Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti;
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Marilyn Monroe. |
La biblioteca de Marilyn Monroe. |
Sea como fuere, los libros eran una debilidad para la dulce Marilyn, y eso queda demostrado por su vasta biblioteca de más de 400 títulos. ¿Sus autores favoritos? James Joyce, Walt Whitman, Heinrich Heine, Saul Bellow, Carl Sandburg. Con los norteamericanos Truman Capote e Isak Dinesen llegó, incluso, a forjar una amistad lo cual no es de extrañar ya que en esa época Marilyn frecuentaba la elite social de Nueva York. Sin duda no le costaba desplegar sus encantos en este ambiente, pues tenía especial predilección por los intelectuales y artistas. A lo largo de su vida fue coleccionando diversos tipos de libros, no se sabe si regalados, comprados, donados o heredados. Esta colección llegó a ser tan codiciada, que en 1999 Christies clasificó y subastó su biblioteca, con libros entre los cuales figuraban biografías, literatura americana, antologías, arte, obras clásicas, literatura francesa, obras de Freud, libros de sátira y humor, música, obras de teatro, poesía política, psicología, literatura rusa, literatura de viajes. No sabremos si todos estos libros le pertenecían, o si al menos los leyó, pero si podemos estar seguros de que los libros eran parte de los objetos cotidianos con los que convivía. La lista completa se encuentra disponible en un foro especialmente dedicado a los libros que Marilyn leía. Vaya detalle de sus fans, ¿no? Los “paparazzi” tras una ávida lectora Hay una foto de Marilyn leyendo “Ulises”, la magna obra de James Joyce – un clásico que en la mayoría de las ediciones consta entre 800 y 1.000 páginas- que ella solía leer tranquilamente entre escena y escena. Según leí en un blog, Marilyn señala que la lectura no se le hacía muy fácil, situación que superaba leyendo de a poco y muy lentamente. Cada uno tiene su ritmo, ¿no?. Sin embargo, independiente de cuánto tardara en leer, la afición literaria de Marilyn quedó retratada varias veces. Sam Kashner, periodista de la revista Vanity Fair, relata: “muchos fotógrafos tomaron fotos de Marilyn durante sus primeros años como actriz que la mostraban leyendo, lo que a ella le gustaba. Eve Arnold la fotografió para la revista Esquire en un patio en Amaganstt leyendo Ulises, Alfred la fotografió para Life, usando unos pantaloncillos blancos y una polera negra, arrodillada en un sofá, leyendo frente a una estantería de libros de su biblioteca personal” Si algunos fotógrafos pensaban que era divertido que la voluptuosa “dumb blonde” (rubia tonta) más famosa del mundo posará con libros de autores de prestigio, el tema no era broma para ella. Los diarios y poemas de Marilyn recientemente publicados revelan a una joven mujer para quien la escritura y la poesía eran vitales como medios para descubrirse a sí misma y para organizar su pensamiento a través de su tumultuosa vida emocional. Los libros fueron también un refugio para Marilyn durante sus episodios de insomnio, los cuales eran recurrentes y prolongados. Su amor por los libros era genuino, y al parecer no desperdiciaba oportunidad de ser fotografiada leyendo, lo cual no refleja más que una desesperada necesidad de ser tomada en serio como una mujer inteligente, con algo extra además de sus obvios encantos físicos. El castillo mágico de Hollywood y aún propia imagen se habían vuelto una cárcel y ella hizo lo que tantos encarcelados han hecho para evitar volverse locos: se recogió en el mundo privado de los libros y exploró sus pensamientos y sentimientos a través de sus diarios de vida. Y, como sabemos los buenos lectores, el mundo nunca es mejor que cuando se está confortablemente sentado, perdido en un buen libro. Es así como las preocupaciones se disipan y la imaginación vuela a lugares lejanos. Ciertamente Marilyn no llegó a ser una intelectual de tomo y lomo, pero estoy segura que pasó grandes momentos en la honesta compañía de los libros. Tenía 400 libros. La prestigiosa casa de subastas Christie’s clasificó la biblioteca personal de la rubia platino más icónica del cine. Entre sus favoritos estaban Kerouac (En el camino) y Thomas Mann (Muerte en Venecia). Y, curiosamente, en el rubro teatro, no se ven libros de Arthur Miller, su segundo esposo entre 1956 y 1961, un año antes de su muerte por suicidio. Joyce, Whitman, Kerouac, Hemingway… Los nombres de ilustres escritores que integran esa biblioteca de 400 volúmenes nos harían pensar, antes que nada, en algún intelectual, un nombre importante de las letras… Pero no. Se trata de la biblioteca personal de Marilyn Monroe, clasificada y ordenada por la casa de subastas Christie’s. Y si bien uno suele asociar a la rubia platino más icónica de la historia del cine como una mujer más preocupada por cuestiones frívolas, bastará recordar que entre sus tres matrimonios, el segundo ( de 1956 a 1961) fue con el prestigioso dramaturgo Arthur Miller -autor de Muerte de un viajante o Las brujas de Salem, entre otros clásicos del teatro-, para entender su afición por la lectura. Un repaso de los libros de Marilyn nos permite asomarnos a los gustos literarios de la actriz. Por citar dos que tienen que ver con nuestra lengua, en el catálogo, clasificados con los números 264 y 268, aparecen una antología del gran poeta español Rafael Alberti y el clásico de Federico García Lorca, Poeta en Nueva York.También hay libros de filosofía (Aristóteles y Platón), pasando por los maestros rusos (Dostoievski, Tolstói y Chéjov), los clásicos franceses (Proust, Zola, Stendhal), hasta títulos claves de la literatura contemporánea. En este rubro, se destacan Muerte en Venecia, de Thomas Mann. La última tentación de Cristo, de Nikos Kazantzakis. O En el camino, de Jack Kerouac, la gran novela de la Beat Generation y el mejor reflejo, sin dudas, de esa costumbre tan norteamericana: dejar el pueblo, salir a la carretera, buscar un destino. No por nada, Hollywood convirtió las “road movies” en un género en sí mismo. En el rubro “teatro”, se destacan obras de O’Neil, Tennessee Williams y Bernard Shaw, pero curiosamente no se ven títulos de quien fuera su segundo marido, Arthur Miller. Y entre los novelistas contemporáneos, aspirantes a conquistar (escribir) la siempre esquiva Gran Novela Americana, Marilyn leía a Scott Fitzgerald, Hemingway, Faulkner y Carson McCullers. |
Libros más importante de su biblioteca. |
Se resalta 70 de estos libros y quiere que fanáticos y no fanáticos de la rubia también los lean.
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Itsukushima Shrine. |
¿Cómo vivieron la caída de la URSS los comunistas cubanos? |
UNA ENTREVISTA CON E. S. UNDERLID TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE En 1991, la caída de la URSS sumergió a Cuba en una enorme crisis económica y debilitó a la isla frente a las agresiones de Washington. Para sobrevivir, la revolución tuvo que recurrir a su propia legitimidad y mostrar su independencia del modelo soviético. |
Antes de las protestas del 11 de julio del 2021, la manifestación de disenso público más importante de Cuba fue la de 1994. Fue el comienzo del «período especial» marcado por las graves dificultades económicas que siguieron al colapso de la URSS. Poco tiempo después de la revolución de 1959, los países del Bloque del Este se convirtieron en aliados de La Habana, pero las reformas de Mijaíl Gorbachov y luego la crisis terminal de la URSS, que además coincidieron con importantes derrotas de la izquierda en América Latina, representaron un gran problema para Cuba. Con todo, la revolución sobrevivió, demostrando que había echado raíces sociales más profundas que los gobiernos del Bloque del Este. Even Sandvik Underlid es autor de Cuba fue diferente. El derrumbe del socialismo euro-soviético visto desde el Partido Comunista de Cuba (1989-1992 y 2013), un estudio basado en largas entrevistas con miembros del Partido Comunista de Cuba (PCC) y en el análisis sistemático del Granma, su periódico oficial. Conversó con David Broder, de Jacobin, sobre la difusión de los acontecimientos de Europa del Este en la isla, la concepción de la «especificidad nacional» que tienen los miembros del PCC cubano y las transformaciones que atravesó el país durante el período especial. Durante el período de reformas iniciado por Mijaíl Gorbachov en la URSS a mediados de los años 1980, Cuba inició un proceso de «rectificación». ¿Qué significa esto? SU En muchos sentidos, fue un proceso que corrió en dirección opuesta a la Perestroika. Fidel Castro sabía que las relaciones entre Cuba y la URSS no podían continuar en los mismos términos y temía que las reformas de Gorbachov hicieran naufragar el sistema, sacando a luz sus fisuras. Propuso entonces un socialismo más «puro», más «cubano». No era la primera vez que Cuba adoptaba una vía independiente. Desde 1959, la Revolución se definió en función del nacionalismo radical y comenzó a construir un tipo de socialismo singular bajo las complejas circunstancias que planteaban el bloqueo estadounidense y los violentos conflictos internos. Pero en los años 1970, completamente aislada en las Américas, Cuba se inclinó hacia Moscú y empezó a imitar muchos rasgos del modelo soviético, aunque hay que decir que nunca se convirtió en un satélite soviético. A mediados de los años 1980, Castro desarrolló, según la expresión de José Bell Lara, una «crítica práctica» de las políticas soviéticas. No podía criticar abiertamente a la URSS, de la que Cuba dependía, sobre todo en términos económicos. Era más diplomático, decía que Cuba adaptaría el socialismo a sus especificidades nacionales. En parte se hacía eco de la crítica de los «métodos capitalistas» de la URSS elaborada por el Che Guevara en los años 1960. Castro pensaba que el sistema soviético se estaba convirtiendo en una cáscara vacía, una burocracia y un partido distantes de todo contenido popular. Durante la rectificación, Cuba clausuró algunos de los espacios reservados a la economía de mercado. El proceso también priorizó a Castro sobre el partido: hubo más movilizaciones, populismo y liderazgo carismático, un poco como los primeros días de la revolución, aunque sin retomar los experimentos más radicales de fines de los años 1960, ni transformar el sistema establecido en los años 1970. Es probable que esto haya contribuido a que los cubanos se sintieran bastante distanciados de la URSS cuando colapsó. Pero la caída de la república de los sóviets hizo que Cuba perdiera casi todo su comercio exterior e interrumpiera el proceso de rectificación, y encausó a la revolución en una dirección que se oponía a los deseos de Castro. DB ¿Cómo cubrieron la caída de la URSS los medios cubanos? SU Los medios cubanos estaban controlados por el PCC. No existía ninguna alternativa nacional al oficialismo. Pero la información y los productos culturales extranjeros, incluso occidentales, lograban penetrar en la isla. Esto no era tan así en los años 1970, pero en 1988, por ejemplo, la televisión cubana transmitió 288 películas estadounidenses. También había cierto contacto con inmigrantes, libros —aunque el Estado controlaba las importaciones— y programas de radio. El Estado bloqueaba las señales, pero a veces era posible sintonizar hasta la Radio Martí, de Miami. Se permitían las publicaciones soviéticas que difundían ideas reformistas siempre y cuando no criticaran a Cuba ni atacaran las relaciones entre Cuba y la URSS. A fines de los años 1980, un poco por accidente, aunque no exclusivamente, hubo una apertura parcial de los medios. La cobertura de los asuntos cubanos siguió siendo muy propagandística. Pero la cobertura internacional era mucho más contradictoria. Las noticias llegaban a través de agencias de prensa extranjeras (incluso occidentales), pero muchas veces la descripción de los acontecimientos por parte de los corresponsales cubanos manifestaba, al menos durante la primera etapa, cierta simpatía por las transformaciones que acontecían en el Bloque del Este. Los editores de La Habana claramente intentaban guiar ideológicamente al lector a través de comentarios y de trucos sutiles. Eso implicaba, por ejemplo, colocar historias importantes pero «incómodas» en lugares de menor impacto visual, no incluir fotos, escribir titulares con un tono diferente al del texto principal y colocar las noticias «molestas», que remitían a las reformas de los países socialistas, junto a historias de éxito de algún país que no aceptaba las reformas. Pero la información estaba ahí, y, más allá de algunas excepciones, era bastante confiable. Los lectores atentos que no se dejaban guiar por el periódico, no tenían dificultades para encontrarla. DB ¿Qué idea se hicieron los cubanos de la caída del Muro de Berlín? SU Había pocos análisis explícitos sobre esos países, probablemente porque el periódico no quería que se desarrollara un debate público y abierto sobre las causas que estaban operando detrás de los cambios. Además, está claro que el Granma, percibido como la voz del Estado cubano, quería evitar toda señal que pudiese ser interpretada como una falta de respeto hacia los países aliados. Con todo, hubo algunas excepciones notables. La más famosa fue el discurso pronunciado por Castro el 26 de julio de 1989, en el que afirmó con claridad que la URSS podía desaparecer. También hubo algunos artículos que criticaban las perspectivas antisocialistas o «anticubanas» de las publicaciones reformistas soviéticas. Los editores y los periodistas también eran profesionales, y, a pesar de las distintas presiones que enfrentaban, hacían mención de los acontecimientos más importantes. Además, el Estado cubano no quería perder el apoyo de los socialistas reformistas de Europa del Este, ni enemistarse con los posibles gobiernos futuros por haberlos criticado con demasiada dureza. Entonces, las noticias se centraban en general en la descripción de los acontecimientos. Por ejemplo, el Granma publicó información bastante detallada sobre las elecciones semidemocráticas de Polonia y cubrió las propuestas reformistas de Hungría, que pretendían desmantelar el sistema de partido único. En este sentido, llegó incluso a citar argumentos convincentes que habrían podido ser reutilizados en Cuba. El Muro de Berlín fue un caso particular. En 1989 había una cobertura relativamente libre, incluso de países que hasta hace no mucho tiempo había sido cubiertos apologéticamente. Pero en el caso de la RDA, el Granma repitió prácticamente todo lo que decía el gobierno. Hubo algunas menciones a la migración no autorizada de la RDA a través de los países del Bloque del Este y al fortalecimiento de las manifestaciones, muchas veces acompañadas de comentarios que sugerían que eran operaciones de Occidente. El Granma también publicó una breve historia sobre la conferencia de prensa en la que Günter Schabowksi anunció la apertura de las fronteras. Sin embargo, no se hizo ninguna mención de los hechos del 9 de noviembre de 1989, cuando los manifestantes empezaron a cruzar los controles fronterizos y a trepar al muro. Del mismo modo se omitió el aspecto festivo y el sentido histórico real de todos estos acontecimientos. DB ¿El Granma intentó sacar de todo esto algunas lecciones para Cuba? SU Hubo algunas sugerencias implícitas, pero no un debate detallado ni autocrítico. El Granma se concentraba sobre todo en problemas que no existían en Cuba, y en los problemas sociales que planteaban las transiciones en términos generales, sugiriendo siempre que un socialismo imperfecto era mejor que un socialismo inexistente. Predominaba, sobre todo después de la disolución de la URSS, la idea de que Cuba era más sólida, su revolución más auténtica y popular, y que debía ser defendida a toda costa. Una de las «lecciones» fue la necesidad de mantener la guardia en alto frente al imperialismo, es decir, se sugería que la gente había sido engañada por sus políticos o por Occidente, y que no había que «ablandarse» en términos ideológicos. En una publicación interna, dirigida a los militares, hubo algunas valoraciones más críticas, que reconocían, no solo los errores, sino algunos aspectos más generales, especialmente delicados incluso en el caso de Cuba, como el crecimiento de la burocracia, el envejecimiento de la dirección y las violaciones de la legalidad socialista. En 1989, la cobertura de los países del Bloque del Este ya era un poco distante. Casi no se hablaba de la cultura ni de la vida cotidiana, tal vez con la intención de sugerir que no eran relevantes para Cuba. Pero, en cualquier caso, tampoco debe aceptarse la visión unilateral postsoviética, según la cual Cuba siempre fue crítica y se vio forzada a trabar relaciones económicas con Moscú solo a causa del bloqueo estadounidense. Aunque esto es parcialmente cierto, también hubo mucha admiración e influencia ideológica, política, económica y hasta cultural, como bien muestra el libro Caviar with Rum. DB A comienzos del período especial de los años 1990, los acontecimientos del Bloque del Este y las derrotas de la izquierda en América Central claramente debilitaron a Cuba. Dijiste que el Granma evitó discutir el significado general de estos acontecimientos, pero, ¿qué sensación te queda luego de haber entrevistado, en 2013, a algunos miembros del PCC? ¿El relato oficial era creíble para la base del partido o para la población en general? SU Hay que recordar que hubo algún que otro debate público sobre estos acontecimientos. No fue exactamente un tema tabú. Hubo algunos análisis desde arriba, de Castro y otros dirigentes, y también esa extraña autocrítica de haber copiado demasiado a otros países. Pero, en general, el público recibió un relato que explicaba el colapso y las crisis de los movimientos mundiales en términos adecuados a las necesidades políticas del momento. Castro había advertido el posible colapso de la URSS dos años antes de que sucediera, y esto contribuyó a reforzar su legitimidad. Y las políticas estadounidenses efectivamente habían presionado a Cuba y la habían llevado a estrechar el vínculo con Moscú tal vez más de lo que Castro hubiese querido. Algunos de los miembros del PCC que entrevisté sugirieron que la gente tenía otras cosas de las que ocuparse, especialmente en Cuba, que entonces sufría las consecuencias de un shock económico extremo: había muy poca comida y combustible y los cortes de electricidad duraban a veces 18 horas. Un periodista extranjero me contó que se sentaba en el Malecón durante una hora entera y apenas veía pasar dos o tres autos. Tal vez exageraba un poco, pero no tanto. Aun cuando había escuelas y hospitales, muchas cosas funcionaban a medias, los salarios no valían casi nada y las góndolas estaban vacías. En este sentido, la situación permitió que el gobierno planteara posponer el debate. Es probable que algunas personas —o tal vez muchas, es difícil saber— también hayan temido una invasión estadounidense. Estoy seguro de que muchos hubiesen preferido desarrollar un debate mucho más abierto sobre la URSS, o al menos que el gobierno publicara análisis más matizados y diversos, pero es verdad que había temas más urgentes. Incluso muchos de los que se consideraban revolucionarios, sintieron una enorme frustración por el hecho de que Cuba no hubiese logrado desarrollar su propia economía, más allá de los tímidos intentos de los años 1980, es decir, la apertura de una industria de biotecnología y el desarrollo del turismo. Pero me parece que Castro y el sistema contaron con mucho apoyo, aun durante los peores años de la crisis. Por ejemplo, Marifeli Pérez-Stable escribe que, en las elecciones de 1993, cerca de un tercio de los cubanos emitieron un «voto de protesta». Aun en el caso de que esto sea cierto, en realidad demuestra que la mayoría apoyaba al gobierno. DB Cuando comenzaste a pensar las entrevistas con los miembros del PCC, ¿qué esperabas escuchar? SU Mucha gente de la isla no está dispuesta a hablar de política con académicos extranjeros, especialmente si su anonimato no está garantizado. Pero, habiendo vivido en Cuba desde 2007 hasta 2009, sabía que lograría hacer las entrevistas. Sin embargo, tenía poca experiencia con el PCC y me preocupaba la posibilidad de que los participantes simplemente repitieran la línea del partido. En el caso que estudio, en realidad no hubo una posición oficial, sino que fue algo más bien difuso. El gobierno permitió que la gente sacara sus propias conclusiones, que variaban de acuerdo a su formación y a la comunicación a la que accedían. Además, 2013 era un muy buen momento para emprender un proyecto de este tipo, pues Cuba atravesaba una relativa apertura y el partido estaba siendo un poco más permeable a perspectivas distintas. La mayoría de las personas con las que me contacté, aceptaron participar de las entrevistas, tal vez porque querían contarle su historia al mundo. Sentían que existe una representación muy distorsionada de Cuba, y tal vez también simpatizaban con el proyecto, pues habían querido plantear un debate público sobre las transformaciones del Bloque del Este y el colapso. DB Muchos de tus entrevistados visitaron los países del Bloque del Este. ¿Los comparaban con Cuba? ¿Qué importancia le asignaban a formar parte del «campo socialista»? SU Variaba mucho, dependiendo del momento en el que viajaban, el tiempo que se quedaban, el conocimiento que tenían de la lengua que se hablaba en el lugar, etc. Una mujer trabajadora recordó que la premiaron con unas vacaciones a la URSS y percibió solo las cosas buenas. Viajó antes de la crisis. Otros describieron un país en completa decadencia, especialmente aquellos que fueron durante la segunda mitad de 1980. Un entrevistado, piloto de avión, me dijo que estuvo en Kiev durante la crisis de los misiles. Es cierto que cuando Moscú retiró los misiles sin consultar a Castro, se generaron muchas tensiones, pero mi entrevistado señaló que las relaciones entre Cuba y la URSS volvieron a encaminarse al poco tiempo. También habló del resentimiento que reinaba en Checoslovaquia hacia los rusos luego de 1968. Contó que los empleados del hotel trataban muy mal a los cubanos porque eran aliados de Moscú. Pero la mayoría de los cubanos ni siquiera viajó, no hablaba esas lenguas y estaba preocupada por su propia realidad. Las relaciones se tejían más bien de Estado a Estado. Algunos entrevistados se sentían poco preparados para hablar sobre la realidad soviética o sobre las relaciones entre Cuba y la URSS y realmente parecían no recordar ni saber mucho del tema. Estaban más preocupados por sus propias vidas y por su país. Al parecer, había una perspectiva bastante idealizada, pero la URSS era efectivamente un país muy poderoso, es decir, no era solo fruto de la propaganda. Algunos me dijeron que sintieron una enorme admiración por la conquista espacial de los soviéticos y por la capacidad que tenían los soviéticos de desafiar a Estados Unidos. Muchos concebían a la URSS como un país industrializado, sofisticado, solidario, etc., pero también como un mundo muy distante del suyo. DB Tus entrevistados manifiestan concepciones distintas del sistema político cubano. Algunos afirman que el partido de vanguardia está inspirado en el ejemplo de José Martí y otros que simplemente fue algo inevitable dadas las circunstancias. Aun cuando a veces se diga que Martí fue leninista antes que Lenin, ¿hasta qué punto el enfoque sobre la tradición revolucionaria «nacional» estuvo motivado por la situación post-1991? SU Efectivamente, antes de 1959 existía una tradición revolucionaria nacional inspirada en Martí. Hay un libro muy interesante de Louis Pérez Jr., La estructura de la historia de Cuba, que describe cómo Castro, al igual que muchos políticos y dirigentes sociales que lo precedieron, logró conectar con un mito sobre la revolución incompleta. Está claro que Martí no era leninista, pero sí advirtió el peligro del imperialismo estadounidense. Hasta donde sé, nunca defendió el gobierno de partido único, pero sugirió que los patriotas debían evitar las rupturas que frustraron las alternativas cubanas durante la guerra de liberación. Entonces, hasta cierto punto la cuestión está sujeta a debate, aunque el Martí de los cubanos se adecúa demasiado bien a los intereses políticos contemporáneos. No era socialista. Escribió sobre la libertad de prensa y otros temas que, por decirlo de alguna forma, suscitan bastante controversia en Cuba. Pero, aunque no soy un experto en el tema, no creo que Martí haya sido el antisocialista que pretenden presentarnos a veces. Es probable que algunos revolucionarios se identificaran más con una tradición derivada de Martí y que hayan sido escépticos frente a la ideología soviética que invadió Cuba en los años 1970. En aquel momento, aun si era posible notar ciertas prácticas y discursos rivales, el debate abierto era prácticamente inexistente. Castro muchas veces intentó «negociar» con ideas diferentes, pero lo hacía un poco para validar las grandes transformaciones utilizando su legitimidad personal como líder de la revolución. DB El libro de Helen Yaffe, We Are Cuba!, destaca que la mitad de las seis décadas de historia que tiene la revolución cubana, transcurrió sin apoyo soviético. Sugiere entonces que hay que prestar más atención a la experiencia particular. ¿Qué sensación te queda luego de las entrevistas sobre las diferencias que perciben los cubanos entre su socialismo y el «modelo» soviético? SU Todavía no pude leer el libro de Yaffe, pero obviamente lo tengo pendiente. Pienso que hay muchos elementos que indican que la experiencia cubana fue mucho más participativa y sensible a las demandas populares que los países socialistas de Europa del Este. Aun en los primeros y caóticos días de la revolución, existía esa forma de «democracia directa» que eran las reuniones públicas donde el líder de la revolución respondía a gritos de «Sí» o «No». También existió el «gran debate» del socialismo de los años 1960, del que incluso participaron algunos extranjeros. Los Comités de Defensa de la Revolución, organizados en los barrios, fueron fundados con fines de control y vigilancia, pero en aquel momento contaban con un gran apoyo de la mayoría dados los frecuentes ataques terroristas que azotaban la isla. También hay movilización y participación, mucho más que en el caso de la URSS. Es probable que las célebres misiones internacionalistas deban ser interpretadas en este mismo sentido, aunque también representan una fuente de ingresos. El sistema electoral del Poder Popular cubano no es nada pluralista: es cierto que los individuos votados no deben pertenecer necesariamente al PCC, pero la mayoría son del partido y estas instituciones operan efectivamente siguiendo sus directivas. Es difícil, prácticamente imposible, que un opositor resulte electo. Pero como muchos representantes son nombrados primero en sus barrios, y debe haber al menos dos candidatos, a veces uno puede votar contra alguien que no quiere que lo represente. De esta manera, una persona que no es querida por los vecinos tiene muchas menos probabilidades de ser electa. El mecanismo de ingreso al partido también es distinto, y en teoría busca evitar el arribismo: primero, uno debe ser nominado por los compañeros, etc. Mientras que la élite del partido vive de forma bastante holgada, la verdad es que la mayoría de los miembros del partido no tienen muchos privilegios y hasta es probable que enfrenten ciertos inconvenientes por su militancia. Durante los últimos años se realizaron consultas populares que involucraron a millones de personas, pero muchas veces las políticas no cambian en la dirección que surge de estos procesos. También existe la preocupación de saber lo que piensa la gente para intentar ajustar las políticas de una manera acorde. Hasta se recurre a veces a votaciones secretas, pero «el pueblo» que participa no incluye a la oposición ni a los exiliados. Muchas personas critican abiertamente al gobierno sin problemas, pero la oposición organizada sigue siendo perseguida: incluso antes de las protestas actuales, había detenciones y despidos. Entonces, la revolución cubana no es pluralista, pero fue y es percibida por muchos cubanos como una forma adecuada a la lógica de la mayoría. Tiene muchos rasgos autoritarios, pero también muchos elementos de democracia radical. También es cierto que el modelo nunca fue estático. Entre las cosas positivas, deben mencionarse la apertura del partido a los creyentes (1990) y la remoción de los odiados permisos de viaje para abandonar el país (2013), aunque el partido sigue teniendo potestad de negar el pasaporte a alguna gente. En fin, sí, un proceso mucho más sensible a las demandas de la población, pero evidentemente no lo suficiente. DB La última gran ola de protestas se produjo en 1994, a comienzos del período especial. ¿El PCC aprendió algo de aquel proceso? ¿Cuáles son las diferencias con lo que sucede hoy? SU Pienso que sí, pero las acciones valen más que las palabras. Y, de nuevo, el cuadro es bastante contradictorio. Desde los años 1990, se implementaron grandes transformaciones, algunas a causa de los cambios geopolíticos, tecnológicos y sociales en general. Las transformaciones políticas muchas veces llegan lentamente: hubo períodos donde no sucedía nada o incluso algunas transformaciones que se revirtieron, completa o parcialmente, como la política respecto a los pequeños comercios. Todavía hay grandes reivindicaciones populares que el gobierno no quiso priorizar o que fue incapaz de cumplir. Soy un poco renuente a hacer comentarios sobre las últimas protestas: otros, especialmente los cubanos, tienen más autoridad para hablar. Pero sí advertiría contra la idea de que el proceso resulta exclusivamente de un plan maligno y coordinado. Hace mucho tiempo que la pobreza, las restricciones y el descontento afectan a una parte significativa de la población. Incluso algunos de los miembros del PCC y un exmiembro, que participaron de las entrevistas en 2013, sugirieron que les gustaría implementar transformaciones más radicales, pero que el partido estaba debilitado y la revolución corría peligro. Más allá de los disparadores inmediatos de las protestas del 11 de julio, se cuentan treinta años de crisis. Eso no significa que todos siempre la hayan pasado mal. Al menos cuando hice las entrevistas, no era solo una pequeña parte de la población la que vivía más o menos cómodamente. Pero las dificultades incrementaron considerablemente durante los últimos años y, al parecer, todavía más durante los últimos meses. Y ciertos elementos del sistema nunca fueron aceptados con unanimidad. Los errores del gobierno y las restricciones juegan su parte. Pero también el bloqueo, reforzado violentamente durante el gobierno de Trump. Las crueles sanciones que Estados Unidos aplicó a Venezuela también afectan a Cuba, pues Caracas solía ser una fuente importante de apoyo. El COVID se cobró muchas vidas y paralizó la industria del turismo, fundamental para la economía de la isla. Cualquier país sufre en circunstancias como estas. Con todo, independientemente de las causas, hay mucha gente que simplemente está harta y tiene una mala experiencia con el sistema. Como en otros momentos de crisis, se fortaleció la represión, hubo muchos arrestos y violencia, desplegada a veces por agentes directamente estatales y otras veces por agentes movilizados por el Estado. Aun así, espero que sea una oportunidad para el diálogo. Muchos piden que se normalicen las protestas sociales. Es un derecho básico y, aunque no soy cubano, creo que esto debería haberse hecho hace mucho tiempo. También hay muchos cubanos que todavía apoyan el sistema y piensan que tienen mucho que perder. Temen perder las conquistas de la revolución, como la salud, la educación, la seguridad y la independencia nacional. Algunos temen convertirse en otro de los países subdesarrollados de la región. Eso por no decir nada del temor a las intervenciones militares, al conflicto civil o a que los exiliados reclamen sus propiedades. Sin un gran apoyo popular, el sistema habría desaparecido hace mucho tiempo. El bloqueo fue diseñado para generar descontento y hacer que la gente salga a las calles. El gobierno cubano responde que tiene que limitar ciertos derechos para proteger el Estado, y una parte significativa de la población lo acepta. Hay quienes piensan que las protestas podrían abrir espacio a una «revolución de color» y la violencia sería utilizada como pretexto para una intervención militar estadounidense, como sucedió en Libia. Como historiador y activista antimperialista, soy consciente de que estos miedos obedecen a causas reales y no son ilógicos. – Los últimos días vi en Facebook una cantidad espantosa de noticias falsas, muchas diseñadas con total seguridad para promover la violencia. No sé quién está detrás de todo esto. Deberíamos construir puentes con todos los cubanos, no contentarnos con excusas unilaterales para explicar todos los males de Cuba y apoyar a aquellos que luchan por sus derechos. Pero algo en lo que casi todos los cubanos están de acuerdo —algunos dirán que no es muy importante; pienso que se equivocan— es que debe levantarse el bloqueo. Pienso que nosotros, como extranjeros que nos preocupamos por Cuba, debemos priorizar sobre todo esta reivindicación. E. S. UNDERLID Autor de Cuba fue diferente. El derrumbe del socialismo euro-soviético visto desde el Partido Comunista de Cuba (1989-1992 y 2013). |
El período especial en tiempos de paz de Cuba fue un largo período de crisis económica que comenzó como resultado del colapso de la Unión Soviética en 1991 y, por extensión, del CAME (El Consejo de Ayuda Mutua Económica ) así como por el recrudecimiento del embargo estadounidense desde 1992. La depresión económica que supuso el período especial fue especialmente severa a comienzos y mediados de la década de los 90, el PIB se contrajo un 36 % en el período 1990-93. A partir de 1994 se inició una recuperación llegando el PIB en 2007 a niveles similares a los de 1990. Se definió en principio por severas restricciones en hidrocarburos en forma de gasolina, diésel y otros combustibles derivados que hasta la fecha Cuba obtenía de sus relaciones económicas con la Unión Soviética. Este período transformó la sociedad cubana y su economía, lo que llevó a que Cuba hiciera urgente reformas en la agricultura, produjo una disminución en el uso de automóviles, y obligó a reacondicionamientos en la industria, la salud y el racionamiento. |
CUBA Y EL AZÚCAR (SIGLO XX) |
LA PRIMERA MITAD DELSIGLO XX La expansión azucarera, y la consiguiente industria tradicional cubana, que sigue al proceso independentista para adentrarse en el llamado periodo republicano, a pesar de los efectos que siguen a la guerra hispanocubanonorteamericana (18951898), sufrirá un continuo y extraordinario desarrollo tanto en el orden internacional como en el nacional. Como también indica Julio Le Riverend, “supone, de un lado, uno de los casos extremos de la economía capaz de crearse a la sombra de la división internacional del trabajo y de la producción”, (la controversia más discutida en los foros políticos o sociales de la época) Cuba debe contarse entre aquellos países dependientes de casi un solo producto económico de exportación: el azúcar, aun cuando disponga de otros de cuantía productiva menor como siempre fue el tabaco o arroz. Es el peculiar cultivo estrella cubano el que marcará el principal protagonismo iniciado a principios del siglo XX. Los altos rendimientos de las tierras y la facilidad para aplicar métodos altamente capitalistas de producción y de organización industrial, con mantenimiento primero de españoles y criollos, más tarde norteamericanos, dará lugar a que surja una demanda segura desde la iniciativa del próximo y más poderoso mercado del momento que adquiere la casi totalidad de la producción cubana del país, y, por tanto, la economía post bélica se inclina preferentemente por dicho producto y demandante. Pero el auge productivo de la industria tradicional cubana tuvo diferentes pautas según las diferentes regiones del país. Se inició en Camagüey y Oriente para pasar a Pinar del Río y La Habana donde se fundaron siete nuevos centrales que polarizaron el núcleo más importante desde 1910 hasta 1920, para continuar hasta 1926 a pesar de la coyuntura negativa que tuvo lugar en 1921. Conocido este año como el de “la moratoria”, fue necesaria la intervención oficial para corregir los desequilibrios financieros ocasionados por baja de la producción (debido al abaratamiento de coste del producto) consecuencia de excesiva oferta durante el año precedente, conocido por el de “la danza de los millones”, crisis felizmente superada en 1922. Consecuencia de los excelentes resultados económicos que brindaba la incesante producción azucarera, el bienestar económico que disfrutaba la “Perla de las Antillas” a lo largo de, prácticamente, la segunda década del siglo XX, comenzaba, sin embargo, a decaer hacia la mitad del año 1920. Las causas, entre otros avatares coyunturales, fueron la excesiva oferta que motiva la constante creación de nuevos ingenios por empresarios norteamericanos afincados en Cuba desde principios del siglo (prácticamente desde la década final del anterior), siempre bajo el efectivo proteccionismo económico y al amparo de la Enmienda Platt, creada como anexo en la Constitución cubana y de obligado cumplimiento. Según el economista cubano Julio Le Riverend, citado, entre 1918 y 1920 se fundaron, en diferentes lugares de Cuba, 53 nuevos centrales azucareras sobre las ya existentes, 9 que, obviamente, dio lugar al abaratamiento lógico del mercado y consiguiente crisis al año siguiente. Etapa ésta sospechosa desde la perspectiva financiera por su cándido fundamento base que originaría lo que hoy se denomina inflación. Para analizar las causas que dieron lugar al periodo de caída que se inicia, habremos de retrotraernos a los acontecimientos mundiales ocurridos unos años antes que afectaron, singularmente, también a Cuba y a su economía estrella: el azúcar. La guerra de 1914 a 1917 convirtió a Cuba en la principal nación abastecedora del dulce cañero de todo el mundo hasta 1919, y quedó liberalizada la producción y venta por norteamericanos, en cuyas manos, con altas y bajas, siempre estuvo el control real de todo factor económico en la isla caribeña. Como consecuencia lógica de lo que en términos económicos se denomina proceso inflacionista (tendencia que surge como consecuencia de excesiva oferta de producto), obligó a la compra de grandes cantidades de azúcar, refinada o por refinar. Adquisiciones éstas por los propios norteamericanos, principales interesados, cuyo precio llegó a 22 centavos la libra en mayo de 1920, produciendo enormes beneficios que vinieron en llamarse con el término tan significativo de “La Danza de los Millones”. Fue entonces cuando la economía cubana vivió su más firme etapa coyuntural de febril enriquecimiento conocida entre los beneficiarios como “la época de vacas gordas”. La riqueza del país era enorme. Todos los valores económicos subieron, desde las colonias de caña hasta la manteca, que llegó a cotizarse a un peso la libra, así como cualquier otro bien de consumo básico o de lujo, según se lee en la prensa del momento. Fue en torno a esta favorable coyuntura económica cuando tiene lugar otra etapa, aún más intensa que las anteriores, de la siempre permanente emigración [desde Canarias] hacia Cuba: la que tiene lugar en los momentos previos al periodo histórico de penuria económica en la isla antillana, 19201921, como se dijo conocido aún por “el año de la moratoria”, que afectó singularmente a las Islas Canarias y regiones españolas de oferta migratoria laboral intensa con dimensión tradicional. Fue terrible el descenso del poder adquisitivo, especialmente el de los obreros agrícolas, tanto cubanos como extranjeros, resultando que lo que para los capitalistas inversores fue empobrecimiento o ruina, fue beneficio para las entidades prestatarias. Para el pueblo trabajador, con enormes porcentajes de naturales de Islas Canarias y españoles en suma, se tradujo en miseria 10 con cierre de centros de trabajo, despidos o reducción drástica de salarios. Superada la crisis en 1922 (eficaz mediación ante el poder económico norteamericano del presidente cubano recién salido de las urnas, Alfredo Zayas Afonso), para 1926, bajo el mandato de Machado y Morales, se toman medidas para reducir la zafra con intención de hacer subir los precios. Sin embargo, los demás industriales azucareros, antillanos y brasileños lanzan al mercado mundial tal cantidad de producto que los precios continuarán siendo bajos. En 1927, el general Machado decreta la Ley de Defensa del Azúcar para reducir aún más la zafra, que queda en 87 días para una cosecha de sólo cuatro millones de toneladas, sin obtener el resultado deseado con la medida, por lo que se declara oficialmente zafra libre para 1929. Posteriormente con altibajos durante el periodo de caída de Machado influyeron otros factores y especialmente la baja aún más drástica de los precios, la progresiva restricción de las exportaciones y, finalmente, el cuadro general depresivo ocasionado desde la caída de la bolsa, Wal Street 1929, y que culmina en 1932. En estos momentos de crisis social y decrecimiento en el principal sector económico de Cuba, el acaparamiento, a veces ilegal, para acceder legalmente a la propiedad, posesión e inscripción y registro de las grandes fincas azucareras, motivó el continuo enfrentamiento con pequeños colonos, arrendadores, y poseedores de tierras desde la época colonial. Es significativo en los denominados “realengos” o posesiones de cesión real desde tiempos de la dominación española. Luis Felipe Gómez Wangüemert, el periodista canario, afincado en Cuba, nos describe esta situación social, en un artículo escrito desde La Habana para el periódico Tiempo , a principios de 1934, cuando nos dice: ¿Un realengo? Es una extensión de terreno del Estado, grandes trozos entre fincas deslindadas en tiempos de la Colonia, que Martínez Campos, en su carácter de Gobernador General de la Isla de Cuba, cedió, al hacer la Paz de Zanjón, a los campesinos orientales que colgaron el fusil y el machete de la guerra para consagrarse a las labores agrícolas, rehaciendo sus hogares deshechos por diez años de lucha. Y al poblar y trabajar los realengos, en una extensión de veinte y seis mil caballerías de tierra productora, acudieron más de veinte mil familias, entre ellas no pocas de canarios. Durante unos treinta años, mientras gobernó España y, en el período presidencial del íntegro Estrada Palma, fue respetada la propiedad de los campesinos, laboriosos y buenos. Ellos no pensaban que en la República soñada, en aquella por cuyo advenimiento pelearon en la manigua, ya hecha realidad, con leyes, y con gobernantes, pudieran ser desalojados del suelo que, primero con la sangre y luego con el sudor, habían regado para que fuese más fértil. Añade el periodista palmero: Pero no pensaron bien, no sabían de la ambición de los geófagos, de la venalidad de los jueces y de la infamia de funcionarios dispuestos al soborno. No sabían del poder del oro norteamericano, de la formación de poderosas compañías extranjeras que habrían de adquirir tierras vecinas para luego ensancharlas arrebatándoles las suyas a los indefensos labriegos, a los moradores de los realengos cedidos por Martínez Campos. A lo largo de los años, y de sucesivos gobiernos, poco a poco, las grandes empresas agrícolas yanquis se fueron apoderando de lo que no es suyo, amparadas y ayudadas por cubanos venales, de todas las categorías, a los que no importó nada la injusticia cometida. Nada la desesperación de los campesinos, nada las lágrimas de sus mujeres ni el lloro de los niños allí nacidos. Así, por viles procedimientos, fueron desalojados y lanzados “al camino real” miles y miles de seres, gentes honradas que habían hecho la ilusión de lograr ser relativamente felices, después de haber contribuido en la medida de sus fuerzas a la liberación de la Patria.
En vista de que por los métodos que consideraban “ordinarios” no podían arrojar a los referidos campesinos de sus legítimas tierras, laboradas por generaciones de aquellos guajiros humildes, muchos de procedencia “isleña”, como queda dicho, los terratenientes insaciables, acudieron a toda clase de vericuetos jurídicos para producir el desalojo legal. Llegó a utilizarse todo lo “utilizable” o todo lo vendible incluidos los periodistas corruptos. Se lanzó contra estos desgraciados la más acostumbrada y socorrida acusación del momento: “eran comunistas revolucionarios y pro soviéticos a los que era necesario eliminar, aplastar en nombre del orden establecido universalmente contra la ideología imperante en la antigua Rusia, y del propio de los principios del régimen cubano”. Pero también surtió efecto, entre la opinión pública, la contumacia de los campesinos del Realengo en la defensa de lo que creían que eran derechos adquiridos de muchos años. El Presidente de la República dispuso que el Ministro de Justicia se personara en el lugar del conflicto acompañado de periodistas y fotógrafos, siendo recibido con suma cortesía por el responsable de los agricultores en conflicto. Le fueron expuestos al Ministro los documentos justificativos que daban derecho a las seis mil familias para seguir viviendo en aquellas tierras. El Ministro informó al Gobierno que dispuso un tenso compás de espera, y suspendiendo los lanzamientos judiciales en vigor, y para cuya ejecución se precisan fuerzas del Ejército dispuestos a matar, sabiendo que los campesinos se defenderían también con armas de fuego.
Pero, a pesar de todo, será la iniciativa del capital norteamericano, otra vez, el que potenciará de nuevo verdaderos gigantes de la producción, que sorteando la crisis económica depresiva lograron estabilizar la producción en torno a 1939. Pero es a través del proceso de auge que tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), con nueva repatriación de capitales para reinvertir en dicha industria, cuando el grupo cubanonorteamericano alcanza enorme importancia en la distribución mundial del producto. Para la década anterior a la Revolución Cubana, iniciada en enero de 1959, la producción azucarera corresponde a diversos grupos financieros o sociedades anónimas. Sin embargo, en la mayoría de casos con aportación de capitales y propiedad cubana constituyendo un hecho de indudable interés a la vista de las nuevas tendencias financieras de la postguerra, especialmente de los Estados Unidos, más interesados en zonas asiáticas o europeas o en industrias nuevas con capacidad de expansión internacional, que en la tradicional industria azucarera cubana. Sin embargo, la economía estrella cubana de todos los tiempos continuaba firme en 1959, en que los porcentajes de superficie dedicada al sector azucarero, alcanzaba el 83,6 % del territorio cultivable, frente al café, 10,1%, o tabaco, 4,3%. En 1958, cerca del 50% de los trabajadores agrícolas trabajan en zonas azucareras, es decir, unos 471,000 obreros. Esto quiere decir que unos 2 millones de personas vivían de este sector agrícolaindustrial. En vísperas de la revolución, el volumen de azúcar en las exportaciones cubanas, llegaba al 81% del producto interior bruto y ascendía a próximo 600 millones de dólares. Pero la historiografía cubana insiste en que los latifundios continuaban reinando en el suelo agrícola en el que 22 compañías poseían más de 80 mil hectáreas de promedio cada uno y, conjuntamente, el 70% de las tierras útiles para producción azucarera. De estos 22 latifundios 9 pertenecían a la burguesía cubana y 13 eran propiedad de norteamericanos. El más importante era el de La Cuban Atlantic Sugar Co, que ocupaba 248.404 hectáreas, seguido por la Cuban American Sugar Co que poseía 143.862 hectáreas o la United Fruti Co, hasta 109.480. LA REVOLUCIÓN AGRARIA A menos de cuatro meses del triunfo, el Gobierno Revolucionario, se dictó la primera Ley de Reforma Agraria. Su elaboración previa se llevó a cabo en los locales ocupados por el mando del ya nominado Ejército Rebelde en La Plata, el 17 de mayo de 1959 en Sierra Maestra, y que, al parecer, Fidel Castro ya había redactado un primer proyecto en Isla de Pinos mientras sufría condena por el frustrado asalto al Cuartel Moncada, en 1956. El espíritu de esta revolucionaria y social Ley, en perjuicio de las grandes explotaciones azucareras, proponía: Se eliminarán los latifundios de nativos y extranjeros, al limitar la propiedad de la tierra a un máximo de 30 caballerías que equivalen a unas 402 hectáreas. Se entregará la propiedad de la tierra a los campesinos que la trabajarán y se liquidaron las rentas que se veían obligados a pagar, liberando a los campesinos de todo tipo de explotación y amenaza de desalojo. Se liberaba a los obreros agrícolas de los míseros salarios, de las largas jornadas laborales, y de la constante amenaza del desempleo y del llamado “tiempo muerto” o periodo inactivo entre las zafras. Estas medidas constituyen una de las primeras decisiones de carácter general. Para aplicación exhaustiva de dicho proyecto de Ley, promulgada para profundas transformaciones agrarias, se creó el Instituto Nacional de la Reforma Agrario (INRA). No obstante, en este momento, la Ley, dejaba intocable las propiedades de un considerable sector burgués en la explotación agropecuaria, pero se estudiarían acciones sucesivas para radicalizar el objetivo a seguir, consecuencia del programa revolucionario. La promulgación de esta medida, según consultamos en la historiografía cubana reciente, constituyó, además, “una independencia del caciquismo agrario imperante en Cuba, libraba al obrero agrícola de la explotación directa de los terratenientes y capitalistas, nativos y yanquis ( s ic ), que los tenían sumidos en las peores condiciones de vida”. Esta situación cesó cuando la Ley puso las tierras en manos de los campesinos al pasar las grandes plantaciones y sus infraestructuras a manos del estado cubano. Esta alianza entre obreros y campesinos reforzó ampliamente el proceso revolucionario emprendido, ya que constituyeron la base de la administración en que se basaría la Revolución, apoyando y practicando nuevas medidas revolucionarias al tiempo que eran fieles defensores del proceso y emprendieron la construcción de la nueva sociedad que propugnaban los dirigentes revolucionarios. La historiografía cubana consultada, nos aporta hechos acaecidos que corroboran estos iniciales éxitos del “Movimiento 26 J”, cuando leemos que: “...En la celebración del 26 de Julio de 1959, en la concentración masiva en La Habana, estuvieron presentes, además de los trabajadores de las ciudades, cientos de miles de campesinos procedentes de todos los rincones del país. Allí manifestaron unidos su ardiente apoyo al gobierno y reafirmaron la decisión del pueblo cubano para avanzar hacia delante por el camino revolucionario emprendido”. Algunas notas aparecidas en los periódicos 14 en aquellos días dan una idea de lo apuntado, cuando atacan la Ley de Reforma Agraria, “[...] esta reforma es una vergüenza del primer ministro Fidel Castro”, (también aparecida en prensa canaria el 1 de junio de 1959), o que “dicha reforma ha atemorizado a los mejores amigos de Cuba [...]” Los propietarios de ingenios azucareros cubanos y norteamericanos, entre otras grandes empresas, redactaron también un memorandum al Departamento de Estado Norteamericano, sugiriendo 15 que...” se dé mayor autoridad a los Estados Unidos para cambiar cuotas de importación de azúcar en cualquier momento, no como método de represalia, sino como medida de defensa...”. El gobierno revolucionario rechazaba con dignidad tales pretensiones alegando la defensa del campesinado mayoritario. En tal situación comenzaron las primeras agresiones directas contra la Revolución Cubana, considerándose por la historiografía cubana, que “desde aquel momento se iniciaban los primeros pasos para que por parte de los Estados Unidos se organizara la operación militar sobre Cuba...”. Los fondos bancarios cubanos depositados en bancos norteamericanos fueron embargados, declarándose, sobre Cuba, la reducción del suministro de petróleo desde su territorio, de equipos industriales y otros efectos comerciales de suma importancia para la misma subsistencia de la economía cubana. Desde los inicios de 1960 las agresiones económicas de elementos residentes en los Estados Unidos se hicieron más frecuentes. A ello hemos de unir la deliberada suspensión de importación y refino del petróleo procedente de la Unión Soviética consecuencia de los acuerdos comerciales suscritos con el Gobierno Revolucionario cubano. Posteriormente, en aplicación de la política emprendida que dura hasta hoy, el gobierno norteamericano redujo a 700.000 toneladas métricas la cuota de azúcar cubano para el mercado, suspendiéndola totalmente la compra de este vital producto para la economía cubana, al tiempo que congelaban los fondos que en divisas se hallaban en bancos norteamericanos. Sin embargo, posteriormente, el 8 de mayo de 1960 se restablecieron formalmente las relaciones soviéticocubanas, rotas por Batista y su política de alineamiento pronorteamericano durante la “guerra fría”, y “... a pesar de las constantes agresiones del imperialismo, Cuba no se vio sola. El pueblo cubano tuvo el apoyo internacional. Se estableció un convenio comercial con la URSS, por medio del cual esta nación compraba un millón de toneladas de azúcar anuales y los 700.000 que habían dejado de comprar los Estados Unidos. Además, asumía el compromiso de suministrar todo el petróleo que Cuba necesitase, así como el envió de otras mercancías necesarias que la economía cubana demandase”. LA PRIMERA LEY DE REFORMA AGRARIA Para justificar la anunciada medida revolucionaria con precedentes en otras revoluciones habidas en el mismo siglo, se ha de indagar con profundidad en el problema rural cubano. Siempre fue sumamente injusto desde la época colonial, por la existencia de enormes latifundios en propiedad de pocas manos y en perjuicio de pequeños propietarios o aparceros, pero cuya problemática se intensificó durante el posterior periodo post colonial o republicano. Durante esta nueva etapa, que la historiografía cubana llama neo colonial, las explotaciones agrarias de carácter extensivo, siempre estuvieron supeditadas a conexiones económicas dependientes del capital aportado por los citados financieros norteamericanos, en conexión con lo mejor de la burguesía nativa, detentadores máximos, ambos, de la propiedad agrícola e industrial de la Isla. Sin embargo, a este respecto, la prensa canaria del momento informa con todo lujo de detalles. Así consultado el periódico tinerfeño El Día , titula con grandes caracteres: “El Gobierno Cubano aprueba la Ley de Reforma Agraria, que prohíbe las grandes posesiones de tierras”. La medida establece un llamado Instituto de Reforma Agraria (INRA) y el máximo de tierras permisibles ha sido establecido en 30 caballerías, y aclara el rotativo que una caballería equivale a 13 hectáreas y media, excepto en tierras destinadas al azúcar, arroz o ganado. Añade la referida noticia, procedente de Efe, que la ley aprobada también prevé que se incorporen al Instituto las organizaciones autónomas para estabilización y defensa de productos agrícolas. Y que los extranjeros poseedores de plantaciones de caña de azúcar habrán de vender sus posesiones en el término de un año, o sus propiedades quedarán expuestas a una expropiación. Se calcula que actualmente el 35 % de la producción azucarera cubana se halla controlada por estadounidenses. Entre los dirigentes norteamericanos de la industria azucarera reina la impresión de que las nuevas disposiciones afectaran la marcha del todo el mercado de la caña y desde luego nadie, ni los mismos cubanos, van a invertir ya ningún capital en las plantaciones de caña de azúcar. Respecto a la postura que adoptarán los intereses estadounidenses afectados, se tiene la impresión de que grandes empresas particulares no harán, por ahora, otra cosa que esperar la expiración del plazo fijado. Para su aplicación surgirían reacciones de todo tipo por parte de los perjudicados. El periódico tinerfeño aludido, 17 en amplia crónica desde La Habana firmada por Bienvenido Valencia, titula con amplios caracteres: “Fuerte reacción contra la Ley de Reforma Agraria en Cuba. Ningún extranjero, a partir de ahora, podrá tener bienes raíces en la Isla”, y hace referencia a que: “por fin aparece promulgada la citada y revolucionaria ley que había sido aprobada el 17 de mayo pasado”. Desde el anuncio hasta su promulgación se sucedieron fuertes reacciones: la primera procedente de Norteamérica, donde afectaba a la cotización, como primer mercado importador, del azúcar cubano y, en consecuencia, las acciones de las principales compañías propietarias de plantaciones en Cuba bajaron algunas hasta el 30%, como consecuencia del espíritu legislativo de la ley revolucionaria. Por otra parte, la intención básica de la ley era conceder a todo trabajador campesino las tierras que trabajaban en cualquier concepto, como arrendatario, aparcero, bracero y otros, hasta un límite de cinco caballerías, acordado, con ciertas condescendencias. Las medidas más trascendentales de orden económico y financiero, afectaron fundamentalmente a la provincia de Pinar del Río, donde resultaron afectadas más de 12000 familias. Es cierto que se les da una indemnización por valoración a la baja de las tierras confiscadas, y cuyo importe no se paga en el acto sino en contrato de “pago aplazado” que puede llegar a 30 años, con un interés que no pasará del 4% anual. Sin embargo, opina el cronista autor: [...] los efectos de la ley son más trascendentales en el orden de la producción, pues si bien el primer ministro, Fidel Castro, ha ofrecido a los estados Unidos ocho millones de toneladas de azúcar al año a cuatro centavos de dólar la libra, equivalente a un 20% de precio más bajo que la cotización actual. Los intereses norteamericanos en el azúcar dudan de la posibilidad de lograr esa enorme producción; casi un 60% mayor que la producción del año en curso... Los hacendados propietarios de las fábricas refinadoras temen que si hubiesen de trabajar con la caña de azúcar elaborada por los nuevos propietarios de tierras repartidas la producción sería mucho más baja. De todas formas el Gobierno revolucionario ha querido prever toda contingencia y ha suspendido este reparto de tierras durante un año más. Pero es esta ley de la Reforma Agraria una de las metas más importantes de la Revolución Cubana. Fidel Castro lo hace saber constantemente definiéndola como objetivo máximo del proceso emprendido; ganar esta importante reforma, dice, es “ganar la revolución” ha sentenciado. Hacendados, colonos y demás detentadores de tierras, agrupados en asociaciones se rebelan contra ella, obligando al líder cubana a remover los cargos y nombrar nuevos dirigentes entre combatientes de su plena confianza. Fechado en la Habana, la Agencia Efe, las medidas que adopta el Gobierno se llevan a cabo, en algunos casos puntualmente, pues el mismo rotativo apunta que: “El Instituto de Reforma Agraria se ha incautado de 160 caballerías, equivalentes a unas 2120 hectáreas de una plantación de caña de azúcar por que sus propietarios, una organización llamado Figuereso S.A., han dejado de cultivarlas”. En el mismo rotativo, al día siguiente, se anuncia la confiscación de dos ranchos de propiedad norteamericana en Cuba y añade la noticia “exponiéndose con ello a perder la ayuda de los estados Unidos. Los dos ranchos en cuestión son uno de veinte mil acres propiedad de Lykes Brothers de Tampa, Florida y el otro de sesenta mil quinientos de Sumner Pingree de Hamilton Massachussets”. Las Autoridades cubanas tomaron posesión del rancho de Pingree y notificaron al director del otro, que lo harían a primero de agosto. Ambas posesiones son las primeras de propiedad norteamericana afectadas por la masiva reforma agraria del Gobierno de Fidel Castro, y son mayores que las fincas de cubanos expropiadas hasta ahora. La compensación se sabe incierta y devengará sólo un 4% en la demora. Coincidiendo con estos hechos se lee en el mismo número que: “en Washington el Senado aprobó por 59 votos a 32 suprimir toda ayuda a aquellos países que expropien bienes norteamericanos sin la debida compensación” (precedente claro de lo que será el bloqueo económico hacia la Isla que perdura hasta hoy). Por otra parte, el anuncio de estas expropiaciones coincide con informaciones, que señalan la presencia de soldados armados en edificios privados en Santiago de Cuba. En efecto dicha Ley anuló el derecho de las compañías y de los ciudadanos extranjeros a poseer tierras en la Isla, exceptuando a aquellos que fueran pequeños agricultores. Si la tierra que cultivaba un campesino no pasaba de dos caballerías, la propiedad le sería entregada gratuitamente. Si cultivaba entre dos y cinco caballerías, a más de las dos gratuitas le serían ofertadas las restantes mediante compra a plazos. Los propietarios de las tierras expropiadas recibirían indemnización mediante “bonos de la Reforma Agraria” amortizables durante veinte años. A las viudas y ancianos cuyos únicos ingresos eran las rentas de las tierras que cultivaban, se les abonaba en efectivo, mensualmente, una cantidad próxima a la renta que percibían anteriormente, y que se convertiría en vitalicia. A pesar de su “bondad” la falta de viabilidad de esta Ley se hace patente en algunos lugares. En el periódico El Día , en noticia de la agencia Efe, se lee: “La Asociación de Ganaderos cubanos rechazó la ley de Reforma Agraria, así como los planes revolucionarios proyectados para revitalizar la agricultura de la nación”. El periódico New York Times llega a comparar la revolución cubana con la francesa. En crónica desde Washington, para dicho diario, que firma L.Méndez Domínguez, se nos dice: “Que el día 12 del corriente mes se reunirá en Santiago de Chile el Consejo de la Organización de Estados Americanos. El mandatario norteamericano Herter, ha confirmado su presencia al lado de los ministros de Negocios Extranjeros de las 21 repúblicas iberoamericanas. El objetivo es analizar la tensión política en el Caribe”. Señala, además, el cronista que varias veces ha constituido motivos de honda preocupación para Washington. En el día 21 de agosto en el mismo rotativo, aparece publicado que: “Cuba llevará la reforma agraria al seno de la ONU”, según crónica especial desde Puerto Rico para la agencia Fiel, y al respecto se añade que el Gobierno revolucionario cubano está estudiando los temas que serán objeto de discusión cuando comience la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas, día 15 de septiembre próximo. Como misión más probable de la delegación de Cuba, será abordar el tema de la reforma agraria, en cuyo sentido la Asamblea General viene haciendo recomendaciones a todos los países desde el año 1950. También harán hincapié en la teoría de fuerte intervención de los organismos internacionales en aquellos gobiernos que en sus respectivos países violan las cartas y convenios internacionales. O de negarles a los pueblos el ejercicio de la democracia con violación también de los derechos humanos. Con fecha 2 de septiembre, la citada agencia Fiel, desde Puerto Rico, en crónica de Willy Pardo para periódicos españoles, 21 se lee, entre otras noticias: “los éxitos contrarrevolucionarios en Cuba, son debidos, sobre todo, al poder de los sectores agrarios de la propia Cuba, heridos en lo más vivo por las expropiaciones a granel decretadas por Fidel Castro. A esta enorme masa de afectados se unen, como es natural, los súbditos norteamericanos que han sido objeto de despojos semejantes en sus fincas azucareras, y a los que se ha prometido indemnizar con bonos estatales sin ningún valor. Toda esa masa, a su vez, recibe el empuje dinámico de los grupos políticosopositores cada vez más numerosos”. El sistema de pagos con bonos a veinte años, no hace ninguna gracia en Washington. Pero el N e w Y or k T im es insiste: “Cuba esta muy empeñada en una revolución social cuyos efectos pueden ser para la nación tan portentosos como el levantamiento que la Bastilla fue para Francia. ¿Cuáles son las repercusiones de estas medidas para Iberoamérica?”. Paralelamente a la problemática que acompaña este periodo revolucionario el programa de Reforma Agraria ideado por su máximo líder, a pesar de las fuertes dificultades que ocasionan sectores interesados en el interior de Cuba, continúa en ascenso. En otro rotativos canario, Diario de Las Palmas, Gran Canaria, dos meses después, 22 en amplia crónica enviada desde Puerto Rico, para la misma Agencia Fiel, firmada por Willy Pardo, titula: “Expropiaciones de propiedad norteamericana en Cuba por valor de unos mil millones de dólares”. Recoge las palabras pronunciadas por Fidel Castro en sus frecuentes discursos a las masas cubanas, en las que se ratifica que tras el año de la Liberación, llega ahora 1960 el año de la Reforma Agraria. Hasta ahora, el valor de las propiedades yanquis, que se han visto afectadas por la Ley cubana de Reforma Agraria, se elevan ( s ic ) a unos 300 millones de dólares solamente. Sin embargo, la mayoría de las inversiones de capitales de los Estados Unidos, están en la agricultura y la ganadería. Concretamente uno de los renglones de mayor importancia lo constituyen las enormes plantaciones de caña de azúcar y las instalaciones industriales para su transformación posterior. Hasta ahora estas plantaciones habían sido relativamente respetadas, pero se cree, añade el corresponsal, que la expropiación se realizará a fondo inmediatamente después de la recogida de la actual cosecha. Una de las causas de grave fricción entre los Gobiernos de La Habana y de Washington han sido las expropiaciones ya decretadas. Ahora bien como decía un portavoz de la Embajada de los Estados Unidos en la capital cubana las protestas más enérgicas han sido presentadas contra la Ley de Reforma Agraria ya que el Gobierno norteamericano reconoce este derecho al Gobierno de cualquier otro país siempre cuando se ha haga respetando a los ciudadanos y garantizada una compensación económica adecuada. La agravación de esta situación, lo que ya se espera, sería probablemente el argumento que rompiera definitivamente las reservas de ciertos sectores del Congreso de Washington a disminuir la cuota azucarera que se le compra a Cuba, y que deberá ser revisada eneste año, ya que la Ley que las regula termina su vigencia en 1960. Por todo ello, concluye el cronista de Fiel, “hay que pensar en que Fidel Castro esta haciendo un juego excesivamente peligroso y alocado para su país”, aspecto que confirma otra noticia, aparecida en otra apartado del mismo número, que comentamos, donde se lee una orden de Fidel Castro que dice: “Los extranjeros que lleven viviendo en Cuba más de dos años, deben abandonar el país en el plazo de tres meses, a no ser que sean solventes jurídica y económicamente”. Sin embargo, el acercamiento al bloque comunista (interesado) se consolida definitivamente. Será la URSS, la principal compradora del azúcar cubano. La misma Efe, desde La Habana anuncia 23 la llegada del viceministro soviético, Anastas Mikoyan, que ha de inaugurar oficialmente la Exposición rusa, que durará 21 días, en la capital cubana. Dicha exposición, según manifestación de los propios promotores soviéticos, no tiene un objetivo netamente comercial, sino que aspira a mejorar la comprensión entre los pueblos ruso y cubano. En páginas preferentes en el mismo número aparece en grandes titulares que “Mikoyan y Fidel Castro, realizan una gira en helicóptero por el interior de Cuba”, comenzando por la comarca de Pinar del Río durante la que visitará diversos centros pesqueros y cooperativas agrícolas en diferentes provincias. En crónica enviada por la agencia Fiel, para diferentes medios, se nos informa 24 que la producción de azúcar en Cuba, ocupa el décimoquinto lugar por extensión cultivada, con predominio en el Mundo, por que las cañas crecen hasta diez veces, después de haber sido cortadas. Ello implica que Cuba domine el mercado mundial por su enorme producción bruta, de más de seis millones de toneladas al año, pero los productores cubanos se han dormido sobre la bondad de este suelo, cuya fertilidad hace crecer las cañas ya cortadas, varias veces sin necesidad de volver a sembrar. Pero ha llegado la hora de que los colones despierten, dice el cronista de Fiel, Luis Carballo, y cobren por el azúcar que conducen al ingenio y no por el peso de la caña, obligándoles a la obtención de un mejor rendimiento consecuencia lógica de un mejor cultivo y una mejor y más conveniente selección de variedades. Pero otro problema lo constituye elahora desanimado mercado tradicional. A principios de 1961 la grave escasez de cortadores de caña para la cosecha del momento, amenaza con provocar una fuerte crisis en este sector tan fundamental para la economía de la isla. En la prensa que controla elGobierno cubano se reconoce que en algunas plantaciones se carece de mano de obra suficiente y, por tanto, considera necesario buscar soluciones. Se acudirá a la ayuda de mujeres y niños para que recojan el producto cortado, y se recurrirá igualmente a los funcionarios públicos, jóvenes, oficinistas y soldados que se han prestado voluntariamente a cortar las cañas durante los fines de semana. Pasada la etapa crítica para el proceso revolucionario que significó la frustrada invasión de Playa Girón, 25 la política agraria ideada por el castrismo, toma nuevos y relevantes giros. La prensa sigue esta situación económica en Cuba y, en noticia de Efe, fechada en La Habana a 18 de mayo de 1961, Castro, que habla desde Rancho Boyeros en las proximidades de la capital cubana, “ofrece cambiar los prisioneros capturados en la reciente infiltración por Bahía de Cochinos, por tractores agrícolas o bulldozers”. Dijo, además, que: “algunas familias adineradas querían ofrecer un tractor a cambio de su hijo”, pero agregó que él no deseaba intercambios individuales sino en bloque. Advirtió que algunos prisioneros considerados como criminales no entrarán en el cambio. En el mismo discurso, ante una exposición agrícola en la que se exhiben tractores soviéticos checos y rumanos, Fidel Castro arremetió contra los especuladores agrícolas que entorpecen la producción cubana. Y así leemos en el rotativo gran canario Dia r io de L a s P a lm a s , 26 que nos dice: “El fidelismo se ha incautado sin compensaciones, de tres millones y medio de acres de ingenios azucareros de propiedad particular y que en dos años, más de la mitad de la propiedad norteamericana ha pasado a manos del régimen cubano”. Días después en otra gran concentración de fidelidad al jefe cubano, celebrada en La Habana, unos cinco mil estudiantes y miembros de las milicias conmemoraron la concesión del premio “Lenin” al Jefe del Gobierno cubano, Fidel Castro. Con dicho motivo se volvió a repetir la oferta de cambiar prisioneros por herramienta agrícola de tipo pesado y con variada dotación de piezas de repuesto. El mismo Fidel Castro prometió que los prisioneros menos importantes serán entregados en cuanto lleguen los primeros tractores. “Los más importantes, añadió, sólo se devolverán cuando recibamos el último lote de tractores”. 27 Por estas manifestaciones el periódico C or r eo d e la T a r de de Buenos Aires, considera a Fidel Castro como “símbolo rojo del retroceso del mundo”. Sin embargo, todos estos proyectos fidelistas se vienen abajo dos días después en que la prensa anuncia que el jefe cubano ha rechazado las negociaciones para intercambiar tractores norteamericanos por rebeldes cubanos, ante la petición de redención de los mismos por las autoridades de los Estados Unidos. Declaró que “el generoso gesto cubano para obtener reparaciones a los daños causados por el intento de invasión, no debe ser confundido con un intercambio de prisioneros”. Añadió el líder cubano 28 que: “la señora Roosevelt y el grupo de prominentes norteamericanos que están recaudando fondos para la adquisición de tractores, serían bien recibidos en Cuba”. Para dar las máximas facilidades al pretendido proyecto de intercambios, Castro aprueba la visita a Cuba de una comisión norteamericana para estudiar la situación en lo más cercano posible. Si bien en el telegrama enviado a la “comisión de tractores” en Detroit reitera que el gobierno no permitirá que la comisión técnica decida que tipo de tractores debe recibir Cuba en concepto de “indemnización” por la abortada invasión del pasado diecisiete de abril, según noticias trasmitidas por una emisora fidelista desde Cuba. 29 Poco más tarde el dirigente cubano hace fracasar las negociaciones para el intercambio de prisioneros por material agrícola, pues cambia continuamente las condiciones de la oferta para impedir el acuerdo definitivo. En noticias recogidas por la agencia Efe, desde Detroit, a fecha 24 de junio, se lee que “la comisión creada para dicho intercambio de ha disuelto, momentáneamente, debido a la actitud de Castro, que hace lo imposible para llevar a cabo los fines humanitarios”. El representante de la fábrica añadió que “lamenta que Castro haya decidido renegar de su oferta, pues todo el mundo sabe que la propuesta de intercambio partió del propio mandatario cubano” y toda vez que niega a los propios agricultores cubanos la maquinaria que con tanta necesidad requieren para obtener la producción alimenticia. 30 También es cierto que la actitud arrogante de Castro obedece a la firmeza de la ayuda militar que le prestan sus amigos comunistas de la Europa Oriental, toda vez que en declaraciones efectuadas el día precedente a través de una emisora cubana captada en Miami, declaró que: “sólo el temor a los proyectiles soviéticos impide que la infantería de Marina norteamericana vuelva a atacar a Cuba desde la base naval de los Estados Unidos en Guantánamo”. En dicho programa de radio para los cubanos titulado “Conquistadores”, no hizo mención alguna de las negociaciones con Norteamérica para el intercambio de “tractores por prisioneros”, que expira hoy viernes. Los observadores creen que el Jefe del Gobierno cubano desea elevar la oferta, antes de que expire el plazo. 31 Los pretendidos resultados positivos que los funcionarios de agricultura cubanos pretendieron con la referida Ley de Reforma Agraria, no lo son, a juicio de otros observadores y conocedores de la misma materia, desde estas islas. El periódico aludido de Gran Canaria, Dia r io de L a s P a lm a s , en un artículo de opinión 32 que firma M.J.M. titulado La agricultura en Cuba, contiene la suficiente aproximación al problema agrícola cubano, desde el punto de vista del autor, quien entre otras cosas dice: “en los últimos días hemos leído una serie de folletos editados por el Gobierno cubano en los cuales no explica en que consiste la reforma agraria en aquella querida isla. En teoría todo parece magnífico y justo, pero ocurre que desde la publicación de dicho cúmulo propagandístico hasta el momento actual, las cosas han cambiado radicalmente y lo que en principio eran reivindicaciones necesarias y hasta humanas de han tergiversado de tal forma que ya nada de lo prometido se ha llevado a la práctica”. Añade el citado cronista que:
La industria azucarera tradicional cubana ha pasado a manos del aparato burocrático estatal hasta la fecha presente. |
Francia Carolina Vera Valdes
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