Bibliotecas y mi colección de libros

Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

martes, 3 de enero de 2017

388.-Biblioteca del Congreso de Diputados y del Senado de España.-a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo;  Soledad García Nannig;




Las cortes generales españolas están formado por dos cámaras:Congreso de Diputados de España; y el senado 



Biblioteca del Congreso de Diputados de España.


  



biblioteca

Introducción.

El Palacio de las Cortes es el edificio que alberga el Congreso de los Diputados, una de las dos Cámaras de las Cortes Generales, el Parlamento español. Está situado en la plaza de las Cortes de Madrid, entre la calle de Zorrilla y la Carrera de San Jerónimo, a escasa distancia del paseo del Prado. Es uno de los edificios emblemáticos del Madrid del siglo xix, de estilo neoclásico.

Biblioteca

La biblioteca está situada en el ángulo que forma la planta baja, y es obra del arquitecto Arturo Mélida, de 1889. Con tres pisos de altura, alberga cerca de 210 000 volúmenes y es, junto al archivo, custodio de los documentos de las Cortes desde su apertura.
El antecedente directo de la Biblioteca del Congreso de los Diputados es la antigua Biblioteca de Cortes, establecida por las primeras Cortes de la Edad Contemporánea, las de Cádiz, en 1811. Tiene cuatro épocas claramente diferenciadas: La fundacional, desde sus inicios hasta 1838. La segunda etapa, o de estabilidad, es de 1841 a 1936. La tercera etapa, paralela al Franquismo, en que la biblioteca es monocameral al no haber Senado. Y la cuarta etapa o actual, que podría considerarse que comienza en 1977.
Salas

salas


El salón de lectura, construido por Arturo Mélida en 1855, presenta una estructura ovalada y cuatro alturas, lo que permite contemplar los diferentes anillos repletos de libros.
Las estanterías son de cedro y caoba, y el techo representa una alegoría del templo de las leyes de Jose María de Gamoneda.


En 1978 se creó el Cuerpo de Archiveros-Bibliotecarios de las Cortes Generales, para darle servicio.

  

Junto al rumor del Hemiciclo, el Congreso de los Diputados guarda en silencio la llave de la Ley. Más allá del debate y de las cámaras de televisión, a veinte metros y al fondo del pasillo, se encuentra la Biblioteca del Congreso; la fragua donde las leyes toman forma antes de salir a la palestra; donde, al calor de los flexos, las ideas dejan de ser un germen para convertirse en propuestas formadas: Propuestas de Ley. Javier Plaza Bravo, el jefe de Bibliografía, es el encargado de preservar ese remanso de letras que asegura la democracia.

Cada modificación legal, cada votación por parte de los diputados, requiere el estudio y el trabajo al hilo de los más de 250.000 ejemplares que componen el archivo.
 «En el dossier documental que acompaña toda propuesta, elaboramos e incluimos una selección de los libros relacionados y de interés».
 Los documentos son, para Plaza, la «materia prima» de todo trabajo parlamentario. Un trabajo que «sería imposible sin este tipo de apoyo».

Esta labor no sólo tiene el fin de informar, sino que apunta a proteger uno de los cimientos de la democracia: la independencia.
«Los proyectos de ley los presenta el Gobierno, el poder Ejecutivo. Si desde el poder Legislativo no se elaboran informes ni hay una documentación independiente, estaríamos cometiendo un error conceptual importantísimo», advierte Plaza, «porque nos fiaríamos de la información proporcionada por uno de los poderes», argumenta con decisión:
 «Este tipo de trabajos son fundamentales».

Los diputados se dejan ver por la biblioteca aunque «no es su lugar de trabajo habitual». El jefe de Información Bibliográfica define a los presidentes de la Cámara como «usuarios frecuentes» y atestigua que el grupo «VIP» lo compone el grupo de letrados. La Biblioteca es una de las zonas más innaccesibles de la institución y queda vetada al público incluso el día de puertas abiertas con el fin de garantizar su «preservación». La entrada está restringida a los miembros del Senado y Congreso, así como el personal que trabaje en este último: desde periodistas acreditados hasta agentes de policía. 
También pueden acudir «los investigadores que lo soliciten», siempre que acrediten su petición. En total, hay 1.130 usuarios activos y en la última legislatura (2012-2015) se han producido «casi 1.9000 peticiones de información», de las que 6.346 fueron realizadas por «los parlamentarios y su personal de apoyo».

Testigo de la historia.

La biblioteca guarda, desde dos códices del siglo XV, hasta ocho incunables y medio centenar de manuscritos del siglo XVI y XVII, pero el catálogo sigue creciendo. Cada año se introducen entre 3.000 y 4.000 ejemplares, entre donaciones, documentos incorporados a la web y compras. 
«Tenemos que tener documentación de todo lo que se esté legislando. Ahora hemos implementado la colección con los problemas de terrorismo internacional con cariz islamista que se están produciendo en los países árabes», apunta Plaza.

Una escalera de caracol divide en cuatro actos -dos plantas y dos entreplantas- la sala de lectura, la parte visible de la Biblioteca y sólo la punta del iceberg del inmenso archivo que guarda: en sus estantes reposan 22.000 libros, apenas el 10% del total. El resto se encuentra en los bajos del Congreso, una zona subterránea que también se ha visto afectada por las obras «interminables» que se llevan a cabo en el edificio.

Parte del archivo, unos 44.000 libros, ya han sido trasladados por este motivo a naves especializadas en conservación de documentos, situadas a las afueras de Madrid, donde «preservan la temperatura y la humedad adecuada», y donde a final de año habrá un total de 200.000 ejemplares, según las previsiones. «Nuestro trabajo también sufrirá los rigores de las obras», lamenta el bibliotecario.

Construido en 1855, cinco años después de la inauguración del Salón de Plenos, se conserva en el mismo estado que entonces. Una fotografía en blanco y negro que empieza a teñirse de sepia ejerce de testigo histórico. «Gracias a esta imagen se verificó la fecha exacta de la construcción, porque aparece un periódico que dejó de existir en 1911», relata Plaza. Una de las pocas modificaciones, además de la instalación del montacargas, fue la decoración del techo con un lienzo pintado en 1989 por José María de Gamoneda, letrado mayor de las Cortes, que representa la alegoría del Templo de las Leyes.

Diarios de sesiones.

Los estantes de la planta baja están sembrados de diarios de sesiones, la transcripción literal de todas las reuniones parlamentarias desde las Cortes de Cádiz. Ordenados de forma lineal, recorren la sala de lado a lado: desde 1810 hasta 2008, cuando faltó el espacio y los diarios empezaron también a poblar los bajos. El número de volúmenes toman un pulso aproximado de la vida política. «Cada legislatura aumenta el número de sesiones», asegura Plaza, que da un detalle significativo:
«Los 40 años del franquismo apenas ocupan cuatro estantes, y una legislatura moderna (4 años) al menos ocupa dos muebles completos».

Los diarios de sesiones ocupan todos los estantes de la planta baja. 

Es por esta razón por la que, para el bibliotecario, «se pueden cuestionar las posturas de los políticos, pero no su trabajo». Javier Plaza se disculpa por ese «comportamiento políticamente incorrecto» de «que una persona ajena al mundo de la política defienda el trabajo de los parlamentarios», y asegura, tajante: «A mí ellos no me pagan».

«Sólo hay que ver las intervenciones y las preguntas-orales y escritas- que realizan los diputados y que son cada vez más. Todo eso requiere una preparación previa», defiende.
 Pese a que las cámaras siempre van a dar al Hemiciclo, Plaza asegura que ésa «es una parte muy pequeña» de su labor. «La imagen de una sala vacía tiene un impacto a veces muy engañoso», opina el bibliotecólogo
«Hay que ser justo: un parlamentario normal tiene muchísimo trabajo, otra cosa es que te guste o no», determina.

El trabajo en la sombra, el estudio y la documentación, son el engranaje indispensable de los «nuevos legisladores». Aquellos para quienes, según este supervisor de la democracia, «no existe la improvisación».


  

Fondos
El fondo está constituido por más de 500.000 documentos y tiene un extraordinario valor para el estudio de la historia política de la España contemporánea. Se divide en fondo histórico y fondo moderno. Fondo histórico El fondo histórico es tan variado como variada ha sido la trayectoria de la Biblioteca, y en él puede destacarse la existencia de dos códices del siglo XV, ocho incunables, medio centenar de manuscritos de los siglos XVI y XVII, cerca de trescientos libros raros de los mismos siglos y una importante colección de folletos del siglo XIX. Fondo moderno El fondo moderno incluye el ingresado desde 1943, y en él pueden encontrarse obras especializadas en derecho, política, historia, ciencias sociales, etc. Es una biblioteca muy completa en temas constitucionales, parlamentarios y políticos.



Biblioteca del Senado de España.


  

La Biblioteca del Senado de España.





La Biblioteca es un recinto bibliotecario de estilo neogótico que se encuentra en la Cámara Alta del Senado, en el edificio de la plaza de la Marina Española, en Madrid.​ El diseño y obra de rejería original que constituye su espacio arquitectónico se hizo en el taller de Bernardo Asíns Serralta.​ El espíritu de la institución fue propuesto en 1811 por las Cortes gaditanas como biblioteca legislativa para consulta de los diputados.​ Con el tiempo, su fondo incluye también otras materias y algunos tesoros bibliográficos de la nación española.
El CATA (Catálogo general de la Biblioteca del Senado) esta automatizado y disponible para consultas a través de la red. Asimismo, la biblioteca del Senado dispone de una colección digitalizada de obras de su fondo histórico que pueden consultarse en la web del Senado, y que abarcan desde sus «incunables» a una selección de libros de los siglos xvi y xvii, obras sobre la Guerra de la Independencia y textos de los Reglamentos del Senado entre 1834 y 1918».

Historia
Heredera de la primitiva biblioteca de las Cortes de Cádiz, creada en 1811 bajo la dirección de Bartolomé José Gallardo, concluida la Guerra de Independencia la institución se instaló en el Teatro de los Caños del Peral en Madrid, trasladándose pronto al Colegio de Nuestra Señora de la Encarnación, fundado por María de Aragón.​ Con la aprobación de la Constitución de 1837 y el nacimiento de las dos cámaras,​ en 1838 la vieja biblioteca pasó a ser la Biblioteca de la Cámara Alta, dependiente de la Comisión de Fomento y Conservación de la Biblioteca. A aquella Comisión se debe la redacción y publicación del Reglamento para el régimen interno de la Biblioteca (1851) y de su primer catálogo.
La dictadura de Primo de Rivera en 1923 supuso la suspensión del Senado. Más tarde, con la creación del Instituto de Estudios Políticos en 1939, pasaron a él los fondos de la Biblioteca. El que fuera «alma mater» de la biblioteca hasta 1983, Vicente Llorca Zaragoza,​ relata en la monografía dedicada a la institución que el momento más delicado del tesoro reunido en ella se produjo entre el final de la guerra civil española y el año 1977, en especial durante la década de 1960, cuando con motivo de las obras de ampliación en el palacio del Senado, «los fondos se dispersan de tal modo, que una parte importante fueron depositados en los sótanos o incluso en las viviendas de los ujieres».

Finalmente el Proyecto de Reordenación de la Biblioteca del Senado, firmado por Zaragoza, García Morales y Plaza Escudero en 1972 y terminado dos años después, supuso la reordenación y clasificación de su fondo disperso, y la edición provisional de los Catálogos de Autores y de Fondos Especiales. A estas medidas se añadiría la ampliación del personal bibliotecario especializado dictadas por las Cortes Constituyentes de 1977, así como la puesta en marcha de una nueva política de adquisición de libros, revistas, colecciones legislativas, etcétera. En el inicio del siglo xxi la biblioteca está integrada en la Dirección de Documentación, dependiente de la Secretaría General.

Descripción
La biblioteca, diseñada por el arquitecto alicantino Emilio Rodríguez Ayuso tomando como referente «la construida cuarenta años antes para el Parlamento británico en Londres por los arquitectos August Welby Pugin y Charles Barry», imita en su conjunto la planta de la Biblioteca del Escorial, siguiendo el modelo renacentista de las salas con estanterías cubriendo las paredes. Su aspecto es de «claro estilo inglés con reminiscencias neogóticas», destacando la presencia del hierro,a​ Está estructurada en dos alturas unidas por «escaleras de hélice o caracol ocultas en dos esquinas opuestas de la sala», con una galería volada en la parte alta. El neogótico inglés que define el conjunto queda remarcado por los arcos ojivales que presentan los estantes (dotados de «entrepaños móviles» para situar el libro a diferente altura y cajones en el zócalo de la parte baja.
Desde el techo del recinto, iluminan el espacio de estudio y consulta un lucernario y una impresionante lámpara de estilo gótico. Completan el moblaje de la sala, un facistol de hierro usado como expositor de la edición príncipe de la Constitución española de 1812 y la Gramática (1550) de Antonio de Nebrija. Preside la estancia un busto del que fuera presidente del Senado y protector de su biblioteca, Manuel García Barzanallana, obra de Rafael Algueró y su hijo, en 1907.

Fondos

La biblioteca del Senado guarda alrededor de 365 000 volúmenes, distribuidos y diferenciados en un fondo histórico y un fondo moderno.

Fondo histórico.

Reunido durante el período bicameral (1834-1923) se compone de más de 130 000 volúmenes y dentro del Patrimonio Bibliográfico del Senado. Incluye materiales dispersos, requisados o incautados a distintos movimientos políticos y desamortizaciones de la primera mitad del siglo xix, lotes a los que más tarde se unirían las adquisiciones y los donativos.
Entre los mencionados incautados o confiscados,​ puede destacarse la biblioteca privada de Carlos María Isidro, hijo de Carlos IV, confiscada por orden de la reina regente María Cristina , y depositada en el palacio del Senado en 1835.
 Los «ex libris» que figuran en los volúmenes procedentes de la biblioteca incautada a dicho infante sugieren un doble origen; así, parte de ellos, debieron constituir la biblioteca conjunta que compartieron los infantes Fernando (futuro Fernando VII), el referido Carlos María Isidro y Francisco de Paula Antonio de Borbón, quien durante su exilio en Francia utilizó un «ex libris» con sus iniciales (FCA) y una leyenda a su alrededor (“Propièté des trois”). Otra parte de los volúmenes, sin embargo, está sellada con las siglas SDSYDA, correspondientes a la biblioteca del infante Antonio Pascual de Borbón, quien probablemente se los cedió a su sobrino.
Elementos destacados en el fondo histórico son los diez incunables, nueve de ellos procedentes de la biblioteca de Carlos María Isidro, a excepción de las Ordenanzas Reales de Alfonso Díaz de Montalvo, impresas en Sevilla en 1492. El más antiguo es la Compendiosa Historia Hispánica de de Rodrigo Sánchez de Arévalo, obispo de Zamora, editado en Roma en 1470. La Biblioteca atesora además 358 obras editadas en el siglo xvi, de las que puede destacarse la mencionada Gramática de Antonio de Nebrija, y una edición de 1502 de Epístolas de Seneca. El origen de estos 358 ejemplares del siglo xvi se reparte entre la citada biblioteca del infante Carlos María Isidro, la Casa de Osuna, la biblioteca de Fernández de los Ríos o las colecciones que se adquirieron a Eduardo de Hinojosa y al general Gómez de Arteche.
Entre las obras del siglo xvii, está Epítome de la vida y hechos del invicto Emperador Carlos V de Juan Antonio Vera Zúñiga y Figueros, conde de Roca, y entre las del siglo xviii, la primera edición de la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, así como una colección de láminas de Giambattista Piranesi y su hijo Francesco, el Atlas de la Península Ibérica y de las posesiones españolas de Ultramar de Tomás López (1761-1770). También pueden mencionarse entre estos fondos especiales 181 obras musicales.
Dentro del fondo antiguo o histórico, y de entre las últimas aportaciones importantes gestionadas por la Comisión de Fomento y Conservación a finales del siglo xix, destacan la donación testamentaria de las ya citadas colecciones de Fernández de los Ríos, la adquisición de una parte de la biblioteca de la Casa de Osuna-Infantado (1884), la biblioteca del general Gómez de Arteche (1906), los fondos de Eduardo Hinojosa, senador y académico de la Historia y un amplio archivo documental sobre la Guerra de Independencia española.​ El fondo antiguo guarda asimismo los Diarios de Sesiones de las Cortes, Congreso y Senado, fechados entre 1810 y 1939, y los ejemplares de la Gaceta de Madrid, antecedente del Boletín Oficial del Estado.​

En el fondo moderno del catálogo de obras ingresadas desde 1977, se encuentra –además de monografías, obras de referencia y materiales no librarios sobre temas parlamentarios, autonómicos, jurídicos y políticos– la colección de Jesús Pabón, con obras de contenido político e histórico, publicadas entre 1930 y 1970.

Catálogo de revistas, publicaciones y hemeroteca

Reúne 1.525 títulos de revistas, publicaciones oficiales y prensa, editados entre el siglo xvi y el primer tercio del siglo xx.

Revistas del fondo histórico
Colección de títulos españoles y extranjeros de materias jurídicas, y otras de contenido político, científico o literario. Como la Revista de los Tribunales (1878-1937), la Revista contemporánea (1876-1906), la Revue de droit international et de Legislation comparée (1869-1914), The quarterly review (1839-1929), La Ilustración Española y Americana (1871-1921), el Année politique (1874-1905), El año político (1895-1927), La España Moderna (1889-1914), la Nuova antologia di scienze, lettere ed arti (1866-1936), y el Hochland Monatsschrift für alle Gebiete des Wissens, der Literatur und Kunst (1907-1916).
Entre las publicaciones oficiales, almacena diversas colecciones legislativas: Gaceta de Madrid (1678-1940), la Colección de decretos-colección legislativa de España (1814-1937), Gazzette Nationale ou Le Moniteur Universel (1785-1799), The London Gazette (1887).

Reúne también colecciones oficiales de parlamentos nacionales y extranjeros: Diario de Sesiones del Senado (1834-1923); Diario de Sesiones de Cortes y del Congreso de los Diputados (1810-1939); Compte rendu des séances de la Chambre des Deputés (1877-1898); The parliamentary Debates: Official report (1909-1929).

En la Hemeroteca del Senado se guardan ejemplares de los periódicos más representativos del siglo xix y del primer tercio del siglo xx, tanto españoles como extranjeros. Así, por ejemplo: El Liberal (1881-1935); El Imparcial (1879-1902); El Globo (1875-1910); La Época (1879-1921); El Sol (1918-1931); Gedeón (1900-1917); La Flaca (1869-1873); Diario de Barcelona (1879-1923); The Times (1878-1928); The Sphere (1909-1936); Le Figaro (1881-1902); Le Temps (1882-1940), además de algunos títulos de prensa del siglo xviii: Mercurio histórico y político en que se contiene el estado preferente de la Europa (1738-1830), Correo general de España (1770), Diario curioso-erudito, comercial público y económico (1758-1830).
El fondo documental del historiador José Gómez de Arteche, completa la colección de prensa con publicaciones del periodo de la Guerra de la Independencia (1808-1814), con ejemplares de La Abeja española (1812-1813), La Antorcha (1813), El Censor general (1814) y El Español (1810-1814).


Itsukushima Shrine.



Ex libris.

 

  



Exlibris​ o ex libris (locución latina que significa, literalmente, «de entre los libros») es una marca de propiedad que normalmente consiste en una estampa (grabado), una etiqueta o un sello que suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro o en su primera hoja en blanco (por ejemplo, en la página del título), y que contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria. El nombre del poseedor va precedido usualmente de la expresión latina ex libris (o también, frecuentemente, ex bibliotheca o e-libris), aunque se pueden encontrar variantes (por ejemplo, «soy de...» o similares).

Exlibris real de la época de Carlos IV-Fernando VII – Por Orden de 22 de febrero de 1808 se aprobó un modelo de sello en hueco con las armas reales y la leyenda identificativa. Dadas las circunstancias políticas, no se puede precisar la cronología de este exlibris.
Sello: «S. D. S. Y. D. A» – Las siglas remiten al nombre del Infante don Antonio Pascual de Borbón, hermano de Carlos IV. Vindel realizó una identificación que todavía no ha podido ser constatada: «Soy de Sebastián y de Antonio».


Sello: «F. C. A. Propriété des trois» – Sello con las siglas de los Infantes don Fernando [VII], don Carlos María Isidro y don Francisco de Paula Antonio de Borbón y la leyenda en francés que remite a la biblioteca conjunta de los infantes durante su exilio en Francia.

Sello: «P. F. C.» – Sello con las siglas correspondientes a los nombres de los Infantes don [Antonio] Pascual, hermano de Carlos IV, don Fernando [VII] y don Carlos María Isidro de Borbón.

Sello:«Mayans y Siscar» – Parte de la importante colección bibliográfica de don Gregorio Mayans y Siscar (1609-1781) fue a parar a la Real Biblioteca.

Signatura de la Biblioteca del Conde de Gondomar – Señala la localización de los libros que don Diego Sarmiento de Acuña, I Conde de Gondomar, poseía en la biblioteca de la Casa del Sol, en Valladolid.

Sello: «Pascual de Gayangos» – Sus libros ingresaron por compra en la Biblioteca Nacional en 1900.

Exlibris de Diego de Colmenares (1586-1651) – Su exlibris manuscrito permite la identificación de algunos de los ejemplares que constituyeron su librería y que hoy están dispersos en diferentes bibliotecas públicas y privadas.

Exlibris de Anastasio Chinchilla – Reunió una de las principales bibliotecas españolas de libros sobre medicina. En la actualidad se conserva en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.

Exlibris real de Alfonso XIII – A tinta roja que reproduce el exlibris de la época de Carlos IV-Fernando VII.

Sello: «Librería de D. Luis de Usoz. 1873» – Don Luis de Usoz y del Río (1805-1865) reunió una importante colección de biblias, clásicos latinos y griegos, literatura y textos de reformistas que su viuda donó en 1873 a la Biblioteca Nacional.

Sello: «Inventariado por las Cortes 1874» – El 25 de junio de 1873 se decretó la incorporación de la Real Biblioteca a las Cortes. En 1874 se comenzó la redacción de un inventario de los libros y a su identificación con este sello en tinta azul.

Exlibris: «Conde de Mansilla» – Poco se sabe del propietario de esta marca de propiedad heráldica que preside el lema «Ars longa vita brevis» e identifica los libros que le pertenecieron. En la actualidad se conservan en la Real Biblioteca.

Exlibris con el monograma en amarillo, verde y rojo de Ricardo Heredia y Livermoore, conde de Benahavis – Su biblioteca fue vendida en París en 1892. Muchos de sus libros se localizan actualmente en bibliotecas públicas y privadas de España.

Superlibros: «V. P. Biblioteca de Salvá» – Las manos unidas y las iniciales «V.P.» indican que procede de la biblioteca Salvá, una de las principales del s. XIX a cuya formación contribuyeron Vicente Salvá y Pérez (1786-1849) y su hijo Pedro Salvá y Mallén (1870). Gran parte de la biblioteca fue adquirida después por Ricardo Heredia y Livermoore.

Sello: «Biblioteca de D. F. A. Barbieri» – La gran colección de libros de música que don Francisco Asenjo Barbieri reunió a lo largo de su vida, con la intención de escribir una historia de la música española, pasaron a su muerte a la Sección de Música de la Biblioteca Nacional.

Sello: «RB» – Estas siglas identifican la Real Biblioteca Pública de Madrid, creada por Felipe V en 1712 con los libros incautados a sus enemigos. En 1836 se transformó en la Biblioteca Nacional.

Sello: «RABA» – Las siglas corresponden a la Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, formada en gran parte por las donaciones de sus académicos.

Exlibris manuscrito: Del Col.o M.or de Cuenca – Los libros procedentes del Colegio Mayor de Cuenca están actualmente, salvo algunas excepciones, en la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca. Con la desamortización de los Colegios Mayores el fondo manuscrito pasó bajo el reinado de Carlos IV a la Real Biblioteca y en época reciente (1954) fue devuelto a la Universidad de Salamanca.

Sello: «Biblioteca del Exmo. S. D. AG. DURÁN» – Agustín Durán (1789-1862) fue uno de los principales bibliófilos del siglo XIX. Reunió una importante colección de obras dramáticas manuscritas e impresas que en la actualidad forman parte de la sección de teatro de la Biblioteca Nacional.


Exlibris manuscrito: «De la librería del Collegio Imperial de la Compañía de Jesús» – El colegio de San Pedro y San Pablo en la Corte, el más próspero a principios del XVII, adquirió en 1603 el título de Colegio Imperial merced a la protección y el legado de la emperatriz María, mujer de Maximiliano II de Austria y al favor sostenido después por Felipe IV. Suprimida la Compañía en 1767 por Carlos III, el antiguo colegio se transformó tres años después en los Reales Estudios de San Isidro. La disolución de la biblioteca se inició en 1795 con el traslado de parte de la colección al colegio de San Carlos; en 1834 Gallardo trasladó numerosos libros a la Biblioteca de Cortes y la colección de manuscritos acabó integrada en la Real Academia de la Historia. La antigua librería de San Isidro se mantuvo como biblioteca independiente hasta 1846. Al instalarse las bibliotecas de Alcalá en la corte se integró como una sección más de la Biblioteca Universitaria Complutense de Madrid.

Bibliografía: Navas, 1910-1931 – Vindel, 1934 – Bouza, 1990 – Sánchez Mariana, 1993 – Delgado Casado, 1996 – García Ejarque, 1997.


Páginas de Heráldica. 

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