Las Flores del mal es considerada una de las obras más importantes de la poesía moderna, imprimiendo una estética nueva, donde la belleza y lo sublime surgen, a través del lenguaje poético, de la realidad más trivial, aspecto que ejerció una influencia considerable en poetas como Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé o Arthur Rimbaud. Título El libro debió llamarse en principio Los limbos o Las lesbianas, pues la intención primitiva era la de escribir un libro sobre los pecados capitales; aunque Baudelaire renunció a ello siguiendo los consejos de un amigo. Dicho libro fue catalogado de inmoral ya que exaltaba el goce de la vida y de las pasiones.
Estructuras A lo largo de toda la obra, Baudelaire juega sobre las correspondencias verticales y horizontales que más adelante inspirarán a otros muchos poetas, toda su obra se construye como un itinerario moral, espiritual y físico. Baudelaire divide el libro en siete partes, introducidas por el famoso poema Al lector: Esplín e ideal, Cuadros parisinos, El vino, Flores del mal y Rebelión, con una conclusión final: La muerte. Esta obsesión de que no consideraran su libro como una mera recopilación de poemas, si no como un «libro» con principio y fin, en el que todos los poemas se subordinaba general rigurosa, influirá desde poetas como Stéphane Mallarmé hasta Jorge Guillén, en su obra Aire nuestro, y dará lugar a una serie de investigaciones sobre la posible asociación numerológica o astrológica y hasta con paralelismo con la Divina comedia.
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Esplín e Ideal (Spleen et idéal) La primera parte del libro abarca los 85 primeros poemas, desde Bendición (Bénédiction) hasta El Reloj (L'horloge). El título del poema El Reloj, pertenece a la obra España de Gautier, y está ampliamente imitado por Baudelaire. Presenta diversas formas de salvación, liberación y huida del mundo: la belleza, el arte, la poesía, la muerte y más adelante el amor y el erotismo, donde se recogen poemas dedicados a sucesivas amantes a lo largo del tiempo. Tras haber comprobado el fracaso de estas formas de ideal, nos encontramos con el Spleen (vocablo adoptado por la anglomanía de la época), o el hastío, el tedio ante el tiempo y su repetición. |
Cuadros parisinos (Tableaux parisiens) Desde el poema 86 Paisaje (Paysage) hasta el 103 Crepúsculo Matutino (Le crépuscule du matin). En la edición de 1857, esta parte del libro no constituía un capítulo separado, sino que era un segundo intento de huida perteneciente a Spleen e Ideal, pero a través de la ciudad de París, donde se plantea y reivindica la detestable ciudad de París -el Spleen de París- abriéndose camino a un hipotético Ideal de París. El poeta lo fabricó con diez textos de la primera parte y con diversos poemas editados en los periódicos entre 1857 y 1861. |
Condena por la publicación del libro en 1857. El 20 de agosto de 1857 es acusado de ultraje a la moral pública, por lo que se ve obligado a quitar seis de sus poemas. Hemos de tener en cuenta que Baudelaire, a raíz de esta condena, se decide a cultivar otro género literario que él califica «más peligroso todavía que el poema en verso», el poema en prosa, del que nacerán Los pequeños poemas en prosa, o Spleen de París. La condena por la publicación de las Flores del mal es un caso controversial. Muchos de los poemas aparecidos en este libro ya los había publicado Baudelaire en diversos periódicos sin penalización alguna. Pero la contradicción reside en la política ambigua contra ciertos escritores durante el gobierno de Napoleón III. En un principio la multa fue de 300 francos, reducida luego por la emperatriz a 50 francos, cuando por la publicación de los mil cien ejemplares de las Flores del Mal cobró una octava parte del precio de catálogo, o 25 céntimos (el doble que por la traducción de cinco volúmenes de Edgar Allan Poe, que hizo entre 1856 y 1865): lo que se resume a un cobro de 275 francos menos la multa inicial reducida a 50. Además del cobro de 2500 francos -sueldo medio anual de un funcionario- de ayuda a la creación literaria, o el subsidio por enfermedad (la sífilis, de la que moriría en 1867 y que le mantendría durante su último año de vida bajo los síntomas de afasia y hemiplejía) para sufragar los gastos de la clínica en París. Este doble papel de la autoridad quería mantener la imagen de mártir de sus literatos, sin afectarlos directamente, circunstancia ésta que no destacan sus hagiógrafos. El decimonono poema de este libro, La Giganta (La Géante), inspiró al cineasta Philippe Ramos en su película Capitán Achab, y ayudaría a caracterizar a la ballena Moby Dick. |
Charles Baudelaire. (París, 1821 - 1867) Poeta francés, uno de los máximos exponentes del simbolismo, considerado a menudo el iniciador de la poesía moderna. Hijo del ex sacerdote Joseph-François Baudelaire y de Caroline Dufayis, nació en París el 9 de abril de 1821. Su padre murió el 10 de febrero de 1827 y su madre se casó al año siguiente con el militar Jacques Aupick; Baudelaire nunca aceptó a su padrastro, y los conflictos familiares se transformaron en una constante de su infancia y adolescencia. En 1831 se trasladó junto a su familia a Lyon y en 1832 ingresó en el Colegio Real, donde estudió hasta 1836, año en que regresaron a París. Continuó sus estudios en el Liceo Louis-le-Grand y fue expulsado por indisciplina en 1839. Más tarde se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de París, y se introdujo en la vida bohemia, conociendo a autores como Gérard de Nerval y Honoré de Balzac, y a poetas jóvenes del Barrio Latino. En esa época de diversión también conoció a Sarah "Louchette", prostituta que inspiró algunos de sus poemas y le contagió la sífilis, enfermedad que años más tarde terminaría con su vida. Su padre adoptivo, el comandante Aupick, descontento con la vida liberal y a menudo libertina que llevaba el joven Baudelaire, lo envió a un largo viaje con el objeto de alejarlo de sus nuevos hábitos. Embarcó el 9 de junio de 1841 rumbo a la India, pero luego de una escala en la isla Mauricio, regresó a Francia, se instaló de nuevo en la capital y volvió a sus antiguas costumbres desordenadas. Siguió frecuentando los círculos literarios y artísticos y escandalizó a todo París con sus relaciones con Jeanne Duval, la hermosa mulata que le inspiraría algunas de sus más brillantes y controvertidas poesías. Como ya era mayor de edad, reclamó la herencia paterna, pero su vida de dandy le hizo dilapidar la mitad de su herencia, lo que indujo a sus padres a convocar un consejo de familia para imponerle un tutor judicial que controlara sus bienes. El 21 de septiembre de 1844 la familia designó un notario para administrar su patrimonio y le asignó una pequeña renta mensual, situación que profundizó sus conflictos familiares. A principios de 1845 empezó a consumir hachís y se dedicó a la crítica de arte, publicando Le Salon de 1845, un ensayo elogioso sobre la obra de pintores como Delacroix y Manet, entonces todavía muy discutidos. Ante los primeros síntomas de la sífilis y en medio de una fuerte crisis afectiva, intentó suicidarse el 30 de junio de ese año. Más tarde publicó Le Salon de 1846 y colaboró en revistas con artículos y poemas. Buena muestra de su trabajo como crítico son sus Curiosidades estéticas, recopilación póstuma de sus apreciaciones acerca de los salones, al igual que El arte romántico (1868), obra que reunió todos sus trabajos de crítica literaria. Fue además pionero en el campo de la crítica musical, donde destaca sobre todo la opinión favorable que le mereció la obra de Wagner, que consideraba como la síntesis de un arte nuevo. En literatura, los autores E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, del que realizó numerosas traducciones (todavía las únicas existentes en francés), alcanzaban, también según Baudelaire, esta síntesis vanguardista; la misma que persiguió él mismo en La Fanfarlo (1847), su única novela, y en sus distintos esbozos de obras teatrales. Comprometido por su participación en la revolución de 1848, la publicación de Las flores del mal, en 1857, acabó de desatar la violenta polémica que se creó en torno a su persona. El 30 de diciembre de 1856, Baudelaire había vendido al editor Poulet-Malassis un conjunto de poemas, trabajados minuciosamente durante ocho años, bajo el título de Las flores del mal, que constituyó su principal obra y marcó un hito en la poesía francesa. El poemario se presentó el 25 de junio de 1857 y provocó escándalo entre algunos críticos. Gustave Bourdin, en la edición de Le Figaro del 5 de julio, lo consideró un libro "lleno de monstruosidades", y once días después la justicia ordenó el secuestro de la edición y el proceso al autor y al editor, quienes el 20 de agosto comparecieron ante la Sala Sexta del Tribunal del Sena bajo el cargo de «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres». Sin embargo, ni la orden de suprimir seis de los poemas del volumen ni la multa de trescientos francos que le fue impuesta impidieron la reedición de la obra en 1861. En esta nueva versión aparecieron, además, unos treinta y cinco textos inéditos. Precedido de una dedicatoria en verso "Au Lecteur", desconcertante y penetrante apóstrofe, Las flores del mal está dividido en seis secciones: Spleen e Ideal, Cuadros parisienses, El vino, Flores del mal, Rebeldía y La muerte. En esta subdivisión ha querido verse la intención del autor de dar a la obra casi el riguroso dibujo de un poema que ilustrase la historia de un alma en sus sucesivas manifestaciones. Así, el espectáculo de la realidad y el resultado de las múltiples experiencias (que proporcionaron el terna a las poesías de la primera y de la segunda secciones) seguramente llevaron al poeta a una desolada angustia, que en vano busca consuelo en los "paraísos artificiales", en la embriaguez; después, a una nueva reflexión sobre el mal con sus perversos atractivos y su desesperado horror, de donde se origina un desesperado grito de rebelión contra el mismo orden de la creación; y, finalmente, el extremo refugio de la muerte. Sin embargo, aunque puedan reconocerse las etapas de su drama personal e incluso las anécdotas biográficas (sus amantes: Jeanne Duval, Madame Sabatier, Marie Daubrun), este diseño ideal debe entenderse solamente en su valor simbólico, no como una sucesión propiamente "histórica" de fases sucesivas. El mismo año de la publicación de Las flores del mal, e insistiendo en la misma materia, Baudelaire emprendió la creación de los Pequeños poemas en prosa, editados en versión íntegra en 1869 (en 1864, Le Figaro había publicado algunos textos bajo el título de El spleen de París). En esta época también vieron la luz los Paraísos artificiales (1858-1860), en los cuales se percibe una notable influencia de Thomas de Quincey; el estudio Richard Wagner et Tannhäuser à Paris, aparecido en la Revue européenne en 1861; y El pintor de la vida moderna, un artículo sobre Constantin Guys publicado por Le Figaro en 1863. Pronunció una serie de conferencias en Bélgica (1864), adonde viajó con la intención de publicar sus obras completas, aunque el proyecto naufragó muy pronto por falta de editor, lo que lo desanimó sensiblemente en los meses siguientes. La sífilis que padecía le causó un primer conato de parálisis (1865), y los síntomas de afasia y hemiplejía, que arrastraría hasta su muerte, aparecieron con violencia en marzo de 1866, cuando sufrió un ataque en la iglesia de Saint Loup de Namur. Trasladado urgentemente por su madre a una clínica de París, permaneció sin habla pero lúcido hasta su fallecimiento, en agosto del año siguiente. Su epistolario se publicó en 1872, los Journaux intimes (que incluyen Cohetes y Mi corazón al desnudo), en 1909; y la primera edición de sus obras completas, en 1939. Charles Baudelaire es considerado el padre, o, mejor dicho, el gran profeta, de la poesía moderna. |
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La literatura francesa.
La literatura francesa se refiere a la literatura escrita en francés por ciudadanos franceses, y forma parte de la literatura francófona. Esta última (la literatura francófona) incluye toda la literatura en francés, realizada por ciudadanos tanto de Francia como de otros países como Bélgica, Suiza, Canadá o de las antiguas colonias francesas. La literatura de Francia abarca la literatura francesa y la de otros idiomas de Francia. Introducción La lengua francesa es el resultado de la fusión entre diversas lenguas de oïl, cuya forma predominante fue progresivamente impuesta desde la sede del poder institucional, la Isla de Francia, que le dio su nombre. Tiene una amalgama de orígenes entre los que se destacan el romano, el germánico, el celta y varias lenguas regionales. El idioma francés por sí mismo, se puede considerar como una forma moderna del latín vulgar. La literatura francesa nace en el siglo ix, con los primeros escritos en lengua romance. Su importante producción a lo largo de los siglos ha dado lugar a la creación de nuevos movimientos literarios y artísticos, cuya poderosa influencia sobre otras literaturas le hace ocupar una preeminente posición en la literatura universal. Edad Media
El primer texto en francés son los Juramentos de Estrasburgo, del siglo ix, si bien el primer texto inequívocamente literario es la Secuencia de Santa Eulalia, del mismo siglo. No obstante, hay que esperar a comienzos del siglo xi para encontrar una producción literaria sistemática escrita en francés medieval. Es una de las más antiguas literaturas vernáculas de Europa occidental y se convirtió en una fuente clave de temas literarios en la Edad Media a lo largo de todo el continente. Tres grandes manifestaciones literarias encuentran su origen en la Francia del siglo xii: el cantar de gesta, la lírica trovadoresca y el poema caballeresco. Los cantares de gesta tienen su origen en la tradición guerrera anterior. Eran poemas épicos sobre hazañas de héroes famosos, que se cantaba por juglares que iban recorriendo plazas y castillos. Su texto más importante es la Canción de Roldán, en el que pueden verse los rasgos distintivos de este tipo de poesía épica en Francia: abunda lo desmesurado, lo maravilloso y la idealización, tanto de hechos como de personajes. La lírica que crearon los trovadores obedecía más bien a un nuevo ideal de vida cortesana. Es obra de trovadores cortesanos, poetas que componen verso y música en un estilo cuidado; utilizan el occitano. Su tema favorito es el amor cortés, con idealización de la dama. Existieron diversos géneros: el sirventés, la tensó, la pastorela, aunque el más cultivado fue la cansó. Se considera a Guillermo de Poitiers, Duque de Aquitania, como su iniciador; el más destacado de los trovadores fue Bernart de Ventadorn, poeta de la reina Leonor de Aquitania; otros: Arnaut Daniel, Marcabrú (trovador) y Bertran de Born. Para cuando las refinadas cortes provenzales desaparecieron con motivo de la cruzada albigense, este modelo de poesía se había difundido por toda Europa. Por su parte, los poemas caballerescos o roman courtois surgieron de las cortes del norte de Francia. Eran relatos en verso sobre el amor cortés, temas de la antigüedad (como la historia de Alejandro Magno) y, sobre todo, los mitos celtas de la Bretaña: Tristán e Isolda, los Caballeros de la Mesa Redonda o Perceval. El autor más celebrado fue Chrétien de Troyes, con sus obras dedicadas a Perceval y Lancelot. De Francia, este género irradió al resto del continente. Al opuesto del "roman courtois" se sitúan los poemas del poeta Rutebeuf, del siglo xiii, que fue uno de los primeros en reflejar las dificultades de la vida del hombre común, y en crear poemas polémicos y satíricos contra los poderosos de la época. En la Baja Edad Media se comienza a sentir el influjo de las clases urbanas, recurriéndose a temas y géneros más próximos a la naciente burguesía, por lo que se le dio el nombre de "literatura burguesa". Cabe citar dos largos poemas: el Roman de la Rose, de Guillaume de Lorris, y el Roman de Renart, de carácter satírico. De esta época datan los fabliaux, divertidos cuentos en verso en un estilo realista. De este momento es la primera gran figura de la poesía francesa, François Villon, extraordinario poeta, que relata en sus versos con sinceridad y emoción su vida miserable y desordenada; de su obra se recuerda sobre todo el El Testamento (o Gran Testamento) (1461), que refleja el pesar de haber malgastado su juventud y el horror a la muerte. La Guerra de los Cien Años alimentó el género de la crónica histórica, ilustrada por el cronista Jean Froissart y el poeta Eustache Deschamps. Se considera que la prominencia europea de la literatura francesa quedó eclipsada en parte por la literatura vernácula en Italia en el siglo xiv. De esta época se conservan piezas de teatro religioso, generalmente clasificado en misterios (si eran piezas sobre la Navidad o la Pasión), Milagros (relatando intervenciones maravillosas de la Virgen o los Santos) y Moralidades (de carácter más satírico, con personajes alegóricos como el Vicio o la Fe). Junto a él, surge en el siglo xiv un teatro profano de farsas, basadas en la aguda observación de la psicología humana, dándole un tratamiento burlesco. De las farsas que se conservan, una de las más conocidas es La Farsa de Maître Pathelin, datada hacia 1457, esto es, ya en pleno siglo xv, marcando la transición entre lo medieval y lo renacentista. El Renacimiento Francia también conoció un florecimiento de su literatura vernácula en el siglo xvi, con una gran evolución muy recreativa. Aunque hubo humanistas a principios del siglo xvi en Francia, como Guillaume Budé († 1540), se considera que el Renacimiento literario llega a Francia hacia mediados del siglo. En este país, este movimiento se caracterizó sobre todo por una preocupación de tipo intelectual: el criterio personal y la libertad de pensamiento informarán la producción de esta época. Se renovó la poesía gracias a los siete poetas del grupo conocido como La Pléyade. De entre ellos, destacaron Joachim du Bellay y Pierre de Ronsard; este último enriqueció la lengua con sarcasmos o neologismos, adaptando los modelos clásicos (oda, himno, soneto) a la lengua francesa. De su obra cabe destacar las Odas al estilo de Píndaro, y sus Sonetos amorosos. Son también poetas influyentes de este período Théodore Agrippa d'Aubigné y Clément Marot. Por lo que se refiere a la prosa, sobresalen Rabelais, Margarita de Angulema (conocida en Francia como Margarita de Navarra) y Montaigne. El primero escribió una larga novela, Gargantúa y Pantagruel, sobre las aventuras de estos dos gigantes; se satirizan la ciencia y creencias medievales, con un estilo realista y pintoresco. En cuanto a Montaigne, se destaca por sus Ensayos, obra que mezcla observaciones personales con reflexiones filosóficas, defendiendo la moderación y la tolerancia, en un estilo vivo y ameno. El teatro de la época seguía las directrices clásicas, como puede verse en las obras de Étienne Jodelle. El clasicismo francés No obstante, en la segunda mitad del siglo Francia se convirtió en defensora de un ponderado y sereno clasicismo, basado en principios radicalmente opuestos a los del barroquismo. A través de los programas políticos y artísticos del Antiguo Régimen, la literatura francesa se convirtió en dominante en las letras europeas del siglo xvii. Los reyes estimularon y protegieron la creación artística. La monarquía absoluta impone reglas precisas en literatura, siendo trascendental, a este respecto, la creación de la Academia Francesa para la Lengua y la Gramática, por Richelieu en 1635. Todos los escritores se sometían a unas mismas reglas, derivadas de Aristóteles y Horacio. El estilo evitaba excesos, aspirando a la naturalidad y sencillez. El tema preferido es el estudio del carácter del hombre. No se trata de una literatura popular, sino que el público era la corte y la aristocracia. Nicolás Boileau sistematizó las reglas literarias siguiendo precisamente la preceptiva aristotélica en su Arte poética.
La condesa de La Fayette (1634- 1693) escribió la primera novela clásica francesa, La Princesse de Clèves en 1678. A pesar de ser una especie de autobiografía sentimental la novela es clásica por la semejanza de su mentalidad con el heroísmo voluntario y racional de Corneille, por la arquitectura trágica de la narración y por la claridad de estilo.
La marquesa de Sévigné (1626- 1696) escribió cartas a su hija que en 1725 fueron publicadas con el nombre de Lettres y llegarían a ser consideradas un género literario en sí mismo, pues era costumbre en esa época leer las cartas en común en los salones.
El clasicismo francés se destaca sobre todo por su teatro. Los géneros se separaban, debía respetarse la regla de las tres unidades y, además, cumplir una función moral. Por un lado, la tragedia clásica, creada por Pierre Corneille y llevada a su perfección por Jean Racine, en un estilo noble y elevado trataba temas de la antigüedad grecolatina o asuntos bíblicos. Corneille tiene un estilo más bien retórico, centrándose en los conflictos que se producen dentro del alma de los personajes, en obras como El Cid o Cinna. Racine se destaca por su realismo psicológico, pudiendo mencionarse, como obra más destacada, Fedra. La comedia viene representada magistralmente por Molière, escritor y actor, protegido por Luis XIV. En sus obras satiriza a la aristocracia y la alta burguesía de su tiempo, pero a través de personajes universales como el hipócrita (Tartufo), el vanidoso nuevo rico (El Burgués gentilhombre) o El avaro. La prosa francesa del siglo xvii se destaca por su claridad y orden. Así, en su obra filosófica Discurso del método, Descartes resulta un modelo de claridad expresiva. Madame de La Fayette cultivó la prosa de ficción, adaptando el modelo de las novelas españolas al gusto francés, ahondando en la psicología de los personajes. Dado que la Europa del siglo xvii está dominada por las controversias religiosas, la literatura de controversia también se cultivó, sobresaliendo en Francia la figura de Bossuet, obispo que atacó el protestantismo e interpretó la historia en sentido providencialista (Discurso sobre la Historia Universal). Dentro del propio catolicismo, el movimiento jansenista preconizaba soluciones parecidas a las de los protestantes, lo que hizo que fuera condenado por el papado; la figura que más se destaca fue la del matemático e inventor Blaise Pascal, con sus Cartas provinciales en defensa del jansenismo, además de unos Pensamientos de gran profundidad filosófica y mística. De Fénelon se recuerda sobre todo Las aventuras de Telémaco, en la que el tema mitológico sirve de excusa a reflexiones morales y políticas. La poesía no sobresalió en el clasicismo francés. No obstante, siempre puede mencionarse a François de Malherbe y a La Fontaine, que aprovechando fuentes clásicas compuso una serie de Fábulas. Se conservan de este siglo epistolarios (Madame de Sévigné) y memorias (Louis de Rouvroy, duque de Saint-Simon). La Ilustración
El siglo xviii francés es conocido como "el siglo de las luces". Desde el siglo xvii, el francés se había convertido en la lingua franca literaria y diplomática de Europa occidental (y hasta cierto punto, en Norteamérica). En el siglo xviii, las letras francesas tuvieron un profundo impacto en todas las tradiciones literarias europeas y norteamericanas mientras que, al mismo tiempo, resultaron muy influidas por las tradiciones británicas y alemanas que inspiraron el prerromanticismo.
La enciclopedia fue un instrumento forjador de la nueva mentalidad de la Ilustración. Las nuevas ideas se difunden a través de los salones y tertulias, en las que la aristocracia recibía a literatos e intelectuales. Igualmente lo hacen a través de la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios, publicada entre 1751 y 1780 por Diderot, y D’Alembert. Dominan el pensamiento francés de la época los filósofos Montesquieu, Voltaire y Rousseau, al igual que el enciclopedista Denis Diderot. Se trataba más bien de intelectuales que reflexionaban sobre la reforma social mediante medidas prácticas, y no sobre la metafísica. Utilizaban los diversos géneros literarios para expresar estas ideas de reforma social y política. Así, Montesquieu usó la sátira en sus Cartas Persas, obra de aguda crítica social. Voltaire, como Diderot, recurrió también al teatro, exponiendo sus ideas a través de tragedias clásicas. No obstante, también cultivó la poesía neoclásica y las novelas, entre las que se destaca Cándido. Fue un excelente escritor, agudo e ingenioso, que gozó en su época de fama extraordinaria, tratando con monarcas ilustrados como Federico el Grande o Catalina II de Rusia. La obra del ginebrino Jean-Jacques Rousseau se articula en torno a varios ejes: social, político, educativo y personal, las obras de este último grupo (como Las confesiones) anticipando el sentimentalismo romántico. Frente a la idea de la razón como reguladora de la sociedad, en él predomina el sentimiento sobre la razón, no creyendo en la eficacia de las leyes. Expone su visión de la renovación de la educación en Emilio, obra basada en la libertad y el naturalismo. Su obra más política es El contrato social, precursora del pensamiento revolucionario de 1789. No es el único autor en el que se están preludiando ya los ideales románticos, pues lo mismo puede verse en otros novelistas como Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (Pablo y Virginia) o el Abbé Prévost (Manon Lescaut). Siglo xix La literatura francesa en el siglo xix es esencialmente marcada por el romanticismo, el realismo y el naturalismo. Otros movimientos nacidos en las últimas décadas del siglo, como el parnasianismo y el simbolismo, prefiguran la literatura del siglo XX, al igual que unos cuantos poetas, novelistas y dramaturgos en cuya creación literaria se solapan varias corrientes o que se mantienen al margen de los movimientos predominantes. Romanticismo El Romanticismo es un movimiento de reacción frente al neoclasicismo que, nacido en Inglaterra y Alemania, alcanzó a Francia lo mismo que a otros países europeos. Se exalta la imaginación, las pasiones y la visión personal del hombre y del mundo. Se manifiesta en la literatura ya en época napoleónica, con Madame de Stael y Chateaubriand (Genio del cristianismo). Predomina la novela, con autores como George Sand (La mare au diable) (1846), (La petite Fadette) (1849), (Le marquis de Villemer) (1860), y el primer Balzac (Le Père Goriot) (1834), (Eugénie Grandret') (1833) y la mayor parte de las obras que integran La comedia humana (en francés, Comédie humaine) (de 1833 a 1850). En poesía destacaron Alphonse de Lamartine (Las Meditaciones, Confidencias, de 1820), Alfred de Musset (Las noches), y Gérard de Nerval (Las hijas del fuego). Se considera que el teatro romántico comenzó con el estreno de Hernani (1830) de Víctor Hugo, siendo considerado este último el maestro de la escuela romántica. Al año siguiente se publicaría la que posiblemente sea su obra más conocida: la novela Notre Dame de París. En 1862 publicó Los miserables o Les Misérables. Otras figuras del romanticismo francés son Alfred de Vigny (Chatterton), (Les destinées), poeta, dramaturgo, y novelista, Alexandre Dumas (padre), creador de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo; y el joven Théophile Gautier, igualmente dedicado a varios géneros literarios y gran defensor del romanticismo. No debemos olvidar a Stendhal con (Le rouge et le noir), de 1831, y (La Chartreuse de Parme), de 1839, y a Barbey d'Aurevilly con su famosa (Les diaboliques). Parnasianismo La reacción contra el romanticismo produce en la poesía la escuela parnasiana. Sus figuras más conocidas son Leconte de Lisle y también Théophile Gautier sin que renunciara a sus ideales románticos. Charles Baudelaire (las flores del mal, 1857) es considerado como uno de los poetas más importantes del siglo xix, y su obra influenciará directamente los simbolistas. Realismo y naturalismo Hacia 1848, se inicia la reacción contra el romanticismo en la novela, al que se considera superado, originándose el realismo, que dominaría la escena literaria hasta, aproximadamente, 1874. Propugna describir la realidad cotidiana sin artificios y sin idealizarla, escogiendo sus protagonistas entre las clases populares y medias, y reflejando temas sociales comunes a la mayoría de la gente. La novela fue su principal medio de expresión. No obstante, el público lector había aumentado, y ello motivó una mayor difusión del periodismo y de las novelas, especialmente del tipo novela por entregas. El movimiento realista está iniciado y representado entonces por Honoré de Balzac (La comedia humana) y Stendhal (Rojo y negro), que se imponen como tarea la descripción en sus obras de la estructura de la nueva sociedad francesa de su época. Después de la revolución del 48 y el eclecticismo consiguiente, el movimiento realista desemboca en un naturalismo más "cientifista" y empírico, en parte todavía burgués y en parte también crítico de la burguesía. La novela continúa siendo el género más destacado y los novelistas alcanzan un primer plano social. Autores representativos en Francia son Gustave Flaubert (Madame Bovary, 1856) y Guy de Maupassant. Simbolismo El simbolismo se considera, en cierto modo, una reacción ante los excesos del naturalismo, y se origina en los años 1880 con base en las ideas de Charles Baudelaire. En 1886 Jean Moréas publica el Manifiesto Simbolista o "Manifiesto de los Cinco" que denunciaba la falta de ideal y de nobleza del naturalismo. Ya no se trata de expresar la realidad afectiva o científica sino de superarla. Las cosas que sentimos y conocemos no son más que símbolos de una "sobrerrealidad", sea ésta exterior o interior en relación con el poeta. No son ya ni la acción emocional, ni la significación intelectual o la hermosura inmediata las cualidades que importan sino la fuerza de evocación simbólica. El simbolismo empezó por una revolución en la versificación que debía culminar en el verso libre. Eso explica porqué los verdaderos simbolistas hayan sido casi todos poetas. Poetas simbolistas son principalmente los poetas malditos Paul Verlaine y Arthur Rimbaud (Una temporada en el infierno, Iluminaciones), así como Villiers de L'Isle Adam y Stéphane Mallarmé. Otros poetas fueron Tristan Corbière (Les amours jaunes, Isidore Ducasse llamado el Conde de Lautréamont (Les chants de Maldoror) y Jules Laforgue, pionero del verso libre. La segunda generación simbolista estuvo formada por el belga Émile Verhaeren (1855- 1916), Albert Samain (1859- 1900), el griego Jean Moréas (1856- 1910) educado en Francia, Henri de Régnier (1864- 1936), Gustave Khan, Francis Viélé-Griffin, Laurent Tailhade y Jean Lorrain. Los últimos representantes de esta escuela pertenecen al siglo xx: Paul Claudel (1868- 1955) y Maurice Maeterlinck (1862- 1949), principal exponente del teatro simbolista. Teatro En el siglo xix, el teatro se convierte en un divertimiento al alcance de todas las clases sociales y las salas se multiplican. La importante producción dramatúrgica de los poetas y novelistas románticos renueva no solo el lenguaje teatral sino también sus componentes formales. Al margen del teatro romántico, el vaudeville goza de una gran popularidad con autores como Eugène Labiche y Georges Feydeau. El teatro simbolista, de fuerte carga poética, será representado por Maurice Maeterlinck. A finales del siglo, aparecen autores teatrales originales que no se inscriben dentro de un género específico. Es el caso de Edmond Rostand (Cyrano de Bergerac, 1898), Alfred Jarry (Ubú Rey, 1888), Charles Péguy y Paul Claudel (El anuncio hecho a María). Siglo xx El imperialismo y colonialismo francés en América, África, y el Medio y Lejano Oriente, han llevado el idioma francés a culturas no europeas que han ampliado el ámbito tanto geográfico como temático de la literatura francesa actual y la han enriquecido tanto en el fondo como en la forma. Esta superposición cultural expresada en francés, unida a un duro proceso de descolonización, marcó profundamente la literatura francesa del siglo xx. Otros acontecimientos de gran impacto fueron las dos guerras mundiales. Los movimientos literarios de mayor importancia fueron:
Sin embargo, la inmensa mayoría de los autores del siglo xx en Francia se caracterizan por no pertenecer a ningún movimiento definido ni a ninguna escuela, una tendencia que será más marcada según avanza el siglo. Bajo los ideales aristocráticos del antiguo régimen (el "honnête homme"), el espíritu nacionalista de la Francia post-revolucionaria, y la generalización de la enseñanza pública y gratuita a partir de la Tercera República y en la Francia contemporánea, los franceses han llegado a tener una profunda conexión cultural con su herencia literaria. Hoy, las escuelas francesas enfatizan el estudio de las novelas, el teatro y la poesía (a menudo aprendida de memoria). Las artes literarias son apoyadas por el Estado y los premios literarios son noticias importantes. La Academia Francesa y el Instituto de Francia son importantes instituciones lingüísticas y artísticas en Francia, y la televisión francesa retransmite programas sobre escritores y poetas (el programa más visto en la historia de la televisión francesa fue Apostrophes, un programa semanal de entrevistas y debates sobre literatura y arte). Los temas literarios importan mucho a los ciudadanos franceses y tienen un importante papel en su sentido de identidad. Hasta el año 2015, los literatos franceses han obtenido más Premios Nobel que ninguna otra nación; sin embargo, los escritores en inglés han ganado el doble de premios nobel. Premios Nobel de literatura La siguiente lista corresponde a los franceses que han obtenido el premio nobel de literatura : 1901 - Sully Prudhomme (El primer premio Nobel de literatura) 1904 - Frédéric Mistral (escribió en Occitano provenzal) 1911 - Maurice Maeterlinck (Belga) 1915 - Romain Rolland 1921 - Anatole France 1927 - Henri Bergson 1937 - Roger Martin du Gard 1947 - André Gide 1952 - François Mauriac 1957 - Albert Camus 1960 - Saint-John Perse 1964 - Jean-Paul Sartre (rechazó el premio) 1969 - Samuel Beckett (Irlandés, escribió en inglés y francés) 1985 - Claude Simon 2000 - Gao Xingjian (escribe en chino) 2008 - Jean-Marie Gustave Le Clézio 2014 - Patrick Modiano 2022 - Annie Ernaux Clásicos de la literatura francesa. Ficción. Edad Media. anónimo - La Chanson de Roland (Cantar de Roldán) Chrétien de Troyes - Yvain ou le Chevalier au Lion (Yvain, el Caballero del León), Lancelot, ou le Chevalier à la charrette (Lancelot, el Caballero de la Carreta) varios - Tristan et Iseult (Tristán e Isolda) anónimo - Lancelot-Graal (Lanzarote-Grial), también conocido como el Lanzarote en prosa o el Ciclo vulgata Guillaume de Lorris y Jean de Meung - Roman de la Rose ("Novela de la Rosa") Siglo xvi François Rabelais - Gargantúa y Pantagruel Siglo xvii Honoré d'Urfé - L'Astrée (La Astrea) Madame de La Fayette - La Princesse de Clèves (La princesa de Clèves) Siglo xviii Voltaire - Candide (Cándido), Zadig Jean-Jacques Rousseau - Julie, ou la nouvelle Héloïse (Julia, o la nueva Eloísa), Emilio, o De la educación, El contrato social Denis Diderot - Jacques le fataliste (Jacques el fatalista), L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers (editor) Siglo xix Stendhal - Le Rouge et le Noir (Rojo y negro), La Chartreuse de Parme (La cartuja de Parma) Julio Verne - Le Tour du monde en quatre-vingts jours (La vuelta al mundo en ochenta días) Honoré de Balzac - La Comédie humaine (La comedia humana, un ciclo de novelas que incluye Père Goriot (Papá Goriot) y Eugénie Grandet (Eugenia Grandet)) Gustave Flaubert - Madame Bovary, L'Éducation sentimentale (La educación sentimental) Edmond y Jules de Goncourt - Germinie Lacerteux Guy de Maupassant - Bel Ami, Boule de suif (Bola de sebo), y otros cuentos Victor Hugo - Los miserables, Hernani, Nuestra Señora de París Émile Zola - Les Rougon-Macquart (un ciclo de novelas que incluyen Germinal, Nana y La Bête humaine) Alejandro Dumas - Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo Siglo xx André Gide - Les Faux-monnayeurs, El inmoralista Marcel Proust - À la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido) André Breton - Nadja Louis-Ferdinand Céline - Voyage au bout de la nuit (Viaje al fin de la noche) Colette - Gigi Jean Genet - Las criadas, Nuestra señora de las flores Marguerite Duras - L'amant (El amante) Albert Camus - L'Étranger (El extranjero) y La peste Jean-Paul Sartre - Los caminos de la libertad, La náusea, Las moscas, A puerta cerrada Michel Butor - La Modification Alain Robbe-Grillet - Dans le labyrinthe Georges Perec - La vie mode d'emploi Robert Pinget - Passacaille Antoine de Saint-Exupéry - El principito Poesía François Villon - Les Testaments Pierre de Ronsard, Joachim du Bellay y otros poetas de La Pléyade - poemas La Fontaine - Las Fábulas Victor Hugo - Les Contemplations Alphonse de Lamartine - Méditations poétiques Charles Baudelaire - Les Fleurs du mal (Las flores del mal) y Le Spleen de Paris (El Spleen de París) Paul Verlaine - Romanzes sans paroles (Romanzas sin palabras) Arthur Rimbaud - Une Saison en Enfer (Una temporada en el infierno) y Les Illuminations (Las Iluminaciones) Stéphane Mallarmé - Un coup de dés jamais n'abolira le hasard (Una tirada de dados jamás abolirá el azar) Teatro Pierre Corneille - Le Cid Molière - Tartuffe, El avaro, Dom Juan Jean Racine - Phèdre, Andromaque Edmond Rostand - Cyrano de Bergerac Jean Giraudoux - La guerra de Troya no tendrá lugar Jean Anouilh - Becket, Antigone Jean-Paul Sartre - Los secuestrados de Altona Samuel Beckett - Esperando a Godot Eugène Ionesco - La cantante calva, Rhinoceros Jean Genet - Las criadas, Los negros No ficción Michel de Montaigne - Ensayos Blaise Pascal - Pensamientos François de La Rochefoucauld - Máximas Jean-Jacques Rousseau - Discurso sobre las artes y las ciencias, El contrato social François-René de Chateaubriand - Genio del cristianismo Alexis de Tocqueville - La democracia en América Adolphe Thiers - Historia de la Revolución Francesa, Historia del Consulado y el Imperio Jules Michelet - Histoire de France, La Sorcière Albert Camus - El mito de Sísifo Jean-Paul Sartre - El existencialismo es un humanismo, El ser y la nada |
Literaturas de otras lenguas de Francia. Además de la literatura escrita en francés, la cultura literaria de Francia puede incluir obras escritas en otras lenguas. en el periodo medieval muchas de las lenguas estándares que competían en varios territorios que más tarde conformaron la moderna Francia produjeron tradiciones literarias, tales como la anglonormanda y la provenzal. La literatura en idiomas regionales continuó a lo largo del siglo xviii, aunque iban siendo eclipsadas por el auge del idioma francés y se vio influida por los modelos literarios en francés. Movimientos conscientes de renacimiento idiomático en el siglo xix, tales como Félibrige en la Provenza, junto a una alfabetización más amplia y prensas regionales, permitieron un nuevo florecimiento de la producción literaria en el idioma normando y otros. Frédéric Mistral, un poeta en idioma provenzal (1830-1914), recibió el Premio Nobel de Literatura en 1904. La literatura bretona desde los años 1920 ha sido animada, a pesar del decreciente número de hablantes. En 1925, Roparz Hemon fundó el periódico Gwalarn que durante 19 años intentó elevar el idioma al mismo nivel que los otros grandes idiomas "internacionales" creando obras originales en todos los géneros y proponiendo traducciones bretonas de obras extranjeras reconocidas internacionalmente. En 1946, Al Liamm asumió el papel de Gwalam. Han aparecido otras revistas que le han dado al bretón un cuerpo de literatura bastante amplio para un idioma minoritario. Entre los escritores en bretón pueden mencionarse a Yann-Ber Kalloc'h, Anjela Duval y Per-Jakez Hélias. La literatura en picardo mantiene un nivel de producción literaria, especialmente en escritura teatral. La literatura en idioma valón está reforzada por la producción literaria más significativa en esta lengua, que se realiza en Bélgica. Por lo que se refiere a la literatura en catalán y en vasco también se benefician de la existencia de lectores fuera de las fronteras de Francia. |
Frédéric Mistral (Mas du Juge, Maillane, 1830 - Maillane, 1914) Poeta francés en lengua provenzal, fundador del movimiento llamado Félibrige o felibrismo, que trató de devolver su antiguo esplendor a la lengua y a la literatura provenzal. Hijo de unos modestos terratenientes, Frédéric Mistral hizo sus estudios en el Colegio real de Avignon, de donde salió bachiller en 1847; siguió después los cursos de derecho de la Facultad de Aix, donde se licenció en 1851. Ya en los años de colegial traducía al provenzal los Salmos penitenciales y había trabado amistad con un pasante, Joseph Roumanille, que soñaba con restituir sus patentes de nobleza a la lengua provenzal, oficialmente proscrita a consecuencia de la ordenanza de Villiers Cotteret de 1539; en ella se ejercitaban poetas, obreros o campesinos, autores de ensayos gramaticales; pero las asambleas literarias que Roumanille reunió en Arlès en 1852 y en Aix en 1853 no tuvieron éxito. Decidido a no abandonar la hacienda de su padre, en 1851 Mistral emprendió, después de algunas buenas tentativas poéticas, la composición de una epopeya en muchos cantos, Mireia, que no se publicaría hasta bastantes años más tarde. Le unían relaciones de amistad y buena vecindad con jóvenes intelectuales, apasionados también por el renacimiento de la literatura provenzal, y especialmente con Théodore Aubanel. El 21 de mayo de 1854, fiesta de Santa Estrella, Mistral, Roumanille, Aubanel y cuatro literatos más de lengua provenzal se reunieron en una casa de las cercanías de Gadagne y decidieron fundar una escuela literaria. A este propósito recuerda Mistral un fragmento de una obra de San Anselmo, en el que evoca "a los siete felibres de la ley" que discuten en el Templo con Jesús. Bautiza a los siete compañeros con el nombre de "felibres", palabra de la que no se conoce con exactitud la etimología ni el significado. El "felibridge" adoptó el siete como número sagrado, Santa Estrella como patrona y Mistral juró escribir su "ley". A la muerte de su padre, en 1855, el Mas del Juge pasaba a su hermano mayor; Mistral y su madre fueron a vivir en una casa de enfrente, llamada "del lagarto", a causa de un pequeño reptil de piedra que coronaba el dintel. Colabora activamente en la Armana provençau, recopilación anual del grupo, y emprende un vasto trabajo lingüístico y lexicográfico, que terminará en 1878 con la publicación, a expensas suyas, del Tresor dóu Felibridge, completísimo diccionario provenzal-francés. Mireia, leída finalmente en público en Marsella el 29 de octubre de 1858, impresa en 1859 por Roumanille y elogiada por Lamartine, alcanzó un gran éxito, incluso en París, éxito que se acentuó más aún cuando en 1864, Gounod, con la colaboración del propio Mistral, extrajo de ella el tema de una ópera. En 1867 publicó Calendal. Mientras Saint-René Taillandier, profesor de la facultad de Montpellier, ejercía las funciones de tutor y, por decirlo así, servía de garantía universitaria al "felibridge", entonces en plena expansión, Mistral era el jefe literario indiscutido del movimiento. La ventolera patriótica que volvió a poner en boga las fuerzas provinciales y regionales a raíz de la invasión y del sitio de París reforzó el movimiento "felibre", que celebró el quinto centenario de la muerte de Petrarca con grandes fiestas en Avignon y manifestaciones de todo género en Marsella, Aix, Arlés y Montpellier, donde recibió las adhesiones de los especialistas en lenguas románicas, como Gaston Paris y Michel Bréan. 1876 fue un año especialmente importante para Mistral: publicó con el título Las islas de oro una recopilación de todas las poesías compuestas desde su juventud, y que en gran parte contiene lo mejor de su obra. El 21 de mayo, el "felibridge" aprobó en Aviñón una constitución muy esmerada cuyas grandes líneas habían sido trazadas por Mistral y que le ha sobrevivido. En septiembre de aquel mismo 1876, Mistral, que tenía cuarenta y seis años cumplidos, se casaba con Renée-Louise Rivière, hija de un comerciante de Dijon, la cual tenía veintisiete años menos que él. En 1878, su popularidad había rebasado ampliamente los límites de Provenza. A raíz de la publicación de Nerto (1884), "poema aviñonés", la Academia repartió el premio Vitet entre él y Gustave Droz. Mistral se encontraba en aquel momento presente a la apoteosis parisiense del "felibridge", poderosamente apoyado por Paul Mariéton, rico lyonés que se había convertido en un ferviente "felibre". Con la simpatía de numerosos eruditos en lenguas románicas, Mistral llegó incluso a pensar en una especie de verdadera federación internacional del "felibridge", que iría desde Portugal hasta Rumania. Los 10.000 francos del premio Jean Reynaud, de la Academia, le permitieron fundar en Aviñón, en 1891, un periódico provenzal, el Aioli, que aparecerá tres veces al mes durante siete años, con la ayuda de Folco de Baroncelli-Javon y de Marius André. Tras la caída del Segundo Imperio, no habían faltado tentaciones políticas al "felibridge", acusado a veces de maniobras separatistas por la prensa de la capital. El debate que persistía en la opinión pública francesa en torno al problema monarquía-república reforzaba estas tentaciones, que Mistral, por su parte, trató de superar o, por lo menos, de dominar. En 1878 hubo de ceder a las presiones de Roumaville y sacrificar al piadoso pero sensual Aubanel, tipógrafo del papa, que se había hecho sospechoso de republicanismo y de inmoralidad a los ojos de la sociedad burguesa de Aviñón. En las elecciones de 1880, Mistral se negó a presentarse como candidato de los conservadores monárquicos. En 1890, año en que aparece La reina Juana (La reina Jano), se veía claro que la acción de los "felibres" con respecto al desarrollo de la lengua provenzal era ilusoria y que esta lengua no se emplearía en las escuelas elementales; en marzo de 1892, parte de los jóvenes "felibres" se lanzaba con Charles Maurras a la acción política. Mistral condenó esta transformación política del "felibridge"; pero se adhirió a la "Lligue de la Patrie française", fue antidreyfusista, anticombista y nunca desmintió su amistad con Maurras. |
Madame de La Fayette (Marie-Madeleine Pioche de La Vergne, condesa de La Fayette; París, 1634-1693) Escritora francesa considerada precursora de la novela psicológica por su obra maestra, La princesa de Clèves (1678). Nacida en el seno de una familia de la pequeña nobleza, pasó parte de su infancia en Le Havre y regresó a París en 1640. A los quince años quedó huérfana de padre, y su madre se casó en segundas nupcias con un tío de Madame de Sévigné, quien se convirtió rápidamente en su amiga. Nombrada dama de honor de la reina en 1650, aprendió latín, español e italiano. En 1655, con veintiún años, contrajo matrimonio con François Motier, conde de La Fayette, un oficial retirado diecisiete años mayor que ella con el que tuvo dos hijos, pero del que vivió separada. Promotora de una de las tertulias literarias más importantes de la época, conoció a Enriqueta de Inglaterra, Madame de Sévigné, Jean de La Fontaine y François La Rochefoucauld, con quien mantuvo una estrecha relación. Siguiendo la moda de los retratos literarios, compuso el Retrato de la marquesa de Sévigné, que apareció en el Recueil des portraits reunidos por Jean Regnauld de Segrais en 1659. Las primeras obras de Madame de La Fayette fueron de corte tradicional. En 1662 apareció su novela La princesa de Montpensier. Alentada por el éxito, hacia 1667 inició la composición de Zaida, una historia española con la colaboración de La Rochefoucauld, Segrais y Jean-Baptiste Huet, según la moda de la época, en la que la escritura colectiva constituía un juego de sociedad. A pedido de su amiga y protectora, la princesa Enriqueta de Inglaterra, compuso su biografía, que sería publicada póstumamente en 1720 con el título de Historia de Enriqueta de Inglaterra. En 1678 apareció su obra cumbre, La princesa de Clèves. Ambientada en la corte de Francisco II de Francia, la novela destaca por su acertado y penetrante análisis psicológico de los personajes, y también por el tratamiento realista del trasfondo histórico, lo que, unido a la sobriedad expresiva con que se relataba la imposible historia de amor de la princesa de Clèves y el duque de Nemours, hicieron de ella la primera novela moderna francesa. Después de su muerte vio la luz La condesa de Tende (1718), novela que le fue atribuida, aunque la autoría es dudosa. Si bien la crítica destaca La Princesa de Clèves como la primera novela de análisis psicológico, no considera a Madame de La Fayette como autora de una sola obra, sino que valoriza conjuntamente sus novelas históricas breves, la novela hispano-morisca, las memorias y la correspondencia. |
La Comedia Humana de Honoré de Balzac
471.-la Bella del Señor de Albert Cohen
408.-La Biblioteca de Montaigne
209.-El planeta de los simios (caricaturas)
162.-La democracia en América
104.-El Heptamerón
101.-Obras completas de Molière
95.-Miguel Eyquem de Montaigne.
93.-La novela El planeta de los simios
80.-El Principito de Saint-Exupéry.
77.-Suite Francesa
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