Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán
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Mario Francis Puzo (Manhattan, Nueva York, 15 de octubre de 1920-Bay Shore, Nueva York, 2 de julio de 1999) fue un escritor y guionista estadounidense descendiente de italianos, conocido como el literato de la mafia, especialmente por su obra maestra El padrino (1969). Nació en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Estudió ciencias sociales en la Universidad de Columbia. Sus dos primeras obras, La arena sucia y La Mamma, tuvieron una gran acogida. Su consagración definitiva llegó con la publicación de El padrino, con la que además consiguió dos premios Óscar por su trabajo de coguionista de las partes primera y segunda de la película (por su trabajo en el guion de la tercera fue nuevamente nominado, pero no logró el galardón). A su vez, las partes primera y segunda de la película, dirigidas por Francis Ford Coppola, fueron galardonadas con el premio a la mejor película en sus respectivos años. A esta novela le siguieron Los tontos mueren, El siciliano, La cuarta K y El último Don. Murió en su casa de Long Island en julio de 1999 a causa de un paro cardíaco poco tiempo después de finalizar la escritura de Omertà. Se ha señalado el influjo de Fiódor Dostoyevski en Puzo; lo cita frecuentemente, en particular Los hermanos Karamazov, en La arena sucia, Los tontos mueren, La cuarta K y Los Borgia. La familia Corleone en El padrino se parece mucho a la familia Karamazov: un poderoso padre, un hijo mayor impulsivo, un hijo filosófico, otro de carácter dulce y abúlico y un hijastro adoptado que se mantiene como un empleado. En una reseña publicada en el San Francisco Chronicle, Jules Siegel, que había trabajado con Puzo en la Magazine Management Company, puso en duda que este pudiera concluir Omertà y aventuró la hipótesis de que hubiera sido completada por algún que otro «negro». El propio Puzo se congratulaba de manera de escribir en el personaje autobiográfico del escritor Joe Osano de Los tontos mueren. Adoraba jugar al tenis (seguramente extrajo de allí la presencia de la seductora tenista en su novela Omertà). Le gustaba también apostar ocasionalmente en Las Vegas (recuerden el episodio de Moe Green en The Godfather y su novela The Last Don). A pesar de la enorme presencia del catolicismo en la obra de Puzo, el escritor, según decía, no creía en Dios ni en los dogmas de la Iglesia, solo en la bondad humana. Puzo dijo en alguna ocasión que su felicidad residía en una buena comida, practicar tenis, apostar jugando, mirar el techo de su casa durante horas y escribir. Puzo nunca tuvo contacto con el medio del crimen. De hecho, según sus propias palabras Don Corleone era un personaje que lo espantaba. Además, decía que su mafia era una versión romántica del mundo criminal real. «Si hubiera estado en la mafia, jamás habría tenido que escribir». Pese a entender perfectamente la naturaleza del mal, Puzo decía que la justicia debía ser una constante en la sociedad; sin embargo, estaba decepcionado de cómo se administraba en EE. UU., donde, según él, la ley protege más a los criminales con dinero que a la gente común. |
Mario puzo y "el padrino", la novela que no quería escribir. Agobiado por las deudas y tras varios fracasos, Mario Puzo decidió escribir un libro pensando más en ganar dinero y pagar a sus acreedores que en la calidad de su obra. El resultado de todo ello fue El Padrino, una novela que se convirtió en un clásico y que Hollywood decidió llevar a la gran pantalla de la mano de Francis Ford Coppola. en un juzgado de Nueva York, el honrado propietario de una funeraria aprieta los dientes con impotencia al ver cómo un juez deja en libertad a los agresores de su hija adolescente. Frustrado, le dice a su esposa: "Si queremos justicia, deberemos arrodillarnos ante Don Corleone". Así se desarrolla una de las escenas más impactantes de El padrino, la obra cumbre del escritor norteamericano Mario Puzo, nacido el 15 de octubre de 1920 en Nueva York, que en 1972 sería llevada con gran éxito al cine de la mano del director Francis Ford Coppola. UN MUNDO DE DEUDAS Mario Puzo, que fue un empedernido fumador de puros, se crió en el neoyorquino distrito de Hell's Kitchen (la cocina del infierno), en Manhattan. Aun viviendo en un barrio marginal, Puzo nunca tuvo contacto con nadie del hampa ni de los bajos fondos del lugar que lo vio nacer. Su conocimiento de ese submundo le vino gracias a su cercanía con el juego, los garitos, crupiers, prestamistas, jugadores compulsivos y usureros. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Puzo se graduó en la Universidad de Columbia y empezó a ganarse la vida como escritor. En 1955, publicó su primera novela: La arena sucia. Deprimido por el poco éxito obtenido, Puzo aceptó trabajos como editor en publicaciones para adultos y se dedicó a escribir relatos criminales para algunas revistas neoyorquinas, hasta que logró publicar su novela La Mamma (1965), a la que seguiría Seis tumbas en Múnich (1967). Su conocimiento del mundo del hampa, Puzo lo aprendió por su cercanía con el juego, los garitos, crupiers, prestamistas, jugadores compulsivos y usureros. A mediados de la década de 1960, Mario Puzo se encontraba al borde de la quiebra. Con más de 45 años, cinco hijos que alimentar y una deuda de 20.000 dólares (debía dinero a sus familiares, a los bancos, varias casas de apuestas y algunos usureros), su carrera como escritor hacía aguas. Aunque sus primeras novelas habían recibido muy buenas críticas, las ventas habían fracasado estrepitosamente. Sus editores, que ya le habían dado más de un ultimátum, le propusieron que escribiera una novela sobre gángsters, porque allí veían un gran filón. Puzo, hijo de inmigrantes napolitanos, no estaba muy convencido, pero en realidad no tenía muchas opciones. Necesitaba el dinero. UN ÉXITO INESPERADO De este modo, Puzo empezó a escribir una nueva novela. Pero las 150 primeras páginas no tuvieron sin embargo el éxito esperado. En una de las visitas a su editor, Puzo salió de la oficina hecho una furia y recriminándole que no reconociese el valor de lo que había escrito. Aunque no sería éste el único rechazo que recibiría. Resignado y desmoralizado, Puzo recordó una conversación que había tenido años atrás con el cómico Lenny Bruce, quien le había dicho: "Basta de tonterías. Es hora de madurar y de agotar ediciones". Con sus 150 páginas bajo el brazo, Puzo volvió a recorrer las editoriales, siendo sistemáticamente rechazado hasta que se las mostró a un periodista de la revista Magazine Management Co. Éste quedó encantado con la historia y se la mostró a G. P. Putnam’s Son, una de las editoriales más grandes e importantes del país, que ofreció al autor un adelanto de 5.000 dólares. Con sus 150 páginas bajo el brazo, Puzo recorrió las editoriales, siendo sistemáticamente rechazado hasta que se las mostró a un periodista de la revista Magazine Management Co. En realidad, Puzo no deseaba escribir esa novela, pero con gran esfuerzo logró avanzar un poco más y entregó a la editorial unas pocas decenas de páginas más. Como resultado volvió a recibir un cheque con el importe del segundo tercio de los cinco mil dólares iniciales. Sólo la necesidad de cobrar el resto hizo que finalizara su libro, que Puzo había titulado La Mafia. La novela crecía con una combinación de recuerdos de su infancia, un estudio de archivo sobre los clanes mafiosos y grandes dosis de imaginación. Pero Puzo se avergonzaba de que su investigación para escribir su obra hubiera sido sólo "de escritorio"; en realidad no conocía a ningún mafioso y nunca se había acercado a ninguna organización criminal. Al finalizar el libro, Puzo lo dejó en las oficinas de la editorial, cobró el cheque, pagó sus deudas y se fue con su familia a Europa. Antes de marchar, el escritor pidió que no mostraran aún el libro a nadie, porque si bien el argumento estaba terminado, todavía le faltaban algunas correcciones por hacer y además había partes de la trama que no le convencían del todo. BIENVENIDO AL ÉXITO A su regreso a Estados Unidos, Puzo se acercó a la editorial para saber en qué situación se encontraba su novela e intentar sonsacar algunos dólares más. Lo que no sabía es que su suerte había cambiado para siempre. Cuando llegó, se dio cuenta de que no tuvo que esperar mucho en la sala de espera y de que, extrañamente, la secretaria lo recibió con una sonrisa en los labios e incluso le preguntó si quería tomar algo. Una vez en el despacho, el editor lo abrazó calurosamente y le comunicó que una gran editorial había pagado 410.000 dólares para lanzar una edición de bolsillo de su novela con el título de El Padrino y que los estudios de Hollywood se disputaban su adaptación al cine. El editor le comunicó que una gran editorial había pagado 410.000 dólares para lanzar una edición de bolsillo de la novela y que los estudios de Hollywood se disputaban su adaptación al cine. La paradoja de esta historia es que la Mafia real terminó copiando a El Padrino. Algunas costumbres que ya se habían perdido, como el doble beso o los rituales exagerados, fueron recuperadas por los jóvenes gángsters de la época. Muchas de las frases pronunciadas por los protagonistas de la novela se convirtieron en expresiones habituales en el argot de los mafiosos. La realidad imitaba a la ficción. UN CLÁSICO PARA LA HISTORIA Francis Ford Coppola, también hijo de inmigrantes italianos, fue el escogido por Paramount Pictures en 1972 para dirigir la versión cinematográfica de El Padrino. Pero, como le había pasado a Puzo, al principio la idea no le entusiasmaba. Coppola tenía en el cine una carrera parecida a la del escritor: había filmado una serie de películas independientes muy respetadas por la crítica, pero que habían tenido escasa repercusión en las salas. En una entrevista, Coppola afirmó: "Cuando me senté a leerlo por primera vez, mi primera impresión fue de sorpresa y consternación; se parecía más a un libro de Harold Robbins o Irving Wallace, una obra hecha para ganar dinero, llena de sexo y tonterías". Coppola fue el director escogido para adaptar El padrino y Marlon Brando el actor que encarnó a Vito Corleone, el protagonista y patriarca de la la familia. Sobre estas líneas le vemos en una de las escenas más recordadas de la película. Pero apostar por el cine que le gustaba también había dejado al director más deudas que otra cosa. Por ese motivo se sentó a leer la novela de Puzo con más atención y, para su sorpresa, descubrió un diamante en bruto: "Detrás de todo, había una gran historia, casi clásica en su naturaleza; la de un rey con tres hijos, cada uno de los cuales había heredado un aspecto de su personalidad. Me entusiasmé con extraer eso de la historia y plasmarlo en la película". Tras el estreno de la película, Mario Puzo escribió: "El Padrino no es en absoluto mi novela favorita, pero me disgusta que sea objeto de crítica por el solo hecho de haber sido un best seller. Es el producto de un escritor que ha estado trabajando en su oficio durante casi treinta años, y que, al final, ha logrado dominarlo. El libro obtuvo críticas mucho mejores de lo que yo esperaba. Me arrepentí de no haberlo escrito mejor. El libro me gusta. Tiene gancho, y su personaje central fue aceptado por todo el mundo como un ser mitológico. Pero no puse en él todo mi esfuerzo". La película tuvo tanto éxito que se convirtió en un clásico. Tanto fue así que se produjo una segunda parte -cuyo cartel aparece sobre estas líneas- y una tercera. En ambas adaptaciones Mario Puzo participó como coguionista. El Padrino fue un enorme éxito, un clásico que revitalizó el género de gángsters convirtiéndose en fuente de inspiración para las grandes películas sobre el tema que aún estaban por llegar. Todo tuvo su origen en las deudas de juego, en la búsqueda desesperada por encontrar el éxito y en el oficio adquirido por su autor durante décadas de oficio. Mario Puzo escribió su libro por necesidad, pero a pesar de ello supo mostrar al lector un mundo fascinante habitado por personajes difíciles de olvidar: Vito y Michael Corleone, Peter Clemenza... Puzo murió el 2 de julio de 1999 siendo un hombre famoso gracias a El padrino. Sobre todo por la película, que muchas personas han visto una y otra vez, aunque no todo el mundo ha leído la magnífica novela en la que se basó. |
Tengo un libro en mi colección privada .-
Un italoestadounidense es un ciudadano de Estados Unidos con ascendencia italiana. Esto puede aplicarse a alguien nacido en los Estados Unidos de padres o abuelos italianos, o a alguien nacido en Italia que se trasladó a aquel país. De los cinco millones de italianos que emigraron a Estados Unidos desde 1820 a 2004, cerca del 80 % procedía de Sicilia y de la Italia meridional, región también conocida como el Mezzogiorno. El mayor grupo de italianos se trasladó a los Estados Unidos a principios de la década de 1900, dos millones se trasladaron entre 1900 y 1914. Solo irlandeses y alemanes se trasladaron a los Estados Unidos en números más grandes. En 2009 el gobierno estadounidense informó que los ciudadanos de origen italiano residentes en los EE. UU. eran 18 086 617 personas lo que equivale al 5,9 % de la población del país. Esto significa que en el año 2009 de cada mil estadounidenses, 59 tenían ascendencia italiana. Los italoestadounidenses han formado parte importante en la construcción de los Estados Unidos. Muchos de los grandes políticos, inventores, científicos, soldados, músicos y cineastas (actores y directores) de EE. UU. han tenido ascendencia italiana. En Nueva York y Nueva Jersey hay muchos italoestadounidenses, más que cualquiera de los otros estados en los Estados Unidos. Los estados de Pensilvania, California, Connecticut y Massachusetts también tienen grandes poblaciones de ascendencia italiana. |
Paul Ricca, también conocido como The Waiter -«El camarero»- (1897 – 11 de octubre de 1972), fue un mafioso de Chicago que trabajó como líder nominal o de facto del Chicago Outfit durante cuarenta años. Ricca nació en Nápoles, Italia como Felice De Lucia. A los 17 años, Ricca estaba trabajando para el crimen organizado de Nápoles (la Camorra). En 1915, Ricca apuñaló a Emilio Parillo y lo mató. Ricca más tarde pretendía que asesinó a Parillo por romper el compromiso con la hermana de Ricca. En realidad, Ricca mató a Parillo por orden de la Mafia. Después de cumplir dos años en una cárcel italiana, Ricca entonces mató a Vincenzo Capasso, quien había testificado contra él en el juicio de Parillo, degollándolo. Después de matar a Capasso, Ricca asumió el nombre de Paolo Maglio y huyó a los Estados Unidos a través de Cuba. El 10 de agosto de 1920, Ricca llegó a la ciudad de Nueva York y americanizó su nombre a "Paul Ricca". Estando en Cuba, Ricca conoció a Joseph "Diamond Joe" Esposito, un contrabandista de Chicago. Después de que Ricca llegara a Nueva York, Esposito se lo llevó a Chicago. Esposito puso a Ricca a trabajar metiendo whisky de contrabando desde Cuba y licor destilado ilegalmente de Kentucky a Chicago. Viendo potencial en Ricca, Esposito lo nombró maitre en el Bella Napoli, restaurante de Esposito en Chicago. Este trabajo fue la fuente del apodo de Ricca, "El camarero". El Bella Napoli era popular entre muchos gánsteres de Chicago, incluyendo el líder de la Banda del Lado Sur (South Side Gang, precursora del Chicago Outfit), Al Capone. Compartiendo varios amigos mutuos entre los gánsteres napolitanos que habían regresado a Italia, Ricca pronto dejó el restaurante y se unió a la Banda del Lado Sur. Ricca ascendió rápidamente por los rangos de la banda, sirviendo frecuentemente como emisario de Capone con las bandas de la Costa Este. Los dos pronto se convirtieron en buenos amigos; en 1927, Capone actuó como padrino en la boda de Ricca. En 1929, Capone y Ricca acudieron a la Conferencia de Atlantic City en Atlantic City, Nueva Jersey, el primer encuentro de las principales bandas criminales en los Estados Unidos. En 1930, Capone envió a Ricca a Nueva York para servir como emisario suyo a negociaciones de paz que pretendían poner fin a la guerra Castellammarese entre las bandas italoestadounidenses neoyorquinas. Con el establecimiento del Sindicato Nacional del Crimen en 1931, el prestigio de Ricca y su visibilidad se incrementaron. En 1932, Capone fue condenado por delito fiscal y enviado a una prisión federal. El sucesor nominal de Capone fue Frank "The Enforcer" Nitti, con Ricca como segundo jefe. Sin embargo, según el historiador del crimen Carl Sifakis, Ricca fue el auténtico poder en el Outfit ya en 1932, y era el jefe indiscutible de facto para el año 1939. Ricca frecuentemente desobedeció órdenes de Nitti diciendo, "Lo haremos de esta manera. ¡No hay más que hablar!" Además, los líderes del Sindicato emergente, incluido Lucky Luciano, trataron sólo con Ricca, no con Nitti. A principios de los años cuarenta, Nitti convenció a Ricca y el resto del liderazgo del Outfit para participar en un plan de extorsión idirigido a los estudios de cine en Los Ángeles, California. El mafioso de Chicago Johnny Roselli ("Handsome Johnny") consiguió controlar al sindicato de proyeccionistas y amenazó a los estudios con huelgas y otros problemas laborales. Para evitar este tipo de problemas, la RKO, la Paramount, la MGM y la 20th Century Fox pagaron varios cientos de miles de dólares al Outfit. Sin embargo, dos hombres del Outfit fueron arrestados por extorsión y acordaron testificar contra el liderazgo del Outfit. En marzo de 1943, Ricca, Nitti, y otros líderes de la mafia fueron acusados de extorsión. El 18 de marzo de 1943, Ricca y los líderes del Outfit se encontraron con Nitti. Puesto que el asunto con los estudios de cine fue idea de Nitti, Ricca y los líderes del Outfit exigieron que Nitti se confesara culpable de los cargos de extorsión para salvarlos a ellos de prisión. Aterrorizado ante la perspectiva de prisión debido a su severa claustrofobia, Nitti se pegó un tiro al día siguiente. Ricca ahora se convirtió en jefe oficial del Outfit con Tony Accardo de jefe ejecutivo como segundo jefe. Ricca y Accardo dirigirían el Outfit durante los siguientes 30 años. Ricca era bastante suave hablando, pero era despiadado como cualquier otro jefe del crimen. Cuando quería eliminar a alguien, decía, "Make-a him go away" (Haced que desaparezca). El historiador del crimen Joe Sifakis lo describió como uno de los gánsteres más estereotípicos nunca producidos por el Outfit de Chicago. El 30 de diciembre de 1943 Ricca y sus socios fueron condenados por extorsión y sentenciados a diez años cada uno de ellos en una prisión federal. Ricca comenzó su sentencia en el penal federal de Atlanta, pero pronto presionó para ser transferido a la penitenciaría de Leavenworth en Kansas. El alcaide de Atlanta, supuestamente con prejuicios contra los italianos, había golpeado duramente al mafioso del Outfit Phil D'Andrea, haciendo que Ricca y otros temieran por sus vidas. Después de una serie de contactos, el abogado de San Luis, Misuri Paul Dillon supuestamente ofreció al jefe del consejo de libertad condicional un pago para aprobar la transferencia a Leavenworth del mafioso del Outfit. En mayo de 1945, contra las recomendaciones de ambos alcaides, Ricca y otros mafiosos fueron trasladados a Leavenworth. Durante esta época, el Internal Revenue Service (IRS) de los EE. UU., aceptaron un arreglo monetario de Ricca por impuestos atrasados. El 13 de agosto de 1947, después de una semana de deliberación, el consejo de libertad condicional liberó a Ricca y sus coacusados en prisión en libertad condicional. Sin embargo, como una de las condiciones de su libertad fue que Ricca no podía contactar con mafiosos, Accardo reemplazó a Ricca como jefe. Se reconocía, sin embargo, de manera generalizada, que Accardo compartía el poder con Ricca, quien permaneció en segundo plano como un asesor senior. Ninguna gran transacción, y desde luego ningún golpe, tenía lugar sin el conocimiento de Ricca. Cuando empezaron los años cincuenta, Ricca empezó a pasar más operaciones diarias del Outfit a Accardo. Sin embargo, en 1957 Ricca de repente le dijo a Accardo que quería que Sam Giancana, un protegido de Ricca, asumiera la posición de Accardo. Accardo se enfrentaba a cargos por evasión de impuestos y, supuestamente, Ricca quería que desapareciera de la vista del público. Aunque no estaba contento con esta destitución, Accardo lo aceptó, uniéndose a Ricca en su semi-retiro. Sin embargo, se entendía que Giancana tenía que requerir el consentimiento de Accardo y Ricca para todas las grandes transacciones, particularmente los golpes. Permaneciendo en segundo plano, Ricca y Accardo evitaban un encarcelamiento mucho más largo que el de Capone. Cuando Ricca envejeció, Accardo empezó a asumir un mayor nivel de decisiones, y al final apartó a Giancana en favor de Sam Battaglia en 1966. En 1957, el gobierno federal imputó a Ricca por entrada ilegal en los Estados Unidos bajo el alias "Paul Maglio". Tres años más tarde, el gobierno había localizado al verdadero Paul Maglio en Chicago y ahora lo llevaron a testificar contra Ricca. Aunque el gobierno obtuvo una orden de deportación, fue más tarde revocada. En 1959, Ricca fue condenado por evasión fiscal y sentenciado a nueve años en una prisión federal. Después de cumplir 27 meses de su sentencia, Ricca fue liberado. En 1965, Ricca fue de nuevo condenado por delito fiscal. En el juicio, Ricca mantuvo que sus ingresos totales en el año 1963, 80.159 dólares, los ganó con las carreras de caballos. Ricca fue con el tiempo absuelto. Ricca murió de un ataque al corazón el 11 de octubre de 1972. Está enterrado en el cementerio Queen of Heaven en Hillside (Illinois) Se caso con Nancy Gigante DeLucia, 3 Octubre 1905/ 16 Enero 1975. NOMBRE ORIGINAL: Felice De Lucia NACIMIENTO: 14 Nov 1897; Naples, Città Metropolitana di Napoli, Campania, Italy DEFUNCIÓN: 11 Oct 1972 (de 74 años de edad) Detroit, Wayne County, Michigan, USA SEPULTURA: Queen of Heaven Catholic Cemetery Hillside, Cook County, Illinois, EE. UU. PARCELA: QH Shrine. Sacred Heart Room. Tier 3 Mansión Paul Ricca House (1929) 812 Lathrop Avenue River Forest, IL El Outfit de Chicago (en inglés Chicago Outfit, también conocido como the Outfit, la Chicago Mafia, la Chicago Mob o The Organization) es un sindicato del crimen organizado o familia criminal ítalo estadounidense con base en Chicago, Illinois, que se originó en el South Side de Chicago en la década de 1910. Forma parte de la mafia estadounidense. |
Plurality ancestry in each state, ranging from 11.8% (FL) to 43.9 % (ND). German American Mexican Irish African Italian English Japanese Puerto Rican |
Rango | Ascendencia | Población | Porcentaje de la población total |
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1 | Alemán | 42.589.571 | 13,04% |
2 | Negro o afro estadounidense (no hispano) | 39,994,653 | 12,22% |
3 | mexicano | 36,537,028 | 11,19% |
4 | irlandesa | 31.518.129 | 9,65% |
5 | inglés | 25.213.619 | 7,72% |
6 | Americano | 19,364,103 | 5,93% |
7 | italiano | 16,549,022 | 5,07% |
8 | Francés (incluido el francés canadiense ) | 9,372,988 | 2,87% |
9 | Polaco | 8,936,002 | 2,74% |
10 | puertorriqueño | 5,699,150 | 1,75% |
11 | escocés | 5,298,861 | 1,62% |
12 | noruego | 4,289,825 | 1,31% |
13 | Chino | 4,151,009 | 1,27% |
14 | Indio asiático | 4,143,134 | 1,27% |
15 | Holandés | 3,692,889 | 1,13% |
16 | sueco | 3.627.796 | 1,11% |
17 | antillano (no hispano) | 3,008,035 | 0,92% |
18 | escocés-irlandés | 2,937,156 | 0,9% |
19 | filipino | 2,884,210 | 0,88% |
20 | ruso | 2,538,436 | 0,78% |
21 | cubano | 2,332,584 | 0.71% |
22 | salvadoreño | 2,244,914 | 0,68% |
23 | Nativo americano | 2,075,852 | 0,63% |
24 | árabe | 2,056,594 | 0,62% |
25 | dominicano | 2,042,360 | 0,62% |
26 | vietnamita | 1,852,906 | 0,56% |
27 | galés | 1,851,256 | 0,56% |
28 | guatemalteco | 1,484,005 | 0,45% |
29 | coreano | 1,477,325 | 0,45% |
30 | portugués | 1,363,964 | 0,41% |
Ancestry. La ascendencia estadounidense se refiere a las personas en los Estados Unidos que autoidentifican su origen o ascendencia ancestral como "estadounidense", en lugar de los grupos raciales y étnicos más comunes reconocidos oficialmente que constituyen la mayor parte del pueblo estadounidense. La mayoría de estos encuestados son visiblemente estadounidenses blancos, que simplemente usan esta respuesta como una declaración política o están muy alejados y ya no se identifican con sus orígenes étnicos ancestrales originales. La última respuesta se atribuye a una multitud de distancia generacional de los linajes ancestrales, y estos tienden a ser angloamericanos, de escoceses-irlandeses, ingleses u otros ancestros británicos, ya que los demógrafos han observado que esos ancestros tienden a no contarse recientemente en la Encuesta de la Comunidad Estadounidense de la Oficina del Censo de EE . UU. estimaciones de autoinforme de ascendencia. Aunque los datos del censo de EE . UU . indican que la "ascendencia estadounidense" es más comúnmente autoinformada en el sur profundo, el sur de las tierras altas y los Apalaches, un número mucho mayor de los estadounidenses y los expatriados equiparan su nacionalidad no con la ascendencia, la raza o el origen étnico, sino con la ciudadanía y la lealtad. La Oficina del Censo informa que el número de personas en los Estados Unidos que señalaron "estadounidense" y ninguna otra ascendencia aumentó de 12,4 millones en 1990 a 20,2 millones en 2000. Analisis Los profesores Anthony Daniel Perez y Charles Hirschman escriben que "los orígenes nacionales europeos siguen siendo comunes entre los blancos; casi 3 de cada 5 blancos nombran uno o más países europeos en respuesta a la pregunta sobre su ascendencia... Sin embargo, una proporción significativa de blancos responde que son simplemente "estadounidense" o dejan en blanco la pregunta de ascendencia en sus formularios del censo. La etnicidad está desapareciendo de la conciencia de muchos estadounidenses blancos. Debido a que los orígenes nacionales no cuentan mucho en los Estados Unidos contemporáneos, muchos blancos se contentan con una identidad racial americanizada simplificada. La pérdida de vínculos ancestrales específicos entre muchos estadounidenses blancos también es el resultado de altos patrones de matrimonios mixtos y mezclas étnicas entre blancos de diferentes estirpes europeas". La Oficina del Censo de los Estados Unidos aborda la respuesta de la ascendencia estadounidense de la siguiente manera: Algunas personas identifican su ascendencia como estadounidense. Esto podría deberse a que sus antepasados han estado en Estados Unidos durante tanto tiempo o tienen orígenes tan mixtos que no se identifican con ningún grupo en particular. Algunos nacidos en el extranjero o hijos de nacidos en el extranjero pueden declararse estadounidenses para demostrar que son parte de la sociedad estadounidense. Hay muchas razones por las que las personas pueden considerar que sus antepasados son estadounidenses, y el crecimiento de esta respuesta ha sido sustancial. |
ASOCIACIÓN DE BIBLIÓFILOS DE BARCELONA. La Asociación de Bibliófilos de Barcelona, entidad fundada en el año 1944 por un grupo de personalidades barcelonesas amantes del libro, tiene por objetivo general fomentar el amor al libro en sus manifestaciones más selectas y depuradas. Para conseguirlo procura difundir el conocimiento de los tesoros bibliográficos existentes en nuestro país, en colecciones generales o particulares, encargándose de su conservación, organizando exposiciones de obras impresas, grabados, ex-libris, encuadernaciones, manuscritos y, en general, de todas las manifestaciones del arte del libro, del grabado y de la imprenta. Realiza conferencias y visitas a bibliotecas y organiza y toma parte en exposiciones y congresos. Ha sido la editora de numerosas publicaciones, entre las que destacan 27 libros de alto nivel bibliófilo. “Se encuentra en vías de organización la entidad Asociación de Bibliófilos de Barcelona, que aspira a constituir el nexo de los bibliófilos españoles y aún de los extranjeros amantes de las joyas bibliográficas de España. Figuran entre los ambiciosos proyectos de la nueva Asociación la publicación, exclusivamente para sus asociados, de una obra al año como mínimo, escogida entre lo más selecto de nuestra literatura antigua y moderna, ilustrada y decorada por los más prestigiosos artistas e impresa por nuestros más prestigiosos maestros tipográficos. Agrupará mensualmente a sus miembros, que no deben pasar del centenar, en un acto íntimo, presidido cada vez por un socio distinto, quien versará sobre un tema bibliográfico a su elección. Adquirirá libros con destino a las bibliotecas públicas, ejerciendo de ese modo en España la función de aquellas instituciones llamadas Amigos de la Bibliotecas Públicas, tan extendidas en el Extranjero. Organizará Exposiciones, conferencias, visitas a bibliotecas públicas y privadas. Editará manuales de orientación bibliográfica, así como un boletín que sea órgano de más actividades y apoyará cuántas iniciativas se le sugieran con miras al fomento de los buenos libros. Figuran en la actualidad el Duque de alba, don Miguel Mateu, etc.… y la primera obra que va a editar la entidad, será el “Cantar de los Cantares”, del eximio Fray Luis de León. Ilustrarán cada volumen quince dibujos a mano, pintados por el artista Segrelles. La primera de las actividades de la naciente entidad ha sido la organización de la Exposición de encuadernaciones y libros ilustrados españoles de 1750 a 1890, época del gran pintor Vicente López que figuró en los salones del Palacio de la Virreina, junto a la exposición de las obras del eminente artista valenciano.”
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El club de los libros muy especiales. LIBROSCOPIO. La Asociación de Bibliófilos de Barcelona, la más longeva de España, que cuenta con 140 socios, cumple 80 años. Josep Porter, hijo de una familia que tuvo que emigrar a Barcelona desde Montblanc, empezó ayudando a su padre trapero y acabó estimando tanto aquellos libros de los que la gente se desprendía, entre los que había maravillas, que acabaría por convertirse en uno de los libreros más estimados de la ciudad. Muchos aristócratas ilustrados pasaban horas en su selecta librería y Porter los animó a constituir una asociación. En 1944 se constituyó la Associació de Bibliòfils de Barcelona, con Alfons Macaya como primer presidente. Entre las actividades principales estaba “la publicación de libros, preferentemente en ediciones de tiraje limitado y numerado, dedicadas a los socios; la organización de visitas a bibliotecas y otras manifestaciones culturales”. Este 2024 la ABB, la asociación de bibliofilia más longeva de España, cumplirá ochenta años. Para saber en qué andan, me acerco su sede ubicada en la Real Academia de Buenas Letras. Me recibe el secretario de la asociación, Albert Corbeto, historiador del arte y profesor de tipografía. Sobre las diferencias de la asociación de 1944 y la actual me dice que “en su momento tenía una idea más elitista, solo cincuenta socios, y los miembros actuales ya no son aristócratas. Hay mucho profesional liberal, médicos, también libreros y encuadernadores. Estamos al filo de los 140 socios, aunque nunca creceríamos más allá de los 150, que nos parece el límite. Pero los objetivos siguen siendo los mismos: generar libros únicos en ediciones cuidadas hasta en el mínimo detalle con tiradas limitadas. También realizamos encuentros con cena y conferencia de algún experto del mundo del libro”. Tiene claro que el libro en papel sigue teniendo mucha vida por delante: “La tecnología del libro en papel no se ha superado. De hecho, ves ediciones digitales y la tecnología imita la manera de pasar página, ¡hasta el ruido de la hoja!”. “No es fácil tener una edición de nivel en menos de año y medio. Trabajas con artistas, de manera artesanal, cuidando todos los detalles del proceso”. Le digo que son como una editorial, pero con otro ritmo… “Sería como una editorial no comercial. No necesitamos la parte de la promoción porque ya tenemos los libros vendidos. Los ejemplares son numerados y a nombre de cada socio”. Me muestra con entusiasmo los dos últimos libros creados por la asociación, actualmente presidida por Pau Salvat, de ilustre familia de editores. La llibertat de premsa , con textos de Louis de Bonald y Nicolas de Condorcet, está recién salido del horno del impresor tipográfico Elías Plana. En un vídeo que me muestra aparece Plana extendiendo tinta fresca sobre sus rodillos con una espátula como si untara una rebanada de pan. Resulta hipnótico verlo imprimir por estampación las ilustraciones hoja a hoja. El resultado de las páginas tiene un brillo y textura muy distintos de la impresión en cadena. La nostra cuina tradicional contiene textos culinarios de Josep Pla acompañados de ilustraciones pintadas al óleo por Ferran Adrià. Me llama la atención que el artista sea alguien tan innovador como el Bulli porque yo relacionaba libros de bibliofilia con volúmenes antiquísimos. Albert Corbeto sonríe: “¡Un libro de bibliófilo no tiene por qué no ser moderno! Nosotros buscamos los artistas más interesantes de cada momento”. Me llama la atención una página en la que flotan sobre el papel dos gambas que tienen una rara viveza y me dice que es un gyotaku, una técnica anterior a la fotografía practicada por los pescadores japoneses para mostrar sus capturas, consistente en entintar los pescados o mariscos y estampar con ellos papel de arroz. Una delicatessen. Corbeto me cuenta muchas cosas sobre el funcionamiento de la asociación, pero al despedirme me dice lo más importante: “Lo que no ha cambiado en ochenta años es su primer objetivo: fomentar el amor al libro” |
El arte de la encuadernación en España (7). Siglo xx (I): Paumard y Palomino Por Macarena Cuiñas Gómez Los bibliófilos, como decíamos, apoyaron la encuadernación de arte en España en el siglo xx, pero, en un principio, no su evolución y creatividad, ni la libertad del artesano encuadernador. La razón hay que buscarla en que encargaban siempre trabajos clásicos. Aunque no hay duda de que esto fomentó la petición de más trabajos y la evolución de una «industria» artesanal que corría el riesgo de desaparecer con la Revolución Industrial. Pero surgió un bibliófilo, José Lameyer, abogado madrileño amante de los libros, que montó un taller para encuadernar sus libros y contrató a buenos encuadernadores como César Paumard, una de las grandes figuras de este arte en el siglo xx en España. César Paumard fue pintor, dibujante, cincelador de metales, músico y fotógrafo. Perteneció a la tercera generación de una familia de encuadernadores (su abuelo, Hipólito Paumard, francés, inició la saga). Dirigió la cátedra de Encuadernación en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid. Su técnica se basaba en las siguientes características: por un lado, el dorado en altorrelieve, esto es, la superposición de muchas capas de pan de oro sobre la piel de la tapa del libro, que después trabajaba cincelando y repujando hasta que llegaba a producir el mismo efecto que si se tratara de una incrustación de metal dorado; y, por otro, los cortes decorados: primero con una espesa capa de oro que bruñía para luego cincelar y policromar, con lo que conseguía unos increíbles efectos cromáticos. El claro sucesor de César Paumard fue otro gran encuadernador español: Antolín Palomino Olalla (1909-1995). Este burgalés afincado en Madrid se formó y dio clase en los talleres del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de esta ciudad. Durante la Guerra Civil fue encuadernador y restaurador para el Ministerio de la Guerra. A mediados de siglo se fue a El Salvador para enseñar encuadernación en la Imprenta Nacional, de 1954 a 1955. Al año siguiente regresó a España para dedicarse a su taller. Se relacionó con bibliófilos eruditos como Luis Bardón y Enrique Tierno Galván. En 1982 el Ayuntamiento de Madrid compró su taller y lo instaló en los Talleres de Artes Gráficas Municipales, para situarlo definitivamente en la recién creada Imprenta Artesanal en 1985. Destacó como dorador con decoraciones retrospectivas de los siglos xviii y xix; con trabajos de mosaico; y por una técnica personal de pintado al engrudo de papeles de guarda. Recibió importantes premios como la Cruz de Caballero de Isabel la Católica (1959), la Encomienda al Mérito Civil (1965), la Encomienda de Isabel la Católica (1968), la Medalla de Oro al Trabajo (1975), la Medalla de Oro al Mérito a la Artesanía del Ayuntamiento de Madrid y la Cámara de Comercio de Madrid (1980) y la Medalla de Oro de Bellas Artes (1986). Publicó Autobiografía, conocimiento y recuerdos sobre el arte de la encuadernación, en 1986, y Mis papeles pintados, en 1990. |
El arte de la encuadernación en España (8). Siglo xx (II): Brugalla Por Macarena Cuiñas Gómez Si tenemos que hablar del encuadernador español más importante e influyente del siglo xx ese es Emilio Brugalla (1901-1987). Desarrolló su trabajo desde, aproximadamente, 1914 hasta su muerte, aplicando los conocimientos tradicionales de la encuadernación española, así como las tendencias y conceptos novedosos del París de principios de siglo xx. Comenzó a formarse en 1913 en el Instituto Catalán de las Artes del Libro y un año más tarde en la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes de Barcelona, donde tuvo como profesor a Hermenegildo Alsina. En 1921 se traslada a París y trabaja en el taller de Alfred Chevallier como operario de dorado y mosaico. Al mismo tiempo, asiste a clases nocturnas de dibujo en Montparnasse y a otras de perfeccionamiento profesional que se impartían en la Chambre Syndicale de la Reliure, en la que obtuvo el primer premio de dibujo. En 1923 presta el servicio militar en España y trabaja en la Casa Subirana, editorial y librería especializada en temas religiosos, en la que formó una importante sección de encuadernación artística. Consiguió el Gran Premio de encuadernación en la Exposición Universal de Barcelona de 1929 (en ella la Casa Subirana presentó cincuenta encuadernaciones, todas elaboradas por Emilio Brugalla). En 1931 abre su propio taller en Barcelona con su hermano José, restaurador, y más tarde con su hijo, Santiago. En la obra de Brugalla se observan todas las tendencias decorativas del momento: estilo cottage inglés, modelos franceses del xvii, modelos tradicionales medievales españoles, todo con la máxima perfección, sobre todo, en el trabajo con los hierros. A lo largo de su carrera, Emilio Brugalla recibió multitud de premios y reconocimientos: medalla de plata en el Primer Certamen de Arte Decorativo de Palma de Mallorca (1945); el diploma de primera clase en la Exposición de Artes Decorativas de Madrid (1947); el nombramiento como académico de número de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona (1965); la concesión de la encomienda de la Orden de Isabel la Católica (1968); el diploma e insignia de plata de la Federación Internacional de Maestros Encuadernadores con sede en Múnich (1970); la concesión del premio Paul Bonet (1971); su nombramiento como miembro de honor de Designer Bookbinder (1973); la concesión de la medalla de oro al Mérito en el Trabajo por S. M. el rey don Juan Carlos I (1977); su nombramiento como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1978); la concesión de la Cruz de San Jordi por la Generalitat de Cataluña (1982); y la concesión de la medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes (1983). Otra vertiente importante de su labor fue la divulgación del arte de la encuadernación a través de sus clases y conferencias, y de la redacción y publicación de numerosos artículos. Algunos pueden encontrarse recopilados en publicaciones del propio Brugalla, y son leídos por el resto de encuadernadores como obras del maestro que fue. Así, Tres ensayos sobre el arte de la encuadernación (Barcelona: José Porter, 1945), La encuadernación en París en las avanzadas del Arte Moderno (Barcelona: Asociación de Bibliófilos de Barcelona, 1954), El arte en el libro y en la encuadernación (Bilbao: La gran Enciclopedia Vasca, 1977) y En torno a la encuadernación y las artes del libro (Madrid: Clan, 1996). Ha sido una figura clave y única en la encuadernación en España.
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Ferran Adrià ilustra a Josep Pla en 'La nostra cuina tradicional' Tarde o temprano, Josep Pla y Ferran Adrià tenían que encontrarse a lo grande. Y el momento ha llegado ahora, con el lanzamiento de 'La nostra cuina tradicional', un libro que placerá a gastrónomos y a bibliófilos, y que remata el homenaje que la Acadèmia Catalana de Gastronomia i Nutrició rindió en noviembre del año pasado en el Motel Empordà al escritor ampurdanés. La obra recoge textos de Pla seleccionados por el crítico y escritor gastronómico Jaume Fàbrega (autor de más de 60 libros, Creu de Sant Jordi en el 2003 y distinguido dos veces en los premios Gourmand World Cook Book) e ilustraciones del genio de los fogones. El libro nace de la colaboración entre la Acadèmia y la Associació de Bibliòfils de Barcelona (ABB), y cuenta con el apoyo de la Fundació Vila Casas. Es una edición limitada de 400 ejemplares que sorprende y agrada por su tamaño XXL, sus acabados de máxima calidad y su grandiosa sobriedad. Los coleccionistas matarán por él, sobre todo porque no está a la venta y que solo se ha repartido entre miembros y colaboradores de la ABB y de la Acadèmia. De hecho, Pablo Salvat, presidente de la ABB, asegura que es uno de los mejores libros que han editado jamás. Y no cabe duda de ello cuando se hojea. Sirva como ejemplo la portada: es de papel de 430 gramos hecho a mano y cuando estaba aún húmedo se estampó con la técnica 'gyotaku', de los pescadores japoneses en el siglo XIX, que entintaban los pescados y los presionaban sobre el papel. Viene dentro de una caja, y no está encuadernado al uso sino que se presenta en varios pliegos que mezclan los textos seleccionados por Fàbrega, reproducciones de manuscritos de Pla y 14 ilustraciones de Adrià de trazo enérgico y colorido, que tienen un aire artístico -por mucho que el chef lo niegue- y cuyos originales ha donado a la Fundació Vila Casas. |
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