t. I, p. 3 (Leipzig, 1914), Die Carvaka's oder Materialismus].
Que si bien es el materialismo que afirma la identidad del alma con el cuerpo, insiste tan sólo en la negación de la inmortalidad atendiendo a las consecuencias prácticas. Este mismo materialismo se encuentra expresado en boca de los libertinos en la Escritura (V.Inmortalidad). Entre los escritores eclesiásticos ha sido acusado de materialismo Tertuliano, y como quiera que consta que erró en el dogma católico, es lógico que haya poco interés en defenderlo.
De él y de algunos otros filósofos se puede afirmar que en este punto hablaron con impropiedad de Dios o del alma humana atribuyéndoles cuerpo, por confundir en la práctica el uso de la palabra cuerpo con el de substancia o ser, pero se les aplicaría muy mal el nombre de materialistas, pues no identificaban el nombre de cuerpo con el de materia en el sentido ordinario de esta voz. Hobbes parece haber sido el primero en reproducir el materialismo y ateísmo de Demócrito, que por necesidad han de ir juntos, pues aplicó el atomismo a la explicación integral del universo. No cree en Dios porque no puede ser objeto de la ciencia cuantitativa, porque no es científico aquello a que no se puede añadir ni quitar nada. Pero disputa algunas veces no sin ventaja contra las exageraciones del espiritualismo de Descartes.
Con Hobbes se abrió la etapa del materialismo de los enciclopedistas, los cuales merecen este calificativo en cuanto sensualistas más o menos declarados, aunque ninguno de ellos, ni siquiera Diderot, formó para su uso un sistema de filosofía bien definido. Posteriormente fueron materialistas genuinos Strauss, Feuerbach, Marx, Schopenhauer, Stirner, Vogt, Moleschott, Buechner, &c... al estilo de los antiguos y de Hobbes, con la afirmación de la materia exclusiva, que en hombre piensa, de la misma manera que realiza en el mundo inorgánico, sus para ellos eternos movimientos locales.
La afirmación concreta de este materialismo ha quedado desacreditada en los últimos decenios, ora sea por la multitud de refutaciones hechas por los espiritualistas, ora por el mismo predominio que adquirió entre los hombres de ciencia fuera del catolicismo la filosofía kantiana con su escepticismo trascendental acerca de la substancia de las cosas. Porque se ha reconocido por todos los sabios que aquel materialismo suponía una metafísica con un elemento dogmático tan fuera de la esfera de los meros fenómenos como el espíritu superior a la materia. Por esto se ha formado una nueva escuela en que sin pasar a ser espiritualistas, dejan sus representantes de ser materialistas en el sentido completo de la palabra, porque omiten la afirmación de una materia universal, que lógicamente excluya el espíritu, mas en realidad también niegan este último. Taine es el representante más atildado de esta escuela, la cual cuenta en su seno una gran multitud de psicólogos contemporáneos.
En una biografía se podría prescindir de dar a Taine la denominación de materialista, siquiera por el buen gusto que tuvo de no quererla admitir; mas en un análisis de lo que es el materialismo en toda su extensión y rigor filosófico, por necesidad, se le encuentra envuelto en él. Porque la razón principal por que no quiso apropiarse este calificativo, fue porque juzgaba al materialismo ya pasado de moda o atrasado; porque para él no era más que el primer paso para entrar en la filosofía científica, paso que creía que ya estaba dado. No quería ser materialista porque el antiguo materialismo no se contentaba con la negación del espíritu, hipótesis también hecha en todas las páginas de la filosofía de Taine, mas se extendía aquél a substancia corpórea, fija, permanente y aun eterna y necesaria, como un vapor sutil, o un éter impalpable, o lo que sea, eso que llena todo el mundo, y que combinándose de varios modos constituye los diversos organismos. Mas según el sentido común y todos los adversarios del materialismo, no se halla la palabra materialismo reconocida en los diccionarios de todas las lenguas cultas, por lo que el sistema de un Demócrito, por ejemplo, contiene, de afirmativo, sino por aquella negación que forma parte esencial de la filosofía de Taine.
En efecto, el núcleo y como quinta esencia de su sistema, es que no hay en el hombre más que impresiones orgánicas y nada reconoce que trascienda la materia. La substancia mineral y sus fuerzas son para él los verdaderos poseedores y únicos amos del universo, y si tal vez por reminiscencias de célebres ideas de Pascal pondera un momento que el pensamiento lo resume todo, luego vuelve lógicamente a dejar el hombre oprimido bajo el peso de la materia, desapareciendo en su mentalidad puramente matemática ante la concepción más grandiosa que se forma del mundo de la materia. Lo que sucede a estos filósofos, materialistas contra su gusto, se reproduce en muchos físicos y matemáticos, que por falta de principios que se levanten sobre el limitado campo de sus investigaciones, cuando por natural instinto quieren abarcar en síntesis completas todo el universo, establecen como base hipótesis materialistas, que tampoco aceptarían propuestas con este nombre casi anticuado.
Como representante de este materialismo más científico hay que designar a Du Bois-Reynond. Igualmente frecuente es el materialismo entre los cultivadores de la fisiología, entre los que suele venir expresado con el nombre de mecanicismo. En su parte negativa y esencial el materialismo está en flagrante oposición con el dogma católico, pues como salta a la vista, el cristianismo es religión espiritualista, según prueban sus libros sagrados y toda su tradición.
En particular el concilio lateranense IV y el vaticano (sess. III, c. I) han declarado solemnemente que el hombre es un compuesto de substancia corporal y espiritual. Y también pugna contra el materialismo el dogma de la inmortalidad, entendido como se ha de entender, en el sentido de la perpetuidad de la persona humana, pues aunque el materialista da por supuesta la perpetuidad de toda la materia, pero nada en las perennes transformaciones de ésta, se parece ni de lejos a la vida futura del alma racional con el cuerpo resucitado de cada individuo predicada por el cristianismo.
Bibliogr. Es incalculable lo que se ha escrito en pro y en contra del materialismo de un siglo a esta parte. Cuanto a las refutaciones, baste advertir que todos los manuales de filosofía de autores católicos por necesidad contienen algo, y lo mismo sucede con muchos tratados teológicos. Al mismo tiempo muchos trabajos de propagandistas están consagrados a [952] esto. Merecen en este punto especial mención las obras de Gutberlet en Alemania.

Y determinando algo de entrambos campos, citaremos: 

Bergson, Matiere et Mémoire, 11 ed. (París, 1914): Bossu, Refutation du matérialisme (Lovaina, 1890); Buechner, Kraft und Stoff, ed. 15 (Berlín, 1898). L. Busse, Geist und Koerper, Seele und Leib (Leipzig, 1903); Courbet, Faillite du Matérialisme (París, 1899): Cournot,Materialisme, Vitalisme, Rationalisme (París, 1875): Dreher, Der Materialismus eine Verirrung des menschlichen Geistes (Berlín, 1892); Dressler, Der belebte und der imbelebte Stoff (Friburgo, 1883): Du Bois-Reynond, Ueber die Grenzen des Naturerkennens; Fernandes de Santanna, O Materialismo em Face da Sciencia (Lisboa, 1900); von Ed. Hartamann, Philosophie des Unbewussten, 3 t., ed. II (Leipzig, 1904); E. Haeckel, Systematische Philogenie, 3 t (Berlín, 1894-96); Gesammelte populaere Vortraege aus dem Gebiete der Entwicklungslehre (Bona, 1878-1879); P. Janet, Le Matérialisme contemporain en Allemagne (1864); A. Kann, Naturgeschichte der Moral und die Physik des Denkens(Viena, 1907); Lange, Geschichte des Materialismus, 2 t. (Leipzig, 1896); Ch. Letorneau, Science et Matérialisme (París, 1879); Lichnecker, Neue wissenschaftliche Lebenslehre der Weltalls (Leipzig, 1903); Martineau, Modern Materialism, 2 ed. (Londres, 1877); Ostwald, Ueberwindung des Wissenchaftlichen Materialismus, en Verhandlungen der Gesellchaft deutscher Naturforscher und Aerzte (Leipzig, 1895); P. Ribot, Spiritualisme et Matérialisme. Etude sur les limites de nos connaisances (París, 1887); F. D. Strauss, Der alte und neue Glaube (1872); H. Taine, De l’inteligence, que es el desarrollo de su tesis de doctorado, Les Sensations (París, 1867); Uexkuell,Der Kampf um die Tierseele (1903); Virchow, Ueber den vermeintlichen Materialismus der heutigen Naturwissenchaft. Rede in Stetting im Versammlungsbericht der Gesellschaft deutscher Naturforscher und Aerzte (Stettin, 1864); Vosen, El cristianismo y las impugnaciones de sus adversarios, trad, de la 5ª ed. alem. (Madrid, 1911); Ward, Naturalism and Agnosticism, Gifford lectures (2 ed., Londres, 1903).


Materialismo Histórico.

  

Sociología.

Friedrich Engels
anllela camila hormazabal moya

Con el nombre general de materialismo histórico se comprenden todas aquellas doctrinas que pretenden explicar el curso de la historia por causas materiales y económicas, afirmando que la estructura y la vida colectivas son determinadas, en primer término, por la estructura y la vida económicas de las sociedades.
Para Marx el factor económico primordial es la producción o, mejor dicho, su técnica, habiendo echado las bases de esta doctrina en el prólogo de su Crítica de la Economía Política. 
«El modo de producción de la vida material, dice, determina de una manera general, el proceso social, político y espiritual de la vida. La conciencia de los hombres no determina su forma social de vida, sino, por el contrario, esta forma social es la que determina y condiciona su conciencia. Cuando han adquirido un cierto grado de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad se encuentran en contradicción con las condiciones de producción existentes, o, si queremos emplear el término jurídico, con las condiciones de la propiedad, en medio de las cuales hasta entonces habían actuado. De excitantes y de coadyuvantes de las fuerzas productivas se han convertido en obstáculos.»
 «En este momento, continúa Marx, el mundo entra en la era de una revolución social. Con la modificación de las bases económicas, el colosal edificio social (las instituciones jurídicas y políticas, a las cuales corresponden determinadas formas de la conciencia social) evoluciona más o menos rápidamente... Una forma social sólo es destruida cuando han llegado a su pleno desarrollo todas las fuerzas productivas que puede contener, no reemplazando las nuevas relaciones de producción mientras sus condiciones materiales de existencia no aparezcan en el seno de la sociedad antigua.»

Carlos Marx aplica estos puntos de vista generales a sociedades determinadas «Los medios de producción y de cambio, afirma, que dieron nacimiento a la burguesía fueron elaborados en la sociedad feudal. En un determinado momento del desarrollo de estos medios de producción y de cambio, las relaciones de producción y de cambio de la sociedad feudal, la organización feudal de la agricultura y de la manufactura no correspondían ya a estas fuerzas productivas en vías de desarrollo incesante. Como constituían un obstáculo para la producción, debían desaparecer, y desaparecieron, ocupando su lugar la libre concurrencia con una organización social y política correspondiente. En nuestros días se realiza un proceso parecido. Las relaciones de producción y de cambio burgueses, las relaciones de propiedad y la sociedad burguesa moderna, que han multiplicado de una manera prodigiosa los medios de producción y de cambio, se parecen a la magia antigua, incapaz de dominar las fuerzas infernales que había evocado. La historia de la industria y del comercio de nuestros días no es más que la historia del conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de la producción modernas, y las relaciones de la propiedad, condiciones de existencia y de dominación de la burguesía
En la Miseria de la filosofía, Marx había ya afirmado que las relaciones sociales están íntimamente ligadas con las fuerzas productivas. Al desarrollarse nuevas fuerzas productivas, los hombres transforman su manera de producir, y al cambiar ésta, la forma de ganarse la vida, cambian, al propio tiempo, su relaciones sociales. El molino movido a brazo nos dará la sociedad regida por el señor feudal, y el molino a vapor la sociedad con el capitalista industrial.
Vemos, pues, que para Marx, el estado económico (la técnica de la producción, mientras que para Kvalewsky el hecho económico primordial es la población, y para de Greer la circulación económica) sirve de base y de soporte a toda la civilización, que es algo así como su eflorescencia suprema, dependiendo de aquél la ciencia, el arte, &c. Al comentar la doctrina marxista del materialismo histórico tal como la expuso Kelles-Krauz en el quinto congreso del Instituto Internacional de Sociología, Worms resume en los dos siguientes puntos sus tesis fundamentales:
a) de todos los factores propiamente sociales del desarrollo de la humanidad, el factor económico es el más importante, siendo él el que determina todos los demás: es la base y aquéllos la superestructura, el contenido o meollo, mientras los factores sociales en general son la forma o manifestación externa: y
b) en la organización económica lo más trascendental es la técnica de la producción, explicándose por ella, en último término, todo el movimiento de la vida social (V. Annales de l’Institut International de Sociologie, t. VIII pág,. 265, París, 1902).
Antiguo discípulo de Hegel y enamorado, por tanto, del poder evolutivo de la Idea, Marx abandonó, sin embargo, poco a poco sus antiguas tendencias, [953] apareciendo ya, aunque tímidamente, el materialismo en el opúsculo que con el título de Die heilige Familie, publicó en colaboración con Engels cuya dirección se acentuó en sus libros posteriores y constituyó fundamento sociológico de su sistema económico en la Crítica de la economía política y en El capital. En lugar del espíritu absoluto que en la doctrina hegeliana representa el motor de la Historia, Marx colocó la Naturaleza, y al espíritu nacional que para el filósofo alemán es la encarnación del espíritu absoluto y determina la religión, el arte, la ciencia, &c., substituyó Marx las relaciones económicas, las cuales constituyen el fundamento siempre cambiante de las formas ideológicas (V. Groppali, Le materialisme historique, en Annales citados, pág. 202).
Al intentar fundamentar Marx toda la marcha de la historia humana en los hechos económicos, en las condiciones económicas de la producción o en su técnica, se incluye en la escuela social monista o del hecho-motor único o dominante (V. Monismo. Sociología), que pretende construir lo heterogéneo con lo homogéneo, y hacer surgir distintas substancias de una sola, al lado de Compte (lo sería el mental), de Spencer (el biológico), Kidd (el religioso), &c. Como hace notar Labriola, en los tiempos de Marx la historiografía había ya llegado a la teoría de los factores históricos, es decir, a la concepción de que el proceso histórico es el efecto de toda una serie de fuerzas, que se llaman las condiciones físicas, las formaciones sociales, las instituciones políticas, las personalidades individuales, &c.
 El materialismo histórico va, sin embargo, más lejos, pues estudia las mutuas relaciones de estos factores, o más exactamente, los considera en su conjunto como integrando las partes de un proceso único. (V. Croce, Matérialisme historique et économie marxiste, pág. 19, París, 1901).
La doctrina del materialismo histórico formulada por Marx ha sido atenuada por sus discípulos [(véase, sin embargo, las exageraciones de que ha sido objeto en Loria (Aquiles)] y hasta por su colaborador Federico Engels. En dos cartas de los años 1890 y 1894, publicadas en 1895 en el Sozialitsche Akademiker, correspondiente al mes de Octubre, Engels enumera ciertas formas legales, teorías políticas, jurídicas y filosóficas, &c., como otros tantos factores influyentes en el curso de la historia y que no pocas veces lo determinan de una manera preponderante. Se trata, pues, de fuerzas innumerables que se entrecruzan sin cesar, de un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas(Kräfteparallelogramm) que engendran una resultante, el hecho histórico, el cual, a su vez, puede considerarse como el producto de un factor que obra como una actividad inconsciente y sin voluntad. Y esto porque lo que cada una de estas fuerzas quiere es impedido por las demás, siendo la resultante de su acción combinada algo que ninguna de ellas ha deseado.
 La evolución política, jurídica, filosófica, religiosa, literaria y artística, continúa Engels, tiene por base la evolución económica, pero todas ellas reaccionan entre sí y sobre la base económica. El materialismo histórico formulado por Engels no niega, pues, como la pura doctrina marxista y la de algunos de sus continuadores, como Loria, Brooks Adams (The law of civilisation and decay) y Patten The development of english thought), la influencia de los factores políticos e ideológicos, afirmando solamente el valor preponderante de la base económica. Bernstein va todavía más allá, y sostiene que las causas puramente económicas no hacen más que crear las predisposiciones necesarias para la adaptación de determinadas ideas, dependiendo de la cooperación de toda una serie de influencias la manera cómo se extenderán tales ideas y, la forma que adoptarán.
En la sociedad moderna se manifiestan en este punto dos corrientes. Por un lado, una comprensión cada vez más clara y profunda de las leyes de la evolución y especialmente de la evolución económica, y de esta mayor comprensión se deduce una más grande facilidad de dirigir aquella evolución económica. De la misma manera que el factor físico, el factor natural económico pasa, a medida que se comprende mejor su esencia, de señor que antes era, a servidor de los destinos humanos.
Teóricamente, continúa Bernstein, la sociedad se encuentra, con respecto a la fuerza de impulsión económica, mas libre que nunca, y sólo el antagonismo de intereses entre sus diversos elementos impide convertir en libertad práctica aquella libertad teórica. Sin embargo, el interés colectivo domina cada vez más el interés particular y proporcionalmente y por doquiera esto sucede, disminuye la acción inconsciente de los factores económicos.
 La evolución se realiza a cada momento más aprisa y de una manera más fácil. De esta manera los individuos y los pueblos substraen una parte siempre más importante de su existencia a la influencia de una necesidad contraria o independiente de su voluntad. Como indica de Greef, la teoría de Bernstein representa, una sensible atenuación de la doctrina marxista, a cuyo tenor el hombre está fatalmente sometido al factor económico; al conocer mejor la íntima naturaleza del indicado factor, la humanidad se libera paulatinamente de su tiranía y la somete al control de la voluntad (V. La sociologie économique, pilg. 133, París, 1901, y las observaciones de Kautsky en su libro Le marxisme et son critique Bernstein, págs. 13 y sigs., París, 1900).
De los economistas y sociólogos modernos son muy pocos los que aceptan la teoría del materialismo histórico en su sentido estricto, lo que Pareto llama la interpretación vulgar o popular de la doctrina marxista. En su libro Essais sur la conception matérialiste de l’histoire (París, 1902), Labriola indica que la reducción de toda la historia al factor económico debe considerarse como una idea barroca, afirmando que es preciso distinguir la interpretación económica de la concepción materialista de la historia.
En la primera comprende el sociólogo italiano las tentativas analíticas, que considerando separadamente de una parte las formas y las categorías económicas, y de otra, por ejemplo, el derecho, la legislación, la política y las costumbres, estudian acto continuo las influencias recíprocas de los distintos aspectos de la vida, tomándolos de una manera abstracta. Por la segunda comprende, por el contrario, la concepción orgánica de la historia, de la totalidad y de la unidad de la vida social, en la cual la misma economía se resuelve en el curso de un proceso, sirviendo en los diversos estadios morfológicos de substractum a todo lo demás. Ferri presenta la siguiente fórmula: las condiciones económicas, que son la resultante de las energías y de las aptitudes étnicas obrando en un medio telúrico determinado, son la base determinante de todas las manifestaciones morales, jurídicas, políticas de la vida humana, tanto social como individual (V. Socialisme et science positive,pág. 152, París, 1897). Otros autores, como Croce y Sorel, consideran la teoría marxista como un mero instrumento [954] de trabajo, un auxilio para la investigación.
 Engels presenta muchas veces el opúsculo que escribió Marx sobre el XVIII de Brumario, como un modelo perfecto de la aplicación del método, y el propio Kautsky lo considera también como el verdadero modelo de narración histórica hecha en el punto de vista marxista. Y en efecto, la ligera consideración del opúsculo antes citado convence plenamente, según Sorel, de que el fundador del llamado socialismo científico procuró conexionar sus explicaciones con las diferenciaciones económicas que revela el análisis de la sociedad civil, cosa que, por otra parte, no ofrecía la menor novedad, pues ya Proudhon, en su libro La révolution sociale démontrée par le coup d’Etat, había intentado hacer lo mismo al estudiar aquellos acontecimientos (V. Sorel, Les polémiques pour l’interpretation du marxisme, en Revue internationale de Sociologie, pág. 271, año 1900).
La sociología moderna busca los antecedentes y los precursores del materialismo histórico o interpretación económica de la historia en distintos autores, remontándose Plekhanoff hasta Helvetius y el barón de Holbach, pudiéndose sostener, con Pareto, que el mérito de Marx y de Engels consistió únicamente en afirmar de una manera explícita ciertos principios de los cuales hasta entonces se tenía una idea confusa, y en popularizar una determinada forma de considerar la historia que sólo conocían algunos hombres especializados (Les systèmes socialistes, t. II, pág. 391, París, 1902).
 Seligman menciona Harrington, que en su Oceana sostiene que la forma de gobierno depende de la manera de ser poseída y estar distribuida la tierra, y en el siglo XVIII Garnier (De la propriété dans ses rapports avec le droit politique, 1792), Dalrymple (An essay toward a general history of property in Great Britain, 1757), y Möser (Vorrede zur Ornabrückschen Geschichte, 1768), hicieron hincapié en la influencia de la propiedad sobre la política. De los precursores del siglo XIX deben mencionarse Fourier, Saint-Simon, Proudhon, Blane, Marr, Hess, Grün, Ricardo Malthus, Gonwin, Owen, y especialmente Rodbertus, Lasalle y al sociólogo americano Morgan, que en sus libros Ancient society y Systems of consanguinity and affinity of the human family, sostuvo la preponderante influencia de de los factores económicos en la vida social de los salvajes, sin conocer las publicaciones de Marx (V. Seligman, The economic interpretation of history, 2ª ed., págs. 50 y sigs., Nueva York, 1907).

La teoría marxista que consideramos, ha sido aplicada por algunos sociólogos al estudio de las instituciones primitivas.
En su libro Orígenes de la propiedad, de la familia y del Estado, Engels sostuvo que, según la teoría materialista de la historia, el principal factor de ésta es la producción y la reproducción de la vida misma, cuya producción y reproducción presenta dos aspectos: de una parte, la de las subsistencias y de los instrumentos de trabajo, y de otra, la de los mismos hombres, la continuidad de la especie. Las instituciones sociales de una época y de un país determinados dependen de estas dos clases de producción, del grado de desarrollo del trabajo y del de la familia. Cuando menos desarrollado está el trabajo y con él la riqueza social (y esto es lo que sucede entre los salvajes) más predominan los lazos familiares en la constitución de la sociedad.. Como indica Kelles-Kranz en la memoria comunicada a la Sociedad de Sociología de París en 14 de Marzo de 1900 con el título de Les bases economiques des formes primitives de la familie (V. en Revue Internationale de Sociologie, año 1900, páginas 285 y sigs.).
Engels abandona aquí el concepto marxista monista de la historia, admitiendo que durante un gran lapso de tiempo, hasta que se disuelve el comunismo primitivo (ya que para Engels la monogamia representa el triunfo de la propiedad individual), la producción de los bienes materiales no formaba la base de la constitución social, pues ésta dependía de la evolución de la familia, el único guía que nos permite orientarnos en el laberinto de las sociedades primitivas, que a su vez obra bajo la acción de la selección natural, la cual, en opinión de Engels, hizo pasar cada pueblo desde la promiscuidad primitiva al matrimonio por grupos (punalua) y de éste a la familia syndiasmica. El factor económico adquirió poco a poco una mayor importancia, consiguiendo, finalmente, dice Engels, una gran preponderancia sobre el factor familiar y la primacía en la vida social.
La teoría materialista de la historia fue aplicada por otros autores al estudio de la vida primitiva, por Cunow (Die Verkandtschafts Organisationen der Australneger, Stuttgart, 1894), Grosse (Die Formen der Familie und die Formen der Wirthschaft, Leipzig, 1896), Lippert (Die Geschichte der Familie, Stuttgart, 1884), Kovalevsky (Tableau des origines et de l’evolution de la familie et de la propieté, Estocolmo, 1890) &c. V. lo que sobre esto se indica en las biografías de Grosse (Ernesto), Kovalewky (Máximo), y Morgan (Luis Enrique).



Carlos Max
anllela camila hormazabal moya
Bibliogr. Lafargue, Le déterminisme économique (París, 1909); Plekhanof, Beitrage zur Geschichte des Materialismes: Holbach, Helvetius, Marx (Stuttgart, 1896); Flint, La philosophie de l’histoire (París, 1897); Faria Vasconcellos, O materialismo historico (Coimbra, 1900); Ferraris, Il materialismo storico e lo Stato (Palermo, 1897); Asturaro, Il materialismo storico e la sociologia naturale (Génova, 1904); Barth, Die Geschichtsphilosophie Hegels und der Hegelianer bis Marx und Hartmann (Leipzig, 1890);Die Philosophie des Geschichte als Soziologie (Leipzig, 1897); Masaryk, Die philosophischen und socilogischen Grundlagen des Marxismus (Viena, 1899); Mehring, Geschichte der deutsche Socialdemokratie (Stuttgar, 1898); Stammler, Wirtschaft und Recht nach der materialischen Geschichtsauffassung (Leipzig, 1895); Tönnies, Neuere Philosophie der Geschichte, en Archiv für Geschichte der Philosophie, de Stein, vol. VII y VIII; Weisengrün, Verchiedene Geschichtsauffassungen (Leipzig, 1890); Woltmann, Der Historische Materialismus (Leipzig, 1900); Grenlich, Ueber die Materialistische Geschichtsanffassung (Berlín, 1897); Hildebrand, Recht und Sitte der Verschieden Wirthschaftlichen Kulturstufen (Berlín, 1896); Cunow, Die ökonomischen Grundlagen der Mutterherrschaft, en Die Neue Zeit, XVI; Dargun, Ursprung und Entwicklungsgeschichte des Eigenthums, en Zeitschrift für Vergleichende Rechtswissenchaft, V; Pikler, Der Ursprung des Totemismus: ein Beitrag zur Materialistischen Geschichtstheorie (Viena, 1900); Abramowski, Le matérialisme historique et le principe du phénomène social (1900); Andler, La conception matérialiste de l’histoire, en Revue de métaphysique et de morale (Octubre de 1907); Hollitscher, Das Historische Gesetz (Leipzig, 1900); Posada, Socialismo y reforma social (Madrid, 1904).



MARXISMO

  

 

Georg Wilhelm Friedrich Hegel, grabado en forma de medallón. Marx reinterpretó la filosofía de la historia de Hegel en un sentido revolucionario. 



El marxismo es el conjunto de movimientos políticos, sociales, económicos y filosóficos derivados de la obra de Karl Marx, economista, filósofo y periodista revolucionario alemán de origen judío, quien contribuyó en campos como la sociología, la economía, el derecho y la historia, y de su allegado Friedrich Engels, quien le ayudó en muchas de sus teorías. Engels acuñó el término socialismo científico para diferenciar el marxismo de las corrientes socialistas anteriores englobadas por él bajo el término socialismo utópico.

También se emplea el término socialismo marxista para referirse a las ideas y propuestas específicas del marxismo dentro del marco del socialismo. El objetivo que se propone el marxismo es lograr una sociedad sin clases sociales donde todos vivan con dignidad compartiendo los bienes producidos socialmente, sin que exista propiedad privada sobre los medios de producción porque supone que ésta es el origen y la raíz de la división de la sociedad en clases sociales.


Raíces filosóficas del marxismo.


Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión materialista de la historia, y la de Hegel, que inspiró a Marx acerca de la aplicación de la dialéctica al materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral eligió la comparación de dos grandes filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica.
Ya en 1842 había elaborado su Crítica de la filosofía del derecho de Hegel desde un punto de vista materialista. Pero a principios de la década del 40, otra gran influencia filosófica hizo efecto en Marx: la de Feuerbach, especialmente con su obra La esencia del cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron la crítica materialista de Feuerbach al sistema hegeliano, aunque con algunas reservas. Según Marx, el materialismo feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos, idealista. Fue en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La ideología alemana (Marx y Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus cuentas con sus influencias filosóficas y establecen las premisas para la concepción materialista de la historia.
Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir de continuas contradicciones que expresaban el autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción las que determinan el curso del desarrollo socio-histórico. Para los idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base material de esas ideas y encuentra allí el hilo conductor del devenir histórico.

Influencias intelectuales en Marx y Engels.

Marx y Engels se basaron en la filosofía alemana de Hegel y de Feuerbach, la economía política inglesa de Adam Smith y de David Ricardo, y el socialismo y comunismo francés de Saint-Simon y Babeuf respectivamente, para desarrollar una crítica de la sociedad que fuera tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante dedicada a la sociedad capitalista, El capital: crítica de la economía política.
Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis Althusser o Miguel Abensour, han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza. También diversos sociólogos y filósofos, como Raymond Aron y Michel Foucault, han rastreado en la visión marxista del final del feudalismo como comienzo del absolutismo y la separación del Estado y la sociedad civil, la influencia de Montesquieu y Tocqueville, en particular en sus obras sobre el bonapartismo y la lucha de clases en Francia.

La concepción materialista de la historia.
Friedrich Engels pertenecía a una familia adinerada propietaria de una industria textil y desde su encuentro con Marx en París, en 1844, se convirtió en su íntimo amigo. Fue su colaborador más estrecho –llegó a escribir artículos que firmaría el propio Marx– y su sostén en los muchos momentos de dificultades económicas del renano.


Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en Contribución a la crítica de la economía política1 (1859):

El primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política.
En Bruselas, a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot, proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.
Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social.
Al cambiar la base económica se transforma -más o menos rápidamente- toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.
Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués.
Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.
Foto de familia: Marx (derecha) y Engels posan detrás de las tres hijas del primero. De izquierda a derecha: Laura, Eleanor y Jenny.


La economía marxista

La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para ulteriormente criticar su forma de pensar. La economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es el valor agregado por los trabajadores y no pagado en salarios. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El capital, investigación “dialéctica de las formas que adoptan las relaciones de valor.
En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política ( Trabajo asalariado y capital1 de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política1 de 1859, Salario, precio y ganancia1 de 1865) su obra cumbre al respecto es El capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera edición es de 1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía moderna, la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del valor, donde encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una mercancía como equivalente de todas las demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas de la sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses reside en que sus análisis económicos son ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la economía marxista.

Análisis de clases.

Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que toman en consideración principalmente dos:

La clase trabajadora o proletariado:

Marx definió a esta clase como «los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase; también los servicios son prestados por asalariados). El proletariado puede dividirse, a su vez, en proletariado ordinario y lumpenproletariado, los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo lícito con regularidad. Estos pueden ser prostitutas, mendigos o indigentes.

La burguesía:

quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado. La burguesía puede dividirse, a su vez, en la burguesía muy rica y la pequeña burguesía: quienes emplean la mano de obra, pero que también trabajan. Éstos pueden ser pequeños propietarios, campesinos terratenientes o comerciantes.

Para el marxismo, el comunismo sería una forma social en la que la división en clases habría terminado, la estructura económica sería producto de «la asociación de los productores libres», y la producción y distribución de los bienes se efectuaría según el criterio «de cada cual de acuerdo a su capacidad; para cada cual según sus necesidades».

El marxismo y la religión.

El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto que "el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no hace al hombre" y la frase cuyo final se haría célebre:
La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.
La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como suele suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia marxista. La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.
En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvincula de la condición biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina en una parusía futura, particularmente en el especial caso del cristianismo, en vez de construirse políticamente mediante la abolición de la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo dialéctico por parte de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores dentro de la teología de la liberación como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: La ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser. Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios, situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la humanidad le ha dado sus mejores características a Dios.
La religión haría conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La síntesis cristiano-marxista de los teólogos de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases sociales. Para estos, en cambio, la religión -y en particular la cristiana- siempre exige una lucha en este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede ser asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero.
 Esto es igualmente cierto tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista o no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de fusión entre "sociedad civil" y "sociedad política" descrita con atención por Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista-weberiano sobre la influencia económica de la religión.
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la atañe a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia.

Evolución política del marxismo.

Stalin

Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al marxismo como base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente distintas y opuestas. Una de las mayores divisiones ocurrió entre los reformistas, también denominados socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir dentro de un sistema pluripartidista y capitalista, y los comunistas, que alegaban que la transición a una sociedad socialista requería una revolución para instaurar la dictadura del proletariado. La socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista y del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos; en tanto que el comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas; en 1918 en Rusia, previo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dimanan dos partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el Partido Comunista, formación comunista, y el Partido Social Demócrata de Rusia.
En la actualidad sigue habiendo muchos movimientos revolucionarios y partidos políticos en todo el mundo, desde el final de la Unión Soviética, aunque el internacionalismo obrero ha sufrido una grave crisis. Aunque hay partidos socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace mucho que se distanciaron en aspectos relevantes de sus lazos históricos con Marx y sus ideas. En la actualidad en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, la República Popular China y Moldavia hay en el poder gobiernos que se autoproclaman marxistas.
Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente importantes son los movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, el bolchevismo ruso, la Unión Soviética (Lenin, Trotsky, Stalin) y otros países del bloque oriental, Mao Zedong, Fidel Castro, Ernesto "Che" Guevara, Santucho, Kwame Nkrumah, Julius Nyerere, Thomas Sankara y otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo. Estas luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han transmutado tanto el marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de éste. Actualmente las transformaciones socio-económicas han obligado a repensar al marxismo en una línea llamada posmarxismo en la cual se encuentran autores como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
La Revolución de octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas figuras principales eran Vladímir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento a gran escala de poner en práctica las ideas socialistas de un Estado obrero.
Se suceden otra serie de gobiernos o dobles poderes obreros de relativamente breve duración, impulsados por revueltas proletarias con activa participación de los partidos comunistas locales, inspirados en el modelo de república de consejos obreros. La mayoría de estos son aplastados por las fuerzas de la reacción capitalista de las distintos gobiernos y potencias burguesas y fracasan. Son el caso de la Revolución de noviembre de 1918, encabezada por los espartaquistas en Alemania, la República Soviética Húngara de 1919, la República Soviética Bávara de 1919, el bienio rojo o movimiento de consejos de fábrica del norte de Italia de 1919 a 1920, el Sóviet de Nápoles, la República Socialista Soviética Galiciana en 1920, la República Popular Soviética de Bujará de 1920 a 1925, la República Socialista Soviética de Persia o República Soviética de Gilan, de 1920 a 1921, etc.
Tras morir Lenin, Iósif Stalin se había hecho con una gran concentración de poder en sus manos en el seno del Partido Comunista y del Estado soviético, el cual fue fortaleciendo en detrimento de los propios soviets (ya de por sí debilitados durante el hambre, la bancarrota económica y las masacres ocasionadas por la Guerra Civil Rusa). Hasta su muerte, numerosas purgas se vivieron en la URSS, bajo consignas tales como la "lucha contra el trotskismo", "los sabotajes", o "los agentes del fascismo", en las que se logró inhabilitar a los principales elementos críticos del PCUS y la sociedad soviética, muchos de ellos comunistas, testigos directos de la Revolución y opositores en mayor o menor medida a la deriva burocrática y la concentración de poderes que se estaba generando en seno de la URSS, encarnada en una casta de funcionarios y burócratas del partido, cuya divergencia de intereses respecto a la clase trabajadora y el peligro que entrañaban para la revolución obrera comienzan a manifestarse desde la primera mitad de los años 20, aún en vida del propio Lenin. Dichas purgas sólo logran fortalecer el poder de la nueva dirección del PCUS, encabezada ahora por Stalin, y pronto se extenderán a las secciones nacionales del Komintern, que, a nivel internacional, comienza a ser dirigido desde el comisariado de asuntos exteriores en Moscú.
Aunque llevaron a cabo pequeñas aportaciones teóricas al marxismo, Stalin y sus seguidores se caracterizan por haber dado cobertura ideológica a sus métodos y posicionamientos tácticos y políticos, encaminados al fortalecimiento del control sobre los medios de producción y administración del Estado por parte de la burocracia y dirección central del partido, a través de la falsificación o la adaptación de los principios ideológicos del marxismo y del leninismo a sus propios fines. Esto derivará en un sistema de gobierno y pensamiento formulado bajo el nombre de marxismo-leninismo y la teoría del socialismo en un solo país, también llamado estalinismo, considerado por sus críticos marxistas como un alejamiento o distorsión de los postulados y principios de la tradición marxista y pensadores como Marx, Engels o Lenin; particularmente insistentes en esta postura son aquellas corrientes basadas en los planteamientos de Trotsky y Lenin (trotskismo) y las del denominado comunismo de izquierda, el marxismo libertario o el comunismo de consejos, también críticos en este sentido con la denominada corriente del leninismo (y por ende el trotskismo). A raíz de la muerte de Stalin, esta burocracia termina por acaparar el poder y afianzarse en la llamada nomenklatura. Ésta comenzará a medio plazo un proceso de progresiva liberalización de la economía, que culminará con la perestroika.
Al final de la II Guerra Mundial se produjo una expansión, por la vía militar, del poder político de la URSS, que se consolidó mediante el establecimiento de los llamados Estados satélites o del Pacto de Varsovia, en los países del Este que quedaron bajo su zona de influencia tras los acuerdos de Yalta y de Potsdam. Estos Estados reprodujeron estructuras políticas y sociales y tipos de economía y de gobierno muy similares a los de la Unión Soviética. Fueron gobernados mediante la formación de Partidos Comunistas, encuadrados en la Komintern, y adscritos a las fórmulas del marxismo-leninismo oficial. Algunos de los partidos adscritos a la Internacional Comunista que llegaron a formarse por sí mismos, lograron a la postre tomar el poder a través de insurrecciones guerrilleras y, en algunos casos, con bastante apoyo popular, y establecer un estado que seguía el modelo marxista-leninista oficial. Estas naciones comprendían a la República Popular China, Vietnam, Corea del Norte, Yugoslavia, Albania, Etiopía, Yemen del Sur, Angola, y otros. Después de la invasión militar por parte de Vietnam de Kampuchea Democrática, gobernada por el Jemer Rojo, un gobierno de estructura similar a aquél será establecido en Camboya.
En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende, que duró desde 1970 hasta el golpe de estado de 1973, tenía una fuerte inspiración marxista. Si bien cambió radicalmente la formas de lucha conocidas al concretar un gobierno por la vía electoral, la revolución a la chilena buscaba la transformación de la sociedad hacia el socialismo. Al mismo tiempo, la coalición que llevó a Allende al gobierno estaba construida por la unión del Partido Comunista y el Partido Socialista, ambos declarados marxistas-leninistas en ese tiempo.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Actualmente el socialismo científico ha dejado de ser una fuerza política prominente en la política mundial. China, donde gobierna el Partido Comunista, relajó su concepción económica del marxismo en 1978 avanzando progresivamente hacia un sistema económico más cercano al libre comercio.
Este proceso continúa hoy en día.
Desde el comienzo de la democracia en España, en 1975, el PSOE se presentó a las elecciones como un partido marxista, proclamándose primera fuerza de oposición en el gobierno. Posteriormente, en 1982, con Felipe González a la cabeza, el PSOE abandonó su postura marxista; ese mismo año el partido ganó las elecciones.

Lenin
anllela camila hormazabal moya

Conceptos y nociones abstractas principales de Karl Marx

Marx, observador de la evolución de las sociedades humanas

El concepto de clase social no fue inventado por Karl Marx, sino por los fundadores de la economía política (Adam Smith…), los fundadores de la tradición de la historia política francesa (Alexis de Tocqueville), y de la historia de la revolución francesa (Guizot, Mignet, Thierry). Para los teóricos ingleses, los criterios de identidad de una clase social, se encuentran en el origen de los ingresos: los tipos de ingresos, la renta de la tierra, las ganancias y los salarios. Estos tres grupos son los principales para la nación; terratenientes, trabajadores y empresarios.
Entre los pensadores franceses, el término de “clase” es un término político. Por ejemplo para autores como Tocqueville, existen diferencias entre clases cuando los diversos grupos sociales compiten por el control de la sociedad.
Por lo tanto, Marx toma prestado de los economistas clásicos la idea implícita de clases como un factor de producción, la historia de las clases y el conflicto como productor de la historia. A todas estas teorías, Marx aporta el concepto del estado de la clase social como su lucha intrínseca: sin lucha no hay clases. Las clases sociales se consiguen con las luchas perpetuas históricamente determinadas. Marx señaló su contribución a la comprensión de las clases sociales:
Ahora, para mí, que no soy yo quien merece el mérito por el descubrimiento de la existencia de las clases en la sociedad moderna, al igual que de la lucha que se dedica a ella. Los historiadores burgueses habían puesto delante de mí, el desarrollo histórico de esta lucha de clases y, algunos economistas burgueses me describieron la anatomía económica. Lo que yo aporto es: la demostración de que la existencia de las clases sociales sólo va unida a las fases históricas a través del desarrollo de la producción, que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado y que esta misma dictadura no representa una transición hacia la abolición de todas las clases ni hacia una sociedad sin clases.
Carta a J. Weydemeyer. 5 de marzo de 1852.
Para Marx, las clases sociales son parte la realidad social. Las luchas de estas clases sociales, señalan el cambio social como un fenómeno duradero. Estas clases son el resultado de un mecanismo de división del trabajo, que se desarrolló al mismo tiempo que la privatización de los medios de producción. Las clases sociales surgen cuando la diferenciación de las tareas y las funciones dejan de ser cosa del azar para convertirse en una herencia hereditaria. Hay una tendencia hacia la polarización entre las dos clases más antagónicas entre sí. Este antagonismo es la base de toda transformación que afecte al funcionamiento de la organización social y que modifique el curso de la historia. Para Marx, el proceso de producción capitalista crea dos posiciones: la de los explotadores (empresarios) y los explotados (trabajadores). Los comportamientos individualistas y colectivos se explican a través de estas posiciones en la reproducción de un sistema. El conflicto de clase es un rasgo cultural de la sociedad. Estos conflictos son el motor de los grandes cambios sociales. Marx se interesa por los cambios endógenos, es decir, aquellos que nacen del funcionamiento de la sociedad.

Las fuerzas productivas, relaciones sociales de producción y el modo de producción.

Cada etapa de la sociedad que se ha dado a lo largo de la historia se puede caracterizar a través de un modelo de producción diferente.
Un modelo de producción se basa en el conjunto formado por las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad. En cada una de las etapas de la evolución, el modelo de producción demuestra un estado de la sociedad. Este es tomado como algo social, ya que sin fuerzas productivas, no puede haber ninguna duda sobre la falta de producción. Dichas fuerzas productivas son: los instrumentos de la producción, la fuerza de trabajo de los hombres, los objetos de trabajo, los conocimientos y las técnicas, la organización… Con motivo de todas estas actividades de producción y a través de ellas, los hombres entran en las relaciones sociales. El modelo de producción no puede ser reducido a un simple aspecto técnico, ya que es uno de los conceptos más importantes para Marx.
La sucesión de modos de producción a lo largo de la historia se puede resumir de la siguiente manera: se pasa de un comunismo primitivo al modelo de producción esclavista, de este al feudal, después al capitalista y finalmente al socialista/comunista (ambos son sinónimos). En la sociedad comunista/socialista, la contribución productiva será aplica al principio resumido en la frase: “a cada cual su capacidad, a cada cual según sus necesidades”.
Sin embargo, Marx forma parte de un pensamiento dialéctico, en contraposición al mecanismo que está presente en el materialismo anterior, ve la convivencia entre clases, como un papel determinante en el desarrollo de la historia. A través de esta visión, el proletariado se transforma en una clase en sí y para sí, se vuelve consciente de sus interese de clases, que son: socializar los medios de producción (socialismo) con el fin de maximizar las fuerzas productivas, la extinción de las diferentes clases sociales y la existencia de un estado político (comunismo). La historia sigue siendo la suma de las contingencias sujetas a los vaivenes de las luchas sociales de clases. La historia no es una evolución lineal entre los modos de producción, sino que es una transformación dialéctica de tomar conciencia de clases que experimentan fluctuaciones de lucha de clases en determinados momentos de la historia. En este desarrollo, las fuerzas productivas son cada vez más contradictorias con respecto a las relaciones sociales de producción, ya que no evolucionan al mismo ritmo.
Más allá de un cierto nivel de producción, los sistemas sociales se bloquean. Una época de revolución social que comienza a funcionar, permite eliminar las viejas relaciones de producción para dar paso al desarrollo de relaciones más coherentes al nivel alcanzando por las fuerzas productivas.

La acumulación de capital, trabajo, mano de obra excedente y la alienación

La acumulación primitiva de capital está definida como: proceso de creación de las condiciones para el nacimiento del capitalismo. La creación del capitalismo supone el uso de dos condiciones anteriores: la existencia de un grupo social (formado por hombres desprovistos de medios de producción y obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario) y la acumulación de la riqueza indispensable para crear negocios capitalistas.Esta creación requiere de la unión de las condiciones necesarias para el nacimiento de dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: explotados (trabajadores) y explotadores (empresarios).
La distinción entre trabajo y fuerza de trabajo es central para el análisis de la distribución. La retribución del obrero se establece en un nivel correspondiente a los gastos socialmente necesarios para asegurar su renovación. Es una mercancía cuyo valor está determinado por la cantidad de trabajo social que pide la producción de cada obrero.
Lo que afirma Marx, se basa en la teoría aristotélica de la materia prima que, distingue el valor de uso (utilidad del objeto) del valor de cambio (lo que el objeto nos permite conseguir). En el proceso de intercambio se produce tanto, una inversión en el valor de cambio como, una inversión en el valor de uso.
El diagrama de Adam Smith: ley de la oferta y la demanda, informa de la existencia de un valor añadido al producto en el que los beneficios son obtenidos por los capitalistas, pero no por el trabajador. Los salarios a partir del valor social del producto (el valor social del objeto producido es una función de las materias primas, las herramientas de producción y la mano de obra necesaria para la producción).
El valor de cambio de un producto, es el valor social que se aplica a una ganancia como resultado de un exceso de trabajo. Es en torno a los beneficios del valor agregado, que está emergiendo la lucha de clases, como proletarios capitalistas. Marx va a demostrar que el trabajador está en su derecho de reclamar el beneficio de este valor añadido, ya que este es un valor del mismo uso. Lo que hará el empresario capitalista, es hacer del trabajo un producto que cueste menos que el que utiliza, o dar más trabajo del que se requiere en la mano de obra. La ganancia es el valor añadido producido por el empleado, que el capitalista se apropia gratuita y legalmente.
El aumento de la producción, por parte del capitalista se puede obtener mediante la ampliación de la jornada laboral, aumentando la intensidad de trabajo o reduciendo los salarios de desempleo, el cual es la presión a la baja sobre los salarios. Esta ganancia es la forma de expoliación del proletariado en el capitalismo. Es la ganancia modificada que se produce como una forma excedente, es la búsqueda del beneficio, es el motivo principal del capitalismo. Una actividad se desarrolla si es rentable, y esta rentabilidad es la tasa de beneficio obtenido (relación entre las ganancias y el capital total invertido). La acumulación de capital conlleva una disminución a largo plazo de la tasa de beneficio y una bajada en la tendencia de la tasa de provecho. Es un índice de los límites históricos del capitalismo.
Si la modernización se incrementa, se trata de una sustitución creciente entre el " trabajo muerto " y "trabajo vivo”. En este momento sólo existe el trabajo vivo, que está creando valor, el trabajo muerto no anima al capital por medio de la fuerza de trabajo. La acumulación excesiva de capital, dará como resultado el empobrecimiento de la clase obrera.
El capitalismo es víctima de su propia lógica. Hay cada vez menos capacidad de manejar sus contradicciones y avances hacia una crisis inevitable.

La teoría marxista del trabajo

El trabajo no se trata solo de la transformación de una persona física (puesto que también podemos encontrarlo en los animales), esto implica una facultad de representación por parte de las personas.
La razón por la que Marx se dio cuenta de que esta actividad es totalmente aristotélica (ya que comienza por la representación de un fin), fue mostrando por lo que el fin es un mismo principio. El trabajo es principalmente una representación comprensiva que comprende la finalidad del objeto y difiere a este respecto al caso de los animales. El producto del trabajo humano debe existir en la representación ideal del trabajador, es decir, el trabajo deseado es un objeto que cumple perfectamente una de las funciones de la vida humana. En el capítulo VII de El Capital, Marx toma el esquema aristotélico en el que, es el trabajador el que está subordinado al mismo fin que el mismo da. El trabajo es tal, que el individuo se identifica y se reconoce con lo que hace: al realizar el trabajo, el hombre también lleva a cabo su propio poder, su poder de conceptualización y puede mejorar, por lo tanto, su capacidad de producción. La Inteligencia, puesto que es relevada a través de la realización del trabajo, en tanto que el hombre actualice en su trabajo las facultades que le son propias, será conducido a un proceso de identificación: en el producto del trabajo, el individuo una parte de su identidad.
Como el trabajo participa en la identidad de la persona, podemos decir que, el trabajo no es solamente tener (la producción), pero igualmente debe de ser una dimensión ontológica adecuada al trabajo.
Por eso Marx acusa al modelo de producción industrial capitalista de alienar a los trabajadores. En efecto, el trabajador ya no se encuentra en este caso, en el de la representación comprensiva, ya que se ignora el producto final y por lo tanto, la razón de su actividad. La cuestión relativa a la identidad es entonces anulada porque el único problema es el de la remuneración. Lo humano se convierte en animal, revelando un reflejo del automatismo mecánico (véase la película "Tiempos modernos" de Charlie Chaplin)18 . En este sentido, se puede entender la abolición de la esclavitud, no como una cuestión ética, sino más bien como un cuestión de interés económico, ya que cuesta más mantener a la gente en la servidumbre bajo el marco de la esclavitud que en el del trabajo bajo marco del asalariado.

La lucha de clases

Para Karl Marx y Friedrich Engels, "La historia de todas las sociedades humanas hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” 19 (aunque sea en una nota posterior Engels califica esta afirmación)
La posición del individuo en las relaciones de producción (trabajador o explotador) es según él, es el elemento que permite la definición de la clase. Marx considera que, para que no haya una clase social, debe haber una conciencia de clases: la conciencia de tener un lugar común en la sociedad. Marx señaló que no basta con que muchos hombres estén del lado de un solo plan económico para que se forme el espíritu de clase. Según Marx, los personajes principales en la lucha de clases son, en la época capitalista, la burguesía y el proletariado. El comunismo constituye para él, el estado de la sociedad sin divisiones de clase y por lo tanto, es una sociedad sin lucha de clases.
Según el análisis marxista, la clase social dominante organiza la sociedad mediante la protección de sus mejore privilegios.
Para ello, se instaura el Estado, instrumento político de dominación: “policía y ejército responsable de mantener la seguridad y el orden público, el orden “burgués”. Marx también habla de "la ideología dominante". En cualquier sociedad, hay ideas, creencias y valores que dominan la vida social y cultural. Estas ideas dominantes son producidas por la clase dominante, es decir, la burguesía. Por lo tanto, estas ideas expresan la opinión de estas clases, es decir, la justifican y se esfuerzan en perpetuarse. Estas ideas penetran la mente, y a menudo funcionan como una visión del mundo en contra de sus intereses reales. Karl Marx no "inventó" el concepto de la lucha de clases. En realidad, la lucha de clases se ha teorizado mucho antes que él, por historiadores de la restauración, como François Guizot y Agustín Thierry.
La contribución fundamental de Marx en este concepto, en relación a estos historiadores, es haber demostrado que la lucha de clases no se extingue en la Revolución Francesa, sino que se prolonga en oposición burguesía/trabajadores en la de era capitalista. Así, al final de la lucha de clases se llegaría a una clase única, una vez extinguidas las clases sociales en el comunismo.


Obras escritas por Karl Marx


¿Se encuentra merecidamente el principado de Augusto entre las épocas más prósperas de la República romana? (1835), ensayo escrito para optar al título de bachiller.


Escorpión y Félix (1837), única comedia escrita por Marx.


Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro (1841), tesis doctoral.


Contra el expolio de nuestras vidas (1842), artículo de la Gaceta Renana.


Los debates sobre la Ley acerca del Robo de la leña (1842), conjunto de artículos de la Gaceta Renana.


Crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843)


Sobre la cuestión judía (1843), publicados en cuatro entregas en la Gaceta Renana.


Notas sobre James Mill (1844)


Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 (publicado póstumamente en 1932)


Tesis sobre Feuerbach (1845, publicado póstumamente en 1888)


La miseria de la filosofía (1847), siglo xxi editores, México, 2023.


Trabajo asalariado y capital (1847)


Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 (1850)


El 18 de brumario de Luis Bonaparte (1852)


La España revolucionaria (1854), artículos del New York Tribune.


Introducción general a la crítica de la economía política (1857)


Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (1857, publicado póstumamente entre 1939 y 1941)


Una contribución a la crítica de la economía política (1859)


Herr Vogt (1860)


Teorías sobre la plusvalía (1862, publicado póstumamente por Karl Kautsky en tres volúmenes entre 1905 y 1910)


Salario, precio y ganancia (1865)


El capital, tomo I (1867)


La guerra civil en Francia (1871)


Crítica del Programa de Gotha (1875, publicada póstumamente en 1891)


Notas sobre Wagner (1880)


El capital, tomo II (publicado póstumamente en 1885)


El capital, tomo III (publicado póstumamente en 1894)


Obras escritas por Marx y Engels


La ideología alemana (1845, publicada póstumamente en 1932)


La sagrada familia (1845)


Manifiesto Comunista (1848)


La guerra civil en Estados Unidos (1861)





Itsukushima Shrine.

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