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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

miércoles, 6 de abril de 2016

300.-Samuel Luchtmans (Editores); El libro en la edad moderna.-a

Buccleugh library donation.





El libro en Edad Moderna.

Al final de la Edad Media, el mundo del trabajo evolucionó y el aumento de la población en las ciudades hizo aparecer una nueva clase social, la burguesía; el comercio aumentó la actividad mercantil y se hizo necesario el uso de la moneda. En el tránsito del final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna apareció una máquina para la impresión de textos y publicaciones, más rápida y eficiente, la imprenta, de Johannes Gutenberg. La xilografía es el antecedente de la imprenta, la cual era lenta e impedía la realización de muchas copias de libros, además la madera se deterioraba. Por estas razones se quiso conseguir una aleación de metal moldeable.
Después de Alemania el primer país europeo que tuvo imprenta fue Italia, convirtiendo a Venecia en el primer centro tipográfico cuyo impresor más importante fue Aldo Manucio. En Francia, la imprenta se introdujo en  1470 y los tres centros tipográficos más importantes fueron París, Lyon y Ronen. En los Países Bajos, Lovaina y Brujas en 1473 y Amberes, en 1481, tuvieron su primera imprenta.
 En España, la imprenta se introdujo con retraso, sus inicios son dudosos, pero actualmente se acepta como primera obra impresa el Sinodal de Aguilafuente, incunable conservado en la catedral de Segovia. Durante el siglo XV, veintiséis ciudades españolas dispusieron de imprenta, de las que salieron alrededor de un millar de ediciones.

Los incunables

La palabra incunable procede del latín, incunabulum y significa en la cuna. Son considerados incunables los libros impresos, realizados en un país, desde el momento de la aparición de la imprenta en el mismo hasta el año 1500, inclusive.
Las características de los primeros incunables o protoincunables eran muy semejantes a las de los códices manuscritos, puesto que la intención era imitar lo mejor posible el libro manuscrito. La letra era gótica y romana; carecían de portada (la cual apareció por primera vez en 1476 en el Calendarium Regiomontanus) y comenzaban el texto con las palabras Hic incipit o Incipit; tenían un formato de gran tamaño; y las hojas no se paginaban. Muchos de estos incunables estaban ilustrados a mano, aunque pronto se empezó a utilizar el sistema de la xilografía para la estampación de los incunables, Albrecht Pfister fue el primero.


EL LIBRO EN EL SIGLO XVI.

El siglo XVI es conocido como el “siglo de las Colonias”. En esta época España y Portugal se convierten en dos grandes potencias mundiales, gracias a sus exploraciones y conquistas. Además los reyes de ambos reinos están estrechamente vinculados debido a sus lazos familiares.
A nivel europeo, el siglo XVI es un periodo de auge económico y demográfico. También se produce un renacimiento de la agricultura y la ganadería. Esto se debe, por un lado, al crecimiento de la población y, por otro, a la llegada de nuevos productos de las tierras conquistadas y al envío de productos propios para intercambio.
La expansión mercantil europea que se produce a partir del siglo XVI, provoca que la burguesía cobre cada vez mas importancia y que en siglos posteriores intente lograr mas poder político y económico.
En el ámbito religioso, por un lado, Martin Lutero inicia su reforma protestante con la que trata de discutir la autoridad del Papa y de la Iglesia Católica. Por otro lado, Enrique VIII crea la iglesia anglicana para poder divorciarse sin necesidad de la intervención papal.
La Iglesia Católica para intentar contrarrestar la reforma protestante de Lutero, convoca el Concilio de Trento, donde establece:
La reanudacion del tribunal del Santo Oficio (Inquisicion)
La creación del Index Librorum Prohibitorum, que era una lista de libros prohibidos para los católicos.
La incentivación de la catequización de los habitantes de América, con la creación de nuevas ordenes religiosas.
Tras este breve resumen sobre el siglo XVI veamos cómo eran los libros en esta época.

¿COMO ERA EL LIBRO DEL SIGLO XVI?

Hasta la segunda mitad de este siglo, el libro sigue manteniendo las caracteristicas de los incunables. Como ya escribi un post sobre los incunables, no voy a entrar en detalles, y os dejo el enlace para que podais leerlo “Incunables: los primeros libros impresos”.
En cuanto a la tipografía se impone la letra redonda, salvo en Alemania.
En el siglo XVI la imprenta y los talleres fijos se consolidan. En el comercio del libro, junto al impresor comienza a aparecer la figura del comerciante librero.
Se incrementa la producción de libros en latín dirigidos a las universidades y ordenes religiosas, pero también se editan obras en griego y en hebreo. Con el paso del tiempo se van imponiendo los libros publicados en lenguas vernáculas.
Con respecto al contenido, los libros poco a poco se van orientando a proporcionar información moderna y actualizada y se amplia el publico al que van dirigidos. Se observa un mayor numero de libros sobre avances científicos, que interesan mas fuera de las universidades que dentro y a los laicos mas que a los religiosos. El objetivo principal de estos libros es resolver problemas prácticos a los profesionales.
En el siglo XVI la ilustracion del libro se caracteriza por su gran riqueza. Abundan los libros con orlas y con motivos ilustrativos. Para realizar las ilustraciones se utiliza el sistema de grabados en cobre, en los que se incluyen el nombre del dibujante y el del grabador. Estos grabados en cobre se imprimen separadamente del texto.
A mediados del siglo XVI se generalizan las cubiertas grabadas, con el objeto de atraer a los compradores. El tema habitual suele ser un dibujo arquitectónico o pórtico, como símbolo para invitar al lector a la lectura.

¿COMO ESTABAN ENCUARDENADOS LOS LIBROS DEL SIGLO XVI?

El aumento de la producción de libros provoca un aumento de los talleres de encuadernación, que empiezan a ubicarse fuera de las propias imprentas.
Se generaliza el uso de las planchas metálicas para el grabado del titulo y de los dibujos en la piel del libro, mediante la estampación con la prensa. Los dibujos suelen ser escenas religiosas, bustos y escudos.
También se usan técnicas musulmanas, referidas al uso de arabescos y al dorado. El dorado se inicia en Napoles por influencia española y consiste en fijar los dibujos a la piel, mediante presiones de hierros calientes sobre finísimos panes de oro. Los panes de oro y plata eran fabricados por los batihojas.
En este siglo Francia ocupa el primer puesto en el arte de encuadernar, gracias a la creación de la Biblioteca Real en Fontainebleau por Francisco I y al trabajo de Grolier, quien desarrollo un estilo propio de encuadernación basado en los trabajos del italiano Aldus Manutius.
La encuadernación de Grolier emplea tapas adornadas por cintas entrelazadas y mosaicos, en las que predomina el dorado. En el centro de la tapa aparece en caracteres dorados el título de la obra y al pie la leyenda IO, abreviatura en latín que significa “De Grolier y sus amigos”
Entre las novedades de este siglo hay que destacar la aparición de la encuadernación à la fanfare. Esta técnica se caracteriza por usar multitud de volutas, espirales y figuras geométricas cuyas lineas se entrecruzan formando compartimentos ovales y circulares decorados con arabescos, florones y hojas de laurel. En el central, más amplio, suele aparecer un escudo o un nombre.

LA CENSURA SOBRE LOS LIBROS

En este siglo la Iglesia Católica ejerce la censura sobre los libros que se quieren publicar para evitar la propagación de herejias. Algunas fechas importantes a este respecto son:
En el año 1515 el Papa León establece la censura previa en toda la cristiandad.
En 1524 Clemente VII prohíbe todos los libros de Martin Lutero.
Tras el Concilio de Trento, celebrado en el año 1545, el Vaticano crea la Sagrada Congregación del Indice (existente hasta 1966) cuyo objetivo es crear una relación o indice de los libros cuyos lectura esta prohibida a los católicos. Este libro se conoce como “Index librorum prohibitorum”.
La censura ejercida por la Iglesia provoca:

la emigración, destierro, encarcelamiento e incluso muerte de algunos impresores, libreros y autores.
la aparicion de pies de imprenta falsos.
que muchos autores publiquen sus obras en el extranjero.

 

La Iglesia no fue el único agente censor, ya que los reyes también la realizaron. En España la censura sobre los libros es ejercida por:

Los Reyes Católicos, con su Pragmática de Toledo del año 1502. Estaba dirigida a los impresores y libreros y se establece, por primera vez, la obligación de someter los originales a censura previa, por lo que para que un libro pudiera ser comercializado debía contar con una licencia de impresión.
Estas licencias eran concedidas por las autoridades civiles de las audiencias y por las autoridades religiosas (obispos y arzobispos).
Carlos V, que instaura la censura previa en todos sus dominios como consecuencia de la reforma luterana.
En su Pragmática de la Coruña del año 1554, establece que la licencia la otorgará el presidente del Consejo Real, con lo que se centraliza la censura en el poder civil.
Felipe II aprueba una ley en 1558 que configura totalmente el sistema censor y establece los datos que deben aparecer en las portadas de los libros: titulo completo, autor, impresor, lugar de impresión y fecha de edición del libro.

Esta ley también trae como consecuencia la aparición de los preliminares legales, antecedente de la obra, donde los impresores tienen que publicar todas las licencias, aprobaciones y requisitos que los libros tienen que superar antes de ser puestos a la venta.

¿Como actúa la censura sobre los libros ejercida por el estado?

 Es una censura a priori, es decir, antes de imprimir el libro. Para ello se entrega el original al Consejo de Castilla, que nombra a un censor encargado de dar la aprobación a la obra. Si la obra es aprobada el Consejo de Castilla emite la licencia para poder imprimirlo.

Posteriormente se entregan uno o dos ejemplares impresos para cotejarlo con el original aprobado. Tras este cotejo, el Corrector General genera un listado de fe de erratas. Como bien suponéis, la fe de erratas no estaba dirigida a proteger al lector contra los textos y datos incorrectos, sino para comprobar que se imprimía lo aprobado por la censura. Una vez realizado ésto y antes de poner el libro a la venta, el Consejo de Castilla ponía la tasa al libro.
La censura ejercida por la Inquisición se realiza a posteriori, es decir, una vez que el libro ya esta imprimido y aprobado. Por ello su trabajo consiste en expurgar los libros (en su totalidad o en parte) que no considera adecuados, en elaborar el Indice de Libros Prohibidos y en otorgar permisos para leer libros prohibidos.

LA IMPRENTA EN ESPAÑA

La imprenta llegó a España con retraso y lo hizo a través de Italia.

Aunque España ejercía una hegemonía política y cultural, y existían sesenta ciudades con quinientos talleres, éstos no tuvieron un gran poder económico ni comercial. Así pues muchas ediciones se hicieron fuera de España y los autores españoles se leían en Europa, en versiones originales o en traducciones.
Los primeros impresores fueron alemanes y los dueños de las imprentas eran normalmente familias extranjeras, que abrieron sus casas principalmente en las ciudades universitarias.
Veamos unos breves apuntes sobre la situación de la imprenta en algunas ciudades españolas:

Alcala de Henares destacó por imprimirse la “Biblia Poliglota Complutense” (1510-1520). Esta obra, impresa por encargo del Cardenal Cisneros, fue preparada por los más eminentes profesores de la Universidad e impresa por Arnaldo Guillén de Brocar.
Esta ciudad también destacó por una edición del “Dioscórides” preparada por Nebrija.
Salamanca, ocupa el primer puesto entre las ciudades impresoras por sus mil quinientas impresiones.
Destacaron las obras de los profesores de la universidad y una edición de “Dioscórides”, que alcanzó las tres ediciones y que contenía ilustraciones de numerosas plantas.
Valladolid destacó por sus obras jurídicas. Una obra destacada fue el “Arte de navegar”, impresa en el año 1545 por Francisco Fernandez de Cordoba, debido a su calidad de impresión y a que fue muy traducida. La primera imagen que aparece en este post hace referencia a esta obra.
Sevilla se caracterizó por la publicación de obras de lectura y entretenimiento.
En 1594 se abrió en Madrid la Imprenta Real, entre cuyas impresiones destaca “Opera” de San Isidoro de Sevilla en ocho volúmenes.
 

LAS GRANDES BIBLIOTECAS EN EL SIGLO XVI

En el siglo XVI hubo una gran producción de libros, lo que provocó la creación de numerosas bibliotecas, tanto particulares como oficiales.
Las bibliotecas privadas estaban formadas por obras especializadas en la actividad y aficiones del propietario. Ademas contenian obras religiosas, historicas y literarias, tanto de autores clásicos como contemporáneos.
Por su parte, las bibliotecas oficiales se caracterizaron por estar formadas por fondos muy valiosos, que en muchos casos han llegado hasta nuestros días.

Entre las bibliotecas oficiales destacan:

Biblioteca Real, hoy Nacional Francesa, creada por Francisco I. La forman los propios libros del monarca, los heredados de sus
antepasados, los incautados y un ejemplar de todas las obras
que se imprimían. Esta biblioteca ha sido durante siglos la primera de las bibliotecas del mundo.
Biblioteca Nacional de Baviera: durante algún tiempo la más importante de Alemania y hoy en día una de las que poseen fondos más valiosos. Destacan el Breviario de Alarico del año 506 y dieciséis mil incunables, uno de los cuales el Calendario turco, quizá sea el más antiguo impreso con tipos móviles.
Biblioteca Nacional Austríaca, creada por el emperador Maximiliano II, a la que los impresores debían remitir un ejemplar de las obras que publicaban.
Conserva un mapa de los caminos romanos más antiguos del siglo cuarto, y el Salterio de Carlomagno.
Biblioteca de la Universidad Complutense, cuyos fondos antiguos proceden de la de Alcalá que contó con valiosos códices latinos, árabes, hebreos y griegos reunidos para preparar la edición de la Biblia Complutense.
Biblioteca del Monasterio de El Escorial. Felipe II cedió sus propios libros y luego encargó a sus embajadores que compraran los más importantes. Excepto una buena parte de manuscritos que perecieron en el incendio de 1671, la colección se ha conservado custodiada por los monjes jerónimos y agustinos.
Biblioteca Colombina, creada en Sevilla por Hernando Colón, hijo de Cristobal Colón, que recogió unas veinte mil obras contemporáneas de poca extensión. Estableció normas para la consulta y estableció medidas antirrobo.
A lo largo del tiempo ha sufrido muchas pérdidas y hoy se encuentra depositada en la catedral de Sevilla.


EL LIBRO EN EL SIGLO XVII 

El siglo XVII fue muy malo en productos bibliográficos ante la brillantez del siglo precedente y de los incunables. Las causas hay que buscarlas en la grave crisis económica acarreada por las guerras de religión. Decaen las ediciones de los clásicos, de los Padres de la Iglesia, de las Summas y hasta de las Biblias, por estar prohibida en los países católicos su lectura en las lenguas vernáculas.
Se produce un descenso de los libros en latín y un auge de los de lenguas vernáculas. Aparece con ello un nuevo tipo de libro restringido a sus áreas nacionales y con ello la piratería editorial. No se compensó este fenómeno con el esplendor de las literaturas de algunos países que dieron nombres como Cervantes, Lope, Calderón y Quevedo en España, Shakespeare en Inglaterra y Corneille, Racine y Molière en Francia, por ejemplo.
También hizo su aparición un mercado para folletos y panfletos informativos como las primeras publicaciones periódicas, o las primeras revistas científicas, pues se produjo la gran revolución científica europea con figuras como Kepler, Galileo, Bacon o Harvey.
Los libros presentan un aspecto descuidado, pues se persigue la economía para el nuevo público. Predominan el mal papel, las malas tintas, la mala impresión y los tipos corrientes. El estilo barroco domina en la ornamentación del libro. Los formatos lujosos venían de manos de mecenas reales y nobles a cambio de adulatorias dedicatorias al comienzo de la obra.
Se impuso una rígida censura y se gravó el papel, que alcanzó altos precios, y la importación de libros. Nos vamos a fijar en los principales países productores.

PAÍSES BAJOS

Los Países Bajos ostentan la hegemonía de la industria del libro durante este siglo. Al independizarse de España, Holanda se convierte en la primera república burguesa de la historia que vivió un fuerte desarrollo económico, político y cultural.
Se inició una nueva forma de comercio de libros, ofrecidos en subasta al mejor postor. Apareció la nueva dinastía de editores de los Elzeviros, iniciada por Luis Elzeviro que fue maquinista de Plantino y luego librero, y sus nueve hijos crearían las famosas imprentas que llevaron su nombre. No eran intelectuales ni bibliófilos, sino más bien gente de comercio que consiguieron abaratar los precios poniendo de moda los actuales libros de bolsillo de mala calidad. Su escudo era un águila con siete flechas de las siete provincias holandesas. Sus libros tuvieron fama hasta el XIX y los coleccionistas de la historia de la bibliofilia hablan de una manía de Elzeviros, por los que se han llegado a pagar cantidades astronómicas.
Otra familia de editores holandeses que compitió con los Elzeviros es la iniciada por Jan van VaesbergheHolanda, país de marinos, alcanzó un gran desarrollo de la cartografía destacando la casa Blaeu con sus maravillosas cartas de navegar.

FRANCIA

Las luchas religiosas, la guerra civil y la ascensión del absolutismo real al poder limitaron la producción y circulación del libro. La universidad de la Sorbona deja de dar la autorización para la impresión y venta de libros, pasando este deber al Gobierno que asfixia el mundo del libro y reduce a 39 el número de impresores en toda Francia.
Destacó el editor Sebastián Cramoisy, editor de los jesuitas, impresor y librero del rey y protegido de Richelieu que le nombró primer director de la Imprimerie Royale cuando fue creada en 1840 para dar propaganda política y religiosa, y que más tarde llamarían Imprenta Nacional. Su actividad se inició con una buena edición de la Imitatio Christi, de Tomás Kempis, a la que siguieron las obras de San Bernardo, una serie de escritores bizantinos y la curiosa creación Ad usum Delphine, textos clásicos expurgados con comentarios y vocabulario para facilitar el conocimiento al Delfín o heredero de la corona.
La Imprimerie Royale también desarrolló el arte del grabado en cobre. La ilustración del libro alcanza gran categoría.

INGLATERRA

Tampoco fue brillante el mundo del libro en este país, debido al temor por las disputas religiosas y al poder real. Isaac Jacggard publica en 1623 una edición de las obras dramáticas de Shakespeare llamada First Folio por su formato.
El nivel técnico de la tipografía fue tan malo que se han hecho célebres erratas como aquella que confundía en una Biblia a Jesús con Judas o la que alteraba el sexto mandamiento postulando «cometerás adulterio».
En la segunda mitad del siglo hubo una ligera mejoría y a finales el gobierno empieza a dar medidas favorecedoras que empezaran a dar sus frutos el próximo siglo.

ALEMANIA

Este país quedó arrasado, estancado y arruinado con la Guerra de los Treinta Años. Las bibliotecas de los conventos fueron víctimas especiales en los enfrentamientos.
La tipografía e ilustración de esta época pertenecen a lo mas pobre de la imprenta alemana. El comercio del libro se mantuvo esencialmente de impresiones fraudulentas que no pagaban ni los derechos de autor.

ESPAÑA

En España también se agudizan las medidas represivas que dominaban en el resto de Europa. La vigilancia de la Inquisición se ejercía tanto en la impresión, importación, circulación y tenencia de libros prohibidos, apareciendo índices o catálogos de libros prohibidos. Madrid se convirtió en capital de los Austrias y adquiere gran importancia en la impresión junto a las capitales de la Corona de Aragón, Barcelona, Valencia y Zaragoza.

EL LIBRO EN EL SIGLO XVIII

El siglo XVIII es también conocido como el siglo de las luces, ya que surgen movimientos culturales y filosóficos que buscan avanzar en el conocimiento humano y cambiar el antiguo régimen. Entre estos movimientos destacan la Ilustración y el Enciclopedismo.
Pero este siglo también se conoce como el siglo de las revoluciones, ya que es en esta época cuando tienen lugar la revolución estadounidense, la revolución francesa y la revolución industrial en Inglaterra.
En este post trataremos el sector de los libros, bibliotecas y prensa en el siglo XVIII. Además examinaremos una obra que causó gran controversia en aquella época: la Enciclopedia Francesa.

LA ILUSTRACION

La ilustración es un movimiento cultural e intelectual europeo que se desarrolla a mediados del siglo XVIII. Esta corriente nace en Gran Bretaña, pero se consolida en Francia.
Busca conocer el mundo y la naturaleza a través de la razón y la ciencia para hacer progresar a la humanidad. El filosofo Immanuel Kant lo expresa muy bien «atrevete a conocer«. Uno de los grandes productos de la Ilustración es la Enciclopedia Francesa.

LA ENCICLOPEDIA FRANCESA

Como ya hemos comentado, la Enciclopedia Francesa nace en el siglo XVIII como resultado de la Ilustración francesa. En su momento generó una gran polémica, llegando a ser prohibida por las autoridades francesas.
Sin embargo, hoy en día es una obra muy importante, ya que está considerada como la primera enciclopedia moderna.
El impulsor de este gran proyecto es el librero Le Breton, en colaboración con Denis Diderot. En aquella época Diderot era un hombre poco conocido, que se ganaba la vida dando clases y traduciendo.
Diderot, ayudado en la dirección por el matemático D’Alembert, planifica un proyecto cuyas diferentes partes debían estar escritas por especialistas en las distintas materias.
Finalmente en la redacción de la Enciclopedia Francesa participan 160 redactores,  entre los que se encuentran Rousseau, Voltaire, Montesquieu, etc.
La Enciclopedia Francesa o Diccionario de la Ciencias, Artes y Oficios consta de un total de 35 volúmenes: diecisiete volúmenes de texto y once de laminas, a los que posteriormente se añadieron cinco de suplementos y dos de indices. La obra integra se publica entre los años 1751 y el 1780.
El primer volumen publicado en 1751 fue recibido con entusiasmo por el público, aunque a la Iglesia (principalmente a los jesuitas) y a las autoridades francesas no les hizo demasiada gracia. De hecho cuando se publicaron el segundo y el séptimo volumen las autoridades francesas prohibieron la enciclopedia.
Ademas en el año 1759 el Papa Clemente XIII condena la enciclopedia, ordenando bajo pena de excomunión la quema de todos los ejemplares en poder de los católicos.
La animadversión de la Iglesia y las autoridades francesas por esta obra se debe a que la ven como una amenaza que pretende acabar con la monarquía, corromper las costumbres y promover la irreligiosidad.
Como te puedes imaginar todas estas trabas supusieron una demora en la redacción y publicación de la Enciclopedia Francesa, pero aun así siguieron adelante con esta obra debido al gran interés que había suscitado en Francia y Europa.
La Enciclopedia Francesa actuó como el motor intelectual más poderosos del siglo XVIII, tanto desde el punto de vista social y político, como de difusión de la ciencia pura y aplicada.

EL SECTOR DEL LIBRO EN EL SIGLO XVIII

En el siglo XVIII hay un mayor interés por la lectura, favorecido por la publicación de libros en lenguas vernáculas.

Al igual que en el siglo anterior, en el XVIII sigue disminuyendo la publicación de libros religiosos, convirtiéndose en menos de una tercera parte de lo que sale a la venta. También se reduce la publicación de libros en latín.
Las obras literarias, científicas y filosóficas de los autores de ese momento se publican en lenguas vernáculas, lo que favorece la lectura. Además la publicación en lenguas vernáculas propicia la circulación y comercio del libro entre países que comparten la misma lengua.
En España con la llegada de los Borbones se produce una renovación de la cultura. Fundamentalmente debido a la creación de las siguientes instituciones:
La Biblioteca Nacional creada en el año 1711. De acceso abierto,  contó con grandes bibliotecarios e investigadores. Se preocupó de editar obras importantes, llegando a establecer una fundición de tipos al servicio de las imprentas para mejorar su tipografía.
La Real Academia Española fundada en 1713 por Juan Manuel Fernandez Pacheco y Zuñiga. Un año después recibe de Felipe V la cédula real por la que se crea oficialmente la Academia.
La Real Academia de la Historia se inicia oficialmente en el año 1738.
La imprenta española se renueva en las ultimas décadas de este siglo gracias a las medidas protectoras de Carlos III y a la actividad de notables talleres como la Imprenta Real.

En el siglo XVIII destacan los siguientes impresores españoles:

Joaquin Ibarra, que está considerado como el mejor impresor español de todos los tiempos. Estableció su taller en Madrid en el año 1753, llegando a contar con un centenar de trabajadores. Su taller perduró hasta el año 1836 a través de sus hijos y nietos. Es probable que llegase a imprimir más de dos mil obras.
Se preocupo por el acabado, la presentación, los problemas lingüísticos y ortográficos y por resolver los problemas técnicos.
Su mejor trabajo es la edición de la Conjuración de Catilina y la Guerra de Jugurta, que contenía ilustraciones, cabeceras, viñetas, la traducción efectuada en cursiva y el texto original latino en letra redonda.
Otra obra importante impresa por Ibarra fue el Quijote, en cuatro volúmenes, encargado por la Academia Española y que contaba con ilustraciones realizadas por los más importantes artistas españoles.
Antonio Sancha. Además de como impresor, también ejerció como librero y encuadernador. Destaca por editar obras de los más importantes artistas españoles que estaban agotadas o que no se encontraban con facilidad.
Benito Calvo. Publico una nueva edición de la Vulgata, con ilustraciones y en diecisiete volúmenes.
Antonio Perez de Soto. Imprimió en caracteres árabes un catalogo de los manuscritos árabes conservados en la Biblioteca de El Escorial.
Benito Monfort, destacó por la edición de la Historia de España del Padre Mariana, en nueve volúmenes. Esta obra destaca por la buena ejecución de su tipografía.

BIBLIOTECAS DEL SIGLO XVIII

En este siglo continúan abiertas las bibliotecas creadas en los siglos anteriores, aunque también se abren algunas nuevas como:

El British Museum, que a partir de 1793 pasó a denominarse British Library.
En Italia se crean dos grandes bibliotecas nacionales: la Biblioteca de Florencia y la Braidense de Milan.
En Portugal se inaugura una biblioteca nacional con el nombre de real.
En España las Sociedades Económicas de Amigos del País forman pequeñas bibliotecas al servicio del pueblo, que no incluían libros de teología ni en latín.
Además Felipe V crea en Madrid la Biblioteca Real. Aunque su colección de libros era pequeña, tuvo una gran influencia en la vida cultural madrileña y española, ya que animó a la lectura y favoreció que los bibliotecarios ayudaran en la creación de la Real Academia Española y de la Historia.
Se inician algunas de las bibliotecas universitarias de Estados Unidos que han llegado a ser notables, como las de Yale, Princeton y Columbia.
Ademas los colonos ingleses crean bibliotecas parroquiales y bibliotecas de sociedades por acciones, que daban derecho a sus propietarios a leer los libros de dichas bibliotecas. Entre ellas la Library Company of Philadelphia, fundada a propuesta de Benjamin Franklin.
En Paris destacan los gabinetes de lectura que ofrecían, por una cantidad determinada, asiento a los lectores de libros y periódicos. Este sistema se extendió a otros países europeos.

LA PRENSA EN EL SIGLO XVIII

Los primeros repertorios de noticias de aparición periódica aparecieron a finales del siglo XVI con motivo de las Ferias de Francfort. Pero es en el siglo XVIII cuando se desarrolla la prensa.

En este siglo las publicaciones periódicas mas destacadas son:

The Daily Courant (1702-1735), considerado el primer diario aparecido en Londres. Se especializó en la publicación de noticias sin comentarios.
Importantes periodistas ingleses de este siglo fueron los escritores Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe, y Jonathan Swift, que escribió los Viajes de Gulliver.
Journal de Paris, primer diario francés que nació en 1777. Llegó a la época de la Revolución Francesa, aunque sufrió varias suspensiones temporales.
La prensa alemana no destaco, aunque se desarrollaron modestas publicaciones en alguna ciudades, especialmente en Francfort, Hamburgo y Berlin. La prensa alemana estuvo sometida a frecuentes censuras.

En la España del siglo XVIII hay que mencionar que:

La Gaceta, que había surgido el siglo anterior, pasa a ser propiedad de la Corona Española en el año 1761.
En 1738 surge el Mercurio histórico y político de periodicidad mensual, que posteriormente pasaría a denominarse Mercurio de España. Fue creado por Salvador Mañer.
En 1737 aparece el Diario de los literatos de España, que tenía carácter trimestral y estaba especializado en las novedades literarias.
En 1787 Antonio Valladares funda el Seminario erudito, que seguía una linea editorial semejante a la del Diario de los literatos.
En 1792 se inicia el Diario de Barcelona, que ha durado casi dos siglos.


 

EL LIBRO EN EL SIGLO XIX


Se inicia este periodo con grandes cambios sociales que inciden en el mundo del libro: el comienzo de la desaparición del Antiguo Régimen, con las revoluciones americana y francesa, el surgimiento de la sociedad industrial y de la ideología liberal y la triple expansión de la riqueza, de la población y de la enseñanza.
La producción del libro se vio afectada por una mayor demanda de la población, que pedía un abaratamiento del producto. El libro dejó de ser instrumento al servicio de una minoría culta y poderosa. La introducción de máquinas automáticas, movidas por la fuerza del vapor en vez del esfuerzo humano, supuso una gran ayuda en el terreno cultural y económico.

Los cambios se iniciaron con la fabricación de la hoja continua de papel, invento de Nicolás Luis Robert, en 1798, en Francia, aunque por azares revolucionarios se empezó a producir en Inglaterra gracias a los hermanos Fourdrinier, y con la utilización mayoritaria de pasta de madera como materia prima, en vez de los trapos, que escaseaban.

El constante aumento de ventas del periódico londinense The Times reclamaba constantemente nuevos procedimientos de impresión para aligerar y abaratar el trabajo. La primera máquina de imprimir que dio buenos resultados fue la del alemán Friederich König (1774-1843), que construyó en Londres una máquina de vapor, totalmente automática, que sólo necesitaba dos hombres, uno para introducir la hoja en blanco y otro para retirar la impresa. La oposición no se hizo esperar entre los trabajadores, que temían por su puesto de trabajo, y entre los que defendían la calidad del producto. El constructor de máquinas de imprimir más importante de Francia en el XIX fue Hipólito Marinoni, que construyó en 1872 la primera rotativa francesa, que fue posible gracias al invento de la estereotipia que permitía hacer moldes de cartón de las obras.

Debido a la mayor capacidad de los periódicos para atraer a los lectores, se procuró facilitar la lectura de los libros colocando dos columnas de texto en cada hoja, o intercalando numerosas ilustraciones que resucitaron el grabado en madera con la nueva técnica de testa o madera de boj que recreó Thomas Bewick.

La litografía, o grabado en piedra, descubierta a finales del XVIII por el alemán Senefelder, es otro método de ilustrar muy característico del XIX. Se basa en el poder de la piedra calcárea para absorber sustancias orgánicas grasas, como la tinta, y en el del agua para repelerla. El fotograbado fue otro gran invento que permitía la reproducción de fotografías o texto en una plancha metálica.

El maquinismo también alcanzó la fundición de tipos y a la composición. Tras unos primeros prototipos, el alemán Mergenthaler ideó la linotipia, que permitía una rápida composición en líneas, y en 1887, el norteamericano Tolbert Lanston, fabricó su prototipo de monotipia que fundía las letras sueltas y ofrecía mayor rapidez en la composición.

El contenido del libro cambia radicalmente. La escritura ya no es mera conservación del pensamiento sino que pasa a ser el instrumento de difusión de la información reciente ante el rápido desarrollo de la ciencia. La política fue otra de las obsesiones del hombre decimonónico, con constantes luchas entre conservadores y liberales que hicieron correr ríos de tintas en la prensa principalmente. La prensa fue ganando lectores al libro hasta ocupar un primer puesto en la circulación de la información impresa. También apareció una literatura de aventuras, misterio, intriga y sentimental, canalizadas a través de los periódicos o novelas por entrega.

Se transforma, por consiguiente, la comercialización del libro. Cualquiera podía abrir una librería o financiar la edición de obras ajenas. Se destacó también la figura del editor sobre la del impresor.

Frente a esta mecanización, la casa Didot, en Francia, continúa en este siglo con el gusto por el libro bien impreso y lujoso. También se constituyeron asociaciones de bibliófilos para editar, generalmente obras clásicas, en buen papel y con buena tipografía.

El libro español.

El libro español, como sucedió en el resto de Europa, incorporó las grandes novedades traídas por el industrialismo y la mecanización, que abarataron los costes y facilitaron su adquisición a la creciente sociedad. Sin embargo, la pobreza del país y la inestabilidad política ante los sucesos históricos provocaron que la producción de libros españoles en este siglo fuera muy baja.
La presentación dieciochesca se mantuvo hasta el triunfo del romanticismo, que impuso su desbordada fantasía y su búsqueda de la sensibilidad. Se buscaba no sólo embellecer el libro sino intensificar el sentido de su mensaje. Se utilizaron tintas y papeles de colores, se mezclaron letras de distintos estilos en portadas y cabeceras y se recurrió mucho a la ilustración.
El primer puesto entre los ilustradores correspondió a los litógrafos. Entre ellos destacaron Parcerisa, Villaamil y Madrazo, que consiguió de Fernando VII un privilegio para la creación del Real Establecimiento Litográfico en 1825.
En España fue muy raro el editor puro en el XIX. Lo normal era que fuera también librero o impresor. Uno de los primeros libreros editores fue Mariano Cabrerizo (1785-1868), establecido en Valencia y que hizo fortuna con la publicación durante muchos años del Calendario para el antiguo reino de Valencia y de la Medicina curativa de Le Roy, de la que llegó a vender nada menos que 46.000 ejemplares.
También podemos encontrar una figura que se inscribe dentro de la tendencia de editores educadores, Antonio Bergnes de las Casas, catedrático de la Universidad de Barcelona, que realizó buenas traducciones y adaptaciones. En su imprenta trabajó Manuel Rivadeneyra, que trabajó mucho para conseguir dinero y editar lo más notable de nuestra literatura en la Biblioteca de Autores Españoles, la BAE.
Importado de Francia, tuvo mucho éxito el folletín o novela por entregas, entre cuyos notables cultivadores estaban los granadinos Manuel Fernández y González y Ramón Ortega y Frías. Muchas veces eran editadas en los propios periódicos, como La Iberia, El Heraldo y La Correspondencia, madrileños, o el Diario de Barcelona.
En la segunda mitad del siglo los editores catalanes consiguen acercarse a los madrileños. En 1860 se estableció como editor José Espasa, que asociado a su cuñado Manuel Salvat consiguieron hacer una gran editorial a base de obras monumentales y de medicina. Separados en 1897, sus negocios han pasado a ser, en manos de sus herederos, de los más importantes en la España del XX.
En Madrid la editorial más importante en el último tercio del siglo fue la de Saturnino Calleja, popular por sus colecciones de cuentos infantiles.
Fuera de Madrid y Barcelona, Valencia siguió ocupando el tercer puesto en el mundo de la edición. Destacar a la Editorial Sempere, famosa por sus obras de pensamiento avanzado y revolucionario (Nietshche, Marx, Renan y Darwin).
En la segunda parte de la centuria, los improvisados periódicos políticos cedieron su sitio a otros más modernos que también tenían espacios para los temas literarios, las noticias y los reportajes. Quizás el más importante fue El Imparcial, fundado en 1867 por Eduardo Gasset Artime, y en cuyo suplemento literario Los lunes del Imparcial, dirigido por José Ortega y Munilla, yerno de Gasset y padre del filósofo, colaboraron los grandes de la literatura española. Podemos citar también El Liberal, Heraldo de Madrid, de izquierdas, o en la extrema derecha El siglo futuro.

EL LIBRO EN EL SIGLO XX 

Si vimos en el capitulo anterior los grandes cambios que experimentó el libro durante el siglo XIX, en éste veremos que han sido aún mayores en el XX. Se ha producido una mayor mecanización en todos los procesos de fabricación y por tanto se han abaratado los costes y el producto. También ha habido un aumento desorbitante del número de títulos publicados y del de ejemplares de las tiradas, y han aparecido nuevas formas de comercialización buscando llegar a los cada vez más numerosos lectores. Además, han surgido nuevos soportes de la información, junto a los impresos, que gozan de gran popularidad como son los medios audiovisuales, elementos reprográficos tales como la microfotografía y la fotocopia -que está teniendo efectos perniciosos en la edición de los libros al ser más barata- y los ordenadores o computadoras.

ordenadorCon el avance del siglo la electrónica va desplazando a la mecánica y la tipografía tradicional va siendo sustituida por nuevos procedimientos como el heliograbado, el huecograbado y el offset. En la operación de la composición ha surgido la fotocomponedora con la que el texto mecanografiado se graba a través de una luz proyectada en él y que pasa la imagen a una película sensible.

La utilización del ordenador en la corrección de libros es grande gracias a las posibilidades de composición de textos que ofrece los word processors, pero mayormente por los sistemas de tratamiento electrónico de la comunicación que han ofrecido nuevas técnicas en el almacenamiento, búsqueda y difusión de la información. Estas son algunas de las respuestas al crecimiento desmesurado de la información en este siglo.

Las instituciones tradicionales de la difusión del libro: editorial, librería y biblioteca, se ven sustituidas por un ordenador con una terminal de entrada de datos y una memoria para guardarlos, un terminal de salida o visualizador y una línea transmisora entre ambos que puede ser el teléfono, un cable espacial, ondas magnéticas o satélites.

Entre los medios audiovisuales que tienen un puesto similar al del libro tenemos el cine, creado por los hermanos Lumiere, la radiodifusión, más rival de la prensa que del libro, y, competencia de ambos, la televisión, que ha ejercido una enorme atracción sobre la gente.

El gran desarrollo de la lectura ha sido favorecido por una serie de factores como la mayor renta de las personas o la tendencia de la población a concentrarse en las urbes, donde la gente tiene posibilidades de mejorar la calidad de vida. Resultado de ésto fue el desarrollo de la enseñanza, decisivo para la creación de lectores teóricos.

Los gobiernos de los países desarrollados también han dedicado gastos o inversiones para fomentar la educación y la cultura. En los países que no lo están esta tarea ha sido promovida por organismos internacionales, entre los que destaca la Unesco. En España la campaña contra el analfabetismo se inició en la década de los cincuenta y colaboraron la Dirección General de Enseñanza Primaria, la Comisaría de Extensión Cultural y el Ejército.

La Unesco es una institución de la ONU creada en 1946 para contribuir por medio de la educación, la ciencia y la cultura a asegurar la paz y el respeto universal a la justicia, a la ley y a los derechos y libertades fundamentales. Da orientaciones técnicas a los países, proporciona especialistas para crear bibliotecas, procura la libre circulación del libro y ha favorecido el surgimiento de editoriales. Así, el año 1972 fue declarado Año Internacional del Libro para convencer de los beneficios de la lectura y de la libertad de expresión. A pesar de esta política educativa el índice de analfabetismo en el mundo sigue siendo alto, Entre los últimos proyectos de la Unesco está la UNISIST para que todos compartan los conocimientos científicos y técnicos.

La producción mundial de libros ha crecido continuamente, pero también está desigualmente repartida. En la distribución por continentes, a Europa le corresponde un 55,1%, siendo Alemania e Inglaterra los países con mayor producción, a América un 21,3% (del cual el 16% es para Norteamérica), a Asia un 19,6% (siendo un 1% para los países árabes), a Oceanía un 1,5% y a África (excluidos los países árabes) un 1,9%.

Tenemos que hacer mención de las nuevas modalidades de producción y venta del libro que han aparecido durante este siglo. Son el libro de bolsillo, de pequeño formato y reducido precio por su fabricación mecanizada, con el que se han identificado los jóvenes lectores; el club del libro, nacido en los años veinte en EE.UU., en el que el editor se relaciona directamente con el lector por correo, y la simple venta por correo de objetos anunciados normalmente en la prensa.

España.

La industria editorial española ha adquirido un fuerte desarrollo a lo largo del siglo XX. Esto ha sido debido a la iniciativa de editores emprendedores y a una correcta política del libro. Entre los editores más significativos de la primera década, tenemos al escritor cubano Eduardo Zamacois que se inició con el editor catalán Ramón Sopena y que tuvo mucho éxito con sus colecciones El Cuento Semanal, a 30 céntimos, y Los Contemporáneos. La Biblioteca Renacimiento, fundada en 1910 por Victorino Prieto prestó un gran servicio a la literatura española. En 1916 aparecía la editorial Calpe que en 1925 se fundió con la catalana Hijos de José Espasa y adquirieron La Lectura.

José Ortega y Gasset fue un personaje preocupado por la educación y cultura de los españoles y, además de sus artículos y libros, creó en los años veinte la revista y editorial La Revista de Occidente. Los hermanos Baner fundaron la CIAP, Compañía Ibero Americana de Publicaciones, de la que pusieron al frente a Pedro Sáinz Rodríguez, catedrático de bibliología. Manuel Aguilar creó las colecciones Obras eternas, Joya y Crisol. Al acabar la dictadura de Primo de Rivera, a finales de los treinta, inician su actividad varias editoriales con inquietudes políticas: Ediciones Oriente, Historia Nueva, Ediciones Ulises, Editorial España y Cenit; surgió la editorial Labor.

Tras la guerra civil, en los años cuarenta, nació la BAC, Biblioteca de Autores Cristianos, de la Editorial Católica. Se inició la Editorial Gredos, en Barcelona Ediciones Destino, José Janés se hizo cargo de la Editorial Plaza y tomó Plaza y Janés, Luis de Caralt, Juventud, Noguer y Planeta. Luego nacieron Seix Barral, Anaya y Santillana, Cátedra y Pirámides, Tecnos, Taurus, Alfaguara, Alianza Editorial...

La rápida fabricación del libro conseguida con las máquinas automáticas y el prodigioso progreso científico y técnico han acrecentado enormemente los fondos de las bibliotecas y han transformado su organización. Ha dejado de ser un mero almacenamiento de tesoros bibliográficos y libros para eruditos y ha sido necesario inventar clasificaciones bibliográficas universales para dividir y subdividir las ramas del saber y facilitar el trabajo a los estudiosos. También se han diversificado los tipos de bibliotecas. La cantidad de información ha provocado la existencia de la actividad de la Documentación, junto a la Bibliografía, que selecciona y sistematiza los escritos sobre una materia. La automatización es la ayuda que posibilita esta ingente labor.

Ante el desarrollo de las nuevas técnicas, al libro se le critica de ser un medio lento en su aparición y difusión y de ocupar demasiado espacio. Algunos auguran que la tipografía de Gutenberg se encuentra en su fase crepuscular. 



Samuel Luchtmans



Luchtmans, Samuel (1685-1757) – Países Bajos

Emblema:

Tuta sub aegide Pallas (Todo está protegido por Pallas Athenea).

 


Biografía.

Era un librero y una impresora en la ciudad  holandesa de Leiden. Samuel fue el único hijo de Jordan Luchtmans , que es considerado como el fundador de la todavía basada en Leiden editorial Brill. Samuel visitó la escuela y terminó sus estudios con una conferencia titulada literarum utilitate en Mercatura (la utilidad del estudio del comercio). Después de la muerte de Samuel Jordan en 1708 continuó la empresa. Samuel se casó como su padre con una furgoneta Musschenbroek , otra familia de éxito Leiden (empresarios), que desde el final del siglo XVII fue en parte familiarizado con un taller especializado en instrumentos científicos. Cornelia (1699 - 1784) tuvo dos hijos, Samuel y John

En 1720 Samuel comenzó junto a la casa librería y editorial también tiene sus propias imprentas. El negocio iba bien y en agosto de 1730 también recibió el contrato como la ciudad más ocupados y typographus ACADEMIAE. Ocupó cargos importantes en el clan: El 1 de enero 1714 se convirtió en capitán y posteriormente manta

El 31 de diciembre de 1755, se encargó a la empresa a sus dos hijos. Murió el 13 de enero de 1757



.

Su retrato, por Deckers litografiado en una pintura de Van der Meij, con su firma y el lema conservado en una hoja impresa en blanco titulado:  Die Büchhändler-Familie Luchtmans in Leyden 
En 1771 Cornelia compró la finca Haagwijk el Hoge Rijndijk . Después de su muerte en 1784 su hijo Juan heredó la propiedad.





Nota

Luchtmans fue una editorial, librería e imprenta que existió como empresa familiar en la ciudad holandesa de Leiden desde 1683 hasta 1848, y fue continuada por la editorial Brill , que todavía se encuentra allí .

Historia 

La línea familiar de la familia Luchtmans comienza con Jordaan Luchtmans que vivió en Woudenberg y murió allí después de 1650. Su nieto Jordaan (1652-1708) se instaló en Leiden en 1683 como impresor de libros y librero y, al hacerlo, se convirtió en el fundador de la empresa familiar, que después de ser 'adquirida' por la familia Brill todavía existe como editorial Koninklijke Brill. NV . En 1918, la familia Luchtmans se incluyó en la obra de referencia genealógica Patriciaat de Nederland .

Jordaan Luchtmans (1683-1708) 

Jordaan Luchtmansfueron los primeros Luchtmans en el comercio de las librerías. Después de sus primeros años en La Haya, fue aprendiz de los hermanos libreros Gaesbeeck en Leiden. El 17 de mayo de 1683 se registró de forma independiente como librero en el gremio del libro de Leiden. Jordaan se instaló en el edificio Rapenburg 69B cerca de la Universidad de Leiden, que utilizó como tienda y residencia. En ese momento, casi todas las librerías y editoriales estaban ubicadas en esta área, porque la universidad tenía una gran demanda de publicaciones científicas y había académicos que querían publicar su trabajo. En ese momento, Luchtmans ya estaba especializado en libros lingüísticos y teológicos, al igual que el actual 'Brill'. Esa fue una combinación lógica porque el estudio de la Biblia se basó en fuentes del Medio Oriente, como arameo, hebreo, pero también griego. Jordaan era comerciante y editor. Entre 1683 y 1708 publicó un total de unas 170 obras, de las cuales unas 120 son científicas.

Samuel Luchtmans (1708-1757) 

Jordaan Luchtmans fue el único hijo que continuó con la empresa cuando su padre murió en 1757. En 1720, Samuel comenzó su propio negocio de impresión de libros además de la librería y la editorial. El negocio fue bien y en agosto de 1730 también se le adjudicó el contrato como impresor de la ciudad y Academiae Typographus . Cumplió importantes funciones en el gremio: el 1 de enero de 1714 se convirtió en cacique y luego en decano.

Samuel Luchtmans (II) y Johannes Luchtmans (1755-1809) 

Jordaan Luchtmans entregó la firma a sus dos hijos Samuel y Johannes Luchtmans el 31 de diciembre de 1755 . El negocio siguió desarrollándose de forma próspera. Los hermanos consiguieron el contrato de impresores urbanos y universitarios e hicieron varios viajes de negocios a Alemania, Inglaterra y Francia. Sus contactos internacionales se extendieron a Constantinopla y América. Samuel, que se encontraba mal de salud, murió el 18 de septiembre de 1780, después de lo cual Johannes continuó con el negocio.

Samuel Luchtmans (III) (1809-1812) 

Samuel Samuelszn. Se había incorporado a la firma después de sus estudios, que había continuado con su tío Johannes Luchtmans desde la muerte de su padre en 1780. Sin embargo, Samuel estaba más interesado en puestos en la administración pública de la ciudad de Leiden y dejó la gestión en gran parte a Johannes. Cuando su tío Johannes murió en 1809, Samuel continuó con la empresa solo durante otros tres años hasta su muerte en 1812.

Johannes Brill (1812-1821) 

La firma Luchtmans pasó en la línea femenina a Johannes Bodel Nijenhuis, hijo de Magdalena Henriëtta Luchtmans (1769-1799), hija de Johannes Luchtmans. Estuvo casada con el médico Everhardus Bodel Nijenhuis (1765-1816). Como Johannes Bodel Nijenhuis aún era estudiante, el director Johannes Brill (1767-1859), que ya había sido designado en 1802, retuvo la dirección del día a día.

Johannes Bodel Nijenhuis (1821-1848) 

En 1821, Johannes Bodel Nijenhuis se incorporó a la dirección de la empresa. En la práctica, Johannes Brill se mantuvo a cargo de la gestión diaria. Bodel Nijenhuis editó varios libros y compiló muchos catálogos de ventas. Estaba muy interesado en los mapas (y todo lo relacionado con ellos) y acumuló una gran colección. En 1848 los dos Johannessen decidieron retirarse y se buscó un comprador.

 





La editorial Brill, también conocida como E. J. Brill, Brill Academic Publishers o Koninklijke Brill (siendo este último nombre el original en neerlandés), es una editora académica internacional fundada en 1683 en Leiden, Países Bajos, con el nombre Luchtmans. Con sedes en Leiden y Boston (Estados Unidos), Brill publica actualmente más de cien revistas científicas y cerca de 600 nuevos libros y obras de referencia cada año. Además, Brill suministra a investigadores de ciencias sociales y humanas fuentes primarias online y en microfilme, bajo la marca IDC Publishers.


 




El ducado de Buccleuch fue creado en la nobleza de Escocia, en 1663, para James Scott, duque de Monmouth (hijo ilegítimo del rey Carlos II de Inglaterra) y su esposa, Anne Scott, 4.ª condesa de Buccleuch.

El  ducado de Queensberry fue creado en la nobleza de Escocia el 3 de febrero de 1684 para el primer marqués de Queensberry. En 1810, cuando el  ducado fue heredado por el tercer duque de Buccleuch . Desde entonces, el título de duque de Queensberry lo ostentan los duques de Buccleuch.

Los títulos subsidiarios del ducado de Buccleuch son: Conde de Buccleuch, Conde de Dalkeith, Lord Scott de Buccleuch, Lord Scott de Whitchester y Eskdaill (todos ellos en la nobleza de Escocia). 

Además posee los títulos subsidiarios del Ducado de Queensberry, que son: Marqués de Dumfriesshire, Conde de Drumlanrig y Sanquhar, Vizconde de Nith, Tortholwald y Ross y Lord Douglas de Kilmount, Middlebie y Dornock (todos en la nobleza de Escocia).

El duque de Buccleuch es el jefe hereditario del clan Scott.

El actuales duques de Buccleuch, es uno de los mayores propietarios privados de tierras en Escocia con unos 200.000 acres (más de 80.000 hectáreas) y presidente del Buccleuch Group, un holding con intereses en propiedades comerciales. asuntos rurales, alimentos y bebidas. El título proviene originalmente de una explotación en Scottish Borders, cerca de Selkirk.

Los asientos familiares son: Bowhill House, a tres millas de Selkirk, que representa la línea Scott; Castillo de Drumlanrig en Dumfries y Galloway, que representa la línea Douglas; y Boughton House en Northamptonshire, Inglaterra, en representación de la línea Montagu.
 
Estas tres casas todavía las habita la familia y también están abiertas al público. La familia también es propietaria del Palacio Dalkeith en Midlothian, que está alquilado, y ha sido propietaria de varias otras casas de campo y castillos en el pasado. Su residencia histórica en Londres fue Montagu House, Whitehall, ahora demolida y reemplazada por el Ministerio de Defensa.


Apellido de la Familia: 

Montagu Douglas Scott., o simplemente Scott, es el apellido de una familia aristocrática del Reino Unido , fundada inicialmente en el siglo XV como Clan Scott . En el siglo XVII, James Scott, primer duque de Monmouth , hijo mayor ilegítimo de Carlos II, rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda , que lideraría la rebelión de Monmouth, se casó con Anne Scott, primera duquesa de Buccleuch . 
El apellido fue brevemente Montagu-Scott , antes de que el quinto duque adoptara su forma actual. Es una de las pocas familias en el mundo de habla inglesa que tiene un apellido compuesto de tres apellidos simple sin guiones.



Linaje.

El origen sustancial de la casa ducal escocesa de Buccleuch se remonta a las grandes concesiones de tierras en Escocia a Sir Walter Scott de Kirkurd y Buccleuch, un jefe fronterizo, por parte del rey Jaime II, como consecuencia de la caída de la Octavo conde de Douglas (1452), pero la familia remonta su ascendencia a Sir Richard le Scott (1240-1285). Sir Walter Scott de Branxholme y Buccleuch (fallecido en 1552) se distinguió en la batalla de Pinkie Cleugh (1547). Su bisnieto, Sir Walter, fue nombrado Lord Scott de Buccleuch en 1606.

Barones feudales de Buccleuch (1488)

David Scott, 1r Barón de Buccleuch (m. 1491 / 2)
Walter Scott, 2º Barón de Buccleuch (m. 1504)
Walter Scott de Branxholme y Buccleuch , 3r Barón de Buccleuch (m. 1552)
Walter Scott, 4º Barón de Buccleuch (1549-1574)
Walter Scott, 5º Barón de Buccleuch (1565-1611), fue creado Lord Scott de Buccleuch en 1606

Lords Scott de Buccleuch (1606)

Walter Scott, 1r Lord Scott de Buccleuch (1565-1611)
Walter Scott, 2º Lord Scott de Buccleuch (m. 1633), fue nombrado Conde de Buccleuch en 1619

Condes de Buccleuch (1619)

Otros títulos: Lord Scott de Buccleucht (1606) y Lord Scott de Whitchester y Eskdaill (1619)

Walter Scott, 1r conde de Buccleuch (d. 1633)
Francis Scott, 2º conde de Buccleuch (1626-1651)
Mary Scott, 3ª condesa de Buccleuch (1647-1661)
Anne Scott, 4ª condesa de Buccleuch (1651-1732), fue creada duquesa de Buccleuch en 1663.

Duques de Buccleuch, primera creación (1663)

Otros títulos: Duque de Monmouth y Conde de Doncaster, en el condado de York (1663), Conde de Dalkeith (1663), Barón Scott de Tindale, en el condado de Northumberland (1663) y Lord Scott de Whitchester y Eskdale ( 1663)
James Scott, 1r Duque de Monmouth, 1r Duque de Buccleuch (1649-1685), fue ejecutado por la Rebelión Monmouth y perdió sus honores.
Duques de Buccleuch, segunda creación (1663)


Otros títulos: Conde de Buccleuch (1619), Conde de Doncaster, en el condado de York (1663, restaurado 1743), conde de Dalkeith (1663), Lord Scott de Buccleuch (1606), Barón Scott de Whitchester y Eskdaill (1619 ), Barón Scott de Tindall, en el condado de Northumberland (1663, restaurado 1743) y Lord Scott de Whitchester y Eskdale (1663)

Anne Scott, 1ª duquesa de Buccleuch (1651-1732)

Francis Scott, 2º duque de Buccleuch (1695-1751)

Otros títulos (a partir del 3r Duque): Duque de Queensberry y Marqués de Dumfriesshire (1684), Conde de Drumlanrig y Sanquhar, Vizconde de Nith, Tortholwald y Ross y lord Douglas de Kilmount, Middlebie y Dornock (1682)

Henry Scott, 3r duque de Buccleuch, 5º duque de Queensberry (1746-1812)

Charles Montagu-Scott, 4º duque de Buccleuch, 6º duque de Queensberry (1772-1819)

Walter Montagu Douglas Scott, 5º duque de Buccleuch, 7º duque de Queensberry (1806-1884)

William Montagu Douglas Scott, 6º duque de Buccleuch, 8º duque de Queensberry (1831-1914)

John Montagu Douglas Scott, 7º duque de Buccleuch, 9º duque de Queensberry (1864-1935)

Walter Montagu Douglas Scott, 8º duque de Buccleuch, 10º duque de Queensberry (1894-1973)

John Scott, 9º duque de Buccleuch, 11º duque de Queensberry (1923-2007)

Richard Scott, 10º duque de Buccleuch, 12º duque de Queensberry (n. 1954)

Heredero: Walter Scott, conde de Dalkeith (n. 1984), hijo mayor del 10º duque.

 




Quarterly: 1st grandquarter for the Earldom of Doncaster:; 2nd grandquarter for the Dukedom of Argyll: (Campbell); (Lorne);  3rd grandquarter for the Dukedom of Queensberry: (Douglas); (Mar); 4th grandquarter for the Dukedom of Montagu: (Montagu)(Monthermer);  (Churchill); (Brudenell)over the grandquarters at the fess point an Inescutcheon (Scott).



Earldom of Doncaster.

El ducado de Buccleuch.
Quarterly, 1st and 4th, Ermine, on a Pile gules three Lions passant guardant or; 2nd and 3rd: Or, within a double Tressure flory counterflory gules, on an Inescutcheon azure, three Fleurs-de-Lys gold. Crest: Upon a Chapeau gules turned up ermine, a Dragon passant or gorged with a Crown having a Chain gules. Supporters: Dexter, a Unicorn argent, armed, maned and unguled or, gorged with a Crown having a Chain gules affixed thereto: Sinister, a Hart argent, attired and unguled or, gorged with a Crown having a Chain gules affixed thereto.
Esta versión de las armas, que consistía en una reorganización creativa de las Armas Reales, generó numerosas quejas ya que no incluía ningún marcador que indicara su ilegitimidad, y comenzaron a extenderse rumores de que Carlos podría intentar legitimar a James.

El primer escudo de armas de James Scott fue concedido inicialmente en 1663 al mismo tiempo que fue creado duque de Monmouth.


the Arms of King Charles II debruised by a baton sinister Argent; An inescutcheon of Scott was added on top: Or, on a Bend azure a Mullet of six points between two Crescents of the field. 

Segundo escudo de Armas: Para mostrar la importancia del matrimonio de James con Anne Scott , con la que se había casado poco después de recibir sus armas originales. Se conservaron el escudo y los seguidores de sus brazos anteriores.



Ducado of Argyll.


Quarterly, 1st & 4th: Gyronny of eight or and sable (Campbell); 2nd & 3rd: Argent, a lymphad or ancient galley sails furled flags and pennants flying gules and oars in action sable (Lorne)


 Marques  de Queensberry

Arms. Quarterly:  1st and 4th, Argent a Human Heart Gules imperially crowned proper on a Chief Azure three Mullets of the field (Douglas);  2nd and 3rd, Azure a Bend between six Cross Crosslets fitchée Or (Mar), the whole within a Bordure of the last charged with a Double Tressure flory counter-flory of the second. 


Dukedom of Montagu.



 Quarterly, 1st: Argent three Fusils conjoined in fess Gules a Bordure Sable (Montagu); 2nd: Or an Eagle displayed Vert beaked and membered Gules (Monthermer); 3rd: Sable a Lion rampant Argent on a Canton of the last a Cross Gules (Churchill); 4th: Argent a Chevron Gules between three Caps of Maintenance their fronts turned to the sinister Azure furred Ermine (Brudenell)


El título de duque de Montagu se ha creado dos veces, en primer lugar para la familia Montagu de Boughton, Northamptonshire, y en segundo lugar para la familia Brudenell, condes de Cardigan. Fue creado por primera vez en la nobleza de Inglaterra en 1705 para Ralph Montagu, tercer barón Montagu de Boughton , con el título subsidiario de Marqués de Monthermer, pero se extinguió en 1749. El primer duque había sido creado conde de Montagu y vizconde de Monthermer en 1689. Luego, el Ducado fue recreado en la nobleza de Gran Bretaña en 1766 (junto con el título subsidiario de Marqués de Monthermer ) para el yerno del difunto duque, George Brudenell, cuarto conde de Cardigan , quien adoptó el apellido de Montagu. 
A su muerte en 1790, el ducado y el marquesado se extinguieron por segunda vez, pero el condado pasó a su hermano, James Brudenell, quinto conde de Cardigan.



Ancestral Scott arms: Or on a bend azure a mullet of six points between two crescents of the field'


 

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