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viernes, 18 de agosto de 2017

471.-la Bella del Señor de Albert Cohen; Sanhattan .-a

  

Bella del Señor.


  


Bella del Señor (cuyo título original en francés es Belle du Seigneur) es una novela río del escritor suizo Albert Cohen publicada en 1968.

La escritura de Bella del Señor empezó en los años 1930 y fue interrumpida por la Segunda guerra mundial. El manuscrito fue corregido y aumentado durante muchos años hasta que fue finalmente publicado por Gallimard en 1968 a contracorriente de las obras de aquella época. En efecto, se trata de una obra de gran extensión que recupera la valoración del goce presente en la narración misma. Algunas escenas burlescas fueron retiradas del manuscrito por petición del editor Gaston Gallimard y publicadas separadamente bajo el título Les Valeureux (Los esforzados) en 1969.


Bella del Señor es la tercera parte de una tetralogía que empieza con Solal (1930) y Mangeclous (Comeclavos, 1938). La novela fue galardonada con el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. El autor cruza y superpone las voces de los personajes a lo largo de los 106 capítulos donde se mezclan la pasión, el humor, el desánimo y las exaltaciones del alma. La novela cuenta la pasión mórbida de Ariane y Solal, pero también el amor de Albert Cohen por el idioma francés y por la escritura.
Bella del Señor es considerado como uno de los grandes logros de la literatura francesa del siglo XX. Para Joseph Kessel, se trata de una « obra maestra absoluta », y para François Nourissier « un libro que solo aparece en una cultura una docena de veces por siglo ». Figura entre los 100 libros del siglo XX según Le Monde.
La novela tuvo un gran éxito comercial convirtiéndose en la mejor venta de la colección "Blanche" de Gallimard.
La ausencia de puntuación en algunos sitios y la presencia de faltas de ortografía corresponden a la voluntad del autor. Estos pasajes se relacionan con capítulos que operan como monólogos interiores o flujos de la consciencia, intentando representar así el habla misma del personaje (idiotismos, expresiones personales, pronunciación, clichés, etc.)

Temáticas del libro

Bella del Señor es una condena de la pasión amorosa, pero el libro explora otros temas : a través de la descripción mordaz del funcionamiento de la Sociedad de Naciones y de la mentalidad conformista de la burguesía, Albert Cohen practica una crítica social llena de ironía. El antisemitismo y el arraigo del autor al pueblo judío son temas secundarios que permiten comprender en parte el comportamiento de Solal.

Personajes principales

Solal des Solal : Subsecretario de la Sociedad de Naciones, es un hombre rico y poderosos de origen judío. Forma parte de un clan judío compuesto por personajes grotescos.
Ariane Deume : Hija de una rica familia protestante de Ginebra. Una vez huérfana es cuidada por su tía Valérie.
Adrien Deume : Empleado subalterno de la Sociedad de Naciones, esposo de Ariane.
 Belle du Seigneur.

 Belle du Seigneur.

 Belle du Seigneur

 Belle du Seigneur

 Belle du Seigneur

 Belle du Seigneur

 Belle du Seigneur

Ginebra (en francés: Genève; en arpitano: Genèva; en alemán: Genf ; en italiano: Ginevra) es una ciudad y comuna de la Confederación Suiza, ubicada cerca de la frontera con Francia, capital del cantón de Ginebra. Es la ciudad más poblada de Romandía y la segunda de Suiza después de Zúrich. Se encuentra situada a la salida del Ródano del lago de Ginebra y es la capital de la República y Cantón de Ginebra.


En sí (la ville de Genève) tiene una población (en diciembre de 2018) de 201 818 habitantes y el cantón (que incluye la ciudad) tiene 474 169 habitantes. En 2011, el área metropolitana (Grand Genève) tenía una población de 915 000 habitantes incluida la parte francesa. En territorio suizo, el área de tránsito (conocida como Métropole lémanique) tenía una población de 1,25 millones de habitantes. Esta zona se extiende al este de Ginebra hacia la zona de Riviera (Vevey, Montreux) y al noreste hacia Yverdon-les-Bains, en el vecino cantón de Vaud.

Ginebra es una ciudad global, centro financiero y mundial de la diplomacia debido a la presencia de numerosas organizaciones internacionales, entre ellas la sede de muchos de los organismos de las Naciones Unidas​ y la Cruz Roja.​ De hecho, es la ciudad que alberga el mayor número de organizaciones internacionales del mundo.​ Es también el lugar donde se firmaron los Convenios de Ginebra, que principalmente se refieren al tratamiento, en situaciones bélicas, de los no combatientes y los prisioneros de guerra.
Junto con Nueva York, Basilea y Estrasburgo, es una de las pocas ciudades del mundo que es sede de varias instituciones internacionales sin ser la capital política de un estado.
Ginebra se posicionó como el noveno centro mundial financiero más importante en cuanto a competitividad en el Índice Global de Centros Financieros, por delante de Fráncfort, y el tercero en Europa después de Londres y Zúrich.​ La ciudad ha sido conocida como la metrópolis más compacta del mundo y la "capital de la paz".​ 

  


Comentario de la prensa. 


  

TRIBUNA:
Una magistral provocación
MARIO BENEDETTI
22 MAY 1988

La publicación en español de Bella del Señor (editorial Anagrama, Barcelona, 1987,624 páginas, traducción de Javier Albiñana), la célebre novela de Albert Cohen (1895-1981), ha significado una explosión editorial. Cinco ediciones en pocos meses para una novela que ha sido puesta en los cuernos de la luna por la crítica más intransigente, con varias semanas en el primer lugar de la nómina de libros más vendidos. Esta irrupción (con 20 años de atraso, claro está) no hace sino confirmar les ditirambos que le fueran dedicados por la crítica francesa cuando Belle du Seigneur obtuivo en 1968 el Gran Premio de Novela de la Academia. Se la situó entonces a la altura de Shakespeare, Proust, Musil, Céline, Chaplin, Saint-John Perse, etcétera. La voluntad de elogio era tan manifiesta que casi no se hallaba con quién compararla; todo arquetipo parecia poco.
Es cierto que Cohen se beneficia (la comparación es inevitable) del descenso cualitativo de la narrativa francesa en la segunda mitad del siglo XX, lapso en el cual (además de las dos Margaritas: Duras y Yourcenar) apenas la ascendente figura de Jean-Marie Le Clezo o el intrincado Claude Simon pueden disputarle la primacía. Curiosamente, de estos escritores sólo Le Clezio es literalmente francés: Duras nació en Indochina; Yourcenar, en Bélgica; Simon, en Madagascar, y Albert Cohen nació en Corfú, una de las islas jónicas, perteneciente a Grecia. No obstante, es innegable que Cohen, como los otros citados, pertenece a la literatura francesa, ya que ha escrito en esa lengua no sólo las cuatro novelas de su saga, sino también el resto de su obra.

Este escritor singular ocupó altos cargos en organismos internacionales con sede en Ginebra, tarea que le permitió conocer desde dentro (y aprovecharlas como hábitat de sus ficciones) las glorias y miserias de la alta burocracia internacional. Poco amigo de los cenáculos literarios, Cohen fue creando su obra, al comienzo, en el confinamiento de su parcela burocrática, y luego, en la soledad de su memoria. Bella del Señor podría ser calificada como un fastuoso libro del amor, o, mejor aún, de la construcción del amor y su minuciosa destrucción por los celos. Extrañamente, este gran Ebro de amor es en el fondo una feroz invectiva contra él mismo. Se ha señalado que es "una búsqueda del absoluto a través del amor", pero cabría agregar que, aun en esa acepción, se trata de una búsqueda conscientemente destinada al fracaso.

La relación amorosa entre Solal (alto funcionario de la Sociedad de Naciones en 1936; judío, como el autor) y la refinada Ariane (esposa de otro burócrata de menor nivel y ambición desmedida) tiene tres etapas definidas: la del rampante, gozoso adulterio; la unión estable, rutinaria, casi conyugal; el estallido y la vicisitud de los celos. Para Cohen, el amor es, en más de un sentido, la consagración de la apariencia: cada amante se prepara para la maniobra y la conducta eróticas con la prolijidad y el profesionalismo de una vedette que va a salir a escena. El placer amoroso hereda así una obligada dependencia con respecto a la pericia en el disimulo, la idoneidad en la hipocresía. Se trata, por supuesto, de un placer refinado, impecable, casi mundano; un placer que de alguna manera viene con la etiqueta de su clase y su nivel sociales.


Hipérbole y humor.

Esto no implica que Solal o Ariane se ahorren ninguna de las posturas y variantes (corrientes o insólitas) del catálogo erótico de todos los tiempos, pero sí que las lleven a cabo en un contexto de pulcritud y elegancia y en medio de un primoroso torneo verbal que evita aludir a los pormenores de la lujuria con su tosca y vulgar nomenclatura. En verdad es abrumador todo lo que hablan estos amantes (si no fueran entes de ficción serían sencillamente insoportables) cada vez que fornican. Al final, el lector tiene la impresión de que la previsible etapa de tedio sobreviene no tanto por la agobiante tautología del sexo como por el discurso que, en medio de acrobacias y calistenias no demasiado aptas para la faramalla o la locuacidad, precede o acompaña el orgasmo básico.

Es claro que Cohen adereza toda esa hipérbole con un formidable sentido del humor, y es así que durante extensos capítulos el juego amoroso cede la prioridad al menester de la ironía. Y aunque Solal mantiene siempre un grado de lucidez que lo habilita para burlarse no sólo de su amante, del marido de ésta (el lamentable Didi) o de los obsecuentes subordinados y colegas internacionales, sino también de sus propias maniobras e irrisorias proezas de amor, lo cierto es que el conjunto de la peripecia aparece como desprestigiado y corroído por la burla. Toda la novela es una bofetada conceptual al esquema romántico del tratamiento amoroso (incluso se mofa cruelmente de Proust) y también a la revenida cursilería que puede alcanzar la mundanería casi voluptuosa del que hacer diplomático. 
En ambos aspectos, la obra cumple a cabalidad su cometido, gracias sobre todo a un claro dominio del oficio y del lenguaje. La novela tiene pasajes de notable calidad literaria (entre los que cabe destacar la desopilante descripción del señor Daume o la del entorno judío del protagonista, toda una corte de milagros de Sión), y a pesar de que sus más de 600 páginas provocan intermitentemente atracción y rechazo, siempre se leen con avidez.

Si algo cabe objetar es la aparatosidad descriptiva y el gigantismo oral en las larguísimas enumeraciones de sexo explícito e implícito (se echa de menos a Henry Miller) o las repentinas y agobiantes tiradas (cada una de 20 o 30 páginas) de elucubración poco menos que ensayística. Esta objeción no apunta a su talante reflexivo, sino a la extensión desmesurada, que a menudo frena el devenir narrativo y tíenta al lector a que se salte la correspondiente planicie de cavilación.
La repetición y la insistencia se vuelven particularmente agobiantes cuando la historia desemboca en la andanada de los celos. Allí, Solal no parece creer demasiado en sus personales reproches y agresiones (el pretexto de los celos es una antigua vinculación de Ariane, muy anterior a su vinculación con Solal), incluso deja frecuente constancia de su distanciamiento ante sus propios arranques, como si sólo le sirvieran para arrojar a la amante por la borda,- pero esa visión esporádicamente autocrítica no alcanza a reivindicar la delectación y el denuedo que pone en sus asaltos.
Por todo ello, la comparación con Shakespeare, Proust, Musil, Chaplin y otros notables tal vez no sea la más justa. En todos esos creadores hay una entrega generosa a un mundo que ellos mismos levantaron, una entrega que por cierto no existe en Cohen. Éste nunca abandona el solio y la jactancia de autor omnipotente. Su riesgosa ambigüedad, el esmerado odio con, que manipula el amor, su repulsa sutil hacia sus creaturas no sólo le distancian, como era de prever, del individualismo romántico, sino que también le vedan una asunción objetiva del orbe que ha elegido describir. Su relación con sus personajes (salvo cuando se refiere a Mattathias, Comeclavos y el resto del clan familiar y judío) es incriminadora y despiadada, a tal punto que el lector llega a mirarlos con piedad.

Un machismo exquisito

Bella del Señor es, sin embargo, una lectura ineludible, en primer término, porque desarrolla un enfoque inexpugnablemente original (el amor como ardua .gesta de seducción; el amor como verklärte nacht, o noche transfigurada; el amor como cedazo de deterioros; el amor

como cáscara de palabras y médula de tedio; el amor como espejo de la muerte), y luego, porque hay en la novela un ejercicio lúdico que normalmente escolta a esta insólita educación sentimental. Aun la antítesis atracción / rechazo que, con sus torrentes y sus remansos, la narración provoca en el lector significa un elemento activo, dinámico, no exactamente comprometido, sino comprometedor.

Conviene advertir, sin embargo, que en medio de esa aceleración, de esa prueba de fuerzas, la figura más darririfficada es siempre la de Ariane. En Bella del Señor, el colonizador y usufructuario de la belleza es el Señor; la belleza femenina es administrada, orientada, gozada, juzgada y en el fondo menospreciada por el Señor. Es probable que se trate de la más depurada expresión de machismo en la novela contemporánea. Refinada sí, pero, a pesar de su refinamiento, sólidamente machista. Ariane lo sacrifica todo (hogar, situación, seguridad económica, consideración social) por seguir a su amado (con mayúscula), pero el sacrificio la deja inerme y sometida.
Por eso, porque su vida no tiene (ni quiere) otra solución que la hegemonía del amante, la aristocrática Ariane es en los hechos tan pasivamente machista como lo es Solal de modo activo. Después de todo, Cohen es más machista que uno y otra, sólo que su masculina visión del mundo y del amor se va progresivamente tiflendo de poesía, y dejando, página a página, aquel lastre de pulido escarnio. Y aun así, en el último y breve capítulo que es sin duda la muestra más acabada de su arte, el autor omnisciente resuelve que, ya en los umbrales de ese postrer orgasmo que es la muerte compartida, Ariane siga reconociendo la hegemonía de su Señor: 

"No se te olvide venir, murmuró y segregó saliva; sonrió estúpidamente, quiso echar hacia atrás la cabeza para mirarle, pero no podía ya, y allá afilaban una guadaña. Quiso entonces saludarle con la mano, pero no podía ya, su mano se había ido. Espérame, le decía él de tan lejos. Aquí llega mi divino rey, sonrió ella, y penetró en la iglesia montañosa".


Aunque en ese remate solemne (que sí tiene la impronta de Shakespeare), Solal acabe transido de amor, es él, y sólo él, después de todo, el administrador y el agente de la postrimería. El machismo como última ratio. Y así se llega a la inquietante consecuencia: ya se mueva en los meandros de la vida o en la recta final de la muerte, Bella del Señor es una magistral provocación, de la que nadie sale indemne. Y si el lector se siente, por alusión o por elusión, frecuentemente involucrado en la trama y en la dialéctica de la obra, y hasta quisiera aquí y allá esgrimir sus razones, ya sea en apoyo de una revelación o, en rechazo de una falacia, es porque Bella del Señor es (a pesar de su elitismo crítico, de sus desguarnecidas jactancias y de su machista asunción del amor) una novela profundamente removedora, escrita con delectación y absoluto dominio del lenguaje y con atributos más que suficientes para integrar la memoria literaria de este siglo.

  

LITERATURA
La magistral provocación de Albert Cohen.


Bella del señor es una de las mejores novelas de amor del siglo XX, pero es también una sagaz crítica de la diplomacia y los nacionalismos.

Por Cristina Casabón
4 enero 2018


En 1926 Albert Cohen (Corfú, 1895 – Ginebra, 1981) ingresó como funcionario internacional en la División diplomática del Bureau International du Travail, en Ginebra. Trabajó en esa institución hasta 1951, para después dedicarse exclusivamente a la literatura. Esa experiencia está detrás de una de las mejores novelas de amor del siglo XX: Bella del señor (1968), que obtuvo el Grand Prix du Roman y que Anagrama ha reeditado recientemente en la colección “Otra vuelta de tuerca”. La obra ofrece una sagaz crítica de la Sociedad de Naciones mucho más provocadora que cualquier análisis académico. Es también un ejercicio de introspección sobre los valores de la sociedad europea de los años 30 y una crítica al internacionalismo naciente del siglo pasado que sigue vigente hoy en día.

Todo es desmedido en esta novela de Cohen, conocedor de la sociedad ginebrina de la época: sus bellas mujeres, su política, sus mascaradas y su clasismo. Además, en Bella del Señor, la ironía alcanza niveles solo esbozados en sus anteriores obras. Cohen elige como protagonista de esta novela a Solal, un alto funcionario de la Sociedad de Naciones, judío en la Ginebra de 1936, en una época en la que el antisemitismo alcanza su paroxismo en Alemania. Solal, que en muchos sentidos se puede ver como un alter ego del autor, seduce a la aristócrata Ariane, mujer de un subordinado suyo, Adrien Deume (el lamentable Didi).

La de Ariane y Solal es una historia que rompe todos los esquemas románticos, desde el tratamiento amoroso de la seducción, los celos y la crueldad, hasta la obsesión por la belleza y una búsqueda permanente del amor puro llevado a la exageración, al ridículo. Una introspección de los personajes en la que se manifiesta la amplitud de registro del escritor y en la que el amor a veces se eleva a la altura de la religión: “Llámeme loco, pero créame. Un parpadeo de ella, y me miró sin verme, y fue la primavera y la gloria y el mar tibio y su transparencia junto a la orilla y mi juventud recobrada, y nació el mundo”…

Pero esa relación les arrastra lentamente a circunstancias un tanto miserables, que asumen desesperados. Se crean en medio de la inevitable monotonía del amor situaciones de largas esperas, sufrimientos, y especialmente escenas de celos, desconfianza, románticas reconciliaciones. Como confiesa Solal: “Lo terrible, querido Nathan, es que ese amor religioso, comprado a tan asqueroso precio, es la maravilla del mundo”. Cohen logra que estas escenas de los amantes aparezcan corroídas por la burla y la ironía, convirtiendo una novela de amor en una parodia del romanticismo.

Al mismo tiempo, Bella del Señor es una obra inquietante que describe con una ironía feroz el mundo de los egos y las apariencias, de los juegos de poder y las instituciones masculinas y jerárquicas de la época. Toda la novela es una crítica a la cursilería que puede alcanzar la mundanería voluptuosa del ambiente diplomático. Cohen describe un ambiente de “sonrisas estereotipadas, cordialidades y crueles pliegues en las comisuras, ambiciones arropadas en nobleza, cálculos y tejemanejes, halagos y recelos, complicidades e intrigas”.

Desacredita a aquellos ministros y diplomáticos que deambulan por el salón de los pasos perdidos, discutiendo circunspectos, penetrados de su propia importancia, intercambiando con profundidad inútiles impresiones, que deslumbran a los siempre reverenciosos y “trastornados con la mente deliciosamente embotada” funcionarios internacionales. Cohen describe la crueldad de las relaciones entre los “vencedores insensibles” en busca del maná de los halagos y el de los que esperaban, como Deume, una ocasión de captura, un golpe de suerte, “respetando de lejos y aún dolorosamente amando” a los peces gordos, ministros y embajadores desconocidos. Deume solo conseguirá ascender a las altas esferas a través de Solal, quien a cambio le enviará a prolongadas misiones en el extranjero mientras seduce a Ariane en Ginebra.

A través de la historia de Solal también podemos ver la evolución de la sociedad europea desde la belle époque hasta el ascenso del nazismo. El protagonista vive atormentado y presa de preocupaciones políticas, y critica la discapacidad inherente de la Sociedad de Naciones para hacer frente el antisemitismo en Alemania, Suiza o Francia. Conforme avanzaron los años 30 se hizo más evidente la impotencia de la institución para garantizar un orden internacional (en realidad marcadamente occidental e injusto). Ese internacionalismo cosmopolita y moderno, civilizado, que estaba naciendo, se vería sobrepasado por el nacionalismo en sus distintas variantes en Europa y otras partes del mundo.

Con un humor particular Cohen logra una crítica introspectiva y psicológica que desarma el artificioso mundo del poder, y desenmascara una sociedad supuestamente modélica y perfecta que aspiraría a proyectar mediante sus instituciones y organismos internacionales una especie de prolongación global de sí misma. 
La historia del fracaso del internacionalismo de la primera mitad del siglo XX es la de un sistema que desestimó la importancia del sentimiento nacionalista y su calado. Al igual que Stefan Zweig, Thomas Mann o Sándor Márai, Cohen retrata el fin de una época con tintes de nostalgia ante las vicisitudes de una Europa convulsa.

El nacionalismo en sus distintas variantes fue incrustándose en la política internacional con mayores o menores éxitos y en distintas formas, sobrepasando muchas veces al “globalismo” o internacionalismo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad sus ideas siguen calando hondo y abriendo brechas en proyectos tan logrados como la Unión Europea.

Ahora la pregunta es qué nueva forma tomarán en el siglo XXI estos movimientos, que no solamente insisten en las diferencias entre los países y nacionalidades, sino que también fomentan el odio y las diferencias entre ellos basándose en un esencialismo etnicista e historicista. 
El complejo e inquietante pulso entre internacionalismo y nacionalismos se repite nuevamente, y por ello Cohen, además de ser un novelista brillante, es un autor de plena actualidad, que nos recuerda la necesidad de autocrítica y de un nuevo sistema internacional, adaptado a los valores y mentalidades de nuestra época, en un momento en el que las instituciones permanecen imperturbables.

  

Sociedad de Naciones.

La Sociedad de las Naciones (SDN), Sociedad de Naciones o Liga de las Naciones fue un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919. Se propuso establecer las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra Mundial. Aunque no logró resolver las graves crisis Internacionales que se plantearon en los años 1920 y 1930, es importante porque fue la primera organización de ese tipo de la historia y el antecedente de la ONU.
La Sociedad de las Naciones consiguió algunos éxitos en su labor, ayudó a solventar pacíficamente algunos conflictos en el período inmediato de posguerra y tuvo su apogeo en el período 1924-1929. Durante ese periodo se firmó el Tratado de Locarno en 1925, se produjo el ingreso de Alemania en la Sociedad en 1926, y se firmó el Pacto Briand-Kellogg en 1928. Sin embargo, cuando la situación internacional se enturbió tras la depresión de 1929, la Sociedad de las Naciones se mostró totalmente incapaz de mantener la paz.
La SDN se basó en los principios de la seguridad colectiva, el arbitraje de los conflictos y el desarme. El Pacto de la SDN (los 26 primeros artículos del Tratado de Versalles) fue redactado en las primeras sesiones de la Conferencia de París, que comenzaron el 18 de enero de 1919, por iniciativa del Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson.
El 15 de noviembre de 1920 se celebró en Ginebra la primera asamblea de la sociedad, con la participación de 42 países.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la SDN fue disuelta el 18 de abril de 1946, siendo sucedida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 


  

Abraham Albert Cohen.


  


 (Corfú, 16 de agosto de 1895 - Ginebra, 17 de octubre de 1981) fue un escritor suizo romandés de origen griego, descendiente de una familia sefardita (Coen) y de expresión francesa.
Su obra más conocida es la novela Bella del Señor (1968), gran premio de novela de la Academia Francesa, aunque hay quien considera Comeclavos (1938) su obra más lograda.

Nació en la isla griega de Corfou en 1895, teniendo un padre de origen judío de la Suiza francesa y una madre judía de Italia. Su familia, dedicada a la fabricación de jabón, decidió emigrar a Marsella cuando Albert tenía 5 años por el comienzo de la decadencia de la fábrica debido al antisemitismo creciente en la isla.
En Francia fundaron un comercio de huevos y aceite de oliva. El escritor evocaría ese periodo en Le livre de ma mère. Aquí comenzó su educación en un establecimiento privado católico. En esta época, es cuando escribe "Ô vous, frères humains", debido a que por la calle le llaman "sucio judío". El joven Albert, corre hasta la estación de Saint-Charles, donde se encierra en un baño y sobre el muro escribe "Vivan los franceses!".
Inició su educación en 1904 en el liceo Thiers, un centro privado católico. El 16 de agosto de 1905 es llamado «sucio judío» en la calle, hecho que relatará en Ô vous, frères humains. En 1909 inicia amistad con Marcel Pagnol y en 1913 termina el bachillerato con la mención «assez bien».
Trabajó en la Sociedad de Naciones en Ginebra siendo esta su principal ocupación. Desarrolló su carrera literaria con largos periodos de silencio. Su narrativa es de gran coherencia al estar centrada siempre en los mismos personajes: Solal y su pintoresca familia. Por su sentido del humor ha sido comparado con Rabelais.



Itsukushima Shrine.

  

Centro Financiero de Santiago.

  



Sanhattan (nombre formado a partir de Santiago y Manhattan) es la denominación popular que recibe el distrito financiero de Santiago, capital de Chile, ubicado en el límite de las comunas de Las Condes y Providencia, en el sector oriente de la ciudad. La zona cuenta con más de 50 torres de oficinas de estándar premium y se ha convertido desde los años 1990, junto a la Ciudad Empresarial de Huechuraba, en el principal centro financiero de la capital, desplazando al centro de Santiago; El nombre proviene de un artículo de la Revista del Viernes del diario La Nación de Santiago, publicado el 2 de junio de 1995, con el título «Sanhattan, el Manhattan de Santiago», como una ironía del editor de dicha revista, Luis Alberto Ganderats, al comparar el moderno desarrollo en altura del sector con uno de los centros de la economía mundial, tendencia conocida como manhattanización. ​ Con el tiempo, el término fue asimilado por los medios de comunicación, que lo comenzaron a utilizar para nombrar este polígono urbano.

Un Centro del Transporte Metropolitano.

Sanhattan, es también un centro de transporte urbano de la ciudad de Santiago  Por el sur, el sector es bordeado por las estaciones Tobalaba ( Estación de trasferencia a la línea 4º), El Golf, Alcántara y Escuela Militar de la Línea 1 del Metro de Santiago. Además está cerca de las estación de Los Leones (Estación de trasferencia a las línea 6º y 8º), Estación Pedro de Valdivia (Estación de trasferencia a  la Línea 7º)

Mientras tanto, por el norte, es bordeado por la autopista Costanera Norte que cruza el área en dirección oriente-poniente. Por último, el túnel San Cristóbal permitió facilitar la conectividad de este sector con los núcleos empresariales y residenciales de la zona norte de la ciudad. 

En los próximos años, se espera la construcción de la autopista Vespucio Oriente, que permitirá agilizar la conectividad del área con otros sectores, además de la nueva Línea 7 del metro, que recorrerá por las avenidas Andrés Bello y Presidente Kennedy.


  

Pedro de Valdivia (estación)



Pedro de Valdivia es una estación ferroviaria subterránea de la línea 1 de la red del metro de Santiago de Chile; también será una estación de combinación con la Línea 7 desde 2028.​ Está ubicada entre Manuel Montt y Los Leones de la misma línea y bajo la avenida Nueva Providencia, en la comuna de Providencia.

Características y entorno

entrada

Presenta un flujo moderado y alto de pasajeros, determinado por los diferentes establecimientos educacionales de educación media que se encuentran en el sector, además de una vasta oferta de locales comerciales y varias oficinas. Cuenta con cinco accesos: tres en avenida Providencia (esquina Monseñor Sótero Sanz, esquina La Concepción y esquina Marchant Pereira) y dos en Nueva Providencia (uno entre Marchant Pereira y Carlos Antúnez y el otro avenida Pedro de Valdivia y Marchant Pereira). La estación posee una afluencia diaria promedio de 51 162 pasajeros.
Murales de la serie La ciudad, del pintor, grabador y fotógrafo Enrique Zamudio (1955), adornan las bajadas de las cuatro escaleras a los andenes. El techo de la estación está cubierto por una bóveda de 900 m² con vitrales de Juan Santiago Tapia titulados El cielo: día en la zona oriente y noche en la poniente.
En el entorno inmediato de la estación, se encuentra las embajadas de España, Ecuador, Finlandia, Portugal, Costa Rica, República Popular China, Austria, Haití, Uruguay y Perú, el Liceo 7 de niñas Luisa Saavedra de González, la Corporación Cultural de Providencia, las iglesias de la Divina Providencia y la católica ortodoxa y el Hospital Dr. Luis Calvo Mackenna.

Accesos
AccesoIntersección
A
Av. Providencia con La Concepción
B
Av. Providencia con Monseñor Nuncio Sótero Sanz de Villalba
C
Av. Nueva Providencia con Marchant Pereira
D
Av. Nueva Providencia con Marchant Pereira
Av. Providencia con Marchant Pereira


MetroArte
Vista de la estación con uno de los murales de la serie La ciudad, de Enrique Zamudio

Uno de los murales de la serie La ciudad, de Enrique Zamudio








Pedro de Valdivia cuenta con dos proyectos de MetroArte en el interior de la estación: El Cielo y La Ciudad.
El Cielo, obra de Juan Santiago Tapia, se trata de una estructura que retrata tanto el día como la noche, a través de cristaleras instaladas en el techo de la estación, formando una bóveda. Fue instalada en 1999 luego de un año de trabajos y tiene una superficie total de 900 metros cuadrados.
La Ciudad, por su parte, se trata de una serie de murales instalados en las 4 escaleras que conectan los andenes con la mezanina. Cada mural, cuyo autor es Enrique Zamudio, representa distintos elementos pertenecientes a Santiago, tales como el sector de Plaza Baquedano, el Cerro Santa Lucía (durante el periodo de su urbanización), la estatua de Pedro de Valdivia presente en la Plaza de Armas, entre otros. Los murales fueron instalados en 1999 y están compuestos por metal esmaltado.

Origen etimológico

La estación debe su nombre a la cercana avenida Pedro de Valdivia, que, a su vez, recuerda al conquistador español Pedro de Valdivia, fundador de la ciudad de Santiago y primer gobernador de la Capitanía General de Chile.

Se simbolizaba en sus inicios con la imagen del mencionado conquistador a caballo y con un estandarte.


  

Los Leones (estación)

Línea 6

Linea 6

Los Leones es una estación de combinación ferroviaria que forma parte de la red del metro de Santiago de Chile. Se encuentra por subterráneo entre las estaciones Pedro de Valdivia y Tobalaba de la Línea 1 y es antecedida por la estación Inés de Suárez de la Línea 6, siendo la estación terminal de esta última. Se ubica bajo la avenida Nueva Providencia a la altura del 2200, en la comuna de Providencia.
Se espera que para el año 2030 combine con la futura Línea 8.

Entorno y características

Presenta un flujo moderado/alto de pasajeros, aunque es muy difícil predecir con exactitud una media pues la estación muestra niveles de ocupación muy variables. Lo que sí está claro es que como está ubicada en el corazón de Providencia, los usuarios generalmente son oficinistas y estudiantes, cuyos lugares de origen/destino están entre los edificios del sector o de visitantes que van a hacer compras a la agitada zona comercial de la comuna. La estación posee una afluencia diaria promedio de 43 452 pasajeros.
La estación se encuentra en una zona comercial de edificios de altura; hay también algunos centros comerciales de mediana y pequeña extensión como el mall Panorámico, el portal Lyon y el paseo Las Palmas, y algunos de los locales más amplios de las cadenas de retail Falabella y Paris. Además, hay un supermercado Líder Express y proyectos inmobiliarios en desarrollo. A pasos de una de las entradas a la estación se encuentra la catedral castrense de Chile.

Accesos
AccesoIntersección
A
Av. Nueva Providencia con Paseo Las Palmas
B
Av. Nueva Providencia con Las Bellotas
Av. Nueva Providencia con Av. Suecia
Av. Providencia con Av. Suecia
E
Av. Suecia con General Holley

MetroArte

Detalle de Geometría Andina.
En el andén correspondiente a la línea 1, se puede encontrar el mural titulado Geometría Andina, realizado por el artista Ramón Vergara y que está compuesto por mosaicos de cerámica. Cuenta con una superficie de 172 m² y fue inaugurado en 1993. El mural representa de forma abstracta paisajes del norte de Chile, enfocándose principalmente en el uso de los colores azul, amarillo y rojo.










Además, en el túnel de combinación entre las líneas 1 y 6, se encuentra Vía Suecia, un proyecto realizado por el artista Luciano Escanilla y financiado por el gobierno de Suecia.​ El pasaje, cuya extensión es de más de 95 metros, retrata varios elementos pertenecientes al país nórdico, como la flora y fauna del país, la cultura sueca y aspectos pertenecientes a la sociedad de Suecia. Varios personajes también son representados en el túnel, como Alva Myrdal, Zlatan Ibrahimović, Greta Thunberg, Olof Palme y el grupo ABBA.



También en el interior de la estación se encuentra una de las obras de Zerreitug, titulada Cultura Llolleo, visualiza en él una escena característica de la Cultura Llolleo. Es probable que este trabajo se haya instalado en Los Leones debido a que en 2017, poco antes de que se inaugurara la Línea 6, se encontraron restos de un gran cementerio indígena, los cuales fueron analizados y que se determinó, era perteneciente a dicha cultura. Todos los restos fueron encontrados en la intersección de la Avenida Pedro de Valdivia con la calle Europa, donde existía un pique de construcción de la Línea 6.

Origen etimológico

El nombre hace referencia a la avenida Los Leones ubicada un poco más al este, que fue nombrada en recuerdo del fundo homónimo perteneciente al empresario y político conservador Ricardo Lyon, quien fue alcalde de Providencia; el fundo, a su vez, era denominado así por unas estatuas de leones instaladas en su ingreso y actualmente ubicadas en la intersección con avenida Nueva Providencia. Estas antiguas estatuas —donadas, según algunos, por el político y agricultor Arturo Lyon y, según otros, por el mismo Ricardo—​ son réplicas en bronce de los leones que adornaban la entrada de su casa como emblema familiar y escudo heráldico de su apellido. Existía un mito urbano que decía que habían sido traídas desde Lima como parte del botín obtenido tras la Guerra del Pacífico. La señalización utilizada en sus inicios hizo referencias a estas estatuas, aunque de manera idealizada.
Cabe destacar que de ninguna forma esta estación hace referencia al nombre de la calle Ricardo Lyon, producida de la confusión de Lyon con lion o león en inglés (aunque esto pudiese haber motivado la instalación de las estatuas y/o la denominación del fundo) o a la ubicación de la sede comunal del Club de Leones en los alrededores.

  

Zona de combinación entre líneas 1 y 4 en estación Tobalaba.

Acceso a la estación ubicado en Apoquindo con El Bosque.

Conexión de la estación de metro con el Mercado Urbano Tobalaba.


Tobalaba es una estación de combinación ferroviaria y terminal que forma parte de las líneas 1 y 4 de la red del metro de Santiago de Chile. Se encuentra por subterráneo entre las estaciones Los Leones y El Golf (L1) y antecede a la estación Cristóbal Colón (L4). La estación se ubica en el límite entre las comunas de Las Condes y Providencia. Es la estación con mayor flujo de pasajeros de toda la red, registrando alrededor de 23 millones en 2016​ y más de 84 000 pasajeros diarios.

Historia

La estación fue inaugurada el 31 de agosto de 1980, como parte de la extensión de la línea 1 entre Manuel Montt y Escuela Militar. La estación fue diseñada por el arquitecto Víctor Gubbins Browne.

Ampliaciones

Desde la inauguración de la línea 4, Tobalaba es una de las estaciones más usadas de la red y la Red Metropolitana de Movilidad, por lo que Metro S.A. decidió a principios de 2008 inaugurar una nueva escalera que pretende flexibilizar el transporte de pasajeros con dirección a Plaza de Puente Alto.
Desde abril de 2016, en la intersección de avenida Apoquindo con calle Encomenderos existía un cierre perimetral debido a que esta estación sería ampliada, habilitando un nuevo acceso en la esquina antes mencionada, el cual conectaría también con el complejo comercial denominado Mercado Urbano Tobalaba (MUT), en los terrenos que ocupaba anteriormente un supermercado Unimarc. El nuevo acceso fue inaugurado oficialmente el 13 de julio de 2023.
El 20 de junio de 2018 ocurrió un incendio en un local comercial de la estación, por lo que el servicio fue suspendido parcialmente en las líneas 1 y 4 debido al siniestro. El cielo falso de la estación resultó con daños, los cuales fueron reparados en un proceso que concluyó en abril de 2021.

Características y entorno

Presenta un flujo alto de pasajeros, por la cercanía de la estación de lugares de trabajo de los pasajeros tales como oficinas, supermercados y tiendas minoristas. Recientemente remodelada por la entrada en funcionamiento de la línea 4, ha aumentado su tráfico al doble haciéndola una de las más requeridas, debido a que por esta llegan pasajeros de las populosas comunas de La Reina, Ñuñoa, Macul, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. La estación posee una afluencia diaria promedio de 82 702 pasajeros.
En el entorno inmediato de la estación, se encuentran las embajadas de Japón, Bélgica, Suiza, México, Israel y Nicaragua, además de una sede de Cruz Roja. Cercano a ella están también el club deportivo Stade Français y el centro comercial Costanera Center.

Accesos
AccesoIntersección
A
Av. Providencia con Av. Luis Thayer Ojeda
Av. Nueva Providencia con Av. Providencia
Av. Providencia con Av. Tobalaba
D
Av. Providencia con Av. Luis Thayer Ojeda
E
Encomenderos con Roger de Flor
F
Mercado Urbano Tobalaba


MetroArte
Terminal de Tranvías Eléctricos Tobalaba con Providencia por Zerreitug
.
En el interior de la estación se encuentra presente uno de los dioramas realizados por el artista Zerreitug.
Esta obra, titulada Terminal de Tranvías Eléctricos Tobalaba con Providencia, presenta en ella dos tranvías pertenecientes al antiguo sistema de Tranvías de Santiago, específicamente vehículos pertenecientes a las líneas 25 (Quinta) y 27 (Los Leones), trazados que finalizaban sus recorridos en el Canal San Carlos, cerca de la actual estación Tobalaba.

Origen etimológico

Su nombre se debe a que la estación se ubica bajo la intersección de las avenidas Apoquindo (en el lado de la comuna de Las Condes) y Providencia (en el lado de la comuna homónima) con Tobalaba.

  


Mercado Urbano Tobalaba (también conocido por su sigla MUT) es un conjunto de edificios de oficinas y centro comercial en Santiago de Chile. Se ubica en la manzana de Avenida Apoquindo con El Bosque Norte, en la comuna de Las Condes.

Descripción

El conjunto abarca una manzana completa entre Avenida Apoquindo, Encomenderos, Roger de Flor y El Bosque, en el sector de Sanhattan en la comuna de Las Condes.​ Con más de 186 mil metros cuadrados de superficie, el Mercado Urbano Tobalaba está compuesto por cuatro torres de oficinas de renta (tres edificios de 20 pisos y uno en construcción) y cinco niveles de comercio, que tendrán cerca de 300 locales comerciales, y unos 20 mil metros cuadrados de áreas verdes. Cuenta con el estacionamiento de bicicletas más grande de Latinoamérica, con 2.000 aparcamientos y diversos servicios para ciclistas. Está conectado a la estación Tobalaba del Metro de Santiago, a través de un túnel por debajo del canal San Carlos.​ El tercer piso del conjunto corresponde a una plaza central, donde se plantaron especies productivas y huertas comunitarias.
Algunas empresas que arriendan oficinas en el complejo de edificios son Albemarle, Buk, Schneider Electric, MetLife e ISDIN.​ Enel comenzó en abril de 2024 el traslado a la torre 2 del complejo.

Sanhattan

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