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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

lunes, 29 de julio de 2013

156.-Discursos políticos de Adolfo Hitler; El juicio de Adolf Hitler ante el Tribunal Popular de Munich.-a



Introducción 

Los discursos de Adolf Hitler son la mejor forma de conocer su pensamiento, ya que si bien libro “Mi Lucha” es el único libro que ha escrito, este no llega a contener todas sus ideas, siendo más bien una obra de lucha política y no la plasmación de todas ellas, aunque sí estén bosquejadas las esenciales. Lo convierte también en insuficiente lo limitado de sus fines de la época y sobre todo a lo temprano de su escritura, por lo que se pueden apreciar aquí lo mucho que han evolucionado y madurado las ideas de Hitler en sus dos décadas  de actividad política que transcurrieron desde que se editó por primera vez aquel y sus últimos discursos, aunque intentan mantener la misma esencia. 
En sus discursos Hitler puede explayarse sobre los más diversos temas y puede además fundamentarlos con hechos y verificarlos con su obra de gobierno, lo que les da una mayor autoridad e importancia, pues de nada sirven las palabras sin los hechos.

Discursos

Es inevitable preguntarse: 
 ¿Cuáles fueron  los factores que determinaron el éxito del discurso de Adolfo Hitler?
 Ésta cuestión nos remite al propósito central de este trabajo analítico e investigativo, para el cual se determinarán tres factores claves enmarcados en tres textos independientes, que en conjunto marcaron el éxito de su discurso. Partiendo de elementos como el contexto, el propósito del discurso, y finalmente los rituales presentes en sus presentaciones públicas se desarrollará el presente análisis.

Texto 1: El contexto

Dada la complejidad de las circunstancias que rodeaban el ámbito político, económico y social de todo el mundo tras la Primera Guerra Mundial y valiéndose de sus capacidades discursivas, para las cuales se preparaba arduamente, Hitler lograba llenar estadios repletos de personas y dar hasta diez discursos al día. La respuesta que generaba el discurso político de Hitler en Alemania aun sigue sorprendiendo. Movió masas, millones de personas dispuestas a rendirle lealtad y aclamar lo que estaba haciendo. Durante sus discursos las personas aplaudían y se levantaban de pie, a la vez que en sus rostros se dibujaba una expresión de felicidad y esperanza. Evidentemente logró contagiar a sus receptores de cada una de sus emociones, del odio por sus  enemigos y del amor por la historia  y el territorio alemán.

Valiéndose de las circunstancias y aprovechándolas a su favor, Adolf Hitler se propuso revivir el sentimiento de orgullo nacional, el cual estaba acompañado además por la frustración y el descontento popular, debilitado por la derrota del Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial y en la posterior firma del Tratado de Versalles, en el cual adquirido una pesada deuda al aceptar la responsabilidad de la guerra.
Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos. Otro elemento en el que Hitler se apoyó para obtener el apoyo de las masas fueron las desventajas geográficas de Alemania, al no tener la posición geográfica estratégica que tenían los otros países de la Europa occidental, además de no poseer colonias que impulsaran la economía nacional.  Aspectos de vital importancia teniendo en cuenta la dinámica de alta competencia vivida en la época, en la cual se encontraba claramente en desventaja y aun más, después de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial.

Texto 2: El propósito

Tras fracasar en un primer intento de tomar el poder desde Múnich en el año 1923, Adolf Hitler fue detenido, juzgado y encarcelado. Aunque tan sólo pasó en la cárcel un año y medio, aprovechó ese tiempo para plasmar sus  estrafalarias  ideas  políticas  en  un  libro  que  tituló Mi  lucha y  que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior. Entre dichas líneas de actuación   se   encontraba   la   potenciación   de   su   carisma   y   poder comunicativo. Propósito que llevo a cabo posteriormente mediante el asesoramiento  de  expertos  en   el  discurso,   cursos  de  teatro  y  una preparación frente al espejo.

Cuando logró cautivar al pueblo alemán y acceder al poder por medios democráticos,utilizó   la propaganda estatal   y   continuó   valiéndose   de su carismática oratoria para persuadir a las masas, enfatizando su oposición al Tratado    de    Versalles de 1919,     al pueblo  judío,  al pacifismo y al comunismo internacional, particularmente el soviético-bolchevique, y al mismo  tiempo  resaltando el nacionalismo alemán,  el militarismo, el racismo, la llamada preservación de la raza aria, el pangermanismo y la anexión o recuperación armada de territorios europeos perdidos luego de la Primera Guerra Mundial por el Imperio Alemán. Todo lo anterior sumado a la depresión económica que hacía menester la implementación de medidas que contrarrestaran el desempleo y para lo cual, Hitler se mostraba como el más idóneo para hacerlo, dada la confianza que impartía por la lealtad al pueblo alemán.

Texto 3: Los rituales

Mediante la observación de varios discursos y apariciones públicas por parte de Adolf Hitler, es posible identificar un conjunto de ritos que generalmente acompañaban sus presentaciones políticas.
Antes de iniciar su discurso, Hitler se mostraba muy sereno y callado, al punto de dar momentáneamente la sensación de que se encontraba asustado y atónito frente a la multitud que se disponía a escucharlo. Luego guardaba un silencio prolongado con el fin de tensionar el ambiente y dejar a la expectativa a quienes iba dirigido su discurso. Ponía sus manos en frente (siempre visibles) para demostrar serenidad. Posteriormente daba comienzo a su discurso con un tono de voz bajo y con las manos quietas. Pocos minutos después su tono de voz aumentaba eufóricamente, sus manos y muñecas se movían constantemente con mucha fuerza; las expresiones de su cara eran fuertes y calculadas con el fin de no desentonar con el poder que demostraba el resto de su cuerpo. Lo que hace exitoso el discurso de Hitler,  más  que  sus  palabras,  es  la  energía  que  le  imponía  a  sus movimientos, lo cual lo dejaba evidentemente agotado.

Conclusiones

Adolf Hitler puso de manifiesto el poder de la palabra y reivindicó además, que el poder reside en primer lugar en el cuerpo. Siempre fue muy consciente de que el único modo de lograr sus objetivos era obteniendo el respaldo popular del pueblo alemán, por lo cual se dedicó como nadie a potenciar sus capacidades para convertirse en uno de los mejores oradores de la historia reciente. Es preciso destacar que Adolf Hitler aprovechó el contexto de la época para generar confianza mediante un discurso repleto de propósitos que prometían ser la salvación de Alemania y que a su vez, garantizaban (al menos en teoría) el éxito de los propósitos expansionistas y de “espacio vital” que impulsaron en primer lugar, todas las acciones bélicas contra los países vecinos. 
No obstante, fue la particular fuerza de sus meticulosos movimientos lo que selló el éxito de su discurso, al generar una confianza e idolatría de tal magnitud, que sus espectadores frecuentemente llegaban a pensar que se encontraban frente a un dios.

Por lo anterior, es de vital importancia entender que no basta la elaboración de un buen discurso, ni un público dispuesto a escuchar, si quien posee el poder de la palabra no comunica también con  el resto de su cuerpo y transmite al igual que las más hermosas y profundas palabras, la fuerza necesaria para llegar al corazón de los espectadores.

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Biografía de Adolf Hitler

(Braunau, Bohemia, Imperio de Austria 1889 - Berlín, Alemania 1945)

Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud en Viena. La formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas recibió educación. En Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor, malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y multicultural le era por completo incomprensible. De esa época data su conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo.
En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar; se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo al nuevo régimen democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las humillantes condiciones de paz del Tratado de Versalles (1919).
De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del que pronto se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). 
Dicho partido se declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido; tal abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los temores de las clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno. Influido por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la guerra había acelerado.
Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en un primer intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias armadas de Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado y encarcelado, aunque tan sólo pasó en la cárcel nueve meses, tiempo que aprovechó para plasmar sus ideas políticas extremistas en un libro que tituló Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior.
A partir de 1925, ya puesto en libertad, Hitler reconstituyó el Partido Nacionalsocialista expulsando a los posibles rivales y se rodeó de un grupo de colaboradores fieles como Goering, Himmler y Goebbels. La profunda crisis económica desatada desde 1929 y las dificultades políticas de la República de Weimar le proporcionaron una audiencia creciente entre las legiones de parados y descontentos dispuestos a escuchar su propaganda demagógica, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y uniformes.
Combinando hábilmente la lucha política legal con el uso ilegítimo de la violencia en las calles, los nacionalsocialistas o nazis fueron ganando peso electoral hasta que Hitler (que nunca había obtenido mayoría) fue nombrado jefe del gobierno por el presidente Hindenburg en 1933. Desde la Cancillería, Hitler destruyó el régimen constitucional y lo sustituyó por una dictadura de partido único basada en su poder personal. Se iniciaba así el llamado Tercer Reich (el Tercer Imperio alemán, tras el Sacro Imperio del medievo y el Imperio de 1871, desaparecido con la Primer Guerra Mundial), que no fue sino un régimen totalitario basado en un nacionalismo exacerbado y en la exaltación de una superioridad racial sin fundamento científico alguno (basado en estereotipos que contrastaban con la ridícula figura del propio Hitler).
Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se proclamó Führer o «caudillo» de Alemania y sometió al ejército a un juramento de fidelidad. La sangrienta represión contra los disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis durante la «Noche de los Cuchillos Largos» (1934) y la instauración de un control policial total de la sociedad, mientras que la persecución contra los judíos, iniciada con las racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el pogromo conocido como la «Noche de los Cristales Rotos» (1938), conduciría al exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (la «Solución Final»).
La política internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de Alemania, basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia una acción exterior agresiva. Se alineó con la dictadura fascista italiana, con la que intervino en auxilio de Franco en la Guerra Civil española (1936-39), ensayo general para la posterior contienda mundial; y completó sus alianzas con la incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto Antikomintern, 1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937).
Militarista convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar sus demandas por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en 1935, remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria alemana, redujo el paro y prácticamente superó la depresión económica que le había llevado al poder.
Luego, apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios de habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones, rechazando sus métodos de arbitraje pacífico (1933); tras el asesinato del presidente austriaco Dollfuss (1934), forzó el Anschluss o anexión de Austria (1938); a continuación reivindicó la región checa de los Sudetes y, tras engañar a la diplomacia occidental prometiendo no tener más ambiciones (Conferencia de Múnich, 1938), ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió en dos y la sometió a un protectorado; aún se permitió arrebatar a Lituania el territorio de Memel (1939).
Cuando el conflicto en torno a la ciudad libre de Danzig le llevó a invadir Polonia, Francia y Gran Bretaña reaccionaron y estalló la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Adolf Hitler había preparado sus fuerzas para esta gran confrontación, que según él habría de permitir la expansión de Alemania hasta lograr la hegemonía mundial (Protocolo Hossbach, 1937); en previsión del estallido bélico había reforzado su alianza con Italia (Pacto de Acero, 1939) y, sobre todo, había concluido un Pacto de no agresión con la Unión Soviética (1939), acordando con Stalin el reparto de Polonia.
El moderno ejército que había preparado obtuvo brillantes victorias en todos los frentes durante los dos primeros años de la guerra, haciendo a Hitler dueño de casi toda Europa mediante una «guerra relámpago»: ocupó Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y Grecia (mientras que Italia, España, Hungría, Rumania, Bulgaria y Finlandia eran sus aliadas, y países como Suecia y Suiza declaraban una neutralidad benévola)
Sólo la Gran Bretaña de Churchill resistió el intento de invasión (batalla aérea de Inglaterra, 1940); pero la suerte de Hitler empezó a cambiar cuando lanzó la invasión de Rusia (1941), respondiendo tanto a un ideal anticomunista básico en el nazismo como al proyecto de arrebatar a la «inferior» raza eslava del este el «espacio vital» que soñaba para engrandecer a Alemania. A partir de la batalla de Stalingrado (1943), el curso de la guerra se invirtió, y las fuerzas soviéticas comenzaron una contraofensiva que no se detendría hasta tomar Berlín en 1945; simultáneamente, se reabrió el frente occidental con el aporte masivo en hombres y armas procedente de Estados Unidos (involucrados en la guerra desde 1941), que permitió el desembarco de Normandía (1944).
Derrotado y fracasados todos sus proyectos, Hitler vio cómo empezaban a abandonarle sus colaboradores mientras la propia Alemania era acosada por los ejércitos aliados; en su limitada visión del mundo no había sitio para el compromiso o la rendición, de manera que arrastró a su país hasta la catástrofe. 

Después de haber sacudido al mundo con su sueño de hegemonía mundial de la «raza» alemana, provocando una guerra total a escala planetaria y un genocidio sin precedentes en los campos de concentración, Hitler se suicidó en el búnker de la Cancillería donde se había refugiado, pocos días después de la entrada de los rusos en Berlín.


Las memorias de Ernst " Putzi " Hanfstaengl


Las memorias de Ernst " Putzi " Hanfstaengl, (Múnich, Alemania; 2 de febrero de 1887-6 de noviembre de 1975) fue un periodista-editor, músico, e hijo de un rico editor de arte alemán, Edgar Hanfstaengl, y madre estadounidense que tuvo una gran cercanía e influencia en la ascensión hacia el poder por parte de Adolf Hitler durante la República de Weimar),  trata sobre la oratoria de Adolfo Hitler:

"En tanto que otros oradores nacionales daban la triste impresión de estar hablando a sus oyentes desde un plano superior. Hitler poseía el inestimable talento de expresar con toda fidelidad los pensamientos de quienes le oían. Tenía también el buen sentido, o acaso el instinto, de apelar a las mujeres que iban a escucharle y que, a fin de cuentas, constituían un nuevo factor político en la Alemania después de la guerra. Más de una vez enfrentado a un auditorio en el que abundaban los adversarios dispuestos a poner obstáculos y en su afán por crearse un primer grupo de apoyo, le vi hacer algunas observaciones acerca de la escasez de alimentos, de las dificultades domésticas o del fino instinto de sus oyentes femeninos, con lo que levantaba las primeras salvas de aplausos. Tales muestras de aprobación procedían siempre de las mujeres y representaban el primer paso para romper el hielo.

 Yo figuraba ya entonces entre sus más inmediatos colaboradores y me sentaba detrás de él en el estrado Observé reiteradas veces que mientras duraba la primera parte de su discurso se mantenía clavado en su sitio, rígido e inmóvil, hasta que soltaba la primera andanada que sacudía al público. Cada discurso incluía un pasado, un presente y un futuro, y todos parecían constituir una completa revisión histórica de la situación, y si bien su repertorio de imágenes y argumentaciones era infinito en su variedad, una frase aparecía invariablemente en la primera fase del discurso:


 - Cuando nos preguntamos hoy día qué es lo que ocurre en el mundo, nos vemos obligados a proyectar nuestras mentes hacia el pasado…


 Esto era la señal de que tenía ya al auditorio bajo su dominio, y tomando por base los acontecimientos que determinan el colapso de la Alemania del káiser, levantaba la pirámide entera del presente adatándola a sus propias convicciones.


 Los gestos que tanta impresión me causaran la primera vez que le oí, tenían tanta variedad y flexibilidad como sus argumentos. A diferencia de lo que ocurre con otros oradores, no eran movimientos estereotipados con los que se trata de hallarles ocupación a las manos, sino parte integral de su método de exposición. Lo más sorprendente, en contraste con el socorrido puñetazo en la palma de la mano a que recurren tantísimos oradores, era que Hitler emplease un movimiento ascendente del brazo con el que parecía dejar en el aire infinitas posibilidades. Algo había en ese movimiento que recordaba los de un director de orquesta realmente grande, cuando sugiere la existencia de ocultos ritmos y significados con el movimiento ascendente de su batuta.


 Para continuar con la metáfora musical, conviene señalar que dos tercios de un discurso de Hitler seguían el compás de marcha, haciéndose cada vez más rápido, y finalizaba con un último tercio esencialmente rapsódico. A sabiendas de que una exposición continua por un mismo orador acabaría cansando a sus oyentes, recurría a encarnar en forma maestra un imaginario oponente, para luego volver a la línea original de pensamientos, tras haber aniquilado por completo a su supuesto antagonista. El final ofrecía siempre un curioso aspecto. Poco a poco fui convenciéndome de que Hitler era una especie de narciso para el que la multitud venía a ser algo así como un sustituto de la mujer que nunca pareció capaz de hallar. El hablar venía a ser para él algo así como la satisfacción de cierta necesidad de desahogo y juzgándolo de esta manera, a mí se me hacía más comprensible el fenómeno de su fuerza oratoria. Los últimos diez minutos de un discurso suyo semejaban un orgasmo de palabras.


 Espero no parecía una blasfemia si digo que la Biblia le enseñó muchas cosas. Cuando le conocí Hitler era un ateo convencido, si bien todavía se mostraba tolerante con las creencias religiosas y las aceptaba como base de los pensamientos de los demás. Su sistema de pasar revista al pasado y repetir luego por cuatro veces sus ideas básicas derivada directamente del Nuevo Testamento, y nadie podrá decir que no fuese un método sobradamente probado. Sus argumentaciones políticas se desarrollaban siguiendo un sistema que yo denominé de la figura horizontal del ocho. Solía moverse primero hacia la derecha, hacia entonces su exposición crítica, y acto seguido daba vuelta hacia la izquierda, en espera de las muestras de aprobación. Continuaba luego, invirtiendo el proceso, para acabar justamente en el centro y entonar  el Deustchland über alles entre una tempestad de aplausos. Atacaba a los antiguos gobernantes culpándoles de haber admitido la derrota de la nación; les reprochaba sus prejuicios de clase y de mantener un sistema económico feudal. Con ello se aseguraba el aplauso de los elementos izquierdistas. A continuación fustigaba a los que estaban dispuestos a renegar de las verdaderas tradiciones de la grandeza alemana y provocaba el entusiasmo de sus oyentes derechistas. Cuando al fin llegaba al término de su peroración no había nadie que no estuviese conforme con cuanto había dicho. Era el suyo un arte que nadie más igualaba en Alemania y mi convencimiento de que tarde o temprano tenía que llevarle a la cima del palenque político, me confirmó en mi propósito de mantenerme a su vera tanto como me fuese posible.


 Hitler no soportaba que nadie estuviese en su habitación cuando preparaba alguno de sus discursos. En los primeros tiempos no recurrió a dictarlos como posteriormente hizo. Tardaba de cuatro a seis horas en pergeñar uno y lo hacía anotando solamente unas quince o veinte palabras clave en diez o doce grandes hojas de papel. Cuando se acercaba la hora del mitin solía pasearse de un lado para otro de su habitación, como si repasase mentalmente los diferentes pasajes de su argumentación. Mientras tanto, el teléfono no cesaba de sonar, a fin de que Weber, Amann o Hermann Esser fuesen informándole de cómo iban las cosas en la sala. Él les preguntaba si había mucha gente, cuál era su estado de ánimo o si se esperaba que hubiese mucha oposición. Continuamente daba instrucciones en cuanto a la manera de entretener a la concurrencia mientras le esperaban y media hora más tarde de que el mitin comenzase, pedía su abrigo, su látigo y el sombrero y precedido de su guardaespaldas y el chófer, se dirigía al automóvil. Una vez en la sala, acostumbraba a colocar sus notas sobre una mesa, a su derecha. Cada página le bastaba para hablar por espacio de diez minutos o un cuarto de hora.


 Al finalizar, la banda interpretaba el himno nacional. Hitler saludaba entonces con la mano derecha y abandonaba la sala antes de que la música cesase. De ordinario se hallaba ya en su automóvil cuando aún se oían las últimas notas. Esa súbita retirada no dejaba de reunir cierto número de ventajas. Además de permitirle llegar al vehículo sin ser molestado, evitaba que menguase el entusiasmo de la multitud, le ponía a salvo de inoportunas entrevistas y dejaba intacto el espectáculo de apoteosis que, cara al público, formaba al final de su discurso. En cierta ocasión me confesó:


 Muchos oradores cometen el gran error de permanecer en la sala conversando una vez que su discurso ha terminado. Esto solo lleva a una disminución del entusiasmo, ya que la controversia y la discusión pueden anular por completo unas horas de labor oratoria.


 Lo que a mí me tenía totalmente perplejo -y con el tiempo le pasó lo mismo a millones de personas- era que no concedía a las palabras vitales igual significado que tenían para los demás. Siempre que yo hablaba de nacionalsocialismo, lo hacia pensando en los antiguos términos de Friedrich Naumann, en los que se fundía toda la esencia de los elementos tradicionales y sociales de la comunidad. Los pensamientos de Hitler nos se avenían en absoluto con la idea de una confederación patriótica de tal especie. Todos sabíamos, aunque pasásemos por alto las profundas implicaciones del hecho, que la primera manifestación de su personalidad había sido como soldado. El hombre que declamaba desde la tribuna no sólo era un soberbio orador, sino también un experto instructor militar que había sabido ganarse la voluntad de aquellos de sus camaradas del ejército que se dejaran influir por la revolución de noviembre. Cuando hablaba de nacionalsocialismo lo hacía pensando en un socialismo militar, sujeto a una disciplina militar o, para decirlo en términos civiles, en un socialismo de estado. Ignoro ciertamente cuál sería el momento en que sus procesos mentales le llevarían a dar forma definitiva a esa clase de socialismo, pero lo que sí es indudable es que el germen estuvo siempre en él. Además de ser un gran orador, era también taciturno e introvertido en grado extremo y parecía tener un sentido instintivo respecto all que no debía decir, a fin de mantener la confusión en la gente en cuanto a sus verdaderas intenciones. He de confesar, de todas formas, que nuevamente me refiero a unas impresiones obtenidas con el discernimiento que se posee a los treinta años."

 



 Mein Schüler Hitler. Das Tagebuch seines Lehrers Paul Devrient. Ilmgau Verlag, Pfaffenhofen 


Paul Devrient, en realidad Walter Stieber , incluso Paul Stieber-Walter (* 16 de noviembre de 1890 en Wandsbek en Hamburgo, † 1973 en Baviera) era un cantante (tenor) y director  de ópera  alemán. Fue considerado un conocido intérprete de Verdi y Mozart. Él también ganó notoriedad como entrenador y maestro del habla vocal de Adolfo Hitler en 1932.

Según el diario personal de Devrient,  publicado póstumamente de  en 1975, se suponía que Paul Devrient remediaría la situación después de que Hitler fuera diagnosticado por médicos con parálisis inminente de las cuerdas vocales debido al esfuerzo excesivo. Por una tarifa, Devrient acompañó a Hitler en sus viajes de propaganda por Alemania de abril a noviembre de 1932. Devrient no solo entrenó la voz y la técnica de hablar de Hitler, sino que también mejoró su presencia como orador político frente a una gran audiencia a través de lecciones de actuación y retórica. 
Para no socavar la credibilidad de Hitler o incluso revelarlo públicamente al ridículo de sus oponentes, Devrient tuvo que trabajar con el mayor secreto. Los detalles exactos solo se conocieron después de su muerte cuando su diario pasó a manos de su hijo, quien finalmente lo publicó en 1975.


En 1932, el líder nazi participó en cinco campañas electorales y llegó a realizar hasta cuatro discursos diarios en distintas ciudades. 
"El culto al Führer, un producto fabricado por la propaganda nazi y hasta entonces propiedad de unos pocos fanáticos, estaba a punto de ser vendido a una tercera parte de la población alemana", escribe Ian Kershaw en las páginas de su biografía de Hitler dedicadas a esos meses decisivos.
Fue entonces cuando Devrient acompañó al futuro dictador.

Las clases se desarrollaban en los tiempos muertos de la campaña, en hoteles o al final de los discursos. Con frecuencia, Hitler se enfadaba y cuestionaba el método del profesor. Pero en otros momentos se aplicaba disciplinadamente. He aquí algunos fragmentos de los diálogos registrados en el diario del tenor.

La irritación del Führer. 
"Estoy aquí sentado, esperándolo, y usted sólo espera no haberse retrasado demasiado. Me ha hecho esperar y se me han quitado las ganas de trabajar. ¿Qué derecho tiene usted de robarme el tiempo? ¿Qué me obliga a mí a hacer estas clases? ¿Por qué tengo que ocupar mis momentos de descanso con esto?" (Hitler)
Impurezas.
 "Usted parece capaz de convencer a la audiencia. Me ha demostrado que podría ser un gran orador... Si logro liberar su lengua y sus movimientos de algunas impurezas, lo conseguirá". (Devrient)
Aprendizaje difícil.
 "Me parece casi imposible bailar al son de varias melodías al mismo tiempo: tener en cuenta a la vez las técnicas de dicción, la audiencia, a la que no puedo dejar de mirar ni un segundo, el texto y la indispensable fuerza de convicción de mi discurso". (Hitler)
Voluntad de mejorar. 
"Quiero ser independiente de la técnica. ¿Cuánto tiempo necesita hasta que yo pueda llenar con mi voz sin esfuerzo un gran espacio, sin la ayuda de estos micrófonos, altavoces y cables en los que uno no puede confiar?" (Hitler)
Gesticulación excesiva.
 "Al principio sus gestos y ademanes son casi adecuados. Pero entonces sucede la desgracia: percibe el entusiasmo del público y se olvida de sí mismo. Al público deja de interesarle el discurso, porque tanta gesticulación cansa. El efecto deseado se pierde". (Devrient)
Reprimenda.
 "Aunque su voz por naturaleza es fuerte, ya no suena ni sana ni potente. El efecto es débil y enfermizo. Los oyentes sienten que no le queda aire y que su voz está comprimida". (Devrient)

El alumno se defiende.

 "¡Lo hago lo mejor que puedo! Piense en los grandes aplausos que recibo... ¡Conmuevo a miles de almas! No lo puede negar. Esto es lo que cuenta". (Hitler). "¿Usted quiere conmocionar o quiere vencer?" (Devrient).

 


Una celda para Adolf Hitler: el juicio que cambió la Historia para siempre.

RAÚL CONDE
 2 septiembre 2019 


Poco antes de las ocho y media de la mañana del 26 de febrero de 1924, Adolf Hitler hizo su entrada en la sala, en pleno centro de Múnich, donde iba a ser juzgado por alta traición. El acusado vestía un traje de color negro con dos condecoraciones prendidas en la americana: una Cruz de Hierro de primera clase y otra de segunda. Lucía un flequillo peinado hacia la izquierda con gomina y un bigote recortado en forma de cuadradito. El diario berlinés Vossiche Zeitung publicó que su apariencia enjuta «imponía mucho menos» que la proyectada en las imágenes divulgadas por el aparato de propaganda del Partido Nacionalsocialista. Hitler era entonces una figura política relativamente menor, pero el acusado usó el proceso para erigirse en referente nacional.

La descripción de la mezcla de inteligencia, habilidad, oratoria y arrogancia con la que Hitler aprovechó su paso por el banquillo de los acusados para forjar su liderazgo político conforma el grueso de El juicio de Adolf Hitler (Seix Barral), el último libro del historiador y escritor estadounidense David King. En este volumen, que se pone a la venta en España este lunes, el autor indaga en la personalidad atormentada de quien luego propició la devastación del continente europeo, pero también en la atmósfera política -con acopio abundante de datos, personajes y diálogos- que desembocó en el ascenso de los nazis.

El autor, cuyos libros se han traducido a más de una docena de lenguas, desmenuza de forma prolija la asonada ejecutada en la Bürgerbräukeller -una cervecería situada al sur de la capital bávara-, el juicio por alta traición a Hitler y el encarcelamiento posterior de éste. Son 639 páginas cuajadas de rigor, exhaustividad y una prosa seca y brillante que convierte la labor historiográfica en un relato festoneado de alardes literarios.

Hitler abandonó la sala como un enemigo mucho más peligroso que cuando entró. El juicio fue una catástrofe

«El juicio no fue tanto el desencadenante de la llegada de los nazis al poder, pero sí facilitó que ese gatillo se apretara», sostiene David King. «Las autoridades tenían a Hitler en sus manos. Fue declarado culpable de alta traición. Admitió su culpa y, de hecho, se jactó de ello. La ley estaba del lado de la acusación. Si el tribunal hubiera seguido la ley, habría sido encerrado en prisión y luego deportado del país. En cambio, abandonó la sala como un enemigo mucho más peligroso que cuando entró. El juicio fue una catástrofe».

Hay que ponerse en la tesitura que atravesaba Alemania en los albores de la década de los años 20 del siglo XX para entender el impacto que generó este proceso. Del polvorín de la República de Weimar, el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial que determinó el futuro de Alemania y de Europa entera, surgió una potente creación cultural, fermento de una sociedad en perpetua convulsión política, económica y social. La abdicación del káiser Guillermo dio paso a la proclamación desde el balcón del Reichstag de una república socialdemócrata asaeteada por ataques extremistas de toda índole. Entre 1919 y 1933 Alemania tuvo 14 cancilleres.

Esta inestabilidad vino dada por las inasumibles condiciones de pago de deuda de guerra que impuso el Tratado de Versalles, el colapso económico y la escalada de la inflación: una barra de pan llegó a costar trillones de marcos en 1923. Sin la paz de la vergüenza no se entiende el triunfo nazi. Tampoco la decadencia de Múnich, una metrópolis «efervescente» -tal como la califica King-, que pasó de acoger a Picasso, Thomas Mann y Bertolt Brecht a incubar el movimiento reaccionario y xenófobo que erradicó la vanguardia modernista.

«Versalles -afirma King- fue lo suficientemente duro como para humillar a Alemania, pero no lo suficientemente duro como para neutralizar una amenaza potencial. Hitler aprovecha durante su juicio toda la carga de ira y amargura del pueblo alemán. Su especialidad era prosperar en tiempos de caos».

Eric Weitz, en su canónico La Alemania de Weimar (Turner), señala los tres acontecimientos que precipitaron el ocaso de Weimar: el asesinato de Walter Rathenau, ministro de Exteriores de origen judío, la invasión franco-belga de la cuenca del Ruhr y la intentona golpista en Múnich. King, que enseñó Historia Europea en la Universidad de Kentucky (EEUU), parte de ésta última para abordar los pormenores de un juicio en el que Hitler se enfrentaba, en caso de ser declarado culpable y en aplicación del artículo 81 del Código Penal alemán del momento, a la pena de cadena perpetua. 
«No se puede decir con certeza que una sentencia más dura hubiera impedido que los nazis llegaran al poder. Sin embargo, lo que sí se puede sostener es que habría evitado el ascenso de Hitler».

En el momento de la gestación del putsch, Hitler contaba 34 años y vivía en una pequeña habitación alquilada que daba a un patio interior de un inmueble ubicado en el número 41 de la Thierschstrasse de Múnich. El editor Alfred Rosenberg y Ernst Hanfstaengl, ambos miembros del Partido Nazi, estuvieron en el origen del golpe. También Hermann Göring. El general Ludendorff, héroe alemán de la Gran Guerra, estaba al tanto de la trama. «El momento de la verdad ha llegado», les dijo Hitler.

Corría el 8 de noviembre de 1923. La tarde-noche de aquel día hubo comida y bebida en abundancia en la cervecería de autos, y un ambiente de camaradería que propiciaba el contacto directo entre la élite política y patriótica de la capital de la cerveza. «En Baviera no hay política sin cerveza», escribió el legendario periodista catalán Eugenio Xammar, corresponsal de La Veu de Catalunya en la Alemania de entreguerras. Más de un centenar de efectivos de las tropas de asalto de Göring asaltaron el local. Hitler disparó su pistola al aire y desafió a los mandatarios de Berlín, a quienes definió como «unos criminales que están destruyendo Alemania». Un reportero del periódico suizo Neue Zürcher Zeitung calificó su discurso de «vulgar, tosco y escandaloso».

La asonada estuvo a punto de provocar una crisis internacional, en la medida que el intento de derrocamiento del gobierno de Berlín violaba el Tratado de Versalles. Pero si pudo llevarse a cabo se debió a la ventaja considerable que el Partido Nazi llevaba a sus adversarios en cuanto a táctica y organización. Su dirección política, además de especializarse en la propaganda, había llevado a cabo una agresiva campaña de reclutamiento a base de un discurso incendiario que martilleaba sobre el peligro que representaban los marxistas, los bolcheviques y los judíos. A ello se unía el magnetismo de un orador capaz de llenar cervecerías y enardecer a las masas en una coyuntura en la que la sociedad alemana había encallado en la depresión.

Pese a ello, el putsch fracasó y tanto Hitler como el resto de sus artífices acabaron siendo procesados por alta traición. La operación, según King, «fue concebida con precipitación y su ejecución puede considerarse mediocre». Aunque el golpe de la cervecería centra la primera parte, el capítulo medular del libro aborda el juicio al futuro dictador alemán. Porque fue precisamente en la vista oral, rodeada de una expectación extraordinaria que concitó el interés de la prensa de todo el mundo, donde Hitler encontró una plataforma para convertir el fallido intento de golpe de Estado en una herramienta para colocarse en el primer plano. Encontró vía libre para su irrefrenable retórica demagógica e incendiaria, y le situó en la senda del poder.
El juez Neithardt presidió el tribunal, el fiscal Ehard asumió el peso de la acusación y el abogado Lorenz Roder ejerció la defensa de Hitler. «El juicio tuvo tantas irregularidades judiciales que podría considerarse una comedia si los resultados no hubieran sido tan trágicos», sostiene King.
«El proceso le dio una segunda oportunidad a quien luego se convirtió en Führer. Casi se suicida después del desastre del golpe de la cervecería, pero se presentó ante el tribunal como un héroe nacional que defendía a Alemania de la opresión. Y la audiencia quedó encandilada».

Tras el juicio, Hitler cumplió sólo nueve meses de los cinco años a los que había sido condenado. Ocupó la celda número 7 del penal de Landsberg. Recibió un trato preferencial y aprovechó el trance para pergeñar Mi lucha, el panfleto iniciático de la infamia nacionalsocialista. «El delito de alta traición es el único cuyo verdadero castigo es el fracaso», le espetó al fiscal. Para entonces ya tenía allanado el camino hacia el poder.

CUATRO AÑOS DE EXHAUSTIVA INVESTIGACIÓN

Autor de varios 'best seller' de ensayo histórico, David King está reconocido como un consumado especialista en la Historia contemporánea de Europa. En 'El juicio de Adolf Hitler', resultado de cuatro años de investigación, aborda el proceso que pavimentó el paso del líder del Partido Nazi al poder a través de fuentes inéditas. Por ejemplo, varios cuestionarios realizados a miembros de las tropas de asalto que perpetraron el 'putsch' o el relato de la mujer que escondió a Hitler en su ático cuando éste huía de la policía. 
El autor también recurre a varios centenares de documentos de la prisión de Landsberg, donde estuvo recluido el genocida alemán, incluida una memoria manuscrita no publicada del carcelero de Hitler. A ello se suma el rastreo de las más de 3.000 páginas de la transcripción del juicio que marcó el futuro no sólo de Alemania sino del mundo, junto a los archivos policiales de la ciudad de Múnich, los documentos de los diferentes abogados y la "correspondencia del odio" que recibieron los fiscales por atreverse a sentar a Hitler en el banquillo por alta traición. Sin duda, el punto de inflexión que marcó el siglo XX

 


El juicio de Adolf Hitler ante el Tribunal Popular de Munich


sentencia 



BASE DE LA ACCIÓN 

El 8 de noviembre del año anterior, en el Bürgerbräukeller de Múnich , tuvo lugar una reunión de miembros de bandas patrióticas, trabajadores de todas las clases y presuntamente invitados especialmente invitados. El generalstaatskommissar von Kahr había anunciado que pronunciaría un discurso preparado. Sin embargo, la asamblea debía comenzar a las 7:30 pm. Antes de la hora señalada, el salón estaba tan lleno que la policía tuvo que bloquear la entrada por razones de seguridad. Mucha gente fue rechazada en la puerta.

Poco después de las 8:00 pm, Kahr apareció en el salón, acompañado por el general Lossow y el coronel Seisser . Von Kahr subió al podio en el que Kommerzienrat Zentz se había instalado como moderador. Von Lossow y Seisser encontraron asientos cerca del escenario. Zentz abrió la reunión con unas palabras de presentación; luego Kahr empezó a hablar.

Aproximadamente a las 8:45 pm fue interrumpido. Un alboroto se originó en la entrada al salón. Hitler encabezó a un grupo de hombres armados y se abrió paso entre la multitud y subió al escenario. Sus cómplices portaban revólveres y ametralladoras; El propio Hitler empuñaba una pequeña pistola. Simultáneamente, miembros de las tropas de choque de Hitler tomaron la entrada. Estos hombres tenían rifles, pistolas y ametralladoras que apuntaron al público. En medio de la entrada, instalaron un nido de ametralladoras y apuntaron a la multitud.

La fuerza de seguridad que custodiaba la entrada principal de la Bürgerbräukeller fue expulsada por la fuerza y ​​hombres armados ocuparon la otra entrada, la Rosenheimerstrasse, y las salidas laterales a la taberna al aire libre, y vigilaron las ventanas desde fuera. En el interior de la sala se apostaron guardias en los teléfonos, y nadie más que las tropas de Hitler podía usarlos. Hitler se subió a una silla junto al escenario y gritó pidiendo silencio. Para dar énfasis a su mando, disparó un tiro al techo. Entonces, saltó de la silla. Cuando el mayor Hunglinger se interpuso en su camino, Hitler apuntó con el arma al pecho de Hunglinger hasta que un espectador le apartó el brazo. Hitler luego saltó al escenario y gritó aproximadamente lo siguiente:

"La revolución nacional ha comenzado. La sala ha sido ocupada por 600 hombres, fuertemente armados. Nadie puede salir. Si no hay orden de inmediato, apuntaré con una ametralladora a la galería.

"El gobierno de Baviera está depuesto. El gobierno está fuera. Se está formando un gobierno nacional alemán provisional. Se han ocupado los cuarteles de la Reichswehr y Landespolizei , y estos hombres avanzan bajo la bandera de la esvástica ".

Hitler luego exigió que Kahr, Lossow y Seisser abandonaran el auditorio para conversar con él. Los hombres accedieron y, custodiados por hombres fuertemente armados, acompañaron a Hitler a una pequeña habitación frente al guardarropa. Ante la puerta se encontraban numerosos seguidores de Hitler, también armados.

En la trastienda, entonces, estaban Kahr, Lossow y Seisser, así como el propio Hitler y tres seguidores armados de Hitler. El mayor Hunglinger también logró entrar en la habitación, pero se impidió la entrada a los guardias de Lossow. Cuando los líderes estuvieron en su lugar, Hitler ordenó: "¡Nadie sale vivo de esta habitación sin mi permiso!"

Luego se volvió hacia Kahr y dijo, aproximadamente: "El gobierno del Reich se ha formado; el gobierno de Baviera ha sido abolido. Baviera es el trampolín del gobierno del Reich. Debemos tener oficiales. Pöhner será presidente con todo el poder de un dictador , y usted será gobernador. Yo dirigiré el gobierno del Reich; Ludendorff , el ejército nacional; y Seisser, la policía ". Cuando Hitler descubrió al mayor Hunglinger, le ordenó que saliera de la habitación. Hunglinger obedeció a petición de Seisser.

Entonces Hitler, agitando su pistola salvajemente, continuó: "Sé que esto te sorprende, pero alguien debe dar el primer paso y alguien debe facilitarte ese paso. Todos deben aceptar el lote que se le ha asignado. Si no lo haces, pierdes tu derecho a vivir. Tendrás que luchar conmigo y triunfar conmigo, o morir conmigo si esto sale mal. Tengo cuatro balas en mi pistola, tres para mis compatriotas y el último para mí ".

Ante eso, apuntó con el arma a su sien. Entonces, Kahr le dijo a Hitler: 

"Puedes retenerme contra mi voluntad, puedes hacer que me disparen, incluso puedes dispararme tú mismo. Morir o no morir no es importante".
 
Hitler luego se volvió hacia Seisser, quien le reprochó que no cumpliera su promesa de que no habría ningún golpe. Hitler respondió:
"Lo hice, pero perdóname, por el bien de la Patria".
Cuando Lossow le preguntó:
"¿Cuál es la posición de Ludendorff?", Hitler respondió: "Ludendorff está listo y estará aquí en este momento".

Toda la escena pudo haber durado diez minutos. Durante todo este tiempo, el comportamiento de Hitler y sus cómplices no dejó ninguna duda de que estaban preparados para respaldar sus demandas con la fuerza si fuera necesario. A Kahr, Lossow y Seisser se les impidió hablar entre ellos. En ningún momento Hitler recibió ningún estímulo o asentimiento por parte de estos caballeros. Cuando Hitler salió de la habitación, entró el Dr. Weber . Todos menos uno de los guardias armados habían abandonado la habitación. El Dr. Weber hizo que Kahr, Lossow y Seisser creyeran que podían hablar libremente entre ellos. A pedido de Seisser, también llamaron al comandante Hunglinger de regreso a la habitación.

Mientras tanto, Hitler estaba dando un segundo discurso en el que decía, entre otras cosas, "El gabinete de Knilling se ha disuelto. Se formará un gabinete bávaro alrededor de un gobernador y un presidente con plenos poderes de dictador. Propongo a Herr Kahr como gobernador y Herr Pöhner como presidente. Declaro disuelto el gobierno de los criminales de noviembre en Berlín; Ebertpor la presente queda depuesto. Un nuevo gobierno nacional alemán nace hoy en Baviera, aquí en Munich. Formaremos un ejército nacional alemán de una vez. Por tanto, propongo que hasta el juicio final con los criminales de Berlín, los criminales que están destruyendo Alemania, asumiré el liderazgo del gobierno nacional alemán provisional. Su Excelencia Ludendorff dirigirá el ejército nacional alemán; El general Lossow se convertirá en ministro de la Reichswehr; y el coronel Seisser será ministro de policía del Reich. La tarea de nuestro gobierno nacional alemán provisional es marchar sobre esa Babilonia pecadora, Berlín , y con la fuerza concentrada de esta tierra y de todos los alemanes para salvar a nuestro pueblo.

Ahora le pregunto: Afuera hay tres hombres: Kahr, Lossow y Seisser. Fue una píldora amarga para ellos tragar. ¿Está de acuerdo con esta solución al problema alemán? Puede ver lo que nos lleva. No lo es. t egoísmo. No es vanidad. Es la lucha de última hora por nuestra propia patria alemana que deseamos. Queremos construir ese tipo de estado unido donde el hombre común recibe lo que es legítimamente suyo.

"¡Quédense quietos! La sala está sellada por el Kampfbund alemán . Por la mañana encontrará un nuevo gobierno nacional alemán ... o nuestros cadáveres".

Hitler regresó a la pequeña habitación y habló de cómo su segundo discurso en el salón había creado tanto júbilo. Continuó presionando a Kahr, Lossow y Seisser. De repente, el comando militar "¡Atención!" Se escuchó, así como gritos de saludo. Ludendorff entró en la habitación vestido de civil. Herr Scheubner-Richtery otros dos lo habían recogido y, de camino al Bürgerbräukeller, le habían informado de la situación actual. Fue recibido en la puerta de la trastienda por Hitler, quien confirmó lo que le había dicho Scheubner-Richter. Luego, Ludendorff se acercó a Kahr, Lossow y Seisser y dijo, sin hacer ni responder preguntas:
 "Señores, estoy tan sorprendido como ustedes; pero se ha dado el paso. Esto concierne a la Patria, nuestra gran nación, nuestra gran gente . Solo puedo decir: '¡Ven con nosotros, haz lo mismo!' "

La atmósfera en la trastienda cambió por completo cuando Ludendorff apareció en escena. Las pistolas desaparecieron y, a partir de ese momento, las amenazas fueron sustituidas por la persuasión. Sin embargo, a Kahr, Lossow y Seisser no se les permitió hablar entre ellos. Poco después de Ludendorff, entró Pöhner. Comenzó ahora una discusión urgente entre Hitler, Ludendorff y el Dr. Weber. Una y otra vez Hitler gritaba que "no había vuelta atrás ahora". Finalmente, Lossow y Seisser dieron su consentimiento y poco después Kahr declaró: 
"Estoy preparado para asumir el liderazgo del gobierno bávaro como diputado del rey ". 
Hitler lo instó a repetir esto ante la multitud. Al principio, Kahr se resistió, pero finalmente cedió a las insistentes advertencias de Hitler.

Hitler luego regresó al salón principal con Kahr, Lossow, Seisser, Ludendorff y Pöhner. Allí proclamó la formación de un nuevo gobierno y la voluntad de estos hombres de asumir sus cargos designados. Hitler continuó: 
"Hoy no necesitamos expresar nuestra gratitud a Su Excelencia Kahr, porque en este momento su nombre está grabado en la historia del pueblo alemán. El presidente Pöhner me ha asegurado que está dispuesto a asumir el control del gobierno estatal con Su Excelencia Kahr. Por la presente anuncio la creación del gobierno nacional alemán provisional y que el líder y comandante del ejército nacional alemán será Su Excelencia Ludendorff. Por lo tanto, hemos eliminado la marca de Caín de la frente del soldado alemán. Además , como ministro de las fuerzas armadas alemanas,

"Como ministro de la policía del Reich, el coronel Seisser coordinará acciones para purgar a Alemania de aquellos elementos que han provocado nuestra desgracia actual, y en las próximas semanas y meses cumpliré la promesa que hice hace cinco años mientras estaba en un hospital de campaña. , un lisiado ciego: No buscar la paz ni el consuelo hasta que los criminales de noviembre de 1918 hayan sido destruidos; hasta que una Alemania de poder y grandeza, libertad y majestad, resucite de las ruinas de la miseria actual. Amén. Viva el bávaro gobierno de Kahr y Pöhner! ¡Viva el nuevo gobierno nacional alemán! "

El general Ludendorff declaró:
"Aprovechado y abrumado por la grandeza del momento, por la presente me pongo a disposición del nuevo gobierno nacional alemán. Me esforzaré por restaurar la insignia negra, blanca y roja de antaño en su legítimo lugar de honor. de donde la ha tomado la revolución. Todo depende hoy de nosotros. Para un alemán, no puede haber vacilación a esta hora, ningún obstáculo a la plena devoción no solo con su mente, sino a la plena entrega a nuestra tarea con todo su corazón alemán . Esta hora marca un punto de inflexión en nuestra historia. Salgamos en serio, convencidos del peso espantoso de nuestra empresa, seguros y conscientes de nuestra grave responsabilidad. Vayamos con el hombre común a nuestra tarea. Si somos puros de corazón - hombres de Alemania, no lo dudo - seguramente la bendición de Dios, que suplicamos en esta hora, estará con nosotros.Estoy absolutamente convencido y no lo dudo: el Señor del Cielo estará con nosotros cuando vea que finalmente hay verdaderos alemanes de nuevo ”.

Pöhner dijo: 
"Por supuesto, no voy a eludir el llamado del deber hacia mi Patria. Ayudaré fielmente a Herr Kahr en la seria tarea que tiene por delante. Siempre hemos trabajado juntos. Su Excelencia puede confiar en mí".

Kahr declaró:
"En la hora más oscura de la Patria, encabezaré el gobierno de Baviera como diputado de la monarquía que fue destruida injustamente hace cinco años. Hago esto con un gran pesar y, espero, por el bien de nuestra amada Baviera y nuestra gran patria alemana ".

Lossow dijo: 
"Espero que la tarea de organizar un ejército, una tarea igual a las otras establecidas aquí, tenga éxito y que este ejército lleve nuestra bandera a todas partes con orgullo".

Seisser agregó: 
"Intentaré cumplir la tarea que se me ha asignado, es decir, crear una policía estatal - para todo el Reich - que esté preparada en todo momento para preservar la paz interna bajo la bandera negra, blanca y roja.  " En eso, se levantó la sesión.

Mientras tanto, hombres fuertemente armados habían marchado al lugar y habían tomado posiciones frente al Bürgerbräukeller.

Kahr, Lossow, Seisser, Hitler, Ludendorff y Pöhner regresaron a la trastienda. Aquí llegaron en la actualidad varias personalidades destacadas del Kampfbund. Hitler nuevamente pidió perdón por su comportamiento, agregando que la extrema necesidad de la Patria hacía necesario el paso. Kahr preguntó por la seguridad de los ministros del gabinete arrestados y se le informó que estaban bien atendidos y que sus familias habían sido notificadas. Pöhner informó a Kahr que tenía la intención de confiar el liderazgo de la policía a Frick.. También quería discutir con Kahr la composición de la lista de ministros. Ludendorff habló con Lossow y Seisser sobre los próximos movimientos militares que consideró necesarios: comunicación con las tropas de la Reichswehr, formación de un ejército nacional, desintegración de la Vaterländische Verbände y su absorción en la Reichswehr y protección contra el general Seeckt . Mientras tanto, Ludendorff discutió varias declaraciones para la prensa con un capitán Weiss que se desempeñó como secretario de prensa de Hitler. Por último, Ludendorff y el general Aechter hablaron con Lossow sobre los acontecimientos en el cuartel de los pioneros, donde la Reichswehr tenía un batallón de Oberland. Ludendorff y Aechter estaban entusiasmados con esta noticia.

Incluso mientras se desarrollaban los primeros incidentes en la trastienda, el presidente Knilling, los ministros de Estado Gürtner , Schweyer y Wultzlhofer, el jefe de la repisa de la policía, el abogado Bernreuther y el conde Soden fueron sacados del salón y detenidos por guardias armados en una habitación en un piso superior del Bürgerbräukeller. Posteriormente, estos hombres fueron llevados a cubierto a la villa de un editor Lehmann en Holzkirchenerstrasse y permanecieron allí hasta que fueron liberados la noche siguiente.

Kahr, Lossow y Seisser solo pretendieron estar de acuerdo con las demandas de Hitler para recuperar su libertad de movimiento. Tan pronto como pudieron, aproximadamente a las 10:30 am, abandonaron el Bürgerbräukeller y de inmediato trazaron planes para la represión del golpe de estado. El 6 de noviembre, habían llamado a los líderes del Vaterländische Verbände, particularmente al Kampfbund, al Generalstaatskommissariat, y habían advertido enfáticamente contra los golpes de estado de cualquier tipo. Al mismo tiempo, revelaron que los actos violentos se enfrentarían con una intervención armada.

Además, el Generalstaatskommissariat tenía información privilegiada de que el Kampfbund estaba preparando una acción. Entre otras cosas, se habían enterado de una conversación de líderes de las tropas de asalto nacionalsocialistas bávaras en Munich el 23 de octubre. En esta conversación se reveló que el establecimiento enérgico de una dictadura de Hitler-Ludendorff en Baviera estaba a la vista y que un La ofensiva armada procedería de Baviera contra Berlín. A este respecto, se mencionaron los nombres de Kahr, Lossow y Seisser. Además, el Generalstaatskommissariat había encontrado, antes del 6 de noviembre, un folleto con la firma falsificada del General Lossow. El folleto contenía una llamada falsa a la Reichswehr de Lossow para comenzar la marcha sobre Berlín. En la conversación del 6 de noviembre en el Generalstaatskommissariat participaron el teniente coronelKriebel , el Dr. Weber y el general Aechter, todos del Kampfbund. En relación con la reunión, Kriebel redactó y envió la siguiente carta, fechada el 7 de noviembre:

Deutscher Kampfbund
Distrito de Baviera
El comandante militar
Correspondencia No. 332
PARA: Bund Bayern und Reich
Wikingbund de Ehrhardt
La bandera del Reich
Batallón de Jäger
Hermannsbund
Teniente coronel Willmer
La conversación del 6 de noviembre con el Generalstaatskommissar ha demostrado que confía en la desunión de nuestros miembros. El Generalstaatskommissar ha expresado de forma bastante clara y sin ambigüedades a través del Landeskommandant y el coronel Seisser que está decidido a utilizar la fuerza contra cualquier grupo que intente provocar un cambio violento. Como comandante militar del Kampfbund Bayern, insisto en que las diferencias de opinión, incluso si son tan serias que hacen imposible un esfuerzo concertado de grupos individuales, no pueden impedir que yo y el poder militar combinado del Kampfbund nos unamos a cualquier grupo. que se enfrenta a la fuerza de la Reichswehr y Landespolizei con fuerza.
Firmado, Kriebel.

El 7 de noviembre, el general Landeskommandant Lossow reunió en Munich a los líderes militares y civiles de la zona con el fin de concienciarlos de la gravedad de la situación. En la mañana del 8 de noviembre, el coronel Seisser, jefe de Landespolizeiamt, convocó a los jefes de las Landespolizei de Baviera comandados con el mismo propósito. Lossow y Seisser informaron a sus subordinados que existía una posibilidad muy real de que Hitler intentara liderar un golpe de Estado. Dirigieron que cualquier golpe de Estado fuera reprimido con la fuerza de las armas, si era necesario. La acción de la noche del 8 de noviembre se originó en el Kampfbund. Desde el 1 de septiembre de 1923, Hitler y su Partido Nacionalsocialista habían proporcionado un liderazgo decisivo. Hitler y el teniente coronel Kriebel formaron el alto mando del Kampfbund. 
El Dr. Scheubner-Richter fue director gerente.Göring ; Bund Oberland, bajo el mando del Dr. Weber y el general Aechter; y Reichskriegsflagge bajo los capitanes Röhm y Sendel. Ludendorff se había acercado hacía mucho tiempo a Hitler y al Kampfbund. Ahora estaba estrechamente relacionado con Hitler. Desde principios de 1923, Brückner había estado a cargo del Regimiento de los nazis de Munich, que comprendía tres batallones. Además de este regimiento, el Partido Nazi de Munich tenía Tropas de Choque Hitler especiales compuestas por miembros del Partido altamente entrenados a cargo del Teniente Berchtold . 
También se encontraron soldados de asalto nazis fuera de Munich. El líder de todos los Storm Troopers era el Capitán Göring.

En la tarde del 6 de noviembre, después de la sesión en el Generalstaatskommissariat, y durante el transcurso del 7 de noviembre, se llevaron a cabo reuniones secretas entre varios miembros destacados del Kampfbund. En estas reuniones se formularon planes finales para una acción armada. Se consideraron dos planes.

El primer plan fue de Hitler y en realidad se llevó a cabo el 8 de noviembre. El segundo plan se desarrolló de la siguiente manera. En la noche del 11 de noviembre, se planearía un gran ejercicio nocturno para el Kampfbund. A la mañana siguiente, el Kampfbund entraría en Munich y derrocaría al gobierno, permitiendo así que Kahr, Lossow y Seisser asumieran sus nuevas funciones con la fuerza del Kampfbund consolidado para respaldarlos. Pero finalmente se eligió el plan de Hitler. En las discusiones decisivas participaron Göring, Scheubner-Richter, Kriebel, Dr. Weber, Hitler y Röhm. Luego se dispusieron a alertar a los miembros de las organizaciones pertenecientes al Kampfbund y a hacer los preparativos para la acción del 8 de noviembre. El alto mando tenía su sede en el Rheinischerhof. Los líderes fueron Hitler y Kriebel. Nuevamente, el 7 de noviembre

El 6 de noviembre, Brückner, como líder del Regimiento de los Nazis de Múnich, emitió una orden en la que dirigía:
"El jueves 8 de noviembre, a las 8:00 pm, se llevará a cabo una instrucción táctica para todos los oficiales. La asistencia es absolutamente Obligatorio. Luego del ejercicio, se realizará una reunión de líderes. Los batallones estarán en alerta de batalla el jueves 8 de noviembre, a las 6:00 pm, en su cuartel general para posibles acciones. Mañana se darán más órdenes ".

Reichskriegsflagge estaba celebrando una fiesta privada en el Löwenbräukeller el jueves 8 de noviembre a las 8:00 pm Los equipos no necesarios para el jueves podrían asistir a la fiesta y serían determinados por el Regimiento.

El 7 de noviembre, Brückner emitió otro comando de regimiento. Dice:
"El ejercicio para los oficiales del Regimiento programado para el jueves por la noche a las 8:00 ha sido cancelado debido a la alerta general. Los batallones recibirán más instrucciones para el jueves por la noche el jueves por la tarde entre las 3:00 y las 4:00". Requerido La vestimenta para la alerta del jueves es uniforme, gorra y arma de mano ". 

A más tardar, Brückner conoció en la mañana del 8 de noviembre los planes para esa noche. Al mismo tiempo, recibió órdenes relativas a su conducta posterior.

El 8 de noviembre, entre las 6:00 y las 7:00 pm, el Primer Batallón del Regimiento de Munich se reunió en el Arzbergerkeller y el Tercer Batallón en parte en el Ambergerhof y en parte en el restaurante Gärtnerplatz. A las 7:30 pm, Brückner hizo que ambos batallones marcharan hacia el Löwenbräukeller. Él mismo ya se había puesto en camino hacia el Löwenbräukeller, y aquí esperaba noticias del éxito de la emboscada en el Bürgerbräukeller. Luego, después de haber distribuido las armas a sus hombres, marchó ambos batallones hasta el Bürgerbräukeller, donde llegó alrededor de las 11:30 pm y se puso a disposición del Alto Mando.

El líder del Segundo Batallón, el teniente Edmond Heines, ordenó a los hombres de su batallón que se vistieran con el equipo de batalla completo en la noche del 7 de noviembre y que se reunieran en sus guarniciones, para marchar allí sobre el Bürgerbräukeller a las 7:00 pm Este, en hecho, ocurrió. Los hombres recibieron armas en Rosenheimerstrasse y luego se unieron al cerco del Bürgerbräukeller, además de bloquear el acceso.

Las Tropas de Choque de Hitler se reunieron en Torbräu la tarde del 8 de noviembre a las 6:00. El teniente Berchtold anunció aquí que esa noche, alrededor de las 9:00, el gobierno existente sería derrocado y se proclamaría un nuevo gobierno en el Bürgerbräukeller. Hizo que sus hombres hicieran un juramento de lealtad al gobierno de Hitler. Las Tropas de Choque marcharon en formación, obtuvieron armas en el camino y llegaron al Bürgerbräukefler alrededor de las 8:00. Mientras que parte de las Tropas de Choque ayudaron a rodear y sellar al Bürgerbräukeller, la otra parte se abrió paso hacia la sala alrededor de las 8:45.

Alrededor de las 8:00 de la noche, un gran número de hombres del Kampfbund, en particular nazis, entraron en el cuartel del 19º Regimiento de Infantería de la Reichswehr, Primer Batallón. Afirmaron que les habían ordenado ir allí. Solo estaban presentes unos pocos soldados de la Reichswehr, entre ellos un oficial Böhm. Logró contactar con algunos oficiales y reunió a sus pocas tropas. Poco después de las 8:30, los nazis se prepararon para armarse. La Reichswehr, sin embargo, lo impidió y los expulsó de los cuarteles.

La noche del 8 de noviembre a las 7:00, el líder de las tropas de asalto nacionalsocialistas de Ingolstadt, el inspector jefe Kuffler, recibió una carta del Alto Mando en Munich. La carta contenía la información de que un nuevo gobierno nacional, encabezado por Kahr, Ludendorff y Hitler, sería proclamado esa noche a las 8:30. El presidente de la célula del Partido Nazi en Ingolstadt anunció este mensaje esa noche en una reunión a las 9:00. Siguiendo instrucciones anteriores, Kuffler adquirió camiones, cargó a sus Storm Troopers fuertemente armados en ellos y se fue en la noche hacia Munich.

El 7 de noviembre, el líder de las tropas de asalto nazis de la Baja Baviera, Gregor Strasser , un farmacéutico en Landshut, recibió un telegrama del Alto Mando ordenándolo inmediatamente a Munich. Strasser se presentó en una oficina comercial en 39 Schellingstrasse la mañana del 7 de noviembre. Se le ordenó estar en Freising el jueves 8 de noviembre a las 8:00, con 150 hombres de Landshut a fin de proporcionar una fuerza de seguridad para una reunión nazi.

En la noche del 8 de noviembre, Strasser y 150 soldados de asalto armados condujeron desde Landshut a Freising y esperaron allí en vano la llegada anticipada de Hitler. Alrededor de la medianoche, un mensajero de Munich llegó en automóvil trayendo no solo noticias de la caída del gobierno y el establecimiento de una dictadura del Reich, sino también una orden de venir a Munich. Strasser se apresuró a subir a su camión, se dirigió a Munich e informó al Bürgerbräukefler a las 6:00 am. Más tarde participó, bajo órdenes, en la toma del puente Wittelsbach.

En Ratisbona, en la mañana del 7 de noviembre, el secretario del Partido Löser, líder de las tropas de asalto nazis de Oberpfalz, recibió sus órdenes de Munich en un telegrama: debe presentarse ante el Alto Mando en Munich la mañana del jueves 8 de noviembre. Löser informó a Göring al mediodía del 8 de noviembre. Göring reveló que esa misma noche se convocaría a un gobierno nacional y el gobierno de Berlín sería depuesto. Göring le dio más órdenes, especialmente para alertar a Ratisbona y sus alrededores. Le hizo jurar que no le diría a nadie los acontecimientos que se avecinaban. Löser condujo de regreso a Regensburg, alertó a los Storm Troopers en Regensburg y áreas periféricas, y también alertó a la unidad de Regensburg del Bund Oberland.

Debido a la intervención del coronel Etzel y el primer teniente Unruh del batallón Reichswehr, fue posible frustrar el plan de Ratisbona, desarmar a los nazis y los Oberlanders y detener a Löser. Löser le explicó al coronel Etzel que no estaba sujeto a las órdenes de la Reichswehr porque tenía órdenes del gobierno; es decir, Hitler.

Una vez que se decidió el curso de acción para el 8 de noviembre, el Dr. Weber se dirigió al Rheinischerhof la tarde del 7 de noviembre a las 6:00. Allí se había convocado una reunión que incluía al comandante militar de Oberland, general Aechter, y oficiales del Batallón de Munich del Bund Oberland, así como representantes de unidades del partido periféricas. Con toda probabilidad, el Dr. Weber había informado a los líderes de Munich en esta reunión en cuanto a la acción planeada. Ciertamente, no dejó ninguna duda de que en pocos días se produciría un violento golpe de Estado, con su ayuda, y que la sección militar del Bund debía estar preparada y preparada para ello. A algunos de los comandantes distantes, de hecho, a los comandantes de Werdenfels (Pölk) y Seefeld ( Rickmers) - El Dr. Weber entregó las órdenes de alerta en sobres sellados con instrucciones para abrirlos la noche del 8 de noviembre a las 8:30. 
El contenido de la orden era, a grandes rasgos, "La dictadura nacional de Kahr-Hitler-Ludendorff acaba de ser convocada. Debe venir a Munich con todos y cada uno de los hombres, lo antes posible, e informar al teniente coronel Kriebel. Firmado , Dr. Weber ".

Se consideró que los grupos de Werdenfels y Seefeld estaban bien entrenados. Por lo tanto, el Alto Mando pensó que era prudente hacerlos venir a Munich lo antes posible para la acción.

El Batallón de Múnich de Oberland también fue convocado para el 8 de noviembre. Se emplearon inmediatamente secciones de Oberland para rodear el Bürgerbräukeller y luego se utilizaron para llevar a cabo tareas específicas. Otras secciones de la Brigada de Oberland participaron en el intento de toma del Cuartel de los Pioneros. Alrededor de las 8:00 pm, varios cientos de miembros del Oberland se reunieron allí bajo el liderazgo del Capitán Müller. Exigieron armas y municiones. Cuando el oficial de mayor rango, el Capitán Cantzler, se negó, intentaron lograr su objetivo primero con amenazas, luego con violencia. Cuando esto falló, el capitán Müller anunció ante la multitud la caída del gobierno del Reich y la creación de la dictadura de Hitler-Ludendorff, con la esperanza de obligar al capitán Cantzler a distribuir armas y municiones. Pero el capitán Cantzler no quería nada de eso.

La Reichskriegsflagge había planeado una celebración fraternal para miembros y amigos del Kampfbund en Löwenbräukeller para el 8 de noviembre a las 7:30 pm Las invitaciones se habían anunciado públicamente. Sin embargo, a los miembros de la Reichskriegsflagge se les había ordenado asistir en uniforme. También se invitó a miembros de zonas periféricas; por ejemplo, Wilhelm Meister, Johann Sebastian Will y Herbert Müller, todos de Schongau. Sus invitaciones contenían, entre otras cosas, la información de que se les proporcionaría espacio en el Cuartel de los Pioneros. Hasta la tarde del 8 de noviembre, un gran número de miembros del partido fueron contactados por teléfono o telegrama. Esa noche, muchos otros miembros del Kampfbund además del Reichskriegsflagge aparecieron de hecho en el Löwenbräukeller, particularmente un gran número de Oberländer.

Luego, a las 9:00, Röhm anunció la formación de un nuevo gobierno nacional de Hitler-Ludendorff-Seisser y un nuevo régimen bávaro de Kahr-Pöhner. Röhm reunió a sus hombres y los condujo al Wehrkreiskommando de la Reichswehr. En Schönfeldstrasse, otras facciones del Kampfbund se unieron a la marcha. El Wehrkreiskommando fue ocupado poco después de las 9:00. Los pocos centinelas de la Reichswehr no pudieron montar ningún tipo de resistencia contra esta marea creciente.

Durante bastante tiempo, el Kampfbund había intentado ejercer influencia sobre los miembros de la Escuela de Infantería. En particular, el teniente Rossbach había trabajado con éxito desde principios de octubre para infundir a los soldados más jóvenes las ideas hitlerianas de un movimiento nacionalista y una rebelión, evitando cuidadosamente a los oficiales del estado mayor. Con este fin, Rossbach estuvo constantemente en contacto con los cadetes de la Escuela de Infantería. Se reunió con ellos repetidamente en reuniones de Hitler, en fiestas de cerveza especialmente organizadas, en salones públicos y a puerta cerrada. El propio Hitler habló una vez con un grupo de cadetes sobre sus objetivos políticos. Wagner rápidamente se hizo conocido de Rossbach y pronto asistió regularmente a las reuniones.

Al escuchar a Hitler y Rossbach, los cadetes de la Escuela de Infantería tuvieron la impresión de que muy pronto se produciría una gran revolución nacional. Wagner también conoció al teniente Pernet , el hijastro de Ludendorff, en estas reuniones. Rossbach anunció la visita de varios caballeros de la Escuela de Infantería a la residencia de Ludendorff el 4 de noviembre. Wagner también fue uno de los visitantes.

En esta ocasión, Ludendorff habló del Volk y de una revolución nacionalista. Expresó la opinión de que la idea del Volk triunfaría muy pronto, y habló del meritorio servicio de Hitler, particularmente en que él y su movimiento en los últimos tres años habían sido capaces de contener el Peligro Blanco y Azul. Según Hitler, el peligro blanco y azul, o bávaro, es el peligro de que se restablezca la monarquía. Entonces, o bien Baviera dejaría el Reich o los líderes del Reich lo anexarían y se colocarían sobre Prusia. Cuando se le preguntó cuándo se llevaría a cabo esta rebelión nacionalista, Ludendorff respondió que el primer paso ya había pasado: este fue el estallido del conflicto Seeckt-Lossow. Ahora, pensó, era sólo cuestión de semanas o meses hasta que la necesidad llevara a las masas a las ideas del Volk.

Wagner dio una conferencia a sus seguidores sobre las ideas de Ludendorff. Los cadetes de la Escuela de Infantería deben haber tenido la impresión de que Ludendorff respaldaba completamente a Hitler y Rossbach y compartía sus puntos de vista en todos los aspectos.

Al mediodía del 8 de noviembre, Pernet llegó a la Escuela de Infantería y ordenó a Wagner que lo acompañara al Alto Mando de Kampfbund en Schellingstrasse. Wagner obedeció. En la sede de Kampfbund, Rossbach y Göring le informaron de la próxima acción y le proporcionaron las directivas correspondientes. Al regresar a la escuela, Wagner comunicó su información a algunos de sus camaradas de confianza y se aseguró de que los estudiantes fueran llamados a una reunión supuestamente urgente en el casino a las 8:15 pm. En el transcurso de la tarde, Wagner llevó a algunos otros en su confianza y era responsable de mantener a sus superiores en la oscuridad.

Esa noche a las 8:30 ambos grupos de oficiales se reunieron en el comedor y ambos grupos de cadetes se reunieron en un auditorio. Wagner luego declaró: "En este momento, el gobierno nacionalista de Alemania está dando un paso adelante en el Bürgerbräukeller. Al mismo tiempo, en toda Alemania está estallando la revolución nacionalista. Las brigadas nacionalistas ya están marchando sobre Berlín desde todas las direcciones. Mañana marchará Munich. Detrás Ludendorff y Lossow con toda la 7.a División, Pöhner y el coronel Seisser con las Landespolizei bávaras y Hitler y su Kampfbund. Ludendorff ha ordenado que la Escuela de Infantería se coloque inmediatamente bajo el mando de Rossbach y funcione como tropas de choque. Ser excluido. Eso, sin embargo, es sólo temporal. Ludendorff quiere dirigir el personal mañana mismo.

Wagner también anunció la disposición de tropas y agregó que Ludendorff quería revisar las tropas de inmediato en el Bürgerbräukeller. Prácticamente todos los cadetes siguieron las órdenes de Wagner y llenaron el patio de armas armados con armas y municiones. Mientras tanto, apareció Rossbach y, a partir de ese momento, Wagner se desempeñó como ayudante de Rossbach y nunca estuvo muy lejos de él. Rossbach dio otro discurso, confirmando todo lo que había dicho Wagner. Se repartieron pancartas y brazaletes con la esvástica, y luego, alrededor de las 9:00 pm, la Escuela de Infantería marchó hacia el Bürgerbräukeller con Rossbach a la cabeza.

Incluso después de la salida de Kahr, Lossow y Seisser del Bürgerbräukeller en la noche del 8 de noviembre, el cuadro de Hitler trató de continuar con la empresa naciente, incluso en un momento en el que ciertamente sabían que Kahr, Lossow y Seisser estaban decididos a anular la iniciativa. golpe con las fuerzas gubernamentales legales. Los siguientes extractos de los diversos sucesos de la noche del 8 de noviembre y la mañana del 9 de noviembre servirán como prueba aquí.

La sede del Alto Mando de Hitler se estableció en Bürgerbräukeller. Esencialmente, fue allí donde se discutieron, decidieron e implementaron inicialmente nuevas acciones. Fue allí donde se concentró la mayor parte del Kampfbund armado.

El intento de comandar la guarnición de los Pioneros y el 19º Regimiento al principio había fracasado. La noticia se filtró en el Bürgerbräukeller alrededor de las 10:00. El general Aechter y el mayor Paul von Müller se dirigieron a la guarnición de los pioneros a petición del Alto Mando - Hitler, Ludendorff y Kriebel - pero allí fueron detenidos por la Reichswehr. El general Aechter llamó a su chófer, Lorenz Hüter, que había llegado hasta la puerta principal: "Buen hombre, me han arrestado". Hitler condujo el coche vacío de regreso al Bürgerbräukeller. Hitler luego condujo con el Dr. Weber a la guarnición de los Pioneros y al cuartel del 19º Regimiento y estaba convencido de que la Reichswehr había asegurado a ambos y que las organizaciones del Kampfbund habían encontrado resistencia. Después de su regreso al Bürgerbräukeller,

Mientras tanto, el mayor Siry se ofreció como voluntario para obtener información sobre el paradero de Lossow y la actitud de la Reichswehr. Por orden de Hitler, Ludendorff y Kriebel, el Mayor se dirigió a la guarnición de la Reichswehr, pero fue arrestado allí y no pudo regresar.

Entre la medianoche y la 1:00, se emitió la orden de ocupar la Generalstaatskommissariat en Maximilianstrasse. Se envió una brigada de Oberland. Cuando regresaron derrotados, la Escuela de Infantería, bajo el mando de Ludendorff, recibió la orden de ocupar el Generalstaatskommissariat a toda costa y aplastar a la resistencia con armas. La Escuela de Infantería se dirigió a Maximilianstrasse bajo el mando de Rossbach.

Las negociaciones se llevaron a cabo con un líder de Landespolizei frente al Generalstaatskommissariat. Los estudiantes se prepararon para intercambiar disparos con la policía. Finalmente, sin embargo, sonó la orden de Ludendorff: "Retírate". Los cadetes, encabezados por Rossbach, marcharon luego a la estación de tren y de allí a la Escuela de Infantería. Aquí se dio a conocer la verdadera posición de Kahr, Lossow y Seisser. Rossbach, sin embargo, pudo con la ayuda de Wagner mantener unidos a un gran número de cadetes y llevarlos de regreso al Bürgerbräukeller.

Mientras tanto, el Wehrkreiskommando fue asegurado por el Kampfbund bajo Röhm. Röhm también se apoderó de todos los teléfonos y supervisó todas las llamadas, y finalmente, en el transcurso de la noche, encerró a los oficiales para evitar que informaran a sus superiores. Entre las 10:00 y las 11:00, Hitler apareció, reunió a los hombres en un patio y pronunció un discurso en el que dijo, entre otras cosas:
"Exactamente cinco años después de los criminales de noviembretomó el timón, un día de liberación amanece en Alemania. El gobierno de Berlín ha sido desterrado al diablo. En su lugar se encuentra una dictadura nacional con Ludendorff como Comandante del Ejército Nacional, Lossow como Ministro del Ejército, Seisser como Ministro de Policía y yo como líder político ".
 Hitler agradeció a las brigadas por su cooperación y las obligó a cumplir sus obligaciones futuras. También agradeció a Röhm en particular por su hermandad de armas. Poco después, Hitler se fue.

Después de él, Röhm fue al Bürgerbräukeller. Pronto reapareció con varios hombres armados en el puesto de mando municipal, donde esperaba encontrar a Lossow y Seisser. Se le negó la entrada. Entre las 10:00 y las 11:00 de la noche, Röhm regresó al Wehrkreiskommando, y alrededor de la 1:00 llegaron Ludendorff y Kriebel. Mientras tanto, se supo que el Batallón Passau Reichswehr había recibido órdenes del Staatskommissariat de marchar sobre Munich; que el batallón de Oberland había sido finalmente desarmado en la guarnición de los pioneros, que el general Aechter era un prisionero de la Reichswehr, que todos los miembros del Kampfbund habían sido expulsados ​​de la guarnición del 19o Regimiento, que los cuarteles estaban siendo defendidos por la Reichswehr y, finalmente, que Lossow estaba con el 19º Regimiento y que el cuartel general del Wehrkreiskommando se había trasladado allí.

Uno por uno, Hitler, Ludendorff, Röhm, Pöhner, Kriebel, el Dr. Weber y otros líderes, incluido el Mayor Hühnlein, tomaron asiento. Alrededor de la 1:00 am, apareció el teniente Rossmann de la Reichswehr. Bajo las órdenes del líder del batallón, el mayor Schönhärl del 19º Regimiento, Rossmann debía averiguar el destino de los centinelas en el puesto y determinar si el Kampfbund planeaba un ataque contra la guarnición de Oberwiesenfeld. Rossmann habló con Röhm, Kriebel y Ludendorff, y les dijo que Lossow estaba en el cuartel de infantería y que se estaban haciendo preparativos que no dejaban ninguna duda de que Lossow se oponía a la revolución y seguiría contra Kampfbund. Rossmann luego regresó a la guarnición e hizo su informe.

Alrededor de las 3:00 am, Ludendorff, Kriebel y Röhm enviaron a un teniente Alois Hecker a Lossow pidiéndole que asistiera a una reunión en el Wehrkreiskommando. En ese momento, Kriebel le dijo a Hecker: 
"Hecker, eres nuestra última esperanza. Debes ir a la guarnición y asegurarte de que Lossow venga a esta reunión con Ludendorff. Todo depende de ello. Parece haber varios malentendidos que deben aclararse inmediatamente. "

Sin embargo, cuando Hecker fue a la guarnición, Lossow le ordenó que permaneciera allí y que no regresara al Wehrkreiskommando. Alrededor de las 4:00 am, el mayor Hühnlein se dirigió a la escuela de infantería siguiendo las órdenes de Ludendorff de pedirle al coronel Leupold que fuera a verlo en el Wehrkreiskommando. Leupold obedeció y fue recibido por Hitler y Ludendorff en el Wehrkreiskommando alrededor de las 5:00 am.

En su conversación, Leupold les dijo a Ludendorff y Hitler lo siguiente:

"Entre las 12:00 y la 1:00 de anoche, el general Lossow me indicó que les dijera que Kahr, Lossow y Seisser no se consideran obligados a cumplir su promesa porque esta promesa fue exigido bajo coacción y porque la 7.ª División no respalda esta empresa. Hablé personalmente con Lossow en el 19º Regimiento esta mañana entre las 2:00 y las 3:00. Confirmé este mensaje con él y he oído que se están llamando tropas hasta usar la fuerza si es necesario para restaurar el orden ". 

Mientras se despedía de Ludendorff y Hitler, Leupold declaró que no creía que Lossow cambiaría de opinión y añadió que la División seguiría las órdenes incluso si las órdenes entraban en conflicto con la conciencia individual. Volvería de nuevo si el general Lossow lo consideraba necesario.

El informe de Leupold a los hombres del Wehrkreiskommando simplemente había confirmado lo que seguramente debían haber sabido horas antes. No obstante, decidieron continuar con la acción. Hitler, en particular, recomendó medidas despiadadas; pensó que era necesario intentarlo todo. Ordenó a Pöhner que se hiciera cargo de un batallón de Oberland, ocupara el presidium de la policía y llamara a la policía auxiliar. Hitler estaba convencido de que todo dependía de la actitud de las masas, que lo principal ahora era la propaganda. Las tropas de Hitler tendrían que gobernar la ciudad y fingir tener una fuerza mayor moviéndose constantemente. Todos expresaron la esperanza de que las tropas no tuvieran que luchar contra la bandera negra, blanca y roja.

Hitler, Kriebel, Ludendorff y su personal, debido a que ya no se sentían seguros en el Wehrkreiskommando, regresaron al Bürgerbräukeller entre las 6:00 y las 7:00 de la mañana. Solo Röhm y sus hombres, por orden de Ludendorff, permanecieron en el Wehrkreiskommando para detener a la Reichswehr. Pöhner partió hacia el Wehrkreiskommando entre las 6:00 y las 7:00 de esa mañana y fue con el mayor Hühnlein al cuartel general de la policía. Tenía la intención de hacerse cargo del edificio de la policía con tropas de Kampfbund. De hecho, varias brigadas del Kampfbund lo siguieron. Sin embargo, tan pronto como Pöhner y Hühnlein entraron en el edificio, fueron arrestados; las tropas de Kampfbund se retiraron con las manos vacías.

A las 9:00 de la mañana, escuadrones armados, siguiendo las órdenes de Hitler, amenazaron la vida de los editores Parcus y Mühltaler, confiscaron grandes sumas de dinero y lo devolvieron al Bürgerbräukefler. En el transcurso de la mañana, las tropas del Kampfbund fueron pagadas con este dinero.

Brückner recibió una orden durante la mañana del Alto Mando para barricar el Puente Ludwig, el Puente Cornelius y el Puente Wittelsbach con fuerzas fuertemente armadas en la margen derecha del Isar, frente a la ciudad. Brückner cumplió la orden. Casi de inmediato, apareció Landespolizei, bloqueó los puentes del otro lado y no permitió que ningún arma cruzara al corazón de la ciudad. Ahora no cabía duda de que los Landespolizei no estaban del lado del Kampfbund.

De todas las tropas de Hitler, las Tropas de Choque de Hitler se distinguieron como las más violentas y sin ley. Las Tropas de Choque hicieron estragos en las oficinas del periódico Münchener Post, perpetraron un brutal registro domiciliario contra Erhard Auer, el vicepresidente del Senado del estado de Baviera, y tomaron varios rehenes. Durante la mañana del 9 de noviembre, miembros de las Tropas de Choque de Hitler entraron a la fuerza en el Ayuntamiento y arrastraron al alcalde Schmidt, así como a los concejales socialistas de la ciudad, al Bürgerbräukeller, allí para retenerlos como rehenes. Hitler y Ludendorff sabían de estos prisioneros y, sin embargo, no hicieron nada para acelerar su liberación.

Alrededor del mediodía, el Alto Mando admitió que habían perdido. Por lo tanto, después de largas conferencias, decidieron organizar una procesión y marchar hacia la ciudad. Todos los miembros del Kampfbund se alinearon en columnas. Estos hombres iban armados: tenían rifles, metralletas, revólveres, ametralladoras, bayonetas e incluso granadas de mano. Las tropas de choque de Hitler debían servir como guardias de seguridad y, por lo tanto, tenían bayonetas fijas. Un gran número de estos hombres habían cargado sus armas. También se condujo un automóvil en la procesión, supuestamente como ambulancia. Hitler y Ludendorff se situaron a la cabeza de la procesión bajo los colores tricolor, esvástica y Oberland. El objeto de la procesión era ganar apoyo para la acción entre la población y hacer retroceder a la Reichswehr y Landespolizei o atraerlos para que se unieran a su lado.

En Ludwig Bridge, los Landespolizei bloquearon el paso y ordenaron en voz alta y sin ambigüedades a la multitud que se acercaba que se detuviera y se diera la vuelta. Estas advertencias fueron ignoradas. Mientras los Landespolizei preparaban sus armas, varios Shock Troopers los obligaron a retroceder con bayonetas fijas y armas desenvainadas, los desarmaron y los llevaron como cautivos al Bürgerbräukeller. La marcha de Hitler siguió avanzando hasta que se enfrentó a una gruesa cadena de Landespolizei en Residenzstrasse, no lejos de Feldherrnhalle. Los hombres en la procesión nuevamente no hicieron caso de las órdenes de parada que los Landespolizei expresaron claramente en palabras y acciones. Los manifestantes probaron las mismas tácticas que en Ludwig Bridge. Esta vez, sin embargo, la policía se mantuvo firme y finalmente tuvo que usar sus armas.

Mientras tanto, el Wehrkreiskommando había sido completamente rodeado por el Reichswehr. El escuadrón al mando de Röhm finalmente tuvo que abandonar el edificio y entregar sus armas. Así la acción finalmente se rompió.

INFORMACIÓN SOBRE LAS PERSONAS 

Hitler 
Hitler fue el alma de todo el complot. Elaboró ​​su plan, se hizo cargo de su ejecución y proclamó la caída del gobierno del Reich y del gobierno de Baviera. Distribuyó nuevos cargos y reclamó para sí mismo el liderazgo supremo de la política del Reich. Se esforzó por iniciar, extender y luego continuar la acción, incluso cuando debía haber quedado completamente claro que no tenía ninguna perspectiva de lograr sus fines.

Ludendorff 
Mucho antes del 8 de noviembre, Ludendorff había hecho saber, por su conducta hacia las principales personalidades del Kampfbund y por su comportamiento hacia los cadetes de infantería, que apoyaría con su nombre y con su persona un movimiento violento e inconstitucional, en caso necesario. colocar en suelo alemán. Además, se pondría inmediatamente a su disposición tan pronto como tal movimiento se presentara con un programa unificado para el éxito. Ludendorff también fue celebrado recientemente en la prensa, públicamente y sin oposición, como el líder elegido de la próxima rebelión nacionalista. Creemos que Ludendorff había sido informado a fondo de la acción del 8 de noviembre de antemano. A más tardar, se enteró del carácter violento e inconstitucional de esta empresa la noche del 8 de noviembre cuando un automóvil lo llevó a la Bürgerbräkeller. 
Una vez en el Bürgerbräukeller, Hitler confirmó lo que Ludendorff aprendió en el camino. En ese momento sabía que Kahr, Lossow y Seisser no habían hecho ninguna declaración de ningún tipo sobre sus posiciones futuras. No se molestó en preguntarles sus intenciones, pero inmediatamente declaró que colaboraría, e instó a Kahr, Lossow y Seisser a hacer lo mismo. Así que inmediatamente se unió a los rebeldes. También actuó como comandante del ejército recién formado, ya que discutió y emitió órdenes sobre la integridad territorial, la disolución de Kampfverbände, la absorción en la Reichswehr y el acuartelamiento de las tropas. Saludó a los cadetes que marchaban bajo la esvástica después de su llegada al Bürgerbräukeller y tomó el mando. Dio órdenes a los cadetes. Finalmente,

Pöhner 
Los sentimientos de Pöhner coincidieron con los de Hitler y el Kampfbund. En la mañana del 7 de noviembre, Hitler lo buscó, le informó del golpe que se avecinaba y le preguntó si estaba preparado para asumir el cargo de presidente del nuevo gobierno bávaro. Pöhner respondió afirmativamente y actuó como presidente. Acudió inmediatamente al jefe de policía después de que terminó la reunión de Bürgerbräukeller, transfirió el poder en el presidium de la policía a Frick y emitió una serie de órdenes. Esa misma noche realizó una conferencia de prensa y luego fue con Frick a visitar a Kahr para discutir la reciente reorganización ministerial y la emisión de avisos públicos. Luego participó en las deliberaciones del Alto Mando en el Wehrkreiskommando y finalmente intentó apoderarse del edificio policial excluyendo a la policía.

Frick 
Existía una relación amistosa muy restringida entre Pöhner y Frick, ya que se basaba en puntos de vista políticos mutuamente agradables. Frick estaba constantemente en contacto con Pöhner. También tenía buenas relaciones con los líderes del Kampfbund, en particular con Kriebel, el Dr. Weber y Röhm, así como con Hitler. En los escalones superiores del Kampfbund se sostenía generalmente que Frick se convertiría en Ministro de Policía en Munich si ocurría una revolución popular. Esto sucedió con el pleno conocimiento y consentimiento de Frick. Por el comportamiento de Frick, estaba claro que aceptaría tal oferta en caso de golpe. Tan pronto como las Tropas de Choque de Hitler irrumpieron en el BürgerbräuKeller, incluso antes de que se pudiera predecir el resultado de la emboscada, Frick fue designado nuevo Ministro de Policía por miembros destacados del Kampfbund. Un bloc de notas que fue confiscado de un archivador de Kampfbund tenía lo siguiente escrito en el reverso: 
"Frick 26 de junio de 80 - jefe de inteligencia Hofmann - primer mensaje del jefe de policía a Frick: entregado de forma segura". 
Con esta última señal, los iniciados supieron que el ataque sorpresa había sido un éxito. Por lo tanto, Frick debe haber sabido lo que sucedería la noche del 8 de noviembre. De hecho, estaba listo en su oficina en el cuartel general de la policía y esperando la llamada del Bürgerbräukeller que efectivamente llegó. Después de ser informado de la emboscada, descuidó, en incumplimiento de su deber, alertar a Landespolizei y a la seguridad especial, y descuidó ponerse en contacto con la Reichswehr. Tampoco cumplió con su deber de notificar al representante debidamente designado del jefe de policía detenido, aunque estaba en condiciones de hacerlo. Finalmente,

Dr. Weber 
Weber jugó un papel decisivo en la planificación de la acción del 8 de noviembre. Fue él quien hizo que todo fuera posible al ser líder político del Bund Oberland y emitió su voto decisivo para la acción. Inmediatamente ajustó el aparato militar de Bund Oberland para adaptarse al golpe, inició a los líderes militares en el asunto y él mismo se encargó de la alerta de las unidades periféricas. En la tarde del 8 de noviembre, obtuvo garantías telefónicas de que el coronel Seisser aparecería esa noche en el Bürgerbräukeller, y también se aseguró de que la villa de su padrastro, Lehmann, estaría en orden para acuartelar a los ministros y a varias otras personas detenidas. en el Bürgerbräukeller. Durante la madrugada del día 9, en la jefatura de policía, recomendó que los edificios más importantes:
 oficinas de correos, oficinas de telégrafos, estación de tren principal, y otros - sean capturados por unidades del Bund Oberland y que se retiren los centinelas de la policía. También se ocupó de la alimentación y acuartelamiento de los grupos periféricos del Oberland y participó en las deliberaciones del Alto Mando en Bürgerbräukeller y en Wehrkreiskomznando, y finalmente decidió unirse a la marcha hacia la ciudad aunque conocía la verdadera disposición de Kahr, Lossow. y Seisser.

Röhm 
Probablemente, Röhm estuvo presente en la conferencia decisiva del 8 de noviembre. A más tardar, se enteró del golpe de estado previsto en la noche del 7 de noviembre y luego participó en consultas individuales sobre el curso y el alcance de la acción. La celebración de la bandera de la Reichskriegs, programada para el 8 de noviembre en el Löwenbäukeller, le brindó la oportunidad de ayudar discretamente e incitar a la acción en el Bürgerbräukeller y reunir la mayor fuerza de ataque posible.
 En cualquier caso, Röhm ocupó el Wehrkreiskommando en interés y por orden de los nuevos gobernantes, e hizo todos los preparativos para defender el edificio con armas de fuego contra un ataque de la Reichsewehr. Continuó con esta conducta, aunque ciertamente sabía que estaba ofreciendo una resistencia abierta a la autoridad gubernamental legal.

Brückner 
Brückner organizó la movilización de su regimiento nacionalsocialista de Munich en previsión de la acción planificada. Apoyado por las personas que había armado y dirigido, ayudó a iniciar y continuar la acción junto con los nuevos gobernantes. Sobre todo, él y sus hombres se unieron a la marcha hacia Munich.

Wagner 
Con conocimiento previo de la acción, Wagner cooperó voluntariamente con los otros imputados para ejecutar el golpe para informar a los cadetes de la acción a espaldas de sus superiores. Además, pudo persuadir a los cadetes para que ayudaran al Kampfbund sin el conocimiento y en contra de la voluntad de sus superiores.

Kriebel 
Kriebel fue líder militar del Kampfbund. Colaboró ​​en las decisiones finales relativas a la acción del 8 de noviembre de 1923, hizo los preparativos para la acción militar y dio órdenes de actuación militar en casos individuales. Fue responsable del éxito de la taki-over en Bürgerbräukeller y la posterior detención de los ministros allí, y del presidente y el jefe de la Sección 6 de la policía. Dirigió la ocupación del Wehrkreiskommando por unidades del Kampfbund. Hizo arreglos para transferir el cuartel general de la policía, el edificio de la oficina ejecutiva, la oficina principal de telegramas y la estación principal de trenes de la custodia de Landespolizei a Kampfbund. Después de que el general Ludendorff accedió a encabezar el Ejército Nacional, Kreibel se desempeñó como jefe de personal de Ludendorff y ordenó una serie de medidas militares. cuyo objeto era ayudar a la acción y fortalecer la resistencia a las fuerzas gubernamentales legales.
 Y así, entre otras cosas, se ocupó del estacionamiento, alimentación, reparto y pago de las tropas de Kampfbund, y en la mañana del 9 de noviembre dio órdenes a los hombres de Kampfbund de apoderarse de los puentes del Isar. Incluso mandó levantar algunos morteros para que el Kampfbund pudiera defenderse mejor de la policía o de la Reichswehr. Sin duda, Kriebel sabía bien antes del 8 de noviembre que el Generalstaatskommissar y sus colegas estaban decididos a sofocar cualquier golpe de Estado, utilizando la fuerza según fuera necesario. La carta de Kriebel a varias bandas patrióticas no deja dudas al respecto. Kriebel no se dejaría disuadir. Continuó apoyando la acción, incluso él debe haber sabido que Kahr, Lossow y Seisser no consideraban su promesa vinculante. incluso cuando sabía que estaban tomando medidas para reprimir el golpe. Respaldado por el poder masivo del Kampfbund y la Escuela de Infantería, Kreibel había emprendido la destitución violenta de los gobiernos de Baviera y Reich. Se había comprometido a cambiar violentamente la Constitución del Reich alemán y el Estado Libre de Baviera y establecer en su lugar un régimen inconstitucional basado en la fuerza de las armas.

Pernet 
Pernet era miembro del Partido Nazi, conocía bien a las principales personalidades del Kampfbund, conocía y apoyaba los intentos de derrocar al gobierno. Participó en reuniones con cadetes y conoció al teniente Wagner. También se esforzó por tener cadetes individuales presentes en la reunión con el general Ludendorff el 4 de noviembre. En la mañana del 7 de noviembre, recibió una orden del Dr. Scheubner-Richter para ir a la Escuela de Infantería ese día, o como muy tarde el siguiente. por la mañana, y convocar al teniente Wagner para que acuda al Alto Mando en Schellingstrasse al mediodía del 8 de noviembre. Pernet fue a la Escuela de Infantería la mañana del 8 de noviembre, le transmitió el mensaje de Scheubner-Richter al Teniente Wagner y acompañó a Wagner al Alto Mando donde los preparativos para la acción de esa noche estaban en pleno apogeo. 
En la noche del 8 de noviembre, Pernet fue al Bürgerbräukeller en uniforme. Después de presenciar la toma del poder por las Tropas de Choque de Hitler, fue a las dependencias del general Ludendorff con el sirviente de Ludendorff, Neubauer, y con el ayudante de Scheubner-Richter, Aigner, y lo llevó al Bürgerbräukeller. Más tarde, Pernet y Aigner se dirigieron a la ciudad para encontrar al capitán Ehrhardt, informarle del nacimiento del gobierno nacional y sondearlo. 
Al final de la reunión en el Bürgerbräukeller, Pernet ayudó a proteger a los participantes y, como resultado, se desempeñó como oficial de artillería en el Alto Mando de Kampfbund. En particular, dirigió a las tropas de Kampfbund que llegaban a sus cuarteles y, en la mañana del 9 de noviembre, tomó el dinero confiscado de la imprenta Parcus and Mühltaler por orden de Hitler, hizo un recibo,

A excepción de Pernet, todos los imputados están acusados ​​de comisión colectiva del delito de alta traición. Pernet está acusado de ser cómplice del delito de alta traición.

EL VEREDICTO 

Hitler, Weber, Kriebel y Pöhner, por el delito de alta traición, son condenados cada uno a cinco años de prisión. El mandato de Hitler se reducirá en 4 meses y 2 semanas. El plazo de Weber se reducirá en 4 meses y 3 semanas. Las condenas de Kriebel y Pöhner se reducirán en 2 meses y 2 semanas cada una por el tiempo cumplido antes del juicio. Además, cada imputado es multado con la suma de 200 marcos de oro u otros 20 días de prisión, respectivamente.

Brückner, Röhm, Pernet, Wagner y Frick, por el delito de complicidad en el delito de alta traición, son condenados cada uno a 1 año y 3 meses de prisión. El término de Brückner se reducirá en 4 meses y 1 semana, el de Röhm y Frick cada uno en 4 meses y 3 semanas, el de Pernet y el de Wagner en 2 meses y 3 semanas cada uno, por el tiempo cumplido antes del juicio. Cada uno de ellos es multado con la suma de 200 marcos de oro u otros 10 días de prisión, respectivamente.

Todos los condenados quedan condenados a pagar las costas.

Ludendorff es absuelto del delito de alta traición. Los gastos ocasionados por su juicio correrán a cargo del erario público.

Quedan revocadas las órdenes de arresto de Frick, Röhm y Brückner.

Además, la Corte anuncia la siguiente resolución:

En la actualidad, los condenados - Brückner, Röhm, Pernet, Wagner y Frick - están en libertad condicional por el resto de la sentencia hasta el 1 de abril de 1928. Los condenados - Hitler, Pöhner, Weber y Kriebel - serán elegibles para ser puestos en libertad condicional por el resto de sus condenas después de haber cumplido un período de 6 meses más.

La condena y la absolución tuvieron 4 votos cada una.

JUSTIFICACIÓN DEL VEREDICTO 

En septiembre de 1923, se formó el Deutsche Kampfbund. Estaba formado por tropas de asalto del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores, el Bund Oberland y el Reichsflagge. Poco después, la Reichsflagge abandonó el Bund de nuevo y se formó la Reichskriegsflagge. Estaba formado por miembros del Reichsflagge de Baviera del Sur y se convirtió en miembro del Kampfbund.

El propósito y los objetivos del Kampfbund se establecieron en una proclama emitida el 2 de septiembre de 1923 en el Deutscher Tag celebrado en Núremberg. Esos propósitos y metas constituyen la esencia de una filosofía que está en total oposición al marxismo. Su programa es: (1) la abolición de la Constitución de Weimar y del sistema parlamentario que representa la Constitución; (2) la erradicación del pacifismo; y (3) la abolición de las instituciones que se establecieron como consecuencia de la Revolución de 1918 - específicamente, los gobiernos que actúan en el espíritu de esta Revolución. La proclamación de Nuremberg afirmaba expresamente que la libertad solo podía ser recuperada por el propio pueblo, sin la ayuda de nadie; pero que el Estado alemán, que se creó en Weimar, no podía ser el garante de este movimiento de liberación alemán.

Este objetivo se definió con más detalle a las Storm Troops en su boletín No. 2 de octubre de 1923, que fue leído a la Corte durante el juicio. Según este boletín del 23 de octubre de 1923, Hitler explicó la situación política existente en esa fecha de la siguiente manera:

Contrariamente a la política de mente estrecha de las fuerzas detrás de la dictadura bávara, una política cuyo único interés era la defensa bávara, el Kampfbund solo podía tener un objetivo: abrir la cuestión alemana desde Baviera a la hora 11; para levantar un ejército de liberación alemán bajo un gobierno alemán en Munich; para llevar a cabo la lucha en toda Alemania hasta que se izó la bandera con la esvástica rojo-blanco-negro en el edificio del Reichstag en Berlín como signo de la liberación de la Gran Alemania.

Hitler y Kriebel eran los líderes del Kampfbund. Hitler también fue jefe del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores, función en la que fue asistido por su coacusado Brückner. El coacusado Weber era el líder de Oberland, y el coacusado Röhm era el líder de la Reichskriegsflagge.

Los coacusados ​​Ludendorff, Pöhner y Frick, aunque no eran miembros de los grupos que constituían el Kampfbund, tenían estrechos vínculos con el Bund.

La Dirección 
El 26 de septiembre de 1923, después de que cesó la resistencia pasiva en el Ruhr, el Regierungspräsident de Alta Baviera, Su Excelencia Dr. von Kahr, fue nombrado Generalstaatskommissar por el Gabinete de Baviera, de acuerdo con el artículo 48 de la Constitución del Reich y el artículo 64 de la Ley de Baviera. Constitución. Se le dio autoridad ejecutiva.

Kahr también consideró que su tarea principal era la lucha contra el marxismo y la creación de una dirección no partidista que tendría una dirección de derecha y estaría libre de las influencias vacilantes del Parlamento.

Inicialmente, el Kampfbund permaneció reservado, mientras que el otro Patriotic Verbände se unió inmediatamente a Kahr. Durante algún tiempo, se llevaron a cabo numerosas negociaciones, generalmente entre, por un lado, los Testigos Lossow y Seisser, como estrechos asociados de Kahr y como representantes de los instrumentos oficiales de poder, es decir, la Reichswehr y los Landespolizei; y, por otro lado, representantes del Kampfbund. Aún así, no se llegó a un acuerdo completo.

Sin embargo, los acusados ​​han sostenido que estaban convencidos de que se había alcanzado un acuerdo básico con Kahr, Lossow y Seisser. Derivaron su conclusión de estas negociaciones, así como de ciertas acciones tomadas por el Generalstaatskommissariat, conversaciones con Lossow y Seisser, y reuniones que mantuvieron entre ellos en las que se discutió el tema y que sirvieron para informar a los coacusados, excepto para Ludendorff, Wagner y Pernet que no habían asistido a las negociaciones. Sin embargo, los acusados ​​dudaban que Kahr, Lossow y Seisser pudieran reunir la determinación necesaria para llevar a cabo sus planes comunes.

Los acusados ​​Hitler, Dr. Weber, Kriebel y Pöhner han sostenido que el objetivo común era, brevemente, la solución de la cuestión alemana de acuerdo con el programa de Kampfbund mencionado anteriormente. Es decir, se proclamaría una dictadura nacional para el Reich desde Baviera, donde se trasladaría a Berlín, sede del destructivo marxismo internacional, utilizando la fuerza física. Esto se lograría con la ayuda de la Reichswehr y los Landespolizei, los cuales creían que estarían del lado del Kampfbund.

No es necesario entrar en detalles de las negociaciones, ya que se discutieron a fondo durante el juicio. Sin embargo, se debe enfatizar un punto: Kahr, Lossow y Seisser han negado absolutamente que alguna vez hayan hecho declaraciones que pudieran haber llevado a los acusados ​​a creer que pensaban que la institución de una dictadura en Baviera era posible o útil. Más bien, Kahr, Lossow y Seisser han sostenido que siempre enfatizaron el hecho de que consideraban esencial que se formara una dirección nacional en Berlín, con la ayuda de personas prominentes del Reich del Norte. También han sostenido que los acusados ​​no tenían ningún motivo para haber interpretado las medidas referidas como preparativos para una marcha a Berlín. Ellos - Kahr, Lossow, y Seisser - dijeron que no contemplaban una acción militar para instituir una dirección; solo querían crear orden en lugar de la confusión parlamentaria, con la ayuda de los grupos de poder económico como la industria y la agricultura, y los instrumentos del poder estatal como la Reichswehr y Landespolizei. Así, el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. 
Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. solo querían crear orden en lugar de la confusión parlamentaria, con la ayuda de los grupos de poder económico como la industria y la agricultura, y los instrumentos del poder estatal como la Reichswehr y Landespolizei. Así, el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. solo querían crear orden en lugar de la confusión parlamentaria, con la ayuda de los grupos de poder económico como la industria y la agricultura, y los instrumentos del poder estatal como la Reichswehr y Landespolizei. 
Así, el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. con la ayuda de grupos de poder económico como la industria y la agricultura, y los instrumentos del poder estatal como la Reichswehr y las Landespolizei. Así, el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. 
Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. con la ayuda de grupos de poder económico como la industria y la agricultura, y los instrumentos del poder estatal como la Reichswehr y las Landespolizei. Así, el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal.
Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones, y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. el objetivo que perseguían no era la eliminación de las más altas instituciones constitucionales del Reich, sino la formación de una dirección con la asistencia de estas instituciones, y de acuerdo con las normas contenidas en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Naturalmente, como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. 
Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich. como está contenido en cualquier recurso mencionado en el artículo 48 de la Constitución del Reich, esta dirección debía haber sido sólo una medida temporal. Una vez restaurado el orden, sería reemplazado por una autoridad regular del Reich.

Parece que hubo algunas personas fuera del Kampfbund, que asistieron a las negociaciones con Kahr, Lossow y Seisser, que recibieron la misma impresión que los acusados ​​con respecto a la marcha a Berlín. También lo hicieron otros que tuvieron la oportunidad de ver más de cerca las medidas mencionadas anteriormente. En particular, el profesor Bauer, a quien los acusados ​​suponían que estaba en constante comunicación con Kahr, tuvo que admitir en su testimonio que sus discursos públicos podrían haber sido malinterpretados como propaganda de la marcha a Berlín.

El paso final 
Dado que Hitler estaba convencido de que Kahr, Lossow y Seisser no habrían tomado la decisión final de actuar a pesar de su voluntad de hacerlo, decidió el 6 de noviembre, en una reunión en la que no estaba presente ninguno de los coacusados, que lo haría dar a los tres señores la oportunidad de dar el paso final y de iniciar la revolución nacional. Dijo que una de sus razones para haberlo hecho era el hecho de que, desde el 4 de noviembre de 1923, cuando Seisser había regresado de su viaje a Berlín, él, Hitler, estaba preocupado de que los tres pudieran estar cambiando de dirección. Es decir, temía que, como Lossow había indicado una vez durante una reunión anterior, Bavaria pudiera separarse, o podría establecerse una dirección bajo Minoux-Gayl-Seeckt,

La decisión de Hitler fue alentada aún más por una reunión celebrada en el Generalstaatskommissariat el 6 de noviembre de 1923, sobre la que le habían hablado sus amigos. De la información que había recibido, se formó la impresión de que la ejecución de su plan común al menos se retrasaría. Para evitar la catástrofe que provocaría una secesión, así como una dirección Minoux-GaylSeeckt, Hitler pensó que tenía que asegurarse de que el plan original de marchar a Berlín se llevara a cabo. En su opinión, el 8 de noviembre parecía la fecha adecuada, ya que se habían programado dos grandes rallyes para esa noche, uno en el Bürgerbräukeller y otro en el Löwenbräu- keller.

Se suponía que Kahr, Lossow y Seisser aparecerían en el primer mitin, y se suponía que Kahr hablaría sobre el marxismo. Habían invitado, en primer lugar, a representantes de la industria y los negocios de Munich, así como a los miembros de las organizaciones patrióticas, incluido el Kampfbund.

La reunión en el Löwenbräukeller fue una reunión social de la Reichskriegsflagge; los invitados fueron los otros Verbände del Kampfbund y miembros de la Reichswehr con sus familias.

El 7 de noviembre, Hitler discutió sus ideas con el Dr. Weber y Kriebel. En la mañana del 8 de noviembre, confió en Pöhner. Todos estuvieron de acuerdo con Hitler. Planeaban llamar a un destacamento armado considerable de miembros del Kampfbund. Cuando este último apareció en la reunión en el Bürgerbräukeller, se suponía que se les pedía a Kahr, Lossow y Seisser que fueran a otra sala donde se les diría que ahora era el momento de actuar. Se esperaba que los tres hombres no resistieran más y participaran en la elección de una dictadura nacional. Creían que esto llevaría inevitablemente a la Reichswehr y a los Landespolizei a su lado.

El 8 de noviembre 
El 8 de noviembre, al mediodía, el coacusado Pernet, hijastro de Ludendorff y miembro del NSDAP, le había pedido al coacusado al primer teniente Wagner, que había estado destinado en la Escuela de Infantería aquí desde septiembre de 1923, que asistiera una reunión en la oficina de Kampfbund en 39 Schellingstrasse. Pernet había recibido órdenes para hacerlo del director ejecutivo del NSDAP, A. Scheubner Richter. Pernet aseguró al Tribunal que no tenía conocimiento de la acción que estaba prevista para esa noche.
 En la oficina, Wagner se reunió con el ex primer teniente Rossbach. Rossbach le informó que esa noche, en el Bürgerbräukeller, se proclamaría el gobierno nacional de Hitler-Ludendorff-Kahr-Pöhner-Lossow y que la Reichswehr bávara y Landespolizei estaban detrás de este gobierno. Simultáneamente, la revolución Völkische comenzaría en todo el Reich; fuera de Baviera, la Reichswehr apoyaba en parte el movimiento: no ofrecería resistencia y no dispararía contra Ludendorff. El antiguo gobierno iba a ser arrestado.

Rossbach dijo que la Escuela de Infantería sería asignada para servir como Storm Troopers personales de Ludendorff. Los reclutas debían reunirse a las 8:30 pm en formación de compañía y debían marchar bajo el mando de Rossbach, para estar a disposición de Ludendorff. Por el momento, los oficiales residentes no debían involucrarse. El propio Ludendorff les daría sus asignaciones al día siguiente. Todos estos arreglos, dijo Rossbach, habían sido acordados por los líderes de Kampfbund y los líderes del nuevo gobierno. Cuando Wagner le preguntó al capitán Göring, se dice que este último confirmó las instrucciones de Rossbach.

Todos los testigos interrogados durante el juicio confirmaron casi por unanimidad que los hechos de Bürgerbräukeller que ocurrieron en público se habían descrito con precisión en la acusación, a excepción del primer discurso que Hitler pronunció ante la asamblea. Y los testigos que habían asistido a la reunión y fueron interrogados posteriormente en el tribunal han declarado que el informe del Münchner Neuesten Nachrichten del 9 de noviembre que describe los hechos de Bürgerbräukeller era exacto. Según este informe, Hitler al principio sólo dijo: "¡Se proclama la república nacional!" Según el informe del Augsburger A bendzeitung del 9 de noviembre, que contenía más detalles sobre este punto, Hitler también agregó: "La sala está rodeada; por favor, mantén la calma. Preguntaré a Herrn Kahr, Lossow y Seisser. En diez minutos, todo estará resuelto.

De todos modos, en ese momento, Hitler no dijo - y esto no es poco importante - que el gobierno bávaro y la Reichsregierung habían sido destituidos y que se había formado un gobierno nacional. Más bien, algo más tarde, el Capitán Göring anunció algo en ese sentido desde el podio.

Además, podemos referirnos a la acusación sobre este punto. Cabe mencionar que durante el interrogatorio de los testigos, pareció que la audiencia había recibido diferentes impresiones sobre si Kahr, Lossow y Seisser eran sinceros o no en las declaraciones que hicieron en la sala. Sin embargo, por razones aún por discutir, este hecho es insignificante para la justificación del veredicto. Por tanto, nos abstenemos de hacer una valoración crítica del testimonio relativo a este punto.

De acuerdo con el plan original, se debía pedir a Kahr, Lossow y Seisser, sin llamar la atención, que fueran a la siguiente sala antes de que comenzara la reunión. Hitler declaró, sin embargo, que esto era imposible porque el salón estaba tan lleno cuando llegaron los tres hombres que no podrían haberles pedido que se fueran sin llamar la atención.

La unidad seleccionada se había ensamblado tal como se les había ordenado. No importa si la sala fue tomada inmediatamente por 600 hombres, como anunció Hitler en la sala, o si inicialmente solo había 12 hombres armados presentes y que la mayoría llegó más tarde, un punto que se hizo recientemente.

Sin embargo, el testimonio de Herrn Kahr, Lossow y Seisser sobre lo que sucedió en la habitación contigua contrasta fuertemente con el testimonio de Hitler, Ludendorff, Pöhner y Weber. Esto es cierto no sólo por la manera y el éxito de los esfuerzos del último grupo que intentó ganarse la cooperación del primero; es particularmente cierto para el comportamiento de Kahr, Lossow y Seisser, cuando regresaron a la habitación después de haber declarado su consentimiento en el pasillo.

Culpabilidad o inocencia 
Sin embargo, dado que el caso Kahr, Lossow y Seisser no está en juicio aquí, no es necesario discutir estos detalles. La cuestión por decidir es si los acusados ​​son culpables o inocentes. Por lo tanto, no tiene importancia si los tres hombres estuvieron de acuerdo de todo corazón o solo fingieron, como han afirmado. Por la misma razón, es innecesario discutir en detalle el comportamiento y las medidas tomadas por los tres hombres durante el transcurso de la noche y al día siguiente hasta que la acción colapsó. Nos referiremos a este punto sólo cuando una comprensión adecuada de los hechos lo requiera.

Cabe señalar que cuando Kahr, Lossow y Seisser fueron sacados del pasillo, Hitler envió un mensaje telefónico a Ludendorff pidiéndole que esperara el automóvil que lo llevaría al Bürgerbräukeller. Poco después, Hitler ordenó a Scheubner-Richter y Pernet que fueran a buscar a Ludendorff. Por eso llegó Ludendorff para la discusión en la sala contigua. No importa si llegó antes de que Pöhner estuviera en la sala o si Pöhner llegó antes que él. Durante el trayecto hasta el Bürgerbräukeller, Scheubner-Richter informó a Ludendorff sobre los acontecimientos que habían tenido lugar en el Bürgerbräukeller antes de partir hacia Ludwigshöhe.

Poco después de que Kahr, Lossow y Seisser entraran en la habitación contigua, Kriebel ordenó que se notificara a Frick, que estaba en el cuartel general de la policía, ya los asistentes a la reunión de Löwenbräukeller. Este pedido se realizó por teléfono y mensajeros.

Cuando las noticias llegaron al Löwenbräukeller, hubo un gran regocijo. Por órdenes de Röhm y Brückner, la gente abandonó la sala y se reunió en Stiglmaierplatz para marchar hacia Bürgerbräukeller. De camino allí, cuando habían llegado a Briennerstrasse, un ciclista le dio a Röhm una orden de Kriebel diciéndole que marchara hacia el Wehrkreiskommando con las tropas de la Reichskriegsflagge. A su llegada allí, se les ordenó formar una guardia de honor para Lossow, el nuevo ministro de la Reichswehr. A Röhm le dijeron que Lossow llegaría al Wehrkreiskommando muy pronto. Röhm obedeció la orden. Se le unieron algunas unidades de Oberland. En total, había entre 250 y 300 hombres. Brückner tomó a la mayoría de sus hombres y marchó hacia el Bürgerbrüukeller.

Durante la tarde, Wagner había informado a algunos de sus camaradas de su discusión con Rossbach. Por la noche, la Escuela se reunió en el patio. Wagner los dividió en cuatro empresas. Bajo el mando de Rossbach, quien, mientras tanto, había llegado y había designado a Wagner como su ayudante, también marcharon hacia el Bürgerbräukeller donde fueron recibidos por Ludendorff.

En general, podemos referirnos a la acusación con respecto a los hechos posteriores. Huelga decir que la Corte no puede sacar las mismas conclusiones sin más deliberaciones. Específicamente, la acusación alega que el operativo continuó a pesar de que sabían que Kahr, Lossow y Seisser estaban decididos a reprimir el Putsch con todos los instrumentos legales del poder estatal a su disposición. Esta alegación debe examinarse en un momento posterior.

La prueba fáctica 
En cuanto a los hechos relacionados con las acciones que la Fiscalía ha presentado como prueba de alta traición, la Corte considera probado lo siguiente:

Hitler, Kriebel y Weber fueron los creadores del plan. Pöhner estuvo de acuerdo con el plan y aceptó de buen grado el papel que se le asignó. Por lo tanto, en el supuesto de que se haya cometido un delito, Hitler, Kriebel, Weber y Pöhner deben ser considerados autores de acuerdo con el artículo 47 del Código Penal. Esto es cierto a pesar de que, debido a las diferentes funciones que se les asignan, probablemente cada uno de ellos no conocía o no aprobaba cada uno de los pasos dados por el otro.

El objetivo del levantamiento era la eliminación de la Reichsregierung, incluido el Parlamento en su estado actual, porque a los ojos de los acusados ​​estaba completamente hechizado por el marxismo. Tenían la intención de formar un gobierno nacional que representaría los intereses völkische según lo definido por los acusados. La eliminación del gobierno bávaro y el nombramiento de Kahr y Pöhner como titulares del poder bávaro eran solo un medio para lograr un fin: les permitiría luchar eficazmente contra el Reichsregierung desde Baviera.

El ejército nacional debía servir como instrumento para la nueva Reichsregierung, para actuar eficazmente contra el gobierno anterior y contra esa parte de la población que, a los ojos de los acusados, apoyaba al antiguo gobierno y no tenía una actitud völkische. (Hitler dijo una vez que estas personas no tenían derecho a determinar el destino de Alemania). La orden para establecer el nuevo ejército se emitió de inmediato, y en la noche del 8 al 9 de noviembre, se dieron los primeros pasos al establecer oficinas de reclutamiento.

El 8 y 9 de noviembre de 1923, para alcanzar su objetivo, Hitler, Kriebel, Weber y Pöhner llamaron a los otros coacusados ​​y les asignaron sus asignaciones. Con su aprobación, Hitler depuso a la Reichsregierung y al gobierno de Baviera, e inmediatamente creó el nuevo gobierno nombrando a sus miembros más importantes. Hitler, Weber y Pöhner intentaron persuadir a Kahr, Lossow y Seisser para que cooperaran. Hitler, Kriebel, Weber y Pöhner acordaron mutuamente que las personas que temían que pudieran interferir con sus planes, los ministros y los oficiales de policía, serían arrestadas o registradas. Habría personas apostadas en la entrada del pasillo a las que se les ordenaría que pidieran documentos de identificación a cualquiera que saliera del pasillo. Se dieron órdenes de arrestar a los Representantes del Pueblo.

Además, se hicieron preparativos militares para combatir cualquier posible resistencia. La Corte cree que tales preparativos fueron: (1) la apelación a todos los miembros del Kampfbund en Munich y a parte de ellos fuera de Munich; (2) la ocupación del Bürgerbräukeller, de los puentes del Isar y de la pendiente del Isar; pero también (3) la ocupación del Wehrkreiskommando y la ocupación del Generalstaatskommissariat intentada por la Escuela de Infantería. Los cuatro hombres también intentaron apoderarse de la jefatura de policía y hacer que la Reichswehr, las Landespolizei y la población en general se pusieran de su lado emitiendo proclamas públicas.

En este punto, permanece indeciso si la desafortunada marcha de propaganda debe incluirse en la lista de medidas diseñadas para asegurar la realización de su objetivo.

Aparentemente, solo Hitler ordenó la confiscación de 1.460 billones de marcos de papel que también estaban destinados a apoyar la operación. Sin embargo, esta medida estaba en consonancia con las intenciones de los cuatro, es decir, promover su trabajo mutuo por todos los medios posibles. Por lo tanto, de acuerdo con las pautas establecidas anteriormente, los cuatro hombres deben ser considerados responsables. La devastación del Münchener Post y la toma de rehenes, en cambio, no se atribuyen a los imputados ya que no supieron de estos incidentes hasta después de que fue demasiado tarde para prevenirlos. Específicamente, el testimonio de Hitler de que ordenó que los rehenes fueran retenidos en el Bürgerbräukeller, por su propia seguridad, parecería ser cierto, ya que de otro modo habrían sido asesinados por la multitud.

La actitud de Ludendorff hacia la operación se abordará más adelante en esta exposición.

El Tribunal no cree que se haya probado que los cinco imputados restantes -Röhm, Brückner, Wagner, Pernet y Frick- hubieran sido informados de las decisiones tomadas por Hitler, Kriebel, Weber y Pöhner entre el 6 y el 8 de noviembre. . Sin embargo, es obvio que al menos Brückner, Röhm y Frick estaban familiarizados con los puntos de vista y objetivos generales del Kampfbund. Durante la noche del 8 de noviembre, los tres fueron informados a fondo sobre los acontecimientos en el Bürgerbräukeller. En opinión de este Tribunal, sabían muy bien que la solución del problema alemán por la fuerza había comenzado en Bürgerbräukeller cuando se estableció la dictadura de Völkische.

Brückner y Röhm simplemente cumplieron las órdenes de Kriebel. Reunieron a sus tropas y las enviaron a donde se les ordenara ir, por supuesto con la esperanza de hacer su parte para lograr la meta que conocían.

El caso de Frick requiere una explicación más detallada. Si bien se ha señalado anteriormente que no se probó su conocimiento previo de los planes, existen varios factores que contradicen tal suposición. Sin duda, la fiscalía no ha proporcionado ninguna prueba en apoyo de su alegación de que Frick sabía desde hacía algún tiempo que estaba siendo considerado para la Oficina del Presidente de la Policía en caso de que comenzara el levantamiento de Völkische; pero la noche del 8 de noviembre en el Bürgerbräukeller, sus coacusados ​​sugirieron dos veces que lo nombraran presidente de la policía, y agregaron que llegaría al Bürgerbräukeller alrededor de las 8:40 pm y tomaría el control de la policía.

Además, la policía no le pudo haber informado de los hechos ocurridos en el Bürgerbräukeller; esto sólo podría haberlo hecho el Kampfbund. Un oficial de policía definitivamente se habría identificado a sí mismo como un subordinado de Frick como el jefe. Es decir, Frick fue informado de acuerdo con la orden de Kriebel mencionada anteriormente. Sin embargo, es más que notorio que Frick estaba en su oficina cuando recibió la noticia. El informante difícilmente podría haber esperado encontrarlo allí a las 21:00 horas, varias horas después del cierre de las oficinas, a menos que esto se hubiera acordado previamente. La explicación de Frick de que estaba en su oficina, por coincidencia, es bastante difícil de creer, particularmente cuando uno recuerda que había dejado su apartamento a las 7:30 pm, después de haberle dicho a su esposa que se dirigía al Bürgerbräukeller.

Finalmente, la nota encontrada en Kriebel es extremadamente sospechosa. Dice:
 "Frick 26880 informa a Hofmann, cuartel general de policía, primera información a Frick: entregada con éxito". 
Obviamente, las palabras "entregado con éxito" son palabras en clave que, por cierto, también se utilizaron para informar a un confidente de Kriebel en el Löwenbräukeller de la acción. Todos estos puntos nos dejan serias dudas sobre la alegación de que Frick no estaba informado. Sin embargo, no prueban suficientemente que Frick supiera sobre los próximos eventos antes de las 8:30 p.m.

Además, el Tribunal no ve ninguna razón para acusar a Frick de incumplimiento del deber, como se acusó en la acusación. Posiblemente habría supuesto que los Landespolizei y las fuerzas protectoras habían sido alertados automáticamente, por así decirlo, por el oficial de guardia y el oficial de policía de guardia. Esto también es válido para la notificación de la Reichswehr y de Oberregierungsrat Tenner, como adjunto designado del presidente de policía, que había sido arrestado en Bürgerbräukeller. De hecho, estas medidas se tomaron realmente.

Por tanto, las únicas medidas a considerar son aquellas que apoyaron positivamente la acción.

Hay pruebas de que Frick no aceptó el cargo de presidente de la policía, ni siquiera se refirió a sí mismo como presidente de la policía. Sin embargo, mientras fuera el oficial superior de policía presente, tenía derecho y estaba obligado, como representante de la policía, a actuar como presidente de la policía. Si también se le permitió usar las oficinas del presidente de la policía es de importancia secundaria. No se pueden sacar conclusiones del hecho de que permaneció en estas habitaciones, sobre todo porque aparentemente solo siguió a Pöhner allí. La afirmación de Frick de que podía actuar como presidente de la policía porque creía que Kahr lo había designado para ese cargo es errónea. Solo podría haber sacado esta idea de la información que había recibido de Pöhner. Sin embargo, Pöhner le había dicho que Kahr había participado en un acto inconstitucional -el hecho de que era inconstitucional se explicará más adelante- cuando Kahr fue declarado representante de la monarquía y ya no ocupaba el cargo de Generalstaatskommissar.
 Por lo tanto, Kahr solo podría haber nombrado presidente de la policía de Frick en su calidad de nuevo gobernante inconstitucional. Kahr no tenía autoridad para nombrar a un presidente de la policía cuando era generalstaatskommissar. La autoridad ejecutiva que se le había otorgado de conformidad con la Constitución lo autorizaba a dar órdenes a los funcionarios, pero no a nombrar o destituir a funcionarios a menos que fueran empleados del propio Generalstaatskommissariat. Los ministerios retuvieron el derecho de nombrar y despedir al personal, y solo ellos estaban autorizados a ejercer este derecho. Kahr solo pudo haber nombrado presidente de la policía de Frick en su calidad de nuevo gobernante inconstitucional. Kahr no tenía autoridad para nombrar a un presidente de la policía cuando era generalstaatskommissar. 
La autoridad ejecutiva que se le había otorgado de conformidad con la Constitución lo autorizaba a dar órdenes a los funcionarios, pero no a nombrar o destituir a funcionarios a menos que fueran empleados del propio Generalstaatskommissariat. Los ministerios retuvieron el derecho de nombrar y despedir al personal, y solo ellos estaban autorizados a ejercer este derecho. Kahr solo pudo haber nombrado presidente de la policía de Frick en su calidad de nuevo gobernante inconstitucional. Kahr no tenía autoridad para nombrar a un presidente de la policía cuando era generalstaatskommissar. La autoridad ejecutiva que se le había otorgado de conformidad con la Constitución lo autorizaba a dar órdenes a los funcionarios, pero no a nombrar o destituir a funcionarios a menos que fueran empleados del propio Generalstaatskommissariat. Los ministerios retuvieron el derecho de nombrar y despedir al personal, y solo ellos estaban autorizados a ejercer este derecho. pero no para nombrar o destituir a funcionarios a menos que fueran empleados del propio Generalstaatskommissariat.
 Los ministerios retuvieron el derecho de nombrar y despedir al personal, y solo ellos estaban autorizados a ejercer este derecho. pero no para nombrar o destituir a funcionarios a menos que fueran empleados del propio Generalstaatskommissariat. Los ministerios retuvieron el derecho de nombrar y despedir al personal, y solo ellos estaban autorizados a ejercer este derecho.

Sin embargo, las siguientes dos medidas definitivamente no formaban parte de los derechos y deberes de un Presidente de la Policía constitucional: En primer lugar, la reunión informativa de los representantes de prensa sobre los hechos ocurridos y sobre el nuevo rumbo. A juzgar por los informes que aparecieron en todos los periódicos el 9 de noviembre y que surgieron como resultado directo de estos informes, los informes de prensa fueron dirigidos contra la Constitución vigente. 
Es cierto que Pöhner fue el principal orador de la rueda de prensa, pero Frick también participó en ella. Pidió específicamente al Dr. Egenter del Bayerischer Kurier que usara más moderación en sus artículos cuando hablara de la causa völkische y que dejara de atacar al Völkischer Beobachter. También sugirió que enterraran sus diferencias y unieran fuerzas.

Además, por sugerencia de Pöhner, Pöhner y Frick todavía fueron a ver a Kahr la noche del 8 de noviembre. Le pidieron que informara al Regierungspräsidenten y les diera las instrucciones necesarias. Esa acción también fue inconstitucional.

No tenemos información precisa sobre la discusión entre Frick y Pöhner relacionada con el establecimiento de tribunales sumarios, o sobre las discusiones entre Frick y su coacusado, el Dr. Weber, con respecto al suministro de alimentos para los miembros de Oberland que se esperaba que asistieran. adentro desde el exterior. Por lo tanto, la Corte no tomó en consideración estos asuntos. Esto también es cierto para el llamado "anuncio policial importante" programado para la mañana del 9 de noviembre. Después de todo, es muy posible que esto haya estado completamente dentro del área de responsabilidad de Frick como el oficial superior de policía que estaba de servicio.

Como es cierto en el caso de Röhm y Brückner, cualquier otro cargo que pudiera o debiera formularse contra Frick son las medidas menos importantes que tomó en apoyo del nuevo régimen.

En vista del hecho de que Pernet era miembro del NSDAP, debemos asumir que también estaba al tanto de las opiniones y objetivos del Kampfbund. Excepto por su más bien breve ausencia cuando fue a encontrarse con su padrastro y mientras buscaba en vano al teniente comandante Ehrhardt, Pernet fue otro testigo ocular de lo que sucedió en el Bürgerbräukeller. Aparte de los dos puntos mencionados anteriormente, Pernet también participó en otras acciones. Fue uno de los que revisaron los documentos de identidad de las personas que salían del salón, una medida destinada a evitar cualquier posible oposición al levantamiento. También distribuyó los 1.460 billones de marcos confiscados a las tropas de Kampfbund como pago.

La fiscalía tiene razón al afirmar que esta actividad fue cómplice del levantamiento.

Como todos los cadetes de infantería, Wagner tiene una actitud völkische. De vez en cuando escuchaba los discursos de Hitler; una vez fue invitado por Ludendorff cuando el tema de discusión era el Movimiento Völkische. Sin embargo, no se sabe y no se puede suponer que conocía los detalles de los objetivos concretos del Kampfbund antes de su charla con Rossbach y Göring el 8 de noviembre al mediodía.

Ya se ha mencionado su actividad: reunir a los hombres de la Escuela de Infantería y formarlos en cuatro compañías. Además, como ayudante de Rossbach, participó en el intento de apoderarse del Generalstaatskommissariat, y en las marchas de medianoche de la Escuela de Infantería. También participó en la marcha propagandística del mediodía del 9 de noviembre cuando la Escuela de Infantería marchó al final.

La evaluación legal 
Las siguientes observaciones deberían servir como introducción a la evaluación legal:

Sobre la base de la ley del estado de excepción, que se discutirá más adelante, los poderes legislativo y administrativo pueden, en determinadas condiciones, actuar contra las leyes vigentes o incluso contra la Constitución. El Poder Judicial, en cambio, nunca puede violar la ley. Es función del poder judicial defender la ley (Meyer, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, 4ª ed., Pág. 23). Es evidente que las simpatías o antipatías hacia el acusado o hacia el delito no pueden tener consideración alguna. También es cierto que incluso las consideraciones políticas, o las basadas en principios constitucionales, pueden no ser motivo de preocupación cuando el veredicto sea perjudicial para el Estado. Fiat justitia pereat mundus.

Se han llegado a las siguientes conclusiones:

El objetivo de la operación era la eliminación de las máximas autoridades del Reich y de Baviera, así como el nombramiento de un Landesverweser en Baviera y la institución del "gobierno nacional" en el Reich. Esto no tiene que fundamentarse más; Hitler lo anunció clara y públicamente en el Bürgerbräukeller.

La acción no puede interpretarse como una supuesta usurpación. Es decir, no puede considerarse la sustitución de ministros o personas con poderes ministeriales - el Generalstaatskommissar - por otras personas con la misma autoridad. Más bien, la acción fue un cambio de la Constitución. A diferencia de las personas despedidas, las nuevas personas no habrían sido responsables ante el Reichstag o el Landtag de Baviera (artículo 4 de la Constitución de Baviera, artículo 54 de la Constitución del Reich); más bien, habrían tenido poderes dictatoriales y, por lo tanto, habrían sido independientes del Reichstag y el Landtag, los cuales habrían sido completamente eliminados.

El Putsch iba a tener el efecto más tremendo en la política interna. Se iba a romper un gobierno que había gobernado ilegalmente Alemania hasta la muerte durante cinco años y había permitido la rendición del territorio alemán. El régimen internacionalista, marxista, derrotista, pacifista y de mentalidad democrática iba a ser reemplazado por un gobierno völkische. Esta iba a ser la revolución más importante en la historia de Alemania desde la fundación del estado de Nueva Brandenburgo. Todas nuestras acciones fueron para lograr esta revolución.

Estas son las palabras que utilizó el propio Hitler el día 18 del juicio inmediatamente antes de que concluyera la audiencia de los testigos. Y el 20 de noviembre de 1923, Weber escribió como posdata de su testimonio oral a la acusación:

Todo el movimiento patriótico de Baviera se dirige hacia un cambio de la Constitución de Weimar por la fuerza porque es antiparlamentaria, anti-centralista. Tanto en sus discursos como en sus declaraciones escritas, sus líderes nunca han ocultado el hecho de que su objetivo, así como el de su Verbände, era la eliminación de la actual Constitución del Reich, como de cualquier constitución parlamentaria por la fuerza. En su lugar, querían instituir una forma de gobierno genuinamente alemana. Este hecho siempre se ha destacado de forma franca y pública.

Por tanto, la acción del imputado difiere básicamente del supuesto objetivo de Kahr, Lossow y Seisser, como se explicó anteriormente. Este último quería instituir una dictadura del Reich sobre la base constitucional del artículo 48 de la Constitución del Reich.

Las condiciones en Baviera también iban a cambiarse de manera inconstitucional.

Por ejemplo, la proclamación de Kahr como Landesverweser no fue simplemente un cambio de título. Como Generalstaatskommissar, Kahr era tan responsable ante el Landtag como los ministros que lo habían nombrado. Nemo plus juris en alium transferre potest, quam ipse habet.

El Tribunal no atribuye al acusado el hecho de que Kahr emprendió o pretendió emprender un cambio mucho mayor de la Constitución al convertirse él mismo en el regente de la monarquía, es decir, al tratar de reemplazar la república por una monarquía. Esta no era la intención de los acusados.

Por lo tanto, si los acusados ​​sostienen que la noche del 8 al 9 de noviembre nadie estaba pensando en cambiar la Constitución de Weimar y que iban a pensar en ello en algún momento futuro, entonces han entendido mal el concepto de un cambio de la Constitución; han confundido "cambio" con la eliminación total de la Constitución.

Objetivamente, según el artículo 81.2 del Código Penal, los hechos del caso ya han sido establecidos. Si el titular de la autoridad estatal es atacado por la fuerza y ​​él, o cualquiera de sus funcionarios designados, se ven privados de su derecho irrestricto a gobernar, entonces no importa si esto se hizo por un período de tiempo más largo o más corto. (Sentencia de la Corte Suprema en Asuntos Penales, vol. 56, pág. 263.)

Los abogados de la defensa argumentaron además que del 8 al 9 de noviembre, Bavaria no tenía constitución de jure, solo una constitución de facto. Este último, sin embargo, fue personificado por Kahr, y los acusados ​​no se opusieron a Kahr, sino que estaban, o pensaban que estaban, de su lado. Por lo tanto, dijeron los abogados, cualquier cosa que hicieran los acusados ​​no era una violación o un cambio de la Constitución; fue un acto legal.

Artículo 81 del Código Penal 
La Corte no puede entrar en discusiones teóricas. El derecho a gobernar no depende del acceso legal al poder, sino del ejercicio real del poder. Con el mismo espíritu, el artículo 81 del Código Penal protege la Constitución vigente. Por tanto, es indiferente si la Constitución del Reich se introdujo en Baviera legalmente o si se impuso; porque no se puede cuestionar seriamente que la Constitución del Reich tuvo validez en Baviera desde su institución; ni se puede discutir su legalidad. No es obra de los revolucionarios de 1918, como han afirmado los acusados, sino fruto de un plebiscito como el exigido por Hitler. La Asamblea Popular Nacional había sido elegida en Baviera y en el Reich por toda la población, a la que se le habían otorgado amplios derechos de voto en los decretos del 12 y 30 de noviembre de 1918.

Artículos 48 y 64 
La opinión de la defensa de que el Gabinete de Baviera o el Generalstaatskommissar habían invalidado la Constitución del Reich así como la Constitución de Baviera el 26 de septiembre de 1923, o durante el período comprendido entre el 26 de septiembre y el 8-9 de noviembre de 1923, también es insostenible. Según la Constitución, el establecimiento del Generalstaatskommissariat se basó en la ley del estado de excepción. Esta ley, como se dijo anteriormente, permite al gobierno, en ciertos casos, realizar su función sin tener en cuenta las leyes vigentes o la Constitución (Meyer, op. Cit., P. 23). La ley de emergencia estatal ha sido reconocida expresamente en el artículo 48 de la Constitución del Reich y en el artículo 64 de la Constitución de Baviera. En las condiciones estipuladas en estos artículos, esta ley autoriza al Generalstaatskommissar a decretar la invalidación de leyes, incluso de los llamados derechos básicos. El gobierno tiene que decidir, después de la debida consideración, si las condiciones justifican la promulgación de la ley de emergencia estatal y qué medidas se deben tomar. No es deber del Tribunal examinar aquí si el gobierno de Baviera tiene la misma libertad con respecto a la ley federal. En cualquier caso, el artículo 48 de la Constitución del Reich otorga amplios poderes también al gobierno de un estado.

Sería un error fundamental para la defensa suponer que con la declaración del estado de emergencia del Reich vino la suspensión del estado de emergencia de Baviera; y que, por tanto, todas las medidas adoptadas por el Generalstaatskommissariat eran en lo sucesivo ilegales o incluso inconstitucionales. El artículo 48 de la Constitución del Reich autoriza tanto al Reichspräsident como a los gobiernos estatales a instituir medidas de emergencia. Si ambas autoridades aplican esta estipulación, entonces el gobierno estatal, al igual que el Reichspräsident, ejerce el poder federal. No crea un estatuto estatal; crea un estatuto federal. Por lo tanto, el principio del artículo 13 de la Constitución del Reich, "el derecho federal reemplaza al derecho del estado", es inaplicable. En casos como este, ambos estados de emergencia coexisten,

Definitivamente es incorrecto suponer que la autoridad estatal completa en Baviera fue transferida a Kahr antes del 8 de noviembre. Todos los ministerios bávaros continuaron desempeñando sus funciones. La autoridad del Reich todavía estaba en vigor. Si pudo haber despedido a los ministerios o impedido que el Landtag se reuniera, evadiendo así la autoridad del Reich, es una cuestión ociosa. Porque nadie puede predecir qué resistencia se encontrará si se apodera de la autoridad del Reich y del Estado; en particular, si la Reichswehr de Baviera y Landespolizei estarían de acuerdo y si las órdenes federales podrían ejecutarse por la fuerza (artículo 48, párrafo 1 de la Constitución del Reich).

En cualquier caso, Kahr no podría haber hecho lo que pretendía sin violar la Constitución.

Además, no es cierto que Kahr asumiera todos o casi todos los derechos que están reservados al Reich: los mencionados son la autoridad para administrar justicia, finanzas, fuerzas armadas y transporte. Podemos suponer que las pocas medidas que tomó se encontraban, en su opinión, dentro del marco de la ley de emergencia estatal antes mencionada; están cubiertos por esta ley, como explicamos anteriormente. Pero incluso si Kahr, en algunos casos, había ido más allá de los límites establecidos por la ley, cometió violaciones únicas de la Constitución, pero no la eliminó.

Estas explicaciones también refutan otro argumento de defensa. Es decir, la afirmación de que la acción de los acusados ​​fue legal porque fue iniciada por Herr Kahr. Los cambios de la Constitución son legales solo si se han acordado de manera constitucional, es decir, conforme a la ley. En el Reich, esto solo puede hacerlo el Reichstag, y en Baviera solo el Landtag o, si es necesario, mediante un plebiscito de acuerdo con el artículo 10 de la Constitución bávara. No pueden ser decididos por un ministro, por el Gabinete o por una persona con poderes ministeriales. La ley federal ha colocado la autoridad del Reich por encima de la autoridad de los estados individuales al acuñar la frase: 
"El derecho federal reemplaza al derecho del estado". También prevé la ejecución de órdenes federales por la fuerza contra estados opositores. De paso, ambas disposiciones no fueron creadas en 1918; forman parte de las Constituciones de Bismarck y Weimar. Sin embargo, estos principios no pueden simplemente revertirse. Incluso si Kahr hubiera sido investido con la autoridad del Estado de Baviera, como no lo estaba, no sería necesario decir o probar con deducciones legales que la ley federal no permite ni puede permitir la autoridad del Estado de Baviera. destituir a los representantes de la autoridad del Reich y reemplazarlos por nuevos hombres.

Kahr, Lossow y Seisser 
De mucho más interés para el público en general que la culpabilidad o inocencia de los acusados ​​es la siguiente pregunta: ¿Kahr, Lossow y Seisser realmente estuvieron de acuerdo? O, como la pregunta está formulada por el público, ¿fue la declaración hecha por los tres caballeros en el Bürgerbräukeller con seriedad? ¿Y los tres invirtieron sus posiciones y rompieron su promesa a los acusados ​​en un momento posterior? Aunque la respuesta a esta pregunta sería un desiderátum por el bien del público, la Corte debe abstenerse de discutir la pregunta en profundidad. En primer lugar, no tendría ninguna influencia en la decisión de la Corte. En segundo lugar, en el curso del juicio, los acusados ​​han presentado formalmente cargos por alta traición contra Kahr, Lossow y Seisser, es decir,

Sin embargo, al concluir este tema, conviene subrayar que los acusados ​​no tienen derecho a decir que estaban de acuerdo con Kahr; todo lo que pueden decir es que regresaron. No hay duda de que la noche del 8 de noviembre, fueron ellos quienes tomaron la iniciativa, no Kahr, Lossow y Seisser.

Cambio de la Constitución por la fuerza 
Ahora se plantea la cuestión de si el objetivo de la acción era cambiar la Constitución por la fuerza. El concepto de "fuerza", según Olshausen, op. cit., vol. Yo, p. 379, también incluye amenazas si implican el uso de fuerza física:

Debe ser el objeto de la acción cambiar la Constitución del Estado mediante el uso de la fuerza física en el momento decisivo.

Desde este punto de vista, definitivamente se pretendía utilizar la fuerza física.

Nuestra misión es comenzar la marcha hacia la pecadora Babel de Berlín empleando toda la fuerza de este estado, así como las fuerzas convocadas de todas las regiones alemanas.

Estas son las palabras de Hitler en la tribuna del Bürgerbräukeller.

Durante el juicio, Pöhner afirmó que, naturalmente, el avance a Berlín se haría con fuerza militar. Alguien más dijo que los puños bávaros traerían orden a Berlín. Era obvio que el gobierno existente, que contaba con el apoyo de un gran número de personas y, sobre todo, como afirman los acusados, de los marxistas, es decir, de uno de los partidos políticos más grandes del país, no se rendiría sin un lucha. No había razón para esperar, como hicieron algunos de los acusados, que la marcha fuera no violenta porque toda la gente se uniría a ellos. Los acusados ​​realmente esperaban resistencia y estaban decididos a romperla. Esto es evidente no solo por los discursos de Hitler antes mencionados y la declaración escrita de Weber del 20 de noviembre de 1923, que se repitió anteriormente,

La impresión que recibí de la declaración de Hitler fue que Hitler y Lossow estaban completamente de acuerdo en la necesidad de comenzar la marcha. Su propósito era el derrocamiento del gobierno de Stresemann, que Baviera no reconoció como gobierno nacional, y la institución de una dirección nacional en Berlín. Después de que me informaron, no tuve la menor duda de que ni Kahr ni Lossow ni Seisser estaban asesinados por un golpe de estado, es decir, por alta traición. El único punto en el que hubo desacuerdo fue el establecimiento de una fecha.

Dado que, como sostienen los acusados, tenían el mismo objetivo que Kahr, Lossow y Seisser, su acción también debía ser un acto de violencia.

El fallido golpe de Estado 
Es irrelevante para los hechos jurídicos de un caso de alta traición si realmente se utilizó la fuerza. Este elemento, sin embargo, está presente en el arresto de los ministros y oficiales de policía, así como en el hecho de que hubo resistencia contra la Reichswehr y las Landespolizei, por ejemplo, la ocupación de los puentes del Isar, la pendiente del Isar y el Wehrkreiskommando.

La única cuestión que queda por examinar es si los acusados ​​pretendían que esta acción fuera el inicio de la marcha prevista. El derrocamiento proclamado y la nueva formación de gobiernos en Bürgerbräukeller fue al menos un comienzo. En lo que respecta al gobierno de Baviera, el arresto del 50 por ciento de todos los ministros ya fue un paso importante para lograr el objetivo. Durante el juicio, algunos imputados afirmaron que el golpe fue un éxito; por lo tanto, sostuvieron, no habían cometido un delito bajo el principio legal de que solo un golpe fallido es punible, mientras que uno exitoso no lo es. En realidad, sin embargo, los acusados ​​estaban todavía muy lejos de tener autoridad sobre el Reich o sobre el estado de Baviera.

En este contexto, quisiéramos referirnos a un comentario de Pöhner que hizo en la conferencia de prensa en la Jefatura de Policía la noche del 8 al 9 de noviembre de 1923. Dijo que esto era solo el comienzo de un desarrollo; habría que esperar y ver qué pasaba. Pöhner no sabía si las cosas se desarrollarían tan bien en Prusia. Dijo que podría haber conflictos graves. Eso era cierto. La afirmación de que el golpe de Estado fue un éxito es errónea; también lo es la opinión de que un acto de alta traición con éxito no es un delito punible. 
Sin embargo, es correcto decir que un golpe de estado ya no estaba en preparación; más bien, la acción fue un intento de golpe de estado. Su éxito dependió menos de la voluntad de los acusados ​​que de la resistencia de las fuerzas opuestas. Incluso si hubieran pasado semanas o meses antes de que pudiera haber comenzado la marcha hacia Berlín, el primer paso ya se había dado. No hubo vuelta atrás; la ejecución del plan había comenzado.

Esa es una lectura imparcial del artículo 81 (2) y 82 del Código Penal; los hechos del caso están ahí.

Los acusados ​​afirman que el acto era legal, o al menos que creían que era legal, porque Kahr era uno de ellos; o, en todo caso, que no tuvieran conocimiento de haber infringido la ley. Subjetivamente hablando, la Corte cree que pensaban, hasta poco antes del 8 de noviembre, que Kahr, Lossow y Seisser también tenían la intención de marchar hacia Berlín. Esto no se aplica a Pernet y Wagner ya que estos hombres no estuvieron involucrados en este asunto hasta el 8 de noviembre. Tampoco se aplica a Ludendorff, que tenía un puesto especial que se discutirá más adelante. También es posible que los acusados ​​esperaran traer a los tres hombres a su lado tomando la iniciativa. Finalmente, a juicio de la Corte, no hay duda de que después de los hechos ocurridos en la tribuna y en la sala contigua del Bürgerbräukeller, los acusados ​​estaban convencidos de que ahora los tres cooperarían, para bien o para mal. De hecho, Kahr, Lossow y Seisser querían engañarlos deliberadamente. Los acusados ​​probablemente nunca tuvieron la intención de actuar en contra de las serias intenciones de Kahr, Lossow y Seisser.

Hablando objetivamente, como dijimos anteriormente, todo esto es irrelevante, incluso la cuestión del momento en el que se dieron cuenta del hecho de que Kahr, Lossow y Seisser estaban en contra de ellos. También en este caso, el Tribunal supone que el asunto no les quedó claro incluso después de que Leupold les informó. Después de todo, era posible que Lossow no hubiera revelado sus verdaderas opiniones, sino que hubiera tomado la posición que sus subordinados esperaban de él.

Sin embargo, Hitler no llegó a la conclusión de que esta acción fuera legal. Esto quedó claro el primer día del juicio cuando describió los hechos que tuvieron lugar en la sala contigua. Dijo lo siguiente:

Le dije a Kahr, Lossow y Seisser: '¡No hay vuelta atrás! Tú también serás derrotado si la acción fracasa. Anticipé que irían a la cárcel con nosotros si el plan fallaba.

La cuestión de si los otros acusados, a excepción de Ludendorff, cuyo caso era especial, vieron las cosas con la misma claridad, no se decidirá. Es irrelevante para los hechos subjetivos del caso si los acusados ​​sabían que su acción era ilegal. Nos remitimos a las decisiones de la Corte Suprema en materia penal, Vol. 49, págs. 414-418; Vol. 48, págs. 325-327; Vol. 51, págs. 9-12. El único factor concluyente es si los hechos que constituyen el delito de alta traición según los artículos 81 y 82 del Código Penal fueron provocados intencionalmente. En vista de la formación académica de los acusados, no podrían haber asumido que Kahr era un soberano absoluto en Baviera, tal vez al estilo de Louix XIV, quien acuñó la frase: "L'etat c'est moi", o de sus imitadores. Por lo tanto, no podrían haber creído que todo lo que hicieron con Kahr, o lo que Kahr hizo con ellos, fuera legal. Esto lo expresó claramente Pöhner durante el juicio cuando dijo que Kahr no era el estado.

Además, incluso los acusados ​​no creían que la esfera de poder real de Kahr se extendiera más allá de los límites de Baviera. Ahora, si Kahr estaba preparado, como habían pensado, para extender la influencia bávara más allá de los límites de Baviera y reemplazar el gobierno de Berlín por un gobierno nacional formado en Baviera, definitivamente estaba sobrepasando los límites de la autoridad a la que, a los ojos, de los acusados, ya se había presentado en Baviera antes del 8 de noviembre. Los acusados ​​que sabían sobre el propósito de la acción del 8 al 9 de noviembre (Weber, Kriebel, Pöhner, Brückner, Röhm, Pernet y Frick) deben haberlo sabido.

Según las definiciones anteriores, Hitler, Weber, Kriebel y Pöhner cometieron el crimen, mientras que Brückner, Frick, Röhm y Pernet incitaron al crimen. Están siendo condenados en virtud de los artículos 81, 82, 47 y 49 del Código Penal.

El reclamo de la autodefensa 
Asimismo, no hay base para la pretensión de legítima defensa. El abogado defensor Dr. Gademann trató de defender la legítima defensa ya que, dijo, el gobierno nacional estaba provocando, al menos por negligencia, la destrucción del pueblo alemán. Herr Schramm cree que este fue un caso de autodefensa nacional porque los acusados ​​querían evitar la ruina de la nación.

Por tanto, el asalto debe haber sido cometido por la Reichsregierung, mientras que las víctimas deben haber sido la nación o el pueblo alemán. Es cierto que durante el curso del juicio los acusados ​​enumeraron una serie de medidas gubernamentales que podrían haber llevado al pueblo alemán al borde de la ruina. Por ejemplo, la desastrosa política del Ruhr, la entrega del territorio alemán en Silesia y la mala gestión con respecto a la cuestión monetaria. Sin embargo, todos estos puntos, si se pueden interpretar como hechos delictivos, fueron parte de la historia el 8 de noviembre; por lo tanto, eso es defensa propia contra delitos pasados.

Parece que los acusados ​​solo querían reclamar la legítima defensa contra una ineficiente administración de los asuntos nacionales. Es posible que la pretensión de legítima defensa contra negligencia ilícita sea justificable. Sin embargo, podemos hablar de negligencia ilícita solo si un estándar legal prescribe un determinado comportamiento. Pero la administración del gobierno es estrictamente una cuestión de juicios políticos y estadistas; no se trata de prescripciones legales. Por lo tanto, un ataque ilegal del gobierno contra cualquier persona está fuera de discusión. No hay base para la autodefensa real, ni siquiera para la supuesta autodefensa; si el gobierno hubiera cometido presuntamente el delito de negligencia, los imputados deberían haber actuado en presunta legítima defensa al obligar a la Reichsregierung a tomar las medidas que creyeron necesarias.

Sin embargo, lo que hicieron fue completamente diferente. Los acusados ​​destituyeron al gobierno. Es decir, querían evitar que el gobierno actuara. La formación de un nuevo gobierno puede interpretarse aún menos como un acto de autodefensa. Pues luego de la destitución del gobierno anterior, prácticamente nadie podría haber realizado el ataque requerido sin violar el artículo 53 del Código Penal, contra el cual se impuso el presunto acto de autodefensa, es decir, la formación de un gobierno nacional. dirigido.

Una situación de emergencia no puede utilizarse como motivo para la acción de los acusados. Según el artículo 54 del Código Penal, el único concepto legal de situación de emergencia que se puede aplicar aquí es el derecho de la persona en una situación de emergencia a resistir un peligro que amenace su vida o la de un miembro de su familia: es decir, no la de la nación o de un compatriota.

Wagner afirma que se involucró en el asunto porque fue engañado por Lossow. Si esto significa que pensó que Lossow estaba a cargo de la operación, no tiene nada que ver con los hechos subjetivos del caso. Porque Wagner no podría haber asumido que Lossow tenía derecho a dar un golpe de estado en Baviera o en el Reich. Sin embargo, sabía por la clara información que había recibido de Rossbach y Göring en la tarde del 8 de noviembre que se planeaba un golpe de estado. Tampoco puede justificar su acción diciendo que pensaba que la Constitución ya no existía ya que Baviera se había opuesto abiertamente al Reich, mientras que el Reich no estaba tomando ninguna acción contra Baviera. Es posible que solo haya pensado que la Constitución del Reich ya no tenía ninguna validez en Baviera. 
No tenía ninguna razón para suponer que la Constitución de Baviera había sido invalidada para Baviera y la Constitución del Reich en otras partes del Reich, particularmente en Berlín. Rossbach le dijo que el antiguo gobierno sería arrestado y que se proclamaría un nuevo gobierno bajo Hitler-Ludendorff-Kahr-Pöhner-Lossow. Wagner debe haber sabido que este nuevo gobierno sería völkische, es decir, estaría libre de restricciones constitucionales, y particularmente de supervisión parlamentaria. Esto significa que puede haber asumido que el gobierno de Baviera se transformaría, en cuyo caso, sin embargo, se cambiaría la Constitución de Baviera; o pensó que se instituiría una Reichsregierung, en cuyo caso la medida también incluiría las partes no bávaras del Reich, porque una Reichsregierung solo para Baviera no habría tenido sentido. Las partes no bávaras de Alemania, sin embargo, reconocen la Constitución del Reich. Para ellos, la institución de un gobierno nacional significaría un cambio de la Constitución del Reich. En opinión del Tribunal, Wagner debe haber sido consciente de estos puntos. Por lo tanto, él también es culpable de complicidad en el delito de alta traición, como se discutió anteriormente. Wagner no reclamó específicamente defensa propia o una situación de emergencia.
 Si lo hubiera hecho, los puntos planteados anteriormente también se aplicarían a él. él también es culpable de complicidad en el delito de alta traición, como se discutió anteriormente. Wagner no reclamó específicamente defensa propia o una situación de emergencia. Si lo hubiera hecho, los puntos planteados anteriormente también se aplicarían a él. él también es culpable de complicidad en el delito de alta traición, como se discutió anteriormente. Wagner no reclamó específicamente defensa propia o una situación de emergencia. Si lo hubiera hecho, los puntos planteados anteriormente también se aplicarían a él.

Varias veces durante el juicio, se argumentó que los acusados ​​solo habían obedecido órdenes cuando actuaron. Cabe señalar, sin embargo, que la obediencia a una orden militar no exime a un imputado en este caso porque los disturbios políticos no están contemplados en el artículo 48 del Código de Justicia Militar. Wagner, sin embargo, no recibió una orden militar de un superior. Incluso si asumía que la orden de la Escuela de Infantería de marchar y estar a disposición de Ludendorff había venido de Lossow, sabía que la Escuela de Infantería no estaba bajo el mando de Lossow ni de la 7ª División. Más bien, estaba bajo el mando del general Tieschowitz y el Reichswehrministerium. Por otro lado, Wagner sabía que Tieschowitz no aprobaba la marcha de los cadetes ya que estaban involucrados militares que no formaban parte de la 7ª División. Wagner pertenecía, sin embargo, a un contingente no bávaro. Para él era evidente que no podía aceptar órdenes de Ludendorff o Rossbach.

Finalmente, cabe mencionar que la decisión de la Corte de acusar a Frick, Brückner, Röhm y Wagner de complicidad de alta traición - no acusarlos de alta traición - es contraria a la acusación. Sin embargo, esta decisión coincide con las sentencias propuestas por la acusación en su moción final.

General Ludendorff 

La defensa de Ludendorff es un caso especial. Es cierto que él, como los demás acusados, ha declarado que quería estar de acuerdo con Kahr, Lossow y Seisser. Lo que quiso decir, sin embargo, es casi lo contrario de lo que querían decir los otros acusados. Como se mencionó anteriormente, tenían la intención de llevar a Kahr, Lossow y Seisser a su lado y lograr con ellos el objetivo del Kampfbund, es decir, la eliminación del Reichsregierung por la fuerza.

Ludendorff ha afirmado que incluso del 8 al 9 de noviembre, solo quería trabajar con Kahr, Lossow y Seisser en la idea de establecer una dictadura nacional. Esta idea ha sido explicada por los tres hombres durante el juicio y ha sido esbozada previamente. Es un hecho que la idea de crear una dictadura nacional fue discutida en detalle por Kahr, Lossow y Seisser en los meses de octubre y noviembre de 1923. Se iba a formar, sin duda, no del todo sin el uso de la fuerza. , pero aún no de manera inconstitucional; de hecho, pretendían basarlo en el artículo 48 de la Constitución del Reich. Como se ha documentado, podrían aportar varios testigos que testificarían de ello. Los pocos acusados ​​que asistieron a estas discusiones - en realidad solo Hitler, Weber y Kriebel - aparentemente no prestaron especial atención a esta idea; al menos, no lo adoptaron. Ludendorff, sin embargo, discutió este plan en sus frecuentes conversaciones con Lossow. Incluso inventó la expresión "solución perfecta" para ello. Prometió apoyar la idea; también se esforzó por convencer a personas importantes del Norte de la idea. En la reunión con Kahr, Lossow y Seisser en la tarde del 8 de noviembre, incluso se ofreció a enviar un mensajero a Berlín para traer hombres adecuados de regreso a Baviera.

Por tanto, la Corte está convencida de que Ludendorff dijo la verdad cuando sostuvo que, mientras lo llevaban al Bürgerbräukeller la noche del 8 de noviembre, no pensaba en otra cosa que en el hecho de que la dictadura nacional de Kahr finalmente se había concretado. Durante su viaje al Bürgerbräukeller, no pudo haber escuchado nada en contrario de Scheubner-Richter y de su hijastro, Pernet. Ellos mismos apenas sabían nada, ya que se habían ido a recoger a Ludendorff antes de que comenzara la acción. Por lo tanto, no sabía que la cuestión, un gobierno nacional según los planes de Hitler, o una dirección según los planes de Kahr, ya se había resuelto cuando entró en la habitación contigua. Al deponer el Reichspräsident y el Reichsregierung, se había resuelto según las líneas establecidas por Hitler. Por esta razón, Ludendorff no tenía por qué sospechar necesariamente que las declaraciones de cooperación de Kahr, Lossow y Seisser se referían al plan de Hitler; Era posible que los caballeros hubieran necesitado un empujón para realizar su propio plan. Cuando llegó Ludendorff, Hitler ya había pronunciado su discurso en la sala contigua, en la que exigió que Kahr se convirtiera en Landesverweser, Lossow, ministro de la Reichswehr, y Seisser, ministro de policía. La decisión de Kahr de aceptar el cargo de Landesverweser en presencia de Ludendorff fue un asunto puramente bávaro por el que Ludendorff no estaba preocupado y no quería preocuparse. Por último, la aceptación de Ludendorff del cargo de jefe del ejército nacional no fue una violación de la Constitución. Según el artículo 6, la formación de una constitución militar está reservada a la Constitución del Reich. Sin embargo, no hay más estipulaciones.

Las sospechas de Ludendorff, naturalmente, podrían haber sido despertadas por los discursos en el salón. No eran simplemente anuncios evasivos de los nombres de los candidatos a un gobierno nacional; más bien, los ponentes proclamaron el gobierno nacional inconstitucional. Sin embargo, hay varios testigos presenciales que han testificado que Ludendorff estaba tan conmovido por los eventos en la tribuna que apenas se dio cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

Durante la noche siguiente y al día siguiente, permaneció, en su mayor parte, pasivo. Al menos no tomó ni apoyó ninguna acción inconstitucional. El propósito de su charla sobre asuntos militares con Lossow era estar informado de las gestiones que ya se habían dado. Por cierto, estas medidas no siguieron el curso de acción de Hitler. No se presentaron pruebas durante el juicio para fundamentar el cargo contenido en la acusación de que Ludendorff había dado órdenes a la Escuela de Infantería y al coacusado Röhm. En cuanto a su participación en la llamada marcha propagandística, Ludendorff explicó de manera convincente que no tenía la intención de salvar la operación de Hitler en el último momento.

Por lo tanto, la posición de Ludendorff es en realidad diferente no solo de la de sus coacusados, sino también de la posición de Kahr, Lossow y Seisser. Como él mismo dijo, la frase que usó en el Bürgerbräukeller, es decir, que estaba actuando por derecho propio, en realidad no significaba nada más que una negativa a seguir a Hitler. La mayoría de los coacusados ​​no sabían nada del plan de Kahr de establecer una dirección. Los pocos que lo sabían lo rechazaron. Kahr, Lossow y Seisser tampoco tenían la intención de llevar a cabo su plan. Más bien, siguieron, o fingieron estar de acuerdo, con las ideas de Hitler.

Por lo tanto, Ludendorff no cometió alta traición ni la instigó. Su actividad no constituye un delito en absoluto. Aunque la intención de Kahr de ejercer presión sobre el Reichspräsident para obligarlo a establecer una dirección constituye un delito de coerción de un funcionario, ni siquiera se dio el primer paso para realizar el plan de Kahr.

Por las razones anteriores, Ludendorff queda absuelto.

Los otros acusados 

En cuanto a las sentencias para los demás imputados, la Corte se refiere a los puntos a favor de los imputados formulados en los alegatos finales, en particular los formulados por la acusación. La Corte también se ha convencido de que los motivos de los acusados ​​eran genuinamente patrióticos, nobles y desinteresados. Todos los acusados ​​que estaban muy al tanto de la situación - y los demás fueron liderados por los coacusados ​​a quienes consideraban y confiaban como sus líderes en el Movimiento Völkische - creían más concienzudamente que tenían que actuar para salvar a la Patria. . Pensaron que estaban cumpliendo con las intenciones anteriores de los principales hombres bávaros. Esto no justifica sus planes, pero proporciona la clave para comprender sus acciones.

Durante meses, incluso años, su objetivo había sido compensar la alta traición de 1918 cometiendo un acto de liberación. Como indicó la fiscalía, sus objetivos declarados abiertamente no fueron resistidos con las acciones decididas necesarias. Así, las cosas se desarrollaron hasta tal punto que hubo que tomar una acción porque los espíritus despertados ya no podían ser contenidos. Hitler enfatizó esto repetidamente. Por lo tanto, el Tribunal no puede asumir que el ataque al Bürgerbräukeller fue un incumplimiento consciente de la promesa por parte de los acusados. En este punto, la Corte también coincide con la acusación.

El Tribunal debe abstenerse de comentar la cuestión de si una operación exitosa hubiera constituido realmente el acto liberador que los acusados ​​consideraron. La respuesta a esta pregunta debe basarse en una determinada actitud política y, por lo tanto, no puede ser aceptable en general. En cualquier caso, los acusados ​​creían que la operación tenía una base militar suficientemente sólida gracias a la cooperación de la Reichswehr y las Landespolizei. Anticiparon el surgimiento del movimiento en las otras áreas del Reich tan pronto como las cosas en Berlín comenzaran a moverse. También esperaban que la Verbände patriótica no bávara y la Reichswehr no bávara se unieran a la operación. El juicio no proporcionó ninguna prueba de que se hubieran concertado arreglos a tal efecto con la no bávara Verbände.

Las consecuencias visibles de la acción son lamentables: varios hombres patriotas murieron o resultaron heridos. La Corte se abstiene de expresar su opinión sobre la cuestión de si el desastre podría haberse evitado si el Generalstaatskommissar von Kahr hubiera aceptado hablar con Hitler cuando éste solicitó una reunión el 7 de noviembre; o si Kahr, después de su discurso en el Bürgerbräukeller, había tenido una conversación confidencial con Hitler, como había sugerido Kommerzienrat Zentz; o si Herrn Kahr, Lossow y Seisser hubieran respondido a la solicitud de cooperación de Hitler con un rotundo "No"; o si en la noche del 9 de noviembre, cuando los acusados ​​intentaron reiteradamente esclarecer la situación, solo se habían mostrado un poco más solícitos.

Sin embargo, estas circunstancias atenuantes se compensan con factores graves y agravantes. Si la operación hubiera continuado, habría habido peligro de una guerra civil. Habría perturbado gravemente la vida económica de toda la nación y probablemente habría provocado complicaciones en la política exterior.

Después de una cuidadosa deliberación, el Tribunal ha decidido conceder circunstancias atenuantes a los acusados. La pena mínima de cinco años de prisión, el término prescrito por una ley bastante severa, es un castigo suficiente por su crimen. Los actos de los cómplices fueron relativamente poco importantes, por lo que el plazo más breve posible de un año y tres meses de prisión parece adecuado.

Además del encarcelamiento, debían imponerse penas apropiadas de 200 doscientos - o 100 - cien - marcos de oro, respectivamente, en virtud del artículo 9, párrafo 1, de la ley de protección de la república del 21 de julio. 1921.

Se ha tenido en cuenta el encarcelamiento previo al juicio de conformidad con el artículo 60 del Código Penal.

No hay ninguna razón para imponer un castigo en virtud del párrafo II del artículo 81 del Código Penal.

Hitler es germano-austriaco. Se considera a sí mismo alemán. Es un hombre que piensa y siente como un alemán. Luchó en el ejército alemán durante cuatro años y medio. Recibió altos honores por su valor sobresaliente en acción. Fue herido y su salud se ha resentido de otras formas. Fue liberado del ejército al cuidado de Bezirkskommando Mfinchen I. Por estas razones, la Corte opina que carece de sentido y de propósito aplicar la disposición del artículo 9, párrafo II, de la ley de protección de los derechos humanos. república.

La cuestión de los gastos se decidió de acuerdo con el artículo 496 y artículos posteriores del Código de Procedimiento Penal.

Debido a las circunstancias atenuantes para los acusados ​​antes mencionadas, el Tribunal recomendó la concesión de la libertad condicional, cuyas condiciones específicas se anunciaron en el veredicto.

Dado que los períodos de prueba para Brückner, Röhm y Frick están en vigor a partir de ahora, las órdenes de arresto contra estos hombres han sido revocadas.

Itsukushima Shrine.

1 comentario:

  1. Los alemanes nacionalista, Hitler no lo quieren mucho, lo detestan porque su liderazgo provoco que Alemania perdiera el 25 por ciento de su territorio en la segunda guerra mundial; las regiones de silesia, prusia oriental, la mitad de pomerania y de Branderburgo se perdieron para siempre; ademas de millones de alemanes muertos.

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