Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán;
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TOMÁS DE IRIARTE: Donde las dan las toman (1778); |
Tomás de Iriarte (1750-1791) El Arte Poetica de Horacio, ó, Epistola a los Pisones ; Donde las dan las toman, dialogo joco-serio sobre la traducción del Arte Poética de Horacio, que dió a luz D. Tomas de Yriarte, y sobre la impugnación que de aquella obra ha publicado D. Juan Joseph Lopez de Sedano al fin del Tomo IX. del Parnaso Español / Tomas de Yriarte. Madrid: en la Imprenta Real de la Gazeta, año 1777-1778. 2 vol. en 1 ; LIII, 54, 239 p.; in octavo. Encuadernación de media piel, tapas de cartón cubiertas con papel de aguas, lomo de piel con tejuelo. En el siglo XVIII tuvo lugar una de las disputas más entretenidas e ingeniosas que demuestran la altura e intelectualidad de aquella época. Estamos en la época de la ilustración, con el triunfo de la razón y la influencia francesa. Un siglo en el que primaba el valor del trabajo, el desarrollo de la cultura y la investigación, de hecho es en este siglo cuando se fundan importantes instituciones culturales: Biblioteca Nacional (1712), la Real Academia española (1713), la Real Academia de la Historia (1735), etc. Es la época de los críticos, de los polemistas, de los investigadores y de los academicistas. Dicho lo anterior y habiéndonos ya situado, pasemos a la famosa polémica. El Parnaso Español, fue una obra muy famosa en la época, que intentó recopilar a los mejores autores del Siglo de Oro español para su conocimiento y difusión popular. Se publicaron nueve tomos, la apertura de la obra la realizó su autor y compilador Juan José López de Sedano (1729-1801) con la publicación, en el primer tomo, de la traducción del “Arte Poética de Horacio” realizada por Vicente Espinel, traducción que Sedano calificó de excelente y perfecta, algo con lo que ya en ese momento no estuvo de acuerdo su amigo Vicente de los Ríos (estudioso de Cervantes). Cuando Tomás de Iriarte publicó su traducción del “Arte Poética” incluyó en el prólogo una crítica a la traducción que había realizado Vicente Espinel. Criticaba su falta de rima, así como errores de traducción, morfológicos y sintácticos. La respuesta de Sedano a tal prólogo fue incluida al final tomo IX de su Parnaso en los siguientes términos: “…No es de nuestra incumbencia recopilar aquí los muchos (errores) que se encuentran, precedidos de la falta y defecto capital de su obra o redundancia, a causa de la ciega sumisión a su indispensable y amartelada Rima, por cuya necesidad violenta o ensancha el sentido del texto a cada paso, añadiendo de su propia cosecha cosas que no están escritas ni impresas en el… … Lo mismo con pocas diferencias se puede decir en quanto a los defectos que nota a los referidos (Espinel y Morel) sobre la exactitud, propiedad de las frases, y pureza del lenguaje, todo precedido de la ya repetida sumisión a sus soberana Consonancia, lo que le hace caer en tantos precipicios, como son por ejemplo decir regaños por repreensiones; dañino por perjudicial o nocivo; Iris proceloso; In curia omisa, y otras muchas frases de esta extravagancia, de nueva invención, y de puro capricho, con que hace las translaciones más violentas, lánguidas y arrastradas…1 Tomás de Iriarte procedió a su defensa con la publicación de un libro de 239 páginas con el siguiente título: Donde las dan las toman, dialogo joco-serio sobre la traducción del Arte Poética de Horacio que dio a luz D. Tomás de Yriarte, y sobre la impugnación que de aquella bora ha publicado D. Juan Joseph López de Sedano al fin del Tomo IX. Del Parnaso Español.
La defensa fue rotunda, aplastante y devastadora, incluso amigos de Sedano como Vicente de los Ríos se mostraron a favor de Iriarte, y no solo eso, a partir de ese momento Sedano fue objeto de mofa en las tertulias de la época. La defensa de Iriarte comienza así: “ADVERTENCIA Una impugnación de ocho páginas me ha obligado á escribir esta Apología que ocupa un tomo; pero no lo estrañará quien repare que es mui fácil, y muy breve llamar á alguno, por exemplo, Judío o Morisco, y que no es tan fácil ni tan breve probar el ofendido que es Christiano viejo. Aquello no cuesta mas que decirlo en dos palabras absolutas; y esto cuesta revolver papeles antiguos, hacer informaciones y escribir mucho para probar la verdad. Estói persuadido á que el tiempo que se empléa en censuras y defensas literarias, se emplearía mejór en componer otra obra de mas substancia y utilidad; pero, cumpliendo con lo que dicta la razón y el pundonor, no me ha parecido decente ni justo desentenderme de cargos dirigidos á mi, y expuestos por un Caballero que quando los ha impreso autorizados con su nombre y apellido, es regular esté esperando a alguna pronta satisfacción. El Público, decidirá si acierto, ó nó, á dársela; y aunque mi vindicación propia no deba importar mucho á los Lectores, acaso les importará algo al buen deséo con que someto á su juicio una Traduccion en verso Castellano de la primera Sátira de Horacio, y un breve exámen de la Obra del Parnaso Español.” Y finaliza diciendo: “…Después de vindicarme de cargos injustos (porque de los justos nunca intentaré vindicarme, sinó confesarlos y corregirme) he procurado convencer en esta conversación familiar y joco-seria que el Sr. Parnasista no ha dado pruebas de buen crítico ni de buen Escritor. Si se picare, dígale Vm. De mi parte que DONDE LAS DAN LAS TOMAN“. A esto se sumó la crítica recibida por la edición del Parnaso, calificada de desordenada, falta de presentación cronológica, una introducción pertinente de los autores y de incluir algunos autores de poco valor literario. Siete años tardó D. Juan José de Sedano en responder a D. Tomas de Iriarte, lo hizo en la siguiente obra estudiada pormenorizadamente por Emilio Cotarelo y Mori en Iriarte y su época2 : Coloquios de la Espina entre D. Tirso Espinosa … y un Amanuense… [Texto impreso] : sobre la traduccion de la Poetica de Horacio hecha por … Vicente Espinel, y otras Espinas y Flores del Parnaso español Tan devastadora fue la defensa y crítica que realizó Iriarte de Sedano y su Parnaso que, D. Antonio Sancha, editor de la obra y Francisco Cerdá y Rico, compañero de Sedano y junto a él artífice del Parnaso, vieron peligrar el éxito de la obra. 1 Obra digitalizada→ Parnaso Español, colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Tomo IX. Crítica de Juan José de Sedano a la traducción realizada por Tomás de Iriarte en páginas finales, XLVI-LIV. 2COTARELO Y MORI, Emilio. Iriarte y su época. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1897. Obra completa digitalizada → Donde las dan las toman… Post relacionado→ Parnaso español… Para saber más: CÁSEDA TERESA, Jesús. Sedano polemista. Crítica y pendencias en la república de las letras. En: revista Berceo, nº 157, 2010, pp. 7-30. ISSN: ‘210-8550 |
Citas «Algún mal escritor al juicio apela de la posteridad, y se consuela». «¡Cuántos pasar por sabios han querido con citar a los muertos que lo han sido». «¿De qué sirve tu charla sempiterna si tienes apagada la linterna?». «El egoísmo, poderoso agente, nace, vive y fallece con el hombre». «No escriba quien no sepa unir la utilidad con el deleite». «Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero, amiga, que me diga: ¿Son de alguna utilidad?» Fragmentos en verso «Es la coqueta mujer que pasa alegre su vida procurando ser querida y no pensando en querer». «Guarde para su regalo esta sentencia el autor si el sabio no aprueba, ¡malo! si el necio aplaude, ¡peor!» «“Oh”, dijo el borrico, “¡qué bien sé tocar! ¡y dirán que es mala la música asnal!”». «Tienen algunos un gracioso modo De aparentar que lo saben todo; Pues cuando oyen, o ven cualquier cosa, Por más nueva que sea y primorosa, Muy trivial y fácil la suponen, Y a tener que alabarla no se exponen». |
ESDRAS.
Esdras (hebreo: עזרא, Ezra;1 fl. 480–440 a. C.), también llamado Esdras el escriba (hebreo: עזרא הסופר, Ezra ha-Sofer) y Esdras el sacerdote en el Libro de Esdras. Según la Biblia hebrea, volvió del cautiverio de Babilonia y reintrodujo la Torá en Jerusalén (Esdras 7–10 y Neh 8). Según I Esdras, una traducción griega del Libro de Esdras, todavía en uso en la Iglesia ortodoxa, era también sumo sacerdote.
Su nombre puede ser una abreviación de עזריהו ZrhvAzaryahu, "Yah ayuda". En la Septuaginta Ezra se convierte en Esdras (Ἔσδρας), lo mismo que en latín.
El Libro de Esdras describe cómo condujo a un grupo de judíos exiliados desde Babilonia hasta su hogar en Jerusalén (Esdras 8.2-14), donde se dice que les obligó a la observancia de la Torá, y a limpiar la comunidad de matrimonios mixtos.
Esdras es una figura altamente respetada en el judaísmo.
Según lo que indica Esd. 7, Esdras fue enviado a Jerusalén por Artajerjes I en 458 a.C. Parecería probable que ocupara en Persia una posición comparable a la de Secretario de estado para asuntos judíos. Su tarea consistía en hacer cumplir de modo uniforme la ley judaica, y con dicho fin tenía autoridad para hacer designaciones dentro del estado judío. Una gran compañía de exiliados fue con él, y llevó consigo valiosos obsequios para el templo, de parte del rey y de los judíos exiliados. Se le pidió que atendiera la cuestión de los matrimonios mixtos, y, después de ayunar y orar, él y una comisión selecta hicieron una lista negra de los culpables e indujeron, a algunos por lo menos, a dejar a sus mujeres paganas (10.19). Después de esto no sabemos nada sobre Esdras hasta el momento en que lee la ley públicamente en Neh. 8. Esto fue en el 444 a.C. Dado que había sido enviado por el rey con una misión temporaria, presumiblemente regresó con su informe, pero fue enviado nuevamente con una misión similar cuando fueron completados los muros de la ciudad. Nehemías, en parte de sus memorias en Neh. 12.36ss, dice que él mismo dirigió a un grupo alrededor de los muros en ocasión de su dediración, mientras que Esdras condujo al otro. Principalmente sobre la base de estos tres pasajes muchos entendidos han sostenido que Esdras no fue a Jerusalén hasta la época de Artajerjes II, e. d. en el 398 a.C., mucho tiempo después de Nehemías. a. Esd. 9.9 habla acerca de un muro, mientras que el muro no fue edificado hasta la época de Nehemías. Pero Esd. 4.12 muestra que se estaba construyendo algún muro en el reinado de Artajerjes I, y su destrucción probablemente se menciona en 4.23 y Neh. 1.3. Esdras se regocija en un acto de fe ante la obra que se ha realizado hasta el momento. b. Esd. 10.1 se refiere a una congregación muy grande en Jerusalén, mientras que Neh. 7.4 dice que en la ciudad vivían muy pocas personas. Pero el contexto de Esd. 10 muestra que la congregación estaba formada por integrantes de todos los alrededores de Jerusalén, p. ej. 10.7, mientras que Neh. 7 se refiere concretamente a viviendas en la ciudad. c. Esd. 10.6 menciona a Johanán hijo de Eliasib como contemporáneo de Esdras. Por Neh. 12.22–23 sabemos que Johanán era nieto de Eliasib, y por los papiros elefantinos que Johanán era sumo sacerdote en 408 a.C. Pero Johanán era un nombre común, y es razonable pensar que Eliasib tuvo un hijo de nombre Johanán, y también otro hijo, Joiada, que a su vez tuvo un hijo, Johanán, que fue sumo sacerdote. Esd. 10.6 no dice que Johanán haya sido sumo sacerdote en los días de Esdras. En contraposición a la idea de que el escritor de Esdras y Nehemías confundió a Artajerjes I y II (requisito necesario para esta teoría de la prioridad de Nehemías), un escritor tan tardío como el 330 a.C. no pudo haber confundido el orden de los dos hombres. Si Esdras realmente corresponde al 398 a.C., algunos de los contemporáneos del escritor lo hubieran recordado, y muchos hubieran oído acerca de él de labios de sus propios padres; mientras que nadie hubiera recordado a Nehemías. De manera que el escritor no hubiera podido poner a Esdras antes que Nehemías por accidente, y nadie ha mencionado alguna razón que lo hubiera movido a hacerlo deliberadamente. (Véase J. Stafford Wright, The Date of Ezra’s Coming to Jerusalem 1958; H. H. Rowley, “The Chronological Order of Ezra and Nehemiah” en The Servant of the Lord and Other Essays, 1952, pp. 129ss.) Corresponde notar que Esdras adquirió gran reputación entre los judíos en tiempos posbíblicos. En 2 Esdras 14 se dice que fue inspirado por Dios para volver a escribir la ley, que fue destruida durante el exilio, y una cantidad de otros libros. Véase también el artículo que sigue. BIBLIOGRAFÍA. H. H. Schaeder, Esra der Schreiber, 1930; W. F. Albright, “The Date and Personality of the Chronicler”, JBL 40, 1921, pp. 104ss. J.S.W. Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas. Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico |
Contenido
Esdras el Hombre
Los libros de Esdras
2.1 I Esdras
2.2 II Esdras
2.3 III Esdras
2.4 IV Esdras
Esdras el Hombre
Esdras es un famoso sacerdote y escriba relacionado con la restauración de Israel después del Exilio. Las principales fuentes de información sobre su vida son los libros canónicos de Esdras y Nehemías. Hay un grupo de escritos apócrifos que se refieren a él pero apenas se puede confiar en ellos, puesto que más bien relatan los cuentos legendarios de una época posterior. Esdras era de ascendencia sacerdotal perteneciente a la línea de Sadoq (Esd. 7,1-5). El se llama a sí mismo “hijo de Seraías” (7,1), una expresión que muchos entienden en un sentido amplio, presuponiendo que Seraías, el sumo sacerdote del que habla 2 Reyes 25,18-21, era uno de los ancestros de Esdras. Sin embargo se le conoce más bien como “el escriba” que como “el sacerdote”: él era “un hábil escriba en la ley de Moisés” y por consiguiente especialmente cualificado para la tarea para la que estaba destinado entre su pueblo.
Entre las cuestiones relacionadas con la historia de la restauración judía, una de las más discutidas es la relación cronológica de la obra de Esdras con la de Nehemías. Muchos expertos bíblicos aún se agarran a la postura sugerida por el orden tradicional del texto sagrado (concediendo la ruptura de la narrativa—Esdras 4,6-23) y colocan la misión de Esdras antes que la de Nehemías. Otros, entre los que podemos mencionar al profesor Van Hoonacker de Lovaina, Dr. T.K. Cheyne en Inglaterra y el profesor C.F. Kent en América, para eliminar las numerosas dificultades que surgen de la interpretación de las fuentes principales de esta historia, afirman que la misión de Nehemías precedió a la de Esdras. La primera de las opiniones sostiene que Esdras llegó a Jerusalén alrededor del 458 a.C. y que la primera llegada de Nehemías fue en 444 y la segunda en 430 a.C., y según la opinión contraria la misión de Esdras pudo haber tenido lugar tan tarde como el año 397 a.C. Sea como fuere, como aquí sólo nos concierne Esdras, nos limitaremos a resumir los principales rasgos de su vida y obra, sin tener en cuenta los problemas que conlleva; baste con haberlos mencionado.
Ya habían pasado muchos años desde que se había autorizado a los judíos a volver a Palestina. Entre dificultades y obstáculos la comunidad restaurada se había asentado de nuevo en su antiguo hogar y habían construido un nuevo Templo, pero su condición tanto desde el punto de vista político como religioso, era muy precaria. Irritados bajo la opresión de los sátrapas persas, se habían vuelto indiferentes y habían dejado de observar la Ley. Desde Babilonia, donde era bien conocido este estado de cosas, Esdras deseaba ir a Jerusalén y utilizar su autoridad como sacerdote e intérprete de la Ley para restaurar las cosas a una condición mejor. Gozaba del favor de la corte del rey persa y no sólo obtuvo permiso para visitar Judea sino además un edicto real que le investía de amplia autoridad para realizar su propósito e importante ayuda económica del tesoro real. El rescripto, además, les ordenaba a los sátrapas “de más allá del río” que ayudaran a Esdras con liberalidad y decretó que todos los oficiales del Templo judíos estuviesen exentos de impuesto, contribución o peaje. “Y tú, Esdras, nombra jueces y magistrados para que juzguen a todo el pueblo que está más allá del río” (Esdras 7,25). Finalmente la Ley de Dios y la ley habrían de tener severas penas para exigir su cumplimiento. El edicto permitía a todos los judíos que quisieran volver libremente a su país a que así lo hicieran. Unos 1800 hombres incluidos algunos sacerdotes, levitas y natineos salieron con Esdras desde Babilonia y después de cinco meses llegaron a salvo a Jerusalén, donde se habían arraigado abusos que habían sido desatendidos durante largo tiempo. Esdras se dio a la tarea de corregirlos una vez que hubo depositado en el Templo el oro y la plata que habían traído desde Babilonia y que hubo ofrecido sacrificios La primera tarea que emprendió fue ocuparse de los matrimonios mixtos. Ignorando la Ley de Moisés muchos, hasta los dirigentes judíos y sacerdotes, se habían casado con las habitantes idólatras del país. Horrorizado por el descubrimiento de estos abusos— cuya magnitud probablemente había sido desconocida para Esdras hasta entonces— manifestó sus sentimientos en una oración que impresionó de tal manera al pueblo que Sequenías, en sus nombres, propuso que los israelitas despidieran a sus esposas extranjeras y a los hijos tenidos con ellas. Esdras aprovechó la oportunidad y consiguió de la congregación un juramento de que cumplirían con esta proposición. Los príncipes y los ancianos reunieron una asamblea del pueblo pero el asunto no pudo ser zanjado fácilmente por lo que se nombró una comisión encabezada por Esdras para solucionarlo. La comisión se reunió durante tres meses, al final de los cuales las “esposas extranjeras” fueron despedidas. No se nos dice cual fue el resultado de tan drástica medida; las memorias de Esdras se interrumpen aquí. Tampoco sabemos si una vez cumplida su misión volvió a Babilonia o se quedó en Jerusalén.
Lo volvemos a encontrar en Jerusalén en la lectura de la Ley que tuvo lugar después de la reconstrucción de las murallas. Sin duda este hecho había despertado el entusiasmo del pueblo y para cumplir con la demanda popular Esdras trajo el Libro de la Ley. En el primer día del séptimo mes (Tishri), se celebró una gran concentración “en la calle que hay delante de la puerta del agua” para leer la Ley. Esdras, subido en una plataforma, leyó el libro en voz alta “desde la mañana hasta el medio día”. Al oír las palabras de la ley, que habían transgredido con tanta frecuencia, la congregación rompió en lamentos poco apropiados para la santidad de aquel día, así que Nehemías disolvió la asamblea. Esdras retomó la le lectura al día siguiente y encontraron en la Ley las directrices para la fiesta de los tabernáculos. Así que se dieron los pasos necesarios para la debida celebración de esa fiesta, que debía durar siete días, desde el día décimo quinto hasta el vigésimo segundo de Tishri. Esdras continuó la lectura pública de la Ley cada día de la fiesta; y dos días después de terminada se mantuvo un ayuno muy severo y “se levantaron y confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres” (Neh. 9,2). Fue una buena oportunidad para renovar solemnemente el pacto entre el pueblo y Dios. Este pacto comprometía a la comunidad a la observancia de la Ley, a la abstención de matrimonios con paganos, a guardar cuidadosamente el Sabbath y las fiestas y a las distintas regulaciones acordadas para el cuidado del Templo, sus servicios y el pago de los diezmos. Los príncipes, levitas y sacerdotes lo leyeron formalmente y fue firmado por Nehemías y representantes escogidos de los sacerdotes (por extraño que parezca, el nombre de Esdras no aparece en la lista de los que la subscribieron (Neh. 10,1-27). En adelante no vuelve a hacerse mención de Esdras en la literatura canónica. No se habla de él en relación con la segunda misión de Nehemías a Jerusalén y esto ha llevado a muchos a suponer que podía haber fallecido. De hecho tanto el lugar como la fecha de su muerte son desconocidos, aunque en las orillas del Tigris, cerca del lugar donde se une con el Éufrates, hay un monumento que se alega es la tumba de Esdras; durante siglos ha sido un lugar de peregrinaciones para los judíos.
El papel de Esdras en la restauración de los judíos después del exilio dejó una impresión permanente en las mentes del pueblo, lo cual se debió a que en adelante la vida de los judíos discurrió por los cauces trazados por él y de un modo que, en lo esencial, nunca se separó. Hay probablemente una gran parte de verdad en la tradición que le atribuye la organización de las sinagogas y la determinación de los libros consagrados como canónicos entre los judíos. La actividad de Esdras parece haber ido aún más lejos. El Talmud le atribuye haber compilado “su propio libro” (es decir: Esdras-Nehemías) “y las genealogías de los Libros de las Crónicas hasta su propio tiempo” (Trat. “Baba bathra”, 15a). Sin embargo, especialistas modernos difieren ampliamente respecto a la extensión de su trabajo literario. Algunos lo ven como el último editor del Hexateuco, mientras que, por el contrario, otros dudan de que tomara parte en la composición de Esdras – Nehemías y Crónicas. Sea como fuere, es cierto que nada tuvo que ver en la composición de los llamados Tercero y Cuarto Libros de Esdras. Como ocurre con muchos hombres que han jugado una parte importante en las épocas trascendentales de la historia, con el curso del tiempo la personalidad y actividad de Esdras asumió en las mentes del pueblo proporciones gigantescas. Esta leyenda se mezcló con la historia y proveyó para completar la escasez de datos que hay sobre su vida. Se le vio como un segundo Moisés y se le atribuyeron todas las instituciones que no se le pudieron atribuir a Moisés. Según la tradición judía restauró de memoria—una gesta poco menos que milagrosa—todos los libros del Antiguo Testamento, los que se creía habían perecido durante el Exilio. Asimismo sustituyó, al copia la Sagrada Escritura, la antigua escritura fenicia por el alfabeto aún en uso. Hasta la Edad Media, e incluso el Renacimiento, continuó creciendo la cosecha de logros legendarios atribuidos a él. Entonces se le aclamó como organizador de la famosa Gran Sinagoga—cuya existencia misma parece ser un mito—y como inventor de los signos vocales del hebreo.
Los libros de Esdras.
No poca confusión surge de los títulos de estos libros. Esdras A de los Setenta es III Esdras de San Jerónimo, mientras que el griego Esdras B corresponde a I y II Esdras de la Vulgata, que originalmente estaban unidos en un solo libro. Los escritores protestantes, tras la Biblia de Ginebra, llaman al I y II Esdras de la Vulgata respectivamente Ezra y Nehemías, y a III y IV Esdras de la Vulgata, respectivamente I y II Esdras. Sería deseable tener una uniformidad de títulos. Aquí seguiremos la terminología de San Jerónimo.
I Esdras
(Gr. Esdras B, primera parte; V.A. Ezra). Como se ha dicho arriba, en el canon judío este libro formaba un solo volumen con II Esdras. Pero los escritores cristianos del siglo IV adoptaron la costumbre—cuyo origen no es fácil de asignar—de considerarlos dos obras distintas. Esta costumbre prevaleció hasta tal punto que pasó hasta a la Biblia Hebrea, donde ha permanecido en uso. Por otra parte, los muchos y muy notables parecidos que innegablemente existen entre Esdras-Nehemías y Crónicas, y usualmente explicados por la unidad de autoría, han sugerido la posibilidad de que todos estos libros formaran, al principio, un solo volumen, para el que se ha propuesto el título de “Crónica Eclesiástica de Jerusalén”, que expresaría muy bien su contenido. ¿Deberían estos libros ser considerados como independientes o como parte de una obra más amplia? Hay poca discusión acerca de la unión de I y II Esdras, que puede ser considerado un solo libro. Aunque la opinión que afirma que Esdras-Nehemías y Crónicas eran una sola obra parece ganar terreno entre los estudiosos bíblicos, hay muchos que se oponen decididamente, y que opinan que sus argumentos son incapaces de preponderar sobre la evidencia en la dirección opuesta. No deberíamos esperar encontrar en I Esdras ni en II Esdras un relato completo de los sucesos relacionados con la Restauración, ni siquiera de las vidas de Esdras y Nehemías. La razón está en el propósito del autor de simplemente narrar los principales pasos dados para el restablecimiento de la teocracia en Jerusalén. Así, en dos partes paralelas, nuestro libro trata de:
el retorno de los judíos bajo la dirección de Zorobabel;En el primero, con el decreto de Ciro (1,1-4) y la enumeración de los miembros más prominentes de la caravana (2) leemos una narración detallada de la reconstrucción del Templo y su exitosa culminación a pesar de la encarnizada oposición (3 – 4). Los sucesos que se narran cubren veintiún años (536-515). La última parte trata de hechos que pertenecen a una fecha muy posterior (458 ó 397). Abre con el decreto de Artajerjes (7) y el censo de los miembros del grupo y relata brevemente el viaje a través del desierto (8) y da todos los hechos relacionados con la aplicación forzosa de la Ley de los matrimonios mixtos con mujeres extranjeras (9 a 10). I Esdras es una compilación de varias partes que difieren en naturaleza, origen y hasta en el lenguaje. Al menos se pueden reconocer tres de las partes: las memorias personales de Esdras (7,27 a 9,15);El compilador las puso juntas en la forma presente, añadiendo, por supuesto, de vez en cuando observaciones propias o algunos hechos tomados de otras fuentes que nos son desconocidas. Como algunos pudieran creer, este carácter compilatorio no disminuye en manera alguna el alto valor histórico de la obra. Es cierto que muy probablemente el compilador no estaba dotado de un agudo sentido de la crítica y transcribió indiscriminadamente unas junto a otras todas sus fuentes “como si fueran igualmente confiables” (L.W. Batten); pero no debemos olvidar que ha conservado para nosotros páginas del más alto valor; incluso las que se podrían considerar de menor confiabilidad son los únicos documentos disponibles con los cuales reconstruir la historia de esos tiempos; y el compilador, aun desde el punto de vista de de la investigación científica moderna, apenas pudo hacer algo mejor y más digno de alabanza que poner en nuestras manos las fuentes de información de las que disponía. La composición de la obra ha sido atribuida desde antiguo sin discusión al mismo Esdras. Este punto de vista, enseñado en el Talmud, y aún admitido por los estudiosos de buen nivel, es sin embargo abandonado por algunos estudiosos bíblicos modernos, quienes aunque con distintas opiniones sobre la cuestión de la fecha, están bastante de acuerdo en que el libro es posterior al 330 a.C. II Esdras Ver Libro de Nehemías. III Esdras (Gr. Esdras A; escritores protestantes, I Esdras) Aunque no pertenece al Canon de las Sagradas Escrituras, este libro se halla usualmente, ne prorsus intereat, en un apéndice de las ediciones de la Vulgata. Se compone casi por completo de materiales existentes en los libros canónicos. El siguiente esquema muestra suficientemente los contenidos y señala los paralelos canónicos: III Esdras 1 y 2 Crón. 35, 36: Historia del Reino de Judá desde la gran Pascua de Josías a la Cautividad.El libro está incompleto y se termina en mitad de una frase. La versión latina completa la frase interrumpida del texto griego, pero el texto en su plenitud probablemente contenía la narración de la Fiesta de los Tabernáculos (Neh. 8). Una característica extraña del libro es el total descuido del orden cronológico. La historia, realmente, va hacia atrás, mencionando primero a Artajerjes (2,16-31), después a Darío (3 – 5,6) y finalmente a Ciro (5,7-73). Todo ello hace difícil detectar el objeto real del libro y el propósito del compilador. Se ha sugerido que tenemos aquí una historia del Templo desde el tiempo de Josías hasta Nehemías, y esta opinión está bien apoyada por la suscripción de la antigua versión latina. Otros suponen que en general el libro es más bien una traducción temprana de la obra del cronista, hecha en un tiempo cuando Crónicas, Esdras y Nehemías aún formaban un solo volumen. Sea lo que fuere, parece que hasta la época de San Jerónimo hubo dudas respecto a la recepción del libro en el Canon; era citado libremente por los primeros Padres y fue incluido en la “Hexapla” de Orígenes. Esto puede ser explicado con el hecho de que III Esdras puede considerarse como otra recensión de las Escrituras canónicas. Sin dudas que nuestro libro no puede pretender ser una obra de Esdras. Por ciertos particulares, tales como el parecido del griego con la traducción de Daniel, algunos detalles de vocabulario etc., los estudiosos pensaron que III Esd. había sido compilado probablemente en el Bajo Egipto, durante el siglo II a.C.. Nada se puede decir del autor excepto, quizás, que la antedicha semejanza de estilo con Daniel puede inclinar a concluir que ambas obras sean posiblemente del mismo autor. IV Esdras Tal es el título del libro en la mayoría de los manuscritos latinos. Los apócrifos (protestantes) ingleses, sin embargo, lo dan como II Esdras, a partir de las palabras iniciales: “El segundo libro del profeta Esdras”. Autores modernos lo llaman con frecuencia Apocalipsis de Esdras. Esta obra notable no se ha conservado en el texto griego original, pero tenemos traducciones latinas, siríacas, árabes (dos versiones independientes), etiópicas y armenias. El texto latino usualmente aparece impreso en el apéndice a las ediciones de la Vulgata, pero estas ediciones carecen de setenta versos entre 7,35, y 7,36. El fragmento que falta, que se leía en las otras versiones, fue descubierto por R.L. Bensly, en 1874, en un manuscrito latino, y desde entonces ha sido repetidamente impreso. El libro en latín se divide en 16 capítulos. Sin embargo, los dos primeros (1, 2) y los dos finales (15, 16), que no se hallan en las traducciones orientales, sin duda son considerados por todos como adiciones posteriores, extraños a la obra primitiva. El cuerpo del Libro Cuarto, cuya unidad parece incuestionable, se compone de las siete visiones que supuestamente tuvo Esdras en Babilonia, el año trigésimo después de la destrucción de Jerusalén (la fecha dada se equivoca casi en un siglo). • En la primera visión (3,1 – 5,20), Esdras lamenta la aflicción de su pueblo. ¿Por qué no cumple Dios sus promesas? ¿No es acaso Israel la nación elegida, y mejor, a pesar de su “mal corazón” que los vecinos paganos? El ángel Uriel reprende a Esdras por preguntar cosas que están más allá de su entendimiento; se le dice al “profeta” que el tiempo pasado excede al tiempo por venir y se le dan las señales del fin. • En otra visión (5,21 – 6,34), aprende, con nuevas señales, sobre fin, por qué Dios “no hace todo inmediatamente”. • Entonces sigue (6,35 – 9,25) una brillante descripción de la edad mesiánica. “Mi hijo” vendrá en su gloria, acompañado por aquellos que no han gustado la muerte, como Moisés, Enoc, Elías, y el mismo Esdras. Reinarán 400 años y entonces “mi hijo” y todos los seres vivientes, morirán; tras siete días del “antiguo silencio”, la Resurrección y el Juicio. • A continuación (9,26 – 10,60) Esdras contempla, en la aparición de una mujer que llora por su hijo muerto el día de su boda, una descripción apocalíptica del pasado y futuro de Jerusalén. • Esta visión es seguida por otra (11,1 – 12,39) que representa al Imperio Romano, bajo la figura de un águila, y por una tercera (13) que describe la ascensión del reino mesiánico. • El ultimo capítulo narra cómo Esdras ha restaurado los 24 libros del Antiguo Testamento que se habían perdido y escribió setenta libros de misterios para los sabios entre el pueblo. El Cuarto Libro de Esdras está entre las más bellas producciones de la literatura judía. Ampliamente conocido en el cristianismo primitivo y frecuentemente citado por los Padres (especialmente San Ambrosio), se puede decir que ha enmarcado la creencia popular medieval sobre los últimos días. El uso litúrgico muestra su popularidad. El segundo capitulo ha suministrado material para los versos del Requiem æternam del Oficio de Difuntos (24-25), la respuesta Lux perpetua lucebit sanctis tuis del oficio de los Mártires durante el tiempo de Pascua (35), el introito Accipite jucunditatem del martes de Pentecostés (36-37), las palabras Modo coronantur del Oficio de los Apóstoles (45); de igual manera, el verso Crastine die de la víspera de Navidad se toma de 16,53. A pesar de lo bello y popular que es el libro, su origen está envuelto en misterio. Los capítulos introductorios y finales, que contiene evidentes huellas cristianas, se asignan al siglo III (ca. 201-268 d.C.). La parte principal (3 – 14) es sin dudas la obra de un judío—ya sea romano, palestino o alejandrino, nadie puede decirlo. Respecto a la fecha, los autores tienen variadas opiniones y se han sugerido todas las fechas desde el 30 a.C. al 218 d.C.; los estudiosos parecen acercarse más hacia el año 97 d.C. Fuente: Souvay, Charles. “Esdras.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. http://www.newadvent.org/cathen/05535a.htm Traducido por Pedro Royo. L H M. Fuente: Enciclopedia Católica |
1. Sacerdote aarónico descendiente de Eleazar y Finehás. Fue un hábil copista de gran erudición, además de maestro de la Ley y experto tanto en hebreo como en arameo. Tuvo celo genuino por la adoración pura, y preparó †œsu corazón para consultar la ley de Jehová y para ponerla por obra y para enseñar en Israel disposiciones reglamentarias y justicia†. (Esd 7:1-6, 10.) Aparte del libro que lleva su nombre, es muy probable que haya escrito los dos libros de Crónicas, y, según la tradición judía, comenzó a compilar y catalogar los libros de las Escrituras Hebreas. Esdras también fue un investigador sobresaliente, pues en los dos libros de Crónicas citó unas veinte fuentes de información. Como en su día muchos judíos estaban esparcidos por diversos lugares, fue preciso que se hicieran numerosas copias de las Escrituras Hebreas, y es probable que Esdras fuese uno de los que iniciasen esta labor. La Biblia no da detalles sobre los primeros años de la vida de Esdras. Solo informa que vivió en Babilonia y que procedía de una familia de sumos sacerdotes, aunque no de la línea particular que ostentaba el sumo sacerdocio cuando el pueblo regresó del exilio en 537 a. E.C. El último antepasado de Esdras que ocupó el cargo de sumo sacerdote fue Seraya, en los días del rey Sedequías de Judá. Nabucodonosor dio muerte a Seraya cuando tomó Jerusalén, en el año 607 a. E.C. (Esd 7:1, 6; 2Re 25:18, 21.) Debido a que los judíos siguieron respetando el sacerdocio en el exilio babilonio, las familias sacerdotales conservaron su identidad. Además, la comunidad judía mantuvo su organización interna: los hombres mayores continuaron ejerciendo de cabezas representantes del pueblo. (Eze 20:1.) Seguramente, la familia de Esdras se interesó en que él tuviera una buena preparación en la ley de Dios, un interés que sería compartido por él mismo. Si, como algunos eruditos creen, no se podía ser escriba antes de los treinta años, Esdras debía superar esa edad en el año 468 a. E.C., cuando fue a Jerusalén. Debió de vivir durante el reinado de Asuero, en el tiempo de Mardoqueo y Ester, cuando se emitió el decreto de exterminar a los judíos en todo el Imperio persa. Había muchos judíos en Babilonia, de modo que esta crisis nacional debió dejar una honda huella en Esdras, fortaleciendo su fe en que Jehová era el protector y libertador de su pueblo, y preparándole con la madurez de juicio y competencia necesarias para acometer la tremenda tarea que más adelante se pondría ante él. (Est 1:1; 3:7, 12, 13; 8:9; 9:1.) A Jerusalén. En 468 a. E.C., sesenta y nueve años después del regreso del resto judío fiel desde Babilonia bajo el acaudillamiento de Zorobabel, el rey persa Artajerjes Longimano le concedió a Esdras †œtoda su solicitud† para ir a Jerusalén a promover la adoración verdadera. Según la carta oficial del rey, aquellos israelitas que por su propia voluntad desearan ir con Esdras a Jerusalén podrían hacerlo. (Esd 7:1, 6, 12, 13.) ¿Por qué necesitaban una fe fuerte, incluso en el tiempo de Esdras, los judíos que salieron de Babilonia? Muchos judíos habían prosperado en Babilonia, de modo que, desde un punto de vista material, no les atraían las perspectivas de volver a Jerusalén. Para aquel entonces la ciudad estaba escasamente poblada, y el buen comienzo que habían tenido los judíos bajo Zorobabel parecía haber terminado. El comentarista Dean Stanley dice: †œJerusalén misma estaba poco poblada, y parecía haberse quedado a medio camino en el logro de los objetivos que los primeros pobladores habían tenido ante sí […]. Es cierto que, ya fuera por la debilidad de aquellos primeros pobladores o por las incursiones de las tribus vecinas, de las que no tenemos ninguna noticia, el muro de Jerusalén estaba sin terminar, tenía grandes brechas donde las puertas quemadas aún estaban sin reparar, las laderas de sus colinas rocosas estaban cubiertas con los escombros de sus ruinas y aunque el Templo estaba terminado, aún no tenía todo el mobiliario y la ornamentación era inadecuada†. (Ezra and Nehemiah: Their Lives and Times, de George Rawlinson, Londres, 1890, págs. 21, 22.) Regresar a Jerusalén en esas circunstancias suponía una pérdida de posición, romper lazos afectivos y renunciar a una forma de vida más o menos cómoda para iniciar una nueva vida en una tierra distante, en condiciones penosas, difíciles y tal vez peligrosas. Todo esto sin hacer mención del viaje, largo y lleno de dificultades, entre numerosas tribus árabes hostiles y otros enemigos. Emprender ese viaje requería celo por la adoración verdadera, fe en Jehová y valor. Tan solo unos 1.500 hombres y sus familias, un total de unas 6.000 personas, estuvieron dispuestas y en condiciones de hacer el viaje. Ir al frente de esta expedición suponía una tarea difícil para Esdras, pero su experiencia en la vida le había preparado y fortalecido, y la mano de Jehová estaba sobre él. (Esd 7:10, 28; 8:1-14.) Jehová Dios les ayudó en sentido material, pues las condiciones económicas no eran buenas en Jerusalén y los bienes de los que viajaban con Esdras eran limitados. Movió al rey Artajerjes y a sus siete consejeros a dar una contribución voluntaria para la compra de animales y grano destinados al sacrificio, las ofrendas y las libaciones. Además, se autorizó a Esdras a recibir contribuciones para este fin en el distrito jurisdiccional de Babilonia. Si sobraban fondos, Esdras y los que estaban con él debían determinar cómo utilizarlos. Tenían que enviarse a Jerusalén todos los vasos para el servicio del templo. Si era necesario, se podían obtener más fondos de la tesorería del rey. Se informó a los tesoreros del otro lado del Río que Esdras podía pedirles plata, trigo, vino y aceite hasta cierta cantidad, y sal sin límites, y que tenían que satisfacer su petición con prontitud. Además, se eximió de impuestos a los sacerdotes y a los trabajadores del templo. Se facultó a Esdras para nombrar magistrados y jueces, que debían ejecutar juicio sobre cualquiera que no obedeciera la ley de Dios y la ley del rey, †œya sea para muerte o para exilio, o para multa de dinero o para prisión†. (Esd 7:11-26.) Consciente de que tenía la dirección de Jehová, Esdras emprendió su cometido sin dilación. Reunió a los israelitas a orillas del río Ahavá e inspeccionó al pueblo durante tres días. Se dio cuenta de que aunque había algunos sacerdotes, no se habían ofrecido ninguno de los levitas que no ejercían el sacerdocio, y se precisaba su ayuda para el servicio en el templo. En ese momento Esdras demostró sus dotes de mando. Sin arredrarse por la situación, envió en seguida una delegación a los judíos de Casifía. Estos respondieron bien, y suministraron 38 levitas y 220 netineos. Con sus familias, el séquito de Esdras ascendería a más de 7.000 personas. (Esd 7:27, 28; 8:15-20.) Luego Esdras proclamó un ayuno para inquirir de Jehová el camino correcto. Aunque su caravana iba a llevar muchas riquezas, no quiso ensombrecer el nombre de Jehová en lo más mínimo pidiendo una escolta después de haber expresado al rey su fe en la protección de Jehová sobre sus siervos. Después de orar a Jehová, llamó a doce de los jefes de los sacerdotes, les pesó con cuidado la contribución (que ascendería a más de 43.000.000 de dólares [E.U.A.]), y se la confió a ellos. (Esd 8:21-30.) Jehová demostró que su mano estaba con Esdras y sus acompañantes protegiéndolos del †œenemigo en el camino†, de modo que llegaron a salvo a Jerusalén. (Esd 8:22.) Esdras no tuvo ninguna dificultad en que lo reconociesen los sacerdotes y los levitas que servían en el templo, a quienes entregó la valiosa aportación que había llevado. (Esd 8:31-34.) Insta a Israel a despedir a las esposas extranjeras. Después de ofrecer sacrificios en el templo, Esdras se enteró por los príncipes que muchos del pueblo, incluso sacerdotes y levitas, habían tomado esposas extranjeras. Cuando lo oyó, rasgó sus ropas y su vestidura sin mangas, se arrancó pelos de la cabeza y de la barba, y permaneció sentado, aturdido de asombro, hasta la ofrenda de grano del atardecer. Entonces cayó sobre las rodillas y alzó las manos a Jehová e hizo confesión pública de los pecados del pueblo ante la presencia de los israelitas congregados, empezando con las transgresiones de sus antepasados. (Esd 8:35–10:1.) Tiempo después, Secanías, hablando en favor del pueblo, recomendó que celebraran un pacto con Jehová para despedir a las esposas extranjeras y los hijos que estas les habían dado, y luego le dijo a Esdras: †œLevántate, porque el asunto recae sobre ti, y nosotros estamos contigo. Sé fuerte y actúa†. Esdras tomó juramento al pueblo y emitió una orden de que todos los repatriados fueran a Jerusalén en el plazo de tres días para enmendar este error. Cuando se reunieron, les exhortó que hicieran confesión a Jehová y se separaran de sus esposas extranjeras. Sin embargo, debido a que eran muchos los que estaban implicados en esta transgresión, no fue posible arreglarlo todo allí y entonces, sino que se necesitaron unos tres meses para corregir la situación. (Esd 10:2-17.) Con Nehemías. No se sabe con certeza si Esdras permaneció en Jerusalén o regresó a Babilonia, pero las malas condiciones a las que llegó la ciudad y la corrupción en la que se había sumido el sacerdocio parecen indicar que estaba ausente. Tal vez Nehemías lo llamase para que regresara después de la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Sea como fuere, aparece de nuevo en la escena, esta vez leyendo la Ley al pueblo congregado e instruyéndolo. En el segundo día de esa asamblea, los cabezas del pueblo tienen una reunión especial con Esdras para escudriñar la Ley. Se celebra con regocijo la fiesta de las cabañas. Después de la observancia de ocho días, se decide hacer del 24 de Tisri un día de ayuno, oración y confesión de pecados. Bajo la firme dirección de Esdras y Nehemías, se hace un †œarreglo fidedigno†, en esta ocasión no verbal, sino escrito y refrendado por el sello de los príncipes, levitas y sacerdotes. (Ne 8:1-9, 13-18; cap. 9.) Escritor. Los libros bíblicos de Crónicas, así como el libro que lleva su nombre, muestran que fue un investigador infatigable, capaz de decidir entre las varias lecturas de las copias de la Ley que existían en aquel entonces. Se afanó en buscar los documentos oficiales de su nación, de modo que hoy tenemos el registro exacto de los libros de Crónicas probablemente gracias a su investigación. No obstante, debemos recordar que fue inspirado por Dios y que El lo dirigió para que pusiera por escrito una gran parte de la historia de Israel para nuestro beneficio. El celo de Esdras por la justicia, la confianza con la que oraba a Jehová, su fidelidad al enseñar la ley de Dios a Israel y su entrega en favor de la adoración verdadera, hacen de él, como parte de la †œtan grande nube de testigos†, un ejemplo excelente digno de imitar. (Heb 12:1.) 2. Sacerdote que regresó con Zorobabel de Babilonia a Jerusalén en 537 a. E.C. (Ne 12:1, 13.) Fuente: Diccionario de la Biblia |
(Ayuda). Nombre de personas del AT. 1. Personaje en la descendencia de Judá (1Cr 4:17). . Importante personaje en la historia de Israel. Era sacerdote y †œescriba erudito en la ley del Dios del cielo† (Esd 7:12). Ocupó el puesto de sumo sacerdote, pero lo que más se enfatiza de él es su condición de escriba, lo cual se repite unas diez veces (Esd 7:6, Esd 7:11-12, Esd 7:21; Neh 8:1, Neh 8:4, Neh 8:9, Neh 8:13; Neh 12:26, Neh 12:36). Formaba parte de los exiliados en Babilonia, y al parecer logró allí una posición de relevancia. El rey persa †¢Artajerjes le envió a Jerusalén y le encomendó llevar dones reales para el †¢templo. También le dio poderes para nombrar †œjueces y gobernadores†. Tenía, pues, autoridad política y religiosa. Un grupo de exiliados judíos le acompañó en el viaje, que hicieron sin pedir protección militar del imperio. En Jerusalén E. se enteró de los matrimonios mixtos realizados por el pueblo y sus líderes, que habían abandonado a sus mujeres judías para casarse con extranjeras, lo cual le condujo a gran aflicción. Se dedicó a ayunar y orar, y conmovió al pueblo. Como resultado, se tomó la decisión de separarse de las mujeres extranjeras. Es posible que E. hiciera dos viajes a Jerusalén. Y que en el segundo tuviera lugar la famosa reunión †œen la plaza que está delante de la puerta de las Aguas† donde E. †œleyó en el libro† de la ley, estando †œsobre un púlpito de madera que habían hecho para ello†. Esta lectura de la ley era seguida por explicaciones del texto que hacían unos levitas, los cuales †œponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura†. E. y †¢Nehemías alentaron al pueblo para que no se entristecieran, y se celebró la fiesta de los tabernáculos (Neh 8:1-18). Durante siete días E. leyó la ley delante del pueblo. Cuando más tarde se inauguró la restauración del muro de Jerusalén, E. presidió a los sacerdotes en la celebración (Neh 12:36). obra de reconstrucción del templo se atribuye a †¢Zorobabel y Jesúa. La restauración del muro a Nehemías (Eco 49:13-15). Pero la reorganización del culto y el renacimiento de la práctica de la ley entre los judíos se identifica mayormente con la figura de E., a quien los judíos han llegado a llamar †œun segundo Moisés†. Algunos incluso le atribuyen trabajos, o de compilación, o de edición, en los libros del Pentateuco, además de Crónicas, Esdras y Nehemías. 3. Sacerdote que regresó de exilio con Zorobabel (Neh 12:1, Neh 12:13, Neh 12:33). Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano tip, BIOG SACE HOMB HOAT |
vet, = “Dios es ayuda”. Hijo de Seraías y descendiente de Aarón, sacerdote y escriba. Estaba entre los cautivos en Babilonia, y a su petición se le permitió el retorno para visitar Palestina. “Había preparado su corazón para escudriñar la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar a Israel sus estatutos y decretos” (Esd. 7:10). Por decreto del rey Artajerjes, se dio autoridad a Esdras para reorganizar sobre la base de la ley de Moisés la comunidad judía retornada a Judea y Jerusalén después del exilio babilónico (Esd. 7:11-26). En base al anterior decreto se devolvieron también los utensilios del templo y se le entregó a Esdras plata y oro de los tesoros del rey. Se confió a Dios, no pidiendo escolta para el viaje (Esd. 8:21-23). Reprendió a los retornados al descubrir los numerosos matrimonios de judíos con mujeres paganas, y logrando la anulación de éstos (Esd. 9:1-10:44). Doce años más tarde volvió a visitar Jerusalén, enseñando públicamente la Ley (Neh. 9:1-9), y presidiendo la celebración de la fiesta de los tabernáculos, con un esplendor como no se había conocido desde la época de Josué (Neh. 8:17- 18). Después de esto las Escrituras guardan silencio acerca de Esdras. Josefo dice que murió en Jerusalén a una edad avanzada. Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado |
Escriba y sacerdote judío de Babilonia, probable consejero para los monarcas persas, que regresó hacia Jerusalén hacia el año 458 para ayudar a la reconstrucción del templo y del pueblo después de la Cautividad. Se le atribuyen sus hechos y decisiones en el libro bíblico llamado de Esdras. El mensaje de este libro se centra en la purificación del pueblo y en la puesta en vigor de la ley judaica, con la consiguiente separación de los pueblos del entorno y la intensificación del culto del templo. Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006 Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa |
(heb., †™ezra, ayuda). 1. Hombre de Judá (1Ch 4:17). 2. Sacerdote influyente que volvió de Babilonia a Jerusalén con Zorobabel (Neh 12:1), cuyo nombre completo es Azarías (Neh 10:2). 3. Famoso sacerdote y escriba judío que es el personaje principal del libro de Esdras y colaborador de Nehemías (Esdras 7—10; Nehemías 8—10). Esdras era descendiente directo de Eleazar, hijo del sumo sacerdote Aarón, y de Seraías, el sumo sacerdote muerto en Ribla por orden de Nabucodonosor (2Ki 25:18-21). En el séptimo año del reinado de Artajerjes Longímano, rey de Persia (458 a. de J.C.), Esdras recibió permiso para realizar una reforma religiosa. Después del regreso del cautiverio babilónico, se había vuelto a construir el templo en el 516, a pesar de la oposición poderosa y molesta de los samaritanos; pero después de un breve período de celo religioso, la nación volvió a decaer en la apostasía. Muchos de los judíos se casaron con sus vecinos paganos (Mal 2:11); se descuidaron los servicios del templo (Mal 1:6-14); y prevalecían la opresión y la inmoralidad (Mal 3:5). Esdras recibió un edicto real otorgándole autoridad para realizar su objetivo. Se le dio permiso para llevar consigo cuantos israelitas desearan ir; estaba autorizado a llevar ofrendas del rey y de los judíos para el templo, sacar de la tesorería real en Siria para provisiones adicionales necesarias, comprar animales para sacrificio, eximir a los sacerdotes, los levitas y otros trabajadores del templo del impuesto persa, designar magistrados en Judea para hacer cumplir la ley de Dios, con poder de vida y muerte sobre los ofensores. Salió de Babilonia con 1.800 judíos. Nueve días después pararon en un lugar llamado Ahava y cuando se halló que no había levitas en la caravana, persuadieron a 38 que los acompañaran. Después de ayunar y orar por tres días por un viaje seguro, salieron. Cuatro meses después llegaron a la Ciudad Santa, habiendo hecho un viaje de 1.500 km. Los tesoros fueron puestos bajo el cuidado de los levitas, se ofrecieron holocaustos al Señor y se entregaron los despachos del rey a los sátrapas y capitanes, y se brindó ayuda al pueblo y a los ministros del templo. Cuando hubo cumplido con las diversas obligaciones que se le habían impuesto, Esdras comenzó con el gran trabajo de la reforma. El pueblo judío en general, y los gobernantes y príncipes en particular, no se habían mantenido separados religiosamente de los paganos y hasta se habían casado con mujeres paganas. Se instituyó una corte de divorcio para solucionar el asunto y después de tres meses, a pesar de alguna oposición, terminó el trabajo de la corte y se despidieron de las mujeres extranjeras. El libro de Esdras termina con esta importante transacción. No se sabe nada más de Esdras hasta 13 años después en el año 20 de Artajerjes (446 a. de J.C.) cuando aparece nuevamente en Jerusalén, cuando Nehemías volvió a Jerusalén como gobernador de Palestina con permiso del rey para reparar los muros arruinados de la ciudad. Ya que no se menciona en la narración de Nehemías hasta después de la terminación del muro (Neh 8:1), es probable que Nehemías haya enviado por él para ayudar en su obra. Bajo el gobierno de Nehemías sus funciones eran de carácter totalmente sacerdotal y eclesiástico. Leyó e interpretó la ley de Moisés ante el pueblo congregado durante los ocho días de la fiesta de los Tabernáculos, asistió en la dedicación del templo y ayudó a Nehemías a realizar una reforma religiosa. En todo esto tomó un lugar principal. Su nombre se menciona repetidamente con el de Nehemías, mientras que no se menciona en absoluto que el sumo sacerdote haya participado en la reforma. La evidencia señala que el ministerio de Esdras transcurrió durante el reinado de Artajerjes I (456-424 a. de J.C.). Según la tradición judía, Esdras es el autor del libro de Esdras y de 1 y 2 Crónicas. Muchos estudiosos modernos mantienen que también escribió el libro de Nehemías. Primero Esdras, parte de la Apócrifa del AT, reproduce la mayor parte del final de 2 Crónicas, todo Esdras y parte de Nehemías, y fue escrito cerca del comienzo del primer siglo a. de J.C. También hay un libro apocalíptico conocido como 2 Esdras, escrito alrededor del 100 a. de J.C., que describe unas visiones supuestamente otorgadas a Esdras durante el exilio babilónico. Esdras tuvo un impacto duradero en el pueblo judío. Su influencia moldeó la vida y el pensamiento judío en una manera que nunca fue totalmente abandonada. Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano |
E1 “Libro de Esdras” en la Biblia, continúa el relato de las Crónicas, y cuenta la historia del retorno de Babilonia, la reconstrución del templo, y las reformas religiosas de Esdras, que era descendiente de Eleazar, principal personaje del Libro de Esdras y colaborador de Nehemías. Diccionario Bíblico Cristiano Dr. J. Dominguez http://biblia.com/diccionario/ Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano |
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