Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán
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Príncipes y prelados.
Itsukushima Shrine. |
Biblioteca Palafoxiana.
La Biblioteca Palafoxiana es un recinto bibliográfico de la ciudad de Puebla, fundada por el obispo español Juan de Palafox y Mendoza en 1646. Ubicada en el centro histórico de la ciudad de Puebla de los Ángeles, es un Monumento Histórico de México desde 1981 y fue incluida por la UNESCO como parte del Programa Memoria del Mundo desde 2005. Fue la primera biblioteca pública de América.
En 1646, el obispo Palafox donó su biblioteca personal, compuesta de cinco mil volúmenes, al Seminario de San Juan pero instruyó que además del clero podía ser consultada por todos aquellos que quisieran estudiar, pues su principal condición fue que estuviera abierta al público y no solo a eclesiásticos y seminaristas.
Historia
La creación de esta biblioteca fue aprobada por cédula real en diciembre de 1647 y reconfirmada por el papa Inocencio X en 1648.
Durante más de 370 años, la Biblioteca Palafoxiana, ha estado asentada en el Antiguo Colegio de San Juan dentro del Seminario fundado por Palafox y Mendoza. Si bien la construcción de la bóveda, tal como se encuentra en nuestros días fue realizada en 1773, por el obispo Francisco Fabián y Fuero, quien mandó levantar los dos primeros pisos de la estantería, la cual es un fino trabajo de los ebanistas novohispanos que trabajaron de manera armoniosa las maderas de ayacahuite, polocote y cedro. De esta época data el delicado retablo donde se ubica la efigie de la Madonna de Trapani, óleo que se presume fue realizado tomando como modelo la escultura que Nino Pisano hiciera de la Virgen en el siglo XIV.
Posteriormente, en el siglo XIX, se colocó un tercer nivel debido a que se había incrementado el número de volúmenes que se encontraban en la biblioteca, de hecho la biblioteca tiene 45 058 libros antiguos.
El acervo
El acervo donado por Mendoza estaba constituido por obras de los más diversos temas, que reflejan su espíritu universalista, forjado gracias a sus estudios en diversas universidades como la de Huesca, Alcalá y Salamanca. Su temática es variada y sus tres niveles de estantería contienen biblias, libros de historia sagrada, derecho canónico, teología escolástica y dogmática, oratoria sagrada, colecciones de concilios, ascética y mística, padres y doctores de la iglesia, liturgia, disciplina eclesiástica y de controversia, historia natural, humanidades, geografía, gramáticas y diccionarios, autores clásicos y poéticos, física, matemáticas, entre otras. Así entonces pueden encontrarse a autores como Séneca y Santa Teresa.
El acervo es rico también por sus lenguas, ya que en él se encuentran alrededor de 14 lenguas, entre las que están el latín, griego, caldeo, árabe, hebreo, inglés, alemán, portugués, entre otros. Incluso también procuraba, ya estando en la Puebla de los Ángeles, hacerse enviar desde el Viejo Continente una serie de libros entre los que figuraban los de artes, vocabularios, de oficios y de canto que utilizaba para la instrucción de los indígenas. Tiempo después se incorporaron libros de los colegios jesuitas, como los del Espíritu Santo y el de San Javier, posteriormente a la expulsión de esta Orden en 1767. Francisco Fabián y Fuero comisionó al historiador Mariano Fernández de Echeverría y Veytia para hacer el inventario del fondo jesuita y depositarlo en la Palafoxiana. Hay que añadir que este mismo obispo, donó su biblioteca personal y después se llevaron a cabo las donaciones de Manuel Fernández de Santa Cruz, Francisco Pablo Vázquez, Francisco Irigoyen y de algunos particulares.
Con todos estos fondos, se logró reunir un acervo de más de 45 000 libros, que forman la colección histórica de la Biblioteca Palafoxiana. Sin embargo, el fondo es mayor, ya que se debe tener en cuenta el extenso número de impresos sueltos y encuadernados que versan sobre los temas más heterogéneos.
Incunables
Entre los libros más importantes se encuentran 9 incunables, de los cuales el más antiguo es Los nueve libros de la Historia de Heródoto, el cual fue impreso en 1473, le sigue en antigüedad, La ciudad de Dios de San Agustín de 1475. La Crónica de Aragón de Fabricio de Vagad y la Crónica de Núremberg de Hartmann Schedel la cual se distingue por tener varios de sus grabados iluminados a mano, lo que aumenta la belleza visual de esta obra. Los restantes son las Obras de Angelo Politani, el Tratado de las Fiebres de Francisco de Bobio, Summa Total de San Antonino de Florencia, Sermones de Jacobo Vorágine y Sermones de Temporada y de Santos de Peregrino.
Sin embargo, los demás libros también son de una belleza y de un valor incomparables. Además, la Biblioteca Palafoxiana cuenta con obras como De humani corporis fabrica de Andrés Vesalio, el Atlas de Gerardus Mercator, El Quijote de Miguel de Cervantes, la Monarquía Indiana de Juan de Torquemada y las Fábulas de Jean de La Fontaine.
Biblioteca Palafoxiana.
Cada uno de los libros que se encuentran en los casilleros resguardados por la malla de alambre, conservan en sí mismos una historia, ya que independientemente del tema sobre el cual traten, albergan rasgos que hacen mención de sus creadores o de sus propietarios. Así entonces se identifican a primera vista los exlibris de las casas impresoras, los diversos estilos de tipos, encuadernaciones, grabados, papel y marcas de agua. También se aprecian las marcas de fuego o los exlibris de la persona que los poseía, las anotaciones al margen, incluso si el interior está tachado por el censor.
Es posible saber lo anterior, gracias a que la Biblioteca Palafoxiana fue objeto de un proceso de restauración y catalogación que se puso en marcha a raíz de los terremotos de 1999 que provocaron que la biblioteca sufriera daños estructurales. Se emprendió un proyecto integral sin precedentes en la historia de la Biblioteca Palafoxiana, para lo cual se contó con el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Fundación Alfredo Harp Helú, Adabi de México, Fomento Cultural Banamex y el World Monuments Fund, logrando que se reabrieran las puertas de la centenaria biblioteca en abril de 2005.
Memoria del Mundo
Gracias a la renovación de la biblioteca, se presentó ante la UNESCO la candidatura para inscribirla en el Registro de Memoria del Mundo por ser la primera biblioteca pública de América, por haber permanecido en el mismo lugar durante más de tres siglos y por la importancia de su acervo, lo que permitió que este organismo de la ONU, la incluyera dentro de este registro en junio de 2005. Por todas estas razones, la Biblioteca Palafoxiana es actualmente uno de los referentes obligados en la investigación del periodo novohispano y parte invaluable del patrimonio documental e histórico de Puebla y de México.
La Biblioteca Nacional de Colombia La Biblioteca Nacional de Colombia (BNC) es una de las primeras bibliotecas públicas fundadas en América, después de la biblioteca palafoxiana. Fue fundada como Real Biblioteca por el virrey Manuel Guirior en 1776, aunque fue al virrey Manuel Antonio Flórez Maldonado a quien le correspondió abrir al público la biblioteca, el 9 de enero de 1777. La colección bibliográfica inicial de la institución fueron los 4 182 volúmenes, según inventario ordenado por el virrey Pedro Mesía de la Cerda, expropiados a la comunidad jesuita, expulsada en 1767 de todos los dominios del Imperio español como resultado de la orden dada por el rey Carlos III. La Real Biblioteca comenzó a funcionar en la casa del Seminario, hoy Palacio de San Carlos, actual sede de la cancillería, inmueble que había sido enajenado a los jesuitas en 1767. En 1789, trece años después de su fundación, fue organizada de una manera práctica, al estilo de las bibliotecas europeas por Manuel del Socorro Rodríguez quien fue nombrado bibliotecario por el virrey José de Ezpeleta y permaneció en el cargo hasta su muerte en 1819. En 1823 y gracias a la gestión de Francisco de Paula Santander la biblioteca se estableció en las aulas del Colegio de San Bartolomé, recibió la biblioteca de José Celestino Mutis6 y cambió su nombre a Biblioteca Nacional de Colombia. El 25 de marzo de 1834 se decreta la primera ley de Depósito Legal. Esta impuso, como obligación, remitir a la biblioteca toda publicación impresa producida en el país. Esto determinó la misión de la biblioteca la cual, a partir de este momento, se convirtió en la entidad encargada de custodiar el patrimonio bibliográfico y documental de Colombia. |
Reportaje Los libros nazis de la Biblioteca Nacional (de Colombia) Por: Germán Izquierdo Escritos en alemán e impresos en letra gótica, un total de 2.000 libros donados por la Alemania nacionalsocialista llegaron a la biblioteca en 1938 durante la celebración de los 400 años de ciudad de Bogotá. Un descuido de inventario, sin embargo, hizo que las obras se refundieran en los anaqueles durante más de 70 años. Crónica de un descubrimiento. 23/5/2016 Cuando finalizó la muestra, la biblioteca guardó las donaciones. Los títulos obsequiados por el gobierno alemán, sin embargo, jamás fueron catalogados y envejecieron amontonados en anaqueles hasta 2014, cuando fueron hallados en un inventario general realizado por la biblioteca con el apoyo de 140 contratistas. El edificio de la Biblioteca Nacional brillaba contra los cerros orientales. Mientras tanto, sobre la desocupada calle 24, estacionaban algunos automóviles de los 2.000 invitados que aquel 20 de julio de 1938 llegaban para celebrar cuatro acontecimientos: los 400 años de la fundación de Bogotá, el grito de independencia, el bicentenario de la llegada de la imprenta al país y la inauguración de la nueva sede de la Biblioteca Nacional de Colombia. Con el propósito de organizar una celebración especial, el entonces director de la biblioteca, Daniel Samper Ortega, realizó una muestra que se exhibió por varios días en los salones del edificio. Según anotó en un artículo titulado Reflexiones en torno a una exposición, “Todas las naciones amigas fueron invitadas a enviar a Bogotá colecciones escogidas de libros representativos de lo más propio y original de su pensamiento, tanto en literatura como en ciencias, arte e historia”. 28 países de América, Europa y Asia confirmaron su participación. Gracias a su ayuda, el 20 de julio la biblioteca se convirtió en un museo tan variado como un bazar persa, pobre en curaduría pero rico en obras de arte y textos incunables. Francia exhibió dibujos de Corot, Ingres y Gauguin, entre otros. Japón hizo una donación de libros y mostró un valioso talismán impreso en el año 770 antes de Cristo. España regaló una colección de 2.000 volúmenes y expuso obras de grandes artistas como Picasso y Álvarez de Sotomayor. Alemania, mientas tanto, exhibió su ofrenda delante de una gran bandera del partido Nazi y, según Samper, “remitió cerca de 2.000 libros escogidos con el mayor cuidado y lujosamente encuadernados”. Cuando finalizó la muestra, la biblioteca guardó las donaciones. Los títulos obsequiados por el gobierno alemán, sin embargo, jamás fueron catalogados y envejecieron amontonados en anaqueles hasta 2014, cuando fueron hallados en un inventario general realizado por la biblioteca con el apoyo de 140 contratistas. “Un inventario siempre arroja hallazgos, desentierra secretos ocultos y nos sitúa ante lo desconocido –dice Consuelo Gaitán, actual directora de la Biblioteca Nacional–. En el que realizamos en la Biblioteca Nacional entre 2013 y 2014, nos encontramos con el Fondo Alemán, conformado por cerca de 2.000 volúmenes que incluyen una gran cantidad de material propagandístico del Tercer Reich y obras representativas de este período. Cómo habían llegado hasta nosotros y por qué habían permanecido ocultas hasta ahora, fue algo que nos preguntamos en ese momento”. En el pasillo del hoy llamado Fondo Alemán se mezcla el olor a cuero con un aroma tostado de papel viejo. Está ubicado en el tercer piso de la biblioteca y lo enmarcan dos hileras de bibliotecas de madera cuyos anaqueles sostienen varios libros de propaganda Nazi. Uno de los más llamativos es una edición de 1936 de Mein Kampf (Mi Lucha), de Adolfo Hitler. Nombres conocidos, como el de Hermann Göring, comandante de la Luftwaffe (Fuerza aérea), comparten espacio en las repisas con otros menos familiares. Allí está Die Hitler Jugend (La juventud de Hitler), de Baldur von Schirach, líder de las juventudes hitlerianas procesado en los juicios de Núremberg. Von Schirach comparte estante con Theodor Soucek, uno de los creadores de los “Hombres lobo”, una organización secreta dedicada a combatir a los aliados en Austria ejecutando secuestros y actos terroristas. Soucek fue condenado a muerte pero un error de forma lo absolvió y hasta 2011 vivió como un acomodado octogenario en un condominio en Marbella, España. Más abajo, impreso sobre un lomo de tela de azul descolorido, se lee: Franz Ludwig Neher, Das Wunder des fliegens (La maravilla de volar). Ludwig escribió biografías de pilotos del ejército alemán y libros de propaganda nazi. En otro estante se lee el nombre de Eckhart von Naso, uno de los 88 escritores que le juró fidelidad a Hitler en octubre de 1933, el año en que los nazis quemaron miles de libros en toda Alemania. Bibliotecas enteras desaparecieron de ciudades como Berlín, Múnich, Dresde, Bremen y Dortmund, donde obras de Thomas Mann, Kafka, Freud o Remarque alimentaron las hogueras avivadas por las juventudes nazis. Uno de los más oscuros personajes que figuran en el fondo alemán es Paul de Lagarde, un delirante antisemita quien se refería a los judíos como “pestilencia” y sostenía que debían ser expulsados de Alemania y Austria. Entre los libros de la biblioteca personal de Hitler que sobrevivieron, y cuya mayoría resguarda la Biblioteca de Congreso en Washington, se cuentan dos copias del libro de Lagarde Cartas alemanas. De acuerdo con Timothy Ryback, autor del libro Hitler private library (La biblioteca privada de Hitler), uno de los dos ejemplares del líder nazi tiene más de cien anotaciones –entre signos de admiración, subrayados, notas al borde, círculos, paréntesis a lápiz–. Una de las anotaciones figura en un pasaje donde de Lagarde sugiere trasplantar a los judíos a Palestina. En la donación de Alemania se halla una biografía de de Lagarde escrita por otro antisemita, Karl Ludwig Schemann. Los manuales no faltan en el Fondo Alemán. Hay uno sobre educación física para jóvenes que enseña con ilustraciones técnicas el fortalecimiento muscular y la lucha libre. Otro trata sobre derechos y deberes. Otro sobre las mujeres nazis. Todos lucen la esvástica en la portada y en la contratapa un distintivo ex-libris de un águila con una esvástica en el pecho sobre un letrero que traduce: “Regalo del imperio alemán”. Varios libros del fondo exaltan a los jóvenes de las juventudes nazis y contienen fotos en blanco y negro de niños cargando ladrillos, sentados frente a una máquina de escribir en medio del campo, tocando una trompeta, fumando, boxeando, disparando rifles, formando batallones que marchan en perfecto orden bajo banderas nazis que ondean en el viento. La mayoría de niños que ilustran los libros deben de estar muertos, sus fotos envejecieron a la par con la Biblioteca, que con los años se convirtió en un referente cultural y arquitectónico de la ciudad, mientras los montones de volúmenes del Fondo Alemán, apretujados entre sus letras góticas, seguían sin ser advertidos. Pocos documentos hacen referencia a la donación de libros de Alemania a Colombia. Uno es el ya citado texto de Samper Ortega, otro fue escrito por el profesor de historia Luis Eduardo Bosemberg, quien ha estudiado en profundidad las relaciones de Alemania y América en la primera mitad del siglo XX. En un ensayo sobre la avanzada “cultural” nazi en Bogotá, Bosemberg anota que el IAI (Instituto Iberoamericano de Berlín) mostró gran interés por “participar de la celebración de los 400 años de la fundación de Bogotá (…) Se proyectó obsequiar al país 1.500 libros y fundar una biblioteca de libros colombianos en Berlín”. Bosemberg desconocía el hallazgo del Fondo Alemán, pero al enterarse, sentado en su oficina de la Universidad de los Andes bajo un par de afiches ilustrados de la Primera Guerra Mundial, dice levantando el dedo índice: “Puedo asegurar que esos libros fueron enviados por Faupel”. Se refiere a Wilhelm Faupel, un militar y diplomático alemán quien dirigía el ya citado IAI para cuando se realizó la donación. Faupel, militante del partido Nazi, estaba interesado en influenciar la opinión pública colombiana y una forma efectiva de lograrlo era fortaleciendo el intercambio cultural. El IAI publicaba un par de revistas que se distribuían en Colombia, una llamada Ejército, Marina, Aviación, dirigida por Faupel y financiada por el Ministerio de Propaganda de Hitler. Según anota Bosemberg, el instituto “servía de intermediario para donar libros, adquirir películas o distribuir noticias”. Durante las conmemoraciones de los 400 años de la fundación de Bogotá, Alemania condecoró a 33 personalidades colombianas con el objetivo de fortalecer sus lazos sociales con el país. Entre los condecorados figuraron Alfredo Michelsen, Rafael Obregón, Agustín Nieto, Roberto Urdaneta, Guillermo Valencia y el propio director de la Biblioteca Nacional, Daniel Samper Ortega. En resumen, a Alemania le interesaba propagar su influencia en Colombia. El embajador, que en ese entonces se denominaba ministro, era Wolfgang Dittler, quien recomendó a su gobierno elevar la representación en Colombia de grado I a grado II, pues en los años treinta el país representaba el tercer mayor importador de productos alemanes en Latinoamérica. Las relaciones entre Colombia y Alemania, que habían sido excelentes desde el siglo XIX, llegaron a su fin en 1942, cuando Colombia rompió relaciones con Alemania luego del bombardeo a Pearl Harbour. Ese año el ministro Dittler abandonó el país en compañía de su esposa. Un año antes, el presidente Eduardo Santos le contó a un periodista de apellido Gunther que lo único que lo unía con Hitler era el amor por las montañas. En 1945, cuando la guerra terminó, Faupel se suicidó junto con su esposa, ignorante de que los libros enviados a Colombia no habían cumplido su objetivo adoctrinador. Todos los volúmenes donados por Alemania en 1938 están escritos en alemán e impresos en letra gótica. Quizás por eso nunca se clasificaron ni se leyeron. Pero no todos son de propaganda nazi. Muchos representan la verdadera cultura alemana, aquella que ha trascendido y forma parte del patrimonio de la humanidad. Allí figuran lujosas ediciones de las obras completas de Goethe, Nietzsche y Schiller, una bella edición de los cuentos completos de los hermanos Grimm, y la obra Cosmos, de Alexander von Humboldt, a la que el científico dedicó 25 años de su vida. Entre todos los anaqueles hay un libro colombiano traducido al alemán: (Der Strudel) La Vorágine, de José Eutasio Rivera, en una edición de 1937 de la editorial Hans Müller de Leipzig. Los estantes del Fondo Alemán también ostentan libros de geología, fabricación de bebidas espirituosas, medicina, zoología, además de una edición de 1875 de la lujosa enciclopedia Brockhaus, aquella que tanto admiraba Borges y que cita en su poema Adquirir una enciclopedia:
El largo inventario realizado en la Biblioteca Nacional recuperó 80 mil piezas entre libros, revistas y curiosidades como tiquetes de tren de Rufino José Cuervo, billetes de lotería del siglo XIX y un menú hallado en uno de los libros de Miguel Antonio Caro. Y también el Fondo Alemán, con sus 2.000 títulos que durmieron un sueño de 76 años del cual ya despertaron. Biografía Wilhelm Faupel —también escrito von Faupel— (Lindenbusch, Baja Silesia, 29 de octubre de 1873 - Berlín, 1 de mayo de 1945) fue un militar y diplomático alemán, conocido por su papel como diplomático de la Alemania nazi durante la Guerra civil española. Primer embajador de la Alemania nazi en la España franquista, fue un ardiente partidario de la Falange y de la participación alemana en los asuntos internos españoles, lo que le costó varios conflictos con las autoridades franquistas. Conocedor del mundo hispano, dirigió en varias ocasiones el Instituto Ibero-Americano de Berlín. Al final de la Segunda guerra mundial, con la entrada de los soviéticos en Berlín, se suicidó junto a su esposa. |
Brockhaus es una enciclopedia alemana publicada por la editorial F. A. Brockhaus. La primera edición fue realizada tomando como base la obra Conversations-Lexikon mit vorzüglicher Rücksicht auf die gegenwärtigen Zeiten de Renatus Gotthelf Löbel y Christian Wilhelm Franke. Publicada en Leipzig entre 1796 y 1808, fue adquirida en el último año por Friedrich Arnold Brockhaus, quien pagó por ella 1800 táleros. Al principio el nombre de la enciclopedia permanecía como Konversationslexikon o Allgemeine deutsche Real-Encyklopädie für die gebildeten Stände; ya en la decimoquinta edición, el título es Der grosse Brockhaus. En la edición actual, se titula Brockhaus Enzyklopädie. "Ninguna obra de referencia ha sido más útil y acertada, o ha sido copiada, imitada y traducida con más frecuencia que el Konversationslexikon de Brockhaus", decía la Encyclopædia Britannica en 1911. El trabajo fue pensado, no para uso científico, sino para promover el desarrollo del conocimiento general, ofreciendo resultados de investigación y descubrimientos en una forma simple y popular, sin detalles extensos. Los artículos son excelentes y dignos de confianza, especialmente en los temas alemanes, con amplias referencias a los mejores libros, e incluyen biografías de personas vivas. |
Jean Grolier de Servières, vizconde d'Aguisy.
( c. 1489/90 - 22 de octubre de 1565) fue Tesorero General de Francia y un famoso bibliófilo . Como coleccionista de libros, Grolier es conocido en particular por su patrocinio de Aldine Press y su amor por las encuadernaciones ricamente decoradas.
Biografía
Grolier nació en Lyon ; alentó la creencia de que era mayor de lo que parece plausible dado el matrimonio de sus padres en 1485, lo que resultó en 1479 a menudo dado como su fecha de nacimiento. Basado en evidencia documental recientemente descubierta de julio de 1527, cuando declaró que tenía 37 años en procedimientos legales, ahora se considera que nació en 1489-90.
Su familia era de origen italiano, de Verona , pero tenía su sede en Lyon, donde Étienne Grolier, el padre de Grolier, era un rico comerciante que también ocupaba un cargo en el gobierno como recaudador de impuestos. Su madre fue Antonia Esbauda; había cuatro hijas del matrimonio, pero Jean era su único hijo. En 1506 Étienne obtuvo, probablemente por compra, el puesto de Tesorero General de Milán , entonces ocupado por los franceses. Jean Grolier heredaría este cargo a la edad de 19 o 20 años tras la muerte de su padre en Milán en 1509. Grolier todavía era dueño de la casa familiar en Lyons en 1536, aunque no había vivido allí como adulto.
En 1508, Jean Grolier era un secrétaire du roi ("secretario del rey", un ayudante menor en la terminología actual) que tenía que acompañar a Luis XII y su corte por Francia. Sus estudios prosiguieron con el humanista renacentista Gaspar Argilensis (o Gaspar d'Argile), que dedicó su edición de Suetonius a Grolier (Lyon 1508). Grolier estuvo en Milán como tesorero desde 1509 (al menos) hasta que los franceses fueron expulsados en junio de 1512, y luego regresó con el ejército francés, ahora bajo Francisco I , en 1515 y permaneció hasta que fueron nuevamente expulsados en 1521, después del desastre. de la batalla de Pavía , cuando regresó a Francia.
En su segundo período en Milán estuvo en el centro de un círculo literario humanista, y conoció a Aldus Manutius , impresor de tantos de sus libros, cuando lo visitó desde Venecia, probablemente en 1511. No hay evidencia de que Grolier fuera a Venecia, como a veces se reclama. Se le dedicaron muchas obras, y sobreviven varias cartas hacia y desde su círculo, incluidas las de Erasmo .
Más tarde, Grolier representó a la monarquía francesa en Italia, aunque las afirmaciones en obras más antiguas de que tenía un nombramiento formal como embajador ante el papado son erróneas. Fue Tesorero de Guerra entre 1522 y 1531, y después de ocupar cargos regionales como tesorero, fue nombrado uno de los cuatro Tesoreros Generales de Francia en 1537. Se había casado con Anne Briçonnet, de una familia de Tours , que murió en 1545 o así, y tenían dos hijas por lo menos. Murió en París y fue enterrado en la Abadía de Saint-Germain-des-Prés , el funeral arreglado y la tumba pagada por dos hijas y dos nietos.
Los libros de Grolier llevaban la inscripción Io. Grolieri et Amicorum (en latín, "la propiedad de Jean Grolier y sus amigos"), los primeros ejemplos agregan Lugdunensis ("de Lyon") después de su nombre. Existe cierto debate sobre cómo compartió libros con sus amigos, pero hay evidencia de que su generosidad al prestar a sus amigos resultó en la desaparición de algunos artículos, y la biblioteca se dispersó en gran medida mucho antes de 1675, una fecha dada en fuentes más antiguas. .
Una obra de 1620 ya afirmaba que "las mejores bibliotecas tanto de París como de otras partes de Francia deben su adorno únicamente a las copias de Grolier". Todavía se pueden identificar unos 500 libros que formaron parte de la biblioteca, y durante siglos la reputación de Grolier como coleccionista ha aumentado el valor de cualquier libro asociado con él. Algunos de los libros se encuentran en colecciones públicas como la Biblioteca Británica y la Biblioteca Nacional de París , siendo esta última institución la que tiene el mayor número de encuadernaciones de Grolier.
Grolier estaba particularmente interesado en los clásicos latinos y sus libros estaban encuadernados en cuero de diferentes colores según el tema. Su primer período en Italia ya lo muestra tomando un interés innovador en la encuadernación, encargando una serie de
" encuadernaciones en plaquetas " con grandes relieves en forma de medallas en el centro de la cubierta. Anteriormente, este estilo solo se había utilizado para volúmenes de presentaciones especiales, y Grolier fue el primer coleccionista en aplicarlo sistemáticamente a los libros de su propia biblioteca, lo que parece haber comenzado a hacer en 1510.
La mayor parte de su biblioteca estaba encuadernada en Francia, pero los diseños seguían mostrando influencia italiana. Grolier dio su nombre a un estilo de encuadernación adornado con patrones geométricos, ejemplificado en los que encargó y quizás ayudó a diseñar. Las encuadernaciones grolier se produjeron principalmente en París entre 1520 y 1555, y muestran un desarrollo en el estilo:
"Diseños geométricos simples de tiras con florones en las esquinas del panel central se desarrollaron en las encuadernaciones posteriores en elaborados entrelazados curvilíneos combinados con arabescos a veces encerrados en bordes producidos en rollo".
El análisis de las encuadernaciones supervivientes muestra que Grolier patrocinó varios talleres a lo largo de los años. Solo se conoce una cantidad limitada de información sobre los encuadernadores involucrados: algunas encuadernaciones tienen un estilo identificable (por ejemplo, "último encuadernador de Grolier"), mientras que la evidencia documental permite que algunos de los encuadernadores se identifiquen por su nombre:
Geoffroy Tory (m. 1533), impresor y encuadernador parisino mejor conocido como diseñador de tipos para impresión.
Jean Picard , encuadernador y librero parisino. Picard estuvo activo en la década de 1540 y, hasta 1547, combinó su encuadernación con la agencia parisina de Aldine Press.
El Club Grolier de la ciudad de Nueva York recibió su nombre de Walter Montgomery Jackson (1863-1923), quien también lo conmemoró en la editorial Grolier que se fundó.
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