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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

viernes, 14 de abril de 2017

424.-La Imprenta Aldina y las imprentas venecianas.-a


 

Introducción


Entre 1617 y 1619, García de Silva y Figueroa recorrió Persia como legado extraordinario de Felipe III ante Abbás el Grande con la intención de que el sah atenazase desde la retaguardia a un enemigo común: el imperio otomano. Para dejar constancia de cuanto sucedía durante su embajada, D. García escribió unos excepcionales Comentarios, cuyos manuscritos se conservan hoy en la Biblioteca Nacional de España. Obra maestra de la literatura diplomática moderna, comienzan describiendo su partida desde el río de Lisboa hacia Goa en 1614 embarcado en una armada portuguesa, no en vano era el tiempo de la Unión luso-española de Coronas (1580-1640).

La vida a bordo de los navíos de la carreira da Índia es presentada con todo detalle, habiendo lugar incluso para los roedores que provocaban continuas molestias a los navegantes. Un día, se encontraron «dos nidos junto a la cama en que el Enbaxador dormía» y que estaban plagados de «ratoncillos». Había allí, además, una media, lienzos de narices, escarpines y «gran cantidad de papeles en que auía hojas enteras de roteros, de libros de deuoción en latín y romançe, y de otros libros profanos», sin olvidar que los ratones marineros parecían sentir especial atracción por llevar a sus nidos «plumas de escreuir»1.

Iniciado el siglo XVII, no sólo las calles y plazas de las ciudades estaban llenas de papeles rotos o de letreros, como el Toledo de Don Quijote (I, 9) o la Salamanca de Fuente Ovejuna (II, 2), sino que incluso las rutas oceánicas parecen rebosar de hojas de papel y de útiles de escritura. En buena medida, una parte de esa abundancia escrita era debida a los efectos multiplicadores de la tipografía manual que, aparecida en Europa a mediados del siglo XV, había hecho que los libros fuesen más, se produjesen en menos tiempo, con copias de mayor semejanza textual y, además, a precios comparativamente inferiores a los que habían tenido que pagarse con anterioridad.

En Los primeros editores, las imprentas venecianas son presentadas como un escenario privilegiado para el desarrollo de este proceso, habida cuenta que ayudaron a que se produjesen importantes innovaciones en la actividad editorial, en especial a finales del siglo XV y en la primera mitad de la centuria siguiente. La elección no puede ser más acertada, pues, sin duda, Venecia y sus tipógrafos llegaron a ser una referencia inexcusable en el mundo culto de la Alta Edad Moderna, como también atestigua un pasaje de la navegación de Silva y Figueroa.

Concluida la misión diplomática, la relación manuscrita de sus andanzas ante el Sofí fue enviada a los Países Bajos meridionales, siendo impresa en Amberes en 1620 como De rebus persarum epistola 2. El embajador, por su parte, regresó a Goa con la intención de poner rumbo a Europa, aunque sin éxito, porque calmas y bajíos hicieron que tuviera que volver a la ciudad capital del Estado da Índia, donde, por cierto, la imprenta funcionaba desde 1556.

El relato de esta fracasada navegación por el Índico de 1620-1621 constituye la materia particular de uno de los libros de los citados Comentarios, donde encontramos que, estando el embajador «en la varanda del nauio» a la altura de las Islas Quirimbas en la costa mozambiqueña, avistó un «çete», es decir, un cetáceo, de un tipo que nunca antes había sido visto. El animal «no descubria toda la boca, sino el hoçico o labrio superior, pareciéndose en él y en la forma de la cabeça propiamente como se veen pintados los delphines en la inpresión de algunos libros, mayormente en los de Aldo Manuçio en Veneçia».3 Con esa precisa indicación bastaba: no se necesitaba nada más. Todos los lectores cultos de la época reconocerían la marca tipográfica del gran Aldo, a la que, podría decirse, parecía que incluso imitaba la mismísima realidad natural.

Aldo Manuzio (1449-1515), evocado en la distancia de los bajíos índicos, es uno de los personajes principales de Los primeros editores, el libro que Alessandro Marzo Magno ha dedicado a los tipógrafos y editores de la ciudad de la Laguna «quando Venezia ha fatto leggere il mondo». Éste era el subtítulo de la obra en su original, perdido por desgracia en la española, pues lograba trasladar muy bien el encendido homenaje de admiración que el autor rinde a su lugar de nacimiento, cuando Venecia puso a leer al mundo.

En la ciudad de la Serenísima pudieron reunirse capitales mercantiles con buenas dosis de ingenio y erudición humanistas, haciendo surgir empresas editoriales dominadas al mismo tiempo por el interés comercial y la pulcritud textual de una cultura defensora de lo clásico. Como cruce de rutas entre Norte y Sur, pero también entre Oriente y Occidente, la ciudad reunía condiciones excelentes para que la dúctil mecánica de la imprenta manual se pusiera al servicio de las distintas lenguas y los diversos credos que hablaban o profesaban individuos y comunidades presentes en la metrópoli, en los territorios bajo dominio véneto en los Balcanes y los archipiélagos helénicos o, más allá, en el mismo Imperio Otomano.

La profusión de moldes de imprenta en los más variopintos alfabetos ? del griego al hebreo, del árabe al armenio y a las distintas letrerías eslavas? con los que se compusieron libros en sus tipografías es un buen ejemplo del carácter cosmopolita que tenía Venecia. A sus impresores se les debe la generalización de formatos, como el octavo para los clásicos, las series editoriales o la normalización de signos de puntuación porque, precisamente, se empleaban en sus oficinas.

Los editores, impresores y libreros activos en Venecia parecen haber sabido muy bien que la imprenta era un negocio en el que cabía invertir para lucrarse –también para arruinarse? en el que ya cabe hablar de mercado, de público y de autores modernos. La especialización en determinados géneros de gran demanda, como el de las letras clásicas, el musical, el médico, el cortesano o el licencioso, así como la conversión de autores de éxito, a la manera de Pietro Aretino, en auténticas celebridades en vida también parecen haber estado dominados por esa voluntad de enriquecerse a través de un capitalismo editorial.

La atracción ejercida por Venecia recorre, sin duda, las páginas del libro. Lo hace para deleite de sus lectores, a quienes el autor ofrece indicaciones topográficas precisas con las que ubicar imprentas y tiendas en los lugares de su propia –y compartida? memoria de la ciudad. Pero quizá la nostalgia de las pasados glorias venecianas fuerza en exceso la pluma de Marzo Magno. En ocasiones, quien lee siente algún sonrojo al esforzarse el autor en vincular con Venecia de una u otra manera diríase que todo, o casi absolutamente todo, lo importante que sucedió en Europa en aquella época de su esplendor. Por otra parte, afirmaciones del tipo de que los venecianos eran los estadounidenses de la época, porque «iban regularmente armados, mucho más que sus contemporáneos» (p. 139) también indican algún error de perspectiva, similar al que hacía que, según Plutarco, los atenienses jurasen que su luna brillaba más que la de Corinto.

Como ya se ha dicho, el peso del mito de Venecia crea una fascinación indudable y eficaz que sirve para atraer a los lectores, pero es posible que también contribuya a desenfocar el contenido del volumen desde el punto de vista crítico. La reivindicación de un pasado dinámico e innovador para la ciudad de la Serenísima ?como que Venecia fue hacedora de la modernidad al unir sus destinos a la rompedora tipografía? puede haber conducido a una simplificación del fenómeno de la imprenta como elemento de carácter históricamente revolucionario. Pero, ¿hasta qué punto fue revolucionaria la tipografía de la primera modernidad?

La difusión impresa no sirvió, ni siquiera la veneciana, para la alfabetización masiva, que tardaría siglos en alcanzarse, ni tampoco provocó por sí misma la renovación del conocimiento asentado de raigambre más tradicional. Precisamente porque querían hacer un pingüe negocio, los primeros editores ayudaron a la difusión de lo que ya se demandaba, es decir, autoridades clásicas y saberes, como el galenismo médico, firmemente establecidos. Es posible que sus técnicas de reproducción y mercantilización fuesen innovadoras, pero el contenido que contribuían a difundir no lo resultaba tanto. Del mismo modo, la tipografía prestó impagables servicios a la propaganda de poderes y credos en esta primera modernidad, sin que todavía lleguen a avistarse los efectos de la imprenta en la creación de una verdadera opinión pública que pudiera ayudar a contrarrestar los efectos de unos y otros.

Mejores resultados obtuvo la imprenta en la difusión de nuevas observaciones naturales del mundo ampliado gracias a los descubrimientos geográficos y que, ellas sí, ayudaron a poner en entredicho la verdad asentada de la reverenciada Antigüedad. En este sentido, la publicación en Goa, en 1563, de los Colóquios dos simples de García de Orta posiblemente tuviera a la larga un efecto de mayor calado que las obras de Pietro Andrea Mattioli, porque el médico portugués hablaba de nuevos remedios y nuevas enfermedades, como el cólera (morbo asiático), que ni Galeno ni Dioscórides habían podido conocer.

No obstante, la mayor aportación de la imprenta a la transformación cultural y política de la Edad Moderna parece haber venido de mano de los lectores, quienes, por otra parte, se encuentran bastante ausentes en la obra que nos ocupa. Y, en ese sentido, la aportación de los impresores venecianos a la traducción de los clásicos grecolatinos a las lenguas vulgares –entre ellas, el castellano? puede considerarse tan importante, o más, que la difusión masiva de autoridades clásicas.

Gracias a la imprenta, los letrados pudieron leer de molde las «obrecillas», como las llamaba Hernando Colón, de la gente común y, al mismo tiempo, los iletrados pudieron conocer, oyendo leer, a los clásicos en romance, lo que tanto molestaba, entre otros, a Quevedo. Esa mezcolanza de contenidos y audiencias está en la base de la creación de públicos masivos e indiscriminados en cuanto a edad, sexo, condición social o lugar, que facilitó la imprenta y que permitiría hablar de una transformación profunda que, además, se encontraría en la base del surgimiento de autores convertidos aceleradamente en celebridades en propia vida. El capitalismo editorial de los venecianos ayudó, sin duda, a convertir a esos públicos en hipotéticos mercados, cuyos desconocidos componentes consumían sus producciones dentro y fuera de la ciudad y de sus dominios.

En suma, Los primeros editores destaca por su sugerente evocación veneciana y la descripción de su negocio del libro. Con mano experta de divulgador, Marzo Magno sintetiza una bibliografía venecianista amplia, de la que ha entresacado lo que considera preciso. Sin duda, parece haber decidido ignorar la historia de otras posibles latitudes, la cual, si se me permite, haría brillar otras lunas. Éstas serían flamencas, alemanas o francesas, pero también portuguesas o españolas, donde, por ejemplo, podría evocarse la importancia de la imprenta hebraica incunable de Híjar o de, obviamente, la empresa de la Biblia Políglota cisneriana.

Cuestión no menor en este libro es su voluntad de escribir para la divulgación histórica entre un público interesado que no es de especialistas. Por cierto, el autor goza de larga experiencia en tales lides, pues no sólo se ha ocupado de los libros «quando Venezia ha fatto leggere il mondo», sino que también ha escrito sobre la comida, la indumentaria o el dinero. Siempre, eso sí, haciendo gala de la gestualidad reivindicativa que revelan títulos como L´invenzione dei soldi. Quando la finanza parlava italiano (2013), Il genio del gosto. Come il mangiare italiano ha conquistato il mondo (2015) o Con stile. Come l´Italia ha vestito (e svestito) il mondo (2016).

Desde la admiración que siento por el «pulso» de algunos colegas anglosajones, siempre he defendido que hay que tomarse muy en serio la escritura de síntesis históricas destinadas a la divulgación. En esta ocasión, sin embargo, el intento me parece deslucido por los efectos combinados de un excesivo chauvinismo, errores4, erratasy, lo que es especialmente importante, demasiados pasajes discutibles en la traducción al español 6.

Fernando Bouza es catedrático de Historia Moderna en la Universidad Complutense. Sus últimos libros son Felipe II y el Portugal “dos povos”. Imágenes de esperanza y revuelta (Valladolid, Universidad de Valladolid, 2010) y Dásele licencia y privilegio. Don Quijote y la aprobación de libros en el Siglo de Oro (Madrid, Akal, 2012).

Biografía

1. Cito los Comentarios por la edición de Manuel Serrano y Sanz, Madrid, 1903-1905, I, p. 104. 

2. La Epistola sirvió para difundir entre eruditos y anticuarios la localización de las ruinas de Persépolis, que había identificado en un lugar llamado Chehel Menar, o Chilminara, las «quarenta columnas», como se traduce el topónimo en el impreso de 1620. Hasta entonces, en Europa sólo se sabía de la existencia de la antigua capital de los persas porque diversos autores clásicos habían escrito sobre ella. 

3. Comentarios, op. cit., II, p. 509. 

4. Valga como ejemplo la consideración de Trafalgar como batalla mediterránea (pp. 98-99). 

5. Tommaso Garzoni (1549-1589) no pudo publicar, en Venecia, su Piazza universale en 1535 (p. 176); Alcide De Gasperi (1881-1954) no pudo ocupar la presidencia del Consejo italiano en 1845 (p. 209). 

6. Llamamos la atención sobre la decisión de decantarse, entre otros casos posibles, por «grabaciones xilográficas» (p. 12) [xilografías]; «san Benedicto» (p. 26) [san Benito]; «piratas bereberes» [piratas berberiscos] (p. 100); «el sagrado Imperio romano» (p. 104) [Sacro Imperio Romano Germánico]; «la hablada croata» (p. 117) [el ¿habla? croata]; «alcalde del fuerte» (p. 134) [alcaide de la fortaleza]; «remadores de galeras» (p. 143) [galeotes]; «formatos en cuartos y en octavos» (p. 157) [en cuarto y en octavo]; o «edición correcta» (p. 170) [edición corregida]. 


Venecia: Historia, Nobleza y Heráldica.

HISTORIA
 Hacia el año 421, en plena decadencia del Imperio Romano,ante las invasiones bárbaras que los devastaban, los habitantes de la región véneta se refugiaron en las marismas existentes en la desembocadura del rio Po.

 Levantando sus viviendas sobre palafitos asentados entre los islotes situados en la laguna de Venecia, de la que este primer asentamiento tomaría el nombre. Su situación lacustre les pondría a salvo los asaltos por vía terrestre y ello les permitió confiarse y desarrollar su ciudad. Pero un siglo más tarde la flota bizantina les atacaría por mar y sometería a su imperio durante tres siglos, dependiendo administrativamente del Exarcado de Ravena. Si bien este dominio, lejos de anularlos, les permitió una amplia autonomía y facilitó una fructífera expansión comercial por todo el Mediterráneo oriental. Construyeron una importante flota que les permitió comerciar activamente entre Oriente y Occidente.

Su poder y prestigio se fueron incrementando al mismo tiempo que el Imperio Bizantino entraba en decadencia. En el siglo IX a cambio de su apoyo en la guerra contra los Normando se vio obligado a reconocer su independencia convirtiéndose en la Serenísima República de Venecia. Su capital residía en la lacustre ciudad, aunque extendiéndose también por tierra firme, tanto en Italia en donde ocuparon la región del Véneto, apoderándose de importantes ciudades como Verona, Padua, Brescia y Bérgamo,constituyendo un territorio propio denominado Domini diTerraferma. Como en tierras de Dalmacia, Istría y toda la costa oriental del Adriático que convirtieron en un mar suyo.

A comienzos del siglo XIII el Dogo Enrico Dandolo concertó una alianza con los líderes de la IV Cruzada, acordando el que la flota veneciana les transportara en su expedición a Palestina. Sin embargo, la flota se desvió para asaltar Constantinopla, capital del Imperio Bizantino. Sus inexpugnables altas murallas resultaron accesibles desde las jarcias de las galeras y la ciudad imperial cayó ante los cruzados que la saquearon y destituyendo al emperador.
Tras lo que los vencedores se repartieron los despojos del Imperio Bizantino, obteniendo Venecia un importante imperio ultramarino,denominado  Stato da Mar.
Estaba formado por las antiguas posesiones bizantinas de Chipre, Creta, Morea, las Islas Jónicas y Negroponte, en la costa del Mar Negro, a las que se unían las diversas factorías fundadas por ellos en las otras islas, gobernadas por un Podestá
.Así en el siglo XV en su mayor esplendor Venecia se convirtió en una gran potencia, tanto económica como militar, gobernada por una aristocracia mercantil. Cerca de 3.000 navíos comerciales explotaban su imperio y mercadeaban con Oriente y Occidente.Protegidos por una flota de 300 naves de guerra y guarnecidos con las tropas que reclutaban en sus dominios, en los que habitaban 2.150.000 personas. 
A la vez una cuidada red de embajadores en las principales Cortes europeas les permitía estar informados de antemano de cuantas iniciativas pudieran perjudicarlos. Sin embargo la caída de Constantinopla ante los otomanos les causaría un grave quebranto,al perder un importante mercado con el que se realizaban sus mejores negocios.
La expansión del Imperio Otomano en el siglo XVI, pondría en peligro las posesiones venecianas tan próximas a las suyas. Los turcos extendieron sus ataques a las flotas venecianas, obstaculizando su comercio. El enfrentamiento naval no tardó en producirse resultando vencida la flota veneciana.
Tratando de recuperar las se aliaron con España y sus galeras participaron en la flota cristiana en la memorable batalla de Lepanto (1572) derrotando a la armada otomana.

Tras la victoria Venecia abandonó la alianza para pactar con los turcos a fin de ganarse su benevolencia. Esta desafección no sería olvidada, por lo que cuando años más tarde los turcos invadieron la isla veneciana de Chipre, España no les prestaría ayuda alguna. Los turcos les infligieron diversas derrotas navales y sucesivamente, a lo largo de los siglos XVI y XVII, se fueron apoderando de las posesiones venecianas de ultramar. En costosas y largas contiendas que quebrantaron gravemente la economía de la Serenísima. Habiendo ya aceptado la supremacía naval turca, Venecia se esforzó en mantener su actividad comercial a lo largo de los siglos XVI y XVIII, observando una cuidadosa neutralidad, tanto política como religiosa, lo que les permitiría seguir comerciando con todos,tanto católicos como protestantes o islámicos. 

Sin embargo, excluida de las rutas oceánicas abiertas por Portugal y España, este comercio se limitaba al Mediterráneo, en donde cada vez era más intensa la competencia comercial de Génova y más agresivos los ataques otomanos.
Al iniciarse el siglo XVIII Venecia, careciendo de colonias cuyos recursos explotar y careciendo de industria propia, ya no era más que una sombra de lo que fue. Su flota se había reducido a la décima parte y desaparecido como potencia europea.Sin embargo, encontraría una nueva fuente de ingresos en los carnavales,los juegos de azar y la prostitución que atraerían a muchos visitantes. Lo que les permitiría conservar aún cierto prestigio, realzado por la brillantez de sus festejos. Realzados por sus ceremonias marítimas abordo del Bucentauro o lujosa galera oficial del Dogo.

En el año 1796 la Convención Francesa envió al general  Bonaparte para que se apoderara de la fragmentada Italia, a fin de conseguir los recursos para financiar su guerra contra Austria e Inglaterra. Gradualmente se fueron apoderando de los diversos principados italianos, hasta que llegaron a las fronteras de Venecia ala que forzaron a la neutralidad. Aprovechándose de ésta fueron apoderándose, sin previa declaración de guerra, de todas sus ciudades y fortalezas del Domini di Terraferma.
 Seguidamente sitió la ciudad de Venecia por tierra y por mar conquistándola, sin que apenas la Serenísima pudiera oponerles veinte barcos de su otrora poderosa flota. El Dux, Ludovico Manin, y el Gran Consejo abdicaron y se formó un gobierno municipal pro francés. Mientras, las tropas francesas ocuparon la ciudad sin encontrar resistencia alguna y a continuación la saquearon, robando sus tesoros y todo lo que valía algo fue empaquetado y trasladado a Francia, incluido el Bucentauro. Las protestas de su población fueron aplastadas con una feroz represión.

Tras lo que el 15 de mayo de 1797 declararon extinguida la Serenísima como estado independiente, repartiéndose su territorio con Austria, por el Tratado de Campo Formio . Francia se quedó con Padua, Verona, Brescia y Bérgamo, mientras que la ciudad de Venecia, Istría y Dalmacia fueron entregadas a Austria.

Nuevos enfrentamientos con los austriacos llevaron a Napoleón a desalojar los del territorio veneciano en 1805 y, tras el Tratado de Presburgo, pasó a formar parte de la recién creada República Cisalpina a la que poco después convertiría en el Reino de Italia, del que Napoleón, se auto proclamó rey, constituyendo el Departamento del Adriático.

A la caída de Napoleón, este reino fue disuelto y el Congreso de Viena (1814) entregó Venecia al dominio austriaco, que con dureza sofocaría todos sus intentos de recuperar la independencia.Mientras, el sentimiento nacionalista era imparable y en 1848 se alzaron contra el dominio austriaco, formando la República de San Marco, que duró 17 meses con el asedio de Venecia que resultó casi destruida. Volvieron a quedar sometidos hasta la Guerra Austro-Prusiana en 1866, cuando el Reino de Italia se unió en el lado prusiano y se le prometió la libertad a Venecia a cambio de su asistencia. En 1866 los austriacos resultaron definitivamente vencidos y por  el Tratado de Venecia de 1866 Austria cedía el Véneto a Francia,aliada de Italia, y ésta a su vez lo cedía al recién unificado Reino de Italia. A fin de ratificarlo el 21 de octubre de 1866 se celebró un plebiscito por el que prácticamente por unanimidad los venecianos acordaron integrarse en el Reino de Italia.

Hoy en día el Véneto es una de las veinte regiones en que se organiza la República Italiana, con capital en la ciudad de Venecia. El territorio a su vez esta subdividido en seis provincias.

NOBILIARIA 

 Venecia se nos presenta como una república aristocrática estructurada en tres clases: Patricios, Ciudadanos y Forasteros.Aunque solamente la primera, el Patriziado , disfrutaba de todos los derechos. Se trataba de una categoría nobiliaria característica de las ciudades estado italianas. Configurándose con un carácter exclusivamente urbano y mercantil, a diferencia de la nobleza feudal que regía Europa en aquellos tiempos.
 Los Patrizios Vénetos  gozaban de grandes privilegios, el principal era que solo ellos tenían el poder exclusivo de regir la República, tanto como electores como electos para todos los cargos públicos de importancia. En la jerarquía nobiliaria, se colocaban a la par de los príncipes de la sangre, pues no solo eran co-soberanos de su vastísimo territorio, sino que por su condición, eran candidatos para ocupar el trono dogal, y por lo tanto, acceder a rango real o soberano. Se los distinguía con grandes honores y el título  Nobil Homo(N.H.) o Nobil Donna (N.D.) seguido de su nombre.Todos tenían los mismos derechos para acceder a los cargos públicos exclusivos de la nobleza, aunque mantenían un estricto cursus honorum en su preparación para el servicio al Estado. Entre ellos se elegían tanto el Dogo, como todas las magistraturas y cada voto tenía el mismo valor durante las votaciones.

 Dado su carácter igualitario de los Patrizios no existieron títulos nobiliarios, ni feudales aunque existieron ricos latifundistas, ni siquiera honoríficos

.La importancia de este grupo social era tal que cada aspecto dela vida del patricio véneto estaba vigilado y regulado por el Estado,inclusive las vestimentas que habían de revestir en los actos oficiales. Debían llevar una toga de paño negro y mangas largas,forradas de rojo para los que ocuparan los cargos públicos de"consejero", "abogado" o "jefe de la Quarantia".

 En el caso de los miembros del Senado y los consejeros ducales, era requerida la toga roja. Todo ello era complementado con la llamada beretta atozzo  (birrete cilíndrico de paño negro) y una estola de tela cruzada indicativa del rango correspondiente al interior de la magistratura del Estado. Estas vestimentas eran de uso obligatorio durante el ejercicio de sus cargos, en el interior del Consiglio y en cualquiera delas inmediaciones de la Plaza de San Marcos.
 La Señoría  también se encargaba de recopilar y preservar los legajos genealógicos necesarios para comprobar la lista de familias patricias e inscribirla en el Libro d'Oro , celosamente custodiado en el Palacio Ducal. 

En el que se registraban las diferentes familias patricias, distinguidas por categorías según su antigüedad, así como su stemma  (blasón), y los nacimientos habidos en cada una de ellas. A fin de no debilitar su poder incrementando su número, a partir de 1297 mediante la Serrata,  se restringió el acceso a esta privilegiada condición no admitiéndose ya nuevos linajes en el Libro de Oro.
Los originariamente inscritos fueron las llamadas Case Vecchie ,integradas por 24 linajes que constituían las familias más antiguas y poderosas de Venecia, y dentro de cuyo grupo más Dogos pertenecieron. Las doce más antiguas eran llamadas “apostólicas” Contarini, Tiepolo, Morosini, Valier, Dandolo… ) y otras cuatro “evangelistas”.

Más adelante se fueron añadiendo otros linajes que por sus méritos accedieron al Patriziado , fueron las llamadas Case Nuove. Dentro de ellas se establecieron tres categorías: las Case Ducali ,formado por quince familias de las que al menos había salido un Dogo antes de la mitad del siglo XVI; las Case Curti , que incluía 101 familias de las que no había salido ningún Dogo; más otras 35 que alegaron que aunque eran también de nobleza notoria desde hacía mucho tiempo, al momento de la Serrata  se encontraban en Oriente,por lo que no fueron registradas como nobles en el Libro d'Oro 

Esta elite colonial, especialmente de Creta, para ser inscrita tuvo que presentar al avogadori di commun  establecido para juzgar dichas reclamaciones una genealogía llamada  prova di nobiltà.

Tras ello se consideró que ya no serían inscritas más familias aunque en 1379, con ocasión de una grave crisis bélica con la República de Génova, excepcionalmente se decretó que otorgarían la inscripción al patriciado a treinta familias escogidas entre aquellas que contribuyeran notablemente al esfuerzo bélico de la República,muchas pertenecientes a ramas ilegítimas de familias patricias.Finalizada la contienda así se cumplió permitiéndose la inscripción de 30 Case Nuovissime
En total se reconoció la existencia de 205 familias patricias, muchas de las cuales se fueron extinguiendo con motivo de las continuas guerras.

Con el paso de los siglos, al hacerse evidente la decadencia de la potencia veneciana ante el empuje de los turcos, la Señoría comenzó a vender el título de Patrizio  por cien mil ducados, para así compensar las exhaustas arcas públicas. Durante los siglos XVII y XVIII hubo tres nuevas aperturas del patriciado, con la inscripción de ciento treinta y cuatro familias, que fueron llamadas las Cases persoldo (casas hechas por dinero), aunque ya no llegaron a gozar del prestigio ni privilegios de los anteriores. Existió también el grupo delos Barnabotti  formado por los patricios que se habían arruinado a causa de las guerras contra los turcos, aunque conservando su derecho al voto que vendían al mejor postor.

El gobierno de la República estaba ejercido por el  Dogo, máximo dirigente de Venecia durante más de mil años, entre los siglos VIII y XVIII. Se trataba de un cargo vitalicio, no hereditario, elegido por complejo procedimiento entre los miembros de las más encumbradas y ricas familias patricias. Inicialmente, en tiempos del Exarcado de Ravena un Magister Militum  bizantino, auxiliado por dos Tribunos,gobernaría la ciudad. Hasta que en el año 697 los venecianos lograron, aprovechándose de la debilidad del exarcado, las familias ricas eligieron el primer Dogo, Paololucio Anafesto ,para que les rigiera. 
Una vez lograda la independencia siguieron manteniendo buenas relaciones con el Imperio Bizantino, su principal cliente con el que comercializaban.Firmaron un tratado de amistad con el emperador Basilio I en que éste honraba al Dogo con el título de Protospatharios, otorgándole la calidad de príncipe imperial.
En realidad el Dogo lo era a todos efectos como un soberano más de los que regían Europa. En los primeros años de la República fue un autócrata por poderes casi absolutos,incluso hubo quienes intentaron asociar a sus hijos al gobierno para que le sucediera.

Pero  patrizios  recelando de su poder no quisieron que el título fuera hereditario, a fin de no formara dinastías. A su muerte se montaba un complejo sistema de sorteo y elecciones para elegir a su sucesor, de forma que ésta fuera controlada por las grandes familias. Una vez electo se intentó controlar su absolutismo mediante un sistema de garantías, el cual se iniciaba al exigirle asumir un compromiso de gobierno, mediante la Promissione Ducale.

 Debía gozar de cuantiosos bienes a fin sufragar con su propia fortuna personal los gastos suntuarios del Estado,entre los cuales se contaban lujosas festividades y ceremonias públicas,como el carnaval, y también obsequios a ilustres visitantes extranjeros.

Se limitaron sus facultades al obligarle a estar bajo la supervisión de diversos consejos con los que debía compartir el poder. El primero de todos fue el Maggior Consiglio  (Gran Consejo) alque pertenecían por derecho propio todos los ciudadanos varones,mayores de treinta años, aunque se fijó en 480 de ellos éste número se vería desbordado con más de 2.000 miembros. Es por ello que a partir de 1297 se limitó la asistencia a los varones de las familias patricias registradas en el Libro de Oro por la Serrata del Maggior Consiglio , reduciéndose los derechos políticos a solo este aristocrático grupo reconocido. Es por ello que en el acceso al patriciado de nuevas familias se limitó enormemente, como antes hemos expuesto.Su función era elaborar las leyes y elegir los cargos del gobierno y administración, para lo que se reunían en una soberbia sala existente en el Palacio Ducal.

Pese a todo, al ser tan numeroso este Consejo, a partir del año 1290, se eligieron entre ellos a los sesenta miembros más conspicuos para que formaran el Consiglio dei Pregadi (Senado), que ejercía sus funciones en materias de política exterior y seguridad interior. En su seno funcionaba una comisión ejecutiva permanente,el Consiglio dei Saggio.
 Estaba formado por de seis consejeros procedentes de éste, elegidos anualmente entre los patricios,excluidos los parientes del Dogo. Controlaban a los funcionariospúblicos, incluido el Dogo, y preparaban la elección de los nuevos. A ellos se unieron los tres jueces de la Quarantia encargados de vigilar la actividad del propio Consejo y evitar las conspiraciones. Todo sellos constituían la Serenissima Signoria,
 cuyos miembros sedistinguían por sus togas escarlatas, con una banda negra quecolgaba verticalmente desde el hombro hasta la cintura. Seencargaban de ejecutar todos los actos de gobierno en tanto el Dogopor sí mismo no estaba facultado para realizarlos por sí solo, siendo que los miembros de la Signoria  se controlaban mutuamente mientras controlaban al resto de autoridades de Venecia. Tras el fallecimiento del Dogo  actuaban de órgano de gobierno ypreparaban la elección de su sucesor.

En el siglo XIV se estableció el Consiglio dei Dieci, que operaba de manera secreta y sin dar cuenta de sus actividades a los tribunales de la República, pero en sus sesiones participaban siempre seis miembros de la Signoria y el propio Dogo

Fue el órgano encargado de controlar toda la vida de la República, en materia de diplomacia, actividades militares en tierra y mar, servicios de espionaje y contraespionaje, vínculos financieros y tratados comerciales de Venecia con otras potencias.

 En 1539 se erigió el cargo de Inquisitori di Stato , elegidos de entre los mismos Dieci, con facultades para investigar, juzgar, y condenar a cualquier ciudadano acusado de traición o de actividades contra el Estado. Eran tres inquisidores, Il Rosso  (El rojo a causa de su túnica escarlata) era escogido de los consejeros del dux, y los otros dos, conocidos popularmente como I Neri (los negros por su túnica negra), eran escogidos del Consejo de los Diez. Sus procesos se desarrollaban en secreto y sus sentencias eran inapelables, poseyendo facultades ilimitadas para imponer castigos, inclusive la pena de muerte.Disponían de una amplia red de informantes y espías, tanto en Venecia como en el extranjero. Recogían las delaciones anónimas depositadas en buzones públicos, denominados por su forma Boccadi Leone, diseminados por toda Venecia.

El poder de Venecia radicó siempre en la importancia y preparación de su flota. Esta se encontraba mandada por un Almirante que era la máxima autoridad, solo por debajo del propio Dogo, y dirigía su Arsenal  o astillero en donde se construían sus barcos. Estos reunieron siempre la tecnología naval más avanzada  
Los territorios que configuraban el dominio de Venecia se gobernaban mediante los Podestá , elegidos por el Consiglio Magiore  entre los miembros de las familias patricias. En nombre de la Serenísima ejercían el poder civil y militar.

HERÁLDICA.
 El símbolo por excelencia de Venecia es el León alado de San Marcos, patrón de la ciudad, cuya escultura en bronce se yergue sobre una columna ente el palacio del Dogo. Aparece ya documentado desde el año 1261, como símbolo de la República de Venecia y su figura se repite en multitud de estatuas y banderas. Se representa pasante y mirando de frente, alado, nimbado y con la zarpa delantera diestra apoyada en un evangelio, con la leyenda:


PAXTIBI MARCE EVANGELISTA MEVS 
 
(La paz esté contigo, Marco, evangelista mío)

A partir del siglo XIV el león aparece armado con una espada,como símbolo del poder de la  Signoría. En su confalón y en las banderas de los buques de su escuadra aparecía sobre campo rojo y rodeado de seis franjas que representaban los seis distritos de la ciudad.

Otra figura muy común en su heráldica gentilicia es La Dolce ,representación de una mítica pantera que según una antigua leyenda al lanzar un fuerte rugido emana se sus fauces una dulce fragancia que atrae a todos los animales. Símbolo de la Resurrección de Cristo cuya palabra es irresistible para todos los hombres. Es muy frecuente en los blasones del patriciado y se la representa como un león alzado sobre sus extremidad estra seras, aunque sin llegar a adoptar la agresiva postura del león rampante. En cierta forma viene a substituir la presencia del león de San Marcos, tan frecuente en los escudos institucionales de Venecia pero que al ser el emblema dela Señoría sería inapropiado apareciera en un escudo gentilicio veneciano.

Los Stemmi  (Blasones) venecianos siguen el modelo Latino, también seguido por Francia, España, Bélgica y en parte por Portugal. Utilizando la terminología clásica normanda, aunque ligeramente italianizada. El campo del scudo  (escudo) adopta el contorno sagomato, ligeramente almendrado y con bucles laterales,generalmente utilizado entre los siglos XV a XVII, y que sería substituido en el XVIII por el contorno accartocciato (rizado), ambos con formas más estéticas que las clásicas.



Generalmente el campo del escudo se encuentra dividido por diversas Partiziones (Particiones), que reciben la denominación de:

Partito (partido),Troncato  (cortado), Trinciato  (tronchado),Tagliato (tajado), Interzato  (terciado) e Inquartato  (Cuartelado).

Utiliza los ismaltes  (esmaltes) clásicos: dos metalle : Oro y Argento;cinco colori (colores): Azurro (azur),Rosso  (gules), Verde  (sinople), Porpora (purpura) y Nero (sable). 

Hay que añadir los Pellicce(forros):  Armelino  (armiños) y Vajo  (veros). 

Las Pezze Onorevoli  (piezas) son Palo  (palo), Fascia  (faja), Banda  (banda),Sbarra  (barra), Croce piana (cruz plena),Decusse (sotuer), Pergola  (perla),Scaglione (cabria),  Capo (jefe), Bisante  (bezantes), Torta (roeles), Fuso (fuso) y Losanga (losange).

Sobre el borde superior del escudo no se suele poner Elmo (yelmo), ni Lambrecchini (lambrequines), como sucede en otros territorios italianos. Tampoco se usan coronas de rango al no existir los títulos nobiliarios.



En el caso de los blasones de aquellos que había sido Dogos se podía dibujar en lo alto de éste un pequeño birrete dogal, como puede observarse en los escudos de los diferentes dogos que reproducimos: Existía una Commissione Araldica  encargada de clasificar y ordenar los blasones de las familias patricias inscritas en el Libro de Oro al que nos hemos referido.


  Venecia.


 

Durante el siglo XV chocaron dramáticamente el floreciente comercio tecnológico de tipos e impresores con las ruidosas exigencias de editores y público lector. Hacia 1476, apenas veinte años después de Gutenberg, ya se imprimían libros y panfletos en Oxford, Amberes, Estrasburgo, Lübeck, Rostock, Nuremberg, Ginebra, Lyon, Toulouse, Milán, Roma, Nápoles y otras cuarenta ciudades europeas. Incluso los conocimientos arcanos viajaban a gran velocidad: todos los tribunales y universidades querían conseguir no solo las últimas publicaciones, sino los medios para publicar. Con el nacimiento de matrices, moldes y tipos nacía un nuevo bien mercantil, cuyo principal centro productivo era Venecia. 
en Venecia, más de cincuenta impresores competían por atraer la atención de los mercaderes. Uno de los argumentos de venta más sólidos era la claridad. Así, los hermanos alemanes Da Spira crearon un tipo veneciano en la ciudad de los canales sobre 1460: se trataba de un tipo de letra ágil y limpio, fácilmente legible incluso para el lector actual, que rompía diametralmente con las pesadas letras góticas de Gutenberg, Schöffer y Fust. La vista, en efecto, se desliza sobre el texto más que avanzar a trompicones; puede considerarse, por tanto, la primera fuente impresa verdaderamente moderna. La década siguiente, un copista veneciano hizo públicos sus temores a quedarse sin trabajo quejándose de que su ciudad «rebosaba libros». La cosa no haría sino empeorar, pues para finales de siglo había ya 150 imprentas que producían más de 4.000 títulos distintos, dos veces más que las imprentas de París, ciudad rival de la italiana.

No todas las nuevas imprentas eran rentables y la calidad de sus productos variaba notablemente. Se trató, en cualquier caso, de una especie de Fiebre de Oro de la época sobre la que no pesaba restricción alguna. Erasmo incluso observó que llegó un momento que era más fácil hacerse impresor que panadero.
El mayor gasto era el de la producción de los tipos de metal, que ya se había convertido en una mercancía codiciada allende las fronteras. En Venecia seguía refinando estilos Nicolas Jenson, un francés que se había instalado en Maguncia en 1458. Allí aprendió probablemente las técnicas de Gutenberg, aunque huyó de los elementos más impenetrables del estilo gótico. El clásico estilo veneciano de Jenson, fuerte y majestuoso, con contundentes gracias que recuerdan al estilo egipcio, no hizo sino allanar el camino para la gran revolución moderna que estaba por llegar. 
Quince años después de la muerte de Jenson, el trabajo de éste fue pulido y «aligerado» por Aldo Manucio, quien creó la primera bastardilla y al que se atribuye la invención del punto y coma. Como editor y humanista, puso la primera piedra de la industria editorial moderna con sus fácilmente transportables ediciones de bolsillo de clásicos literarios y filosóficos griegos y latinos, los textos antiguos que iluminaron el alto Renacimiento italiano. 
muchos de los tipos utilizados en dichas ediciones fueron tallados por el herrero Francesco Griffo. Fue éste quien creó el ancestro de la Bembo (fuente diseñada para componer una breve reseña sobre el ascenso al monte Etna de un cardenal veneciano así apellidado) e introdujo el uso de la cursiva no como forma de resaltar el texto sino de ahorrar espacio en la composición de libros enteros.
No todo el mundo aprobaba estos nuevos tipos ni el uso que se les daba. Entre el puente de Rialto y la plaza de San Marcos el paseante tenía la oportunidad de acceder a un mundo de conocimientos nunca antes imaginado. A las asequibles obras griegas y latinas se sumaron textos locales o publicados en Roma en los que se debatían conceptos intelectuales y eróticos.
 Los best sellers no eran ya las obras religiosas, sino sus opuestas: los textos más lujuriosos de Virgilio y Ovidio. Hasta quienes habían abogado por la difusión impresa del saber se quejaban del atontamiento social: Hieronimo Squarciafico, colaborador de Manucio, temió que «la abundancia de libros hiciese al hombre menos estudioso» e imaginaba un escenario en los Campos Elíseos desde el que los grandes autores deploraban que «la imprenta hubiera caído en las manos de los hombres iletrados, que corrompían casi toda cosa». Especialmente preocupantes se consideraban las abreviaciones de las obras y la accesibilidad a los textos históricos. La sabiduría cayó en manos de aquellos que antes la consideraban fuera de su alcance.

  La Imprenta Aldina.

 
Copia del Virgilio Aldino de 1501



La Imprenta Aldina fue una imprenta iniciada en 1494 en Venecia por Aldo Manucio. Esta imprenta fue famosa en su época por la impresión de las obras clásicas y por la invención de las letras itálicas o «cursivas».

Las ediciones aldinas se caracterizan tanto por la elegancia de su ejecución material como por la corrección y pureza de los textos. Las más de estas ediciones son las primeras que se hicieron de clásicos griegos y romanos. Muchas no se han reimpreso después.
Se pueden citar entre otras, las Rhetores Greci, el Alexander Aphrodisiensis. Otras contienen textos rectificados por una sába crítica de escritores clásicos modernos, como Petrarca, Dante, Boccaccio, etc. Todas son dignas de atención por la corrección escrupulosa de los textos aunque bajo este punto de vista las ediciones griegas tal vez son inferiores a las latinas e italianas. Estas ediciones, sobre todo las salidas de las prensas de Alde Manucio padre forman por muchos conceptos época en los anales de la tipografía.
Hizo sobre todo Alde Manucio importantes servicios a su arte por las muchas mejoras que introdujo en la fabricación de los tipos. Sucesivamente mandó grabar y fundir nueve clases de caracteres griegos y catorce de caracteres romanos. Entre estos últimos, el llamado itálico del que hizo uso para imprimir su edición de Bembus de Aetna, es un modelo. La cursiva latina inventada por Francisco de Bolonia, satisfacía menos las condiciones de la perfección. Debió su propagación a Alde Manucio de la que echó mano para su edición portátil de los clásicos antiguos y modernos, en octavos siendo la primera obra que apareció, el Virgilio en 1501. Es muy defectuosa en razón del número de letras ligadas las unas con las otras que contiene. Aldo Manucio poseía tres géneros de caracteres hebraicos.


No era partidario ni hizo uso nunca de letras con arabescos, viñetas y otros adornos. La única edición que salió de sus prensas con semejantes adornos y grabados en madera fue la Hypnepotomachia Poliphili de 1499, en folio. Sus papeles son fuertes y blancos. Fue el primero que tuvo la idea de tirar separadamente de una edición ordinaria algunos ejemplares sobre un papel más fino o más fuerte. La primera obra en que empleó este sistema fueron las Epístolae grecae. Fue igualmente el primero en imprimir en papel grande (1501, edición de Philastrate) y en papel azul. Sus impresiones en vitela son lo mejor que puede obtenerse en este género. La tinta de imprenta que usaba era de una calidad superior. Sus precios eran sumamente moderados y su Ariosto en cinco volúmenes en folio no costaba más que 11 ducados.

A su muerte empezó la imprenta a perder su reputación bajo la dirección de Pablo su hijo y después de Alele su nieto. Cuando en 1597 dejó de existir después de haber durado un siglo y puesto en circulación novecientas ocho ediciones, no se distinguía ya en nada de otras imprentas del país. Las ediciones que salieron de ella y muy particularmente las de los últimos años del siglo xv y principios del xvi fueron muy buscadas. Citaremos entre las más raras y preciosas las de Horae Beatae Mariae Virginis (1497), un ejemplar de Virgilio, (1501) y de los Rhetores graeci, sin hablar de las que se hicieron desde 1494 a 1497 casi desconocidas hoy.
Las más completas colecciones de los Aldinos que existen son las de M. Renouard, librero no menos célebre que sabio distinguido de París y las del gran duque de Toscana. M. Renouard publicó en 1825 la segunda edición de su monografía tan estimada de las producciones de los Aldes, conocida con el título de Annales de l'imprimerie des Aldes, ou histoire des Trois Manuce et de leurs editions. También recibía a los mayores humanistas de la época como Pietro Bembo, Girolamo Fracastoro ó Giovanni Battista Ramusio para presentar sus obras.



Venecia se encuentra dividida en 6 barrios conocidos como sestieri.

Mapa barrios de Venecia.




Cada uno de ellos tiene una numeración que consiste en cuatro cifras numéricas. No obstante, esto no te salvará de perderte en esta ciudad, ya que debido a la cercanía entre un barrio y otro podrás encontrar la misma numeración en dos barrios aledaños y eso, posiblemente, complique aún más tu orientación. El caos de Venecia, no obstante, es encantador, así que no temas: aunque te desorientes entre sus callejones y puentes, te sentirás muy a gusto. La distribución se encuentra organizada por el Gran Canal: a su vera se encuentran los seis barrios venecianos, los cuales se conectan a través de los tres puentes principales de la ciudad: Accademia, Scalzi y Rialto. A continuación te contamos como es cada barrio y los lugares más destacados para visitar. Al final del artículo, tienes un mapa interactivo para que puedas ubicarlos con facilidad.

Itsukushima Shrine.



  

El Papa que imprimió el Talmud.



¿Un volumen del Talmud dedicado al Papa? 
Parece poco probable, pero la primera edición impresa del Talmud de hecho estuvo dedicado al Papa León X, quien reinó como Papa desde 1513 hasta su muerte en 1521.
Durante milenios, las copias del Talmud habían sido meticulosamente escritas a mano. Podía llevar varios años llegar a completar un set de las 63 masejtot o tratados del Talmud.
En 1450, Johannes Gutenberg inventó la primera imprenta. Él la usó para imprimir panfletos, calendarios, y varias copias de la Biblia. La "Biblia Gutenberg" se considera el primer libro impreso producido en Europa. En los años siguientes, otros impresores copiaron el invento de Gutenberg y comenzaron a imprimir libros. Muchos libros judíos fueron impresos usando el nuevo invento mecánico. Pero nadie había intentado imprimir una copia del Talmud. Durante años, el Talmud continuó siendo escrito laboriosamente a mano.
Eso cambió en 1519, después de años de amargos debates, cuando la primera edición completa del Talmud se produjo utilizando el nuevo invento de la imprenta mecánica.

Daniel Bomberg: un impresor cristiano de libros hebreos.

En Europa, uno de los primeros que imprimió libros hebreos fue Daniel Bomberg, un cristiano que se había ido de su Amberes natal a Venecia en 1515 y abrió allí su imprenta. En esa época, Venecia contaba con una próspera comunidad judía y Bomberg entendió que podía prosperar si se dirigía a ese mercado no explotado.
Imprimir libros judíos no era sencillo. Sus primeros pedidos de una licencia fueron repetidamente rechazados por la iglesia y por los oficiales de la ciudad. Bomberg comenzó a ofrecer grandes sobornos a los oficiales locales para que le permitieran imprimir libros judíos. Después de pagar 500 ducados (una suma enorme), le otorgaron una licencia de diez años para imprimir libros hebreos.
Bomberg comenzó a trabajar de inmediato, contratando judíos para que lo ayudaran. Él pidió permiso a los oficiales de Venecia para contratar "cuatro hombres judíos bien instruidos". Los judíos que vivían en Venecia en esa época sólo podían vivir en el gueto y estaban obligados a usar distintivas capas amarillas cuando salían de las puertas del gueto. A los asistentes de Bomberg les dieron permiso de usar capas negras como el resto de los trabajadores no judíos.
Juntos, ellos comenzaron a imprimir copias del Jumash, los Cinco Libros de Moshé, y otros libros judíos. Bomberg y sus ayudantes judíos decidieron incluir el texto del Targum Onkelos, la traducción del texto hebreo escrita por el famoso erudito judío del siglo I, Onkelos, una costumbre que sigue siendo popular en la actualidad.

Iaakov ben Iejiel: Un noble judío que aconsejaba al emperador.

Las actividades comerciales pro-judías de Bomberg se vieron facilitadas en cierta medida por el clima general en Europa, que se estaba volviendo más tolerante hacia los judíos, en parte gracias a un médico judío austríaco llamado Iaakov ben Iejiel (también conocido como Iaakov Lender).
Se conoce muy poco sobre la vida personal de Iaakov ben Iejiel. Lo que queda claro es que era un judío erudito, con un hebreo fluido, que trabajaba como médico. Él falleció alrededor del año 1505 en Linz, Austria. De forma inusual para un judío, él llegó a ser uno de los hombres más influyentes en el Sacro Imperio Romano, trabajando como el asistente personal del emperador Federico III, quien gobernó entre 1452-1493. Era sabido que los dos hombres eran amigos, y la amistad de Iaakov ben Iejiel influyó para que Federico III simpatizara con sus súbditos judíos. En un momento, los enemigos del emperador se quejaron de que él era "más un judío que un sagrado emperador romano". Federico III amaba tanto a Iaakov que lo nombró caballero, elevándolo de ser un judío humilde y marginado a las filas de la nobleza.
Un día, un joven noble alemán llamado Johann von Reuchlin se puso en contacto con Iaakov y le pidió que lo ayudara a aprender hebreo. Von Reuchlin le explicó que había estudiado en París con un judío llamado Kalman y habíia aprendido el alfabeto hebreo. Ahora quería aprender más. Iaakov ben Iejiel aceptó ser tutor del noble cristiano y le enseñó a leer y a escribir en hebreo. Esto dio lugar a una amistad que llevó a que Von Reuchlin defendiera la erudición judía por toda Europa y desembocó en la primera impresión del Talmud.

Johan von Reuchlin: el defensor de los libros judíos

Ahora que manejaba con fluidez el hebreo, Reuchlin comenzó a defender los libros judíos de los católicos fanáticos que querían prohibir la literatura judía y quemar los libros judíos. Él tenía muchos amigos judíos y era remarcablemente tolerante hacia la perspectiva de vida judía y la erudición. Cuando los oficiales católicos exigieron que él y otros eruditos condenaran al Talmud, Von Reuchlin respondió con desprecio que no se condena lo que uno no ha leído ni comprendido personalmente. "El Talmud no fue compuesto para que cualquier canalla lo pisotee con los pies sucios y después diga que ya lo sabía todo".
A principios del siglo XVI, von Reuchlin participó en lo que se conoció como la "Batalla de los libros", argumentando que la erudición judía tenía mérito y que los libros hebreos no deberían prohibirse.

Johann von Reuchlin

El principal adversario de Reuchlin en la "Batalla de los Libros", era Johannes Pfefferkorn, un judío que se había convertido al cristianismo. Él se volvió contra sus hermanos judíos y provocó años de dolor y miseria a las comunidades judías en Alemania.
Pfefferkorn era un carnicero que tuvo problemas con la ley. Cuando tenía 30 años lo arrestaron por robo, pasó un tiempo en prisión y subsecuentemente se quedó sin empleo. Para revertir su mala suerte, decidió voluntariamente convertirse al cristianismo y convertir también a su esposa y a sus hijos. Pfefferkorn se acercó al catolicismo bajo la protección de los dominicanos, la estricta rama del catolicismo que administraba a la temida Inquisición. Los dominicanos no perdieron el tiempo y aprovecharon a Pfefferkorn para ayudarlos a dar más energía a la persecución de los judíos y para prohibir los libros judíos.
Entre 1507 y 1509, Pfefferkorn escribió una serie de folletos proclamando iluminar el mundo secreto del pensamiento judío. Aunque los escritos de Pfefferkorn muestran que tenía pocos conocimientos judaicos, eso no le impidió producir un folleto tras otros criticando a los judíos y a la fe judía. Sus panfletos fueron escritos en latín y se dirigían a los eruditos católicos y a los sacerdotes. Les puso títulos tales como Judenbeichte ("Confesión judía") y Judenfeind ("Enemigo de los judíos"). Pfefferkon argumentó falsamente que los judíos eran malvados y blasfemos y que su literatura debía prohibirse. Aunque él mismo no era suficientemente educado como para estudiar, Pfefferkorn demandó que el Talmud fuera prohibido en Europa.
Utilizando los folletos de Pfefferkorn como "prueba", las autoridades dominicanas exigieron que los judíos fueran expulsados de los pueblos en los que había grandes comunidades judías, incluyendo Regensburg, Worms y Frankfurt. Su campaña tuvo éxito en Regensburg, y los judíos de la ciudad fueron expulsados en 1519.
Pfefferkorn y quienes lo apoyaban lograron convencer al emperador Maximiliano I para que impidiera momentáneamente el Talmud y otros libros judíos en las ciudades de Alemania y para que destruyeran cualquier libro judío que pudieran encontrar. Esto alarmó a los católicos más liberales, incluyendo a Johan Reuchlin, quien había dedicado mucho tiempo a aprender hebreo y a estudiar los libros sagrados judíos con Iaakov ben Iejiel. Reuchlin se opuso y escribió apasionadas defensas del Talmud y de otros libros judíos. Eventualmente Maximiliano I revirtió su decreto.

El Papa León X y la batalla de los libros judíos.

La "Batalla de los Libros" tuvo lugar en todas las ciudades alemanas y fue el debate entre la clase educada: ¿debía prohibirse el Talmud y otros libros judíos sagrados o valía la pena preservarlos y estudiarlos? El historiador Salomón Grayzel señala que: 
"No hubo en Europa ningún cristiano liberal, ni un solo crítico de las fuerzas del fanatismo dentro de la iglesia, que no se pudiera al lado de Reuchlin en defensa de los libros judíos… En Europa, todos los que no eran campesinos estuvieron situados de uno u otro lado de la controversia. Los únicos que se vieron obligados a permanecer de lado sin participar fueron aquellos que estaban más directamente relacionados con el tema: los judíos". (A History of the Jews por Salomon Grayzel, Plume, 1968).
Reuchlin eventualmente encontró un poderoso aliado: el Papa León X. Un hombre culto, educado, León X venía de la fabulosamente rica familia de los Medici. Él tendía a ser tolerante hacia los judíos, tanto que en un momento los judíos de Roma se preguntaron si su benevolencia hacia ellos era un signo de que el Mashíaj estaba por llegar. Los líderes de la comunidad incluso escribieron a los líderes judíos en la Tierra de Israel preguntándoles si también ellos habían visto señales de la llegada del Mashíaj.

El Papa León X

En 1518, León X tomó una postura pública en la Batalla de los Libros: no sólo que el Talmud no sería prohibido ni quemado, sino que emitió un Decreto Papal permitiendo que lo imprimieran utilizando las nuevas imprentas mecánicas que estaban en auge en Europa. Algunos volúmenes individuales del Talmud ya habían sido impresos. Ahora, el Papa permitió la impresión de un set completo de los 63 volúmenes del Talmud (en hebreo llamado Shas). Bomberg, quien ya había construido un comercio judío en su imprenta en Venecia, recibió la comisión de imprimir este primer set completo del Shas. Esta fue una manifestación de apoyo a los judíos sin precedentes en Europa.
Pero el Papa León X impuso una condición crucial: Daniel Bomberg sólo podía imprimir el Talmud si incluía en los libros las polémicas anti judías. Al comprender que eso alejaría a los potenciales lectores, Bomberg luchó con éxito en contra de la inclusión de palabras antijudías en sus libros judíos. Sin embargo, hizo una concesión en vistas de la generosidad del Papa: los primeros cuatro volúmenes del Talmud que imprimió estarían dedicados al Papa León X.
Los judíos locales se mostraron renuentes a comprar los caros volúmenes del Talmud dedicados al líder católico cuya iglesia regularmente perseguía a los judíos por toda Europa, incluso si el Papa León X manifestaba simpatía hacia los judíos. Las ventas fueron pocas y Bomberg comprendió que tenía que hacer algunos cambios, incluyendo el hecho de sacar la dedicatoria al Papa. Él también pidió ayuda a Iaakov ben Jaim ibn Adoniá, un corrector de pruebas judío de Túnez. (Hay cierta evidencia de la probabilidad de que ibn Adoniá se haya convertido al cristianismo, al igual que otros impresores que se especializaron en los libros judíos en Venecia en esa época).
Bomberg y ibn Adoniá idearon el diseño del Talmud que se sigue utilizando hasta la actualidad. Ellos colocaron el texto del Talmud en medio de la página, e incluyeron comentarios claves alrededor del texto central. En un lado de la página imprimieron el comentario de Rav Shlomo Itzjaki (conocido como Rashi), un erudito francés medieval. Del otro lado de la página imprimieron los cometarios de otros sabios judíos medievales conocidos como los tosafistas.
Este diseño facilita la lectura y el estudio y resultó ser un éxito inmediato entre los clientes. Aunque sus portadas ya no tenían impresa una dedicatoria al Papa León X, estos hermosos libros continuaron imprimiéndose con su permiso, lo que permitió que más comunidades judías estudiaran y contaran con sets completos del Talmud impreso.

  

Bomberg, Daniel (s. XVI).


Impresor cristiano originario de Amberes que estableció su imprenta en Venecia y se distinguió por sacar a la luz, entre 1516 y 1549, las más importantes obras hebreas: la Biblia «rabínica», (con los comentarios clásicos judíos), editada primero por Félix Pratensis (1517-18) y luego por Chaviv, Jacob Ben (1524-25), y los dos Talmudim, el babilónico (1523) y el palestinense (1523-24), obra también del mismo ben Chaviv. En ambos casos se trata de la editio princeps que sirvió de base para todas las impresiones posteriores. Fueron cerca de doscientos los libros hebreos que salieron de sus prensas.

  

La Políglota entre la tradición sefardita y el humanismo cristiano: Antiguo Testamento hebreo


Biblia. Antiguo Testamento hebreo.

Hamishah humshe Torah.

Venecia: Daniel Bomberg, [1533]. 4º. Libro. Papel. Título y pie de imprenta transliterados del hebreo.

Biblioteca Histórica de la UCM. BH DER 3210

Enlace al catálogo y al texto completo

 A pesar del interés de los humanistas acerca del texto de la Biblia en hebreo, hubo que esperar a 1516-17 para que en Venecia se publicara la considerada como primera edición “católica” de la llamada Biblia rabínica. Otras biblias en esta lengua habían sido entintadas en los años anteriores, por vez primera en 1488, en la prensa judía de Soncino (Italia), pero no para uso de los humanistas. Esta nueva edición fue una iniciativa comercial del impresor Daniel Bomberg, natural de Amberes, pero que se había asentado en Venecia, la capital por entonces del mercado internacional del libro. Bomberg, consciente  de que había un gran mercado en Italia para la venta de libros en hebreo, adquirió un privilegio del gobierno veneciano sobre la impresión de libros en esta lengua. Su “olfato” comercial le permitió descubrir no sólo que la llegada a Italia de numerosos judíos expulsados desde la Península Ibérica abría un mercado potencial nuevo, sino que también los humanistas cristianos tenían gran interés por comprar libros en hebreo.  No se equivocó, pues en su taller llegó a publicar más de doscientas ediciones, con una tipografía magnífica que se convirtió en norma para los editores posteriores en dicha lengua.

Bomberg, evidentemente no era un hebraísta, y para sus ediciones contó con la ayuda de un judío converso toscano de origen sefardita, Felice da Prato, o en latín Félix Pratense. Bautizado hacia 1505 y agustino, éste gozaba en Roma de la protección del papa León X, a quien había dedicado en 1515 una traducción latina de los salmos, basada en la versión hebrea de los mismos. Su edición del Psalterium ex Hebræo ad Verbum Translatum, fue impresa en Venecia, por Peter Lichtenstein, pero Bomberg ya aparecía como el costeador.   Fruto la colaboración entre Bomberg y da Prato fue dos años después esta Biblia rabínica impresa en entre 1516 y 1517. Para entonces ya prácticamente se había completado en Alcalá de Henares la impresión de los volúmenes de la Políglota dedicados al Antiguo Testamento. En 1522 el propio Felice viajaría a España, enviado por su orden para felicitar al nuevo papa Adriano VI. Es posible que durante su estancia conociera la magna obra cisneriana, cuya difusión empezó en dicho año A esta primera edición veneciana de la Biblia  en hebreo (con varios errores) le siguió otra, conocida como la segunda Biblia rabínica, que publicó también Bomberg entre 1524-25, donde se corrigieron los errores de la anterior y se ampliaron las fuentes gracias a la labor de Jacob ben Hayyim, un sefardita procedente de Túnez, quien se convertiría al cristianismo en 1525. Es esta edición la que durante mucho tiempo fue considerada como el textus receptus y la edición más autorizada de la Biblia en lengua hebrea. La Biblioteca Histórica posee ejemplares de ediciones algo más tardías de esta obra, como la que se expone de 1533, procedente del Colegio Mayor de San Ildefonso (BH DER 3210). En esta edición, realizada bajo la supervisión de Elías Levita, un judío alemán, se perfeccionó el texto arameo.

Bibliografía:   Stephen G. BURNETT. “The Strange Career of the Biblia Rabbinica among Christian Hebraists, 1517–1620”, en Bruce GORDON y Matthew MCLEAN (eds.). Shaping the Bible in the Reformation: Books, Scholars and Their Readers in the Sixteenth Century, Leiden: Brill, 2012, pp. 63–83; Paul F. GRENDLER. “Italian Biblical Humanism and the Papacy, 1515-1535,” en Erika RUMMEL (ed.). Biblical Humanism and Scholasticism in the Age of Erasmus, Brill’s Companions to the Christian Tradition (Book 9), Leiden: Brill 2008, pp. 227-276; David STERN. “The Rabbinic Bible in its Sixteenth Century Context,” en Adam SHEAR y Joseph HACKER (eds.). The Hebrew Book in Early Modern Italy, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2011, pp. 76-108; Natalio FERNÁNDEZ MARCOS. Filología bíblica y humanismo, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Filología, 2012; Jaroslav PELIKAN. Historia de la Biblia, Barcelona: Editorial Kairós, 2008, pp. 193-194; Bruce NIELSEN. “Daniel van Bombergen, a Bookman of Two Worlds”, en Adam SHEAR y Joseph HACKER (eds.). The Hebrew Book in Early Modern Italy, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2011, pp. 56-74; Miguel Ángel TABET. Introducción general a la Biblia, Madrid: Ediciones Palabra, 2004, pp. 245-246; François SECRET. Les Kabalistes Chrétiens de la Renaissance, Paris, 1964, p. 107; Herbert C. ZAFREN. “Bible Editions, Bible Study and the Early History of Hebrew Printing”, Eretz Israel, 16 (1982), pp. 240-251.


 Miriam Anzovin


Miriam Anzovin, ‘tiktoker’: “Internet es lo más parecido al Talmud” 
 Sociedad
30.06.2023

A priori, el Talmud y TikTok parecen universos irreconciliables. El primero son 2.711 páginas de hace más de mil años con dichos, relatos y sesudos debates rabínicos sobre cada mínimo aspecto de la ley judía. El segundo, una sucesión de vídeos breves concebidos para enganchar antes de que el dedo pida el siguiente. La estadounidense Miriam Anzovin ha logrado, sin embargo, cuadrar el círculo entre ambos (que ella no ve tan redondo) con sus reacciones al Talmud. Los vídeos, tan cómicos y deslenguados como respetuosos, la han convertido en microinfluencer, pero también han atraído mensajes de odio.

Anzovin participa del Daf yomi, como se denomina la tradición de leer cada día una página por las dos caras del Talmud que siguen cientos de miles de judíos en el mundo en ciclos de siete años y medio. Luego resume en TikTok —con argot milenial, referencias a Juego de Tronos, mirada feminista y algunos tacos— temas como cuántas veces obliga la ley judía a un marido a acostarse con su mujer, qué castigos merecen latigazos o qué hacer si una boda y una procesión fúnebre se cruzan en el camino. Como le gusta decir, vive con un pie en Sephora (la cadena de cosméticos) y otro en Sefaria, la biblioteca digital de textos hebreos.

Anzovin nació hace 38 años en una familia judía de Nueva Jersey que abrazó la ortodoxia religiosa cuando era niña. Creció rezando tres veces al día y vistiendo muy recatada. En la veintena, perdió la fe, pero una serie de ataques de odio contra judíos en su país le impulsaron en 2019 a explorar el Talmud. “Era mi forma de sacar el dedito del medio a los antisemitas”, asegura. Hace año y medio, se lanzó a grabar su reacción a la página que acababa de leer, siguiendo un subgénero muy popular en redes (los vídeos de reacciones) que le había alegrado muchas horas muertas durante el confinamiento por la pandemia.

Hoy, recibe mensajes acusándola de banalizar el Talmud o recordándole que la tradición restringe su estudio a los hombres. Licenciada en Estudios Judíos, emplea al menos un día en preparar el texto, peinarse, maquillarse, escribir el guion, grabarlo, editarlo, posproducirlo y añadir subtítulos al vídeo. Aunque lejos de las grandes cifras, acumula con una temática muy de nicho más de 55.000 seguidores entre sus distintas redes sociales. Habla por videoconferencia desde su casa en Natick, una localidad cercana a Boston, con el mismo fondo dorado que en sus vídeos, y choca verla en una pantalla horizontal, en vez de vertical.

Pregunta. ¿Qué te llevó a estudiar el Talmud sin ser ya religiosa?

Respuesta. Un día vino Jonathan Sachs [el conocido rabino y lord británico fallecido en 2020] y nos habló de la práctica de aprender todo el Talmud Babilonio durante siete años y medio. Y me pareció justo un camino que podía recorrer sin necesidad de cumplir cosas con las que no estoy cómoda en un sentido religioso, o de creer algo que ya no creía. Amo el judaísmo y aprender sobre nuestra historia y tradiciones. Luego, a finales de 2019, hubo una serie de horribles ataques antisemitas en Nueva York y Nueva Jersey, así que una parte fue el placer de aprender y otra puedes parafrasearla como quieras… Un ‘que os jodan, antisemitas’, mostrarles el dedito.

P. ¿Y el canal de TikTok?

R. Solo lo empecé en diciembre de 2021. Muchos pasamos [en el confinamiento] mucho tiempo en TikTok porque era donde encontrábamos una comunidad estando tan aislados. Y pensé… “Puedo hacer algunos vídeos de lo que he venido aprendiendo en el Talmud”. Las palabras y pensamientos de hombres que vivían hace 1.800 años a veces requieren esfuerzo, así que decidí hablar como lo hago con mis amigos sobre lo que me gusta o me emociona. Mezclar las culturas pop, nerd [friki] y de Internet. Realmente pensé que nadie lo vería. Sigo increíblemente sorprendida de que hayan sido más de cinco.

P. TikTok parece lo opuesto al Talmud.

R. Diría que no. La comparación o analogía más cercana que puedo hacer con el Talmud es Internet. Tienes [dos partes]: la mishná [la tradición oral], que es como el post en un blog, y la guemará [los análisis rabínicos], que sería como la sección de comentarios del blog, en la que pasa de todo. Mucha gente opina de forma muy sentida, hay discusiones… Como en el Talmud. Algunos comentarios son geniales y con otros estoy tremendamente en desacuerdo. Son discusiones entre cientos de personas durante cientos de años. Para mí tiene mucho sentido debatirlo hoy en un formato online.

El Talmud puede ser a menudo complejo. Y es muy difícil resumir una idea en un vídeo de tres minutos. Pero no quiero que alguien piense que no puede aprenderlo por no ser hombre o [judío] religioso. Mi objetivo es aprender todo del Talmud: lo bueno, lo malo, lo feo, lo bonito, lo sabio y lo cuestionable. Y compartirlo, porque además hay muchas teorías bizarras de la conspiración.

P. Como decías, en las redes hay material sobre el Talmud, pero no suelen hacerlo mujeres.

R. Cada vez más tipos de judíos aprenden el Talmud, lo que incluye a mujeres ortodoxas, pero también seculares, como yo. Hacerlo como mujer claramente puede ser un reto. A veces se habla de mujeres, pero menos de lo que me gustaría y en ocasiones es un grupo de hombres hablando sobre mujeres. Y cuesta leer algunas ideas. Piensas: “vale, era hace 2.000 años, otra época”, pero no quita que sea duro toparse con ellas. Lo que de verdad me molesta es cuando veo una línea entre el pasado y el presente, o actitudes que no han cambiado. A veces aprendo cosas que describiría como misóginas, pero encuentro desternillantes por ridículas. Me puedo reír de ellas. La comedia es tan importante, también en el aprendizaje del Talmud, porque es una forma de procesar y dejar atrás cosas que podrían enojarme.

P. ¿Cómo vives estudiar un texto que se te supone vetado como mujer?

R. Lo que más molesta es que lo aprendo sin ser ortodoxa. O que visto de forma que algunos no consideran discreta, sin el escote hasta el cuello o con los codos descubiertos. E igual que digo tacos en la vida real, a veces lo hago en los vídeos. Así que no es necesariamente por ser mujer, sino por qué tipo de mujer.

P. ¿Qué reacciones recibes?

R. Hay gente aún muy enfadada.

P. ¿Muchos mensajes privados?

R. ¡Dios mío, todo el tiempo! Mensajes privados, correos electrónicos… Quieren que sepa que soy lo peor que le ha sucedido jamás al pueblo judío. Y es como… si yo soy lo peor, creo que está bastante bien la cosa [ríe]. También hay gente que ve los vídeos y entiende que las bromas nacen de un profundo sentido de amor y aprecio. Si no amase esto, no le dedicaría siete años y medio de mi vida.

P. ¿Qué has cambiado desde el primer video?

R. Tengo un sentido de la responsabilidad que no tenía al principio, porque pensaba que no lo vería nadie. Trato de que no me afecte demasiado, pero hago lo posible para no equivocarme, para entender bien el material.

P. ¿Con qué te encuentras en el Talmud?

R. Todo lo relacionado con la existencia humana. Literalmente. Desde ir al baño hasta cuestiones médicas. Se habla de la vida y la muerte. O de maquillaje.

Por ejemplo, hay una conversación en la que un rabino cuenta que su mujer lleva maquillaje y otro le responde: “Es solo para mujeres jóvenes, no viejas, como la tuya”. Cuando lo leí, era como “¡Dios mío!”, pero en la siguiente línea le respondió lo mismo que yo hubiese hecho. No había diferencia entre mí y ese hombre que vivió hace 1.700 años. También hoy los hombres hablan de si una mujer es demasiado vieja, o de si lleva demasiado, o demasiado poco, maquillaje. Me sentí como si estuviese detrás de él, jaleándole por ese épico ajuste de cuentas. Fue uno de esos momentos que cimentaron mi comprensión de que el Talmud es una forma de teletransportarse al pasado y ver cómo vivían nuestros ancestros, pero también de entender la poca diferencia que hay con el presente. Por supuesto, ha cambiado la tecnología y muchas otras cosas, pero otras, nada.

P. ¿Sientes que lo que haces está relacionado de alguna forma con el feminismo?

R. Claro. Soy feminista, así que es normal que moldee en muchas formas lo que opino sobre un texto. En el Talmud se da voz a muy pocas mujeres, y a menudo son mencionadas como “la mujer de” o “la hija de”. Solo se nombra a un puñado. Así que en mis vídeos, cuando hay una mujer sin nombrar, le doy el nombre de alguna mujer judía que admiro.

P. Hablas de la intersección entre las culturas pop, nerd y judía. ¿Dónde se cruzan?

R. A veces, para explicar lo que sucede en el Talmud, pienso: ¿me recuerda a algo de un libro o de una serie de televisión? A menudo lo primero que me viene a la cabeza es algo de Juego de Tronos o de La Guerra de las Galaxias. Y es cuando siento que lo entiendo. Por ejemplo, en un momento del Talmud se habla de encender almenaras en las cimas, lo que es bastante similar a una secuencia de El retorno del rey de El señor de los anillos en la que encienden almenaras en las cimas de las montañas para mandar un mensaje a Rohan de que Gondor necesita ayuda. 



  Rashi es un acrónimo de Rabbi Shlomo ben Yitzchak, también escrito como Rabbi Shlomo Yitzchaki. Nació el 22 de febrero de 1040 y murió el 13 de julio de 1105. Rashi es uno de los Meforshim clásicos del judaísmo (comentaristas de la Biblia y el Talmud). Rashi escribió los primeros comentarios completos sobre el Tanaj y el Talmud.


Nació en Troyes, Champagne, norte de la actual Francia, en 1040. Algunas fuentes dan su apellido como Yarji, lo que indica que su familia procedía de Lunel (Yareaj, en hebreo). Se dice que era descendiente de la línea davídica, con linaje de la casa real del rey David.
Se le considera el “padre” de todos los comentarios que siguieron en el Talmud, el Tosafot Baalei y del Tanaj. Aclamado por su capacidad para presentar el significado básico del texto de una manera concisa y lúcida, las apelaciones de Rashi a ambos eruditos y estudiantes que comienzan, y sus obras siguen siendo un elemento central de estudio judío contemporáneo.

Estudios de Yeshiva

De acuerdo con la tradición, Rashi fue llevado primero a estudiar Torá por su padre el día de Shavuot, a la edad de 5 años. Su padre fue su principal maestro de la Torá hasta su muerte, cuando Rashi era aún muy joven. A la edad de 17 años se casó y poco después se fue a aprender en la Yeshivá del rabino Yaakov ben Yakar en Worms, volviendo a su esposa 3 veces al año, para los Yamim Noraim, Pésaj y Shavuot.
Cuando el rabino Yaakov murió en 1064, Rashi aprendizaje continuo en Worms para el otro año en la Yeshivá de su pariente, el rabino Isaac ben Eliezer Halevi, que también fue gran rabino de Worms.
Luego se trasladó a Maguncia, donde estudió con otro de sus parientes, el rabino Isaac ben Judá, el jefe rabino de Maguncia y uno de los sabios más importantes de la región de Lorena a caballo entre Francia y Alemania.
Profesores de Rashi eran estudiantes de Rabeinu Gershom y el Rabino Eliezer Hagadol. De sus maestros, Rashi absorbió las tradiciones orales relacionadas con el Talmud, ya que había sido transmitido durante siglos, así como una comprensión de la lógica exclusiva del Talmud y la forma de argumento.
Rashi tomó notas concisas y abundantes de lo que aprendió en la Yeshivá, la incorporación de este material en sus comentarios.

Muerte y entierro

Rashi murió el 13 de julio 1105 a los 65 años. Fue enterrado en Troyes. La ubicación aproximada del cementerio en el que fue enterrado se registró en Hadoros Seder, pero con el tiempo la ubicación del cementerio quedó en el olvido. Un número de años, un profesor de la Sorbona descubierto un antiguo mapa que representa el sitio del cementerio, que ahora yacía en una plaza abierta en la ciudad de Troyes.
Después de este descubrimiento, la comunidad judía francesa erigió un monumento grande en el centro de la plaza, un gran globo, blanco y negro con un prominente letra hebrea, Shin (ש) (presumiblemente por “Shlomo”, el nombre de Rashi). La base de granito del monumento está grabado: el rabino Shlomo Itzjaki, comentarista y guía.
En 2005, Yisrael Meir Gabai erigió una placa adicional en este sitio marcando el cuadrado como un cementerio. La placa dice:

  “El lugar que tú estás, es el cementerio de la ciudad de Troyes. Muchos Rishonim están enterrados aquí, entre ellos el rabino Shlomo, conocido como Rashi el santo, que su mérito nos proteja”.

Las obras de Rashi

Rashi escribió 2 grandes comentarios sobre los que descansa su fama. Uno se refería a la totalidad del Tanaj y otro a unos treinta tratados del Talmud. Las obras de Rashi son tan respetadas que los judíos a menudo lo citan simplemente como “el comentarista”.
El comentario de Rashi sobre el Tanaj es muy completo y se utiliza para comprender tanto el significado llano del Tanaj como su interpretación. Su comentario se utiliza en estudios bíblicos en todos los niveles, básico, intermedio y avanzado.
Casi todos los comentarios posteriores discutirán sobre Rashi, ya sea usando su punto de vista como evidencia de apoyo o debatiendo en su contra. Los comentarios de Rashi también son de interés para los eruditos seculares, porque tradujo palabras desconocidas al francés hablado de su época. Como tal, sus comentarios ofrecen una visión interesante del vocabulario y la pronunciación del francés antiguo.
El comentario de Rashi sobre la Torá se ha convertido en una parte indispensable del marco del judaísmo. Decenas de miles de hombres y mujeres estudian “Jumash con Rashi” a diario.
El comentario de Rashi está incluido en casi todos los Jumashim producidos dentro de la comunidad judía tradicional.

Los comentarios sobre el trabajo de Rashi incluyen Gur Aryeh del rabino Judah Loew (Maharal), Sefer Hamizrachi del rabino Elijah Mizrachi (Re’em) y Yeri’ot Shlomo del rabino Solomon Luria (Maharshal).
Rashi también escribió el primer comentario completo sobre el Talmud. Su comentario intenta proporcionar una explicación completa de las palabras y de la estructura lógica de cada pasaje talmúdico. A diferencia de otros comentaristas, Rashi no parafrasea ni excluye ninguna parte del texto, pero aclara cuidadosamente todo el texto.
Ejerció una influencia decisiva en el establecimiento del texto correcto del Talmud. Comparó diferentes manuscritos y determinó qué lecturas deberían preferirse. Su trabajo se convirtió en un estándar tal que se incluye en todas las versiones impresas del Talmud.
El comentario del Talmud de Rashi se ubica hacia la mitad del Talmud abierto; es decir, en el lado de la página más cercano a la encuadernación. La fuente semicursiva en la que se imprime el comentario a menudo se denomina “escritura Rashi”.
Esto no significa que el propio Rashi usó un guion de este tipo, solo que los impresores lo emplean para los comentarios.
Daniel Bomberg, un impresor cristiano de Venecia, introdujo la “escritura de Rashi” en su publicación del comentario de Rashi sobre el Tanaj en 1517. El comentario de Rashi, que cubre casi todo el Talmud de Babilonia, se ha impreso en todas las versiones del Talmud desde la primera Impresiones italianas.
Rashi no compuso comentarios para cada tratado del Talmud de Babilonia. Algunos de los comentarios impresos que se le atribuyen fueron compuestos por otros, principalmente sus alumnos. En algunos comentarios, el texto indica que Rashi murió antes de completar el tratado y que fue completado por un estudiante.
Esto es cierto en el tratado Makkot, cuyas partes finales fueron compuestas por su yerno, el rabino Judah ben Nathan; y de Bava Batra, terminado en un estilo más detallado por su nieto, el rabino Samuel ben Meir, también conocido como el Rashbam, uno de los contribuyentes prominentes del Tosafot.
Rashi también produjo varias obras menores, como una edición del Sidur. Hay una pequeña cantidad de comentarios que llevan su nombre que no fueron escritos por él, sino por sus alumnos.



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