El alma. |
Divisiones de las facultades del alma
Platón | Conocimiento | Alma superior | |||
Sentimiento | Alma inferior | ||||
Deseo | |||||
Aristóteles y los escolásticos | Nutrición | Potencia generativa | Nutrición Alimento Reproducción | ||
Potencia locomotiva | |||||
Sensibilidad | Potencia intelectiva | Razón | Habito discursivo Habito de los primeros principios | ||
Entendimiento (hábito intelectivo intuitivo) | |||||
Potencia sensitiva | Sentidos externos... 5 Sentidos internos... 4 | ||||
Razón | Potencia apetitiva | Superior (voluntad) | |||
Inferior (apetito sensitivo) | Concupiscencia Irascibilidad | ||||
Wolf | Conocimiento | Facultad superior | Atención Reflexión Entendimiento | ||
Facultad inferior | Sentido Imaginación Facultad de la poesía Memoria | ||||
Deseo | Facultad superior | Querer y no querer Voluntad | |||
Facultad inferior | Placer y disgusto Deseos de los sentidos y aversión sensible Afecciones | ||||
Sentimiento | |||||
Kant | Conocimiento | Entendimiento Razón Juicio Facultad superior: entendimiento (activo). Conceptos puros. Facultad inferior: sensibilidad (receptiva). Conceptos empíricos. | |||
Deseo Sentimiento |
Itsukushima Shrine. |
FENÓMENO EDITORIAL. Más allá de grandes autores como Mishima o Murakami, la literatura japonesa experimenta en los últimos tiempos un notable y sostenido crecimiento en castellano, paralelo al interés por otros fenómenos nipones como el manga o el anime Mauricio Bach 18/11/2023 Hubo un tiempo –no tan remoto como pueda parecer– en que los no muy abundantes libros japoneses que se publicaban por aquí –cuentos zen, haikús o clásicos del siglo XX como Tanizaki y el premio Nobel Kawabata– solían ser traducciones indirectas del inglés o del francés, porque apenas había traductores de la lengua original disponibles. Además, localizar los derechos de obras japonesas podía ser una operación muy compleja porque la comunicación con las editoriales de ese país no era sencilla. Desde hace años las cosas han cambiado y la literatura japonesa nos llega con una razonable fluidez y en traducciones competentes y directas. Aquí hemos vivido dos fenómenos literarios japoneses particularmente reseñables: el fervor por Mishima de los años ochenta (cuando además Paul Schrader rodó su osado biopic Mishima, una vida en cuatro capítulos) y un par de décadas después la locura Murakami (al que sus compatriotas consideran el más occidentalizado de sus autores y que este año ha recibido el Premio Princesa de Asturias). Además, el entusiasmo por el manga y el anime –con mención especial a Miyazaki y Studio Ghibli–, la creciente llegada de cine japonés (el que mejor conocemos de todos los asiáticos) y hasta la expansión de su gastronomía han ayudado a dar visibilidad a esta cultura en nuestro país. Japón nos fascina y nos sigue sorprendiendo por su mezcla de tradiciones ancestrales, contemporaneidad casi futurista y singulares ritos sociales. Viajar allí es adentrarse en otro universo, paradójico, desconcertante, inagotable. Podemos hacerlo tomando un avión o leyendo un libro. Por ejemplo, algunas de las novedades que llegan a las librerías estos días. En la actualidad tenemos a nuestra disposición a los clásicos incuestionables del siglo XX como Kawabata, Tanizaki (del que la editorial Satori acaba de publicar una novela policiaca inédita en castellano: Blanco y negro), Mishima (del que Alianza ha lanzado La casa de Kyoko) o el premio Nobel Kenzaburo Oé. También nos fueron llegando Soseki, Inoue, Endo y el inquietante Kobo Abe, mientras que Sajalin ha presentado varios libros de un clásico menos evidente pero muy potente: Osamu Danzai, incluida su obra maestra, Indigno de ser humano. Podemos encontrar en nuestras librerías incluso los relatos y novelas de lo grotesco de Rampo Edogawa, los policiacos de Seicho Matsumoto (Libros del Asteroide incorpora en noviembre un tercer título a su catálogo: El castillo de arena), al feroz Ryu Murakami y el chifladísimo y pop Yasutaka Tsutsui. Y entre las escritoras más recientes, han triunfado entre nosotros Banana Yoshimoto y Hiromi Kawakami. ⁄ Japón fascina y sorprende por sus tradiciones, modernidad casi futurista y singulares ritos sociales Entre las novelas que nos llegan este otoño destaca El hijo predilecto, la segunda obra de Yuko Tsushima (Tokio, 1947-2016), que publica Impedimenta después de Territorio de luz. La autora era hija de Osamu Danzai, que se suicidó arrojándose a un río con su amante cuando ella tenía solo un año. Aparecida en 1978, la novela aborda los temas recurrentes en la obra de la escritora: el desafío a las convenciones sociales y la situación de la mujer en la patriarcal sociedad japonesa. En este caso lo hace, con tintes autobiográficos, a través de una madre que se ha visto obligada a criar sola a su hija, de la que con el tiempo se siente cada vez más distanciada. Las escritoras son mayoría entre las novedades japonesas recientes. Inaba Mayumi (Prefectura de Aichi, 1950) narra en La península de las veinticuatro estaciones la historia de una mujer que deja Tokio para instalarse en un paraje marítimo remoto en el que, en soledad, se redescubre a sí misma y reconecta con la naturaleza. El ciclo de las estaciones se vincula con el viaje hacia la madurez de esta mujer de mediana edad. Una historia de renacimiento rebosante de haikus, bambús, luciérnagas, copos de nieve y espíritu zen…, el personaje es como una versión en femenino y con sensibilidad oriental de Thoreau –se menciona explícitamente al pensador americano–, en busca de la comunión con la naturaleza y el autoconocimiento. Por su parte, Aki Shimazaki (Gifu, 1954) tiene en la actualidad la nacionalidad canadiense, pero nació en Japón y su escritura y universo son muy japoneses. Su peculiaridad es que escribe en ciclos novelísticos, de los que ya conocíamos las pentalogías El quinteto de Nagasaki y El corazón de Yamato. Ahora es el turno de una nueva pentalogía, La sombra del cardo, de la que de momento han aparecido los dos primeros volúmenes: Azami, el club de Mitsuko y Hozuki, la librería de Mitsuko . Son novelas breves en las que se entrelazan las historias de varios personajes para abordar el mundo de los sentimientos, los conflictos emocionales, los engaños, las mentiras y las segundas oportunidades. Los conflictos emocionales, pero en este caso centrados en el mundo adolescente y con el bullying como tema central, son la materia con la que trabaja Mieko Kawakami (Prefectura de Osaka, 1976) en Heaven . El narrador es un chaval de catorce años que sufre acoso escolar por su estrabismo y encuentra consuelo y comprensión en una compañera de clase que también es víctima de los abusones del aula. Kawakami, que también es cantante pop, tiene una novela anterior, Pechos y huevos , que la proyectó internacionalmente por su modo de abordar el cuerpo femenino en una sociedad repleta de tabús e ideales prefabricados.
También Yukiko Motoya (Ishikawa, 1979) proyecta una mirada crítica sobre la sociedad japonesa, pero en su caso lo hace a través de la sátira. Si en Mi marido es de otra especie manejaba la ironía con toques fantástico para abordar la vida en pareja, ahora regresa con un volumen que reúne dos novelas cortas. En Selección automática, la que le da título, plantea una distopía tecnológica en la que los chips que llevamos en el cuerpo nos organizan la vida cotidiana a base de algoritmos, desde qué comemos a qué hacemos en nuestros ratos de ocio, aunque al final no todo resulta ser tan estupendo y cómodo como puede parecer a primera vista. En la segunda narración del libro, Mis eventos, presenta la estratificación de la sociedad a través de los inquilinos de un edificio que esperan la llegada de un tifón. Una curiosidad: Motoya empezó como actriz poniendo voz a un personaje de anime de la serie basada en el manga Kare Kano. También usa elementos fantásticos Yoko Ogawa (Okayama, 1962), pero llevándolos al terreno del Ero-guro, es decir de lo grotesco. Logró fama internacional con la emotiva La fórmula preferida del profesor, pero mostró su lado más inquietante y fantasioso con La policía de la memoria. Ahora nos llega Venganza, que reúne once relatos en los que maneja un tono similar. La particularidad de la propuesta es que los cuentos están entrelazados entre sí por sutiles hilos, como personajes o escenarios que reaparecen. Y también por el universo extraño, incluso perturbador, que asoma en ellos. Hasta aquí las autoras, a las que añadiremos dos escritores que cuentan historias de descubrimientos emocionales a través de los libros y de la comida. El primero es Satoshi Yagisawa (Chiba, 1977), que debuta con Mis días en la librería Morisaki, ambientada en el barrio literario de Tokio, donde abundan editoriales y librerías. La protagonista es Tanako, una mujer en crisis desde que el hombre con el que pretendía casarse le dio plantón. Su tío es el propietario de la pequeña librería Morisaki y le propone que se mude al piso que hay encima de la tienda. Allí, poco a poco, va descubriendo los placeres de la lectura y cómo los libros pueden enseñarnos a vivir.
En el caso de Los misterios de la taberna Kamogawa de Hisashi Kashiwai (Kioto, 1952) es la comida el elemento redentor. El escenario es una recóndita taberna semiescondida en una zona de callejones. En ella, un padre y una hija ofrecen a sus comensales la posibilidad de recrear guisos que recuerdan haber probado pero cuya receta no conocen o ya no recuerdan. De modo que el sabor de los platos se convierte en un vehículo de memoria, que retrotrae a los comensales al lugar donde los probaron por primera vez, les ayuda a evocar a la persona con la que lo comieron, a rememorar cómo y dónde encontraron los ingredientes… La propuesta recuerda en algunos aspectos a aquella hermosa película de Yohiro Takita titulada El cocinero de los últimos deseos. Aborda también el tema de la comida y las sensaciones, pero desde el ámbito del ensayo, la japonesa residente en París Ryoko Sekiguchi (Tokio, 1970) en Nagori. La nostalgia por la estación que termina. El sucinto volumen despliega con sutileza la sensibilidad nipona aplicada al tiempo, los paisajes y la comida. Y para concluir, un libro de viajes: Círculos infinitos del holandés Cees Nooteboom (La Haya, 1933), infatigable viajero que nos propone un recorrido repleto de contrastes por Japón. Aparecen en sus páginas desde las metrópolis de aires futuristas como Tokio u Osaka hasta los remansos de paz de los templos y jardines zen, pasando por las antiguas ciudades imperiales de Kioto y Nara. Un buen retrato de este país paradójico, que se mueve entre lo tradicional y ultramoderno.
Libros.
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POEMAS ZEN CLÁSICOS.
Como se trata de materiales clásicos y muy antiguos no siempre se tienen los datos de los autores. Los poemas pertenecen a tres autores: Suzuki, Watts y Deshimaru, los dos primeros son divulgadores a los que, como mucho, se les debe atribuir la traducción de estos poemas, el tercero Deshimaru era un monje dedicado a la difusión del budismo. La primera edición inglesa de Suzuki es de 1949, hace más de cincuenta años. |
* * * (Tung-shan. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Cuidando de buscar la Verdad según los demás, cada vez se retiraba más de mí … Ahora ando sólo conmigo mismo, y no hay otro más que yo; no obstante, no soy él… Una vez entendido esto, estoy con Él cara a cara. |
* * * (Tozan, undécimo patriarca Zen (807-869). La Práctica Del Zen, de Taisen Deshimaru) No busquéis el camino en los otros, en un lugar lejano; el camino está bajo nuestros pies. Ahora viajo solo… Pero puede encontrarlo en todas partes; ciertamente, él es ahora yo, pero ahora yo no soy él. Así también, cuando encuentro lo que encuentro, Puedo obtener la verdadera libertad. |
* * * (Fu, de T´ai-yüan. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki). Recuerdo la época en que no tenía visión (satori), cada vez que oía la flauta mi corazón se afligía. Ahora no tengo sueños vanos en mi almohada, me limito a dejar que el flautista ejecute el son que le plazca. |
* * * (Poema haiku japonés. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki). ¡Oh! ¡Esto es Yoshino! ¿Qué más puedo decir? ¡La montaña ataviada con flores de cerezo!. |
* * * (Saigyó, periodo Kamamura (1168-1334). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) ¡El aventado humo del monte Fuji desapareciendo mucho más allá!. ¿Quién conduce el destino de mi pensamiento, extraviándose con él?. |
* * * (Canción tradicional japonesa. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) ¿Llegó? ¿Llegó? Voy a la orilla a encontrarme con él. Mas en la orilla no hay nada salvo brisa que canta entre los pinos. |
* * * INSCRITO EN LA MENTE CREYENTE (Hsin-hsin-ming). (Sêng-ts´an, tercer patriarca Zen, muerto en 606. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) El Método Perfecto no sabe de dificultades, excepto que rehusa efectuar preferencias: sólo cuando se libera de odio y amor se revela plenamente sin disfraz. Basta la diferencia de una décima de milímetro para que el cielo y la tierra queden separados: si quieres verlo manifiesto, no asumas pensamiento en su favor ni en su contra. Alzar lo que gustas contra lo que te disgusta… Esta es la enfermedad de la mente. Cuando no se entiende el profundo significado (del Método) se perturba la paz de la mente y nada se gana. El Método es perfecto como el vasto espacio, sin faltarle nada, sin nada superfluo: en verdad, se debe a efectuar elección que su talidad se pierda de vista. No persigas las complicaciones externas, no mores en el vacío interior. Cuando la mente reposa serena en la unidad de las cosas, el dualismo se desvanece de por sí. Y cuando no se entiende integralmente la unidad de dos modos se sustenta la pérdida: la negación de la realidad puede conducir a su negación absoluta, mientras apoyar el vacío puede resultar en su contradicción. Verbalismo e intelección… Cuando más nos acompañamos de ellos, más nos descarriamos; por tanto, fuera el verbalismo y la intelección y no habrá lugar al que no puedas pasar libremente. Cuando retornamos a la raíz, ganamos el significado; cuando perseguimos los objetos externos, perdemos la razón. En el momento en que nos iluminamos por dentro, trascendemos el vacío y el mundo que nos enfrenta. Las transformaciones que se suceden en un mundo vacío que nos enfrenta, parecen todas reales debido a la Ignorancia: procura no buscar lo verdadero, cesa tan solo de abrigar opiniones. No te entretengas con el dualismo, evita cuidadosamente perseguirlo; tan pronto tengas lo correcto y lo erróneo, lo que se sigue es confusión, la mente se pierde. Los dos existen debido al uno, pero ni siquiera te aferres a este uno; cuando la mente única no está perturbada, las diez mil cosas no ofrecen ofensa. Cuando ellas no ofrecen ofensa, es como si no existieran, cuando la mente no es perturbada, es como si no hubiese mente. El sujeto se aquieta cuando el objeto cesa, el objeto cesa cuando el sujeto se aquieta. El objeto es un objeto del sujeto, el sujeto es un sujeto de un objeto: conoce que la relatividad de los dos reside únicamente en la unidad del vacío. En la unidad del vacío los dos son uno, y cada uno de los dos contiene en sí la totalidad de las diez mil cosas; cuando no se efectúa discriminación entre esto y aquello, ¿cómo puede surgir un criterio unilateral y prejuicioso?. El Gran Método es calmo y de espíritu abierto, nada es fácil, nada es difícil: los propósitos pequeños son irresolutos, cuando más se apresuran más se demoran. El apego jamás se mantiene dentro de los lazos, es seguro que marche en sentido equivocado: déjalo ir flojo, que las cosas sean como fueren, mientras la esencia ni parte ni mora. Obedece a la naturaleza de las cosas, y estarás en concordia con el Método, calmo, cómodo y libre de molestia; mas cuando tus pensamientos están atados, te alejas de la verdad, se tornan más pesados y torpes, y de ningún modo son sensatos. Cuando no son sensatos, el alma está turbada, ¿de qué sirve, entonces, ser parcial y unilateral?. Si quieres recorrer el curso del Único Vehículo no tengas prejuicios contra los objetos-de-los-seis-sentidos. Cuando no tienes prejuicios contra los objetos-de-los-seis-sentidos, a la vez te identificas con la Iluminación. El sabio es no-activo, mientras el ignorante se ata; mientras que en el mismo Dharma, no hay individuación, ignorantemente se apegan a objetos particulares. Son sus propias mentes las que crean ilusiones, ¿no es esa la máxima de las contradicciones?. La Ignorancia engendra el dualismo del reposo y del desasosiego. Los iluminados carecen de gustos y disgustos. Todas las formas de dualismo medran ignorantemente por la mente misma, son como visiones y flores en el aire: ¿por qué debemos perturbarnos tratando de agarrarlas?. Ganancia y pérdida, correcto y erróneo… ¡fuera con ellos de una vez por todas!. Si el ojo nunca se duerme todos los sueños cesan de por sí: si la mente retiene su unidad, las diez mil cosas son de una sola talidad. Cuando se sondea el hondo misterio de la talidad única, de repente olvidamos las complicaciones externas: Cuando se ve a las diez mil cosas en su unidad, retornamos al origen y seguimos siendo lo que somos. Olvida el porqué de las cosas, y alcanzas un estado más allá de la analogía: el movimiento detenido no es movimiento, y el reposo puesto en movimiento no es reposo. Cuando no se obtiene más el dualismo, ni siquiera la unidad misma sigue siendo como tal. El fin último de las cosas, donde no pueden ir más allá, no está sujeto a reglas ni medidas: la mente en armonía con el Método es el principio de la identidad, en el que hallamos todas las acciones en un estado de quietud; las irresoluciones son descartadas por completo, y la fe recta es restablecida en su rectitud genuina. Así nada es retenido, nada es memorizado, todos es vacío, lúcido, auto-iluminativo. No hay mancha, ni ejercicio, ni derroche de energía: he aquí donde jamás alcanza el pensamiento, he aquí donde la imaginación fracasa en sus mediciones. En el reino superior de la Talidad Verdadera no hay «otro» ni «yo». Cuando se pide una identificación directa sólo podemos decir: «No dos». Al no ser dos todo es lo mismo, todo lo que es, está comprendido en ello: los sabios de los diez sectores, todos entran en esta fe absoluta. Esta fe absoluta está más allá de la prisa (tiempo) y de la extensión (espacio). Un instante es diez mil años. No interesa cómo están condicionadas las cosas, ya sea con «ser» o «no ser», eso se manifiesta por doquier ante ti. Lo infinitamente pequeño es tan grande como grande puede ser, cuando se olvidan las condiciones externas; lo infinitamente grande es tan pequeño como pequeño puede ser, cuando se ponen fuera de la vista límites objetivos. Lo que es lo mismo con lo que no lo es, lo que no es lo mismo con lo que es: donde no pueda obtenerse este estado de cosas, asegúrate de no entretenerte. Uno en todos, todos en uno… Si sólo se comprende esto, ¡No te preocupes más por no ser perfecto!. La mente creyente no está dividida, e indivisa es la mente creyente… He aquí donde fallan las palabras, pues esto no pertenece al pasado, al futuro ni al presente. |
* * * (Lao-tzu, El Tao. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) ¡Suprimid el talento y acabaréis con las ansiedades…! La gente, en general, es tan feliz como si estuviera de fiesta, o como si subiera a una torre en primavera. Yo solo estoy tranquilo, y no he hecho signos, como un niño que aún no sabe sonreír; desamparado como si no tuviera casa adonde ir. Todos los otros tienen más que suficiente, y solo yo parezco estar necesitado. Posiblemente mi mente sea la de un tonto ¡que es tan ignorante…!. Los vulgares son brillantes, y solo yo parezco ser torpe. El vulgo discrimina, y solo yo parezco más que suficiente. Soy negligente como si fuera oscuro; a la deriva, como si no me apegase a nada. La gente, en general, todos tienen algo que hacer, y solo yo parezco carecer de habilidad y práctica. Yo solo soy diferente de los otros, pero valoro la búsqueda del sustento que viene de la Madre. * * * (Han-shan. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Pienso en los veinte años que pasaron, cuando acostumbraba volver a casa tranquilamente desde el monasterio; toda la gente que vivía en el monasterio decía: «Han-Shan es un idiota». Reflexiono: ¿soy realmente un idiota?. Pero mis reflexiones no logran resolver la cuestión, pues ni yo mismo sé quién es el yo. Me limito a bajar la cabeza; no son necesarias más preguntas, porque ¿de qué puede servir el preguntar?. Que vengan y de mí se burlen todo cuanto gusten, yo sé muy claramente qué quieren decir, más no he de responder a sus befas, pues eso se adapta admirablemente a mi vida. |
* * * HOKYO ZAN MAI (Samadhi del Espejo del Tesoro). (Maestro Tozan, 807 – 869. La Práctica Del Zen, de Taisen Deshimaru). Sin error, sin duda, así es el Dharma. Buda y los maestros de la transmisión no hablaron de él. Ahora podéis obtenerlo. Por eso, os lo ruego, conservadlo intacto. La nieve blanca se amontona en la bandeja de plata. La luz de la luna envuelve a la garza blanca. Son parecidas, pero no idénticas. Se funden íntimamente, pero cada una comprende su estado. La conciencia no es lenguaje. Si se presenta la ocasión también hay que pasar por esto. Turbado por las palabras, te precipitas en el abismo. En desacuerdo con las palabras, topas con el límite de la duda. Salir al encuentro, tocar. Ni una ni otra cosa valen, es como una bola de fuego. Expresarse con lenguaje adornado es desvirtuar. La medianoche es luz verdadera, el alba no es claro Aun cuando no sea sin conciencia, no es sin lenguaje. Pero si es inconsciente, se hace lenguaje. Es como mirarte en un espejo: la forma y el reflejo cara a cara. Tú no eres el reflejo, pero el reflejo es tú. El bebé está en el mundo bajo cinco condiciones: no va ni viene, no llega de pronto… no es amo de quedarse…. no habla….baba wawa… Por último, no puede obtener el objeto deseado, pues su lenguaje no es justo. Las seis líneas del hexagrama del shuri deciden el juego mutuo. Sin embargo, la causa de se establezca el tres resulta ser el cinco. Como los cinco sabores de la planta chisso Es igual que un cetro de diamante Cuando lo derecho y lo oblicuo se hallan y pellizcan (como las piernas en loto), danse maravillosamente pregunta y respuesta confundidas. Intimo con el origen familiar con la Vía. Si hay mezcla, hay felicidad. Pero no debemos cometer error alguno. Es inocente y misterioso, no pertenece a la ilusión ni al satori. La ley de la interdependencia y la ocasión pueden realizarse en la claridad y el silencio del corazón. El microcosmos penetra en el infinito. El límite del macrocosmos es el propio límite del cosmos. La creación de una diferencia, incluso ínfima, no puede armonizarse con el ritmo de la música. Tenemos ahora lo súbito y lo gradual, el Zen se hace sección, una medida para las comparaciones. A pesar de la comprensión a través de las sectas y de la realización de la idea, hay una mancha en el verdadero satori. En el exterior, la calma. En el interior, el movimiento. Como el caballo trabado y el ratón escondido. Todos los maestros de la transmisión se han afligido en lo tocante a este punto, por eso sienten la necesidad de brindar el dharma. Todos van tras ilusiones erróneas, por eso se confunde el blanco con el negro. Cuando la ilusión se desvanece, en el mismo instante cada uno puede comprenderse a sí mismo. Si deseáis adaptaros, pisad las viejas huellas transmitidas. Os lo ruego, estudiad con atención el ejemplo de los ancianos precedentes. El árbol ha sido observado durante diez millones de años para alcanzar la vía de Buda. Como la debilidad del tigre, como los ojos nocturnos del caballo. Por su complejo de inferioridad, que les hace ver los objetos como si fueran un raro tesoro, y puesto que los hombres tienen el horror en su espíritu, el maestro ha de convertirse en gato o en buey blanco. El maestro de tiro con arco, gracias a su elevada y justa técnica puede dar en el blanco incluso a la mayor de las distancias. Pero si flecha y lanza chocan en pleno vuelo, la más elevada técnica pierde toda su eficacia. Canta el hombre de madera, la mujer de piedra se levanta y baila. Los súbditos deben obedecer al rey, el hijo ha de seguir al padre. No seguir no es el deber filial del hijo, no obedecer no es ser un verdadero seguidor. La acción oculta, secreta, íntimamente utilizada, parecerá limitada y estúpida. Su nombre es la causa de la causa, y es lo único que triunfa. |
* * * (Suttanipáta, vers. 949 y 1099. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Lo que está ante ti, descártalo; que nada quede detrás de ti. Si luego no captas qué hay en medio, en nada vagarás. |
* * * (Budismo tibetano, tradición del Sendero Breve. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Nada de pensamiento, nada de reflexión, nada de análisis, nada de cultivarse, nada de intención: deja que se resuelva solo. |
* * * (Ikkyu, poema doka. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Comemos, evacuamos, nos acostamos y nos levantamos; este es nuestro mundo. Todo lo que tenemos que hacer después es morir. |
* * * (Zenrin Kushu. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Los gansos salvajes no se proponen reflejarse en el agua, el agua no piensa recibir su imagen. |
* * * (Zenrin Kushu. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Una palabra establece el cielo y la tierra, una espada nivela el mundo entero. |
* * * (Hsüeh-tou, compilador del Pi-yen-chi. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) La brisa primaveral se eleva suavemente sobre el distrito de Chang. La perdiz canta tiernamente entre los arbustos cargados de flores. La carpa que salta la turbulenta catarata que se parte en tres se convierte en dragón… Y ¡qué necio es quien aun de noche la busca en la alberca!. |
* * * (Bashó, poeta haiku. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Una rama despojada de hojas, un cuervo posado en ella… Este atardecer de otoño. |
* * * (Dogen. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts). Las flores se van cuando nos apena perderlas, los yuyos llegan mientras nos apena verlos crecer. |
* * * (Cheng-tao Ke. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Como el cielo vacío, carece de límites, pero está en su lugar, siempre profundo y claro. Cuando tratas de conocerlo, no puedes verlo. No puedes agarrarlo, pero no puedes perderlo. Al no poderlo tomar, lo tomas. Cuando callas, habla; cuando hablas, calla. El gran portón esta abierto de par en par para dar limosnas, y ninguna multitud bloquea el camino. |
* * * (Gochiku, poema haiku. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) La larga noche; el sonido del agua dice lo que pienso. |
* * * (Hoyen (Fa-yen) de Gosozan (Wu-tso-shan) muerto en 1104. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Un lote de tierra labrantía yace en silencio, junto a la colina. Cruzando mis manos sobre el pecho, pregunto gentilmente al viejo labriego: «¿Con cuánta asiduidad lo vendiste y lo volviste a comprar?». Me placen los pinos y bambúes que convidan con refrescante brisa. |
* * * (Poema popular japonés. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Así es la vida: siete veces abajo, ¡ocho veces arriba!. |
* * * (Goso Hóyen. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Cien años: treinta y seis mil mañanas. ¡Esto mismo, viejo amigo, sigue adelante por siempre!. |
* * * (Chuang-tzu. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) El cuerpo como hueso seco, la mente como cenizas muertas; eso es verdadero conocimiento: no esforzarse en saber el porqué. En la niebla, en la oscuridad, el sin mente no puede planear. ¿Qué clase de hombre es ese?. |
* * * (Chih-jôu discípulo de Yüan-t´ung. Hsü-chuan. (Transmisión de la lámpara), XX. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Durante veinte años peregriné todo el camino de Este a Oeste; y ahora, al encontrarme en Ch´i-hsien, veo que jamás di ni un paso adelante. |
* * * (Mumon (Wu-mên). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Cientos de flores primaverales; la luna otoñal. Una refrescante brisa estival; la nieve invernal. Libra tu mente de todo vano pensamiento ¡Y cuán agradable es para ti toda estación! |
* * * (Nansen (Nanch´üan). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Bebiendo té, comiendo arroz, paso mi tiempo tal como viene. Observando el río, contemplando las montañas… ¡Cuán sereno y descansado verdaderamente me siento!. |
* * * (Hui-yüan. De Hsü-chuan (Transmisión de la lámpara). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) ¡Oh, este raro suceso…! ¿Cómo no me alegraría dar por él diez mil piezas de oro? Tengo un sombrero sobre mi cabeza, y un atado alrededor de mis ijares. ¡Y en mi cayado llevo la brisa refrescante y la luna llena!. |
* * * (Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Las sombras del bambú están barriendo las escaleras, pero no se agita el polvo. La luz de la luna penetra hondamente en el fondo del estanque, pero en el agua no quedan rastros. |
* * * (Poema del Zenrin Kushu. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Los árboles muestran la forma corporal del viento; las olas dan energía vital a la luna. |
* * * (Zenrin Kushu. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts). No puedes conseguirlo poniéndote a pensar; no puedes buscarlo sin ponerte a pensar. |
* * * (El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) El monte Lu en lluvia y niebla; el río Che muy crecido. ¡Antes de que fuera allí, no cesaba el dolor del deseo! Fui allí y retorné… No fue nada en especial: el monte Lu en lluvia y niebla; el río Che muy crecido. |
* * * (El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) La gloria matutina que florece una hora no difiere en esencia del pino gigante que vive un milenio. |
* * * (Poema del Zenrin Kushu. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) Quietamente sentado, sin hacer nada, llega la primavera y crece sola la hierba. |
* * * (Manura, vigésimosegundo patriarca Zen. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) La mente se desplaza con las diez mil cosas; hasta cuando se mueve está serena. Percibe su esencia a medida que se mueve, Y no hay júbilo ni aficción. |
* * * (Fa-yen de Wu-tsu Shan. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) La hoja de la espada de Chao-chou está fuera de su vaina. ¡Cuán fría como escarcha, cuán flamígera como llama!. Si uno intenta preguntar: «¿Cómo es eso así?», de inmediato aparece una división: esto y aquello. |
* * * (Kena-Upanishad. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Lo concibe quien no lo concibe; quien lo concibe, no lo conoce. No lo entienden quienes lo entienden; lo entienden quienes no lo entienden. |
* * * (Dhritaka, sexto patriarca Zen. Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Penetra en la verdad última de la mente, y no tendrás cosas y no-cosas. Iluminados y no-iluminados… son lo mismo. No hay mente ni cosa. |
* * * (Hokoji, discípulo de Baso (Ma-tsu). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) ¡Cuán maravillosamente sobrenatural y cuán milagroso es esto! ¡Sacar agua y llevar leña!. |
* * * (Shuan (Shou-an). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) En Nantai me siento en silencio con incienso encendido. En un día de arrobamiento, todas las cosas se olvidan. No es que la mente se detenga y los pensamientos se aparten, sino que en realidad nada hay que mi serenidad perturbe. |
* * * (Visuddhimagga, resumen de la doctrina budista. El Camino Del Zen, de Alan W. Watts) El sufrimiento existe solo, ninguno que sufra; el hecho existe, pero no quien lo haga; Nirvana existe, pero nadie que lo busque; el Sendero existe, pero nadie que lo recorra. Sólo la miseria existe; no hay mísero, ni hacedor; no se encuentra nada, salvo el acto. El Nirvana existe, pero no el hombre que lo busca. El Sendero existe, pero no el que viaje en él. |
* * * (Hui-k´ai (1183-1260). El Paso Fronterizo Sin Puerta (Wu-mên-kuan). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) ¿La naturaleza búdica en el perro? (“¡Wu!”) La elevación es completa, el mandato inequívoco; tan pronto vaciles entre ser y no-ser ya eres cadáver inerte. |
* * * (Hui-k´ai (1183-1260). El Paso Fronterizo Sin Puerta (Wu-mên-kuan). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) El gran camino no tiene puertas, (pero) ¡cuán entrecruzados son los pasajes!. Una vez traspuesto este paso fronterizo, recorres en real soledad el universo. |
* * * (Fudaishi (Fu-ta-shih). Ensayos Sobre Budismo Zen, del Dr. Suzuki) Ando con las manos vacías y con todo la espada está en mis manos; marcho a pie, y con todo a grupas de un buey voy cabalgando: cuando transpongo el puente, he aquí que el agua no fluye, pero el puente sí. |
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