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martes, 16 de octubre de 2012

118.-Literatura irlandesa; Nacionalismo.-a

Literatura irlandesa.


En campo de azur, un arpa de oro cordada de plata.

  


Introducción.

Se considera literatura irlandesa a aquella literatura escrita en irlandés o bien a la literatura escrita en inglés por autores nacidos en Irlanda, identificados con la forma de vida y la cultura irlandesas. Se solapa en parte con la literatura inglesa, por cuanto la mayoría de autores irlandeses escriben en inglés, y muchos fueron conocidos tras haber emigrado a centros culturales propiamente ingleses, como Londres.

Literatura irlandesa antigua

La literatura irlandesa antigua es aquella escrita desde la Edad Media hasta el siglo XVII. Se considera que fue la edad de oro de la literatura irlandesa. El escrito en gaélico irlandés más antiguo se encuentra en el manuscrito de Würburg, y data aproximadamente del año 700.

Periodo antiguo.

Durante la alta edad media (siglos VIII-X), periodo conocido también como del irlandés antiguo, destacaron los poetas Flann mac Lonáin, Maelmohr (con una historia de la invasión normanda), Eochain O Flainn (con una cronología de Ulaidh), el geógrafo Cormacan, Conn nUa Lochcainn de Tara, Flann Mainistreach (analista), Colman Ua Sesnain, Neide Ua Mael Chonaire, Gillh Moduda O Casidi y Guillh Na Noem Duinn. 
Las obras más importantes, sin embargo, son el Faeth fiadha (La niebla del sabio) del siglo V, atribuido a san Patricio de Irlanda, los Amra (Elogios) de San Columba, hechos por el Ollamh Érenn (poeta oficial) Dallán Forgaill, en estilo retórico, Trondam Guaire (Los invitados molestos de Guaire), de cariz satírico, Chat Pangur bán (Pangur, el gato blanco) de un poeta anónimo, Félire (Calendario de Óengus mac Óengobann) del 800, sobre las festividades, las estaciones del año y los ferias, el Saltair na Rann (Salterio en cuartetos), historia bíblica escrita en debide (poemas cortados en dos), Fianna bátar i nEmain (Los guerreros que iban a Emain), de cariz histórico y mitológico, compuesta por Cináed ua hArtacáin (m. 975), Dindshenchas, antología histórica en prosa y verso, Scuap Schrabuid (Devoción sagrada) de Colgu de Clonmacnoise (m. 796), maestro de Alcuino de York y los himnos de Colman (n. 662), Ultan (m. 656) y Fracc (m. 500).
También fueran importantes las sagas de cariz retórico, mitológicas e históricas, recogidas en Leabhar na hUidre (Libro de la Vaca Morena), compilado el 1106, poesía rítmica con incorporaciones posteriores, recompila el ciclo feniano, Leabhar na Laigineach (Libro de Leinster), compilado en 1150, Táin Bó Cuailnge (Incursión del rebaño de Cooley) del siglo VII-VIII, poema épico comparable a la Eneida, Oidheadh Cloinne Lir (El destino de los niños de Lir), romance sobre los hijos de Tuireann, Scél Mucce Mic Da Tho (Historia del cerdo de Mac Datho), sobre competiciones y cacerías, Iomramh Brain Mac Febail (El viaje de Brendan), editado el 1895 como Imram Brain Maic Tibail, sobre los viajes del famoso santo, Iomramh Curaigh Maoile Duin (Viaje de la barca de Muldoon), quizás del siglo VIII, Tochmarc Etaine (La corte de Etain), editado el 1935, describe un reino inmortal de la esposa de Midir y Eochaid Airem y Fergus Finnbheoil (Fergus el elocuente), poema de 32 versos

Otras creaciones fueron Togail Troi (La presa de Troya), traducción de un clásico, Brigitbe bithnue (La lengua siempre nueva), Fis Adamnain (Visión de Adán), escrito por el santo de Iona, Aislinge Meic cono Glinne (Visión de Mac Conglin), visión de un enfermo de glotonería, Auraicept na Neces (Cartilla escolar), vocabulario con instrucciones de métrica, considerado como la primera gramática y proporcionada por Santo Cormac de Cashel (m. 908), el Leabhar Gabhala Érenn (Libro de las conquistas de Irlanda), el Senchas Mor (El gran libro de las leyes) codificado por san Patricio de Irlanda y Leabhar Na y Ceart (Libro de los Derechos), compilación de las leyes brehonas. También destacaron los Mago Mell (Llanura de las delicias), Tiro Tairngiri (Tierra de promisión) y Tu Na nOc (Tierra de Juventud) sobre hechos sobrenaturales; Imram na Corra, Imram Curaig Maelduin y Imram Snedgusa Ocers Mac Riagla, sobre viajes; Fotho Coltra Cnucha y Siaburcharpat Cemcleulains, del ciclo feniano, así como el Serliga Conculaid. 
Con respecto a los ciclos mitológicos irlandeses, otros fueran Longes Mac n Uislenn (Exilio de los hijos de Uisliu) sobre Deirdre y Noisi, Toraigheach Dhiarmada agus Gharainne, Cath Maige Tuired (Batalla de Mago Tuired), en la cual los dánaos vencieron a los foimorés y el Cath Maigfe Rath (Batalla de Moira) sobre la locura de Suibhe.

Periodo medio

Durante este periodo, también conocido como del irlandés medio, los filidh fueron sustituidos por los bardos, unidos en familias hereditarias que transmitien los poemas y costumbres gaélicas. En verso bárdico se adoptaron reformas métricas, poco monótonas e influidas por el amor cortés y la temática provenzal, como el Dantha Grada, recogido el 1926 por T. F. O'Rahilly, de cariz amor cortés, y el Creosanacht, poesía humorística, como el sirventés.
Muireadhach Albanach O'Dalaigh (1180-1240) fue el bardo más importante del periodo.
Entre los siglos XI y XII hay 200 obras clasificadas por su inicio: Togla (conquista), imrama (viaje por mar), Fis (visión), Tana (Incursión), Catha (batalla), Uatha (caverna), Tochmarca (demanda de matrimonio), Oitte (Muerte violenta), Fessa (fiesta), Forbassa (asedio), Echtrada (aventura), Serca (Amores), Sluadig (expedición militar) y Tochomlada (migración). Del ciclo feniano, que continuó hasta algunos siglos más tarde, podemos destacar Agallamh na Senorach (Interrogatorio del Anciano), quizás del 1200, con Oisin y Caoilte, de cariz nostálgico de un pasado glorioso, y el Cath Fionntragha (La batalla de Ventry), degeneración del anterior, compuesta por Fergus Mac Lethi (s. XIV).
También destacaron durante este periodo las sagas, con personajes más modernos y héroes de los luchas contra los normandos. Las principales son: Cogadh Gaedhal re Gallaigh (La guerra de los irlandeses con los extranjeros) apología de Brian Boru, Scel na Aodh Ruadh O'Domhnaill, biografía de cariz apologético, de Lughaidh O’Cleirig, Macgnimartha Finn (Proezas del joven Finn), y el Ciclo de Ulster, que comprende los libros: Leabhar baile an Mhota (Libro de Ballymote), Leabhar Buidhe Lecain (Libro Amarillo de Lecan), Leabhar Muere Lecain (Libro Grande de Lecan) y Leabhar Brecc (Libro de todos los colores).
Algunos de los autores destacados del periodo fueran Gillh Brigese Mac Conmidhe, autor de poemas épicos; Donchad Mor O'Dalaigh (1175-1244), autor de himnos a la Virgen; Amergin Mac Amalgaraid, autor de la topografía Coir Anmains; obras como Caithreim Cellachain Caisil (La guerra con los normandos), y otros como los sermones Scela na Eserci y Scela Lai Brotha, los proverbios Tecosca Carmari y Senbriathra Jitrail, las traducciones de la Eneida de Virgilio (Imtechta Aeniusa) y de Lucano (Cath Cathaida), así como los libros de leyes Critts Joblach, Athgabail y Cain Domnaig.
En cuanto a libros de historia, destacan los Synchronismes de Flann de Monasterboice, el poema cronológico de Gilla Caemhain (m. 1072), los Annala de Tighernach O'Braoain (m. 1088), abad de Cluam Maecu Noise; Annala an Inisfail (Anales de Innisfallen) de Maelsuthain (m. 1079), príncipe de Loch Lein, continuados hasta el 1215; Annala na Ulaid por Cathal Mac Guire de Loch Erne (m. 1498); los Annala an Cillin an Chronain (Anles de Kilronan) hasta 1590 y los Annala na Connachta (Anlaes de Connacht) de 1223 a 1562. Otros fueran Gofraidh Fionn Ó Dálaigh (1320-87), Tadhg Óg Ó Huiginn (m. 1448), Tadhg Dall Ó Huiginn (1550-91), Eochaidh Ó hEodhusa (1567-1617) y Fear Flatha Ó Gnímh (1602-40).

Periodo tardío.

La emigración, la desposesión de los nobles gaélicos y la desaparición consiguiente de los bardos marcarán la literatura del periodo, caracterizada por la transición del dan díreach (verso estricto de los bardos) al amhran (canciones métricas de poetas no profesionales). 
Dos de las últimas escuelas bárdicas, la Dámh-scoil Muscraí y Dámh-scoil na Blárnan, estaban en Cork. Algunos de los últimos bardos más importantes del periodo fueran Daibhi O'Bruadair (1625-1698), muerto en la pobreza, Tourlough O'Carolan (1670-1738), Tadgh Dall O'Huggin (muerto en 1617), Eochan Ruadh O'Suillebhain (Owen Roe O'Sullivan, 1748-1784), Aodhagan O'Rathoille (Egan O'Rahilly, 1665-1726), autor de Aislings (Visiones) y de la pieza en prosa satírica Pairliment Chloinne Tomais (El parlamento del Clan Thomas), y sobre todo el más famoso del periodo, Brian Mac Giolla (Brian Merriman, 1750-1805), autor del gran poema gaélico del periodo, Cuirt an mheadhon oidhche (La corte de medianoche, 1780). También destacaron los feis, un tipo de juegos florales itinerantes.

Algunos intelectuales escribieron en latín, como Prionsias Ó Maolmhuaidh (Francis Molloy, 1614-1684) autor de Disputatio Theologica de Incarnatione Verbi (1645); Cursus Philosophiae (1666), y el poema Iubilatio Genethliaca in honoramos prospere Balthasaris Philippi Hispaniarum Principios (1658), el devocionario Lóchrann na gCreidmheacho Lucerna Fidelium (1676), y una Grammatica Latino-Hibernica (1677).

En prosa destacaron las obras de cariz satírico y religioso de los franciscanos, guardianes de la lengua con imprentas en Leuven y Londres, como Michael O'Cleary (Mícheál Ó Cléirigh 1575-1643), autor de los Annala Rioghachta Eireann (Anales de los Cuatro Maestros, 1636) y Reim Rioghaidhe (Lista real, 1630), historia de los principales reyes de Irlanda; Seathruin Ceitinn (Geoffrey Keating, 1570-1646) con Foras fearsa an Erinn (Historia de Irlanda, 1640); Florence Conry, con Sgathan an Chrobhaidh (Espejo de piedad), Anthony Gernen con Parthas an Esuma (Paraíso del alma); y el obispo de Armagh, Hugh Mac Caghwell (1571-1626) con Sgathan Sacramuinthe na Aithrige (Espejo del sacramento de penitencia, 1618). Además, en 1603 acabó compilada An tiomna nuad ar dTigearna ar Slanuigteodra Josa Criosd, Airna Tarruing go Firminneach as ab nGreigs nGdarac, traducción de la Biblia entera al gaélico e impresa en Dublín por los obispos Mortogoch O’Cionga (O’King) y G. O’Donnell.

Parliament na mBan (Parlamento de las mujeres), de finales del siglo XVII, fue una de las primeras muestras de prosa en el dialecto de Munster. Los últimos poetas irlandeses del periodo fueran Dughaltach Mac Fir Bhisigh, autor de genealogías históricas; Ferfesa O'Cainti, Tadhg Mac Daire, Hugh Ward/Aodh Mac An Bhaird (1590-1635), Manghus O'Domnhaill (1500-1563) con Beatha Cholm Cille (San Columbano, 1532) y Cridhe lán don smuaintighthibh, Torna Ecces, Sean O'Neachtain (1655-1728), su hijo Tadhg O'Neachtain (1680-1750), Eoghan Ó Caoimh (1656-1726), Seán Ó Murchadha (1700-62), Mícheál Óg Ó Longáin (1766-1837), Hugh y Andrew Mac Curtain/Séamas Dall Mac Cuarta, (1647-1733), Cathal Buí Mac Giolla Gunna (1680-1756), Peadar Ó Doirnín, (1704-1769), Arte Mac Cumhaigh (1738-1773), Pádraigín Haicéad (1600-54), Aindrias Mac Craith (1708-95), Donnchadh Rua Mac Con Mara (1715-1810), Antaine Ó Reachtabhra o Raiftearaí (1784-1835), Seán Ó Coileáin (1754-1817) con el poema Machnamh an Duine Dhoilíosaigh (Reflexiones de la melancolía humana), Riocard Bairéad (1740-1819), Sean O'Toomy, Sean Clarach Mac Domhnaill (1691-1754), autor del aisling (poema) simbólico de Irlanda, Róisín dubh (Rosa negra), Andrew Mac Grath, Tadhg Gaulach O'Suillebhain (1715-1795), Mícheál Coimín de Clare, autor de las Oisin na Bro na Fianna (1750), y Donough Mac Conmara, autor de Eachtra Giolla donde Amarain.
 Arte O'Leary, antiguo coronel del ejército austríaco, compuso en 1773 un Caoineadh (Lamento) a su viuda Eibhlín Dubh Ní Chonail. Finalmente podemos nombrar a Dáibhí de Barra (1757/8-1851), Pádraig Phiarais Cúndún (1777-1857), Amhlaoibh Ó Súilleabháin (1780-1837), Tomás Rua Ó Súilleabháin (1785-1848), Art Mac Bionaid (1793-1879), Aodh Mac Dónaill (1802-67) y Nioclás Ó Cearnaigh (1829-74).


Literatura irlandesa de habla inglesa.

La literatura irlandesa escrita en inglés, tiene sus raíces en la literatura gaélica medieval. Lady Gregory, J. M. Synge basan buena parte de su producción política o dramática en las sagas celtas primitivas que aparecen en los manuscritos irlandeses. De esta manera las míticas figuras del rey Conchubar del Ulster, del héroe Cuchulainn, de la reina Maeve de Connaught, de los amores de Deirdre y Naoise, Del Ciclo Osiánico referente a las hazañas del héroe Fin Mac Cumhill vuelven a cobrar vida de la mano de estos escritores.
También otros escritores no menos prestigiosos apartándose de la temática gaélica centran sus obras en la esencia misma de todo lo irlandés con una visión crítica diferente, como es el caso de G, Moore, James Joyce o S. O’Casey.

Hablar de la poesía irlandesa contemporánea es punto menos que imposible sin tomar en cuenta la historia toda de una tradición poética que –como la literatura irlandesa en general– abarca ya más de dos mil años. Se atribuyen algunos primeros poemas a un nebuloso Amergin: uno de aquellos legendarios "hijos de Milesius" que invadieron con escudo y espada en mano las tierras de Irlanda en tiempos anteriores al cristianismo. Estos "hijos de Milesius" fueron los que les arrebataron el poder a los Tuatha Dé Dannan (los más que humanos, sobrenaturales "hijos de la Diosa Dana"), expresión de los dioses celtas en la Irlanda precristiana. Ahora bien, ¿en qué medida están los orígenes de la literatura irlandesa fincados en la mitología celta, y en qué medida lo están en la historia del cristianismo?
En uno de sus estudios acerca de la mitología celta el poeta Robert Graves afirma: 
"Al utilizar la literatura celta como fuente de su mitología, uno debe recordar siempre que aun los textos más antiguos datan ya de la era cristiana, y que resulta de lo más probable que éstos hayan sido escritos por monjes." 
Así, pues, no es para nada extraño que ya en los primeros textos encontremos algunos añadidos cristianos, como tampoco es de extrañar –nos dice el poeta nacido en Londres, pero de origen irlandés– "la posibilidad de que ciertas evidencias importantes hayan sido suprimidas para que el texto pueda conformarse a la ética cristiana".

La figura misma de Cuchulainn, el héroe humano a la vez que divino cuyo nacimiento milagroso se relata en El Táin, aun siendo un temible guerrero, recuerda, a veces, ciertos aspectos de la figura de Jesús. No es por casualidad que esos tres siglos –del vii al ix– en que toma cuerpo El Táin tal y como lo conocemos, marquen también el apogeo de la cultura monástica y católica en Irlanda. Tampoco es una mera coincidencia el hecho de que el famoso Book of Kells haya sido manuscrito e ilustrado en Eire durante esos mismos años.

El célebre Book of Kells, una copia bellísimamente iluminada de los cuatro Evangelios, corona del arte medieval y verdadera piedra de fundación de Irlanda, como todos los evangeliarios producidos en Iona y Lindisfarne, está casi vacío de símbolos cristianos, a la vez que, como todos ellos, pertenece –las palabras son de Kenneth Clark– "a un estilo que, con razón, consideramos irlandés".

Pero la literatura irlandesa es un árbol de raíces gemelas en más de un sentido. Porque no sólo hay que tener en cuenta esa doble vertiente, celta y cristiana que se manifiesta desde sus inicios, sino el hecho fundamental de que en esta literatura, y también desde un principio, han convivido –con grandes dificultades, hay que decirlo– dos idiomas: el gaélico o irlandés, y el inglés.

Es cierto que desde fines de la Edad Media (1300), la literatura en general, y la poesía cantada y escrita en inglés, en particular, dio cuenta de los cambios sociales, políticos y culturales que a la bella isla trajo consigo la colonización, el nacimiento y desarrollo de la conciencia postcolonial, la independencia de Irlanda y, en tiempos mucho más recientes, la globalización. Los poemas "I am of Ireland" (Soy de Irlanda) y "The Land of Cockayne" (La tierra de Cockayne) (ca. 1330) datan de un periodo en que se hablaba ya de modo corriente un idioma inglés de fuerte carácter normando, "con grandes manchas de lengua irlandesa" junto con el francés y el irlandés.

Es por ello que el trabajo de la traducción ha ocupado un lugar tan importante en la historia de la poesía irlandesa. Prácticamente todos los grandes poetas irlandeses han sido también traductores de excelencia. Primero que nada, claro, del gaélico al inglés y viceversa. Pero no nada más.

La traducción en la poesía irlandesa ha sido siempre un pendón de su nacionalismo cultural, y en épocas cruciales –como en el siglo xix– sirvió para alimentar el gran Renacimiento Literario Irlandés capitaneado por Yeats, que buscó, entre otras cosas, evitar que la lengua materna siguiera decayendo. Es evidente que, desde hace siglos, la traducción poética en la isla ha buscado reconciliar el espíritu de la nación irlandesa con la presencia del inglés.

Poetas como John Montague y Brendan Kennelly, Michael Longley y Michael Hartnett, lo mismo que Derek Mahon y Thomas Kinsella, han logrado capturar con notable éxito en inglés el espíritu de muchos de los antiguos poemas medievales irlandeses escritos en gaélico. Mención aparte merece el caso más conocido de todos: el del Premio Nobel Seamus Heaney, cuyas traducciones de Sweeney Astray y Beowolf, así como de Las metamorfosis de Ovidio y sus homenajes a Dante, nos hablan –como atinadamente dice Mary Shine Thompson– "de su convicción de que la poesía en diversos periodos y en distintas lenguas puede tender un puente entre las realidades políticas y una realidad de orden trascendental."

Y es que la traducción sigue planteando en Irlanda una serie de desafíos estéticos, políticos y semánticos que, hasta el día de hoy, no hacen sino subrayar el carácter bífido de esta tradición poética. Para muestra basta un botón: el caso paradigmático de la excelente poeta Nuala Ní Dhomhnaill, que escribe sobre la experiencia de las mujeres, exclusivamente en irlandés, y cuyos apasionados poemas, profundamente enraizados en su tierra natal, exigen de todas las habilidades de sus pares en Irlanda –Michael Hartnett, Michael Longley, Medbh McGuckian– para ser recreados en inglés.

El hecho de que Irlanda haya padecido a lo largo de su historia varias invasiones –celtas, vikingos, normandos, ingleses– además de la cristianización que comenzó en el siglo v con San Patricio, hace que –como bien lo explica Seamus Heaney– "Irlanda sea uno de esos lugares donde el escritor se encuentra en el cruce de las ambiciones artísticas y las implicaciones políticas". Esta dicotomía –así como aquellas otras que ya he mencionado: el idioma irlandés y el inglés; la herencia celta y la cristiana– se encuentra presente siempre, de un modo u otro, en toda la poesía y el arte de Irlanda.

Pero, ¿qué tan vieja es la poesía irlandesa? 
Sabemos que para el siglo ii de nuestra era –al mismo tiempo en que se consolidaba el cristianismo– las aventuras de Cuchulainn, por dar un significativo ejemplo, ya habían cobrado su primera forma literaria. Y esta habría de mantenerse en la tradición oral por muchos siglos. ¿Cuántos? Las apreciaciones varían: desde siete hasta nueve siglos… y hay quienes piensan que el lenguaje de las versiones más antiguas del cuento que relatan las acciones que constituyen el núcleo del llamado "Ciclo del Ulster", se remonta al siglo viii, y que una parte de los pasajes en verso bien podría fecharse hasta dos siglos antes.

En todo caso lo que sí es un hecho ya aceptado es que hacia el siglo VI de nuestra era existía ya una poesía que podríamos llamar "irlandesa", altamente formalizada y muy codificada, que hacía uso de una técnica sumamente conservadora –tal y como suele suceder con todo arte tradicional– y que servía como vehículo para relatar ciertas historias de aventuras, como el Immram Snédgusa ocus Maic Riagla, "El viaje de Snédgus y MacRiagla" que relata las peripecias de un peregrinaje monacal.

Entre las muchas creaciones poéticas anónimas de los monjes irlandeses surge, hacia el siglo IX, el primer poeta irlandés del que tenemos noticia, Fland MacLonáin, que se nos presenta ya con un perfil perfectamente diferenciado e individual. De este mismo siglo IX data el famoso poema anónimo donde un monje erudito de Leinster se compara a sí mismo con su gato, "Pangur Bán", y que muchos poetas y estudiosos irlandeses consideran como el primer ejemplo de poesía lírica irlandesa donde el poeta nos habla de una situación vivida y comunicada a título personal.
Un poco posterior es el famoso ciclo épico de El Táin, una de las indiscutibles obras maestras que la antigua literatura irlandesa nos ha legado. El Táin es una epopeya originalmente escrita en prosa que constituye el corazón del "Ciclo del Ulster", donde se relatan las proezas increíbles del monarca Conchobor, así como las hazañas de los campeones de la Rama Roja, cuyo caudillo era el célebre héroe Cuchulainn, "El lebrel de Ulster".
Gran parte de la vieja literatura irlandesa se ha perdido para siempre, a pesar de que en el periodo de los bardos en Irlanda (de 1200 a 1600, aproximadamente) muchas de las familias nobles mantuvieron poetas hereditarios, fomentando el desarrollo de una intensa actividad poética. Lo que conocemos hoy en día sobrevive en un grupo reducido de extensos manuscritos que han sido cuidadosamente conservados –en su mayor parte– en el Trinity College de Dublin, y que conforman cuatro conjuntos de relatos. Uno de estos relatos es, precisamente, el ya citado "Ciclo del Ulster", al cual pertenece El Táin.
Una literatura que comenzó hace ya tantos siglos, que nos ha legado una serie impresionante de obras insignes, y que ha llegado con una fuerza y una vitalidad extraordinarias hasta nuestros días, es digna de ser mucho mejor conocida y apreciada en el mundo de habla hispana. La lista de los mayores escritores irlandeses es tan impresionante que su sola enumeración basta para comprender por qué Borges, que era tan ferviente admirador de esta literatura, al hablar de su prodigiosa riqueza decía:
 "sí, es una riqueza que parece opuesta a toda estadística".
La constelación que forman los nombres de Juan Escoto Erígena (el filósofo panteísta cuyo nombre quiere decir "irlandés nacido en Escocia"); Jonathan Swift, a quien le debemos los célebres viajes de Gulliver; George Berkeley, maestro de Hume y Schopenhauer; George Bernard Shaw; el inconfundible Oscar Wilde; William Butler Yeats, a quien muchos consideran el máximo poeta de lengua inglesa del siglo xx; los revolucionarios poetas y novelistas Samuel Beckett y James Joyce, y Seamus Heaney, a quien muchos consideran el mayor poeta vivo de lengua inglesa, por mencionar sólo a los más brillantes, resplandece con una luz singularmente intensa y propia. Una luz que durante muchos siglos resplandeció en la poesía irlandesa en su propia lengua, el irlandés, y que sólo en los últimos dos siglos lo ha hecho primordialmente en inglés.
Y es que no podemos olvidar que en 1601, con la derrota de las fuerzas irlandesas en Kinsale y la subsecuente dominación isabelina, llegó a su fin el viejo orden aristócrata irlandés, y con él el sistema de patronazgo que ayudó a sostener a los poetas y a la poesía escrita en irlandés, con traumáticas consecuencias para su literatura.

Así nos lo recuerda el poeta Thomas Kinsella en su antología bilingüe An Duanaire (Los desposeídos):
La literatura de Irlanda, tanto en prosa como en verso, ha sido escrita, desde los tiempos más remotos hasta el siglo XIX de modo predominante en el idioma irlandés. Desde mediados del siglo XIX –los años de la Gran Hambruna irlandesa– el idioma vernáculo de Irlanda ha sido el inglés. Es por ello que la mayor parte de la rica tradición literaria irlandesa viene a ser como un libro cerrado para todos con la única excepción de una muy pequeña minoría que habla o lee y escribe el irlandés.
El escritor irlandés de nuestros días habla en inglés y convive con el gaélico. Toda la toponimia de su país está expresada en ese idioma que es de enseñanza obligatoria en la República de Irlanda; hay estaciones de radio y canales de televisión en ese idioma. Hasta ahora la mezcla –como dice Viviana O’Connell, directora de la revista The Shamrock– "ha dado un producto riquísimo que sigue alimentando a la literatura mundial y posiblemente nos siga sorprendiendo".
Hay que recordar que la isla se dividió en 1923 y que el límite entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda se trazó en 1925, lo que produjo dos realidades diferentes. La gente en el sur ha vivido en una democracia relativamente estable en los últimos setenta años, mientras que en el norte la gente ha vivido en una sociedad que está dividida y enfrenta de continuo situaciones tensas y difíciles. Como dice Peter Sirr, uno de los mejores poetas jóvenes de Irlanda, director del Irish Writers’ Centre:
Las circunstancias en que Seamus Heaney creció, y algunos de los otros escritores (de Irlanda del Norte) eran bastante distintas de aquellas que se daban en el sur; esto provocó actitudes diferentes. Hay por lo tanto muchas diferencias extremadamente sensibles… La gente en el norte es menos romántica, se lleva menos por la retórica, son más cortantes, gente de pocas palabras, no tan locuaces como los del sur. Esto refleja varias formas de endurecimiento en una sociedad que está dividida. Deben ser muy cuidadosos con el lenguaje para no ofender a nadie. 
Heaney dice: "Cualquier cosa que digas, no digas nada", lo que es una especie de cliché en el norte, donde el lenguaje puede provocar la muerte. Los escritores en el Sur, en cambio, están lejos del conflicto, están en un lugar pacífico, están seguros. Es por esto que un escritor que haya crecido dentro de la clase trabajadora en Dublín escribe de manera diferente a otro escritor creciendo en la Belfast ocupada por los soldados británicos.

ALGUNOS DE SUS EXPONENTES MÁS SIGNIFICATIVOS:


  JONATHAN SWIFT ( 1667 - 1745 )

   OSCAR WILDE  ( 1854 - 1900 )
  
  GEORGE BERNARD SHAW  ( 1856 - 1950 ) 

  WILLIAM BUTLER YEATS  ( 1865 - 1939 )

  SEAN O' CASEY  ( 1880 - 1964 )

  JAMES JOYCE  ( 1882 - 1941 ) 

  SAMUEL BECKETT  ( 1906 - 1989 )

  SEAMUS HEANEY ( 1939 )

La cultura de Irlanda.

  

La cultura de Irlanda incluye costumbres y tradiciones, lenguaje, música, arte, literatura, folclore, cocina y deportes asociados con Irlanda y el pueblo irlandés. Durante la mayor parte de su historia registrada, la cultura irlandesa ha sido principalmente gaélica. También ha sido influenciada por la cultura anglo-normanda, inglesa y escocesa. Los anglo-normandos invadieron Irlanda en el siglo xii, mientras que la conquista y colonización de Irlanda del siglo xvi y xvii vio la aparición de los anglo-irlandeses y escoceses-irlandeses (o escoceses del Úlster). Hoy en día, hay notables diferencias culturales entre los de origen católico y protestante (especialmente el Úlster protestante), y entre los nómadas irlandeses y la población establecida.

Debido a la emigración a gran escala de irlandeses, la cultura irlandesa tiene un alcance global y los festivales tales como el día de San Patricio y el Halloween, se celebran por todo el mundo.1​ La cultura irlandesa ha sido en cierto modo heredada y modificada por la diáspora irlandesa, que a su vez ha influido en el país de origen. Aunque hay muchos aspectos únicos de la cultura irlandesa, comparte rasgos sustanciales con los de Reino Unido, otros países de habla inglesa, otros países europeos predominantemente católicos y los otros países celtas.

La isla de Irlanda es famosa por el Libro de Kells, música tradicional irlandesa y escritores tales como Jonathan Swift, Brendan Behan, Douglas Hyde, Flann O'Brien, Sheridan Le Fanu, Sean O'Casey, George Berkeley, James Joyce, George Bernard Shaw, Richard Brinsley Sheridan, Oliver Goldsmith, Oscar Wilde, Bram Stoker, W.B. Yeats, Samuel Beckett, Séamus Heaney y otros.

El primer médico con titulación nobiliaria que existió, Sir Hans Sloane, era un médico irlandés cuya afición consistía en la botánica y cuya colección es el núcleo del Museo Británico. Figuras culturales irlandesas del tardío siglo xx incluyen a Christy Moore, Pat Ingolsbht, Shane MacGowan y Sinéad O'Connor. En el área del espectáculo se destacan la banda de rock U2, Bob Geldof, Thin Lizzy, Horslips, Rory Gallagher, Niall Horan, The Corrs, The Cranberries, Westlife, Chris De Burgh y Van Morrison, en música más tradicional destacan Enya, The Dubliners y The Chieftains entre otros y el espectáculo de danza Riverdance. La danza irlandesa es popular en todo el mundo.

Folclore.

Los celtas se cuentan entre los grandes pueblos fundadores de Europa. Los reinos celtas ocuparon gran parte de Europa al norte de los Alpes, alcanzando su máxima expansión entre los siglos v y iii a. C., extendiéndose el mundo celta desde Irlanda hasta ciertas partes de la península ibérica, y de Francia hasta el Danubio. Los celtas dominaron Europa por 500 años, y tradiciones célticas persisten en ciertos sitios de Europa como Irlanda, Gales, Escocia, Cornualles y Bretaña. Las principales festividades religiosas célticas tienen una presencia destacada en el folclor irlandés, caracterizándose estas celebraciones por el encendido de grandes hogueras: la víspera del 1 de febrero o Imbolc, consagrado a la diosa Brigid; la víspera del 1 de mayo o Beltaine (fiesta de San Juan Bautista); la festividad de Lugh, el dios sol, que tiene lugar en agosto, y Samhain, el 31 de octubre, de donde surge el Halloween, una fiesta tradicional y muy celebrada en Irlanda.
 El nombre de Halloween se atestigua por primera vez en el siglo xvi, como un acortamiento escocés del más completo All-Hallows-Eve, y según algunos historiadores tiene sus raíces en el festival gaélico Samhain, donde los celtas creían que la frontera entre este mundo y el más allá se adelgazaba, y los muertos podían visitar el mundo mortal.
La mitología irlandesa se caracteriza por gran cantidad de dioses, héroes, duendes y criaturas feéricas. Entre los dioses celtas de mayor importancia en los mitos, figuran Cernunnos, Dagda, Brigid y Lugh, que estaban relacionados con la naturaleza, la fertilidad, la guerra, la caza, la salud, las cosechas, el fuego y el inframundo. El leprechaun es figura importante en gran parte del folclor irlandés. Se trata de una criatura pequeña con barba, vestido con ropa del color verde esmeralda, que gusta de jugar trucos. Se conocen historias sobre el leprechaun donde ocupan su tiempo haciendo zapatos, ocultando un pote de oro en el extremo del arcoíris y, si es capturado por un humano, tiene el poder mágico de conceder tres deseos a cambio de la liberación. Más reconocidos y respetados en Irlanda son las historias de Fionn mac Cumhaill y sus seguidores, los Fianna, que forman el ciclo feniano, enfrentándose a los gigantes, cuyas historias incluyen mitos de origen como el de la Calzada del Gigante o el del Lago Neagh. Otro héroe con presencia dominante en la mitología irlandesa es Cúchulainn, el héroe más famoso del ciclo del Úlster, que reúne una serie de leyendas épicas irlandesas provenientes del siglo xii d. C.
 También son parte del folclor irlandés la invasión de la isla por los Tuatha Dé Danann, la estirpe divina de Irlanda, así como las historias de Brian Boru y los altos reyes de Irlanda. En muchos mitos celtas, el amor es un tema de importancia central, como ocurre en las leyendas de Diarmaid y Grainne, Deirdre y Naoise, y Tristán e Isolda. Las muchas leyendas de la antigua Irlanda fueron capturadas por Lady Gregory en dos volúmenes con remates por W.B. Yeats. Estas historias muestran el poder y el estatus inusuales que las mujeres celtas tuvieron en la antigüedad.

  

Fiestas y festivales.


La mayoría del calendario irlandés de hoy aún refleja las viejas costumbres paganas, principalmente de origen celta, asociadas a las tradiciones cristianas de posterior introducción, cuya presencia continúa siendo significativa. La Navidad en Irlanda cuenta con varias tradiciones locales, algunas de ellas no relacionadas con el cristianismo. El 26 de diciembre (día de San Esteban o Wren Boy's Day), existe la costumbre de que los jóvenes se atavíen con vestidos estrafalarios y máscaras, desfilando por las calles cantando melodías tradicionales.

La fiesta nacional en la República de Irlanda es el Día de San Patricio, que se celebra el 17 de marzo y está marcado por desfiles y festivales en ciudades y pueblos de toda la isla de Irlanda y por la diáspora irlandesa en todo el mundo. El festival es en recuerdo de San Patricio, el santo patrón de Irlanda. La leyenda le atribuye el destierro de las serpientes de la isla, y enseñar a los irlandeses sobre el concepto de la Trinidad utilizando un trébol de tres hojas, para resaltar la creencia cristiana de «tres personas divinas en el único Dios». Otras fiestas importantes de la iglesia católica incluyen la Pascua, y varias festividades marianas.

En Irlanda del Norte el 12 de julio, se conmemora la victoria de Guillermo III de Inglaterra en la batalla del Boyne como un día festivo. La fiesta es celebrada por los protestantes irlandeses, la gran mayoría de los cuales viven en Irlanda del Norte, y es notable por los numerosos desfiles organizados por la Orden de Orange que tienen lugar en toda Irlanda del Norte. Estos desfiles son muy coloridos por el uso de banderines anaranjados en los desfiles, e incluyen música en la forma de canciones tradicionales tales como The Sash y Derry's Walls, interpretadas por bandas marchantes al son de la pipa, la flauta, el acordeón, y el latón.

Otra celebración con origen precristiano es el día de Santa Brígida (1 de febrero, conocido como Imbolc o Candelaria), basado en el deidad celta Brigid, cuyo día festivo se celebra al principio de la primavera; también están Bealtaine (mayo), Lúnasa (agosto) y Samhain (noviembre). El último todavía se celebra extensamente en el mundo como Halloween, incluyendo en los Estados Unidos, seguido por el día de todos los santos, otra festividad cristiana asociada con una fiesta irlandesa tradicional.


Artículos

439.-Jinetes hacia el mar de John Millington Synge

436.-Irlanda: la tierra con mejores escritores por metro cuadrado

431.-Las islas Aran

430.-William Butler Yeats

427.-Isabella Augusta, Lady Gregory

426.-John Millington Synge

423.-Maud Gonne

422.-La ciudad de Dublin y sus librerías

420.-George Bernard Shaw

419.-El Renacimiento Céltico (Irlanda)

418.-El Teatro Abbey

360.-Gaeltacht; Viajes de Juan de Mandeville (o 'Viajes').

344.-El Libro de Kells

317.-Los Anales de Úlster; 'La tierra baldía' de T. S. Eliot

305.-Anales de los cuatro maestros (Irlanda);Sección Histórico-Arqueológica del IEC

276.-Caligrafía irlandesa (La Caligrafía celta )


Itsukushima Shrine.

  

Nacionalismo portugués y nacionalismo de los otros.

Hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, el medio de transporte trasatlántico habitual era el barco. Por esta razón, los paquebotes o Trasatlánticos , aparte de su interés utilitario, tenían también otro simbólico, ya que de hecho eran conspicuos exponentes de la identidad de cada país. Era normal por ello que sus nombres reflejaran su carácter nacional. 

Así, en la Alemania imperial anterior a la guerra de 1914-18 teníamos, por ejemplo, el Kaiser Wilhelm der Grosse o el Kaiserin Augusta Victoria. En la Italia, teníamos el Rex y el Conte di Savoia. En el Reino Unido, los archiconocidos Queen Mary y Queen Elizabeth. La Compañía Trasatlántica Española tenía el Alfonso XIII y el Infanta Isabel de Borbón. Y la Francia republicana el France y el Ile-de-France.

Portugal.



En campo de plata, cinco escusones de azur, puestos en cruz, cargados cada uno de cinco bezantes de plata, colocados en sotuer, y una bordura de gules cargada de siete castillos de oro, tres en jefe, dos en flanco y dos hacia la punta.


En los años sesenta y setenta del siglo XX, con el tráfico marítimo de pasajeros ya en plena decadencia, todavía tenía Portugal una estupenda flota de paquebotes repartidos entre la Companhia Nacional de Navegação y la Companhia Colonial de Navegação; con nombres tan rimbombantes como Infante Dom Henrique, Imperio y Príncipe Perfeito
Porque, en realidad, Portugal era entonces un imperio, con vastas posesiones africanas donde su ejército mantenía una guerra colonial contra movimientos revolucionarios como el Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), o el Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo). Un imperio que había tenido su origen a finales del siglo XV, precisamente bajo los auspicios del susodicho Infante don Enrique.
El Imperio portugués estaba formado por Portugal y sus territorios de ultramar, en diferentes fases y extensión, desde el siglo xv hasta el siglo xx; se formó en la Era de los descubrimientos, durante la cual ocupó un lugar predominante conjuntamente con el Imperio español, siendo una de las más poderosas y ricas potencias de la época.
Fue el primer imperio colonial de la historia, nace con la captura de Ceuta en 1415  y el último en desaparecer, en año 1975.

Aspecto de la capital portuguesa tras la Revolución de los Claveles.

Muchas veces he imaginado a los militares portugueses en la madrugada del 25 de abril de 1974, hechos un manojo de nervios, atentos a la radio por si se emitía la famosa canción de José Alfonso, que era la señal para iniciar el golpe que iba a derrocar a la dictadura. No sé si en aquel momento serían conscientes de todas las cosas que sucederían en poco tiempo, empezando por una auténtica explosión de júbilo popular, júbilo de un pueblo que ponía claveles rojos en los fusiles de los soldados porque nunca habían sentido hasta entonces que aquel ejército era el ejército del pueblo. 
Un ejército que, poco después, se retiró de las colonias africanas, poniendo fin a la guerra y dejando vía libre a que estas se convirtieran en países independientes, con lo cual Portugal dejó de ser un imperio para pasar a ser, lisa y llanamente, un pueblo.Era precisamente «El pueblo», O povo, la palabra más repetida en aquel entonces.
Estoy convencido de que, entre la cantidad de cosas que cambiaron el 25 de abril, una de las más importantes fue que, a partir de entonces, el nacionalismo portugués pasó de ser un nacionalismo de imperio a ser un nacionalismo de pueblo. Nunca habían estado en Portugal tan próximos el concepto de nación y el de pueblo. Porque, con todos los matices que se quiera, a partir de entonces ser portugués significó, antes que nada, pertenecer al pueblo portugués.

Hay definiciones de nacionalismo para todos los gustos. Yo soy de los que piensan que ser nacionalista no es más que sentirse referente con respecto a un determinado marco territorial y a todo su bagaje. Por eso creo que no hay nadie que, de una u otra forma, no sea nacionalista. La cuestión, por tanto, no es ser o no ser nacionalista, sino qué tipo de nacionalista eres: un nacionalista de imperio, fundamentado en la supremacía de tu nación frente a otras naciones o pueblos, casi siempre al servicio de intereses oligárquicos; o un nacionalismo de pueblo que mira a los otros pueblos con respeto, de igual a igual.

Pero la identidad nacional de un país no se cambia tan fácil: en Portugal fue necesario un golpe militar que echara abajo una dictadura de décadas. En otros países también se han llevado a cabo fenómenos rupturistas de uno u otro tipo. En España, por ejemplo, el 14 de abril de 1931 con la instauración de la República.
 Dicho de forma inversa, me parece difícil cambiar la identidad nacional hegemónica de un país sin que en el mismo se produzca una ruptura política. Y esto no es un tema baladí, porque la identidad nacional es una formidable fuerza subjetiva que, a su vez, ejerce una influencia enorme en las decisiones políticas que en dicho país vayan a adoptarse.
Estamos viendo, cada vez de forma más patente, que la extrema derecha está marcando el paso en la conformación de la identidad nacional española. Un nacionalismo de imperio venido a menos, nostálgico de «glorias imperiales», la mayoría de ellas cuestionadas y denostadas por otros países. Sabemos, y la izquierda española también lo sabe, que el 12 de octubre fue el comienzo de un expolio genocida; que la Legión combatió en el norte de África a las órdenes de Franco y de Millán Astray en una guerra colonial; que los Tercios de Flandes cometieron un sinfín de tropelías y que dejaron muy mal recuerdo allá por donde pasaron; o que la monarquía española, sea austríaca o borbónica, tiene un historial nada presentable.
Sabemos también que muchos españoles que se tienen por izquierdistas, e incluso por marxistas, comparten gran cantidad de elementos ideológicos con el nacionalismo de imperio venido a menos auspiciado por la extrema derecha fascista; por desgracia, ignorando que en esta vida todo tiene uno u otro carácter de clase incluido el propio nacionalismo; o que muchos líderes revolucionarios, como por ejemplo Ho Chi Minh y Fidel Castro fueron, aparte de comunistas, fervientes nacionalistas de sus pueblos.
 Y lo mismo podemos afirmar de multitud de líderes revolucionarios negros, para quienes el continente africano era una auténtica referencia nacional. Peor para todos esos izquierdistas españoles nacionalistas de imperio, y peor también para nosotros, porque mientras esta izquierda no consolide un ideario nacional propio, a la medida del pueblo y no del fascismo, por mucho que se empeñe siempre estará ideológicamente cautiva y desarmada.

  

Nacionalismo versus independentismo.

Más de una vez he pensado que si alguna vez llegara a celebrarse en el Estado español un referéndum por la independencia de algún territorio, los unionistas argumentarían que con la independencia no iba a haber dinero para las pensiones; mientras que los partidarios de la independencia alertarían de que los gastos superfluos del Estado más el enésimo rescate a la banca acabarían arruinando la seguridad social. Mucha gente, sobre todo de edad avanzada, votaría según lo que le diera menos miedo, llegando incluso a ser determinantes para el resultado.
Digo esto para que se entienda que la independencia o no independencia es un asunto político que se valora y gestiona según factores políticos, es decir, de intereses, conveniencias y estrategias de futuro. El nacionalismo, sin embargo, es un tema ideológico, basado en sentimientos colectivos de pertenencia a un determinado marco territorial. De hecho, se puede ser nacionalista sin ser independentista, y al revés. Ello no quita que lo político y lo ideológico estén interrelacionados y que ejerzan una influencia recíproca, lo cual no está mal siempre y cuando no acabe confundiéndose un cosa con la otra.
Esa confusión es algo que, por desgracia, ocurre con frecuencia: las ideas, incluso las de base religiosa, pueden ser más o menos variables, aunque en general se mantienen con cierta estabilidad porque las mentalidades de las personas y de los colectivos no cambian de la noche a la mañana. En política, por el contrario, todo varía de forma incesante, todo es relativo, todo es discutible, todo es susceptible de ser pactado, si es que se juzga conveniente pactarlo. Decir, por ejemplo, que se prefiere fregar escaleras antes que pactar con Bildu, aparte de ser erróneo, chulesco y no ajustado a la realidad, es una solemne estupidez.
Las fronteras de los estados no son realidades ideológicas, sino políticas. Plantear que la unidad de España es sacrosanta, aparte de falso, es mezclar la política con la religión, lo cual es una atrocidad porque la política es, o al menos debería ser, aconfesional. Pero por otra parte hay que entender que, independientes o no, siempre habrá cuatrocientos kilómetros de Bilbao a Madrid y ochocientos a París, y que de una u otra forma seguiremos estando metidos en el mismo mundo a merced de sus vaivenes.

Porque, para bien o para mal, somos un pueblo pequeño. Un pueblo con un nacionalismo de pueblo, uno de cuyos principales componentes es que somos refractarios al nacionalismo español de imperio venido a menos el cual se acentuó tras la pérdida de las últimas «posesiones» de ultramar y que, a partir de aquello, pretende imperar en territorios del propio Estado, como el País Vasco o Cataluña, a los que considera algo así como posesiones imperiales. No es de extrañar que sean esos territorios donde el nacionalismo español de imperio tiene menor apoyo, porque si bien los vascos o catalanes a lo mejor no «aman» a España demasiado, lo cierto es que la España imperial no solo no nos ama sino que nos detesta.
Tenemos una sensación más o menos vaga de que la ideología dominante en España es el nacionalismo de imperio, y de que la punta de lanza de ese nacionalismo es la extrema derecha. No sé cómo llamar a la extrema derecha de Le Pen, de Meloni o de Milei. Lo que sí sé es que la de España se llama fascismo. Se llama así porque tras la derrota fascista en la Segunda Guerra Mundial, en España se permitió que el gobernante fascista aliado de Hitler y de Mussolini siguiera gobernando; y porque treinta años después, tras morir dicho gobernante, el aparato fascista no perdió un ápice de su poder. Y así hasta hoy.

En Asturias, en Castilla, en Andalucía, en Canarias y en muchos otros lugares hay nacionalistas que serán o no independentistas, pero que saben que la promoción, la mejora y el desarrollo del marco territorial al que se sienten vinculados es incompatible con el nacionalismo español de imperio. Nosotros, además, sabemos que el fin último del nacionalismo español de imperio es borrarnos del mapa, y quizás sea por eso que somos más independentistas que otros, por cuestión de mera supervivencia.
Pero una de las características del fascismo es que acaba arrasándolo todo, como lo hizo tras la Guerra Civil. Es esa la razón por la cual da auténtico miedo no solo ver a la extrema derecha y a la derecha extrema más envalentonadas y agresivas que nunca, sino también constatar la actitud vacilante, timorata y dubitativa que se advierte en una gran parte de la sociedad española, que no acaba de darse cuenta de que el fascismo es el verdadero enemigo no solo de vascos y catalanes, sino de todos. Porque mientras una gran parte de esa sociedad siga soñando con que España sea un imperio aun a costa de quien sea, la mayor coherencia con sus sueños la va a encontrar en el fascismo.
Quizás en otra España, con otros presupuestos identitarios e incluso con otro nombre, como por ejemplo República Española, habría menos independentistas, o por lo menos habría una relación más fluida y amistosa entre nacionalistas, lo mismo dentro del mismo Estado como en estados diferentes. Pero para eso, antes de nada, es imprescindible unir fuerzas, concienciarse y movilizarse en contra del fascismo. Porque si no lo hacemos ahora, luego será demasiado tarde.

  

Iñaki Bernaola Lejarza.

Escritor en euskera nacido en Bilbao (Bizkaia) el 4 de julio de 1952.

Licenciado en Historia. Profesor de una Escuela de Formación Profesional de Getxo.

 Ha escrito cuentos y novelas en euskera. Libros publicados: Zugarramurdiko kontesa (Edit. Elkar, 1989), Bonga (Edit. Elkar, 1990), Hamabost urteko naufragoa (Edit. Eusko Jaurlaritza, 1992) y Lau idazluma ahizpak (Edit. Ibaizabal, 1997). En 1986 ganó el Premio Manuel Iradier de novela de aventuras; en 1988, el Premio Café Baqué de novela corta; y en 1992 el Premio Julene Azpeitia de cuentos en euskera.

 
Nacionalismo en España.

  

En España existen diferentes movimientos nacionalistas;​ unos defienden la unidad de la nación española y otros sostienen que España es un Estado formado por diversas naciones. La mayoría de estos últimos reclaman el derecho de autodeterminación para sus territorios, con mayor implantación en las comunidades autónomas de Cataluña y País Vasco, también en Canarias, Navarra y Galicia, y en menor medida en la Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, Andalucía y Asturias, por ese orden.​ También existe el regionalismo, que defiende la identidad regional sin renunciar por ello al carácter nacional de España, que reclama el derecho a la autonomía y al autogobierno de sus respectivos territorios, con mayor implantación en las comunidades autónomas de Asturias, Cantabria, Navarra, Aragón, La Rioja, y en la Región de León.

Dependiendo de la implantación de estas ideologías o de la singularidad de la región, en ocasiones no es fácil distinguir entre movimientos regionalistas o nacionalistas, especialmente en aquellas zonas donde dichos movimientos están menos desarrollados o tienen menor presencia política.


  

Nacionalismo español.


La actual bandera de España es la que utilizan los sectores moderados y constitucionalistas (tanto de izquierdas como de derechas) del nacionalismo español.

El nacionalismo español es una ideología política que afirma la existencia de una nación española, que se identifica con la actual España en su totalidad territorial —la única reclamación irredentista recurrente es la de Gibraltar—, defendiendo así la unidad de España en ocasiones mediante el centralismo político.

Otros elementos que el nacionalismo español defiende, aunque no exclusivamente, son la lengua española, así como la bandera, escudo e himno españoles.

El nacionalismo más moderado alude al artículo número 2 de la Constitución Española de 1978 que menciona la «indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». Sin embargo, el más extremista rechaza la constitución porque «reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas».

Históricamente, el nacionalismo español surgió con el liberalismo y en la guerra contra Napoleón. Sin embargo, debido a la apropiación de los símbolos y del concepto mismo de nacionalismo español llevado a cabo por la dictadura franquista, el concepto de "nacionalismo español" suele asociarse en la actualidad con las facciones más radicales, como la llamada extrema derecha, en muchos casos herederas o nostálgicas de dicho régimen, y que suelen realizar una defensa extrema y a veces violenta de los postulados de este nacionalismo.


  

Nacionalismos periféricos.


Con el término «nacionalismos periféricos» se hace referencia a los nacionalismos y regionalismos que existen en España y que son distintos al nacionalismo español, en tanto que reivindican la identidad diferenciada de una parte del territorio de España. Los más importantes son el nacionalismo catalán, el vasco y el gallego.

Apoyo electoral de los partidos nacionalistas y regionalistas en España por comunidades autónomas y por provincias en el caso excepcional de León. Datos de las elecciones autonómicas de 2015-2016.


Movimientos nacionalistas en las «nacionalidades históricas»


Según el ordenamiento legal vigente en España, se consideran como nacionalidades históricas aquellas comunidades autónomas con una identidad colectiva, lingüística o cultural diferenciada del resto de España. El artículo 151 de la Constitución Española permitía el acceso a la autonomía de aquellas regiones que en el pasado hubieran votado algún proyecto de Estatuto de Autonomía y en el momento de promulgarse la Constitución tuvieran regímenes pre-autonómicos: utilizaron este artículo Cataluña, Euskadi, Galicia y Andalucía, siendo esta última un caso especial, sin las peculiaridades establecidas en la disposición transitoria segunda, al no haber plebiscitado afirmativamente Estatuto alguno durante el período republicano debido al golpe militar que daría paso a la guerra civil y a la posterior dictadura franquista. Andalucía, por tanto, accedió a la autonomía por medio de un referéndum que se celebró el 28 de febrero de 1980. 

El proceso es algo distinto, ya que el proyecto de Estatuto lo realizan solo los diputados y senadores de las provincias y debe pasar por un referéndum popular antes de ser ratificado por las Cortes Generales y sancionado y promulgado por el Rey.

Además de las cuatro comunidades autónomas citadas, gozan también de la condición de nacionalidad la Comunidad Valenciana (contó con el gobierno autónomo del Comité Ejecutivo Popular de Valencia hasta 1937, en un contexto revolucionario),3​ Aragón (que contó con el Consejo de Aragón como órgano administrativo durante la Segunda República y tuvo un Anteproyecto de Estatuto), las Islas Baleares (Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Baleares) y las Islas Canarias, las cuales han incorporado la definición en sus respectivos estatutos de autonomía. El resto de comunidades autónomas se autodenominan como región histórica, comunidad histórica en el caso de Asturias y Cantabria o identidad histórica en el caso de La Rioja y Extremadura.

 Estas denominaciones son equivalentes y no suponen ningún estatus legal diferenciado del resto. Atienden al artículo 143 capítulo Tercero, del Título VIII de la constitución española, donde se recogen los criterios históricos necesarios para poder formar una autonomía. Todos los estatutos de autonomía españoles incluyen términos de historicidad debido a que se desarrollaron utilizando como vía el mencionado artículo. La excepción es el madrileño, que no incluye estos términos, ya que su estatuto no se realizó en base al mismo.

Navarra tiene la consideración de Comunidad Foral, con ciertas especificidades propias. Cabe destacar los casos de Asturias, Cantabria y Aragón, territorios en los que durante la Segunda República se realizaron proyectos de estatuto federal, que quedaron truncados con el comienzo de la guerra civil. En el caso asturiano en tiempos de la II República muchas serían las voces que se alzaron pidiendo un estatuto de autonomía al mismo nivel que Cataluña, País Vasco o Galicia en el marco de la nueva constitución.

 En 1931 se hace público el Manifiestu Rexonalista del Grupu L'Aldeanu de Castripol, donde se dice:

 «Habiéndose ya preparado Cataluña, Vasconia y Galicia a la formación de sus Estatutos, creemos necesario activar los trabajos de preparación del nuestro, demostrando que Asturias (...) no se quedará rezagada en estos momentos históricos». 

Al año siguiente Sabino Álvarez-Gendín (catedrático de Derecho Administrativo) publica las bases para un proyecto de Estatuto y, al mismo tiempo, los federalistas asturianos manifestaban que ya tenían hecho un texto de estas características. En el año 1932 se llega a crear una comisión para redactar el articulado que daría forma a la autonomía y autogobierno asturianos. Por otra parte en el año 1883 se celebró en la ciudad riojana de Haro una asamblea presidida por el político federalista Juan Sayol en la que se aprobó la "Constitución Republicana Federal del Estado Riojano", promoviendo para La Rioja un marco territorial federal propio.


  

Nacionalismo vasco.

Mural nacionalista irlandés, mostrando solidaridad con el nacionalismo vasco en Belfast. Puede apreciarse en el mismo un mapa de Euskal Herria, así como de Cataluña y Galicia


El nacionalismo vasco, desarrollado, entre otros, por Sabino Arana a finales del siglo xix, es una ideología política que aboga por la unidad y defensa de la entidad política de los territorios que entiende que configuran la nación vasca y que actualmente se reparten entre dos Estados: España y Francia, por lo que su extensión territorial se corresponde con la del territorio definido tradicionalmente como Euskal Herria o Vasconia. Dicho territorio comprende la actual comunidad autónoma del País Vasco y la comunidad foral de Navarra, el condado de Treviño (provincia de Burgos), Valle de Villaverde (Cantabria) y parte del departamento francés de Pirineos Atlánticos (los tres territorios históricos que conforman el País Vasco francés: Baja Navarra, Labort y Sola).
El nacionalismo vasco, encabezado por el Partido Nacionalista Vasco es el principal movimiento político del País Vasco desde principios del siglo xx. Desde el inicio de la democracia el nacionalismo vasco ha obtenido mayorías parlamentarias en el Parlamento Vasco y ha dirigido el Gobierno Vasco tanto en la Segunda República Española como en la Transición y hasta la actualidad, a excepción de la legislatura 2009-2012. 
Reunió el 59,61 % de los votos de las elecciones vascas de 2012, sumando el voto del PNV y el de la coalición Euskal Herria Bildu, segunda fuerza. En las elecciones de 2016 la suma de los escaños del PNV y EH Bildu ocupa 46 de los 75 escaños del Parlamento Vasco, lo que representa un 61,33% de los asientos disponibles en la cámara, sin embargo la suma de los votos de ambas fuerzas políticas descendió al 58,49%, una cifra que representa una caída en un punto porcentual respecto a los comicios de 2012.
Respecto a las Cortes Generales, el Partido Nacionalista Vasco cuenta con seis diputados en el Congreso y diez representantes en el Senado, por su parte, la coalición Euskal Herria Bildu mantiene cinco escaños en la Cámara Baja y uno en la Alta.En el europarlamento cuentan con un eurodiputado cada uno.
Perteneciente a un sector más radical, nacida en 1959, ETA ha sido una organización que ha utilizado la lucha armada y métodos violentos para la consecución de sus objetivos hasta que anunció el cese de la actividad armada en noviembre de 2011.
El árbol de Guernica (en euskera, Gernikako Arbola) es un roble (Quercus robur) situado delante de la Casa de Juntas en la localidad vizcaína de Guernica y Luno en el País Vasco, España. Este árbol simboliza el fuero, las libertades tradicionales de Vizcaya y los vizcaínos, y por extensión de todos los vascos.


En la Comunidad Foral de Navarra, que mantuvo la condición de reino hasta 1841, con mayor fuerza en el norte que en el sur, la presencia electoral del nacionalismo vasco y el "navarrismo vasquista" es menor que en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Históricamente liderado por Herri Batasuna, el voto nacionalista ha constituido alrededor de una cuarta parte del Parlamento de Navarra. Dispersado en el pasado, el voto nacionalista se ha ido aglutinando alrededor de las coaliciones como Nafarroa Bai (segunda fuerza en 2007-2011) o las actuales EHBildu o Geroa Bai. En las Elecciones al Parlamento de Navarra de 2011 NaBai y Bildu sumaron el 28,69% de los votos. 
En las Elecciones al Parlamento de Navarra de 2015 Geroa Bai y EH Bildu consiguieron el 30,08% de los votos, lo que se traduce en un total de 17 escaños: nueve para Geroa Bai y ocho para EH Bildu, ambos partidos forman parte de una coalición cuatripartita junto con Podemos e Izquierda-Ezkerra, con la que invistieron a Uxue Barkos como la presidenta del Gobierno de Navarra. En las Elecciones al parlamento de Navarra de 2019 los resultados fueron 9 escaños para Geroa Bai y 7 para EH Bildu con lo cual la suma de estas dos fuerzas políticas nacionalistas cayó 1 escaño,finalmente se invistió a la socialista María Chivite presidenta con el apoyo de Geroa Bai y la abstención de 5 de los 7 diputados de EH Bildu.

Los partidos nacionalistas también se reivindican como una de las tendencias existentes en el Navarrismo, opuesta al "navarrismo españolista" de tendencia regionalista.
Las Comunidades autónomas del País Vasco y Navarra conservan una pervivencia de sus antiguos derechos históricos forales reconocidos constitucionalmente, manteniendo entre otros aspectos una autonomía fiscal respecto al Gobierno central; ambas mantienen relaciones culturales, sociales y económicas, aunque en la actualidad existe un gran distanciamiento institucional entre sus respectivos gobiernos.
La actual Constitución española prevé la unión de ambas comunidades mediante un proceso que incluye un plebiscito, sin que hasta la fecha se haya hecho uso de este mecanismo.
Bandera del País Vasco Ikurriña


En los territorios de Euskal Herria existen diferentes partidos políticos de ideología nacionalista vasca:

  • Eusko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV)
  • Sortu, legalizado en 2012 como partido de la izquierda abertzale tras haber estado ésta ilegalizada, forma parte de la coalición EHBildu.
  • Eusko Alkartasuna (EA), forma parte de la coalición EHBildu.
  • Aralar; escisión de Euskal Herritarrok, integra la coalición EHBildu.
  • Alternatiba; escisión de Ezker Batua-Berdeak. Vasquista pero no nacionalista, integra la coalición EHBildu.
  • Euskal Herria Bildu (EHBildu), coalición formada por Sortu, EA, Aralar y Alternatiba. Sus predecesoras fueron la coalición Amaiur en el Congreso de los Diputados y, anterior a esta, la coalición Bildu que en 2011 integraba a EA, Alternatiba e independientes próximos a la izquierda abertzale.
  • Geroa Bai: Coalición formada por PNV y la asociación Zabaltzen en Navarra.
  • Batzarre; presente solo en Navarra, más vasquista que nacionalista, forma parte de la coalición Izquierda-Ezkerra.
  • Abertzaleen Batasuna (AB); presente solo en las provincias vascofrancesas.
  • Euskal Herria Bai: Coalición formada por Abertzaleen Batasuna, Batasuna y Eusko Alkartasuna en el País Vasco francés.

  

Nacionalismo catalán

El nacionalismo catalán es una corriente ideológica basada en el entendimiento de Cataluña como nación, sobre la base de razones históricas, culturales, lingüísticas y de derecho civil.
Esta corriente de pensamiento se conformó ideológicamente en la primera década del siglo xx, como una variante del Catalanismo, surgido como movimiento cultural en la década de los años 1830, y articulado como movimiento político en las últimas décadas del siglo xix.
Es una corriente de pensamiento transversal que aglutina tanto a partidos políticos y ciudadanos de izquierdas como de centro y de derechas. Pueden distinguirse básicamente dos corrientes en el nacionalismo catalán y son cuatro los partidos principales, ya que el resto de las formaciones nacionalistas no alcanzan el 3 % de voto.
La primera, que históricamente ha sido liderada por la coalición Convergència i Unió, de carácter mayoritario y más autonomista que la segunda, que defiende que Cataluña sea reconocida como nación, obtenga mayores cuotas de autogobierno y sea reconocido el derecho a la autodeterminación, en el que los catalanes puedan decidir el permanecer integrados en España, entendido como un estado «plurinacional» y federal, o independizarse. CiU fue la primera fuerza política del parlamento hasta 2015 teniendo un 30,68 % de los votos y 50 escaños, ocupando la Presidencia de la Generalidad de Cataluña con el apoyo de los 21 diputados de ERC. La coalición entre CDC y UDC se rompió el 18 de junio de 2015 debido a las diferencias existentes entre ambos partidos respecto a la cuestión independentista.
​ Algunos de los miembros de UDC crearon un nuevo partido denominado Demócratas de Cataluña.

La independentista (y autodenominada como no nacionalista), encabezada por Esquerra Republicana de Catalunya, es un movimiento un poco más minoritario, que defiende la idea de la independencia de Cataluña a través del derecho a la autodeterminación. ERC, hasta 2015 fue la segunda fuerza parlamentaria con un 13,68 % de los votos y 21 escaños.
En las elecciones de 2015 se dio una unión entre las dos corrientes principales del nacionalismo catalán bajo una coalición electoral denominada Junts pel Sí compuesta entonces por los partidos políticos Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Demócratas de Cataluña (DC) y Moviment d'Esquerres (MES), además de independientes agrupados en las asociaciones civiles Ómnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana. 
La coalición contó también con el apoyo de Solidaritat Catalana per la Independencia y Reagrupament. En los comicios del 27 de septiembre se convirtió en la primera fuerza política del Parlamento catalán al obtener 62 escaños, producto del 39,59% de los votos. Los 62 diputados se repartieron de la siguiente manera: 29 para CDC, 20 para ERC, 11 independientes, uno para DC y un último correspondiente a MES. Respecto a la suma de escaños obtenidos durante la legislatura previa, hubo un retroceso de 9 escaños, ya que en 2012 la suma entre CiU y ERC había conseguido 72 representantes. 
Por lo que para la investidura del nuevo Presidente de la Generalidad fue necesario un acuerdo con la CUP que llevaría a Carles Puigdemont al puesto tras la renuncia de Artur Mas como punto clave para lograr cualquier tipo de pacto.

El tercer partido de la corriente con representación parlamentaria es la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), con un 8,21 % de los votos y nueve escaños en el parlamento, su ideario político defiende la construcción de los Países Catalanes. En la legislatura iniciada en 2016 se convirtió en un partido clave al aportar los escaños necesarios para que el independentismo lograra una mayoría absoluta, por lo pese a tener nueve escaños y ser la sexta fuerza parlamentaria obtuvo una posición clave en la vida parlamentaria.

Los ecosocialistas de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) son el cuarto partido nacionalista del arco parlamentario catalán, en los comicios de 2012 obtuvo 9,89 % de los votos y 13 escaños. ICV se ha pronunciado claramente a favor del "derecho a decidir", pero no se ha pronunciado todavía sobre si está más cerca de un escenario donde Cataluña sea un Estado federado dentro del Estado español, o bien un Estado independiente. Sin embargo, en 2015 este partido se integró en la coalición Catalunya Sí que es Pot (Catalunya sí se puede), por lo que su representación parlamentaria se redujo únicamente a 3 diputados de los 11 obtenidos por la alianza.

El nacionalismo catalán constituye mayoría parlamentaria en el parlamento catalán (52,59 % de la representación parlamentaria, sin embargo en el porcentaje electoral el apoyo desciende al 47.80%).5​

El espacio político nacionalista sufrió una transformación tras las elecciones generales del 26 de junio de 2016, el 10 de julio Convergencia Democrática desapareció como partido para ser refundado bajo el nombre Partit Demòcrata Europeu Catalá (PDECAT), el cual heredó la mayoría de los representantes electos de la antigua CDC, la nueva formación adoptó una ideología independentista tratando de alejarse de las políticas de la anterior formación.6​ Mientras que en septiembre Unión Democrática de Cataluña se enfrentó a un proceso judicial de liquidación debido a sus problemas de deuda, por lo que finalmente el 24 de marzo de 2017 la ejecutiva del partido acató el fallo por lo que se inició el proceso de liquidación de la formación.


  

Independentismo catalán.

Estelada vermella («estrellada roja»), símbolo del independentismo catalán de izquierdas.

Estelada blava («estrellada azul»), símbolo del independentismo catalán.


También Soberanismo, como "Soberania i Progrés" o "Plataforma per al Dret a Decidir"

Esta ideología, en un principio era vista como una variante del nacionalismo, constituye asimismo una oposición a ésta al tener un proyecto diferenciado, más allá del reconocimiento nacional o la potenciación del poder de Cataluña.
A partir de 2012, esta corriente se convirtió en la mayoritaria dentro de la vida política catalana, principalmente tras la manifestación del 11 de septiembre que provocó la convocatoria de unas nuevas elecciones para el 25 de noviembre, en ellas, la por entonces existente coalición Convergència i Unió decidió incluir en su programa electoral la búsqueda de un concierto económico para Cataluña mediante un acuerdo con el Gobierno Central, teniendo la opción de un referéndum independentista en caso de no conseguir un acuerdo con las autoridades de Madrid. Finalmente conseguiría 60 escaños en el Parlamento de Cataluña, lo que la hizo buscar el apoyo de otros partidos para continuar en la Presidencia de la Generalidad.
Los resultados electorales de 2012 otorgaron una mayor fuerza y protagonismo a Esquerra Republicana de Cataluña, que se convirtió en la segunda fuerza en número de escaños en el Parlamento con 21 diputados. Finalmente, el 19 de diciembre, se cerraría un pacto en el que la formación otorgaría el apoyo para la investidura de Artur Mas a cambio de una serie de medidas, entre las que se incluían la celebración de una consulta independentista para el año 2014. Sin embargo, ERC no entró a formar parte del gobierno catalán resultante, controlando la acción del ejecutivo mediante una serie de comisiones externas.
El independentismo político se consolidó tras las elecciones autonómicas de 2015, cuando la coalición Junts pel Sí, integrada por miembros de Convergencia Democrática, Esquerra Republicana e independientes ganó las votaciones con 62 escaños y el 39,59% de los votos, estos números hicieron necesario el apoyo de la coalición Candidatura d'Unitat Popular - Crida Constituent, quienes obtuvieron nueve diputados y el 8,21% de los sufragios, sumando los asientos de ambas fuerzas se obtuvo una mayoría absoluta, sin embargo, el acuerdo político entre ambas coaliciones necesitó de una serie de medidas de gobierno​ y la salida de Artur Mas de la Generalidad para lograr el apoyo.​ Producto de este acuerdo se convocó a un referéndum sobre la independencia de Cataluña que se celebró el día 1 de octubre de 2017.

En las Cortes Generales españolas, existe una representación de fuerzas independentistas tras las elecciones de 2016, en el Congreso de los Diputados ERC cuenta con nueve diputados y un grupo propio, mientras que el PDECAT tiene ocho legisladores y forma parte del Grupo Mixto. Por otra parte, en el Senado los republicanos tienen doce senadores y los demócratas europeos son representados por cuatro escaños.
Dentro del Independentismo catalán, existe una vertiente con una ideología más izquierdista, es conocida como Esquerra Independentista, en la que se incluyen organizaciones juveniles como Maulets o CAJEI, integradas posteriormente en Arran, y partidos políticos como la Candidatura de Unidad Popular. Esta opción aboga por una ruptura unilateral con el estado español, teniendo equivalencia en su discurso el independentismo y el socialismo revolucionario. Sus postulados coinciden mayoritariamente con los de la izquierda abertzale del País Vasco, pero aplicados a la realidad catalana y representa nueve escaños en el Parlament de Catalunya.
En el independentismo catalán destaca además la presencia de organizaciones civiles que cuentan con una influencia política importante, siendo en este caso Ómnium Cultural y la Asamblea Nacional Catalana las dos fuerzas más representativas, las cuales son responsables de la organización de los distintos eventos reivindicativos que se celebran en Cataluña.
Existen también otros partidos minoritarios que no cuentan con representación parlamentaria como Solidaritat Catalana per la Independencia y Democràcia Catalana. Por otro lado, Reagrupament fue un partido que existió desde 2009 hasta 2014 cuando finalmente sus miembros se integraron en la entonces Convergència Democrática. Son de mencionar también la existencia de otros organismos políticos que son muy minoritarios o están integrados dentro de coaliciones como la CUP y SI, entre los que se encuentran Endavant, el Partit Socialista d'Alliberament Nacional (PSAN) y el Moviment de Defensa de la Terra (MDT).
Actualmente, el Independentismo no aspira a la expansión nacional, sino a la consecución democrática de la soberanía y del libre derecho de decidir en Cataluña. Además de mantener un enorme contenido social y de preservación de la sociedad y de sus derechos como colectivo, a diferencia del nacionalismo.

  

Nacionalismo gallego.

«Estreleira», bandera nacionalista gallega de izquierdas.


El nacionalismo gallego es una corriente ideológica (con sus dimensiones cultural y política) que aboga por el reconocimiento de Galicia como nación, entendiendo que esta comprende principalmente la actual comunidad autónoma española del mismo nombre, y, en otros casos, también las comarcas do Eo-Navia en Asturias, El Bierzo en León y Sanabria en Zamora.
Dentro del nacionalismo gallego se pueden encontrar dos corrientes ideológicas principales:
  • Una, la mayoritaria, que aboga por una amplia autonomía, o por la transformación de España en un estado federal o confederal.
  • Otra, la de la izquierda independentista que apuesta por la ruptura con España y con el modelo de sociedad capitalista.
Estas dos corrientes, sin embargo, tienen puntos en común, como son la defensa de la lengua (defendiendo algunos el reintegracionismo) y cultura gallega, el reconocimiento de Galicia como nación. En Galicia predomina el nacionalismo de izquierdas, desde posiciones que van desde la izquierda radical (Nós-Unidade Popular, Partido Comunista do Povo Galego, etc.) hasta posiciones moderadas de centro-izquierda como el Bloque Nacionalista Galego (BNG) o de centro-derecha como Compromiso por Galicia (CxG).
Uno de los máximos logros del nacionalismo gallego fue obtener el gobierno de la Junta de Galicia en coalición con el PSOE, en el año 2005. En las siguientes elecciones autonómicas (2009), el BNG consiguió el 16 % de los votos y 12 escaños (perdiendo uno con respecto a 2005), lo cual le hizo perder la gobernabilidad en favor del PP, ya que el PSOE mantuvo sus mismos escaños.

Después de formar parte de la Junta entre 2005 y 2009, el BNG comenzó a caer en los resultados electorales, en los comicios de ese año, los nacionalistas gallegos perdieron un escaño, pero mantuvieron un porcentaje de votación similar.​ En 2012, el partido nacionalista se fragmentó con la salida de las organizaciones Encontro Irmandiño y Máis Galiza que fueron a parar a la recién creada Anova, producto de ello, en las elecciones adelantadas que se celebraron ese año, el BNG perdió casi la mitad de sus representantes al caer a siete diputados y un 10,16 % de los votos, mientras que los exmiembros que se marcharon a Anova, se integraron en una coalición denominada Alternativa Galega de Esquerda, la cual consiguió nueve escaños, cuatro de ellos para integrantes del nuevo partido nacionalista.

La división del nacionalismo gallego en dos partidos políticos se acentuó en las elecciones de 2016, cuando el Bloque Nacionalista Galego perdió un representante bajando hasta los seis escaños producto del 8,33 % de los votos, mientras que la coalición de izquierdas, que en esas elecciones se llamó En Marea consiguió ser la segunda fuerza política gallega al conseguir 14 diputados y un 19,07 % de los sufragios,​ dentro de las 14 actas obtenidas, Anova se quedó con cuatro.
La pérdida de apoyo electoral del nacionalismo gallego se hizo más evidente en las elecciones, en 2000 el BNG obtuvo 3 diputados y el 18,62 % de los votos;​ en 2004, este apoyo bajó al 11,37 % del electorado lo que se tradujo en dos escaños:​ en 2008 tuvo un aumento en el apoyo popular al ascender al 12,07 % y mantuvo los dos representantes; mientras que en 2011 aunque su porcentaje de votación bajó al 11,25 % pudo continuar con sus dos escaños;​ finalmente en 2015 el partido perdió su representación en el Congreso de los Diputados cuando su apoyó descendió hasta el 4,32 % de los sufragios emitidos formando parte de la coalición Nós-Candidatura Galega. Si bien, el BNG perdió su posición como partido hegemónico en las elecciones de 2015, en ese mismo proceso electoral, Anova consiguió dos diputados, que mantuvo en las votaciones celebradas en junio de 2016, ambos integrados en la coalición En Marea.

En el año 2019, el BNG regresó al Congreso con un diputado tras cuatro años sin representación. En las elecciones al Parlamento de Galicia en 2020 el BNG obtuvo un resultado histórico obteniendo 19 diputados y el 23,86% de los votos, logrando ser la segunda fuerza de la comunidad autónoma.

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