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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

miércoles, 28 de noviembre de 2012

128.-El paraíso perdido.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;  Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán;

                               El paraíso perdido.


libro

  



pagina


 (Paradise Lost en idioma inglés) es un poema narrativo de John Milton (1608-1674), publicado en 1667. Se le considera un clásico de la literatura inglesa y ha dado origen a un tópico literario muy difundido en la literatura universal.
Sobrepasa los 10 000 versos escritos sin rima. El poema es una epopeya acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva. La obra trata, fundamentalmente, sobre el problema del mal y el sufrimiento en el sentido de responder a la pregunta de por qué un Dios bueno y todopoderoso decide permitirlos cuando le sería fácil evitarlos.
Milton comienza expresando el fin de «justificar los caminos de Dios» respondiendo a través de una descripción psicológica de los principales protagonistas del poema: Dios, Adán y Eva, y el diablo, cuyas actitudes acaban por revelar el mensaje esperanzador que se esconde tras la pérdida del paraíso original. En el poema, el cielo y el infierno representan estados de ánimo antes que espacios físicos.
La obra comienza en el infierno (descrito mediante referencias a la permanente insatisfacción y desesperación de sus habitantes), desde donde Satanás (definido por el sufrimiento) decide vengarse de Dios de forma indirecta, esto es, a través de los seres recién creados que viven en un estado de felicidad permanente.
Satanás observando las palabras cariñosas de Adán y Eva

Satanás despertando a los ángeles rebeldes

Satanás llega a las puertas del infierno

Satanás espiando a Adán y Eva y el descenso de Rafael al paraíso

La derrota de los ángeles rebeldes



La expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén



Adán y Eva dormidos

El juicio de Adán y Eva: "Así juzgó al hombre"



Personajes principales.

Cristo ofrece redimir al hombre


Rafael advierte a Adán y Eva


Satanás: Satanás es el primer personaje importante introducido en el poema. Lucifer, un ángel hermoso, es una figura trágica que se describe mejor por sus propias palabras: «Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo». Fue confinado al Infierno después de una rebelión fallida por el control de los Cielos de Dios. El deseo de Satanás de rebelarse se debe a su falta de voluntad para aceptar que no todos los seres merecen la libertad, declarando que los ángeles son seres autónomos, y eliminando así la autoridad de Dios sobre ellos como su creador.
Se presenta como un personaje carismático y persuasivo. Satanás se manifiesta por primera vez cuando presenta argumentos a sus ángeles seguidores de por qué se debe tratar de derrocar a Dios. Él sostiene que deberían tener los mismos derechos que Dios, y que el Cielo es una monarquía injusta. El papel de Satanás como una fuerza impulsora en el poema ha sido objeto de mucho debate académico. Las posiciones van desde puntos de vista como el de William Blake, quien afirmó que Milton «escribió encadenado acerca de los ángeles y Dios, y en libertad, cuando de diablos y demonios; porque fue un verdadero poeta y del partido del Diablo sin saberlo»; a las interpretaciones críticas, como la de William H. Marshall, quien ve el poema como un cuento sobre la moral cristiana.

Adán: Adán es el primer ser humano en el Edén creado por Dios. Es más inteligente que Eva y es también más fuerte, no sólo física, sino moralmente. De las preguntas que hace el arcángel Rafael, está claro que Adán tiene una profunda curiosidad intelectual. Se trata de una especie de curiosidad que Eva no tiene. A diferencia de la versión bíblica de Adán, en este libro se da a Adán una visión del futuro de la humanidad (esto incluye una sinopsis de las historias del Antiguo y Nuevo Testamento), por el arcángel Miguel, antes de que él tenga que dejar el Paraíso.
La creación de Eva

Eva: Eva es la segunda persona creada, tomada de una de las costillas de Adán, y se conforma en una forma femenina de Adán. En un sentido positivo (dependiendo de su punto de vista), es el modelo de una buena mujer, fiel, amorosa y sometida a su pareja (por libre voluntad de ella). Ella conoce a Adán, que se aleja de su imagen cuando se conocen, confiando en la autoridad de Adán en su relación hasta que ella se ve influenciada por Satanás. Ella es muy hermosa, y su belleza no sólo obsesiona a Adán, sino también a sí misma.
Michael predice la crucifixión

El Hijo de Dios: El Hijo de Dios en el Paraíso Perdido es Jesucristo, aunque nunca se nombra explícitamente, ya que no ha entrado aún en forma humana. El Hijo es muy poderoso e idealmente heroico. Sin ninguna ayuda, logra derrotar a Satanás y sus seguidores cuando violentamente se rebelan contra Dios y conducirlos al Infierno. Sin embargo, su verdadero papel en la obra es el del futuro redentor que salvará a la humanidad de Satanás, cuando se ofrece voluntariamente para redimir a la humanidad del pecado que cometerá Adán.

Dios el Padre: Dios el Padre es el creador del Jardin del Edén, el Cielo, el Infierno, y de cada uno de los personajes principales. Si bien es representado como pomposo, irascible, egoísta y desagradable; es un ser todopoderoso y omnisciente que no puede ser derrocado por un tercio de los ángeles de Satanás incitados contra él. El poema retrata el proceso de Dios de la creación en la forma en que Milton creía que se hizo: que Dios creó el Cielo, la Tierra, el Infierno, y todas las criaturas que habitan en estos planos separados de la parte de sí mismo, no de la nada. Por lo tanto, de acuerdo con Milton, la máxima autoridad de Dios se deriva de ser el «autor» de la Creación.
 Satanás trata de justificar su rebelión al negar este aspecto de Dios y reclamar la libre creación, pero admite que él no es el caso, y que Dios «no merecía el retorno / de mí, a quien Él creó lo que era».

Rafael: Rafael es un arcángel que es enviado por Dios para advertir a Adán sobre la infiltración de Satanás en el Edén, e informar que Satanás va a tratar de provocar la caída de Adán y Eva.

Miguel: Después de que Adán y Eva desobedecen a Dios al comer del Árbol del Conocimiento, Dios envía al arcángel Miguel a visitar a Adán y Eva. Su deber es acompañar a Adán y Eva fuera del Paraíso. Pero antes que esto suceda, Miguel muestra a Adán visiones del futuro que cubren un esbozo de la Biblia, de la historia de Caín y Abel en Génesis, a través de la historia de Jesús en el Nuevo Testamento. En la novela también se le describe como el rival de Satanás en las batallas que se realizan en el Cielo, así como el encargado de expulsarlo. Se destaca especialmente en la lucha de argumentos que tiene con el príncipe de las tinieblas justificando el gobierno de Dios y el porqué someterse a éste.

Presentación de Satanás

Milton era parte del movimiento puritano. Al principio del poema se expone su asunto: la caída del hombre en el pecado. Tras esto, se narra la historia de Satanás, el más bello de los ángeles, que antes de la creación del mundo encabezó una rebelión de ángeles contra Dios, por lo cual este le expulsa a él y a su séquito del Cielo y los condena a permanecer en un lugar terrible llamado Caos. Allí, Satanás arenga a sus fieles para vengarse de Dios, pero no con la fuerza, sino a través de la astucia y el engaño. Y para ello dispone que se utilice a una futura criatura suya, el hombre:

-¡Oh, millares de espíritus inmortales!! ¡Oh, potestades a quienes sólo puede igualarse el Todopoderoso! Aquel combate no careció de gloria, por más que su resultado fuera desastroso, como lo atestiguan esta mansión y este terrible cambio que me es odioso expresar. [...] De hoy más, ya conocemos su poder como conocemos el nuestro, de modo que no provoquemos ni rehuyamos con temor cualquier guerra a que se nos provoque. El mejor partido que nos queda es el de emplear nuestras fuerzas en un secreto designio: el de obtener por medio de la astucia y del artificio lo que la fuerza no ha alcanzado, a fin de que en adelante sepa por lo menos que un enemigo vencido por la fuerza sólo es vencido a medias.

Satanás se encarga de ir él solo a descubrir el nuevo mundo; Dios lo ve y se lo enseña a su Hijo, al que le explica que el hombre va a ser culpable, por lo cual el Hijo se presenta voluntario para expiar con su muerte el pecado del hombre. Satanás explora el nuevo mundo, que es descrito al lector, y averigua dónde está la morada del hombre, la nueva creación divina. Allí contempla, admirado, la perfección de su forma, y averigua la prohibición que pesa sobre Adán y Eva, primeros seres humanos, de comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Adán, el primero de los hombres, al dirigir estas frases a Eva, la primera de las mujeres, hizo que Satanás aguzara los oídos para escuchar las palabras de aquella nueva lengua:

-¡Oh, mi dulce compañera, única con quien comparto todos estos placeres, y a quien amo más que a ellos!

Preciso es que el poder que nos ha hecho, y que ha hecho para nosotros este vasto mundo, sea infinitamente bueno, tan generoso como bueno, y asimismo tan liberal en su bondad como infinito. Él nos ha sacado del polvo y nos ha colocado aquí, en medio de toda esta felicidad, cuando por nuestra parte no hemos merecido nada de su mano, ni podemos hacer nada de que pueda 
Él tener necesidad: no exige de nosotros otra cosa que un solo deber, una fácil obligación; que de todos cuantos árboles producen en el paraíso frutos variados y deliciosos, nos abstengamos únicamente de tocar el árbol del conocimiento del bien y del mal, plantado cerca del árbol de la Vida:
 ¡tan cerca de la vida crece la muerte! 
¿Y qué es la muerte?

 Alguna cosa terrible, sin duda; porque, como tú no ignoras, Dios ha dicho que tocar el árbol del conocimiento del bien y del mal es lo mismo que morir. Esta es la única prueba de obediencia que nos ha impuesto entre tantas facultades de poder y soberanía como nos ha conferido.

Adán y Eva desobedecen a Dios.

Dios, atento a lo que sucede en el paraíso, envía al arcángel Rafael para exhortar a Adán y Eva a la obediencia y prevenirles de la trama de Satanás; además, cuenta con detalle de la historia del ángel caído. Satanás ha regresado al paraíso en forma de serpiente, y cuando encuentra a Eva sola, le explica que tiene el don de hablar gracias al fruto de un árbol. Conduce a ese árbol a Eva, que reconoce el árbol del conocimiento del bien y del mal; con argucias y mentiras fomenta dudas en Eva:


-En resumen, ¿qué es lo que nos prohíbe conocer? 
¿Nos prohíbe el bien, nos prohíbe ser sabios?... 
Semejantes prohibiciones no deben ligarnos... 
Pero si la muerte nos rodea con las últimas cadenas, ¿de qué nos servirá nuestra libertad interior? 
El día en que lleguemos a comer de ese hermano fruto moriremos; tal es nuestra sentencia... 
¿Ha muerto, por ventura, la serpiente? 
Ha comido, y vive, y conoce, y habla, y raciocina, y discierne, cuando hasta aquí era irracional. 
¿No habrá sido inventada la muerte más que para nosotros solos? 
¿O será que ese alimento intelectual que se nos niega esté reservado solamente a las bestias? 
Pero el único animal que ha sido el primero en probarlo en lugar de mostrarse avaro de él, comunica con gozo el bien que le ha cabido, cual consejero no sospechoso, amigo del hombre e incapaz de toda decepción y de todo artificio. 
¿Qué es, pues, lo que temo? 
¿Acaso sé lo que debo hacer en la ignorancia en que me encuentro del bien y del mal, de Dios o de la muerte, de la ley o del castigo? 
Aquí crece el remedio de todo; ese fruto divino, de aspecto agradable, que halaga el apetito, y cuya virtud comunica la sabiduría. 
¿Quién me impide que lo coja y alimente a la vez el cuerpo y el alma?

Diciendo esto, su mano temeraria se extiende en hora infausta hacia el fruto: ¡lo arranca y lo come! La Tierra se sintió herida; la naturaleza, conmovida hasta sus cimientos, gime a través de todas sus obras y anuncia por medio de señales de desgracia que todo estaba perdido.
La culpable serpiente se oculta en una maleza, y bien pudo hacerlo; porque Eva, embebecida completamente en la fruta, no miraba otra cosa. Le parecía que hasta entonces no había probado nada tan delicioso; ya porque su sabor fuera realmente así, o porque se lo imaginara en su halagüeña esperanza de un conocimiento sublime; su divinidad no se apartaba de su pensamiento.
 Ávidamente y sin reserva devoraba la fruta ignorando que tragaba la muerte. Satisfecha al fin, exaltada, cual si lo fuera por el vino, alegre y juguetona, plenamente satisfecha de sí misma, habló de esta suerte:
-¡Oh, rey de todos los árboles del paraíso, árbol virtuoso, precioso, cuya bendita operación es la sabiduría!
La tentación y caída de Eva de William Blake.

Expulsión del paraíso.

Tras probar la fruta, se la lleva a Adán para que él también pruebe. Adán, pese a reprochar a Eva su desobediencia, come de la fruta, porque su amor por Eva hace que quiera compartir su suerte.
Al conocer Dios la caída en el pecado de desobediencia de sus criaturas, envía al arcángel Miguel para que les comunique su expulsión del paraíso y que Dios acepta las súplicas que ha hecho Adán de posponer su muerte. Antes de la expulsión definitiva, Miguel explica a la pareja el futuro y destino de la humanidad, dominado por el esfuerzo y el sufrimiento a causa de su pecado original, y les muestra el mundo que van a habitar ellos y sus descendientes:

Del costado de Miguel pendía, como un resplandeciente zodiaco, la espada, terror de Satanás, y en su mano llevaba una lanza.

 Adán le hizo una profunda reverencia; Miguel, en su regio continente, no se inclinó, sino que explicó desde luego su venida, de esta manera:

-Adán, ante la orden suprema de los cielos, es superfluo todo preámbulo; bástete saber que han sido escuchados tus ruegos y que la muerte que debías sufrir, según la sentencia, en el momento mismo de tu falta, se verá privada de apoderarse de ti durante los muchos días que se te conceden para que puedas arrepentirte y resarcir por medio de buenas obras un acto culpable.
Entonces será posible que, aplacado tu Señor, te redima completamente de las avaras reclamaciones de la muerte. Pero no permite que habites por más tiempo este paraíso; he venido para hacerte salir de él y enviarte fuera de este jardín a labrar la tierra de la que fuiste sacado y el suelo que más te conviene.
El Arcángel Rafael con Adán y Eva. Grabado de William Blake.


Recepción

El Paraíso perdido ha tenido una importante recepción, siendo continuamente comentado y traducido durante la Ilustración europea del siglo XVIII. En él se basó Gottfried Van Swieten para escribir el texto que serviría de base a la composición La Creación de Joseph Haydn, un importante oratorio que recoge la primera parte del texto de Milton. Termina con la creación de Adán y Eva y sus alabanzas a Dios, sin presentar los episodios posteriores que llevarán a la pérdida del Paraíso.

Por otra parte, la conveniencia de traducir o no este texto generó un importante debate en la Ilustración en lengua alemana. Así, mientras los ilustrados más estrictos, como Johann Christoph Gottsched se oponían a ello, por tratarse de un texto lleno de elementos sobrenaturales y fantasiosos, los ilustrados suizos Johann Jakob Bodmer y Johann Jakob Breitinger van a abogar por su traducción, admirando la fuerza del texto. 
También prerrománticos como Johann Gottfried Herder o Romanticismo como François-René de Chateaubriand van a mostrarse fascinados por este texto.

Notas

Dice Milton en el prólogo: 

«La rima no es un complemento necesaria ni un verdadero ornamento del poema o el buen verso, especialmente en las obras más extensas [...] Este abandono de la rima no ha de tenerse, pues, por un defecto [...] sino más bien considerarse como un ejemplo, el primero en inglés, de la antigua libertad recuperada para el poema heroico».

  

MILTON, Juan (1608-1674) Paraíso perdido. Un poema, en doce libros. El autor John Milton. La quinta edición, con notas de varios autores, por Thomas Newton, DD [copia de Joseph Gulston] Londres: impreso para J. y R. Tonson y S. Draper en el Strand, MDCCXLIX [1749]. Edición temprana. Pantorrilla completa. Primera edición de Newton, completa en dos volúmenes, la primera edición definitiva de la obra maestra de Milton (ver más abajo), una epopeya de casi 11.000 líneas. Mediano 4 a (295 x 230 mm): [128],lxi,[5],16,[12],459,[1]; 444,[132]pp (incluida la dedicatoria al conde de Bath con escudo de armas e inicial decorada, prefacio, Life of Milton de Newton, tributo a Samuel Barrow, 'On Paradise Lost' de Andrew Marvel, crítica y lista de suscriptores), con frontispicio retratos de Milton de George Vertue en cada volumen, Milton a los 21 años y la interpretación de Vertue de Faithorne con versos griegos debajo, y doce grabados en cobre a página completa, uno al principio de cada libro, de Francis Hayman (1708-1776). Ternero moteado de época, lomos (repuestos) en seis compartimentos entre bandas en relieve, letras en tafilete rojo doradas, números de volumen dorados estampados en terceros compartimentos, guardas jaspeadas. De la biblioteca del bibliófilo y conocedor Joseph Gulston (1745-1786), con su placa de libro de armas grabada, firmada y fechada en 1760. Una copia magnífica, con amplios márgenes, impresa en papel grueso, con finas impresiones de las placas, bien encuadernada y generalmente limpio y brillante en todas partes (compensación habitual de las placas y ligeras zorras intermitentes). Shawcross 1749.3. Biblioteca Turnbull 110. Biblioteca Lenox (Milton) 32. Lowndes III, p. 1559. Bien. Artículo #BB1464 Ochenta y dos años después de que Samuel Simmons publicara la primera edición de El paraíso perdido, Thomas Newton completó esta edición definitiva, con una vida de Milton y notas elaboradas. El texto surgió directamente de la controversia en torno a la edición bastarda de Richard Bentley de 1732, que intentó regularizar el texto, haciendo el poema más auguste y "correcto". Newton utilizó la última edición autorizada, publicada en el momento de la muerte de Milton, como texto de copia y cotejó cuidadosamente ese texto con la primera edición de 1667. También hizo referencia a todas las demás ediciones importantes publicadas antes de 1749 para verificar el texto y corregirlo. errores. Sus notas sintetizaron el trabajo de muchos eruditos y se convirtieron en el estándar de las ediciones académicas durante casi 150 años. Para acompañar el texto recientemente refinado, Jacob Tonson contrató a Francis Hayman para diseñar 12 ilustraciones, que fueron grabadas por Charles Grignion (1716-1810) y Simon François Ravenet (1706-1774). Los diseños de Hayman rompieron con las convenciones iconográficas barrocas, convirtiendo a Satán de un demonio con cuernos en una figura heroica e imponente, y se convirtieron en la piedra de toque de las ediciones ilustradas de El paraíso perdido hasta bien entrado el siglo XIX. El primer propietario de este conjunto, Joseph Gulston, acumuló una colección incomparable de grabados raros, con 18.000 retratos extranjeros y 23.500 ingleses, 11.000 caricaturas y grabados políticos ingleses y 14.500 vistas topográficas. (ODNB) NB Con pocas excepciones (siempre identificadas), sólo almacenamos libros en condiciones excepcionales. Todos los pedidos se empaquetan con cuidado y se publican con prontitud. Satisfacción garantizada. (Fine Editions Ltd es miembro de la Asociación de libreros independientes en línea y suscribimos sus códigos de ética).







libro

MILTON, Juan (1608-1674)
Paradise Lost. A Poem, in Twelve Books. The author John Milton. The Fifth Edition, With Notes of various Authors, By Thomas Newton, D. D. [Joseph Gulston's copy]
London: printed for J. and R. Tonson and S. Draper in the Strand, MDCCXLIX [1749]. Early Edition. Full Calf. First Newton Edition, complete in two volumes, the first definitive edition of Milton's magnum opus (see below), an epic running nearly 11,000 lines. Medium 4to (295 x 230mm): [128],lxi,[5],16,[12],459,[1]; 444,[132]pp (including dedication to Earl of Bath with coat of arms and decorated initial, preface, Newton's Life of Milton, Samuel Barrow's tribute, Andrew Marvel's 'On Paradise Lost,' critique, and list of subscribers), with frontispiece portraits of Milton by George Vertue in each volume, Milton at 21 and Vertue's rendition of Faithorne's with Greek verses beneath, and twelve full-page copperplate engravings, one at head of each book, by Francis Hayman (1708-1776). Period speckled calf, spines (relaid) in six compartments between raised bands, red morocco lettering pieces gilt, gilt volume numbers stamped in third compartments, marbled end papers. From the library of bibliophile and connoisseur Joseph Gulston (1745-1786), with his engraved armorial book plate, signed and dated 1760. A superb, wide-margined copy, printed on heavy stock, with fine impressions of the plates, tightly bound and generally clean and bright throughout (usual offsetting from plates and light intermittent foxing). Shawcross 1749.. Turnbull Library 110. Lenox Library (Milton) . Lowndes III, p. 1559. Fine. Item #BB1464

Eighty-two years after Samuel Simmons published the first edition of Paradise Lost, Thomas Newton completed this definitive edition, with a life of Milton and elaborate notes. The text arose directly from the controversy surrounding Richard Bentley's bastardized edition of 1732, which attempted to regularize the text, making the poem more Augustan and "correct." Newton used the last authoritative edition, published at the time of Milton's death, as his copy-text and carefully collated that text with the first edition of 1667. He also referred to all other major editions published prior to 1749 to verify the text and correct errors. His notes synthesized the work of many scholars and became the standard for scholarly editions for nearly 150 years. To accompany the newly refined text, Jacob Tonson contracted with Francis Hayman to design 12 illustrations, which were engraved by Charles Grignion (1716-1810) and Simon François Ravenet (1706-1774). Hayman's designs broke from baroque iconographic conventions, turning Satan from a horned demon into an imposing, heroic figure, and became the touchstone for illustrated editions of Paradise Lost well into the nineteenth century. The early owner of this set, Joseph Gulston, amassed an unrivaled collection of rare prints, boasting 18,000 foreign and 23,500 English portraits, 11,000 English caricatures and political prints, and 14,500 topographical views. (ODNB) N. B. With few exceptions (always identified), we only stock books in exceptional condition. All orders are packaged with care and posted promptly. Satisfaction guaranteed. (Fine Editions Ltd is a member of the Independent Online Booksellers Association, and we subscribe to its codes of ethics.).


Biblioteca Personal.

Tengo un libro en mi colección privada .- 



Itsukushima Shrine.

  

John Milton.




John Milton (Londres, 9 de diciembre de 1608-Londres, 8 de noviembre de 1674) fue un poeta y ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido (Paradise Lost). Políticamente fue una figura importante entre los que apoyaron la Mancomunidad de Inglaterra. Ocupó el puesto de ministro de lenguas extranjeras bajo el mandato de Oliver Cromwell y sus tratados políticos fueron consultados para la redacción de la Constitución de los Estados Unidos de América.
Poéticamente, Milton es una de las figuras más importantes del panorama literario inglés, siendo en ocasiones situado al mismo nivel que Shakespeare. La influencia de Milton en la literatura posterior es amplia y variada: se atribuye a la influencia de su obra la aceptación y difusión del verso blanco en poesía,​ y, especialmente durante el Romanticismo, las alusiones a su obra alcanzaron un nivel similar al gozado por las referencias clásicas. 
La propia personalidad de Milton ha sido en ocasiones debatida y criticada, en especial, la forma en la que se dibujó a sí mismo en algunas de sus obras, sobre todo en la «Defensio».

Poeta inglés. Su padre, un notario apasionado por la música, le animó a estudiar las lenguas clásicas, el hebreo y el italiano. Tras una estancia en Cambridge, abandonó la carrera eclesiástica y se retiró en casa de sus padres.
John Milton

En 1638 emprendió un largo viaje por Francia e Italia, donde conoció a Galileo, pero los acontecimientos políticos de su país, donde se había declarado la guerra civil, le hicieron regresar al cabo de un año. En su patria se vio envuelto en cuestiones teológico-políticas, a las que respondió con polémicos opúsculos en los que defendía un puritanismo a ultranza.
En 1642 se casó con Mary Powell, una joven de diecisiete años que lo abandonó al poco tiempo debido a la férrea austeridad del régimen doméstico. Milton reaccionó con una serie de escritos en los que se manifestaba partidario del divorcio y que le ocasionaron problemas con la censura parlamentaria, hecho que motivó que en 1644 publicara la Areopagítica, en defensa de la libertad de expresión.
Antimonárquico y adscrito al sector radical, por un tiempo abandonó la poesía y ocupó el cargo de secretario del Comité de Asuntos Exteriores del gobierno de Oliver Cromwell. Luego, con la restauración monárquica, se vieron frustrados todos sus ideales políticos y, por otra parte, su ceguera era ya total. Se retiró de la vida pública y dedicó los últimos años de su vida a la poesía.
Finalmente escribió la epopeya que siempre había soñado, El Paraíso perdido (1667), la más lograda poesía cristiana heroica y una de las obras cumbres de la poesía inglesa de todos los tiempos. 
En 1671 publicó El Paraíso recobrado, de inferior valor literario, y la tragedia Sansón agonista, con la que se cumplió su deseo renacentista de restaurar la tragedia griega. Milton fue un humanista cristiano que consiguió armonizar en sus obras la experiencia vital con la meditación y la disciplina moral y artística.

Obra

Veintitrés sonetos, escritos a lo largo de su vida.
On the Morning of Christ's Nativity (La mañana del nacimiento de Cristo) (1629)
Sobre Shakespeare (1630)
L'Allegro (1631)
Il Penseroso (1631)
Tiempo (1632)
Una música solemne (1633)
Arcades (1634)
Comus (1634)
Lycidas (1637)
Reformas de la disciplina de la Iglesia en Inglaterra (1641)
La razón del gobierno de la Iglesia (1641-1642)
Doctrina y disciplina del divorcio (1643)
Samson Agonistes (1671)
Areopagitica (1644)
Sobre la educación (1644)
El ejercicio de la magistratura y el reinado (1649)
Eikonoklastes (1649)
Sobre su ceguera (1655)
Sobre su esposa muerta (1658)
Tratado de poder civil en causas eclesiásticas (1659)
Paradise Lost (El paraíso perdido) (finalizado en 1667)
Paradise Regained (El paraíso recobrado) (1671)


  

La personalidad de Milton.


La reputación de Milton ha estado en constante cambio, tanto en vida de este como después. De la lectura de sus escritos políticos no podemos discernir un carácter amable, ya simplemente por la fuerza e intensidad de sus convicciones, y el destino particular de éstos (la propaganda política), que por fuerza requiere de cierta aspereza. Entre otras cosas ha sido acusado de ser políticamente oportunista, de ser inmoral (por los tratados sobre el divorcio, y sus tres matrimonios—que irónicamente, nunca acabaron en divorcio), y también de ser un clasicista arrogante con demasiada estima de su propio valor como poeta, — algo que, quizá puede legitimarse en declaraciones suyas de juventud, como la siguiente de la época de Cambridge, en la que tras observar a sus compañeros tratar de representar una comedia en el teatro de la facultad, comentó, más tarde:
 “Ellos se creían hombres galantes, yo les creía idiotas”.
 Más recientemente también ha tenido fuertes acusaciones de misoginia por parte del feminismo, tanto por los tratados sobre el divorcio como por la descripción de la poco redimible Eva de El paraíso perdido.

También se le ha acusado de no ocuparse de la educación de sus hijas como se ocupó de la de sus sobrinos y otros jóvenes. Su relación con ellas era, al parecer, bastante fría después de la muerte de su madre, especialmente cuando Milton decidió casarse por tercera vez. Las pocas referencias existentes sobre la vida familiar de Milton sugieren que este ignoró las necesidades emocionales y educativas de sus hijas, las cuales, por su parte se sintieron explotadas por las necesidades de Milton, especialmente cuando se quedó ciego; conocida es la anécdota que cuenta cómo Milton enseñó a sus hijas a leer en alto el griego, pero sin enseñarlas a entender el idioma, por lo que pasaban horas recitando algo que no entendían.
Sus hijas Anne y Mary nunca hicieron las paces con su padre, pero Deborah —la más joven y más parecida a su padre— sirvió como fuente para las primeras biografías del poeta, y le describe como un hombre afable y excelente compañía. La rigidez y austeridad de sus costumbres, parece, han sido fuertemente exageradas posteriormente. Apreciaba pasear por los jardines, incluso después de quedar ciego, y también el tabaco y el vino moderadamente.
En cuanto a la opinión de los estudiosos de las épocas siguientes, cabe el ejemplo de lo proclamado por G. K. Chesterton, el cual llama a un contraste entre Milton el poeta y Milton el hombre:
 «me temo que el modo más corto y más satisfactorio de decirlo es que, una vez todo ha sido dicho y hecho, (Milton) es un poeta que no podemos dejar de apreciar y un hombre al que no podemos apreciar».

El propio Milton es la fuente más empleada para buscar información sobre su persona. Muy detallada es la información que se ofrece en la Defensio Secunda:

Admito que no soy alto, pero mi estatura se acerca más a la mediana que a la pequeña... Tampoco soy especialmente débil... cuando mi edad y mi forma de vida lo requirieron, no fui ignorante en el manejo de la espada, y practicaba en usarla cada día... Ahora tengo el mismo espíritu, la misma fuerza, pero no los mismos ojos. Y sin embargo, conservan todavía la apariencia de unos ojos sanos, y son tan claros y vívidos, sin neblina alguna, como los ojos de aquellos que ven perfectamente... en mi rostro, del que él [Moulin] dice “jamás haber visto rostro con menos sangre”, todavía se percibe un color que es el exacto opuesto de lo pálido y sin vida, por lo que, aunque tengo ya más de cuarenta años, apenas hay alguien a quien no le parezca más joven en por lo menos diez años. 
Tampoco es cierto que mi cuerpo o mi piel se hayan marchitado.
John Milton, Defensio Secunda





  

Pensamiento religioso.

La poesía y la prosa de Milton reflejan unas profundas convicciones religiosas, que a menudo chocan o son una reacción contraria a aquellas de sus contemporáneos. Como funcionario del gobierno de Cromwell y por su oficio de escritor no siempre podemos distinguir sus opiniones reales de licencias poéticas o intereses políticos (como ocasionar polémica). Milton era puritano.

A pesar de que podemos decir sin rodeos que Milton es claramente protestante, también muestra conocimientos en otras teorías políticas que lo separan de los cristianismos más ortodoxos; un ejemplo de esto puede ser el rechazo que profesa al concepto de la Santísima Trinidad al considerar que el hijo era subordinado al padre, una doctrina conocida como Arrianismo y que a su vez está muy relacionada con el Socinianismo (la creencia de que Jesús no tiene naturaleza divina, que hoy se puede encontrar en el Unitarismo). Otra de las opiniones «heréticas» de Milton, ilustrada en El paraíso perdido, es la creencia que el alma muere con el cuerpo.

Por otro lado, Milton abandonó su campaña de legitimación del divorcio después de 1645, aunque defendió la poligamia en De doctrina christiana, un tratado que no fue publicado y que expone muchas ideas heréticas.
Como muchos autores del Renacimiento antes que él, Milton integró la teología cristiana con los modelos clásicos. En sus poemas tempranos, el poeta-narrador muestra una tensión entre el vicio y la virtud, lo cual los relaciona fuertemente con el protestantismo. 
En la mascarada Comus Milton emplea la ironía para elevar las nociones de pureza y virtud sobre las convenciones cortesanas de fiesta y superstición. En los poemas posteriores, estas cuestiones religiosas se hacen más explícitas, así en On Reformation, Milton expresa su aversión hacia el catolicismo y especialmente hacia la jerarquía eclesiástica.

  

La obra poética y dramática de Milton.

Las primeras obras poéticas compuestas por Milton son L'Allegro e Il Penseroso (1631), dos pastorales, que reflejan el disfrute de un día en el campo desde dos puntos de vista distintos: L'Allegro (El alegre) invoca la alegría de la diversión más pura, mientras Il Penseroso (El pensativo), refleja una diversión más melancólica, enfocada a la contemplación interior. Esta representación de opuestos sería luego retomada por poetas como William Blake, en obras como Canciones de inocencia y de experiencia, o El matrimonio del cielo y el infierno y fue inspiración para L'allegro, il penseroso ed il moderato, oda pastoral de Georg Friedrich Händel con letra de Charles Jennens.

El nombre Lycidas, (el del protagonista del poema del mismo nombre), es típico de los pastores dóricos, por lo que Milton lo consideró apropiado para su elegía pastoral. En ella rinde homenaje a su amigo Edward King, que había muerto ahogado cuando el barco en el que viajaba se hundió cerca de la costa irlandesa. En este poema un pastor llora la muerte de otro pastor que ha muerto ahogado. Juega Milton aquí con la metáfora del pastor-poeta de las pastorales (pues King escribía también poesía) y la del pastor de almas, pues la muerte de un buen pastor causa una gran pérdida para el rebaño.
Milton escribió también una mascarada, Comus en la que hace honor a la castidad. En esta obra una joven es raptada y tentada por Comus, una versión parodiada del dios festivo griego del mismo nombre, pero la joven resiste a las proposiciones del dios, y finalmente es rescatada por sus hermanos. La obra fue representada en honor a John Egerton, como celebración tras haber sido este proclamado Lord President de Gales.

El paraíso perdido recupera los temas de la caída de Lucifer y de la desobediencia del hombre, y el posterior exilio de ambos (del Cielo para el primero o del paraíso para los segundos), creando un equilibrio entre ambas, así como una serie de contrastes. Se trata de un poema épico en el que Milton trata de «justificar las acciones de Dios ante los hombres» y de revelar el mensaje esperanzador que trae el hijo de Dios tras la pérdida del paraíso. Tras la publicación de esta obra, Milton se dedicó a escribir El paraíso recobrado y Sansón agonista. A pesar de que el Paraíso recobrado es una secuela de la anterior, tiene más similitudes con Sansón agonista, pues ambas tienen un carácter menos épico y fueron publicadas en un mismo tomo en 1671. 
El paraíso recobrado trata el tema de la tentación de Cristo en el desierto, siguiendo el evangelio de San Lucas; mientras que en la tragedia Sansón agonista trata la angustia de Sansón tras haber sido condenado y haber quedado ciego por haber roto su promesa a Dios (al revelar el origen de su fuerza), y haber sido traicionado por Dalila:

¡Oh, oscuro, oscuro, oscuro al mediodía, / total eclipse, oscuro sin remedio / sin esperar el día! / ¡Oh, primitivo rayo, gran palabra, / «Sea la luz», y fue la luz el todo; / ¿por qué me niegas tu primer decreto? / Negro es para mí el Sol, / silente cual la Luna / cuando deja la noche / en su caverna interlunar oculta. / La luz es tan precisa a nuestra vida / que casi llega a ser la vida misma / puesto que es luz el alma / y ella está en todas partes. ¿Por qué, entonces, / la vista fue encerrada en esa esfera / tierna del ojo, fácil de apagarse, / y no fue difundida como el tacto / para poder mirar por cada poro? / No hubiera sido entonces desterrado / en plena luz a tierra de tinieblas, / vida muerta, muerte que, aunque vida, / yace enterrada (John Milton, Sansón agonista, I, 80-101.)

  

Obras en prosa.

Los escritos en prosa de Milton pueden dividirse en tres temáticas principales: los tratados sobre el divorcio, los escritos antiespiscopales y las defensas de la república.

Los tratados sobre el divorcio son cuatro, La doctrina y disciplina del divorcio, El juicio de Martin Bucer, Tetrachordon, y Colasterion, todos escritos entre 1643-45. En ellos Milton argumenta a favor de legitimar el divorcio en caso de incompatibilidad de personalidades. En La doctrina y disciplina del divorcio, Milton argumenta que Cristo no condenaba el divorcio, pues en Mateo: se está dirigiendo a un grupo concreto de fariseos, no a todos los discípulos. 
El juicio de Martin Bucer es principalmente una traducción de De Regno Christi, del reformista protestante Martin Bucer. Tetrachordon, y Colasterion fueron publicados a la vez. El segundo es una defensa de La doctrina y disciplina del divorcio, que había sido atacada en un panfleto anónimo. El tetrachordon (cuatro lazos) es un intento de unificar las posturas sobre el divorcio que aparecen en los cuatro evangelios, lo que hace de la obra una densa exégesis bíblica.

Estos tratados fueron muy controvertidos, y fueron duramente criticados en el parlamento, pues sus detractores querían censurarlos. El parlamento de Inglaterra aprobó una ley que permitía censurar los textos antes de publicarlos, la Licensing Order de 1643. Milton se opuso a ello publicando, en 1644, Areopagítica, abogando por la libertad de prensa. Tomó el nombre de uno de los discursos de Isócrates con el que el orador griego perseguía restaurar el consejo del Areópago (este es un monte ateniense sobre el que se celebraban juicios, tanto reales como mitológicos). 

Ese mismo año publicó Sobre la educación, obra en la que defiende una reforma en la educación que haga a esta cubrir dos aspectos: educar al hombre para desenvolverse en la vida pública y privada, y enseñarle a “reparar los males de nuestros primeros padres mediante el conocimiento de Dios, y, por ese conocimiento, amar a Dios, tratar de ser como Él, porque así estaremos más cerca de poseer un alma verdaderamente virtuosa.”

Uno de los mayores detractores de Milton fue William Laud, Arzobispo de Canterbury. Dado que Milton estaba a favor de la reforma, que abolía la jerarquía eclesiástica, como puede apreciarse en sus escritos antiepiscopales, para Laud era una amenaza. On reformation es uno de los primeros ejemplos de las opiniones de Milton en esta área. La obra emplea un lenguaje lleno de latinismos, y recursos retóricos; opina Milton que la jerarquía eclesiástica es una corrupción de las prácticas igualitarias de la iglesia primitiva, que esto va en contra de las escrituras, y es además incompatible con la libertad civil. En On Prelatical Episcopacy, Milton retoma los mismos argumentos, refutando además los propuestos por los obispos Hall y Usher. Ese mismo año publicó The Reason of Church Government, que fue contestado por Hall con Defence of the Remonstrance, que a su vez Milton respondió con Animadversions. Este último se presenta como un diálogo y posee un carácter más satírico que ninguno de los anteriores. A principios de 1642 apareció una respuesta anónima a Animadversions: se trataba de A Modest Confutation of a Slanderous and Scurrilous Libel, en la que se instaba a no dejar impune el atrevimiento de Milton, pues merecía ser «lapidado hasta la muerte». Respondió a este abuso parcialmente en Apology for Smectymnuus, tratado en el que defiende al grupo presbiteriano al que pertenecía Thomas Young. A principios de 1642, la jerarquía eclesiástica inglesa fue abolida por el parlamento.

Milton escribió además dos obras defendiendo el regicidio de Carlos I: Eikonoklastes y El oficio de la magistratura y el reinado en las que defiende el derecho de los súbditos a condenar a muerte a un monarca al que consideran culpable. Este texto está muy ligado al origen de la Commonwealth, pues ilustra como las personas se unen para formar un gobierno, para el que eligen a un líder. Explica Milton cuales deben ser las obligaciones de este líder, contrastando éstas con los abusos de un tirano. Después de estos dos tratados, Milton comenzó a trabajar como propagandista para la república. (Véase Ministro de lenguas extranjeras).

  

Influencias en la obra de Milton.

Los años invertidos en el estudio de la literatura de varios países y la amplitud de los conocimientos alcanzados por Milton hacen que los intentos de trazar los textos y escritores que le influyeron se desvirtúen centrándose en uno u otro aspecto. Es evidente que Milton conocía bien la Biblia, y especialmente los libros del Génesis, Job y los Salmos. Por su educación clásica conocía también las obras de Homero, Virgilio, y Marco Anneo Lucano, como puede entenderse de la producción de una épica moderna como es El paraíso perdido
Por otro lado, aunque su obra refleja más bien estos conocimientos clásicos, también podemos encontrar alusiones a otros autores más contemporáneos, como Giovanni Andreini, Phineas Fletcher, Thomas Heywood, George Sandys, Edmund Spenser, Philip Sidney, John Donne, o William Shakespeare.

Sin embargo, a pesar de todas las posibles influencias, cabe citar a Samuel Johnson cuando dice:

El mayor elogio al genio es la invención original. No se pude decir que Milton inventara la estructura de un poema épico, y por lo tanto debe reverenciar ese vigor y amplitud de mente a la que todas las generaciones están endeudadas en el arte de la narración poética, en la textura de la trama, en la variación de los incidentes, la interposición del diálogo, y todas las estratagemas que nos sorprenden y que encadenan nuestra atención. Pero de todos los que han tomado prestado de Homero, Milton es, quizás, el menos endeudado. Era de forma natural un pensador independiente, confiado de sus propias habilidades y desdeñoso de toda ayuda y entorpecimiento; no rechazaba admitir los pensamientos e imágenes de sus predecesores, pero tampoco los buscaba. De sus contemporáneos ni pidió ni recibió aprobación: no hay en sus escritos nada que pueda alimentar el orgullo de otros escritores buscando su favor, ni intercambios de alabanzas ni peticiones de apoyo. 
Samuel Johnson, de Lives of the English Poets, Oxford: Clarendon Press, 1905



  

La influencia de Milton en la literatura posterior.

Las obras de Milton, y particularmente El paraíso perdido tuvieron gran repercusión en la literatura de los siglos posteriores, lo que instantáneamente lo incluyó entre los grandes clásicos de la literatura inglesa, junto con Shakespeare. Las primeras notas de su influencia pueden verse en obras como el poema épico de Lucy Hutchinson Order and Disorder (1679), o la ópera de John Dryden The State of Innocence and the Fall of Man: an Opera (1677).

En 1787, Mary Wollstonecraft se queja de oír constantemente hablar de lo sublime de Milton «I'm sick of hearing of the sublimity of Milton», lo que nos puede dar una idea de lo extendido que estaba ya su reconocimiento como uno de los clásicos en el siglo xviii. Según R.D. Havens, El paraíso perdido, El progreso del peregrino y la Biblia fueron los libros más leídos durante ese siglo. Extractos de El paraíso perdido fueron utilizados en panfletos y discusiones políticas para ilustrar puntos de vista a veces contradictorios.
 Por otro lado, con la naciente industrialización, las imágenes miltónicas del cielo y el infierno comenzaron a emplearse crecientemente como metáforas del «paraíso» rural frente al «infierno» de las ciudades. Milton era el tema favorito de discusión en los salones ingleses de los siglos XVIII y XIX. También se atribuye a la amplia recepción de la obra de Milton la gradual aceptación del verso blanco.

El estilo de Milton fue ampliamente imitado, especialmente en el Romanticismo, con mejores o peores resultados, mientras otros poetas le rendían tributo mediante alusiones. William Blake ilustra El paraíso perdido, y compone The Marriage of Heaven and Hell, que está fuertemente inspirado en el anterior. La obra de Mary Shelley, Frankenstein, tiene también fuertes influencias miltónicas. William Wordsworth, en el tercer libro de The Prelude nos cuenta las vivencias de un compañero de Cambridge que habita la misma habitación que en su día ocupó Milton. 
En esta obra Wordsworth quiere marcar su propia falta e mérito, lo indigno de su posición como heredero de Milton. Si bien esto no deja de ser una tendencia compartida también con sus contemporáneos, la fuerza de los elogios de escritores como Pope, que mantenía siempre una imagen suya, de Dryden y de Shakespeare en su lugar de trabajo, o Cowper que cuenta como una vez soñó con Milton, sintiéndose hacia él como un hijo hacia un padre afectuoso, han llevado a críticos como Harold Bloom, en The Anxiety of Influence, a pensar que la influencia de Milton puede verse como la de un padre que domina a sus herederos poéticos mediante el exceso de su influencia y de la dependencia de los otros.
 Esto parece corroborarse si analizamos el Hyperion de Keats; después de escribir On Seeing a Lock of Milton's Hair, Keats pasó por un proceso de creatividad durante el cual se dedicó a escribir Hyperión, a imitación de sus precursores; sin embargo, no pudo finalizarlo, en sus propias palabras por «el poder opresivo de la influencia miltónica».

También en esta época se publicaron varias biografías de Milton, que en cierta manera contribuyeron a crear esta «deificación» de su persona poética, siendo la más destacable la Vida de Milton de Samuel Johnson. En 1747 Milton fue acusado por varios artículos de William Lauder de plagiar los contenidos de El paraíso perdido de Adamus Exul (1601) de Hugo Grotius, del Sarcotis (1654) de Jacob Masen (Masenius, 1606-1681), y de las Poemata Sacra (1633) de Andrew Ramsay (1574-1659). La lista de Lauder continuó extendiéndose hasta incluir casi una centena de posibles plagios. Sin embargo se demostró que toda la investigación había sido un fraude que Lauder pretendía demostrar insertando en sus citas fragmentos de una traducción al latín de El paraíso perdido.

La era victoriana muestra una continuación a la anterior en la influencia de Milton. George Eliot​ y Thomas Hardy en particular muestran su inspiración en la poesía y la biografía de Milton. Por el contrario, y quizá por las razones expuestas anteriormente sobre la opresión de esta influencia, a principios del siglo xx aparecieron nuevas críticas a la obra de Milton; Ezra Pound y especialmente T.S. Eliot fueron especialmente críticos con Milton. 
En 1941, C.S. Lewis publicó A Preface to Paradise Lost, con lo que trata de recuperar la deslustrada imagen de Milton. Responde especialmente en esta obra a las críticas vertidas por T.S. Eliot el cual creía que, aun siendo Milton un gran poeta, había causado una mala influencia. La poesía de Milton, dice Eliot, «puede solo ser una influencia negativa para cualquier poeta», «una influencia contra la que todavía tenemos que luchar». Más recientemente, el interés por El paraíso perdido ha recobrado fuerza tras la publicación de La materia oscura, de Philip Pullman, que está fuertemente basada en esta obra.

Los escritos políticos de Milton, como la Areopagitica fueron consultados durante la redacción de la Constitución de los Estados Unidos de América, y una cita de este mismo libro: «A good book is the precious lifeblood of a master spirit, embalmed and treasured up on purpose to a life beyond life» («Un buen libro es la preciada sangre que palpita de un espíritu maestro, embalsamada y cuidada a propósito para tener una vida más allá de la vida») puede verse en muchas bibliotecas públicas anglosajonas, por ejemplo, en la Biblioteca Pública de Nueva York.

Por otra parte, la conveniencia de traducir o no el Paraíso perdido generó un importante debate en la Ilustración en lengua alemana. Así, mientras los ilustrados más estrictos, como Johann Christoph Gottsched, se oponían a ello, por tratarse de un texto lleno de elementos sobrenaturales y fantasiosos, los ilustrados suizos Johann Jakob Bodmer y Johann Jakob Breitinger van a abogar por su traducción, admirando la fuerza del texto.


  

Milton en la literatura de lengua española.

La recepción de la obra de Milton en la literatura en español fue bastante tardía. Hasta 1777 no se llevó a cabo la primera traducción, fragmentaria (solo el Libro I), por parte de Gaspar Melchor de Jovellanos, de El Paraíso Perdido. La obra fue por primera vez traducida íntegramente al español entre 1802 y 1807 por Benito Ramón de Hermida. Esta traducción, en verso rimado, no se publicó hasta después de la muerte del autor, ocurrida en 1814.
​ Se anticipó en la imprenta una traducción que, sin embargo, había sido realizada posteriormente, aparecida en Bourges (Francia), en 1812, obra de Juan de Escoiquiz. A diferencia de la anterior, esta traducción no fue hecha directamente del inglés, sino a partir de la versión francesa de Jacques Delille, publicada en 1805, y es bastante menos fiel a la obra original.​ Han seguido después otras muchas traducciones, algunas de ellas en prosa, como la que llevó a cabo en 1849 Santiago Ángel Saura Mascaró.
Ya a finales del XVIII se encuentran en España imitadores del poeta inglés. Menciona Esteban Pujals​ los casos de Félix José Reinoso y Alberto Lista, autores de sendos poemas que son claras imitaciones de la obra capital de Milton, titulados ambos La inocencia perdida. Otro destacado poeta neoclásico, Juan Meléndez Valdés, escribió un poema épico con evidentes huellas de lecturas del autor inglés, titulado La caída de Luzbel.
José Cadalso menciona a Milton en su conocida obra Los eruditos a la violeta, en la que exhorta irónicamente a aquellos que quieren exhibir un barniz de cultura a abominar de los poetas ingleses «diciendo que su épico Milton deliró, cuando puso artillería en el cielo, cuando hizo hablar a la Muerte, al Pecado, etc.».

Se ha señalado también una posible influencia del Lucifer de Milton en la configuración de personajes característicamente satánicos del primer romanticismo español, como el don Félix de Montemar de El estudiante de Salamanca de José de Espronceda.29​ También existe un gran poema, Las hijas de Milton, que fue el último que compuso el suicida posromántico Larmig (anagrama de su nombre completo, Luis Antonio Rodríguez Martínez y Güertero).
En la segunda mitad del siglo xix, Milton apareció como personaje dramático en una obra teatral, titulada El Paraíso de Milton (1878), de Francisco Pérez Echevarría y Arturo Gil de Santiváñez.
El argentino Jorge Luis Borges escribió un soneto titulado On his blindness (Sobre su ceguera), incluido en su libro El oro de los tigres (1972) en el que toma como referencia otro soneto de Milton del mismo tema y de idéntico título (aunque el soneto de Milton, que lleva el número XIX en su producción, es a menudo nombrado por su primer verso, «When I consider how my light is spent»).
​ La analogía existente entre ambos sonetos refleja las similares circunstancias vitales con que ambos autores tuvieron que enfrentarse ya que ambos perdieron la vista en su ancianidad.32​ Otro poema de Borges se titula Una rosa y Milton.


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